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La militancia y su relación con el aprendizaje informal del castellano entre migrantes «africanos» y «bangladesíes» en Lavapiés

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Abstract

La comunicación se centra en el proceso de incorporación de migrantes “africanos” y “bangladesíes” en Lavapiés que participan en Migrapiés, un colectivo de defensa de los derechos de la población migrante. A pesar de existir en Lavapiés diferentes posibilidades para el aprendizaje formal del castellano, un freno a este proceso es la tendencia a relacionarse con los “paisanos”, utilizando principalmente el idioma de origen. En contraposición, la participación en grupos en los que el castellano es el idioma principal de comunicació facilita un aprendizaje informal de la lengua a partir de la modificación de las redes asociativas de los migrantes que les encamina hacia un uso regular del castellano.
La militancia y su relación con el aprendizaje informal del
castellano entre migrantes «africanos» y «bangladesíes» en
Lavapiés
Juan R. Méndez
juan_r_mendez@hotmail.com.
ORCID iD: <https://orcid.org/0000-0002-1207-0423>
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
Comunicación presentada al II Congreso Internacional sobre Lengua e Inmigración, sección:
sociolingüística de la migración. Universidad de Alcalá, 30 de octubre de 2018.
En esta comunicación voy a describir como se relaciona el aprendizaje del castellano con
las relaciones asociativas generadas alrededor de la militancia por los derechos de las
personas migrantes. En mi entorno de investigación en Lavapiés se producen
frecuentemente entre personas migrantes «bangladesíes» y «africanas» ciertas trabas a
un manejo adecuado del castellano que a veces son superadas, más que por un
aprendizaje regulado y formal, por un
uso cotidiano basado en intereses compartidos
con personas de otros orígenes
. Esta forma de aprendizaje informal, a decir verdad, se
desvela como más productiva que la asistencia a las clases de idiomas, si bien la
combinación del aprendizaje formal con relaciones cotidianas con castellano-hablantes
sería el escenario en el que se han observado los mayores progresos.
Los resultados que expongo aquí están basados en una investigación etnográfica que
realizo desde el año 2011, centrada en procesos de colectividad (Latour, 2008) entre
personas de diferentes orígenes en Lavapiés y que tiene un importante foco de
investigación en Migrapiés, un grupo que trabaja por los derechos de las personas
migrantes en el barrio del que formo parte. Esta investigación, siguiendo la metodología
etnográfica, se ha centrado sobre todo en la convivencia cotidiana durante todos estos
años con las personas de mi entorno de investigación, haciendo cosas con ellas para
acceder a sus lógicas, por ejemplo asistiendo a las asambleas de Migrapiés, a sus
actividades o a las de otros grupos del barrio. Además se han realizado cerca de 40
entrevistas en profundidad, sobre todo a personas migrantes, pero también a gente
relacionada con los procesos que estaba estudiando, como pueden ser activistas de
diferentes agrupaciones, agentes institucionales o profesores de castellano. A esto se
acompaña la recogida de documentación tales como noticias de periódico, redes
sociales, blogs, estadísticas, etc.
En cuanto al contexto de mi investigación, Lavapiés es un barrio del centro de Madrid
tradicionalmente receptor de migración. Esta migración fue durante varios siglos
«española»: a partir del siglo XVI llegan a Lavapiés muchos migrantes de origen humilde
de otras regiones de España que vienen a Madrid buscando trabajo (Carmona, 2017;
Peñalta Catalán, 2010). Esta dinámica se mantiene hasta mediados del siglo XX. El
incremento de la población y los desarrollos industriales en la capital a partir de entonces
desembocan en el crecimiento de las ciudades dormitorio en la periferia sur de Madrid
(Fuenlabrada, Móstoles, Getafe…). Dentro de estas dinámicas, y sobre todo en la década
de los setenta, muchos de los jóvenes que viven en el barrio se van a desplazar a estas
ciudades buscando edificios más nuevos y con mejores servicios. A esto le acompaña el
paro que provoca la crisis del petróleo (1973), la desatención institucional y la llegada de
la heroína al barrio (Barnés, 2017; Cañedo Rodríguez, 2005). En los años ochenta Lavapiés
es un barrio envejecido, despoblado y con fama de degradado. Esta situación comienza
a cambiar con la llegada de migrantes internacionales a partir de la década de los
noventa. Esta llegada se incrementa con el auge económico de principios del siglo XXI,
auspiciado sobre todo por el boom de la construcción (Dirección General de Inmigración,
2009). Lavapiés es un destino preferente para la migración con pocas posibilidades
económicas por su situación céntrica en la ciudad, por lo barato de las muchas viviendas
antiguas y desocupadas y por la posibilidad de ocupar ciertos nichos de negocios
abandonados por los «españoles» a medida que el barrio se despoblaba en las décadas
anteriores (Cabrerizo Sanz, Klett, & García Bachiller, 2015; Moustaoui Srhir, 2018). Esto
ha dado pie a un barrio donde han llegado a vivir 88 «nacionalidades» distintas
(Carretero, 2013) y con un 30% de residentes «extranjeros» de media en la última década,
si bien en los últimos años, la crisis económica y los procesos de gentrificación en el
barrio han ocasionado la salida de muchos migrantes buscando nuevas oportunidades
laborales y viviendas más baratas.
Migración y Castellano en Lavapiés
La migración «bangladesí» y la «africana» son algunas de las migraciones que han
llegado Lavapiés en estas últimas décadas. Cuando hablo de «africanos» utilizo una
forma de autodefinición que usan la mayoría de compañeros de Migrapiés para referirse
a personas procedentes de África occidental, principalmente de la zona de Senegal,
Mauritania y Gambia. Esta palabra aglutina cuestiones como «etnicidad», religión,
desplazamientos migratorios por África y características «culturales» y fenotípicas que
desbordan las fronteras de un determinado estado-nación. Tanto la migración «africana»
como la «bangladesí» suelen ser migraciones de carácter humilde, a menudo realizadas
en condiciones de «irregularidad» administrativa y que, ante la imposibilidad de
encontrar trabajo «legal», se dedican a la venta ambulante. También están caracterizadas
por provenir de regiones donde no se habla castellano. En torno a los «africanos», el
idioma común suele ser el wolof, si bien como consecuencia del periodo colonial hay un
alto porcentaje de personas que hablan francés. Entre los «bangladesíes» es el idioma
principal es el bangla mientras que el periodo colonial se traduce aquí en cierta soltura
en el manejo del inglés.
Estos orígenes idiomáticos condicionan el proceso de incorporación migratoria de
«africanos» y «bangladesíes», procesos muy caracterizados por los problemas para
comunicarse con los castellano-hablantes en Lavapiés. El uso de una lengua nativa
diferente al castellano es ya un problema de por , que va a verse acentuado por
determinadas dinámicas en el barrio que paso a exponer a continuación:
1) Sólo castellano. Muchos de los migrantes con los que he hablado pensaban que al
poder hablar en francés o inglés, podrían tener más posibilidades de comunicarse
que las que tienen realmente. Sin embargo, al llegar a España se encuentran con que
muchos de quienes forman parte de su cotidianeidad sólo hablan castellano, lo que
les dificulta la posibilidad de tender puentes que ayuden al proceso comunicativo,
algo que refieren como una desventaja respecto a otros lugares de Europa, donde
sus «paisanos» pueden comunicarse de maneras más fácil con quienes no hablan su
lengua.
El idioma. No sabes hablar. Tienes que saber hablar para hacer cosas,
aunque... por ejemplo hay mujeres que saben ingles pero el inglés no
está tan... tan como... es que no sé decirlo... por ejemplo en Bangladesh,
si no sabes bangla puedes hablar en inglés, porque la gente sabe
inglés, pero aquí hay gente que no sabe inglés, y claro pues, tiene que
aprender si o si, aunque intentes comunicarte en inglés. Se aprende el
español y... no sé, les cuesta, integrarse con la gente. Esto también es
un problema, porque no sabes lo que te vas a encontrar, te da miedo
¿no? (Chandra, migrante bangladesí)
2) Administración pública poco acostumbrada a trabajar en ambientes de diversidad
lingüística y con pocos recursos. La migración como dinámica relativamente reciente
en España conlleva que todavía existan dentro de la administración inercias que
dificultan el trabajo dentro de la diversidad. Un ejemplo ilustrativo es que
recientemente, en una de las asambleas de Migrapiés nos sorprendimos cuando un
compañero que acababa de ser detenido trajo un formulario de información al
detenido en el que se había anotado a mano la traducción al bangla y luego
fotocopiado. Era la primera vez que lo veíamos. Generalmente es al contrario y es
habitual que quien es detenido (por estar en situación «irregular» o por vender en la
calle) acuda al grupo con un montón de papeles que no sabe qué son y con un
número de teléfono detrás que suele ser el de su abogado de oficio. Esto es aplicable
al propio juicio, donde muchas veces se aprecia la falta de traductor que informe
adecuadamente a la persona encausada de lo que está pasando. También es
relativamente frecuente que los agentes sociales del barrio contacten con Migrapiés
u otras organizaciones similares para pedir a algún traductor. O la falta de plazas en
los cursos de castellano. A pesar de que las plazas que ofrece la administración
pública son reforzadas por diferentes organizaciones de Lavapiés que se encargan
de ofrecer clases gratuitas de castellano, es común también que se contacte al grupo
o a los integrantes de este para preguntar si se sabe dónde hay plazas para gente
que acaba de llegar, dado que las habituales están completas.
3) El tiempo y la dificultad. Muchos migrantes refieren encontrarse que el castellano es
un idioma muy alejado de su lengua nativa y muy difícil de aprender para ellos. A
esto se añade el tiempo necesario para acudir a las clases. La necesidad de ganarse
la vida en condiciones precarias dificulta además el poder acudir a las clases. Así, por
ejemplo, Ousmane refería que había encontrado plaza en un curso pero que no
podía ir porque le coincidía con el horario en que salía a vender, que era en el que
realmente podía sacar dinero (tardes-noches y fines de semana). O Mohamed, que
tras conseguir regularizar su situación administrativa quería mejorar su castellano
para tener más oportunidades laborales. Pero había encontrado trabajo en un
restaurante y tenía turnos rotativos, por lo que se le dificultaba poder acudir a clases
en cualquier horario.
4) El circulo vicioso de la «comunidad». Las problemáticas que he ido definiendo no sólo
actúan como una traba al aprendizaje del castellano, sino también como un
importante condicionante a la sociabilidad con quienes no comparten la lengua. Así,
se refuerza una tendencia a la relacionalidad con los «paisanos», mediada también
por aspectos como ciertos códigos compartidos, la sensación de «comunidad» y los
procesos de discriminación que normativizan a «bangladesíes» y «africanos» como
«extranjeros». El proceso de sociabilidad encarado a los «paisanos» dificulta aún más
la práctica del castellano. Una profesora de castellano en Lavapiés me decía:
Es que no practican, es que así… yo les pego unas broncas. Aquí
cuando se saludan entre ellos [en su idioma] les digo: aquí no. Porque
es el único momentito en esta hora y media que hablan español y hay
que aprovecharlo y es que si no…
Esto casa con la opinión de Muriel, una activista de Migrapiés:
Primeo porque no tienes tiempo. A veces es muy difícil aprender.
Segundo porque estas preocupado por otros cosas. Y no sólo es
preocupado por trabajar. Muchas veces es preocupado por la
depresión que te genera estar aquí. O salir a la calle y que te lleven
1
, lo
cual... A veces es un desinterés porque sabes que luego vas a poder
trabajar en otras cosas que no te van a requerir hablarlo. No te importa
relacionarte con españoles porque tienes aquí tu red y... luego cuando
venga tu familia seguirías hablando con ellos en bangla o en wolof.
Creo que uno aprende muchas veces por necesidad, o por interés. Me
interesa mucho aprender el lenguaje, vale guay, te pones a estudiar y
aprendes idiomas. Cuando no tienes ese interés de aprendizaje,
porque no te gustan los idiomas y viniste por una cuestión real de
querer vivir aquí y ¿cuál es tu objetivo aquí? Bueno quiero trabajar,
tener mi familia, mis amigos, quiero tener tal. ¡Ah! mira no estoy
necesitando ahora mismo aprender castellano, paso. Voy a las clases,
son redificiles nosotros intentamos estudiar bangla y era lo más
complicado del planeta, con lo cual será lo mismo para ellos, con lo
cual al final dices, mira al final me vale aquí, de hecho si aprendo
1
Muriel se está refiriendo a las redadas por perfil étnico que efectúa la policía en el espacio público y
que es referenciado por la mayoría de «sin papeles» (personas en situación de irregularidad en el estado
español) de Migrapiés como uno de los principales problemas en su proceso de incorporación
castellano existe la probabilidad de que no me valga para un reverendo
choto porque no me van a contratar de todos modos. […] Y hay mucha
gente a la que le cuesta. Es que es difícil, de verdad
Este círculo vicioso en torno al idioma es el que se puede romper con la participación a
Migrapiés. Porque
a partir de una relación que obliga a tratar de comunicarse para
alcanzar objetivos comunes es cuando se ponen en marcha mecanismos que combinan
la sociabilidad y el aprendizaje informal del castellano
. Esto es lo que pasa en Migrapiés,
lo que pasaré a describir a continuación.
Migrapiés como núcleo de sociabilidad
Migrapiés surge como grupo de trabajo de la Asamblea 15M de Lavapiés en el 2011. En
un principio, y dentro de las dinámicas que caracterizan al 15M (Ramírez, 2012), está
formado por activistas «españoles» o «latinos» que no tienen ningún problema
idiomático. La actividad del grupo en sus inicios se encara a las redadas racistas existentes
en el barrio, donde la policía para a personas de apariencia «extranjera» para pedirles los
papeles, y al racismo en la convivencia del barrio. Poco a poco esta actividad se va
enfocando a las problemáticas de los «sin papeles» ya que el recorrido del grupo
empieza a poner en contacto a los activistas con los migrantes y sus problemáticas. Así,
se empiezan a trabajar cuestiones como el asesoramiento a «sin papeles» detenidos o
las multas por la venta ambulante. Esto origina que varios migrantes comiencen a
participar regularmente en Migrapiés. Con ellos se origina un nuevo círculo. La
participación de migrantes propicia que el grupo se enfoque aún más en sus
problemáticas (habitabilidad, atención sanitaria…) y esto origina que nuevos migrantes
se incorporen al grupo.
Nos dijo que hay una asociación que ayudan quien no tiene papeles,
que ayuda con sin papeles siempre para hablar abogados y médicos...
pufff...sí… porque cuando llego aquí he visto que nadie entiende
inglés… yo tengo un poquito de inglés y luego bangla. Aquí la gente
no habla bangla ni inglés, yo no entiendo nada que la gente que habla
y a veces cuando he llegado aquí, cogido policía y a comisaria, tal, tal,
tengo miedo. Por eso... yo pienso que necesito algo ayuda para si
alguien me ayuda, por eso me interesa para participar con Migra (Alal,
bangladesí de Migrapiés)
Dentro de estas dinámicas en Migrapiés
la lengua se muestra como un importante
condicionante dentro de las formas en que se produce un proceso más general de lo
colectivo
. Analizaré primero este proceso general para luego describir como la lengua se
introduce en él.
La mayoría de migrantes que acuden a Migrapiés son de origen «bangladesí» o
«africanos», dentro de redes relacionales que se extienden a partir de los primeros
migrantes que participan en el grupo y que se van transmitiendo la información sobre
la existencia de este entre amigos y conocidos. Una vez que la presencia de migrantes
en el grupo adopta una importancia significativa, comienzan a darse varios problemas
dentro de Migrapiés. Uno de ellos es precisamente el de la comunicación, ya que el
castellano no vale para que todos los asistentes puedan enterarse de lo que se habla.
Esto se trata de solucionar con la traducción simultánea de la asamblea al wolof y el
bangla. Pero además, los activistas muestran cierta preocupación porque muchos de los
migrantes parecen acudir a Migrapiés a recibir ayuda y no parecen interesados en el
funcionamiento grupal más allá de esto. El grupo parece estar dividido en tres subgrupos
basados en el origen: activistas «nacionales» o «latinos», «africanos» y «bangladesíes».
Los pertenecientes en los dos últimos grupos, en general, suelen estar poco interesados
en los temas que se tratan en la asamblea si no son los suyos propios.
A mi modo de ver, lo que se está produciendo es un choque entre diferentes formas de
ver Migrapiés. La tradición activista de los primeros participantes enfoca la actividad del
grupo a una forma de lucha basada en lo general, en el racismo y las condiciones de
desigualdad. La perspectiva de los migrantes «sin papeles» está más encauzada a sus
propios problemas, por ejemplo, conseguir «papeles» o pagar sus multas, por lo que la
lucha más general y abstracta no suele tocarles tanto. Esto se produce además mediado
por relaciones de poder desiguales en las que los activistas, por su posición de
«antiguos» dentro del grupo, por el manejo de las formas organizativas y por su
condición de «nativos» en disposición de ayudar a los «sin papeles» están en mejores
condiciones de elaborar lo normativo sobre los objetivos y el funcionamiento de
Migrapiés. Ante esto, la resistencia de «africanos» y «bangladesíes» pasa por empujar
para que se traten los temas que a ellos les interesan, por no participar de los que no
entienden o piensan que no les afecta o por directamente, abandonar el grupo si este
no satisface sus expectativas. En estas dinámicas se produce un
proceso de articulación
(Laclau & Mouffe, 1987) que va llevando a Migrapiés a nuevas dinámicas que tratan de
mantener el equilibrio entre sus intereses originales y los intereses que tienen los nuevos
participantes.
Con el tiempo y la participación, los lazos entre algunos migrantes y algunos activistas
se van haciendo más fuertes. A la vez, algunos de los activistas originales van
abandonando el proyecto. Los migrantes que primero llegaron se convierten entonces
en los «antiguos», con más peso en un grupo que, además, ha ido cambiando sus
dinámicas de colectividad desde unas basadas en el origen y el activismo a otras donde
quien más «participa» y quien lleva más tiempo tiene más influencia dentro de las
decisiones que se toman. Estos procesos de lo colectivo han desplazado en cierta medida
el origen, que todavía está presente (por ejemplo cuando se hacen comedores para la
caja de resistencia del grupo (hoy cocinan los «españoles», mañana los «banglas») pero
que ahora es mucho más significado a partir de intereses compartidos y la «antigüedad»
y la «participación».
En este breve resumen del desarrollo de Migrapiés podemos ver que la lengua es un
importante elemento. Por un lado, las relaciones de poder desiguales que se dan en las
primeras etapas del grupo vienen muy ligadas a las desigualdades en el uso del
castellano como lengua marco en el grupo. A pesar de las traducciones, el castellano es
la lengua principal y los activistas son quienes mejor la manejan, lo que ayuda a delinear
las relaciones entre unos y otros, a lo que contribuye también el uso de un lenguaje
tecnificado proveniente del activismo (palabras como consenso, horizontalidad, que
tienen unas connotaciones propias difíciles muchas veces de entender para no activistas,
más si no se domina el idioma). Pero el tiempo trabajando conjuntamente
va a producir
un reequilibrio dentro del grupo en el que quienes se han convertido en «antiguos» lo
hacen a la vez adquiriendo una mayor soltura con el castellano propiciada precisamente
por la «participación» en el grupo y el tiempo compartido esforzándose por comunicarse
.
Que los migrantes «antiguos» tengan ahora más peso dentro del grupo ayudará a los
cambios en la forma de organización de la asamblea para hacerla más adecuada a las
peticiones de los participantes, por ejemplo, usándose menos tecnicismos y adaptando
el orden del día a lo que piden los migrantes (sobre todo si estas peticiones las efectúan
los «antiguos»). Así
el uso del castellano permite que se produzcan cambios en los
procesos de lo colectivo que tienden a ir alejando el origen como forma principal de
identificación dentro del grupo
. De esta manera, sociabilidad, militancia y aprendizaje del
idioma se dan en retroalimentación, poniendo en relación los procesos de colectividad
con las posibilidades expresivas en una determinada lengua y asociando el aprendizaje
del castellano con la modificación de las redes de sociabilidad que se originan en la
militancia.
Un ejemplo de esto es el caso de Nahir, muy representativo de otros muchos en el grupo.
Llegó a Migrapiés en 2016 y apenas hablaba castellano, aunque llevaba cerca de siete
años viviendo en Madrid. Su sociabilidad durante todo este tiempo estaba muy encarada
a los «paisanos» y sólo se relacionaba con personas de otros orígenes en la venta
ambulante, por lo que su vocabulario iba muy encaminado a poder valerse en este
trabajo. En las primeras asambleas permanecía callado y necesitaba traducción hasta tal
punto que si algún día no había alguien que pudiera traducir comentaba que no se había
enterado de nada. Los motivos de Nahir para incorporarse a Migrapiés eran que este le
ayudara con sus problemas ocasionados por vender en la calle y no tener «papeles».
Pero el grupo, a la vez, interesó a Nahir por su vocación de ayudar a los demás y por ser
un sitio donde se sentía cómodo. Esto hizo que se implicara más en las asambleas y en
otras actividades periféricas a Migrapiés. Por ejemplo acudir a tomar algo con la gente
del grupo o a alguna comida. También participó en un taller de teatro a raíz de los
contactos establecidos en su actividad militante. Un año después su mejoría era evidente
y el mismo comentaba que estar en Migrapiés le había hecho hablar de manera mucho
más fluida. En la actualidad es uno de los «bangladesíes» que se encarga de la traducción
dentro del grupo, a la vez que los lazos creados por su «participación» y su «antigüedad»
le confieren cierta capacidad de influencia entre los nuevos migrantes que van llegando
y en las decisiones que se toman en Migrapiés
A modo de cierre
En esta comunicación he realizado un breve acercamiento a como la militancia puede ser
un nivel compartido que facilite la comunicación. En este caso, las dinámicas de
Migrapiés originan la posibilidad de un aprendizaje informal del castellano. Podríamos
hablar del aprendizaje informal a partir de una de sus posibles acepciones: aquel que no
está diseñado por ninguna organización y que obedece a un itinerario propio formulado
por quien aprende (Mejía, 2005). Esta focalización en la experiencia vivida nos puede
servir para indicar la importancia para el aprendizaje de la relación entre procesos
cognoscitivos y socioculturales. Es decir,
el aprendizaje informal llama la atención sobre
las diferentes formas de participación e implicación del individuo en su relación con los
demás para generar vías diferentes a las de la enseñanza formal
(Rogoff, 2003). En el
caso de Migrapiés tenemos un ejemplo que introduce el aprendizaje del castellano
dentro de determinados procesos de colectividad. Ambos se dan imbricados hasta tal
punto que, en este caso, es difícil poder separar unos de otros. Sin dejar de lado otras
muchas probabilidades de aprendizaje y militancia, en el caso de Migrapiés es en la
vocación a formular un determinado mundo común donde se produce la necesidad de
desarrollar herramientas comunicativas que acaban uniendo el proceso de aprendizaje a
la idea de cambiar aquellas cosas que se perciben injustas.
Esto, me lleva a señalar dos últimas cuestiones con la que cerrar mi comunicación. La
primera es que en la atención a los procesos de colectividad de Migrapiés, mediados
por diferentes idiomas, también podemos encontrar formas de imaginar y describir
mundos comunes que no partan de contemplar a las personas a partir de su origen, sino
que
pongan el foco en procesos de sociabilidad e intereses compartidos
. La segunda es
que el ejemplo de Lavapiés y el examen localizado en las dinámicas de Migrapiés
sugieren que las políticas públicas deberían focalizar en los aspectos sociales en que
rodean las condiciones de aprendizaje del castellano. El diseño de planes educativos en
torno al aprendizaje formal puede ver reducida su eficacia si no se contemplan las
especificidades socio-políticas que acompañan a los entornos en los que se implantan.
Para ser coherente conmigo mismo y con estas últimas palabras, quería indicar que lo
que he descrito aquí no solo no puede extrapolarse más allá de lo específico del entorno
que rodea a Migrapiés, sino que, además, atañe principalmente a hombres. Esto es
debido a que en el grupo participan básicamente hombres «africanos» y «bangladesíes».
Si bien muchas de las problemáticas respecto al aprendizaje del castellano que he
referido aquí son extensibles a las mujeres, estas tienen otras especificidades que dejo
para otra ocasión.
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Article
Full-text available
The aim of this article is to analyze the process of sociolinguistic recontextualization of Arabic as diasporic language in the linguistic landscape in Lavapiés neighborhood in Madrid. The sociolinguistic recontextualization will be analyzed in the article from three axes. First, I will describe the regime and patterns of language use in the linguistic landscape (LL). Secondly, I will examine the interests that exist behind the visibility of Arabic as a minority language and the function(s) that its relocation in the LL develops, in a zone not only of contact with Spanish as a hegemonic language, but also within multilingualism and superdiversity. By function, I refer to the linguistic-communicative, socio-identity and ethnic place-making (Scollon, Scollon 2003) of Arabic in a sociolinguistic regime and a dynamic and multilingual LL. Finally, I will analyze how space is restructuring, in spite of the existence of power relationships linked to the rules of use and construction of space. I will find out if there are phenomena such as spatial marking and new referential functions of the reproduction of space through its resemiotization and the relocation of Arabic as a minority and diasporic language.
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Madrid is a city where people from different nationalities, ethnics, languages, cultures and reli-gions live together, that's why we can consider it as a multicultural city. But that mixture is not equally distributed accross the urban space, but it is specially concentrated in some districts or areas. In this paper we will analyze the cases of Lavapies and Puerta del Sol.
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Estudio sobre el desarrollo de los seres humanos, visto como procesos culturales que ocurren a través de la participación del sujeto, junto a otros miembros de su comunidad, en la construcción y reconstrucción de prácticas culturales que han sido heredadas de generaciones anteriores. Temas clásicos del desarrollo humano como la crianza, la interdependencia y la autonomía, las transiciones a lo largo del ciclo vital, el desarrollo cognoscitivo, el aprendizaje, los roles de género o las relaciones sociales son examinados desde una perspectiva cultural, que reúne ideas de la psicología evolutiva, la antropología, la educación y la historia.
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