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VIDA UNIVERSITARIA
BAJOS NIVELES DE LECTURA EN LOS JÓVENES
UNIVERSITARIOS: UN PROBLEMA ESTRUCTURAL. UNA
EXPLICACIÓN DESDE LA TEORÍA DE EMILE DURKHEIM
LOW READING LEVELS IN UNIVERSITY STUDENTS: A
STRUCTURAL PROBLEM. AN EXPLANATION FROM THE THEORY
OF EMILE DURKHEIM
BAIXOS NÍVEIS DE LEITURA EM ESTUDANTES
UNIVERSITÁRIOS: UM PROBLEMA ESTRUTURAL. UMA
EXPLICAÇÃO DA TEORIA DO EMILE DURKHEIM
“Una persona que no lee es un ciego del alma”
Fernando Soto Aparicio
VILLAMARIN – MARTÍNEZ_ Francisco Javier
Candidato a Doctor en Estudios Sociales. Universidad Externado de Colombia. Magíster
en Sociología de la Universidad del Valle. Docente Departamento de Sociología.
Universidad de Nariño. Email: paches74@udenar.edu.co
Recibido: 22 de junio de 2018 Aprobación denitiva: 6 de noviembre de 2018
DOI: http://dx.doi.org/10.22267/rtend.181902.105
RESUMEN
El objetivo de este breve escrito es presentar una explicación desde la teoría
sociológica de Émile Durkheim a los bajos niveles de lectura que reportan los
jóvenes universitarios de este tiempo, así como a los débiles esfuerzos que la
sociedad y el Estado han emprendido para transformar esta situación. El método
empleado es el análisis documental, el cual arrojó argumentos y evidencias para
fortalecer una hipótesis tentativa que no es denitiva ni absoluta, sino que es
susceptible de ser falseada. Siguiendo esta línea, más que conclusiones, este
trabajo avanza en la discusión y análisis de una problemática que complejiza
TENDENCIAS
Revista de la Facultad de Ciencias
Económicas y Administrativas.
Universidad de Nariño
ISSN 0124-8693 ISSN-E 2539-0554
Vol. XIX No. 2 - 2º Semestre 2018,
Julio - Diciembre - Páginas 229-241
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Bajos niveles de lectura en los jóvenes universitarios: un problema estructural. una explicación desde la teoría
de Emile Durkheim
Villamarin – Martínez_ Francisco Javier
la actividad académica y universitaria, y que genera incertidumbre sobre el
futuro de los jóvenes universitarios en el campo laboral y de aplicación de sus
disciplinas.
Palabras clave: Bajos niveles de lectura, jóvenes universitarios, estructura
social, anomia, disfunción, educación.
JEL: I25, I26, Z13,
ABSTRACT
The objective of this brief paper is to present an explanation from the sociological
theory of Émile Durkheim to the low levels of reading reported by the young
university students of this time, as well as to the weak efforts that society and
the state have undertaken to transform this situation. The method used is the
documentary analysis, which provided arguments and evidence to strengthen a
tentative hypothesis that is neither denitive nor absolute, but rather susceptible
to being falsied. Following this line, rather than conclusions, this work advances
in the discussion and analysis of a problem that complicates academic and
university activity, and that generates uncertainty about the future of university
students in the eld of work and the application of their disciplines.
Keywords: Low levels of reading, young university students, social structure,
anomie, dysfunction.
JEL: I25, I26, Z13,
RESUMO
O objetivo deste breve artigo é apresentar uma explicação da teoria sociológica
de Émile Durkheim para os baixos níveis de leitura relatados pelos jovens
universitários da época, bem como para os esforços fracos que a sociedade e o
Estado empreenderam para transformar essa situação. O método utilizado é a
análise documental, que forneceu argumentos e evidências para fortalecer uma
hipótese tentativa que não é nem denitiva nem absoluta, mas sim suscetível de
ser falsicada. Seguindo essa linha, ao invés de conclusões, este trabalho avança
na discussão e análise de um problema que diculta a atividade acadêmica e
universitária, e gera incerteza sobre o futuro dos universitários no campo de
atuação e aplicação de suas disciplinas.
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Revista TENDENCIAS Vol. XIX No. 2 - 2º Semestre 2018
Palavras-chave: baixos níveis de leitura, estudantes universitários, estrutura
social, anomia, disfunção.
JEL: I25, I26, Z13,
I. INTRODUCCIÓN
Uno de los problemas más apremiantes que expresan los jóvenes que ingresan
a las universidades colombianas, tanto públicas como privadas, es su bajo nivel
de lectura, situación que afecta su desempeño académico y su permanencia en
la educación superior. Este hecho es más notable y frecuente en los estudiantes
que se matriculan en las áreas de las ciencias sociales y humanas que en los que
ingresan en los pregrados de las áreas de las ciencias naturales.
La explicación a esta dicultad no debe buscarse únicamente en la falta de
interés de los jóvenes hacia la lectura, o en la pereza o el aburrimiento que les
produce esta actividad (Carolino, 2009: 71), sino en los estándares educativos
que imparte el Estado, que procuran una mayor cobertura sin tener en cuenta
elementos sustantivos como la calidad, la capacitación docente, la revisión
permanente de los contenidos, y la promoción de hábitos de lectura y escritura,
acciones éstas que no solo deben propiciar los entes gubernamentales, sino
también la escuela y la familia, y cuyo vacío deriva consecuencias negativas en
la formación y desarrollo de esta población.
El bajo nivel de lectura y comprensión de textos, es uno de los tantos
indicadores que evidencian que nuestra sociedad atraviesa por un período de
desorden, donde la división social del trabajo no es suciente para garantizar la
integración y el consenso necesarios para mantener en armonía la vida social, y
donde el Estado no ha extendido de manera suciente sus conexiones con una
sociedad civil que necesita mayor rumbo y una orientación clara.
Los problemas de lectura que presentan nuestros universitarios, y la sociedad
en general, son una prueba del premodernismo que nos caracteriza, y que nos
acerca a otros modelos de sociedad más arcaicos y rudimentarios, como la
aristocracia y la monarquía, donde las ideas de la ilustración y el humanismo
eran muy lejanas o inexistentes, o solo estaban reservadas para unos pocos.
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Bajos niveles de lectura en los jóvenes universitarios: un problema estructural. una explicación desde la teoría
de Emile Durkheim
Villamarin – Martínez_ Francisco Javier
El objetivo de este breve escrito es presentar una explicación desde la teoría
sociológica de Durkheim a los bajos niveles de lectura que reportan los jóvenes
universitarios de este tiempo, así como a los débiles esfuerzos que la sociedad y
el Estado han emprendido para transformar esta situación. El método empleado
es el análisis documental, el cual arrojó argumentos y evidencias para fortalecer
una hipótesis que es necesario y deseable que sea falseada y discutida, con el
n de diseñar y discutir estrategias para abordar el problema en los tiempos
complejos a los que asistimos.
Siguiendo este orden de cosas, más que conclusiones, este trabajo avanza
en la discusión y análisis de una problemática que complejiza la actividad
académica y universitaria, y que crea incertidumbre sobre el futuro de los jóvenes
universitarios en el campo laboral y profesional.
El documento que se expone a continuación lo componen tres partes. La
primera expone los hechos más relevantes de la problemática planteada en los
planos nacional e internacional, los cuales en este apartado son interpretados a
partir de los planteamientos sociales y políticos de Durkheim.
En la segunda se busca explicar el fenómeno como una consecuencia de
hechos estructurales que se encuentran más allá del poder y la inuencia de
la subjetividad del actor, pero que, a diferencia de lo que piensa Durkheim,
para quien las nalidades y la metafísica juegan un papel secundario en la
ciencia social, dicha explicación no desconoce el papel de este nivel micro de
realidad en la crisis de sentido que se expresa en el poco interés de los jóvenes
contemporáneos hacía lectura y la escritura.
Por último se presentan unas breves conclusiones de este ejercicio, que más que
un listado de ideas contundentes e irrefutables, dejan entrever la necesidad de seguir
indagando y discutiendo este problema, con el n de proponer nuevas interpretaciones
y escenarios para la reforma de la educación de los jóvenes universitarios.
II. LOS HECHOS SOCIALES
Esta patología social, como la llamaremos en este escrito siguiendo las
enseñanzas de Durkheim (1986: 76) frente a la generalidad y alta frecuencia
de los hechos sociales, cuya normalidad u anormalidad depende del grado de
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desarrollo de la sociedades, y de lo que éstas consideren como bueno o malo
en este nivel de evolución, no es una impresión ni un invento de una mente
preocupada por el Estado de cosas al que asistimos en este tiempo.
Hay toda una serie de datos empíricos provenientes de instituciones y de
algunas investigaciones que le restan a este problema su espontaneidad y sentido
común, llenando de zozobra, principalmente, a quienes estamos al frente de la
orientación educativa de las universidades colombianas, y generando inquietudes
que requieren ser resueltas desde los marcos teóricos de la disciplina sociológica,
para formular una reforma social, que tenga como función propiciar cambios que
mitiguen el impacto del problema, especialmente en la educación superior, y que
logren sentar las bases de nuestro desarrollo social.
Según el ICFES, en las Pruebas Saber Pro para la educación superior del año
2016, el 23% de los estudiantes que presentaron el examen no pudo elaborar un
texto organizado y comprensible, hecho que da cuenta de la mala calidad de las
competencias en lectura y en escritura que posee esta población en el presente.
Solo un 40% de los evaluados fue capaz de argumentar de manera estructurada
y lógica sus puntos de vista.
Según algunas fuentes de prensa escrita (Semana, 2016), y según algunas
investigaciones desarrolladas en este ámbito en los últimos años referidas en estos
medios de comunicación, uno de los factores que más inuye en la emergencia
de este fenómeno son los vacíos e inconsistencias que deja el bachillerato en
la enseñanza de la lengua española, razón por la cual los jóvenes que ingresan
a la universidad, en su gran mayoría, no generan el interés ni las destrezas
para enfrentarse a textos de alto nivel académico, tanto para leerlos como para
producir escritos a partir de ellos, especialmente de corte crítico.
Otro indicador que evidencia el bajo nivel de lectura de los universitarios,
y de la población en general, es el escaso número de libros leídos al año. Las
estadísticas muestran que Colombia se encuentra en una situación deplorable
frente a otros países de la región y del mundo (Dinero, 2016). En comparación
con América Latina, donde los niveles de lectura y compra de libros son muy
bajos, el país es superado por Brasil, Argentina, México, Chile y Perú, países
donde existen claras políticas estatales de lectura y bibliotecas. Frente a los
países desarrollados la situación es más que preocupante: mientras en Alemania
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y Canadá el promedio de lectura es igual o superior a los 17 libros anuales, en
Colombia solo llegamos a 1,9 o a máximo dos libros al año (Dinero, 2016).
Además, Colombia ocupó el último lugar en la prueba que se hace en 19
países para medir la capacidad de lectura en internet que tienen los estudiantes
de colegio y los universitarios de 15 años y más. Según los resultados arrojados
por la prueba Pisa1, el 70% de los jóvenes del país no cuenta con competencias
básicas para aprovechar al máximo la información que hoy se encuentra en
internet (El Espectador, 2011).
Es decir, se trata de estudiantes que, en un gran porcentaje, no reconocen la
estructura del texto (idea central, ideas secundarias, ideas reiterativas y síntesis)
ni entienden su sentido. Esto, según los expertos González-Velosa, Ripani,
Rosas-Shady (2012: 6), reduce signicativamente sus posibilidades de inserción
en un mundo cada vez más competitivo y globalizado, lo que aumenta que sus
probabilidades de supervivencia en el futuro dependan en gran medida de la
informalidad laboral y otras formas precarias de trabajo.
Por último, otro hecho que torna más agudo el problema, es que cuando los
universitarios leen lo hacen por obligación, por una nota, por una norma, por eso
optan por leer solamente sus apuntes de clase. De acuerdo con investigaciones
realizadas por la Universidad del Valle y por la Universidad Javeriana, lo que
más leen nuestros universitarios son las notas de clase: manuscritos que resumen
de una manera sintética, esquemática y fácil las explicaciones dadas por el
docente, estrategia que les evita el “aburrimiento” de leer textos académicos
y cientícos.
Investigaciones como “Para qué se lee y se escribe en la universidad
colombiana” (Pérez; Rincón, 2013), que tienen como objetivo conocer cómo
inuyen los programas de lectura y escritura en estas instituciones, muestran
que además de los apuntes de clase, lo más leído son los materiales académicos
1 Este nombre corresponde a la sigla de un programa internacional denominado “Programme
for International Student Assessment” (Programa para la evaluación internacional de alumnos)
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuyo objetivo es
evaluar el desempeño académico de los alumnos cuando llegan a la etapa nal de la enseñanza
obligatoria. Las áreas que mide son la lectura, las matemáticas y las competencias cientícas)
(ver: OCDE. El programa PISA de la OCDE. QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE. [En línea]. Dispo-
nible en: http://www.oecd.org/pisa/39730818.pdf
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realizados por los docentes, blogs y páginas web. Los artículos cientícos, los
informes de investigación y las lecturas teóricas son leídos por menos del 30%
de los consultados. Esto hace que se estén promoviendo unos modos de leer y
escribir que responden rápidamente a las exigencias de los planes de estudio, y no
a otras prácticas relacionadas con la investigación, la divulgación de materiales
académicos y de proyección social (Rincón; Gil, 2010).
Estos hechos son reforzados por algunas investigaciones empíricas de nuestro
medio que sostienen que las actividades que realizan con menos frecuencia
los estudiantes universitarios son precisamente leer y escribir. Por ejemplo,
en la caracterización social, económica, política, cultural y académica de los
y las estudiantes de sociología de la Universidad de Nariño en el año 2009,
estas prácticas (leer y escribir) aparecen después de actividades como escuchar
música, chatear por internet y ver televisión, las cuales ocupan la mayor parte de
su tiempo libre (Observatorio Social, 2009).
Siguiendo los postulados de Durkheim, y de algunas escuelas sociológicas
posteriores que se han inspirado en su trabajo investigativo, como el
Funcionalismo Estructural, especialmente el representado por Talcott Parsons,
lo anterior es una prueba del desorden por el que atraviesa el sector educativo
del país en la actualidad, producto de una sociedad desarticulada, donde las
instituciones sociales, los valores, las normas y la conciencia social no orientan
ni regulan efectivamente el comportamiento de los sujetos, dejándolos a la
deriva, a expensas de la anomia y la disfuncionalidad.
Acogiéndose a las ideas de este autor, esta clase de patologías también se
pueden atribuir a un Estado que no piensa, ni reexiona, ni opera como cerebro
social, y que se encuentra alejado y desinteresado de su cuerpo y de su base, que
es la sociedad civil y los grupos que la conforman (Durkheim, 2006).
Los bajos niveles de lectura son una señal de que aún nuestro país no ascendido
al Estado de derecho y la democracia, que son los pilares de la modernidad. En
palabras de Durkheim (2006: 76), sociedades como estas determinadas por esta
clase de desórdenes, son sociedades que “no sabemos ni de dónde viene[n], ni
hacia dónde tiende[n]”.
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III. HACIA UNA EXPLICACIÓN ESTRUCTURAL
Algunas de las explicaciones cientícas, provenientes de la psicología y
la pedagogía, principalmente, argumentan que el problema se encuentra en la
subjetividad de las motivaciones de los universitarios; motivaciones que, por
lo general, son cercanas al desinterés, falta de tiempo, pereza y poco o ningún
gusto por la lectura porque tienen –los jóvenes- otro tipo de preferencia.
Pero al mismo tiempo se han producido investigaciones que sostienen, al mejor
estilo de Durkheim cuando maniesta que lo que ocurre a nivel de la conciencia
colectiva o social es producto de hechos sociales externos y coercitivos, que el
fenómeno considerado en este escrito es explicado por factores estructurales y
objetivos.
Por ejemplo, la Encuesta Satélite de Cultura desarrollada por el DANE y el
Ministerio de Cultura en el año 2011, establece que el desinterés y la falta de
gusto por la lectura, que de alguna manera han sido promovidos por el sistema
educativo, son los principales motivos que generalizan esta realidad a nivel
nacional; en este sentido, de 100 consultados 66 expresan este problema. Por su
parte, en la Encuesta Nacional de Lectura realizada por el DANE en el año 2017
se evidencia que esta patología no ha variado, pues el 66,3% de los encuestados
expresan que no leen porque no sienten interés por esta actividad.
Esgrimiendo razones estructurales, otros opinan, en cambio, que la razón
de este fenómeno se encuentra en el costo que tienen los libros impresos,
los cuales, en la mayoría de los casos, no están al alcance del bolsillo de los
estudiantes. Lo paradójico de esta situación, es que los libros que se importan
de algunas editoriales extranjeras, como las españolas, son más económicos
y más accesibles a esta población, que los que se publican por las editoriales
nacionales (Semana, 2011).
Para algunos expertos en la materia, que como Durkheim coinciden en que la
vida social es producto de fuerzas exteriores difíciles de contener, (Lomeli, 2012:
43), los universitarios, y la población en general, no leen fundamentalmente
porque las sociedades, especialmente las que se encuentran en proceso de
transición hacia la modernidad, no han desarrollado una cultura de lectura y de
escritura. Solo algunos grupos o sectores sociales muy especícos, como los
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estratos altos, los académicos, los eruditos, en una palabra los “los raros” de la
sociedad, como los denomina Lomeli (2012), ven en esta actividad un placer y/o
una obligación ética.
En Colombia, aunque se ha emprendido programas, como “Leer Libera. Plan
Nacional de lectura y bibliotecas”, y “El Plan Nacional de Lectura y Escritura
(PNLE)”, ambos promovidos por el Ministerio de Educación Nacional, no han
logrado reducir signicativamente los precarios índices de lectura y de acceso de
libros, no solamente en el sector urbano sino también en el rural.
Las políticas ociales en este sentido solamente impulsan acciones concretas
que son responsabilidad de diversos actores e instituciones, sin atacar la raíz
del problema que es la ausencia de una cultura para la lectura. Cultura, que
de empezar a desarrollarse, seguramente, corre en desventaja con otro tipo de
consumos culturales que resultan más atractivos y entretenidos para los jóvenes,
como la televisión, el internet, los video juegos, la música, y las redes sociales.
Por fuera de estos programas ociales, las escuelas, colegios, universidades
y centros de capacitación y aprendizaje asumen un rol pasivo frente a este
problema. Se continúa con la socialización de modelos educativos y pedagógicos
que obligan a leer al estudiante, pero sin despertarle el suciente gusto para que
éste disfrute con plenitud esta actividad.
Se les enseña cómo interiorizar contenidos que les permiten denir o
conceptualizar realidades, problemas y situaciones, como una competencia para
que puedan desenvolverse exitosamente en la sociedad, pero no se los prepara
para que se adapten sin mayores dicultades a los cambios culturales que implica
la llegada a la vida universitaria, y al arribo de un contexto más general, como es
la sociedad del conocimiento y la información. Los estándares de la educación
en nuestro país están más preocupados en la lectura como una competencia,
que como una forma de conocer nuevos mundos y adquirir nuevos saberes a
través del sentido, de los signicados, de la reexión, de la racionalidad, y,
principalmente, del aprendizaje que trae consigo esta actividad.
Por culpa de este tipo de estándares, cuando los jóvenes llegan a la universidad,
los docentes dan por sentado que saben leer y comprender los textos que se les
asigna, arrastrándolos abruptamente hacia una cultura desconocida. De este modo,
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se empiezan a relacionar con discusiones, conceptos, categorías y esquemas de
pensamiento que ignoran, y que con su nivel de lectura y comprensión no logran
aprehender, trayendo como consecuencia que algunos estudiantes dejen de leer;
o lo que es peor, que abandonen denitivamente sus estudios, profundizando de
este modo los índices de deserción universitaria.
La escasa cultura para la lectura es promovida, entre otros factores, por la
falta de articulación entre colegios y universidades. Según los entendidos en el
tema, no es solo culpa de los docentes, ni de los mismos estudiantes, sino de la
escasa comunicación que hay entre la educación media y la educación superior,
hecho que se torna más agudo cuando los estudiantes que llegan a la universidad
provienen de colegios con bajo capital cultural. Investigadores, como Paula
Carolino (2009), explican que esto no signica que los sistemas educativos de
primaria y secundaria no cumplan con la tarea de enseñarles a leer a los jóvenes
y a los niños, sino que dicho aprendizaje no llena las necesidades de lectura y
escritura que demanda la educación superior.
Al llegar a la universidad se les exige a los estudiantes leer pero no se les
enseña a leer. Sin embargo, como dice Carolino (2009: 85), esto es producido por
la ausencia de directrices de las instituciones universitarias quienes generalmente
se caracterizan, primero, por no investigar a fondo esta realidad, y, segundo,
debido a este vacío, por no contemplar espacios para que los docentes, además
de los contenidos de las materias, les enseñen a sus estudiantes a leer y a escribir
para que desarrollen estas prácticas con la frecuencia y el rigor que exige el
mundo universitario.
Acogiéndonos a los elementos teóricos que sociólogos clásicos como Emile
Durkheim (1972: 171) nos aportan para interpretar esta clase de situaciones
que se nos imponen a la observación, los bajos niveles de lectura que presentan
los universitarios son otra de las facetas que la anomia asume en una sociedad
donde la división del trabajo social no responde de manera satisfactoria a las
necesidades de integración, regulación y orden; donde las instituciones sociales
son cada vez más inecientes para transformar situaciones como las mencionadas
en este escrito.
Pero, paradójicamente, no es una patología social sino un hecho social normal
en la sociedad colombiana, caracterizada por una conciencia colectiva cada vez
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más individualizada, donde su poder integrativo y solidario, además de las crisis
educativas, es marchitado por la corrupción, el clientelismo, la violencia, el
narcotráco, la pobreza, el desempleo y la inseguridad, entre otros. Estos hechos
sociales normales cosican un tipo de país cuya morfología engendra gran
curiosidad para las ciencias sociales y humanas.
Según esto, la educación, entendida desde los planteamientos durkhemianos,
como la acción que ejercen las generaciones adultas sobre las generaciones para
prepararlas para que puedan vivir armónicamente en sociedad (Durkheim, 2009),
no está cumpliendo su cometido: garantizar el orden y el progreso de la sociedad.
Además el Estado, que para autores clásicos de la sociología como Durkheim,
tiene la función de vigilar la práctica educativa para que no pierda su esencia
social, no está preocupado por esta labor, ya que ha dejado esta responsabilidad
a los docentes, las familias y los grupos quienes, de forma aislada, empiezan
a darle una nalidad particular a la educación, que no siempre coincide con
el rol que la sociedad espera de ella, desatando de este modo más desorden y
desequilibrios en la estructura social.
El problema aquí descrito no debe quedarse solo en un diagnóstico o en una
interpretación conservadora y funcional estructuralista, sino que tiene como
misión incentivar la reexión pedagógica, para orientar la acción educativa
de nuestro tiempo de acuerdo a las necesidades de un organismo social que
adolece de una sólida cultura para la lectura. Con esto tendríamos una teoría
pedagógica y social, construida mediante diversos métodos y puntos de vista,
que se convertiría en un puente entre la sociedad política y la sociedad civil para
impulsar reformas sociales en una sociedad anegada de incertidumbres.
IV. A MANERA DE CONCLUSIONES
Más que raticar con hechos reales la hipótesis que se deende en este trabajo,
se quiso describir y explicar, con el apoyo sociológico de la teoría de Durkheim,
una realidad externa y coercitiva que mina de manera importante los cimientos
de la educación y la cultura en el país. Más que certezas, esta propuesta buscó
generar una mayor discusión y reexión sobre la complejidad de un problema
con el que convivimos a diario en las aulas universitarias, con el n de orientar
las corrientes de opinión académicas y políticas de nuestro tiempo hacia el diseño
e implementación de una cultura para la lectura.
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Los hechos evidencian que los bajos niveles de lectura que presentan los
estudiantes universitarios del país son una realidad, cuya principal explicación
se encuentra fundamentalmente en el desorden social estructural que estamos
viviendo, donde las instituciones, las normas, los valores y la conciencia social
empiezan a perder su efectividad para contener las consecuencias inesperadas de
la solidaridad orgánica, como son la emergencia de la anomia y la desarticulación
social.
Sin embargo, no hay que olvidar que esta es una primera aproximación a
una problemática que amerita mayor investigación y reexión. Investigaciones
posteriores quizá falsearán la posición estructuralista y objetiva que deende esta
explicación, con una visión sociológica más integracionista, donde no solo las
instituciones y las normas sociales externas y coercitivas sean el determinante de
esta complejidad, sino su conjunción con elementos más biográcos y subjetivos,
a través de los cuales, como dice Wrigth Mills (2002: 25-26), se pueda aplicar
la imaginación sociológica, “[captando] la historia y la biografía y la relación
entre ambas dentro de la sociedad…”.
Finalmente, se aportó evidencia empírica y sustentación teórica a una
problemática que es urgente seguir indagando, para que las instituciones
educativas y universitarias del país tomen cartas en el asunto. Más que
conclusiones, este trabajo quiere avanzar en la discusión de una problemática
que objetiva el desorden social de nuestro tiempo y la disfuncionalidad de las
instituciones para mantener la armonía social.
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