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Producción cerámica, viticultura y propiedad rural en Hispania Tarraconensis (siglos I a.C.-III d.C.), Barcelona, 1995

Authors:

Abstract

Analysis of the strategies and systems of exploitation that integrate the economy of the Roman villa and its implantation in the western provinces. In particular, the forms of exploitation and rural property generated in the Mediterranean coast of Hispania Tarraconense between the 1st and 3rd centuries B.C. associated with the expansion of viticulture. The economy of the villae in the region is a dynamic system that combines agriculture and complementary activities within the fundus. This system, with the implication of the great property, strongly impacted in the organization of the population and the rural landscape of ample zones of Hispania.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en la
Hispania
Tarraconense
*
VICTOR REVILLA
CALVO
Universidad
de Barcelona
RESUMEN
La viticultura conoció
un
importante
desarrollo
en
el
noreste de
la
Hispania
Tarra-
conense
entre
los
ss.
í
a.C.
y
ni
d.c.
Generalmente,
el
estudio
de
este
fenómeno
eco
-
nómico
se
ha
limitado
a
los
circuitos
y
mercados
del
vino
de
la
provincia
en
el
Occi
-
ciente
romano.
Este
trabajo
pretende
analizar
las
características
de
un
modelo
produc
-
tivo
implantado
en
áreas
concretas,
en
relación
con
el
poblamiento
tardorrepublicano,
que
se
define
por
su
capacidad
para
producir
y
comercializar
un
excedente
vinícola
y,
especialmente,
por
la
integración,
en
el
marco
de
la
villa,
de
actividades
artesanales
complementanas
a
la
agricultura.
1.
Viticultura,
vino y
consumo:
problemas
de evidencia y
análisis
en las
fuentes
literarias
La
evolución
de la
viticultura
en
la
Hispania
Tarraconensis
en
época
tar
-
dorrepublicana
y
Alto
Imperio
es
un
fenómeno
poco
conocido
a
pesar
de
su
importancia para la comprensión
de
las
estructuras económicas
de
esta
provin
-
cia.
El
desconocimiento
se
explica,
en
gran
parte, por la
naturaleza
de
la
infor
-
mación
disponible.
Hasta
fecha
muy
reciente,
ésta
se
limitaba
de
forma
casi
exclusiva
a
datos
aislados,
recogidos
en
unas
fuentes
escritas
que
se
concentran
en el
periodo
que
va
desde
finales
del
s.
1
a.C.
hasta
mediados
del
s.
u
d.C.1.
Este
artículo
resume
los
resultados
de
una
tesis
doctoral
presentada
en
la
Universidad
de
Barcelona
en
1994.
dirigida
por
el
prof.
J.
Remesal
Rodríguez,
con
el
título
Estructuras
de
la
economía
rural
en
el
lito
ral
ME
de
la
Tarraconense, Villae,
viticultura
y
producción
cerámica,
1
Todas
las
referencias
literarias
sobre
Hispania
se
recogen
en
las
Fon:es
Hispaniae
Antiquae;
para
las
fuentes sobre
la
viticultura
en
la
Península
Ibérica:
1.
Miró,
1985;
id.,
1988,
295
st.
Gerión, n.’
13,
1995.
Servicio
de
Publicaciones. Universidad
Complutense.
Madrid.
306
Víctor
Revilla
Calvo
Tales datos
son
de
un
valor
relativo
por
su
dispersión
en una
variedad
de
géne
-
ros
literarios,que
determinan
algunas
de
suscaracterísticas
(su
concisión
y
ais
-
lamiento,
la
ambigiliedad
que
resulta
del
juego de
alusiones,
etc.).
El problema
fundamental,
sin
embargo,
reside
en la
forma
en
que
los
valores
culturales
y
sociales
mediatizan
la
transmisión
literaria
de
cienos
hechos.
Esta
situación
no
es
exclusiva
de
la
viticultura
o
de
la
agricultura
en
general;
problemas
simila
-
res
afectan
tanto
a los
intentos
de
síntesis
como
a
los
estudios
sobre
aspectos
concretos
de
la economía
de
la
Hispania
romana2.
Con
todo, estas
deficíencías
son
especialmente
evidentes
en
un
ámbito,
como el
de
la viticultura, para el que
los
agrónomos
latinos
proporcionan información
abundante
sobre
organización
del
trabajo
y
en
el que la arqueología muestra la existencia de
infraestructuras
complejas y
prácticas
artesanales
de
gran
entidad.
Por
lo
general,
la
información escrita sobre
las
provincias
se
ha
utilizado poco
más
que
como
un
medio
de
confinar
la
existencia
de
unas prácticas concretas
en
un
periodo
determinado.
Y la
viticultura
en
la
Tarraconense
no
constituye
una
excepción.
Entre
estas
noticias,
algunas
son
demasiado
imprecisas
como
paraser
útiles;
Diodoro
o
Estrabón,
por
ejemplo,
hablan
tan
sólo
de
la
extensión
del
olivo
o
del
viñedo
en
el
litoral
mediterráneo
peninsular
en el
s.
1
a.C).
Por
el
contra
-
rio,
otros
casos
muestran
un
esfuerzo
por
determinar
áreas
más
reducidas,
como
Lauro,
TarraCo
o la
Layetania.
Algunas
localizaciones,
Tarraco
es
el
mejor
ejem
-
pío,
aparecen mencionadas
más
de
una
vez4.
Es
significativo
observar
que
las
descripciones
geográficas
globales
se
acompañan
de
datos
muy genéricos.
Gene
-
ralmente,
se
reducen
a
alusiones
a
la
fertilidad
de
un
territorio
(rasgo que
casi
adquiere
el
valor
de
un
topos),
capaz
de
producir todo
tipo
de
recursos
agrícolas
y
minerales
y
que
permite
la
ocupación
humana.
Frente
a
ello,
en
los
casos
de
mayor
precisión, encontramos asociados
localización
y
calidades
de
vino.
Esta
particularidad
se
comprende
por la
integración
del
datoen
un
género
literario
par
-
ticular
y
refleja,
en
última
instancia,
las
formas
y
limites
de
la
percepción
de
fenó
-
menos
o
hechos
económicos propia
de
la
Antiguedad.
La
información
de la
fuentes literarias presenta
una serie
de
problemas
de
exactitud
y
contexto,
pero
especialmente
de
interpretación.
Entre
los
primeros,
sin
duda,
el
principal
es
el
del
marco cronológico.
En
algunos
casos,
estos
datos
pueden ser
contemporáneos
del
momento
de
redacción
del
texto.
Por
el
contra
-
rio, en
otros
parece
evidente
que el autor
integra
elementos
contemporáneos
y
anteriores
sin
excesiva preocupación
por
distinguir
cada
situación
(ello
es
nor
-
2
CIr.
los
trabajos clásicas
de
M.
Rostovtzeff,
1926,
y
J,
J. van
Nostrand,
¡937,
o
la
obra
de
LI,
C,
West,
929,
sobre
comercio,
en
la
que
se
recogen,
igualmente,
las
alusiones
a
circulación
de
productos
agrícolas;
estas
limitaciones
se
mantienen,
incluso,
en
publicaciones
actuales
que
integran
el
creciente
volumen
de
información
arqueológica.
Diodom,
V,
16,2;
Estrabén,
111,4,
16.
Plinio,
HN.,
XIV,
71;
Marcial,
XIII,
i
18;
Silio
Itálico,
III,
369-370;
XV,
176-177;
Floro,
11,8.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
307
mal
en
Plinio,
por
ejemplo)5;
cuando
no
se
recurre
claramente
a la
autoridad
de
autores
anteriores.
Así,
la
Geografta
de
Estrabón
emplea con
frecuencia
a
Posi
-
donio
en
su
descripción
de
poblaciones,
relieve
y
recursos
de
amplias
zonas
de
la Península
Ibérica6.
Debe
ponerse
en
relación
con
esta
misma
práctica la
alu
-
sión
descontextualizada,
tópicay
atemporal
a
ciertos
temas
comunes
que
apare
-
ce
en
muchos
escritores
de
época
imperial
cuando
describen
la geografía
de
las
provincias hispanas.
La
laus
Hispaniae,
la
enumeración
retórica
de
las
riquezas
proverbiales
de
la
Península,
encierra
un
componente
que
tiene
mucho
de
figu
-
ra
literaria
y
poco
de
descripción
real
con
un
marco cronológico
preciso.
Sin
duda
alguna,
la
concisión,
ambigliedad
y
reiteración
de
los
datos
dís
-
ponibles
explica que
no
se
haya
intentado
nunca una
historia
de
la
viticultura
en la
Tarraconense;
aunque tampoco
han
faltado intentos
que,
siguiendo
una
tendencia
común a
muchas historias
económicas
de
la
Antiguedad,
sitúan
estas
referencias
en
un
esquema
interpretativo
(siguiendo
un
orden
cronológico)
a
modo
de
etapas
que
definirían
la
evolución
de
un
fenómeno económico7.
El
problema
se
plantea,
sin
embargo,
en
otro sentido
y
con
implícacíones
de
mayor
alcance cuando
se
intenta
integrar
fuentes y
arqueología.
En
concreto,
el
final
de
los
testimonios
escritos,
mediados
del
s.
u
d.C.,
podría
interpretarse
como el
resultado
de
la
desaparición
de
la
viticultura
en la
zona.
La
identifica
-
ción
inicial
de
las
producciones anfóricas
en
las
que
se
exportó
esta
producción
vinaria
(Pascual
1,
Dressel
2-4),
que
no
parecían ir más allá
del
mismo
siglo,
parecía reforzar
esta
suposición8.
Esta
interpretación
supone
forzar
el
silencio
de
las
fuentesde
un
modo
abu
-
sivo.
Sin
embargo,
reviste
mayor
gravedad
el
hecho
de
que,
con
ello,
se
asimi
-
lan
dos
situaciones
distintas:
el
final
de
las
exportaciones
de
vino
y
la
evolu
-
ción
de
la
viticultura
en la
Tarraconense.
Por
el
contrario,
el
progreso
reciente
de
la arqueología ha
demostrado
que la
producción
y
exportación
de
tipos
anfó
-
ricos
vinarios
se
prolonga
hasta la
segunda
mitad
del
s.
ni
d.C.,
cuando ya
no
existen
referencias
escritas9.
De
forma
simultánea,
se
ha
demostrado
la
pervi
-
vencia de la
viticultura
hasta la
Antiguedad
Tardía, cuando
se
constata
la
fabri
-
cación de recipientes con una
difusión menor.
Se
trataría, en
consecuencia,
de
la desaparición de una
forma
particular
de
agricultura, interesada
en la
expor
-
tación
y
vinculada a
mercados
amplios,
que
conocemos
a
través
de
las
refe
-
Para
su
descripción
de Hispania:
O.
Serbat,
1986,2
lIS,
6
Cfr,
E
Laserre,
en su
introducción
a
los
libros
íD
y
ív de
la
Geografla
(Paris,
1966,4
s,).
Un
ejemplo
es
el
problema de
la
interpretación del edicto
de
Domiciano
en
el
contexto
de
la
evolu
-
ción
de
la
viticultura
itálica
y
provincial
(A.
Tehernia,
1971,81
s.;
íd,,
1986,
221
ss,); los
problemas
que
plantea
el uso
de
información,
tanto
escrita
como
arqueológica
en
historia
económica,
han
sido
puestos
de
relieve por
M.
l.
Finley,
1985,
esp.,
[8
ss.
Cfr,
R.
Pascual,
1962;
id.
1977.
Miró.
1988,
96
ss.; C.
Aranegui
y
5.
A,
Gisbert,
1992;
para
algunas
de
estas
formas:
Pascual,
1977,
68;
J.
M.
Nolla,
.1.
M)
Canes
y
X.
Rocas,
1982,
173
ss,
308
Víctor
Revilla
Calvo
rencias literarias
de
los
ss.
íy
II
d.C.
y,
especialmente,
por
su
reflejo
arqueoló
-
gico:
infraestructuras
productivas
en
vlllae,
alfares,
dispersión
de
producciones
anfóricas
en
el
Mediterráneo occidental.
Como
veremos,
sólo este tipo
de
agri
-
cultura
desarrolla
un
conjunto
de
actividades artesanales
complementarias,
a
gran
escala,
que
se
conoce
desde
finales
del
s.
1
a.C.
hasta
un
momento
avan
-
zado
del
s.
ni
d.C.
La
viticultura posterior,
limitada
a
mercados
locales,
se
reía
-
ciona
seguramente
con
otras
formas
de
producción
artesanal.
Sin
duda,
la
principal dificultad
para
valorar
las
referencias
literarias
radica
en
la
naturaleza
misma
de
los
datos
que
ofrecen.
Como
se
ha
señalado,
se
trata,
por
lo
general,
de
alusiones
breves
y
descontextualizadas,
en
muchos
casos,
dota
-
das
de
cierta
ambigdedad.
En
ellas
se
recogen
alusiones
a
algunas
variedades
cul
-
tivadas
en
Hispania
y
otras
provincias, cuestiones
de
terminología,
formas
de
introducción
y
cronología.
También
es
frecuente
la
alusión
a
distintas
calidades
de
vino
producidas
en
territorios concretos. Significativamente,
en
algunos
casos
se
comparan
estos
vinos
con
productos
itálicos
de
reconocido
prestigio10.
Este
hecho
tiene
un
gran
interés
puesto
que refleja
el
éxito
real
de
algunas variedades
en
el
mercado romano
(son
conocidas
por el
lector)
y
muestra
el
grado
de
desa
-
rrollo
y
la
diversidad
regional
alcanzada
por la
producción
vinícola
en
algunas
provincias.
Pero
es
igualmente
importante
porque
evidencia
la
forma
en
que
un
fenómeno
económico
es
percibido
y
presentado
por
un
escritor
antiguo.
De
hecho,
los
problemas que plantea el
análisis
de los
textos
que
aluden
a
la
viticultura
en
la
Tarraconense
son
generales
y pueden
aplicarse
a
cualquiera
de
los
sectores
de
la economía
antigual
~.
El
intento
de
reconstrucción
de
los
hechos
económicos
se
enfrenta,
en todos
los
casos,
a los límites que
impone
la
percepción
antigua,
que niega a la economía toda
autonomía
con
respecto
a la
sociedad
y
al
conjunto
de
normas
y valores
ético-políticos.
En
esta
situación,
acontecimientos
y
datos
aparecen
de
modo
ocasional
y
fragmentario,
resumi
-
dos
y
velados;
o,
como mínimo,
dotados
de
un
caracter
ambiguo12.
En
nuestro
caso,
las
referencias
a la
viticultura
aparecen
integradas
en
un
complejo
que
relaciona
calidades de
vino
(y,
ocasionalmente,
referencias
a
cantidades),
for
-
mas
de consumo y
status
social.
Raramente
aparecen
referencias
a
sistemas
de
producción,
organizaciónde la
mano
de
obra o
formas
de
gestión,
exceptuados
los tratados de
agronomía;
y
aún
menos, intentos
de
realizar
un
análisis
global
como fenómeno dotado
de
interés
y
autonomía
propia.
Las
alusiones a
variedades cultivadas,
conocidas
por
su
resistencia,
calidad
y
fecundidad,
y
su
cronología
de
implantación,
que
aparecen
en
los
agrónomos
lO Vid.
supra,
n.
4.
Estos
problemas,
y su
relación
con
modelos
ideológicos.
han
sido
objeto
de análisis cuidadosos;
entre la
abundante
bibliografía,
destacan:
A.
Giardina,
1989;
A,
Sehiavone,
1989:
M.
Valencia
Hernández,
1991,
12
Giardina.
989, 429;
Sehiavone,
1989,7
ss,
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
309
y
obras
geográficas
o
enciclopédicas,
tanto
en
lo que
se
refiere
al viñedo
itáli
-
co
como al
provincial,
son
un
buen
ejemplo de la
integración
de
datos
econó
-
micos
en
un
entramado
más amplio.
Estas
referencias
se
comprenden
como
resultado
del
interés
por los
rendimientos,
especialmente
cuando
son
impor
-
tantes,
y por
las
posibilidades
consiguientes
de
enriquecimiento13.
Este
interés
se
entiende
en el contextode
una
reflexiónque
integra
formas de
gestión,
orga
-
nización
del
trabajo,
inversiones
y
comercialización,
y que
refleja
el
punto
de
vista
y
la
percepción
del
conjunto
de
propietarios
rurales para los que
se
con
-
cibe
la literatura
agronómica14.
De
forma
paralela,
encontramos
en
los
textos
una
atención
al valordel
pro
-
ducto,
en
relación
con los vinos
itálicos
de
consumo masivo
o
de
gran
calidad,
que
nos
introduce
en
la
estructura
de
la
distribución
y el
consumo.
Esta
com
-
paración
sirve
para
situar
estos
vinos
provinciales
en
una escala de
valoración
que
tiene,
indudablemente,
una expresión
económica:
un
vino
selecto
alcanza
-
un
precio
elevado
y
solo
es
asequible
a la
elite;
un
vino
de
poca calidad y
bajo precio
se
destina
al consumo
masívo.
En
ambos casos,
se
conoce
el
mer
-
cado al que
se
destina
el
producto.
Sin
embargo,
esta
percepción
de
la
relación
entre
calidad,
precio
y
consumo,
o lo que
es
lo
mismo,
entre
producto
y
con
-
sumidor,
no
se
establece
en
términos
abstractos.
Por
el
contrario,
aparece
mediatizada
por
valores
culturales y por el
status.
Estos
factores
determinan
las
formas
particulares
del
consumo.
En
algunos
casos,
tal
vínculo
se
expresa
cla
-
ramente,
como
muestran
las
referencias
irónicas
de
Ovidio
al
vino
hispano15;
o
las
de
Marcial,
que alude a
diversas
calidades
de
vino entre
los
regalos
ofre
-
cidos
a
un
individuo16.
En
resumen,
las
referencias
de
gran
parte de la literatura
antigua,
como
resultado
de una lógica
propia,
sólo
ofrecen
posibilidades
muy
limitadas
para
plantear ciertas cuestiones; apenas
encontraremos
en
ella
datos
sobre la
orga
-
nización
de
la
producción
agrícola
o
la gestión, de la
misma
forma que
es
difí
-
cil
encontrar
un
análisis
de
la
evolución
de
una práctica económica
en
un
ten
-
l~
Cfr,
las
referencias
de
Plinio
el
Viejo
a
rendimientos
fabulosos
(resultado
de
las
variantes
cultivadas,
calidad
del
suelo
o
trabajo
invertido)
en
fiN.
XIV,48-52;
esto
permite
hablar
de
una
fascination
da rende-
ment
en
los
agrónomos
latinos
(Tchernia,
1986,
217);
es
clara,
en
éstos,
la
percepción
de
la
relación entre
inversión,
organización racional
de
la
producción
y
comercialización,
expresadas
en
el interés
por
las
formas
de
cálculo (Cl.
Nicolet,
1988,
137
Ss,);
paralelamente,
Plinio
destaca
algunos
casos
de
ruina
provocados
por
la
inversión en
una
agricultura
que
se
entiende
como
fundamentalmente
especulativa
(por
ejempto,
el
cono-
cido
episodio
deL
Tarius
Rufus:
Plinio,
fiN.,
XVIII,
37);
vid,
además,
E
Veyne.
[978.
4
Para
esta
cuestión:
H,
Pavis
d’Escurac,
1977;
E.
Gabba,
1980;
L.
Capogrossi
Colognesi,
1981a;
Nicolet.
1988,
t27
ss.
‘~
Ovidio,
Ars
Ant.
III,
645;
cfr.
las
referencias
de
Marcial
(1,
26,
9-lO)
al
vino
adquirido
al
por menor
en
una
taberna,
puesto
que
la
forma
de
adquisición
se
relaciona
directamente
con
el
status
y
la
calidad;
vid,
Tcberaia,
1986, 174;
para
la
relación status-consumo
del
vino
en
Roma:
ibid.,
28
ss.
16
Marcial,
VII,
53,6;
XIII,
118;
la
diversidad
de
estos
regalos
se
explica
claramente
por
el
status
de
la
persOna.
310
Víctor
Revilla
Calvo
tono17.
Esta
situación
es
especialmente frecuente
en
el contexto
provincial
y
dificulta
todo
intento
de realizar
un
análisis
regional basado
en
las
fuentes
lite
-
ranas.
Solo
el progreso reciente
de
la
arqueologia,
tanto
por la
información
acumulada como por los
instrumentos conceptuales empleados,
ha
permitido
abrir
nuevas
líneas
de
investigación
en
este
sentido.
2.
Alfares
y villae
Hasta
el
momento,
se
han
localizado
más
de
60
alfares
en
el
litoral
nores
-
te de la
Tarraconense18.
La
gran
mayoría
de
ellos
se
sitúan
en
vi/Pie,
integra
-
dos
en
un
amplio conjunto
de
infraestructuras
productivas
(instalaciones
de
prensado, depósitos,
conjuntos
de
dolía);
pero
también pueden aparecer
junto
a pequeños
establecimientos
agrícolas que
debían
formar parte de
unfundus19.
A
pesar
de
que
el
conocimiento
de
la
producción
anfórica
en
la
provincia
se
remonta
a
algunas
décadas,
las
limitaciones
de
la
investigación
arqueológica
han
dificultado
el
estudio
de
las
instalaciones20.
Generalmente,
los
trabajos
se
han
centrado
en
el estudio
aislado
de
los
hornos,
un
elemento
fácilmente
reco
-
nocible
y con
suficiente
entidad
arquitectónica,
ignorando
otros
elementos
(almacenes,
depósitos, áreas
de
trabajo
o
residenciales>21.
Este
análisis,
además,
se
ha
limitado
a la búsqueda
de
paralelos
y
al
planteamiento
de
cuestiones
téc
-
nicas.
La única
excepción
a
esta
norma,
los
vertederos,
es
fácilmente
compren
-
sible,
ya que
concentran
grandes
cantidades
de
material
cerámico
susceptible
de
estudio.
En
estas
condiciones,
resulta
prácticamente
imposible
definir
las
for
-
mas
de
organización adoptadas
por
este
artesanado
rural
y
su
relación
con
las
dimensiones
y
orientación concretas
de
la
actividad22.
El
resultado
es
un
pano
-
rama
aparentemente
homogéneo,
por lo que
respecta
a la
entidad
y
formas
de
‘~
Los
tratados
agronómicos
ofrecen
algún
ejemplo:
Nicolet,
1988, 134.
‘~ Miró,
988,
12
ss.,
incluye
49;
para
algunos
lugares aparecidos
con
posterioridad:
V.
Revilla,
1993,
116;
aunque
aquí
nos
limitamos
a
una
parte
de
la
provincia,
esta
vinculación
entre
viticultura
y
producción
cerámica
aparece
en
otras
zonas
(País
Valenciano,
Baleares),
posiblcmente
desde
época
augustea; vid.
C.
Aranegui,
1981;
J.
A.
Gisbert,
1987;
Aranegui
y
Cisbert,
1992;
.1.
Ramón,
1991.
~
Entre
los
estudios
globales
de
algunos
centros
productores
y
la
villa
en
la
que
se
enclavan
pueden
cttarse:
A,
López
etalii,
1992
(para
Adanó,
en
Vilanova
i
laGeltró,
Barcelona);
Revilla,
1993
(lAumedina,
Tivissa,
Tragona);
J,
Martínez,
1.
Folch,
T.
Casas,
1988
(Can
Feu,
Sant
Quirze
del
Vallés,
Barcelona).
20
Cfr.
Pascual,
1962;
id.,
1977;
Tehernia,
1971;
en
todos
ellos
se
ha
privilegiado
el
estudio de
las
ánfo
-
ras
en
perjuicio
de
los
talleres,
21
La
información
sobre los
hornos
romanos
es
muy
amplia;
un buen estudio en N.
Cuomo
di
Caprio,
1985
(con
bibliografía
anterior);
no
existe,
para
Hispania,
un
estudio
global
con
posterioridad
a
D.
Fletcher,
1965
(limitado
a
aspectos
tipológicos).
22
Estos
problemas
son
evidentes
en
Miró,
1988,
l2ss,,cuandose
intenta
definir
la
entidad
deun
lugar;
vid,,
por
ejemplo.
de
su
inventario,
los
n.’
18
(en
el
que
iníegra
todos
los
talleres alrededor de
Baetulo
y
con
-
vierte
a
la
ciudad
en un
solo
centro artesanal),
l9a
y
19b
(separados
de
la
anterior,
por
el
contrario),
20
y
2I
(probablemente, un
único
taller)
o
40.
Producción
artesanal,
viticulturay
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense 311
organización,
que
se
contradice
con la
diversidad
que muestra la
arqueología:
hornos
de
pequeñas
dimensiones,
aislados
y
funcionando
un
breve
periodo
de
tiempo; talleres
con
instalaciones
cuidadosamente
estructuradas,
integrados
en
la
actividad
agrícola
de una
villa;
alfares
autónomos
que
prolongan
su
actividad
durante
generaciones.
El
problema
principal
es,
sin
embargo,
la
imposibilidad
de
relacionar el
artesanado
con
un
determinado
modelo
de
agricultura,
orienta
-
do
hacia
la
comercialización
de
un
excedente,
que
supone
la
integración
en
el
fundus
de
actividades
complementarias
al
ciclo
productivo.
Es
igualmente
difí
-
cil
establecer la
relación
con
las
oportunidades
creadas por la demanda
rural
y
urbana,
que
también incidirá
en la
organización
y
evolución
de los
alfares23.
El
litoral
de
la
Tarraconense presenta,
en
este sentido,
un
panorama muy
diver
-
sificado,
que
refleja
directamente
la
pluralidad
de
modos
de
organización
y
de
integración
del
artesanado
en
el
medio
rural.
La
forma
más
extendida
parece
ser
la
del
taller
vinculado
prioritariamente
a
las
necesidades
de
una
explotación. Así
lo
hacen pensar
los
numerosos
lugares
situados
en
villae. Esta
relación
se
conoce
gracias
a
las
fuentes
jurídicas
y
la
documentación
privada
de
época
romana24.
Sin
embargo,
esta
evidencia
puede
resultar
engañosa.
Como
se
observa
en
los
tratados
de
agronomía
o
en
la
visión
del
mundo
rural
queda la
legislación,
todo
fundus
pre
-
senta
una
diversidad
de
posibilidades
económicas,
no
exclusivamente
agrícolas,
organizadas
en
forma
diversa.
Este
conjunto
de
posibilidades,
que
resultan
de
las
dimensiones
y
recursos
del lugar,
de
la
mayor
o
menor
orientación
de
la
agricul
-
tura
hacia
la
comercialización
(implicando actividades
complementarias
y
la
vin
-
culación
a
estructuras
de
distribución)
y
del
interés
del
propietario,
puede
ciesa
-
rrollarse
perfectamente
en
el
interior
de
la
explotación.
Es
probable
que,
en
muchos
casos,
una actividad
como
la
producción
cerámica complemente
abaste
-
cimiento
interno
y
venta;
o que
evolucione
en
este
sentido.
En
estas condiciones,
debe
evitarse
el
peligro
de
interpretar
la
situación
topográfica
del
alfar
como
refle
-
jo
de
una
subordinación
económica
o
de
una
única forma
organizativa.
La
evidencia
puede
resultar igualmente engañosa
si
nos
limitamos
a
des
-
cribir la
concentración
de
instalaciones
en
un
lugar.
El
número
de
hornos
y
sus
dimensiones,
o la
extensión
de
las
infraestructuras
en
un
espacio
físico,
no
sig
-
nifican
mucho
si
no
podemos
establecer la
cronología
de
su
uso
y,
en
particu
-
lar,
las
formas
de
producción
que
permiten
explicar la
organización
y
funcio
-
namiento
del
conjunto
en
un
periodo
concreto.
El
total
de hornos
individuali
-
zados
en
un
lugar
no
constituye
un
criterio
válido para
determinar
la
impor
-
tancia
de su
actividad
y
su
posición frente a
otros
talleres25.
Por
el
contrario,
la
23
Son
numerosos
los
talleres, integrados
en
villae,
cercanos
a
los
núcleos
urbanos;
Baetulo
e
Iluro
constituyen
un
buen
ejemplo:
M.
Prevosti,
1981b,
35,
538;
Miró,
1988,
nY
18 y
19a-b;
comunicaciones
y
acceso
a
la
demanda
son
factores
importantes
para
comprender
la
implantación
de
este
artesanado
a
cierta
escala;
vid,
J,-P.
Jacob,
1984.
~
Vid.
inflo.
25
Revilla,
1993,
42.
312
Víctor
Revilla
Calvo
interpretación
de
estas
estructuras debe partir
del
análisis
de cada una
de
ellas
y
de
sus
relaciones
mutuas.
Sólo
de
esta
forma
se
podrán
reconstruir
los
posi
-
bIes
modelos organizativos,
que
responden
a una entidad
concreta
de
la
activi
-
dad
y
que definen la importancia de
un
taller
frente
a otros. A partir de
ahí,
puede
establecerse el
grado
de desarrollo
de
la
viticultura
en
ciertas
áreas
en
un
periodo
concreto.
El
estado
de
la
investigación
en
la
Tarraconense
hace muy
difícil
alcanzar
este
objetivo.
Sólo
en
algunos
casos
ha
podido
localizarse
un
cierto
número
de
hornos,
no
siempre con
una
cronología
precisa, que
hacen
pensar
en
una
acti
-
vidad
a cierta escala:
cuatro,
en
La
Salut
(Sabadell)
y
Can Feu
(Sant
Quirze
del
Vallés); tres,
en
Torre
Llauder
(Mataró)
o
Els
Antigons
(Reus);
dos,
en
Adarró
(Vilanova
i
la Geltró)
o
lAumedina
(Tivissa)26.
En
algunos
lugares
puede
apa
-
recer
un
único horno.
Ello
plantea la
cuestión
de
sitan
sólo
se
conoce
una parte
del
conjunto
o
sí,
por el
contrario,
esta
estructura
aislada
refleja
realmente
la
entidad
de
la
actividad.
En
otros,
en
fin,
tan
sólo
se
dispone
de
vertederos
de
material
cerámico
que
plantean
problemas
especiales,
puesto
que
sólo
permi
-
ten
señalar
la presencia de
prácticas
artesanales
en
un
periodo
indeterminado27.
Un
problema
especial
es
el de la
diversidad
de
dimensiones
y
soluciones
estructurales
que
aparecen
en
algunos lugares
con
varios
hornos.
Es
particular
-
mente
chocante
la
aparente
coexistencia
de
grandes hornos,
de
arquitectura
muy
compleja,
con
otros muy modestos.
En
La
Salut,
por
ejemplo,
encontra
-
mos
un
horno
con
doble
praefurnium,
del
tipo II]d
(en
la
clasificación
de N.
Cuomo
di
Caprio),
con una
superficie
de
29
rn2
junto
a otro
de
planta
circular
y
pequeñas dimensiones,
muy
corriente
en
el
mundo
romano28.
Situaciones
como
esta
podrían
hacer pensar en una
especialización
de
ciertas
instalaciones,
en
actividad
en
el mismo momento que el
conjunto
principal, que reflejaría la
diversidad
de producciones que caracteriza a
los
alfares
catalanes.
Así,
en
Can
Feu,
se
ha
propuesto
que
un
pequeño
horno
aislado
habría
sido
destinado
exclusivamente
a la
cocción
de
cerámicas
comunes29.
Pero
también
es
proba
-
ble
que
nos
encontremos,
en
muchos
casos,
ante
el
resultado
de
una
transfor
-
mación interna
de
la
actividad artesanal:
mayor
volumen
de
producción
o,
por
el
contrario, contracción
de
la
misma;
inclusión
de
nuevos
elementos
cerámi
-
cos
en el
repertorio
fabricado,
etc.
Estos
factores
supondrían
la
incorporación
26
ParaAdarró,
Can
Feu
y
Tivissa
supra
n,
19;
para
La
Salus
y
Els Antigons.
Miró,
1988,
ni
13 y
45,
respectivamente;
la
bibliografía
es
muy
abundante
en
el
caso de
la
silla
de
Torre
Llauder:
M.
Ribas,
1972;
Prevosti,
1981b,
nY
243;
Miró,
t988,
nY
26.
27
En
ocasiones,
la
clasificación
de un
lugar
como
taller
se ha
basado
exclusivamente
en
su
presencia;
cfr.
Pascual,
1977,
passi
ni.
25
Tipo
1/a,
conocido
en otras
áreas
de Hispania:
Revilla,
1993,
30;
en
Cataluña
son
muy
frecuentes
los
tipos
lI/b
y
lI/c,
29
Martínez,
Folch,
Casas,
1987; sin
embargo,
una
cocción
puede
combinar
diversos
elementos,
a
fin
de aprovechar
cl
espacio
de
la
cámara:
E
Laubenheimer,
1990,
40,
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
313
o abandono de
nuevas
estructuras
(con
capacidad y
características
técnicas
específicas)
y
formas
diferentes
de
organización
(aislados
o
trabajando
en
bate
-
rías
de
2 ó
3
hornos)30.
Lamentablemente,
en
ninguno
de
los centros de
gran
-
des
dimensiones
o con periodos
de
actividad prolongados conocemos
la
evolu
-
ción
general
del
conjunto.
Algunos
talleres
asociados
a
vi/loe
penniten
ver
procesos
de
trabajo
coor
-
dinados
y
a
mayor
escala.
Es
posible,
por
ejemplo,
encontrar
conjuntos
de
hor
-
nos
trabajando
en
batería.
Una
variante especial
de estas
agrupaciones
son
los
alfares
que
integran
2
ó
3
hornos de
tipología
similar,
una
área
de
servicio
común y
otras
dependencias
en
un
bloque
arquitectónico
compacto
concebido
unitariamente;
Adarró
y Can
Su
son
un
buen
ejemplo.
Sus
características
estructurales y
cronología
hacen
pensar en
un
modelo
particular
de
unidad
arte
-
sanal
implantado
en ciertas
áreas
de
la
Tarraconense
en
relación con la
expan
-
sión
de
la
viticultura. Paralelos
de
estas
formas
aparecen
en
algunas
provincias
(Galias)
y
en Italia (litoral
adriático)
en
el mismo
contexto
económico:
una
agricultura
interesada
en
la exportación que integra
actividades
complementa
-
rias31.
La relación
de
la
actividad
artesanal
con la
agricultura
no
debe hacer
pen
-
sar que
los
alfares
se
integrarían
siempre
en
vi/loe.
Algunos
lugares
de
la
Tarra
-
conense
parecen
haber
sobrepasado
este
marco,
organizándose
de
forma
autó
-
noma.
Entre ellos,
se
incluyen
Fenals,
en
actividad
hasta
finales
del
s.
í
d.C.,
y
Llafranc,
que perdura hasta el í¡í32.
El
primero de
ellos,
muestra
lo
que debía
ser
un
taller de
este
tipo. Consta de
varias
dependencias rectangulares
(alma
-
cenes
y
zonas
de
trabajo)
dispuestas
alrededorde
un
patio
central.
No
se
cono
-
ce
la
localización
de
los hornos, pero
debía
ser
similar
a
la
del
taller de
1
Al
-
madrava
(en
Denia),
con una
cronología
similar.
Aquí, los hornos
se
sitúan
en
un
espacio descubierto alrededor
del
cual
se
disponen
áreas
de
trabajo
y
de
residencia33.
Significativamente,
estos
talleres
se
incluyen entre los que
fabri
-
can
una
gama
muy
diversificada
de
productos
que
puede
incluir
vajillas
de
mesa e
imitaciones
de
cerámica
de
cocina
africana.
Se
trata
de
elementos
de
amplio
consumo,
producidos
de
forma
estandarizada,
cuya
fabricación
sólo
se
justifica por la pretensión
de
vender a
gran
escala34.
Esta situación
no
implica
una
separación
radical de
este
artesanado
con
respecto
a
las
necesidades
de
la
agricultura
y,
mucho
menos,
una
separación
entre
formas
artesanales
a partirde
sus
producciones:
una totalmente
autónoma,
caracterizada
por una
fabricación
industrial,
y
otra
dependiente
de
una
villa,
con una
producción esporádica
y
30
Revilla,
1993,
41.
3t
D.
Brentchaloff,
1980;
D. Manacorda,
1990.
32
Casas
et alii,
1990,
53
ss.,
69
sg.;
Nolla,
Canes,
Rocas,
1982,
~
Aranegui,
Gisbert, 1992.
101,
fig.
1.2
(este
conjunto
sufrió
varias
reformas).
~“
Sobre
la
relación
entre
implantación,
producción
y
demanda
para
explicar
la
organización
de un
taller
o
centro
de
producción,
Jacob,
1984,
354.
314
Víctor
Revilla Calvo
modesta.
Todos
los centros
citados
fabricaron
ánforas
que
se
venderían
en
fundi
vecinos,
de
la
misma
forma
que talleres
situados
en
vilIae
producirían
parcíalmente para la
venta35.
La
cronología
de
implantación
de
los
alfares
refleja claramente
su
vincula
-
ción
a
la
expansión
de
la
viticultura
en
el
litoral
de
la
Tarraconense; expansión
que,
como
veremos,
va
unida a la
evolución
de
las
estructuras
socio-económicas
de
esta área
desde
finales
de
la
República.
Existen
testimonios
de
que la
fabri
-
cación
de
ánforas vinarias
se
inicia
en
el
segundo
cuarto
del
s.
í
a.C.36.
Sin
embargo,
la gran
mayoría
de
alfares
conocidos
se
sitúan
en
época
augustea
y
no
parecen
sobrepasar
este
periodo37.
Sin
duda,
en
este
apanado,
como
en
otros,
las
limitaciones
de la
investigación
arqueológica
han
condicionado
las
posibilidades
de
análisis.
Las
excavaciones
incompletas
de
villae
e
instalaciones
productivas,
o de los
mismos
alfares,
han
provocado
una
visión
excesivamente
homogénea
de
la
evolución
de
la
viticultura
en
la
provincia.
La
impresión
que
resulta
es
la
de
un
desarrollo
unidireccional:
aparición
precoz
en
ciertas
áreas
(litoral
entre
Rae
-
talo e
1/am,
ValRs);
momento
de
máxima
expansión,
con la
incorporación
de
todo
el
litoral,
enépoca
augustea;
lenta
decadencia
general,
iniciada
a
mediados
del
s.
¡
d.C.,
reflejada
por una
progresiva contracción
del
número
de
alfares.
En
este
contexto
se
hace
difícil
explicar
la
pervivencia
de
referencias
en
las
fuentes,
que
se
prolongan
hasta
mediados
del
s.
u.
De
la
misma
forma,
no
se
puede
acep
-
tar la
idea
de
una
decadencia
general,
por
un
agotamiento progresivo
que
se
pro
-
longaría
durante
casi
dos
siglos,
hasta
finales
del
íí¡38.
Es
obvio,
por el
contrario,
que
tal
homogeneidad
no
existe.
En
primer
lugar,
un
análisis
más
profundo
de
la
evidencia
arqueológica muestra que
algu
-
nas áreas
de
la
Tarraconense
parecen
vinculadas
a
la
viticultura
hasta
finales
del
s.
í, o bien entrado el
s.
¡t
d.C.,
coincidiendo
con la
información
aportada
por
las
fuentes
literarias
(vinos
de
Tarraco);
otras
(comarcas
litorales
de
Gero
-
na),
siguen
produciendo recipientes para la
exportación
hasta
bien
entrado
el s.
¡íí39.
En
ciertos
casos,
se
trata de
un
fenómeno
precoz,
pero en
otros
puede
tra
-
tarse de una
incorporación
más
tardía.
Tampoco
dentro
de
cada
zona
hay
homogeneídad:
junto
a
alfares
muy
antiguos algunos lugares
nuevos
pueden
iniciar
la
fabricación
de
ánforas
con
posterioridad40.
En
fin,
algunos
territorios,
35
Situaciones
similares
se
conocen
en
las
Galias:
grandes
centros
productores de
sigillata.
que
inclu
-
yen la
fabricación
de ánforas
como
uno
de
sus
capítulos (E
Laubenheimer.
1989).
junto
a
talleres de
villae
que
fabrican
sigillata
o
imitaciones
de cerámica de
cocina
africana
(ea~l.,
1985,
217),
36
Imitaciones
de áníoras
itálicas
Dressel
1:
Miró,
1988,
60;
recientemente,
se
han
identificado
‘tntta
-
ciones
de
la
forma
Lamboglia 200
el
territorio
del/uro,
~
Revilla,
1993,44
s.,
116,
~
Cfr,
el
esquema
propuesto
en
Miró,
1988,
203-208,
que
sc
encuentra
ante
dificultades
semejantes.
3~
Nolla,
Canes,
Rocas,
982.
lY3ss;lasisuacióncssimilareneí
surdcValeocia:Aranegui,Gisbert,
1992.
40
Este
podría
ser
el
caso
de
Sta,
María
de
les
Feixes,
en
una
zona
donde
la
viticultura
se
implanta
tem
-
pranamente
(el Vallés)
y
que
sólo
parece
fabricar
imitaciones
de
Gauloise
4 y
terra sigillata hispánica,
a
situar
a
finales
dcl
s,
1-inicios
del
II
d,C,:
Pascual,
1977,
69;
para
otros
lugares,
Casas
cf
alii,
1990,
24,
76
ss.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
315
o una parte de
ellos,
parecen
incorporarse al fenómeno de la
producción
y
exportación
vinícola
sólo
en
el
marco
de
las
condiciones
especialmente
favo
-
rables
creadas por la
política
augustea,
tanto
en
la
Tarraconense,
como
en
las
provincias occidentales
e
Italia,
que constituyen
su
mercado
preferente41.
En
general,
la aparición
y
desarrollo de la
viticultura
debe
analizarse
en el
marco
de
una
transformación
de
las
estructuras
socio-económicas
que
afecta
al
con
-
junto de la provincia
y
de la
cual
aquélla
constituye
un
fenómeno
específico42.
Un
problema
relacionado
es
el
de
la
importancia
de
este
modelo
de
agricultu
-
ra,
en cada
territorio
y
en el
litoral
provincial
tomado
en
su
conjunto.
Esta
es
una
necesidad fundamental
para comprender el alcance
de
los cambios
produ
-
cidos.
La
evolución
posterior
de
la
viticultura
en la
Tarraconense
y,
en
especial,
de
sus
posibilidades
de comercialización,
desde
mediados
del
s.
1
d.C.,
deter
-
mina
el
desarrollo
seguido
por el
artesanado
rural.
Probablemente,
la
orienta
-
ción
hacia
mercados
locales
o
regionales
y
la
contracción
del
tráfico
vinario
privó
de
sentido,
en
muchos
casos,
la organización
de
un
artesanado destinado
a
fabricar
recipientes
de transporte
(lo
que
se
traduce
en
la
disminución
de
la
documentación
arqueológica).
Pero
la
desaparición
de
estos
talleres
no
tíene
porque suponer
el
final
de la
viticultura
en
todas
las
zonas.
Se
trataría,
en
todo
caso,
del
final
de una
cierta forma
de
agricultura.
Una
confirmación
de
ello
podría
ser la
pervivencia
de
la
producción
anfórica
en
época tardía
en
áreas
(Vall~s)
donde la
viticultura
se
conocía
desde
época
de
Augusto.
El
hecho
de
tratarse
de
formas
inspiradas
en
prototipos
nuevos,
y
no
en
los
modelos
tarra
-
conenses
altoimperiales
como
sería
normal,
así
como
su
poca
difusión,
permi
-
ten
pensar en
un
viñedo orientado hacia el
mercado
local43.
No
se
trata,
pues,
de
una
agricultura
interesada
en
la
comercialización
y
que
precisa,
por tanto,
integrar
una
actividad
complementaria (la
fabricación
de
recipientes
estandari
-
zados
y
reconocibles
en
gran
cantidad).
Aunque
esta
situación
muestra la
per
-
vivencia
de
la
viticultura,
el contextoeconómico es,
ahora,
totalmente
distinto.
3.
La
producción
de
instrumenta
y
su
comercialización
Es
frecuente
hablar
de hornos
de
ánforas
cuando
se
analiza
el
fenómeno
de
la producción cerámica en la
Tarraconense;
y
sin
duda
éste
constituye
un
apar
-
tado muy
importante
dentro
del
conjunto
de
producciones
de
todo taller
rural,
4t
¿Barcino,
en
el
contexto
de
la
colonización
augustea?;
algunos
alfares
de
su
territorio
(Bajo
Llo
-
bregat)
conocen
su
máxima
actividad
en
esta
época
y
primeras
décadas
del
s,
1
d.C.;
Liou
y
Corsi-Sciallano,
1985,
167;
otro
caso
parece
ser
el
de
los
alfares
del
Bajo
Ebro:
Revilla,
1993,
153
st.,
esp. 169;
un
fenóme
-
no
similar
sc
ha
señalado
en
la
Bética, con
el
desarrollo
de
la
olivicultura:
J.
Remesal,
1986,
74.
42
Cfr.
Tchernia.
1987,
333
s.:
id.,
1989.
43 S.j.
Keay,
1984.
401;
La
Salut
puede ser
uno
de
los
talleres.
316
Víctor
Revilla
Calvo
especialmente
en
el contexto
de
una agricultura que
comercializa
un
exceden
-
te.
Sin
embargo,
sería erróneo emplear
este
hecho como
categoría
o
concepto
analítíco;
no
solo
se
constata
que
prácticamente
todos
los
alfares
vinculados
a
vi//cte
fabricaron
un
repertorio
diversificado,
sino
que
las
ánforas
pueden
incluirse entre
los
elementos
fabricados
por centros
artesanales
que
responden
a formas
organizativas
muy
diversas44.
La
expresión
«horno»
ó
«taller
de
ánfo
-
ras»
carece, así,
de
significado
propio
y,
en
concreto,
de
autonomía
como
forma
de
producción.
Paralelamente,
este
fenómeno plantea
un
problema
importante.
La
investi
-
gación arqueológica
se
ha limitado hasta el
momento
a
señalar,
de
modo
gené
-
rico, la presencia de
un
conjunto
de
producciones cerámicas
muy
diversificado
en
la
mayoría
de
talleres.
Este
tratamiento
superficial
ha
contribuido
a la
visión
homogénea y sin
matices
del
artesanado
rural ya
señalada.
De acuerdo con la
misma,
todos
los lugares
fabricarían aparentemente
varios
tipos
de
ánforas,
cerámicas
comunes
(e
imitaciones
de
vajillas
de
mesa
y
de
cocina),
dolía,
materiales constructivos
y
otros
elementos,
con
independencia
de
su
entidad
particulary
de
su
relación
con
las
formas
de
demanda45.
Esta
visión
se
ha
visto
favorecida
por
el
desconocimiento
de
la
cronología
exacta
de los
elementos
fabricados, resultado
de
los
problemas
de
excavación
que
presentan
muchos
lugares.
Por
el
contrario,
la
evidencia
muestra que
tanto
la gama
de
elementos
incluida,
como
las
formas
de
fabricación
(diversidad
o
selección
y
fabricación
a
gran
escala,
estandarización,
etc.)
responden
a
estrategias
precisas
relaciona
-
das con la orientación y
entidad
de
la
actividad
de
cada
taller;
y
tales
estrate
-
gias
no
siempre
tienen
su
principio organizador
en
la
subordinación
a la
agri
-
cultura
o
a
las
necesidades
domésticas
de
la
vi/la
en
que
se
enclavan.
Los
alfares
del
litoral
noreste
de
la
Tarraconense
fabricaron
una amplia
gama
de
formas
anfóricas
durante algo
más
de
tres
siglos.
En
la
gran
mayoría
de
ellos
se
producen
dos
tipos:
Pascual
1
y Dressel
2-4;
pero
es
relativamente
frecuente encontrar cuatro o cinco
formas
distintas
en
un
mismo
luga06.
Gene
-
ralmente,
las
publicaciones
sobre
alfares
y
los
estudios
generales
no
han
ido
más allá de
señalar
el
hecho,
sin
plantear
las
razones
de
esta
multiplicidad.
Un
análisis
minucioso
de
la
evidencia
permite,
sin
embargo,
comprobar que
se
trata
de
una simultaneidad
aparente,
que
esconde procesos
de
tanteo
y
sustitu
-
ción.
Además,
no
tienen el mismo
significado
la
fabricación
de
ciertos
tipos
generalizada y a
gran
escala
(por
ejemplo, Pascual
1
o Dressel
2-4)
y la
apari
-
ción minoritaria y
puntual
de
otros
(Dressel
1
Tarraconenses,
Oberaden
74,
Dressel
7-II).
La selección
es
el
resultado
de
la
evolución
de
la
estructura
pro
-
Vid.
supra
n,
35;
además,
Revilla,
1993, 124.
~
Ibid.,
lIS
st.;
los
alfares
del
País
Valenciano
y
Baleares
muestran
una
diversidad
similar:
Gisberí,
1987,
106
ss.:
Aranegui
y
Gisber¡.
1992;
J.
Ramón,
1991.
~ Miró,
1988,
60.
Producción
cirtesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
317
ductiva
y
de
la exportación
vinaria
en
territorios
y
momentos concretos,
que
ínfluye
sobre la
evolución
de la
actividad
artesanal.
Las
primeras ánforas
fabricadas corresponden
a
imitaciones
de
formas
itá
-
licas
Dressel
1
y
Lamboglia
2,
aparecidas
ya en la
primera
mitad
del
s.
í
a.C.47.
Estos
recipientes
tuvieron una
difusión
muy
limitada
y
sólo
en
algún
caso
(Dressel
1)
alcanzaron
la época
augustea.
Esta
fabricación
que imita
prototipos
vinarios
reconocidos, empleando
técnicas
del
artesanado
ibérico
(cocción y
arcillas),
refleja
el primer
estadio
de
implantación
de la
viticultura
en
la
Tarra
-
conense.
Significativamente,
esta
agricultura
y la
actividad
artesanal
vinculada
aparece en
zonas
con una implantación republicana precoz
(Maresme,
Vallés)48.
1-lay
que esperar
a
época augustea para encontrar
formas nuevas
en la
Tarraconense
que,
si
bien
se
inspiran
en
prototipos
de
otras áreas
(Italia,
Béti
-
ca, Oriente), poseen
características
propias
y
se
fabrican
de forma
masiva.
Entre
éstas,
destacan
las
ánforas Pascual
1
y
Dressel
2-4.
Estos
dos
envases
van
unidos a la exportación a
gran
escala
del
vino
de
la
provincia,
que
alcan
-
za
su
máxima expansión en
este
periodo,
reflejando la plena madurez de
un
modelo
de
agricultura.
Su
distribución
es
muy
importante
en
las
Galias
y
limes
germánico
(sustituyendo
parcialmente al vino itálico
en
ambas
zonas);
pero
también alcanza a
Britania,
norte de
África
e
Italia49.
En
este
mismo
momen
-
to
se
fabrican
otros
recipientes cuya producción y
difusión
es
mucho
más
reducida: Oberaden
74,
Dressel
7-1
1
y,
en
mayor
medida,
Tarraconense
Sin
embargo,
esta
multiplicidad
es
más
aparente
que
real.
De toda la
gama,
solo
las
formas Pascual
1
y
Dressel
2-4 fueron
producidas
por
casi
todos los
talleres
y
zonas;
los
restantes envases
sólo
aparecen
en
lugares
muy
concretos.
Además, la Dressel
2-4,
aparecida
hacia
el cambio de
era,
remplaza a la
Pas
-
cual
1
ya a
finales
de época
augustea51.
Desde
este
momento,
y
hasta
un
momento
impreciso
del
s.
u
d.C.,
este
recipiente
domina
el conjunto de
las
pro
-
ducciones
de
la
zona.
La
implantación
de la
forma
Dressel
2-4
como forma
típica
del
noreste de
la
Tarraconense
es
paralela
a
la
modificación
de
los
principales mercados
del
vino
catalán.
En
la
primera
mitad
del
s.
d.C.,
Italia
y,
más
concretamente
Roma,
se
convierte
en el mercado
preferente,
como
muestran
los
numerosos
pecios
datados
en
este
momento52.
El
predominio
de
la Dressel 2-4 parece ir
acompañado
de
una
modificación
de
las
condiciones de
fabricación.
Los
pecios
de
la
Tarraconense muestran
la existencia de
patrones
de
capacidad y una nota-
48 i.-G.
Gorges,
1979,
24;
Prevosti,
1981a-b.
~9 Miró,
1988,
190
Ss;
J,
Remesal
y
V,
Revilla,
1991;
Revilla,
1993,
168
Ss.;
la
presencia en
el
merca
-
do
galo
no
alcanza
el
volumen
de
las
anteriores
importaciones
itálicas:
Tchemia,
1986, 145,
~O
Para
todos
ellos,
Miró,
988,
passins.
5~
Miró,
1988, 195.
52
Corsi-Sciallano
y
Liou,
1985, 172.
318
Víctor
Revilla
Calvo
ble
estandarización53.
Esto
hace
pensar
en la
adopción
general
de
modelos
y
una
fabricación
a
gran
escala que
rompen
con
el
panorama
diversificado
del
periodo anterior,
en
el que los
talleres
y
zonas
parecen fabricar
con cierta
liber
-
tad
por lo que
respecta
a
capacidades
y
detalles
tipológicos.
Las
razones para
esta
transformación
deben
buscarse,
seguramente,
en
las
necesidades
de la
exportación;
tanto
más
si
se
relacionan
con
la
adopción
de
un
envase vinario
de
gran
tradición54.
La
fabricación
de
la
Dressel
2-4
no
cierra
el grupo
de
producciones
de la
Tarraconense.
En
un
momento
difícil
de
determinar,
quizá
hacia
finales
del
s.
1
d.C.,
una
serie
de
lugares fabrican
imitaciones
del
recipiente
galo
de
mayor
difusión:
la
Gauloise
4.
Su
producción
se
prolonga
hasta
finales
del
s.
III en
algunos alfares
de
Gerona
(Llafranc,
Puig
Rodon)55.
Como
en
el
caso
anterior,
su
adopción
responde posiblemente a
necesidades
de
la
exportación.
Este
reci
-
piente
podría
haber
conocido
una
producción
y
difusión
importante.
Desgra
-
ciadamente,
es
muy
difícil
precisar
ambos
aspectos.
Por
lo que
respecta
al
pri
-
mero,
tan
sólo
puede
señalarse
una
fabricación
en
un
cierto
número
de
lugares
distribuidos
en
el
litoral
hispano.
También
parece
posible una
modificación
en
las
formas
de
fabricación
ya
que,
en
algunos
casos,
parece
tratarse
de
centros
productores
autónomos
y
de
gran
entidad:
Llafranc,
en
Gerona;
lAlmadrava,
en
Denia.
En
ambos
lugares,
la
forma
domina
la
producción
desde
el
s.
II
en
adelante56.
Por
otro
lado,
es
muy
difícil
identificar
estas
ánforas
en
los
merca
-
dos.
Por
el
momento,
sólo
puede
proponerse
su
presencia,
junto
a
las
importa
-
ciones galas,
a la
espera
de
una correcta
identificación tipológica
o
de
análisis
físico-químicosS7.
Esta
pervivencia
de la
producción
anfórica impide asociar
el
final
de
las
exportaciones
vinarias
de
la
Tarraconense
con
el
final de
la
Dressel
2-4.
Es
indudable
que la
producción
de
un
envase
como la
Gauloise
4
implica
la continuidad
de
estas
exportaciones.
El
problema
reside
en
valorar
su
impor
-
tancia
real
y
las
direcciones
de
esta
corriente58.
El
repertorio
de elementos que
fabrican
los
alfares
de
la
Tarraconense,
junto
a
las
ánforas,
es
muy
amplia. Prácticamente,
todos
ellos incluyen
cerá
-
micas
comunes
y
materiales constructivos (conjunto
que
presenta,
a
su vez,
una
~
El
desarrollo
de
la
viticultura
en
las
Galias
y
otras
provincias,
con la
consiguiente
pérdida de
este
mercado,
y
la
competencia
en otros
pueden haber
estimulado
cambios
en
la
exportación
que
repercutirían
en
el
artesanado
cerámico:
Revilla,
1993,
122,
~
Casas
et
alii,
1990,
69
ss.
y
24,
respectivamente
(en
Puig
Rodon
se
constata la
perduración
de
la
actividad
anesanal);
este
recipiente
aparece
en
el
País
Valenciano
con
la
misma
cronología:
Gisben,
1987,
112.
~<
Aranegul
y
Gisbert,
1992,
104
s.
~
Tcbernia,
1986,
283.
n.
69
y
284.
‘~
Ibid.;
Tehernia
asume
que
Roma
sigue
constituyendo
el
principal
mercado;
el
aumento
de
la
canti
-
dad
de ánforas
galas
en
los
niveles
del
s,
II
de
Ostia
permitiría
incluir
las
imitaciones
de
Gauloise
4; la
pre
-
sencia
de
ánforas
tarraconenses
en otras
provincias
es,
por
cl
momento,
indemostrable,
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
319
gran diversidad
interna).
Junto a
ellos,
es
frecuente encontrar
do/ia
y,
en
menor
cantidad,
pondera.
Ocupan
un
lugar
aparte
las
producciones
de
vajillas
de
mesa
(terra
sigí/lata
hispánica)
y
las
imitaciones
de
cerámicas
de
cocina
africana59.
Constatar
estadiversidad
no
aporta
datos
significativos
a
lo
que
conocemos
del
artesanado
cerámico.
Es
necesario,
además, precisar la gama
exacta
de
ele
-
mentos
fabricados
por cada taller en fases
concretas
de su vida
activa
y,
en la
medida
de lo
posible,
establecer la
importancia respectiva
de
las
distintas
pro
-
ducciones. Sería
un
error,
en
este
sentido,
conceder
siempre
la
primacía
a
las
ánforas.
Para comprender
esta
diversidad, paralelamente,
debe
establecerse
la
relación entre
este
proceso
de
selección
y
las
variaciones producidas
en
las
for
-
mas
de
fabricación.
En última
instancia,
las
características
de
la
producción
son
las
que
nos
permiten
plantear
las
estrategias
de
comercialización
y
los
distin
-
tos
tipos
de
demanda que
abastece
un
taller.
A partir de
ahí,
se
puede
determi
-
nar cual ha
sido
su
entidad
y
su
vinculación
o
autonomía
con
respecto
a
las
estructuras
de la
explotación
agrícola.
Un
análisis
en
esta
dirección permite comprobar la existencia
de
situacio
-
nes
concretas,
en el tiempo y
en
el
espacio.
Se
observa,
por
ejemplo,
que
son
los talleres
cercanos
a núcleos urbanos o bien
situados
para el transporte
man-
timo
(ideal
para desplazamientos
de
cargas
importantes a larga
distancia),
los
que
presentan
un
producción destacada de
material
constructivo
o
de
ciertos
tipos
de
cerámicas
comunes.
La fabricación
de
utillaje
doméstico
y
constructi
-
vo,
de
amplio
consumo
como
resultado
de
la
difusión
de
unos
modelos
de
vida
en
el medio
provincial,
muestra
cómo
un
taller adapta
sus
producciones
a
las
posibilidades
de
abastecer
una
demanda más amplia
que
la
proporcionada por
una
vi/la
o conjunto de
vil/cte
próximas.
Por lo que
respecta
a
la
evolución
del
fenómeno,
los
alfares
de
la
Tarraco
-
nense
presentan soluciones diferentes
a
lo
largo
de
su vida
activa.
Muchos
talleres
de
época
augustea,
por
ejemplo,
muestran
un
repertorio
muy
variado,
seguramente
producido
en
cantidades reducidas.
En
algunos
casos,
las
produc
-
ciones imitan
recipientes
ibéricos60.
Esta
situación
parece reflejar
un
estadio
inicial
de
este
artesanado
rural,
que
recoge
prototipos
conocidos
en
el ámbito
doméstico
y
que siguen
tradiciones
locales;
pero
también
nos
define
la
entidad
de
la
actividad
en
muchos talleres,
que producirían a pequeña escala para la
vil/a
en
que
se
enclavan
y para
un
mercado
de
ámbito
reducido.
No
es
hasta
la
segunda
mitad-finales
del
s.
i
d.C.
cuando
algunos talleres
inician
la
fabrica
-
ción
de
ciertos
tipos
de
recipientes
en
cantidades
importantes y
según
modelos
que uniformizan la
anterior
diversidad;
ejemplos
de
ello
son
Fenais
y,
espe
-
~
Revilla,
1993,
123
ss.;
el
fenómeno
no
se
limita
al
litoral
NF;
una
producción
diversificada
también
aparece
en
valencia
(Aranegui
y
Gisbert,
1992.
104)
y
en
numerosos
alfares de
las
Galias (Laubenheinier,
1985,
217
s.).
~
Revilla,
1993,
91
ss,
320
Víctor
Revilla
Calvo
cialmente,
Llafranc61.
Es
significativo
que
este
hecho
se
produzca
en
centros
artesanales
autónomos,
bien
situados
y que
debieron
sobrepasar
los límites
impuestos por la demanda doméstica
de
un
asentamiento
rural.
Es
igualmente
significativa
la
coincidencia,
en
estos
mismos
lugares,
de
una
producción importante
de
cerámicas
comunes
con
las
imitaciones
de
cerámicas
de
cocina
africanas,
un
producto
de
amplia
difusión
en
todo
el
Mediterráneo
desde
el
s.
d.C.
Esta
coincidencia,
constatada
en
Fenals,
alcanza
su
mejor
expresión
en
los
ss.
ti
y
ni
en
alfares
como
Llafranc.
En
este
lugar,
sabemos
que
las
producciones
comunes
se
centran,
en
un
momento avanzado,
en
unos
pocos
tipos
fabricados
de
forma
estandarizada.
Este
proceso
de
selección
y
estandari
-
zación
es
paralela
a
una
producción generalizada
de
los
mismos
recipientes
en
talleres
de
una
misma
zona62.
En
el mismo
marco
cronológico
se
sitúa la
apari
-
ción
de
producciones
locales
de terra
sigi//ctía
hispánica
(alfares
de
Mas
de
Gomandí,
La
Salut,
Cal
Menut
y,
quizá,
Sta.
Maria
de
les
Feixes)63.
Las
cerámicas
comunes
y
de
mesa,
por
su
amplio consumo
en
el
medio
rural y
urbano romano,
reflejan
perfectamente
la forma
en
que
se
relacionan
estrategias
de
producción y comercialización,
así
como
sus
posibles
variacio
-
nes.
El
desarrollo
de
la
actividad
artesanal
puede
ir
unido
a
las
necesidades
internas
de
una
vi/la
y
sólo
de
modo
marginal
y/o
posterior
incluir
una
pro
-
ducción
similar
para
su
venta
cercana,
que
satisface
una demanda de
iguales
características.
Pero
también
puede
producirse
una
transformación
radical,
por
ejemplo
mediante
la
inversión
de uno o más
propietarios
rurales,
que
convier
-
ta al taller en
un
centro
autónomo.
Esto
sólo será
posible
reorganizando
la
ges
-
tión
y la producción
para
abastecer una demanda a
gran
escala.
La
adopción
de
unos
productos
y
de
unos
principios
de
fabricación
se
convierte,
así,
en
el
refle
-
jo
material
de
una
modificación
más
profunda.
4.
El
fundus
y
la
gestión
de la
actividad
artesanal
La
localización
de
numerosos
alfares
de
la
Tarraconense
junto
a
vil/cte
y la
vinculación
de la
producción
anfórica
a la
viticultura
reflejan
la
integración
entre
un
modelo
de
agricultura y una serie
de
actividades
complementarias
en
el
ámbito
del
fandus.
Sin
embargo,
estos
hechos,
por
mismos,
dicen
poco
sobre
las
formas
en
que
las
diversas
actividades
han
podido
organizarse
y
reía
-
cionarse
con la
agricultura,
o con
otras
prácticas;
y,
especialmente,
sobre
la
forma
en
que
se
abordan
y
ordenan
en el
conjunto
del
patrimonio
de
un
pro
-
~
Vid.
Casas
eta/ii,
1990,
53
y
69
so,,
respectivamente.
62
Este
seria
e]
caso
de
los
cuencos
tipo
«Llafranc»,
característicos de
este
momento:
Casas
cf
alii,
1990,
205.
~
Revilla,
1993, 132.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
ruralen
la
Hispania
Tarraconense
321
pietario romano como
resultado
de
sus
intereses
y
posibilidades
económicas,
mentalidad o contexto histérico.
Sólo
el USO combinado de
las
fuentes
jurídi
-
cas
y
agronómicas,
de
la
escasa
documentación
privada
conservada
(papiros
del
Egipto romano,
fundamentalmente)
y
de la
epigrafía anfórica permiten
plantear la cuestión con ciertas garantías
y
proponer
algunas
de
las
formas
de
gestión que
debieron aplicarse
en
la
producción
cerámica de la
Tarraconense.
Una
de
las
posibilidades
de gestión
es,
indudablemente,
la
conducción
directa por el
propietario.
De
esta
forma,
el
fundus
unificaría
todas
las
activi
-
dades
necesarias
a la
agricultura;
o
las
que producen
un
beneficio
adicional
mediante
la
explotación
de
los
recursos
del lugar.
Este carácter
de
actividad
complementaria en el
ciclo
agrícola
se
evidencia
en
una doble
forma.
En
pri
-
mer
lugar,
porque la producción
artesanal
tiene
como
fin
la
fabricación
de
ms
-
trumenta
necesarios
para la vida económica y
doméstica
delfi¿ndusM.
Por
otro
lado,
las
actividades realizadas
en el
ámbito
de
éste
aparecen
coordinadas,
especialmente por lo que
respecta
a la
organización
de
la mano
de
obra65.
Sin
embargo,
esta
complementariedad
no
nos
dice mucho
si
no
se
analizan
las
for
-
mas de gestión
en
el
marco
más
amplio
de
la economía rural
de
los
dos
últimos
siglos
de
la
República,
en
Italia y
en
algunas áreas
de
Occidente.
En
este sentido,
no
debe
olvidarse
que
uno
de
los
problemas
fundamentales
de la
agricultura
romana,
desde
el
punto
de
vista
del
propietario,
es
precisamen
-
te el
de
la
gestión
en
un
contexto
social,
económico
y
cultural
nuevo
que
supone
su
alejamiento
de la
conducción
de
susfi¿ndt Esta
situación
es
el
resultado
de
un
proceso
histórico,
la
expansión
romana
en
el
Mediterráneo,
con toda una
serie
de
consecuencias
de
orden socio-económico.
En
concreto,
desde
el
s.
u
a.C.
en
ade
-
lante
se
asiste
a
un
proceso
de
concentración
de
la
propiedad
y
de
la
riqueza
en
manos
de
las
clases
dirigentes
romanas
que
tiene
como
resultado
la
dispersión
geográfica
y
la
diversificación
de
sus
intereses
económicos66.
En
este
marco
se
produce
la
aparición
de
los
tratados
de
agronomía, concebidos
para
orientar
las
elecciones
de
un
propietario
y,
especialmente,
para
organizar
la
gestión67.
Su
necesidad
es
tanto
más
perentoria
cuanto
que el
desarrollo
de
ciertas
prácticas
económicas
y,
en
concreto,
de
un
nuevo
modelo
agrícola
que
pretende
rendi
-
mientos
elevados,
se
basa
en
grandes inversiones
e
integra
mano
de
obra,
infra
-
estructuras
y
actividades
que
deben
relacionarse.
La
cuestión
se
complica
más
si
se
tiene
en
cuenta que en
este
nuevo
contexto
económico,
más
dinámico
y
abier
-
to,
algunas
actividades
especialmente rentables pueden alcanzar
una
gran
entidad
y,
por
tanto,
ser
organizadas
separadamente
aún
en
el
interior
del
fundus68.
~
mg.,
8, 3,
6
(Paulus);
es
interesante
relacionar esta referencia a la fabricaciónde
útiles
con
la
enu
-
meración
del
ins;ru,ne,,tu,o
del
fundos
en
Dig.,
33,
7,12,1
(UlpÓ.
65
Por
ejemplo,en
mg’.,
33,
7,
25,
1
(lavj.
~
Pavis
d’Escurac.
1977;
Gabba,
1980;
J.
H.
D’Arms,
1981.
67
Paralosagrónomos
latinos
vid,:
R.
Martin,
1971;
K.D. White,
1973:
además,
NicoleS,
1988,
127
st.
68
Revilla,
1993,
21.
322
Víctor
Revilla
Calvo
Reflejo
de
esta
situación
es
la
aparición,
en la
agricultura,
de
ciertas
figu
-
ras
encargadas
de
la
conducción
defundi
o
de
actividades concretas,
con
fun
-
ciones,
jerarquía y
relaciones
mutuas
que
se
perfilan progresivamente
en
los
tratados de agronomía,
textos
jurídicos,
etc.
Algunas
de
éstas
aparecen,
igual
-
mente,
en
otros
ámbitos
de la
economía.
En
este
marco
general
se
entiende
la
difusión
de
la práctica de la
negotiatio
per
servas, el
encargo
de
actividades
o
parcelas
concretas
de
un
patrimonio,
para
su
gestión,
a
individuos
de
staws
ser
-
vil69.
La
negotiatio
presenta
una serie
de
ventajas
para
un
propietario.
En
primer
lugar,
permite delimitar
sus
responsabilidades
y
riesgos
frente
a
terceros
como
resultado
de la gestión de
sus
representantes.
Tales
riesgos vienen
determina
-
dos
por la
definición
de
la capacidad de
actuación
de
su
personal.
Simultánea
-
mente,
el
empleo
de
éste
permite
diversificar
el
abanico
de
intereses
económi
-
cos del
propietario
a
través
de la
fragmentación
de
su
patrimonio.
La
produc
-
ción cerámica
constituye
un
campo
privilegiado
para el
análisis
de
estas
situa
-
ciones,
puesto
que
se
integra
en
un
modelo
económico dinámico,
que
incluye
actividades
complementarias
relacionadas con la
producción
y
comercializa
-
ción
de
un
excedente.
Cada una
de
éstas, puede
organizarse
por
separado,
pero
se
integra,
a la
vez,
en
el ciclo
agrícola.
Por
otro
lado,
el
ai-tesanado
cerámico
presenta
unas
posibilidades
de
desarrollo
(en
tanto
que
actividad
rentable)
que
pueden
potenciarse organizando
independientemente
su
gestión.
La
evidencia
arqueológica
de
algunas
áreas
de
Italia,
interesadas
en
la
exportación,
se
ha
analizado
en
esta
perspectiva.
En
zonas como
el
Adriático,
es
frecuente
encon
-
trar
asociaciones
de
nonzina
de
ciudadanos (incluyendo propietarios
romanos
y
locales)
y
cognomina
serviles
sobre
ánforas.
Estas
asociaciones reflejarían
las
relaciones entre
un
propietario
rural
y
el
personal
encargado
de
la
gestión
de
una
actividad
y
mostrarían,
por tanto, la
vinculación
entre
agricultura
y
pro
-
ducción
artesanal70;
aunque
también
son
posibles formas
de
organización
más
autónomas.
La epigrafía
anfórica
de
la
Tarraconense
puede
interpretarse
en
una
forma
similar,
a
juzgar
por la frecuencia y variedad
de
las
asociaciones
de
nomina.
En
algunos
casos,
aparecen
combinaciones
de
praenomen-nomen
y
nombre
aisla
-
do
(Sex.Domiti/Satvrio,
en el alfar de
Tivissa,
por
ejemplo).
Una
variante
par
-
ticular,
es
la presencia
de
dos
ciudadanos
y
un
tercer
nombre que
puede
mdi
-
carlanegotiaho
per
servas
communes71.
Pero
los casos
más
numerosos
son
los
de
asociaciones
de
dos
o,
incluso,
tres
cognomina,
seguramente
de
status
ser
-
~
Un
análisis
global
en
relación
con
la
diversidad
de actividades
integradas
en
el
fundas
en:
A.
di
Porto,
1984aM984b.
70
Manacorda,
1985;
Id.,
1989;
Id.,
1990, 385.
fl
Es
el
caso
de
la
marca
M.S.PVP/P
(datada
hacia
el
15
dCj,
cuya
parte
inicial
se
ha
desarrollado
como
M(arci
el>
S(puri)
Pvp(ioruni):
Corsi-Sciallano
y
Liou,
1985,
9,
fig.
8;
para
esta
forma
de
negoliatio:
Di
Porto.
1984a,
371
ss.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
323
vil.
Entre
éstos,
es
posible detectar una jerarquía
de
individuos
que
responde
-
ría a otro
de
los
principios
de
la
negohazio:
el
esclavo
situado
mediante
prae
-
positio
al
frente
de
una
actividad
puede
disponer,
a
su
vez,
de
esclavos
subor
-
dinados
(será
vicarii)
que
se
responsabilizan
de
una
parte
o
fase
del
proceso72.
La
práctica
de
asociar
cognomina
es
relativamente
frecuente en los
alfares
del
Bajo Llobregat en la primera
mitad
del
s.
í
d.C.
La
adopción
de
formas
de
ges-
-
tión
complejas
y
dinámicas reflejaría,
en
este
sentido,
la importancia de la
viti
-
cultura y la
amplitud
de
los
intereses
vinculados
a la
exportación
en
la
zona.
Este fenómeno debe
ponerse
en
relación
con la
organización
del
territorio
que
supone
la fundación
augustea
de
la
colonia
Barcino.
Las fuentes escritas
permiten señalar
otras
posibilidades
de organizar la
producción
artesanal,
tanto
si
se
integra
en el fundus como
actividad
comple
-
mentaria,
como
si
se
le
concede
autonomía
propia.
Entre éstas, ocupa
una
posí
-
ción
especial
la
locatio-conductio.
La
agricultura
romana emplea con
frecuen
-
cia el
arrendamiento
como medio
de
conducir la
explotación
de
unidades
agrí
-
colas,
defases
del
ciclo
agrícola o
de
actividades
concretas73.
Esta
última
situa
-
ción
es
aplicable a la
producción cerámica,
como
muestran
algunos
contratos
de
arrendamiento
egipcios
del
s.
ni
d.C.:
P Oxy.,
3595,
3596
y
359774~
Estos
contratos reproducen
un
mismo
modelo:
un
alfar
o
parte
de
él,
integrado
en
una
explotación,
es
cedido por el
propietario
a
un
artesano.
El
primero
proporcio
-
na
materias primas,
agua y
combustible;
el
segundo,
su
personal
y
organiza
-
ción.
El
contrato estipula
la
obligación
de
entregar
al
propietario
unas
cantida
-
des determinadas
de
envases
vinarios
(de
diversa
capacidad
y
fonna). Contra
esta
entrega,
el
artesano
recibe
un
pago
en
moneda.
En los
contratos
se
esta
-
blece, además, que el
alfarero cubrirá
las
necesidades
suplementarias
de
la
explotación,
recibiendo el
mismo
pago
en
proporción.
Es
interesante
señalar algunas
coincidencias
con la
situación
que muestra
la
arqueología
en
la
Tarraconense.
Como
en
ésta, el
alfar
se
sitúa en el
interior
de
unfundus,
formando
parte
de
sus
dependencias.
Al
mismo
tiempo,
su
pro
-
ducción
se
orienta
hacia
la
fabricación diversificada
de
recipientes
de
almace
-
namiento y transporte para una
agricultura
que
comercializa
sus
excedentes.
Es
evidente,
pues, que debe pensarse
en
una
vinculación estructural
entre
produc
-
ción
anfórica
y
viticultura.
La
importancia
de
estos
contratos
reside
en
mostrar
una forma concreta de organizar una
actividad
y
asegurar
esta
vinculación
a la
exportación
del
excedente
que
presenta una serie
de
ventajas
frente
a la
con-
72
Di
Porto,
1984a,
261
Ss.;
Manacorda,
1989,
457.
‘~
E.
W. Frier,
1979.
~
Vid.
Tire
Oxyrhynchus
Papyri,
1983.
234
as.;
la
bibliografía
sobre esta
documentación
es
muy
abun-
dante,
no
sólo
por
la
información
que
aporta,
sino
por
la
importancia
metodológica
que
tiene
la
comparación
entre
dato
arqueológico
y
fuentes
literarias
en
economía antigua:
H. Cockle,
1981;
M.
1.
Finley,
1985,
24:
otros ejemplos
similares
son: P
Merr.,
1176
(datado
en
181
d.C.),
P
Te/sr.,
It
342
(finales
a.
tidíS.),
P.
Land.,
994
(517
d.c.).
324
Víctor
Revilla Calvo
ducción directa por el
propietario. Todos
los
contratos
muestran,
en
primer
lugar,
la
subordinación
del
artesano
a
las
necesidades
de
la
producción
agríco
-
la.
No
sólo
se
estipulan
las
cantidades
a
satisfacer,
sino
que
se
señala
la
posi
-
bilidad
de
cubrir
necesidades
suplementarias.
Con
ello,
el
propietario
se
ase
-
gura la posibilidad
de
envasar
inmediatamente
su
vino,
incluyendo eventuales
variaciones
de
la cosecha;
dicho
de
otra
forma,
se
encuentra
en
situación
de
comercializar
su
producción
en
las
mejores
condiciones75.
Por
otro
lado,
el
propietario
puede
explotar
los
recursos
naturales
de
un
lugar sin
invertir
a
gran
escala
en
la
actividad
y
sin
incluir
personal
suplemen
-
tario,
más
o
menos
especializado.
Todos
estos
casos
muestran
el
aprovecha
-
miento limitado,
ó
mejor
indirecto,
de
las
materias
primas:
todo
el
trabajo
recae
sobre el
artesano
que
aporta
su
equipo para el
conjunto
de
la
actividad
y
la
ges
-
tiona
con
autonomía76.
Se
trata,
tan
sólo,
de una
forma
de
asegurar
las
necesi
-
dades
de
unfundus
que
produce
y
exporta
su
vino
sin
cargas
suplementarias.
Ello
no
implica
un
desinteres
total
del
propietario,
ni
creemos
que deba
consi
-
derarse la
locatio-conductio
como la
forma
que
caracteriza
su
alejamiento
con
respecto a la gestión
de
una
actividad.
Es
posible,
por el
contrario,
que
se
inte
-
resara
en
la ampliación
de
la misma
y
obtuviera
un
beneficio
de
la
fabricación
de
otros
elementos
cerámicos
o
de
la venta
de
envases
a
otros
fundi77.
La
apa
-
rición
de la
terra
sigillata
hispánica o
de
otros tipos
cerámicos
en
cl
repertorio
de
algunos
talleres
de
la
Tarraconense
puede
explicarse
en
esta
forma78.
La
misma
posibilidad de
arrendar
sólo
una parte
de
las
instalaciones
puede
inter
-
pretarse
en
este
sentido79:
contratar
una parte con
un
artesano permite
mante
-
ner
la
producción
dentro
de
unos
límites;
pero
también podrían
establecerse
contratos
en
términos diversos
con varios
artesanos,
de
forma
que
se
concen
-
trara una importante
actividad
en
un
lugar. En
el
caso
de
la
Tarraconense,
es
posible que
no
todos los
alfares
constituyan empresas
únicas
y
que
algunos
puedan considerarse
centros
de
producción
en
los
que
se
concentran artesanos
independientes con
sus
equipos.
Un
caso
bastante
claro
es
el de
los
talleres
de
material
constructivo
del
Lacio
en época
imperial
(vid. ¡nfra).
75
Esta
preocupación
es
fundamental
para
los
agrónomos
y
explica
su
atención
por
el
emplazamiento
del
frndus
y,
lo
que
es
más
importante,
por
asegurar
la
disponibilidad
de
los
medios
para
almacenar
la
pro
-
duccién
agrícola
yasegurarsu
comercialización:
latón,DeAgr..
11,1;
Varrón,RR.,
1,22,4;
Columela,RR.,
Hl.
21,6;III,
21,10;
la
relación
entre
almacenamiento,
transporte
y
exportación
es
muy
clara en
laenume
-
ración del
¡nsrrumeo~um
del
fradas
en
Dig.,
33.
7.
12.
1
(lJlp.):
vid.
Capogrossi
Colognesi.
1981a,
446;
Di
Porto,
1984a,
3240.
76
En
una
forma
semejante
al
arriendo
de
una
explotación:
Frier,
979, 219.
77
Todas
estas
posibilidades
pueden
incluirse
en
las
precisiones de vanón
(RR..
1,
2.
22-23)
sobre las
actividades
que
no
se
incluyen
en
la
agricultura,
pero en
cualquier
caso
recomendables
por
su
rentabilidad.
78
En
especial
cuando
sabemos
que
grandes
propietarios,
tanto en
Hispania
como
en
las
Galias,
se
inle
-
,tsan
por
la
producción
de
sigillata:
E.
W.
1-laley, 1988;
0.
Pucci,
1986;
la
posibilidad
de
aplicar
la
/ocatio-
conductio
para
explicar
la
fabricación
de
.vigillaía
hispánica
es
señalada
explícitamente
por
M.
Steinby,
1993,
142;
para
estas
producciones
en
el
ámbito
de
la
villa:
Revilla,
1993, 132.
‘~
Una cuarta
parte
en
/?
Ox>:,
3596
y
un
tercio
en
P.
Oxv.,
3597.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en la Hispania
Tarraconense
325
En
última
instancia,
el
sistema
de
locatio-conductio
no
sólo
proporciona
al
propietario una serie
de
ventajas
materiales;
le permite al
tiempo
mantener la
iniciativa, seleccionando
entre una serie
de
posibilidades,
para
explotar
sus
recursos o
instalaciones
y
organizar una
actividad,
de
forma
autónoma
o
vin
-
culada
a la
producción
agrícola.
En
su
aplicación
encontramos
la
misma
diver
-
sidad
de
intereses
económicos
y
capacidades
que
explicaban
el
empleo
de
la
negotiatio
per
servos.
Dada
la
ambigiledad
de la
epigrafía anfórica,
es
difícil
determinar
si
se
aplicaron estas
formas
de
gestión
en
la
Tarraconense.
Con
todo,
algunos
estu
-
dios
sobre
los
grandes
centros
productores
de
elementos
constructivos
del
Lacio
han
interpretado
los
sistemas
de
sellado
como
reflejo
de
la
aplicación
de
contratos
de
locatio-conducrio;
concretamente,
en la forma
de
locatio
operis
entre
un
dominus
y
un
offlcinator80.
Es
significativo
que
esta
actividad
artesa
-
nal
se
vincule
igualmente a la propiedad rural
y,
en
especial,
a la
gran
propie
-
dad
senatorial
e
imperial; aunque
en
este
caso
no
se
trata
de
un
artesanado
inte
-
grado
en
la
explotación
agrícola,
sino
de
una
actividad
de
gran
envergadura
favorecida
por la proximidad al enorme mercado de
Roma.
Otros
elementos
podrían
relacionarse igualmente
con el
esquema
que
muestran
los
papiros.
Por
ejemplo,
las
relaciones
entre
un
dominus,
propietario
de una
figlina,
y
diversos
officinatores
independientes81.
Esta
situación
debe considerarse a la
luz
de
las
posibilidades señaladas
en
P Oxy.,
3596
y
3597:
el
arrendamiento
de
una parte
del
alfar
que
implica,
paralelamente,
la posibilidad
de
arrendar
otras
partes
cuando
convenga
al
propietario,
en
términos
iguales
o
distintos
con
cada
uno
de
los
artesanos.
La
importancia
de la
locatio-conductio,
entre
otras
posibili
-
dades, también ha
sido
señalada
en
casos más
cercanos
a la
Tarraconense,
como la
Hética,
donde
encontramos
una
agricultura interesada
igualmente
en
la
exportación82.
5.
Agricultura,
artesanado
y
autarquía
en el
fundus
El progreso
de
la
investigación
arqueológica ha
demostrado
que la
villa
romana
integra
un
conjunto
muy
amplio y
diversificado
de
actividades
artesa
-
nales:
metales, madera, tejidos,
cerámicas.
La
importancia
de
esta
evidencia
material
contrasta con la escasez de
estudios
sobre el
particular.
Generalmen
-
te, el
análisis
se
ha
limitado
a
la
enumeración
de
las
prácticas
presentes
en
un
núcleo agrícola o de
su
distribución
geográfica,
complementado
por la
aporta
-
50
M. Steinby,
1982,
233;
tad.,
¡993.
140.
~
Steinby,
1982,230;ead.,
1993, 141;
estaautoradestacael
papelactivodeldotninus,
atravésdeestos
contratos,
en
la
organización
de
la
actividad.
82
J,
Remesal,
1989.
326
Víctor
Revilla Calvo
ción de
algunos
datos
literarios,
y
sólo
en
ciertos
casos
se
han
planteado
pro
-
blemas
de
significado83.
La
situación
es
aún más paradójica
si
se
tiene
presen
-
te la
abundancia
de
datos
que
proporcionan
las
fuentes escritas.
Los
tratados
de
agronomía,
textos
jurídicos,
papiros
o la literatura
no
sólo
aluden
a
ciertas
acti
-
vidades,
sino
4ue
muestran
el contexto
en
que éstas
se
integran,
la economía
de
la
villa,
o
reflexionan
acerca
de
su
organización
y
posibilidades
de
desarrollo.
En
este
campo
particular,
únicamente
situaciones concretas,
como
el
artesana
-
do
cerámico,
han merecido el
suficiente
interés84.
Sin
duda,
todo
este
conjunto
de
información proporciona
una idea
bastan
-
te aproximada
del
nivel
tecnológico
alcanzado
y
de
su
aplicación
práctica a la
vida
económica; concretamente,
la
relación
con
ciertas
formas
de
agricultura
(viticultura y
olivicultura).
En
ciertos
casos,
permite incluso
reconstruir
algu
-
nos
procesos
de
trabajo.
Sin
embargo,
existen algunos
problemas
de
análisis
e
interpretación
que
limitan
nuestra comprensión
del
fenómeno.
Esta
compren
-
sión
tan
sólo
es
posible
integrando
el estudio
del
artesanado
(o
mejor,
de
las
formas
específicas
que
adopta
en
cada
caso)
en
el
conjunto
de
prácticas
eco
-
nómicas, sistemas
de
producción
y
relaciones
de
propiedad
que
caracterizan
situaciones
históricas
y áreas
concretas
del
mundo romano.
Como
se
ha
señalado,
todo
análisis
del
artesanado
en
la
villa
se
ha
limita
-
do
a la constatación de la existencia
de
ciertas
prácticas
en
un
lugar a partir de
su
documentación
arqueológica.
En
esta
situación,
los
datos
proporcionados
por
las
fuentes escritas
servían
como mera
confirmación
de
un
hecho
ya
esta
-
blecido.
Los
escasos
intentos interpretativos,
cuando
han
recurrido
a
este tipo
de
fuentes,
se
limitaban
a
invocar
el principio
de
autarquía
presente
en
algunas
alusiones
de los agrónomos
o
de los
textos
jurídicos cuando
describen
la vida
productiva
de
una
explotación
agrícola
o
definen
la conducta a seguir por el
dominus
para organizar
su
patrimonio85.
Es
indudable
que
este
principio
está
presente
en
estos
textos,
especialmente
en
los
tratados
de
agronomía,
concebi
-
dos
para
orientar
las
elecciones
económicas
de
un
propietario
y
la
adecuación
social
e ideológica
de
las
mismas
a
su
condición
de
ciudadano
con
un
status
socio-político
definido86. En
función
de
ello,
la
invocación
al carácter
autosu
-
liciente de una
explotación
adquiere
un
valor
ético,
por
cuanto
expresa
simul
-
táneamente
la autonomía
personal
y
social
del
ciudadano,
así
como
su
capaci
-
dad
de
actuación,
en
tanto
que
propietario
de
un
patrimonio.
Sin
embargo,
limitarse
a
este
aspecto comporta el
peligro
de
no
analizar la
vertiente
económica que
contiene
el
principio
de
autarquía.
Sólo
estudios
83
Cfr
A.
Grenier,
1934,
843
ss.,
para
la
Galia;
más
en
general,
y.
Righini,
1971. esp.
3lss.
8~
En
este
sentido,
son
fundamentales
las
precisiones de
A. Di
Porto
(Di
Porto,
t984a,
osp.
71,
n.
27
y
SOss.;
Id.,
1984a)
para
analizar
el artesanado
cerámico
y su
relación
con
la
economía
de
la
villa
en
diversos
territorios;
para
ello:
Manacorda,
1985;
Id.,
1989;
Pucci,
1986;
Revilla,
1993,
115
ss.
~
Evidente
en
Righini,
1971,
34.
86
Nicolel,
1988.
128
ss;
Veyne,
1979.
passim.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en la
Hispania
Tarraconense
327
recientes
han
puesto
de
relieve
esta
vertiente
como
uno
de los fundamentos
de
la organización
interna
del
fundus,
relacionado
directamente con la
orientación
productiva
global
de
la
explotación87.
El
análisis
de A.
Di
Porto sobre el
con
-
junto
de
prácticas
integradas
en
el
fundus
y,
de
un
modo
más general,
en
el
patrimonio
de
un
dominus,
es
muy
revelador
al
respecto,
puesto
que
señala
además
las
posibilidades
de
diversificación
(y
motivaciones)
de
estas
prácti
-
cas88.
Esto
impide definir
automática
y
globalmente
la autarquía como el
prin
-
cipio
relacionado
de
modo
exclusivo
con
un
sistema
económico
basado
en
uni
-
dades
agrícolas
cerradas,
desvinculadas
por completo de los circuitos
de
distri
-
bución y
del
mercado.
En
realidad,
la presencia
de
actividades artesanales
en
elfundus
debe
ana
-
lizarse
en
un
marco
general.
Esta presencia
y
la
diversidad
de
formas
de
orga
-
nización
y de escala
no
dependen
siempre
de
las
exigencias
de
autoabasteci
-
miento.
Por el
contrario,
deben
tenerse
presentes los
intereses
y
posibilidades
de
un
propietario
rural,
tanto
como
la existencia
de
un
contexto
económico
dinámico,
en
momentos
y
zonas
concretas,
en el
cual
deben
integrarse
algunas
actividades
complementarias
junto
a ciertas
formas
de
agricultura;
o,
incluso,
en
el que
es
rentable
el desarrollo de
estas
actividades
como
entidades
autóno
-
mas89.
Sin
duda,
la
aparición,
en
la
villa,
de
ciertas
prácticas
se
relaciona con el
desarrollo
de
una agricultura
capaz
de
especializarse
en
cierto grado
y
de
pro
-
ducir
un
excedente.
Se
trata,
generalmente,
de
una
producción preferente
de
productos
de
cierto
precio y
gran
consumo,
que
exigen
en
algunos
casos
un
proceso
de
elaboración
para
asegurar
un
mejor
transporte y
venta90.
Esta
orga
-
nización
económica,
por su capacidad productora
y
las
inversiones
necesarias
en
infraestructuras
y
mano
de
obra,
es
indisociable
de
la existencia de
unos
cir
-
cuitos
de
distribución
y una
demanda
amplia que
permitan
una
exportación
de
gran
volumen.
El
desarrollo
de
la
viticultura
y
olivicultura
en
ciertas
áreas
del
mundo
romano
(Italia, Bética,
Galia
Narbonense,
Africa)
constituye
el mejor
ejemplo de este
fenómeno.
En
este
contexto
económico,
una
explotación
puede
integrar
la
producción
del
instrumentum
necesariopara la
elaboración
y
transporte del excedente
agrí
-
cola:
ánforas
o
dolia,
entre
los
elementos cerámicos;
útiles
metálicos
o de
madera; cestería.
La
fabricación
interna
de
este
utillaje
constituye
una
activi
-
g’
Veyne,
1979,
264
s.;
A.
Carandini,
1980.
58
Di
Porto,
1984a,
57.
~ Al
mismo
tiempo hay
que
tener
presente
la
diferente
evolución
seguida
por
las
diversas
áreas
pro
-
vinciales
y
por
la
propia
Italia;
a
este
respecto,
las
vicisitudes
de
una
agricultura
orientada
hacia
la
exporta
-
ción
(de
vino,
aceite
o
grano)
y
que
integra actividades complementarias
constituyen
un campo de análisis
privilegiado.
~O
De
Neeve
utiliza
el
concepto
de
«agricultura
de
plantación»
para
explicar
el
modelo
agrícola
que
proponen
los
agrónomos de
época
republicana
y
Alto
Imperio:
P.
W.
de
Neeve,
I9S4~
75
ss.
328
Víctor
Revilla Calvo
dad complementaria
en
el ciclo
de
la producción
agrícola.
En
esta
perspectiva,
son
evidentes
los límites
de
un
análisis
del
fenómeno
artesanal
concebido
en
términos
de
enfrentamiento
radical
entre
autoabastecimiento
y
producción
para
el mercado; o por
decirlo
en
otras
palabras,
como el
enfrentamiento
entre
for
-
mas económicas
independientes
y
mutuamente excluyentes, caracterizadas
por
sistemas
de
explotación distintos.
De
hecho,
el
fundus
integra
un
artesanado
complementario
de la
misma
formaque
diversifica
sus
cultivos
o
incluye
en
sus
límites
una
variedad
de
recursos
naturales:
para
asegurar
el
mantenimiento
de
la capacidad
productiva
de
un
grupo humano
en
un
contexto
económico
en
el
que el mercado
no
puede
proporcionar todo lo
necesario
para garantizar la vida
de la
explotación.
Con ello
se
cubren,
por
tanto,
las
necesidades
internas,
pro
-
ductivas
y
domésticas.
Pero
lo que
es
más
importante
es
que una
explotación
puede
integrar
estas
actividades precisamente
por
su
interés
por
comercializar
una parte
importante
de
su
producción
agrícola91. En
este
sentido
se
entiende
la
relación
entre
figlinae
y
agricultura
que
defienden agrónomos
como
los
Sasema92;
o la presencia
defiglinae
en la
explotación
señalada
en
Dig.,
8, 3,
6
(Paulus),
cuya
finalidad
es
muy
clara:
in
quibus
ea
vasafierent,
quibusfructus
ezus
f¡¿ndi
exportaretur93.
Es
evidente,
en
ambos casos,
la
importancia
de
la
autarquía
en
la
organización
económica
de
una
explotación
rural.
Algunas
características
de
la
producción
artesanal
se
comprenden
en el
mismo
marco
de
un
autoabastecimiento
que asegura la capacidad
productiva
de
la
explotación.
Concretamente,
es
muy
probable
que
muchos talleres
artesana
-
les
sobrepasaran
el
limite
impuesto
por
las
necesidades
del
lugar
en
el que
se
enclavan.
Ello
se
observa
en el desarrollo
de
una
producción suplementaria
y
diversificada
de
instrumenta,
destinada
a
la
venta.
Sin
duda,
la
finalidad
de
esta
producción suplementaria
es
asegurar
un nivel
de
producción
que
hace
renta
-
ble
la
inversión
realizada en
recursos
y
mano
de
obra
y que
permite,
por
tanto,
el
mantenimiento
de la
actividad
para
el
abastecimiento
interno.
También
en
este
caso la
producción
cerámica
constituye
un
buen ejemplo.
La gran
mayoría
de
talleres
de la
Tarraconense fabrica
una gama
muy
variada
de
elementos
que
no
podrían ser
absorbidos
exclusivamente
por
las
villae en
las
que
se
implan
-
tan94.
En
esta
situación,
el
desarrollo
de
la
producción
artesanal
está
determinado
por los
límites
que
impone
el
abastecimiento
interno.
Sin
embargo,
algunas
refe
-
rencias
en
las
fuentes
agronómicas
y
jurídicas
muestran
que
ciertas
formas
de
artesanado
pueden alcanzar
autonomía
propia,
como
otras
actividades
económi
-
cas
integradas
en
el
fundus.
En
todos
estos
casos,
el
referente
común
es
la
valo
-
ración
de
su
rentabilidad.
A
su
desarrollo
se
aplican
los
mismos factores
mate-
91
Carandini. 1980,2.
92
Varrón,
RR.,
1,2,22-23;
cfr.
Capogrossi
Colognesi,
198
la,
447,
n. 9,
para
esta
alusión polémica.
~
Revilla,
1993,
131.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en
la
Hispania
Tarraconense
329
riales que los
agrónomos
señalan
en
ciertas
formas
de
agricultura: condiciones
naturales
del
fundus,
facilidad
de
comunicaciones,
existencia
de
un
mercado
importante
cercano.
Pero
también
se
integran
factores
de
orden estructural,
como la
existencia
de
mecanismos
de
circulación
o
una
demanda
diversificada
y sostenida
de
algunos
productos
(lo
que
implica
ciertas
formas
de
consumo).
Todos
ellos
se
relacionan,
igualmente,
con el
desarrollo
de
una
agricultura
inte
-
resada
en
la
comercialización
de
un
excedente
que,
como hemos visto,
necesita
la
presencia
de
actividades
complementarias.
Junto a
ello,
es
fundamental
la
capacidad e
interés
de
un
propietario
por
diversificar
las
actividades
económi
-
cas
que
permite
su
patrimonio95.
Esto
se
refleja
en
una
organización
de
la
pro
-
ducción
a
diversa
escala
y en una
mayor
autonomía
de
gestión
(vid.
supra).
En
este
contexto
nuevo
se
comprende la alusión
de Varrón
a
las
prácticas
que
se
incluyen,
o
no,
en
la agricultura
(RR.,
1,
2,
22-23).
Para
este
agrónomo,
figlinae,
lapidicinae,
harenariae
constituyen
esferas
de
actividad radicalmente
distintas
de
la
agricultura,
aunque
existe
la
conciencia
de
que algunas
se
inte
-
gran
en
el ciclo agrícola
<figlinae).
Con
ello
rompe
con la noción
de
comple
-
mentariedad defendida
por los
Saserna.
Para
Varrón,
todas
estas
actividades
se
organizan
porque
proporcionan
una
rentabilidad
en
condiciones
específicas,
bien por sí mismas
(es
el caso
de
materias
primas
y
recursos
forestales),
bien
porque
derivan,
como
subproducto,
de
la agricultura
(por
ejemplo,
la
instala
-
ción
de
tabernae
en
vías
cercanas
alfundus)96.
A
ellas
se
unirá
un
amplia gama
de
posibilidades.
La única
limitación
son
las
condiciones
naturales
del lugar,
limitación
que
Varrón
tiene
presente al
describir
la
diversidad
de
condiciones
topográficas,
de
suelo
y
vegetación
que debe
evaluar
un
propietario
(por
ejem
-
plo, en
RR.,
1,
6;
1,
7;
1,
9)97.
Pero
el autor
va
más
allá,
ya que al separar
estas
actividades
de
la
agricultura
permite
su desarrollo
independiente98.
A
este
res
-
pecto,
Varrón
no
hace
sino
desarrollar
una
tendencia
que
ya
aparece
en
Catón;
no
en
el
portavoz
de
la tradición, autor del de
agri
cultura,
sino
en
el
propieta
-
rio
empeñado
en
todo
tipo
de empresas
rentables,
retratado
por
Plutarco,
que
puede llegar,
incluso,
a
relegar
a la agricultura a la
categoría
de
pasatiempo99.
Los
textos
jurídicos reflejan
esta
misma
orientación.
En
Dig.,
7,
1,
13,
5
(Ulp.),
por
ejemplo,
se
plantea
la
posibilidad
de
si
una
explotación
en
usufructo,
dedicada
a la
viticultura, puede
reconvertirse
hacia
una
nueva
nueva
actividad:
la
extracción
de
minerales.
Este
es
un
caso significativo,
ya que la
modificación
de
95
Di Porto,
1984a,
19 s.,
57;
Veyne,
1979,
273.
96
Veyne,
1979,
276;
Capogrossi
Colognesi,
198k
447;
cfr.
Di
Porto,
1984b,
3261,
o.
65,
para
una
definición
de
fa/se
rnae
deversoriae.
~‘
dr.
Columela,
RR.,
1,
2,
2-4.
98
Revilla,
1993,
21.
~
Plutarco.
Cato
Mejor,
XXI,
5
(vid.
Gabba,
1980, 92>;
es
significativo
que
junto
al
comercioyprác
-
ticas
financieras
se
incluya
la
explotación
de
recursos
naturales
(forestales,
en
este
caso>,
también
destacada
por
Varón.
330
Víctor
Revilla Calvo
un
fundus
en
usufructo
sólo
puede
realizarse
para
su
mejora
y que
tal
modifica
-
ción
se
produce
aquí
en
detrimento
de
la
viticultura,
una
práctica
en
principio
muy rentable.
La
situación
planteada
supone
el
reconocimiento
explícito
de
que
ciertas actividades
no-agrícolas,
integradas
en el
fundus,
proporcionan
una
renta
-
bilidad
que
justifica
el
desplazamiento
de
la
agricultura
a
un
segundo término.
En
el
mismo sentido
deben
interpretarse
!as
alusiones
de Varrón
a la
elevada
renta
-
bilidad
que
producen
ciertos
tipos
de
cultivos
o la
pastio
villatica
enfundi
próxi
-
mos
a
ciudades
obien
comunicados.
Esta
rentabilidad
sólo
se
explica
por la
vin
-
culación
al
consumo urbano
y a
las
posibilidades
que
éste brinda:
demanda
a
gran
escala,
diversificación,
precios
elevados.
Más o
menos
explícita
subyace,
aquí,
una
tendencia
hacia
la
especialización
en
producciones
y
actividades,
agrí
-
colas
o
no,
más
rentables.
Diversificación
y
especialización
aparecen,
así,
como
términos complementarios
de
una
misma
estrategia
económica.
Toda
forma
de
artesanado,
en
general,
y
el
cerámico,
en
concreto,
puede
integrarse
en
este
marco.
Es
evidente,
como
se
ha
señalado
con
anterioridad,
que la producción cerámica
puede surgir
en
muchosfundi
como
actividad
com
-
plementaria a la agricultura
y
para abastecer
las
necesidades domésti¿as.
Pero
esta
situación
inicial puede modificarse.
En
el
caso
concreto
del litoral
de
la
Tarraconense,
hay razones para pensar que
algunos alfares
sobrepasaron
el
umbral
del
autoabastecimiento y de la
vinculación
a la
agricultura
para
cubrir
una demanda más
amplia,
rural y
urbana.
Esta
transformación
se
data
en
cier
-
tos
lugares
a
finales
del
s.
1
d.C.,
pero
se
hace
más
evidente
en talleres
de
los
ss.
II
y
111
d.C.
Los
rasgos
que la
definen
son
la
incorporación
al
repertorio
de
ciertos
elementos
cerámicos
de
amplio
consumo
en
el
mundo romano
(terra
sigillata
hispánica, imitaciones
de
cerámicas
africanas)
y,
especialmente,
el
desarrollo de
nuevas formas
de
fabricación
de
algunos
ya
existentes.
En
lo
que
respecta
a la cerámica
común,
por
ejemplo,
se
observa
una
reducción
del
número
de
tipos
fabricados
y
una
estandarización
de
formas
y
dimensiones’~.
Todo
ello
no
impide
mantener una cierta
diversidad
de
producciones
que
se
explica por el
deseo
de
satisfacer
una demanda
muy
variada;
es
el
caso,
con
-
cretamente,
de los
materiales
constructivos101.
La
misma
vinculación
al mercado
explica
la aparición
en
la
villa
de
pro
-
ducciones
artesanales
muy concretas que
no
pueden
limitarse
al
autoabasteci
-
miento.
Entre
ellas
se
incluye
la
fabricación
de
objetos
de
vidrio,
constatada
en
algunos núcleos rurales
de
la misma
Tarraconense102;
pero también
prácticas
00
Vid.
‘apra
apartado
3.
01
Esta
situación
no
sería
incompatible
con
una
fabricación
preferente
de
algunos elementos
de
mayor
demanda,
como
las
¡egulae,
mientras
que
otros
se
producirían
de
forma
minoritaria
o
esporádica
(Revilla,
1993,
128
s.).
[02
Por
ejemplo,
en
la
conocida
villa
de
Torre
Llauder
(Mataró),
30 kms.
al norte
de
Barcelona
(M.
Ribas, 1972);
para
la
constatación
arqueológica
de
algunas
prácticas
artesanales
en
vll/ae
de
esta
zona:
¡‘re
-
vosti.
1981b,
538.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en la
Hispania
Tarraconense
331
sólo conocidas a
través
de
los
textos,
como
la
tintorería
o
los
tejidos
(Dig.,
39,
3,
3
pr.
Ulp.;
Varrón,
RR.,
1,
2,21);
o,
en
general,
un
amplio conjunto
de
acti
-
vidades
extractivas
y
forestales
incluidas
en
el
ámbito
del
fundus103.
Todo
ello
se
justifica
por
las
posibilidades
de
comercialización,
en
condiciones
de
circu
-
lación y demanda
favorables,
y
como
resultado
del
aprovechamiento
de
los
recursos
naturales
integrados
en
un
patrimonio concreto.
La
misma
posibilidad
explica la coexistencia
de
actividades artesanales
en
un
mismo
momento
o la
sustitución
de
unas
por
otras
que muestra la arqueología
en
muchas
villae.
6.
Viticultura,
propiedad
y
propietarios
en el medio
rural
de
la
Tarraconense
El desarrollo
de
una
agricultura
orientada
hacia
la
comercialización,
que
íntegra
un
conjunto
de
actividades
complementarias, infraestructuras
y
mano
de obra a una escala
determinada,
obliga a analizar la
estructura
de
la
propie
-
dad en la
Tarraconense.
Esta
necesidad
nos
sitúa
ante
un
marco
histórico
más
amplio
en el que
se
integra
un
conjunto
de
fenómenos: conquista
y
organiza
-
ción administrativa
de
los
territorios provinciales, evolución
de
las
sociedades
índigenas,
intervenciones
posteriores
del
gobierno romano.
En
este
contexto,
ocupan una
posición especial
las
migraciones
de
poblaciones
itálicas
a
Hispa
-
nia,
la fundación
de
núcleos
urbanos
y la
planificación
del
paisaje rural
mediante
la
centuriación.
Sólo
en
esta
perspectiva
puede
plantearse
la
cronolo
-
gía
y
entidad
de este
modelo
económico
en
el
litoral
de la
provincia.
El
análisis
de
las
formas
de propiedad
asociadas
al desarrollo
de
la
viticul
-
tura presenta algunas
limitaciones. Estas
resultan,
en
buena
parte,
de
la escasez
y
naturaleza
de la
información disponible:
apenas hay
referencias
literarias
a
propietarios
en
la zona y la
epigrafía (incluida
la
anfórica)
aporta
muy
poco. En
esta
situación,
se
ha
recurrido
a la
interpretación
de
la información
arqueológi
-
ca:
tipología
y
entidad del hábitat
rural,
distribución
del
poblamiento,
infraes
-
tructuras.
Todos
los
estudios
de
síntesis
sobre la
estructura
de la propiedad
en
época
imperial
se
basan
en
esta
documentación”’t
como
también lo
hacen
los
trabajos
sobre
la
organización
del
poblamiento
rural
realizados
en
áreas muy
concretas
del
litoral
catalán
(en
especial,
Maresme y
Barcelonés)105.
La
interpretación
de
estos
datos,
sin
embargo,
parte
generalmente
de una
sede
de
supuestos
que vician los
resultados.
El más
importante
de
éstos
es
la
identificación
total
entre
hábitat
(asimilado
abusivamente
a
villae),
unidades
de
‘~3
Revilla,
¡993,
2Oss.
It»
Pueden
citarse:
A.
Arribas,
1963;
M.
Tarradelí,
1968;
trabajos
posteriores
utilizan
gran
parle de
sus
conclusiones
al
analizar
el
poblamiento
rural de
la
Tarraconense:
Gorges,
1979,94
ss.
0~
Prevosti,
1981a;
ead.,
1981b.
332
Víctor
Revi/la Calvo
explotación
y
dimensiones
de la
propiedad1~.
Dicho
de
otra
forma,
bastaría
dividir la
extensión
total
de
un
territorio
entre el
conjunto
de
asentamientos
conocidos para
restituir
las
dimensiones aproximadas
de
losfrndi
y,
con ellas,
la estructura de la
propiedad.
Esto
ha
permitido
hablar
de
un
predominio
gene
-
ralizado
de
la pequeña y media propiedad en época
tardorrepublicana
e
impe
-
rial
en el norestede la
provincia107.
Este
análisis adolece
de
varios
defectos.
En
primer
lugar,
ofrece
una
visión
excesivamente esquemática
del
poblamiento
y
de
la
agricultura
romana que
no
tiene
en
cuenta
ciertos hechos:
la existencia
de
formas distintas
de
propiedad
o
uso
y
su
transmisión,
las
posibilidades
de
fragmentación
de
un
patrimonio
rural
o la presencia
de
un
conjunto
de
prácticas
económicas
muy
variado
en
el
fun
-
dus.
Estos
factores
determinan
las
características
y
distribución
del
hábitat
en
un
territorio.
En
particular,
sabemos
que la propiedad
en
el
mundo romano
se
presenta con
frecuencia
muy
dispersa,
como
resultado
de
una
variedad
de
for
-
mas
de
adquisición
y
transmisión (compra-venta,
herencia,
donación;
confis
-
cación,
en
el
caso
de
la propiedad
imperial)’08.
Esta
situación
de
hecho
pre
-
senta ciertas
ventajas,
pues
permite la
integración
de
un
conjunto
muy
amplio
de
prácticas
y
posibilidades económicas,
cuya
explotación
depende
del
interés
del
propietario.
La
dispersión
del
patrimonio
permite,
así,
emprender
el
culti
-
vo
de
productos
diversos,
actividades artesanales
o
la
explotación
de
recursos
naturales.
La
actuación
del
propietario,
en
este
contexto,
es
fundamental
para
entender la
organización
interna
del
fundus,
o
del
conjunto
de
fundi
poseídos
en
un
territorio,
y
las
diversas
soluciones
adoptadas:
subdivisión
en
diversas
partes
fundi,
especialización
en
ciertas
producciones,
etc.t~.
Todas
estas
solu
-
ciones
inciden
directamente
sobre
la
organización
de
las
infraestructuras
o
de
los
edificios
residenciales
y
dependencias.
Por
esta
razón,
es
arriesgado
tradu
-
cir
automáticamente
en
términos
jurídicos
una
evidencia arqueológica.
El problema de fondo
del
planteamiento
señalado,
sin
embargo,
es
que la
confusión
entre
sistemas
de
explotación
y
propiedad
conduce
a una
visión
con
-
tinuista
y
estática
de
la
evolución
de
la propiedad
rural.
Se
ha
llegado,
incluso,
a defender una
pervivencia
casi
invariada
de
la
estructura
establecida
en
época
tardorrepublicana
hasta la Antiguedad
tardía110.
En
este
contexto, fenómenos
o
acontecimientos
bien conocidos apenas aportarían
novedades,
cuando
no
refor
-
zarían
el esquema
histórico
propuesto:
las
migraciones a
Hispania,
en
las
que
106
Cir.
Prevosti,
198
Ib,
43;
y sus
conclusiones, en
las
pp.
534
y
Ss.;
la
autora, en un reduccionísmo
extremo,
identiftca
estroctura
de
la
propiedad
y
densidad
del
hábitat
rural.
07
Arribas,
1963,
197
5.;
Prevosti,
1981b,
534, 536.
~
R.
Duncan-Jones.
1976.
09
Sobre
la
autonomía
del
propietario
en
la
organización
del
fundus:
L.
CapogrossiColognesi,
1981b,
35!
s.s.;
P.
W.
de Neeve,
1984b;
comapárese
con
la
división
de un
alfar
en
partes
que
aparece
en
los P
Oxy.
3596
y
3597.
~
Prevosti,
1981b,
561.
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en la
Hispania
Tarraconense
333
se
hace
referencia explícita a
diferencias
socio-económicas
(por
ejemplo,
Caes.,
BC.,
1,51),
las
fundaciones
de
colonias,
la presencia
de
grandes
propie
-
tarios.
Sería
igualmente
difícil
relacionar
un
fenómeno
económico
como
la
viticultura,
que
conoce
una
intensidad particular
según
épocas y
zonas,
con la
evolución
general
del
medio
rural
de
la
provincia.
Por
último,
de
modo
más
amplio,
resultada
casi
imposible
analizar la
evolución
de
las
estructuras
socío
-
económicas de la
Tarraconense
y explicar el desarrollo de
un
grupo
social
capaz
de acceder a la elite
dirigente
del
imperio
en
los
ss.
íyIt
d.C.111.
Un
análisis
más
profundo
de
la
evidencia arqueológica,
referida
al
pobla
-
miento
rural,
o centrada
estrictamente
en
la
producción cerámica,
muestra
un
panorama
mucho
menos homogéneo.
En
primer
lugar,
se
ha comprobado la
existencia de
grandes
propietarios
romanos con
intereses
en
la
viticultura
de la
Tarraconense.
El
caso
más
conocido
es
el
de
Cii.
Cornelius
Lentulus
Augur,
cuya marca aparece
sobre
ánforas Pascual
112.
Esta
vinculación
es
especial
-
mente
interesante,
puesto que
nos
informa, además,
sobre
formas
concretas
de
constitución
de la
gran
propiedad
en
un
medio provincial:
el
favor
imperial,
bien
conocido
en
el caso
de
Augusto
con
respecto
a
sus
partidarios,
y los
bene
-
ficios
derivados
del
ejercicio
de
cargos
políticos’
13
Pero
este
no
es
un
caso
ais
-
lado;
existe la posibilidad de relacionar
con
la
gran
propiedad a
otros
persona
-
jes identificados
en
la
epigrafía anfórica
que
sin
duda
reflejan
la presencia
de
familias
importantes,
en
algunos
casos
asentadas
en
época
republicana
como
resultado
de
las
migraciones
itálicas
a
Hispania1
14
La existencia de
esta
gran
propiedad
se
relaciona
mejor con
un
modelo
agrícola
basado
en
elevadas
inver
-
siones
y que
integra
un
amplio conjunto
de
actividades
relacionadas con la
pro
-
ducción
y
comercialización
de
un
excedente1
15
Esta gran propiedad
también
puede
interesarse
en
el
desarrollo
autónomo
de
las
mismas prácticas
cuando
proporcionan una rentabilidad
elevada.
Una
situación
similar
se
constata
en
ciertas áreas
de
Italia
vinculadas
a la
exportación
de
vino
y
aceite
(Tirreno,
Adriático)’
16
Con
todo,
no
puede
excluirse la presencia de propietarios
media
-
nos
o
pequeños.
Algunos
de
ellos
debieron
estar en condiciones
de
producir
un
excedente y
de
reproducir
este
modelo agrícola,
integrando actividades
artesa
-
nales a escala
más
modesta1
17
El problema
reside
en
cómo
calificar
en
térmi
-
nos
socio-económicos
la
mayoría
de
¡ria
noinina
que
aparecen
en
las
ánforas
de
la
províncía.
Vid.
P.
Le
Roux.
1982.
112
p,
Gianfrolta,
1982;
Tácito
(Anis.,
IV,
44.
l)
y
Séneca
(De
ben., 11,27,2)
reflexionan
acerca
de
sus
riquezas
y
el
modo
de
adquisición.
‘‘3
Se
trata,
en
palabras
de
C.
Nicolel,
1988, 194,
de
les
rentes
<¡u
poavoir.
~
L
Venulejus.
C.
Mussidiusflepos:
vid.
Tehernia,
1987,
333
5.;
cfr.
Gorges,
1979, 104.
lIS Di
Porto,
l984b,
3240.
lib
Manacorda.
l989.
453
ss.
Miró,
l988,
226
ss.
334
Víctor
Revilla
Calvo
Esta
diversidad
en la
estructura
de
la propiedad
nos
permite analizar mejor
ciertos hechos.
En
concreto,
es
posible que la
expansión
de la
viticultura
de
la
Tarraconense
en
época
augustea
deba
relacionarse
con una
importante
reorga
-
nización
de la
estructura
socio-económica
que actuó
en
un
doble
sentido.
Por
un
lado,
hacia la constitución de una pequeña o
mediana
propiedad
como
resul
-
tado
de
la
colonización
oficial
en
ciertas áreas;
el mejor
ejemplo,
relacionado
con el
asentamiento
de
veteranos
es
Barcino1
18
Este
tipo
de
actuaciones
debe
relacionarse
con una
política
más
amplia, iniciada
con
César1
19
Por
otro,
la
práctica
de
Augusto
de
recompensara
sus
partidarios
y
la
intervención
de
éstos
en
la sistematización
y
administración
de
los
territorios provinciales permitiría
la aparición
de
la
gran
propiedad.
La
evolución
de
la estructura
socio-econó
-
mica
de
la provincia (por
ejemplo,
en
los
mismos núcleos
coloniales)
favore
-
cería
ulteriormente
su
expansión
en
ciertas áreas.
Los
intereses
de
estos
gran
-
des
propietarios
debieron
incluir,
además,
la
comercialización
de la
producción
vinícola,
en
gran
parte
aprovechando
sus
privilegios
como
elitet2O.
El
panora
-
ma
se
revela,
en
resumen,
muy
complejo
y muestra
un
desarrollo
menos lineal
de
lo
que
se
ha
pretendido.
Sólo
esto
permitirá
explicar la
evolución
general
de
la
viticultura
en
la
Tarraconense
y,
a la
vez,
valorar
la posible
diversidad
de
ritmo y
entidad
del
fenómeno
(y su
relación
con
un
marco
económico
más
amplio)
en áreas
concretas.
BtBLtOGRAFÍA
ARANEGUI,
C.,
y
GísBsc,
J.
A.,
1992:
«Les
amphores
it
fond
plat
de
la
Péninsule
ibé
-
rique>’,
en Les
amphores
en CauJe,
Producrion
et
circulation,
Metz
1990
(Paris)
‘01-II.
ARANEGUI,
C.,
1981:
«La
producción
de
ánforas
romanas
en
el
País Valenciano.
Esta
-
do
de
la
cuestión»,
APL
XV,
223-28.
ARRIBAS, A.,
1963:
«La
arqueología
romana
en
Cataluña»,
en
II
Symposium
de
Prehis
-
toria
Peninsular,
Barcelona
1962
(Barcelona)
187-208.
BRENTCHA[OFF,
D.,
1980:
«L’atelier
du
Pauvadou.
Une
officine
de
potiers
flaviens
it
Fréjus»,
RAN
13,72-114.
CAPo¡Rossí
COLoGNES!,
L.,
198
la:
«Proprietá
agraria
e
lavoro
subordinato
nei
giuris-
ti
e
negli
agronomi
latini
tra
Repubblica
e
Principato»,
en A.
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ScHIA
-
VONE
(eds.),
Societá
romana
eproduzione
schiavistica,
vol.
1
(Roma-Han)
445-54.
‘8
Cfr.
Tchen,ia,
1989,
532,
que
destaca
la
importancia
de
la
colonización
ene!
desarrollo económico
provincial.
119
Vid.,
en
generdí.
H.
Gaisterer,
t971.
¡20
Vid.
Tcbernia,
1987,
334;
algunos
de
los
mcrcados
del
vino
tarraconense
son,
precisamente,
áreas
que
sufren
una
intervención
profunda
en
época
augustea
(Galias,
Germania).
Producción
artesanal,
viticultura
y
propiedad
rural
en la
Hispania
Tarraconenze
335
íd.,
198
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aspetti
dell’organizzazione
fondiaria
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338
Víctor
Revilla
Calvo
1..
l.Aumediíía
(T¡
‘¡ana>
31.-
can
Riniere
(Badalona)
2,-
Mas
del
Camorra
(Benifaller)
32.-
Alella-Aannpisna
(Atrita)
3.
Mas
del
CoIl
tRiudoras)
33..
CaS
Ros
de
les
Cabera
(El
Mastina)
4.-
Mas
de
t.Anmnni
Coria
Riudortísí
34..
Riera
de
Tea
(Masnoal
5..
rinneba
del
Casielton
(Riudoma>
35..
Club
de Tenais
Barcelona
(TriS>
6.-
Molina
atoas
<Riadono)
36.-
Veinae
del
Sant
Cris’
(Cabrita)
7,.
a
Usada
(Reus)
37.-
Sant Sebastiá
(Argentorsa>
8,-
Cl
Vitar
(Reus>
38.-
can
Poneil
tAngcntona)
9..
Eta
Antigonts
(La
Canonja.
Tarragona)
39..
Tone
Llauder
(Manará)
lo,-
Unhanización
Rincón
del
César
(Creixetl>
40.-
santa
Cecilia
(Matará)
II.-
El
Vitannar
(calaren>
.
41.-
Les
Cuarten
(Matará)
2.-
Adarré
(Vilanora
i
a
GeLíní)
42-
St
Monee?
(Llavaneres)
13.
Sant
Bol
43..
lIorna
Nona
(Arrnys
de
Mar>
14.-
Can
Pedrerol
(caaleltbisbal)
44., El
sol
del
Camnrp
(Sant
vicen~
de
Monrain>
15.-
can
ratonen
(El
Papiol)
45.-
Tone
Manina
<Sant
Pol>
¡6.-Can
Jofrensa
(Serrana)
46.-
El
Moré
(Sant
Pat>
¡7.-
La
Salen
(Sabadell>
47.-El
Rosen
iCalelta)
8.-
Can
Pee
(Sant
Quiree)
48.-
Can
Viader
(Matgeae)
9.-
Santa Maria deten
Femes
(Ccrdaayota
det
Valtis)
49..
Fenals
(I.toner)
20.-
Cansp
Den
Ventura
de
lolter
>Sna.
Perpeena
de
Mn8eda)
50.-
Mas
Cante
¡
(Tosta)
21.-
Cueree
Hatotes
(caldos
de
Morrebnti)
St..
SAgaró
(Caarrlt.Ptaeja
DAro)
22.-
Can Caeerac
(Catdes
dr
Montba>)
52,-
cae
Llanamna (Plarja
DAro)
ni
Miqael
deis
Manires
(Catales
de
M,nnebuií
53.-
cap
Roig
(Calonge>
24.-
Can
Vendrelí
(Sta.
Estájia
de
Ranqana>
54..
Patanliás
(Palamós)
25.-
Can
Cabur
Sra.
Catília
de
Ron
(ana)
55..
1-jafrane
)Patafragell)
26.-
can
Callee
(Lhnars
dett
Valíba)
56.- FI
vaed
(mapa)
27.-
Nrra.
Sra.
del
Pon
(Barcetana)
57.-
Cal
Menut
>En,nedáa.Coenetls
de
Temo
28.-
Moníjala
(Barcelona)
st.-
La
Bomba
>Vilarnacolum.Tomtetla
dr
FIad»
29.-
Avda.
Franeese
Cambé
(Bareetona) 59..
Pnig
Redon
tCor5h)
30.-
Can
Valta
(Badalona)
FIGURA
1.—
Distribución
de
los
centros
productores
de
ánforas
en el
NE
de
la
Tarraconense
... El conocimiento sobre las figlinae amphorales de la Provincia Hispania Citerior ha sido objeto de un gran avance en las últimas décadas. Desde los primeros estudios realizados por Ricard Pascual en el área layetana (Pascual, 1977), se han sucedido varios trabajos monográficos de sistematización de centros de producción de ánforas en la Hispania Tarraconensis (Miró, 1988;Revilla, 1995;Tremoleda, 2000;, y también en formato artículo (Aranegui Gascó y Mantilla, 1987;Nolla, 2008;Tremoleda, 2008;Gisbert, 2009;Mateo Corredor, 2018). Igualmente, los alfares situados en el hinterland de la ciudad de Tarraco no han sido ajenos a esta efervescencia del conocimiento, especialmente en los últimos 15 años (Gebellí, 2007;Járrega, 2009;Cabrelles y Gebellí, 2010). ...
... El autor pionero en relacionar las marcas epigráficas sobre ánfora con los talleres fue, nuevamente, Ricardo Pascual (1977), creando un índice de estampillas que sirvió, a su vez, para identificar la proveniencia de un gran número de ánforas presentes en varios pecios naufragados en el Mediterráneo occidental (Sciallano y Liou, 1985). Posteriormente, se publicaron importantes corpus epigráficos sobre ánforas tarraconenses, plasmados en diferentes obras a nivel global de la Hispania Tarraconensis (Miró, 1988;Pascual, 1991;Revilla, 1995;, y para casos más específicos, como en Baetulo (Comas, 1997), el ager Barcinonensis (Berni y Carreras, 2013), el ager Tarraconensis (Berni, 2010), el área productiva del Baix Llobregat (Berni y Carreras, 2009) y la Layetania interior (Carreras, 2019). Como podemos comprobar, el panorama historiográfico es excelente. ...
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Las ánforas del tipo Dressel 2 producidas en diferentes figlinae ubicadas en el territorium de Tarraco presentan características morfológicas únicas, que las hacen fácilmente distinguibles de visu de otras producciones de este mismo tipo anfórico en Hispania. Igualmente, su sistema de sellado también es particular, ya que no presentan sellos epigráficos en posición in pede, a diferencia del resto de producciones más septentrionales. En cambio, nos hemos percatado de un hecho que ha pasado desapercibido hasta día de hoy: la presencia de grafitos ante cocturam sobre pivote, inscritos cuando el ánfora se encontraba en el área de secado, en posición invertida, que están formados por tres letras y cuyo único desarrollo posible son los cognomina de los figuli que elaboraron dichas ánforas. Basamos nuestras afirmaciones en lo sencillo de estas inscripciones, ya que aparecen estos nombres personales inscritos sobre sello epigráfico, que deben representar a los capataces de las cuadrillas de figuli, o a los subordinados encargados de dirigir la figlina, siendo más plausible la primera opción. Este trabajo, por tanto, quiere poner el foco de atención en esta particularidad de las producciones anfóricas del ager Tarraconensis, así como dar a conocer los nombres personales de estos artesanos, que pertenecerían a uno de los estratos sociales más humildes dentro del sistema productivo vitivinícola y su circuito económico de exportación.
... La forma canónica de una 'villa romana' consta de un sector de espacios privados o pars urbana donde 7 Vide Busquets, et al. 2013: 233-244;Jàrrega, 2000: 271-301;Prevosti, 1991:135-141;Prevosti, 2022;Remesal, 2011: 49-54;Revilla, 1995;2004: 175-202;2008: 99-124;2010a: 25-70;2010b: 139-159;2011-20122015a: 171-197;2015b:1-17;2017: 361-397;2022: 169-200. encontramos las dependencias de habitación : atrium, culina, triclinium, tablinium, oecus, cubicula, peristilum, etc; En la región de la Layetania, el vino no sólo se producía para el consumo local y regional, sino que también era comercializado interprovincialmente y en otros territorios de ultramar. ...
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Viticulture played an important role in the economy of the Mediterranean coast of Hispania Citerior Tarraconensis between the 1st century BCE and the 3rd century CE. Vineyards, wineries, and pottery workshops are usually found clustered in specific areas, such as the Laetanian region located on the northeast coast of the Iberian Peninsula. Their spatial and temporal distribution has been previously interpreted as proof of the existence of an intensive and specialized wine-making economy associated with large-scale production and trading of wine in large quantities targeting, predominantly, overseas markets. Despite the significance of wine-growing activity in the territory and its role in the Roman empire-wide economy, the processes involved in production, trade and consumption of Laetanian wine and its evolution over time have never been quantified using predictive modelling and GIS-based analyses. A semi-automatic predictive model with the programming language ©Python was created to accelerate and simplify the process of geospatial and statistical analysis to calculate the suitability of the locations of known archaeological sites associated with viticulture and to determine the underlying factors of their distribution. The algorithm developed in this predictive model allow us to estimate and situate the number of wine-making facilities needed for processing a maximum number of potential vineyards and to obtain some first macroeconomic yield ratios. It also has been designed in a way that can be easily used with other datasets for future studies in different territories Keywords: Viticultural landscapes, Laetanian Roman wine, geospatial and archaeological data analysis, predictive modelling, economic studies, productive yield ratios and vineyard fields extension.
... Algunas de las marcas identificadas (CEL/HELE y PHILO) permiten situar de modo más preciso la zona de origen en el curso inferior del Llobregat. La explotación de esta área geográfica hay que situarla en el contexto de la fundación de la colonia Barcino (Revilla 1995;2004). ...
Conference Paper
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Mirar al interior. Dinámicas de circulación y consumo del vino layetano en Hispania Resumen: El desarrollo de la viticultura en el noreste de la provincia Hispania Citerior Tarraconensis a lo largo del siglo I a. C. se asocia a unas dinámicas de distribución muy importantes. La evidencia documental parecía indicar que la distribución de los vinos tarraconenses se limitaba a los mercados mediterráneos y, a través de los ejes fluviales galos, las provincias galas y, en menor medida, Germania y Britania, presentando un consumo aparentemente minoritario en otras regiones del imperio. El incremento de datos permite matizar esta impresión en el caso de algunas regiones de Hispania, tanto litorales como interiores. Esta inves-tigación se centrará en cuatro escenarios de consumo: el noreste peninsular y los mercados del interior, la cornisa cantábrica, la costa levantina y el área bético-lusitana. El análisis de estas evidencias también permite cuestionar los planteamientos limitados a la identificación de recipientes sin tener en cuenta otros posibles vectores de comercio. Palabras Clave: Ánforas tarraconenses; comercio regional; comercio vinario; mercados hispanos. Abstract: The viticulture development in northeastern Hispania Citerior Tarraconensis province throughout the 1st century BC. it is associated with very important distribution dynamics. The documentary evidence seemed to indicate that the distribution of tarraconensis wines was limited to the Mediterranean markets and, through the Gallic river axes, the Gallic provinces and, to a lesser extent, Germania and Britain, presenting an apparently scarce consumption in other regions of the empire. The increase in data allows us to qualify the case of some regions of Hispania, both coastal and inland. We will focus our research on four consumption scenarios: the northeast of the peninsula and the inland markets, the Cantabrian coast, the eastern coast (Levante) and the Betic-Portuguese area. The analysis of these evidences allows to question analytical perspectives limited to amphoric identification without taking into account other possible trade vectors.
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Edició de les actes del congrés FIGLINAE HISPANIAE. Nuevas aportaciones al estudio de los talleres cerámicos de la Hispania romana (Tarragona, 19-20 de septiembre de 2018), que va tenir lloc, a Tarragona, del 19 al 20 de setembre de 2018. La publicació presenta dotze articles (en català, castellà i portuguès) de tallers ceràmics de Portugal, el sud d’Espanya, Alacant i Catalunya. «El tejido productivo anfórico en el litoral de la Bética: Análisis de la organización interna de sus talleres alfareros» «Ateliê da Quinta do Rouxinol (Baixo Tejo – Lusitania): produção de ânforas, cerâmica comum e imitações de engobe vermelho não vitrificado (IEV)» «Producción y adquisición de terra sigillata hispánica de origen bético» «El barrio alfarero romano de Cartuja (Granada). Novedades en el sector Beiro» «Notas acerca de las estructuras humanas de producción en la terra sigillata hispánica de Los Villares de Andújar a la luz de la legislación romana» «Molde del ceramista Gaius Valerius Verdullus para la fabricación de paredes finas encontrado en Osca (Huesca)» «La figlina de La Rana / Les Puntes (Gata de Gorgos, Alicante). Prospección geofísica y primeras actuaciones arqueológicas de un centro alfarero altoimperial» «La bòbila romana d’Ermedàs. Un taller de fabricació cerámica al sud de l’estany de Banyoles» «Nuevos datos sobre la figlina romana de Mas Coll (Alella, el Maresme)» «La terrisseria del carrer Pujol. Una figlina artesanal d’època tardo republicana a Baetulo» «La figlina del Vila-sec (Alcover): proposta de restitució arquitectònica i funcional del taller ceràmic» «Nova terrisseria de l’ager de Tarraco a la partida dels Sots o Sota la Timba del Castellot (Riudoms)»
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Edició de les actes del congrés FIGLINAE HISPANIAE. Nuevas aportaciones al estudio de los talleres cerámicos de la Hispania romana (Tarragona, 19-20 de septiembre de 2018), que va tenir lloc, a Tarragona, del 19 al 20 de setembre de 2018. La publicació presenta dotze articles (en català, castellà i portuguès) de tallers ceràmics de Portugal, el sud d’Espanya, Alacant i Catalunya. «El tejido productivo anfórico en el litoral de la Bética: Análisis de la organización interna de sus talleres alfareros» «Ateliê da Quinta do Rouxinol (Baixo Tejo – Lusitania): produção de ânforas, cerâmica comum e imitações de engobe vermelho não vitrificado (IEV)» «Producción y adquisición de terra sigillata hispánica de origen bético» «El barrio alfarero romano de Cartuja (Granada). Novedades en el sector Beiro» «Notas acerca de las estructuras humanas de producción en la terra sigillata hispánica de Los Villares de Andújar a la luz de la legislación romana» «Molde del ceramista Gaius Valerius Verdullus para la fabricación de paredes finas encontrado en Osca (Huesca)» «La figlina de La Rana / Les Puntes (Gata de Gorgos, Alicante). Prospección geofísica y primeras actuaciones arqueológicas de un centro alfarero altoimperial» «La bòbila romana d’Ermedàs. Un taller de fabricació cerámica al sud de l’estany de Banyoles» «Nuevos datos sobre la figlina romana de Mas Coll (Alella, el Maresme)» «La terrisseria del carrer Pujol. Una figlina artesanal d’època tardo republicana a Baetulo» «La figlina del Vila-sec (Alcover): proposta de restitució arquitectònica i funcional del taller ceràmic» «Nova terrisseria de l’ager de Tarraco a la partida dels Sots o Sota la Timba del Castellot (Riudoms)»
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The book investigates the cultural and political dimension of Roman arboriculture and the associated movement of plants from one corner of the empire to the other. It uses the convergent perspectives offered by textual and archaeological sources to sketch a picture of large-scale arboriculture as a phenomenon primarily driven by elite activity and imperialism. Arboriculture had a clear cultural role in the Roman world: it was used to construct the public persona of many elite Romans, with the introduction of new plants from far away regions or the development of new cultivars contributing to the elite competitive display. Exotic plants from conquered regions were also displayed as trophies in military triumphs, making plants an element of the language of imperialism. Annalisa Marzano argues that the Augustan era was a key moment for the development of arboriculture and identifies colonists and soldiers as important agents contributing to plant dispersal and diversity.
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The underwater deposit of cape Gros has been the subject of surveys in recent years. It has not yielded any significant remains of a ship, but corresponds to a shipwreck site, as shown by several tenuous elements. On the other hand, it has yielded the remains of a cargo of Pascual 1 amphorae. Archaeometric analyses have shown that this very homogeneous cargo comes from the same area, and probably from the same workshop located in the vicinity of Badalona. It illustrates the flow of Leetanian wines transported from the ports of the central area of the Catalan coast to Narbonne, in order to supply western Gaul in particular, as well as the northern confines of the Empire. More specifically, it is comparable to that of the wrecks at Els Ullastres and Cap del Vol, and must be placed at the peak of Leetanian wine production between 40 BC and the Augustan period Keywords :
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In order to understand overseas trade, we must also know the main features of the agricultural production of the goods involved in that trade. The ager cosanus is a specimen of agricultural development devoted, from the early first century B.C., to the exportation of wine. The villa of Settefinestre comprised about 500 iugera and, on the basis of Cato's account of a model vineyard, we may estimate that about 230 iugera were covered with vineyards. The villa was capable of producing approximately 4260 amphoras of wine. The life of the villa had three phases: I. (75-B.C.-25 A.D.) the architecture of the villa is well-balanced, with a careful distinction between villa urbana and rustica; II. (25-100 A.D.) there is an increase in the productive parts of the villa (cella vinaria); III. (second century A.D.) in this period the villa is progressively neglected.
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Our knowledge of the pottery industry in ancient Egypt has so far been derived from sculptured reliefs showing potters at work, from a few excavations of kilns and from chemical analyses of pottery wares. Documentary evidence has now come to light in the form of three pottery leases from Oxyrhynchus, all dated to the middle of the third century a.d. They are so closely related in subject-matter, terminology, date and the names of the contracting parties that I publish in full only the earliest and most complete (which I shall refer to as A); but I include references to the more significant details of the other two (B and C). Their importance lies in the fact that they reveal a remarkably large scale industry, and also much concerning the techniques and terminology of the pottery industry, especially the names of the clays used and the sizes of the jars.
Cerámiques comunes ide producció local d'época romana 1. Materials augusíals i alto-impericís a les comarques orieníais de Girona (Gerona)
  • J Casas
CAsAs, J. et alii, 1990: Cerámiques comunes ide producció local d'época romana 1. Materials augusíals i alto-impericís a les comarques orieníais de Girona (Gerona).
Antiche tecniche di lavoradone e moderni metodi d'indagine (Roma)
  • Cuomo Dl
CuoMo Dl CAPRIO, N., 1985: La ceramica iii archeologia. Antiche tecniche di lavoradone e moderni metodi d'indagine (Roma).