Content uploaded by Alfonso Vigil-Escalera Guirado
Author content
All content in this area was uploaded by Alfonso Vigil-Escalera Guirado on Feb 05, 2019
Content may be subject to copyright.
15
LA PRODUCCIÓN Y EL CONSUMO DE CERÁMICA EN EL CAMPO Y LA
CIUDAD DEL CENTRO DE HISPANIA EN ÉPOCA VISIGODA
(SIGLOS VI-VII D.C.): ¿DOS MODELOS O UN SESGO ANALÍTICO?
Alfonso Vigil-Escalera Guirado
Universidad de Salamanca1
aveg@usal.es
RESUMEN
El objetivo del trabajo es determinar la posible existencia de diferencias en lo que atañe
a las producciones cerámicas de época visigoda consumidas en el campo y la ciudad del
centro de Hispania. En caso a rmativo, indagaremos en el carácter de esas diferencias:
si pueden ser consecuencia de sesgos analíticos o responder a modelos productivos y de
consumo cerámico distintos. En el trasfondo de la investigación se encuentra el grado de
imbricación social, económica y política del campo y la ciudad en esta época.
Palabras clave: Cerámica, época visigoda, campo-ciudad, Toledo, aldeas.
ABSTRACT
e aim of this paper is to assess the possible di erences between the pottery from the city and
the countryside in the visigothic period. We will try to tell if analytical biases or real productive
and consumption patterns are responsible for the di erences. Social, economic and political
interplay between the cities and the rural settlements during this period are the fundamental
issues in the background of this research.
Keywords: Pottery, Visigothic period, city-coutryside, Toledo, villages.
1 Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto “Agencia campesina y complejidad sociopolítica en el noroeste de la
Península Ibérica en época medieval” (Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, HUM2016-76094-C4-2-R), el Grupo
de Investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales (Gobierno Vasco, IT936-16), el Grupo de Estudios Rurales (Unidad Asocia-
da UPV/EHU-CSIC) y el Grupo de Investigación ATAEMHIS, de la Universidad de Salamanca.
CONFERENCIA INAUGURAL
Cerámicas Altomedievales en Hispania y su entorno (siglos V-VIII d.C.)
ISBN: 978-84-947-9524-4, pp: 15-38
G L Y P H O S
16
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
Las relaciones entre la ciudad y el campo
durante la Antigüedad Tardía en Hispa-
nia o la interpretación de los cambios acae-
cidos en ambos han suscitado una muy am-
plia bibliografía (por ejemplo Arce 1993;
Díaz 2000; Olmo 2006; Fernández 2013).
En este trabajo se pretende examinar la evi-
dencia disponible al respecto de un asun-
to relevante para comprender el funcio-
namiento de la sociedad hispana de época
visigoda que, sin embargo, padece todavía
de una llamativa falta de atención por parte
de la investigación. Concierne a las posibles
diferencias que tal vez existieron entre la
producción y el consumo de vajilla cerámi-
ca entre la ciudad y el campo en el centro
de Hispania, y por ende, de las dicultades
que podrían surgir al contrastar los registros
arqueológicos coetáneos en ambas clases de
contextos. El objetivo es analizar hasta qué
punto hay argumentos a favor de esa diver-
gencia de modelos o si las diferencias pue-
den derivar de formas y métodos distintos
de estudiar los repertorios materiales.
Algunos autores han sugerido la exis-
tencia de esas diferencias en el ámbito del
distrito toledano-complutense2 (Olmo &
Castro 2011: 68), propuesta avanzada tam-
bién para el caso de El Tolmo de Minateda
(Amorós 2011: 177). Trataremos de exa-
minar en las siguientes páginas la evidencia
disponible en el primero de esos ámbitos, y
2 Olmo y Castro señalan la “aparente oposición entre centros
urbanos y rurales en el interior de la Península”, con “una ma-
yor presencia de formas a torno y de producción industrial en
centros urbanos” (2011: 68). “Se trata, sin embargo, de un fe-
nómeno todavía no sucientemente bien explicado en el que la
cultura material de determinados asentamientos rurales (…)
se muestra nítidamente diferenciada de los asentamientos ur-
banos” (2011: 69, la cursiva es mía).
en caso armativo, ya a una escala más am-
plia, se planteará si puede considerarse un
fenómeno aislado o responder a una oposi-
ción más genérica entre los modelos urba-
no y rural en este periodo3, susceptible de
encuesta a un ámbito ibérico o continental.
Mi posición al respecto de esa supuesta di-
vergencia de modelos de producción y consu-
mo cerámico entre el campo y la ciudad ha sido
bastante escéptica. Consideraba que los datos
disponibles de Mérida, uno de los sitios donde
el material cerámico de esta época ha recibido
atención (Alba & Feijóo 2003), no apoyaban
esa propuesta. Me he propuesto afrontar este
interrogante con el objetivo de dinamizar el
estudio de las relaciones campo-ciudad du-
rante este periodo. La resolución denitiva de
los interrogantes depende sin embargo de la
publicación rigurosa y completa de reperto-
rios cerámicos procedentes de ambos tipos de
contextos. A este respecto puede señalarse que
la edición de registros arqueológicos de asen-
tamientos rurales han logrado durante estas
últimos dos décadas una clara ventaja (Quirós
2009, 2013). La actividad arqueológica en las
ciudades del ámbito al que nos referimos en
este trabajo (Toledo, Complutum, Recopolis,
Segobriga) ha gozado en cambio de un con-
fortable respaldo institucional (universitario al
menos) que la arqueología de los sitios rurales
no ha tenido. En todo caso, nunca deberá en-
tenderse este debate como un torneo competi-
tivo entre quienes juegan en la ciudad y los que
3 La asunción de que la ciudad y el campo funcionan como
opuestos fue rechazada como un tópico por Kulikowski (2001:
147), como la creencia de que el crecimiento de uno implica-
ba el declive del otro. Sobre el particular campo-ciudad, véase
ahora Wilkin & alii 2015. Sobre el consumo diferenciado de
tipos cerámicos en ciudades, villae y establecimientos menores
en Aquitania romana, véase Réchin 2015.
G L Y P H O S
17
lo hacen en el campo, porque todos perdemos
si la perspectiva al abordar este y otros temas si-
gue siendo parcial y unívoca. De la insuciente
comunicación existente entre ambos ámbitos
arqueológicos somos todos responsables.
INTRODUCCIÓN
Las dos últimas décadas han supuesto un
sustancial progreso en lo que atañe al cono-
cimiento de las producciones cerámicas alto-
medievales hispanas (Gutiérrez Lloret 1996;
Macías 1999; Caballero & Retuerce 2003;
Fernández Fernández 2014; de Man & Tente
2014; Vigil-Escalera & Quirós 2016). No hace
tanto tiempo, las cerámicas de este periodo se
fechaban con tres siglos de incertidumbre (del
V al VIII), y los rasgos de las del primer siglo
andalusí ni siquiera se sospechaban (Amorós
2011; Alba & Gutiérrez Lloret 2008; Serrano
& alii 2016). La identicación de contextos
estratigrácos, y por ende, de los repertorios
cerámicos del siglo VIII, se puede calicar
como uno de los logros más signicativos de la
investigación reciente en arqueología altome-
dieval (Gutiérrez Lloret 2013: 235).
El trabajo en lo que se reere al interior pe-
ninsular no ha sido sencillo. Nunca llegaron
en porcentajes signicativos a esta zona las
importaciones de los bien seriados produc-
tos cerámicos mediterráneos, ya sea vajilla o
material anfórico. La dicultad que entraña
esa carencia de asideros cronológicos fue uno
de los motivos del retraso de la investigación,
aunque siempre ha habido otros. A mi juicio,
los principales han sido consecuencia de los
planteamientos con los que tradicionalmente
se enfocó el análisis de la cerámica. Cuando
desaparecen de escena la mayor parte de las
producciones de cerámica clásica ‘na’ o ‘de
mesa’, el análisis ceramológico debe proceder
con técnicas y estrategias distintas de las em-
pleadas normalmente con las cerámicas de la
antigüedad clásica4.
Son varios los asuntos que tiene pendien-
tes en nuestro ámbito geográco y tempo-
ral la investigación ceramológica sobre este
periodo. Señalamos a continuación algunos
de los más destacables.
1. Se echan en falta los pasos preli-
minares necesarios para lograr una
sistematización de las últimas pro-
ducciones masivas de cerámica que
caracterizan al periodo postimperial
(las distintas variedades de la TSHT
-Ebro, Duero, Meridional- y la de
sus variantes de cocción reductora
en zonas del Noroeste peninsular).
2. Un objetivo irrenunciable sería alcan-
zar una caracterización de las principa-
les ‘regiones cerámicas altomedievales’
que se conguran tras el colapso del
sistema imperial, con sus respectivas
evoluciones e interrelación mutua.
3. El estudio de las cerámicas de este
periodo debería prever (en un mun-
do ideal) un ambicioso programa de
análisis arqueométricos. Lo cierto es
que si aspiramos a seguir un itine-
rario metodológico coherente, antes
necesitamos contar con una eva-
luación macroscópica adecuada del
material de cada una de las grandes
familias cerámicas regionales.
4 Para un repaso detallado de la cuestión historiográca se re-
mite a las páginas de un reciente volumen sobre las cerámicas
altomedievales del Noroeste (Vigil-Escalera & Quirós 2016).
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
18
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
4. Por último, la investigación tiene pen-
diente la exploración de las posibles
diferencias existentes entre el consumo
de cerámica en las ciudades y el medio
rural. ¿Son esas supuestas diferencias
algo real o solo un sesgo resultante de
la forma de analizar el material?
A lo largo de las siguientes páginas se abor-
dará el último de los temas, incidiendo en el
reto que lleva implícita la asunción de meto-
dologías y procedimientos contrastables que
hagan viable el análisis comparativo, así como
la adopción de estándares para la confección
de los inventarios de materiales, su análisis y
edición. La incapacidad de acceder a y manejar
un lenguaje compartido constituye una barre-
ra entre equipos de investigación que trabajan
en distintas áreas y yacimientos.
1. SITUACIÓN DE PARTIDA
La región del centro peninsular presenta
grandes centros urbanos situados a con-
siderable distancia unos de otros. Toledo,
por ejemplo, dista 87 km de Complutum,
57 km de Consuegra-Consabura y 70 de
Talavera-Caesarobriga (a vuelo de pájaro).
Recópolis se encuentra a 45 km de Com-
plutum y a 49 de Segobriga, pero a 110 de
Toledo, río Tajo abajo (Fig. 01). No consta
la existencia de centros secundarios con una
entidad signicativa entre las citadas ciu-
dades5. El campo, en la zona mejor y más
investigada arqueológicamente del Sur de
5 Y sería esperable uno al menos en o cerca de la conuencia
del río Jarama y el Tajo, en Titulcia o su entorno inmediato,
pero no hay contrastación arqueológica al respecto.
Madrid, muestra por su parte una notable
densidad de asentamientos campesinos de-
nidos sobre todo como aldeas (Vigil-Esca-
lera 2007; Quirós 2013 poblamiento).
El panorama arqueológico del interior
peninsular puede considerarse especial-
mente afortunado en lo que a intervencio-
nes arqueológicas sobre centros urbanos se
reere. Excavaciones recientes y en conside-
rable extensión se han acometido en Tole-
do (Vega Baja), Recópolis, Complutum o
Segóbriga. Todas han incidido en depósitos
fechados grosso modo en el periodo visigodo,
todas han recibido una suciente nancia-
ción y en todas han estado involucrados es-
pecialistas de reconocido prestigio. Aunque
no se haya presentado todavía un estudio
comprensivo o memoria de carácter inte-
gral sobre ninguno de estos yacimientos o
sobre las campañas de excavación en ellos
desarrolladas, hay bastantes trabajos publi-
cados, a los que me iré remitiendo a lo largo
de la exposición.
Contamos por un lado con los análisis
realizados sobre la cerámica de época vi-
sigoda de las aldeas del Sur de Madrid. El
trabajo arrancó en 1999 y se sustancia hasta
ahora en el inventario de los repertorios de
sitios como La Indiana, Gózquez, Pelícano,
Fuente de la Mora, Congosto o los distintos
asentamientos del área de Barajas-Madrid
(Vigil-Escalera 2000, 2003, 2006, 2007;
Vigil-Escalera & Strato 2013; Serrano &
alii 2016). El estudio combinado de todos
los datos disponibles ha permitido trazar un
cuadro bastante sólido acerca de los rasgos
de la cerámica consumida por las comuni-
dades rurales y cómo evolucionaron las pro-
ducciones cerámicas a lo largo del tiempo,
entre el siglo V y los siglos VIII/IX d.C.
G L Y P H O S
19
Por otro lado tenemos las publicaciones
concernientes a las intervenciones arqueo-
lógicas desarrolladas durante los últimos
20/30 años en cuatro ciudades del valle me-
dio del Tajo: Complutum (Alcalá de Hena-
res), Segóbriga, Recópolis y Toledo.
De acuerdo con los objetivos jados para
este trabajo, algunos de los interrogantes
que podrían plantearse de manera prelimi-
nar son los siguientes:
1. ¿Cuánto y en qué se parecen o son
distintos los repertorios cerámicos
de las ciudades y las aldeas a lo largo
de este periodo?
2. ¿Pueden compararse los registros de
ambos tipos de contextos?, ¿con que
salvedades?
3. ¿Sería posible hablar de sistemas pro-
ductivos y comerciales diferenciados,
de patrones sociales y económicos
distintos en el consumo de vajilla ce-
rámica?, ¿hasta qué punto la ciudad y
el campo se encuentran integrados o
recorren caminos diferentes?,
4. ¿Existe una jerarquía desde el pun-
to de vista productivo y comercial
de la ciudad sobre el campo que nos
permita sospechar la subordinación
de éste a aquélla?, ¿mantienen al-
guna clase de interacción en lo que
concierne a la producción cerámica,
tanto doméstica como constructiva?
5. Y para terminar, ¿son sucientes los
datos disponibles en la actualidad
para obtener alguna respuesta a las
cuestiones planteadas?
Fig 1. Localización de los principales yacimientos citados en el texto.
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
20
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
Cuando se afronta un análisis compara-
tivo entre contextos arqueológicos urbanos
y rurales, algunas precauciones deben ser
tenidas en consideración también con carác-
ter preliminar. Una primera atañe a la hete-
rogeneidad de situaciones que sería posible
teóricamente encontrar en la ciudad, donde
caben desde el palacio del conde o del rey
hasta las moradas de los artesanos, de los
dependientes o de la servidumbre. En este
sentido, la ciudad puede y debe entenderse
como un microcosmos, con una variabilidad
potencial más elevada de la que cabría espe-
rar en el campo. Una segunda concierne a
los procesos formativos de los contextos ar-
queológicos, que varían sustancialmente de
la ciudad al campo y pueden inuir por tan-
to en el tipo, la composición o el volumen de
los conjuntos cerámicos restituidos en unos
y otros sitios. Los ciclos de construcción, uso
y amortización de las estructuras domésticas
no son estrictamente iguales, y tampoco lo es
la gestión de los residuos en ambas categorías
de sitios. Al nal, si la cerámica consumida
en ambos tipos de yacimientos, urbanos y
rurales, fuese la misma en cantidad o calidad,
es probable que los registros arqueológicos
mostrasen diferencias que serían en parte el
resultado de cualquiera de los factores antes
mencionados o de la suma de ellos, y no de
sistemas productivos distintos, estrictamen-
te hablando. Aún así, y teniendo en cuenta
todo lo anterior, es indudable que la tarea
que hemos elegido nos obliga a bajar a los
contextos arqueológicos y a los inventarios
de material para obtener respuestas. Los po-
sicionamientos teóricos y la defensa de toda
clase de apriorismos han llenado demasiadas
páginas sin que hasta la fecha podamos em-
pezar a discutir sobre datos empíricos.
Se abordará a continuación un breve
repaso a la documentación arqueológica
disponible sobre cerámica de época visigo-
da en las cuatro ciudades citadas, con una
atención especial puesta en las publicacio-
nes más recientes.
2.1. COMPLUTUM (ALCALÁ DE
HENARES, MADRID)
Por lo que respecta a la ciudad de Complutum
durante el periodo visigodo, la información
publicada puede dividirse en dos grandes blo-
ques. Tenemos por un lado las antiguas publi-
caciones de Fernández Galiano (1978, 1984),
donde el posible material de época visigoda
puede aparecer inmerso en saturadas láminas
de cerámica, sin contextos ni cronologías a-
bles. Poco hay aprovechable en aquellos traba-
jos de cara a nuestros objetivos.
El segundo bloque arranca en 1989, con
el volumen de Méndez y Rascón titulado
‘Los visigodos en Alcalá de Henares’, donde
se ofrece información sobre las necrópolis del
entorno urbano. Dos años después (1991) ve
la luz el trabajo de Rascón, Méndez y Díaz
del Rio sobre la reocupación del mosaico del
auriga, donde se ilustraban algunas cerámicas
pertenecientes a la ocupación secundaria de la
habitación. En 1995 se publica una monogra-
fía sobre la ciudad (Rascón 1995). Complu-
tum-Alcalá de Henares puede presumir de te-
ner un servicio municipal de arqueología, una
escuela taller, un parque arqueológico (desde
1984), la incoación como zona BIC (desde
1988), un protocolo especial de colaboración
Comunidad-Ayuntamiento para el adecuado
tratamiento del PA (desde 1997), el benecio
de la nanciación a través del 1% cultural (en
G L Y P H O S
21
2001) y un Plan Director (desde 2000). Las
inversiones volcadas en el patrimonio arqueo-
lógico complutense pueden considerarse ex-
cepcionales. De acuerdo a los datos expuestos
por Méndez en su tesis (2007), entre los años
2000 y 2005 se invirtieron en Complutum
casi medio millón de euros (472.000 €). No se
contabilizan en esa cifra los gastos de personal,
el presupuesto aportado por el ayuntamiento
y la nanciación de contratos por parte del
INEM (Méndez 2007: 499), que bien po-
drían superar la cifra anterior.
Lo que puede decirse de la cerámica del
Complutum tardoantiguo o altomedieval a
partir de todo lo publicado es sin embargo
bastante poco. El trabajo de 1995 dedica ape-
nas diez páginas a abordar el Bajo Imperio y la
época visigoda conjuntamente6 (Rascón 1995:
173-182). Los datos sobre la ocupación de la
antigua ciudad romana son a veces contra-
dictorios. A pesar de que la actividad urbana
parece cesar en el siglo V, se mantiene (según
Rascón) una ocupación dispersa sobre la an-
tigua urbe y sus imediaciones cuyas manifes-
taciones principales serían el mantenimiento
de la vida en la Casa de los Cupidos (“hasta
entrado el siglo VI”) o el descubrimiento de
un silo con materiales cerámicos atribuido al
siglo VII (Rascón 1995: 181). Poco después
se publicaron más trabajos sobre el yacimien-
to. El dedicado a la época hispanovisigoda en
la ciudad (Sánchez Montes 1999) reconoce la
ocupación al menos hasta el siglo VII: en la
6 El epígrafe ‘La ciudad de Complutum en época visigoda’ ocupa
una página y media. La ciudad “sufre una amortización en algún
momento del siglo V d.C. y sobre ella ya no se levanta una nueva
urbe” (Rascón 1995: 180). “En la segunda mitad del siglo V y más
aún en el VI no existe vida en torno a los principales elementos
urbanísticos que se extienden por los campos de la Dehesa y el
Paredón del Milagro, sobre todo el foro, el complejo de edicios
públicos y las casas más cercanas” (Id.: 180).
zona del foro se habrían documentado estruc-
turas de habitación en materiales perecederos,
y silos en el límite Norte de la ciudad. En el
mismo volumen, el trabajo de S. Rascón inci-
de de nuevo en el periodo tardoantiguo de la
ciudad (Rascón 1999). Si embargo, en ningu-
no se hace referencia a los repertorios cerámi-
cos de la etapa visigoda, cosa que sí sucede con
las cerámicas nas y de importación de los si-
glos IV y V d.C. (Polo 1999). Algunos trabajos
más recientes ofrecían encabezamientos espe-
ranzadores de cara a nuestra encuesta: Rascón
y Sánchez 2006 (Complutum tardoantiguo),
Rascón y Sánchez 2008 (Urbanismo de la ciu-
dad de Complutum en los siglos VI y VII).
Por desgracia, ninguna de las publicaciones
muestra o detalla las características de la cerá-
mica utilizada en en época visigoda: ya sea una
fotografía, un dibujo, una descripción en texto
o una tabla.
2.2. SEGOBRIGA (SAELICES,
CUENCA)
Dejando también al margen las actividades
arqueológicas desarrolladas en la ciudad de
Segobriga en un pasado más o menos remo-
to, cuando la investigación solía desdeñar
el análisis de los repertorios cerámicos pos-
tromanos, era esperable asistir a un cambio
de rumbo cuando se abordó la excavación
en extensión del foro provincial y la basílica
aneja7. Los trabajos para descubrir este gran
7 Un cuadro sintético acerca de la situación inmediatamente
previa se publicó en 1999 (Almagro & Abascal 1999). Se se-
ñalaba en su último párrafo que “el reducido cúmulo de evi-
dencias de que disponemos sobre la ciudad en estos siglos de
transición a la Edad Media deben ser tenidos como provisiona-
les a la espera de que en próximos años podamos acometer la
excavación de las áreas de vivendas” (Id.: 158).
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
22
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
sector de la ciudad se desarrollaron entre
2000 y 2004. Con ese propósito se levan-
taron hasta dos metros de sedimentación
arqueológica que arranca con la supuesta
ocupación doméstica de ese espacio duran-
te el siglo V y se prolonga al menos hasta
época emiral.
Pasados desde aquellos trabajos en el
foro más de diez años, los estudios dedica-
dos a la fase visigoda de la ciudad como el
publicado en 2008 (Abascal & alii 2008),
de 21 páginas de extensión, dedican apenas
dos párrafos a comentar aspectos sobre la
cerámica procedente de algunos contextos.
Se señala en él que: “Ninguno de los ele-
mentos excavados en esta zona puede ser
asociado a un espacio monumental de épo-
ca visigoda; más aún, es difícil determinar
si alguno de los pobres recintos domésticos
situados sobre los niveles de amortización
del foro y cortados por silos islámicos es
claramente de época visigoda, pues todas
las estructuras se encontraron muy arrasa-
das (…) y sólo algunos contextos cerámicos
parecen contener algunas piezas de liación
visigoda” (p. 240). En el mismo no se brin-
da gura o ilustración alguna al respecto.
Destacan las notas sobre cuatro contex-
tos. El primero es la UE 7729, el relleno de
una zanja de expolio en la basílica, donde
además de materiales tardorromanos se cita
un fragmento de botella “usual en contex-
tos del siglo VI en adelante”, mientras que
“del mismo paquete proceden algunos frag-
mentos informes con decoración incisa on-
dulada así como una base de una botellita
hecha a mano o torneta lenta”. El segundo
es la UE 7735, “un conjunto cerámico per-
teneciente a la colmatación de un recinto
tardorromano en la basílica forense” que
incluye un plato africano del tipo Ostia III,
128; el tercero es la UE 7816, el expolio
del santuario meridional, donde se localizó
una fuente de TSAD Hayes 90. Por último
se menciona el nivel de ocupación domésti-
co UE 2902, al interior de la muralla, cerca
del teatro, donde se recuperó un abundante
lote de material del siglo VII que incluye
un perl bastante completo de spatheion “y
el borde de una marmita a mano o torneta
lenta que cuadra bien con esta cronología
visigoda” (p. 240).
Queda de esta forma agotado lo publica-
do sobre la cerámica de la fase tardorroma-
na y visigoda de la ciudad de Segóbriga en
los últimos 18 años. Más rico en detalles ha
sido el estudio de Sanfeliú & Cebrián, de
2008, dedicado a las cerámicas de la ocupa-
ción emiral del sitio, aunque cae fuera del
ámbito cronológico del presente estudio.
Del material presentado en el mismo se in-
ere en todo caso un notable aire de familia
con los repertorios coetáneos de los sitios
rurales de la región madrileña8.
2.3. RECÓPOLIS (ZORITA DE LOS
CANES, GUADALAJARA)
De las cuatro urbes analizadas en el presente
trabajo, Recópolis es la única que no tiene
un pasado romano. Fundada por Leovigil-
8 La pieza presentada como ataifor (p. 202, Fig. 7.1), de la que se
especica tiene factura a torno, ofrece vínculos directos con cier-
tos cuencos bajos documentados en los yacimientos rurales de la
región madrileña, tanto por su morfología como por su decora-
ción de líneas onduladas incisas a peine, al interior y al exterior
(Vigil-Escalera 2003: Fig.4, de Gózquez; Fig.6, UE5711/5, de
Fuente de la Mora; Inédita de P09, nº inv. 03/43/15/20/9160/17,
lám. 27; de PL2, UE 3869 nº 10, Lam. 45).
G L Y P H O S
23
do en el año 578 d.C, la ciudad mantuvo su
actividad en época emiral temprana y fue
luego reocupada en la Baja Edad Media. El
sitio fue inicialmente excavado por Juan Ca-
bré (1944-1945). Su muerte en 1947 dio al
traste con la publicación de esas campañas.
Hubo un reinicio de la actividad arqueoló-
gica en 1956 a cargo del Instituto Arqueo-
lógico Alemán, y en 1968 por Eduardo
Ripoll (de la Universidad de Barcelona).
A partir de 1977 se ocupó del yacimiento
la Complutense de Madrid con Fernández
Miranda al frente, y en 1982-1986 tomó el
testigo Lauro Olmo, que desde 1992 diri-
ge las excavaciones sistemáticas promovidas
por la administración autonómica9.
Del material cerámico exhumado se co-
noce todavía sólo una ínma parte, a pesar
de los artículos y monografías que se le han
dedicado al sitio (p.ej. Olmo 2008). Son es-
casos datos y bastante poco concretos, ade-
más. Desde la publicación en 1991 de un
puñado de formas procedentes del sitio en
un estudio pionero (CEVPP 1991) el reper-
torio apenas ha aumentado. Se ha publica-
do por ejemplo que el grupo más numeroso
de cerámica lo constituyen las ollas (Olmo,
Castro 2008: 91), aunque a estas alturas esa
información no nos permite avanzar signi-
cativamente. Tampoco el que se distingan
cuatro subgrupos en función de la forma de
sus labios. El citado estudio concluye que el
78% de la cerámica recuperada correspon-
de a vajilla común y un 8% a importacio-
9 Lo invertido por la administración autonómica de Castilla-La
Mancha en la recuperación del yacimiento y el centro de inter-
pretación ha superado los tres millones de euros, según consta
en la web del parque arqueológico (www.lacerca.com/noticias/
reportajes/parque-arqueologico-recopolis-20601-1.html).
nes, siendo ésta es la única cuanticación
ofrecida sobre cerámica de Recópolis en los
trabajos publicados. Si se tiene en conside-
ración la entidad de lo excavado y los recur-
sos invertidos en el yacimiento, el balance
ofrece un amplio margen de mejora en el
futuro.
En lo que concierne al periodo emiral y
sus cerámicas, Sanz Paratcha (2008) distin-
gue dos fases. El párrafo que lleva por título
“características generales de los contextos
cerámicos de la segunda fase emiral” con-
cluye con estas palabras: “A grandes rasgos,
se trata de un horizonte cerámico que coin-
cide con los datos de la secuencia relativa
en un dato importante: la consolidación de
una sociedad con una identidad material y
urbana propia, que se encuentra en pleno
desarrollo e integración con la nueva reali-
dad peninsular”. Los datos brillan de nuevo
por su ausencia. Parece evidente que se ha
diseñado o construido primero la secuencia
de ocupación para luego ocuparse, si hubie-
se tiempo, de los repertorios cerámicos, o
una parte de los mismos. Resulta complica-
do, de esa forma, que los resultados del aná-
lisis ceramológico lleguen a alterar las fases
preestablecidas y las fechas a ellas asignadas.
2.4. TOLEDO (TOLEDO)
La intervención arqueológica en el gran
sitio suburbano de la Vega Baja de Toledo
empezó siendo una yuxtaposición de actua-
ciones de urgencia acometidas en paralelo
por parte de distintas empresas. Con una
notable falta de reejos ante las advertencias
acerca de la entidad del yacimiento, las au-
toridades acabaron tomando la decisión de
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
24
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
centralizar la gestión del sitio arqueológico
y encargar la dirección de un proyecto uni-
cado a un triunvirato de docentes univer-
sitarios. El proyecto no llegó a buen puerto
y las holgadas inversiones destinadas a la
investigación del sitio se consumieron sin
que a día de hoy se conozcan los resultados.
A diferencia de lo sucedido en los otros
tres centros urbanos que abordamos en esta
sede, las denostadas intervenciones parcia-
les en La Vega Baja han dado lugar a algu-
nas publicaciones que ofrecen un primer
atisbo sobre los registros cerámicos en la
capital del reino visigodo. Destacan de en-
tre ellos dos trabajos: en el primero (Peña
y otros 2009) se establece la secuencia de
ocupación de la parcela R310, mientras que
el segundo (Aranda 2013) estudia el lote de
cerámicas procedente de un puñado de es-
tructuras asignadas a la Fase 6, tardovisigo-
da. Analizaremos a continuación con algún
detalle la valiosa información que ofrecen.
De no haber sido por estos dos estudios, el
nuestro habría fracasado antes siquiera de
comenzar a andar.
El trabajo de Peña y otros expone sucin-
tamente las líneas maestras de la secuencia
ocupacional, desde el Alto Imperio (Fase I,
siglo I d.C) al Bajo Imperio (Fase 211), la
época visigoda (Fases 3, 4, 5), la tardovisi-
goda (Fase 6), la emiral (Fases 7, 8, 9) y la
moderna-contemporánea (Fases 10 y 11).
El artículo va acompañado de ilustraciones
de algunos materiales representativos (Fase
10 De 2800 m2, fue excavada por la empresa Ager en 2006 bajo
la dirección de Yolanda Peña y Javier Gómez Rojo.
11 En la denición de la Fase 2, los autores no aluden al mate-
rial cerámico correspondiente, remitiéndose a las fechas dadas
a los mosaicos recuperados en la parcela o su entorno en 1923
(nales del III o inicios del IV), en base a los trabajos de Méli-
da (1923), San Román (1934), Balil (1961) o Blázquez (1982).
3, 4 piezas; Fase 6, 4 piezas; Fase 7, 4 piezas;
Fase 8, dos piezas).
Para la denición del horizonte más an-
tiguo de época visigoda (Fase 3), los auto-
res se apoyan en los materiales del relleno
de una fosa incompletamente excavada.
Se describen de esta forma: “materiales de
tradición claramente romana, si bien están
ausentes producciones hispánicas de sigi-
llatas tardías y cerámicas de importación”
tardorromanas (Peña & alii 2009: 164).
Basándose en criterios supuestamente es-
tratigrácos (dado que no habría nada in-
mediatamente anterior12), deciden fechar el
contexto en un momento indeterminado
de la segunda mitad del siglo VI d.C. La
fecha coincide con la instalación denitiva
de la corte en Toledo13.
La Fase 4 se corresponde con cinco tra-
mos de cimientos desconectados entre sí,
mientras que a la Fase 5 se asocian diversas
estructuras domésticas a lo largo de una ca-
lle o camino. Reformas o reparaciones de las
mismas conllevan la elevación del nivel de
circulación. Los materiales cerámicos son
escasos y poco signicativos (2009: 167).
En los niveles que suponen el cierre de esta
fase aparecen “botellas de cerámica común
de mesa de pastas blanquecinas”, pequeños
morteros de mármol y una cerámica con ve-
drío verde (2009: nota 32).
La Fase 6 supone la amortización de es-
tructuras previas por fosas que se interpre-
12 Los autores no identican huellas de actividad entre media-
dos del siglo IV y mediados del VI d.C, aunque algunos mate-
riales de la Fase 2 serían al menos representativos (a mi juicio)
de la primera mitad del siglo V d.C. El aparente hiato ocupa-
cional, por tanto, afectaría sobre todo a los siglos III y IV d.C.
13 Es difícil sustraerse aquí a una posible argumentación ad hoc: la
fecha permitiría cuadrar el registro arqueológico y el repertorio de
materiales con el relato procedente de las fuentes escritas.
G L Y P H O S
25
tan como resultado de actividades extracti-
vas de poca envergadura (2009: 168). En
sus rellenos la cerámica es distinta que en
los periodos anteriores. La nota 34 aclara
este extremo: “La cerámica común de mesa
está constituida por piezas realizadas a tor-
no, principalmente formas cerradas” (cán-
taros, botellas, jarras y jarros con pico ver-
tedor…), “las bases son mayoritariamente
de galleta con algún ejemplo ocasional de
umbo”. La de cocina también se describe
como realizada a torno, aunque la descrip-
ción que se hace de la misma puede inducir
algunas dudas al respecto. Para los autores,
este repertorio sería propio de la segunda
mitad del siglo VII (Peña & alii 2009: 168).
Los primeros materiales de liación islá-
mica se adscriben a la Fase 7, y se fechan en
las primeras décadas del siglo VIII: cuencos
con pintura al exterior, ollas de bordes muy
exvasados y rectos [sic], la presencia de ca-
renas en la parte inferior de cuencos y ollas,
asas sobreelevadas o un fragmento de que-
maperfume…
Hasta aquí, y como base para empezar
a trabajar, los datos presentados inducen
a pensar que la vajilla empleada en Toledo
entre los siglos VI y VII diere sustancial-
mente de la consumida en las aldeas del Sur
de Madrid y en buena parte de la Meseta
Norte (Tejerizo 2015). Los autores plan-
tean que el cambio en los repertorios fue
casi inmediato tras la conquista islámica,
aunque se echan en falta datos concretos
para sostener tal extremo.
Se pasa nalmente revista al trabajo de
R. Aranda, que se centra en los materiales
de las seis estructuras adscritas a la Fase 6.
El estudio respeta escrupulosamente la fa-
sicación expuesta en el trabajo al que an-
tes nos hemos referido. En este caso, y de
manera muy llamativa (a tenor de lo hasta
ahora visto), se especica la cantidad de ce-
rámica analizada: 1437 fragmentos proce-
dentes de seis unidades estratigrácas. La
clasicación, análisis y dibujo del material
se realizó en el Museo en el que están depo-
sitadas las piezas entre noviembre de 2011
y septiembre de 2012.
Dado que el 95% de los fragmentos per-
tenecen a la categoría de cerámica común,
el autor entiende que el estudio de esa masa
informe, despreciada por cuantos se han
acercado hasta el momento a ella, debería
enfocarse principalmente con criterios y
variables tecnológicas (Aranda 2013: 388).
Se ha marcado pues una primera distancia,
importante, respecto al grueso de los traba-
jos al uso. El trabajo agrupa los rellenos de
las seis estructuras como un conjunto cro-
nológicamente coherente. A juzgar por lo
que luego iremos viendo parece una deci-
sión sensata. Revisa primero la tecnología
y luego las pastas teniendo en cuenta la de-
cantación14, la presencia de inclusiones, el
modo de cocción, el color y la presencia de
tratamiento exterior.
El autor describe a continuación cuatro
grupos cerámicos, sin que hayan sido iden-
ticados materiales de importación:
• Grupo 1: compuesto por cerámicas a
torno depuradas, siempre con cocción
oxidante, de colores claros. Las cerá-
micas de este grupo conforman casi
14 La decantación es medida de acuerdo a la presencia y tamaño
de las inclusiones y la porosidad (inexistente, poros, vacuolas y
aberturas). Tras la caracterización tecnológica, el autor emplea
criterios formales y funcionales.
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
26
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
el 60% de los fragmentos de la fase 6.
Están representadas botellas, cántaros
(17%) y jarros/as (10%). Más escasos
resultan cuencos (7%) y platos/fuen-
tes. El 8% de los fragmentos no ha po-
dido ser identicado.
• Grupo 2: cerámicas a torno depu-
radas blanquecinas, sin tratamiento
exterior. Podría tratarse de una varie-
dad del G1. Comprende algo menos
del 4% de las piezas. Son mayorita-
riamente botellas y jarros/as.
• Grupo 3: cerámicas a torno de de-
cantación intermedia: líneas de tor-
neado menos explícitas, pasta con
numerosos desgrasantes medios y
gruesos, con mica dorada, a veces
plateada, vacuolas. Representa más
del 25% del total de fragmentos.
Más de la mitad son ollas. Alguna
cazuela y jarro/a y algún cuenco.
• Grupo 4: cerámicas a torno lento.
Pastas de textura arenosa. Amplia
variedad, desde ejemplares de pare-
des delgadas a otros muy gruesos15.
Su representación en los contextos
de la Fase 6 ronda el 10% del total.
Las formas representadas son ollas,
jarros/as y alguna cazuela.
El autor considera que el conjunto es-
tudiado debería fecharse a nales del siglo
VII e inicios del VIII (Aranda 2013: 438),
coincidiendo con las apreciaciones expresa-
das en el trabajo previo (Peña & alii 2009).
De esta forma, los primeros contextos con
15 En los dibujos de piezas adscritas al Grupo 4 los fondos pre-
sentan todos una clara arista entre la pared y la base, lo que no
cuadra del todo con las producciones TL2 mayoritarias en los
repertorios rurales.
cerámica reconociblemente emiral ya perte-
necerían a la primera mitad del siglo VIII16.
En el apartado de conclusiones se señala
que el registro cerámico demostraría que
la ciudad “sufre un retranqueo del espacio
habitacional en los últimos años del poder
visigodo”, y que la parcela “no conforma
suelo de uso urbano a nales del siglo VII”.
Un breve repaso al resto de la bibliografía
disponible sobre las excavaciones arqueoló-
gicas en la Vega Baja de Toledo puede resu-
mirse en lo siguiente:
• No aparece información apreciable
sobre cerámica del periodo visigo-
do en el trabajo de Rojas & Gómez
(2009);
• El trabajo de De Juan & alii (2009)
titulado “la cultura material de la
Vega Baja” tampoco ofrece datos
aprovechables, ya que solo se ilus-
tran algunos materiales especialmen-
te relevantes;
• El segundo artículo de Gómez &
Rojas (2009) constituye un avan-
ce sobre los contextos y repertorios
cerámicos de época emiral. No se
ofrecen cuanticaciones de contex-
tos completos ni hay referencias a la
factura de la cerámica;
• El trabajo de De Juan & Cáceres
(2010) concierne solamente a contex-
tos emirales, pero es relevante porque
16 Es difícil sustraerse a la sospecha de que esa datación pueda
ser cautiva del ‘umbral del 711’ y su inercia historiográca. En
Toledo la conquista islámica tendría un reejo material inme-
diato a partir del año 711 en los repertorios de vajilla cerámica,
fenómeno que en otras partes conlleva un desfase de entre un
cuarto y medio siglo para que se observen diferencias signi-
cativas. Mérida, El Tolmo y los yacimientos rurales madrileños
constituirían por tanto (al parecer) una anomalía.
G L Y P H O S
27
aporta algunas cuanticaciones signi-
cativas. Señala, por ejemplo, que en
uno de los contextos examinados, el
que más restos proporcionó (718 ),
las cerámicas a torno lento suponen
el 7% del total17. El dato es llamativo
porque parece contradecir lo apuntado
por otros autores. Según Aranda (citan-
17 Las UUEE 30349-30372 ofrecen 718 fragmentos para un
NMI de 55 recipientes, en los que las piezas torneadas son el
82%, la torneta supone el 7,1% y a mano el 1,7% (Juan & Cá-
ceres 2010: 93). Tal vez haya una errata, y que los fragmentos
a torno lento sean un 17% para que las cifras cuadren.
do a Gallego 2010: 323), la cerámica a
torno lento en contextos del siglo VIII
del área 10.000 supone un 1%, siendo
este dato similar al documentado por
Gómez y Rojas (2009) en otro sector
del yacimiento con cronología emiral.
Las producciones no torneadas serían
muy marginales en Recópolis en el si-
glo VIII, según han armado Olmo y
Castro (2008: 93);
• Otro trabajo de 2010, titulado “la se-
cuencia cerámica de época visigoda de
Vega Baja”, presenta los materiales del
área 10.000, excavada entre 2007 y
Fig 2. Composición por clases cerámicas del material analizado por Aranda (2013: Tabla 7).
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
28
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
2010 y en la que se identicaron 15 fa-
ses de ocupación (Gallego 2010: 317).
Se describen algunas piezas llamativas y
sus paralelos pero no se informa acerca
de la composición de contextos indivi-
duales. El grueso del material presen-
tado es una selección procedente de
contextos de época islámica o bajome-
dieval.
3. RECAPITULACIÓN
A la vista de todo lo anterior, una prime-
ra reacción lógica podría ser la sorpresa.
¿Cómo es posible que habiéndose excava-
do tantos contextos de época visigoda y tan
extensamente en Recópolis, Complutum,
Segóbriga o Toledo la información disponi-
ble sobre la cerámica recuperada sea todavía
tan escasa? A n de cuentas, el análisis de
la cerámica suele proporcionar los datos so-
bre los que se sustentan la cronología y la
discriminación de fases de ocupación de los
yacimientos. ¿Sobre qué clase de evidencias
arqueológicas apoyan entonces los discursos
y la amplia literatura de estos últimos 20
años acerca de la vitalidad o la crisis urbana
durante este periodo, sobre el comercio o
la producción artesanal, sobre la economía
o la sociedad de esta época?, ¿cómo se han
establecido las fases de ocupación y sobre
qué elementos de juicio asientan las fechas
propuestas si el material cerámico de los
contextos excavados todavía no se ha estu-
diado o tampoco ha sido adecuadamente
publicado?
A continuación se repasará de forma
muy concisa lo principal de todo lo expues-
to hasta ahora.
3.1. SÓLO SEIS FOSAS DE UNA DE
LAS CUATRO CIUDADES
El único trabajo que aporta datos de utili-
dad sobre la cerámica consumida en los cua-
tro centros urbanos del territorio seleccio-
nado es el de Aranda (2013). Sus datos son
en principio comparables con los de otros
sitios y se ofrecen cuanticaciones raciona-
les. Merece la pena recordar que ese trabajo
concierne a la cerámica procedente de seis
únicas fosas del gran complejo arqueológico
de Vega Baja. Es también el único que ha
respetado un itinerario metodológico rigu-
roso18, analizando la totalidad de los frag-
mentos de cada contexto y procediendo a
un inventario coherente. Se ha realizado a
partir de un lote de casi 1500 fragmentos.
La cifra es respetable, aunque todavía corta
respecto a las manejadas en algunos contex-
tos rurales19. En todo caso debe subrayarse
que el trabajo sobre el material de la parcela
R3 tiene un extraordinario valor, y abre el
camino a otros que puedan venir a conti-
nuación.
3.2. LAS DIFERENCIAS PUEDEN
SER REALES
Del trabajo citado se desprende que el re-
pertorio de cerámica procedente de esas
seis fosas atribuidas a la Fase 6 comprende
18 Inés Centeno o Carlos Tejerizo (por citar sólo dos nombres)
han hecho lo propio trabajando con contextos rurales del valle
del Duero.
19 En Gózquez se analizaron 14.383 fragmentos; en Pelícano:
46.423; en La Indiana 6.089; en El Soto/Encadenado: 13.515
(de ellos 3646 altomedievales); en Congosto: 10.808 (Vi-
gil-Escalera, Strato 2013).
G L Y P H O S
29
únicamente un 10% de cerámicas no tor-
neadas. Admitiendo que la identicación
de la tecnología de las piezas es sustancial-
mente correcta, el panorama resultante es
difícil de valorar e interpretar de acuerdo a
las coordenadas conocidas que ofrecen los
contextos de ámbito rural. Los contextos
que más se acercan a esa ratio 90/10 entre
torno rápido/torno lento (TR/TL) son los
de nales del siglo V e inicios del VI dC20, o
ya los de plena época emiral (segunda mitad
siglo VIII y primera mitad del IX). No pue-
de descartarse que algún factor desconocido
pueda estar distorsionando la imagen de los
repertorios toledanos, tal vez una elevada
residualidad, pero el hecho y las obstina-
20 La Huelga: 89/11 en la proporción TR/TL.
das cifras están ya encima de la mesa. Los
valores publicados por Aranda revelan que,
en principio, las diferencias entre el campo
y la ciudad en lo que respecta al consumo
cerámico pueden ser reales, no el producto
de un sesgo analítico. Hasta que no dispon-
gamos de datos de más contextos urbanos,
este primer resultado parece concluyente.
Subsisten no obstante numerosas preguntas
sin respuesta, como todas las relacionadas
con la evolución de las producciones urba-
nas a lo largo del tiempo.
3.3. ¿FORMAS DIFERENTES DE
CONSUMO?
Los valores que ofrece el análisis de Aranda
sobre las producciones cerámicas de pasta
Fig 3. Representación gráca de la proporción entre producciones cerámicas torneadas y no torneadas en
yacimientos rurales madrileños. Resultan de difícil encaje en ella los resultados obtenidos en el contexto
toledano.
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
30
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
depurada (más del 61% del total si suma-
mos los grupos 1 y 2) es muy llamativo, e
indica un balance entre cerámicas de mesa
o almacenamiento y cocina desconocido en
ambientes rurales21.
Podría juzgarse que ese predominio de las
cerámicas depuradas en los contextos de la
Vega Baja puede haber correspondido a una
mayor cantidad de vajilla del servicio de mesa
sobre la de cocina, pero no necesariamente
esto debe ser así. De hecho, una parte sustan-
cial de la vajilla de mesa (jarritos, cuencos) en
los contextos rurales está elaborada con pastas
no depuradas22. Lo que sí es indudable es que
los recipientes destinados a la cocción y a una
exposición directa o indirecta al fuego (ollas,
marmitas, cazuelas, platos de cocción) deben
necesariamente tener unas cualidades físicas
que la cerámica depurada no posee. Por tan-
to, los datos disponibles avalan, en principio,
que las unidades domésticas en el ámbito de la
ciudad de Toledo (o su suburbio, en este caso)
manipularían un menor volumen de cerámica
de cocina que sus vecinos en las aldeas de la
campiña, observación que nos fuerza a su vez a
interrogarnos por las posibles razones. Tal vez
la cocción del pan, que en las aldeas corre a
cargo de cada unidad doméstica, en la ciudad
esté centralizada en tahonas o establecimien-
tos ad hoc en los distintos barrios. Es posible
igualmente que se preparen algunos de los
alimentos más frecuentes o cotidianos de una
forma diferente en la ciudad y el campo. Otra
posibilidad sería que en los contextos urbanos
21 Podría haberse tenido en consideración el peso de los frag-
mentos, porque el índice de fragmentación de unas y otras
aportaría un elemento más de juicio, pero esto no resta valor
a lo logrado.
22 Especialmente a partir de la primera mitad del siglo VI.
se usaran marmitas metálicas, de bronce o hie-
rro, cuyo rastro arqueológico es muy difícil de
detectar. O, por ejemplo, que frente a un uso
compartido de determinadas piezas de servi-
cio en las aldeas, los residentes de la ciudad
emplearan piezas individuales torneadas y de
pasta depurada.
4. CONCLUSIONES
Tanto el porcentaje de cerámica no tor-
neada de los contextos analizados pro-
cedentes de la parcela R3 de Vega Baja
como el índice de cerámicas depuradas
nos llevan con todas las precauciones
pertinentes a admitir que, efectivamente,
el consumo cerámico de la ciudad y el
campo en el centro peninsular muestra
un panorama divergente, al menos en al-
gún tramo de la secuencia.
Resulta difícil encontrar explicaciones con-
trastables y satisfactorias a este fenómeno por
el momento, y más teniendo en cuenta que
en otras ciudades como Mérida o El Tolmo
de Minateda, los análisis realizados sobre la
cerámica de este periodo parecen ofrecer otras
alternativas o rumbo propio.
Sería posible aducir al respecto dos géne-
ros principales de argumentos.
El primero es de orden metodológico. La
forma en que se estudia la cerámica ha sido
muy distinta en los dos ámbitos, rural y ur-
bano. O nos ceñimos a unas normas homo-
logables que permitan la comparación de
contextos o hay poco que hacer. A día de
hoy es más fácil comparar la cerámica de las
aldeas altomedievales madrileñas con la co-
etánea de El Tolmo que con la de las cuatro
ciudades de su más inmediato entorno.
G L Y P H O S
31
La segunda línea supone la necesidad de
desentrañar las causas de un funcionamien-
to económico y social distinto de las zonas
rurales y la ciudad. Al contrario de lo publi-
cado por algunos de los autores citados más
arriba, la cerámica no torneada no tiene por
qué estar evidenciando empobrecimiento,
crisis ni autoconsumo, ni reejar la pues-
ta en práctica de unas formas económicas
rudimentarias23. Se trata de una solución
técnica perfectamente adaptada a unas de-
terminadas circunstancias. Las cerámicas
con factura a torno lento pueden ser tan
buenas como las torneadas o ser incluso de
mejor calidad, dependiendo de la función
para la que estén concebidas. De hecho, es
cosa probada que determinadas cerámicas
no torneadas fueron objeto de comercio
internacional durante los siglos altomedie-
vales en el ámbito mediterráneo (Richarté
& Gutiérrez 2015). El torno rápido abarata
costes en un contexto de producción estan-
darizada y a una escala amplia, hace que un
taller o un artesano pueda producir más
piezas en menos tiempo. A cambio, la de-
cantación de las pastas exige unos procesos
de preparación más laboriosos y complejos
de la materia prima, una gestión de plazos
de preparación y unas instalaciones estables.
No creo que haya evidencia suciente
para argumentar que los ámbitos rural o
urbano estuvieran desconectados durante
el periodo visigodo. Y esto entronca con lo
siguiente.
La presencia de un 10% de cerámica no
levantada a torno en los contextos anali-
23 Tampoco creemos que el mantenimiento de producciones
cerámicas no torneadas sea un rasgo propio esencialmente de
espacios periféricos (Réchin 2015: 81).
zados de Vega Baja (en el caso de que ésta
corresponda principalmente a piezas de co-
cina o presentación, y no almacenamiento)
podría estar sugiriendo una circulación ar-
tesanal a la inversa, de la periferia al centro,
aunque sea un ujo minoritario dentro del
global de circulación de las manufacturas.
O sea, que determinadas piezas de vajilla
que podrían haber sido elaboradas en las al-
deas acabarían siendo empleadas en el arra-
bal de Toledo24. Esto habla por una parte
de las buenas prestaciones de la vajilla no
elaborada a torno, que podría encontrar un
nicho de consumo o ser a veces preferida
(tal vez por su relación calidad/precio, o por
sus prestaciones) a piezas funcionalmente
equivalentes elaboradas en alfares de la ciu-
dad o su entorno inmediato.
Esto nos devuelve de nuevo a la no des-
conexión entre los sistemas urbano y ru-
ral. La presencia de vajilla de vidrio en los
asentamientos rurales, o la de cierta meta-
listería, avala la uidez de esos vínculos. Lo
más sencillo sería atribuir a las dicultades
o los costes del transporte de mercancías el
consumo preferente de cerámica con factura
a torno lento en el medio rural. Me atreve-
ría a plantear que pudo existir un gradiente
entre los asentamientos más próximos a la
ciudad y aquellos más alejados. Es razonable
imaginar que los cercanos a la ciudad hayan
dispuesto de más vajilla torneada que los
distantes. La alfarería ‘urbana’ debiera plau-
siblemente funcionar con talleres asentados
en lugares jos, activos durante casi todo el
año, dispuestos a cubrir una demanda eleva-
24 Sobre la consideración de los suburbios de las ciudades ro-
manas véase, por ejemplo, Macías 2012, donde se consideran
un termómetro de la vitalidad del fenómeno urbano.
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
32
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
da bien circunscrita espacialmente. En esos
talleres sería posible elaborar vajilla torneada
con pasta depurada. Con pautas estaciona-
les, sin embargo, algunos de esos artesanos
se desplazarían por el distrito para fabricar
vajilla y material de construcción a demanda
(teja) en lugares con la materia prima indis-
pensable: arcilla y combustible. La torneta
es un dispositivo esencialmente portátil, a
diferencia de algunos tipos de tornos. Los
hornos para todas estas producciones son de
una gran simplicidad: sirven para cocer teja
y cerámica, por eso tienen parrillas gruesas
capaces de soportar grandes cargas, como el
documentado en Griñón, Madrid (Urbano
2006). El funcionamiento de un sistema
productivo de estas características (Vigil-Es-
calera & Quirós 2013) garantizaría la bue-
na calidad, la cantidad y la homogeneidad
de las producciones cerámicas presentes en
un amplio distrito rural. Lo mismo avalaría
la reciente multiplicación de hallazgos de
hornos en muchos sitios (Juan 2016), o la
ausencia de piezas defectuosas o de residuos
localizados de fabricación (testares). De la
abundancia o el generalizado acceso a una
vajilla cerámica económica da también fe lo
extraordinario que resulta el hallazgo de pie-
zas lañadas o con huellas de reparación, seña-
les inequívocas de una retracción de la oferta,
de las dicultades de comercialización o del
deterioro de la capacidad adquisitiva que sin
embargo se maniesta en algunos contextos
rurales del siglo VIII.
Fig 4. Horno de cerámica de doble cámara (SAU 9, Griñón, Madrid), seccionado por un pozo posterior.
Nótese el grosor de la parrilla. Según A. Urbano (2006).
G L Y P H O S
33
Al campo también llegan productos fa-
bricados a torno en los alfares de la ciudad o
su entorno inmediato, aunque sea en bajos
porcentajes. Suelen ser piezas de pequeño
formato: botellas o cuencos de pastas depu-
radas. Lo anterior no excluye que puedan
existir individuos o grupos residentes en el
medio rural que mantengan una dedicación
alfarera estacional que complemente sus in-
gresos. Sin embargo, la calidad de la vajilla
que caracteriza a los distritos rurales situa-
dos entre Toledo y Complutum resulta más
coherente con la primera opción.
Poco es lo que puede decirse sobre el
componente social de las producciones ce-
rámicas. ¿Responden sólo a gustos distintos
de los consumidores o las diferencias entre
los repertorios cerámicos de urbanitas y al-
deanos testimonian comportamientos ali-
mentarios o formas diferentes de prepara-
ción de los alimentos? Sin duda esta es otra
atractiva línea argumental de cara a expli-
car las diferencias, aunque apenas sabemos
nada acerca de en qué pudieron consistir.
Más trabajo y nuevas tareas por delante que
tendrá que desarrollar la investigación para
resolver esos interrogantes.
El panorama hasta aquí descrito nos sitúa
frente a un problema distinto y no menos
apasionante: averiguar cómo esas produc-
ciones cerámicas de características urbanas
se impusieron a lo largo del siglo VIII y la
primera del IX d.C. hasta hacer desaparecer
el antiguo sistema vigente en el medio ru-
ral en época visigoda. La evidencia cerámi-
ca coincide en este punto con los cambios
apreciables en el patrón de asentamiento.
Durante ese periodo se produce el abando-
no de la mayoría de las granjas y aldeas y
la nucleación demográca en enclaves que
en ciertos casos llegarán a constituir nuevos
centros (y hasta ciudades), como Madrid,
Talamanca o Calatalifa. Los datos observa-
bles y medibles están ahí: en los cambios
que se observan en la cerámica y en los que
atañen a los patrones de asentamiento. Las
causas, las explicaciones o la forma en que
se produjo ese conjunto de cambios son
otra atractiva asignatura pendiente.
Hay que ser conscientes, sin embargo,
de lo exiguo de la muestra analizada hasta
ahora y, por tanto, mantener precaución so-
bre estas conclusiones. Se trata en cualquier
caso de un importante avance. Hemos pa-
sado de una sospecha o intuición a una pri-
mera comprobación, aunque sea prelimi-
nar. Del análisis efectuado se han extraído
diversas conclusiones, aunque podrían aña-
dirse otras. Una, insoslayable, se reere al
estado en que se encuentra la investigación.
Este primer análisis de las cerámicas proce-
dentes de contextos urbanos o rurales nos
conduce a nuevos interrogantes. Permite
recorrer un itinerario que lleva de preguntas
relativamente sencillas a otras de bastante
mayor calado, y cualquiera puede entender
que ese camino es enriquecedor y positivo.
La arqueología es tanto una forma de hacer
como de pensar (Edgeworth 2006b: xii, cit en
Hicks 2010: 98). Las reglas del método cientí-
co no son una arbitrariedad, son, entre otras
cosas, una garantía para que los resultados de
la investigación puedan ser comparados y con-
trastados. Es difícil no ver en la investigación
arqueológica sobre las ciudades del interior pe-
ninsular durante el periodo visigodo una cierta
despreocupación al respecto de esas normas
básicas, especialmente en lo que concierne a la
reiterada inversión del itinerario metodológico.
Se corre el riesgo de encajar las piezas del puzzle
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
34
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
a la fuerza para luego pintar encima el dibujo
que más nos gusta o conviene. Las prisas por
armar discursos sobre el urbanismo tardoanti-
guo, las redes de comercio, o la pompa de las
sedes regias o episcopales (Wood & Jiménez
2016) pueden relegar a un papel subalterno
y marginal el trabajo sobre los resultados más
básicos del quehacer arqueológico, como si la
solidez y calidad de la evidencia empírica fuera
algo opcional. En ese afán de tener controlada
la situación, se han descrito minuciosamente
las fases de ocupación de los yacimientos antes
de haber estudiado la cerámica. No se encuen-
tra tiempo suciente disponible para el trabajo
sucio y poco rentable en términos académicos
que tiene que ver con la cerámica. El resultado
de todo ello son unos discursos arqueológicos
con una fachada atractiva pero con insucien-
te sustancia detrás. Un montón de apuestas y
proyecciones sobre cómo debieron funcionar
las cosas en el pasado, pero escasa disponibili-
dad para leer críticamente la documentación
original en los archivos.
Estas lagunas pueden ser vistas también
como una gran oportunidad. Hay un amplio
nicho de labor pendiente y lleno de sorpre-
sas esperando a quien quiera sacarle partido.
Cumplimentando esa tarea se pueden todavía
escribir capítulos insospechados en esta histo-
ria a partir de la modesta cerámica.
BIBLIOGRAFIA
ABASCAL, J.M., ALMAGRO-GORBEA, M.,
Cebrián Fernández R. 2007. “Parque arqueo-
lógico de Segobriga. Últimos descubrimientos”,
en Juan Manuel Millán Martínez, Concepción
Rodríguez Ruza (coords.), Arqueología de Casti-
lla-La Mancha. Actas de las I Jornadas (Cuenca
13-17 de diciembre de 2005). Cuenca: Universi-
dad de Castilla-La Mancha, pp. 385-398.
ABASCAL, J.M., ALMAGRO-GORBEA, M., CE-
BRIÁN FERNÁNDEZ, R. 2008. “Segóbriga
visigoda”, Zona Arqueológica 9 (Lauro Olmo
(ed.), Recópolis y la ciudad en la época visigoda),
pp. 220-241.
ABASCAL, J.M., ALMAGRO-GORBEA, M.
2011. “Modicaciones urbanas en Segóbriga du-
rante los siglos V-VII. Algunos ejemplos”, Zona
Arqueológica 15/1, pp. 212-226.
ALBA CALZADO, M., FEIJOO, S. 2003. “Pau-
tas evolutivas de la cerámica común de Mérida
en épocas visigoda y emiral”, en Luis Caballero,
Pedro Mateos, Manuel Retuerce (eds.), Cerámi-
cas tardorromanas y altomedievales en la Penínsu-
la Ibérica. Ruptura y continuidad (II Simposio de
Arqueología. Mérida 2001). [Anejos de Archivo
Español de Arqueología 28]. Madrid: CSIC, pp.
483-504.
ALBA CALZADO, M., GUTIÉRREZ LLORET,
S. 2008. “Las producciones de transición al
mundo islámico: el problema de la cerámica pa-
leoandalusí (siglos VIII y IX)”, en Darío Bernal
Casasola, Albert Ribera Lacomba (eds.), Cerá-
micas hispanorromanas. Un estado de la cuestión.
Cádiz: Universidad de Cádiz, pp. 585-613.
ALMAGRO GORBEA, M., ABASCAL PALA-
ZÓN, J.M. 1999. “Segóbriga en la Antigüedad
Tardía”, in Luis A. García Moreno, Sebastián
Rascón (eds.), Complutum y las ciudades hispa-
nas en la Antigüedad Tardía. Actas del I Encuen-
tro Hispania en la Antigüedad Tardía. Alcalá de
Henares, 16 octubre 1996. [Acta Antiqua Com-
plutensia 1]. Alcalá de Henares: Universidad de
Alcalá, pp. 143-159.
AMORÓS RUIZ, V. 2011. Contextos cerámicos del
siglo VIII en el Tolmo de Minateda. Albacete: Ins-
tituto de Estudios Albacetenses ‘Don Juan Ma-
nuel’.
AMORÓS RUIZ, V. 2013. “Tendencias tecnoló-
gicas de la cerámica altomedieval del Tolmo de
Minateda”, Mansio, Revista de Arqueología y Pa-
trimonio Cultural 1, pp. 7-25.
ARANDA GONZÁLEZ, R. 2013. “Una aporta-
ción al conocimiento de las producciones cerá-
micas de época visigoda: el conjunto cerámico
de la parcela R3 de la Vega Baja (Toledo)”, Es-
pacio, Tiempo y Forma, Serie I Prehª y Arq. 6, pp.
381-450.
G L Y P H O S
35
ARCE, J. 1993. “La ciudad en la España tardorro-
mana: ¿continuidad o discontinuidad?”, in Ciu-
dad y comunidad cívica en Hispania (siglos II y III
d.C.). Madrid: Casa de Velázquez, pp. 177-184.
CABALLERO, L., MATEOS, P., RETUERCE,
M. (eds.) 2003. Cerámicas tardorromanas y al-
tomedievales en la Península Ibérica. Ruptura y
continuidad (II Simposio de Arqueología. Mérida,
2001). [Anejos de AEspA 28]. Madrid, CSIC.
CASTRO PRIEGO, M., GÓMEZ DE LA TORRE,
A. 2009. “La cerámica de Recópolis (ss. VI-VIII
d.C.) y su contextualización regional en el centro
de la Península Ibérica”. IX Congrès International
de l’AIECM2, Venise 2009 (poster inédito).
C.E.V.P.P. 1991. “Cerámicas de época visigoda en la
Península Ibérica. Precedentes y perduraciones”.
In Luis Alves da Silva, Rui Mateus (coords.), IV
Congresso Internacional de Cerâmica Medieval do
Mediterrâneo Ocidental (Lisboa, 16-22 novembro
1987). Mértola: Campo Arqueológico de Mér-
tola, pp. 49-67.
DE MAN A., TENTE C. (coords.) 2014. Estudos de
cerámica medieval. O Norte e Centro de Portugal,
séculos XI a XII. [Estudos 7]. Lisboa: IEM.
DÍAZ MARTÍNEZ, P.C. 2000. “City and Terri-
tory in Hispania in Late Antiquity”, en Gian P.
Brogiolo, Nancy Gauthier, Neil Christie (eds.),
Towns and their territories between Late Antiquity
and the Early Middle Ages. [e Transformation
of the Roman World 9]. Leiden-Boston-Köln:
Brill, pp. 3-36.
FERNÁNDEZ, D. 2013. “City and countryside in
Late Antique Iberia”, Antiquité Tardive 21, pp.
233-241.
FERNÁNDEZ-GALIANO RUIZ, D. 1976. Car-
ta arqueológica de Alcalá de Henares y su partido.
[Colección Universitaria 2]. Alcalá de Henares:
Ayuntamiento.
FERNÁNDEZ-GALIANO RUIZ, D. 1984. Com-
plutum I. Excavaciones. [Excavaciones Arqueo-
lógicas en España 137]. Madrid: Ministerio de
Cultura.
GALLEGO GARCÍA, Mª. M. 2010. “La secuen-
cia cerámica de época visigoda de Vega Baja.
Una primera aproximación”, en A. García, R.
Izquierdo, L. Olmo, D. Peris (eds.), Espacios ur-
banos en el Occidente mediterráneo (s. VI-VIII).
Ciudad Real: Toletvm Visigodo, pp. 315-326.
GALLEGO GARCÍA, Mª. M., García González J.,
Izquierdo Benito R., Juan Ares J. de, Olmo En-
ciso L., Villa R. 2009. La Vega Baja de Toledo.
Toledo: Toletvm Visigodo.
GÓMEZ LAGUNA, A.J., ROJAS RODRÍ-
GUEZ-MALO, J.M. 2009. “El yacimiento de la
Vega Baja de Toledo. Avance sobre las cerámicas
de la fase emiral”, en J. Zozaya et alii (eds.), Actas
del VIII Congreso Internacional de Cerámica Me-
dieval en el Mediterráneo (Ciudad Real-Almagro,
2006), T. II. Ciudad Real: Asoc. Española de Ar-
queología Medieval, pp. 705-804.
GUTIÉRREZ LLORET, S. 1996. La Cora de Tud-
mir. De la antigüedad tardía al mundo islámico.
Poblamiento y cultura material. C.C.V., Ma-
drid-Alicante.
GUTIÉRREZ LLORET, S. 2011. “Al-Andalus y
el Maghreb: la cerámica altomedieval en las dos
orillas del mundo mediterráneo occidental”,
en P. Cressier, E. Fentress (eds.), La céramique
maghrébine du Haut Moyen Âge (VIIIe-Xe siècle).
État des recherches, problèmes et perspectives.
Collection de l’École Française de Rome, 446.
Roma: EFR, pp. 253-266.
GUTIÉRREZ LLORET, S. 2013. “De Teodomiro
a Tudmir. Los primeros tiempos desde la arqueo-
logía (s. VII-IX)”, en De Mahoma a Carlomagno.
Los primeros tiempos (s. VII-IX). Actas de la XXXIX
Semana de Estudios Medievales de Estella (2012).
Estella: Gobierno de Navarra, pp. 229-284.
HICKS, D. 2010. “e Material-cultural turn:
event and eect”, in Dan Hicks, Mary C. Beau-
dry (eds.), e Oxford handbook of material cul-
ture studies. Oxford: OUP, pp. 25-99.
JUAN ARES, J. DE, GALLEGO GARCÍA, Mª. M.,
GARCÍA GONZÁLEZ, J. 2009. “La cultura ma-
terial de la Vega Baja”, en M.M. Gallego García,
García González J., Izquierdo Benito R., Juan Ares
J. de, Olmo Enciso L., Villa R., La Vega Baja de To-
ledo. Toledo: Toletvm Visigodo, pp. 113-150.
JUAN ARES, J. DE, CÁCERES GUTIÉRREZ,
Y. 2010. “De Toletum a Tulaytula: una aproxi-
mación al uso del espacio y a los materiales del
periodo islámico en el yacimiento de Vega Baja
(Toledo)”, en A. García, R. Izquierdo, L. Olmo,
D. Peris (eds.), Espacios urbanos en el Occidente
mediterráneo (s. VI-VIII). Ciudad Real: Toletvm
Visigodo, pp. 91-99.
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
36
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
JUAN TOVAR, L.C. 2016. “Talleres y hornos ce-
rámicos tardoantiguos y altomedievales en el
noroeste peninsular: estructuras y tecnología”,
en Alfonso Vigil-Escalera Guirado, Juan An-
tonio Quirós Castillo (eds.), La cerámica de la
Alta Edad Media en el cuadrante Noroeste de la
península Ibérica (siglos V-X). [Documentos de
Arqueología Medieval 9]. Bilbao: Universidad
del País Vasco, pp. 339-362.
KULIKOWSKI, M. 2001. “e interdependence of
town and country in late antique Spain”, en T.S.
Burns, J.W. Eadie (eds.), Urban Centers and rural
contexts in Late Antiquity. Michigan, pp. 147-162.
MACÍAS SOLÉ, J.M. 1999. La cerámica comuna
tardoantiga a Tàrraco: anàlisi tipológica i histórica
(segles V-VII). TULCIS. [Monograes Tarraco-
nenses 1]. Tarragona.
MACÍAS SOLÉ, J.M. 2012. “Los suburbia en el
Mediterráneo de la Hispania Citerior, o los ter-
mómetros de la salud del Imperio”, en Maria
Carme Belarte, Rosa Plana Mallart (eds.), El pai-
satge periurbà a la Mediterrània occidental durant
la protohistòria i l’antiguitat. Actes del Col.loqui
internacional Institut Català d’Arqueologia Clàs-
sica. Tarragona, 6-8 maig del 2009. [Documenta
26]. Tarragona: Institut Català d’Arqueologia
Clàssica, pp. 63-75.
MÉNDEZ MADARIAGA, A. 2007. La gestión de
la arqueología como recurso cultural y turístico:
propuesta para la Comunidad de Madrid. Tesis
doctoral, Universidad Rey Juan Carlos, dirigida
por F. Reyes Téllez.
MÉNDEZ MADARIAGA, A., RASCÓN MAR-
QUES, S. 1989. Los visigodos en Alcalá de Hena-
res. [Cuadernos del Juncal 1]. Alcalá de Henares.
OLMO ENCISO L. 2006. “La ciudad en el centro
peninsular durante el proceso de consolidación
del estado visigodo de Toledo”, Zona Arqueológi-
ca 8/2, pp. 250-264.
OLMO ENCISO L., CASTRO PRIEGO M., SÁN-
CHEZ GONZÁLEZ A., SANZ PARATCHA A.
2002. “Transformaciones de un paisaje urbano: las
últimas aportaciones de Recópolis”, en García-So-
to Mateos, E. y García Valero, M. A. (eds.), Actas
del primer Simposio de arqueología de Guadalajara.
Sigüenza, 4-7 octubre de 2000. Homenaje a Encar-
nación Cabré Herreros. Sigüenza: Ayuntamiento de
Sigüenza, pp. 545-555.
OLMO ENCISO, L., CASTRO PRIEGO, M.,
GÓMEZ DE LA TORRE, A., SANZ PA-
RATCHA, A. 2008. “Recópolis y su justifi-
cación científica: la secuencia estratigráfica”,
Zona Arqueológica 9 (Lauro Olmo (ed.), Re-
cópolis y la ciudad en la época visigoda), pp.
64-75.
OLMO ENCISO, L., CASTRO PRIEGO, M.
2008. “La cerámica de época visigoda de Recó-
polis: apuntes tipológicos desde un análisis es-
tratigráco”, Zona Arqueológica 9 (Lauro Olmo
(ed.), Recópolis y la ciudad en la época visigoda),
pp. 88-96.
OLMO ENCISO L., CASTRO PRIEGO M.
2011. “La época visigoda a través de la arqueolo-
gía”, 711. Arqueología e historia entre dos mundos
(Catálogo de la exposición celebrada del 16 de
diciembre de 2011 al 1 de abril de 2012 en el
MAR). Alcalá de Henares: Museo Arqueológico
Regional, pp. 49-77.
PEÑA CERVANTES, Y., GARCÍA-ENTERO, V.,
GÓMEZ ROJO, J. 2009. “Aportaciones al co-
nocimiento de la evolución histórica de la Vega
Baja de Toledo. Estudio preliminar de la excava-
ción de la parcela R-3”, Espacio, Tiempo y Forma.
Serie I Prehistoria y Arqueología 2, pp. 157-175.
POLO LÓPEZ, J. 1999. “Cerámicas nas y de im-
portación en Complutum durante el Bajo Impe-
rio”, in Luis A. García Moreno, Sebastián Ras-
cón (eds.), Complutum y las ciudades hispanas en
la Antigüedad Tardía. Actas del I Encuentro His-
pania en la Antigüedad Tardía. Alcalá de Henares,
16 octubre 1996. [Acta Antiqua Complutensia
1]. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá,
pp. 225-248.
QUIRÓS CASTILLO, J.A. (ed.) 2009. e archaeo-
logy of early medieval villages in Europe. [Docu-
mentos de Arqueología e Historia 1]. Bilbao:
Universidad del País Vasco
QUIRÓS CASTILLO, J.A. (ed.) 2013. El pobla-
miento rural de época visigoda en Hispania. Ar-
queología del campesinado del interior peninsular
en época altomedieval. [Documentos de Arqueo-
logía Medieval 6]. Bilbao: Universidad del País
Vasco.
RASCÓN MARQUÉS, S. 1995. La ciudad hispano-
rromana de Complutum. [Cuadernos del Juncal
2]. Alcalá de Henares: Ayuntamiento.
G L Y P H O S
37
RASCÓN MARQUÉS, S. 1999. “La ciudad de
Complutum en la tardoantigüedad: restauración
y renovación”, in Luis A. García Moreno, Sebas-
tián Rascón (eds.), Complutum y las ciudades his-
panas en la Antigüedad Tardía. Actas del I Encuen-
tro Hispania en la Antigüedad Tardía. Alcalá de
Henares, 16 octubre 1996. [Acta Antiqua Com-
plutensia 1]. Alcalá de Henares: Universidad de
Alcalá, pp. 51-72.
RASCÓN MARQUÉS, S. 1999-2000. “La anti-
güedad tardía en la Comunidad de Madrid”, en
E. Ruano (coord.), La arqueología madrileña en
el nal del siglo XX: desde la Prehistoria hasta el
año 2000. [Boletín de la Asociación Española de
Amigos de la Arqueología 39-40]. Madrid, pp.
213-224.
RASCÓN MARQUÉS S. 2004. Complutum hispa-
norromano. Tesis doctoral, defendida en la Uni-
versidad Autónoma de Madrid bajo la dirección
de los Dres. Ángel Fuentes y Luis A. García Mo-
reno.
RASCÓN S., MÉNDEZ A., DÍAZ DEL RÍO P.
1991. “La reocupación del mosaico del Auri-
ga Victorioso en la villa romana del Val (Alca-
lá de Henares). Un estudio de microespacio”,
Arqueología, Paleontología y Etnografía 1, pp.
181-200.
RASCÓN S., SÁNCHEZ MONTES, A.L. 2005.
“Realidades cambiantes. Complutum tardoanti-
guo”. VI Reunió d’Arqueologia Cristiana Hispà-
nica (Valencia 2003). Valencia, pp. 499-517.
RASCÓN S., SÁNCHEZ MONTES, A.L. 2006.
“Complutum tardoantiguo”, Zona Arqueológica
8/2, pp. 266-291.
RASCON S., SANCHEZ MONTES, A.L. 2008.
“Urbanismo de la ciudad de Complutum en
los siglos VI y VII”, Zona Arqueológica 9 (Lauro
Olmo (ed.), Recópolis y la ciudad en la época visi-
goda), pp. 242-258.
RASCON S., SANCHEZ MONTES, A.L. 2010.
“Complutum, el Campo Laudable, Qala’t abd
al-Salam y el burgo de Santiuste. Centros urba-
nos y suburbios de Alcalá de Henares en la Anti-
güedad y la Edad Media”, en D. Vaquerizo (ed.),
Las áreas suburbanas en la ciudad histórica. To-
pografía, usos, función. [Monografías de Arqueo-
logía Cordobesa 18]. Córdoba: Universidad de
Córdoba, pp. 335-362.
RÉCHIN F. 2015. “La vaisselle céramique non
tournée d’Aqutaine méridionale à l’époque ro-
maine. Pourquoi tant d’obstination?”, in Marti-
ne Joly, Jean Marc Séguier (eds.), Les céramiques
non tournées en Gaule romaine dans leur contexte
social, économique et culturel: entre tradition et
innovation. Actes du colloque tenu les 25 et 26 no-
vembre 2010 à Paris, INHA. [55e Supplément à
la Revue Archéologique du Centre de la France].
Paris: FERACF, pp. 65-83.
RICHARTE C., GUTIERREZ LLORET S. et alii
2015. “Céramiques et marchandises transportées
le long des côtes provençales, témoignage des
échanges commerciaux entre le domaine islami-
que et l’Occident des IXe-Xe s.”, in C. Richarté,
R.-P. Gayraud, J.-M- Poisson (Dir.), Actes du
colloque international Héritages arabo-islamiques
dans l’Europe méditerranée, Marseille 11-14 sep-
tembre 2013. Paris: La Découverte, pp. 209-227.
ROJAS RODRÍGUEZ-MALO J.M., GÓMEZ La-
guna, A.J. 2009. “Intervención arqueológica en la
Vega Baja de Toledo. Características del centro polí-
tico y religioso del reino visigodo”, en L. Caballero,
P. Mateos, Mª.A. Utrero (eds.), El siglo VII frente al
siglo VII: arquitectura (Visigodos y Omeyas, 4, Mérida
2006). [Anejos de AEA 51]. Madrid, pp. 45-89.
SÁNCHEZ MONTES, A.L. 1999. “La Antigüedad
Tardía en Complutum: la época hispanovisigoda”,
in Luis A. García Moreno, Sebastián Rascón (eds.),
Complutum y las ciudades hispanas en la Antigüedad
Tardía. Actas del I Encuentro Hispania en la Anti-
güedad Tardía. Alcalá de Henares, 16 octubre 1996.
[Acta Antiqua Complutensia 1]. Alcalá de Henares:
Universidad de Alcalá, pp. 249-265.
SANFELIÚ LOZANO, D. 2000. “Cerámicas
orientales de importación en el contexto de la
antigüedad Tardía en Segobriga (Saelices, Cuen-
ca, Conventus Carthaginensis)”, Anales de Prehis-
toria y Arqueología (Murcia) 16, pp. 225-232.
SANFELIÚ LOZANO, D., Cebrián Fernández R.
2008. “La ocupación emiral en Segobriga (Salei-
ces, Cuenca). Evidencias arqueológicas y contex-
tos cerámicos”, Lucentum 27, pp. 199-211.
SANZ PARATCHA, A. 2008. “Vida después de la
muerte: los contextos cerámicos de Recópolis en
época emiral”, Zona Arqueológica 9 (Lauro Olmo
(ed.), Recópolis y la ciudad en la época visigoda),
pp. 164-179.
CONFERENCIA INAUGURAL
G L Y P H O S
38
CERÁMICAS ALTOMEDIEVALES EN HISPANIA Y SU ENTORNO (SIGLOS V-VIII D.C.)
SERRANO HERRERO E., TORRA PÉREZ M.,
CATALÁN RAMOS R., VIGIL-ESCALERA
GUIRADO, A. 2016. “La cerámica de los siglos
VIII-IX en Madrid, Toledo y Guadalajara”, en
Alfonso Vigil-Escalera Guirado, Juan Antonio
Quirós Castillo (eds.), La cerámica de la Alta
Edad Media en el cuadrante Noroeste de la pe-
nínsula Ibérica (siglos V-X). [Documentos de Ar-
queología Medieval 9]. Bilbao: Universidad del
País Vasco, pp. 279-313.
TEJERIZO GARCÍA, C. 2015. Arqueología del
campesinado medieval en la cuenca del Duero (ss.
V-VIII d.C.). Tesis doctoral inédita, Universidad
del País Vasco/EHU, dirigida por A. Vigil-Esca-
lera y J.A. Quirós Castillo.
URBANO GUTIÉRREZ, A. 2006. Informe preli-
minar parcial de actuación arqueológica. Desbroce
supercial mecánico del área arqueológica (SAU 9
y SAU 10) y excavación del yacimiento en el área
del SAU 10. Griñón, Madrid. TEA, Servicios
Culturales, S.L. . Informe inédito, depositado en
la Dirección General de Patrimonio Histórico de
la Comunidad de Madrid.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A. 2000. “Caba-
ñas de época visigoda: evidencias arqueológicas
del Sur de Madrid. Tipología, elementos de da-
tación y discusión”, Archivo Español de Arqueolo-
gía 73, pp. 245-274.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A. 2003. “Cerá-
micas tardorromanas y altomedievales de Ma-
drid”, en L. Caballero, P. Mateos, M. Retuerce
(eds.), Cerámicas tardorromanas y altomedievales
en la Península Ibérica. Ruptura y continuidad (II
Simposio de Arqueología. Mérida, 2001). [Anejos
de AEspA 28]. Madrid, CSIC, pp. 371-387.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A. 2006. “La ce-
rámica del periodo visigodo en Madrid”, Zona
Arqueológica 8/3, pp. 704-713.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A. 2007. “Algunas
observaciones sobre las cerámicas ‘de época visi-
goda’ (ss. V-IX d.C.) de la región de Madrid”, en
Antonio Malpica, José Cristóbal Carvajal (eds.),
Estudios de cerámica tardorromana y altomedieval.
Granada: Alhulia, pp. 357-382.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO A., QUIRÓS
CASTILLO J.A. 2013. “Un ensayo de interpre-
tación del registro arqueológico”, en J.A. Quirós
Castillo (ed.), El poblamiento rural de época visi-
goda en Hispania. Arqueología del campesinado en
el interior peninsular. [Documentos de Arqueo-
logía Medieval 6]. Bilbao: Universidad del País
Vasco, pp. 357-399.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO A., STRATO
2013. “El registro arqueológico del campesinado
del interior peninsular en época altomedieval”,
en J.A. Quirós Castillo (ed.), El poblamiento ru-
ral de época visigoda en Hispania. Arqueología del
campesinado en el interior peninsular. [Documen-
tos de Arqueología Medieval 6]. Bilbao: Univer-
sidad del País Vasco, pp. 65-259.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO A., QUIRÓS
CASTILLO J.A. 2016. “La cerámica de la Alta
Edad Media en el Noroeste peninsular: una in-
troducción”, en Alfonso Vigil-Escalera Guirado,
Juan Antonio Quirós Castillo (eds.), La cerámica
de la Alta Edad Media en el cuadrante Noroeste de
la Península Ibérica (siglos V-X). [Documentos de
Arqueología Medieval 9]. Bilbao: UPV/EHU,
pp. 23-41.
WILKIN A., NAYLOR J., KEENE D., Bijsterveld
A.-J. 2015. Town and country in medieval North
Western Europe. Dynamic interactions. Turnhout:
Brepols.
WOOD J., MARTÍNEZ JIMÉNEZ J. 2016. “New
directions in the study of Visigothic Spain”, His-
tory Compass 14:1 (2016), pp. 29-38.
G L Y P H O S