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El contenido de la presente publicación refleja los puntos de vista del autor,
que no necesariamente coinciden con la Secretaría de Marina - Armada de México.
DA 08/18
31/01/18
Lic. Yaomautzin Ohtokani Olvera Lara1
Lic. Yetlanetzi Olvera Lara2
Objetivo 12 de Desarrollo Sostenible: Producción y consumo responsable
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RESUMEN
El sistema de consumo y producción que rige en nuestro planeta presenta serias contradicciones y retos en
la lógica del desarrollo sostenible y en el marco de la llamada economía verde. A fin de lograr un cambio de
paradigma la Agenda 2030 plantea en su objetivo 12 fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía;
construir infraestructuras que no dañen el medio ambiente; mejorar el acceso a los servicios básicos; y la
creación de empleos ecológicos bien remunerados y con buenas condiciones laborales. No obstante que la
elaboración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible representa un avance, su abstracción y las
complicaciones que se presentan dentro de un sistema donde el crecimiento económico se rige en base al
consumo de combustibles fósiles hacen que su viabilidad presente diversas dificultades. Este artículo
presenta los avances que México ha hecho a fin de cumplir con dicho objetivo, así como las deficiencias y
falencias existentes del propio sistema de consumo y producción global que dificultan su cumplimiento.
Palabras clave: Consumismo, ODS 12, desarrollo sostenible, Agenda 2030
ABSTRACT
The system of consumption and production that governs our planet presents serious contradictions and
challenges in the logic of sustainable development and in the framework of the so-called "green economy".
In order to achieve a paradigm shift, the 2030 Agenda proposes in its objective 12 to promote the efficient
use of resources and energy; build infrastructures that do not harm the environment; improve access to
basic services; and the creation of well-paid ecological jobs with good working conditions. Although the
elaboration of the Sustainable Development Goals represents an advance, its abstraction and the
complications that occur in a system where economic growth is governed by the consumption of fossil fuels
make its viability presents several difficulties. This article presents the progress that Mexico has made in
order to comply with this objective, as well as the existing deficiencies and shortcomings of the global
consumption and production system that make compliance difficult.
Key words: Consumerism, SDG 12, Sustainable development, 2030 Agenda
1 Licenciado en derecho, especialista en ciencias del ambiente, gestión y sustentabilidad por la Universidad de Colima.
2 Licenciada en filosofía y ciencias sociales por la Universidad Jesuita de Guadalajara, ITESO.!
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DA 08/18
1. Introducción
La huella ecológica es un indicador de impacto ambiental que analiza la demanda humana sobre los
recursos existentes de la biosfera, relacionándola con la capacidad regenerativa de la Tierra (o
biocapacidad). Es decir, da un estimado de cuánto espacio se necesita para producir los recursos y bienes
que se consumen, además de la superficie necesaria para absorber los desechos que se generan. Los
factores que se tienen en cuenta para calcularla son el crecimiento de la población; la pérdida de suelo
fértil; la deforestación; el agotamiento de los recursos; y el aumento del consumo, y se formula calculando
el área requerida para producir los recursos que consume la gente, el área ocupada por infraestructuras y
el área de bosques que se necesita para asimilar el CO2 que no es absorbido por los océanos.
La huella ecológica utiliza la biocapacidad para medir la dependencia humana de los complejos e
interrelacionados sistemas ambientales, por lo que no atiende todas las presiones ambientales ni los
impactos vinculados al consumo humano, como la contaminación y la pérdida de los hábitats (Galli, apud
WWF, 2016: 74). No obstante, vislumbra una condición básica para la sostenibilidad, es decir, nos da las
pautas para esclarecer si las prácticas de consumo de los seres humanos se ajustan o no al umbral
biológico establecido por la biocapacidad de la Tierra. (Lin, apud WWF, 2016: 74)
Desde principios de los años setenta los seres humanos demandamos más recursos de los que el planeta
puede reponer (Gráfico 1) y a su vez, producimos más de lo que realmente necesitamos consumir. Por
ejemplo, en el año 2012 se necesitó la biocapacidad equivalente a 1.6 planetas para suministrar los
recursos naturales y los servicios que la humanidad consumió ese año; esto significa que la Tierra tardó 1.6
años en regenerar recursos renovables que utilizamos y en absorber el CO2 que producimos en ese año.
Tanto la huella ecológica como la biocapacidad se expresan en una unidad común denominada hectárea
global (HAG), donde 1 HAG representa una hectárea biológicamente productiva de tierra de productividad
media.
Gráfico 1. Componentes de la huella ecológica global versus biocapacidad de la tierra, 1961-2012
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En dicha gráfica se observa que el carbono (en color lila) es el componente dominante de la humanidad. La línea
verde representa la capacidad de la Tierra para producir recursos y prestar servicios ecológicos, ha tenido una ligera
tendencia ascendente debido al aumento de la productividad agrícola. En azul las zonas de pesca; en amarillo están
las tierras de cultivo; en naranja el suelo urbanizado; en verde oscuro los productos forestales; y en verde olivo las
tierras de pastoreo. (Fuente: Informe Planeta vivo 2016. p. 75)
En el caso específico de México, la huella ecológica ha crecido de 1.9 hectáreas per cápita en 1961 a 3.27
hectáreas en 2014; siendo así el tercer país que más consume y contamina en promedio por persona en
América Latina, sólo después de Uruguay y Paraguay, según datos del Informe Planeta Vivo 2014. A su
vez, México es el país de Latinoamérica con mayor déficit de biocapacidad (111%), pudiendo aumentar
significativamente a corto plazo si se mantiene el ritmo de crecimiento de la población como los patrones
actuales de consumo. (SEMARNAT, 2012: 11-12)
Gráfico 2. Huella ecológica promedio en hectáreas globales por persona y por país en 2012
En rosa amaranto México, con una huella ecológica superior a 3 HAG por persona. (Fuente: Informe Planeta vivo
2016. p. 78-79)
La utilización de recursos naturales por encima de la capacidad de renovación es un proceso conocido
como translimitación ecológica, mismo que ha seguido creciendo con los años. No obstante, exceder la
capacidad de regeneración de la Tierra sólo nos será posible por un breve periodo, y las consecuencias de
nuestros excesos ya saltan a la vista. (Global Footprint Network, 2016)
La carrera loca hacia el crecimiento, la ganancia, la competitividad, y la lógica productivista y mercantil de
la civilización nos está conduciendo a un desastre ecológico de proporciones incalculables como el cambio
climático (Löwy, 2011: 11). En nuestros días, nadie puede negar que nos encontramos en medio de una
crisis ambiental, es un hecho reconocido oficialmente por la comunidad científica internacional y por la
mayoría de los gobiernos del mundo, además de que sus efectos son padecidos por innumerables seres
humanos y otras especies.
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El cambio climático global amenaza la estabilidad de los ciclos biogeoquímicos y de las condiciones
planetarias propicias para la vida. Lo atestiguan ya el deshielo de los polos, el incremento del nivel del mar
que ha invadido tierras costeras, la irregularidad de las lluvias y el potenciamiento de fenómenos naturales
como los huracanes.
Y es que el cambio climático es producto de las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2,
cuya producción está estrechamente ligada al uso energético que provee la quema de combustibles fósiles
de una sociedad industrial adicta a la energía y que en su búsqueda desenfrenada por el crecimiento
económico ha depredado los recursos naturales, deforestando y contaminando la tierra, el aire y el agua.
Lo anterior se expresa de manera muy sencilla en la ecuación de Koichi Kaya, que formula que el
crecimiento del producto interno bruto (PIB) es directamente proporcional al consumo de combustibles
fósiles de la nación en cuestión.
Emisiones = Población * !"#$%
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Lo anterior es prueba de que, hasta la fecha, cuanto más ricas son las naciones, mayor es su consumo de
energía primaria (en su mayoría provista desde el carbón, el petróleo y el gas natural ya que son baratas y
de fácil extracción), no obstante, se tratan de recursos finitos y, a la larga, insostenibles (López-Cortijo y
Pellón, 2008). Crecimiento bajo esta lógica significa contaminación que la economía identifica como
externalidades ambientales.
Las actuales tasas de producción y consumo propician el exceso de gases de efecto invernadero que no
pueden ser absorbidos por la vegetación. Los alimentos que consumimos, los objetos que usamos, los
transportes que utilizamos, los edificios que habitamos, necesitaron para su elaboración y uso de la
producción energética, una que en la actualidad depende de manera directa –en su mayoría– del consumo
de combustibles fósiles. Así que cuando aumenta la demanda de productos y consumo, esto se traduce
inevitablemente en mayores emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La última estimación de la población mundial según la Organización de las Naciones Unidas señala que
actualmente somos unos 7,550 millones, previéndose una tendencia de crecimiento a mil millones de
personas en 2030; este crecimiento acelerado y el aumento en la productividad han detonado una sociedad
global consumidora, la cual genera diversos costos de índole ambiental, social y económico. Los altos
índices de consumo implican una gran demanda de recursos naturales, algunos de los cuales son
esenciales para la supervivencia, ya que la alta producción de energía a partir de combustibles fósiles, ha
generado como consecuencia altos volúmenes de emisiones y residuos.
De continuar las tendencias actuales de explotación de recursos, crecimiento y densidad poblacional, para
el año 2030 se requerirán dos planetas para saciar esta demanda de recursos, incrementándose de esta
manera la problemática ambiental agravada principalmente por el cambio climático.
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Gráfico 3. Emisiones de gases de efecto invernadero por sector económico
Emisiones directas e indirectas antropógenas totales de gases de efecto invernadero (gigatoneladas de CO2-
equivalente al año, GtCO2-eq/año) procedentes de los sectores económicos en 2010. (Fuente: Cambio Climático
2014: Informe de síntesis. p. 49)
En el presente artículo se estudiarán las principales posturas teóricas sobre qué es el consumo y el
consumismo, así cómo cuales son los principales instrumentos internacionales en torno al consumo y
producción sostenibles. En segundo lugar, se analizará la Agenda 2030 y en específico el Objetivo de
Desarrollo Sostenible 12, a raíz de sus metas examinaremos los avances y deficiencias con que cuenta
México a fin de hacer frente al reto que se le plantea. Por último, presentaremos los resultados y
conclusiones.
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2. Consumidos por el consumo
El consumo por el consumo en sí mismo –por sobre la necesidad humana– es producto de las
modificaciones en los mercados de capitales, de mercancías y de trabajo, mismas que dieron paso a una
nueva modalidad de acumulación de capital y como resultado, a un cambio cultural y a la predominancia de
una nueva subjetividad sometida a un consumismo irresponsable fruto de la sociedad posmoderna.
Si se reduce el consumo a su forma arquetípica en tanto ciclo metabólico de ingesta, digestión y excreción
[…] es una condición permanente e inamovible de la vida y un aspecto inalienable de ésta que no está
atado ni a la época ni a la historia. Desde ese punto de vista, se trata de una función imprescindible para la
supervivencia biológica que nosotros, los seres humanos, compartimos con el resto de los seres vivos, sus
raíces son tan antiguas como la vida misma. (Bauman, 2013: 43)
El sociólogo Zygmunt Bauman en su libro Vida de Consumo, expresa: “el consumo es un hecho banal,
incluso trivial ya que todos lo hacemos a diario […] y la mayor parte del tiempo consumimos de hecho”
(Ibíd: 43), sin embargo, el crecimiento ilimitado de la demanda de materias primas y alimentos que la lógica
de consumo exige para su paradigma de desarrollo y progreso, conduce a una destrucción cada vez mayor
de los recursos naturales.
Es David Harvey en La condición de la posmodernidad: Investigación sobre los orígenes del cambio
cultural, quién vislumbra a través de las modificaciones en el sistema de producción cómo es que el
consumo de necesidades dio paso al consumo por el consumo en sí: el consumo de deseos; suscitando así
un nuevo periodo de acumulación del capital que denominó de “acumulación flexible”. Este fenómeno
sustituyó la etapa del fordismo y keynesianismo, combinó la línea automática de montaje; la organización
corporativa de organización de negocios; y la detallada división del trabajo, con los mecanismos de
intervención estatal que dio paso a la construcción de los llamados Estados de bienestar en los países
capitalistas avanzados.
Para Harvey, fue en la década de los setenta, con la caída de la productividad y el lucro de las empresas
que se evidenció la incapacidad del keynesianismo de contener las contradicciones del propio sistema
fordista. La crisis del petróleo de 1973 dejó a las empresas con mucha capacidad excedente inutilizable en
condiciones de acentuación de la competencia, lo que derivó en un período de racionalización,
reestructuración y aumento del control del trabajo. Además, se aceleró el tiempo de giro en la producción y
se redujo el tiempo de giro en el consumo, dando paso a un fenómeno conocido como obsolescencia
programada, que no es más que la determinación por parte del fabricante sobre el periodo de tiempo de
vida útil de un producto, a fin de que transcurrido dicho periodo, el producto se torne obsoleto, no funcional,
inútil o inservible y exista la necesidad de comprar otro nuevo que lo sustituya. A esta acumulación flexible
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se le acompañó de modas (obsolescencia percibida), publicidad que idealiza la satisfacción y felicidad
personal producida por el consumo y la inducción de deseos efímeros. (Harvey, 1998)
No obstante, ya desde la primavera del año 1955 el analista de mercado Víctor Lebow había señalado la
misma solución a la caída de productividad y ganancias: Nuestra economía, enormemente productiva,
exige que hagamos del consumo nuestro estilo de vida, que convirtamos el comprar y utilizar bienes, en
auténticos rituales, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, la satisfacción del ego en el consumir[…]
necesitamos que se consuman cosas, se quemen, se sustituyan, y se tiren, todo ello a un ritmo cada vez
más rápido. (Lebow, 1955)
En el mismo sentido, el Dr. Sut Jhally, profesor de comunicación en la Universidad de Massachusetts,
sostiene que el capitalismo interiorizó en los seres humanos que el camino a la felicidad se da a través del
consumo. Una vez que han sido satisfechas las necesidades básicas del ser humano, las corporaciones a
través de la publicidad convencen a la población que su identidad está basada en el consumo, creando así
necesidades ficción que han desembocado en una inmensa sobreproducción y acumulación de mercancías
provocando que las consecuencias se manifiesten en el agotamiento físico del planeta. (Jhally, 2006;
Rodríguez-Díaz, 2012)
La felicidad no está determinada por la gratificación de los deseos ni por la apropiación y el control que
aseguren confort, sino más bien por un aumento permanente en el volumen y la intensidad de los deseos,
lo que a su vez produce una fila cada vez más interminable de productos creados para el desecho y la
sustitución. Bauman sostiene que el consumismo se basa en la velocidad que entraña la necesidad de
alcanzar las oportunidades que se presentan en el momento y que anuncian el peligro de desaparecer al
instante. Eso significa que cuanto menos una mercancía es realmente usada mejor es desde el punto de
vista del capital: ya que tal subutilización torna vendible otra pieza de mercancía, toda vez que el capital
define “útil” y “utilidad” en términos de vendible, un imperativo que puede ser realizado bajo la hegemonía y
el dominio del propio valor de cambio (Mészáros, 2002). La brecha abismal entre la promesa de
satisfacción y su posterior insatisfacción es la condición necesaria para el funcionamiento de la sociedad de
consumidores. (Lara, 2007)
Por tanto, el consumidor es aquel que no se para en la satisfacción de sus necesidades reales, sino que
aspira, por la mediación del signo, a satisfacer sin parar necesidades imaginarias, necesidades estimuladas
por la publicidad e incitadas por el sistema de retribuciones simbólicas[…] La sociedad de consumo podría
definirse, así, como la forma global que tienen los hombres y la sociedad de vivir en un imaginario colectivo.
(Alonso, 2009)
Pierre Bourdieu considera que el consumo se inscribe en las luchas simbólicas de los que quieren
ser/vivir/consumir como los situados inmediatamente por encima en la estructura social, y también de los
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que aspiran a distanciarse-distinguirse de los situados en la misma posición o inmediatamente inferior
(Rodríguez-Díaz, 2012). De la misma manera expresa su preocupación el Dr. Roberto P. Guimarães: el
consumo conspicuo se está generalizando en el mundo, a la par con el deseo de status y de diferenciación
social que impele individuos de todos los estratos de la sociedad hacia objetivos materiales que en nada
contribuyen para el bienestar y la felicidad. (Guimarães, 2015)
A la compra o acumulación de bienes y servicios no esenciales se le ha conocido como consumismo, y a
su consumo masivo por los miembros de una sociedad: sociedad de consumo. Ambos, comprometen
seriamente los recursos naturales y la idea de construcción de una economía sustentable. Se trata de un
problema global con incidencias a nivel regional, social, familiar y personal, como diría Jean Braudillard, no
estamos ante un simple proceso económico y utilitario, no sólo es un modo activo de relacionarse con los
objetos, sino también con la comunidad y con el mundo, un modo de actividad sistemática y de respuesta
global en la cual se funda todo nuestro sistema cultural. (Baudrillard, 2009)
3. El debate de la comunidad internacional en torno al consumo y producción
El debate de la problemática que desencadenó la sociedad de consumo y los altos índices de producción
fueron tratados por la comunidad internacional de naciones en los inicios de los años setenta, cuando el
movimiento ambientalista fue tomando fuerza y los daños medioambientales fueron haciéndose cada vez
más evidentes.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano (CNUMAH) fue celebrada el 16 de junio de
1972 en Estocolmo y de la misma nació la Declaración de Estocolmo sobre el Medio Humano, y sus
Principios, mismos que formaron el primer cuerpo de una legislación blanda para cuestiones
internacionales relativas al medio ambiente. Esta declaración proclama siete puntos dentro de los cuales
menciona el daño que puede causar el hombre al medio ambiente y que los problemas ambientales están
generalmente relacionados con la industrialización y el desarrollo tecnológico –se le ha otorgado al humano
la facultad de cambiar su entorno mediante la ciencia–. Esto la convierte en una meta muy importante de
defensa y mejoramiento del medio ambiente humano para las generaciones presentes y futuras.
En 1987, la Comisión Mundial Para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU encabezada por Gro
Harlem Brundtland presentó el libro Nuestro futuro común, conocido con posterioridad como Informe
Bruntland, donde ya se advertía que el consumo de energía iba en aumento y que si la satisfacción de esta
demanda se basaba en el consumo de recursos no renovables el ecosistema no sería capaz de resistirlo.
Además, en lo referente a la sobreproducción de alimentos sostenía que el mundo había logrado
volúmenes increíbles de producción de alimentos, pero que no siempre se encontraban en los lugares en
los que más se necesitan.
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Por su parte, del 3 al 14 de junio de 1992 se efectuó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro, misma que dio origen a la llamada Declaración de Río, que
estableció en su Principio 8 que para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para
todas las personas, los Estados deberían reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo
insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas. Además de que en lo referente a los residuos
el Principio 14 menciona que los Estados deben cooperar efectivamente para desalentar o evitar la
reubicación y la transferencia a otros Estados de cualesquiera actividades y sustancias que causen
degradación ambiental grave o se consideren nocivas para la salud humana. (CNUMAD, 1992)
Además de la Declaración de Río se firmó la Agenda 21, que en el capítulo IV de la sección primera
menciona que existe una relación muy estrecha entre la pobreza y la degradación ambiental. “Si bien la
pobreza impone una gran presión sobre el medio ambiente, la causa principal del deterioro del medio
ambiente es la modalidad insostenible de consumo y producción en los países industrializados –en
particular–, lo que agrava la pobreza e intensifica los desequilibrios”, reiterando que el logro de un
desarrollo sostenible exigirá una producción eficiente y cambios del consumo a fin de utilizar los recursos
en forma óptima y reducir la creación de desperdicios al mínimo. Específicamente se pedía prestar mayor
atención a las cuestiones relacionadas con el consumo y se trabajara en la elaboración de nuevas políticas
nacionales cuyo objeto sea fomentar la adopción de modalidades de consumo sostenibles. (Câmara dos
Deputados-Brasil, 1995)
Durante la Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable de Johannesburgo en 2002, se reconoció la
existencia de un consumo y producción insostenible en el mundo que trajo como consecuencia la
devastación ambiental y el agotamiento de los recursos naturales. Por tanto, en su Declaración menciona
que “para lograr un desarrollo sostenible a nivel mundial es indispensable introducir cambios fundamentales
en la forma en que producen y consumen las sociedades”. Además, se fijó el acuerdo de realizar un
conjunto de programas con miras a 10 años dirigidos a acelerar el cambio hacia modalidades de
producción y consumo sostenibles, contemplando en ellos la sensibilización a la población, el impulso de
políticas públicas y de tecnologías y la sensibilización de empresas privadas. (ONU, 2002)
Es a partir de la Cumbre de Johannesburgo, que se asume una responsabilidad colectiva para avanzar y
reforzar los pilares interdependientes del desarrollo sustentable, buscando desacoplar el desarrollo
económico de la degradación ambiental y del deterioro social. Producto de esta Cumbre es que el
Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente estableció el Proceso de Marrakech, cuyo objetivo
principal es la implementación de programas que permitan establecer un marco global de acción definiendo
las rutas para acelerar la transición a patrones de producción y consumo sustentables.
El Proceso de Marrakech sobre Consumo y Producción Sustentable de 2003 se trata del primer esfuerzo
de la comunidad internacional para hacer frente al problema de la producción y consumo insustentable,
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creando mecanismos de apoyo para la implementación de proyectos sobre consumo y producción
sustentable y la elaboración de un Marco de Programa a 10 años con el fin de generar cambios en los
patrones de consumo y producción. Dicho proceso se divide en 4 fases: la identificación de prioridades, la
elaboración de estrategias, la implementación de los proyectos y la evaluación del progreso. (PNUMA,
2004)
En 2012, durante la Conferencia de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (Río+20) nuevamente se
reconoció el carácter fundamental de adoptar medidas urgentes en relación a las modalidades de
producción y consumo insostenibles para la protección del medio ambiente, la diversidad biológica y los
ecosistemas, así como para permitir la renovación de los recursos naturales y promover el crecimiento
mundial “sostenido, inclusivo y equitativo”. Además, se reafirmó la posición a favor de la eliminación
gradual del consumo y producción de hidrofluorocarbonos. (CEPAL, 2014)
No obstante, Guimarães considera que no se correspondió con los avances que otrora se habían realizado
ni con los retos que la problemática ambiental requería, “perdió su carácter transformador de la producción
y del consumo para limitarse a los más variados y controvertidos estratagemas de mercado para reducir la
emisión de gases de efecto invernadero sin cambiar, en los hechos, la matriz energética basada en
combustibles fósiles.” Por lo tanto consideró que: Río +20 reveló que éstos no están dispuestos a negociar
sus patrones de consumo a cambio de mejorar la calidad de vida de la mayoría de la población mundial en
situaciones de pobreza, las más afectadas por el deterioro ambiental provocado, entre otros, por los
cambios climáticos, le desertificación, la pérdida de biodiversidad, la escasez de agua y tantos otros signos
de la crisis. (Guimarães, 2015)
A pesar de esto y conforme al Proceso de Marrakech se adoptó el Marco Decenal de Programas sobre
Modalidades de Consumo y Producción Sostenibles, que es un marco global de acción para acelerar el
cambio hacia el consumo y producción sostenibles a través de la construcción de sinergias y cooperación;
la ampliación y replicación de políticas exitosas; y la generación y apoyo de proyectos y actividades de
consumo y producción sostenibles bajo 6 programas temáticos: el Programa de Compras Públicas
Sostenibles (SSP); el Programa de Información al Consumidor; el Programa de Turismo Sostenible; el
Programa de Estilo de Vida Sostenibles y Educación; el Programa de Edificaciones y Construcción
Sostenibles; y el Programa de Sistemas de Alimentación Sostenibles. (PNUMA, 2015a; 2015b)
La Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible de Nueva York en 2015 marca un
parteaguas con las anteriores cumbres pues va más allá de éstas en relación con el consumo y la
producción sustentable, señalando en la resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 25 de septiembre: Nos comprometemos a efectuar cambios fundamentales en la manera en que
nuestras sociedades producen y consumen bienes y servicios. Los gobiernos, las organizaciones
internacionales, el sector empresarial y otros agentes no estatales y particulares deben contribuir a
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modificar las modalidades insostenibles de consumo y producción, incluso movilizando todas las fuentes de
asistencia financiera y técnica para fortalecer la capacidad científica, tecnológica y de innovación de los
países en desarrollo con el fin de avanzar hacia modalidades de consumo y producción más sostenibles.
Por ello alentamos a que se aplique el Marco Decenal de Programas sobre Modalidades de Consumo y
Producción Sostenibles. Todos los países, empezando por los desarrollados, deben adoptar medidas
teniendo en cuenta el desarrollo y las capacidades de los países en desarrollo. (ONU, 2015b)
4. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
El 25 de septiembre de 2015 más de 150 países y en el marco de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre
el Desarrollo Sostenible aprobaron la Agenda para el Desarrollo Sostenible titulada Transformar Nuestro
Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que fue adoptada por los 193 Estados miembro de
las Naciones Unidas. Dicho documento incluye los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible y 169 metas de
carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental, mismas que
“intentan poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio
climático sin que nadie quede rezagado para el 2030”. (PNUD, 2015)
El texto la presenta como una “nueva estrategia que regirá los programas de desarrollo mundiales durante
los próximos 15 años mediante un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que
también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia” (ONU, 2015a). El fin de la
agenda es integrar un compromiso común y universal en la búsqueda que cada país tiene para alcanzar el
desarrollo siguiendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), no obstante los Estados gocen de plena
soberanía sobre su riqueza, recursos y actividad económica, lo que les faculta a fijar sus propias metas
nacionales.
Los ODS incluyen, entre otros puntos, acabar con la pobreza, erradicar el hambre y lograr la seguridad
alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el
acceso al agua y la energía; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes
contra el cambio climático; promover la paz y facilitar el acceso a la justicia. (ONU, 2015a; 2015b)
4.1. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible
De conformidad con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo los ODS son un “llamado universal
a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las
personas gocen de paz y prosperidad” (ONU, 2017a). Los 17 objetivos se basan en los logros de los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluyendo temas como el cambio climático, la desigualdad económica,
la innovación, el consumo sostenible, la paz y la justicia. Los Objetivos, por tratar de diversos temas y
derechos humanos, se encuentran interrelacionados, es por eso que constantemente la clave del éxito de
uno involucrará las cuestiones más frecuentemente vinculadas con otro.
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Los 17 Objetivos de la Agenda se elaboraron en más de dos años de consultas públicas, interacción con la
sociedad civil y negociaciones entre los países. Los ODS conllevan un espíritu de colaboración y
pragmatismo para elegir las mejores opciones con el fin de mejorar la vida –de manera sostenible– para las
generaciones futuras. Proporcionan orientaciones y metas claras para su adopción por todos los países en
conformidad con sus propias prioridades y los desafíos ambientales del mundo en general.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ayudará a implementar los Objetivos por medio de su
Plan Estratégico 2014-2017 centrándose en esferas clave como mitigación de la pobreza, gobernabilidad
democrática y consolidación de la paz, cambio climático y riesgo de desastres, y desigualdad económica.
Además, prestará apoyo a los gobiernos para que integren los ODS en sus planes y políticas nacionales de
desarrollo ya que su consecución requiere de la colaboración de los gobiernos, el sector privado, la
sociedad civil y los ciudadanos por igual.
4.2. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 12
El Objetivo 12 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se orienta a “garantizar modalidades de consumo y
producción sostenibles”. Al respecto, la Agenda 2030 señala que el consumo y la producción sostenible
(CPS) consisten en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de
infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación
de empleos ecológicos, justamente remunerados y con buenas condiciones laborales; y su objetivo “es
hacer más y mejores cosas con menos recursos” creando “ganancias netas de las actividades económicas
mediante la reducción de la utilización de los recursos, la degradación y la contaminación” y con la
participación de “distintos agentes, entre ellos empresas, comerciantes, consumidores, políticos,
investigadores, científicos, medios de comunicación y organismos de cooperación para el desarrollo”.
(ONU, 2017a)
El documento señala que a fin de lograr crecimiento económico y desarrollo sostenible, es urgente reducir
la huella ecológica mediante un cambio en los métodos de producción y consumo de bienes y recursos.
Menciona a su vez que la gestión eficiente de los recursos naturales compartidos y la forma en que se
eliminan los desechos tóxicos y los contaminantes son vitales para lograr este objetivo, instando a las
industrias, los negocios y a los consumidores a reciclar y reducir los desechos, apoyando a los países en
desarrollo a avanzar hacia patrones sostenibles de consumo para 2030. Por último, se hace hincapié en la
importancia de otorgarle un enfoque sistémico al planteamiento y lograr la cooperación entre los
participantes de la cadena de suministro, desde el productor hasta el consumidor final, sensibilizándolos en
educación ambiental.
Las metas específicas que deben alcanzarse para 2030 con relación al ODS 12 en conjunto con los
gobiernos de los Estados, el sector privado y la sociedad civil se han sectorizado de la siguiente manera:
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que no necesariamente coinciden con la Secretaría de Marina - Armada de México.
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12.1
Aplicar el Marco Decenal de Programas sobre Modalidades de Consumo y Producción
Sostenibles, con la participación de todos los países y bajo el liderazgo de los países
desarrollados, teniendo en cuenta el grado de desarrollo y las capacidades de los
países en desarrollo.
12.2
De aquí a 2030, lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales.
12.3
De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la
venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en
las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.
12.4
De aquí a 2020, lograr la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y
de todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida, de conformidad con los marcos
internacionales convenidos, y reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el
agua y el suelo a fin de minimizar sus efectos adversos en la salud humana y el medio
ambiente
12.5
De aquí a 2030, reducir considerablemente la generación de desechos mediante
actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización.
12.6
Alentar a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas
transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la
sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes.
12.7
Promover prácticas de adquisición pública que sean sostenibles, de conformidad con las
políticas y prioridades nacionales.
12.8
De aquí a 2030, asegurar que las personas de todo el mundo tengan la información y
los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los estilos de vida en
armonía con la naturaleza.
12.8a
Ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su capacidad científica y tecnológica para
avanzar hacia modalidades de consumo y producción más sostenibles.
12.8b
Elaborar y aplicar instrumentos para vigilar los efectos en el desarrollo sostenible, a fin
de lograr un turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los
productos locales.
12.8c
Racionalizar los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles que fomentan el
consumo antieconómico eliminando las distorsiones del mercado, de acuerdo con las
circunstancias nacionales, incluso mediante la reestructuración de los sistemas
tributarios y la eliminación gradual de los subsidios perjudiciales, cuando existan, para
reflejar su impacto ambiental, teniendo plenamente en cuenta las necesidades y
condiciones específicas de los países en desarrollo y minimizando los posibles efectos
adversos en su desarrollo, de manera que se proteja a los pobres y a las comunidades
afectadas.
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El cumplimiento de las metas a nivel global presenta un desafío para todos los Estados miembro y en
especial para los países en vías de desarrollo. Como señala el informe del secretario general del 11 de
mayo de 2017, Progresos en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: la consecución de este
Objetivo requiere de un sólido marco para el consumo y la producción sostenibles que esté integrado en los
planes nacionales y sectoriales, en las prácticas comerciales sostenibles y en el comportamiento de los
consumidores.
Y a su vez, al tratarse de un compromiso universal donde los Estados gozan de plena soberanía sobre su
riqueza, recursos y actividad económica –pudiendo éstos fijarse sus propias metas–, los resultados
dependerán mucho de la voluntad de todos los actores a fin de llevar al pleno cumplimiento de la Agenda.
Por ejemplo, si bien casi todos los Estados miembro han firmado al menos uno de esos acuerdos, muchos
no cumplen con la obligación de presentar periódicamente datos e información sobre los desechos
peligrosos, los contaminantes orgánicos persistentes y las sustancias nocivas para el ozono. Así, entre
2010 y 2014, solo proporcionaron datos e información el 57 % de las partes en el Convenio de Basilea
sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación; el 71 %
de las partes en el Convenio de Rotterdam sobre el procedimiento de consentimiento fundamentado previo
aplicable a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional; y el 51 %
de las partes en el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes. Todas las partes
presentaron los informes solicitados en virtud del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que
agotan la capa de ozono. (ONU, 2017b)
5. El ODS 12 en México: implementación de la estrategia y política nacional
México, como Estado miembro de la Organización de las Naciones Unidas, participó activamente en la
definición de la Agenda 2030. Fue uno de los dos países voluntarios en la región de Mesoamérica para
presentar avances sobre los ODS ante el Foro Político de Alto Nivel en Desarrollo Sostenible, en donde
señaló la instalación de un Comité Técnico Especializado con el INEGI y la instalación por parte del Senado
de la República de un grupo de trabajo sobre la Agenda 2030, con el fin de dar seguimiento y respaldo
desde el poder legislativo al cumplimiento de los ODS.
En febrero de 2013 se le asignó a México una de las diez posiciones en el Consejo Rector del Marco
Decenal para Programas de Producción y Consumo Sustentable, y para octubre de ese mismo año, México
fue elegido como presidente del mismo Consejo Rector para el periodo 2013-2015.
Durante las sesiones presentó propuestas de incorporación de los principios de igualdad, inclusión social y
económica, e impulsó que la universalidad, sustentabilidad y los derechos humanos fuesen sus ejes
rectores. De igual forma, abogó porque se adoptara un enfoque multidimensional de la pobreza que tomara
en cuenta la alimentación, educación, salud, seguridad social y vivienda de las personas.
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Nuestro marco normativo nacional, en constante evolución, ha ido sufriendo cambios en materia ambiental
con el fin de resguardar el patrimonio natural de todos los mexicanos. Así, la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos establece en su artículo 4º que toda persona tiene derecho a un medio
ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar; mientras que el artículo 25 otorga al Estado la rectoría
del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable.
En ese orden de ideas, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente establece que la
federación tiene la facultad de formular y conducir la política ambiental nacional siempre y cuando se
respete el principio de coordinación con la sociedad; y la Ley General de Cambio Climático señala como
principio de la Política Nacional de Cambio Climático, “la adopción de patrones de producción y consumo
por parte de los sectores público, social y privado para transitar hacia una economía de bajas emisiones de
carbono”.
México cuenta desde noviembre de 2012 con una Estrategia Nacional de Producción y Consumo
Sustentable, misma que establece las bases para que los diversos actores de la sociedad consoliden
acciones de integración a nivel vertical y transversal, a fin de adoptar patrones de producción y consumo
apegados a la sustentabilidad con un enfoque dirigido hacia el beneficio social. (SEMARNAT, 2013)
La Estrategia señala la importancia de alinear las políticas sectoriales hacia una dimensión global del
desarrollo sustentable a través de la coordinación de esfuerzos de los sectores público y privado con el fin
de diseñar e implementar políticas claras y coherentes catalizadoras del desarrollo de proyectos que
alienten a la adopción de prácticas sustentables.
La Estrategia cuenta con principios rectores intrínsecos a la aplicación de las medidas a fin de que sirvan
de guía en el actuar de los actores sociales y los tomadores de decisiones, tales como: la calidad de vida;
el acceso a la información; la participación ciudadana; la perspectiva de género; la perspectiva de ciclo de
vida de los productos; la cultura de la sustentabilidad; la responsabilidad común pero diferenciada; el
principio precautorio; la coordinación inter e intra gubernamental; y la reducción, reutilización y reciclaje.
Los cinco objetivos específicos que se plantea la Estrategia Nacional de Producción y Consumo
Sustentable a fin de que para el año 2020 diversos actores de la sociedad mexicana estén comprometidos
con el proceso de cambio hacia una economía equitativa y responsable, cimentada en sistemas de
producción, distribución y consumo sustentables; son:
1
Contribuir a los cambios en los patrones de producción y consumo aplicando el enfoque de equidad de género los
cuales favorezcan un empleo digno y acceso equitativo a las oportunidades de satisfacción de necesidades básicas y
realización de aspiraciones conformando con ello una mejor calidad de vida.
2
Impulsar procesos de producción, distribución y consumo sustentables que reduzcan los impactos económicos, sociales
y ambientales de los mismos, así como de los productos y servicios.
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3
Desarrollar mercados sustentables a nivel local, nacional, regional e internacional orientados a productos sustentables,
que generen empleos verdes y contribuyan al combate de la pobreza, incorporando el enfoque de equidad de género.
4
Promover el consumo sustentable en las cadenas de suministro tanto a nivel público como privado con estrategias y
acciones diferenciadas en función de la situación de género identificada.
5
Generar un marco institucional amplio, plural, diverso e incluyente para el desarrollo de sinergias, la elaboración de
sistemas de planeación, implementación, seguimiento y evaluación de programas y planes de acción, su financiamiento
y rendición de cuentas, incorporando la perspectiva de equidad de género.
En materia de producción sustentable para los sectores público y privado establece las siguientes medidas:
Sector público
Sector privado
Revisar y actualizar el marco jurídico incorporando criterios de
sustentabilidad en las cadenas productivas.
Generar apoyos a la micro, pequeña y mediana empresa para
fomentar el cambio hacia patrones de producción sustentable.
Desarrollar estímulos económicos para fomentar la innovación y
transferencia de tecnología en procesos productivos.
Generar redes para el intercambio de información en materia de
producción sustentable.
Difundir conceptos y acciones sobre producción sustentable.
Adoptar estándares internacionales en los procesos productivos.
Elaborar lineamientos para otorgar reconocimientos y
certificación de prácticas sustentables.
Impulsar la transparencia en la difusión de la información de los
impactos ambientales derivados de los procesos productivos.
Promover la investigación para el desarrollo de materiales
sustentables.
Promover la oferta de productos sustentables.
Establecer criterios de sustentabilidad para el diseño de
productos y servicios.
Crear, fomentar y ejecutar programas de responsabilidad social y
ambiental.
Generar el material para brindar capacitación en lo relacionado
con el aprovechamiento de recursos en los sectores productivos.
Promover empleos verdes con enfoque de equidad de género y justa
remuneración.
Promover acuerdos público-privados para la producción
sustentable.
Promover vínculos en materia de producción y consumo sustentable
entre el sector privado y las instituciones educativas.
Promover instrumentos para la generación, transmisión y uso de
energías generadas a partir de fuentes renovables.
Elaborar planes de manejo para la reintegración de residuos a los
procesos de producción.
Desarrollar indicadores de sustentabilidad y regulaciones a partir
de los ciclos de vida de los materiales para facilitar la
homologación de las prácticas sustentables, evaluaciones y
autoevaluaciones de desempeño por el sector productivo.
Adoptar el enfoque de ciclo de vida del producto para los procesos
productivos y adquisición de materiales.
Diseñar, desarrollar e implementar instrumentos económicos
para apoyar a empresas y negocios en la adopción de eco-
etiquetados.
Desarrollar el marco jurídico para criterios de sustentabilidad y
contracciones de bienes y servicios sustentables en la Administración
Pública Federal.
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Por su parte, en materia de consumo sustentable, la Estrategia Nacional de Producción y Consumo
Sustentable estableció las siguientes medidas para los sectores público y privado, así como para los
consumidores:
Sector público
Sector privado
Actualizar el marco jurídico en materia de consumo sustentable.
Poner en marcha proyectos industriales para el intercambio y
aprovechamiento de residuos como insumos a otros procesos.
Desarrollar y difundir instrumentos educativos para el consumo
sustentable.
Fomentar una cultura de consumo sustentable.
Incorporar lineamientos en materia de producción y consumo
sustentable en programas sectoriales de la Administración
Pública Federal.
Desarrollar y promover instrumentos para la difusión,
comercialización y adquisición de productos sustentables.
Desarrollar instrumentos económicos para el fomento del
consumo sustentable.
Implementar alianzas público-privadas para la promoción del
consumo sustentable.
Desarrollar la infraestructura para la gestión integral de los
residuos.
Consumidores
Tomar capacitación en materia de consumo sustentable y análisis de ciclo de vida de los productos.
Leer y analizar la información sobre el impacto ambiental de producto.
Adoptar el principio de las 3R en el consumo residencial y de oficinas.
Incorporar campañas de separación de residuos.
Valorar las consideraciones en materia de sustentabilidad en las decisiones de compra.
Adoptar el consumo de productos sustentables y estilos de vida sustentables.
Valorar la información de etiquetas y certificaciones sustentables.
En el ámbito de implementación, operación y seguimiento de la Estrategia, se establecen las bases para la
creación de una estructura operativa con el papel de facilitador que dirija y establezca responsabilidades
con respecto a las acciones resultantes de las medidas propuestas; fundamentales para su monitoreo y
evaluación:
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Se crea una Coordinación Nacional de Producción y Consumo Sustentable, que administrará el
establecimiento, implementación, operación y seguimiento de las medidas que componen la Estrategia.
Además, desarrollará alianzas estratégicas para la operación de los planes de acción y promoverá
instrumentos y mecanismos que impulsen las medidas establecidas en la Estrategia. Dicha coordinación
contará con un Grupo Asesor, un Grupo Operativo, y diversos grupos de trabajo adecuados a las líneas de
acción de la Estrategia.
5.1. Implementación del ODS 12 a nivel federal
A la par de la Estrategia, el objetivo 4.4 del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2013-2018 señala la
importancia de “impulsar y orientar un crecimiento verde incluyente y facilitador que preserve nuestro
patrimonio natural al mismo tiempo que genere riqueza, competitividad y empleo”. Ambos documentos,
establecen la importancia de la elaboración de un Programa Especial de Producción y Consumo
Sustentable (PEPyCS) “con el fin de vincular las diferentes instancias del sector público involucradas con la
producción y el consumo, así como al sector privado y social, para transitar hacia estilos de vida y patrones
de producción y consumo sustentables” (SEMARNAT, 2014).
El PEPyCS (DOF, 2014) se encuentra alineado con los objetivos y estrategias del PND y del Programa
Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales 2013-2018 (PROMARNAT). En relación a la aplicación
de la meta 12.1 del ODS 12, nuestro país cuenta con la elaboración de la Estrategia y el Programa Especial
de Producción y Consumo Sustentables, de los que se desprenden diversos programas que se vinculan
con los 6 programas temáticos del Marco Decenal de Programas sobre Modalidades de Consumo y
Producción, así como con mecanismos para su establecimiento, implementación, operación y seguimiento.
En la Sexta Reposición de Recursos del Fondo Fiduciario para el Medio Ambiente Mundial, México
presentó proyectos en la Cartera Nacional de Proyectos. Desde su entrada en operación en enero de 2016
y hasta junio de 2017, se autorizaron ocho proyectos por 81.6 millones de dólares, destacando el de
Territorios Productivos Sostenibles, con un presupuesto de 21.9 millones de dólares (GOBIERNO DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, 2017), que promueve un modelo de gestión territorial centrado en
diversificar y reconvertir la producción rural para favorecer las actividades productivas socialmente
incluyentes y amigables con el medio ambiente, lo que se relaciona con las metas 12.1 y 12.2.
El Quinto Informe de Gobierno 2016-2017 señala que se amplió la cobertura de infraestructura y
programas ambientales que protegen la salud pública y garantizan la conservación de los ecosistemas y
recursos naturales, dando como resultados una evaluación integrada de sensibilidad al cambio climático
sobre suelos y potencial productivo agrícola, e identificación de indicadores con perspectiva de género
(vinculado a la meta 12.1); una estimación de rendimientos potenciales con escenarios de cambio climático
para diversos cultivos agrícolas en México (misma que se vincula con las metas 12.1 y 12.8), y una
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evaluación del potencial productivo de los suelos de México que considera escenarios de cambio climático
(metas 12.1 y 12.8).
Además, a fin de acelerar el tránsito hacia un desarrollo bajo en carbono en los sectores productivos
primarios, industriales y de la construcción, así como en los servicios urbanos, turísticos y de transporte
(metas 12.1, 12.8b) se promovió el uso de tecnologías limpias, eficientes y de bajo carbono para apoyar la
toma de decisiones en materia de mitigación: esto se sustentó en dos estudios estratégicos concluidos en
diciembre de 2016 para los sectores de transporte y generación de energía eléctrica (metas 12.1 y 12.2).
Además, se señala que se avanzó en el análisis de rutas tecnológicas y de costos de mitigación, debido a
la instrumentación de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas para lograr un desarrollo bajo en
carbono en los siguientes sectores: petróleo y gas, generación eléctrica, residencial y comercial, industria,
fuentes móviles, residuos, agropecuario y uso de suelo, cambio de uso del suelo y silvicultura(metas 12.4,
12.2 y 12.1).
Por su parte, la meta 12.2 del ODS se vincula directamente con los objetivos 2, 3 y 4 del Programa
Especial de Consumo y Producción Sustentable ya que se enfocan a “fortalecer la productividad de las
empresas, especialmente las MIPYMES con base en criterios de producción y consumo sustentable”;
“fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico sustentables” y “promover estilos de vida sustentables”.
Respecto a la meta 12.3 relativa a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos, se puede observar que no
está contemplada en la Estrategia Nacional de Producción y Consumo Sustentables, ni en el Programa
Especial de Producción y Consumo Sustentable, ni en el Plan Nacional de Desarrollo, de manera que
hacen falta acciones orientadas en este sentido.
La meta 12.4 del ODS 12 relativa a la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y de
todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida, no se atiende mediante un objetivo en específico del
PEyPCS, pero sí se encuentra presente en la lógica del mismo toda vez que el fin de su existencia es hacer
que se adopten patrones que reduzcan la dependencia en los recursos naturales, la generación de
emisiones y residuos, e impulsen el reciclaje y el reúso de materiales, haciendo sustentables sus cadenas
productivas a través de la vinculación entre diferentes actores de los sectores público, privado y social
donde las prácticas de producción y consumo se realicen con un enfoque de ciclo de vida. A su vez,
considera el uso de ecotecnias que protegen el medio ambiente ya que son menos contaminantes, utilizan
los recursos de manera más sostenible, reciclan más sus desechos y productos, y tratan los residuos de
una manera más eficiente que otras tecnologías.
Dando seguimiento al cumplimiento de dicha meta, la PROFEPA entre septiembre de 2016 y junio de 2017,
realizó 5 218 visitas de inspección y verificación a establecimientos industriales e impuso multas por 163.5
millones de pesos. La distribución de las visitas por materia fue la siguiente: 3 240 al manejo de residuos
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peligrosos por parte de las empresas generadoras; 514 de emisiones a la atmósfera; 315 de
condicionantes en materia de impacto ambiental; 316 a empresas prestadoras de servicios de transporte,
manejo y disposición de residuos peligrosos; 197 por la contaminación de suelos derivada de emergencias
ambientales; 178 de descargas de aguas residuales a cuerpos de aguas nacionales. (GOBIERNO DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, 2017)
La meta de 12.5 sobre reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de
prevención, reducción, reciclado y reutilización y en general el tema de prevención y control de la
contaminación se deja específicamente a las Normas Mexicanas (NMX) ambientales relacionadas con
producción y consumo sustentable. Por ejemplo, en materia de reducción se menciona la NMX-SSA-14064-
2-IMNC-2007 para la cuantificación, el seguimiento y el informe de la reducción de emisiones. De igual
forma, el Programa de Fortalecimiento Ambiental de las Entidades Federativas 2013 contribuye al logro de
los cumplimientos de los objetivos relacionados con el cuidado del medio ambiente y al logro de metas
vinculadas al desarrollo sustentable y crecimiento verde como meta fundamental de los gobiernos en sus
tres órdenes, entre los que destacan la gestión integral de residuos, la educación ambiental, la adaptación y
mitigación a los efectos del cambio climático así como la reducción de gases de efecto invernadero y el uso
de energías limpias.
Otros instrumentos incluyen la Guía de recomendaciones para el consumo responsable de los recursos en
oficinas de la administración pública del gobierno del Distrito Federal; el proyecto piloto de la NAMA de
vivienda existente; el Programa de Certificación de Edificios Sustentables; y el Programa de Reporte
Voluntario de Gei-México. En torno al reciclado en materia de compras públicas, la Ley de Adquisiciones,
Arrendamientos y Servicios del Sector Público establece en su artículo 26 que, en las adquisiciones de
papel para uso de oficina, éste deberá contener un mínimo de 50 % de fibras de material reciclado o de
fibras naturales no derivadas de la madera, o deberá provenir de materias primas de aprovechamientos
forestales manejados de manera sustentable en el territorio nacional y bajo certificación.
En este sentido, la PROFEPA realizó 152 visitas de inspección a instalaciones mineras que pudieran
afectar al medio ambiente y a la salud humana, e impuso 12 clausuras totales por incumplimiento de la
normatividad ambiental, con multas equivalentes a 4.2 millones de pesos.
De igual forma, el Programa Ambiental México-Estados Unidos Frontera 2020, canalizó entre septiembre
de 2016 a junio de 2017 una inversión aproximada de 205 mil dólares para la implementación de cinco
proyectos en los temas de infraestructura verde, manejo adecuado de residuos electrónicos, así como el
manejo integral de residuos sólidos urbanos. (GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS,
2017)
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Según datos del gobierno federal de diciembre de 2012 a junio de 2017 se destinaron 1,700 millones de
pesos para Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos a través de solicitudes de los gobiernos
estatales, para la construcción y operación de rellenos sanitarios y adquisición de vehículos de recolección.
Además, operaron 228 empresas con autorización para la prestación de servicios de tratamiento o
remediación de suelos contaminados con materiales o residuos peligrosos.
El Procedimiento de Evaluación del Impacto Ambiental permitió el análisis de 467 proyectos de septiembre
de 2016 a junio de 2017. Del total de proyectos, 219 correspondieron a Manifestaciones de Impacto
Ambiental modalidad particular, 228 a modalidad regional, dos a informes preventivos y 18 a trámites
unificados de cambio de uso de suelo forestal. Los proyectos incidieron en el desarrollo de obras de los
sectores de vías generales de comunicación, hidráulico, energía-electricidad, minero, forestal, industrial,
pesquero-acuícola, desarrollo urbano, turístico y agropecuario. De 467 proyectos resueltos, 311 fueron
autorizados y 156 no obtuvieron autorización por carecer de viabilidad ambiental (GOBIERNO DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, 2017).
Sobre la meta 12.6, “alentar a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas
transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles” el PEPyCS hace una mención sobre las empresas
de Proveeduría en el Programa de Liderazgo Ambiental para la Competitividad de la Procuraduría Federal
de Protección al Ambiente (2011) y así generar importantes ahorros económicos en sus procesos de
producción al reducir el consumo de agua, energía y materias primas, así como evitando emisiones,
residuos y descargas de contaminantes.
Por su parte, en el Quinto Informe de Gobierno se menciona que para este efecto 38 instalaciones
recibieron el reconocimiento de Excelencia Ambiental 2017; se emitieron 773 certificados, de Industria
Limpia 435, de Calidad Ambiental 305 y de Calidad Ambiental Turística 33 (456 eran renovaciones); y 977
instalaciones están inscritas en el programa, de las cuales 48.8 % (477) se encuentran en proceso de
certificación y 51.2 % (500) cuentan con un certificado vigente. De estos últimos, 156 pertenecen a grandes
empresas, 150 a medianas y 194 a pequeñas y micro empresas (GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS, 2017).
Sobre la promoción de prácticas de adquisición pública que sean sostenibles (meta 12.7) se puede citar el
objetivo 1 del PEPyCS, mismo que sostiene que se deben incrementar las compras públicas sustentables
mediante la incorporación de criterios de producción y consumo sustentable en el marco normativo
nacional; la promoción de los instrumentos económicos que impulsen el crecimiento verde e incluyente; el
impulso a la educación, comunicación y difusión para una producción y consumo responsable; y mediante
el fomento de acuerdos voluntarios intersectoriales para la implementación de patrones de producción y
consumo sustentable. Para la medición de dicha estrategia se utiliza como indicador el presupuesto
ejercido por la Administración Pública Federal en compras públicas sustentables.
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De igual forma, el hecho de garantizar información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo
sostenible y los estilos de vida en armonía con la naturaleza (meta 12.8) se encuentra directamente
relacionada con objetivo 4 del PEPyCS sobre la promoción de estilos de vida sustentables, además de
vincularse con todas las relacionadas con la educación e impartición de cursos para transitar hacia una
producción y consumo sustentables.
Con relación a la meta 12.8a relacionada con la ayuda a los países en desarrollo en el fortalecimiento de su
capacidad científica y tecnológica a fin de avanzar hacia modalidades de consumo y producción más
sostenibles, el Quinto Informe de Gobierno señala que del 26 al 28 de octubre de 2016 se participó en el
evento The Green Expo en el cual se promovió entre gestores y desarrolladores la innovación y el
desarrollo tecnológico, así como la adopción de criterios sustentables en parques y conjuntos industriales.
La meta 12.8b del ODS 12 señala la importancia de elaborar y aplicar instrumentos que permitan seguir de
cerca los efectos en el desarrollo sostenible con miras a lograr un turismo sostenible que cree puestos de
trabajo y promueva la cultura y los productos locales. En este sentido, en el Programa Especial de
Producción y Consumo Sustentable se hace referencia a la Estrategia 4.11.4 del Objetivo de la Meta
Nacional, sobre “impulsar la sustentabilidad y que los ingresos generados por el turismo sean fuente de
bienestar social” transformando el sector turístico para fortalecer esquemas de colaboración y
corresponsabilidad para aprovechar el potencial turístico, fortalecer las ventajas competitivas, facilitar el
financiamiento y la inversión público-privada en proyectos con potencial turístico, y fomentar el desarrollo
sustentable de los destinos así como ampliar los beneficios sociales y económicos de las comunidades
receptoras.
Por último, sobre la meta 12.8c relacionada con retirar los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles
que fomentan el consumo antieconómico eliminando las distorsiones del mercado, el objetivo 6 del
Programa Especial de Producción y Consumo Sustentable exige “incrementar y asegurar el uso eficiente
de recursos naturales como parte de la producción y consumo sustentable”, en su estrategia 6.2 establece
promover instrumentos económicos que impulsen el crecimiento verde e incluyente en su línea de acción
6.2.2, impulsar la eliminación de subsidios que desincentiven la producción y el consumo sustentable.
6. Conclusiones
La Tierra es un sistema de vida producto de un conjunto de elementos que se hallan en permanente
interacción, es decir, se trata de una pluralidad dinámica de vínculos, una red de relaciones activas entre
todos y cada uno de los elementos que lo configuran y que determinan las condiciones de existencia de los
elementos y del sistema como totalidad dinámica y cambiante. (Wilches-Chaux, 1993)
Los diferentes ecosistemas de la Tierra se integran dinámicamente en un sistema jerárquico y
cualitativamente distinto conocido como biosfera, éste a su vez pertenece a otro sistema fisiológico
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dinámico que ha mantenido al planeta Tierra apto para la vida durante más de tres mil millones de años:
fisiológico porque pareciera tener el objetivo inconsciente de regular el clima y la química de forma que
resulten adecuados para la vida. (Lovelock, 2006)
Sin embargo, este equilibrio al que la Tierra tiende como sistema complejo se ha visto perturbado a lo largo
de los años por las actividades de los seres humanos. En nuestros días, nadie puede negar que nos
encontramos en medio de una crisis ambiental, en la que la sobreproducción y el consumismo han jugado
un rol importante.
El Objetivo 12 de la Agenda 2030 da a los Estados miembro pautas para ir migrando a una producción y
consumo más responsable. No obstante, los Objetivos no pueden entenderse de manera aislada y es por
eso que para que puedan irse cumpliendo las metas trazadas por los Estados será de vital importancia
analizar multifactorialmente el problema.
Es por eso que el consumo y la producción no son un hecho aislado. Para producir un objeto se requiere la
extracción de los recursos naturales con los que se va a producir –materia prima–. En muchas ocasiones
se requiere de agua, energía, combustibles que se combinarán con el objeto y los restos se desecharán.
Su elaboración industrial genera emisiones de gases de efecto invernadero que generan calentamiento
global –fenómeno que repercute ya hoy por hoy en muchos otros derechos humanos–, por último, una vez
cumplida la función del producto parará en un relleno sanitario.
Y es que cuando hablamos de Objetivos de Desarrollo Sostenible, lo que está detrás de ellos mismos son
los derechos humanos de nuestra especie: detrás del fin de la pobreza y el hambre está el derecho a la
dignidad, a la vida, al trabajo digno y a la alimentación; detrás de garantizar una vida sana y una educación
inclusiva están el derecho a la salud, el derecho a la alimentación y el derecho a la educación; detrás de la
igualdad de género los derechos de igualdad y el derecho al desarrollo; detrás de garantizar la
disponibilidad del agua y su gestión está el derecho al agua y el derecho a la vida; garantizar el acceso a
energías asequibles y no contaminantes está ligado al derecho al desarrollo; las ciudades y asentamientos
inclusivos garantizarán el derecho al medio ambiente sano y el derecho a la ciudad; el uso sostenible de los
ecosistemas protegerá el derecho al medio ambiente sano, a la vida, al agua. No se pueden entender de
otra forma los derechos humanos sino desde su interdependencia.
De la misma manera sistémica en que debemos entender a la Tierra es como los derechos humanos
funcionan, se encuentran interrelacionados. Subsisten en un plano de coexistencia colectiva con los demás
derechos en donde comparten puntos de contacto e inclusive poseen espacios compartidos, lo que hace
que por su naturaleza en ocasiones un derecho implique a otro, y el otro implique a aquel.
Lo anterior sea dicho para entender la complejidad que el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible supone en especial para los países en vías de desarrollo, como es el caso de México en el
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marco de una crisis ambiental como la del antropoceno y el cambio climático. Las acciones del Gobierno no
se pueden focalizar en uno u otro Objetivo, sino que deben entenderse desde su interconexión. No se
avanzará en las metas si no es con el esfuerzo coordinado de actores, y de todas las temáticas
involucradas en la Agenda 2030.
México ha demostrado un gran compromiso en la firma de acuerdos relativos a la agenda internacional de
medio ambiente y desarrollo sustentable, pero el sólo hecho de normativizar algo no implica que se cumpla.
Hace falta crear mecanismos suficientes de seguimiento para todas las metas de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, con grupos de trabajo que coadyuven en la realización de este compromiso global
no sólo de seguridad nacional, sino también de supervivencia de la humanidad.
Si bien México ha avanzado mucho sobretodo en la elaboración de Estrategias, Programas, Lineamientos y
Normativas, el reto estará en poner en práctica esos instrumentos legales para así poder ir cumpliendo de
manera transversal los Objetivos de Desarrollo Sustentable. El programa parece muy ambicioso pero se
queda corto ante los retos que supone la crisis ambiental que se avecina. Si bien tanto la Estrategia como
el Programa Especial en materia de CPS son anteriores a la entrada en vigor de la Agenda 2030 y de los
ODS, comparten en muchos puntos las metas, aunque sería conveniente ampliar otras y dar cabida a las
que no se contemplan en los programas nacionales.
El rendimiento del país en torno a los avances de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, puede estimarse
según datos del SDG Index and Dashboards Report 2017.
Gráfico 4. Porcentaje de rendimiento por ODS de México
(Fuente: SDG Index and Dashboards Report 2017)
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No obstante los retos que prevé el aumento poblacional, la crisis ambiental y el cambio climático; como
asienta Guimarães: las situaciones de degradación ambiental revelan nada más que inequidades de
carácter social y político (los patrones de relación entre los seres humanos y la forma como está
organizada la sociedad en su conjunto), como también distorsiones estructurales de la economía (los
patrones de consumo de la sociedad y la forma como ésta se organiza para satisfacerlos, es decir, los
patrones de producción). (Guimarães, 2015; 89)
Quizás como dijera el antropólogo Guillermo Foladori: La sociedad capitalista desarrolla una serie de
tendencias en su comportamiento con la naturaleza. En primer lugar, la tendencia a la producción material
ilimitada como resultado de una producción realizada con el propósito de obtener una ganancia. También
Marx explica en “El capital”, las tendencias del capital por abaratar la parte constante y aumentar la
rotación, como formas de incrementar la tasa de ganancia. Ambas formas conducen a un mismo resultado:
la depredación y contaminación de la naturaleza. Esto es también intrínseco a la propia lógica capitalista.
Se podrá restringir el mercado mediante políticas de comando y control, o mediante instrumentos “defender
la naturaleza”, pero no podrá impedirse que la propia lógica mercantil presione sobre ella. (FOLADORI,
2005: 111-112)
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