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El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
Rodrigo López Orellana1
Resumen
En este trabajo muestro, brevemente, las concepciones de
Franz Brentano (1838-1917) y Gottlob Frege (1848-1925) acer-
ca del juicio, respecto a su visión acerca de aquello que se pueda
establecer como la unidad mínima del conocimiento. Sus ideas son
muy importantes para lo que inaugurarán ambos lósofos para el
siglo XX, por la fuerza y la recepción de sus ideas: el psicologismo
y fenomenología (Brentano), y el logicismo (Frege).
Palabras claves: juicio, representación, proposición, referencia,
sentido, signicado, lógica, conocimiento, prueba.
1. Introducción
Para el desarrollo de este tema, se debe señalar antes lo siguiente.
En primer lugar, es importante tener presente que la visión que te-
nía Frege de la lógica era clara y denida ya que construye por primera
vez un sistema lógico, llegando a ser el fundador de la lógica moderna.
Su concepción del juicio es central en su lógica ya que se transforma
para él en la unidad básica del conocimiento, determinada especialmen-
te por el llamado principio contextual y por la referencia (Bedeutung) de
los enunciados, que son la forma de los juicios. Rompe así con la lógica
1 Email: rodrigo.lopez@achif.cl
30 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
clásica que ubicaba al «concepto» como unidad básica para la signica-
ción y el conocimiento, expresado en la forma del silogismo aristotélico.
Los principales textos donde Frege analiza este tema son Conceptografía
(1879), Los fundamentos de la aritmética (1884), Sobre sentido y denota-
ción (1892), El pensamiento (1918), La negación (1918) y Pensamientos
compuestos (1923).
En segundo lugar, respecto a Brentano, hay que advertir que nunca
publicó extensa y decididamente sobre su concepción de la ciencia de la
lógica, aunque prometió hacerlo (cf. Brentano, HS2: § 15). Sólo dejó en
literatura algunos comentarios y observaciones que podemos encontrar
en el Libro II de su Psicología, Cap. VII. También, podemos encontrar
algunas ideas en sus obras secundarias como Sobre el concepto de verdad, El
origen del conocimiento moral, Verdad y evidencia, El porvenir de la losofía
y en Sobre la existencia de Dios, donde se expresa el riguroso método de
Brentano para tratar estos temas, donde la lógica cumple un rol funda-
mental ya que es la única ciencia que puede darnos certeza. No obstante,
el análisis del juicio tiene una importancia central en su losofía, y le de-
dica una parte importante en su Psicología. Brentano distingue aquí entre
«representación» y «juicio», como dos modalidades muy diferentes de la
conciencia de un objeto, aunque todo juicio supone antes una represen-
tación. Este redescubrimiento de la esencia del juicio —que ya estaba
presente en Aristóteles pero que, según Brentano, fue olvidado por los
lógicos— lo lleva a tomar serias consideraciones respecto a la necesidad
de una reforma de la lógica, especialmente al darse cuenta que, cuando el
objeto de una representación se convierte en el objeto de un juicio, ar-
mativo o negativo, tenemos otra clase de referencia, distinta a la realizada
por la conciencia en la mera representación.
2 Con “B, HS” me referiré de aquí en adelante a la traducción al español de
Hernán Scholten que está online, y que no está fechada lamentablemente (véase las refe-
rencias bibliográcas, al nal de este documento).
31Rodrigo López Orellana
2. Antecedente histórico
Brentano, que fuera un gran estudioso de Aristóteles, desarrolló un
estilo y un método losóco opuestos al idealismo alemán y al neokantis-
mo imperantes en su época. Propuso, a partir de su relectura de Aristóte-
les, fundar la losofía en el «análisis riguroso de los conceptos», oponien-
do el rigor, objetividad, claridad y sobriedad al sobrevalorado discurso de
la losofía especulativa de sus contemporáneos. No está demás decir que
con esto, y en especial con sus ideas sobre psicología y lógica, originó dos
corrientes importantísimas para el siglo XX, la fenomenología y el em-
pirismo lógico. Por ello, hoy muchos concuerdan en encontrar el punto
de partida de la losofía analítica en la gura de Brentano —también
en Bolzano y Lotze—, cuya inuencia fue contundente. Por ejemplo, se
dice que fue él quien propició la difusión del pensamiento inglés (James
Mill, John Stuart Mill, Alexander Bain, Herbert Spencer, entre otros) en
Austria y Alemania, en su momento, y a su vez tuvo una gran inuencia
en algunos pensadores ingleses de la época. Brentano cita muchas veces
en sus obras a estos lósofos, incluyendo citas en su idioma original.
En lo que respecta al desarrollo de la lógica moderna, la inuencia de
Brentano fue determinante para aquellos discípulos suyos que jugaron
un rol fundamental en este ámbito. Como por ejemplo, Alexius Mei-
nong, quien inuyó fuertemente a Russell —en los primeros desarrollos
de su pensamiento—, Anton Martin quien fundó la escuela neopositi-
vista de Suiza, y Kazimierz Twardowski, fundador de la escuela de Lem-
berg-Varsovia, quien a su vez traspasó esta inuencia a lógicos como J.
Łukasiewicz3 y S. Leśniewski; hasta se ha reconocido una gran inuencia
en lógicos como Tarski y Bocheński. Este círculo lógico polaco-austriaco
siguió elmente las enseñanzas de Brentano en la idea de que el verdadero
desarrollo de la losofía era a través del análisis lógico del lenguaje, «de los
conceptos, y de las diversas categorías del lenguaje», y para esto la losofía
no debía apartarse de la ciencia natural, en función de su propio método.
Asimismo, ellos continuaron el contacto con los lósofos y lógicos ingle-
ses, posteriormente (cf. D’A, 2000: 261-264).
3 Sobre el interés de Łukasiewicz por revisar exhaustivamente la lógica de Aristóteles,
especialmente el principio de (no) contradicción, véase B, 1996, Cap. I.
32 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
Mas, lo que subyace a esta inuencia, y que está antes de lo que vino
luego en el siglo XX, es que Brentano participa en un acontecimiento no
muy mencionado por los manuales de historia de la losofía y de lógica,
y que determinará el desarrollo de la lógica moderna desde Frege. Este
acontecimiento fue inaugurado por el maestro de Brentano, Friedrich
Adolf Trendelenburg (1802-1872), quien comienza un renacimiento de
la lógica clásica que había sido olvidada por los pensadores modernos y
la dialéctica hegeliana. Según Brentano, el directo responsable de este
olvido había sido Kant.
Trendelenburg inicia un redescubrimiento de Aristóteles, tanto de su
lógica, metafísica y de su psicología, y que a su vez trajo consigo una re-
valoración de las propuestas losócas, matemáticas y lógicas de Leibniz,
principalmente del proyecto de la lingua characterica. Estas ideas entu-
siasman a sus discípulos, entre los cuales están: el propio Brentano, Feu-
erbach, Marx, Kierkegaard, Cohen, Dilthey, Zeller, quienes comienzan
la losofía contemporánea a partir del quiebre con el hegelianismo. Un
ejemplo que hace relevante este acontecimiento es que uno de los que
recibe positivamente esta crítica es Frege. Aunque se sabe bien que Frege
no participó de ninguna de las lecciones de Trendelenburg, sí estudió
con Kuno Fischer (1824-1907) en el período de la polémica entre estos
dos inuyentes lósofos alemanes (1869). Esta polémica atrajo mucho
interés entre los lósofos de la época, y se centraba en los problemas de la
apriorisidad y subjetividad del conocimiento. Fischer —que se conside-
raba un hegeliano ortodoxo—, especialmente en su Sistema de la Lógica y
la Metafísica, al igual que Hegel, armaba que la Lógica era a la vez teoría
del conocimiento y metafísica, y que el método de la losofía era correc-
tamente la dialéctica. Lo que Trendelenburg y sus discípulos no acep-
taban. En su Investigaciones lógicas (Logische Untersuchungen de 1840),
Trendelemburg señala principalmente que es en la lógica aristotélica que
la losofía encontraría seguridad y certeza, estableciendo en primer lugar
que el único procedimiento seguro para la investigación losóca era el
análisis. No deja de llamar la atención que Frege tratara de publicar con
el mismo título su compendio de tres ensayos semánticos (1918-1923)4.
4 Para todos estos datos históricos, cf. «“Zurück zu Kant” (Adolf Trendelenburg, la supe-
ración del idealismo y los orígenes de la losofía contemporánea)» de Mario Ariel Gon-
zález Porta: https://sites.google.com/site/neokantianismbr/neokantismo-e-historia-da--
33Rodrigo López Orellana
Brentano llevó más lejos las ideas de su maestro, tanto sus ideas del
método de la losofía como también respecto a la lógica y psicología. La
base del pensamiento de Trendelemburg seguía siendo la lógica aristoté-
lica. En cambio, Brentano señalaba explícitamente una reformulación de
sus reglas, como veremos a continuación. Su distinción entre fenómenos
psíquicos, especialmente entre representación y juicio, lo lleva a vislum-
brar esa consecuencia (cf. B, HS: Cap. VI; y B, 2006).
Pero aún así, Brentano no estuvo a la par de los desarrollos de sus con-
temporáneos (Mill, Bolzano) que pensaban que dicha refundación de la
lógica debía venir de la mano de su matematización.
Con su gran carisma, Brentano gozó de mucha admiración entre sus
pares y discípulos, lo que valió para fundar una verdadera escuela brenta-
niana, de la cual participaron importantes lósofos y lógicos que inuye-
ron y transformaron el panorama de la losofía a comienzos de siglo XX
(cf. G P, 2014).
3. El juicio en Brentano
Distinción entre representación y juicio
La distinción entre representaciones y juicios es una cuestión que atra-
viesa las ideas acerca de la lógica que tenía Brentano, como veremos a
continuación. Brentano sostenía que esta distinción había sido olvidada
por la tradición losóca —salvo Descartes—, lo que había oscurecido
los problemas metafísicos, como el problema de la naturaleza de los ob-
jetos matemáticos, el número, el continuo, los objetos lógicos, etc.; y
también de otras cuestiones como la verdad, la bondad, la justicia, etc.
Para Brentano, el lenguaje de la losofía no era capaz de captar y explicar
todavía las evidencias de las teorías cientícas debido a estas confusiones.
Por ello, se dedica a un análisis riguroso de los conceptos con los cuales se
describía la realidad del pensamiento y del conocer.
En el Cap. VII, Segundo Libro, de su Psicología, Brentano señala que
representación y juicio son dos distintas clases fundamentales de fenó-
menos psíquicos, son dos modalidades muy diferentes de la conciencia
losoa-contemporanea.
34 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
de un objeto. Si bien esto es cierto, todo juicio supone una representa-
ción. No obstante, “Armamos que todo objeto juzgado es recibido en
la conciencia de un doble modo, como representado y como armado o
negado” (B, HS: 154). Cuando el objeto de una representación
se convierte en el objeto de un juicio armativo o negativo tenemos otra
clase de referencia, distinta a la realizada por la conciencia en la mera
representación. Según Brentano, estas dos clases distintas de fenómenos
psíquicos se diferencian según su referencia intencional. En realidad seña-
laba tres, representación, juicio y emoción, pero sólo me limitaré a las dos
primeras que vienen al caso.
La referencia intencional de las representaciones está dada tanto por
las intuiciones concretas de los sentidos como por las intuiciones más
abstractas del pensamiento. En el juicio, a demás de contener ya lo re-
presentado, la referencia intencional consiste en admitir o rechazar ese
objeto representado por el pensamiento (cf. B, 2002: § 20). Se
diferencian en virtud del contenido de su referencia.
Brentano cree superar así el problema metafísico que no pudo superar
Descartes respecto al contenido de los judicia. Según él, Descartes señaló
claramente estos dos tipos de fenómenos de la conciencia, pero no logró
alcanzar la naturaleza propia del juicio. Para Descartes el juicio consistía
en la referencia de unas representaciones a otras, en una composición o
asociación de representaciones (cf. Meditaciones metafísicas, Meditación
III). Por ejemplo en «un árbol verde» (o «un amante de la ciencia», etc.),
lo representado en la expresión por «árbol» y «verde» debería servirnos
para la comprensión del sentido y su conocimiento en su asociación. Pero
Brentano señala que:
Una asociación entre dos representaciones, por fuerte que sea, no
es una razón suciente para el asentimiento, no es una prueba de que
los hechos correspondientes estén entrelazados en la naturaleza exterior
(B, HS: 193).
La naturaleza de los juicios revela una relación diferente entre pen-
samiento y conocimiento. Las representaciones (o ideas; Vorstellung), en
virtud de la dirección en su referencia intencional, no serán ni correctas
o incorrectas, verdaderas o falsas, simplemente ellas captan o no el objeto.
En cambio, los juicios (y también las emociones, tercera clase de fenóme-
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nos psíquicos) sí pueden ser correctos o incorrectos en virtud de su obje-
to. Los criterios de verdad son objetivos. Por eso la certeza y la evidencia
no conocen grados. Y tales criterios estarán dados por las reglas lógicas.
La verdad o falsedad depende de la evidencia de un juicio, de su certeza
intuitiva que se funda en las reglas de la lógica, ya que en ellas se articula
la verdad de los juicios. Las expresiones, oraciones, del lenguaje tienen de
alguna manera una estructura relativa a esas reglas de la lógica y lo que
queremos referir con ellas en el juicio se desenvuelve según esas reglas (si
no fuera así no podríamos armar o negar nada). Tales reglas son univer-
sales, la necesidad y corrección de la lógica tienen una naturaleza inde-
pendiente de la conciencia individual. Por ello, la verdad o falsedad de
una cosa radica en la evidencia del juicio. Con esto trata de superar toda
relatividad ontológica y epistemológica evitando fundar la verdad y el
conocimiento en su relación con la subjetividad interior transcendental.
La verdad está en el juicio y en su referencia intencional. La universalidad
de la lógica hace que la verdad ontológica dependa de la verdad lógica.
Según Brentano, el problema con la metafísica especulativa es que,
por ignorar la naturaleza y distinción entre representación y juicio, cae en
el mismo error que Descartes. En su Meditación III:
[...] Descartes, que distingue la clase de los juicios de la clase de las re-
presentaciones, atribuye, sin embargo, el carácter distintivo de la eviden-
cia —que poseen los juicios evidentes— a la clase de las representaciones.
La evidencia, según él, consiste en un especial carácter de la percepción,
es decir, de la representación que sirve de base al juicio. Es más, Descartes
llega tan lejos, que llama a esa representación cognoscere, conocimiento.
¡Conocimiento, pues, sin juicio! (B, 2002: nota 28, p. 65).
Teoría de la verdad como correspondencia
Pero tenemos un uso ambiguo y diverso de «verdadero» o «falso».
Llamamos «verdaderos» o «falsos» a los conceptos, a los juicios, a las re-
presentaciones, a las palabras, a los objetos, a las preocupaciones, a los
amigos, al oro, a una felicidad verdadera o falsa, etc. (los ejemplos son de
Brentano):
36 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
Pero asimismo nos damos cuenta fácilmente de la relación con algo
uno, que es determinante por doquier [...] ¿Y cuál es este uno? ¿Dónde
se encuentra la verdad en el sentido más propio? Aristóteles dice que se
encuentra en el juicio (B, 2006: 11).
Sobre estas ideas descansará la propuesta ontológica y epistemológica
de Brentano, que de partida deende y re-estructura una teoría de la
verdad como correspondencia. Pero esta teoría de la verdad ya no parte
desde un tratamiento ontológico donde se corresponde representación y
cosa, u objeto. Brentano se da cuenta a través del análisis de los conceptos
que en la naturaleza de los juicios, en su estructura y función, se alberga
una respuesta al problema tradicional de la metafísica.
En relación con la verdad y la falsedad de los juicios reciben también
ese nombre todas las demás cosas que se llaman verdaderas o falsas; unas
cosas, porque enuncian un juicio verdadero o falso, como una armación
falsa o un dicho falso; otras cosas, porque dan lugar a un juicio verdadero
o falso [...] (B, 2006: 12).
En Brentano, verdad y falsedad en sentido propio se encuentra sólo en
el juicio. Que llamemos verdadera o falsa a una representación, o concep-
tos, o palabras, u objetos, amigos, el oro, etc., sólo es en virtud de que de
tales cosas armamos o negamos algo. Y, al igual que Aristóteles, señala
que es verdadero cuando el que juzga procede en conformidad con las
cosas, y que es falso cuando procede de modo opuesto a ellas. Se trata de
la verdad como la concordancia del juicio con las cosas reales.
Si nos jamos en la cita que apareció más arriba:
Una asociación entre dos representaciones, por fuerte que sea, no
es una razón suciente para el asentimiento, no es una prueba de que
los hechos correspondientes estén entrelazados en la naturaleza exterior
(B, HS: 193).
aparece aquí una noción, que es constante en las ideas acerca de lógica
que tiene Brentano, esta es la noción de «prueba». Para Brentano, la no-
ción de prueba es determinante al momento de referirnos al mundo, y al
momento de querer construir un discurso sobre él. La relación que existe
entre el juicio y lo representado por él no es una relación de identidad,
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sino una proporción5 entre el juicio y la cosa. El objeto conocido no es
idéntico al pensamiento acerca de ese objeto. Si fuera así no viene al caso
la necesidad de dar cuenta de ello, de exigir una prueba. Así evidencia y
verdad no son cuestiones concernientes a la ontología, sino que tienen
que ver con un ámbito lógico dada la naturaleza del juicio.
La estructura del juicio
Estas consideraciones llevan a Brentano a tratar, brevemente tanto en
su Psicología como en El concepto de verdad, la estructura que tienen los
juicios, precisamente, la estructura de la expresión. Así, señala lo siguien-
te:
La expresión de un juicio puede decirse que es, en general, una pro-
posición, una reunión de varias palabras, lo cual se comprende fácilmente
desde nuestro punto de vista (B, HS:. 200).
Pero a su vez señala que una representación es la base de todo juicio
—como ya se dijo anteriormente—, y que tanto los juicios armativos
como negativos coinciden respecto al contenido a que se reeren: el jui-
cio negativo se limita a negar el objeto que el juicio armativo corres-
pondiente admite. Con esto, Brentano está señalando dos niveles en la
estructura de los juicios, uno a nivel de su expresión verbal y otro a nivel
de su referencia intencional. Los términos incluidos dados en las partes
de la expresión (que por ahora siguen siendo Sujeto y Predicado, más
cópula verbal) tienen un contenido referencial intencional, que por un
lado tienen una representación de base, pero por otro le corresponde lo
verdadero y lo falso según aquello que armen o nieguen.
Generalmente, dentro de la expresión están incluidos los vocablos
estereotipados “ser” y “no ser”, con los cuáles se obtienen múltiples rela-
ciones, expresadas en los silogismos (cf. B, HS: Cap. VII, § 13).
Pero para Brentano, estos no indican una relación de identidad entre sus
términos que esté dada por la cópula, sino más bien muestran su propor-
ción —su correspondencia—, que dirige hacia la referencia intencional
5 En el mismo sentido que se expresa en la técnica de las proporciones de Eudoxo, que
está a la base de la silogística de Aristóteles.
38 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
de las cosas en cuestión. Y decimos que algo es verdadero cuando el modo
de referencia, que consiste en admitirlo, es el justo. Aunque respecto a los
juicios que contienen conceptos abstractos, aquellos donde pareciera ser
que no hay nada que manieste evidentemente su corrección, la mayo-
ría de los conceptos y principios que se mantienen inconmovibles, váli-
dos universalmente para todos —por ejemplo, el teorema de Pitágoras,
etc.— son conocidos, de una u otra manera, por vía natural, a través de la
experiencia. Son por tanto evidentes, y poseen ese carácter en la medida
que han logrado su abstracción y universalidad a través del conocimiento
humano, y la propia naturaleza de esos juicios lo demuestra. Estos princi-
pios son: el de contradicción y el de identidad, especialmente, que hacen
evidentes por sí mismos a los juicios de las matemáticas, por ejemplo; y
no hay que buscar más allá de sus propias características de claridad y
evidencia.
El carácter propio del conocimiento evidente de esos juicios no tiene
nada que ver con un sentimiento de compulsión necesaria, de una co-
nexión apriorística y apodíctica de la intelección interna del sujeto que
conoce. Si son evidentes, son evidentes para todos, se demuestra en la
propia naturaleza del juicio, y así la esencia de la verdad no es más que
esa capacidad del juicio que cuando juzga lo hace apropiadamente de un
objeto: «por consiguiente, cuando se dice si es, se dice que es; y si no es,
se dice que no es».
El análisis de la estructura del juicio le va permitiendo a Brentano
darse cuenta que la forma de sujeto y predicado de las oraciones puede no
ser muy adecuada para representar todos los juicios. Desde Aristóteles, el
juicio es una síntesis de dos representaciones (o más) en la forma de «S es
P», mientras que la representación tendría la forma unitaria de «P». Pero
Brentano, desde todo lo mencionado anteriormente, advierte que tanto
el juicio como la representación tienen la forma de una representación
P unitaria, es decir, ambos poseen el mismo objeto: «todo juicio supone
una representación». La teoría tradicional del juicio así está errada, la
estructura fundamental del juicio no es la predicación —la unión entre el
sujeto y el predicado por medio de la cópula— sino que la ubicación de
una existencia gracias a la referencia intencional al objeto.
Por ello, propone una reforma a la lógica elemental. Esta propuesta de
Brentano consiste en que el juicio de existencia es la forma fundamental de
39Rodrigo López Orellana
todo juicio. La lógica, hasta el momento, ha considerado que la forma de
juicio fundamental es la predicativa, atributiva o sintética. Para Brentano,
el juicio es una tesis.
En sus escritos del período de 1870-1877, los guardados en Harvard
bajo en nombre de Die Lehre vom Richtigen Urteil6, describe que la forma:
S es P
será reemplazada ahora por:
(A+) o (A-)
El esquema más universal para la aserción se lee: ‘A es’, (A+); y ‘A no
es’, (A-). Este esquema contiene todo lo que pertenece a un juicio simple:
un nombre, que nombra el objeto del juicio, y un signo, que indica si el
objeto del juicio debe ser reconocido o rechazado. Por ejemplo, armar
que “Un hombre es sabio” es, en realidad, armar que “Existe un hombre
sabio”. Así, el juicio de existencia —cuya función es aceptar o rechazar—
es la base de todas las formas del juicio.
Por esto, Brentano ya venía diciendo en su obra maestra:
Por tanto, no podía por menos de suceder que la expresión del juicio
resultara un conjunto de varios elementos separables, aun mucho antes
de los comienzos de la investigación cientíca.
Con lo cual se formó la opinión de que el juicio mismo debía ser
un conjunto, y un conjunto de representaciones, ya que la mayoría de
las palabras son nombres, expresión de las representaciones (B,
HS: 202).
No entraré en detalle en esta última idea, me limito sólo a lo descrito
por Peter Simons en su texto «Judging correctly: Brentano and the reform
of elementary logic», ya que no he tenido acceso directo a dichos trabajos
mencionados en Die Lehre vom Richtigen Urteil., y además requieren ser
tratados más en extenso. Sólo menciono lo interesante de esta cuestión,
6 Para esto me sirvo de S, Peter: «Judging correctly: Brentano and the reform of
elementary logic», en J, Dale (ed.), 2004.
40 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
ya que nos muestra, a grandes rasgos, como van tomando forma las po-
siciones acerca de la lógica de Brentano, principalmente en su Psicología.
4. El juicio en Frege
El juicio y el principio contextual
En un primer momento del desarrollo de su pensamiento, Frege fun-
da su interpretación del juicio en el «principio contextual» que especica
en Los fundamentos de la aritmética (cf. S, 2007: 57), en el cual
establece que para tener signicado siempre hay que tomar en conside-
ración el enunciado completo, no buscarlo aislando las palabras que lo
conforman:
Sólo dentro de él tienen las palabras, en realidad, un signicado. Las
representaciones internas que tenemos en tales casos no tienen por qué
corresponder a los componentes lógicos del juicio. Es suciente que el
enunciado como todo tenga un sentido; por él recibe también sus partes
un contenido (F, 1972: FA, §60).
Como es bien sabido, esta tesis de Frege se da como respuesta a la pre-
gunta decisiva que se plantea en el siguiente §62, «¿cómo pueden sernos
dado un número, si no podemos tener de él una imagen o intuición?».
La cuestión redunda en la pregunta por el acceso epistémico a dichos
objetos. La solución de Frege no es atacar el problema a partir de lo que
pueda decirse sobre la representación (imagen, intuición) que tengamos o
no de los números, sino más bien a partir de la explicación del sentido de
las cifras numéricas (cf. S, 2007: 57)7. Así, lo que interesa dis-
cutir es sobre cómo se determina el sentido de una oración que contiene
una cifra numérica8. Para Frege, la ausencia supuesta (o inimaginabilidad)
del contenido de una palabra no es razón para negarle todo signicado.
7 Stepanians se reere a la genialidad de Frege en dar al problema un giro metódico,
transformando un pregunta epistemológica en otra lingüística.
8 “¿Pero cómo pueden sernos dado un número, si no podemos tener de él ninguna ima-
gen o intuición? Solamente en el contexto de un enunciado se reeren las palabras a algo.
De lo que se tratará, pues, es de determinar el sentido de un enunciado en el que entre un
numeral” (F, 1972: FA, §62).
41Rodrigo López Orellana
El error está en creer que su referencia debe ser una imagen (Bild). Frege
critica la idea de que el signicado del juicio esté dado por una función
que consista en agregar una representación o imagen interna de la cosa
como contenido del juicio para contar con signicado y así con un cono-
cimiento verdadero.
Ya en su Conceptografía, su propuesta se centraba en la consideración
del juicio como la unidad básica de signicación y de conocimiento. Con
esto se apartaba radicalmente de la tradición aristotélica de la lógica, la
cual —como ya se dijo antes— establecía esta unidad mínima en el con-
cepto. Aquí, Frege intenta dar con un sistema que muestre las leyes del
pensamiento que se elevan por sobre todas las particularidades y que per-
miten asegurar el conocimiento puro a partir de cadenas de inferencias,
tal como ocurre en las matemáticas.
La estructura del juicio
En su sistema, el juicio se expresa mediante el símbolo ├, por ejem-
plo ├A signica “los polos magnéticos opuestos se atraen” (ejemplo de
Frege). –A no expresará dicho juicio, sólo provocará en el lector la mera
representación de la atracción recíproca de los polos opuestos. Si se omite
la barra vertical izquierda de la combinación simbólica, deja de ser juicio
y pasa a ser una mera combinación de ideas de la cual no se expresa ni se
reconoce su verdad (cf. F, 1972: Concep., §2). La barra vertical es el
operador de aserción que transforma el contenido, expresado por la barra
horizontal, en un juicio. La barra horizontal es el operador de contenido.
Pero no todo contenido puede convertirse en un juicio, la barra del con-
tenido sólo debe tener siempre un contenido judicable (en términos de
Frege, «pensamientos»; o «proposiciones» para los sistemas lógicos poste-
riores), que es aquel que puede ser juzgado como verdadero.
Argumento y función
Respecto a esto último, de lo referente al contenido judicable de un
enunciado que se juzga como verdadero, retengamos previamente lo si-
guiente. En Sentido y referencia de 1892, Frege especicará que esta rela-
ción de la verdad respecto al contenido del juicio estará relacionada con la
42 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
cuestión del sentido y la referencia (o sentido y signicado) de un enun-
ciado. Sostiene rmemente que: “el juzgar puede ser concebido como el
avanzar de un pensamiento a valor de verdad” (SR9: 57-58).
Ahora, lo interesante es que con la estructura del juicio dada por Frege
«no tiene lugar» una distinción entre sujeto y predicado, tal como susten-
taba el análisis clásico de las proposiciones categóricas de la lógica aristo-
télica (cf. F, 1972: Concep., §3). El análisis lógico de sujeto y predi-
cado será cambiado por el análisis de argumento y función. El contenido
judicable es el argumento, los contenidos judicables son los argumentos
para la función «es un hecho», que sería el único predicado para todos los
juicios —expresado con el símbolo ├ , por ejemplo en “la derrota de
Napoleón en Waterloo es un hecho”—. El sujeto sería así el «concepto»
del que trata el juicio. Con los ejemplos «en Platea derrotaron los griegos
a los persas» y «en Platea fueron derrotados los persas por los griegos»,
Frege explica que si bien estas dos oraciones tienen distintos sujetos y
predicados, son lógicamente equivalentes, poseen el mismo contenido
judicable, por lo que es irrelevante distinguir entre sujeto y predicado de
la oración10.
Volviendo a la cuestión que mantuvimos en mente, según Frege, con
la concepción tradicional de sujeto y el predicado ambos conceptos serán
interpretados como partes del pensamiento. Sujeto y predicado se situa-
rían aquí sólo en el ámbito del sentido, de tal manera que no superarían
los límites de este ámbito, sin nunca alcanzar el ámbito de la referencia.
Es sólo con el juicio, entendido bajo la estructura dada por Frege, que
pasamos del pensamiento al valor de verdad.
[…] la relación que tiene el pensamiento con lo verdadero no debe ser
comparada con la de sujeto y predicado. Sujeto y predicado (entendidos
en sentido lógico) son parte de un pensamiento; para el conocimiento
están en el mismo nivel. Mediante la conjunción de sujeto y predicado se
llega solamente a un pensamiento, jamás se va de un sentido a su deno-
tación, jamás se avanza de un pensamiento a su valor de verdad (SR: 57).
9 Con “SR” me referiré a «Sentido y referencia» que aparece en F, Gottlob (1972):
Lógica y semántica. Con esta idea, Frege señala que el valor de verdad de una oración es
su denotación (o referencia).
10 Más detalle al respecto puede encontrarse en el §9 de Los fundamentos de la aritmética.
43Rodrigo López Orellana
La nociones de argumento y función las extrae de las matemáticas,
donde de argumentos con expresiones variables podemos obtener expre-
siones a manera de leyes generales que sostienen un componente estable
y general de las relaciones de dichas expresiones. Por ejemplo, de la ex-
presión general
“x+y=y+x”11
podemos obtener por sustitución la expresión:
“12+48=12+48”
Vemos así, que existe una parte abierta a reemplazos en la expresión
original, y una parte que permanece invariable. Para su mejor compren-
sión, podemos eliminar todo signo numérico de la ecuación, marcando
sus partes con paréntesis. Obtenemos así:
“( )+[ ]=[ ]+( )”
Esta ecuación se traduciría en la función “( )+[ ]=[ ]+( )”, de la cual
obtendremos el componente estable que representa la totalidad de las
relaciones que podamos tener del reemplazo de los signos numéricos con
los cuales queramos rellenar la expresión. Tales signos, 12 y 48 en este
caso, u 8 y 3, etc., son los diferentes argumentos con los cuales queramos
rellenar la ecuación. La función es lo que permanece estable, invariable.
Esta distinción, que está a la base de la estructura del juicio, permite una
libertad y riqueza, una exibilidad para análisis lógico del lenguaje, que
antes no obteníamos con la estructura de sujeto y predicado. Esto le per-
mite a Frege construir su sistema axiomático.
Aserción y juicio
En El pensamiento de 1918, Frege señala que ligados a una oración
asertiva hay tres tipos de actos distintos:
11 Ejemplo de S, Marcus (2007): 44.
44 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
1. El aprender un pensamiento: el pensar.
2. El reconocimiento de la verdad de un pensamiento: el juzgar.
3. La manifestación de este juicio: el armar.
1. y 2. son actos internos y 3. es un acto externo.
Un pensamiento se expresa mediante una oración asertiva. En una
oración aseverativa se distingue, por un lado, el contenido del enunciado
(un pensamiento), y por otro, la aserción (el armar), que consiste en la
manifestación de un juicio. Para Frege, éstos están así en estrecha cone-
xión con la verdad.
En La negación (una investigación lógica), también de 1918, aparece
su tesis central del juicio que establece que el juzgar consiste en el reco-
nocimiento de un pensamiento como verdadero. Y es la explicación que
mantiene en dichos textos hasta Pensamientos compuestos de 1923. Lo que
distingue precisamente a las oraciones asertivas es la forma en la que ex-
presan el pensamiento; a diferencia de otro tipo de oraciones que pueden
expresar también el mismo pensamiento, la fuerza de una oración asertiva
consiste en presentarlo reconociendo la verdad del mismo, esto es, mani-
festando que ese sentido, contenido o pensamiento es el caso.
Podemos tener dos oraciones que contengan el mismo pensamien-
to, por ejemplo “Napoleón perdió la batalla de Waterloo” y “¿Napoleón
perdió la batalle de Waterloo?”, pero sólo la oración aseverativa, a saber,
“Napoleón perdió la batalla de Waterloo” presenta dicho pensamiento
reconociendo la verdad del mismo, manifestando que dicho contenido es
el caso, «es un hecho».
La forma estructural de las oraciones asertivas es la indicadora de que
se está manifestando un juicio, esto es, de que se está reconociendo pú-
blicamente la verdad del pensamiento expresado por ellas. A diferencia
de las oraciones exclamativas, interrogativas o imperativas que van acom-
pañadas de signos adicionales, las oraciones asertivas carecen de marcas
especiales o signos que indiquen que se trata de la expresión de un pensa-
miento con fuerza asertiva.
A diferencia de otro tipo de oraciones, interrogativas imperativas o
exclamativas, las asertivas son las únicas que en este sentido comportan
una estrecha relación con la verdad, expresada de entrada en su forma
45Rodrigo López Orellana
estructural que indica la manifestación de un juicio. Dicha relación no
está sostenida por las partes que conforman la oración asertiva, sus pa-
labras de forma aislada, sino únicamente en consideración de su contex-
to. Un enunciado asertivo mantiene su fuerza asertórica en función de
su contexto en este sentido, en virtud de si se expresa un pensamiento
manifestando el reconocimiento de su verdad, en el sentido de que sea
armado en un contexto adecuado donde el que habla «habla en serio»,
«con seriedad». Así el contexto se constituye en una dimensión básica
para los juicios.
5. Consideraciones generales: a manera de conclusión
La cuestión de la forma de los juicios supone una nueva visión de la
lógica, y una re-estructuración de sus reglas. El tratamiento de la distin-
ción entre representaciones y juicios, y la correcta forma de los juicios,
nos muestra que, si bien es cierto los planteamientos de Brentano tienen
relación con sus preocupaciones ontológicas, psicológicas y éticas, la ló-
gica —y su refundación— no sólo cumple un rol fundamental, sino que
se haya en el centro de la discusión de la posibilidad de fundamentación
empírica de su psicología.
Algunos podrían advertir anticipaciones a los planteamientos de Fre-
ge, pero obviamente Brentano no logró saltar más allá de la silogística
aristotélica. Tanto es así que en el § 15 del capítulo VII de su Psicología,
la revolución de la lógica que él anuncia se reduce al cambio de las reglas
fundamentales de los silogismos categóricos. Las puedo mencionar bre-
vemente:
1. Todo silogismo categórico contiene cuatro términos, de los cuales
dos son mutuamente opuestos y los otros dos guran dos veces.
2. Si la conclusión es negativa, cada una de las premisas tiene de co-
mún con ella la cualidad y un término.
3. Si la conclusión es armativa, una de las premisas tendrá la misma
cualidad y un término igual, y la otra cualidad opuesta y un tér-
mino opuesto.
46 El juicio en Franz Brentano y Gottlob Frege
Ya Boole y Bain habían anticipado la inclusión del prohibido quater-
nio terminorum para dar cuenta mejor de la relación de todos los posibles
silogismos, a raíz de los problemas mismos de la estructura «S es P», pero
que Brentano lo incluya como regla general hace más explícita lo inade-
cuado de esta estructura lógica. No obstante, para concluir algo a partir
de las posibilidades que abre el cambio de las reglas de los silogismos ca-
tegóricos habría que detenerse en esos escritos de Die Lehre vom Richtigen
Urteil. Una vía sería a través del tratamiento de Peter Simons en el texto
ya citado. Por ahora, me abstengo de mencionar algo más que lo ya dicho.
Para concluir, quisiera presentar dos cuestiones para la reexión —y
que obviamente necesitan una mayor elaboración—, que nos permitirían
hacer un encuentro entre las concepciones lógicas de ambos autores. Es-
pero en otra oportunidad elaborarlas más extensamente.
1. La intención de un tratamiento lógico, y ya no epistemológico ni
ontológico, por parte de Brentano del juicio y de la verdad de su
contenido es similar a lo realizado por Frege con su semántica,
donde la verdad y falsedad es una relación lógica que tiene que
ver con el signicado de las oraciones, que extrae de la relación de
función de la aritmética.
2. En Brentano, desde su epistemología, aparece una idea que es cons-
tante en las ideas acerca de lógica que él esboza, esta es la noción
de «prueba», de prueba lógica. Esta idea es muy importante en la
construcción de la lógica de Frege, y está a la base de toda lógica
moderna. Frege, en su semántica, se da cuenta que en la lógica se
hace necesario un principio que va a llamar principio de realidad.
Este principio estriba en la rme convicción de que nos hallamos
frente a un mundo cuya existencia es independiente de nosotros, y
esté mundo, en última instancia, hace verdaderas o falsas nuestras
oraciones. Las partes de la oración (de una oración aseverativa),
especialmente el nombre propio, tienen su condición de verdad en
la medida que logren abordar esa realidad.
Creo que también aquí se pudo mostrar —aunque sea muy somera-
mente— que Brentano, de una u otra manera, ayudó a gestar lo que hoy
llamamos «lógica moderna». Sin duda, la contribución de Frege no tuvo
47Rodrigo López Orellana
parangón, no obstante Brentano fue un antecedente digno de analizar; ya
sea por su propuesta de método para la losofía, sea por su inauguración
de la psicología como ciencia o por posibilitar las herramientas para la
fenomenología, pero muy especialmente por su anticipación a algunas
cuestiones centrales de la lógica moderna.
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