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Abstract

Michael TaussigChicago - Londres: University of Chicago Press,2015. 224 pp.
Documento accesible en l ínea desde la siguiente dirección: http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/univhumanistica/index
doi.10.11144/Javeriana.uh85.cowo
The Corn Wolf
Michael Taussig
Chicago - Londres: University of Chicago Press,
2015. 224 pp.
Luis Alberto Suárez Guava1
Universidad de Caldas, Manizales (Colombia)
lasgud@gmail.com
The Corn Wolf puede leerse como un antimanual sobre la escri-
tura durante el trabajo de campo y sobre el trabajo de campo.
Recuperando la crítica de Wittgenstein a Frazer, sostiene (y es una
pena que tenga que demorarse en esa demostración, aunque ello no
es un problema de Taussig sino del mundo en que nos tocó vivir),
que la magia también ocurre en el occidente contemporáneo. Que el
lenguaje que usamos los académicos contiene una mitología entera.
Por tanto, que cada acto académico es un ritual simpatético.
Claro que en el mundo académico no lo vemos así. Nosotros
creemos que el lenguaje que usamos no es mitológico sino cientí-
co. Escribimos, los más sensatos, con muchos puntos y oraciones
cortas y, en lo posible, con estadísticas y fechas, con hipótesis de-
mostradas desde antes de haberse planteado algún problema, con
conceptos que explican todo en cualquier lugar y, claro, con una
gran fe en las citas que demostrarán nuestra puesta al día. El tipo
de escritura que impera es aquella que Taussig llama, muy acerta-
damente, agrobusiness writing: escritura agroindustrial. La escri-
tura agroindustrial asume que escribir es proveer información, que
las cosas necesitan ser explicadas, razón por la cual suele doblarse
1 Antropólogo y Magíster en Antropología, Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, Colombia). Docente ocasional,
Universidad de Caldas (Colombia).
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sobre sí misma como fuente de explicación y termina demostrándo-
se a sí misma. La escritura agroindustrial no conoce el asombro ni
la ignorancia, lo cual resulta asombroso cuando hablamos de an-
tropología, se sorprende Taussig (p. 5). El carácter mágico de este
tipo de escritura puede ser atestiguado por cualquiera de sus prac-
ticantes y por cualquiera de sus objetos. Tiene efectos mágicos ella
misma. No cabe ni siquiera llamarla ecacia simbólica porque en su
efectividad advertimos que llamamos “simbólicas” a relaciones en
las que no creemos. Es tan ecaz la escritura agroindustrial que re-
produce el modo de producción del que es, justamente, la escritura.
Frente a esa escritura que aplana relieves y deseca humedales,
Taussig propone una “Nervous System Writing”: escritura nerviosa.
Una escritura que se encuentra implicada en el juego de ntas y enga-
ños propios del poder institucional (p. 8), una escritura consciente de
que recibe una pieza de una cadena de narraciones y tiene, por un bre-
ve instante, el único chance de hacer una intervención en ese estado de
emergencia antes de que su narración sea tragada por la respuesta que
provoca (p. 9). Y pese a que ocurre en el seno de una mitología, la escri-
tura nerviosa no puede aspirar a exponerla, a mostrar la estructura de
esa mitología porque eso sería una forma de escritura agroindustrial,
sino que busca convivir con ella (p. 10). Y eso es lo que hace Taussig
en los muy breves capítulos de este libro. Escribir textos que muestren
al lobo del grano, esa cosa que es a un tiempo la última gavilla, el que
siega la última gavilla y el espíritu del grano: el poder contaminante de
la cosecha que reposa en tres formas distintas. Dicho así, luce como un
texto nal o la última gavilla de su trabajo de campo. Un ramillete de
textos apotropaicos que deenden de la brujería del capitalismo o que
se deenden o quieren defenderse de la brujería del capitalismo.
El trabajo de campo, como lo entiende Taussig, es fundamental-
mente un trabajo de escritura. Por tanto, el trabajo de campo y el traba-
jo sobre el trabajo de campo siempre son esfuerzos narrativos. Dichos
esfuerzos acercarían a quien escribe con campo a la gura del narrador,
tal como lo describió Benjamin. La oposición entre escritura agroin-
dustrial y escritura nerviosa tiene un antecedente en la distinción que
hace Benjamin entre el narrador y el tipo de escritor que produce la
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modernidad: el informador. Una reseña, por ejemplo, es información.
No se espera una recomendación vital o una aplicación práctica y mu-
cho menos una moraleja. Ocurren en la soledad del lector-escritor y en
la soledad del lector que busca un resumen o una opinión. La narra-
ción, en cambio, siempre supone un auditorio, generalmente humilde.
Benjamin dice que la narración es una forma artesanal nacida en un
seno campesino o en un taller de gente que mientras trabaja se escu-
cha y se narra. También dice que en la narración lo extraordinario y
lo prodigioso “están contados con la mayor precisión”. Con ese detalle
que no busca mayores explicaciones ni se entromete con la psicología
de los protagonistas, ni busca dar explicaciones psicológicas, “la narra-
ción alcanza una amplitud de vibración de que carece la información”.
Esa amplitud de vibración es, tal vez, el mejor recurso con que cuenta
el narrador. La “amplitud de vibración” se reere a las resonancias que
asume como dadas y que no se detiene a explicar: la narración habla
sobre el mundo. Por eso Taussig puede brincar del Valle del Cauca a
Palestina o del barco en que viajó B. Traven a principios de siglo a su
diario de cuatro días de obscenidad en enero de 2007.
En sus breves narraciones de escritura nerviosa (aunque eso tal
vez sea una redundancia), Taussig aborda sus temas de siempre con
sus autores de siempre. El lector, anclado en este caso en cercanías de
la Universidad Nacional de Colombia, advierte cuán poco efecto ha te-
nido sobre la antropología colombiana esta antropología taussigniana.
Resulta fácil ponerlo en el paquete de los posmodernos porque desde el
prólogo a la edición de 2002 de Chamanismo, colonialismo y el hombre
salvaje él mismo declaró que el suyo era un libro posmoderno. Eso hace
unos quince años todavía era bien visto, pero, para bien y para mal, ya
no es de buen gusto ser solo posmoderno. Lo cierto es que esas etiquetas
ayudan poco. Pese a que la mayor contribución de la Escuela de Santa
Fe fue el cuestionamiento de las formas de la escritura etnográca, la
antropología colombiana consumió bastante todas las críticas y postuló
pocas alternativas. La más conocida, la obra de Luis Guillermo Vasco, no
fue producto de ese llamado de atención. Una de las narraciones de The
Corn Wolf, “Excelente zona social”, fue escrita para la conmemoración de
la publicación de Writing Culture… de James Clifford y George Marcus.
En esa aventura etnográca de dos días en un campamento campesino
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del Magdalena Medio, Taussig se encuentra con diferentes narradores,
uno de ellos especialmente locuaz, un exparamilitar, quien sirve de ex-
cusa para plantear de nuevo la fortaleza de las narrativas del terror en
Colombia, esta vez como cuentos de hadas aterradores. Con todo, la ma-
yor contribución de este libro no está en su distinción de formas de escri-
tura ni en su apuesta por la escritura de narraciones nerviosas.
Algunas contribuciones tienen que ver con discusiones conceptua-
les que con esa inspiración benjaminiana y marxista y a la caza de re-
ferencias disidentes son siempre frescas. En la primera parte explora
las historias que cuentan las cosas y las razones por las que las cuen-
tan. Las historias mágicas que cuentan los narradores afuera o en los
bordes del capitalismo suelen poner a la naturaleza como narradora;
Taussig, siguiendo a Benjamin, argumenta que esto permite liberar al
ser humano gracias a su complicidad con un mundo animado con el
cual se vuelve compañero. En un barco en altamar, el barco deviene
“partner” de los marineros, como ocurre en la novela de B. Traven. El
conjunto de narraciones dedicadas al zumbido (humming en inglés) “ex-
ploran un lugar entre el canto y la conversación” en donde el zumbido
se encuentra con el cuerpo de nuestro mundo vacilante (p. 31). Hubiese
sido más adecuado “el cuerpo vacilante del mundo” o mejor “el mundo
tembloroso”. El caso es que el mundo zumba y tiembla, en evidente es-
tado de emergencia, pero para ponerse en contacto con él, tanto como
para reconocerse con él, es necesario zumbar y temblar. La única refe-
rencia relacionada con la etnografía colombiana es al canto zumbante
de los taitas yageceros. Luego, en ese juego de resonancias nerviosas,
Taussig va de Burroughs a Nietzsche, a Benjamin y a Winnie the Pooh,
para señalar el parentesco entre la poesía, la protesta, la magia, el canto
y la realización de todas estas cosas en el cuerpo humano.
El maniesto de los lentos se reere a una saga de comunica-
ciones que mantiene Taussig con varias mujeres en diferentes par-
tes del mundo. La primera de ellas se declara “agitada”. Las otras,
académicas en trabajo de campo, contrastan sus vidas durante el
trabajo de campo y las que deben llevar en las ocinas y universida-
des. En todos los casos se lee una incomodidad creciente con el rit-
mo de sus vidas, que ocurren de manera agroindustrial, incluidas
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las vidas de las académicas. En una de sus memorables digresio-
nes, Taussig describe a profesores cabizbajos que caminan rotos,
pero ellos piensan que son libres...
Desde mi restringido acceso a las formas de producción del co-
nocimiento antropológico, creo que lo mejor que puede ocurrir con
la eventual lectura de este libro es que el sentimiento de incomodi-
dad con el capitalismo, desde el cual ha sido escrito, tenga algún
impacto. Cierta mirada distante de la intelectualidad colombiana
y de los juegos de poder en los que ocurre la investigación, y que
nuestra antropología no se atreve a enunciar siquiera, tal vez por-
que resulta obsceno, debería ayudar a plantear otras formas de ha-
cer el trabajo de campo.
Este es un libro escrito con cierta distancia del poder, no solo
porque no objetiva al poder, o por lo menos no a ese poder fou-
coltianamente prediseñado, sino porque habla de una antropología
hecha desde abajo. Incluso pese a las recomendaciones de sus co-
nocidos colombianos que en los lejanos años de 1970 le recomenda-
ron codearse con obispos y gobernadores. No puedo sino pensar en
el tipo de relaciones que establecemos o que quisiéramos establecer
para realizar plenamente el trabajo de campo ideal, a veces tan co-
deado con gobernadores y taitas.
Las últimas líneas del libro se reeren a un trabajo del que sa-
bemos poco. El de un Taussig que tuvo un sembrado en compañía
de varios amigos de Puerto Tejada. Un Taussig cuyo trabajo fue algo
más que el de escribir en diarios de campo y pensar acerca de la
escritura en medio del dolor o del miedo. Por momentos, siento muy
cercano a este gringo.
Cómo citar esta reseña
Suárez Guava, L. A. (2018). Reseña del libro The Corn Wolf, de Michael Taussig.
Universitas Humanística, 85, 427-431. http://doi.org/10.11144/Javeriana.
uh85.cowo
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