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Responsabilidad Social Organizacional en un
escenario de Posacuerdo: una revisión
Ana Milena Martínez Santander 1 Viviana Alejandra Ramos Enríquez 2 Carlos Tello Castrillón3
RESUMEN
La Responsabilidad Social Organizacional (RSO) es un tema de gran amplitud. Este ha ido
cobrando importancia a lo largo del tiempo de acuerdo a las coyunturas o escenarios sociales,
económicos, culturales y políticos al cual se enfrentan las organizaciones. Este trabajo pretende
hacer una revisión sobre las diferentes concepciones de la misma y cómo se relaciona o cumple un
papel fundamental en un escenario de posacuerdo, en el cual se encuentra actualmente Colombia.
Además, se busca establecer como desde la RSO las organizaciones pueden contribuir en la
construcción de escenarios favorables para el cumplimiento de los acuerdos establecidos entre el
Gobierno Nacional y las FARC EP.
Palabras clave: Responsabilidad social organizacional, Posacuerdo, víctimas, reintegración,
inclusión laboral.
ABSTRACT
Organizational Social Responsibility (RSO) is an issue of great breadth that has gained importance
over time according to the social, economic, cultural and political conjunctures or scenarios that
organizations face. Hence, this work intends to make a review on the different conceptions of the
same, as it relates and plays a fundamental role in a post-conflict scenario in which Colombia is
currently. In addition, it seeks to establish how from the RSO the organizations can contribute in the
construction of favorable scenarios for the fulfillment of the agreements established between the
national government and the FARC EP.
Keywords: Organizational Social Responsibility, Post-conflict, Victims, Reintegration, Labor
Inclusion.
1 Estudiante de Administración de Empresas, Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira, Grupo de Estudios Neoinstitucionales
GEN, Colombia, anmmartinezsa@unal.edu.co
2 Estudiante de Administración de Empresas, Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira, Grupo de Estudios Neoinstitucionales
GEN, Colombia, varamose@unal.edu.co
3 Profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira, Departamento de Ciencias Sociales, líder Grupo de estudios
Neoinstitucionales GEN, Colombia, catelloca@unal.edu.co
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INTRODUCCIÓN
Colombia ha enfrentado un conflicto armado de más de 50 años el cual ha afectado en gran medida
a las distintas esferas del país. La esfera social es una de las más afligidas porque la guerra ha
dejado como saldo infinidad de víctimas que han sufrido violaciones, muertes, secuestros y
desplazamientos forzosos, cuyas secuelas son difíciles de sanar. Por otro lado, respecto a la esfera
económica, Colombia es uno de los países latinoamericanos que a pesar de haber enfrentado esta
situación, su economía no se ha visto fuertemente afectada a diferencia de otros países. Sin
embargo, no se puede olvidar que muchas organizaciones han tenido que pagar las consecuencias
del conflicto. Por ejemplo, las llamadas “vacunas”, una especie de “impuesto” que las empresas
debían paga a los grupos ilegales con el fin de no ver saboteadas sus operaciones normales.
De allí que algunos gobiernos hayan buscado crear acuerdos con los grupos al margen de la ley.
Esto con el propósito de generar condiciones favorables que permitan el resarcimiento de los daños
causados, garanticen el bienestar de la sociedad y el desarrollo del país. No obstante, aunque el
Estado debe ser actor y garante de estos escenarios no cuenta con todos los recursos y
capacidades para lograrlo. Por ello, las organizaciones, que son actores y víctimas del conflicto a
la vez, cumplen un papel fundamental en el citado propósito estatal.
Es así como las organizaciones desde su RSO pueden desempeñar distintos roles o utilizar
mecanismos que faciliten el sostenimiento de un escenario de posacuerdo. En este sentido, algunos
autores se han referido al tema definiendo que las principales formas con las que una organización
puede contribuir a ello son:
a)
a través del financiamiento económico
b)
la inclusión laboral.
Las cuales, no sólo beneficia a la sociedad civil, sino también al sector empresarial y al desarrollo
del país.
Es por ello que, con este trabajo se pretende hacer una revisión sobre las diferentes concepciones
de RSO. Esta ha ido cobrando importancia a lo largo del tiempo de acuerdo a las coyunturas del
momento, como es el caso del escenario de posacuerdo en el cual se encuentra actualmente
Colombia.
Desarrollo del tema.
1.
Responsabilidad Social Organizacional
La Responsabilidad Social (RS) es un tema que ha ido cobrando gran importancia en las
organizaciones a lo largo del tiempo. Dado que, no sólo les facilita el cumplimiento de sus objetivos,
sino que también genera legitimidad social, reconocimiento y contribuye a la sostenibilidad. Sin
embargo, la concepción de RS no siempre ha sido la misma. Por ejemplo, en los años 70, Friedman
tenía una visión que se limitaba a la rentabilidad económica y la obtención de ganancias. Por ello,
afirmó que la única responsabilidad de las empresas era incrementar sus beneficios económicos,
refiriéndose con ello a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
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Por otro lado, Elkington (1998) y Carroll (1979), abordaron el tema de RSE, desde una visión más
integral. Esta no sólo se enfoca en el componente económico, sino que también tiene en cuenta el
componente social y medio ambiental de una empresa, para el primer caso. Para el segundo, se
plantea cuatro tipos de responsabilidades que debe cumplir la empresa: se inicia con la
responsabilidad económica (que es la base para el desarrollo de las siguientes), en seguida esta la
responsabilidad legal, después, la responsabilidad ética y finalmente la responsabilidad discrecional
(social o filantrópica).
No obstante, el término RSE en ocasiones ha sido criticado por su imprecisión, ya que únicamente
tiene en cuenta a las organizaciones con ánimo de lucro. En este sentido, Tello & Rodríguez (2008),
expresaron que la RS no sólo se restringe a las empresas o corporaciones, sino que involucra a
cualquier tipo de organización, con o sin ánimo de lucro (educativas, estatales, ONGs, iglesias entre
otras), que tienen como objeto una función que es social y no pecuniaria. A partir de ello es preciso
hablar de Responsabilidad Social Organizacional (RSO en adelante).
Igualmente, la imprecisión de la RSO se ha derivado de la ausencia de la figura del Estado en la
regulación de las actuaciones organizacionales. Debido a que ésta se ha establecido como
voluntaria, lo cual se ve reflejado en distintas acepciones sobre el concepto. En relación, La
Comisión Europea (2001) se refirió a RSO como:
Un concepto con arreglo al cual las empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una
sociedad mejor y un medio ambiente más limpio. (Comisión de las comunidades europeas, 2001, p.
4).
De manera similar, Drucker (1984; citado por Tello & Rodríguez, 2014:130) expresó que “la
organización no dispone ni de los instrumentos ni de la amplitud de acción, de los que sí dispone el
Estado”.
Además, el carácter voluntario de la RSO puede conducir a que las organizaciones solo realicen
algunas acciones de greenwash (la mezcla entre Green y Brainwash). Esto significa lavar el cerebro
con pequeños actos sostenibles a los impactos negativos sociales y ambientales más fuertes de la
organización (Jenkins 2009; citado por Tello & Rodríguez 2014, p.131).
Como puede observarse, estas posturas generan controversia, puesto que, al ser la RSO voluntaria
deja un campo de actuación indefinido. Esto conduce a que las organizaciones realicen lo que
consideran necesario o que este a su alcance, como pequeños actos caritativos o simple
cumplimiento de la ley.
Esto demuestra la importancia de la intervención y regulación por parte del Estado en el
cumplimiento de la RSO. Aunque existen diversas normas como la ISO 26000 y la SA8.000 que
presentan un marco de actuación de RSO para las organizaciones, éstas no son obligatorias. Dado
que son establecidas por organizaciones no gubernamentales, lo que en últimas conduce a que su
aplicación quede bajo la discrecionalidad de cada organización.
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Con respecto a lo anterior, la RSO se convierte en más que una simple herramienta o mecanismo
para alcanzar objetivos económicos o cumplir con pequeños actos filantrópicos. Es decir, que ésta
abarca un campo más amplio, completo e integral, en el cual debería estar involucrada la
organización, los grupos de interés, la sociedad y el Estado, en búsqueda de la sostenibilidad.
En este orden de ideas, Cajiga (2001) estableció que:
La RSO es el compromiso de cumplir cabalmente con los objetivos económicos, sociales y
ambientales de la empresa tanto interna como externamente, cumpliendo con las expectativas de
los stakeholders o grupos involucrados en la misma, dentro del marco de la legalidad, la justicia, la
ética y el bien común (Cajiga, 2001, p. 4).
Por su parte, el Centro Colombiano de Responsabilidad Social Empresarial (CCRE) definió que:
Las empresas son socialmente responsables cuando las actividades que realiza se orientan a la
satisfacción de las necesidades y expectativas de sus miembros, de la sociedad y de quienes se
benefician de su actividad comercial, así como también, el cuidado y preservación del entorno.
(CCRE, 2012, p.1)
Además, otros autores resaltan la importancia de la RSO con respecto al mejoramiento de la calidad
de vida de las comunidades y cuidado del ambiente. En concordancia, Peña (2014) estableció que
las organizaciones deben trabajar en pro y en conjunto con la comunidad inmediata, con el fin de
contribuir a su bienestar. Para ello es necesario realizar inversiones sociales y ambientales, que en
últimas permitirán un beneficio o gana- gana para ambas partes involucradas.
Asimismo, Heincke (2005); citado por Moreno (2015, p.17), sostuvo que la responsabilidad que
tienen las organizaciones para con la sociedad más allá de su gestión económica y de sus
obligaciones legales, es el compromiso de contribuir con el desarrollo económico trabajando con
los empleados, las familias, la comunidad local y en general con la sociedad para mejorar sus
condiciones de vida.
Rebeil (2015) también planteó que “incorporar la RS a la vida de una organización significa
involucrarse de forma activa en todo aquello que pueda beneficiar a la organización, y que en suma
representa también un beneficio para quienes la integran, así como para quienes están
relacionados con ella”.
2.
Responsabilidad social organizacional en un escenario de Posacuerdo
En relación a lo anterior, las organizaciones cumplen un papel fundamental en el desarrollo y
bienestar de la sociedad en general. Es por ello que, en lo que respecta a este trabajo se tiene en
cuenta cómo la organización puede contribuir al mejoramiento y resolución de conflictos que
enfrentan las regiones y países, para el caso colombiano, el actual escenario de posacuerdo. Esto
solo es posible si todos los actores sociales trabajan en conjunto, siendo las organizaciones uno de
los principales involucrados.
Al respecto, Gonzales, Garica y Gamboa (2015) afirmaron que: “es necesario pensar en el rol que
cada actor social puede desempeñar para contribuir a la construcción de paz y a garantizar que las
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diferencias entre los colombianos no conduzcan a nuevas confrontaciones”. Además, estos autores
expresaron que, para lograr el fin del conflicto es vital el trabajo mancomunado del Estado, la
sociedad y la empresa. Quienes deben hacer su mejor esfuerzo para establecer reglas de juego
suficientemente efectivas, que logren ser aceptados por las partes.
De allí que han surgido algunos trabajos e investigaciones que sustentan cómo las organizaciones
desde su Responsabilidad Social Organizacional, pueden aportar y generar condiciones apropiadas
para que el proceso de posacuerdo se desarrolle de manera satisfactoria.
En este sentido, Prandi y Lozano (2010) enunciaron que la RSO en un escenario de posacuerdo:
Es la relación conjunta de tres ámbitos: derechos humanos, desarrollo y paz, que se hallan
interconectados entre sí y que esta conexión debe verse reflejada intrínsecamente en las políticas de
Responsabilidad Social Empresarial, pero no solo en su contenido sino también en como dicha
política se construye. (Prandi y Lozano, 2010, p.9)
Del mismo modo, El OBSERVATORIO DE CONSTRUCCIÓN DE PAZ en el marco de la RSO
estableció que “existe la necesidad de que las iniciativas empresariales instauren políticas de
responsabilidad corporativa para la promoción de los Derechos Humanos y de la construcción de
paz, a la par de que sigan invirtiendo en el sector social, labor que se ha vuelto fundamental en
materia de atención a población vulnerable en nuestro país”. (El OBSERVATORIO DE
CONSTRUCCIÓN DE PAZ. Cuadernos PAZ a la carta: Empresa y Construcción de Paz. Bogotá.
Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2012.)
Además, Prandi y Lozano (2010), afirmaron que la RSE no puede ir desligada del contexto en el
que opera. Esta debe reflejar y dar respuesta a los retos humanos, tecnológicos, y medio
ambientales, etc., del entorno inmediato de la empresa.
Por su parte, Barrios (2016) en su trabajo sobre la RSO y posacuerdo planteó que, aunque la
organización no esté directamente relacionada con un problema social, esta es responsable y debe
contribuir a su solución. Dejando de lado sus intereses económicos o utilitarios y poniendo en
práctica mecanismos que contribuyan a la solución de diferentes problemas sociales y al desarrollo
de las comunidades.
A raíz de lo anterior, se deduce que las organizaciones cumplen un papel fundamental en el
posacuerdo, porque son actores que hacen parte del entramado social. Por tanto, éstas pueden
contribuir desde diversos aspectos en la resolución del conflicto colombiano. Entre ellos se
destacan: el apoyo económico y financiamiento de programas o proyectos, la inserción laboral, la
capacitación y la formación a los desmovilizados para ingresar al mundo laboral o para el
emprendimiento.
Esto se ve reflejado en algunos trabajos de investigación. Los cuales hacen alusión a las formas en
las que las organizaciones desde su rol pueden responder y ayudar en el proceso de posacuerdo.
Así, en el trabajo de Gonzales et al. (2015) se expone que:
Son tres los mecanismos principales mediante los cuales los empresarios contribuyen al proceso de
construcción de paz: a) Como financiadoras de construcción de paz y posconflicto dada su
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capacidad económica; b) alianzas estratégicas con el estado y otras empresas nacionales o
multinacionales dada su credibilidad, liderazgo, experiencia y capacidad de adelantar acciones que
trasciendan la sociedad; y c) a través de Responsabilidad Social Empresarial contribuyendo a la
construcción de paz, como contraprestación ética y moral a la sociedad, por permitir su accionar.
Como se evidencia, la RSO constituye uno de los mecanismos que permiten la generación y
mantenimiento de condiciones favorables en un escenario de posacuerdo. Porque las
organizaciones pueden realizar inversiones sociales y actividades que no solo benefician a las
comunidades involucradas en el conflicto, sino que también representan crecimiento económico
para el país y por ende, un entorno positivo para las mismas.
En esta misma línea, Prandi y Lozano (2010) establecieron que:
Las políticas de RSE en los ámbitos económicos y sociales que incorporan criterios de construcción
de paz tienen un doble objetivo. En primer lugar, un objetivo económico, enfocado en crear
oportunidades de subsistencia y emprendimiento […]. En segundo lugar, el objetivo social de
atender, en paralelo, la exclusión social surgida a raíz del conflicto […]. (Prandi y Lozano, 2010, p.
47)
Otra reflexión de Prandi y Lozano (2010) se basa en que “las empresas pueden contribuir a reparar
las fracturas sociales entre las comunidades enfrentadas propiciando actividades económicas
conjuntas que deberán ser diseñadas con gran cautela y desde el conocimiento profundo del
conflicto y de sus consecuencias.”
Por su parte, Buitrago, Bustamante, Castañeda y Ramírez (2015), definieron cuatro retos y
responsabilidades (éticas y discrecionales) a los cuales se enfrentan las organizaciones privadas
en un escenario de posacuerdo. El primero, está enfocado hacia la violencia armada, por lo cual
las organizaciones deben respetar los derechos humanos y no ser cómplices de su violación, y
promover los derechos humanos. El segundo, dirigido hacia la violencia estructural y económica,
por lo que las organizaciones no deben alimentar las economías ilegales y de guerra y deberán
crear oportunidades económicas para víctimas, excombatientes y jóvenes en riesgo de
reclutamiento. Otro reto está relacionado con la violencia estructural política, para ello las
organizaciones deberían evitar prácticas que debiliten al Estado, como la corrupción y la evasión, y
promover el imperio de la ley para el fortalecimiento del Estado de derecho. Finalmente, el reto
hacia la violencia cultural para el cual éstas no deben reforzar prejuicios, desigualdades o creencias
que legitimen la violencia, en cambio debe promover la coexistencia y la resolución pacífica de
conflictos.
Con respecto a estos autores, se puede percibir que las principales formas o mecanismos con las
que las organizaciones pueden responder a un contexto de posacuerdo son dos. Por un lado, a
través de la creación de oportunidades económicas y el financiamiento. Por otro, a partir de la
inclusión social. Todo ello por medio del pago de impuestos, la financiación de proyectos, la
generación de empleo para las víctimas y los desmovilizados, y la capacitación o formación que
favorezcan el desarrollo de habilidades para el trabajo y el emprendimiento.
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Lo anterior se reafirma en Gonzales et al. (2015), quienes expresaron que al sector privado se le
ha asignado dos roles. El primero, como financiador por vía de impuestos y contribuciones, siendo
una forma directa de financiar los procesos de paz y un esfuerzo económico que en últimas genera
beneficios económicos para las organizaciones. El segundo, como empleador de una nueva fuerza
laboral resultado de los procesos de desmovilización y dejación de las armas de los grupos al
margen de la ley.
De igual manera, Buitrago et. (2015) consideran que el mayor aporte que pueden realizar las
organizaciones es contribuir a la reintegración de los desmovilizados. Además de generar
oportunidades económicas e inclusión laboral para todos los actores del conflicto.
Respecto al rol social que cumplen las organizaciones, se tiene en cuenta la inclusión social. Esta
abarca la inserción laboral, la inversión social, el apoyo a la reinserción y la reparación colectiva.
Por tanto, la inclusión social se convierte en aquel factor fundamental para el escenario de
posacuerdo que actualmente atraviesa el país. Ya que permite la reincorporación de los
desmovilizados a la vida civil y la reparación de las víctimas, ofreciéndoles oportunidades que
garanticen su bienestar y mejor calidad de vida.
De allí que, el trabajo (inserción laboral) se convierte en un aspecto determinante de la integración
social, el cual involucra a las personas más desfavorecidas (e incluso discriminados, como lo son
los desmovilizados). Teniendo en cuenta que esta inserción debe llevarse a cabo desde dos
enfoques: como un fin y como un medio. El primero, porque su objetivo final es darle al trabajador
desfavorecido la posibilidad de acceder a estructuras normales y legales de empleo. El segundo,
porque permite que el desmovilizado sea considerado, reintegrado y auto considerado como parte
de la sociedad (Cháves Ávila & Sajardo Moreno, 1999 citado por Roldán, 2013, p. 113).
Barrios (2016), también resaltó el papel que deben cumplir las organizaciones desde su RSO con
respecto a la inclusión de los actores del conflicto armado colombiano (víctimas, desplazados y
reinsertados) al mundo laboral, lo que permite cumplir dos objetivos. Primero, generar ingresos
económicos y satisfacer las necesidades de los actores del conflicto. Segundo, facilitar a los
empresarios mano de obra capacitada para ampliar sus operaciones. Para lograr todo esto es
necesario el trabajo sinérgico entre Estado y empresa privada, quienes a través de planes
estratégicos brinden capacitación e inclusión de estos actores al contexto laboral.
En relación, Prandi y Lozano (2010), mencionaron que un potencial papel de las empresas en un
escenario de paz, es la generación de oportunidades laborales y de emprendimiento para las
personas vulnerables y víctimas del conflicto. Para ello, se busca que la población desmovilizada y
sus familias accedan a educación y salud, al mercado laboral (promoviendo la capacitación o
apoyando el emprendimiento) y a mecanismos escalonados de promoción social efectivos. (Álzate,
2014, p. 22).
Con lo anteriormente expuesto por los autores, se puede percibir los roles que pueden cumplir las
organizaciones desde su RSO, en la construcción de escenarios favorables para el posacuerdo. No
obstante, dichos roles son potenciales y voluntarios, de allí que nuevamente se genera la discusión
de la voluntariedad o la regulación que debería tener la RSO porque ésta reiteradamente queda
bajo la discrecionalidad de las organizaciones. Como se evidencia en algunos trabajos, a) los
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empresarios todavía no están preparados para asumir los retos en este contexto, b) tampoco
conocen las formas como pueden aportar al mismo, c) incluso algunos desconfían sobre las
disposiciones de los dineros aportados para financiar el proceso, d) y lo que es más preocupante,
muchos de ellos se muestran reacios a contratar reinsertados.
Para el primer caso, Grasa (2015) manifestó que no existen bases sólidas de tipo académico,
político, social y empresarial, que preparen o brinden herramientas a los empresarios para el
manejo y resolución de conflictos, el diálogo y la negociación. Contar con ellas, aprenderlas,
interiorizarlas y practicarlas será clave para los diversos actores, y en particular para los
empresarios.
Con respecto al segundo y tercero, Gonzales et. al (2015) afirmaron que “la empresa tiene un papel
fundamental en la reconstrucción de paz, es consciente de su rol, quiere ayudar y está
comprometida en ello, pero desconoce las formas para canalizar su esfuerzo.”
Además, el sector privado teme que esa responsabilidad la terminen asumiendo en su totalidad […]
al percibir que el Gobierno solo los tienen en cuenta cuando enfrenta problemas financieros y siente
que no se le explica lo suficiente sobre cómo se invierten los recursos aportados. (Gonzales et. al,
2015, p.191). De allí que los empresarios deben ser imaginativos y buscar aliados para plantear
que la solución para esa financiación no consista simplemente en algún tipo de “impuesto o
impuestos para la paz”. (Grasa, 2015, p.8).
En relación a la cuarta afirmación, García (2015) expuso que:
Con todo, la búsqueda de empleos legales, sostenibles y generados de manera autónoma se ha
convertido per se en un obstáculo importante a la hora de garantizar la permanencia de las PPR
(Personas en Proceso de Reinserción) en la vida civil y en la legalidad. Las exigencias del mercado
laboral, el rechazo y discriminación por parte del empleador, si se hace pública la condición de
desmovilizado, agudizan su vulnerabilidad económica, por lo cual se presentan situaciones como
el desempleo, la informalidad o el subempleo en personas en proceso de reintegración; lo anterior
está justificado, entre otras cosas, por la falta de estrategias gubernamentales que hagan posible
que los núcleos empresariales adquieran compromisos con la población desmovilizada. (García,
2015, p.40).
CONCLUSIÓN
La RSO no debe ser considerada como una simple guía o herramienta para el cumplimento de
aspectos establecidos por la ley. Por el contrario, esta debe ser considerada como un eje
transversal para las organizaciones, las cuales deben ser responsables socialmente tanto en el
entorno interno como externo que las rodea. De allí que, deben garantizar condiciones favorables
y de bienestar a todos sus grupos de interés, incluyendo las comunidades y regiones en las cuales
se desenvuelven.
En este sentido, cabe destacar el papel tan importante que las organizaciones colombianas
cumplen en el desarrollo de escenarios favorables para la solución de conflictos y el sostenimiento
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de los acuerdos. Teniendo en cuenta que los principales roles con los cuales el sector empresarial
puede contribuir al posacuerdo son: el apoyo económico y la inclusión laboral.
Sin embargo, aunque se han definido mecanismos por medio de los cuales las organizaciones
pueden contribuir al posacuerdo, Colombia se encuentra en un proceso de fortalecimiento de la
RSO, principalmente en lo relacionado a este escenario. Por lo tanto, se requiere cierto tiempo y el
establecimiento de programas o estrategias sólidas por parte del Estado, que permitan alcanzar
resultados positivos en el mediano y largo plazo. Los cuales beneficien a todos los actores, directos
e indirectos, que han sufrido las consecuencias de un conflicto armado de más de 50 años.
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