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Contenido
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Angelika Rettberg, Ralf J. Leiteritz, Carlo Nasi y Juan Diego Prieto
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Angelika Rettberg
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Carlo Nasi, con la colaboración de María del Pilar Lozano
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Angelika Rettberg y Juan Diego Prieto
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Daniel Quiroga Ángel
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Alexandra Milena Bernal Pardo
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Ralf J. Leiteritz y Manuel Eduardo Riaño
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Angelika Rettberg, Juan Camilo Cárdenas y
Juan Felipe Ortiz-Riomalo
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Agradecimientos
E contado con el apoyo de muchas personas e instituciones.
Los mayores agradecimientos son para el International Development
Research Centre () de Canadá, el cual nanció el grueso de la investiga-
ción que hizo posible el trabajo de campo realizado por los diferentes autores.
Gracias a esa nanciación, el libro se encuentra también traducido al inglés.
En contamos con el respaldo irrestricto y paciente de Markus Gottsbacher,
a quien expresamos un especial agradecimiento.
Gracias, además, a las decenas de expertos, académicos, productores, empre-
sarios y funcionarios estatales tanto a nivel central como en las regiones que
aceptaron entrevistas y nos permitieron conocer la manera en que funcionan
las economías de los recursos estudiados y cuáles son las realidades regionales
en las cuales se enmarcan.
También van nuestros agradecimientos a las múltiples instituciones que nos
facilitaron datos, contactos en las regiones estudiadas y acceso a expertos y aca-
démicos. Estas instituciones fueron la Universidad Autónoma de Bucaramanga
(), la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia () en Tunja
(Javier Guerrero), la Universidad en Medellín (María Alejandra Gonzá-
lez) y el Observatorio del Delito de la en la Policía Nacional, en Bogotá.
En la Universidad de los Andes recibimos apoyo de la Vicerrectoría de Inves-
tigaciones, el Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas () de la Facultad
de Economía, la Vicedecanatura de Investigaciones de la Facultad de Ciencias
Sociales y el Departamento de Ciencia Política. El Laboratorio de Cartografía
de la Universidad de los Andes desarrolló los mapas regionales que acompañan
cada capítulo. Gracias también al Departamento de Política de la Universidad
de California, Santa Cruz.
Se han presentado versiones preliminares de los capítulos incluidos aquí en
diversos foros y conferencias académicas, como el congreso del International
Studies Association () en Estados Unidos, el congreso del European Con-
sortium on Political Research () en Alemania, el congreso del Latin Ame-
rican Studies Association () en Brasil, el German Institute for Global and
Area Studies () de Alemania, Brown University de Estados Unidos, la Red
de Economía Política para América Latina (), el Stockholm International
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
Peace Research Institute (), la Ponticia Universidad Católica de Minas
Gerais en Brasil y la Universidad de los Andes. Agradecemos especialmente los
comentarios de Matthias Basedau (German Institute for Global and Area Studies
[]), Philippe Le Billon (University of British Columbia) y Richard Snyder
(Brown University) por sus comentarios a la investigación en su fase preliminar.
Contamos con un grupo ta lentoso de asistentes de investigación que facilitó
enormemente nuestra tarea. Gracias a Brenda Ardila, Horacio Coral, Mauricio
García, Juanita Goebertus, Sergio Guillermo, Laura Hamón, Pedro Hernández,
Mariana Maldonado, Yaddi Miranda, Sebastián Pantoja, Catalina Rodríguez,
Federico Segura y Camilo Vargas.
Gracias también a los evaluadores anónimos de este libro, quienes nos per-
mitieron anar ideas y extraer más claramente los aportes del texto.
Finalmente, agradecimientos muy especiales a nuestras familias y amigos,
sin cuyo apoyo todo sería mucho más difícil.
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¿Recursos diferentes, conictos distintos?
Un marco para comprender la economía
política del conicto armado y la
criminalidad en las regiones colombianas*
A R, R J. L,
C N J D P
Introducción
Una de las preocupaciones en los recientes diálogos de paz entre el Gobierno
colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia () y entre
el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional () ha sido la sostenibilidad
de un acuerdo de deposición de armas y una desmovilización masiva de comba-
tientes en un contexto social y económico marcado por la presencia de mercados
ilícitos y de múltiples incentivos para la criminalidad. La amplia circulación de
armas, la existencia de diversas organizaciones criminales distintas a las gue-
rrillas, el narcotráco y, en especial, la disponibilidad de recursos naturales y
actividades económicas integradas hace décadas en las dinámicas de extorsión
de las organizaciones armadas conforman un conjunto de oportunidades para
que la crimina lidad continúe, se regenere y se transforme incluso después de que
se silencien los fusiles de las organizaciones guerrilleras. Juntos, estos factores
plantean un enorme reto en términos de encarrilar al país en la dirección de
una paz sostenible que complemente y apalanque los progresos que Colombia
ha venido haciendo en otros terrenos.
Este libro indaga sobre las fuentes de riesgo del posconicto colombiano.
Lo hace desde la perspectiva de los vínculos generados hace décadas entre los
* Para citar este capítu lo: http://dx.doi.org/./.
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
Mapa 1. Regiones y recursos estudiados
Fuente: Elabor ado por Paola Luna, Laboratorio de Ca rtografía, Universidad de los Andes,
con base en información sumini strada por los autores.
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recursos legales y las dinámicas del conicto armado y la criminalidad en diver-
sas regiones colombianas. Intencionalmente se aparta del énfasis que habitual-
mente se hace del narcotráco —un recurso ilícito— como combustible de la
guerra colombiana (Angrist y Kugler ; Arias et al. ; y Holmes, Gutiérrez
de Piñeres y Curtin ) para explorar los vasos comunicantes entre la guerra
y las actividades económicas lícitas que han constituido y se sostienen como la
columna vertebral de la economía colombiana. El libro postula que Colombia
es un país de regiones, no solo, como ha sido propuesto, desde el punto de vista
cultural y económico (Gutiérrez de Pineda ; Zambrano ; Banco de la
República ; Arango Cano ; Meyer y Villar Borda ), sino también
desde el punto de vista de la intensidad y la forma que han adoptado el conicto
armado y la criminalidad. Desglosados, los indicadores de violencia nacional
arrojan grandes diferencias entre regiones y a través del tiempo, sugiriendo que,
en cincuenta años de actividad, la guerra colombiana ha sido dinámica, revi-
gorizándose en algunas partes, debilitándose en otras y transformando conti-
nuamente sus maneras de operar. Este libro argumenta que una mirada al nivel
subnacional, que describa y analice la relación entre recursos legales y guerra en
diferentes regiones, y que identique algunos de los factores que han congu-
rado esta relación a través del tiempo, permitirá identicar los puntos álgidos
hacia los cuales estudiosos y diseñadores de política pública deberán orientar su
atención. Así, podrán prevenir que la superación del conicto armado desate o
agudice nuevas formas de criminalidad. En breve, se trata de ex traer las lecciones
para prevenir que un eventual acuerdo de paz se torne irrelevante a la luz de la
continuación de prácticas criminales más allá del enfrentamiento armado. Si los
recursos natura les han jugado un papel en el inicio o la continuación del conicto,
la construcción de paz deberá necesariamente abordar sus impactos y legados.
Los capítulos que conforman este libro se guían por las siguientes preguntas:
¿Cuáles han sido las realidades regionales de la relación entre recursos legales
y guerra en Colombia? ¿Cuáles son algunas de las fuentes de variación entre
regiones en la relación entre recursos legales y guerra que se puedan asociar
Entendemos el conf licto armado como el enfrentamiento violento que hace décadas
protagonizan varias organizaciones armadas ilegales con el Estado colombiano en torno a
temas como la distribución de la tierra y el manejo y propiedad de los recursos naturales, y la
criminalidad como el fenómeno por medio del cua l individuos y organizaciones se apropian de
bienes y dinero para nes de lucro personal, sin promover una agenda de tipo político. Para la
carac terización del colombia no como un conicto a rmado acogemos la den ición del Stockholm
International Peace Research Institute (), de acuerdo con la cual el enfrentamiento debe
ser violento, debe incluir al Estado, tiene un objetivo político y produce al menos muertes
anuale s atribuibles al con icto ( ). En la experiencia de los países s umidos en conicto,
la línea d ivisoria entre el con icto armado y la cr iminalid ad es borrosa, a medid a que los actores
armados requieren de nanciación e incurren en actividades delictivas y los actores criminales
han desarrollado agendas políticas con las que buscan incidir en la organización social.
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
con distintas dinámicas de guerra? Además de las aspiraciones estratégicas
nacionales de los actores armados, ¿de qué forma las propiedades y procesos de
producción de diferentes recursos inciden en sus acciones? Por otro lado, ¿en
qué medida las condiciones del contexto de conicto armado afectan las estruc-
turas del proceso de producción, así como las estrategias de los actores frente al
entorno? ¿Qué mecanismos median la relación entre los recursos elegidos y las
dinámicas que adopta el conicto armado colombiano en sus manifestaciones
regionales? ¿Por qué algunas regiones —y algunos recursos— parecen haber
desarrollado capacidades para “blindarse” frente a las dinámicas de la guerra?
¿Existen —y cuáles son— factores protectores en la extracción y producción de
algunos recursos que mitiguen la vinculación de los recursos a la guerra?
Para responder estas preguntas, el libro contiene estudios de caso deta llados
del banano (en Urabá), el café (en Caldas, Risaralda y Quindío), el carbón (en
La Guajira y Cesar), las esmeraldas (en Boyacá), el ferroníquel (en el municipio
de Montelíbano, Córdoba), las ores (en la Sabana de Bogotá), el oro (en Antio-
quia, Caldas, Chocó, Santander, Tolima y Nariño) y el petróleo (en Arauca,
Casanare, Meta y el municipio de Barrancabermeja, Santander). Ninguno de
estos recursos es un bien manufacturado y todos forman parte del repertorio
de los bienes primarios. Dieren entre ellos en su contribución al y a las
exportaciones colombianas (véase tabla ). Son producidos o extraídos en dife-
rentes regiones del país (véase mapa ) y el alcance geográco de su producción
varía. A pesar de sus múltiples diferencias, los recursos comparten una carac-
terística fundamental: contribuyen de manera sustancial a la conguración de
las economías regionales. Por consiguiente, son casos útiles para abordar las
preguntas planteadas.
En cada caso se examinó la (inter)relación entre las dinámicas del conicto
armado colombiano (nuestra variable dependiente) en términos del tipo y pre-
sencia de actores, de las formas de victimización (homicidios, desplazamiento
forzado, secuestros, ataques y extorsión) y de la intensidad del enfrentamiento,
por un lado, y las características del proceso de extracción o producción de los
recursos en cuestión (nuestra variable independiente), por el otro. En las caracte-
rísticas del proceso se consideraron aspectos como el sector de la economía al que
pertenece el recurso, la estructura internacional de los precios, la composición,
la estructura de propiedad y organizacional, la fuente del capital (doméstico o
Esta lista de casos no agota el panorama de recursos legales que han sido permeados por las
dinámicas de la guerra en Colombia. Podrían agregarse estudios sobre la madera en el Chocó,
el coltan en el suroriente del país, la caña de azúcar en el Valle del Cauca y la palma de aceite
o la ganadería en múltiples regiones del país. Futuros estudios podrán completar el mapa con
esos casos. Sin embargo, consideramos que la variedad de los incluidos aquí ofrece una mirada
suciente pa ra captar tanto l a diversidad de los vínc ulos entre recurs os legales, con icto y guerra,
como aquello que tienen en común.
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extranjero) y la intensidad y organización de los factores de producción (tierra,
trabajo, capital y tecnología). También se consideró el nivel en el que está regu-
lada la producción (ya sea por leyes estatales o por estándares de buen comporta-
miento autoimpuestos) y se incluyeron factores históricos y contextuales, como
el nivel en el cual la extracción ocurre en un contexto de enclave (Di John )
o de colonización. Se consideraron también los vínculos con otras actividades
agrícolas o extractivas, así como su inserción en las prácticas tradicionales de
las comunidades residentes en las zonas. Finalmente, se tomaron en cuenta fac-
tores geográcos como, por ejemplo, si la producción ocurre de forma dispersa
o concentrada y si tiene lugar de forma lejana o distante a los centros urbanos
(Le Billon ). Como variables intermedias o moderadoras incluimos infor-
mación sobre la presencia y el rol de instituciones estatales, así como sobre las
estrategias de los grupos armados ilegales. En todos los casos buscamos aportar
información tanto acerca de la organización y las reglas internas del proceso de
producción o extracción como también acerca del contexto dinámico (social,
institucional, político y económico) en el cual tiene lugar la interacción entre
recursos y conicto. Se partió de que dicho contexto congura las preferencias
y la elección de estrategias de los actores relacionados, lo que permite entender
mejor cómo los actores armados ilegales y aquellos asociados a la extracción del
recurso se adaptan y responden a los incentivos institucionales que les propone
el contexto.
Dependiendo del recurso estudiado y la correspondiente conguración
de la economía política del conicto en las distintas regiones observamos que
primaban unos factores explicativos más que (o en vez de) otros. De ahí
que en los distintos capítulos no se examinaran de manera uniforme las variables
independientes e intermedias reseñadas en el párrafo anterior. La imagen que
queda al examinar los distintos recursos es de heterogeneidad. En cada caso no
basta con mirar la simple adición de variables explicativas, sino su combinación
particular en una coyuntura determinada.
De ahí que este trabajo reeje una complejidad mayor que el de otras aproxi-
maciones a la relación entre recursos y conicto, especialmente trabajos a nivel
nacional, que quizás dan a entender erróneamente que la principal causa de la
presencia y/o reproducción de un conicto armado se debe a la producción de
un recurso especíco (como el petróleo o el narcotráco), o a las características
intrínsecas de un recurso dado. Nuestro estudio revela que a nivel subnacional
existen muchas economías políticas del conicto, muy distintas entre sí, y en
las que interactúan múltiples factores.
Con el rastreo de procesos (process tracing) que realizamos se obtuvieron
retratos detallados de la relación entre los recursos y la guerra en las regiones
estudiadas (Bennett y Checkel ; George y Bennett ). A su vez, estos aná-
lisis de cada caso (within-case analysis) sirvieron como insumo para un análisis
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histórico-comparativo (Mahoney y Rueschemeyer ; Mahoney y elen )
que nos permitió ir más allá de las particularidades de cada caso y elaborar un
marco analítico más amplio. En este marco proponemos que la relación entre
los recursos estudiados y las dinámicas del conicto armado puede ser moti-
vante (cuando el control de las rentas generadas por el recurso constituye un
motivo principal para explicar la presencia de actores armados en la región), de
complementariedad (cuando el control del recurso estudiado o de sus rentas no
es un motivo principal de la presencia de tales actores, pero la oportunidad de
obtener rentas de los recursos los involucra en las dinámicas de la guerra) y
de aislamiento (cuando los recursos se mantienen aislados o “blindados” de las
dinámicas de guerra).
En las siguientes secciones se discutirá la literatura académica relevante a
las preguntas de investigación que orientan este libro. Acto seguido se resu-
mirán los casos estudiados y se presentará el marco analítico construido para
categorizarlos bajo alguno de los vínculos señalados. El capítulo concluye con
la descripción de la estrategia metodológica adoptada, así como con varias acla-
raciones acerca de los datos consultados.
La literatura académica
Que las organizaciones armadas y criminales requieren nanciación y que esta
muchas veces se deriva del saqueo y control de los recursos naturales de las
sociedades en guerra, forma ya parte del consenso aceptado en torno a la inci-
dencia, la continuación y la transformación de los conictos armados internos
(Ross ; Bannon y Collier ; Berdal y Malone ; Collier y Hoeer
; Elbadawi y Sambanis ; Fearon ; Keen ).
A partir del trabajo seminal de Keen () y su llamado a la necesidad de
considerar las funciones económicas de la violencia en contextos de conicto
armado —es decir, la utilización de la violencia como instrumento para alcan-
zar metas económicas— se ha desarrollado una vasta literatura en las últimas
décadas, que ha contribuido a examinar la relación entre recursos, conictos
armados, criminalidad y desarrollo. Complementando los trabajos que enfa-
tizan las motivaciones políticas y culturales de las rebeliones (desde clásicos
como Galeano o Gurr , hasta obras más recientes como Boix ,
Kalyvas y Gutiérrez Sanín ), esta corriente se centra en la viabilidad
pragmática de crear y mantener un grupo armado irregular. Collier ()
resumió sucintamente las principales condiciones que facilitan la irrupción de
conictos basados en recursos en determinados países: alta dependencia de la
exportación de bienes primarios, abundancia de hombres jóvenes desempleados
y con poca educación, y estar experimentando un período de declive económico.
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En breve, esta literatura ha sugerido que la guerra trata de muchas más cosas que
de ganar; “no es sólo la ruptura de un sistema particular, sino una manera para
crear un sistema alternativo de ganancias, poder y protección” (Keen , ).
En contraste con otras aproximaciones, esta literatura postuló que la riqueza, y
no la pobreza, es condición esencial para que ocurran las rebeliones.
De ahí que haya hecho carrera el término “maldición de los recursos” (De
Soysa ), o la noción según la cual la riqueza natural se convierte en un lastre
más que en una bendición para los países pobres, pues los aboca a la inestabilidad
política, el saqueo y la corrupción, en vez de encaminarlos hacia la ruta segura
hacia el desarrollo. Como resultado, hoy sabemos más acerca del impacto de los
recursos disponibles en las dinámicas de conicto. Existe dicultad para romper
o transformar la relación entre recursos y guerra, de tal suerte que aún después
del cese de los conictos, los países tienen reducidas perspectivas de constituir
Estados de Derecho operantes y ecaces (Haggard y Tiede ).
Los mecanismos
Más allá de constatar el vínculo entre recursos y conicto, varios estudiosos
han intentado dilucidar los mecanismos que vinculan los recursos a los con-
ictos. Se ha formulado la pregunta de cómo los recursos generan impactos
en la estabilidad política de los países y en el surgimiento o mantenimiento de
organizaciones armadas. Un tema explorado se relaciona con el tipo de recursos
involucrados en los conictos. Le Billon () y Ross () acuñaron el tér-
mino “saqueabilidad” de los recursos. Recursos saqueables son aquellos que se
pueden transportar y distribuir fácilmente, como los diamantes, que combinan
alto valor y poco volumen. En contraste, recursos como la madera, el carbón
y el petróleo enfrentan elevadas barreras a la entrada a los mercados, bien sea
porque su producción involucra capital y tecnología, o porque su rentabilidad
depende de un alto volumen de ventas.
A la saqueabilidad se suman conceptos como la viabilidad ( feasibility: Co llier,
Hoeer y Rohner ) nanciera y militar de los grupos armados ilegales, la
“bloqueabilidad” de los recursos —que llama la atención sobre la capacidad de
los grupos armados ilegales de afectar los canales (y/o infraestructura necesaria)
de distribución del recurso— y la legalidad de los recursos —lo que se reere a
la existencia de mercados y precios internacionales institucionalizados y legales
(Ross ; Le Billon ).
Otros elementos de contraste entre recursos se reeren a si son intensivos
en mano de obra o en capital (Dube y Vargas ; Di John ) y a factores
espaciales. El geógrafo Philippe Le Billon (), por ejemplo, propuso que la
proximidad a centros urbanos (que ofrecen mayor seguridad y acceso a servicios
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institucionales), así como si la producción es dispersa o concentrada, urbana o
rural, permiten predecir la vulnerabilidad de los recursos para terminar invo-
lucrados en dinámicas de guerra. Di John () agregó que elevadas barreras
a la entrada —y si los recursos se producen en entornos de enclave— pueden
también explicar diferencias entre recursos a la hora de vincularse a los conic-
tos, pues los enclaves de producción más comúnmente producen o profundizan
conictos sociales que son permeados por actores ilegales. Ross (, ) sugirió
que “el petróleo, los minerales no combustibles y las drogas están causalmente
vinculados a los conictos, pero los commodities agrícolas legales no”. Hum-
phreys (), en contraste, sugirió que países que dependen de bienes agrícolas
deben considerarse en mayor riesgo de conicto y deberían, por tanto, buscar
diversicar sus economías.
Las instituciones
El contexto institucional se ha convertido en un factor explicativo fundamental
de las guerras por recursos. La debilidad o incapacidad estatal —o la falta de
instituciones operantes— se ha convertido en tema recurrente en las explica-
ciones acerca de por qué los recursos terminan vinculados a la inestabilidad
política y a la corrupción (Collier y Hoeer ; Karl ). La ausencia de
instituciones estatales funcionales —o su debilitamiento en el transcurso
de un conicto armado— facilita el saqueo de recursos y permite la evasión del
castigo por parte de grupos armados ilegales, a la vez que impide la integración
de los recursos en una planeación económica de largo plazo. La centralidad de
las instituciones no implica necesariamente que todos los recursos altamente
institucionalizados estén siempre mejor protegidos frente a la guerra: algunos,
como el petróleo, gozan de sosticadas infraestructuras legales y comerciales
internacionales y nacionales y, sin embargo, recurrentemente se convierten
en fuente de rentas para combatientes y corruptos (Dunning ; Karl ;
Ross , , , ; Bridge y Le Billon ).
Por consiguiente, los investigadores han volcado su atención a los atribu-
tos que deberían tener las instituciones extractivas estatales y privadas para
aumentar su ecacia en la prevención de los vínculos entre recursos y conictos
(Buhaug y Lujala ; Mähler, Shabafrouz y Strüver ; Lujala y Rustad ;
Nichols, Lujala y Bruch ). Snyder () sugiere que la relación entre recursos
saqueables e instituciones políticas no tiene que llevar al desorden, siempre y
cuando las instituciones estatales (y no solamente los actores privados) se bene-
cien de la explotación de recursos (por ejemplo, a través de impuestos), y usen las
rentas obtenidas para fortalecerse. De manera similar, la estructura de propie-
dad de los recursos —es decir, si la extracción o producción es manejada por
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actores públicos o privados, y en qué medida los excedentes entran a las arcas
de unos y otros— juega un papel determinante (Jones Luong y Weinthal ;
Wegenast ). Nichols, Lujala y Bruch () y Clement () proponen la
adopción de esquemas de gobernanza multinivel para abordar los impactos
de la disparidad de poder, la interdependencia entre los actores y las disímiles
percepciones de riesgo. Un tema central de esta literatura es que si los recursos
naturales están vinculados al estallido o a la continuación de las guerras, su
gestión y control deberá formar parte ineludible de las medidas para prevenirlas
o terminarlas.
Las limitaciones
Al cabo de más de dos décadas de existencia, la literatura sobre recursos y gue-
rra ha experimentado importantes cambios y revisiones. Así, por ejemplo, Keen
() ha cuestionado varias propuestas centra les de la literatura como atractivas
sobre-simplicaciones de realidades mucho más complejas. En efecto, argu-
menta Keen, al centrar la atención en combatientes codiciosos, la literatura ha
descuidado aspectos como la responsabilidad de la comunidad internacional o
de los gobiernos evasivos del escrutinio en el surgimiento y continuación de los
conictos armados internos. En otro sentido, Berdal () postuló que la dis-
tinción nítida entre codicia y agravio, acuñada por Collier y colegas, resultaba
llamativa desde el punto de vista de la formulación de políticas públicas —por su
simplicidad y aparentemente sencilla traducción en soluciones de política pública
(como incrementar la presión militar sobre organizaciones codiciosas)—, pero
problemática desde el punto de vista del respaldo empírico en las sociedades estu-
diadas. Es cada vez más claro que los conictos armados mutan y se transforman,
aumentan y disminuyen de intensidad, lo que signica que la codicia es apenas
uno entre varios factores que intervienen en las dinámicas de los conictos.
Aún después de terminar, las consecuencias de los conictos armados per-
mean las instituciones sociales, políticas y económicas de los países afectados.
Por consiguiente, los críticos de la literatura temprana sobre la codicia abogan
por superar su reduccionismo, ceguera cultural y marcado ahistoricismo.
En línea con Arnson y Zartman () y con Ballentine y Sherman (), pro-
ponen una mirada más matizada, multicausal a todos los factores (económicos,
políticos y culturales) que pueden intervenir en el surgimiento de guerras y en
su prolongación y transformación. Recuerdan, por ejemplo, que el saqueo como
herramienta de guerra ha sido documentado por los menos desde el Medioevo,
y que la crueldad en la obtención de los recursos no es una marca de nuestro
tiempo (Berdal ). En breve, todas las guerras parecen tener elementos de
codicia y agravio.
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Comparativamente hablando, el mundo es hoy un lugar más pacíco de
lo que era hace varios siglos (Pinker ; Hewitt, Wilkenfeld y Gurr ).
Sin embargo, los conictos armados y las guerras que persisten o surgen siguen
planteando dilemas a los estudiosos y a quienes, por medio de la formulación de
políticas públicas, buscan termina rlos y dilucidar sus consecuencias en el devenir
de las sociedades (Ross ). Así, tras dos décadas de producción académica,
existe consenso en cuanto a que las rebeliones de todo tipo requieren ser via-
bles nanciera y militarmente para su supervivencia (Collier, Hoeer y Rohner
). No obstante hay válidas y hondas críticas a los análisis unidimensionales
de las causas de las rebeliones, y un llamado a estudiar a profundidad las diver-
sas conexiones e implicaciones de esta relación. El campo para la investigación
se ha ampliado notablemente. La siguiente sección esboza la agenda pendiente.
La agenda pendiente
La variación subnacional
En primer lugar, los estudios sobre la economía política de los conictos armados
han tendido a enfatizar el nivel nacional de los países en guerra. Pero, como ha
empezado a documentar una creciente literatura (Hilgers y Macdonald ; Jus-
tino, Brück y Verwimp ; Rettberg b, ; Ross ; Snyder ), a nivel
subnacional se presentan fenómenos que la agregación de la información a nivel
nacional oculta o d istorsiona. En regiones especíca s es común encontrar historias ,
intereses, prácticas y actores particulares que permiten una comprensión más a-
nada y compleja de las realidades y las hi storias del enfrentam iento a nivel nacional.
De ahí que el nivel nacional pueda considerarse más como una convención geo-
gráca que como la única unidad de análisis pertinente (Libman ; Leiteritz,
Nasi y Rettberg ; Rettberg, Leiteritz y Nasi ). Por tanto, las variaciones
subnacionales en los países en guerra, en cuanto a la intensidad y las formas de
violencia y también en cuanto a los recursos v inculados a la misma, constituyen un
campo fértil para la exploración académica y la formulación de políticas públicas.
La resiliencia (o contraejemplos)
En segundo lugar, al privilegiar la relación entre recursos particulares y el
fenómeno del conicto, la literatura no ha problematizado sucientemente la
existencia de recursos que no terminan incitando o prolongando los conictos.
Pareciera que el vínculo entre recursos y guerra no es automático ni necesario
ni tampoco irreversible, y conviene preguntarse más en detalle por los factores
de protección y resiliencia que impiden o atenúan dicho nexo.
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La relación entre varios recursos, el conicto y la criminalidad
Tercero, la búsqueda de relaciones generalizables unidireccionales entre recursos
y guerras, primordialmente por razones metodológicas, ha impedido un estudio
adecuado de las relaciones simultáneas entre varios recursos, por un lado, y el
conicto y la criminalidad, por el otro. Así, el contexto más amplio en el que
actores armados y criminales buscan estructuras de oportunidad y responden
a incentivos generados no solo por un recurso sino por varios al tiempo no ha
sido considerado en la literatura como mecanismo para atenuar, acentuar o
modicar las dinámicas de guerra. En la práctica, pareciera que las organiza-
ciones armadas y criminales desarrollan lo que podríamos llamar portafolios de
recursos (Rettberg y Ortiz-Riomalo ), en los cuales los recursos disponibles
son integrados de forma intercambiable a las dinámicas de guerra, dependiendo
de factores como la estructura de precios y la intensidad de la coerción estatal.
La inercia institucional como factor de prevención o de propulsión
Cuarto, un tema poco explorado en las discusiones sobre las instituciones
extractivas y sus vínculos con las guerras se reere a la inercia institucional y
los procesos de aprendizaje entre actores e instituciones, lo que incide en los
vínculos entre recursos y conicto. Como ocurre con cualquier institución, el
path-dependence (North ; Mahoney ; Pierson ), o la forma en la que
una elección determina y limita decisiones futuras (en contraste con la idea de
que los individuos enfrentan siempre un repertorio completo de opciones), aplica
también a los vínculos entre recursos y guerras. En la medida en que los actores
y organizaciones actúan en contextos marcados por incentivos institucionales,
adaptan sus estrategias a dichos contextos y, con ello, preeren ciertos rumbos
de acción sobre otros. Esto opera tanto a favor como en contra de las inercias de
la guerra, pues la “dependencia del sendero inicial” (path-dependence) institu-
cional puede obrar como factor de protección o de propulsión.
Diferentes conictos y formas de criminalidad frente a un mismo recurso
Por último, la literatura ha prestado poca atención a la manera en la que los
recursos se relacionan con las transformaciones de las formas de criminali-
dad. En efecto, una buena parte del reciente interés en temas de criminalidad y
seguridad urbanas en el posconicto (Moser y McIlwaine ; Muggah ;
Kunkeler y Peters ; Yassin ) puede atribuirse a los hallazgos de acuerdo
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
con los cuales, cuando terminan las guerras (Paris ), la continua circulación
de armas en combinación con la experticia criminal acumulada y la continua
operación de mercados ilícitos producen nuevas formas de violencia y crimi-
nalidad. En parte, esto explica la dicultad de que países inmersos en guerras
logren reducir sosteniblemente sus índices de violencia y reincidan en nuevos
ciclos de violencia (Rettberg ).
Relacionado con esto, repentinas alzas de precio sin acompañamiento
institucional pueden generar impactos en la producción de algunos recursos,
promoviendo, por ejemplo, un aumento de la informalidad en la explotación.
Esta con frecuencia atrae actores ilegales, que aprovechan los vacíos regulato-
rios o la indefensión de los productores para imponer licencias a la operación
y gravámenes a la producción. Esta relación entre el comportamiento de los
mercados, la informalidad y sus nexos con la actividad criminal, es decir, la
transformación de los nexos entre recursos, conicto armado y criminalidad a
través del tiempo, no ha sido analizada por la literatura.
Estas pistas serán analizadas en el transcurso de las investigaciones que son
la base de este libro. Además, forman parte del marco analítico presentado ade-
lante. La siguiente sección completa esta revisión con una mirada a la producción
académica sobre Colombia.
La relación entre recursos legales, ilegales y el conicto armado
en Colombia
Primero, un breve retrato
El colombiano ha sido el conicto armado interno activo más longevo del hemis-
ferio occidental. En se fundaron los principales grupos insurgentes, las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia () y el Ejército de Libera-
ción Nacional () (Centro Nacional de Memoria Histórica ; Corporación
Observatorio para la Paz ; Ferro y Uribe ; Medina ; R. Ortiz ;
Pécaut ; Pizarro y ). A estos grupos se sumaron con los años otras
organizaciones criminales y paraestatales (Duncan ; Gutiérrez y Barón
; Rangel ; Reyes ; Romero ). Ambos son responsables de la
pérdida de miles de vidas y del grave impacto que el conicto armado ha tenido
en el desempeño de la economía (Valencia ; Echeverry, Salazar y Navas ;
Álvarez y Rettberg ; Santamaría, Rojas y Hernández ) y las instituciones
colombianas (Bouvier , Restrepo et al. , Centro Nacional de Memoria
Histórica , García Villegas y Revelo ; Garay Salamanca ; Nasi ;
Orjuela ; Pizarro Leongómez ).
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, …
En contraste con las guerras civiles centroamericanas, el conicto colom-
biano sobrevivió a la caída del Muro de Berlín en y a la concomitante pér-
dida de apoyo nanciero e ideológico para las guerrillas por parte de la Unión
Soviética, y al Estado por parte de los Estados Unidos, lo que en otros países
llevó al cese súbito de las hostilidades. En segundo lugar, si bien el conicto
colombiano no fue de naturaleza secesionista (ni ha involucrado demandas de
autonomía de localidades) sí ha mostrado particularidades regionales en cuanto
a su intensidad y la composición de los protagonistas en contienda (Oquist ).
En tercer lugar, más temprano que en muchos otros conictos, los diferentes
actores armados ilegales desarrollaron una relación de dependencia económica
respecto a la producción y tráco de drogas ilícitas y de otros recursos, lo que
les permitió mantener una mayor independencia frente a potencias extranjeras.
Gracias a esto lograron engrosar sus las reclutando combatientes en el campo
colombiano (muchos de ellos menores de edad) y desarrollaron una importante
capacidad ofensiva.
Finalmente, en su larga trayectoria, el conicto armado colombiano sufrió
varias transformaciones. En primer lugar, a las organizaciones originales se
sumaron otras que, con el tiempo, se reintegraron a la legalidad. Algunas lo
hicieron tras múltiples negociaciones de paz y bajo el amparo de nuevas reglas
de juego. Por ejemplo, el M-, surgido en los setenta tras un presunto fraude
electoral, y el Movimiento Quintín Lame, que enarboló la causa de las comuni-
dades indígenas del departamento del Cauca, se desmovilizaron en el contexto
de una nueva Constitución, promulgada en (Villarraga ). Los grupos
paramilitares, surgidos desde los años ochenta primero como respuesta de
terratenientes y narcotracantes ante los hostigamientos de las guerrillas, pero
que luego se independizaron para convertirse en ejércitos contrainsurgentes con
una agenda territorial y expansionista propia en mayor o menor coordinación
con diferentes entidades estatales y con sus fundadores, se desmovilizaron en el
contexto de la Ley de Justicia y Paz (Ley de ), proceso que fue facilitado
y monitoreado por la representación de la Organización de Estados Americanos
(-) en Colombia (Restrepo y Bagley ).
Además, el Estado colombiano ha desempeñado roles diferentes frente al
conicto, oscilando entre la indiferencia y la incapacidad, la apropiación de una
lectura estructural de las causas objetivas de la violencia y la criminalización
de la actividad armada. En los últimos veinte años ha experimentado las osci-
laciones más severas de cara al conicto armado. Tras varios reveses militares
importantes en el campo y la ciudad, durante la administración Pastrana (-
), pasó a la defensiva y a la promoción de negociaciones de paz. Cuando
estas fracasaron optó por una estrategia ofensiva que incluyó el fortalecimiento
militar, lo que posibilitó propinar duras derrotas a las organizaciones armadas
ilegales, como la caída de varios de los principales cabecillas de las , así
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
como un signicativo aumento en las deserciones individuales (según la Agen-
cia Colombiana para la Reintegración, entre el y el , . personas se
desmovilizaron individualmente; ).
El gráco ilustra, además, el comportamiento de tres variables fundamen-
tales de la violencia colombiana: los homicidios, el desplazamiento forzado y el
secuestro. Como se puede apreciar, el año marca un quiebre importante en
la tendencia de estas variables. En cuanto a los homicidios, Colombia descendió
de por . habitantes en a por . habitantes en el . Todo
esto, que le ha valido al país el ingreso al grupo de economías medianas más pro-
misorias para la inversión (Financial Times ; Banco Mundial , ), puede
atribuirse en gran parte al activo rol desempeñado por el Estado colombiano.
Notablemente, el fortalecimiento estatal, que empezó enfatizando la dimensión
militar, se ha visto reejado también en campos como la cobertura en educación
y en salud (Barrera, Maldonado y Rodríguez ; Bernal y Gutiérrez ).
Gráco 1. Tasas anuales de homicidio, desplazamiento forzado y
secuestro en Colombia, -
Fuente: Elaborado por los autores con base en los datos del Obser vatorio del Progra ma Presidencial de
Derechos Humanos y Derecho Internaciona l Humanitario , la Unidad para la Atención y Repara-
ción Integr al a las Víctimas y el Departamento Adm inistrativo Nacional de Estadística b.
En tercer lugar y de la mano de los dos fenómenos anteriores, Colombia ha
sido por décadas escenario de diferentes formas de delincuencia común y crimi-
nalidad que han contribuido a la violencia que ha marcado al país. Según Villa et
al. (), en el período de al , el de los homicidios, en promedio,
son atribuibles al conicto armado, mientras que los restantes se han produ-
cido en las calles y veredas del país, e incluyen desde riñas de borrachos hasta
accidentes automovilísticos. Los vasos comunicantes entre la actividad armada
vinculada a agendas políticas y aquella violencia desprovista de propósitos polí-
ticos han variado en intensidad, pero han sido un fenómeno transversal. Esto
se reeja, por ejemplo, en un boyante mercado lícito e ilícito de armas (según
el Ministerio de Defensa, uno de cada trescientos colombianos posee un arma
de fuego, véase El Tiempo ) en el que han intervenido actores armados y
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Homicidios por 100.000 habitantes Secuestros por 100.000 habitantes
Desplazamientos por 1000 habitantes
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, …
criminales de diferente naturaleza, quienes han establecido alianzas en torno
a la obtención y distribución de armamento. Se reeja también en el fenómeno
de la criminalidad urbana que, igual que el conicto armado, se nutre de juven-
tud desocupada y que se vincula a mercados ilícitos.
Finalmente, las porosas fronteras entre criminalidad y actividad armada,
que muestran las tensiones entre la coexistencia y la colaboración, se reeja tam-
bién en el surgimiento de las así llamadas bandas criminales (bacrim) o grupos
armados organizados (gao), que operan en municipios de departamen-
tos de Colombia, equivalente al de los municipios del país (Indepaz ).
Herederas de estructuras paramilitares, las bacrim han copado varios de los
mercados ilícitos que operan en las regiones colombianas tras la desarticulación
del paramilitarismo, que se presentó en las negociaciones en Santa Fe de Ralito
(Córdoba), en el marco de la Ley de Justicia y Paz (Ley de ). En sus las
conviven nuevos, antiguos y reconvertidos combatientes, pues han absorbido
desertores y desmovilizados reincidentes de todos los grupos y orientaciones
ideológicas, así como reclutado nuevos miembros, aprovechando de forma
pragmática la experticia criminal adquirida en el marco del conicto. La línea
divisoria entre organizaciones armadas y meramente criminales es real, pero
es porosa, y advierte la posibilidad de continuas transformaciones en el rumbo
y la forma que podrán adoptar la criminalidad y la violencia colombianas, aun
en ausencia de las organizaciones armadas ilegales actualmente activas.
La economía política del conicto armado colombiano
El conicto armado colombiano ha alimentado una rica literatura académica
(Blair ; Rettberg ). Décadas de violencia política y social han puesto
a Colombia en un lugar privilegiado para estudiar el fenómeno del conicto
armado, la inseguridad y la criminalidad. En especial, los estudios sobre
“la Violencia”, como se conoce al período de a , durante el cual Colom-
bia se vio sumida en un profundo enfrentamiento partidista (Guzmán, Fals
Borda y Umaña ), activó una importante producción cientíca. Solo entre
y el se publicaron más de artículos y libros sobre la violencia en
Colombia (Peñaranda ). Obras emblemáticas de esta producción incluyen a
Sánchez () y Sánchez y Peñaranda (), según el cual el conicto armado
no puede entenderse como coyuntura política sino como “elemento estructural
de la evolución política y social del país”; a Pécaut (), quien retrata la paradó-
jica convivencia del orden y la violencia en la historia nacional; y a la Comisión
de Estudios sobre la Violencia (Sánchez et al. ), que analiza la relación entre
el conicto armado y las deciencias del régimen democrático colombiano.
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
Reejando lo que otros autores habían postulado ya respecto al período de
“la Violencia” —a saber, que esta tuvo manifestaciones regionalmente distintas,
sumiendo a unas regiones en la cuasianarquía y dejando intactas a otras—, Gon-
zález, Bolívar y Vásquez () encontraron que también el conicto armado
presenta variaciones asociadas a factores macro (o nacionales), meso (o regiona-
les) y micro (municipales y veredales). La presencia diferenciada de las institu-
ciones del Estado a lo largo del territorio lleva a estos autores a concluir que un
aspecto fundamental del caso colombiano es la existencia de manifestaciones
regionalmente especícas del conicto armado. Con esto, los autores corroboran
trabajos previos realizados por el Centro de Investigación y Educación Popular
() de acuerdo con los cuales también en el aspecto del enfrentamiento
armado Colombia es un país de regiones (Zambrano ). Más recientemente, el
trabajo del Grupo de Memoria Histórica se sumó a este diagnóstico planteando
en sus diferentes informes la existencia de distintos “órdenes” regionales, o con-
juntos de reglas sociales, económicas y políticas (Centro Nacional de Memoria
Hi stórica ). También el Observatorio Colombiano para el Desarrollo Inte-
gral, la Convivencia Ciudadana y el Fortalecimiento Institucional (Odeco) ha
adelantado un trabajo importante sobre la conguración social del territorio,
las iniciativas de desarrollo, paz y civilidad y la relación entre poder, ciudadanía
y civilidad en varias regiones colombianas (García y Aramburo ; González
, ; González et al. , ; Vásquez, Vargas y Restrepo ). En
general, para quienes han adoptado una mirada desde las regiones, queda claro
que la intensidad del conicto, las estrategias de los actores armados y la forma
y el alcance de los procesos de victimización presentan una gran variación
regional y temporal.
Conicto armado y narcotráco
Por lo menos desde los años ochenta se ha estudiado y denunciado el papel de
las drogas ilícitas —el cultivo y el tráco de base de coca y de amapola, ambos
insumos para drogas como la cocaína y la heroína— en la economía política del
conicto armado colombiano. Existe un consenso generalizado de que, a todo
lo largo y ancho de la cadena de producción —desde el cultivo de hoja de coca
y el cobro de gravámenes a los campesinos cocaleros, hasta la distribución de la
Véanse, por ejemplo, Roldán () sobre Antioquia; C. M. Ortiz () sobre el Quindío;
Uribe (), Guzmán Campos, Fals Borda y Umaña () y Henderson () sobre el Tolima;
y González Arias () sobre el Huila.
Véanse ta mbién los distintos i nformes indiv iduales del Centro Nac ional de Memoria Histór ica
en http://www.centrodememoriahistorica.gov.co.
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, …
cocaína en los mercados ilícitos internacionales—, actores ilegales han partici-
pado en el negocio de las drogas ilícitas. Por consiguiente, al estudio de los efectos
distorsivos del narcotráco en la economía nacional (Caballero y Junguito ;
oumi , ; Urrutia ; Steiner y Corchuelo ; Reina ; Sar-
miento ), en la cultura y la sociedad (Camacho Guizado , ; Rincón
; Fernández Andrade ; Mejía Quintana a, b), en la política
(Rangel ; Orjuela ; oumi ; Sánchez García ; Camacho ;
Melo ) y en la criminalidad (Guzmán ; Rubio ; Sánchez y Núñez
) se ha sumado un número importante de estudios sobre la relación entre
narcotráco y conicto armado (Angrist y Kugler ; Bagley ; Camacho
; Echandía ; Holmes, Gutiérrez de Piñeres y Curtin ; ;
López ; Mejía y Gaviria ; Mejía y Restrepo ; Pardo ; Rangel
; Sánchez y Díaz ; Sánchez ). En la literatura persisten discusio-
nes en torno a la profundidad de la dependencia de los actores armados ilegales
del narcotráco y de cómo este ha moldeado las agendas políticas de los movi-
mientos. Pero pocos disputarían hoy que los cultivos ilícitos y el narcotráco
han sido un poderoso combustible del conicto armado y de la criminalidad
en Colombia (Arias et al. ; ). Mejía y Rico (), por ejemplo,
calculan que para el las rentas que recibían los grupos armados ilegales
del narcotráco se acercaban al , del colombiano.
Como resultado, conceptos centrales de la relación entre drogas y guerra en
Colombia, la literatura académica de la economía política de los conictos arma-
dos —como saqueabilidad y codicia—, así como la búsqueda de vínculos entre
recursos y guerra, se han constituido en referentes importantes en el estudio
del conicto colombiano (Gutiérrez y ; Nasi y Rettberg ,
). Al mismo tiempo, el énfasis en la importancia del narcotráco —un solo
recurso— en la nanciación de los actores armados ha obrado en perjuicio de
la generación de conocimiento acerca de otros mercados ilícitos y su relación
con el conicto colombiano.
Aunque la literatura académica y el debate público siguen dominados por el
énfasis en el narcotráco como fuente principal de nanciación para los actores
armados, una naciente síntesis entre el enfoque regional del conicto armado
colombiano y la mirada a la relación entre recursos y guerra ha subrayado la
importancia de desnarcotizar la agenda de investigación sobre el conicto
armado colombiano y propiciar nuevas aproximaciones a su estudio. Así, Massé
y Camargo () analizan la relación entre actores armados y sector extractivo,
Rettberg, Leiteritz y Nasi () brindan una visión panorámica de la relación
entre recursos y guerra en diferentes regiones, Dube y Vargas () analizan
la relación entre los choques de precios y la violencia en las regiones cafeteras
y petroleras, Idrobo, Mejía y Tribín () identican el impacto de la minería
ilegal de oro en el conicto, y Rettberg (, ) y Giraldo y Muñoz ()
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
analizan las dinámicas del conicto en la zona cafetera y la relación entre oro,
madera y criminalidad en Antioquia, respectivamente. En su conjunto, estos
trabajos corroboran el postulado de Klare (, ), según el cual, en la geo-
grafía contemporánea de las guerras, la concentración de los recursos más que
los límites políticos son los rasgos decisorios.
En este libro no pretendemos disputar el rol sustancial que el narcotráco
ha jugado en la continuación y transformación del conicto armado colom-
biano. Sin embargo, conscientemente optamos por enfocarnos en los recursos
legales que dominan determinadas economías regionales, construyendo sobre
la naciente corriente de economía política regional. Así, buscamos hacer hinca-
pié en que la consideración de los recursos ilegales por sí sola arroja un cuadro
incompleto de las complejas dinámicas de la economía política criminal desa-
rrollada al amparo del conicto armado y que han desarrollado capacidades
autónomas que pueden comprometer la estabilidad de una transición denitiva
hacia el posconicto.
Los casos estudiados en este libro
En la selección de los casos estudiados en este libro seguimos las indicaciones de
la literatura, buscando recursos del sector extractivo (carbón, esmeraldas, ferro-
níquel, oro y petróleo), como también del sector agrícola (banano, café y ores).
Tuvimos en cuenta la posibilidad de incluir tanto a los grandes contribuyentes
a los ingresos nacionales, como el petróleo y el carbón, así como recursos que
juegan un papel importante en los ingresos de sus respectivas regiones, como
las esmeraldas. La mayoría de los recursos estudiados están rmemente vincu-
lados al sector externo (con el carbón y el petróleo dominando las exportaciones
nacionales), lo que nos permite rastrear el impacto del comportamiento de los
mercados internacionales en las dinámicas locales. Los grácos , y y la tabla
presentan información comparativa acerca de la contribución de los recursos
al colombiano y a las exportaciones, para así ilustrar las diferencias entre
ellos en términos de su peso en la economía nacional (información pormeno-
rizada sobre cada recurso se encontrará en los capítulos respectivos). Algunos
recursos, como el oro, el carbón y el petróleo, dependen crucialmente de la
inversión extranjera, así como de la experticia y la tecnología externa. Otros,
como el banano, el café, las esmeraldas y las ores siguen mayoritariamente bajo
control de propietarios nacionales. En su conjunto, los casos estudiados ofrecen
una amplitud sin precedentes en variedad y detalle, estructurada en torno a la
misma aproximación analítica.
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, …
Gráco 2. Participación en colombiano de diferentes ramas
de actividad económica (porcentaje), -
Fuente: Elaborado por los autores con base en datos del Banco de la República b.
Gráco 3. Recursos selectos como porcentaje de exportaciones colombianas
totales, -
Fuente: Elaborado por los autores con base en datos del Banco de la República a.
Gráco 4. Recursos selectos como porcentaje de exportaciones
colombianas totales, - (sin café ni petróleo)
Fuente: Elaborado por los autores con base en datos del Banco de la República a.
0 %
10 %
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Petróleo y derivados Carbón Café Flores Oro Banano Ferroníquel Esmeraldas
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Carbón Flores Oro Banano Ferroníquel Esmeraldas
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Cultivo de café
Cultivo de otros productos agrícolas
Extracción de carbón mineral
Extracción de petróleo crudo, gas natural y minerales de uranio y torio
Extracción de minerales metalíferos Extracción de minerales no metálicos
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
Tabla 1. Recursos selectos, como porcentaje de
exportaciones colombianas totales, -
Año Café Carbón Petróleo Ferroníquel Banano Flores Oro Esmeraldas
, , , , , , , ,
, , , , , , , ,
, , , , , , , ,
, , , , , , , ,
, , , , , , , ,
(pr) , , , , , , , ,
(pr)=preliminar
Fuente: Elaborado por los autores con base en datos del Banco de la República de C olombia a.
En cuanto a su dispersión geográca, algunos recursos, como las esmeraldas,
las ores y el ferroníquel, se concentran en pocos municipios (véase mapa ). La
producción y la distribución de otros, como el café y el petróleo, se extienden a
lo largo y ancho del país. Los recursos varían también en cuanto a su trayecto-
ria y presencia en el territorio nacional: la extracción aurífera (y esmeraldera)
fue durante varios siglos el principal motor de la conquista española y vivió un
renovado impulso con la elevación de los precios internacionales en los últimos
años. El café dominó durante décadas las exportaciones colombianas y su imagi-
nario positivo permea aún las regiones productoras y las campañas publicitarias
de Colombia en el exterior. También el banano se ha cultivado al norte del país
por varias décadas y está arraigado rmemente en la historia política y social
de las regiones productoras. En contraste, la producción del carbón, las ores y
el ferroníquel lleva menos tiempo.
En el caso del petróleo, son bien conocidos sus vínculos con el conicto
armado por medio del saqueo de las regalías y la utilización de mecanismos de
presión, como la voladura de oleoductos (Le Billon ). Menos documentado
pero similar es el caso del carbón, para el cual se han empezado a documentar
actos similares de sabotaje de la infraestructura productiva, así como el dre-
naje de los recursos de regalías hacia los actores armados. De igual forma, las
guerras entre los productores (las llamadas “guerras verdes”) de la esmeralda
han atraído la atención de los medios de comunicación. Más recientemente,
la muerte del principal dueño de minas esmeralderas —quien había logrado
mantener bajo control la competencia entre propietarios, así como la incursión
de guerrillas en las zonas productoras— puso de presente la fragilidad de la
situación de orden público en la zona esmeraldera colombiana. La “matanza
de las bananeras” —nombre con el que se conoce en la literatura la forma
violenta en la que fue reprimido un paro sindical por fuerzas ociales en los
2-PAGS. DIFERENTES RECURSOS-27-iii-2018.indd 22 11/04/18 14:13
, …
años veinte del siglo pasado (Bucheli )—, así como grandes masacres en
la zona de Urabá en los años ochenta, generaron preocupación por la principal
zona exportadora de esta fruta en Colombia. Recientemente, el auge del precio
del oro desató una competencia violenta en torno a la minería de oro, lo que llevó
al exdirector de la Policía Nacional Óscar Naranjo a expresar que este tendría
efectos más devastadores que el narcotráco (Rettberg y Ortiz-Riomalo ;
Giraldo y Muñoz ; Idrobo, Mejía y Tribín ). En el caso de otros recursos,
los vínculos son menos conocidos y distintos, como el ferroníquel y las ores.
En el caso del ferroníquel, por ejemplo, han sido más debatidas las presuntas
irregularidades y privilegios en la asignación del contrato de explotación a la
empresa responsable, que la forma silenciosa en la que los actores armados han
cooptado las regalías provenientes del mineral. En el caso de las ores, como se
verá, no existe evidencia de que los contactos con los actores armados vayan más
allá del fenómeno generalizado de la ex torsión, paliado por la cercanía geográca
a las grandes urbes, Bogotá y Medellín.
Independientemente de sus diferencias, los recursos incluidos en el presente
libro comparten una característica fundamental, que fue el principal criterio de
selección: dominan y conguran las economías regionales en las que son pro-
ducidos. Por tanto, son idóneos para examinar sus vínculos con las dinámicas
del conicto armado en las regiones colombianas.
Una nota sobre metodología: mecanismos más que variables
La investigación presentada aquí enfrentó múltiples retos metodológicos. Uno
de los principales fue establecer un diálogo con una literatura afín a la aplicación
de los métodos econométricos de la corriente de elección racional y basada en el
uso de grandes bases de datos comparativos obtenidos en diferentes conictos
armados alrededor del mundo. De esa literatura derivamos varias de nuestras
hipótesis y conceptos. Sin embargo, dos razones nos motivaron a elegir una
aproximación mayoritariamente cualitativa a nuestro objeto de estudio: por un
lado, la calidad desigual de los datos económicos y organizacionales sobre cada
uno de los recursos estudiados. Con excepción del café y el petróleo, que han
sido históricamente grandes contribuyentes a los ingresos nacionales, los demás
recursos presentan considerables décits de información, volviendo complejo
su estudio. Como consecuencia, estos recursos han recibido mayor atención en
fuentes secundarias y en la literatura académica, mientras que otros han per-
manecido en la penumbra académica. En ese sentido, el caso más difícil fue el
de las esmeraldas, acerca de las cuales escasamente se producen estimativos de
producción, tratándose de un mercado mayoritariamente informal, callejero y
altamente subdocumentado.
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
Por otro lado, elegimos una estrategia metodológica cualitativa no solo
porque un enfoque cuantitativo no era posible, sino porque uno cualitativo era
preferible: nuestras preguntas de investigación y nuestro interés en comprender
procesos, más que momentos, requerían estudios detallados, empíricamente
respaldados y en profundidad para develar contextos densos y mecanismos
complejos, es decir, la búsqueda y el análisis de mecanismos causales en lugar
de las relaciones de covariación entre variables (Goertz y Mahoney ). Ade-
lantamos visitas de campo en todas las regiones estudiadas, durante las cuales
entrevistamos a numerosos actores políticos, sociales y económicos. Nuestros
entrevistados incluyeron también a antiguos combatientes o líderes de orga-
nizaciones armadas desmovilizados (en total, realizamos más de entrevis-
tas semiestructuradas). De igual forma, realizamos cuatro talleres de trabajo
regional (en Bogotá, Bucaramanga, Medellín y Tunja), a los que invitamos a los
principales actores para conocer sus visiones y opiniones, así como a diferentes
expertos académicos y ociales (por ejemplo, de la Policía). A los talleres, que
duraron un día cada uno, asistieron personas en promedio, cuyos perles de
expertos (por experiencia o por ocupación) enriquecieron nuestra indagación.
De esas visitas, entrevistas y encuentros, a muchos de los cuales asistimos todos
los miembros del equipo de investigación independientemente de si era “nuestro”
recurso el centro de atención, resultaron retratos multifacéticos densos que nos
ayudaron a construir los casos presentados acá, y que complementamos con la
revisión de estadísticas ociales, expedientes judiciales, informes de organismos
de control y otras organizaciones, prensa y literatura secundaria disponible.
Nuestro sesgo a favor de las historias regionales, o la preferencia por la uni-
dad de análisis subnacional, protege nuestro estudio —y, en general, el estudio
del conicto armado colombiano— contra lo que Rokkan () alguna vez
llamó el “sesgo de nación entera”, en referencia a la tendencia dominante de los
comparativistas de basarse en datos agregados a nivel nacional cuando estudian
países con gran heterogeneidad interna (citado en Snyder ). Además, como
se ha ilustrado arriba y como quedará claro en el desarrollo de este texto, “el uso
de unidades de análisis subnacionales es una estrategia especialmente efectiva
para aumentar las observaciones y mitigar el problema de ‘muchas variables, n
pequeño’” (Snyder , ).
Consideramos, por tanto, que la nuestra es una investigación que logra
poner a dialogar formas metodológicas distintas, pero, desde nuestro punto de
vista, complementarias (Goertz y Mahoney ). Por un lado, complementa
con observación cualitativa una literatura mayoritariamente cuantitativa y,
así, ofrece nuevas pistas y respuestas. Por otro lado, reconoce la heterogeneidad
del fenómeno del conicto armado colombiano y de la criminalidad asociada
sin perder de vista dimensiones y agendas nacionales. Esto implica que, en un
mismo contexto nacional, se aumenta el número de observaciones y se enriquece
2-PAGS. DIFERENTES RECURSOS-27-iii-2018.indd 24 11/04/18 14:13
, …
la comprensión de la evolución y conguración de trayectorias diferentes en la
relación entre recursos y guerra. Por consiguiente, la nuestra no es una historia
que invita al particularismo regional como base de la formulación de políticas
públicas, sino como una manera de enriquecer la comprensión de los múltiples
y complejos retos que emanan de las realidades regionales.
Naturalmente, nuestra elección metodológica implica un costo. Perdemos
cierta posibilidad de generalización respecto a casos más allá de las fronteras
nacionales. Tampoco ofrecemos una teoría general sobre el vínculo entre recur-
sos naturales y el conicto armado. Más bien señalamos una lista de factores
intrínsecos a los recursos y sobre todo del contexto en el cual se lleva a cabo su
extracción, para entender el vínculo entre el recurso y las dinámicas del conicto
a nivel local. Enfrentamos también realidades difíciles asociadas al contexto
de investigación, como las agendas apretadas de actores claves con quienes no
logramos conversar o situaciones de inseguridad que nos impidieron acceder
a zonas que habríamos querido incluir en nuestras observaciones. Solo pocos
casos pudieron integrar la v isión y versión de los actores armados mismos, quie-
nes podrían haber conrmado o complementado nuestros relatos. Finalmente,
como investigadores sociales siempre corremos el riesgo de la “deseabilidad
social”, o que nuestros interlocutores nos cuenten lo que creen que deseamos
escuchar y observar, o quieren que escuchemos. Para contrarrestar este riesgo
siempre acudimos a múltiples informantes y a diferentes tipos de evidencia para
triangular la información. A pesar de estas limitaciones, nuestros resultados
constituyen un aporte importante en la construcción de un retrato avanzado
del conicto armado colombiano y su interacción con distintos recursos en las
últimas décadas.
Un modelo analítico para comprender la relación entre
recursos legales, conicto y criminalidad en Colombia
Ya describimos algunas de las grandes diferencias y similitudes generales entre
los casos que estudiamos, las cuales son descritas en detalle en cada uno de los
capítulos que componen este libro. En esta sección presentamos un modelo ana-
lítico que se reere exclusivamente a los vínculos entre los recursos, el conicto
armado y la criminalidad. Nuestra intención es ofrecer a los investigadores un
menú de opciones en cuanto a los factores que relacionan recursos naturales
con conictos armados (véase gráco ). Creemos que la lista de factores es su-
cientemente exhaustiva para abarcar todos los casos analizados en este libro. Sin
embargo, no tenemos una conclusión general sobre cómo cada factor explica la
relación entre recursos y conicto en general más allá de cada caso. Es decir, no
para todos los recursos todos los factores mencionados van a ser determinantes.
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
La lista de estos factores tiene, entonces, un propósito heurístico, como guía para
investigaciones futuras.
Proponemos que, de acuerdo con las diferentes características de los recursos,
la relación entre los recursos estudiados y las dinámicas del conicto armado
puede ser motivante (cuando el control de las rentas generadas por el recurso
se constituye en el principal motivo de la presencia de actores armados y/o de
su enfrentamiento en la región), complementario (cuando el control del recurso
estudiado o de sus rentas no es el principal motivo de la presencia ni del enfren-
tamiento entre actores, pero su existencia simultánea con otros recursos lo
involucran en las dinámicas de la guerra) y de aislamiento (cuando los recursos
no son involucrados en las dinámicas de guerra). Estas tres relaciones de tipo
subnacional ocurren en un contexto nacional marcado por un Estado débil, la
presencia diferenciada del narcotráco y la existencia de estrategias de alcance
nacional de los actores armados (véase gráco ).
Gráco 5. Vínculos entre recursos legales y conicto
armado en las regiones colombianas
Fuente: Elaboración propia.
Vínculo motivante entre recursos y guerra
En el caso de la relación motivante entre recurso y guerra, la principal motiva-
ción de los actores para ejercer presencia en la región bajo estudio es el saqueo
del recurso disponible de forma directa (por ejemplo, gravando y adminis-
trando minas de oro) o indirecta (extorsionando propietarios, gobiernos locales
y campesinos). Una de las formas para constatar que el recurso es la principal
motivación de la presencia armada es que las formas de victimización se asocian
principalmente con las oportunidades brindadas por el proceso productivo y
extractivo y con la competencia entre actores por su control. En ausencia del
recurso (y en ausencia de otras motivaciones, como la importancia estratégica
de la región), los actores armados no harían presencia en la zona.
Recursos naturales:
Sector, estructura internacional
de precios, estructura de
propiedad y organizacional,
fuente del capital,
intensidad y organización de los
factores de producción,
regulación, factores históricos y
contextuales, vínculos con otras
actividades, factores geográficos.
Motivación
La presencia de los actores armados se explica
en función de la posibilidad de saquear el
recurso.
Complementariedad
Complementarieda
d
La motivación principal de los actores armados
no es el recurso en cuestión. El saqueo del
recurso complementa los ingresos de otros
recursos en la región.
Aislamiento
Aislamie
nto
Los recursos no son permeados
por actores armados.
Conflicto armado regional:
Tipo de actores involucrados,
manifestaciones de violencia,
intensidad del enfrentamiento.
2-PAGS. DIFERENTES RECURSOS-27-iii-2018.indd 26 11/04/18 14:13
, …
Los casos del petróleo (capítulo , de Angelika Rettberg y Juan Diego Prieto)
y el oro (capítulo , de Angelika Rettberg, Juan Camilo Cárdenas y Juan Felipe
Ortiz-Riomalo) ilustran esta situación. En estos casos, la presencia de actores
armados se puede atribuir al interés por controlar y distribuir la riqueza derivada
del recurso. En el caso del oro, zonas históricamente dedicadas a la extracción
de este recurso en el Chocó y en Nariño fueron testigo de un aumento en los
indicadores de violencia armada y social una vez el precio del oro creció en el
contexto de la crisis nanciera internacional, que incrementó las perspectivas de
ganancia para los actores involucrados y, por consiguiente, su voluntad de ingre-
sar en la disputa por los territorios auríferos. Finalmente, el del petróleo es uno
de los casos más emblemáticos y mejor estudiados en cuanto a la relación entre
recursos y guerra, no solo en Colombia. En este caso, como en el del banano, el
saqueo no afecta el recurso directamente: la principal acción no consiste en
el hurto del producto para su venta, pues lo impiden barreras de escala y de
tecnología. Más bien, como se ha podido conocer de forma especialmente clara
para las regiones de Arauca y Casanare, actores armados ilegales desarrollaron
un sosticado sistema para desviar recursos petroleros en regiones y munici-
pios productores a partir del control de partidos políticos, gobiernos locales y
juntas cívicas y por medio del uso de la coerción selectiva, además del ejercicio
de distintas formas de extorsión.
El vínculo motivante entre recursos y guerra corresponde al ejemplo típico
de las conclusiones e hipótesis emergentes de la literatura sobre la economía
política de los conictos armados que ya presentamos: en contextos de debili-
dad institucional se forman estructuras de oportunidad para el saqueo de los
recursos. Por consiguiente, la presencia armada coincide con zonas de elevada
riqueza en recursos y oportunidades para saquearlos. Factores externos, como
el comportamiento del mercado internacional (que hacen los recursos más
o menos lucrativos), o domésticos, como la presencia de fuerzas ociales en
las zonas productivas (que incrementa el riesgo inherente al saqueo), pueden
explicar movimientos y modicaciones en la actividad de los grupos armados.
Vínculo de complementariedad entre recursos y guerra
En esta versión del vínculo entre recurso y guerra, los actores ilegales saquean
el recurso y sus riquezas asociadas, pero esta no es su principal motivación para
hacer presencia en la región, en la cual tienen intereses intrínsecos, indepen-
dientes del recurso. Esos intereses pueden ser de carácter estratégico (la ubica-
ción de la región en un corredor indispensable para la movilización de armas,
personas o víveres, o en cercanías de determinados objetivos estratégicos, como
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
municipios, o puntos geográcos, como ríos y cordilleras) o relacionados con
la presencia de otro recurso al que sí saquean (por ejemplo, los cultivos ilícitos).
De la misma manera en la que actores corporativos diversican sus actividades
económicas horizontalmente para diversicar riesgos y maximizar ganancias, en
esta versión del vínculo entre recurso y guerra los actores armados capitalizan las
oportunidades brindadas en contextos institucionales débiles para exibilizar y
consolidar sus fuentes de ingresos. Esto sugiere que puede no ser analíticamente
conveniente separar rígidamente entre recursos a la hora de comprender la con-
guración de los actores y las dinámicas del conicto armado y la criminalidad,
pues estos interactúan y pueden ser mutuamente dependientes.
Recursos como el ferroníquel (capítulo , de Alexandra Bernal), los bananos
(capítulo , de Carlo Nasi), el carbón (capítulo , de Daniel Quiroga) y, en algu-
nas regiones, el oro (capítulo , de Angelika Rettberg, Juan Camilo Cárdenas
y Juan Felipe Ortiz-Riomalo) y el petróleo (capítulo , de Angelika Rettberg y
Juan Diego Prieto), pertenecen a esta categoría.
En el caso del ferroníquel, actores armados han hecho presencia en el muni-
cipio de Montelíbano (Córdoba) por su ubicación en una zona en la que ejercen
control territorial (la zona del Nudo de Paramillo, zona de presencia paramilitar
y de cultivos ilícitos). Sin embargo, una vez allá, han encontrado maneras de
saquear las regalías asociadas con el mineral por medio de vínculos con la clase
política de la región, la cual controla la distribución de regalías derivadas del
mineral (en la forma de contratos para el sector de salud), siguiendo el modelo
petrolero. Así, no se puede decir que el ferroníquel explique la presencia de acto-
res armados. Sin embargo, la riqueza derivada de su producción contribuye a la
prolongación del conicto por medio de la nanciación (parcial) de los actores
presentes en su zona.
En el caso de la zona bananera del Urabá (véase mapa ), la extorsión a los
propietarios de las plantaciones ha sido apenas uno entre varios factores (entre
los que guran la cercanía a la frontera con Panamá, los conictos por la tenencia
de la tierra y el papel de la región como retaguardia estratégica de las guerri-
lla antes del desarrollo de la industria bananera) que explican la presencia de
guerrillas y paramilitares. Sin embargo, la presencia de los actores armados y
una buena parte de la violencia de los años ochenta y comienzos de los noventa
se han atribuido a la competencia entre actores armados por el control de los
excedentes de la industria bananera. Esto incluyó la competencia por la forma
organizacional del proceso de producción —incluyendo la existencia y forma de
los sindicatos de los trabajadores—, así como intentos sistemáticos por desviar
recursos hacia las arcas de los actores ilegales por medio de secuestros y extor-
sión de los hacendados y propietarios.
El caso del carbón, en los departamentos del Cesar y La Guajira, se asemeja
a la situación del petróleo, pero ha sido menos estudiado. Si bien el carbón no
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, …
ha sido la causa principal de la presencia de actores armados —han sido deter-
minantes otros factores como el narcotráco y el contrabando—, aquí también
los recursos son desviados hacia los actores armados por medio del chantaje
selectivo, apoyado en el sabotaje de la infraestructura carbonera, la especu lación
con los precios de las tierras y el saqueo de las regalías provenientes del recurso
canalizadas hacia las autoridades regionales y locales. La historia del oro en el
sur del país se asemeja a este relato por cuanto los vínculos entre el recurso y la
actividad a rmada surgieron para complementar los ingresos derivados en primer
lugar de otros recursos presentes en la región. Así, la producción aurífera —una
actividad con raíces históricas en la zona— solo desarrolló vínculos con los acto-
res armados cuando se extendieron los cultivos ilícitos en la región, a partir de
los años noventa. Los vínculos incluyen desde la absorción de mano de obra de los
cultivos ilícitos en las minas de oro de la zona cuando la persecución militar y la
aspersión aérea incrementaron la presión sobre los cultivos, hasta la participación
en las ganancias de las minas, gravando la entrada y el uso de maquinaria. Algo
similar ocurre con el petróleo en el Meta, en donde la presencia de estructuras
guerrilleras, paramilitares y criminales es anterior al auge petrolero. Allí, aun-
que todos estos actores han aprovechado su control territorial para extorsionar
a empresas y contratistas, el petróleo ha sido una fuente de recursos secundaria
con relación a los cultivos ilícitos y las rutas del narcotráco.
Aislamiento
Una tercera posibilidad en el vínculo entre recursos y conicto se reere a lo que
describimos como “resiliencia”: la posibilidad de que en un contexto nacional
marcado por un conicto armado y criminalidad extendida existan recursos
que permanecen relativamente aislados de las dinámicas de g uerra, en el sentido
de que no son sistemáticamente saqueados por actores armados ilegales. Esto
implica la posibilidad, insucientemente considerada por la literatura acadé-
mica, de que ante un contexto nacional de debilidad estatal variable según la
zona y criminalidad rampante, no solo existan realidades regionales heterogé-
neas sino incluso arreglos institucionales en el caso de ciertos recursos que los
vuelvan más resistentes a las dinámicas de guerra que otros. En breve, algunos
de los recursos incluidos aquí sugerirían que la espiral hacia la violencia en la
relación con los recursos no solo se puede detener sino prevenir e incluso revertir.
Tres casos, anali zados en este libro, dan pie a esta armac ión: el café (capítulo ,
de Angelika Rettberg), las esmeraldas (capítulo , de Ralf J. Leiteritz y Manuel
Eduardo Riaño) y las ores (capítulo , de Carlo Nasi). En los tres casos, diferen-
tes factores de protección han amparado a los recursos de ser permeados o coop-
tados por parte de los actores armados ilegales. En el caso del café, dos factores
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
relacionados fueron efectivos en prevenir el colapso social y económico de la
zona cafetera cuando un cambio drástico en el régimen internacional de precios
disminuyó los ingresos del sector: un vasto y comprehensivo marco institucional
dedicado a la regulación de la producción cafetera desde el grano hasta la taza, así
como la preeminencia de una estructura de propietarios pequeños y medianos.
El café no fue inmune al deterioro económico, pero dada su ubicación en zonas
estratégicas y la idoneidad climática para los cultivos ilícitos, solo los factores
mencionados explican que las dicultades desatadas por la crisis cafetera de los
años noventa no hayan sido peores. En el caso de las ores, la cercanía geográca
de los cultivos a centros urbanos importantes y su estructura institucional atada
al mercado internacional pueden explicar su menor afectación por el conicto
armado. De igua l forma, la composición mayoritariamente femenina de la fuerza
de trabajo —hay estudios que muestran que las mujeres son menos propensas
a ser involucradas en acciones armadas y actividades clandestinas (Lara ;
Herrera y Porch )—, sumado al hecho de que se trata de mujeres cabeza de
hogar con fuertes incentivos para evitar arriesgar sus fuentes de ingreso, pueden
servir de explicaciones para dar cuenta de la forma en la que las ores parecen
haber logrado permanecer por fuera de las dinámicas violentas que aquejan
a otros recursos. En el caso de las esmeraldas, el factor de protección contra
la penetración de los actores armados no fue un elemento “virtuoso”, como la
calidad institucional o la cercanía a los centros urbanos. En contraste con los
casos del café y las ores, el control rme y, de ser necesario, violento, ejercido
por patrones —propietarios de minas— entrelazados por vínculos familiares y
de negocios conforma un esquema particular de gobernanza regional, avalado
tácitamente por las fuerzas ociales. Este esquema fue capaz de impedir la per-
manencia de actores armados ilegales en la zona esmeraldera.
Los tres casos subrayan la importancia de conocer aquellos factores que
() impiden o amortiguan el impacto del conicto en regiones dominadas
por determinados recursos; () pueden provenir tanto del contexto como de
la estructura productiva del recurso; () pueden tener orígenes virtuosos o
menos virtuosos (como en Snyder ), y que se constituyen como fuentes
de resiliencia.
A pesar de no ofrecer una teoría general sobre el vínculo entre recursos
naturales y conicto basada en relaciones causales entre variables e indepen-
diente del contexto temporal y espacial, podemos lanzar algunas propuestas o
hipótesis más especícas. Niveles altos en la intensidad del conicto armado
están relacionados con las siguientes características de los recursos mismos
y del contexto de su extracción: una estructura institucional débil; ubicación
geográca periférica; mano de obra masculina; derechos de propiedad insegu-
ros; un marco regulatorio laxo; rápida variación en los precios internacionales;
preexistencia de grupos armados ilegales; y presencia histórica del narcotráco.
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, …
La tabla cataloga los recursos estudiados según el vínculo al que corres-
ponden y permite apreciar () que los recursos legales se pueden vincular con
las dinámicas del conicto de múltiples formas; () que puede haber relaciones
entre recursos; () que puede haber variación intrarecurso; y () que también
existen recursos que han resistido la permeación por parte de actores armados.
Tabla 2. Vínculos entre recursos, conicto armado y criminalidad
Motivante De complementariedad De aislamiento
Banano (cap. , C. Nasi) ●
Café (cap. , A. Rettberg) ●
Carbón (cap. , D. Quiroga) ● ●
Esmeraldas (cap. , R. J.
Leiteritz y M. E. Riaño) ●
Ferroníquel (cap. , A. Bernal) ●
Flores (cap. , C. Nasi) ●
Oro (cap. , A. Rettberg, J. C.
Cárdenas, J. F. Ortiz-Riomalo) ● ●
Petróleo (cap. , A. Rettberg y
J. D. Prieto) ● ●
Fuente: Elaboración propia.
En resumen
Los estudios aquí incluidos amplían nuestra perspectiva frente al análisis de los
vínculos entre recursos y guerras en múltiples formas y abordan varios de los
vacíos de la literatura académica sobre el tema. En primer lugar, la unidad de
análisis —el nivel subnacional— muestra que los estudios sobre los conictos
armados que no trascienden el nivel nacional pueden estarse perdiendo de una
parte importante de la historia, la trayectoria y las dinámicas de los conictos
internos. Los casos incluidos en este libro, algunos de los cuales presentan recur-
sos no analizados previamente, subrayan este hallazgo desde la perspectiva de
los recursos legales que dominan las economías subnacionales. La relación entre
recursos y guerra, de acuerdo con los casos incluidos aquí, es multifacética y
dinámica y puede adoptar por lo menos tres formas: motivante, de complemen-
tariedad y de aislamiento.
En segundo lugar, las distinciones adoptadas permiten sugerir, además, que
no conviene analíticamente separar rígidamente entre recursos a la hora de
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
comprender la conguración de los actores y las dinámicas del conicto armado
y la criminalidad, pues estos interactúan y pueden ser mutuamente dependien-
tes. No solo en el caso del narcotráco, sino también en relación con otros recur-
sos, en este libro se muestra que una aproximación en la que los recursos son
intercambiables y complementarios en el establecimiento de las estructuras de
oportunidades para la nanciación de los actores ilegales resulta más adecuada
para retratar de forma adecuada la complejidad de los múltiples y superpuestos
vínculos entre recursos y guerra en Colombia.
En tercer lugar, el enfoque muestra que no solo entre recursos sino dentro
de un mismo recurso puede documentarse variación regional (como en los
casos del oro y el petróleo). Esto sugiere que, manteniendo constante el contexto
nacional y las condiciones del mercado de un determinado recurso, factores
relacionados con el bagaje institucional de determinadas regiones permiten la
conguración de vínculos distintos aun para el mismo recurso. Este hallazgo,
más que recomendar la desagregación innita de la unidad de análisis, debe
llevar a la caracterización de aquellos factores institucionales que convierten la
existencia y extracción o producción de un recurso en una fuente de oportuni-
dades para la actividad ilegal.
En cuarto lugar, el libro reivindica la importancia de desnarcotizar y ampliar
la agenda de investigación sobre la economía política del conicto armado
colombiano. Es necesario reiterar que, más allá y además del narcotrá co, recur-
sos legales vinculados a la economía formal colombiana han sido profundamente
penetrados por los actores armados y se han constituido en importantes fuentes
de nanciación del conicto armado y de la criminalidad.
En quinto lugar, se muestra aquí que existen recursos que, ante un contexto
nacional de conicto generalizado, permanecen ajenos a las acciones de los
actores armados. Esto implica, de nuevo, que la mirada subnacional hace un
aporte importante a los estudios de la economía política de los conictos arma-
dos. Más importante aún, sugiere que la relación entre recursos y guerra no es
necesaria sino contingente.
Finalmente, nuestras investigaciones resaltan el lugar central que tienen las
instituciones en la determinación del vínculo entre recursos, conicto y crimi-
nalidad, así como en la forma que el vínculo adopta. Desde el nivel local hasta el
nacional, en el ámbito de la producción de los recursos y en el contexto político,
social y económico que la rodea, las instituciones —o la manera en la que están
organizadas las relaciones de producción y gobernanza en las regiones bajo
estudio— son fundamentales en el desarrollo o la prevención de los vínculos
entre recursos y guerra.
Con base en estos hallazgos, nuestro trabajo genera varias preguntas e hipó-
tesis que investigaciones futuras tendrán que abordar. Para una generalización
más amplia de los resultados sería importante aplicar nuestro esquema a otros
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, …
casos dentro y fuera de Colombia. Una primera línea de indagación sería la uti-
lidad de nuestro marco analítico en otros contextos y países. ¿En qué medida
resulta pertinente el enfoque subnacional para develar las dinámicas de conicto
y criminalidad en otros países y regiones del mundo? ¿En qué medida los tres
tipos de vínculos entre recurso y guerra (motivante, de complementariedad y
aislamiento) —y las implicaciones acerca de la interdependencia entre recursos
y la variación intrarecurso que les subyacen— son capaces de “viajar” para des-
cribir los contextos de otros países?
En segundo lugar, nuestros hallazgos apuntan a la necesidad de considerar
con mayor cautela las relaciones entre recursos, conicto y criminalidad en las
regiones. ¿Cuáles son las combinaciones y condiciones más propensas para la
prolongación del conicto y la criminalidad, y cuáles aquellas que permitirían
reducir las estructuras de oportunidad para el comportamiento criminal con
mayor facilidad y rapidez? ¿Es posible elaborar un listado pormenorizado de
los recursos y las combinaciones regionales de recursos más vulnerables a las
dinámicas de la guerra?
En tercer lugar, corolarios a trabajos como el presente deberían aspirar a
lograr una mayor profundidad histórica, una ampliación de los casos estudiados
y de la evidencia, por ejemplo, por medio de fuentes y datos complementarios
o enfoques disciplinarios distintos para lograr consolidar y agregar robustez a
los hallazgos presentados.
Implicaciones de política pública
Lejos de adoptar la referencia coloquial a la existencia de recursos “malditos”
(De Soysa ), las investigaciones que aquí se presentan ilustran, más bien,
que los contextos (históricos, institucionales, políticos, sociales y económicos)
en los cuales se extraen, producen y comercian determinados recursos generan
las oportunidades y los incentivos para crear los vínculos entre los recursos y la
guerra. Proponemos, por tanto, anar sustancialmente el estudio de la relación
entre recursos y guerra. De esto se desprenden varias recomendaciones de polí-
tica pública con las que concluimos este capítulo introductorio.
En primer lugar, nuestras observaciones de los recursos legales y cómo se
entrelazan con las dinámicas del conicto armado en las regiones colombianas
deberían llamar la atención a la forma en que, más allá del narcotráco, dife-
rentes actividades económicas han sido relacionadas con el conicto armado.
De esto se deriva un llamado a la desnarcotización del debate público sobre la
economía política del conicto armado y la criminalidad, así como del reper-
torio de respuestas estatales e internacionales en torno a la economía política
del conicto armado colombiano.
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
En segundo lugar, nuestros hallazgos apuntan a la importancia de conside-
rar que los vínculos entre recursos, conicto y criminalidad pueden perdurar
más allá del n del conicto armado pues están profundamente arraigados en
la sociedad y la economía colombianas. Aún después de que cese el fuego rela-
cionado con el enfrentamiento liderado por las organizaciones armadas ilegales
quedará en pie la infraestructura de oportunidades y aprendizajes en torno a
las diferentes formas de saquear la riqueza derivada de la existencia de recursos
naturales en las diferentes regiones colombianas. Esto implica retos y riesgos
para la estabilidad y la sostenibilidad de los acuerdos alcanzados, así como de
los compromisos adquiridos en términos de reintegración de combatientes y
desarrollo de comunidades en regiones golpeadas por la guerra.
En tercer lugar, en la medida en que los estudios llaman la atención acerca
de la manera regionalmente especíca en la que los recursos se vinculan a la
guerra, nuestras investigaciones sugieren considerar estas realidades regionales
en la formulación de políticas públicas de superación y prevención del conicto
y la criminalidad. Según los recursos legales e ilegales que dominan o interac-
túan en las economías regionales, los forjadores de políticas públicas podrán
derivar y, quizás, predecir el rumbo que tomarán las relaciones entre recursos
y las dinámicas de conicto y criminalidad.
Por último, este libro documenta que, ante un contexto nacional de conicto
generalizado, algunos recursos permanecen ajenos a las acciones de los actores
armados. Esto encierra una importante lección de política pública, pues disuade
de las visiones apocalípticas que se activa n de cara a nuevos hallazgos de recursos
o ganancias inesperadas en el mercado internacional. Se sugiere en este estu-
dio que distintos factores —como una institucionalidad diversa y operante de
extracción— pueden operar como factores de protección (buer mechanisms).
Identicar las mejores maneras de promover este tipo de condiciones se cons-
tituye, por tanto, en una recomendación fundamental.
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Autores
Angelika Rettberg es profesora asociada del Departamento de Ciencia Política
de la Universidad de los Andes. También es Global Research Fellow del Peace
Research Institute of Oslo (). Hace más de diez años fundó el Programa de
Investigación sobre Conicto Armado y Construcción de Paz (ConPaz), el cual
aún dirige. Sus investigaciones se han enfocado en el sector privado como actor
político y, especícamente, en el comportamiento empresarial en contextos de
conicto armado y construcción de paz. También ha investigado temas más
amplios de la economía política de los conictos armados y la construcción de
paz, como la relación entre recursos y conicto en diferentes regiones colom-
bianas. Por último, ha liderado investigaciones sobre el papel de la sociedad
civil y la justicia transicional en sociedades que buscan superar los conictos
armados. Tiene un Doctorado en Ciencia Política de la Universidad de Boston.
Ralf J. Leiteritz es profesor titular en la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y
Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario de Bogotá. Además es
el director de la Maestría y del Doctorado en Estudios Políticos e Internacionales
de la misma universidad. Tiene un Pregrado en Ciencia Política de la Universidad
de Potsdam, una Maestría en Relaciones Internacionales de la Johns Hopkins
University y un Doctorado en Estudios de Desarrollo del London School of Eco-
nomics and Political Science. Su campo principal de investigación y docencia es
la economía política internacional. Su proyecto de investigación más reciente
aborda las relaciones políticas y económicas entre China y América Latina.
Carlo Nasi es profesor asociado del Departamento de Ciencia Política de la
Universidad de los Andes. Culminó un Doctorado en Gobierno y Estudios
Internacionales en la Universidad de Notre Dame y fue investigador visitante
en la Universidad de Stanford (ambas en Estados Unidos). Ha realizado dis-
tintas investigaciones sobre negociaciones de paz, violencia y democracia en
América Latina.
Juan Diego Prieto es candidato a doctor en Política en la Universidad de Califor-
nia, Santa Cruz. Tiene una Maestría en Política de la misma universidad, una
Maestría en Ciencia Política de la Universidad de los Andes y un Pregrado en
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¿diferentes recursos, conflictos distintos?
Estudios Internacionales y Filosofía de la American University (Estados Unidos).
Su investigación se sitúa en los estudios subnacionales de política comparada
sobre instituciones y economía política, enfocándose actualmente en el surgi-
miento de nuevas economías regionales y su impacto desigual en la acción del
Estado en el territorio. También ha adelantado investigaciones sobre justicia
transicional, reintegración de excombatientes y construcción de paz.
Alexandra Bernal Pardo es economista y politóloga de la Universidad de los
Andes, magíster en Ciencia Política de la misma universidad y estudiante de la
Maestría en Paz, Seguridad, Desarrollo y Transformación de Conictos Inter-
nacionales de la Universidad de Innsbruck (Austria). En la actualidad trabaja
en su tesis de maestría sobre la fotografía como herramienta para la transfor-
mación de conictos. Cuenta con experiencia profesional en la formulación y
el diseño de políticas públicas, y en procesos de construcción de paz desde la
sociedad civil nacional e internacional, las institucionales públicas y desde el
sector empresarial. Trabaja con la empresa transportadora de petróleo
como gestora social.
Juan Camilo Cárdenas es profesor titular de la Universidad de los Andes y doc-
tor en Economía de Recursos de la Universidad de Massachusetts, Amherst.
Ha sido profesor visitante en las universidades de Massachusetts Amherst y
Harvard, e International Fellow del Santa Fe Institute. Sus investigaciones se
sustentan en experimentos económicos, encuestas y talleres, cuyo objetivo es
comprender los procesos humanos que permiten construir instituciones justas,
sostenibles y ecientes para manejar lo colectivo y, en particular, los entornos
naturales de la sociedad.
María del Pilar Lozano es politóloga de la Universidad de los Andes, con Especia-
lización en Teoría y Experiencias en Resolución de Conictos Armados. Realizó
estudios de Defensa y Seguridad Nacional en la Escuela Superior de Guerra de
Colombia y tiene un Diplomado en Manejo de Redes Sociales de la Universidad
de Georgetown. Trabajó en la Asociación Nacional de Industriales de Colombia
y en la Fundación Ideas para la Paz como investigadora en empresas y respon-
sabilidad social empresarial y colaboró en varios proyectos de investigación con
la Universidad de los Andes. Se desempeñó como coordinadora corporativa de
gestión con comunidades de la Organización Corona y como docente de cátedra
en la Universidad de la Sabana.
Juan Felipe Ortiz-Riomalo es economista, politólogo y magíster en Economía de
la Universidad de los Andes. Actualmente se encuentra vinculado al Instituto de
Investigaciones sobre Sistemas Ambientales () de la Universidad de Osna-
brück (Alemania), donde adelanta su investigación de Doctorado en Economía
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del Comportamiento Aplicada al Estudio y Diseño de Política Ambiental.
Ha participado y coliderado proyectos de investigación en el Centro de Estu-
dios sobre Desarrollo Económico () y el Programa de Investigación sobre
Conicto Armado y Construcción de Paz (ConPaz) de la Universidad de los
Andes sobre política minera y sobre los métodos de producción, los conictos
(violentos y no violentos), tensiones y procesos históricos de desarrollo regional
asociados al ejercicio de la minería aurífera en Colombia.
Daniel Quiroga Ángel es politólogo y magíster en ciencia política de la Uni-
versidad de los Andes. Actualmente estudia una Maestría en Política en
la Universidad de Nueva York, con una beca de la Comisión Fulbright. Trabajó
como analista de grupos armados ilegales para el Gobierno colombiano y como
investigador de la Fundación Ideas para la Paz, donde participó en el proyecto de
sistematización y análisis de las propuestas de la sociedad civil para el proceso
de paz con las . También fue asistente de investigación del Programa de
Investigación sobre Conicto Armado y Construcción de Paz y del Programa
Congreso Visible de la Universidad de los Andes.
Manuel Eduardo Riaño es politólogo de la Universidad de los Andes, adminis-
trador público de la Escuela Superior de Administración Pública en Colombia,
especialista en Políticas Públicas de Albion College, Michigan, y magíster en
Ciencia Política de la Universidad de los Andes y en Políticas Públicas y Desarro-
llo Humano de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Argentina.
Su trabajo investigativo se ha centrado en el desarrollo y gestión de políticas
públicas, cultura política y conicto en Colombia. Ha trabajado asesorando
y coordinando programas como Gobierno en Línea Territorial del Ministe-
rio de Comunicaciones, el proyecto de Estadísticas Políticas y Culturales del
, Bogotá sin Hambre con el y la Alcaldía de Bogotá y el Programa
de Lucha contra la Droga y Actividades Relacionadas de y el Ministe-
rio de Justicia. Más recientemente se ha desempeñado en compañías del sector
privado como responsable de Asuntos Públicos y de Gobierno para la Región
Andina.
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