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Epílogo
Reexiones sobre la irrelevancia del ser
humano medio para la transculturalidad
neoliberal de la ciudadanía global1
Héctor Olasolo2
1. Quiero comenzar esta breve reexión dándole las gracias a Ca-
rol Proner por la idea de dedicar este segundo volumen de la Co-
lección Perspectivas Iberoamericanas sobre la Justicia a presentar un
heterogéneo mosaico de reexiones valorativas sobre la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (‘DUDH’) en su 70 aniversario
(1948-2018). Su iniciativa no cayó en saco roto, y en este momento
nos encontramos a punto de completarla gracia a la aportación teóri-
ca de Giselle Ricobom y Carlos Villán Durán en la elaboración de las
preguntas guía, la coordinación de Charlott Back, las contribuciones
de los comprometidos autores que en apenas unas semanas nos en-
viaron sus textos desde diversos lugares de América Latina y Europa,
y el apoyo de la Editorial Tirant lo Blanch, el Instituto Joaquín He-
rrera Flores (‘IJHF’), el Instituto Ibero-Americano de La Haya para
la Paz, los Derechos Humanos y la Justicia Internacional (‘IIH’) y la
1 La presente contribución hace parte del proyecto de investigación: “Principios de
armonización entre la función y alcance de la Justicia Internacional y las deman-
das surgidas en los procesos políticos de transición” (2017-2018), nanciado por
el Centro de Gestión del Conocimiento y la Innovación de la Universidad del Ro-
sario y adscrito a la línea de investigación “Crítica al Derecho internacional des-
de fundamentos losócos” del grupo de investigación en Derecho internacional
de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario (Colombia).
2 Presidente, Instituto Ibero-Americano de la Haya para la Paz, los Derechos
Humanos y la Justicia Internacional (IIH, Holanda). Catedrático de Derecho
Internacional, Universidad del Rosario (Colombia). Profesor Ad Hoc de la Uni-
versidad de La Haya para las Ciencias Aplicadas (Holanda).Abogado con pro-
fundización en Derecho Internacional y Derechos Humanos de la Universidad
del Rosario, candidato a Magíster en Estudios Internacionales y Magíster en
Derecho Internacional de la Universidad de los Andes (Colombia). Joven Inves-
tigador del Grupo de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario.
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Héctor Olasolo
Asociación Española por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos (‘AEDIDH’).
La colección en la que se recoge la presente obra colectiva se acaba
de iniciar en 2018 para publicar los trabajos de la Red de Investiga-
ción Perspectivas Ibero-Americanas sobre la Justicia (‘la Red’), que
desde junio de 2015 coordina el IIH y a la que pertenecen 130 inves-
tigadores que desarrollan sus actividades en nueve grupos de trabajo:
losofía, psicología, ciencia y tecnología, economía, justicia nacional,
justicia internacional, justicia comunitaria/antropología, justicia tras-
cedente/teología y relaciones internacionales y ciencia política.
Dos son los elementos articuladores de los trabajos de la Red. En
primer lugar, el análisis de las distintas perspectivas que desde Ibero-
América se presentan sobre la justicia a la luz de: (i) sus fundamentos
sociales, políticos, económicos, ético-materiales y espirituales; (ii) las
diversas funciones atribuidas a la justicia; (iii) los intereses satisfechos
e insatisfechos por las mismas; (iv) el alcance y limitaciones de sus
mecanismos e instituciones; y (v) su interrelación (complementaria,
alternativa o antagónica).
En segundo lugar, el énfasis en la manera en que el ser humano
medio experimenta las distintas aproximaciones a la justicia, lo que
requiere elaborar este último paradigma dejando a un lado: (i) las
categorías sociológicas de clases alta, media y baja (ampliamente de-
formadas por los Estados como lo muestra, a título de ejemplo, el
caso de Argentina donde según su instituto nacional de estadística
(‘INDEC’) todas aquellas personas que ganan por encima del salario
mínimo pasarían automáticamente a formar parte de la clase media);
y (ii) los conceptos económicos de pobreza, extrema pobreza y des-
igualdad (que hacen que los distintos análisis se enfoquen casi exclu-
sivamente en aquella parte de la población que se encuentra en los
extremos superior e inferior de la escala de ingresos).
En consecuencia, uno de los nes principales de la Red es entender
las condiciones materiales y espirituales en las que, dentro de nuestras
sociedades iberoamericanas, se desarrolla la vida de aquel 60% de la
población comprendido entre los deciles 3 y 8 de la escala de ingreso.
Para ello es necesario tener en cuenta que una primera mirada a las
mismas nos ofrece un panorama de convergencia muy superior a lo
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
que ciertas divisiones articiales de este segmento de población nos
han hecho tradicionalmente suponer.
2. Escuchamos con frecuencia decir que, ya sea por vía convencio-
nal (más de 200 tratados internacionales conforman en la actualidad
el código internacional de los derechos humanos, desarrollado a par-
tir de la DUDH, los pactos internacionales de 1966 para los derechos
civiles, culturales, económicos, políticos y sociales, y sus respectivos
protocolos), ya sea por vía de la costumbre internacional o de los
principios generales del derecho, el contenido de la DUDH forma par-
te en su conjunto del actual Derecho internacional. De esta manera,
los derechos recogidos en sus disposiciones tendrían un carácter vin-
culante, habiendo llegado incluso a adquirir algunos de ellos la natu-
raleza de derecho imperativo.
Si bien estas armaciones se corresponden en buena medida con
la realidad, no es menos cierto que en algunos aspectos no son del
todo precisas. Para ello, basta con observar las diversas interpelacio-
nes al presunto consenso universal sobre el contenido de la DUDH
realizado desde ciertas disposiciones de la “Declaración Universal de
los Derechos Humanos en el islam” (‘DUDHI’) —que fue aprobada
por unanimidad en 1990 con motivo la decimonovena reunión de
ministros de asuntos exteriores de la Organización de la Conferencia
Islámica, a la que actualmente pertenecen 57 Estados con una pobla-
ción cercana a los 2.000 millones de personas.
Según su preámbulo, la DUDHI tiene como objetivo “proveer[á]
las pertinentes orientaciones generales para los Estados miembros en
el ámbito de los derechos humanos”, estableciendo su art. 24 que “[t]
odos los derechos y los deberes estipulados en la Declaración están
sujetos a los preceptos de la Sharía islámica”. Es por ello que en su
art. 5 no se prohíbe a los Estados la imposición de restricciones al
matrimonio por razón de religión, porque, según la Sharía, la mu-
jer musulmana no tiene derecho a casarse con un no musulmán. Del
mismo modo, la DUDHI tampoco recoge el derecho a cambiar de
religión o de creencia (reconocido expresamente en el art. 18 de la
DUDH), puesto que “el Islam es la religión indiscutible” (art. 10 de la
DUDHI) y la Sharía considera la apostasía del Islam como uno de los
crímenes más graves. Estos ejemplos sirven como botón de muestra
para reejar como, desde la perspectiva del Islam, algunos de los de-
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Héctor Olasolo
rechos enunciados en la DUDH son en realidad fruto de la capacidad
política y económica que ha tenido Occidente para imponerlos en el
seno de la sociedad internacional (Samir, 2003).
Lo anterior nos ilustra de los riesgos de abordar la promoción y
protección de los derechos humanos sin estar ‘situado’ en un contexto
determinado, pues ello signica renunciar de antemano al análisis de
las posibles controversias sobre ciertos aspectos de su reconocimiento
y al debate sobre el grado en que dicho reconocimiento se traduce,
en última instancia, en disfrute efectivo. Este es, sin duda, uno de los
principales problemas que observamos en muchos de los análisis que
sobre el impacto de la DUDH se están realizando con motivo de su
70 aniversario.
Para evitar esta situación, que nos llevaría a un discurso tecnocrá-
tico alejado del ser humano de carne y hueso (Herreras Flores, 2000),
conviene dejar claro desde un principio que las siguientes reexiones
se realizan desde la posición del ser humano medio, al que la Red
coordinada desde el IIH dedica sus esfuerzos, y que la ironía del inol-
vidable Cantinas en la película ‘Su Excelencia’ (1967) nos ubica en
la República de los Pocos, caracterizada por no tener “poderío militar,
ni político, ni económico, ni mucho menos atómico”.
En consecuencia, cerca de un siglo después de la aprobación de la
DUDH, y una vez que los sistemas universal y regionales de protec-
ción de los derechos humanos han tenido varias décadas para conso-
lidarse y mostrar el grado de ecacia de su actuación (cuestión que
analizaremos en profundidad en una próxima obra colectiva sobre
el alcance y los límites de la justicia internacional), nos proponemos
en las páginas siguientes problematizar sobre el nivel de satisfacción
de los derechos del ser humano medio —con particular atención a
sus derechos económicos, sociales y culturales (‘derechos DESC’)—,
a la luz de la transculturalidad neoliberal de la ciudadanía global que
desde la caída del Muro de Berlín (1989) ha sido el auténtico motor
de la construcción económica, socio-política y cultural de lo que se ha
venido en denominar la aldea mundial.
3. Durante los últimos dos años y medio, hemos tratado de en-
contrar estadísticas desagregadas de instituciones nacionales e inter-
nacionales que analicen la situación del ser humano medio en países
tan diversos como Argentina, Colombia, Corea del Sur, España, India,
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
México o Sudáfrica (por poner sólo algunos ejemplos) en relación
con el nivel de satisfacción de los derechos DESC. Para ello, hemos
prestado particular atención, entre otros aspectos, al nivel de ingreso
mensual, el nivel de educación formalizada y no formalizada, el nivel
de empleo formalizado y no formalizado (así como sus condiciones),
los hábitos alimentarios, las condiciones de acceso a la vivienda, la
salud, el transporte y la educación primaria, secundaria y superior, el
tiempo disponible para el ocio después del trabajo, el nivel de acceso
a prestaciones por desempleo y a una pensión digna al nalizar la vida
laboral, y el porcentaje del ingreso mensual utilizado para la obten-
ción de la canasta alimentaria básica y para la satisfacción del resto
de derechos fundamentales arriba mencionados.
Sorprendentemente, a pesar de nuestra búsqueda, prácticamente
todo lo que hemos encontrado son estadísticas agregadas —tales co-
mo, por ejemplo, que el 53% de los 7.350 millones de personas que
vivían en el mundo en 2014 disponían, según el Banco Mundial, de
un ingreso mensual medio de 3 dólares o menos (cantidad que en el
pasado equivalía al umbral de pobreza cuando éste era construido
sobre la base del ingreso mensual medio)—, lo que al menos nos ha
permitido entender algunos de los factores que parecen explicar el
por qué aquellas jurisdicciones nacionales que ofrecen recursos ju-
diciales accesibles y a bajo costo contra las violaciones de derechos
fundamentales se encuentran, en gran medida, colapsadas (como lo
muestra el hecho de que en Colombia se interpusieran sólo en 2016
más de 700.000 acciones de tutela, de las que la Corte Constitucional
terminó asumiendo alrededor de 700).
Pero, ¿por qué resulta tan difícil encontrar estadísticas desagrega-
das por decil de población? A primera vista (una primera impresión
es todo lo que podemos ofrecer en este momento dado el carácter
incipiente del estudio), pareciera como si para nuestras sociedades el
ser humano medio fuera invisible, y su situación irrelevante, porque
todos los esfuerzos se dirigen a analizar las medias agregadas, esta-
blecer las condiciones de los umbrales de pobreza y extrema pobreza,
y cuanticar qué parte de la población se encuentra bajo los mismos
(no es infrecuente que los Estados midan los índices de pobreza uti-
lizando los parámetros con los que dene la extrema pobreza con
el n de mostrar articialmente una reducción muy signicativa del
porcentaje de población que se encuentra en situación de pobreza).
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Héctor Olasolo
Además, nos hemos encontrado con que una parte de las estadís-
ticas nacionales, que se transmiten a los organismos internacionales
para que desarrollen sus labores de scalización del grado de cumpli-
miento de los ‘derechos DESC’, se realizan sobre la base de datos ob-
tenidos en los principales centros urbanos, dejando las zonas rurales
y las áreas metropolitanas de pequeño o mediano tamaño al margen
completamente de este proceso.
En consecuencia, nos preguntamos cuáles son las razones por las
que se genera esta situación y cómo es posible que los organismos in-
ternacionales puedan realizar en estas condiciones los informes sobre
el grado de cumplimiento de los distintos Estados con sus compromi-
sos en materia de derechos DESC.
4. A pesar de no estar en posición de ofrecer una respuesta deni-
tiva a estas preguntas, una primera aproximación lleva a pensar que
las mismas se encuentran íntimamente relacionadas con el sistema de
desarrollo ‘glocal’ (global-local) que ha caracterizado el nuevo tipo
de globalización que hemos observado en las tres últimas décadas.
Este modelo consiste en un sistema de redes que conecta ciertas áreas
de aquellas ‘localidades’ desde donde se gestiona el capital nancie-
ro acumulado (su alta rentabilidad se extrae con frecuencia de otros
lugares) y en las que se han desarrollado grandes proyectos de ‘desa-
rrollo urbanístico’. Su principal consecuencia es dejar desconectadas,
o en el mejor de los casos permitir una conexión subordinada, al resto
de zonas rurales y urbanas del planeta.
En las áreas conectadas del sistema reside la llamada ciudadanía
global, que determina las decisiones adoptadas en el ámbito de las
corporaciones transnacionales, las organizaciones internacionales, las
organizaciones no gubernamentales transnacionales y los Estados. Di-
chas áreas acogen también a los principales conglomerados naciona-
les e internacionales de comunicación, así como a la auto-denomina-
da vanguardia intelectual, cultural y cientíca del momento. Salvo por
crisis humanitarias, accidentes naturales, eventos deportivos o parti-
cularismos que sirven de entretenimiento, la información que ofrecen
los medios se concentra en lo que sucede en las áreas conectadas y en
lo que dicen y hacen quienes forman parte de las mismas.
Salvando las distancias, es como si en las clases de geografía im-
partidas en la educación secundaria se utilizara con plena conciencia
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
e intencionalidad un mapa que fuera maniestamente contrario a las
auténticas dimensiones geográcas de los diversos continentes por-
que su principal nalidad es reejar el peso socio-económico de sus
creadores (desafortunadamente, esta situación no es meramente hipo-
tética, porque nuestros centros educativos siguen enseñando el mapa
Mercator, que sobredimensiona Europa y Norteamérica, dejando en
el olvido el mapa de Peters, que da buena cuenta de la sub-representa-
ción de las proporciones geográcas de África y Sudamérica).
Resultado de lo anterior es que quienes no forman parte de la ciu-
dadanía global, simplemente, no son relevantes; como tampoco lo son
las estadísticas desagregadas que nos den a entender cómo vive el ser
humano medio en las zonas desconectadas, con el n de poder evaluar
si los compromisos en materia de derechos DESC están siendo real-
mente cumplidos por los Estados. En consecuencia, no se invierten los
recursos para realizarlas.
De esta manera, a nadie puede extrañar que cuando en la parte
nal de su presentación como representante de la República de los
Pocos, Cantinas reconoce que ha presentado su dimisión la noche
anterior, y se ha convertido de esta manera en un ‘hombre común’, se
ponga de maniesto su palpable soledad en un foro lleno de ciudada-
nos globales, que tras los caprichosos aplausos con los que reciben el
contenido de su extravagante discurso apelando a la ‘buena voluntad’
y denunciando la codicia desmedida, continúan su parafernalia como
si nada hubiese sucedido.
5. Es la perspectiva de la ciudadanía global la que nos permite
esclarecer la cuestión relativa a la apropiación por la racionalidad
neoliberal del discurso ambivalente de los derechos humanos.
Lo primero que observamos es que la racionalidad neoliberal cons-
tituye en la actualidad el epicentro de la racionalidad que impulsa el
quehacer de la ciudadanía global. Finalizada la confrontación de blo-
ques que caracterizó a la Guerra Fría, los centros de poder económico,
político y militar que desde principios de la década de 1970 evitaron
la extensión a escala global del neoliberalismo, lo han asumido hoy
con los brazos abiertos, al punto de contarse en la actualidad entre
sus principales valedores. Ante esta situación a nadie puede extrañar
que la ciudadanía global, que, salvo contadas excepciones, comparte
un mismo modelo de desarrollo económico y tiene la capacidad de
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Héctor Olasolo
establecer la agenda socio-política, las tendencias culturales y la co-
bertura mediática, haya acogido primero, y recongurado después, el
discurso de los derechos humanos para garantizar la satisfacción de
sus propios intereses.
Fruto de esta situación, se han generado toda una serie de transfor-
maciones en el Derecho internacional, comenzando por la extensión
del ámbito de los sujetos objeto de protección por el Derecho inter-
nacional de los derechos humanos (‘DIDH’) a las personas jurídicas.
Así mismo, al tiempo que, después de las dos Convenciones Mun-
diales sobre los Derechos Humanos de Teherán (1968) y Viena (1993),
parecía haberse fortalecido el concepto de interdependencia, indivisi-
bilidad e interrelación de todos derechos reconocidos en la DUDH
(es difícil vislumbrar de qué manera los mil doscientos millones de
personas que sufren actualmente hambre crónica o no tienen acceso
al agua, pueden ejercitar de manera efectiva sus derechos de libertad
de expresión, libertad de asociación o participación política; situación
que nos tememos también se extiende a los varios miles de millones de
personas que no disponen de una vivienda digna, no tienen la opor-
tunidad de ser tratados en un centro de salud, no pueden ausentarse
del puesto de trabajo por enfermedad o no pueden disfrutar del ‘lujo’
de una pensión de jubilación que no sea inferior al salario mínimo
interprofesional), se ha promovido la creación de todo un sistema de
regímenes fragmentados de Derecho internacional.
Como resultado de esta fragmentación, se ha dotado de autonomía
propia a un Derecho internacional económico que ofrece garantías
quasi-absolutas a la inversión internacional y la propiedad intelectual,
y sustituye los foros judiciales convencionales para la resolución de
controversias entre inversionistas extranjeros y Estados por tribuna-
les arbitrales ante instituciones con una clara vocación de protección
a los primeros. Estos tribunales aplican el Derecho internacional eco-
nómico sin tomar en consideración las graves afectaciones a los de-
rechos humanos (en particular a los derechos DESC, a los derechos
de los pueblos indígenas y al derecho colectivo al medio-ambiente)
que su aplicación genera en los seres humanos, las comunidades y los
pueblos a lo largo y ancho del planeta. Basta leer con detenimiento las
sentencias arbitrales del Centro Internacional de Arreglo de Diferen-
cias relativas a Inversiones (CIADI) o de las Cámaras de Comercio de
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
París o Londres, para percatarse que tales afectaciones son a lo sumo
consideradas como meras externalidades.
Finalmente, cuando ciertas situaciones alcanzan tales proporcio-
nes que no pueden continuar siendo tratadas como externalidades, la
ciudadanía global ha logrado que dichas cuestiones sean abordadas
a través de directrices no vinculantes, entre las cuales se pueden men-
cionar los Principios de Actuación de las Actividades Empresariales
del Global Compact de las Naciones Unidas (2000), la Declaración
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas
(2007), el Documento de Montreaux sobre las Empresas Militares y
de Seguridad Privadas (2011), los Principios Rectores de las Naciones
Unidas sobre las Empresas Transnacionales y los Derechos Humanos
(2011), las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multina-
cionales (2011), los Principios de Maastricht sobre las Obligaciones
Extraterritoriales de los Estados en el Área de los Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales (2011), la Declaración de Nueva York sobre
los Refugiados y los Migrantes (2016) y la Declaración Tripartita de
Principios sobre las Empresas Multinacionales y la Política Social de
la Organización Internacional del Trabajo (2017).
Tan importante ha sido la presión para abordar estas cuestiones a
través de directrices no vinculantes, que se ha llegado a desnaturalizar
el propio concepto de norma jurídica en el Derecho internacional.
Con ello se ha buscado legitimar la calicación de este tipo de direc-
trices mediante el uso de la etiqueta ‘norma jurídica internacional’ de
soft law.
6. La cuestión de la multi/inter/trans-culturalidad del fundamento
de los derechos humanos ha de abordarse a su vez desde la com-
prensión de la trans-culturalidad de la que hemos denominado ciu-
dadanía global. Habiéndose educado en los mismos lugares e inte-
ractuando constantemente, sus integrantes comparten una series de
valores y formas de actuación, que hace que se sientan mucho más
cercanos entre sí que con respecto al resto de sus connacionales (esto
es particularmente cierto para aquel pequeño grupo de personas que,
conformando el 1% de la población mundial con mayores recursos,
aglutinan más de la mitad de la riqueza del planeta).
Esto signica en última instancia que, por mucho que algunos
se empeñen en tratar de convencernos del ‘multiculturalismo’ de la
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Héctor Olasolo
sociedad brasileña, lo cierto es que los integrantes de la élite socio-
económica de este país tienen mucho más en común con quienes se
encuentran en su misma posición en Estados Unidos, India o Rusia,
que con el ser humano medio de Brasil. De ahí que podamos ar-
mar la existencia entre la ciudadanía global de una aproximación
transcultural, de raíz neoliberal, al fundamento y contenido de los
derechos humanos, y a la función que los mismos han de jugar en
la organización política y el desarrollo socio-económico de la actual
sociedad globalizada.
Esta trasnsculturalidad neoliberal se maniesta en los distintos ám-
bitos del poder económico, político y social de las sociedades naciona-
les. Además, en el marco de la sociedad internacional no muestra nin-
gún reparo en recurrir a la fuerza armada para terminar de ‘ajustar’
la realidad a sus intereses en nombre de la asistencia humanitaria, los
derechos humanos y el fomento de la paz (Bricmont, 2008). Los casos
de Serbia (1999) y Libia (2011) constituyen dos ejemplos paradigmá-
ticos de este fenómeno, por tratarse de intervenciones armadas que
no fueron inicialmente justicadas con base en la denominada ‘guerra
contra el terrorismo’ yihadista global (Afganistán, 2001) o en la pre-
sunta existencia de unas armas de destrucción masiva que el tiempo
demostró que sólo existían en las mentes de quienes promovieron la
intervención (Irak, 2003). De esta manera, la transculturalidad neo-
liberal no tiene ningún reparo en legitimar acciones cada vez más
agresivas, lo que ha sido recientemente calicado por Jorge Bergoglio
(30/03/2018) como la pérdida de todo sentimiento de vergüenza por
haber perdido la vergüenza
7. Frente a la transculturalidad neoliberal sólo parecen situarse
complejas iniciativas de diálogo intercultural e interreligioso entre los
respectivos seres humanos medios de las distintas comunidades, pue-
blos y Estados. Sin embargo, los desafíos que enfrentan este tipo de
iniciativas son múltiples.
Con respecto al desarrollo del diálogo intercultural, el Foro Social
Mundial iniciado en 2001 en Porto Alegre ha puesto de relieve que
los obstáculos aparecen desde el mismo momento en que se constata
la necesidad de fomentar la capacidad de comprensión de las premi-
sas sobre las que se construye el pensamiento del otro, con el n de
facilitar el entendimiento del respectivo fundamento de los derechos
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
humanos, tal y como es expresado, en sus propios términos, por la
alteridad. Solo a partir de aquí, y con base en el pleno respeto al con-
tenido de los distintos fundamentos, parece posible desarrollar inicia-
tivas que permitan su realización conjunta (De Sousa, 2004; Aguiló,
2008).
En cuanto al diálogo interreligioso, sirva como ejemplo de sus
muchas dicultades los limitados frutos que hasta el momento han
generado las décadas de conversación entre el cristianismo católico
(con cerca de 1.300 millones de creyentes) y el Islam (que supera ya
los 1.500 millones). A pesar de haber las varias décadas transcurridas
desde que el Concilio Vaticano II promoviese dicho diálogo, lo más
que desde una perspectiva cristiano-católica se ha logrado avanzar es
reconocer que ciertos contenidos del Corán y de la vida en el Islam
nos remiten a la Palabra de Dios recibida en Cristo. No ha sido, sin
embargo, posible hasta el momento dar un paso adicional para reco-
nocer que el Corán contiene una Palabra de Dios propia cuya autenti-
cidad no depende de su correspondencia con la Palabra de Dios tal y
como ha sido revelada al cristianismo-católico (Caspar, 1995).
8. Mientras los procesos de diálogo intercultural e interreligioso
siguen su curso con sus avances y retrocesos, lo cierto es que, a di-
ferencia de épocas anteriores, el tiempo comienza a pasar factura de
manera inexorable.
Así, hace ya casi una década, Martin Rees (ex presidente de la
Universidad de Cambridge y de la Academia Real de las Ciencias del
Reino Unido) armaba en el programa Redes (2008), dirigido por
Eduardo Punset en la televisión pública española, que las probabili-
dades de que el ser humano pudiera continuar habitando la Tierra al
nalizar el siglo XXI eran, en su opinión, de un 50%. Entre las múl-
tiples circunstancias que mencionaba para sustentar su opinión, cabe
mencionar las siguientes a título de ejemplo:
(i) Los riesgos ocasionados por las explosiones “controladas”
que tienen lugar en los aceleradores de partículas sub-atómi-
cas (con un tamaño de hasta 27 kilómetros de largo), en el
intento de reproducir la explosión originaria que pudo haber
dado lugar al Universo;
(ii) La pérdida de biodiversidad en un mundo del que desapa-
recen alrededor de 40.000 especies de seres vivos al año (un
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Héctor Olasolo
ritmo mil veces superior al de la era pre-industrial), incluyen-
do aquellas especies de insectos que cumplen la función de
polinización de la ores;
(iii) El incremento en la concentración de dióxido de carbono en
la atmósfera por la emisión de gases contaminantes de efecto
invernadero (en la actualidad el dióxido de carbono constitu-
ye en torno al 0.04% de la atmosfera, equivalente a 400 par-
tes por millón, habiéndose superado el límite del 0.035% que
según los cientícos evitaría que la temperatura del Planeta
se incrementase por encima de los 2 grados a nales del siglo
XXI);
(iv) La crisis social generada por la progresiva concentración de
riqueza en un pequeño sector de la población al que hemos
denominado ciudadanía global (en particular, en el 1% de su
población que como hemos visto posee más del 50% de la
riqueza del Planeta), con el consiguiente empobrecimiento del
ser humano medio y el agudizamiento de la pobreza extrema
y la hambruna crónica en la que se encuentra la mayor parte
del 20% de la población que sobrevive en unas condiciones de
vida más precarias.
(v) El continuo desarrollo de armamento nuclear (mientras la
nueva administración norteamericana hace todo lo posible
por desestabilizar el acuerdo alcanzado en julio de 2015 entre
Irán y los miembros permanentes del Consejo de Seguridad
(más Alemania) en relación con el programa nuclear iraní, el
desarrollo de tecnología para fabricar misiles balísticos con
cabezas nucleares de largo alcance ha vuelto a llevar a su
máxima expresión las tensiones entre Corea del Norte y Es-
tados Unidos, con su impacto inmediato sobre Corea del Sur,
Japón y China);
(vi) La proliferación de armas biológicas y químicas, que pueden
desarrollarse en laboratorios móviles aptos para instalare en
el espacio equivalente a una pequeña habitación (el conicto
en Siria ha puesto de nuevo el foco de atención mundial en la
utilización de este tipo de armamento);
En 2017 (apenas unos meses antes de su reciente fallecimiento),
el físico Steven Hawking consideraba injusticadamente optimista el
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
diagnóstico de Martin Rees, y armaba que se ha superado el mo-
mento en que todavía era posible adoptar las medidas necesarias para
evitar que el ser humano deje de seguir habitando la Tierra a lo largo
del siglo XXI.
9. Con independencia de que estas predicciones se acaben o no
ajustando a la realidad, lo cierto es que la trans-culturalidad neolibe-
ral de la ciudadanía global continúa actuando en la práctica como si
las amenazas descritas por Rees y Hawking no existieran. Así, a pesar
de que la imprudencia temeraria, por no hablar de dolo, en la que
incurrió la gran banca de inversiones asumiendo altísimos niveles de
riesgo en productos nancieros derivados, generó a partir de 2008 la
tercera mayor crisis de la era capitalista (con altísimos costes sociales
en países como Grecia, Irlanda o España), no ha sido posible estable-
cer regulación alguna de las transacciones nancieras internacionales,
y eso a pesar de que numerosas entidades bancarias tuvieron que ser
rescatadas con fondos públicos nunca recuperados, agravando así los
recortes en las políticas sociales.
Más llamativa si cabe es la situación en relación con la emisión
de gases contaminantes de efecto invernadero. Así, en septiembre de
2015, apenas dos meses antes del inicio de la Conferencia Interna-
cional sobre el Cambio Climático de París, salió a la luz pública que
Volkswagen había trucado sistemáticamente durante años los meca-
nismos de medición de los niveles de contaminación de los motores
diesel en millones de vehículos. En los años siguientes se ha podi-
do conocer que esta práctica era habitual en la industria automo-
triz transnacional, como lo muestran los casos de Honda, Mazda,
Mercedes-Benz, Mitsubishi, Renault-Citroen o BMW, por poner solo
algunos ejemplos. Así mismo, en 2018 se conoció que muchos de los
vehículos afectados en países como Alemania por este escándalo, es-
tán siendo vendidos sin haber rebajado sustancialmente su nivel de
emisiones a países como Rumanía donde la legislación es mucho más
laxa a este respecto.
Simultáneamente, comienzan a aparecer toda una serie de infor-
mes que indican que desde comienzos de la década de 1960 las trans-
nacionales energéticas vienen realizando ajustes en el diseño de las
plantas de extracción situadas en lugares particularmente sensibles
el Cambio Climático para responder a un fenómeno del que ya te-
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Héctor Olasolo
nían conocimiento desde entonces, y que han negado sistemáticamen-
te hasta nuestros días. Sin embargo, el Fiscal General del Estado ha
bloqueado toda investigación contra compañías como Exxon Mo-
bile por ocultar dicha información, en consonancia con la estrategia
de negación pública del Cambio Climática desplegada por el actual
presidente de los Estados Unidos y por el director de su Agencia de
Protección Medioambiental. Además, por si esto fuera poco, se acaba
de reconocer ante la opinión pública norteamericana que el Comité
Nacional del Partido Demócrata intervino de manera deliberada en
las primarias del partido para evitar que el único candidato que reco-
gía en su programa la adopción de medidas especícamente diseñadas
para abordar de manera comprehensiva el fenómeno de la emisión de
gases contaminantes pudiera tener ninguna oportunidad para llegar a
la presidencia y ponerlas en práctica.
Mientras asistimos como espectadores a este espectáculo esperpén-
tico, nos encontramos que el propio Tratado de París sobre el Cambio
Climático (2015), denunciado por los EE.UU en junio de 2017, evita
el establecimiento de objetivos vinculantes de reducción de gases de
efecto invernadero, atribuyendo a los distintos Estados Partes la fa-
cultad para determinar los objetivos que cada uno considere oportu-
nos. Resultado de lo anterior, los gobiernos de los Estados Partes han
asumido voluntariamente en los dos últimos años objetivos de reduc-
ción de emisiones tan limitados, que incluso en el caso de que llegaran
a cumplirse, nos situarían en una franja de 3 a 6 grados de incremento
de temperatura para nales del siglo XXI. Y todo esto mientras el Ár-
tico se deshiela a un ritmo vertiginoso, las aguas incrementan su nivel
de manera nunca antes observada (amenazando en el corto plazo con
la desaparición de comunidades, e incluso Estados, isleños) y los acci-
dentes naturales relacionados con el Cambio Climático se multiplican
por todo el planeta dejando cada año decenas de miles de muertos.
La Tierra gime, el ser humano medio sufre, pero para una ciuda-
danía global acostumbrada a encontrar oportunidades de negocio en
las tragedias humanas poco importa este dolor, como lo demuestra la
actitud de los gobiernos de Canadá, China, Rusia, EE.UU y algunos
de los países escandinavos, y sus respectivas transnacionales, al afron-
tar el imparable deshielo del Ártico mediante el análisis de la forma de
extraer sus minerales de la manera más rentable posible.
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
10. Ante esta situación, es inevitable preguntarse sobre la respuesta
que ofrecen los organismos universales y regionales de promoción y
protección de los derechos humanos. Somos conscientes que en estas
líneas no es posible realizar una valoración detallada de conjunto de
su actividad. También somos entendemos que los mecanismos de que-
jas individuales constituyen sólo uno de sus varios ámbitos de actua-
ción, y que normalmente es uno de los menos desarrollados debido a
los numerosos obstáculos que enfrentan. Sin embargo, no es menos
cierto, que 70 años después de la aprobación de la DUDH, su limi-
tada ecacia causa, cuando menos, perplejidad. Veamos rápidamente
algunos ejemplos.
Comenzamos nuestra breve exposición por el mecanismo de que-
jas individuales del Comité de la Convención contra todas las formas
de Discriminación contra la Mujer, el cual ha dictado algo menos
de 2 decisiones de fondo anuales durante el periodo 2004-2017 pa-
ra un total de 23. Una situación similar encontramos con respecto
al mecanismo de quejas individuales ante el Comité de los Derechos
DESC, puesto que en los cinco años que lleva en vigor ha dictado 9
decisiones de fondo, la mitad de las cuales se han pronunciado contra
España, que en los últimos diez años casi ha duplicado el número de
personas bajo el umbral de pobreza, llegando en la actualidad a supe-
rar los 10 millones.
A diferencia de los dos casos anteriores, el mecanismo de quejas
individuales ante el Comité contra la Tortura se encuentra en vigor
desde hace ya cuarenta años (1987), durante los cuales se han presen-
tado 749 quejas individuales relativas a 36 Estados Parte, de las que
294 han sido objeto de decisión de fondo (algo más de 7 al año), con
un total de 119 condenas (3 de media anual). Esta situación llama
particularmente la atención al ser la tortura una práctica ampliamen-
te extendida en la actual sociedad internacional, como lo demuestra
el informe aprobado el 13 de diciembre de 2012 por el Comité de
Inteligencia del Senado de los Estados Unidos en el que se recono-
ce la práctica sistemática de la tortura como parte del programa de
detención e interrogatorio puesto en marcha por la CIA durante la
administración Bush a raíz de los atentados del 11 de septiembre de
2001 (lo que, sin embargo, no ha generado ningún tipo de procedi-
miento para dilucidar las responsabilidades penales derivadas de su
aplicación).
670
Héctor Olasolo
En consecuencia, dentro del sistema universal, tan solo el procedi-
miento de quejas individuales ante el Comité de Derechos Humanos,
con sus varios cientos de decisiones de fondo al año sobre presuntas
violaciones a los derechos recogidos en el Pacto Internacional de De-
rechos Civiles y Políticos, parece ofrecer, a pesar del carácter no vin-
culante de sus decisiones, un mínimo nivel de protección.
En relación con los 47 Estados Partes de la Convención Europea
para la Protección de los Derechos y Libertades Fundamentales, el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que a pesar de contar con
más de 50.000 casos pendientes, dicta en torno a mil decisiones de
fondo anuales en relación con presuntas violaciones de los derechos
civiles y políticos recogidos en la Convención (el TIDH no tiene, sin
embargo, competencia directa sobre los derechos económicos, socia-
les y culturales recogidos en la Carta Social Europea).
Por su parte, mientras la Corte Africana de Derechos Humanos
(2008) ha resuelto en torno a una treintena de casos en sus 10 años
de funcionamiento (habiéndose declarado la falta de jurisdicción en
al menos dos tercios de los mismos), la Corte Inter-Americana de De-
rechos Humanos, cuyas decisiones se han caracterizado por ser par-
ticularmente incisivas con los Estados (a diferencia del amplio, con
frecuencia excesivo, margen de apreciación otorgado por el TEDH),
dicta entre 15 y 20 de decisiones de fondo anuales en casos que, por
lo general, requieren largos años de tramitación desde que son pre-
sentados ante la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos.
De esta manera, más que ofrecer una auténtica protección a las
víctimas de las incontables violaciones de derechos humanos que se
producen cada año, los procedimientos de quejas individuales ante
los diversos organismos del sistema universal y las actuaciones de los
tribunales regionales tratan de ofrecer, con grandes limitaciones, una
protección simbólica dirigida a generar dinámicas de cambio en la
actuación de los Estados.
Ante esta situación, y dado el desbordamiento en que se encuen-
tran aquellas jurisdicciones nacionales que, como Colombia, ofrecen
recursos judiciales accesibles y a bajo costo contra las violaciones de
derechos fundamentales, algunos autores hacen énfasis en la necesi-
dad de promover la justicia comunitaria para abordar la cotidiana
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Epílogo. Reexiones sobre la irrelevancia del ser humano medio para la transculturalidad…
violación de derechos civiles, culturales, económicos, políticos y so-
ciales.
Sin embargo, no es menos ciertos que extensas áreas de los núcleos
urbanos y las zonas rurales de numerosos países ibero-americanos
(Brasil, Colombia, El Salvador o México son tan sólo algunos ejem-
plos) se encuentran bajo la inuencia, y con frecuencia el control de
hecho, de grupos de la criminalidad organizada, que, ante la ausencia
de trabajo formalizado, se han convertido en una importante fuente
de empleo en las zonas en las que actúan. Surge entonces la pregunta
sobre la forma de operar de la justicia comunitaria en aquellas áreas
bajo la inuencia y/o control de grupos armados organizados al mar-
gen de la Ley. Resulta, sin embargo, difícil ofrecer una contestación
porque los estudios que tenemos hasta la fecha se limitan a áreas muy
concretas, como algunas favelas de Río de Janeiro, ciertas colonias de
los núcleos urbanos del norte de México y algunos cantones de San
Salvador.
11. La clave de la aparente tranquilidad que muestra la transcul-
turalidad neoliberal de la ciudadanía global se encuentra en su plena
conanza en la ciencia. Así, al tiempo que continúa haciendo business
as usual, invierte ingentes recursos en el desarrollo de la tecnología
necesaria para llegar a cabo una doble operación. Por un lado, la
introducción a gran escala de robots que desarrollen con mayor pre-
cisión, celeridad y ecacia las funciones que hasta ahora venía reali-
zando el ser humano medio. Por otro lado, la ocupación de terceros
Planetas donde eventualmente pueda continuar su existencia la ciu-
dadanía global, con los robots creados por la misma, y sin que haya
necesidad alguna de embarcar en este viaje a la ‘pesada carga’ que
constituyen los miles de millones de personas que representan al ser
humano medio. No se trata de delirios de ciencia cción, sino de la
auténtica apuesta cientíca de la transculturalidad neoliberal para el
siglo XXI, una vez que ha llegado a la conclusión de que la mejor
manera de resolver a medio plazo los graves problemas ocasionados
por una Tierra que gime y un ser humano medio que sufre, es limitar
en la mayor medida posible la función desempeñada por los mismos.
Frente a esta apuesta, el diálogo interreligioso como alterativa para
abordar estos problemas sitúa también al exterior del ser humano la
condición de posibilidad para que los obstáculos que hasta ahora han
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Héctor Olasolo
impedido su pleno desarrollo puedan ser nalmente superados. Así, si
diversas religiones han recibido relevaciones y experiencias parciales
de Dios, parece natural que a través de un encuentro de acogida entre
las mismas pudieran mutuamente enriquecerse. Sin embargo, su per-
sistencia en identicar el Todo con los aspectos concretos que les han
sido revelados, unido a los continuos apegos materiales al poder, la
riqueza, el prestigio y el conocimiento que siguen caracterizándolas,
hacen que resulte prácticamente imposible, desde una perspectiva hu-
mana, que puedan llegar a tener un encuentro de esa naturaleza. En
consecuencia, siendo los caminos de Dios insondables para los seres
humanos, es en el terreno de la gracia y del incomprensible amor de
Dios hacia estos últimos, donde en última instancia reside la condi-
ción de posibilidad de un auténtico diálogo interreligioso que permita
afrontar los múltiples desafíos de nuestro tiempo (Pikaza, 2004).
Resulta particularmente signicativo que tanto la apuesta cientí-
ca de la transculturalidad neoliberal de la ciudadanía global, como
el proyecto de diálogo interreligioso, coincidan en la externalidad al
ser humano (medio) como elemento central de sus respectivas pro-
puestas. Pareciera como si, después de varios siglos, ciencia y religión
hubiesen encontrado nalmente un pilar en común: el futuro no se
encuentra en los seres humanos, sino al exterior de los mismos.
Ante esta inesperada situación, el movimiento humanista que se
encuentra en la base del desarrollo de los derechos humanos, y el
diálogo intercultural secular sobre sus fundamentos, no pueden per-
manecer en silencio, pues está en juego su propia existencia. Por ello,
el 70 aniversario de la DUDH se presenta como una excelente opor-
tunidad para dejar en un segundo plano las celebraciones de los hitos
del pasado y sumergirse en la articulación de una propuesta de futuro