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Siguiendo los rastros de los depósitos rituales: esbozo de un marco arqueológico para el estudio de las prácticas rituales en Palenque

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Las excavaciones en las tierras bajas del este de México, Guatemala y Belice han revelado patrones generalizados en la práctica ritual, incluyendo patrones en los tipos de materiales usados en ofrendas rituales y entierros humanos colocados dentro de los pisos y plazas de templos públicos y casas privadas. Sin embargo, los rastros materiales de eventos ritualizados pasados parecen ser marcadamente diferentes en las Tierras Bajas occidentales, particularmente la ciudad de Palenque. Este articulo discute las ofrendas de los templos de Palenque, así como los resultados preliminares de excavaciones realizadas en un grupo residencial y encuentra que los materiales incluidos en los depósitos rituales de Palenque a menudo incluyen materiales orgánicos posibles en lugar de los materiales típicos encontrados en los ejemplos de Tierras Bajas del este. Para considerar cómo la práctica era distinta en esta región, se propone un enfoque más integral de una arqueología del ritual, que incluya una consideración para los restos de microescala de las acciones ritualizadas.
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johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 51
estudios de cultura maya lii: 51-76 (2018)
Siguiendo los rastros de los depósitos rituales:
esbozo de un marco arqueológico
para el estudio de las prácticas rituales en Palenque
Tracing the Ritual Deposits:
Establishing an Archaeological Framework
for the Study of Ritual Practices in Palenque
Lisa M. Johnson
University of California, Berkeley
Resumen: Diversas excavaciones arqueológicas desarrolladas en las Tierras Bajas del
sureste de México, Guatemala y Belice han revelado patrones generalizados en las
prácticas rituales, incluso en el tipo de materiales utilizados en ofrendas rituales
y entierros humanos colocados dentro de los pisos y plazas de templos públicos y
casas privadas. Sin embargo, las evidencias materiales de eventos rituales pasados
parecen ser marcadamente diferentes en las Tierras Bajas noroccidentales, de modo
particular en la ciudad de Palenque. Este artículo discute las ofrendas de los templos
de Palenque, así como los resultados preliminares de las excavaciones realizadas en
un grupo residencial y encuentra que los materiales de los depósitos rituales de
este sitio a menudo comprenden posibles materiales orgánicos en lugar de aqué-
llos encontrados típicamente en los ejemplos de las Tierras Bajas orientales. Con
el fin de considerar cómo tales prácticas eran distintas en esta región, se propone
un enfoque más integral de una arqueología del ritual que incluya la presencia de
microrresiduos de las acciones rituales.
PalabRas clave: ritual, microarqueología, ofrendas, Palenque, Grupo IV.
AbstRact: Excavations throughout the eastern Maya lowlands of Mexico, Guatemala,
and Belize have revealed widespread patterns in ritual practice, including patterns in
the types of materials used in ritualized offerings and human burials placed within
the floors and plazas of public temples and private homes. Yet, the material traces
of past ritualized events appear to be markedly different in the western lowlands,
particularly at the city of Palenque. This article discusses the caches recovered from
Palenque’s temples as well as the preliminary results of excavations carried out in a
residential group and finds that the materials included in these ritual deposits often
include possible organic materials rather than the typical materials found in eastern
lowland examples. To consider just how practice was distinct in this region, a more
comprehensive approach to an archaeology of ritual is proposed, one that includes
a consideration for the micro-scale residues of ritualized actions.
KeywoRds: ritual, microarchaeology, offerings, Palenque, Group IV.
RecePción: 22 de agosto de 2017.
acePtación: 26 de noviembre de 2017.
DOI: 10.19130/iifl.ecm.2018.52.932.
52 estudios de cultura maya lii
Introducción
Este trabajo pretende considerar una perspectiva arqueológica que emplea un
enfoque metodológico de diferentes escalas para la recuperación y análisis de los
materiales depositados como resultado de las prácticas rituales de los antiguos
mayas.1 El enfoque aquí propuesto incluye la incorporación de técnicas microscó-
picas que no son empleadas por lo común en la arqueología orientada al estudio
de los rituales mayas clásicos. La mayor parte de los restos arqueológicos de
antiguos eventos rituales está conformada por macrorrestos, aquellos que son
claramente visibles y se han conservado durante siglos. Sin embargo, algunos
restos incluyen pequeñas evidencias o tan solo indicios de materiales no conser-
vados por completo, tales como sedimentos descoloridos o restos de cenizas.
Éste es el caso que aquí presentamos, en el cual intentamos comparar los de-
pósitos rituales documentados de forma arqueológica en Palenque con aquellos
pertenecientes a otros sitios del área maya. Los depósitos rituales recuperados en
Palenque parecen bastante modestos en comparación con los reportados en las
Tierras Bajas orientales, en sitios como Piedras Negras, Tikal, Caracol o Copán,
donde se utilizaron materiales foráneos, entre ellos jade, excéntricos de piedra
tallada, conchas marinas, espe de pirita, etc., correspondientes a eventos rituales
y depositados como ofrendas durante todo el período Clásico (250-800 d.C.).
Algunas de estas ofrendas se han recuperado de los templos de Palenque, pero
los materiales son significativamente diferentes a las colecciones de materiales
documentados por lo común en las estructuras de las Tierras Bajas orientales.
En su lugar, los depósitos rituales de Palenque no contienen objetos visibles,
pero se observan suelos con diferente coloración o con pequeños fragmentos
de estuco, o se ofrendaron restos de animales y en algunos casos fósiles (Cuevas
y Alvarado, 2012; García Moll, 1985; Joyce, 1992; Ruz Lhuillier, 1954, 1958). La
elección de incluir lo que se sospecha eran materiales orgánicos en su mayoría
puede atribuirse a una práctica distintivamente palencana. Ello podría deberse
en parte a una participación diferenciada dentro de la red comercial más amplia
de esos materiales tan comúnmente utilizados en la región oriente. Y al hecho de
que, aunque eran partícipes de la cosmología maya en general, impulsada por
una relación de reciprocidad entre los seres humanos y lo sobrenatural en donde
se requerían ofrendas materiales, se atribuyó importancia ceremonial significati-
va a un conjunto diferente de materiales. Con el creciente número de estudios
arqueológicos sumamente detallados, que incluyen el análisis de residuos quí-
micos, análisis botánicos y de suelos, parece ser que tal escala está siendo poco
considerada o de manera muy paulatina en el estudio de las prácticas rituales.
1 Este artículo presenta los resultados del trabajo realizado como parte del Proyecto Regional
Palenque, dirigido por el doctor Rodrigo Liendo de la Universidad Nacional Autónoma de México
y financiado por una subvención UC MEXUS DI-15-7. El análisis del PEB fue realizado por el doctor
Felipe Trabanino y el de la fauna fue llevado a cabo por el maestro Carlos Varela.
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Argumentamos que Palenque ofrece una oportunidad interesante para emplear
un enfoque específico en el análisis del ámbito ritual.
Los estudios de textos e imágenes, las analogías basadas en etnografías
de poblaciones mayas contemporáneas y, más recientemente, los análisis
paleoetnobotánicos sugieren que diversos materiales orgánicos, como alimen-
tos, flores, gomas, resinas y pigmentos fueron probablemente utilizados en los
rituales (Bozarth y Guderjan, 2004; Brown, 2004; Morehart y Butler, 2010; Stone,
2002; Vogt, 1976). Además, estos estudios proponen que los eventos rituales a
menudo fueron acompañados por bailes y representaciones con uso de disfraces,
el consumo de tabaco o de bebidas y la quema de resinas de árboles como el co-
pal (Brown, 2004; Hanks, 2013; Stone, 2002; Stuart, 1998; Tozzer, 1941). Algunas
de estas acciones podrían haber producido diferentes clases de residuos, tales
como restos de plantas quemadas o carbonizadas, o incluso pigmentos y mate-
riales sin quemar que fueron parte del vestuario y pintura corporal para danzas
y eventos públicos (Hutson y Terry, 2006; Houston et al., 2009; Morehart, Lentz y
Prufer, 2005). Incluso contando con narraciones históricas que detallan una am-
plia gama de eventos rituales, en donde se incluyen acontecimientos biográficos
(por ejemplo, muerte, ceremonias de curación, transición de etapas de la vida,
matrimonio, nacimiento, etc.), así como otros eventos a menudo relacionados
con celebraciones calendáricas o religiosas. Se cuenta también con abundante
iconografía del periodo Clásico que representa una gran variedad de acciones
rituales. La arqueología sólo ha recuperado evidencia de tres tipos (a menudo
estrictamente definidos) de estos eventos: ofrendas (caches), entierros y ofrendas
de terminación. Estas tres acciones distintas son por lo común entendidas como
basadas en los principios cosmológicos mayas sobre la muerte y el renacimiento
(Mock, 1998). Además, este tipo de depósitos a menudo es asumido como el
resultado de un solo evento. A su vez, los arqueólogos han recuperado evidencia
que muestra, al menos en entierros humanos, que hubo acciones que se repi-
tieron, como el reingreso a las tumbas (Chase y Chase, 2011). La inclusión de
estudios más detallados sobre el aspecto ritual puede ser un punto de inflexión
para ampliar nuestra comprensión actual de la práctica ritual de los antiguos
mayas, de manera particular en la comprensión de la temporalidad de eventos
rituales desde la perspectiva del tiempo vivido, intergeneracional o de los ritmos
de vida (Boivin, 2000; Tringham, 2000).
La aproximación arqueológica aquí propuesta incluye un enfoque centrado en
los procesos de formación de contextos, el principio de deposición estructurada
de la estratigrafía y los residuos microscópicos, a menudo dejados sin investigar,
además de las estrategias tradicionales empleadas en arqueología maya para in-
vestigar la materialidad de las prácticas rituales entre los antiguos palencanos.
Para ello, consideramos patrones en los depósitos rituales reportados en sitios
a lo largo de las Tierras Bajas orientales, ya que son más conocidos y muestran
patrones claros a través del tiempo. Para lograr estos objetivos consideramos al-
gunos contextos de eventos rituales documentados en Palenque y lo que parece
54 estudios de cultura maya lii
ser la aparición de una forma local de una práctica más amplia. Luego realizare-
mos una breve reseña sobre el creciente número de estudios a nivel microescala y
argumentaremos sobre la necesidad de integrar de forma explícita estos métodos
en los estudios sobre lo ritual. Este tipo de análisis se considera simultánea-
mente junto con los textos epigráficos, la iconografía, la distribución particular
de restos macroscópicos, así como las descripciones etnográficas y las narracio-
nes históricas. La combinación de tales enfoques ofrece una imagen mucho más
rica de las prácticas rituales pretéritas que cualquiera de estas líneas de evidencia
por sí solas. Concluimos reuniendo estos enfoques, macro y micro, considerando
el marco de los trabajos recientes en el Grupo IV de Palenque y los resultados
preliminares de las excavaciones realizadas en una de las estructuras al oriente
de este conjunto arquitectónico.
Depósitos rituales en las Tierras Bajas mayas
Por más de un siglo, los arqueólogos se han fascinado con la materialmente rica
vida religiosa y ritual de los antiguos mayas. Numerosas ofrendas se han encon-
trado en los pisos y escaleras de las estructuras de los templos. Piedra finamente
tallada, monumentos de estuco y tabletas con representaciones de lo sobrenatu-
ral decoraron las estructuras de las ciudades de las Tierras Bajas. La evidencia
ritual y religiosa ha sido tan frecuente y visible que algunos de los primeros
estudiosos de los mayas llegaron a la conclusión de que las ciudades eran gober-
nadas por sacerdotes y que el centro de las ciudades fue construido solo para
la adoración y el compromiso con los dioses (Becker, 1976). La investigación
histórica y etnográfica continua, las excavaciones a gran escala y las traducciones
jeroglíficas han cambiado desde entonces esa interpretación. Sabemos ahora, por
supuesto, que los mayas clásicos constituían una civilización compleja con preo-
cupaciones políticas, episodios de guerra, amplias redes comerciales y estructu-
ras sociales jerárquicas en todos los niveles de la sociedad. Sin embargo, estas
diversas facetas de la antigua vida maya estaban estrechamente entrelazadas, y
los dioses y los antepasados, las plantas, los animales y las montañas estaban
siempre presentes y tan activos como los mayas vivientes.
Arqueológicamente, las evidencias materiales más comúnes de eventos ritua-
les entre los antiguos mayas incluyen las ofrendas (caches), los entierros humanos
y los actos de “terminación”. Estas acciones definidas de manera amplia caen por
lo general bajo la categoría de “depósito ritual”. El “depósito ritual” es recono-
cido como una colección de materiales resultante de acciones distintas de las
actividades cotidianas. Durante el período Clásico (250-900 d.C.) estos eventos
se hacían cada vez más elaborados en los templos públicos y entre la élite con
materiales tales como jade y otras piedras verdes, materiales marinos, incluyendo
Spondylus, punzones, corales, percebes y otras conchas tanto trabajadas como
sin trabajar, obsidiana y pedernal, minerales como pirita y hematita, y materiales
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tóxicos como mercurio líquido y cinabrio. A menudo se encuentran en contextos
que se consideran ofertorios o como un medio para santificar de forma intencio-
nal un espacio en que los materiales están situados espacialmente de una manera
que marca un lugar particular como significativo. A medida que las excavaciones
continuaron a lo largo de las Tierras Bajas y el número de ofrendas (caches) re-
portadas aumentó, los patrones en el tipo de materiales que se depositan de este
modo, así como la ubicación y la naturaleza de su colocación, se hicieron eviden-
tes (Freidel y Schele, 1988; Lomitola, 2012; Joyce, 1992; Maxwell, 1996; Mock,
1998). Los patrones generales de los depósitos rituales comenzaron durante el
período Preclásico Tardío (400 a.C.-100 d.C.), ya que un cierto número de acon-
tecimientos rituales parecen haber sido estructurados de acuerdo con principios
cosmológicos de estratos y cardinalidad, particularmente durante la santificación
de los espacios públicos ceremoniales.
Uno de los ejemplos más antiguos es la conocida “ofrenda cruciforme”, hallada
en el sitio de Cival en el Petén guatemalteco, en la que cuatro ollas grandes fueron
colocadas en las direcciones cardinales con una quinta olla en el centro rodeada
por hachas de piedra verde (Estrada-Belli, 2006). Esta ofrenda se colocó durante
el período Preclásico Medio, aproximadamente en 500 a.C. Otros ejemplos tem-
pranos incluyen aquellos encontrados en el sitio zoque de San Isidro, Chiapas,
en los cuales se orientaron las orejeras de carrete de jade y las hachas de piedra
verde alrededor de un plato central (Taube, 2005: 25). La construcción de templos
y los eventos de deposición en ofrendas se intensifican en toda la región durante
el Preclásico Tardío y el Clásico, adquiriendo el oriente una importancia simbólica
particular, como se puede ver en la construcción de grupos monumentales y en el
número de ofrendas que a menudo los acompañaban. Como una sociedad cada vez
más agrícola, el sol era vital para el crecimiento de los cultivos. La importancia de
la dirección este como el inicio del camino del sol y fuente de la regeneración era
un tema que a menudo se ritualizaba a través de eventos de ofrenda, ya sea por
medio de intercambios con lo sobrenatural o del entierro de los muertos (Carrasco,
1990; Joyce, 2011). La cardinalidad en general fue un importante principio cos-
mológico que a menudo se materializó durante los eventos rituales; esto ha sido
claramente demostrado en particular en Tierras Bajas orientales.
Por ejemplo, en el sitio de Cerros (ahora Cerro Maya), en Belice, fue hallada
una ofrenda de pendientes de jadeíta, tallados en forma de cabezas, en un patrón
cruciforme dentro de la Estructura 6B, también fechada durante el período Pre-
clásico Tardío (Freidel y Schele, 1988). La posición intencional en las direcciones
cardinales y con significado numérico se puede ver en otras partes en las Tierras
Bajas del este durante esta época. En el sitio de K’axob, Belice, se encontró una
ofrenda conocida como “ofrenda triádica”, que contenía una colección de objetos
dispuestos en conjuntos de tres (Harrison-Buck, 2004). En las ruinas de Arenal,
Belice, se colocaron dos ofrendas en la cabeza y los pies de un individuo enter-
rado en uno de los templos principales que incluían una colección de figuras
antropomorfas (tipo “Charlie Chaplin”), así como coral, jade y “arena de playa”.
56 estudios de cultura maya lii
Las figurillas estaban orientadas cardinalmente dentro de los contenedores (Tas-
chek y Ball, 1999).
Los objetos no sólo estaban dispuestos horizontalmente, sino también de
forma vertical, lo que llevó a algunos a describirlos como “cosmogramas” materi-
alizados; unos de los más elaborados fue excavado en el sitio de Caracol, Belice.
A gran profundidad dentro de la estructura central del “Grupo E” de Caracol, se
colocó una ofrenda que contenía una gran colección de objetos dispuestos verti-
cal y horizontalmente hacia las direcciones cardinales (ver Chase y Chase, 2006,
para una descripción completa de esta ofrenda). Dichos objetos incluían grandes
conchas en bruto que encerraban una colección de pequeñas figuras antropo-
morfas y zoomorfas de jade, espinas de raya y un gran conjunto de orejeras de
jade, además de semillas y rastros de una colmena cerca de la parte superior del
depósito. Todo el conjunto estratificado se colocó en un recipiente con tapa so-
bre una capa de malaquita cruda dentro de un pozo y se selló con piedras. Con
elementos que representaban el mundo acuático, el nivel terrestre del mundo
vivo y el superior del sobrenatural, esta ofrenda agrupada era una réplica minia-
turizada del cosmos maya, que fue insertada en el núcleo del templo durante un
evento de santificación.
En las Tierras Bajas orientales en particular, las ofrendas también se colocaron
debajo de los monumentos de piedra. En suma, los materiales que se recuperan
de los depósitos rituales son duraderos y visibles. Sin embargo, muchas veces,
los recipientes de cerámica con tapa que contienen estos materiales también
incluyen sedimentos sueltos, que parecen ser sólo tierra. En Caracol, se han re-
cuperado múltiples ofrendas que también incluyen colecciones sueltas de jade,
desechos microscópicos de talla de concha, cinabrio y lascas sueltas de desechos
líticos. A menudo denominada como la “tierra de la ofrenda” (Chase y Chase,
2012: 7), la matriz puede ser el resultado de barrer o recoger los escombros de
las áreas de manufactura o de áreas usadas en la elaboración. En Kaminaljuyú, una
serie de recipientes depositados labio con labio en tumbas contenían sólo cenizas,
lo que los llevó a ser clasificados como cuencos de “cenizas”, con la suposición
de que en ellos se quemó incienso (Kidder, Jennings y Shook, 1946: 93). Mientras
que algunas de las vasijas tenían evidencia de combustión en su superficie, otras
simplemente contenían cenizas de “una sustancia” que quizá fue quemada en
otra parte y luego depositada en el recipiente antes de ser colocada en la tumba.
Depósitos rituales en Palenque
Un análisis de los depósitos rituales en la ciudad maya clásica de Palenque, en la
región de las Tierras Bajas noroccidentales de Chiapas, México, revela distincio-
nes en la materialidad del ritual, en comparación con los grandes centros políti-
cos en las Tierras Bajas centro-orientales. Mientras que en los centros políticos
de Caracol, Tikal, Uaxactún y Piedras Negras frecuentemente se colocaban ofren-
johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 57
das muy elaboradas, similares en contenido y colocación, que incluían conjuntos
de jade, concha, obsidiana, espinas de raya y pirita, entre otros materiales dura-
deros y visibles, los restos de acontecimientos rituales recuperados de Palenque
son distintos en su composición material. Una consideración de los depósitos
rituales, en particular aquellos dentro y alrededor de una serie de templos co-
nocidos como el “Grupo de la Cruz”, revela que las ofrendas son mucho menos
elaboradas, con una preferencia por materiales en gran parte orgánicos y perece-
deros, llevándonos a argumentar que una tradición localizada surgió en la región
de Palenque, que, aunque participaba dentro de una cosmología maya mayor, dio
lugar a conjuntos rituales distintivos. La mayoría de los depósitos rituales recupe-
rados del Grupo de la Cruz se componían de sedimentos, suelos de color y matriz
cenicienta (García Moll, 1985). Una serie de ofrendas se introdujo en el suelo que
rodea la sala del santuario interior del Templo de la Cruz (Figuras 1 y 2).
Figura 1. Templo de La Cruz, plano de ofrendas, lado poniente.
Tomado y modificado de García Moll (1985).
Los pozos fueron bien documentados por los excavadores originales, incluyendo
las descripciones de textura y color de los sedimentos. La Ofrenda 1, en el lado
occidental de la habitación, era un solo recipiente con tapa que contenía “tierra
blancuzca”, el pozo entonces fue rellenado con “tierra”, tapado con una gran
laja de piedra y luego sellado con el piso de estuco. ¿Eran las cenizas de una
sustancia quemada in situ? ¿La tierra fue transportada de otra parte para sellar
la ofrenda dentro del templo? El pozo de la Ofrenda 2, al lado de la primera
58 estudios de cultura maya lii
ofrenda, contenía solo una “sustancia roja”. La sustancia que se encontró quizás
era cinabrio, usado con frecuencia en rituales mayas antiguos. ¿Pero ese cinabrio
originalmente cubría algo más, algo perecedero como un objeto de madera?, ¿o
simplemente se esparció en el fondo del pozo? También la Ofrenda 2 “consistía
en un objeto de forma caprichosa, probablemente de alguna sustancia orgánica
que con el tiempo se desintegró, pero que dejó grabada en el concreto de cal con
el que fue cubierto, su forma primitiva” (García Moll, 1985: 206). Una serie de las
ofrendas parece estar cubierta por “concreto.” ¿Es posible que esta capa distinta
de la matriz se obtuviese con el propósito de cubrir y sellar la ofrenda dentro del
pozo? De hecho, sólo unos pocos materiales encontrados en los pozos intrusivos
en el piso del Templo de la Cruz eran visibles e identificables de manera clara,
entre los que se incluyen vasijas cerámicas, varios huesos de fauna, fragmentos
de fachadas de estuco y, en un caso, un fragmento de núcleo de obsidiana. Sin
embargo, 10 de los 21 pozos tenían objetos visibles y contenían sólo suelo ce-
niciento, rojo o sedimentos descoloridos. Seis de las ofrendas incluyeron una
vasija cerámica y todos menos uno (como la Ofrenda 7 en el lado oriente) “tierra
blancuzca” (como la Ofrenda 1 en el lado poniente).
Aunque la ofrenda pudo haber sido un solo momento de deposición, las cos-
tumbres o protocolos que se siguieron en cómo, dónde y qué tipo de materiales
eran aceptables para ofrendar eran resultado de una larga historia de prácticas
repetitivas. Las ceremonias de construcción de viviendas se observan todavía en-
tre las comunidades mayas contemporáneas, en ellas una casa de nueva construc-
ción es “alimentada” por ofrendas intrusivas en el piso, muchas de las cuales son
Figura 2. Templo de La Cruz, plano de ofrendas, lado oriente.
Tomado y modificado de García Moll (1985).
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perecederas, como pollos, sangre, licor e incienso (Vogt, 1976: 52). Del mismo
modo, los templos antiguos fueron “alimentados” con ofrendas colocadas en los
pisos. Los “depósitos rituales” encontrados por los arqueólogos son el resultado
de la historia del involucramiento de éstos con los materiales, lo que lleva a que
se enfaticen materiales particulares a través de la ritualización. Para comprender
mejor la historia de la práctica, es importante identificar el tipo de materiales
incluidos y la forma en que fueron organizados espacialmente, y si se depositaron
de manera intencional o no.
Detección de rastros de actos rituales
Mi interés en la materialización de los eventos rituales viene de la comprensión
de que el ritual es una práctica material, que se hace significativa a través de la
repetición y la experiencia (Joyce, 2011; Swenson, 2015). Una aproximación al
ritual centrada en la acción y la materialidad se considera aquí como una alter-
nativa a la comprensión problemática de la religión como un fenómeno transcul-
tural (para un argumento alternativo véase Fogelin, 2007). Las evidencias mate-
riales del ritual a menudo se modelan a través de la práctica repetitiva, realizada
de maneras particulares, con la inclusión de materiales específicos y en espacios
prescritos. Este patrón en las evidencias materiales forma una “deposición es-
tructurada” (Joyce, 2008; Pollard, 2010; Richards y Thomas, 1984). Los patrones
de distribución de artefactos a través del espacio y del tiempo se asumen a
menudo (no siempre) como el resultado de actos más o menos “intencionales”.
Tales prácticas repetitivas pueden analizarse para entender cómo se reproduce,
mantiene o cambia el ritual.
Yo sigo a otros al considerar el ritual, no como una categoría separada de
comportamiento o como opuesta a la acción cotidiana, sino más bien como una
forma estilizada de actuar que sirve para enfatizar aquellos componentes de lo
cotidiano (Bell, 1992; Bradley, 2003; Humphrey y Laidlaw, 1994; Joyce, 2011). Un
acercamiento arqueológico comprensivo a una arqueología del ritual intenta exa-
minar las maneras en que los materiales, la gente, los lugares y las prácticas se
acentúan, reconociendo que esas acciones estilizadas varían de cultura a cultura,
a través del tiempo y del espacio. Para identificar un evento particular como “es-
tilizado”, se debe entender qué acciones no estilizadas, o cotidianas, se practican
en esa cultura particular. A menudo, la evidencia de las acciones cotidianas se
puede encontrar en capas muy finamente estratificadas, a través del pisoteo de
la gente, el procesamiento de comida, el dormir en esteras, el vertido de basura
orgánica, etc. Y como proponemos aquí, esas capas estratificadas son también
claves para entender las acciones rituales, en especial si esas acciones incluyen
el uso de materiales orgánicos y en gran parte perecederos. Es por ello que re-
sulta necesario muestrear ambas áreas, tanto de presuntas acciones rituales y de
actividades no-rituales.
60 estudios de cultura maya lii
Una arqueología del ritual maya preocupada con la acción, la práctica y la mate-
rialidad no ignora por completo el significado o el simbolismo, sino que permite
consideraciones adicionales para explorar las muchas facetas de la ritualización y
la materialización. Sin embargo, incluso la creación de significado es un proceso
activo, que surge a través de la interacción material. Este enfoque orientado a
la acción del ritual pone de manifiesto la variabilidad y la fluidez en la materiali-
dad de los actos rituales. Si bien puede haber algunos principios estructurales
básicos en la práctica maya clásica de deposición de ofrendas, entierros u otros
eventos ceremoniales, la forma en que dichos eventos se materializaron podría
variar. Algunos eruditos han reconocido los antiguos depósitos rituales mayas,
particularmente las ofrendas intencionales en estratos, como la materialización
de una cosmología maya, una referencia simbólica a los niveles del universo y a
las cuatro direcciones cardinales del plano terrenal (Chase, 1988; Joyce, 1992).
Dependiendo de cómo un investigador excave y muestree el depósito, es posible
que se pierda tal estratificación intencional. Los investigadores sensibles a estos
“depósitos estructurados” han identificado arreglos complejos de materiales, no
como subproductos accidentales de las actividades humanas, sino como depósi-
tos intencionalmente colocados y a menudo producto de rituales significativos
(Joyce, 2008; Joyce y Pollard 2010; Pollard, 2001).
Los depósitos estructurados tienden a pasarse por alto, ya que pueden con-
tener objetos rotos y fragmentados. Mientras que uno podría asumir que los ob-
jetos rotos son un rasgo característico de los depósitos, simplemente arrojados
en su lugar de descanso final, deben considerarse, sin embargo, las relaciones
materiales y los itinerarios de los objetos que revelan una compleja historia de
transformación, movimiento, uso y deposición (Joyce y Gillespie, 2015). A lo largo
del camino, a medida que los materiales y la gente se reúnen, los valores y el
significado emergen, cambian, de modo que incluso el fragmento de un objeto
creado una vez o de una forma considerada “entera” mantiene parte de su valor
anterior, memoria y significado. El itinerario de un material, sus características
físicas y cualidades estéticas, los recuerdos y el significado que invoca, cualquiera
de éstas o todas sus características juntas pueden conducir a su ritualización. Es
por tal razón que los materiales que participaron en los antiguos rituales mayas
son a menudo muy variables y poseen diversos estados de “completitud”.
Una microarqueología del ritual
En este trabajo intentamos detectar capas finamente estratificadas, que por lo
general no se ven a simple vista. Para ello propongo la inclusión de tipos de análi-
sis múltiples con el fin de recuperar la evidencia material potencial de eventos
deposicionales singulares y la estratificación a través del tiempo, cuyo espacio
particular se santifica y se mantiene a través de repetidos eventos rituales. La
micromorfología, en conjunto con el análisis de las muestras de suelo no pertur-
johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 61
bado en bloque, cortado en secciones delgadas y visto microscópicamente, es un
método ideal para dicho propósito. Con este tipo de análisis podemos ver los
componentes presentes en una matriz y cómo están relacionados espacialmente.
Podemos buscar arreglos de microartefactos y ecofactos. Las capas compactadas
o las capas de materiales con dibujos pueden indicar una deposición intencio-
nal, resultado de la actividad humana, o pueden revelar períodos de abandono
o exposición. Por ejemplo, el análisis micromorfológico llevado a cabo en una
cueva sudafricana detectó múltiples capas finas de combustión entre el limo arro-
jado por el viento, lo que indicaba que lo que visiblemente parecía ser sólo un
episodio era de hecho una serie de eventos de combustión con períodos de
inactividad humana entre ellos (Goldberg et al., 2009). En otro estudio realizado
en el suroeste de los Estados Unidos se utilizó micromorfología para analizar
la secuencia compleja de eventos que condujeron a la terminación ritual de las
estructuras de kiva (Van Keuren y Roos, 2013). Lo que encontraron fue la presen-
cia de sedimentos no locales a la zona depositados en una gruesa capa a través
del suelo y el banco de la estructura antes de su destrucción final. Una serie de
eventos de quema fue detectada durante la destrucción del edificio. Por último, las
capas de viento y el sedimento desgastado por encima de tales episodios señalan
el abandono final. Este ejemplo particular es muy relevante para el área maya
donde los eventos de “terminación” son a menudo citados como la causa de las
capas macroscópicas de quemar y romper objetos. Sin embargo, ¿fue la “termi-
nación” el resultado de una serie de acciones ininterrumpidas o la “terminación”
ocurrió a través de etapas separadas de acciones, cada una de ellas puntuada por
períodos de inactividad?
El evento ritual es temporal. Es un momento elaborado en una serie de
momentos. Debido a su elaboración, crea memoria, la cual se comparte entre
aquellos que participaron activamente y fueron testigos del evento. Los recuer-
dos pueden ser rememorados y compartidos entre aquellos que no fueron testi-
gos ni participaron. A través de generaciones de eventos rituales esos recuerdos
se convierten en tradición, un conjunto de prácticas que se enseñan y aprenden,
alterados por momentos de creatividad. Una arqueología preocupada por la tem-
poralidad de la ritualización, la construcción de la tradición y el materialismo
activo de la memoria social necesita las herramientas necesarias para recuperar
la evidencia de la repetición y las distinciones en la materialización de tal evento.
La micromorfología no sólo se ocupa del uso del espacio horizontalmente,
sino que puede revelar la temporalidad de esas actividades en la alteración que
se produce con el tiempo. Un número de arqueólogos se han alejado de consid-
erar el “registro material” como bloques estáticos de tiempo, pues buscan en-
tender el ritmo fluido del tiempo vivido. Las interpretaciones de acontecimientos
pasados pueden ser resituadas como los momentos vividos por generaciones,
conduciendo a siglos de evidencias materiales que son alteradas, excavadas o
pisoteadas. A menudo estas huellas ocurren involuntariamente mientras que los
seres humanos, las plantas y los animales apenas se están moviendo alrededor
62 estudios de cultura maya lii
del paisaje, realizando actividades relacionadas con la vida cotidiana. En otros ca-
sos, tales evidencias se producen a través de acciones intencionales, que alteran
el espacio. Por ejemplo, un estudio etnoarqueológico llevado a cabo por Nicole
Boivin (2000) encontró que, durante los eventos señalados, como los eventos del
ciclo de vida, o durante las ocasiones de culto anual, los pisos de una casa rural
indígena fueron recubiertos y coloreados. Tomó muestras de micromorfología
de esos pisos y las comparó con muestras que recuperó del sitio arqueológico de
Ҫatalhöyük, Turquía, y encontró un patrón similar en la estratificación y tipo de los
componentes, lo que sugiere que los pasados ocupantes de Ҫatalhöyük también
recubrieron repetidamente sus paredes a un nivel bastante regular en intervalos.
Aunque sabemos que las áreas habitadas y utilizadas habitualmente se limpian
con regularidad, a menudo son los rastros microscópicos los que permanecen
como evidencia de la actividad in situ.
Al considerar los resultados de los estudios micromorfológicos realizados en
otros lugares se puede argumentar que las estructuras construidas en piedra y
las superficies estucadas de las plazas del antiguo paisaje maya proporciona-
rán unidades bien definidas para el análisis de las secuencias deposicionales. La
excavación con la técnica de la Matriz de Harris permite un mapeo complejo de
las relaciones espaciales entre las características intencionalmente construidas y las
áreas de actividad visibles. La integración de un análisis a nivel microscópico
podría revelar potencialmente huellas invisibles de materiales orgánicos en el
tejido mismo de estas áreas. Tales técnicas se aplican en contextos considerados
rituales y en otros que no lo son; este tipo de enfoque microscópico permite
la comparación de rasgos materiales que resultan en acciones distintivas y ela-
boradas. Un esquema de muestreo similar fue empleado en un estudio desa-
rrollado por Matthews et al. (1997) en el Cercano Oriente, en el cual compararon
secciones delgadas recuperadas de varias áreas de actividad y encontraron que
las áreas como altares y entierros contrastaban con las de actividades domésti-
cas. Alrededor del altar, los pisos estaban finamente enyesados, más limpios
(a diferencia de las gruesas capas para transitar) y, a veces, incluían materiales
quemados y ocre.
La micromorfología combinada con los análisis de suelos sueltos es mucho
más eficaz para identificar no sólo cómo los componentes están estratificados y
espacialmente relacionados con el tiempo, sino qué tipo de materiales y, poten-
cialmente, qué cantidad, fueron incluidos. Minerales, huesos, microartefactos,
carbono, entre otros se pueden detectar a través de la micromorfología, pero de-
pendiendo de la ubicación en el bloque desde el que se cortó la sección delgada;
una vista plana de los componentes hace que los componentes particulares, tales
como los fitolitos, sean difíciles de identificar. A veces, los fitolitos se detectan
en láminas micromorfológicas; sin embargo, los análisis de suelos sueltos, utili-
zando un proceso de extracción química, son mucho más adecuados para identi-
ficar especies de plantas. Se realizaron análisis paleoetnobotánicos, en particular
el análisis fitológico, sobre una serie de vasijas ofrendadas, colocadas labio a
johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 63
labio, en el sitio clásico maya de Black Creek, Belice, que revelaron la presencia
de maíz, calabaza, frutas, flores y esponjas marinas (Bozarth y Guderjan, 2004).
La iconografía, el texto, los relatos históricos y la etnografía confirman que los
alimentos, las flores, el copal, las resinas y el caucho se incluían a menudo en
eventos rituales como ofrendas, vestimentas de altar y festejos para participantes
rituales (Tozzer, 1941; Vogt, 1976; Stone, 2002). Sin embargo, pocos estudios
han buscado recuperar de forma explícita las evidencias materiales de estas mate-
rias, concentrándose en cambio en los objetos visibles y fácilmente recuperables.
Ello se debe en especial a la fiabilidad de los métodos disponibles, pero este tipo
de técnicas de microescala han mejorado drásticamente en las últimas décadas y
ahora se han convertido en lugar común en los estudios arqueológicos.
A través de una colaboración con el Proyecto Regional Palenque (Liendo, 2013),
un equipo especializado de investigadores recientemente tuvo la oportunidad de
emplear estas técnicas en la excavación de un grupo residencial de Palenque.
Nuestro objetivo era investigar y recuperar las capas de deposición atribuidas a
los eventos a nivel de la casa, en la atmósfera política mayor de Palenque y en
la región maya más amplia. A través del texto jeroglífico disponible recuperado
del grupo residencial y de las fechas de carbono asociadas con episodios de de-
posición y construcción, podemos considerar las generaciones de tiempo vivido
en el Grupo IV, como el hogar de Chak Sutz’.
Grupo IV
El Grupo IV es una casa de élite situada a unos 300 metros del palacio principal
de Palenque (Figura 3). El grupo de plazuela fue sometido a una investigación
arqueológica preliminar durante los años cincuenta después del descubrimiento
accidental del grupo durante la construcción de la carretera principal en el sitio
(Ruz Lhuillier, 1952). Estas primeras exploraciones recuperaron un tablero tallado,
conocido como el Tablero de los Esclavos. El panel mayor está inscrito con un
texto que identifica a Chak Sutz’, un señor subordinado o sajal del gobernante
K’inich Ahkal Mo’ Nahb, dato utilizado por los principales investigadores para
argumentar que el Grupo IV debía ser la residencia de dicho señor menor (Jos-
serand, 1991; Schele, 1986; Stuart y Stuart, 2008). El tablero inscrito, que fue
colocado en la gran estructura de dos pisos del lado occidental de la plaza, mues-
tra una escena tallada que representa al rey, K’inich Ahkal Mo’ Nahb, recibien-
do las insignias de entronización de sus padres e incluye textos que describen
momentos significativos en la vida de un importante jefe de la casa, Chak Sutz’
(Josserand, 1991). El texto identifica a Chak Sutz’, como un líder militar, un señor
bajo las órdenes de K’inich Ahkal Mo’ Nahb, y narra los logros de la vida de Chak
Sutz’ durante el siglo VIII temprano, indicando con ello que esta casa, y el grupo
de gente que allí vivía, tenía una relación con la familia gobernante. Ellos eran
claramente de una clase noble. Y así, al tomar en cuenta la serie de eventos que
64 estudios de cultura maya lii
ocurrieron en el Grupo IV y la evidencia material de los actos rituales, también
consideramos el paisaje político mayor de Palenque.
Figura 3. Plano del Grupo IV.
Dibujo de Campiani (2016).
Este grupo residencial en particular es aún más interesante, ya que las inves-
tigaciones posteriores identificaron una concentración de entierros en el lado
oriental de la plaza (Rands y Rands, 1961). Rands y Rands recuperaron un total
de 13 entierros, algunos de los cuales se colocaron uno encima del otro, desde la
roca madre, indicando una larga historia que abarca varias generaciones de even-
johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 65
tos de enterramiento. Raramente se han recuperado tales grupos de entierros en
la región maya, lo que llevó a Rands a describirlo como un “cementerio” (Rands
y Rands, 1961). Lo que está claro es una preferencia por la dirección este en los
eventos ceremoniales llevados a cabo en el Grupo IV. Proyectos posteriores di-
rigidos por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia durante
los años noventa también reconocieron este foco ceremonial orientado hacia el
este, lo que provocó nuevas excavaciones, que resultaron en la recuperación de
cinco entierros adicionales en la base de las Estructuras J6 y J7 (López Bravo,
1995; 2004).
Más recientemente, se realizaron excavaciones en el Grupo IV para definir y
reconstruir la compleja serie de modificaciones de la plaza que acompañaron a
los sucesivos entierros, además de la excavación de la Estructura J7, el edificio
oriental del grupo. Mientras que algunos análisis todavía están pendientes, en
particular los microanálisis, como la micromorfología o los análisis paleoetno-
botánicos, el objetivo era instituir una técnica de excavación de grano fino que
fuera sensitiva a la práctica repetitiva, la estratificación de la actividad con el
tiempo y la articulación de secuencias microestratigráficas dentro de los contex-
tos arqueológicos más grandes y visibles, en conjunto con aquellas otras líneas
de evidencia como los textos, la iconografía, la etnografía, etcétera.
Estructura J7, un mausoleo oriental
Los ocupantes del Grupo IV cortaron el estrato ocupacional más temprano para
construir una cripta formal forrada de piedra para lo que pudo haber sido uno de
los primeros fundadores del linaje, convertido en antepasado (Figura 4). La crip-
ta fue construida con dos nichos en el lado oriental y occidental, lo cual resultó
en un diseño cruciforme. Se han encontrado enterradas construcciones similares,
con nichos construidos, en otras áreas de Palenque, como el Grupo A (Blom, 1923:
figura 117) o una tumba en el Grupo Norte (San Román Martín, 2005). Toda la
construcción fue luego estucada antes de colocar con cuidado a un solo hombre
de 25 a 35 años. El individuo llevaba orejeras y un collar con tres cuentas de
jade. Se encontró un malacate de piedra caliza tallada directamente debajo de la
pelvis. Una única vasija, que contenía lo que parecía ser sólo tierra, fue colocada
como ofrenda en el nicho occidental. Como la vasija estaba hecha pedazos, se
tomaron muestras de los tiestos para someterlos a análisis de fitolitos con el
fin de identificar potenciales restos de plantas, además de muestras que fueron
sometidas a análisis químicos (cuyos resultados están pendientes). También se
recuperaron muestras sistemáticas de sedimentos sueltos a lo largo de la tumba
bajo el cuerpo para realizar análisis químicos. No fue posible recuperar muestras
de suelo en bloque para micromorfología en este contexto, ya que la matriz en la
que descansaba el cuerpo era delgada y estaba directamente encima de las lajas
calizas cubiertas de estuco, colocada como un piso sobre la roca madre.
66 estudios de cultura maya lii
Las fechas de radiocarbono indican que poco después de sellar el entierro
con una serie de lajas, fue construido un altar grande y cuadrado directamente
encima de este individuo, aunque resulta difícil decir cuánto tiempo en meses o
años. Sin embargo, las muestras de micromorfología revelan la existencia de un
evento entre el sellado del entierro y la construcción del altar. La presencia de
carbón y estratos de microartefactos en un suelo muy poblado revela una superfi-
cie de plaza habitada. La muestra de micromorfología tomada sobre la superficie
de la plaza reveló una capa de material rocoso rico en arcilla depositado antes de
la construcción del altar de piedra. Esta capa era estéril y sin artefactos. Por cerca
de una generación (unos 60 años), el altar estuvo en el lado oriental de la plaza
como un lugar en el que los vivos podían visitar y rendir culto a su antepasado
colocado debajo (Figura 5). Se encontraron áreas concentradas de combustión
en la base del altar y en la parte superior del altar. El área quemada fuera del
altar fue extensamente muestreada para la datación por radiocarbono, estudios
paleoetnobotánicos o PEB y análisis químicos. Los macroartefactos en este con-
texto incluyen un vaso de incensario y los restos de cuatro peces: una mojarra,
dos tenguayacas y un pejelagarto.2 Además, había restos de tortugas y conchas
de xute quemadas in situ. Los resultados preliminares indican que el pino estuvo
presente en este evento de quema.3 Dicha especie no es local de Palenque, por
lo que debió obtenerse fuera de la ciudad. Los estudios botánicos llevados a
cabo en contextos rituales en otras partes de la región maya a menudo han re-
2 C. Varela, comunicación personal.
3 F. Trabanino, comunicación personal.
Figura 4. Plano del entierro central de la Estructura J7.
Dibujo de la autora.
johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 67
cuperado restos de dicha conífera, y en esos casos se trataba de un recurso no
local. El pino estuvo presente en eventos rituales realizados en cuevas de Belice
(Morehart, Lentz y Prufer, 2005), y en contextos rituales del sitio de Xunantu-
nich, Belice (Lentz et al., 2005), así como en una de las ofrendas más tempranas
y elaboradas de Caracol, Belice (Chase y Chase, 2006). En cada caso, se obtuvo
de otros lugares para la ocasión. Incluso hoy en día, los mayas contemporáneos
a menudo incluyen ramas y agujas de pino en sus altares domésticos y celebra-
ciones. Los relatos etnográficos describen la cama de acículas colocada alrededor
del altar como una barrera protectora entre el especialista ritual y el monstruo
de la tierra (Vogt, 1976).
Figura 5. Plano ilustrativo de la Estructura J7.
Dibujo de la autora.
68 estudios de cultura maya lii
Las muestras sueltas fueron recuperadas de la superficie estucada del altar,
particularmente en el área concentrada de la combustión, para el PEB y la da-
tación por radiocarbono. Las muestras sistemáticas se obtuvieron a lo largo de
la superficie para los análisis químicos. El análisis PEB preliminar sugiere que
algunas ofrendas de ceiba fueron quemadas en la superficie del altar (Cuadro 1).
El árbol de la ceiba era sagrado para los antiguos mayas, y a menudo fue repre-
sentado en monumentos de piedra y vasos policromos (Zidar y Elisens, 2009).
Con una metodología intensiva, nuestra meta radicó en recuperar la evidencia
material de aquellas acciones que a menudo vemos representadas.
Muestra Contexto C14 Fecha en los años
calendarios
PREP400-09-11
Evento de quemado
en el relleno de
construcción
1353 ± 27 b.p.
Calibrado a AD
636 - 710
(91.6 % probabilidad)
PREP400-20-31 Quemado en la
supercie del altar 1433 ± 23 b.p.
Calibrado a AD
583 - 654
(95.4 % probabilidad)
PREP400-44-44 Entierro bajo el altar 1441 ± 24 b.p.
Calibrado a AD
576 - 651
(95.4 % probabilidad)
PREP400-47-49 Directmente sobre
roca madre 1505 ± 22 b.p.
Calibrado a AD
534 - 616
(90.5 % probabilidad)
Cuadro 1. Fechas de radiocarbono de la Estructura J7 del Grupo IV, Palenque.
Además, se tomaron muestras de suelo en forma de bloques en la superficie
y la base del altar para estudios de micromorfología. La combinación de técnicas
analíticas permitirá la identificación de los componentes de la matriz, el tipo de
materiales presentes y, en el caso de la micromorfología, su disposición espacial a
medida que se establece en el tiempo. La datación por radiocarbono ha confirma-
do hasta el momento que el altar estuvo expuesto y en uso por una generación al
menos. Visible a la escala macroscópica, existe un área concentrada de quema en
el altar, y suponemos que sería el resultado de un evento. Sin embargo, los análi-
sis microscópicos pueden revelar continuas y repetidas quemas durante eventos
distintivos de veneración y ofrenda.
Después de casi 60 años de uso, la siguiente generación construyó un edificio
cuadrado alrededor del altar, enterrándolo de forma definitiva dentro del núcleo
de la estructura (Figura 6). Antes de que se terminara dicha estructura, se lleva-
ron a cabo múltiples quemas directamente en el relleno de construcción. Estas
áreas concentradas de combustión en el relleno también se muestrearon para su
datación por radiocarbono y análisis de PEB. Los resultados preliminares sugieren
johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 69
la presencia de pimienta y pino, dos sustancias que producen un olor distinti-
vo. El Grupo IV presentaba una estructura formal de mausoleo, siguiendo otros
grupos residenciales identificados en Palenque, como los Grupos B y C (López
Bravo, 2004). Este arreglo arquitectónico sería similar al de otras ciudades mayas
clásicas, tales como Caracol y Tikal, conocido con el nombre de Plan de Plaza 2
(Becker y Jones, 1999).
Figura 6. Ilustración de la Estructura J7 con el entierro y el altar
seguidos por múltiples eventos de quemado. Dibujo de la autora.
Conclusiones
La narración que se inscribió en el monumento de Chak Sutz’ describe, en más
de una ocasión, un “bulto humeante de la sucesión” (Josserand, 1991: 28). El
humo y la quema de sustancias, como el incienso, los alimentos, las resinas o el
caucho, acompañaba una serie de eventos rituales entre los mayas antiguos, y
aún entre los contemporáneos. La gama de rituales representados en la ciudad
de Palenque, ya sea conmemorando a una deidad u honrando un antepasado, a
menudo incluía materiales orgánicos. Las ofrendas al interior de los templos de
Palenque fueron recuperadas hace décadas, cuando los métodos aquí propuestos
eran inexistentes o estaban en sus inicios. Aprovechando las técnicas analíticas
modernas, las excavaciones del Grupo IV han demostrado que, como parte de
las ceremonias residenciales, la combustión y el humo de diversas sustancias
era una característica predominante de los acontecimientos rituales. Los relatos
etnográficos del ritual y de las ceremonias de sanación entre los mayas con-
temporáneos describen la quema como medio para dedicar ofrendas. A través
del fuego, los materiales se transforman en humo, elevándose a otros mundos
donde reside lo sobrenatural (Brown, 2004; Vogt, 1976). El personaje enterrado
70 estudios de cultura maya lii
profundamente dentro de la estructura del Grupo IV de Palenque, bajo el altar
temprano, era claramente un antepasado importante de la casa de Chak Sutz’.
Durante el período Clásico Tardío, en el momento en que las estructuras con un
mausoleo al este fueron más frecuentes en las tierras bajas, allí se construyó una
estructura oriental más formal, de acuerdo con la tradición maya más amplia.
Stuart (1998) ha argumentado que el fuego y la quema de incienso, tal como
se describe en el texto clásico maya, era un componente común de las ceremo-
nias de renovación de las casas. La combustión que se produjo directamente en
la superficie del altar, así como el incienso quemado y los restos de pescado en la
base del altar, fueron destinados a “alimentar” al antepasado colocado debajo.
El trabajo etnoarqueológico reciente ha revelado que éste es el caso entre los
grupos mayas contemporáneos en los que la quema de materiales constituye un
medio para alimentar a los dioses:
For Maya ritual practitioners, the act of burning is key to rites. It transforms the
copal incense, blood, chocolate, chili, tallow, rum, sweet bread, or tobacco into
smoke, thereby rendering it into a state appropriate for consumption by the dei-
ties. Thus, by burning offerings, ritual participants “feed” the deities, offering them
aromatic items and enticing them into a relationship based on ritual reciprocity and
commensality in this site of exchange4 (Brown, 2004: 37).
Una arqueología relacionada con la materialización de los eventos rituales pre-
guntaría ¿qué estaban quemando? y ¿con qué frecuencia lo quemaban? La exca-
vación arqueológica macroscópica tradicional no sería adecuada para responder a
esas preguntas. La quema que ocurrió dentro del relleno durante la construcción
del edificio posterior fue, como sugirió Stuart, un acto para alimentar a la nueva
construcción con el fin de albergar en su interior al antepasado. La investigación
realizada en la Estructura J7 del mausoleo oriental del Grupo IV es un buen
ejemplo de la época en que la epigrafía, los textos, la etnografía y las evidencias
materiales recuperadas a través de la arqueología se unen para proporcionar una
comprensión más completa del evento ritual.
4 Para los practicantes de rituales mayas, el acto de quemar es la clave de los ritos. Transforma
el incienso del copal, la sangre, el chocolate, el chile, la cera, el ron, el pan dulce o el tabaco en
humo, convirtiéndolos así en un estado apropiado para el consumo de las deidades. Por lo tanto, al
quemar ofrendas, los participantes en el ritual “alimentan” a las divinidades, ofreciéndoles elementos
aromáticos y atrayéndolos hacia una relación basada en la reciprocidad y la comensalidad ritual en
este lugar de intercambio. (Traducción de la autora)
johnson / siguiendo los rastros de los depósitos rituales en palenque 71
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... El Grupo IV se ubica al noroeste del centro de la ciudad, y por su tamaño y arquitectura elaborada, se sugiere que estuvo habitado por un linaje de élite no real (Figura 2). Las dataciones de radiocarbono recientemente obtenidas permitieron fechar las estructuras más antiguas del Grupo IV para el siglo VI (Johnson, 2018a). La secuencia cerámica asociada a las distintas etapas constructivas del conjunto confirmó la fecha temprana de inicio de vida del grupo doméstico, misma que duraría hasta el final de la dinámica histórica de Palenque (Marken y González Cruz, 2007). ...
... La Sepultura 14 es de las más fastuosas encontradas en el Grupo IV (Johnson, 2018a). Se encuentra bajo un altar, que en el pasado fue a su vez tapado por la Estructura J7. ...
... Se encuentra bajo un altar, que en el pasado fue a su vez tapado por la Estructura J7. Fechas de radiocarbono permitieron establecer que el entierro pertenece a la fase más antigua de vida de este conjunto doméstico y fue el fulcro de la vida ceremonial funeraria del linaje del Grupo IV durante las primeras décadas (Johnson, 2018a). La sepultura es una cista cruciforme con dos nichos especulares de piedras de caliza careadas, que estaba tapada por cuatro estratos de lajas y dos de estuco (Johnson, 2018b). ...
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El análisis de los bienes funerarios aporta información acerca de la ritualidad de las poblaciones prístinas. La presente investigación aspira a ampliar el conocimiento acerca del uso funerario de los malacates entre los mayas prehispánicos. Estos objetos son generalmente interpretados como parte de la identidad de los individuos enterrados. Sin embargo, en Palenque los malacates se encuentran depositados en contextos que presentan evidencia de rituales póstumos y manipulación secundaria de las osamentas. Se escrudiñan con detalle seis contextos funerarios recientemente excavados en el Grupo IV, un conjunto doméstico de elite del sitio de Palenque. Estas sepulturas son comparadas con entierros de otros grupos domésticos y con un ejemplo de la realeza: el sarcófago de la Reina Roja. Fuentes iconográficas, históricas y etnográficas permitieron inferir que los malacates en Palenque se utilizaban para llevar a cabo ritos póstumos que involucraban la producción de hilo para materializar una ruta de comunicación con los ancestros.
... La muestra obtenida en la esquina suroeste de la Estructura J3 del Grupo IV de Palenque presenta rasgos que son comunes a los rituales de terminación (Aimers, Hoggarth y Awe, 2020: Tabla I) y a las fiestas (Dietler y Hayden, 2001;Shelton, 2008;Tsukamoto, 2017), pero también con aquellos que corresponden a determinados rituales relacionados con el culto a los antepasados (Johnson, 2018a(Johnson, , 2018b) y a aquellos que manifiestan una naturaleza dedicatoria; éste constituye un caso más que aumenta la dificultad de concretar la actividad cultural que representa. ...
... La muestra obtenida en la esquina suroeste de la Estructura J3 del Grupo IV de Palenque presenta rasgos que son comunes a los rituales de terminación (Aimers, Hoggarth y Awe, 2020: Tabla I) y a las fiestas (Dietler y Hayden, 2001;Shelton, 2008;Tsukamoto, 2017), pero también con aquellos que corresponden a determinados rituales relacionados con el culto a los antepasados (Johnson, 2018a(Johnson, , 2018b) y a aquellos que manifiestan una naturaleza dedicatoria; éste constituye un caso más que aumenta la dificultad de concretar la actividad cultural que representa. ...
... Es un espacio residencial que organiza un barrio o sector de esta ciudad del Clásico maya compuesto por 23 patios que se subordinan social, económica, política y ritualmente a él. Tal espacio fue incluido en el plano de Palenque por F. Blom (1982) en 1923, y descrito más tarde por H. Berlin (1991: 379) en 1940, aunque no tuvo una exploración más detenida, si bien aún muy limitada, hasta las intervenciones de Alberto Ruz (1952) y Barbara y Robert Rands (1961) a inicios de los años cincuenta del pasado siglo; finalmente, el Grupo IV fue de nuevo parcialmente investigado en 1993 (López Bravo, 1995), y desde 2016 ha sido objeto de atención arqueológica intensiva por varios equipos combinados de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de California y la Universidad Complutense de Madrid (Johnson, 2018a(Johnson, , 2018bLiendo, 2020;Ciudad, Adánez y García, 2020). ...
... Al igual que los templos funerarios, estos lugares fueron concebidos para albergar una o más inhumaciones iniciales, con la posibilidad de ir agregando otras, e incluso hacer manipulaciones en sus contenidos. Otra particularidad de los mausoleos es que, conforme se iban rellenando los cajones durante su fabricación, los constructores colocaban concentraciones de cerámica fragmentada, restos de fauna procesados como alimentos, semillas y carbón, productos que se quemaban in situ, y que podrían corresponder a restos de comidas preparadas para celebraciones de reconocimiento, sustentación y petición de favores a los antepasados (Johnson 2018a(Johnson , 2018bCiudad & Varela 2021). ...
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La nobleza maya trazó una compleja red de diseños culturales para mantener y ampliar su posición de privilegio en el conjunto del tejido social de su tiempo, emulando, en la medida de lo posible, los comportamientos de la realeza, sus actos y su cultura. El análisis de los contenedores de cuerpos humanos depositados en el Grupo Residencial IV de Palenque, considerada una de las más conspicuas sedes de la élite de esta ciudad, y su comparación con los inhumados en otros conjuntos habitacionales de la nobleza no real, devela algunas de las estrategias desarrolladas por estos estamentos privilegiados. Además, permite cotejar las prácticas sociales de la alta sociedad palencana en relación con la población que estuvo a su cargo.
... The architectural layout of Group IV reflects pan-Maya customs and beliefs, with several structures arranged around the central open plaza (Becker, 2003). The buildings on the West (J1, J2, and J3) served mostly residential and administrative function, while ritual and funerary functions were assigned to J6 and J7, on the Northeastern side of the patio (Johnson, 2018a(Johnson, , 2018bLópez Bravo, 1995;Fig. 5). ...
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Mortuary archaeology in the Maya region is complicated by both cultural and natural factors. Distinctive funerary depositional and post-depositional secondary activities, in addition to tropical climate, contribute to the complexity of pre-Hispanic Maya funerary practices. This paper proposes to merge 2D and 3D recording data to obtain a comprehensive understanding of the taphonomic phenomena that affect heavily altered burials at the site of Palenque, Mexico. Employing an archaeothanatological approach, we argue that careful 3D imaging, integrated with earlier produced legacy data, provides additional insight into the formation processes of funerary contexts compared to previous methods. Digital photogrammetric analyses improve our capacity to reconstruct joint articulations of the body and its original funerary deposition in situ. The results of this research elucidate the intentional activities that led to the archaeological arrangement of the grave assemblage. By noticing the degree of articulation and clarifying the pace at which bodies decomposed, these results showcase the depositional sequence of one collective mixed burial from Group IV, a domestic compound in Palenque. These results suggest the viability of 3D methodologies in assessing post-depositional disturbances and movements of the body, both for illuminating funerary taphonomic practices and serving as important recording procedures for the future.
... The architectural layout of Group IV re ects pan-Maya customs and beliefs, with several structures arranged around the central open plaza (Becker, 2003). The buildings on the West (J1, J2, and J3) served mostly residential and administrative function, while ritual and funerary functions were assigned to J6 and J7, on the North-eastern side of the patio (Johnson, 2018b(Johnson, , 2018aLópez Bravo, 1995;López Bravo, 1995 ; Fig. 5). ...
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Mortuary archaeology in the Maya region is complicated by both cultural and natural factors. Distinctive funerary depositional and post-depositional secondary activities, in addition to tropical climate, contribute to the complexity of pre-Hispanic Maya funerary practices. This paper proposes to merge 2D and 3D recording data to obtain a comprehensive understanding of the taphonomic phenomena that affect heavily altered burials at the site of Palenque, Mexico. Employing an archaeothanatological approach, we argue that careful 3D imaging, integrated with earlier produced legacy data, provides additional insight into the formation processes of funerary contexts compared to previous methods. Digital photogrammetric analyses improve our capacity to reconstruct joint articulations of the body and its original funerary deposition in situ. The results of this research elucidate the intentional activities that led to the archaeological arrangement of the grave assemblage. By noticing the degree of articulation and clarifying the pace at which bodies decomposed, these results showcase the depositional sequence of one collective mixed burial from Group IV, a domestic compound in Palenque. These results suggest the viability of 3D methodologies in assessing post-depositional disturbances and movements of the body, both for illuminating funerary taphonomic practices and serving as important recording procedures for the future.
... Por el lado oeste se hallan los edificios J1, J2 y J3 los cuales han arrojado evidencia de haber sido espacios netamente domésticos (López, 1995(López, , 2000Varela, 2021). Hacia el lado este, dos edificios cierran el patio (J6 y J7), se trata de dos pequeñas estructuras escalonadas en cuyo interior se han encontrado los restos de los ancestros principales del grupo residencial (Johnson 2018a(Johnson , 2018b. Al pie de estas estructuras las excavaciones han revelado un número considerable de entierros corroborando que este espacio fungió como un cementerio familiar (Liendo, 2018;López 1995López , 2000Marken y González, 2007). ...
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Excavaciones recientes en el Grupo IV de Palenque, un conjunto habitacional de élite, han arrojado la aparición de un número considerable de peces dulceacuícolas, señalando que estos fueron parte habitual de la dieta. Así mismo, su presencia no se limita únicamente al ámbito doméstico, sino también a depósitos rituales en contextos mortuorios y de renovación arquitectónica, patrón que indica que fueron simbólicamente relevantes para la sociedad maya antigua. A partir de un estudio interdisciplinario, el presente trabajo aborda el estudio taxonómico de los peces dulceacuícolas de Palenque y explora el papel simbólico que jugaron entre los mayas del período Clásico.
... lógicos y artefactos líticos, entre otros (MacLellan, 2019: 1257, 1260, figura 7). Es importante considerar que las evidencias materiales (macro-residuos) claramente identificables en los contextos arqueológicos de ofrenda, son sólo una parte de un complejo ritual más amplio que muy posiblemente incluyera micro-residuos que no dejan trazas evidentes como la materia orgánica (plantas, alimentos, semillas y velas, entre otros) (Johnson, 2018). La evidencia material más clara asociada al altar son las concentraciones de piedras quemadas en puntos específicos cercanos al altar y los fragmentos de cerámica, lítica y piedras de molienda. ...
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Yaxnohcah fue un asentamiento de gran tamaño con múltiples complejos cívico-ceremoniales dispersos en más de 40 km2. Este sitio tuvo una ocupación continua desde el Preclásico Medio (1000-400 a.C.) hasta el Posclásico Temprano (400 a.C.-200 d.C.). El arreglo urbano que sobresale corresponde, principalmente, al Preclásico Tardío. Este artículo se centra en uno de los principales nodos periur-banos denominado Complejo Grazia, que comprende una plataforma monumen-tal con un grupo triádico, una cancha de juego de pelota y estructuras menores. Las excavaciones revelan diferentes momentos constructivos ocurridos durante el Preclásico Tardío, posiblemente iniciando en el Preclásico Medio, y evidencia de actividades rituales. Al pie del grupo triádico encontramos depósitos rituales en distintos niveles de ocupación, y trazas de actividades de quema; sugiriendo la importancia de estas prácticas para la comunidad mediante su repetición en el tiempo, como parte de procesos de creación y significación del lugar o (placemaking). El depósito más tardío es un fogón asociado a un altar y una ofrenda con arreglo triádico. Este depósito representa uno de los ejemplos más tempranos del equivalente conceptual de los fogones domésticos y el lugar de las tres piedras en las tierras bajas mayas, aportando información sobre la integración de rituales domésticos asociados con fogones para cocinar y alimentar a los dioses dentro de las expresiones públicas de la ideología religiosa vinculada con el surgimiento de los gobernantes. En este trabajo abordamos las prácticas rituales del Complejo Grazia como elementos integradores de la comu-nidad local, así como sus implicaciones con respecto al paisaje urbano de Yaxnohcah. During the Middle (1000-400 BC) and Late (400 BC-AD 200) Preclassic perio-ds, Yaxnohcah was an extensive settlement containing more than 15 civic-ceremo-nial complexes spread over 40 km2. Our research focuses on one of the principal peri-urban nodes known as the Grazia Complex, which consists of a monumental platform featuring a triadic group, a ballcourt, and other minor structures. Exca-vations revealed several construction phases, as well as the remains of repetitive ritual activities. A hearth associated with an altar and a cache deposit with a triadic layout was uncovered on the platform in front of the triadic group. This deposit and its location represent one of the earliest and clearest examples of the conceptual equivalence of household hearths and three stone places in the Maya lowlands. It provides explicit evidence for the replication of household ritual associated with cooking hearths to the public ritual analog, feeding the gods, a religious ideology intimately related to the emergence of kings. Below the Late Preclassic triadic hearth, we identified an earlier altar, and below that, a much earlier Middle Preclassic hearth that probably preceded construction of the triadic group. These ritual contexts evidence the antiquity of community ritual practices at Grazia that involve repetitive ritual burning associated with pla-cemaking activities. Here, we focus on ritual practices as vehicles to construct social relations within the local community, and their implications for the urban landscape at Yaxnohcah.
... lógicos y artefactos líticos, entre otros (MacLellan, 2019: 1257, 1260, figura 7). Es importante considerar que las evidencias materiales (macro-residuos) claramente identificables en los contextos arqueológicos de ofrenda, son sólo una parte de un complejo ritual más amplio que muy posiblemente incluyera micro-residuos que no dejan trazas evidentes como la materia orgánica (plantas, alimentos, semillas y velas, entre otros) (Johnson, 2018). La evidencia material más clara asociada al altar son las concentraciones de piedras quemadas en puntos específicos cercanos al altar y los fragmentos de cerámica, lítica y piedras de molienda. ...
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During the Middle (1000–400 BC) and Late (400 BC–AD 200) Preclassic periods, Yaxnohcah was an extensive settlement containing more than 15 civic-ceremonial complexes spread over 40 km2. Our research focuses on one of the principal peri-urban nodes known as the Grazia Complex, which consists of a monumental platform featuring a triadic group, a ballcourt, and other minor structures. Excavations revealed several construction phases, as well as the remains of repetitive ritual activities. A hearth associated with an altar and a cache deposit with a triadic layout was uncovered on the platform in front of the triadic group. This deposit and its location represent one of the earliest and clearest examples of the conceptual equivalence of household hearths and three stone places in the Maya lowlands. It provides explicit evidence for the replication of household ritual associated with cooking hearths to the public ritual analog, feeding the gods, a religious ideology intimately related to the emergence of kings. Below the Late Preclassic triadic hearth, we identified an earlier altar, and below that, a much earlier Middle Preclassic hearth that probably preceded construction of the triadic group. These ritual contexts evidence the antiquity of community ritual practices at Grazia that involve repetitive ritual burning associated with placemaking activities. Here, we focus on ritual practices as vehicles to construct social relations within the local community, and their implications for the urban landscape at Yaxnohcah.
... Las excavaciones llevadas a cabo entre 2016-2018 en el marco del Proyecto Regional Palenque (PREP) (Liendo Stuardo et al., 2017) en el área Este del Grupo, en correspondencia del conjunto dominante, han evidenciado la modificación y nivelación del patio con el fin de disponer de una plaza en donde se enterraron los individuos del Grupo, mientras que los ancestros se sepultaron en altares posicionados en el Este de los conjuntos (Johnson, 2018a(Johnson, , 2018b, de acuerdo al esquema Plaza Plan 2 propuesto por Becker (2014). ...
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En este artículo me interesa abordar dos temas estrechamente relacionados: construcción y percepción del entorno urbano en la ciudad de Palenque, Chiapas, durante el Clásico Tardío. A partir del estudio de la morfología urbana de Palenque, y con el uso de herramientas de análisis de un Sistema de Información Geográfica, me interesa evidenciar la intencionalidad en el posicionamiento de edificios significativos con el fin de crear visuales impactantes, y explorar de qué manera la percepción del entorno hubiera cambiado de acuerdo a la urbanidad de los actores, es decir, conforme a su condición en la ciudad y el vivir juntos experimentando al otro. Para estos fines, considero diferentes aspectos del asentamiento, como lo son la inversión en mano de obra, la presencia de infraestructura y el acceso a los recursos, la sectorización en grupos y su diversa distribución. Propongo que estos elementos, aunados a la circulación y la visibilidad, apuntan hacia específicas estrategias de planeación, pero también sugieren diferencias de estatus entre sectores de la ciudad y, por ende, entre sus habitantes.
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Las Ruinas de Arenal is a small "major" Lowland Maya center located at the southwest edge of the upper or western Belize Valley. This paper presents a preliminary description of Las Ruinas in formal, spatial, and temporal terms and reports the results of two short seasons of archaeological investigations carried out there in 1991 and 1992. Some aspects of the site's likely cultural, historical, and sociopolitical significance also are discussed.
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The main objective of this review is to consider what archaeology can contribute to general anthropological theories on "ritual in its own right" and to highlight the potential for advancing knowledge about ritual experience as a distinctive material process. An examination of the exceptional material frame marking ceremonial events demonstrates the value of ritual as a heuristic and challenges archaeologists who privilege the interpretation of religion, affect, ontology, or cultural rationalities as necessarily determinative of the ritualization process. Therefore, archaeologists should not interpret ritual places and residues as immediate proxies of other sociopolitical realities but instead should base their inferences on cross-contextual analyses of archaeological data sets. Ultimately, attention to the amplified materialization of the ritual process, often entailing the performative bundling of disparate material items in archaeological deposits, permits a re-evaluation of theories proposing that ritual is intimately connected to agency and power.