Content uploaded by Eduardo Planos
Author content
All content in this area was uploaded by Eduardo Planos on May 12, 2018
Content may be subject to copyright.
Cambio climático y medio ambiente en Cuba. Formulación
de políticas y medidas de adaptación para el bienestar
humano y funcionamiento de la sociedad
Climatic change and environment in Cuba. Formulation of politics and
adaptation rules for the human welfare and working of society
Dr. Eduardo O. Planos Gutiérrez
Instituto de Meteorología de Cuba. Email: eduardo.planos@insmet.cu
RESUMEN. Cuba es abanderada de las ideas más revolucionarias del pensamiento científico,
dentro del cual, el tema del cambio climático es uno de sus mayores exponentes. Existe un alto
entendimiento político de este fenómeno y de la amenaza que al desarrollo del país representa; el
cambio climático está explícito en los lineamientos de la política económica y social del Partido y
la Revolución, que definen claramente la necesidad de fortalecer las directivas y los programas de
ciencia, tecnología e innovación, dirigidos al enfrentamiento del cambio climático. Sin embargo,
aún hay desconocimientos y barreras que atender con urgencia, particularmente, en la introducción
oportuna de los resultados científicos en la práctica, para lograr que las proyecciones de desarrollo
a mediano y largo plazos tengan en cuenta los impactos del cambio climático, a través de la
implementación de medidas adecuadas de adaptación. Este artículo reflexiona sobre aspectos
conceptuales vitales para la adaptación al cambio climático, y expone los vacíos y las barreras
fundamentales que existen para la comprensión y aplicación del conocimiento alcanzado sobre el
cambio climático y sus impactos en Cuba.
Palabras clave: cambio climático, impacto, adaptación, mitigación.
ABSTRACT. Cuba is standard-bearer for the most revolutionary ideas of scientific thought, and
the climate change is an important part of this advanced mindset. As a sign of political
understanding of this phenomenon, climate change is explicit in the guidelines of the Communist
Party and there is a governmental program for the adaptation and mitigation of climate change.
But there are still unknowns and barriers, which should be urgently addressed as the relationship
between knowledge generation and its timely introduction in practice, and especially in the
development policies in the medium and long term. This article reflects on these issues.
Keywords: climate change, impacts, adaptation, mitigation.
Introducción
Cuba es abanderada de las ideas más revolucionarias del pensamiento científico, y el tema del
cambio climático es parte importante de esta avanzada mentalidad. Desde la década del ochenta
del pasado siglo, el gobierno cubano se interesó por estudiar el impacto del aumento del nivel del
mar en el Archipiélago; en 1991 estableció la Comisión Nacional sobre el Cambio Climático,
coordinada por el Instituto de Meteorología, que tuvo la responsabilidad de preparar, en 1992, el
informe “Evaluación preliminar de los impactos del Cambio Climático”. Durante la Cumbre de
Rio, también en 1992, el líder de la Revolución cubana pronunció un memorable discurso, en que
haciendo alusión a la catástrofe ambiental que se avecinaba, afirmó: “una importante especie
biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones
naturales de vida: el hombre”, y donde juzgando las causas del deterioro ambiental existente,
expresó: “han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos
catastróficos que ya empezamos a padecer”, en plena alusión a la fuerza motriz principal del
cambio climático, las emisiones de gases de efecto de invernadero.
Desde entonces, el tema es parte esencial de la política nacional. Y como muestra del
entendimiento político de este fenómeno y de sus implicaciones, la cuestión del cambio climático
está claramente explícita en los lineamientos de la política económica y social del Partido y la
Revolución, donde particularmente, el lineamiento 107 indica: “Acelerar la implantación de las
directivas y de los programas de ciencia, tecnología e innovación, dirigidos al enfrentamiento del
cambio climático, por todos los organismos y entidades, integrando todo ello a las políticas
territoriales y sectoriales, con prioridad en los sectores agropecuario, hidráulico y de la salud.
Elevar la información y capacitación que contribuya a objetivizar la percepción de riesgo a escala
de toda la sociedad.” (PCC, 2016).
Parte importante de las acciones nacionales ante este fenómeno, ha sido el Programa de
Enfrentamiento de la Sociedad Cubana al Cambio Climático, que se desarrolla desde 2007, y que
actualmente transita hacia una estrategia de enfrentamiento, que convoca a todos los organismos
del Estado a incluir en su trabajo y proyecciones esta importante temática, lo cual se hace mediante
unas directivas de gobierno. Consecuentemente, el tema ocupa lugar cimero en las prioridades de
la ciencia, por lo que existe un Programa de Ciencia Tecnología e Innovación denominado Cambio
Climático en Cuba: Impactos, Mitigación y Adaptación. Son muchos los proyectos que se ejecutan
directa o indirectamente en el tema del cambio climático.
La Segunda Comunicación Nacional a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio
Climático (Instituto de Meteorología, 2015) demostró cuanto se ha avanzado en la comprensión
política, científica y cultural de este importante problema. Sin embargo, aún hay desconocimientos
y barreras que atender con urgencia, principalmente, en la relación entre la generación de
conocimientos y su introducción oportuna en la práctica, y en las políticas de desarrollo a mediano
y largo plazos.
Variaciones y cambios en el régimen climático e hidrológico de Cuba
El clima de Cuba en la actualidad tiene un estado similar al proyectado por el IPCC para un
efecto invernadero intensificado en la atmósfera terrestre. Lo anterior significa que, respecto al
período 1961-1990, existe un incremento de la temperatura superficial promedio del aire de 0.9oC;
un aumento de la temperatura mínima promedio en 1.9oC; una reducción significativa del rango
diurno de la temperatura; mayor frecuencia de sequías prolongadas y severas, principalmente en
el verano; un aumento de las grandes precipitaciones en invierno; y la reducción, en un 10%, de la
precipitación anual (Figura 1). También se ha producido un acrecentamiento de las temperaturas
de la superficie del mar y de la capa baja de la troposfera.
El régimen hidrológico también ha cambiado. Se ha venido produciendo una reducción
progresiva de los recursos hídricos potenciales del país, que se refleja fuertemente en la
disminución del volumen de agua aprovechable, como resultado, no solo de la reducción de la
precipitación, sino también, por la elevación de la competencia existente por el agua entre los
ecosistemas y la demanda humana (Planos, 2014). A finales de la década del 70 del pasado siglo,
los recursos hídricos potenciales se estimaban en 38 km3 y en la década del 90 se redujeron a 30
km3. La tabla 1 muestra la evolución de los recursos hídricos en el país según distintos autores.
Figura 1. Variabilidad de la temperatura y la precipitación anual en Cuba (a)
Variabilidad y tendencias de la temperatura del aire promedio máxima, media y
mínima, (b) Variabilidad y tendencias de la precipitación en el período seco,
promedio anual y período húmedo
Tabla 1. Evaluaciones de la disponibilidad de recursos hídricos en Cuba
Período
Recurso
potencial
(km3)
Recurso
aprovechable
(km3)
Autor
1931 -1972 38.0 24 INRH, 1986
1961 - 1990 30.0 18 Planos. 1998
2014 31.9 No estimado Batista, 2014
El futuro clima de Cuba pudiera describirse como más árido y extremo, caracterizado por
prolongados y frecuentes procesos de sequía y severos déficit de agua. Los paisajes secos de la
zona oriental se intensificarán y progresivamente se irán estableciendo en el resto del país;
produciéndose una transformación del clima tropical húmedo a subhúmedo seco, con amenazas de
procesos de desertificación (Paz, 2010).
Los escenarios climáticos que han sido estimados para Cuba corroboran lo expresado en el
párrafo anterior. Según los estudios realizados, la temperatura media del aire pudiera
incrementarse hasta 4.5oC, acompañada por una significativa reducción de la precipitación, que
localmente oscilaría entre un 10 y 50%; también se producirán notables variaciones en el resto de
las variables meteorológicas y el incremento del nivel medio del mar podría alcanzar hasta 85 cm
(Macroproyecto, 2010). Estos escenarios producirían un deterioro general del medio ambiente,
como consecuencia de la reducción del potencial hídrico a escala regional; la pérdida de tierra
firme en zonas costeras bajas; el empobrecimiento del suelo; la disminución del rendimiento
agrícola en cultivos fundamentales de la dieta nacional; la pérdida de la diversidad biológica,
principalmente en zonas costeras; la afectación de asentamientos humanos costeros; el incremento
de enfermedades trasmisibles y el consecuente impacto sobre la actividad económica en general.
El reto de la adaptación
La adaptación es el ajuste de los sistemas humanos o naturales frente a entornos nuevos o
cambiantes. Particularmente, la adaptación al cambio climático se refiere a los ajustes en sistemas
humanos o naturales, como respuesta a estímulos climáticos proyectados o reales, o sus efectos,
que pueden moderar el daño o aprovechar sus aspectos beneficiosos. Se pueden distinguir varios
tipos de adaptación, entre ellas la preventiva y la reactiva, la pública y privada, o la autónoma y la
planificada (IPCC, 2001).
La adaptación es un proceso complejo, sobre todo si las medidas que deben adoptarse se
incluirán, como se debe, en los planes de desarrollo a mediano y largo plazos de un país. Algo que
hace más compleja la adaptación, es que ésta debe realizarse en un medio profundamente
transformado por la acción del hombre, y reconociendo que existen necesidades perentorias de la
sociedad, que solo pueden ser satisfechas con una profunda transformación del medioambiente;
como es el caso del necesario represamiento con su indiscutible impacto ambiental.
Las estimaciones sobre la magnitud del cambio climático tienen un alto nivel de incertidumbre,
debido a la complejidad de los procesos que ocurren en el sistema climático y a las limitaciones
de los modelos de simulación para representar las interacciones que existen entre los factores que
forman el clima; y, además, porque el futuro climático depende de cómo evolucionen los modelos
políticos, sociales y económicos del planeta, para cumplir el propósito de mitigar el cambio
climático. Sin embargo, las estimaciones del sentido del cambio son acertadas y verificables con
los sistemas de observación de las variables del ciclo hidrológico. Desde el punto de vista
científico, el cambio climático está demostrado y es irreversible. No obstante lo anterior, existen
dudas en el momento de considerar el cambio climático en las políticas de desarrollo, o no siempre
es considerado de forma correcta.
Actualmente la mayoría de los políticos y decisores reconocen que existe el cambio climático,
pero el proceso de toma de decisiones puede estar negativamente influido por la incertidumbre de
las estimaciones, que muestran una gama muy variable de escenarios, a veces disímiles, y
generalmente expresados como mínimo a la luz de 30 o 50 años. Una técnica utilizada para reducir
la incertidumbre es el número de escenarios que concuerdan en un sentido de cambio; criterio muy
parecido, en esencia, al análisis probabilístico empleado por los ingenieros, y con el que se deciden
sin mucho cuestionamiento grandes obras, de 20 y 50 años de vida útil, y de cuya seguridad
dependen vidas humanas y valores económicos importantes. El criterio de concordancia de los
escenarios futuros es aceptable, y acertado desde el punto de vista práctico, porque se puede
monitorear, mucho más si se le presta más atención al sentido del cambio que a su magnitud.
La adaptación al cambio climático proyectado no es una cuestión para el futuro; es un proceso
que comienza desde el presente. Adaptarse a la variabilidad actual del clima y reducir la
vulnerabilidad a la variabilidad, permitirá una mejor preparación para el futuro climático. Si no
hay capacidad de adaptación a la variabilidad actual del clima, menos capacidad habrá para
adaptarse a un cambio climático de la magnitud que se proyecta (Paz, 2010).
Para la formulación de medidas de adaptación, es importante proponer medidas alternativas y
flexibles en el modo como se implementen, en dependencia de la intensidad de cambio que resulte
de cada escenario climático estimado y de sus impactos en disponibilidad de recursos naturales,
económicos y sociales. El proceso de decisión en función de los escenarios de cambio climático
será más seguro, si se fortalecen los sistemas de vigilancia climática, hidrológica y oceanográfica,
y si se logra integrarlos como un sistema único de observación, para dar seguimiento a las
tendencias de las variables del ciclo hidrológico, con el fin de detectar hacia cuales de los
escenarios estimados avanza el clima.
Una barrera que se debe vencer, sobre todo cuando se trata de medidas de adaptación que
significan importantes inversiones, es la duda que provoca la incertidumbre que tienen los
escenarios futuros. Por ello, un principio de la adaptación es que las medidas que se decidan
adoptar deben ser útiles desde el mismo momento en que se implanten. Por otra parte, debe existir
un escalamiento en el proceso de adaptación, de manera que éste se vaya produciendo, cuando sea
posible, basado en la vigilancia del comportamiento de las variables climáticas. No se puede
pretender, por ejemplo, una medida inmediata que implique deshabitar la Ciénaga de Zapata,
porque los modelos indiquen que esta quedará bajo el mar en el año 2100; esto requiere del
seguimiento continuo a través de los sistemas de vigilancia, y de la elaboración de planes de acción
que permitan con tiempo, y en el momento pertinente, hacer lo necesario, una vez que la certeza
de la afectación tenga un alto nivel de seguridad.
Un principio insoslayable para la elaboración e implementación de medidas de adaptación, es
el conocimiento de los escenarios climáticos del futuro. Sin ello, el riesgo de la mala adaptación
es alto. La experiencia demuestra que numerosos proyectos de investigación y propuestas de
medidas de adaptación que se formulan, no son otra cosa que acciones de remediación ambiental
o medidas ingenieras para dar solución a problemas diarios de la gestión, que no toman en cuenta
el cambio climático. Es cierto, por ejemplo, que la búsqueda de variedades de cultivos más
resistentes al estrés térmico o hídrico, constituye una acción de adaptación, dado el conocimiento
ya existente sobre el futuro comportamiento de las variables meteorológicas e hidrológicas que
condicionan ese estado; pero su implementación en un lugar determinado, sin el conocimiento de
cómo será el clima del futuro y su interacción con el resto de los componentes del paisaje
geográfico, pudiera conducir a una mala adaptación, de consecuencias peores.
El proceso revolucionario cubano, caracterizado entre otras cosas por la precocidad de sus
acciones, propició la implementación y el desarrollo de muchas medidas que hoy forman parte de
las acciones que se recomiendan para la adaptación al cambio climático. Un buen ejemplo de
medida temprana es la Voluntad Hidráulica, que no solo incluyó el desarrollo hidráulico, sino que
también trajo aparejado el fortalecimiento del sistema meteorológico nacional y el
perfeccionamiento de la defensa civil. Otro ejemplo más reciente es la Revolución Energética, que
cambió la matriz de generación eléctrica del país, promoviendo el uso de fuentes renovables de
energía y de tecnologías más eficientes y menos contaminadoras. Del mismo modo, la
construcción de un país de hombres de ciencia y la elevación de la educación y la cultura a los más
altos niveles, fue también un acicate para que la ciencia cubana avanzara a la vanguardia del
conocimiento mundial en muchas ramas, poniendo al país, en el caso del cambio climático, en
óptimas condiciones para que las medidas de adaptación tengan el necesario sustento científico
técnico, de manera que su implementación sea efectiva, basada en la idoneidad y eficiencia
científica y tecnológica, para garantizar evaluaciones objetivas y procesos tecnológicos eficientes
y sustentables, minimizando el riesgo de los daños colaterales o la mala adaptación. La adaptación
debe ser tan revolucionaria como es la esencia del proceso socio político cubano, para lo cual es
muy importante el cambio de determinados patrones de conducta.
Las barreras, los vacíos y los retos para la adaptación
Desde el punto de vista científico existen vacíos de conocimientos que influyen en las políticas
de adaptación al cambio climático. Entre los principales se pueden relacionar, la necesidad de:
elevar la certidumbre en la detección del cambio climático y en la atribución a este fenómeno de
las tendencias que se revelan en las series de observación, y en otros procesos naturales y sociales;
determinar factores de emisión de gases de efecto invernadero propios para el país; reducir las
incertidumbres y los riesgos en las estimaciones a futuro; evaluar económicamente los impactos,
las medidas de adaptación y las opciones de mitigación; ampliar los estudios sobre la percepción
social del cambio climático. La percepción y el conocimiento del cambio climático tienen
particular importancia, debido a que la adaptación hay que construirla desde el presente para un
momento en el que los niños y jóvenes de hoy serán los actores que conducirán a la sociedad al
futuro; y, en este sentido, es estratégico incluir el tema climático en los programas de enseñanza a
todos los niveles, y en las acciones de información y comunicación.
Para resaltar la importancia que tiene el trabajo dirigido a los jóvenes y niños, tómese en cuenta
que en el año 2020, aproximadamente seis millones de cubanos tendrán menos de 40 años (ONEI,
2012), y una cantidad similar tendrá menos de 70 años en el 2050, constituyendo entonces, la
mayoría de la población económicamente activa, cuando el clima del país ya haya cambiado. Esto
también indica, la responsabilidad que en la actualidad se tiene con el tratamiento de este problema,
por el compromiso que se adquiere con los jóvenes y el futuro que se construye. No obstante la
prioridad que se le da en Cuba al enfrentamiento al cambio climático, la no utilización de algunos
importantes resultados de estudios de vulnerabilidad y adaptación en la toma de decisiones y en
las proyecciones del desarrollo, constituye una limitante que debe ser analizada.
El país vive inmerso en una batalla por el desarrollo, dirigida a la construcción de un modelo
próspero y sostenible. Para este propósito, es indispensable que los planes a mediano y largo plazos
tomen en cuenta el futuro climático. En ocasiones, por diversas causas, la urgencia del desarrollo
y de la solución de la gestión del día a día bajo la nociva influencia del bloqueo de Estados Unidos
de América a Cuba, retarda o impide la introducción oportuna de determinados resultados
científicos; sobre todo de aquellos que se obtienen sin formar parte de un esquema de investigación
de ciclo cerrado, que garantice, primero, que la investigación responda a una necesidad realmente
identificada y, segundo, que los resultados tengan un inmediato uso en la práctica. Esto, unido al
desconocimiento y a las dudas que este problema provoca respecto a la implementación de ciertas
medidas, determina muchas veces que los planes se tracen como si el clima fuera estático,
invariable.
Un buen ejemplo es el tema del agua. El impacto más trascendente y severo que recibirá el país
del cambio climático es la reducción significativa de sus recursos hídricos, estimada para el año
2100, en casi el 40% de la disponibilidad actual. Este es un cálculo realizado para un escenario
moderado de cambio climático; es decir, donde el impacto sobre la reducción de la disponibilidad
de agua no es el más intenso. Por tanto, como consecuencia del cambio climático “en el futuro se
ampliará la competencia existente entre la disponibilidad de agua y la creciente demanda humana.
La contradicción esencial se establecerá entre la política de incremento de la producción nacional
de alimentos para sustituir importaciones y los requerimientos de los ecosistemas para mantener
sus servicios ambientales, la diversidad biológica y sostener el equilibrio del propio sistema
hidrológico” (Planos, 2012).
Para ilustrar lo antes expresado, analícese el caso del arroz y su relación con el agua. Los
cubanos consumen aproximadamente 700 mil toneladas de arroz anualmente, de las que
aproximadamente el 30% se cosecha en el país. Debido a la importación del arroz, anualmente se
invierte una importante suma de divisas; y por ello, existe la declarada intención de aumentar todo
lo posible la producción nacional de este grano, como una de las alternativas de sustitución de
importaciones y de soberanía alimentaria.
Según Cubadebate, citando una intervención del Director General del Grupo Agroindustrial de
Grano en la Mesa Redonda de la televisión cubana (23 de Julio de 2013), el Programa de Desarrollo
Arrocero “permitiría al cierre de su primer cuatrienio entregar al Estado, como sustitución de
importaciones, unas 462 mil toneladas de arroz, que cubrirían el 66 por ciento de la demanda
nacional”. Pero, junto con el arroz importado, como también ocurre con el resto de las
importaciones agrícolas, se trae todo el esfuerzo y los recursos utilizados en su cultivo y cosecha,
entre ellos el agua. Para producir el 66% del arroz que se sirve en la mesa de los cubanos, se
requeriría, entre otras cosas, de más de dos mil millones de metros cúbicos de agua, adicionales a
la dotación anual que actualmente recibe este cultivo; que es de aproximadamente 2 600 millones
de metros cúbicos (Herrera,2015).
En el propio referido artículo de Cubadebate se expone que “en el 2010, la poca disponibilidad
de agua y diversos problemas organizativos y de carácter subjetivo, llevaron a realizar una muy
baja producción de arroz”; sin dudas, la insuficiente disponibilidad de agua es una limitante
determinante. Por tanto, planes como este y similares, deben integrar a la decisión, el conocimiento
de que la futura disponibilidad de agua en Cuba será muy baja para todos los usos y que aun
reduciendo el consumo de agua del cultivo y elevando su productividad, no habrá suficiente
cantidad del preciado líquido.
Por supuesto que no se trata de desechar la idea de aumentar el cultivo del arroz, o de otra
especie agrícola, en la cantidad máxima posible; sino de preverlo con una visión integral que
incluya la conciencia de que el déficit de agua es una realidad presente que se incrementará
paulatinamente con el impacto del cambio climático; situación que estará acompañada de otros
efectos, como la reducción de muchas áreas arroceras tradicionales, que serán inundadas por el
mar en la nueva posición que el mismo tendrá en el futuro. Estos elementos, junto con otros más
que deben analizarse, han de ser tenidos en cuenta para producir una variedad de arroz nacional
adaptable al escenario futuro, que tribute sosteniblemente a la soberanía alimentaria.
Volviendo al tema de la importancia de la información, cuando se revisan las noticias de la
prensa de hoy relacionadas con los severos impactos que sufre la agricultura por las anomalías
climáticas, como la sequía; se manifiesta la necesidad de tomar medidas paliativas que posibiliten
enfrentar la situación hasta que las condiciones climáticas normales se restablezcan. Sin embargo,
estas de hoy, son las condiciones climáticas normales, consecuencia del cambio climático.
Conclusiones
La adaptación no debe pensarse cómo el empeño de mantener a toda costa el modo de vida y
de producción del presente; se trata de mantener, con el apoyo de la ciencia y la técnica, lo que sea
física y económicamente posible; y de construir, desde el presente, un modelo apropiado a las
condiciones climáticas del futuro. Es muy importante que las medidas de adaptación se basen en:
el conocimiento de cómo cambiará el clima a escala regional y local, para evitar la mala
adaptación; que se proyecten con una visión geo y ecosistémica, para evadir los enfoques
sectoriales; que sean económicamente viables y sostenibles; que promuevan la introducción de
tecnologías idóneas, eficientes y sustentables, incluyendo el rescate de tecnologías y prácticas del
pasado; que sean específicas para cada localidad; que se desarrollen e implementen con la
participación de todos los actores y que promuevan cambios en los patrones de comportamiento
de la sociedad.
Para lograr lo anterior, es necesaria la integración de las ciencias políticas, económicas,
naturales, sociales y de las artes; porque mucho hay que trabajar en conjunto, en los necesarios
cambios estructurales y de patrones comportamiento de la sociedad cubana.
Referencias bibliográficas
Agencia de Medio Ambiente (2010): Resultados del Macroproyecto Peligros y Vulnerabilidad
Costera (2050-2010) al término del año 2009. AMA, CITMA, La Habana.
Batista, José Luis (2015): Balance Hídrico de la República de Cuba. Memorias de I Conferencia
Nacional de Ciencia y Tecnología. CITMA, La Habana.
Castro, Fidel (1992): Discurso pronunciado Cumbre de Río de Río Janeiro. Cumbre de Río de
Janeiro. Brasil. 1992.
Cubadebate (2003): Para tener más arroz cubano en la mesa. Disponible en: www.cubadetate.cu
Herrera, J. (2015): El riego, desafíos y ¿soluciones? Intervención en Sociedad Económica de
Amigos del País, La Habana.
Instituto de Meteorología (2015): Segunda Comunicación Nacional al Convenio Marco de
Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Instituto de Meteorología. La Habana.
Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (1986): Esquema regional precisado para la
utilización de los recursos hídricos y de suelos de las provincias cubanas. Informe Técnico.
INRH, La Habana.
IPCC (2001): Glosario de términos de Tercer Informe de Evaluación. IPCC. Eds. Cambridge.
University Press, Cambridge. Reino Unido.
Oficina Nacional de Estadística e Información (2016): Censo de Cuba 2012.
http://www.one.cu/informenacional2012.htm
Partido Comunista de Cuba (2011): Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y
la Revolución (actualizados). Editorial política PCC. La Habana. Cuba.
Paz, Luis (2010): El cambio climático y sus consecuencias para Cuba. Revista Bimestre Cubano
de la Sociedad Económica de Amigos del País. Volumen CVII, pp. 54 -71. Enero-Junio,
2010. Época III, No. 32. La Habana.
Planos, Eduardo; Guevara, Vladimir y Rivero, Roger (Editores) (2013): Cambio climático en
Cuba: vulnerabilidad, impacto y adaptación y medidas de adaptación. Multimedia Instituto
de Meteorología. Editorial AMA. ISBN 978-959-300-035-2
Planos, Eduardo (2012): Síntesis de Informativa sobre Impactos del Cambio Climático y Medidas
de Adaptación en Cuba. Serie BASAL. PNUD. La Habana, 2012.