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95RTS - Núm. 212 - Abril 2018
El abuso de poder en trabajo social:
evaluación de las propiedades métricas
del Cuestionario de Violencia al Usuario
(C-IVU)
The abuse of power in social work: an evaluation of the
measurement properties of the Questionnaire for detecting
the User Violence Index (Q-UVI)
Francisco Idareta Goldaracena1
En la actualidad, apenas existen instrumentos validados que midan el abuso de
poder que las y los profesionales de la intervención social pueden ejercer y ejercen
sobre las personas usuarias. En ello radica la novedad y originalidad de nuestra
aportación, ya que el objetivo del presente artículo de investigación consiste en
validar el Cuestionario para la detección del Índice de Violencia al Usuario (C-IVU)
(IDARETA, 2014).2 La muestra está compuesta por 269 alumnos de 2.º y 3.º del Grado de
Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra a los que se les administró el
cuestionario durante el curso 2016-2017. Tras realizar el estudio de la fiabilidad y de
la validez del cuestionario, se obtiene una alta puntuación de fiabilidad de 0,8 y se
pueden explicar cerca del 54% de la varianza total, siendo este un resultado
aceptable. De este modo, se comprueba que el C-IVU es un instrumento profesional
válido y fiable para medir la violencia al usuario en la intervención social.
Palabras clave: Cuestionario, abuso de poder, trabajo social, ética de las profesiones,
mala praxis.
Resumen
1 Doctor en Trabajo Social por la Universidad Pública de Navarra, profesor e investigador del Departamento de
Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).
2 Enlace al artículo en el que se publicó el cuestionario (http://bit.ly/2rAzIvd) y al cuestionario en línea en
castellano (http://bit.ly/2E1PFND) y en inglés (http://bit.ly/2n6bCmw).
Para citar el artículo: IDARETA GOLDARACENA, Francisco. El abuso de poder en trabajo social: evaluación de
las propiedades métricas del Cuestionario de Violencia al Usuario (C-IVU).
Revista de Treball Social
. Col·legi
Oficial de Treball Social de Catalunya, abril 2018, n. 212, p. 95-111. ISSN 0212-7210.
A fondo
RTS - Núm. 212 - Abril 2018
96
Introducción
La ética es la sabia del trabajo social (REAMER, 1998), aque-
lla que logra preservar su auténtica esencia humanizante. Por
ello, desde los orígenes de la profesión, las y los trabajadores
sociales se han venido caracterizando por su fuerte compromiso
ético, así como por su especial sensibilidad con respecto a la
violencia padecida por las personas más vulnerables. El hecho
de que la violencia sea un fenómeno complejo, ha provocado
que, hasta hace muy poco, apenas haya podido ser científi-
camente estudiado, dificultando con ello ostensiblemente su
delimitación conceptual y, en consecuencia, las tareas de
predicción del mismo (ANDRÉS y REDONDO, 2007).
De hecho, la única definición internacionalmente con-
sensuada es la propuesta por la Organización Mundial de la
Salud (KRUG, DAHLBERG, MERCY y ZWI, 2002), que consi-
dera la violencia como aquella estrategia para conseguir un
beneficio a costa de dañar a otros, integrando en dicha defini-
ción la violencia física, la psicológica, la sexual, la económica,
el descuido, el abuso, la privación y la negligencia. Por nues-
tra parte, consideramos que toda manifestación de violencia
implica un abuso de poder del que lo ejerce hacia el que lo
padece. Y pese a que nadie dude de que las y los profesionales
del trabajo social se caracterizan por hacer un buen uso del
Currently, there are very few validated tools available for measuring the amount of
abuse of power that Social Work professionals can and do inflict on users. Here
lies the novelty and originality of our contribution; given that the goal of this
research-backed article is to validate the Questionnaire for the detection of the
User Violence Index (Q-UVI) (IDARETA, 2014). The study’s sample encompasses
269 students in either their 2nd or 3rd year of studies for the Bachelor’s degree in
Social Work offered at the Public University of Navarra. The participants completed
the questionnaire during the 2016-2017 academic year. A reliability study was
performed and the questionnaire was validated, followed by the determination of
a high reliability score (0.8); which helps explain the close to 54% –and quite satisfactory–
total variance obtained. The research performed demonstrates that the Q-UVI is a
valid and reliable professional tool for measuring violence perceived by users in
social interventions.
Key words: Questionnaire, abuse of power, social work, professional ethics,
malpractice.
Abstract
El abuso de poder en trabajo social
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poder que se les encomienda, lo cierto es que, en el ejercicio de
ese poder, pueden originarse y se originan casos en los que se
hace un mal uso del mismo (IDARETA, 2017).
Por lo que respecta a los estudios internacionales sobre
abuso de poder a la persona usuaria, destaca el de Koritsas,
Coles y Boyle (2010) en el ámbito de la salud y el de Szmukler
y Appelbaum (2008, 2011) en salud mental. El primero analiza
la violencia ejercida por las y los profesionales del trabajo so-
cial, considerando como tal el abuso verbal, los daños a la
propiedad y el robo, la intimidación, el abuso físico, el acoso
sexual y la agresión sexual. El estudio reveló que estos profe-
sionales habían experimentado al menos una vez en el último
año algún tipo de estas formas de violencia: las más habitua-
les de las cuales eran el abuso verbal y la intimidación, y la
menos habitual, la agresión sexual. El estudio concluyó que la
violencia resulta habitual en el ejercicio profesional del traba-
jo social y que resulta imprescindible prevenirla. Mientras que
el segundo estudio define cuatro niveles diferentes de coer-
ción informal (la persuasión, la influencia interpersonal, la
inducción y la amenaza), pudiendo adquirir tales niveles for-
mas diferentes como el engaño, el chantaje y la actitud directi-
va (GARCÍA CABEZA, 2016).
En este sentido, los principales estudios internacionales
de mayor relevancia e impacto realizados sobre trabajadoras y
trabajadores sociales sancionados3 por vulnerar los derechos
de las personas usuarias fueron llevados a cabo por la National
Association of Social Workers (NASW): el primero lo realizó
McCann y Cutler (1979), el segundo Berliner (1989), el tercero
la propia NASW (1995), el cuarto y el quinto Strom-Gottfried
(2000a, 2000b) y el sexto y último Boland-Prom (2009). Todos
ellos coinciden en que las formas de abuso de poder en las que
incurren las y los profesionales del trabajo social para con la
persona usuaria tienen que ver con la vulneración de los lími-
tes (especialmente de los sexuales), los problemas relaciona-
dos con la licencia (trabajar con la licencia caducada o sin ella,
falsificarla, etc.), los robos e irregularidades en la facturación,
los delitos sexuales (con usuarios adultos y menores) y los
crímenes. Mientras que las diferentes formas de violencia que
se dan en el ejercicio habitual están relacionadas con no ac-
tualizar las notas ni los registros, los problemas de confiden-
cialidad, el abandono o la dejadez para con la persona usuaria,
los problemas con el informe social, la incompetencia profe-
sional, los registros fraudulentos o falsificación de la firma de
la persona usuaria, los problemas con el consentimiento infor-
mado, los errores en la custodia de la información, etc.
3 También se han realizado estudios en EE. UU. sobre profesionales del trabajo social que fueron
expulsados por vulneraciones éticas (PHELAN, 2007).
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RTS - Núm. 212 - Abril 2018
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En el ámbito nacional, el Código deontológico (2012), en su
artículo 23, señala que las y los profesionales no deben utili-
zar el poder que detentan en beneficio propio. Por su parte,
Salcedo (2012) se hace eco de la terminología utilizada en al-
gunos estudios internacionales. En este sentido, únicamente
hemos encontrado dos estudios teóricos que denominan vio-
lencia a este agravio que las y los profesionales originan en la
persona usuaria (JIMÉNEZ, 2002; IDARETA, 2014) y otros dos
en los que se alude explícitamente a los abusos de poder en los
que incurren las y los profesionales del trabajo social
(PELEGRÍ, 2004; ZAMANILLO, 2012).
Sorprende que no hayamos podido dar con ningún estudio
nacional o autonómico sobre inhabilitaciones o sanciones in-
terpuestas a las y los profesionales del trabajo social por agra-
viar a las personas usuarias, a los servicios para los que
trabajan, a la Administración, etc., cuando es algo que en otros
países hace décadas que se estudia. En este sentido, “el des-
dén hacia la teoría” (ZAMANILLO, 2012: 158) que padece el
trabajo social es una de las limitaciones que más dificulta la
identificación de fenómenos tan relevantes como el abuso de
poder en la intervención social (BARBERO, 2002). De hecho,
creemos que, junto con la tendencia a la idealización de la
disciplina (CHAMBON, IRVING y EPSTEIN, 2001), es uno de
los principales motivos por los que en trabajo social tiende a
negarse que se ejerza el abuso de poder sobre las personas
usuarias. Y cuando se reconoce que se ejerce, “se da una per-
cepción negativa” del abuso de poder, lo que ha llevado al
trabajo social a no asumir adecuadamente “toda la compleji-
dad que este elemento comporta” (PELEGRÍ, 2004: 28).
En cualquier caso, todo apunta a que en España la discipli-
na ha adquirido la suficiente madurez como para comenzar a
avanzar en el reconocimiento abierto y explícito del abuso de
poder de las trabajadoras y los trabajadores sociales sobre las
personas usuarias. Así, dado que desde el trabajo social se
pretende promover una buena praxis, resulta fundamental la
creación de herramientas que ayuden a prevenir la violencia
que se ejerce sobre la persona usuaria, ya que apenas existen
instrumentos que midan el abuso de poder en el trabajo social.
Así, ante la escasez de instrumentos de predicción de la vio-
lencia, la validación de una herramienta que prevenga el abu-
so de poder a la persona usuaria adquiere un sentido y una
significación relevantes en trabajo social y disciplinas afines.
Por este motivo, hemos diseñado la Escala de violencia al
usuario (EVU), que ordena gradualmente los diferentes niveles
de abuso de poder en los que pueden incurrir las y los profesio-
nales (violencia paternalista, violencia metafísica paternalista,
paternalismo benigno, no paternalismo, antipaternalismo be-
nigno, violencia metafísica antipaterna-lista y violencia
antipaternalista), así como el Cuestionario que detecta el Índi-
ce de violencia al usuario (C-IVU), desarrollado para medir y
Sorprende que no
hayamos podido dar con
ningún estudio nacional
o autonómico sobre
inhabilitaciones o
sanciones interpuestas a
las y los profesionales
del trabajo social por
agraviar a las personas
usuarias cuando es algo
que en otros países hace
décadas que se estudia
Apenas existen
instrumentos que midan
el abuso de poder en el
trabajo social
El abuso de poder en trabajo social
99RTS - Núm. 212 - Abril 2018
poder así prevenir tales violencias (IDARETA, 2014). Este cues-
tionario pretende concienciar a las y los profesionales sobre el
abuso de poder en la intervención social y es aplicable de for-
ma auto-administrada (profesionales a sí mismos), así como
hetero-administrada por comités de ética (profesionales a otros
profesionales) en el asesoramiento ético y en la investigación
sobre ética aplicada a la intervención social.
Por todo ello, en el presente artículo de investigación, nos
hemos propuesto estudiar, por una parte, el grado de preci-
sión con el que el C-IVU mide la violencia que las y los profe-
sionales del trabajo social y disciplinas afines puedan ejercer
sobre sus usuarios (fiabilidad) y, por otra, el grado en que el C-
IVU sirve para el fin para el que ha sido diseñado (validez), es
decir, si efectivamente mide la violencia que ejerce el profesio-
nal sobre el usuario.
Material y métodos
Participantes
El C-IVU fue cumplimentado por el alumnado del Grado
de Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra
(N = 269). Concretamente, lo llevaron a cabo 224 mujeres y 45
hombres, con edades comprendidas entre los 21 y los 23 años.
Instrumento
La EVU es aquella escala que describe los diferentes gra-
dos de abuso de poder a la persona usuaria en los que pueden
incurrir las y los profesionales de la intervención social. Su
finalidad consiste en evidenciar la transgresión del umbral de
mínimos éticos en la intervención social. La EVU fue creada a
partir de las aportaciones filosóficas de E. Lévinas y de J.
Derrida, a partir del dilema característico del trabajo social
entre el principio de autonomía y el principio de bienestar, así
como teniendo en cuenta las conductas que excepcionalmente
son permitidas por los códigos deontológicos:
La EVU fue creada a partir de la concepción que tienen de
la violencia Emmanuel Lévinas (2003, 2006) y Jacques
Derrida (1989). Para Lévinas, la categorización cognitiva
violenta al Otro, mientras que para Derrida la categori-
zación cognitiva es violencia metafísica (IDARETA, 2014).
La EVU fue diseñada a partir del dilema característico en
trabajo social entre el principio de autonomía y el princi-
pio de bienestar, evidenciado en bibliografía existente
(SALCEDO, 2001a, 2001b).
Finalmente, la EVU ha sido elaborada también teniendo
en cuenta las conductas paternalistas o antipaternalistas
excepcionalmente permitidas a las y los profesionales
La EVU es aquella escala
que describe los
diferentes grados de
abuso de poder a la
persona usuaria en los
que pueden incurrir las y
los profesionales de la
intervención social
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del trabajo social en los diferentes códigos deontológicos
existentes.
La EVU está compuesta de siete niveles de abuso de poder
al usuario (siete dimensiones): en los dos extremos y con el
mayor grado de violencia se encuentran la violencia paternalista
(intervención en la que tiene prioridad cuasi exclusiva el princi-
pio de bienestar y una prioridad escasa o cuasi nula el principio
de autonomía) y la violencia antipaternalista (intervención en
la que tiene prioridad casi exclusivamente el principio de au-
tonomía y escasa o casi nula el principio de bienestar). Con un
grado menor de violencia se encuentran la violencia metafísica
paternalista (cognición en la que tiene prioridad casi exclusi-
vamente el principio de bienestar y escasa o casi nula el prin-
cipio de autonomía; predispone a la violencia paternalista) y
la violencia metafísica antipaternalista (cognición en la que
tiene prioridad casi exclusivamente el principio de autonomía
y escasa o casi nula el principio de bienestar; predispone a la
violencia antipaternalista).
Seguidamente, y en un grado inferior de violencia, se encuen-
tran aquellas violencias permitidas excepcionalmente por los
códigos deontológicos y que hemos denominado paternalismo
benigno (intervención social excepcionalmente permitida por
los códigos deontológicos en la que el profesional puede cen-
trarse exclusivamente en velar por el bienestar del usuario y
en la que prima el bienestar, aunque se contemple la autonomía
como finalidad de ese periodo excepcional) y antipaternalismo
benigno (intervención social excepcionalmente permitida por
los códigos deontológicos en la que el profesional puede cen-
trarse exclusivamente en velar por la autonomía del usuario y
en la que prima la autonomía, aunque se contemple el bienes-
tar del usuario como alcanzable por sí mismo).
Finalmente, el no paternalismo consiste en actuar ética-
mente, es decir, considerando todos los principios éticos en su
relacionalidad y relatividad. Se actúa consciente de que nin-
guno de los principios éticos es más importante que los de-
más: todos son igualmente importantes.
Los datos fueron recogidos mediante el Cuestionario de
detección de violencia al usuario (C-IVU), diseñado para cuan-
tificar el índice de violencia que el profesional tiende a ejercer
sobre el usuario en su ejercicio habitual (Idareta, 2014). Consta
de 38 afirmaciones entre las que hay que elegir una respuesta
según la frecuencia con la que se experimenta cada ítem. Cada
uno de los ítems puntúa individualmente en una escala tipo
Likert de 5 puntos, que van desde Nunca (puntuado con 0 pun-
tos) hasta Siempre (puntuado con 4 puntos).
Procedimiento
Para elaborar el C-IVU fueron redactadas las característi-
cas definitorias de cada una de estas siete dimensiones, hasta
elaborar nueve afirmaciones identificativas de cada una de
El abuso de poder en trabajo social
101RTS - Núm. 212 - Abril 2018
ellas. De entre esas nueve afirmaciones, de cada una de las
teorías se seleccionaron aquellas que la describían mejor y de
forma más completa, eliminando contenidos que se repetían
en varios ítems y definiendo cada ítem de forma exhaustiva y
mutuamente excluyente.
De este modo, se obtuvieron los ítems correspondientes a
siete dimensiones (niveles de violencia al usuario). Así, para
conocer el IVU de cada nivel, se suman las puntuaciones de
los ítems de cada uno y se divide entre su número total de
ítems. Así, el resultado obtenido por cada nivel de la EVU será
el IVU (IDARETA, 2014).
Antes de finalizar el curso 2015-2016, se efectuó una prue-
ba piloto o pretest con el borrador del C-IVU a los alumnos de
2.º del Grado en la asignatura de Ética del Trabajo Social. Tras
rellenar el cuestionario, cada alumno realizó una valoración
del cuestionario y con aquellos que planteaban propuestas de
mejora, se mantuvieron entrevistas informales.
Este pretest nos permitió identificar qué tipo de ítems eran
más adecuados, si los enunciados eran correctos y compren-
sibles, si los ítems tenían la extensión adecuada, si era correcta
la categorización de los diferentes ítems, si el alumnado pre-
sentaba rechazo o algún tipo de reacción estereotipada hacia
alguno de los ítems y si el ordenamiento interno era lógico.
Seguidamente, durante los meses de junio y julio de 2016, el C-
IVU fue analizado y sometido a prueba por expertos en la
Universidad del País Vasco. A partir de este estudio pormeno-
rizado del C-IVU, su diseño fue modificado y sus ítems
mejorados.
Una vez realizado el pretest y efectuadas las modificacio-
nes sugeridas por los expertos en el borrador del C-IVU, el
autor del artículo administró el C-IVU definitivo a un total de
269 alumnos durante el siguiente curso.
Resultados
A partir del análisis de la distribución de las 38 variables
en 7 factores o dimensiones a priori conocidas por el investi-
gador, se obtuvo la estructura factorial del C-IVU. Así mismo,
el análisis factorial nos indicó la pertinencia de la inclusión
de las variables o ítems elegidos, así como la pertinencia de su
agrupación en el número elegido de factores. Tanto el estudio
de la fiabilidad como el análisis factorial fueron realizados
con el programa SPSS 20.
A continuación, se expone primero el estudio de la fiabili-
dad y, seguidamente, el análisis factorial.
Estudio de la fiabilidad
Mediante la prueba Alpha de Cronbach se analizó la con-
sistencia interna del cuestionario. Este análisis indica el nivel
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RTS - Núm. 212 - Abril 2018
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de correlación entre las respuestas individuales y el resultado
total de cada ítem. Un valor del Alpha de Cronbach mayor de
0,8 (0,811) indica una consistencia interna alta y nos permite
continuar con todos los ítems para el siguiente paso, la reduc-
ción de dimensiones.
A continuación, expondremos el análisis factorial.
Análisis factorial
Se procedió a aplicar el análisis factorial al cuestionario C-
IVU con 38 ítems, 269 datos (tamaño muestral) por cada ítem y
una consistencia interna de 0,81 (Alpha de Cronbach). Todas
las variables eran métricas, valoradas con una escala de Likert
de 0 a 4. Comenzamos con un análisis factorial exploratorio
en el cual intentamos agrupar las variables o ítems en una
estructura de 7 dimensiones (factores) (tabla 1):
Tabla 1. Factores, dimensiones y sus respectivos ítems
FACTORES DIMENSIONES ÍTEMS POR FACTOR
FACTOR 1 Violencia paternalista 1, 5, 9, 10, 37 y 38
FACTOR 2 Violencia metafísica paternalista 31, 32, 33, 34, 35 y 36
FACTOR 3 Paternalismo benigno 19, 20, 23, 26 y 27
FACTOR 4 No paternalismo 3, 4, 7 y 8
FACTOR 5 Antipaternalismo benigno 24, 25, 28, 29 y 30
FACTOR 6 Violencia metafísica antipaternalista 13, 14, 15, 16, 17 y 18
FACTOR 7 Violencia antipaternalista 2, 6, 11, 12, 21 y 22
Nota: Elaboración propia.
En primer lugar, se realizó el análisis factorial sin rotación
de factores, utilizando el modelo de componentes principales.
Mediante los test KMO y la Prueba de esfericidad de Bartlett,
comprobamos si el modelo era idóneo para la matriz de datos
de esta muestra.
Según la prueba KMO, el modelo era aceptable (0,775) y,
según la Prueba de Bartlett, el modelo se ajustaba a los datos
de la muestra. Es decir, los resultados y valores obtenidos se-
ñalaron que era adecuado efectuar un análisis factorial de la
matriz de correlaciones (TABACHNICK y FIDELL, 1989).
A continuación, evaluamos las siguientes características
de este primer análisis factorial. En relación con las correlacio-
nes existentes entre las 38 variables entre sí, el determinante
de esta matriz fue próximo a cero, lo que indicó la pertinencia
del análisis factorial para tratar estos datos.
Por su parte, se observó la proporción de varianza con la
que contribuye cada variable a la solución final. Elegimos un
límite para decidir qué variables son más o menos explicati-
vas. Para ser conservadores, al observar los coeficientes, pudi-
El abuso de poder en trabajo social
103RTS - Núm. 212 - Abril 2018
mos comprobar que por debajo de 0,45 nos quedarían 5 varia-
bles. El resto explican cada una de ellas más del 45% de la
varianza total y las daríamos por válidas para ser incluidas.
No obstante, continuamos con todas las variables hasta ver
qué resultaba del análisis factorial.
En relación con el cálculo de la varianza total explicada
por la estructura de 7 factores, pudimos constatar que se con-
seguía explicar un 53,56% de la varianza total. En estudios de
ciencias sociales, un 60% se puede considerar un resultado
bueno. Normalmente, al aumentar el número de factores, obtene-
mos un porcentaje mayor de explicación de la varianza total.
Con respecto al gráfico de sedimentación, observamos que
la pendiente de la curva comenzaba a suavizarse a partir del
séptimo factor extraído, lo que indicó que el programa había
concentrado el máximo posible de varianza en estos 7 factores.
Con respecto a la matriz de la estructura factorial, con las
cargas factoriales (saturaciones o correlaciones) de cada va-
riable sobre cada uno de los factores extraídos, según el tamaño
de muestra de estos datos (n = 269), pudimos considerar signi-
ficativa una carga factorial igual o mayor a 0,35. Marcamos
todas las saturaciones que alcanzaban y superaban este valor.
Como se indica en la tabla 2, el resultado fue que los facto-
res 1, 2, 3 y 4 se definían de forma clara por un grupo de varia-
bles cada uno (el factor 1 explicaba un 17,7% de la varianza; el
A fondo
RTS - Núm. 212 - Abril 2018
104
factor 2, un 9,1%; el factor 3, un 8,2%, y el factor 4, un 5,9%). En
cambio, los factores 5, 6 y 7 tenían pocas o ninguna variable
que cargasen únicamente en ellos (el factor 5 explicaba un 4,7%
de la varianza; el factor 6, un 4,3%, y el factor 7, un 3,3%).
Componentes (53,56%)
1234567
(17,7%) (9,1%) (8,2%) (5,9%) (4,7%) (4,3%) (3,3%)
33 ,746
35 ,722
15 ,689
17 ,689
36 ,669
31 ,646
32 ,634
18 ,631
34 ,605 -,413
13 ,580
16 ,569 -,531
38 ,543
14 ,499 -,463
9,491
10 ,457 -,356
22 ,400 ,378
6,385
30 ,707
28 ,669
25 ,651
24 ,630
29
1
26 ,684
23 ,674
19 ,661
27 ,620
20 ,574
12 ,357 -,422 ,422
37 ,412
7,586
4,547
8,516
3,471
5,370 -,423
21 ,549
2
11 -,346
Método de extracción: análisis de componentes principales.
a. 7 componentes extraídos.
Nota: Elaboración propia.
Número de
cada ítem
Tabla 2: Matriz de componentesa
El abuso de poder en trabajo social
105RTS - Núm. 212 - Abril 2018
Con este primer análisis factorial, pudimos comprobar qué
variables habían sido las más interesantes y qué factores se
habían ido formando. Aunque, llegados a este punto, ya hu-
biésemos podido etiquetar alguno de ellos con alguno de los 7
conceptos que teníamos a priori, preferimos intentar mejorar
el ajuste de los datos mediante un análisis factorial que rotó
los ejes factoriales para mejorar la situación de las variables
respecto a los factores. Ya que, con este método, los resultados
suelen mejorar.
El análisis factorial con rotación de factores se realizó utili-
zando la rotación ortogonal Varimax. Mediante los test KMO
y la Prueba de esfericidad de Bartlett comprobamos si el mode-
lo era idóneo para la matriz de datos de esta muestra.
Según la prueba KMO, el modelo era aceptable (0,775) y,
según la Prueba de Bartlett, el modelo se ajustaba a los datos
de la muestra. Evaluamos las siguientes características de este
segundo análisis factorial.
En la rotación de varianza total, en la que se calcula la
varianza total explicada por la estructura de 7 factores pedi-
dos al programa, pudimos ver que se conseguía explicar un
53,56% de la varianza total, igual que en el caso anterior.
Con respecto a la matriz de componentes rotados (tabla 3),
donde se muestra la matriz de la estructura factorial, con las
cargas factoriales (saturaciones o correlaciones) de cada va-
riable sobre cada uno de los factores extraídos, según el tama-
ño de muestra de estos datos (n = 269), pudimos considerar
significativa una carga factorial igual o mayor a 0,35. Marca-
mos todas las saturaciones que alcanzaban y superaban este
valor.
El resultado fue que todos los factores se definían de forma
clara por un grupo de variables cada uno: el factor 1 explicaba
un 11,6% de la varianza; el factor 2, un 7,9%; el factor 3, un
7,4%; el factor 4, un 7,4%; el factor 5, un 6,8%; el factor 6, un
6,8%, y el factor 7, un 5,3 %.
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106
Número de
cada ítem
Tabla 3: Matriz de componentes rotadosa
Componentes (53,56%)
1234567
(11,6%) (7,9%) (7,4%) (7,4%) (6,8%) (6,8%) (5,3%)
13 ,767
31 ,761
15 ,727
32 ,709
14 ,688
33 ,666
17 ,532
35 ,528
30 ,829
29 ,789
25 ,718
28 ,699
24 ,678
23 ,761
26 ,712
20 ,700
27 ,677
19 ,635
38 ,757
9,632 -,400
37 ,593
36 ,466 ,508
18 ,487
1,358
22 ,653
12 ,639
21 ,585
11 ,568
2,444
6,425
8,692
7,657
4,595
3,582
5-,528
10 -,526
16 ,793
34 ,733
Método de extracción: análisis de componentes principales.
Método de rotación: normalización Varimax con Kaiser.
a. La rotación ha convergido en 7 iteraciones.
Nota: Elaboración propia.
El abuso de poder en trabajo social
107RTS - Núm. 212 - Abril 2018
Por lo tanto, dimos esta solución factorial como válida y
procedimos a etiquetar cada uno de los factores según las va-
riables contenidas en él (tabla 4): en el factor 1 se agrupaban
los ítems 13, 14, 15 y 17 (que estiman la violencia metafísica
antipaternalista) y los ítems 31, 32, 33, 35 y 36 (que estiman la
violencia metafísica paternalista); en el factor 2 se agrupaban
los ítems 24, 25, 28, 29 y 30, que estiman el antipaternalismo
benigno; en el factor 3 se agrupaban los ítems 19, 20, 23, 26 y
27, que estiman el paternalismo benigno (coincidiendo ínte-
gramente con los ítems previstos); en el factor 4 se agrupaban
los ítems 1 y 9, que estiman la violencia paternalista; el ítem 18,
que estima la violencia metafísica antipaternalista; el ítem 36,
que estima la violencia metafísica paternalista, y los ítems 37 y
38, que estiman la violencia paternalista. En el factor 5 se agru-
paban los ítems 2, 6, 11, 12, 21 y 22, que estiman la violencia
antipaternalista; en el factor 6 se agrupaban los ítems 3, 4, 7 y
8, que estiman el no paternalismo, y los ítems 5, 9 y 10, que
estiman la violencia paternalista. Finalmente, en el factor 7 se
agrupaban el ítem 16, que estima la violencia metafísica
antipaternalista, y el ítem 34, que estima la violencia metafísi-
ca paternalista.
Se observa que nuestro factor 3 coincide íntegramente con
el factor 3; del mismo modo que nuestro factor 5 coincide con el
factor 2, y que nuestro factor 7 coincide con el factor 5. Es decir,
las dimensiones paternalismo benigno, antipaternalismo be-
nigno y violencia antipaternalista quedan claramente delimi-
tadas. Por su parte, en el factor 4 se agrupan la mayoría de
ítems relativos a la violencia paternalista y en el factor 6 los
restantes (ítems 5 y 10), más el ítem 9 (que aparece repetido en
ambos factores). En el factor 1 se agrupan ítems de la violencia
metafísica antipaternalista (13, 14, 15 y 17) y de la paternalista
(31, 32, 33, 35 y 36). Lo mismo sucede con el factor 4 (ítem 18,
relativo a la violencia metafísica paternalista, e ítem 36, relati-
vo a la violencia metafísica antipaternalista) y con el factor 7
(ítem 16, relativo a la violencia metafísica antipaternalista; ítem
34, relativo a la violencia metafísica paternalista, e ítem 36,
relativo a la violencia metafísica antipaternalista). Lo que evi-
dencia que es probable que las preguntas sean muy similares
y/o que no hayan sido adecuadamente comprendidas sus di-
ferencias. Lo mismo sucede con el factor 6, en el que se agru-
pan ítems relativos a las dimensiones de no paternalismo y
violencia paternalista.
En definitiva, los constructos relativos a las dimensiones
paternalismo benigno, antipaternalismo benigno y violencia
antipaternalista aparecen claramente delimitados. La dimen-
sión violencia paternalista no está tan claramente delimitada,
ya que aparece vinculada a ambas violencias metafísicas en el
factor 4 y, paradójicamente, al no paternalismo en el factor 6.
Las dimensiones relativas a la violencia metafísica (paterna-
lista y antipaternalista) tienden a agruparse (factor 1, factor 4
A fondo
RTS - Núm. 212 - Abril 2018
108
y factor 7), lo que nos indica que, aunque haya que mejorar los
ítems, el constructo está bastante delimitado. Finalmente, los
ítems de la dimensión no paternalismo aparecen agrupados
íntegramente en el factor 6, aunque, como ya lo anticipáramos,
paradójicamente vinculados a ítems relativos al no pater-
nalismo.
FACTORES ÍTEMS POR COINCIDENCIA DIMENSIONES
TRAS FACTOR CON FACTORES
ANÁLISIS ANTERIORES
FACTO R 1 13, 14, 15 y 17 FACTOR 6 VIOLENCIA METAFÍSICA ANTIPATERNALISTA
31, 32, 33, 35 y 36 FACTOR 2 VIOLENCIA METAFÍSICA PATERNALISTA
FACTOR 2 24, 25, 28, 29 y 30 FACTOR 5 ANTIPATERNALISMO BENIGNO
FACTOR 3 19, 20, 23, 26 y 27 FACTOR 3 PATERNALISMO BENIGNO
FACTO R 4 1, 9, 37 y 38 FACTOR 1 VIOLENCIA PATERNALISTA
18 FACTOR 6 VIOLENCIA METAFÍSICA PATERNALISTA
36 FACTOR 2 VIOLENCIA METAFÍSICA PATERNALISTA
FACTOR 5 2, 6, 11, 12, 21 y 22 FACTOR 7 VIOLENCIA ANTIPATERNALISTA
FACTO R 6 3, 4, 7 y 8 FACTOR 4 NO PATERNALISMO
5, 9 y 10 FACTOR 1 VIOLENCIA PATERNALISTA
FACTO R 7 16 FACTOR 6 VIOLENCIA METAFÍSICA ANTIPATERNALISTA
34 FACTOR 2 VIOLENCIA METAFÍSICA PATERNALISTA
Nota: Elaboración propia.
Conclusiones
Las y los trabajadores sociales tenemos la obligación moral
de reflexionar sobre el abuso de poder que se origine en la
intervención social, ya que tenemos que ser conscientes de que
quien establece la significación válida de lo que es o no es
violencia tiene el monopolio de los argumentos de justifica-
ción o de condena. Por ello es necesario que sea la propia dis-
ciplina (con ayuda o no de las demás) la que lidere el proceso
de demarcación del abuso de poder.
En este sentido, urge delimitar el concepto de violencia en
el trabajo social para evitar cualquier tipo de abuso de poder
que se pueda originar en la relación profesional, ya que cuan-
to más y mejor se tipifique la violencia, más fácil será identifi-
carla y categorizarla de forma precisa (WIEVIORKA, 1998) y
más sencillo será decidir quién es el enemigo y, desde la pers-
pectiva legal, el delincuente. De ahí nuestra propuesta. No
Es necesario que sea la
propia disciplina la que
lidere el proceso de
demarcación del abuso
de poder
Tabla 4. Coincidencia entre factores antes y después del análisis factorial
El abuso de poder en trabajo social
109RTS - Núm. 212 - Abril 2018
obstante, no debemos olvidar que en el trabajo social se usa el
poder en beneficio de la persona usuaria, pero que puede
abusarse y se abusa del mismo en beneficio del profesional,
siendo esta última una realidad que no es abierta ni explícita-
mente reconocida por la disciplina (IDARETA, 2017).
Por lo que respecta al cuestionario, el hecho de reducir ítems
del cuestionario basándonos en las comunalidades, es decir,
en el porcentaje de varianza del total explicada por cada ítem,
no ha producido un aumento de la fiabilidad del cuestionario.
De hecho, el Alpha de Cronbach sin las variables 1, 2, 3, 5 y 6
(es decir, con más del 45% de extracción) es de de 0,802, mien-
tras que sin las variables 1, 2, 3, 4, 5, 6, 10, 11, 19 y 22 (es decir,
con menos del 50% de extracción), es de 0,788. Por ello, se ha
calculado el Alpha de Cronbach eliminando las variables con
menos contribución a la varianza total, lo que ha originado
una disminución del coeficiente. Esto indica que las contribu-
ciones son pequeñas pero influyentes. Por lo tanto, es evidente
que sería necesario aumentar el número de ítems o el tamaño
de muestra para intentar aumentar el coeficiente de fiabilidad.
Efectivamente, hay que revisar y mejorar los ítems relativos
al no paternalismo, la violencia paternalista y ambas violen-
cias metafísicas. Las causas de una peor delimitación del
constructo probablemente tienen que ver con la propia formu-
lación de las preguntas, con que faltan preguntas por formu-
lar, con que hay otros factores no esperados que se deben
etiquetar de otra forma diferente a la esperada, etc.
En cualquier caso, tras realizar el estudio de la fiabilidad y
el análisis factorial, el resultado indica que el cuestionario C-
IVU ha obtenido una alta puntuación de fiabilidad de 0,8 y
que, con esta estructura de 38 variables incluidas en los 7 fac-
tores estipulados a priori, podemos explicar cerca del 54% de
la varianza total, que es un resultado aceptable. De este modo,
se comprueba que el C-IVU es un instrumento fiable y válido
para medir el abuso de poder que pueden ejercer las y los tra-
bajadores sociales sobre las personas usuarias. Una herramien-
ta que contribuirá a mejorar la intervención social y que
complementará la sólida formación ética requerida por
las y los trabajadores sociales para abordar las diferentes cues-
tiones éticas a las que se enfrentan en su ejercicio habitual.
Se comprueba que el
C-IVU es un instrumento
fiable y válido para medir
el abuso de poder que
pueden ejercer las y los
trabajadores sociales
sobre las personas
usuarias
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