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REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL
ISSN 0717-6767
VOL. 15, Nº. 1, Agosto 2015, PÁG. 57 - 64
DURACIÓN DE LA JORNADA LABORAL: IMPLICANCIAS
SANITARIAS Y POLÍTICO-ECONÓMICAS
DURATION OF WORKING HOURS: HEALTH AND SOCIO-ECONOMIC
IMPLICATIONS
Christian Moretti A1.
Resumen:
Un tema de interés para la Terapia Ocupacional desde sus inicios, ha sido el cómo la persona distribuye el tiempo de sus actividades y a
través de esto logra alcanzar el “Equilibrio Ocupacional”, reconociendo la importancia de éste para la salud del individuo. Sin embargo, un
trabajador chileno actual se encuentra sometido a exigencias propias de su rol, que atentan directamente contra la consecución de dicho
equilibrio, y por tanto, contra su salud. Atribuido esto principalmente a la gran cantidad de horas destinadas a su actividad productiva.
En este documento se presenta un compilado de artículos que busca evidenciar la relación entre el estado de salud de los individuos
y la duración de la jornada laboral, establecer aquellos estándares de jornada laboral con menor riesgo para la salud y además,
mencionar las implicancias que la modificación de ésta puede tener para un país. Para cumplir dicho objetivo, se realizó una revisión
bibliográfica en forma virtual, a través del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Concepción (SIBUDEC), utilizando plataformas
internacionales como Lilacs, Scielo , ProQuest, Pubmed y EBSCO. Complementando además, con la búsqueda directa de artículos en
algunas revistas electrónicas.
Finalmente, se reconoce que una jornada laboral de 8 horas diarias y entre 45 horas semanales, es lo máximo a lo que un trabajador
debiera estar expuesto a su actividad laboral y se cuestiona si los parámetros de desarrollo económico debiesen ser el principal
determinante para que un país tome la decisión de implementar este tipo de medidas.
Palabras clave:
Jornada laboral, horas de trabajo, duración jornada, salud laboral.
Abstract:
A topic of relevance for occupational therapy from their bases, has been how the person distributes the time of their activities and
through this reach “Occupational Balance”, recognizing its importance to the health of the human. However, a current Chilean worker
is under its own role demands, which directly threaten the scope of this balance , and therefore their health . Attributed this mainly to
the large number of hours devoted to its production.
This document shows a compilation of articles that seek to demonstrate the relationship between health status of individuals and the
length of the workday, set those workday standards with less risk to health, and also to mention the implications that amending this can
have on a country. For this, a literature review was conducted virtually, through the Library System of the Universidad de Concepción
(SIBUDEC) using international platforms like Lilacs, Scielo, ProQuest and EBSCO. Well complemented by direct search for items on
some electronic journals.
Finally it is recognized that a working day of 8 hours per day and 45 hours per week is the most that a worker should be exposed to
their work and questions whether the parameters of economic development slated to be the primary determinant for a country to take
the decision to implement such measures.
Keywords:
Workday, Work Hours, hours of work, duration time, occupational health.
1 Terapeuta Ocupacional, estudiante Magister en Ergonomía Universidad de Concepción, Licenciado en ciencias de la Ocupación Humana
Universidad de Chile. Consultor ergónomo, Mutual Asesorías, Santiago, Región Metropolitana. Mail: cmoretti.anfossi@yahoo.cl
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE MEDICINA
DEPARTAMENTO DE TERAPIA OCUPACIONAL Y CIENCIA DE LA OCUPACIÓN
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INTRODUCCIÓN
Desde sus orígenes, la Terapia Ocupacional ha estu-
diado la importancia de la estructuración de las rutinas
diarias para la salud y cómo las responsabilidades que
asumimos conllevan roles que nos denen dentro de la
sociedad. Postulando que, para alcanzar una adecuada
calidad de vida, es indispensable, entre otros aspectos,
organizar en forma conveniente las diversas activida-
des en que nos involucramos en el diario vivir (Gómez,
2006). Es por esto, que se constituye como uno de los
objetivos básicos de la Terapia Ocupacional, el poder
alcanzar el denominado “Equilibrio Ocupacional”.
El psiquiatra Adolf Meyer (1957), uno de los ex-
ponentes más importantes de la disciplina, habla de
la trascendencia del equilibrio de cuatro extensiones:
“trabajo y descanso, juego y sueño” (Gómez, 2006).
Postulando, que las personas deben contar con oportu-
nidades para organizar su tiempo en rutinas normales
de vida, especialmente en el trabajo, y de esta forma,
satisfacer sus necesidades interpersonales, que le per-
mitan alcanzar el bienestar físico y psicológico. Marx
sostiene que la naturaleza de la felicidad humana está
en la “libertad para ser inventivos en el trabajo, para
crear activamente el mundo que nos rodea, de acuerdo
con nuestra concepción de cómo debería ser”. Basan-
do, su crítica hacia el capitalismo en la idea de que
éste niega precisamente esa libertad a los trabajadores
(Bruton y Fairris, 1999).
Si bien, lo ideal es alcanzar y mantener este estado
de “equilibrio”, existen factores internos y/o externos
que muchas veces atentan contra su consecución. Lo
que según Wilcock (1998), es un factor de riesgo para
la salud del individuo y de la comunidad. Esta autora
señala que el desequilibrio afecta el funcionamiento
de la persona desde el nivel celular hasta las funciones
mentales superiores, afectando las estructuras ocupa-
cionales de la sociedad y sus políticas.
Algo que los autores mencionados comparten, es la
importancia que se le asigna a las condiciones labora-
les como un determinante externo de este “equilibrio”,
y por lo tanto, como un posible predictor del estado
de salud. En la actualidad, existe cada vez más eviden-
cia que respalda la relación existente entre la actividad
laboral que una persona realiza y su estado de salud,
además de las implicancias que esto puede tener en tér-
minos políticos y económicos para un país, siendo utili-
zada dicha evidencia, incluso como argumento para el
desarrollo de importantes políticas públicas.
Un ejemplo de esto, es un tema, que en los últi-
mos años ha llevado a tomar importantes decisiones a
diferentes países, incluido Chile. Este es ¿Cuánto debe
durar la jornada laboral?
A través de este documento, se presenta un compila-
do de artículos que buscan evidenciar la relación entre
el estado de salud de los individuos y la duración de la
jornada laboral, establecer aquellos estándares de jor-
nada laboral con menor riesgo para la salud y además,
mencionar las implicancias que la modicación de ésta
puede tener para un país.
Se realizó una revisión bibliográca en forma vir-
tual, a través del Sistema de Bibliotecas de la Universi-
dad de Concepción (SIBUDEC), utilizando plataformas
internacionales como Lilacs, Scielo , ProQuest, Pubmed
y EBSCO. Complementando además, con la búsqueda
directa de artículos en algunas revistas electrónicas. De
esta búsqueda se seleccionaron 23 artículos en inglés
y español, procurando utilizar aquellos con fecha de
publicación inferior a 6 años de antigüedad.
Antecedentes históricos
La primera vez que se normalizó el tiempo de traba-
jo fue en la Inglaterra del siglo XIX, como consecuencia
de la revolución industrial, debido a las condiciones
laborales de mujeres y niños empleados en las fábri-
cas. Existieron campañas políticas impulsadas por el
malestar social y la agitación sindical, así como por la
preocupación moral y religiosa sobre los efectos poten-
cialmente dañinos del exceso de trabajo en las mujeres
y los niños (Allard, 2011).
En Estados Unidos, la demanda de normas para
regularizar el tiempo de trabajo se generó al alero de
grandes movilizaciones laborales y huelgas. Eventos
como la revuelta de Haymarket, que terminó con la
vida de los mineros de Chicago el 1 de mayo 1886,
sumado a otros sucesos posteriores a la Primera Guerra
Mundial, promovieron la instauración de la jornada la-
boral de ocho horas en diversos países del mundo.
Para consolidar los logros este movimiento, el año
1919 se realiza el primer convenio de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), el Convenio sobre las
horas de trabajo en el área industria, el cual fue el pri-
mero de varios convenios más relativos a la duración de
la jornada laboral. En este convenio se jó la jornada
diaria en ocho horas y la semana laboral en cuarenta y
ocho. Para luego, en 1930, rmar el Convenio sobre las
horas de trabajo para el área de comercio y ocinas.
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DURACIÓN DE LA JORNADA LABORAL: IMPLICANCIAS SANITARIAS Y POLÍTICO-ECONÓMICAS
REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL
En 1935, se establece el convenio número 47 o
Convenio sobre las cuarenta horas de trabajo, el cual
plantea que se redujesen las horas de trabajo a cuaren-
ta semanales, sin disminución del nivel de vida, para
combatir el desempleo.
Más adelante, debido a las secuelas de la segunda
Guerra mundial, a la depresión económica y al avance
tecnológico, en EEUU y Europa, tanto los trabajadores
como los gobernantes Europeos veían en la reducción
de la jornada laboral una forma ecaz de repartir el
volumen de trabajo existente y combatir el desempleo.
Se comenzó con una reducción de la jornada laboral
acompañada de extensos cambios en la organización
del trabajo. La implantación de su organización cientí-
ca dividió el proceso laboral en tareas normalizadas, a
cada una de las cuales se asignaba una duración exacta
(Taylor, 1911). La normalización de los productos aba-
rató los costos al crecer el volumen de producción, y la
mejora de las técnicas de almacenamiento hizo posible
proteger el proceso de producción frente a las uctua-
ciones del mercado a corto plazo y prolongar los hora-
rios de explotación (Deutschmann, 1985).
Con el tiempo, todas estas modicaciones han
permitido consolidar nuevas modalidades de trabajo,
como el trabajo a tiempo parcial. En algunos países se
reduce la duración del trabajo, para generar empleos, y
en otros se alarga, los trabajadores tienen mayor exibi-
lidad en cuanto a opciones de jornada, permitiéndoles
incluso realizar otras actividades como estudiar.
Chile, por muchos años pareció mantenerse al mar-
gen de estas tendencias, llegando incluso a encabezar
los años 1996, 1998 y 2002, el ranking de los 49 países
donde hay más horas de trabajo (Dirección del Traba-
jo, 2003). Sin embargo, después de más de 80 años
con una jornada laboral de 48 horas, el 1º de Enero del
2005, en Chile se instaura una jornada laboral ordinaria
de 45 horas semanales, cuyo objetivo estaba puesto en
la protección de los derechos laborales en orden a me-
jorar la calidad de vida de los trabajadores y en elevar
los niveles de productividad en las empresas.
Horas de trabajo y estado de salud
Si bien la reducción de la jornada laboral en una
primera instancia estuvo confederada principalmente
a demandas sociales, las consecuencias de las largas
jornadas de trabajo en la salud del trabajador, han sido
materia de estudio para la justicación de la reducción
de la jornada laboral en muchos países. La compilación
enciclopédica de estudios médicos y cientícos que
realizó a principios del siglo XX Josephine Goldmark,
por ejemplo, sentó bases objetivas que resultarían de-
cisivas luego para que se aceptaran y promulgaran nor-
mas protectoras a este respecto en los Estados Unidos y
en otros países (Frankfurter y Goldmark, 1915, y Gold-
mark, 1912).
Estudios de revisión como el realizado por Haro et
al. (2007), Justicaciones médicas de la jornada laboral
máxima de ocho horas, demuestran que existe eviden-
cia tanto empírica como teórica para decir que jornadas
laborales muy extensas (12 horas o más) presentan inva-
riablemente relación con disminución en el desempeño
y eciencia en el trabajo, errores en el cumplimiento de
los sistemas de seguridad laboral, aumento de síntomas
de fatiga, disminución del estado de alerta y acortamien-
to del periodo dedicado al sueño a cuatro horas o me-
nos. Así también, los estudios analizados por Haro et al.
(2007) asocian estas condiciones al aumento de factores
de riesgo para sufrir patologías como el infarto agudo de
miocardio, la aparición de síndrome metabólico, entre
otros que más adelante serán revisados.
Al ser variadas las implicancias sanitarias de la du-
ración de la jornada laboral, se estima conveniente di-
vidir la información en subitems:
Jornada laboral y patologías músculo-
esqueléticas
La ergonomía como ciencia se ha encargado de es-
tudiar en profundidad los factores de riesgos biomecá-
nicos implicados en el desarrollo de patologías mús-
culo-esqueléticas, generando teorías que establecen
relaciones causales entre estos y el origen de patologías
especícas (Kurman, 2001). Un ejemplo son los traba-
jos realizados por el National Institute for Occupational
Safety and Health (NIOSH), los cuales, además de cla-
sicar los factores de riesgo, reconocen la importancia
del “tiempo de exposición” para el desarrollo de una
patología, lo que podemos relacionar con el sistema de
rotaciones y con la duración de la jornada laboral.
Chile no ha estado ajeno a los avances en el reco-
nocimiento de la presencia de factores de riesgo bio-
mecánicos asociados a tiempos de exposición como
determinantes en el desarrollo de patologías músculo-
esquelética, lo cual queda reejado en la Norma Téc-
nica para la Identicación y Evaluación de los Factores
de Riesgo de Trastornos Músculo Esqueléticos Relacio-
nados con el Trabajo de Extremidad Superior (TMERT-
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EESS), publicada el año 2012 por el MINSAL, la cual,
además de evaluar e intervenir en los factores biomecá-
nicos y sus tiempos de exposición, suma como factores
adicionales para el desarrollo de patologías músculo
esqueléticas, las condiciones organizacionales y psico-
sociales en las cuales el trabajador realiza sus tareas.
Jornada laboral y Enfermedades Crónicas
Existe ya suciente evidencia que señala los efectos
negativos derivados de las uctuaciones en la secreción
de cortisol generadas durante la jornada laboral. Todos
estos, asociados a los eventos de estrés. Se ha estable-
cido una relación causal entre estás uctuaciones y un
aumento del ritmo cardiaco, de la presión arterial y, en
consecuencia, del riesgo de enfermedades cardiovas-
culares. Atribuible a la falta de espacios para la recupe-
ración en los periodos de descanso o de esparcimiento
que deben darse posterior a las jornadas de no más de
ocho horas de trabajo.
Kivimaki et al. (2014) en su artículo Long working
hours can be toxic, determina que existe una relación
entre horas de trabajo, el tipo de ocupación y el nivel
socioeconómico con la siología, afectando el riesgo
de presentar patologías crónicas. Su principal hallaz-
go, estuvo en una asociación particular en el grupo de
bajo nivel socioeconómico, entre las largas jornadas de
trabajo, pocas horas de sueño y un aumento a la predis-
posición de desarrollar Diabetes Mellitus tipo 2.
Sumado a los factores de riesgo a nivel siológico,
debemos considerar aquellos hábitos que puedan pre-
disponer al desarrollo de patologías crónicas, ya que
largas horas de trabajo pueden estar asociados con há-
bitos y estilo de vida poco saludables como el tabaquis-
mo, el consumo de alcohol, el sedentarismo y una dieta
alta en grasa, sodio y/o azúcar.
Al respecto, en el documento Working time and ci-
garette smoking: Evidence from Australia and the Uni-
ted Kingdom (Angrave et. al 2014), al evaluar población
de Autralia y el Reino Unido, encontró con que trabajar
largas horas (50 horas semanales) tiende a aumentar las
posibilidades de que los ex fumadores sufran recaída,
se reducen las posibilidades de que los fumadores de-
jen de fumar y aumenta el consumo de cigarrillos en-
tre los fumadores regulares. Presentado efectos mucho
menores aquellas personas que trabajan entre 40 y 49
horas semanales.
Jornada laboral, Fatiga y Sueño
Relacionado con el tema anterior, Krueger y Fried-
man (2009) examinaron los patrones de sueño en una
encuesta representativa a nivel nacional de 110.441
adultos estadounidenses. Sus resultados mostraron que
un 28,3 % de los encuestados presentaban cortos pe-
riodos de sueño y que este grupo, estaba asociado con
largas jornadas laborales, bajos niveles de educación,
bajo ingresos, consumo de alcohol, depresión y pro-
blemas de salud crónicos como enfermedades cardio-
vasculares y diabetes. Reejando de esta manera, que
existe una relación entre largas jornadas de trabajo con
las pocas horas de sueño y sus efectos nocivos en la
salud humana.
La fatiga en todas sus dimensiones, aparece como el
signo más evidente de que estamos trabajando al limite
de nuestras capacidades. Los trabajadores la perciben
como una falta de energía o motivación. Debido a que
ésta puede ser una respuesta normal al esfuerzo físico
o mental, el cuerpo humano cuenta con mecanismos
siológicos para recuperarse. Pero, al estar sometidos a
largas jornadas de trabajo, como quedó demostrado, se
disminuye la cantidad de tiempo empleado en dormir,
reduciendo los efectos del sueño en la recuperación.
Pudiendo entonces, afectarse importantes procesos -
siológicos como la regulación de la presión arterial, la
secreción de hormonas y la actividad del sistema ner-
vioso simpático. Afectando la salud física y mental del
trabajador. Un concepto con el que los trabajadores de
a poco se han ido familiarizando y el cual está rela-
cionado con el estrés y las condiciones laborales, es
el síndrome de “burnout” o “de desgaste profesional”
o “estar quemado”, el cual reere al estado de agota-
miento físico, emocional y mental, causado cuando el
sujeto se involucra en situaciones emocionalmente de-
mandantes, durante un tiempo prolongado.
Otra consecuencia de la fatiga, es la pérdida gradual
de las capacidades para desempeñar ecientemente un
trabajo, disminución del estado de alerta y velocidad
de reacción, aumentando incluso las tasas de acciden-
tabilidad de una empresa por errores en el cumplimien-
to de los sistemas de seguridad laboral. Härmä (2006)
señala que trabajar demasiadas horas, ya sea diarias o
semanales están directamente relacionados con un au-
mento en la tasa de accidentes y lesiones profesionales
y que la relación no depende de la edad, sexo, ocupa-
ción, o en el sector de la industria.
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DURACIÓN DE LA JORNADA LABORAL: IMPLICANCIAS SANITARIAS Y POLÍTICO-ECONÓMICAS
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Jornada Laboral y Salud Mental
Los antecedentes anteriores sumados al alza de
82% experimentada en Chile entre el 2005 y 2007 por
las licencias médicas referidas a “trastornos mentales
y del comportamiento”, evidencian la importancia de
considerar a estos trastornos como un tema de preocu-
pación. Llevando, por ejemplo, al MINSAL a incluir
la depresión en el Sistema de Garantías Explícitas en
Salud. Las patologías asociadas a esta alza en las li-
cencias médicas fueron: depresión, ansiedad y estrés,
concordando con el tramo de edad entre 20 y 40 años,
es decir, de población laboralmente activa (Ansoleaga
y Toro 2010).
La ergonomía, además de establecer una relación
causal entre factores de riesgo biomecánicos y patolo-
gías músculo-esqueléticas, también se ha preocupado
de relacionar la salud mental de las personas con los
factores de riesgo psicosociales a los cuales está sujeto
en su puesto de trabajo. En el Informe del Comité Mixto
OIT-OMS sobre Medicina del Trabajo, novena reunión
Ginebra, 18-24 de septiembre de 1984, en su aparta-
do Factores Psicosociales en el Trabajo: naturaleza, in-
cidencia y prevención (p. 3), se dene a los Factores
de Riesgo Psicosociales como: “Interacciones entre el
trabajador, su medio ambiente, la satisfacción en el tra-
bajo y las condiciones de organización, por una parte,
y por la otra, las capacidades del trabajador, sus ne-
cesidades, su cultura y su situación personal fuera del
trabajo, todo lo cual, a través de percepciones y expe-
riencias, puede inuir en la salud, en el rendimiento y
en la satisfacción en el trabajo”.
Es relevante rescatar de la denición de la OIT la
importancia atribuida a aquellos factores personales o
extralaborales en relación a la salud mental, ya que las
últimas investigaciones han demostrado que éstos po-
drían ser determinantes al establecer una diferenciación
de género para el desarrollo de una patología mental.
En el estudio Síntomas depresivos y distrés labo-
ral en trabajadores chilenos: condiciones diferencia-
les para hombres y mujeres (Ansoleaga et al, 2014),
se registró que al evaluar 3010 trabajadores Chilenos
seleccionados aleatoriamente, la prevalencia de sin-
tomatología depresiva es signicativamente mayor en
mujeres que en hombres. En este estudio, se destaca
que el presentar “interferencia trabajo-familia”, se ma-
niesta con aumento del doble de probabilidades de
desarrollar sintomatología depresiva. Estos resultados
son coherentes con los roles que social y culturalmente
cumple una mujer dentro de una familia y las implican-
cias del rol de trabajadora, ya que como mencionan
Williams y Aliger (1994), pueden en algún momento
superponerse llevando a una interferencia de roles,
generando un conicto trabajo-familia. Kahn et al. el
año 1964, realiza un estudio de estrés organizacional
en Michigan, demostrando que cuando un rol se
sobrepone a otro, se obtienen efectos negativos sobre
el bienestar de las personas.
Aryee (1999), señala que el conicto entre trabajo y
la vida familiar se maniestan por la excesiva demanda
de tiempo en el trabajo, incompatibilidad en los hora-
rios y la tensión causada por los intentos de la persona
para cumplir con sus deberes tanto en la casa como en
el trabajo. Por supuesto, que si destinamos una can-
tidad de horas demasiado elevada a cumplir nuestro
rol de “trabajador(a)”, se reducen las posibilidades de
cumplir a cabalidad las exigencias asociadas a otros
roles extralaborales, como el ser “padres”, “esposos”,
“hijos” y “amigos”, entre otros.
En Chile, desde el 1 de septiembre del 2013 co-
menzó a regir el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psi-
cosociales en el trabajo, el cuál apunta a identicar y
conocer los factores de riesgo psicosociales y su real in-
cidencia en el ámbito laboral. Si bien, en este protocolo
la duración de la jornada no es evaluada como factor
de riesgo independiente, se incluye como concepto
en los apartados de “condiciones de trabajo” y como
“carga del trabajo”. Un elemento que si es considera-
do como factor de riesgo, es la “doble presencia en el
trabajo y el hogar”, que luego de experiencias previas
de aplicación, aparece como uno de los factores más
presentes en los empleados chilenos.
Implicancias Político-económicas
Para Bruton y Fairris (1999), a medida que aumenta
el poder adquisitivo de los trabajadores en general, las
condiciones de los trabajos mejoran como estrategia
por parte de las empresas para hacer más atractivas las
ofertas a trabajadores más “exigentes”. Por lo que según
algunos autores, la jornada corta aceptada voluntaria-
mente por los trabajadores es un indicador del nivel de
prosperidad de un país.
Según Bosch (1999), en su compilado Tendencias y
nuevos aspectos de la duración del Trabajo, la mayoría
de los estudios que registra las reducciones colectivas
del tiempo de trabajo realizadas en Europa occidental
durante los últimos 40 años demuestran efectos positi-
vos sobre el empleo, pero en algunos también se ob-
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serva que la reducción se tradujo en un aumento de
las horas extraordinarias y en presiones inacionistas
generadas por subidas excesivas de los salarios, con los
consiguientes efectos negativos sobre el empleo
El caso de Chile, los resultados demuestran que la
medida de disminuir la jornada semanal de 48 a 45 ho-
ras, no ha provocado efectos directos signicativos en el
empleo. Las consecuencias son insignicantes también
en cuanto a los salarios por hora, incluso los individuos
afectados por la reducción de horas estándar trabajan
menos horas y llegan a salarios más altos por hora (com-
pensación salarial). En cuanto a las consecuencias sani-
tarias de dicha medida, no existen muchos estudios que
vinculen las actuales condiciones de salud de la pobla-
ción, con la reducción de la jornada laboral.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
A modo de resumen, la evidencia tanto empírica
como teórica, demuestran que la cantidad de horas
que destinamos a nuestra actividad laboral, se reeja
en nuestra salud a través de una predisposición para
presentar patologías crónicas, músculo esqueléticas y
de salud mental, en la posibilidad de manifestar con-
ductas y hábitos “poco saludables”, tales como el taba-
quismo, dieta desequilibrada, el consumo de alcohol
y el sedentarismo, además de un posible aumento en
probabilidad de sufrir accidentes. En relación a esto,
los mismos estudios parecen apuntar a que en términos
siológicos, una jornada laboral de 8 horas diarias y 45
horas semanales es lo máximo a lo que un trabajador
debiera estar expuesto en su actividad laboral, sin em-
bargo, cabe destacar que existe poca la evidencia que
somete a evaluación jornadas de menor duración.
Como profesionales de la salud centrados en la ocu-
pación, no debiésemos perder de vista estos antecedes,
ya que si aspiramos a que nuestros clientes logren la
mejor calidad de vida posible, es básico considerar
todos los factores asociados al contexto laboral a los
cuales está siendo sometido. Especícamente, a lo
que reere la duración de la jornada laboral, se hace
pertinente nombrar nuevamente los estudios de Krue-
ger y Friedman (2009), los que demuestran, que son
los grupos de mayor vulnerabilidad los que presentan
menores periodos de recuperación luego de largas jor-
nadas laborales y que además, presentan bajos niveles
de educación, bajos ingresos, consumo de alcohol, de-
presión y problemas de salud crónicos como enferme-
dades cardiovasculares y diabetes, ya que en las largas
jornadas de trabajo, luego de esta revisión, podemos
identicar un posible gatillante o factor de riesgo para
más de una de estas problemáticas.
Como se planteó al inicio del texto, importantes au-
tores disciplinares como Meyer y Wilcock, reconocen la
relevancia de que toda persona cuente con la posibilidad
de estructurar sus hábitos, rutinas y roles a n de alcan-
zar y/o mantener este “equilibrio ocupacional”, el que
según los mismo autores, puede colaborar en que man-
tengamos un buen estado de salud física y mental. En la
práctica laboral, no es usual que los trabajadores sean
del todo conscientes de las consecuencias para la salud
de las condiciones del trabajo que desempeñan y de las
implicancias que éstas podrían tener para su calidad de
vida. Por lo que, es importante que el Estado sea quien
asuma la responsabilidad de normar y supervisar a través
de políticas públicas basado en la evidencia existente.
Si como uno de los pilares de la Terapia Ocupacio-
nal se menciona que las personas debiesen aspirar a
un equilibrio en las diferentes actividades que realizan,
pero el contexto muchas veces coarta las posibilida-
des reales de hacer esto posible, es válido cuestionarse
¿Qué rol debiese asumir el profesional Terapeuta Ocu-
pacional para mejorar las posibilidades de la población
usuaria y no usuaria? O dicho de otra manera ¿De qué
manera el profesional se hace responsable de esta nece-
sidad que atenta contra nuestros objetivos de interven-
ción? Si bien, como parte de una intervención, es po-
sible trabajar directamente con aquellos aspectos que
pueden ser competencia directa de las capacidades del
usuario y de las exigencias de su entorno más cercano,
la mejora de aquellas condiciones que atañen a todo
un país, también debiesen ser un objetivo al que como
profesionales y como disciplina debiésemos aspirar. Se
debe reconocer la relación bidireccional de causalidad
entre individuo y sociedad, ya que en el caso especíco
del “desequilibrio ocupacional”, según Wilcock (1998),
no solo constituye un factor de riesgo para la salud del
individuo, ya que afecta desde el nivel celular hasta las
funciones mentales superiores, reejándose en las es-
tructuras ocupacionales de la sociedad y sus políticas.
Si bien el convenio número 47 de la OIT habla de
una jornada de 40 horas semanales, son pocos los paí-
ses con la capacidad económica, política y social para
asumir dicha jornada. En aquellos países donde la me-
dida ha sido exitosa, se reconoce la importancia del
contexto en el que se llevaron a cabo los recortes del
tiempo de trabajo y las medidas complementarias asu-
midas.
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DURACIÓN DE LA JORNADA LABORAL: IMPLICANCIAS SANITARIAS Y POLÍTICO-ECONÓMICAS
REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL
Chile, plantea como uno de sus objetivos para el
año 2020, disminuir la incidencia de enfermedades
profesionales. Por lo que la aplicación del Protocolo de
Vigilancia de Riesgos Psicosociales en El Trabajo y la
Norma Técnica para la Identicación y Evaluación de
los Factores de Riesgo de Trastornos Músculo Esquelé-
ticos Relacionados con el Trabajo de Extremidad Supe-
rior, serán cruciales. Sin embargo con los hallazgos de
ambos protocolos, es válido preguntarnos ¿hasta qué
punto se podrá dar solución a factores organizacionales
como la duración de la jornada laboral para el resguar-
do de la salud de los trabajadores, por sobre la produc-
tividad? Ya, que pese a que existe una clara relación
entre una larga jornada de trabajo y el bienestar de la
población, pareciera que los motivos que impulsan este
tipo de medidas están focalizados en las implicancias
que estos podrían llegar a tener en términos de creci-
miento económico, por sobre la salud pública. Esta rea-
lidad es la que nalmente justica la falta de evidencia
sanitaria nacional e internacional luego de la imple-
mentación de la reducción de jornada laboral en un
país, en contraste con la amplia evidencia económica.
Respecto a la importancia del crecimiento económi-
co, se hace pertinente mencionar un nuevo movimiento
por parte de eruditos y activistas, quienes proponen un
programa de decrecimiento económico para los países
desarrollados con el n de mitigar las demandas sobre
el medio ambiente global, a través de la reducción de
las horas de trabajo. En el artículo Could working less
reduce pressures on the environment? A cross-national
panel analysis of OECD countries, 1970–2007, luego
del análisis de panel de 29 países de altos ingresos de
la OCDE se determina que las horas de trabajo están
signicativamente asociadas con mayores presiones
ambientales. Es decir, que además de una asociación
entre las horas de trabajo de un individuo y su salud a
través de factores de riesgo de exposición directa, tam-
bién existe un riesgo indirecto por un aumento en el
daño medio ambiental, que si bien no necesariamente
es de manifestación inmediata, tampoco podemos ob-
viar en este análisis.
Luego de este análisis, es pertinente cuestionarnos
si ¿podría la iniciativa de reducir la jornada laboral ser
una respuesta en un momento en que el mayor cre-
cimiento económico y los mayores ingresos, no pare-
cen necesariamente contribuir a un mayor bienestar
sanitario de la población en términos físicos y/o men-
tales? Quizás el aumento del tiempo libre podría ser
una solución a grandes problemáticas socio-sanitarias
y medioambientales.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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