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Torrico-Albino J. y Peralta-Rivero C. | CienciAgro (2017) 1: 37-48
Evaluación de la capacidad de resiliencia de sistemas de producción
agroforestales, agricultura bajo riego y ganadería semi intensiva
CienciAgro (2017) 1: 37-48
Recibido: 01/11/17
Aceptado: 29/12/17
Artículo cientíco original
www.institutoagrario.org
Torrico-Albino Juan Carlos1*, Peralta-Rivero Carmelo2, Pelletier Élise3
1Instituto Agrario. 2Centro de Investigación y Promoción del Campesinado – CIPCA. 3OXFAM Québec.
* Persona de contacto: torrico@web.de
Resumen
En los últimos cinco años el cambio climático ha impactado fuertemente los sistemas de producción agrícolas y reducido considerable-
mente la seguridad alimentaria de varias poblaciones damnicadas con inundaciones y sequías en diferentes pisos ecológicos en Bolivia.
Para plantear sistemas alternativos, no se conoce el grado de resiliencia de las unidades productivas, razón por la cual este estudio evaluó
la resiliencia cualitativa y cuantitativamente, sus capacidades de absorción, adaptación, y transformación de los sistemas agroforestales
en la región amazónica; agricultura bajo riego en los valles altos; y ganadería semi-intensiva en el chaco boliviano promovidos por el
Centro de Investigación y Promoción del Campesinado. Los resultados muestran que los índices globales de resiliencia obtenidos para
cada uno de los sistemas agrícolas revelan que las unidades productivas evaluadas que implementan tecnologías agroecológicas son
signicativamente más resilientes que los que no integran estas tecnologías: Charagua -Sistemas ganaderos semi-intensivos (0,72),
Charagua sistemas ganaderos extensivos (0,48), Anzaldo – Sistemas agricultura bajo riego (0,71), Anzaldo – sistemas agricultura a
secano (0,49), Puerto Gonzalo Moreno – Sistemas agroforestales (0,69) y Puerto Gonzalo Moreno sistemas convencionales (0,47).
Palabras Clave: Resiliencia, sistemas agroforestales, ganadería semi-intensiva, agricultura bajo riego.
Abstract
In the last ve years, climate change has strongly impacted agricultural production systems and has considerably reduced the food
security of several populations affected by oods and droughts in different ecological zones in Bolivia. In order to propose alternative
systems, the degree of resilience of the productive units is not known, which is why this study evaluated the qualitative and quantitative
resilience, its absorption, adaptation and transformation capacities of the agroforestry systems in the Amazon region; agriculture under
irrigation in the high valleys; and semi-intensive livestock in the Bolivian Chaco promoted by the Centro de Investigation y Promoción
del Campesinado. The results show that the global resilience indexes obtained for each of the agricultural systems reveal that the eval-
uated productive units that implement agroecological technologies are signicantly more resilient than those that do not integrate these
technologies: Charagua - Semi-intensive livestock systems (0.72 ), Charagua extensive livestock systems (0.48), Anzaldo - Irrigation
agriculture systems (0.71), Anzaldo - rainfed agriculture systems (0.49), Puerto Gonzalo Moreno - Agroforestry systems (0.69) and
Puerto Gonzalo Moreno conventional systems (0.47).
Key words: Resilience, agroforestry systems, semi-intensive livestock, irrigated agriculture.
Evaluation of resilience capacity of agroforestry production systems,
agriculture under irrigation and semi-intensive livestock
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INTRODUCCIÓN
El cambio climático es una realidad en todo el mundo y en Boliv-
ia ya se viven sus impactos en todos los sectores, siendo el sector
agropecuario el más vulnerable y afectado por su dependencia
directa del clima. En Bolivia se prevén modicaciones fuertes
en el comportamiento de la temperatura y en los regímenes plu-
viales, mayor incidencia de heladas, así como también, presen-
cia de sequías prolongadas. Todo este conjunto de cambios en el
comportamiento climático afectará especialmente a los pequeños
productores, bajando considerablemente los rendimientos agro-
pecuarios y sus ingresos y colocándolos en situación de inseguri-
dad alimentaria (Torrico, 2017).
Entender los sistemas de producción y su resiliencia, su capaci-
dad de adaptación, absorción y transformación se hace funda-
mental para mejorar la seguridad alimentaria especialmente de
familias vulnerables.
La resiliencia es un parámetro de naturaleza multifacética, multi-
dimensional, altamente dinámico, por lo tanto, difícil de param-
etrizar, cuanticar y valorar (Torrico, 2010, Cumming et al.,
2005). La resiliencia además tiene un potencial limitado de inter-
pretaciones de lo que es un concepto abstracto frente a un siste-
ma complejo (Alinovi et al., 2007). Además, la falta de métricas
cuanticables para nes de evaluación hace el concepto bastante
subjetivo. Simplicar los sistemas, procesos y dinámicas, y cuan-
ticarlo implica correr el peligro de perder información de las
interrelaciones de sus subsistemas (Alinova, 2007).
Medir la resiliencia sin un marco conceptual robusto puede llevar
a interpretaciones ambiguas y aisladas (Mazvimavi y Rohrbach,
2006; Smith et al., 2016), en el mejor de los casos un marco con-
ceptual debe incluir la dinámica del tiempo y hacer referencia a
eventos perturbadores del sistema (Béné, 2013; Jansses y Torri-
co, 2015). De manera general existen muchos marcos concep-
tuales sobre la resiliencia que se diferencian y hasta discrepan
entre sí, lo que diculta su comparación, se debe además incluir
el contexto y los medios de vida (Béné, 2013).
Existen también dicultades en cuanticar económicamente
varios de los procesos de los sistemas de producción basados en
el enfoque de la resiliencia. La resiliencia con preferencia debe
medirse a nivel de unidad productiva, debido a que la capacidad
de respuesta se da desde la familia o unidad productiva (Alinovi
et al., 2007, Hoskins, 2014). Las estrategias adaptativas se hacen
más complejas a escalas más allá del nivel de la nca (Smith et
al., 2016).
Es también complejo determinar y medir la dinámica de los in-
dicadores hacia la resiliencia (Bahadur, 2015), pues es difícil de-
terminar el punto en el cual el sistema agrícola alcanzó un punto
de equilibrio o estabilidad, Jannsens y Torrico (2015) plantean
como agroclimax el punto en el cual los sistemas agrícolas están
en equilibrio con los sistemas naturales y socio-económicos y
son estables a robustos frente a perturbaciones. Otra dimensión
importante de los indicadores es el tipo de indicadores que se es-
tán recopilando, ya que indicadores pueden medir insumos, pro-
cesos, resultados y resultados y su distinción es muy importante.
La clave de los buenos indicadores es la credibilidad en lugar
del volumen de datos o la precisión en la medición (Mazvimavi
y Rohrbach, 2006). Sandhu-Rojon (2003) sostiene que una ob-
servación cuantitativa no es más intrínsecamente objetivo que
una observación cualitativa, pero sugiere que grandes volúmenes
de datos pueden confundir en lugar de enfocar. En este sentido
debe ser importante concentrarse en los indicadores más impor-
tantes antes que abundar en una gran variabilidad que dicultan
su análisis y seguimiento (Spearman y McGray, 2011; Hinkel,
2011).
Al momento de cuanticar variables subjetivas se corre el peligro
del sesgo e interpretación objetiva, tanto en procesos producti-
vos, especialmente en la parte social, el levantamiento de infor-
mación debe basarse en generalizaciones sobre ciertos grupos de
personas basadas en el género, la edad, la etnia (Mazvimavi y
Rohrbach, 2006).
Si valoramos el aprendizaje y desarrollo de capacidades como
una dimensión de la resiliencia, por ejemplo, podemos querer
medir procesos de entrenamiento, intercambio de información
y sensibilización. Esto sería, entonces, un indicador de proceso.
Al mismo tiempo, este tipo de actividad puede considerarse un
resultado si estamos interesados en medir el éxito del proyecto
(Mazvimavi y Rohrbach, 2006).
La supervivencia a la escasez prolongada de agua en la agricul-
tura requiere que los agricultores sean resistentes en múltiples
dimensiones. Los agricultores pueden aspirar a la resiliencia tan-
to desde el punto de vista del capital nanciero como del capital
natural (Ranjan, 2014).
DFID (2011) sostiene que se debe tomar en cuenta un antes y
después de eventos adversos y en lo posible medir cuanto las
personas, procesos o sistemas han cambiado. La velocidad y las
escalas también representan una dicultad de determinar, ¿hasta
qué punto se recuperan los sistemas?, ¿cuáles son los umbrales
de la resiliencia en un marco conceptual?, ¿cómo aprende el
sistema?, ¿cuáles son las capacidades del sistema para ser más
resilientes? (Bene, 2013; DFID, 2011; Torrico, 2010).
La conversión de ecosistemas naturales a sistemas agrícolas,
ocurre a tasas altas con impactos signicativos en el agua. El
aumento de la variabilidad de las precipitaciones expone los
sistemas agrícolas a los impactos de las inundaciones y sequías
(Basche & Edelson, 2017). Los nuevos sistemas agrícolas requi-
eren atributos acordes a los desafíos del clima cambiante y los
eventos extremos; el ajuste de los sistemas deben estar ajustados
al contexto local, a su medioambiente y a procesos sociales y
socioeconómicos (Smith et al., 2016).
Objetivo
Evaluar la resiliencia cualitativa y cuantitativamente, sus capaci-
dades de absorción, adaptación, y transformación de los sistemas
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agroforestales en la región amazónica; agricultura bajo riego en
los valles altos; y ganadería semi-intensiva en el chaco bolivia-
no promovidos por el Centro de Investigación y Promoción del
Campesinado - CIPCA.
MARCO CONCEPTUAL
Vulnerabilidad, adaptación y resiliencia son conceptos que se
usan a menudo en varios campos de investigación, así como
en varias líneas políticas relacionados especialmente al cambio
climático, estudios de la sostenibilidad, reducción de riesgos de
desastre y las intervenciones contra la pobreza y hambre y muy
a menudo para la evaluación y optimización de sistemas de pro-
ducción agropecuarios (Torrico y Janssens, 2010).
Una transición terminológica reciente sobre resiliencia tiende a
sobrepasar la estricta recuperación de las estructuras y funciones
básicas de los sistemas después de una perturbación (Jones y
Tanner, 2015). En este sentido, la resiliencia se deniría más bien
como la capacidad de un individuo, de una familia, de una po-
blación o de un sistema a absorber y recuperarse del impacto de
los choques y estresores, a adaptarse al cambio y a transformarse
potencialmente, sin comprometer, y posiblemente mejorar, sus
perspectivas a largo plazo (LWR, 2015a; Oxfam-Québec). Así, la
resistencia no se enfoca únicamente en la capacidad de sobrevivir
al impacto de los choques en el corto plazo, pero también en la
capacidad de las poblaciones más vulnerables de inuir cambi-
os en el largo plazo y de realizar sus plenos potenciales (LWR,
2015b). En el contexto de gestión de programas de desarrollo, la
capacidad de resiliencia permitiría el logro de los resultados de
desarrollo, tales como los medios de vida sostenibles, el biene-
star, la reducción de la pobreza, etc. (LWR, 2015a). De manera
más general, la resiliencia constituye la capacidad de mujeres,
hombres y niños para hacer valer sus derechos y mejorar su esta-
do de bienestar a pesar de los choques, las tensiones y la incerti-
dumbre (Jeans et al., 2016).
La resiliencia está constituida de tres capacidades claves, dis-
tintas pero complementarias, que contribuyen al logro de los re-
sultados de desarrollo y permiten a las poblaciones vulnerables
prepararse y afrontar las consecuencias de los choques a corto
plazo y también enfrentar los cambios impredecibles en el largo
plazo (Jacobi et al., 2014), estas son la capacidad de absorción,
capacidad de adaptación y capacidad de transformación (Oxfam
International, 2017; Oxfam Resilience.
Figura 1. Las tres capacidades de resiliencia según Oxfam.
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METODOLOGÍA
Los tres casos de estudio corresponden a actividades que desar-
rolla el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado
– CIPCA, a través de la Propuesta Económica Productiva (PEP),
(i) sistemas agroforestales en Puerto Gonzalo Moreno, (ii) agri-
cultura sostenible bajo riego en Anzaldo, (iii) nueva ganadería o
ganadería comunitaria semi-intensiva en Charagua (Figura 2). Se
construyeron y evaluaron indicadores de resiliencia en términos
de absorción, adaptación y transformación a ser ajustados a los
tres sistemas evaluados.
Figura 2. Localización de los municipios y los tres casos de estudio.
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Descripción corta de los tres casos de estudio
La nueva ganadería o ganadería comunitaria semi-intensiva en
Charagua
Se basa en un conjunto de prácticas que permiten mitigar los im-
pactos de la sequía, hacer más eciente el uso del suelo, fortalecer
la economía de las familias guaraníes y lograr ingresos para las
familias guaraníes que la implementan. En los predios comunales
se implementan silvopasturas, manejo del bosque con reservas y
alambrados para asegurar la recuperación de forrajes nativos y
rotación de potreros y se hace captación de agua de lluvia para
época de estiaje. Se implementa infraestructura para captación
y manejo del agua que garantizan reservas para el consumo ani-
mal (atajados y aljibes). Este conjunto de actividades y permite
la crianza semi intensiva de bovinos de cuya venta se generan
ingresos para la comunidad y para las familias que participan en
los proyectos comunitarios (CIPCA, 2016b). La nueva ganad-
ería o ganadería comunitaria semi intensiva se constituye en un
modelo alternativo de producción frente a la ganadería extensiva
propia del chaco boliviano. Las áreas evaluadas bajo el sistema
de la PEP corresponden a aproximadamente a 2.415 hectáreas
bajo ganadería semi-intensiva en las comunidades Itatiki y San
Francisco (CIPCA, 2016b).
La agricultura sostenible bajo riego en Anzaldo
Las familias implementan la agricultura sostenible y producción
diversicada bajo riego, cultivando una diversidad de tubércu-
los, hortalizas, frutales y cereales. Se implementa infraestruc-
tura productiva que permite minimizar los efectos propios del
medio (sequías, granizadas, heladas); transforma su sistema de
producción a secano a un sistema de producción bajo riego con
la implementación de obras de captación y distribución a niv-
el comunal y la implementación de riego presurizado (goteo y
aspersión) a nivel familiar; se protegen supercies productivas
con la implementación de invernaderos o el uso de mallas; y se
diversica la producción familiar (CIPCA, 2016a). Se realiza la
siembra y cosecha de aguas, protegiendo los suelos con cobertura
vegetal mediante forestación y reforestación arbórea y arbustiva
para retener el agua de lluvias y mantener la humedad de los
suelos; protección de las vertientes y ojos de agua; manejo de
cuencas y microcuencas. La agricultura sostenible y bajo riego
se constituye en un modelo alternativo de producción tradicional
en los valles. Las áreas de agricultura bajo riego entorno a la
PEP e Anzaldo corresponden aproximadamente a 207 hectáreas
(CIPCA, 2016b).
Los Sistemas agroforestales en Puerto Gonzalo Moreno
Los sistemas agroforestales son una alternativa económica pro-
ductiva que se implementa en tierras bajas con familias camp-
esinas e indígenas, se basa en el manejo sostenible de la tier-
ra y los recursos naturales, utiliza prioritariamente los recursos
naturales disponibles en el medio, la mano de obra familiar y
conocimientos locales, combinando mediante distintas formas
de ordenamiento, en un determinado tiempo y espacio, especies
perennes, cultivos anuales y especies forrajeras. Los SAF pre-
tenden ser una réplica del bosque para lo cual su diseño diver-
sica especies con base a recursos locales, pero se implementan
de manera más planicada de tal modo que se tenga producción
diversicada que facilite alimentos e ingresos para las familias
durante todo el año y por muchos años mientras exista el siste-
ma. Los SAF buscan lograr la sostenibilidad ambiental y social
ya que se aplican en las condiciones naturales de los bosques
y en los modos de vida de la población local (CIPCA, 2016b).
Los Sistemas Agroforestales se constituyen en un modelo alter-
nativo al modelo extractivista de producción basado en el des-
bosque, la quema, la ampliación de la frontera agrícola y pecuar-
ia, propios de la Amazonía boliviana. En los más de 15 años de
implementación los SAF han demostrado que son una importante
opción para afrontar los efectos del cambio climático, como las
inundaciones, sequías e incendios. Los sistemas agroforestales
que están bajo la PEP en Puerto Gonzalo Moreno son aproxima-
damente 197 hectáreas (CIPCA, 2016b).
Variables de estudio e indicadores
Basados en el marco conceptual se evaluó la resiliencia en base
a las tres dimensiones (absorción, adaptación, transformación) se
han seleccionado los indicadores más representativos y propues-
to sus relaciones temporales antes y después del evento climáti-
co, así como comparación de sistemas tradicionales con los que
implementan las tecnologías a través de la PEP de CIPCA (Tabla
1).
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Tabla 1: Indicadores de resiliencia en términos de absorción, adaptación y transformación para a evaluación de sistemas agroforestales, agricultura bajo riego y ga-
nadería semi-intensiva.
una de las tres capacidades, y dentro de las capacidades se dio el
mismo peso a cada uno de sus indicadores, como se muestra a
continuación:
Donde:
I Rec : Índice de resiliencia
I Cab : Indicadores de capacidad de absorción
I Cad : Indicadores de capacidad de adaptación
I Ctr : Indicadores de capacidad de trasformación
nc : Numero de capacidades
: Valor individual del indicador
Para el cálculo del índice de resiliencia, los indicadores se agre-
garon de acuerdo a cada capacidad, dando el mismo peso a cada
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La resiliencia de los sistemas agroecológicos y convencionales se
evaluó en función a los eventos climáticos descritos en la tabla 2.
.Indicadores de resiliencia de los sistemas ganaderos en Chara-
gua
Los indicadores globales de la resiliencia según capacidad mues-
tran que las Unidades Productivas Agropecuarias (UPA) que
participan e integran tecnologías agroecológicas en sistemas ga-
naderos semi-intensivos notablemente son superiores a las que
no lo hacen, especialmente en las capacidades de absorción y
adaptación. Capacidad media a buena para la Absorción (0,61),
Adaptación (0,83) y Transformación (0,73). Mientras que para
las UPA que no integran las tecnologías los indicadores globales
de las capacidades son bajas: Capacidad media a buena para la
Absorción (0,39), Adaptación (0,43) y Transformación (0,63)
(Figura 2).
En cuanto al grado de absorción del sistema semi-intensivo bajo
la PEP, la salud general del ganado es mejor que en la del siste-
ma convencional (ganadería extensiva). Asimismo, existe mejor
capacidad de los miembros de la comunidad de prepararse y en-
frentar riesgos climáticos gracias a las tecnologías que los pro-
ductores implementan. Existe mejor estabilidad en la producción
y menor pérdida por muerte del ganado por eventos climáticos.
La estabilidad de acceso al agua para el consumo animal y las
actividades productivas es mayor. En términos generales, este
sistema responde mejor en cuanto a las necesidades básicas de
las familias y la seguridad alimentaria, tal como se puede conr-
mar con otras investigaciones sobre los benecios de la ganad-
ería semi-intensiva en la región Chaco y los benecios desde el
punto de vista agroecológico (AGRECOL Andes, 2006; Ureña y
Villagra, 2016; CIPCA 2016b; Céspedes, 2017).
Respecto a la capacidad de adaptación del sistema bajo mane-
jo comunitario, la integración de nuevas tecnologías con cono-
cimiento tradicional y técnico ha mejorado al desarrollo de prác-
ticas más resilientes de manejo silvopastoril, tal como resume
Altamirano (2007), además, se ha mejorado la capacidad de
aprovechamiento de condiciones ambientales y la capacidad de
aprendizaje de los choques anteriores. Igualmente, el sistema ga-
nadero semi-intensivo comunitario, permite un mejor control de
la tierra y de los medios de vida de hombres y mujeres, así como
una mejor organización a nivel comunitario y fortalecimiento de
las capacidades locales, lo cual ayuda a mejorar y/o lograr una
transformación resiliente de sus sistemas, tal como lo destaca
también Ureña & Villagra (2006) y Céspedes, (2017).
Indicadores de resiliencia de los sistemas agrícolas de produc-
ción en Anzaldo
Los indicadores globales de la resiliencia según capacidad mues-
tran que las UPA que participan e integran tecnologías agro-
ecológicas en sistemas de producción bajo riego notablemente
son superiores a las que no lo hacen, especialmente en las ca-
pacidades de absorción y adaptación. Capacidad buena para la
Absorción (0,70), Adaptación (0,71) y Transformación (0,72).
Mientras que para las UPA que no integran las tecnologías los
indicadores globales de las capacidades son bajas: Capacidad
media a buena para la Absorción (0,42), Adaptación (0,44) y
Transformación (0,60) (Figura 3).
abla 2: Eventos climáticos tomados en cuenta para el estudio según municipio y año.
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Figura 3. Indicadores de resiliencia agregados para el Municipio de Charagua, con y sin tecnologías agroecológicas sistemas
ganaderos semi-intensivos (PEP). Fuente: Elaboración propia.
Figura 4. Indicadores de resiliencia agregados para el Municipio de Anzaldo, con y sin tecnologías agroecológicas de sistemas
de producción bajo riego (PEP). Fuente: Elaboración propia.
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En términos de transformación, los productores con PEP han
logrado una mejor organización comunitaria y las capacidades
locales se han fortalecido, sobre todo en torno al manejo de la
cuenca y gestión del agua. Igualmente, el sistema les permite ten-
er control y acceso a la tierra y a la mejora de los medios de vida
de hombres y mujeres, tal como lo destaca Céspedes (2016) y
CIPCA (2016a; 2006b).
En relación al grado de adaptación, los productores bajo el siste-
ma de la PEP integran tecnologías e infraestructura (invernade-
ro y aljibes) contra riesgos climáticos al mismo tiempo que les
permite desarrollar prácticas agrícolas resilientes. Asimismo,
los productores muestran que poseen mejor capacidad para el
aprovechamiento de nuevas condiciones climáticas para la pro-
ducción. En cuanto a la absorción, existe la percepción por parte
de los productores de poseer mejor capacidad de prepararse y
enfrentar riesgos climáticos de tal forma que se genera una mejor
estabilidad en la producción y reducción en las pérdidas agríco-
las. De igual manera, las familias tienen mejor acceso al agua
dados los atajados familiares y hacen un aprovechamiento más
eciente del agua dado el riego presurizado para desarrollar sus
actividades productivas. Asimismo, existe mejor capacidad de
responder a las necesidades básicas de las familias y estabilidad
de la seguridad alimentaria, porque además las reservas de agua
en atajados y el riego presurizado permite en algunas áreas dos
cosechas de papa al año, la de verano que se hace a secano y es
para consumo familiar y la de invierno que se hace con riego y
es para la venta tal como se puede corroborar en los estudios
de ingreso familiar anual para la región (Pellens, 2006; CIPCA,
2015).
Indicadores de resiliencia de los sistemas agroforestales en
Puerto Gonzalo Moreno
Los indicadores globales de la resiliencia según capacidad mues-
tran que las UPA que participan e integran tecnologías agro-
ecológicas en sistemas de producción agroforestales notable-
mente son superiores a las que no lo hacen, especialmente en las
capacidades de absorción y adaptación. Capacidad media a bue-
na para la Absorción (0,59), Adaptación (0,73) y Transformación
(0,73). Mientras que para las UPA que no integran las tecnologías
los indicadores globales de las capacidades son bajas: Capaci-
dad media a buena para la Absorción (0,34), Adaptación (0,40) y
Transformación (0,70) (Figura 4).
Figura 5. Indicadores de resiliencia agregados para el Municipio Puerto Gonzalo Moreno, con y sin tecnologías agroecológicas de sistemas de producción
agroforestales (PEP). Fuente: Elaboración propia.
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En términos de transformación, los SAF con PEP se caracterizan
por tener una mejor organización comunitaria y fortalecimien-
to de las capacidades locales, tal como lo demuestra Céspedes
(2016) y Vos et al. (2015). En cuanto al grado de adaptación, los
productores integran tecnologías con conocimiento tradicional e
integran infraestructuras para la defensa contra riesgos climáti-
cos, además, estos sistemas presentan una gran variedad de es-
pecies agrícolas y mayor diversicación productiva. De igual
manera, existe buena capacidad de aprendizaje con respecto a
choques anteriores como, por ejemplo, las sequías y sobre todo
por las inundaciones del periodo 2013-2014 en donde al menos
817 familias de 21 comunidades de Puerto Gonzalo Moreno
fueron afectadas (Soliz et al., 2015).
En esa línea, el grado de transformación es alto puesto que ex-
iste mayor capacidad de parte de los productores de prepararse
para enfrentar riesgos climáticos. Por otro lado, en los SAF con
PEP existe una mayor diversidad del suministro y abastecimien-
to de las semillas, estabilidad en la producción, menor pérdida
por eventos climáticos, mayor estabilidad del acceso a alimentos
que responden a las necesidades básicas de las familias, logrando
así una estabilidad de la seguridad alimentaria de las familias.
En este sentido, Vos et al. (2015) resaltan la importancia de los
sistemas agroforestales en la región por los benecios directos e
indirectos en el ámbito socio-económico y ambiental. Asimismo,
estos sistemas son un complemento importante para el manejo
y recolección de productos forestales no maderables en la zona
(Pellens, 2006; Peralta et al., 2009; CIPCA, 2015), ayudando de
esta manera a la seguridad alimentaria de las familias, sobre todo
en épocas de baja producción por eventos climáticos.
Índice de resiliencia
Existen diferencias signicativas entre las UPA evaluadas y que
participan e integran las tecnologías agroecológicas PEP en rel-
ación a aquellas que no están bajo esta propuesta. Se observa
que todas las UPA que no integran estas tecnologías muestran
índices de resiliencia bajos, mientras que los que si integran las
tecnologías PEP tienen índices de resiliencia medio a muy bue-
nos: Charagua con PEP (0,72: muy bueno), Charagua sin PEP
(0,48: bajo), Anzaldo con PEP (0,71: muy bueno), Anzaldo sin
PEP (0,49: bajo), Gonzalo Moreno con PEP (0,69: bueno) y Gon-
zalo Moreno sin PEP (0,47: bajo) (Figura 5).
Figura 6. Comparación del Índice de resiliencia a partir de agregación de indicadores de las tres capacidades con y sin
PEP para los tres municipios: Charagua, Anzaldo, y Gonzalo Moreno.
CONCLUSIONES
La escala determinada para evaluar la resiliencia (Índice de resil-
iencia) de los sistemas de producción fueron: 0-0,3= muy bajo;
0,31-0,5 bajo; 0,51-0,6 medio; 0,61-0,7 bueno; 0,71-0,9 muy
bueno; >0,9 excelente.
Los índices globales de resiliencia obtenidos para cada uno de
los sistemas agrícolas muestran que las unidades productivas
evaluadas que implementan tecnologías agroecológicas son sig-
nicativamente más resilientes que los que no integran estas tec-
nologías: Charagua -Sistemas ganaderos semi intensivos (0,72),
Charagua sistemas ganaderos extensivos (0,48), Anzaldo – Siste-
mas agricultura bajo riego (0,71), Anzaldo – sistemas agricultu-
ra a secano (0,49), Gonzalo Moreno – Sistemas agroforestales
(0,69) y Gonzalo Moreno sistemas convencionales (0,47).
Los índices globales desagregados por capacidad muestran que
las UPA evaluadas que participan e integran las tecnologías
agroecológicas PEP son signicativamente más resilientes para
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cada una de las tres capacidades (absorción, adaptación y trans-
formación) que los que no integran estas tecnologías, respectiv-
amente a cada capacidad: Charagua -Sistemas ganaderos semi
intensivos (0,61; 0,83; 0,73), Charagua sistemas ganaderos ex-
tensivos (0,39; 0,43; 0,63), Anzaldo – Sistemas agricultura bajo
riego (0,70;0,71; 0,72), Anzaldo – sistemas agricultura a secano
(0,42; 0,44; 0,60), Gonzalo Moreno – Sistemas agroforestales
(0,61; 0,73; 0,73), Gonzalo Moreno sistemas convencionales
(0,32; 0,40; 0,70).
La comparación de los tres sistemas productivos a través del
marco conceptual de la resiliencia, permite comprobar que las
actividades agroecológicas de la Propuesta Económica Producti-
va (PEP) tienen fuerte impacto sobre la resiliencia de los sistemas
de producción en cada uno de los tres municipios evaluados, me-
jorando su capacidad de absorción, adaptación y transformación
de eventos climáticos adversos.
AGRADECIMIENTOS
Al Fondo Francés para el Medio Ambiente (FFEM) por sus siglas
en Francés y a la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD). A
las familias campesinas e indígenas quienes accedieron y volun-
tariamente participaron en esta investigación realizando grandes
aportes. También por su valiosa contribución a Pamela Cartage-
na, María Oblitas, Javier Francisco Rocha, Wilder Moza, Vincent
Vos, Rosario Flores y Rudy Caya, de los equipos técnicos de CIP-
CA Cochabamba, CIPCA Cordillera y CIPCA Norte Amazónico.
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