Alguna vez considerada un problema de salud solo de los Estados Unidos
de Norte América (EUA) y de algunos países industrializados occidentales,
la obesidad se ha convertido en un importante contribuyente de la carga de
morbi-mortalidad a nivel planetario. La adiposidad excesiva es un factor de
riesgo importante para la agregación de otras enfermedades como la diabetes
mellitus tipo 2 (DM2), enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de
cánceres. El aumento en la prevalencia de la obesidad y sus comorbilidades
ha sido en gran medida impulsado por la liberalización del comercio mundial,
el crecimiento económico y la rápida urbanización, que continúan impulsando
cambios dramáticos en la alimentación y estilos de vida que conllevan a un
balance energético positivo, es decir, cuando la ingesta calórica de un individuo
excede su gasto energético, conduciendo a un aumento progresivo de peso.
Aunque la globalización claramente ha conducido a mejoras sustanciales en
la calidad de vida, la seguridad alimentaria, y a una reducción en el nivel de
pobreza en muchos países, las consecuencias no deseadas de estos cambios
han llevado a un mayor consumo de bebidas azucaradas y alimentos de bajo
valor nutritivo y alta densidad energética. En combinación con la reducción
en los patrones de actividad física, estos factores están impulsando hacia un
escenario mundial de obesidad, en el que los costos directos e indirectos son
cuantiosos, tanto en términos de gasto para los sistemas de salud como en la
calidad de vida de los pacientes y sus familiares, lo que subraya la importancia
de implementar estrategias de prevención. Por ejemplo, solo en los EUA,
los costos médicos atribuibles a la obesidad se estimaron en US $ 147 mil
millones por año en 2008. Los países de bajos y medianos ingresos (PMBI) actualmente soportan
una gran parte de la carga económica de la obesidad y se prevé que esto siga
ocurriendo en las próximas décadas , de forma que los costos relacionados
con el tratamiento de la obesidad y sus diversas comorbilidades serán
particularmente perjudiciales para la salud pública y la economía de los
PMBI, pues tienen recursos limitados y sus infraestructuras no son suficientes
para gestionar el aumento de las tasas de estas enfermedades junto con la
carga coexistente de la desnutrición y las enfermedades infecciosas. En este
contexto, las personas con bajos ingresos que viven en un PMBI altamente
urbanizado, como por ejemplo Brasil o la India , tienen un mayor riesgo de
obesidad que las personas ricas en el mismo país debido al acceso generalizado
a alimentos económicas con altadensidad energética y baja calidad nutricional
acompañado de un estilo de vida sedentario.
En las últimas cuatro décadas hemos pasado de un mundo en el que la
prevalencia de bajo peso era más del doble que la obesidad a una en la que
hay más personas obesas que con bajo peso excepto en África subsahariana
y algunas regiones de Asia. El porcentaje de incremento del índice de masa
corporal (IMC) desde el año 2000 ha sido más lento en los países de altos
ingresos, donde la adiposidad se convirtió en un problema de salud pública en
esta época. Sin embargo, debido a que el aumento del IMC se ha acelerado en
algunas otras regiones, como en Latinoamérica, algunos países europeos, en
China y en Oceanía, el aumento global en el IMC no se ha no ha disminuido.
Si las tendencias posteriores al 2000 continúan, no se alcanzará el objetivo mundial de detener el aumento de la obesidad, por lo que la obesidad mórbida
podría superar al bajo peso -en mujeres- para el año 2025. Es probable que los cambios necesarios para revertir esta epidemia requiera intervenciones
sostenidas y numerosas recomendaciones de políticas de la comunidad
internacional, habitantes, gobiernos y organizaciones que se enfocan en la
dieta, el estilo de vida y los factores de riesgo ambientales, el efecto de la
globalización en las tendencias mundiales de la prevalencia de la obesidad a
través de cambios en los factores de nivel macro, los cuales influyen en los
comportamientos individuales (micro nivel).
En nuestra opinión, debe prestarse especial consideración a grupos
étnicos como el de los hispanos debido a que existen diferencias culturales
que pueden afectar la prevalencia de obesidad de diferentes maneras. Por
ejemplo, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de los EUA ha demostrado que existen variaciones étnicas de esta enfermedad en relación a su comportamiento, los factores de riesgo, demografía y los determinantes sociales entre los diferentes grupos dehispanos. Este hecho ha sido confirmado por múltiples estudios realizados en México, Brasil, Colombia, Venezuela y Chile, en los cuales se ha observado un alarmante incremento en la prevalencia de obesidad y cuyas variantes regionales pueden enmascarse en bajo una supuesta agrupación pan-étnica que podría afectar las intervenciones nclínicas y de población específicas que impacten en la reducción y prevenciónde la obesidad.