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BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA PUCP / N.° 22 / 2017, 61-89 / ISSN 1029-2004
a Cotsen Institute of Archaeology e Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima
Correo electrónico: henrytantalean@yahoo.es
b Cotsen Institute of Archaeology y Santa Fe Institute, Santa Fe, New Mexico
Correo electrónico: stanish@ucla.edu
c Programa de Estudios Andinos, Ponticia Universidad Católica del Perú
Correo electrónico: kelitacubas@yahoo.es
d Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Escuela Profesional de Arqueología
Correo electrónico: alexisrodriguezyabar@gmail.com
L C ,
C
Henry Tantaleán a, Charles Stanish b, Kelita Pérez c y Alexis Rodríguez d
Resumen
En este artículo, presentamos una síntesis de las principales evidencias arqueológicas recolectadas durante nuestras tres
últimas temporadas de investigación en el sitio de Cerro del Gentil, ubicado en el valle medio de Chincha, costa sur
del Perú. A partir de estas evidencias, planteamos una serie de prácticas sociales que se habrían dado en este sitio y sus
implicancias para la explicación de las ocupaciones humanas asociadas con las tradiciones Paracas y Topará en el valle
de Chincha entre los siglos VI y II a.C.
Palabras clave: costa sur del Perú, valle de Chincha, Paracas, Topará, Cerro del Gentil, ritual
Abstract
PARACAS AND TOPARÁ OCCUPATIONS IN CERRO DEL GENTIL, CHINCHA VALLEY
is article presents a synthesis of the principal archaeological evidence obtained during the last three eld seasons at
the site of Cerro del Gentil in the middle Chincha Valley on Peru’s south coast. Based on these data, we propose the
existences of a series of social practices that were conducted at the site. We further explore the implications of these results
for understanding the Paracas and Topará occupations in the Chincha valley between the 6th and 2nd centuries BCE.
Keywords: Peruvian southern coast, Chincha valley, Paracas, Topará, Cerro del Gentil, ritual
https://doi.org/10.18800/boletindearqueologiapucp.201701.003
TANTALEÁN, STANISH, PÉREZ Y RODRÍGUEZ
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1. Introducción
El sitio arqueológico de Cerro del Gentil está conformado por un conjunto de edicios construidos
principalmente durante el Período Paracas Medio y Tardío (600 a 200 a.C.). El edicio principal
(Edicio 1) funcionó originalmente como el escenario de rituales dirigidos por los líderes paracas
del valle de Chincha. Su construcción se inició a mediados del siglo VI a.C. y fue concebido como
un proyecto que estuvo vinculado con otras construcciones similares en el valle bajo. A su vez,
el edicio tuvo como componente principal un patio hundido de forma cuadrangular. Nuestras
excavaciones revelaron la existencia de tres grandes fases arquitectónicas en la vida del Edicio 1.
La primera fase estuvo relacionada con la conguración y construcción del edicio que incluyó,
al menos, un primer patio hundido. La segunda fase replicó la forma de ese primer patio hundido
a menor escala, adosándolo sobre las paredes del antiguo. La tercera reconstrucción modicó la
forma y función original del patio hundido.
Aproximadamente, en el siglo III a.C., las funciones originales del edicio terminaron y el
interior del patio hundido atravesó por un proceso de sellado con el depósito de varias capas
detierra mezcladas con artefactos, enterramiento de ofrendas y desechos durante un período de
tiempo relativamente corto. Poco tiempo después, se construyó una plataforma de piedra y tierra
sobre la parte central del edicio paracas, vinculada con arquitectura y material topará.
En este artículo, además de la presentación de una importante cantidad de evidencias
arqueológicas, también planteamos una serie de prácticas sociales que debieron estar vinculadas
con la construcción de las diferentes fases arquitectónicas como también de los eventos de relleno
del patio hundido. En síntesis, describimos y explicamos la planicación, construcción y uso
del edicio principal de Cerro del Gentil durante la época Paracas Medio y Tardío. Además,
describimos y explicamos el abandono del sitio por parte de las líderes de la sociedad Paracas en
esta parte del valle. Finalmente, nos referiremos a la reutilización y modicación del edicio por
los grupos sociales relacionados con la cerámica topará. Esta última ocupación humana es poco
comprendida en la arqueología de la costa sur del Perú, pero tiene importantes implicancias para
entender la prehistoria temprana del valle de Chincha y otros cercanos.
2. Cerro del Gentil
El sitio de Cerro del Gentil, también registrado por Dwight Wallace como PV.57-59, se encuentra
en un área cercana a la entrada al valle medio de Chincha cuando este comienza a estrecharse
debido a la presencia de las primeras estribaciones andinas (Fig. 1). El sitio fue construido en
el extremo de una saliente ubicada en el borde de la pampa, que se eleva sobre el fondo del
valle medio de Chincha y es contiguo a la quebrada Puerta Blanca (Fig. 2). Su localización en
ese lugar tiene muchas ventajas, entre las que se pueden destacar el control visual del valle y
de otros edicios paracas cercanos; la cercanía a una quebrada que trae agua estacionalmente;
suubicación intermedia entre la zona fértil del valle y la pampa eriaza; y, nalmente, debido a su
altura, la posibilidad de realizar buenas observaciones del recorrido del sol en el rmamento, y
suvinculación con accidentes geográcos y el mar.
Nuestras excavaciones se concentraron en el patio hundido central del edicio principal
(Edicio 1), donde pudimos reconocer que este había sido remodelado en diferentes ocasiones
(Fig. 3). Asimismo, se reconoció que alrededor del siglo III a.C. el edicio asociado a cerámica
de estilo Paracas, después de su uso como espacio político-religioso, comenzó a ser enterrado
con una serie de eventos de deposición de tierra y fragmentos de vasijas paracas, restos óseos,
malacológicos y botánicos.
La segunda gran ocupación humana del edicio se vinculó con el estilo cerámico Topará. Esta
última se registró principalmente en una plataforma construida al este del patio hundido excavado.
Dicha plataforma presentó un volumen importante debido a las refacciones realizadas por el
grupo social que usó la cerámica topará. En dicha plataforma, se identicó un par derecintos,
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Figura 1. Mapa del valle de Chincha y ubicación de Cerro del Gentil (dibujo: Alexis Rodríguez).
Figura 2. Vista de Cerro del Gentil desde el sur (foto: Henry Tantaleán).
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en uno de los cuales se encontró un fogón circular hecho a base de piedras no canteadas. Aunque
es complicado identicar a ciencia cierta la función de estos espacios, podemos plantear que la
complejidad de las prácticas fue comparativamente menor a las registradas en el momento de
la ocupación paracas, aunque sugiere una función todavía supradoméstica para estos espacios.
El sitio también fue reocupado durante la época relacionada con el estilo cerámico Carmen
en los siglos II y III de nuestra era (Pérez et al. 2015) y durante la época Chincha-Inca entre
los siglos XIV y XVI, especialmente con estructuras funerarias. Sin embargo, en este artículo,
solamente nos enfocaremos en las ocupaciones paracas1 y topará.2
3. La ocupación paracas
Nuestras excavaciones en el sitio de Cerro del Gentil se realizaron en varios sectores, a partir de
las cuales se identicó un área relacionada con un asentamiento vinculado al estilo Carmen del
Período Intermedio Temprano (Sector B) (Pérez et al. 2015), y un sector con dos plataformas
(Edicios 1 y 2) asociadas con arquitectura y cerámica Paracas. Sin embargo, nuestros trabajos
se enfocaron en el Edicio 1, la plataforma más grande del sitio que fue denominado Sector A
(Fig.4). Durante nuestras excavaciones en el Edicio 1, denimos tres grandes fases constructivas
relacionadas con Paracas: fase Amarilla, fase Gris y fase Marrón (Fig. 5, 6 y 7). Posteriormente a
estas fases, se realizaron una serie de eventos de enterramiento ritual del edicio, especialmente
evidenciados en el patio hundido de la parte central.
Figura 3. Plano de Cerro del Gentil con sectores excavados (plano: Alexis Rodríguez).
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Figura 5. Plano con fases arquitectónicas (plano: Alexis Rodríguez).
Figura 4. Vista desde el sur del Edicio 1 (foto: Henry Tantaleán).
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Figura 6. Corte este-oeste del patio hundido del Edicio 1 de Cerro del Gentil (dibujo: Alexis Rodríguez).
3.1. La fase Amarilla
Durante la temporada de investigación 2013 y 2014, las excavaciones en el Edicio 1 logra-
ron denir arqueológicamente un patio cuadrangular hundido, previamente planteado por José
Canziani (1992: 105) (Fig. 8). La planicación del edicio tomó en cuenta una conguración que
estuvo relacionada con la orientación principal del edicio en un eje oeste-este, conguración que
también se reitera en los muros del patio hundido y otras estructuras del edicio.
De acuerdo con nuestras excavaciones, para empezar a construir el patio hundido, primero, se
colocó un piso grueso de fundación preparado con arcilla. Dicho piso fue plenamente identicado hacia
el noroeste de la segunda plataforma; sin embargo, no se encontró hacia el sureste dela plataforma.
Figura 7. Reconstrucción de las fases en el patio hundido del Edicio 1 de Cerro del Gentil. También se observan las
principales ofrendas y enterramientos incluidos en las capas de relleno del patio hundido (dibujo: Abel Fernández y
Alexis Rodríguez).
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Figura 8. Vista desde el este del patio de la fase Amarilla (foto: Henry Tantaleán).
Figura 9. Vista desde el este del corredor (foto: Henry Tantaleán).
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Esto nos hace pensar que el piso fue construido con el n de nivelar el terreno antes de proceder a
construir los muros del patio cuadrangular hundido. Sobre ese piso, se depositó un relleno de tierra
con piedras pequeñas angulosas y con muy poco material arqueológico, con excepción de algunos
restos botánicos.
Sobre esa primera capa, se construyó un nuevo piso de arcilla, el cual se encontraba asociado
directamente a los muros que conforman la primera fase constructiva del patio hundido.
Denominamos a esta como la fase Amarilla, la cual estuvo vinculada directamente con la construc-
ción del primer patio hundido y que se correspondería a los primeros muros evidenciados al sur
en las excavaciones de la temporada 2012 (Tantaleán et al. 2013: g. 7). El primer patio hundido
fue acompañado por otras estructuras como un corredor evidenciado al sur (Fig. 9). Hacia el norte
del patio hundido, la edicación estuvo tan destruida por entierros intrusivos y saqueo, que solo
se reconoció el paramento interior del muro norte de dicho patio. Hacia el este, la superposición
de la plataforma topará no permitió reconocer hasta dónde se extendía el patio hundido de la
fase Amarilla u otras estructuras arquitectónicas subyacentes. De acuerdo con las observaciones de
otros edicios contemporáneos del valle, se puede plantear que existió un segundo patio hundido
debajo de la plataforma topará. De hecho, nuestras excavaciones limitadas en el extremo este del
edicio expusieron un muro que sería parte de dicho patio. Hoyos de postes de madera sobre dicho
muro evidencian que, como en Huaca Soto, este patio hundido habría estado techado (Stanish y
Tantaleán 2015; Stanish y Pérez 2016).
El patio hundido de la fase Amarilla tiene 12 metros por 12 metros y unos 2,50 metros de
profundidad, medidos desde las cabeceras de los muros excavados hasta el piso del fondo. Los
muros fueron construidos con adobes cónicos (también reconocidos por otros autores como en
forma de cuña) (Wallace 1971; Lumbreras 2008; Canziani 2009) y el paramento interno fue
cubierto con nos enlucidos de barro de color amarillento. Su buena conservación se debe a que
este patio fue cubierto para construir sobre ellos los muros del patio hundido de la fase Gris.
Elrelleno, también de tierra de color amarillento, contenía poca cantidad de materiales arqueoló-
gicos y algunas ofrendas.
3.1.1. Prácticas sociales durante la fase Amarilla
3.1.1.1. Fundación de Cerro del Gentil: El edicio fue construido sobre la base natural del «espolón»
al nal de la pampa que se eleva sobre el valle. La elección de este lugar debió tener como objetivo
utilizar la elevación y su ubicación al borde de la pampa para visualizar una mayor parte del paisaje
circundante, especialmente del fondo del valle irrigado.
Para la construcción del Edicio 1, el área parece haber sido nivelada, lo cual se evidencia en
las excavaciones en el fondo del patio hundido. Sobre esta supercie nivelada, se hallaron restos
de hojas de maíz que podrían haber formado parte de un ritual de fundación del edicio. Estas
hojas de maíz se dispusieron agrupadas sobre el relleno utilizado para la nivelación del terreno.
Posteriormente, se construyó el primer piso de barro del edicio.
3.1.1.2. Establecimiento de la conguración original: El edicio principal fue diseñado originalmente
como una plataforma rectangular orientada en su mayor eje en dirección oeste-este. En las exca-
vaciones de 2012, se evidenció que las partes laterales, al menos en el lado sur, fueron niveladas
con la acumulación de bloques de piedra cortada. Sobre esta capa, se superpusieron muros hechos
con adobes cónicos. En la parte sur, se evidenció que estos fueron retenidos por muros de piedras
canteadas, sobre las cuales se adosaban adobes cónicos con la base hacia el exterior (Tantaleán et al.
2013: g. 7). Hacia el interior de estos muros de retención de piedra, se colocaron adobes cónicos
con la base hacia abajo, lo cual creaba el volumen de la plataforma.
3.1.1.3. Espacio y uso del patio hundido de la fase Amarilla: Nuestras investigaciones conrmaron
que el acceso principal al edicio no estuvo en la parte central del extremo este. Así, a menos que
el acceso se haya encontrado en los lados norte o sur, el mejor lugar para ingresar al edicio debió
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haber sido el extremo oeste. Sin embargo, en la parte central del lado oeste, nuestras excavacio-
nes registraron que los constructores habían elevado esta parte con muros de piedra semicanteada
recubiertos con barro. Nuestra propuesta es que dos escalinatas incrustadas en el talud de la plata-
forma oeste fueron los accesos al atrio principal del edicio (Fig. 10). Este atrio sería similar a
los propuestos por Canziani (1992, 2009) para otros edicios paracas de la parte baja del valle.
Nuestras excavaciones evidenciaron que este atrio tuvo un piso de barro preparado. Atravesando
el atrio, se llegaba a un segundo nivel donde tenemos el conjunto del patio hundido. Dicho patio
hundido estuvo circundado por una serie de recintos, de los cuales se han podido denir solamente
los de la parte oeste. Se trataba de estructuras construidas con piedras canteadas y revestidas de
barro. Algunos de los muros de esos recintos debieron estar pintados de colores, puesto que hemos
encontrado fragmentos de enlucidos pintados dentro de los escombros arrojados al interior del
patio hundido. Los diseños de dichas paredes eran geométricos, y formaban patrones de cruces en
colores negro, rojo y blanco (Fig. 11).
Pese a nuestros esfuerzos, el acceso al mismo patio hundido tampoco se pudo denir. No
obstante, dada la escala pequeña del patio y el sistema de construcción con muros adosados a las
bases del patio, es plausible que estos hayan sido usados como peldaños. Otra posibilidad es que
se haya utilizado alguna especie de escalera móvil de material botánico. En el caso de Huaca Soto,
estos accesos se encuentran insertos en los mismos muros del patio (Stanish y Pérez 2016).
El espacio principal del edicio sería el patio hundido central; de darse reuniones en su interior,
este habría podido reunir a un grupo pequeño de no más de 50 personas en posición de pie. Si las
personas se acomodaron solamente sentados sobre los muros de apoyo —como los evidenciados en
el norte del patio hundido, que podrían haber sido utilizados como banquetas— podríamos obtener
una cantidad menor de participantes. Una hipótesis es que una de las principales actividades sociales
allí realizadas era la observación del sol y la consecuente medición del tiempo (Tantaleán2016).
Figura 10. Reconstrucción artística del Edicio 1 durante la fase Amarilla (dibujo: Henry Tantaleán y Alexis
Rodríguez).
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Dichas actividades u otras estarían acompañadas de ritos con consumo de bebidas y comida al
interior del patio (Tantaleán et al. 2016).
La altura de los muros impediría que las actividades realizadas en su interior sean observadas
desde el exterior del edicio. Estas actividades solo podrían ser observadas desde los recintos o
espacios abiertos circundantes al patio hundido. Una conguración arquitectónica similar a este
complejo es el de los templos de Pukara en Puno, que también incluyen un patio hundido y una
estructura que circunda al patio (Mujica 1991). Resulta interesante que, de la misma manera que
en Pukara, los muros del patio de la fase Amarilla estaban orientados hacia los puntos cardinales.
3.2. La fase Gris
Luego de un tiempo de uso, se realizó una gran modicación del espacio arquitectónico, denido
como una nueva fase constructiva. El nuevo patio de la fase Gris fue construido dentro del espacio
original del primer patio hundido (fase Amarilla) y, de esta manera, quedó inserto dentro de aquel
(Fig. 12). La construcción de esta nueva fase comenzó con la superposición de un nuevo piso sobre
el fondo del patio de la fase anterior. Sobre este piso, se levantaron cuatro nuevos muros de piedra
y barro que completaron el patio de esta nueva fase. El relleno que cubrió los muros del patio de la
fase Amarilla quedó depositado entre su paramento exterior y el paramento interior de los muros
de la fase Gris.
El patio cuadrangular hundido de la fase Gris midió siete metros por siete metros, aproxima-
damente, y una altura de aproximadamente 2,40 metros de profundidad. Salvo el muro norte que
está desviado algunos grados hacia el sureste, todos los muros del patio estuvieron orientados hacia
los puntos cardinales. Este relleno también les otorgó estabilidad y solidez a los muros del nuevo
patio. Dicho relleno estaba compuesto de tierra limosa de color amarillento libre de piedras grandes
y con muy poco material cultural asociado. Dentro de este relleno, se encontraron algunos rasgos y
ofrendas, especialmente cerca de la esquina sureste. Es importante resaltar que, luego de la deposi-
ción del relleno en la parte sur y oeste, se hizo un piso de barro a la altura de la cabecera del muro sur
y oeste del patio en esta nueva fase. Este piso se adosó además a la parte superior de los muros sur y
Figura 11. Fragmento de enlucido con diseños pintados (foto: Henry Tantaleán).
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Figura 12. Vista desde el este del patio de la fase Gris (foto: Henry Tantaleán).
Figura 13. Vista desde el este del atrio de la fase Gris (foto: Henry Tantaleán).
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oeste del patio hundido en la fase Amarilla. Todo ello conguró un espacio que estaría funcionando
conjuntamente con el patio cuadrangular hundido de la fase Gris. A este espacio lo hemos denomi-
nado «Atrio del patio hundido de la fase Gris» (Fig. 13). Dada la conguración del patio hundido
de la fase Amarilla, debemos pensar que también se contó con un atrio similar. Un corredor hacia
el sur del patio hundido se correspondería con este atrio y patio hundido. Excavaciones de profun-
dización debajo del piso del corredor de la fase Gris evidenciaron que, luego de un relleno similar al
que cubrió los muros del patio de la fase Amarilla, también este corredor tuvo una mayor profun-
didad, y que debió haber estado asociado con el atrio y el patio de la fase Amarilla.
3.2.1. Prácticas sociales durante la fase Gris
3.2.1.1. Entierro de los muros de la fase Amarilla y construcción de los muros del patio de la fase Gris:
El entierro del patio hundido de la fase Amarilla fue un evento social importante que resultó en la
reducción de las dimensiones de dicho espacio. Así también, terminó afectando el desarrollo de las
actividades realizadas en general en este edicio. Fue un evento que, además, involucró un impor-
tante trabajo de personas, que acarreó material limpio para cubrir el patio antiguo, el atrio y el
corredor sur de la fase Amarilla. Asimismo, se debió planicar la nueva conguración de los muros,
la obtención de materiales y el trabajo involucrado para construir el nuevo patio. Sin embargo,
se puede notar que los materiales utilizados en los nuevos muros del patio de la fase Gris fueron
heterogéneos y de baja calidad comparados con los de la fase Amarilla. Por ejemplo, se utilizó una
gran cantidad de bloques de piedra y los enlucidos de las paredes fueron menos nos que los de la
fase Amarilla. Además, la desviación del muro norte de la fase Gris plantea que, si no fue parte de
la corrección de la orientación de este muro por razones aún desconocidas, es posible que la desvia-
ción se deba a problemas constructivos.
3.2.1.2. Actividades en el patio de la fase Gris: Durante la fase Gris, se seguirían realizando las mismas
actividades realizadas en el patio de la fase Amarilla, debido a que la disposición de los ejes de los
muros principales y la conguración del espacio central siguió siendo la misma. En suma, lo que
habría pasado es que se redujo el tamaño del patio hundido y de su atrio. Otra vez, no encontra-
mos evidencias de accesos formales, aunque se podrían haber usado también los muros de apoyo
que corren pegados a las bases del patio hundido. El atrio del patio hundido también incluyó una
serie de escalinatas de, al menos, dos escalones. Lamentablemente, dicha escalinata se encontró
bastante destruida por la erosión, los entierros intrusivos y por un evento que fracturó el piso del
atrio, quizá un terremoto. Asimismo, al oeste del borde del patio hundido, se evidenció la base de
muros de recintos y que habrían sido espacios relacionados con las actividades llevadas a cabo en el
patio. Elespacio, con lo reducido que fue, debió haber albergado un menor número de personas,
quizás unas 20 como máximo. Las actividades de observaciones astronómica dentro y cerca al patio
hundido y el consumo de bebidas y alimentos al interior y en las áreas externas debieron ser las
actividades más importantes durante el funcionamiento del patio durante la fase Gris (Tantaleán
2016, Tantaleánetal. 2016). En general, la reducción y la calidad de los muros de esta fase indican
que la reducción y mantenimiento del espacio estuvo inuenciado por algún problema social espe-
cialmente de los grupos que controlaban este sitio.
3.3. La fase Marrón
Luego de un tiempo de uso del patio hundido de la fase Gris, el espacio nuevamente fue modi-
cado, a partir de lo cual se denió una nueva fase constructiva, denominada «fase Marrón» (Fig.14).
Para la construcción de las estructuras arquitectónicas concernientes a esta nueva fase, primero, se
depositó una capa de relleno de tierra limosa (asociada con material cultural Paracas) sobre el piso
del patio hundido de la fase Gris. Luego de rellenar 0,50 metros sobre ese piso, se levantó una
plataforma delimitada por muros de piedra con relleno de tierra en el sector este del patio. Dicha
plataforma tiene una extensión de siete metros en eje norte-sur por cuatro metros en eje oeste-este,
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Figura 14. Vista desde el sur de los muros de la fase Marrón (foto: Henry Tantaleán).
Figura 15. Perl norte de las unidades de excavación 40, 42 y 37. Se observan estructuras arquitectónicas, rasgos y ca-
pas depositadas durante el proceso de enterramiento del patio hundido (dibujo: Henry Tantaleán y Alexis Rodríguez).
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conun espesor promedio de 0,90 metros. La altura de dicha plataforma llegó a la altura de las cabe-
ceras de los muros de la fase Gris, y se apoyó en los muros norte, sur y este de la misma fase. A lo
largo del muro oeste del patio hundido, se construyó un nuevo espacio rectangular de dos metros
en el eje norte-sur por siete metros en el eje este-oeste y 0,90 metros de profundidad. Hemos deno-
minado a este espacio como el Recinto FM-1.
El Recinto FM-1 está delimitado por el muro 1M de la plataforma al este del patio y el muro
2M que se adosa al muro oeste (3M) del patio de la fase Gris (Fig. 15). Los extremos norte y sur
son las paredes del antiguo patio de la fase Gris. Finalmente, tiene un piso construido sobre la capa
de relleno que cubrió el piso de la fase Gris. De esta manera, tanto la plataforma como el Recinto
FM-1 para la fase Marrón y el atrio de la fase Gris (el cual creemos no se refaccionó) estarían con-
gurando un nuevo espacio de uso social, el cual se caracteriza por una distorsión del planeamiento
original del patio cuadrangular hundido de la fase Gris.
3.3.1. Prácticas sociales durante la fase Marrón
3.3.1.1. Modicación del patio hundido: La reducción del espacio original vinculado con la tradición
de patios hundidos se hizo utilizando la misma técnica de construcción paracas. Por tanto, debemos
inferir que fueron los encargados de la construcción del edicio original quienes plantearon y ejecu-
taron la construcción de la plataforma al este y el recinto FM-1. El único espacio que pudo haber
sido utilizado en este momento debió ser el espacio libre del recinto FM-1, una suerte de corredor.
Tuvo un piso preparado con barro que se asociaba con los enlucidos de los muros 1M, 2M, y de
los muros norte y sur del patio de la fase Gris. Hipotetizamos que este espacio rectangular fue
dejado libre para realizar actividades vinculadas con la clausura de las actividades rituales del patio
hundido. Los fechados radiocarbónicos indican que esta fase fue construida en un lapso de tiempo
corto entre la construcción de la fase Gris y la colocación de los rellenos que sellaron el antiguo
patio hundido (Tantaleán et al. 2016: g. 8 y tabla 1).
3.3.1.2. Rellenos sobre la fase Marrón y el antiguo patio hundido: Sobre el Recinto FM-1, la plata-
forma este y el atrio, hasta alcanzar la altura de los muros más altos del patio hundido, se colocaron
una serie de capas de relleno. Hemos identicado al menos ocho grandes deposiciones de relleno o
eventos (Fig. 15). Algunos de ellos dieren en la composición y contenido del depósito. En general,
se evidencia que son restos de actividades llevadas a cabo en otro lugar, mezclados con materiales
botánicos, tierra y escombros. La primera capa importante en ser depositada fue la capa denomi-
nada «E». En esta capa, se encontró gran cantidad de fragmentos de cerámica paracas (Fig. 16 y 17).
Otra importante capa depositada a continuación fue la única que parece haber sido el resultado de
una actividad in situ relacionada con el uso del Recinto FM-1: un posible corral de cuyes. Este tipo
de actividad se inrió por la presencia de gran cantidad de coprolitos de esta especie. Las demás
capas estuvieron compuestas de tierra, materiales botánicos, bloques de piedra y restos de enlucidos
seguramente procedentes de los recintos al oeste del patio hundido. Entre esos materiales deposita-
dos, se hallaron ofrendas depositadas ex profeso. Una gran cantidad de tallos y hojas de maíz fueron
encontradas en estas capas.
Por su parte, las denominadas Capas B y C contuvieron una serie ofrendas y entierros humanos
(Fig. 7). De especial relevancia, fueron la Ofrenda 97, una olla sin cuello que contenía vasijas
cerámicas, mates y cestas paracas (ver Tantaleán et al. 2013); un conjunto de seis fardos funera-
rios (Fig.18); el enterramiento de un individuo sobre el muro oeste del Recinto FM-1 de la fase
Marrón en la esquina suroeste del antiguo patio hundido (Fig. 19); y el enterramiento de un niño
(Tantaleán et al. 2013: g. 13). Otras ofrendas incluyeron vasijas enteras, paquetes textiles, arte-
factos de madera, artefactos hechos de hueso animal y fragmentos de vasijas rotas in situ.
Adicionalmente, se excavó una estructura funeraria incluida dentro de este relleno (Fig. 20).
Esta tenía paredes de piedra e intruyó el relleno de capas y la plataforma de la fase Marrón en la
zona noreste del patio, y llegó casi hasta el nivel del piso del patio de la fase Gris. Esta fue una
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Figura 16. Fragmentos de cerámica Paracas Cavernas encontrados en las excavaciones (foto: Henry Tantaleán).
Figura 17. Reconstrucciones de tazones y cuencos Paracas Cavernas (dibujos: Alexis Rodríguez).
estructura cuadrangular (dos por dos metros y 1,80 metros de altura). Durante su proceso de
excavación, pudimos distinguir dos niveles, cada uno de los cuales con un fardo funerario con
ofrendas. Aunque la estructura fue saqueada antiguamente, por las evidencias de restos humanos
encontrados, es posible que contuvo muchos más individuos.
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Figura 18. Vista desde el noreste de los fardos funerarios Paracas (foto: Henry Tantaleán).
Figura 19. Vista cenital de enterramiento humano encontrado en la esquina suroeste del patio hundido de la fase
gris (foto: Henry Tantaleán).
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3.3.1.3. Prácticas sociales durante el relleno de la fase Marrón: El proceso de enterramiento del patio
hundido, y posiblemente otros recintos por parte de los dirigentes de la sociedad Paracas, se puede
relacionar con el intento de generar un espacio ritual incluso en el momento mismo del abandono
del edicio. Probablemente, los restos arqueológicos que hemos encontrado estén vinculados con
el auspicio de estas en las que se reunía a gran cantidad de personas de las comunidades cercanas.
Un motivo importante para esta reunión podría ser el abandono «ocial» por parte de los líderes
de la sociedad Paracas del edicio de Cerro del Gentil. En general, lo que se dio durante el proceso
de sellado fue lo que se conoce en la literatura antropológica y arqueológica como «ritual de termi-
nación» o «enterramiento ritual» (Gamboa 2015). En el caso del Edicio 1 de Cerro del Gentil,
varios eventos se dieron durante un lapso de tiempo que, aunque no podemos precisar, debió ser
muy corto de acuerdo a la homogeneidad en la cerámica paracas encontrada y a los fechados radio-
carbónicos de diferentes contextos dentro de estas capas de relleno.
Dado que el recinto FM-1 tenía la mayor profundidad durante este momento y que poseía un
espacio restringido, allí se realizaron la mayor cantidad de deposiciones de artefactos y desechos.
Deestos depósitos, el que destaca es la Capa E por ser uno de los primeros depósitos rituales y por
sus características extraordinarias. Dada la signicancia de dicho contexto arqueológico, su descrip-
ción y explicación se han abordado in extensu en otro lugar (Tantaleán et al. 2016).
Con respecto a la capa de estiércol de cuy, se puede plantear que, posiblemente, este espacio
más reducido se convirtió temporalmente en un corral de cuyes, que, según sabemos por los regis-
tros etnohistóricos y etnográcos, eran parte de ceremonias o ritos. Sobre dicha capa, se hallaron
sucesivamente capas de tierra mezcladas con restos de plantas, especialmente conjuntos de tallos
y hojas de maíz, y fragmentos de cerámica también paracas. Estas capas terminaron de cubrir el
patio hundido y las áreas cercanas, como el atrio del patio. Las ofrendas encontradas serían parte del
sacricio de artefactos y animales, y los desechos de las mismas actividades rituales.
Figura 20. Vista cenital de estructura funeraria. Nótese el fardo funerario (foto: Henry Tantaleán).
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Finalmente, durante diferentes momentos del sellado del patio, se destruyeron los recintos que
rodeaban al patio hundido como los del área al oeste. Inferimos esto sobre la base del hallazgo de
muchos de los bloques de piedra que formaron sus bases y paredes, y que fueron arrojados junto
con otros materiales que rellenaron el patio.
3.3.1.4. Enterramiento de fardos funerarios dentro del relleno: Todos los fardos funerarios encontrados
dentro del relleno guardan bastante similitud con los de la tradición Paracas Cavernas hallados en
Cerro Colorado en la península de Paracas (Yacovle y Muelle 1932; Tello y Mejía Xesspe 1979,
2005 [1959]; Tello 2009). Por tanto, el patrón de enterramiento y los materiales asociados a dichos
cuerpos indican una fuerte relación con los grupos vinculados a la tradición Paracas. Además, estos
entierros pertenecerían a miembros de la sociedad local con cierta importancia dentro de la jerar-
quía social, lo que se evidenciaría por su internamiento dentro del área más importante del edicio
de Cerro del Gentil, las ofrendas asociadas y el mismo trabajo para inhumarlos allí. Sin embargo, a
pesar de que un análisis bioantropológico no ofreció evidencia contundente de violencia sobre los
cuerpos, no se descarta la posibilidad de que los individuos también hayan podido ser sacricados
y ofrendados a la misma huaca.
3.3.1.5. Construcción y uso de la estructura funeraria dentro del relleno del patio: En el sector noreste
del relleno de la fase Marrón y del antiguo patio hundido, se denió la entrada de una estructura
cuadrangular con muros de piedra unidos con argamasa de barro. Al parecer, la estructura funeraria
tuvo dos momentos principales de ocupación. La primera incluyó el internamiento en el fondo de la
estructura de un fardo funerario de tradición Paracas con ofrendas de mates y artefactos hechos con
carrizos. El segundo momento de ocupación se relaciona con la refacción de la estructura que adosa
un muro de apoyo en la base y muro sur de la estructura. Esta refacción redujo el espacio, pero posi-
bilitó la introducción de, al menos, otros dos fardos funerarios, de los cuales solamente recuperamos
uno intacto (Fig. 20). Adicionalmente, dentro de la tierra al interior de la estructura, se recolecta-
ron restos humanos, textiles y cerámicos. La inhumación de los individuos dentro de la estructura
funeraria representó uno de los últimos eventos vinculados con la ocupación paracas del Edicio 1.
4. La ocupación topará
4.1. Plataforma topará
La plataforma topará se construyó sobre la parte central del edicio de Cerro del Gentil, posible-
mente, sobre el área que contenía a un segundo patio hundido (Fig. 22). Esta plataforma tiene
una extensión de 20 metros en el eje este-oeste por 14 metros en el eje norte-sur. La plataforma se
caracteriza por estar construida con piedras grandes y adobes hemielípticos del tipo Topará (Wallace
1986: 42; Peters 1997). Nuestras excavaciones se limitaron a la zona central de la plataforma, en la
que existía un pozo de huaqueo y al extremo oeste de la plataforma muy cercano a la superposición
de esta sobre el muro este del patio de la fase Gris. Para generar la plataforma, se colocaron muros
de contención con grandes bloques de piedras, y rellenos de piedras y tierra. Esta primera base se
elevó unos 100 centímetros sobre la cabecera original del muro este del patio hundido de la fase
Gris. Sobre esta base, se construyeron muros hechos con adobes hemielípticos con su base colocada
hacia el paramento externo (Fig. 23). Estos adobes hemielípticos son similares a los que describió
Wallace (1986: 42) para sitios relacionados con Topará en Chincha y Pisco, así como los que halla-
ron Ann Peters (1997, 2013) y Helaine Silverman (1998) en el Complejo Alto del Molino, en la
margen sur del valle bajo de Pisco, y que también estaban relacionados a la fase cerámica Chongos,
perteneciente a la tradición Topará. El estado de conservación de los recintos en la parte superior de
esta plataforma fue deciente debido principalmente al intemperismo y a la erosión eólica. Ungran
pozo de huaqueo en la parte central de la plataforma permitió reconocer que existieron otras estruc-
turas subyacentes hechas con piedras canteadas.
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Figura 21. Vasija Paracas Cavernas reconstruida asociada al fardo recuperado en la excavación de la estructura
funeraria (segundo momento) (foto: Henry Tantaleán).
Figura 22. Vista desde el oeste de la plataforma Paracas (foto: Henry Tantaleán).
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También, durante nuestras excavaciones, registramos la presencia de pequeños recintos
cuadrangulares en el lado oeste de la plataforma. Estos recintos se caracterizan por presentar muros
hechos con adobes hemielípticos, característicos de Topará, los cuales se encuentran enlucidos con
barro. Aunque bastante erosionados, esta serie de recintos se extienden en un eje norte-sur sobre el
extremo oeste de la plataforma topará, con una altura de 0,70 metros. Los recintos tienen pisos de
barro preparado. Por el lado oeste, el recinto norte quedó abierto, con lo cual da la vista al sector de
los anteriores patios hundidos, y un fogón hecho con grandes lajas de piedra que contiene una gran
Figura 23. Vista desde el oeste del muro de adobes de estilo Topará (foto: Henry Tantaleán).
Figura 24. Fogón asociado a cerámica Topará (foto: Henry Tantaleán).
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cantidad de carbón (Fig. 24). Adicionalmente, en el extremo este del Edicio 1, se registraron los
restos de un acceso a la parte superior de la plataforma ubicado sobre los muros paracas. Toda esta
arquitectura estuvo asociada a fragmentos de cerámica topará, especialmente, la variante Chongos
Blackware (Fig. 25 y 26).
4.1.1. Prácticas sociales durante la ocupación topará
4.1.1.1. Construcción de la plataforma topará: Luego del enterramiento total del patio hundido de
Cerro del Gentil, la parte central del edicio fue utilizada para construir la plataforma topará. Esta
modicación topará le agregó mayor volumen y altura a la plataforma original paracas, dándole la
apariencia que posee actualmente. Sin embargo, a diferencia de la arquitectura paracas, la topará
parece haberse realizado sin mayor planicación y casi de una manera expeditiva, con materiales de
fácil acceso, seguramente, mediante el reciclaje de materiales del edicio paracas.
Buscar mayor altura, además del efecto de apropiación de un edicio previo con carga ritual,
también ofrecería la posibilidad de tener un mayor control visual de la pampa adyacente y del valle
irrigado. La dispersión en la supercie del sitio de cerámica de la fase Chongos, especialmente la
variante Chongos Blackware en el área (Nigra et al. 2013), admite la posibilidad de que se hayan
realizado muchas más actividades al aire libre alrededor de la plataforma que en la época Paracas.
Esposible que observaciones astronómicas y otros ritos también se llevaran a cabo en la plataforma
y en su exterior. Los campos de geoglifos de la pampa posiblemente siguieron estando en uso
(Stanish et al. 2014).
4.1.1.2. Actividades en los recintos y parte superior de la plataforma: Respecto a los hallazgos asociados
a esta estructura, registramos cerámica de la tradición topará, especícamente de la fase Chongos.
De la misma manera, uno de los hallazgos más importante fue la de un fogón formal, delimitado
con lajas de piedra incrustado en el piso del recinto. Los recintos, sin embargo, no presentaron
mayor deposición de desechos y la existencia de un fogón de grandes dimensiones plantea que estos
recintos estuvieron relacionados con actividades rituales supradomésticas, quizá vinculadas con
actividades en la pampa cercana al edicio.
Figura 25. Fragmentos de cerámica Topará (foto: Henry Tantaleán).
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5. Discusión
Cerro del Gentil es un sitio extraordinario en la arqueología del valle de Chincha por su ubica-
ción, ocupaciones humanas y sus contextos arqueológicos asociados. La historia de esta huaca tiene
importantes implicancias para explicar el desarrollo de Paracas en este sector del valle, así como
también las ocupaciones humanas tempranas relacionadas con el surgimiento, desarrollo y caída de
la arquitectura monumental en el valle de Chincha. Asimismo, nos permite reconocer la ocupación
humana relacionada con el estilo Topará, cuya explicación sigue siendo aún dependiente de contex-
tos arqueológicos disimiles y poco ilustrados.
Con respecto a la ocupación paracas en Cerro del Gentil, los edicios principales fueron
fundados por grupos relacionados con el estilo arquitectónico y cerámico local relacionado con
Paracas. De hecho, la tradición de edicios platafórmicos orientados en el eje oeste-este es clásica
en el valle de Chincha, y señalan que todos fueron parte de un programa regional de edicios
coordinados en el territorio del valle bajo y medio. El edicio de Cerro del Gentil parece haber sido
fundado en el siglo VI antes de Cristo contemporáneamente al uso de los principales edicios de la
Figura 26. Reconstrucción de formas cerámicas Topará (dibujo: José Luis Tumbalobos).
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parte baja del valle como Huaca Soto. Debido a los eventos indicados arriba, la cerámica que más
se ha encontrado en el sitio pertenece a las fases tardías de Paracas y que Dwight Wallace (Wallace
1985: 69; Lanning 1960: 417) bautizó como fase Pinta.3 Las excavaciones que realizó junto a
Edward Lanning, descritas en su tesis doctoral (Lanning 1960), apuntan a que la cerámica de la fase
Pinta se expandió hasta prácticamente el borde del mar, encontrándolo especícamente durante sus
excavaciones en el sitio de Pozuelo (PV.57-52). Por tanto, lo que se puede inferir es que existió un
patrón cerámico y arquitectónico a lo largo de todo el valle de Chincha y que, incluso, apareció en
contextos domésticos como el excavado en Pozuelo.
Con respecto a la ocupación paracas en el valle, es durante la ocupación asociada con Paracas
Medio y Tardío cuando se dan las ocupaciones de otros edicios platafórmicos del valle, incluidos
los edicios de El Mono, que mantienen patrones arquitectónicos y ceramográcos similares (Isla
1992). En la parte baja del valle, sitios monumentales como Huaca Alvarado (Uhle 1924), Huaca
Santa Rosa (Kroeber 1944; Bendezú 2008) y Huaca Soto (Stanish y Pérez 2016) poseen cerámica
contemporánea con la de Cerro del Gentil. Las actividades rituales serían semejantes dadas las
conguraciones arquitectónicas y los espacios insertos en ellos. La cerámica morfofuncional y deco-
rativamente también apunta a las mismas prácticas rituales.
En el caso de Cerro de Gentil, la deposición de cuerpos humanos en fardos típicos Paracas
Cavernas nos ofrece la oportunidad de estudiar dichas prácticas sociales como a los mismos indi-
viduos. Las similitudes en las prácticas funerarias y los contenidos de los contextos (Tello y Mejía
Xesspe 1979, 2005 [1959]; Tello 2009) nos señalan una identidad con algunos fardos encontrados
en la misma tumbas paracas cavernas de la península, lo cual apoya la hipótesis de que algunos de
esos fardos funerarios serían llevados desde el valle de Chincha (Lumbreras 2008).
Además de las semejanzas entre prácticas funerarias y cultura material entre Cerro del Gentil
y la península de Paracas, también existen similitudes entre la cerámica encontrada en sitios de los
valles de Cañete, Topará y Pisco. Así, en el valle de Cañete, el estilo cerámico Patos, denido por
Wallace (1963), se correlaciona muy bien con la cerámica de las épocas tardías de Paracas, como
Ocucaje 8 y 9, encontradas en Cerro del Gentil. Aunque de manera escueta, Wolfgang Wurster
(1997: 16) menciona la existencia de tres sitios arqueológicos en la quebrada de Topará vinculados
con la presencia de fragmentos de cerámica paracas. Asimismo, en el valle de Pisco, la cerámica
encontrada por Fréderic Engel (1957) cerca de Tambo Colorado, en el Sitio 24, parece ser contem-
poránea con la de Cerro del Gentil.
Por otro lado, también en esta época se notan diferencias entre la cerámica paracas de Ica y
la de Chincha, un aspecto ya notado por Wallace (1986). Aunque algunos diseños son similares
en ambos valles, cada corpus cerámico posee sus propias particularidades locales. Es claro que
existe una macrotradición paracas que se extiende entre los valles de Cañete y Nasca, pese a que
cada valle parece mantener su cuota de independencia. Lo mismo se puede aplicar a la arqui-
tectura contemporánea, por ejemplo, en el valle de Ica, donde complejos como Ánimas Altas/
Ánimas Bajas con importantes concentraciones de estructuras arquitectónicas que crean verda-
deros poblados (Massey 1991; Bachir Bacha y Llanos 2013) se contraponen a sitios Paracas del
valle de Chincha con poca evidencia de asentamiento permanente como en el caso de Cerro del
Gentil o el Complejo ElMono.
En este punto, la arquitectura monumental y la cerámica paracas del valle de Chincha indican
que existió una entidad política distinta a la de otros valles. Este estado de cosas parece mantenerse
por unos tres siglos. Como señalan los episodios constructivos en Cerro del Gentil, a medida que
pasó el tiempo, este orden parece degradarse y culmina con el sellado del edicio.
Tras el abandono por los líderes de los sitios como Cerro del Gentil, no se encuentran muchas
evidencias de ocupaciones vinculadas con Paracas en el valle. Un caso aislado es el sitio de Pozuelo,
donde Wallace y Lanning denieron el estilo San Pablo. Para nosotros, más que una fase «transi-
cional» entre Paracas (fase Pinta) y Topará, el estilo San Pablo sería la evidencia de la supervivencia
de la producción de cerámica que previamente estuvo relacionada con los rituales en los edicios
paracas del valle de Chincha, pero que, posteriormente, solo se consumió en lugares habitacionales
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como Pozuelo. Esto explicaría por qué, en Cerro del Gentil, no hemos detectado la presencia de
tal estilo, lo cual se debería a que este sitio fue abandonado cuando se producían las últimas mues-
tras de cerámica incisa y decorada con pintura poscocción paracas vinculadas con la fase 9 de la
secuencia de Ocucaje. En pocas palabras, la cerámica (y otros artefactos) paracas no se produjeron y
consumieron desvinculados de las prácticas rituales realizadas en los edicios paracas del valle. Por
tanto, el abandono de estos sitios conllevó el abandono de la producción y uso de esta cerámica.
Con respecto a la ocupación topará en el sitio de Cerro del Gentil, durante un momento breve-
mente posterior al abandono de los grupos aliados a la utilización de la típica cerámica paracas, se
reocupó el sitio, y se superpuso una plataforma de piedra y tierra sobre la parte central del edicio
original. Al parecer, el acceso al edicio principal fue por el extremo este, en que nuestras excava-
ciones encontraron los restos de una escalinata construida con bloques piedra y barro. Además,
sobre la plataforma, se construyeron una serie de recintos, de los cuales se conservaron de mejor
manera los de la parte oeste, en los que realizamos mayores excavaciones. Se tratan de pequeños
recintos, en los cuales se encontraron restos de actividades ligeras sin mayor concentración de dese-
chos. La existencia de un fogón no doméstico, posiblemente para quemar gran cantidad de madera
en su interior, conrma que posiblemente se realizaron actividades ceremoniales en la parte supe-
rior de la plataforma.
Asimismo, alrededor del sitio de Cerro del Gentil se ha recolectado una gran cantidad de cerá-
mica de la variante Chongos Blackware (Nigra et al. 2013), lo cual apoya la hipótesis de que,
durante esta ocupación, se realizaron actividades relacionadas con la arquitectura topará en Cerro
del Gentil. Posiblemente, durante esta época, el sitio también funcionó asociado a los geoglifos de
la pampa. También, en ese momento, otras estructuras en la misma pampa, como el sitio PV.57-61,
una plataforma de piedra y barro al este de Gentil, serían parte de un complejo asociado con acti-
vidades al aire libre y desplazamientos a través de los geoglifos.
Con respecto a la presencia de otros sitios con ocupación topará cercanos, en el vecino sitio
de El Mono, se han hallado reocupaciones en los edicios fundados y utilizados en época Paracas.
Elizabeth Isla (1992: 25) y Luis G. Lumbreras (2008) reeren la existencia de un recinto cuadran-
gular con ocupación doméstica (Sector A3), ubicado al sur del edicio A2 del sitio, con presencia
de cerámica topará. Por su parte, Lumbreras (1987 citado en Isla 1992: 26) encontró en sus excava-
ciones en el Edicio B, construido en época Paracas, evidencias de cerámica topará.
Con respecto a Pampa del Gentil, un sitio al suroeste de Cerro del Gentil, Velarde (2006) reere
el hallazgo de cerámica de tradición topará, especialmente del estilo Campana. Nuestras excava-
ciones restringidas también encontraron algunos fragmentos asociados a este estilo (Pérez etal.
2015). Adicionalmente, se recogió un fragmento de textil con un diseño atribuible a los textiles de
la fase Paracas Necrópolis (Fig. 27).
Asimismo, contemporáneamente, el sitio de Huaca Soto en el valle bajo parece también haber
tenido una ocupación similar en la que se reutilizó el patio central del edicio y se ubicaron estruc-
turas de tipo informal sobre una gruesa capa de tierra. La cerámica chongos blackware también está
presente allí (Stanish y Tantaleán 2015).
En realidad, como ya señaló Wallace (1986), la presencia de sitios con cerámica topará es escasa
en el valle de Chincha. Por lo general, según lo observado por diferentes investigadores (Wallace
1986; Lumbreras 2008) y nuestro equipo, los sitios con ocupación topará, como en el caso de
Cerro del Gentil, reocupan los sitios fundados en época Paracas.
Sin embargo, fuera del valle de Chincha, existen otros sitios que contienen cerámica similar a la
encontrada en Cerro del Gentil. En particular, el sitio Jahuay en la quebrada de Topará contiene el
mismo tipo de cerámica, especialmente la variedad cerámica chongos blackware. Más al norte, en
el valle de Cañete, Wallace (1986) y Lanning (1960) reconocieron la existencia de cerámica topará
en los sitios Los Patos y La Quebrada. En el valle de Pisco, posiblemente, se encuentra la mayor
concentración de sitios de la tradición Topará (Peters 2013). De todos ellos, el sitio Chongos en
la margen sur del valle es el de mayor extensión, y con cerámica y arquitectura topará similar a
las encontradas en Cerro del Gentil (Peters 1987-1988, 1997). La misma correlación de cultura
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material se encuentra en el Complejo Alto del Molino del mismo valle (Peters 1986, 1997, 2013;
Silverman 1994: 378, 1998).
Del mismo modo, como ya ha sido discutido por otros investigadores (Wallace 1986; Peters
1997), algunos fardos de Paracas Necrópolis también están asociados con cerámica de la tradición
Topará (Tello 2005 [1959]). Incluso, se ha advertido la presencia de cerámica topará en el alejado
valle de Ica.
Como vemos, la distribución del estilo Topará es bastante extensa; llega incluso hasta la cuenca
de Ica. Según Wallace (1986), esta dispersión de la cerámica topará fue consecuencia de una
invasión de grupos humanos relacionados con esta cerámica procedentes desde el norte, posible-
mente del valle de Cañete o la misma quebrada de Topará. Incluso, para Wallace (1986: 46) y
Lanning (1967:121), la distribución de este estilo en los valles de Cañete, Chincha y Pisco sería
la consecuencia de la expansión de un estado. Sin embargo, esta hipótesis, como ya señaló Helaine
Silverman (2009: 462), en la actualidad, cuenta con poco sustento empírico. De hecho, es posible
armar que, por el momento, ningún otro sitio en los valles de Cañete, Topará, Chincha cono-
cido relacionado con la cerámica topará compite en dimensiones y cultura material con el sitio de
Chongos en Pisco. Deesta manera, por el momento, el valle de Pisco es el mejor candidato para el
surgimiento y mayor desarrollo de la tradición Topará en la costa sur.
6. Comentarios finales
El valle de Chincha se ha mantenido en una situación marginal en relación con las discusiones
sobre la naturaleza, desarrollo e implicancias económicas, políticas e ideológicas de las culturas
Paracas y Topará (Massey 1991; Paul [ed.] 1991; Silverman 1991, 1996, 2009). Pese a que una serie
de estudiosos realizaron investigaciones en este valle (Uhle 1924; Kroeber 1944; Lanning 1960;
Wallace 1971; Canziani 1992, 2009; Lumbreras 2008), muchas de sus representaciones arqueoló-
gicas estuvieron basadas en materiales que fueron escasamente conocidos. Asimismo, casi todo el
armazón cronológico estuvo basado en secuencias estratigrácas y seriaciones cerámicas que utili-
zaban correlaciones entre sitios con diferentes naturalezas ocupacionales y deposicionales (Lanning
1960; Wallace 1985, 1986; Carrillo 2009), de tal manera que no existía una imagen realista de las
ocupaciones humanas en el valle. Asimismo, los fechados radiocarbónicos eran inexistentes para
Figura 27. Fragmento textil de tradición Paracas Necrópolis excavado en Pampa del Gentil (foto: Henry Tantaleán).
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lasocupaciones paracas o topará en este valle. Por tal motivo, en las discusiones sobre estas socie-
dades, pese a la monumentalidad de los edicios paracas, el valle de Chincha siempre se mantenía
dependiente del desarrollo de las investigaciones arqueológicas en otros valles como el de Ica; la
península de Paracas; o, incluso, del mismo sitio de Jahuay en la quebrada de Topará.
Creemos que el corpus de datos que venimos construyendo ayudará a cambiar sustantivamente
la perspectiva de las sociedades tempranas en Chincha. En este punto de nuestras investigaciones,
va quedando claro que lo que sucedió en el valle de Chincha fue que, alrededor del siglo VI a.C., se
dio el surgimiento de una entidad política que tenía su propia historia de formación y particulari-
dades. Este desarrollo no fue un obstáculo para generar contactos con sus pares del norte y del sur.
Posiblemente, un lugar en el cual estas inuencias e interacciones fueron mucho más dinámicas se
dio a través de los espacios funerarios-rituales de la península de Paracas.
De la misma manera, observamos que lo Topará también tuvo una serie de características y que,
por lo menos, en el caso de Cerro del Gentil, el sitio fue modicado y se realizaron reuniones alre-
dedor del sitio que consumieron grandes cantidades de cerámica, similares a las que se encuentran
en Pisco, Topará y la península de Paracas. Por otro lado, no queda clara la ubicación de las áreas
domésticas y la construcción de nuevos edicios durante esta época, si es que los hubo. Saliendo
del esquema normativo de las culturas, un importante desafío será comprender qué sucedió con las
comunidades humanas vinculadas con Paracas tras la caída del sistema político que incluía a sitios
como Cerro del Gentil y otros del valle se construyeron. Además, será importante comprender
cómo estas comunidades se adaptaron a las nuevas situaciones históricas, y cómo y por qué adop-
taron, crearon o usaron la nueva cultura material que conocemos como Topará.
Creemos que todos estos nuevos escenarios y preguntas que van surgiendo durante nuestra
investigación en el valle de Chincha cambiarán nuestra forma de ver a los fenómenos paracas y
topará, ya no como entidades homogéneas, sino, más bien, como comunidades involucradas en
la construcción dinámica de un paisaje político y económico desigual, con sus propias historias
particulares, que valen la pena ver en profundidad en los siguientes años.
Agradecimientos
Los autores agradecen a los Cotsen Endowments del Cotsen Institute of Archaeology de UCLA, al
Institute for Field Research (IFR), a la National Geographic Society y a la National Science Foundation.
Agradecimientos especiales por su apoyo económico van para Harris Bass, Bruce Hector y Charles
Steinmetz.
Agradecemos al Ministerio de Cultura del Perú por los permisos y la supervisión de nuestro
trabajo. Asimismo, hacemos un reconocimiento especial por su apoyo a Rubén García en su
desempeño como representante de la Dirección Desconcentrada del Ministerio de Cultura en Ica.
Asimismo, agradecemos a Luka Baraka y al ingeniero Luis García de la Compañía Agroexportadora
Virgen del Rosario, quienes generosamente apoyaron y permitieron nuestra investigación en los
terrenos adyacentes a su propiedad.
Notas
1 Denimos como Paracas a la tradición arquitectónica, cerámica y textil relacionada con los ma-
teriales descubiertos por Julio C. Tello en los cementerios de Cerro Colorado. En el caso del valle
de Chincha, se vincula con la tradición de edicios hechos con adobes de barro y piedras de forma
rectangular con patios hundidos. La cerámica está decorada con incisiones y pintura poscocción y
decoración en negativo.
2 Denimos como Topará a la tradición arquitectónica, cerámica y textil que tempranamente fue
descrita por Julio C. Tello como Paracas Necrópolis en la península del mismo nombre. A pesar de
que existe un debate sobre su naturaleza, asumimos la existencia de Topará en el valle de Chincha
como una ocupación humana consistente que se superpone físicamente a la Paracas Cavernas.
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Suarquitectura se caracteriza por utilizar adobes hemielípticos de mayor tamaño y diferente dispo-
sición que los Cavernas. La cerámica más diagnóstica es la denida por Peters (1997) como Chongos
Blackware, en la que resalta la cocción de la vasija en atmósfera reductora y decoración de patrones
bruñidos.
3 La procedencia del lote cerámico con el cual Wallace denió la fase Pinta casi siempre se vincula
con el sitio PV.57-63, el sitio conocido como El Mono o Chococota (Lanning 1960: 417, Wallace
1986: 69, Silverman 2009: 489). Sin embargo, también es posible que el sitio haya sido el mismo
Cerro del Gentil (Wallace 1972, Isla 1992: 21, Lumbreras 2008). Pese a ello, como nuestras in-
vestigaciones han comprobado, ambos sitios cercanos también fueron contemporáneos durante el
Período Paracas Tardío y compartieron fuertes similitudes en su corpus cerámico.
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Recepción: marzo de 2017
Aceptación: mayo de 2017