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Artículo: Una relectura de la cronología de los incas de la Miscelánea antártica de Miguel Cabello Valboa (1586)

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El presente artículo propone una lectura de la cronología de los incas presente en la Miscelánea antártica (1586) de Miguel Cabello Valboa a la luz de nueva evidencia histórica y textual. La crónica de Cabello ofrece años concretos asociados a la duración y expansión del Tawantinsuyu, razón por la cual fue utilizada por John Rowe (1945) para construir una cronología absoluta para el incario. No obstante el trabajo de Rowe ha sido cuestionado en las últimas décadas por la arqueología, la cronología de Cabello nunca ha sido abandonada del todo. El presente artículo postula que la comparación de fechas entre el registro arqueológico y etnohistórico no es correcta, puesto que parten de premisas distintas. Proponemos que los cálculos de Cabello se basaron en supuestos no empíricos los cuales, más que retratar el pasado verdadero de los incas, buscaban posicionar su historia dentro del providencial esquema que Dios había trazado para la Monarquía hispánica.
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Colonial Latin American Review
ISSN: 1060-9164 (Print) 1466-1802 (Online) Journal homepage: http://www.tandfonline.com/loi/ccla20
Una relectura de la cronología de los incas de la
Miscelánea antártica de Miguel Cabello Valboa
(1586)
Soledad Carmina González Díaz & Francisco Javier Garrido Escobar
To cite this article: Soledad Carmina González Díaz & Francisco Javier Garrido Escobar (2017)
Una relectura de la cronología de los incas de la Miscelánea antártica de Miguel Cabello Valboa
(1586), Colonial Latin American Review, 26:4, 421-438, DOI: 10.1080/10609164.2017.1402230
To link to this article: https://doi.org/10.1080/10609164.2017.1402230
Published online: 05 Feb 2018.
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Una relectura de la cronología de los incas de la Miscelánea
antártica de Miguel Cabello Valboa (1586)
Soledad Carmina González Díaz
a
and Francisco Javier Garrido Escobar
b
a
Centro de Estudios Históricos, Universidad Bernardo OHiggins, Santiago, Chile;
b
Museo Nacional de Historia
Natural, Santiago, Chile
1. Introducción
La Miscelánea antártica es una extensa obra escrita entre 1576 y 1586 por el clérigo pres-
bítero Miguel Cabello Valboa durante su estancia en las audiencias de Quito y Lima. La
Miscelánea está dirigida a Fernando Torres y Portugal, séptimo virrey del Perú, y su
nombre se debe, tal como lo indica su autor, a la forzosa mixtura de historias que
consigo antecoge el hilo de su proceder [] Fuele puesto por renombre Anthartica
respecto de la parte de el mundo donde se escrive(Cabello 1951, 4). Perteneciente al
género humanista de la varietas, cuyo objetivo era dar cuenta de la variedad de las
cosas de la naturaleza creada por Dios, la Miscelánea fue la primera obra en español en
llevar este título, lo que la sitúa en un lugar pionero dentro de la literatura no solo
indiana sino también peninsular (Rose 2003, 41011).
La Miscelánea no fue publicada en el transcurso de los siglos XVI al XVIII, sin embargo
sabemos que algún manuscrito de esta circuló entre los escritores inmediatamente poste-
riores: tanto Felipe Guaman Poma de ||Ayala (2001, 1088) como Antonio de León Pinelo y
Antonio de la Calancha (Rose 2003, 411) la mencionan en sus respectivas obras. En la
actualidad sobreviven tres manuscritos de ella: uno se encuentra en la Hispanic Society
of America de Nueva York el cual solo reproduce la tercera parte, otro en la
New York Public Library y un último en la Universidad de Texas, Austin.
1
Desde un punto de vista textual, la Miscelánea está estructurada en tres partes. La
primera trata sobre la Creación y la dispersión de los descendientes de Noé por el
Orbe; la segunda sobre el origen de los habitantes de las Indias occidentales; y la tercera
sobre el gobierno antes y durante el reinado de los incas. En este sentido, y tal como
Isaías Lerner (2011, xiv) lo planteó, la Miscelánea responde a una visión unificadora de
la historia de carácter humanista, en donde el pasado andino y la historia de los incas con-
viven con las antigüedades de Babilonia y Asiria y con reyes persas y egipcios.
Una de las particularidades de la Miscelánea es que Cabello acompañó toda su descrip-
ción de la historia del mundo con cálculos cronológicos indicando, por ejemplo, que
Abraham había nacido en el 2012 a.C. (Cabello 1951, 85) o que Mayta Capac había
muerto en el 1226 d.C. (Cabello 1951, 289). Gracias a este tipo de cálculos la Miscelánea
adquirió un rol protagónico dentro de los estudios andinos de la segunda mitad del siglo
XX, sobre todo en aquellos centrados en determinar el origen y el posterior desarrollo del
imperio incaico.
2
En este contexto destaca la publicación de Absolute chronology in the Andean area del
arqueólogo norteamericano John Rowe (1945), quien planteó que las fechas transmitidas
© 2017 Informa UK Limited, trading as Taylor & Francis Group on behalf of CLAR
COLONIAL LATIN AMERICAN REVIEW, 2017
VOL. 26, NO. 4, 421438
https://doi.org/10.1080/10609164.2017.1402230
por Cabello para los gobernantes incas, desde Pachacuti en adelante, debían considerarse
como las más plausibles entre todas las cronologías presentes en las crónicas.
3
Si bien los
postulados de Rowe respecto de la cronología de Cabello fueron ampliamente aceptados
en los años posteriores, al menos desde hace dos décadas diversos especialistas han comen-
zado a cuestionarlos, en gran medida gracias a los resultados alcanzados por las dataciones
absolutas radiocarbónicas. Por ello, y tal como lo ha señalado Terence N. DAltroy (2015,
63), esta sigue siendo utilizada más como una convenciónque como una convicción.
En el presente trabajo queremos cuestionar esta convención, evidenciando que los cál-
culos cronológicos de la Miscelánea son arbitrarios y que no poseen la objetividad que
Rowe les atribuyó. En ese sentido, y tal como Rolena Adorno lo ha señalado, las demandas
de realidad a las crónicas provienen más de nuestras propias expectativas que de las inten-
ciones de sus autores y tratarlas como fuentes históricas transparentes es un procedi-
miento tan peligroso como anacrónico (Adorno 2008,618).
Aquí proponemos que la cronología de los incas de la Miscelánea constituye una parte
del vasto proyecto que su autor tuvo en mente: dar a conocer la historia del mundo
teniendo como eje la cuenta del Anno mundi o Edad del Mundo, de una parte, y la del
Anno Domini o Era cristiana, de otra. Para concretar su plan, Cabello utilizó una serie
de autores contemporáneos vinculados a la Monarquía hispánica, desde donde heredó
no solo el contenido de sus narraciones, sino también las fechas que las acompañaban.
Estos, a su vez, habían obtenido sus cronologías de autores renacentistas, en donde el
más utilizado fue una famosa falsificación de fines del siglo XV. En último término,
todas estas cronologías correspondían a reelaboraciones, buenas o malas copias, ajustes
o inventos basados en los cálculos que los exégetas de las Escrituras venían realizando
desde la Antigüedad, a partir de dos versiones del Antiguo Testamento: la de los
Hebreos y la de los Intérpretes.
Dado que para el pasado remoto de las Indias no existían autores que hubiesen trans-
mitido fechas autorizadas, postulamos que Cabello elaboró su cronología de los incas de la
misma manera que lo habían hecho sus predecesores: estimando fechas a partir de deter-
minados eventos y proyectando nuevos cálculos en función a la lógica universalista de su
crónica.
2. La Miscelánea y la cronología de los incas en la perspectiva de los
estudios andinos
Ya antes de Rowe, la Miscelánea había llamado la atención del americanista Philip Ains-
worth Means quien, en su libro Ancient civilizations of the Andes (1931), rescató la historia
del rey Naymlap transmitida por Cabello para dar cuenta de la larga data y la complejidad
social de las culturas andinas prehispánicas.
4
A pesar de sus limitaciones, Means fue uno
de los pioneros en integrar datos provenientes desde las fuentes históricas a las investiga-
ciones arqueológicas sobre el pasado andino, llegando a la conclusión de que los incas se
habían impuesto sobre otras sociedades rivales entre el 1100 y 1400 d.C., fecha esta última
en que el imperio había alcanzado its greatest power and greatest glory(Means 1931, 49).
No obstante, Means advirtió que se trataba de fechas tentativas y aproximadas, indicando
que sólo constituían a guide to the readers imagination(Means 1931, 235).
El trabajo de Rowe, publicado casi quince años después que el de Means, tuvo por obje-
tivo demostrar que las conquistas incas habían tenido lugar unos dos siglos más tarde de lo
422 S. C. GONZÁLEZ DÍAZ Y F. J. GARRIDO ESCOBAR
que este había propuesto (Rowe 1945, 266). Para ello utilizó un corpus de veintiuna cró-
nicas y centró su análisis en las conquistas de Pachacuti, el noveno gobernante, tradicio-
nalmente considerado como el Inca que había iniciado el proceso de expansión. Rowe
clasificó a los cronistas en dos grupos: de un lado estaban los que afirmaban, como Gar-
cilaso, que en los inicios del gobierno de Pachacuti los incas ya habían conquistado par-
tiendo del Cuscoun territorio equivalente a cincuenta millas; y del otro estaban quienes,
como Cabello, negaban tal idea (Rowe 1945, 269).
Determinando que las discrepancias entre estos últimos eran pocas, Rowe llegó a la
conclusión de que todos derivaban sus informaciones de una tradición indígena común,
la cual representaba la visión oficial de la historia inca que él denominó la versión están-
dar(Rowe 1945, 272). Dentro de esta, los datos transmitidos por la Miscelánea desde
Pachacuti en adelanteeran los más plausibles, afirmación que obedecía tanto a la for-
mación erudita de Cabello como a lo razonable que parecían los periodos de tiempo
que este había asignado al gobierno de los últimos incas (Rowe 1945, 277278). Los rei-
nados anteriores, en cambio, correspondían a periodos legendarios durante los cuales,
además, no habían sucedido conquistas significativas.
Rowe (1945, 277) utilizó las fechas presentes en Cabello para construir una cronología
absoluta para el incario, partiendo de la fecha de término del gobierno de Viracocha: 1438.
Pachacuti, su sucesor, había gobernado desde ese año hasta 1471. También llegó a la con-
clusión de que Topa Inca había tomado el mando de las operaciones en 1463, aunque su
gobierno efectivo había sido desde 1471 hasta 1493, periodo dentro del cual había conquis-
tado Chile en 1473.
5
Finalmente, el gobierno de Guayna Capac había transcurrido entre
1493 y 1525, mientras que el de Huáscar desde este último año hasta 1532. Utilizando
esta cronología, Rowe elaboró un mapa en el que graficaba la expansión del Tawantinsuyu
entre 1438 y 1525, tal como aparece en la Figura 1.
Rowe no fue el único en encontrar en Cabello datos cronológicos plausibles para el
incario. El antropólogo italiano José Imbelloni, en su estudio sobre la figura del Inca
Pachacuti, concluyó que las fechas de Cabello también debían considerarse las más
autorizadas entre las demás cronologías (Imbelloni 1946, 14344). Imbelloni determinó
que la época inca había comenzado en el año 925 de nuestra era, cálculo que obtuvo pro-
mediando los años que se registraban en las crónicas que él mismo consideraba como las
más reputadas (Imbelloni 1946, 26566). Más tarde Tom Zuidema realizaría un procedi-
miento similar al combinar fechas presentes en diferentes crónicas, distinguiendo en
Cabello dos momentos: uno de carácter mítico que duraba quinientos años y otro de carác-
ter histórico, que abarcaba desde el gobierno de Viracocha hasta Huáscar (Zuidema 1995,
356).
Las primeras críticas a la cronología de Rowe provinieron del historiador sueco Ake
Wedin, quien llamó la atención sobre el criterio que este había utilizado para fijar la
versión estándar que constituía la base de su análisis. A juicio de Wedin (1963,1328),
ni siquiera era posible fijar con certeza el año de muerte de Huayna Capac, que constituía
el año prehispánico más tardío y que en las crónicas tempranas oscilaba entre 1524 y 1528.
En consecuencia ¿cómo podía saberse con certeza que las conquistas incas, que supuesta-
mente se habían iniciado en 1438, se habían sucedido en la forma mostrada por el mapa de
Rowe?
En las décadas posteriores, las críticas se centraron en Cabello mismo, específicamente
en la manera en que había construido su cronología. Pierre Duviols (1979,6973) planteó
COLONIAL LATIN AMERICAN REVIEW 423
que la cronología de la Miscelánea se había ajustado a las reglas del género vigentes en su
época, según las cuales era necesario rellenar con fechas precisas la historia del Perú desde
la creación del mundo en adelante, idea que también sería compartida por María
Figura 1 La expansión del Imperio inca de acuerdo a la versión estándar de John Rowe (1945, 273) en
Absolute chronology in the Andean area.
424 S. C. GONZÁLEZ DÍAZ Y F. J. GARRIDO ESCOBAR
Rostworowski (2012, 25354) y Catherine Julien (2000, 225). Susan Niles (1999, xvi), en
tanto, señaló que Cabello organizó la historia inca contrastándola con las dinastías de reyes
y papas, de manera de que fuesen familiares a un público europeo.
Desde la Arqueología, y también cuestionando la fiabilidad de Cabello, Gordon
McEwan (2006, 53) planteó que a fines del siglo XVI no existían testigos directos de los
tiempos previos a Pachacuti y que, en consecuencia, cualquier fecha anterior a su gobierno
no era confiable. Del mismo modo, Brian Bauer y Alan Covey han señalado que el prin-
cipal problema de la cronología de la Miscelánea es que Cabello abordó la expansión
imperial como producto de la voluntad de gobernantes individuales, desconociendo el
largo proceso de complejización social y consolidación regional que conllevó el desarrollo
del Imperio inca, tal como lo demuestra la evidencia arqueológica actual (Bauer 1992;
Bauer y Covey 2002; Covey 2006).
A partir de entonces, la tendencia en Arqueología ha sido establecer una cronología que
tenga como punto de partida los cambios en los estilos artefactuales y tipos de asenta-
miento presentes en la cuenca del Cusco enfocándose, de este modo, en distinguir aquellos
procesos sociales que llevaron a sus comunidades a convertirse en un imperio desde una
visión temporal más amplia. En este proceso jugó un rol fundamental el perfecciona-
miento de técnicas de fechados absolutos tanto radiocarbónicos como de termoluminis-
cencia, los que contribuyeron con dataciones más precisas a la contextualización del
tradicional registro de estilos cerámicos y arquitectónicos. Esto asumiendo, tal como lo
ha planteado Dennis Ogburn (2012, 23536), el obstáculo que implica la naturaleza proba-
bilística de la datación radiocarbónica y la falta de precisión para datar eventos acontecidos
dentro de una misma década.
3. La evidencia arqueológica del desarrollo del Estado inca
A diferencia del modelo cronológico de Rowe basado en Cabello, cuyo punto de partida
eran las hazañas personales de los capac incaicos, las investigaciones arqueológicas con-
temporáneas sobre la expansión del Imperio inca han desarrollado un modelo de análisis
centrado en procesos sociales y políticos de larga duración.
Recientes estudios arqueológicos a escala regional, por ejemplo, han evidenciado que el
primer desarrollo de un cacicazgo que integró la región del Cusco en una comunidad
supralocal, con mayores grados de complejización social, habría surgido entre el 500
a.C. y 200 d.C., periodo arqueológico que se conoce como Formativo Tardío. Tal sociedad
ha sido denominada de acuerdo a su estilo cerámico como Chanapata y sus principales
sitios en el valle del Cusco fueron Wimpillay y Muyu Orco (Bauer 2004; Covey 2006).
Después del colapso del Imperio wari, hacia el 1000 d.C., en cada cuenca de la región
se habrían desarrollado pequeños cacicazgos en competencia mutua, los cuales estable-
cieron sitios defensivos o pucaras, durante el periodo denominado Intermedio Tardío
(Bauer y Covey 2002; Covey 2006, 2008; Kosiba 2010). En aquel escenario, el antecedente
directo de los incas habría sido el cacicazgo killke, el que durante este período mantuvo un
radio de expansión de no más de 50 millas a la redonda.
6
A partir de dicho control terri-
torial inicial comenzaría un fuerte y rápido proceso de expansión imperial hacia zonas
vecinas (Bauer y Covey 2002; Bauer 2004), en donde la sociedad killke se habría consoli-
dado como un Estado alrededor del año 1300 d.C. (Bauer y Smit 2015; Covey 2008). Esta
nueva sociedad, que desde ese entonces corresponde a los incas, se habría expandido en
COLONIAL LATIN AMERICAN REVIEW 425
dirección a los territorios que serían sus provincias hacia el 1400 d.C., de acuerdo a
fechas obtenidas por datación radiocarbónica de contextos con cerámica de estilo inca
imperial fuera del área inmediata al Cusco (Bauer 2004; Bauer y Covey 2002; Covey
2006;DAltroy 2015).
Del mismo modo, en provincias lejanas del Tawantinsuyu como el norte de Chile y el
noroeste de Argentina, múltiples fechados radiocarbónicos y de termoluminiscencia han
aportado un cúmulo de datos que retrotraen en varias décadas el modelo clásico de Rowe
sobre la expansión inca hacia el Collasuyu, problematizando así aquella visión de una con-
quista rápida y breve (Cornejo 2014;DAltroy et al.2007; Lynch 2012; Pärssinen y Siiriäi-
nen 1997; Santoro et al.2010; Schiappacasse 1999; Uribe y Sánchez 2016). Si bien tales
resultados aún están en discusión y desarrollo, indican al menos que la primera fase de
influencia incaica a larga distancia, ya sea en términos de intercambio o colonización,
comenzó mucho antes de lo planteado por Rowe.
Todos estos antecedentes han llevado a muchos especialistas a cuestionar la fiabilidad
de las fechas de Cabello y sus interpretaciones contemporáneas, desarrollando un skepti-
cal approachfrente a las cronologías transmitidas por las crónicas en general (Covey 2015,
8081). De ahí que sea importante determinar, desde una perspectiva histórica y textual, el
modo en que los cronistas del siglo XVI elaboraban sus cronologías ¿De dónde obtenían
estos registros? ¿Cómo calculaban la duración de un determinado gobierno? ¿Existía una
cronología estándar para el pasado del Viejo Mundo?
4. El cálculo del Anno Mundi en el contexto del siglo XVI
La Miscelánea, como otras crónicas de su época, heredó las fechas presentes en ella de
otros autores, los cuales a su vez, recogieron una discusión de larga data en torno a los
cálculos cronológicos: la falta de una cronología estándar para los tiempos fundacionales
de la humanidad y el proceso de consolidación de la Monarquía hispánica.
El punto de partida de todas las cronologías del Viejo Mundo desde la Antigüedad
tardía en adelante fue el Antiguo Testamento, en concreto la breve genealogía de los
diez patriarcas prediluvianos contenida en Génesis 5. Junto a los nombres de los patriar-
cas, esta genealogía indica la edad que cada uno tenía al morir, cuántos años tenía al
momento de engendrar al hijo que se transformaría en la siguiente generación de la
lista y cuántos años más viviría después de este hecho. Este modelo de enunciación actual-
mente se conoce con el nombre de relative chronology (Hughes 1990, 5) y, para efectos del
cómputo de los tiempos, su importancia radica en que permite acumular los años a partir
del nacimiento del primer patriarca Adán, equivalente al año 1 del Anno mundi.
Sin embargo, y como es característico en el proceso de transmisión textual de las series
numéricas, las edades presentes en Génesis 5 varían en las dos versiones del Pentateuco
que se conocieron en el siglo XVI: por ejemplo en la Vulgata, producto de la sistematiza-
ción de antiguos códices hebreos que Jerónimo de Estridón realizó en el siglo V d.C.,
Cainán engendró a Malaleel a los 70 años de edad, mientras que en la Biblia griega, corres-
pondiente a la traducción del hebreo al griego que los Intérpretes hicieron en Alejandría
hacia el siglo III a.C., lo hizo a la edad de 170 años (Gn 5,12). Variantes como esta
implicaron una diferencia de alrededor de 581 años en el cómputo del periodo de
tiempo transcurrido desde la Creación al Diluvio, que en la Vulgata corresponde a 1656
años y en la Biblia griega a 2237, con variantes. No obstante estas diferencias, los
426 S. C. GONZÁLEZ DÍAZ Y F. J. GARRIDO ESCOBAR
tratadistas tardo-antiguos y medievales no cuestionaron ni la autoría, atribuida tradicio-
nalmente a Moisés, ni la unidad del Antiguo Testamento. La tendencia fue más bien a jus-
tificarlas o ignorarlas: por ejemplo, tanto Agustín de Hipona (19771978, II, 165) como
Eusebio de Cesarea (1818, 126), concluyeron que la variación no era significativa,
puesto que las edades totales de los patriarcas coincidían en ambos registros.
Fue precisamente Eusebio de Cesarea quien hacia el siglo IV diseñó los cánones cróni-
cos, es decir, las tablas que más tarde se convertirían en el modelo para las líneas de
tiempo. Eusebio integró por primera vez los anales asirios, griegos, egipcios y persas a
la historia bíblica estableciendo, por ejemplo, que el filósofo griego Tales había sido con-
temporáneo al profeta hebreo Jeremías. La crónica de Eusebio fue actualizada con el correr
de los años, tarea que a partir del siglo XV emprendieron los propios impresores a cargo de
su publicación. El desafío no solo fue completar más de mil años de historia, sino también
ajustar las tablas al formato de la imprenta y facilitar su lectura desarrollando, por ejemplo,
índices que permitieran acceder a la información en forma más expedita (Rosenberg y
Grafton 2010,2628).
Siguiendo el modelo de Eusebio, los primeros intentos por sistematizar en un formato
más amable todos los eventos fundacionales de la historia de Occidente, trazando una cro-
nología absoluta para los tiempos remotos del género humano, provinieron de humanistas
como Hartmann Schedel autor de Liber chronicarum (1493)y Werner Rolevinck
autor de Fasciculus temporum (1474). Este último creó un sistema que compatibiliza otro
de los problemas asociados a la cuenta de los tiempos: la diferencia entre el Anno mundi y
el Anno Domini o la era cristiana (Rosenberg y Grafton 2010, 36).
Sin embargo, los cálculos que se podían extraer de las Escrituras no fueron suficientes a
la hora de proveer de fechas concretas a los incipientes estados de principios del siglo XVI,
los cuales necesitaban elaborar sus propias cronologías nacionales. Para el caso de España,
la falta de fuentes escritas referentes al origen de su monarquía fue pronto subsanada por
Annio de Viterbo, cuya obra creó una narrativa nacional articulada en torno a un linaje
legendario de monarcas post-diluvianos (Olds 2015). Su Antiquitatum variarum (1498),
una colección de textos espurios sobre los orígenes del mundo y España auspiciada por
los Reyes Católicos, ofreció un amplio repertorio de fechas para la recién unificada Monar-
quía española, las cuales se transmitieron a un inmenso número de autores posteriores,
entre ellos varios cronistas de Indias.
7
Según Annio de Viterbo, España en tiempos postdiluvianos había sido gobernada por
veinticuatro reyes, cuyas hazañas ordenó teniendo como eje una cronología articulada en
torno a cinco diluvios, el primero de los cuales había sido el de Noé (Annio de Viterbo
1498, IviiKvi). Para elaborar su cronología, Annio acomodó los cálculos heredados de
los exégetas que lo precedieron, agregando años y cambiando fechas de acuerdo a sus
propios intereses, el principal de los cuales era dotar a la institución monárquica
hispana de una antigüedad que, en la práctica, no tenía.
La cronología de Annio de Viterbo se filtró rápidamente a las crónicas generales de
España, una generación de autores vinculados directamente a la Corona cuyo objetivo
fue compilar las antigüedades de los diversos reinos peninsulares en pos de la construcción
de una historia nacional. No en vano Richard Kagan ha señalado que la Monarquía y la
historia van de la mano(Kagan 2010, 31). Esto implicaba, de paso, insertar el mítico
pasado de los reinos hispanos en la esquiva cuenta del Anno mundi. Dentro de estas cró-
nicas destacan, por ejemplo, los Cuarenta libros del compendio historial de Esteban de
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Garibay (1571), quien organizó todo el pasado de España teniendo como eje la cronología
espuria de Annio de Viterbo, la cual ubicó en el margen exterior de cada página siguiendo
la cuenta del Anno Domini.
La cronología de la Antiquitatum también fue heredada por los reportorios de los
tiempos, género que compiló conocimientos geográficos, matemáticos y astronómicos,
al mismo tiempo que ofrecía a sus lectores una completa cronología desde la creación
del mundo hasta el reinado de los Reyes Católicos, Carlos V o Felipe II. El más impreso
de estos reportorios fue la Chronographia o Reportorio de los tiempos de Jerónimo de
Chávez (primera edición, 1548), en donde la cronología para los veinticuatro reyes
míticos de España de Annio de Viterbo aparece estandarizada en una tabla, sin que
exista una mención a su procedencia (Chávez 1584, 79v). Respecto a las diferencias
entre la cuenta de los Hebreos y los Intérpretes, Chávez optó por incluir ambos valores
en diferentes columnas de la tabla para la Primera edad del mundo (Chávez 1584, 57v).
Tanto en Garibay como en Chávez, los reyes de Annio de Viterbo son solo el comienzo
de una larga lista que supone una sucesión continua de reyes asturianos, godos y castella-
nos, lista que solo se interrumpe por algunos inter-reinos, precisamente en los tiempos
fundacionales de España. Gracias a las crónicas generales y a los reportorios, la Monarquía
española por primera vez tuvo un pasado y una cronología común a todos sus reinos y, lo
principal, escrita en español y no en latín, circunstancia que contribuyó a la enorme difu-
sión que estos textos tuvieron tanto en la Península como en las Indias. Cabello recogió el
proyecto imperial de estos autores, incorporando a las Indias en la cronología del mundo y
los reyes de España.
5. Cabello de Valboa y el cálculo del Anno mundi
Dado el carácter universalista de la Miscelánea, Cabello no estuvo ajeno al debate de la
historia del mundo según los parámetros bíblicos: las dos primeras partes de su crónica,
de hecho, compilan la historia de la humanidad desde la dispersión del género humano
por el Orbe tras el diluvio universal hasta los tiempos de Alejandro Magno. Consciente
de las diferencias que existían entre la cronología de los Hebreos y la transmitida por la
Biblia griega, Cabello (1951, 19) tuvo la precaución de advertir al lector que guardaría
la cuenta de los Hebreos porque era la más recibida entre los escritoresseñalando, de
paso, que en realidad, de verdad, no puedo entender que fuese la causa de tanto discremen
en cosas de tanta calidad. Al mismo tiempo, declaraba su intención de contar los años
teniendo como eje el nacimiento de Cristo, afirmando que si hubiese algún yerro en sus
cuentas no se le culpase por tal negligencia, dado que habían otras cosas de qué hacerle
cargo con más justicia (Cabello 1951, 20). Es decir, Cabello estaba consciente de que
sus cálculos podían no ser exactos e incluso advirtió al lector sobre aquello.
Para efectos cronológicos, Cabello siguió en las dos primeras partes de la Miscelánea al
menos cuatro libros, desde donde obtuvo casi la totalidad de las fechas para el pasado del
Viejo Mundo. En realidad, Cabello heredó los cálculos cronológicos al copiar o adaptar las
narrativas en los que se encontraban inmersos, de las cuales eran un componente más. Sus
principales fuentes aquí fueron la Chronographia de Chávez y los Cuarenta libros de
Garibay, precisamente los autores ya mencionados que siguieron la cronología espuria
de Annio de Viterbo. Cabello copió de las tablas de Chávez los cálculos relacionados
con eventos que toda la humanidad compartía como, por ejemplo, que Isaac había
428 S. C. GONZÁLEZ DÍAZ Y F. J. GARRIDO ESCOBAR
nacido en el 1912 a.C. (Cabello 1951, 37; Chávez 1584,61
8
) o que Salomón sucedió a
David en el 992 a.C. (Cabello 1951, 169; Chávez 1584, 62). De Garibay, en tanto,
extrajo las fechas vinculadas al poblamiento del mundo y el pasado de España, como
que Noé engendró a sus hijos el año 2045 a.C. (Cabello 1951, 25; Garibay 1571, I, 54),
que Gerión el séptimo de los reyes espurios de Annio de Viterbopasó a España el
1793 a.C. (Cabello 1951, 142; Garibay 1571, I, 102) o que la conversión de Recaredo
había tenido lugar en el 585 d.C. (Cabello 1951, 247; Garibay 1571, I, 327).
Si bien Cabello declaró seguir la cuenta de los Hebreos, a través de Chávez heredó la
cuenta de los Intérpretes, sin saberlo. Dado que Garibay, en cambio, había seguido a los
Hebreos, a menudo sucedía que refiriéndose a un mismo evento, las fechas transmitidas
por ambos no siempre coincidían. Un ejemplo de esto es el año de nacimiento de
Moisés, que según Cabello nació cerca de los años, antes del nacimiento de Cristo
1571, y otros ponen en sus memoriales haber gobernado el pueblo de Israel cerca de el
año de 1467(Cabello 1951, 148). Esta diferencia se debe a que la primera fecha proviene
de Garibay (1571, I, 109) siguiendo a los Hebreos, mientras que la segunda de Chávez
(1584, 61) siguiendo a los Intérpretes. Como sus antecesores, Cabello optó por dar
cuenta de las diferencias cuando así fuese necesario.
La tabla 1 grafica la cadena de transmisión de la fecha en que Deabos Gerión, el octavo
rey de España según la Antiquitatum, pasó a la Península. En ella es posible observar cómo
Garibay enmendó el año al copiarlo de Annio de Viterbo, acomodándolo a su propia cro-
nología, y cómo Cabello heredó este cálculo enmendado.
Según Annio de Viterbo, Gerión había pasado a España tiranizándola en el 1803 a.C.
Garibay, al tomar este relato, cambió la fecha a 1793, año que Cabello reprodujo agre-
gando, de paso, que Deabos Gerión había pasado a España con bastante número de gente.
Además de Garibay y Chávez, Cabello también incorporó en su cronología para el Viejo
Mundo fechas de la Silva de varia lección de Pedro Mexía (primera edición, 1540), concre-
tamente aquellas relacionadas con el origen y expansión de los turcos, y de la Primera parte
de la descripción general de África de Luis de Mármol (1573), desde donde copió algunas
fechas referentes a Mahoma, los turcos y la expansión del Islam. Por ejemplo, de Mexía
extrajo la fecha en que los escitas habían ocupado Asia Menor y la del nacimiento de
Otomano, de quien descendía el imperio turco, en el 800 d.C. y 1300 d.C., respectivamente
(Cabello 1951, 39; Mexía 1570, XVv). De Mármol, en tanto, heredó fechas como la del
nacimiento de Mahoma: febrero del 569 de la Era Cristiana, que correspondía al 607
Tabla 1 Cadena de transmisión de indicadores cronológicos desde la Antiquitatum variarum de Annio
de Viterbo (1498) a la Miscelánea antártica de Miguel Cabello Valboa (1586).
Antiquitatum variarum Annio de
Viterbo (1498, Kiii)
Cuarenta libros del compendio
historial Esteban de Garibay
(1571, I, 102)
Miscelánea antártica Cabello de
Valboa (1951, 142)
Gerion Apher teste beroso tyrannidem
adsumpsit anno xxxii Armatritis idest
a diluuio quartodecimo supra
quingentos: & a condita hispania
ccclxxi. Ante uero Troiam conditam
cccxvi & ante uniuersalem salutem
orbis tertio supra octingentos &
mille.
Gerion vnico deste nombre, que de
otra manera fue el primero, llamado
Deabos, cognominado Chriseo,
señalan, que sucedió al Rey Beto su
predecessor en el dicho año, antes
del nacimiento de nuestro Señor
de mil y setecientos y nouenta y
tres, en el qual començó en España
segunda generacion de Reyes.
Á la fama de la viudez de nuestra
madre España, un Aphricano
(llamado Deabos Gerion) passo á ella
con bastante numero de gente, para
lo que pretendia, casi el año antes
de la Encarnacion de Christo 1793.
COLONIAL LATIN AMERICAN REVIEW 429
de la Era de César y al 610 en la cuenta de los Alarbes (Mármol 1573, 53). Esta misma
ambigüedad está casi textual en Cabello: No muy lejos de la ciudad de la Meca en la
Arabia / / en el mes de febrero de el año de Christo de 569 (aunque otros dicen que
a los 610) nació el falso propheta Mahoma para contagio y lepra de el umanal linaje
(Cabello 1951, 250).
Al análisis del proceso de transmisión de fechas hacia la Miscelánea es necesario añadir
un componente textual, en la medida en que no todos los manuscritos de Cabello repro-
ducen la misma fecha para un determinado evento. En efecto, y tal como sucede con los
diferentes testimonios de la Biblia griega, existen variantes entre el manuscrito de la NYPL
y el de la Universidad de Texas, concretamente en lo relacionado con dos fechas presentes
en la Miscelánea. La primera corresponde al año en que el poblamiento de América había
tenido lugar, calculo que proviene del mismo Cabello, según el cual esto había acontecido
mientras Melicola otro de los reyes de la genealogía de Annio de Viterboreinaba en
España. De acuerdo al manuscrito de la NYPL este evento había sucedido en el año 1154
a.C. (Cabello 1951, 148), mientras que de acuerdo al de la Universidad de Texas en el 1164
a.C. (Cabello 2011, 209). La segunda variante, en tanto, se relaciona con el nacimiento de
Cristo, fecha que Cabello obtuvo de los Cuarenta libros de Garibay: mientras que el manus-
crito de la NYPL señala que Cristo nació a los 1052 años de la fundación de Roma (Cabello
1951, 217), el de Texas indica que esto aconteció en el 752 (Cabello 2011, 272). Esta fecha,
en efecto, concuerda con la que entrega Garibay (1571, I, 21314) y de paso corrobora
la hipótesis de Valcárcel (1951, xii) y Lerner (2011, xix) sobre el manuscrito de la
Universidad de Texas, considerado como el más cercano al original. Las fechas erradas
del manuscrito de la NYPL, en consecuencia, constituirían variantes ocasionadas por
un error de transmisión textual, posiblemente de copia. La cuenta del Anno mundi de
Cabello, en consecuencia, está permeada por la copia que hizo de autores previos, así
como también por errores derivados de la historia textual de los manuscritos de la
Miscelánea.
6. Cabello como cronólogo de los incas
Ahora bien, si para escribir sobre el pasado de España Cabello contó con una reserva de
fechas provenientes de diversos libros, ¿Cómo estructuró, entonces, su cronología para el
pasado andino?
Según el mismo Cabello lo indicó, sus fuentes para elaborar el apartado que trata sobre
los incas fueron Polo Ondegardo, Juan de Valboa criollo limeño y profesor de quechua
en la Universidad San Marcos de Limay Cristóbal de Molina (Cabello 1951, 25760).
Junto con ello, Cabello (1951, 8) también señaló en los primeros capítulos que daría
cuenta de los años en que los reyes incas habían comenzado con tanta certeza cuanta
humana diligencia ha bastado averiguar, según los quipos y cuentas indianas, señalando
los años que había vivido cada uno. Este argumento es reiterado más adelante cuando
declara haber obtenido su cronología concordando las cuentas nuestras con las que
estos naturales tienen por sus quipos y nudos de sus reyes, sin entregar detalles respecto
a cómo esta conversión se había llevado a cabo (Cabello 1951, 264). Cabello dispuso estos
datos al finalizar la biografía de cada inca, información que se sintetiza en la tabla 2.
Como se observa en la tabla 2, Cabello indicó los años que un determinado Inca había
vivido sólo en algunos casos, mientras que en otros señaló los que había gobernado. Por
430 S. C. GONZÁLEZ DÍAZ Y F. J. GARRIDO ESCOBAR
ejemplo, en el caso de Sinchi Roca menciona que tuvo 77 años de vida, mientras que en el
de Lloque Yupanqui señala que murió habiendo reinado 78. En el único caso en que
Cabello entrega los valores de ambos cálculos, es decir los años vividos y los años reinados
por un determinado Inca, es en el de Manco Capac que habiendo cumplido (según la
cuenta) 91 años de su edad y gobernado gentes y familia más de los 60, murió cerca de
los años del nacimiento de Cristo de mil y seis(Cabello 1951, 271). A partir de este
dato es posible deducir la edad en que Manco Capac se convirtió en gobernante: 31,
cifra que se obtiene sustrayendo de sus 91 años de vida los 60 que duró su reinado.
Este mismo procedimiento, es decir la obtención de valores no explicitados en la cro-
nología a partir de los datos transmitidos por ella, fue utilizado por los exégetas de la Biblia
para el cálculo del Anno mundi que se desprende de la relative chronology transmitida por
Génesis 5. Así, por ejemplo, Agustín de Hipona y otros (19771978, II, 167) siguiendo la
cronología de los Intérpretes calcularon que Matusalén había muerto 14 años después del
diluvio de Noé, del cual se suponía que solo habían sobrevivido Noé, su esposa y sus tres
hijos con sus respectivas esposas (Gn 8,18). Aplicando este mismo tipo de análisis a la His-
toria de los incas de Pedro Sarmiento de Gamboa pudimos concluir en un trabajo anterior
(González 2015, 170) que, si bien en ocasiones su cronología era coherente con la biografía
de algunos Incas, en otras no: tal es el caso de Pachacuti, del cual Sarmiento señala que
siempre traía consigo a su nieto Guayna Capac quien, según los datos implícitos que se
desprenden de su cronología, nació 47 años después de la muerte de su abuelo. Es
decir, en este caso, la narración y la cronología de Sarmiento no coinciden.
El empleo de este mismo examen en el análisis de la cronología de los incas de la Mis-
celánea evidencia las dificultades que Cabello tuvo para que sus cómputos fuesen cohe-
rentes con las biografías de los gobernantes que, a fin de cuentas, constituían el
correlato textual de las fechas. Al igual que Sarmiento, sólo algunos cálculos ligados a
los incas coinciden con los datos sobre sus vidas: analizando los datos de Manco Capac,
por ejemplo, se desprende que comenzó a reinar en el 946, año muy próximo al que
Cabello (1951, 264), en efecto, registra como el del origen de los incas, que parece resultar
// cerca de los años del nacimiento de Cristo, nuestro Redemptor, de 945.
En el caso de Sinchi Roca, por el contrario, esta coherencia no es tal. Cabello señala
expresamente que murió en el 1083 a los 77 años, de lo que se deduce que debió haber
nacido en el 1006. Este año corresponde al de la muerte de Manco Capac, su padre,
Tabla 2 La cronología de los gobernantes incas en la Miscelánea antártica de Cabello Valboa (1951).
Referencia en Cabello
(1951 [1586]) Inca
Edad
total Años que gobernó
Año de
muerte
1 270271 Manco Capac 91 60 1006
2 280 Sinche Ruca 77 1083
3 286 Lluqui
yupangui
78 1161
4 289 Mayta Capac 65 1226
5 291 Capac Yupangui 80 1306
6 294 Yngaruca 50 1356
7 296 Yaguar Guaca 30 1386
8 301 Viracocha 50 1438
9 337, 341 Inga Yupangui 36 1473
10 354 Topa inga/
Pachacuti
auiendo sido Señor mas de 22 años y
gobernado gente mas de 30
1493
11 394 Guayna Capac 33 1525
COLONIAL LATIN AMERICAN REVIEW 431
información que no concuerda con el relato que Cabello entrega para las vidas de ambos
incas, según el cual Mama Ocllo parió a Sinchi Roca en su travesía desde Pacaritambo al
Cusco, estando Manco Capac vivo. Incluso, según el relato, Sinchi Roca ya era un hombre
de experiencia y artificiocuando Manco Capac murió, testimonio que da cuenta de que
en la narración de Cabello ambos estuvieron vivos al mismo tiempo (Cabello 1951, 271).
Las dificultades que Cabello tuvo en la composición de su cronología también quedan
en evidencia al calcular la duración efectiva del incario: si se toma como punto de partida
el año 945 y como fecha de término 1525, en la que Guayna Capac habría muerto (Cabello
1951, 394), entonces se deduce que el Tawantinsuyu se extendió por un periodo de 580
años. Sin embargo, si se suman las edades totales o los años de gobierno de todos los
capac, suponiendo que equivalen a lo mismo, se obtiene una cifra que varía de 581 a
589, dependiendo de si se consideran 22 o 30 años para el gobierno de Topa Inca
(Cabello 1951, 354). Y es que en Cabello, además, casi siempre los cálculos van acompa-
ñados de expresiones que indican su valor aproximado como, por ejemplo, murió cerca de
los añosal referirse a Manco Capac (Cabello 1951, 270) o parece por la cuenta que vamos
siguiendoal referirse al comienzo del reinado de Lloque Yupanqui (Cabello 1951, 280).
Todos estos antecedentes indican que Cabello elaboró la cronología de los incas por sí
mismo, y que el procedimiento no estuvo exento de obstáculos.
Finalmente, un último aspecto a tener en cuenta es de qué manera Cabello fijó el año
945 como punto de partida del incario, cuestión que remite no sólo al carácter universa-
lista de la Miscelánea, sino también al providencialismo que rige la escritura de Cabello
(Camacho 2007, 109). Su historia está guiada por los juicios de Dios y los incas constituyen
una pieza más del complejo engranaje que es la fábrica del mundo(Cabello 1951, 7). En
palabras del mismo Cabello la omnipotencia y ciencia de Dios (cuyo auxilio y protección
invoco), como sin principio, sea la mayor de las cosas invisibles(Cabello 1951, 11). Los
reinos gentiles, en la perspectiva del autor, también forman parte de este plan divino:
como el de los babilonios, asirios o persas, el imperio de los incas era practicante de
cultos idólatras, los cuales el Señor con su prometida misericordia lo remedie y ataje,
alumbrando los confusos entendimientos de tantas gentes ciegas(Cabello 1951, 36).
En ese sentido, no es casualidad que el capítulo en donde se narra el origen de los incas
se denomine De lo que se tiene por verdadero acerca de el principio y origen de los reyes
yngas y de las cosas que subcedian en el mundo conocido cuando en este comenzaron a
reinar estos príncipes. Y de la descendencia de los turcos y otras curiosidades(Cabello
1951, 264). Y es que para Cabello el origen de los incas es contemporáneo al de los turcos.
Para elaborar este capítulo, Cabello se valió de la ya mencionada Primera parte de la
descripción de África de Luis de Mármol el cual, al igual que Esteban de Garibay, había
dispuesto todo su recuento historial señalando al margen de cada párrafo el año en que
había acontecido tal o cual evento. En su composición Cabello tomó de Mármol (1573,
128v) la descripción del origen de los turcos y la forma en que estos se habían transfor-
mado poco a poco en un poderoso ejército al servicio de príncipes mahometanos en cons-
tante conflicto, para luego destronar a estos señores y usurparles sus reinos y conquistas en
torno al 959 d.C. Y es al relatar la genealogía de los jefes turcos en donde Cabello (1951,
273) menciona que este pujante señorío [el de los turcos] / / crecía en los mismos años
y tiempos que el de los yngas indianos iba creciendo, más Dios (por sus ocultos juicios)
permitió que el uno de [sic] acabase para principio de tanto bien, y el otro permaneciese
para tanto mal y daño. En otras palabras: para Cabello existía un equilibrio en los ocultos
432 S. C. GONZÁLEZ DÍAZ Y F. J. GARRIDO ESCOBAR
juicios de Dios, que si bien había dejado que dos señoríos enemigos de la cristiandad
nacieran simultáneamente, también había permitido que solo uno de ellos el turco
sobreviviera. Esto pareciera demostrar que Cabello situó el origen los incas en el año
945 teniendo como referencia la cronología que Luis de Mármol había elaborado para
la descripción del origen de los turcos, cuyo imperio constituía el principal enemigo de
la Monarquía católica en el siglo XVI.
El análisis de la cronología de los incas de la Miscelánea, en consecuencia, evidencia los
problemas que su autor enfrentó al momento de calcular por sí mismo las fechas asociadas
a los gobiernos de los capac incaicos, para lo cual se inspiró en autores previos. Dicha
operación estuvo regida, además, por la lógica providencialista que atraviesa una buena
parte de la escritura de Indias. En Cabello el destino de los incas constituye un instrumento
en el plan de la Divina Providencia, en donde España tiene el rol protagónico.
7. Comentarios finales
Hasta ahora, la mayoría de las críticas a la cronología de Cabello se ha basado en la plausibi-
lidad de sus fechas para el incario, centrándose ensiestassononociertas.Aquí,sinembargo,
quisimos cambiar las coordenadas desde donde tradicionalmente se ha formulado esta
interrogante, preguntándonos primero qué prácticas involucrabalaelaboracióndeunacrono-
logía en el siglo XVI, para luego reevaluar la interrogante inicial: ¿es pertinente preguntarse si
la cronología de Cabello refleja realmente la temporalidad dinástica y la expansión incaica?
El argumento central que hemos desarrollado en el presente artículo es que la dificultad
interpretativa que implica el análisis de la cronología inca desde la perspectiva de las cró-
nicas, más allá del caso concreto de la Miscelánea, no radica sólo en la imposición de una
estructura lineal y cronológica europea a un género de historia andina no lineal. El pro-
blema está en que la propia construcción de las cronologías europeas parte de premisas
que no están basadas en eventos históricos, sino que en ejercicios especulativos ex post
facto a partir, por ejemplo, de textos abiertamente espurios. Más que un problema de tra-
ducción entre mundos distintos, la cronología de Cabello refleja el proceso de invención de
un pasado para el Viejo y el Nuevo Mundo, cuyas historias se estaban escribiendo al
mismo tiempo: la política de la recién unificada Corona española requería de un pasado
no sólo para su imperio, sino también para sí misma.
En ambos casos se trataba de un pasado sin fechas, solo que para España el problema ya
estaba resuelto: Annio de Viterbo, basándose en el Génesis y autores clásicos, había inven-
tado una completa cronología para el pasado remoto de la península, mientras que para las
Indias se trataba de una tarea aún pendiente. Y es que para los humanistas, las falsifica-
ciones eran un medio legítimo para reemplazar un registro ausente (Córdoba 1985)y,
por ende, la invención de fechas arbitrarias era una práctica común.
Cabello no estuvo solo en este camino. Sabemos, por ejemplo, que Pedro Sarmiento
de Gamboa obtuvo una buena parte de las fechas relacionadas al pasado del Viejo
Mundo de la Primera parte de la corónica general de toda España, y especialmente del
reyno de Valencia de Anton Beuter y del Reportorio de Chávez (González 2015, 156).
Este último autor también fue seguido por Felipe Guaman Poma de Ayala en su
Nueva corónica y buen gobierno (Fleming 1994;Barnes1995;Plas1996;González
2012b). Todas estas cronologías, en último término, tuvieron su origen en los textos
espurios de Annio de Viterbo.
COLONIAL LATIN AMERICAN REVIEW 433
Finalmente, creemos que si bien existen algunas coincidencias generales entre la crono-
logía de Cabello, la de Rowe e incluso otras obtenidas a través de dataciones radiocarbó-
nicas, estas son de corte circunstancial y en ningún caso deben interpretarse como pruebas
independientes de un mismo proceso. No se trata de negar que pudieron existir géneros
narrativos o registros que, en efecto, diesen cuenta del pasado incaico, sino más bien de
abandonar la pretensión de que estos puedan tener un correlato cronológico certero y
comprobable.
Por ello, más que esforzarse en tratar de compatibilizar las fuentes etnohistóricas, como
la Miscelánea de Cabello, y la datación radiocarbónica del registro material, la Arqueología
tiene un rol crucial en continuar su tarea de establecer una cronología basándose en fecha-
dos absolutos. Esto implica reevaluar el rol protagónico que las hazañas de los gobernantes
incaicos individuales tienen en las crónicas, centrándose en procesos más generales como,
por ejemplo, los momentos iniciales de formación del Estado inca y su expansión en lo que
serían los diversos territorios que más tarde constituyeron su Imperio.
Notas
1. El incompleto manuscrito de la Hispanic Society of America fue traducido al francés y publi-
cado por Henri Ternaux Compans en 1840, para luego ser retraducido al español y publicado
nuevamente por Carlos Romero y Horacio Urteaga en 1920 (Lerner 2011, xx). El de la
New York Public Library (NYPL) perteneció al mismo Henri Ternaux Compans y alrededor
de 1850 pasó a manos de Obadiah Rich, cuya colección fue adquirida posteriormente por
James Lenox. La biblioteca de Lenox, junto con otros fondos, pasó en 1896 a la NYPL.
Sobre este manuscrito Jacinto Jijón y Caamaño y Luis Valcárcel elaboraron sus ediciones,
en 1945 y 1951 respectivamente. Esta última es la más difundida en los estudios andinos y
es la que seguimos en el presente trabajo. El manuscrito de la Universidad de Texas,
Austin, fue adquirido al mismo tiempo que Valcárcel trabajaba en su edición. Había perte-
necido a la biblioteca del Conde Duque de Olivares y luego a la de Joaquín García Icazbalceta
(Valcárcel 1951, xiv). Fue publicado por Isaías Lerner recientemente, en el año 2011.
2. A pesar de constituir un texto capital para los estudios andinos, la Miscelánea aún no ha sido
objeto de una investigación sistemática en el contexto de estos, en donde su importancia tras-
ciende las cronologías que conlleva puesto que también transmite una valiosa información
respecto al pasado andino prehispánico y al desarrollo del Estado incaico. Una dimensión
parcialmente explorada pero no analizada en profundidad es el eventual vínculo de la Mis-
celánea con la Historia de los incas de Pedro Sarmiento de Gamboa y la Historia general del
Perú de Martín de Murúa, con quienes comparte innegables similitudes en ciertos apartados.
Rowe (1945, 277), en una primera etapa pensó que Cabello se había basado en Sarmiento,
idea compartida por autores posteriores como Galen Brokaw siguiendo a Raúl Porras Barre-
nechea (Brokaw 2010, 14041). Luis Valcárcel (1951, xxxiv) matizó esta idea, sugiriendo que
se trataba de fuentes independientes, sin descartar la idea de que Cabello hubiese consultado,
en efecto, a Sarmiento. Con el correr de los años Rowe (1985, 2001) concentró su atención
en las similitudes entre Cabello y Murúa, sugiriendo que el parecido podría deberse a que
ambos autores consultaron una fuente común: la Historia de los incas de Cristóbal de
Molina, perdida en la actualidad. El planteamiento de Rowe fue seguido por Catherine
Julien (2000), no obstante lo cual aún no se ha desarrollado un proyecto centrado exclusiva-
mente en reconstruir la historia textual de la Miscelánea.
3. Rowe identificó en las fuentes coloniales, además de la cronología de Cabello, otras dos. La
primera corresponde a la de Pedro Sarmiento de Gamboa en su Historia de los incas (1572),
que Rowe calificó de wild and impossible, y la segunda a la del Compendio y descripción de
las Indias occidentales de Antonio Vázquez de Espinosa (c. 1630), que para Rowe era nearly
as bad(Rowe 1945, 277). Sin embargo, estos no fueron los únicos textos que transmitieron
434 S. C. GONZÁLEZ DÍAZ Y F. J. GARRIDO ESCOBAR
una cronología para los capac incas. También lo hicieron, cada uno con características
propias, la Historia de las guerras civiles del Perú o quinquenarios (15951603) de Pedro
Gutiérrez de Santa Clara, el Discurso sobre la descendencia y gobierno de los incas (¿1602
1608?) de autor desconocido, la Nueva corónica y buen gobierno de Felipe Guaman Poma
de Ayala (16151616) y las Memorias antiguas historiales y políticas del Pirú de Fernando
de Montesinos (1644). Tal como lo ha señalado Alan Covey (2015, 79) todas estas fuentes
permanecieron manuscritas hasta fines del siglo XIX o principios del XX.
4. La historia de Naymlap corresponde a una digresión que Cabello realiza a propósito de la
entrada de Topa Inca a Quito. En ella narra cómo Lambayeque fue poblado por Naymlap
y su corte, a quienes sucedieron varias generaciones de señores hasta que uno de ellos
llamado Fempellec durmió con el diablo en forma de mujer. Tras ello, todo su pueblo fue
castigado y quedó sin gobierno hasta la llegada del tirano Chimo capac, cuya descendencia
siguió señoreando Lambayeque hasta el tiempo de los incas y los españoles (Cabello 1951,
32730).
5. No obstante Rowe precisó que estas fechas provenían de Cabello, existen discrepancias entre
su formulación y la información contenida en la Miscelánea. En primer lugar, y si bien no
todas las crónicas ofrecen la misma secuencia para los gobernantes incas, en la genealogía
de Cabello Topa Inca y Pachacuti son la misma persona: en efecto, gracias a la dedicación
que Topa Inca había puesto en la expansión del imperio había recibido el nombre de Pacha-
cuti, que quería decir vuelta de mundo. Por error otros cronistas habían añadido a Pachacuti
al número de gobernantes como si se tratase de otro Inca, pero lo cierto era que Topa Ynga
Yupangui y Pachacuti es todo uno(Cabello 1951, 339). De hecho en la Miscelánea el padre
de Topa Inca es Inca Yupanqui, caracterizado como un cruel tirano que protagonizó el ciclo
bélico contra los chancas y los soras y que le arrebató la borla a su padre Viracocha (Cabello
1951, 299301). Y es este Inga Yupanqui el que, en la cronología de Cabello, asume en 1438,
no Pachacuti como señala Rowe en su artículo (Cabello 1951, 301 y 341). En otras palabras: el
Pachacuti de Rowe no es el mismo de Cabello. En segundo lugar, en la Miscelánea la muerte
de Inca Yupanqui sucedió en 1473 durante la ausencia que Topa Ynga Yupangui auia hecho
en esta jornada de Collao y Chiley no en 1471 como lo planteó Rowe (Cabello 1951, 337).
6. Este radio de expansión fue calculado en función a la distribución de la cerámica de estilo
Killke en el área del Cusco, lo cual no significa necesariamente un dominio homogéneo
sobre dicho territorio (Bauer y Covey 2002; Bauer 2004). Este estilo cerámico ha dado
nombre al cacicazgo o señorío pre-estatal del Cusco, que más adelante se convertiría en la
sociedad inca.
7. Annio de Viterbo suponía que los autores paganos habían consignado la existencia de los
patriarcas bíblicos bajo otros nombres, que variaban de acuerdo a la lengua o el lugar en
que habían sido registrados. La manera en que Annio autorizó sus textos espurios fue com-
binando sus invenciones con la información presente en autores de la tradición clásica, de
manera que sus falsificaciones coincidieran con el testimonio de autores verdaderos. Para
más información sobre la influencia de Annio de Viterbo en la cronística de Indias ver Gon-
zález 2012a.
8. En la edición de 1584 de Chávez que seguimos existe un error tipográfico asociado al año de
nacimiento de Isaac. Dice 1219, pero en realidad es 1912, como se desprende de otras edi-
ciones, por ejemplo la de 1554. Esta errata constituye otra evidencia de cómo los valores
numéricos a menudo fueron alterados accidentalmente en su proceso de transmisión.
Agradecimientos
A los evaluadores de esta y las versiones anteriores del presente manuscrito, cuyos comentarios han
ayudado enormemente a estructurar y orientar mejor la exposición de las ideas planteadas. Al
proyecto Fondecyt de Iniciación 11160141 La Historia de los incas de Pedro Sarmiento de
Gamboa en la perspectiva de los estudios andinos: hacia una reconstrucción de su historia
textual, cuya investigadora responsable es Soledad González Díaz.
COLONIAL LATIN AMERICAN REVIEW 435
Notas biográficas
Soledad Carmina González Díaz es Magíster en Historia, mención Etnohistoria, por la Universidad
de Chile y Doctora en Filología Española por la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus líneas de
investigación se centran en las crónicas andinas, los textos de Indias y la etnohistoria del Norte de
Chile. Sus publicaciones más recientes incluyen Del Génesis a los Andes: la cronología del incario
en la Historia de los Incas de Pedro Sarmiento de Gamboa (1572)(2015), co-autor de Qhapaq Ñan.
El sistema vial andino y los incas en el norte de Chile (2015) y Guaman Poma y el Repertorio
Anónimo (1554): Una nueva fuente para las Edades del Mundo en la Nueva Corónica y Buen
Gobierno (2012).
Francisco Javier Garrido Escobar es conservador en el Museo Nacional de Historia Natural, en
Santiago de Chile. Obtuvo su licenciatura en arqueología de la Universidad de Chile, y su doctorado
en antropología de la Universidad de Pittsburgh. Sus intereses de investigación se centran en la
arqueología de la expansión inca, las comunidades mineras prehispánicas y la infraestructura
imperial. Sus artículos han aparecido en las revistas Journal of Anthropological Archaeology, Archae-
ological and Anthropological Sciences, y en el Boletín del Museo Nacional de Historia Natural
(Chile).
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... Recent scholarship is united about the potential of radiocarbon dates and Bayesian models to rebuild Inca chronology (Ogburn, 2012). No ethnohistoric source provides reliable dates (González Díaz and Garrido Escobar, 2017), so we must use radiocarbon dates and subsequent modelling to rebuild an Inca chronology from the ground up. This is clearest in early dates that track Inca influence to the south, implying that initial Inca expansion began during the mid-fourteenth century in this direction, at least a century earlier than Rowe suggested (Dalton, 2020;D'Altroy et al., 2007;Marsh et al., 2017Marsh et al., , 2021Meyers, 2016;Williams, 2022). ...
... They were writing letters addressed to the Spanish kings and queens who were busy commissioning histories of their own families to justify their own power. These histories featured tidy, unbroken lines of succession that connected the royal family to famous figures from medieval legends, ancient Rome, Greece, and the Bible (González Díaz, 2015; González Díaz and Garrido Escobar, 2017). Inca chroniclers' disjointed attempts to assign dates to Inca reigns and events can all be traced back to Viterbo's efforts in 1498 to make the Spanish monarchy appear older and holier, proposing a chronology directly connecting biblical figures and Spanish royalty (González Díaz and Garrido Escobar, 2017, p. 427). ...
... Finalmente, se propondrá una interpretación de las relaciones interregionales que los grupos locales del Alto Piura establecieron con los incas durante su expansión imperial (1400-1532), y con los españoles en tiempos de la Gobernación de Nueva Castilla y parte del Virreinato del Perú (1534-1580). Para el caso inca cabe señalar que se seguirán las nuevas propuestas cronológicas acerca de la expansión inca desarrolladas desde la arqueología e historia (Bauer, 1996;Meyers, 1999;Julien, 2008;González y Garrido, 2017), las que la sitúan alrededor de 1400 d.C. ...
Article
Este artículo presenta los resultados de investigación en Piura (La Vieja), un centro urbano en Piura, Perú, que fue ocupado de manera continua por grupos locales y por los imperios inca y español (1300-1580 d.C.). El objetivo es comprender las interacciones entre los grupos locales del Alto Piura y los poderes imperiales que ocuparon la región entre los siglos XIII y XVI d.C. El análisis aplica la perspectiva del palimpsesto arquitectónico. Específicamente, se estudian las trazas que componen el asentamiento, pues en ellas se reflejan las prácticas de apropiación del espacio ejercidas por las diversas sociedades que lo ocuparon. Se plantea que existen, por lo menos, cuatro ocupaciones en el asentamiento, de más moderna a más antiguas: la primera se vincula al establecimiento de una ciudad de encomenderos españoles; la segunda, a un centro provincial inca; la tercera y cuarta ocupación, constituyen centros ceremoniales locales. El estudio del palimpsesto formado por las trazas de Piura (La Vieja) nos permite entender los procesos de negociación, dominación y resistencia de los grupos locales frente a las entidades imperiales en los Andes Centrales.
... Concluída em 1586, a Miscelánea Antártica não foi publicada durante a época colonial, embora circulasse manuscrita. Gregorio García, Juan de Solórzano Pereira, Antonio de León Pinelo e Diego Andrés Rocha fazem referência a ela (ROSE, 2003, p. 411;GONZÁLEZ DÍAZ;GARRIDO ESCOBAR, 2017, p. 421 ...
Article
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During the sixteenth and seventeenth centuries, Spanish clergymen, jurists, and officials had an intense debate about Indian origins. In order to explain the existence of this group, they turned to the Old Testament, using diverse strategies to interpret its passages. Among the questions they posed to themselves were: Who were the Amerindians? How did they get to the Americas? What rights did the Spaniards have to incorporate their lands and people into their empire? This article analyzes Miscelánea Antártica’s peculiar position in this debate. Written by Spanish clergyman Miguel Cabello Valboa in 1586, the extensive manuscript was one of the earliest books devoted entirely to the subject, and its originality consisted in offering a positive view of the Indians. In his very particular reading of the Bible, Cabello Valboa defined a highly positive genealogy for the Indians, going back to Ophir and, by extension, Shem, son of Noah. His favorable view of Andean cultures did not neglect the violence of the conquest, but emphasized mestizaje as a way of conciliation.
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Introduction Traditionally, writing has been considered a major benchmark in the development of human societies: its appearance marks the boundary between history and prehistory , on the one hand, and the corresponding disciplines of history and archaeology, on the other. In more contemporary scholarship , however, the term " prehistoric " does not have the same currency as in the past, because it often implies a qualitative deficiency that is no longer politically correct. In colloquial use and increasingly in academic discourse, " history " is normally conceived as a more general term referring to past events regardless of whether or not they are documented with written texts. Nevertheless, the existence or absence of writing in a given society has inherent implications for the methodological approaches available for investigating the past. Archaeologists can certainly apply the methodology of examining the material remnants of human cultures to a period after the advent of writing. In fact, this is a very productive endeavor that attests to the fact that written documentation can never tell the entire story. The historical method of reading and analyzing documents, however, is restricted to periods in which written documentation exists. In the investigation of societies with a form of writing that is no longer in use and the knowledge of which has been lost, efforts to decipher their writing systems and to study their texts present a unique challenge that often attracts researchers from various disciplines: archaeologists and historians, of course, but also linguists, art historians, and anthropologists as well. When the system of writing is tied to verbal language, as in the case of the Maya syllabic script, researchers have a natural tendency to develop and articulate their projects in interdisciplinary terms: thorough archaeological research of the Maya area, for example, now demands training in Maya language and epigraphy. Writing systems whose conventions are either partially unknown or not tied directly to verbal language open up an interdisciplinary space with less-defined methodological constraints. The freedom of this interdisci-plinary space can be extraordinarily productive for stimulating theoretical reflection, but it also has its limitations. Even partial ignorance of the underlying principles of a writing system means that decipherment projects are 1
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Resumen Desde la década de 1940 en adelante, la incompleta y aparentemente incoherente cronología de los gobernantes incas presente en la Historia de los incas (1572) de Pedro Sarmiento de Gamboa ha sido objeto de descrédito y de sucesivos intentos de reconstrucción. Dando cuenta de estos intentos, el presente artículo profundiza en el estudio de dicha cronología abordándola en la perspectiva de los llamados textos toledanos, vale decir, el Parecer de Yucay y las Informaciones. Junto a ello, se propone un análisis de la coherencia de la cronología aplicando los mismos principios que los exégetas tardo antiguos, medievales y contemporáneos han utilizado para el estudio de la cronología que se desprende de la genealogía de los patriarcas bíblicos presente en Génesis 5. Palabras claves: Incas-Sarmiento de Gamboa-cronologías. Abstract Since the 1940's, the incomplete and seemingly inconsistent chronology of Inca rulers in the History of the Incas (1572) by Pedro Sarmiento de Gamboa has been discredited and subjected to multiple reconstructions. This paper presents an account of these reconstruction attempts, and focuses on the study of the chronology from the perspective of the so-called Toledan texts, such as El Parecer de Yucay and Las Informaciones. Therefore, I propose to analyze the coherence of the chronology, applying the same principles used by the Late Antiquity, medieval and contemporary exegetes in chronological studies derived from the genealogy of biblical patriarchs in Genesis 5.
Book
Spain’s infamous “false chronicles” were alleged to have been unearthed in 1595 in a monastic library deep in the heart of the German-speaking territories of the Holy Roman Empire by the Jesuit priest Jerónimo Román de la Higuera. Though rife with anachronisms and chronological inaccuracies, these four volumes of invented “truths” about Spanish sacred history radically transformed the religious landscape in Counter-Reformation Spain and were not definitively exposed as forgeries until centuries later, after nearly two hundred years of scholarly debate. This book explores the history, author, and legacy of one of the world’s most compelling and consequential frauds. The book examines how a relatively obscure Jesuit priest so successfully fabricated a set of supposedly historical documents that they were accepted as authentic for generation after generation. The chronicles’ influence was so powerful, in fact, that they continued to shape scholarly discourse, religious practice, and local heritage throughout Spain well into the twentieth century, despite having been debunked as forgeries in the eighteenth. This analysis brings together intellectual, cultural, religious, and political history while reinvigorating an ongoing debate on the uses and abuses of history and the nature of historical and religious truth.
Article
Se contrastan sobre la base de un análisis estadístico y algunas consideraciones de naturaleza arqueológica, fechas de radioc arbono y de termoluminiscencia atribuidas al Horizonte Tardío o Inca de las áreas Centro Sur y Meridional andinas, supuestamente más antiguas que la cronología “histórica” generalmente aceptada, con la cronología propuesta independientemente por Adamska y Micheczynski (1996) y por Bauer (1992) para el núcleo del imperio. Se concluye que la cronología del Estado Inca es todavía un problema en discusión que requiere de un mayor acopio de fechados, constituyendo la elección de las muestras y la reevaluación del método de TL, un punto crítico.ABSTRACTRadiocarbon and thermoluminiscense dates of the Late or Inca Horizon from South Central and Meridional andean areas supposed older than the usualy accepted “historie ” chronology are contrasted with the chronology for the heart of the Empire independently proposed by Adamska and Micheczynski (1996) and by Bauer (1992) and supported by a statistical analysis of radiocarbon dates and considerations of archaeological nature. It is concluded that the chronology of the development of the Inca State is until now a problem that require more dates. The simple selection and the revaluation of the TL method is a critical point.
Book
Defying many of the supposed rules of civilization building, and lacking the advantages of a written language, hard metals, the wheel, or draft animals, the Incas forged one of the greatest imperial states in history. The Incas: New Perspectivesoffers a revealing portrait of the ancient Andean empire from the earliest stages of its development to its final capitulation to Pizzarro in the mid-16th century. In recent years researchers have employed new tools to get to the heart of the mysterious Inca culture. Drawing on recent work in archaeology, anthropology, ethnohistory, and other sources,The Incasprovides the most up-to-date interpretations of Inca culture, religion, politics, economics, and daily life available. Readers will discover how the Incas discovered medicines still in use and kept records using knotted cords; how Inca builders created masterful highways and stone bridges; and how the inhabitants of seemingly unfarmable lands came to give the world potatoes, beans, corn, squashes, tomatoes, avocados, peanuts, and peppers.