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Del Hospital de pobres a la cultura hospitalo-céntrica. Economía política y cambio cultural en el sistema hospitalario catalán.

Authors:

Abstract

This article describes the evolution of the Catalan Health System, using the development of a key cultural concept –hospital-centrism– to understand the hegemony of the hospital institution in the current health devices. To this purpose, and using two complementary perspectives such as anthropological history and medical anthropology, the article analyzes a case study from three examples: the demand for hospital emergencies related with a cultural conception of what is “severe”, and with its effectiveness embodied by the citizens; the need of the asylum role in chronic or terminal diseases; and the transformation of domestic care to “domestic hospitalization” in mental health cases.
DEL HOSPITAL DE POBRES A LA CULTURA HOSPITALO-
CÉNTRICA. ECONOMÍA POLÍTICA Y CAMBIO CULTURAL
EN EL SISTEMA HOSPITALARIO CATALÁN
From the poor hospital to the hospital-centric culture. Political economy and cultural
change in the Catalan hospital system
JOSEP M. COMELLES
UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI (ESPAÑA) josepmaria.comelles@urv.cat
Es profesor emérito de antropología, desde 2015, en la URV. Doctor en Antropología
(EHESS, París) y doctor en Medicina (UB) también es especialista en Psiquiatría.
ELISA ALEGRE-AGÍS
UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI (ESPAÑA) elisa.alegre@estudiants.urv.cat
Es estudiante del doctorado de Antropología y Comunicación de la URV. Diplomada
en Trabajo Social por la Universidad de Valencia (2009), licenciada en Antropología
Social y Cultural (2012) y Máster en Antropología Médica y Salud Internacional
(2014) por la URV.
JOSEP BARCELÓ PRATS
UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI (ESPAÑA) josep.barcelo@urv.cat
Es profesor e investigador en el Departamento de Enfermería de la URV desde el
2009. Doctor en Antropología por la URV (2014), sus líneas de investigación son la
antropología médica y la historia de las instituciones asistenciales.
RECIBIDO: 23 DE JUNIO 2017
RESUMEN: En el presente artículo se describe la
evolución del sistema sanitario catalán utilizando, para
ello, el desarrollo de un concepto cultural –el hospitalo-
centrismo– clave para entender la hegemonía de la
institución hospitalaria en los dispositivos de salud
actuales. A tales efectos y utilizando dos perspectivas
complementarias como son la historia antropológica y la
antropología médica, el artículo analiza un case study a
partir de tres ejemplos: la demanda de urgencias
hospitalarias asociadas a una concepción cultural de lo
que es “grave” y al embodiment de su eficacia por los
ciudadanos; la necesidad del rol de asilo en las
enfermedades crónicas o terminales; y la conversión del
cuidado doméstico como “hospitalización doméstica” en
el caso de la salud mental.
PALABRAS CLAVE: hospital-centrismo, sistema sanitario,
historia de hospitales, urgencias, cuidados crónicos,
salud mental.
ACEPTADO: 22 DE OCTUBRE DE 2017
ABSTRACT: This article describes the evolution of the
Catalan Health System, using the development of a key
cultural concept –hospital-centrism– to understand the
hegemony of the hospital institution in the current health
devices. To this purpose, and using two complementary
perspectives such as anthropological history and medical
anthropology, the article analyzes a case study from three
examples: the demand for hospital emergencies related
with a cultural conception of what is “severe”, and with its
effectiveness embodied by the citizens; the need of the
asylum role in chronic or terminal diseases; and the
transformation of domestic care to “domestic
hospitalization” in mental health cases.
KEYWORDS: hospital-centrism, health system, history of
hospitals, emergencies, chronic care, mental health. !
Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep.
“Del hospital de pobres a la cultura hospitalo-céntrica. Economía política y cambio cultural en el sistema hospitalario catalán”.
Kamchatka. Revista de análisis cultural 10 (Diciembre 2017): 57-85.
DOI: 10.7203/KAM. 10.10420 ISSN: 2340-1869
Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
DEL HOSPITAL DE POBRES A LA CULTURA HOSPITALO-CÉNTRICA. ECONOMÍA POLÍTICA Y CAMBIO
CULTURAL EN EL SISTEMA HOSPITALARIO CATALÁN
1
En nuestros días, el gran hospital se considera una fábrica de salud y un lugar de
paso, totalmente opuesto a la concepción tradicional, (…) que tiende a eclipsar el
resto de servicios (…) para convertirse en el principal e insustituible vehículo de la
salud pública.
2
La reforma de los sistemas sanitarios europeos y el desarrollo del estado del bienestar
cambiaron las representaciones culturales “locales” de los hospitales y manicomios. El punto de
partida era la imagen estereotipada de esas instituciones como asilos de “incurables” o refugio para
los pobres y los locos; el punto de llegada, una nueva representación “global”, colectiva y “hospitalo-
céntrica”, muy tecnificada y hegemónica en los dispositivos de salud. Esta transformación, que se
produce durante el siglo XX en todos los países occidentales –aunque con cronologías distintas–, fue
la consecuencia de los efectos globales que tuvo la aplicación del Flexner Report (Flexner, [1915]
1972) sobre la economía, administración y organización de los hospitales norteamericanos (Risse,
3
1999) y que les obligaba a adaptarse a la cada vez más compleja atención técnica, a la introducción de
tecnología diagnóstica y terapéutica y a la formación de profesionales para poder conseguir su
acreditación por parte de las autoridades. Atendía, además, al hecho que con la generalización de los
seguros públicos y privados de salud estos exigían escandallos de costos bien establecidos y
rendimientos de cuenta de resultados económicos y sanitarios.
El “hospitalo-centrismo” es un concepto cultural con el que describimos la hegemonía del
hospital en los dispositivos de salud actuales, desarrollado a partir de la asunción, por parte del estado
moderno, de garantizar su capacidad resolutiva, su fiabilidad económica y su valor como espacio
fundamental en la formación de profesionales. Aunque en los años veinte del siglo pasado se trataba
de un punto de partida ajeno a la percepción social y cultural de este tipo de instituciones, el discurso
derivado de su eficacia diagnóstica y terapéutica y el hecho de convertirse –los nuevos hospitales
construidos en América entre 1920 y 1940– en edificios singulares dotados de un enorme valor
simbólico (De la Camara, 1948; Pieltaín, 2003), contribuyeron a su embodiment en la percepción de
los ciudadanos que los ubicaron, también, en el centro de sus “complejos asistenciales” (Comelles,
1997). Todo ello desemboca en el “hospitalo-centrismo” desde, al menos, tres perspectivas: la de los
poderes políticos que asumen la posición central del hospital en los dispositivos sanitarios; la de los
profesionales porqué son los espacios fundamentales de su educación y donde se construyen sus
Nuestro agradecimiento a Marta Allué, Xavier Allué, Reis Fontanals, Antoni Conejo, Pilar Salmerón, Josep Danón,
1
Enrique Perdiguero-Gil, Teresa Huguet, Jon Arrizabalaga, José Luís Peset, Rafael Huertas, Coral Cuadrada, Ángel
Martínez, Georges Lanteri-Laura y Louis Assier-Andrieu. Este texto es parte del proyecto: Reforma Sanitaria y
promoción de la salud en el tardofranquismo y la Transición democrática: nuevas culturas de la salud, la enfermedad y la
atención, HAR2015-64150-C2-1-P [MINECO/FEDER, UE] dirigido por Enrique Perdiguero-Gil.
Guardia, M. A. (16 abril 1966). “El servicio de urgencias del Hospital Clínico será trasladado a un nuevo pabellón. Los
2
centros asistenciales de la ciudad son insuficientes para atender la población urbana”. La Vanguardia Española (55).
El informe Flexner definió las especificaciones y estándares que debían reunir los hospitales para proporcionar la
3
formación adecuada de los médicos (Starr, 1982).
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
expectativas profesionales; y, en último término, para los ciudadanos porqué han cambiado
4
radicalmente su posición en lo que podemos llamar la folk-medicina actual de las clases populares y en
la que el hospital ha pasado a ser también un referente para las decisiones relativas a los procesos de
salud, enfermedad y atención.
La hegemonía del hospitalo-centrismo supuso, también, y ese será uno de los objetivos de este
artículo, la subalternización de otros espacios y recursos terapéuticos inscritos en el “pluralismo
asistencial” de todas las sociedades actuales (Riccò, 2017). Si hasta mediados del siglo XX, en
Occidente, la inmensa mayoría de “procesos asistenciales” discurrían en el ámbito del espacio
5
doméstico, en la actualidad el hospital es un referente cotidiano en los mismos. La eficacia y
capacidad de respuesta de los hospitales a las demandas ciudadanas son, sin lugar a dudas, los
mayores argumentos para justificar las enormes inversiones necesarias para su construcción y
mantenimiento y explican su condición de activos económicos, sociales, políticos y culturales.
En la hegemonía actual del hospitalo-centrismo se dan, sin embargo, ciertas paradojas. En
primer lugar y contrariamente a lo que cabría esperar, la mejora general de los indicadores de salud de
la población ha contribuido a un mayor uso de los dispositivos hospitalarios. Los centros abiertos
24/7 reciben actualmente un mayor número de consultas, aunque éstas no se traduzcan en un
aumento significativo de las hospitalizaciones de más de un día. Asimismo, se han reducido a mínimos
históricos los tiempos de hospitalización mediante alternativas como la cirugía ambulatoria –one-day
surgery o outpatient surgery–, las técnicas quirúrgicas muy poco invasivas –como la laparotomía– y la
descentralización o externalización de parte de la tecnología de diagnóstico por la imagen. En
segundo lugar, la apuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por una cultura de la salud
ligada a la prevención, la promoción y la educación de la salud impulsa movimientos de empowerment
o agency, esto es de autonomía de los pacientes que tienden a reducir la demanda de atención
6
médica hospitalaria a casos que pueden considerarse relativamente excepcionales, al menos entre los
2 y los 55 años de edad y con la excepción, principalmente, de los accidentes, las neoplasias y de la
salud reproductiva. En último lugar, hay una relación entre los determinantes de la demanda, la
creciente facilidad de acceso a información contrastada (Allué, 2013; Llamero, 2017; Egbe et al.,
2017: 247-253) y la aparición permanente de nuevas categorías diagnósticas (Comelles, 2017) que
tienen poco que ver con el pasado reciente (Herzlich y Pierret, 1984; Comelles, 2004). No pocas de
ellas, consideradas malestares de lo cotidiano, favorecen el recurso a una amplísima oferta de
servicios, en el marco del pluralismo asistencial (Riccò, 2017), en el que el hospital es un recurso
inusual por no decir anecdótico. Sin embargo, desde la perspectiva del despliegue de la economía
política del dispositivo sanitario, el hospital sigue siendo el referente simbólico principal del sector
Más adelante se describe la subalternidad del resto de espacios asistenciales (Comelles, 1993).
4
Sobre el concepto de proceso asistencial y otros sinónimos, ver: Comelles (1997) y, sobre todo, Haro (2000).
5
Se trata de dos anglicismos de difícil traducción, muy empleados en antropología y que remiten a la toma de conciencia
6
de la autonomía de los actores sociales en la toma de decisiones. Allué (2013) utiliza el término “paciente inquieto” para
describir esas conductas desde una perspectiva etnográfica.
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
salud por su capacidad resolutiva y por ser hoy el núcleo principal de la producción de conocimiento
médico y de formación de profesionales.
A grandes rasgos, el hospitalo-centrismo, que se inscribe en el “proceso de medicalización”,
7
es el producto de un discurso médico orgánicohegemónico (Menéndez, 2005) que se proyecta
sobre la política, la cultura y los medios de comunicación. Su legitimidad viene dada por un discurso
basado en la “eficacia”, derivado del reconocimiento de la ciencia experimental, que sitúa la
capacidad diagnóstica y terapéutica del hospital en el vértice superior del dispositivo de salud,
especialmente en lo que refiere a urgencias vitales.
Los grandes hospitales son los únicos capacitados para un rápido diagnóstico y tratamiento
porqué, en general, sólo una financiación oficial es capaz de soportar el costeamiento de los
modernos aparatos terapéuticos y dotar de riñón artificial, bomba de cobalto, equipo de
transfusiones al alcance de la mano, así como facilidad de evacuación a otros departamentos
dentro del mismo recinto, donde sean atendidos en salas generales, permitiendo
descongestionar, tener libre el pabellón de urgencias, para las nuevas que se registren.
8
Tanto el intervencionismo diagnóstico y terapéutico en los hospitales como la reducción de los
tiempos de hospitalización de los pacientes son incompatibles con la mayoría de demandas actuales
9
de cuidados a medio y largo plazo, muy características de tiempos presentes por la prevalencia de
enfermedades crónico-degenerativas que se gestionan en el espacio doméstico. La atención de estas
enfermedades explica la “noble función de asilo” que tuvo el “hospital de pobres” en el pasado como
alternativa a la falta de recursos para la atención a estos casos en el seno de los grupos primarios. En la
medida que el hospitalo-centrismo excluye –como veremos– el asilo, el dispositivo sanitario ha tenido
que inventar, desarrollar e incorporar instituciones especializadas para este tipo de cuidados, así
como nuevas estrategias de hospitalización a domicilio.
10
El hospital de pobres del pasado y el actual hospital técnico, además de realidades
administrativas y organizativas, son también ideal types culturales. Esta condición cultural es
“determinante” en la toma de decisiones de los ciudadanos, como parte de sus “procesos
asistenciales” (Haro, 2000). La elección del hospital, frente a otras alternativas, es el producto de
cómo la experiencia previa de los actores sociales en esa institución ha sido embodied y convertida en
un referente clave en las tomas de decisiones en situaciones de crisis (Comelles, 1997). Esto puede
aplicarse tanto en la actualidad como a las primeras fundaciones hospitalarias de la Edad Media,
puesto que la dimensión cultural del hospital, desde sus inicios (Comelles, 2013; Barceló, 2017), es
el resultado de una compleja dialéctica entre ciudadanos, profesionales –el personal de recepción, los
sanitarios o los administradores– responsables políticos y las administraciones públicas locales y/o
Sobre el concepto de proceso de medicalización ver Egbe, Alegre-Agis y Comelles (2017: 248–250).
7
Guardia, M. A. (16 abril 1966). Op.cit
8
En términos técnicos nos estamos refiriendo a los ritmos de la “rotación” de pacientes.
9
Esto ha significado desarrollar nuevos modelos asilares denominados común y actualmente como socio-sanitarios.
10
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
estatales (Risse, 1999; Rosen, 1963; Miller, 1985; Nutton, 1982; Comelles et al., 1991; Barceló,
2017).
11
Para comprender la evolución hacia la hegemonía del hospitalo-centrismo, el presente artículo
analiza un case study desde dos perspectivas complementarias, como son la de una historia
antropológica y de la antropología médica, aplicadas al caso del dispositivo hospitalario en la Cataluña
contemporánea, un particularismo histórico en España (Comelles, 2010 y 2013; Barceló y Comelles,
2016), a partir de tres situaciones: la demanda de urgencias hospitalarias asociadas a una
12
concepción cultural de lo que es “grave” y al embodiment de su eficacia por los ciudadanos; la
necesidad del rol de asilo en las enfermedades crónicas o terminales; y la conversión del cuidado
doméstico como “hospitalización doméstica” en el caso de la salud mental.
13
DEL HOSPITAL-ASILO AL HOSPITAL TÉCNICO
El sistema hospitalario catalán se compone de una red pública y privada de 125 hospitales.
14
Una parte sustancial de los de utilización pública pertenecen –en parte o totalmente– a los
El hospital local es un objeto de estudio privilegiado para la etnohistoria urbana. Aplicarle los conceptos derivados de
11
las local level politics (Swartz, 1968) pone de relieve los intereses particulares y la evolución de la política local (Barceló y
Comelles, 2016). El papel de asilo permite acercarse a su significación social y cultural y la presencia de médicos y
farmacéuticos permite ubicar su lugar simbólico en el pluralismo asistencial (Perdiguero-Gil y Comelles, 2015), así como
su articulación con el proceso de medicalización. Esto explica también por qué los hospitales han sido objeto de una
minuciosa mirada etnográfica, incluso, mucho antes de convertirse en objeto de estudio para historiadores (Henderson et
al., 2007; Bonfield et al., 2013; Huguet-Termes et al., 2014), sociólogos (Freidson, 1963; Steudler, 1973 y 1974) y
antropólogos profesionales (Fortin y Knotova, 2013: 11-14; Perdiguero-Gil et al., 2014: 229-231).
La elaboración de este artículo deriva de investigaciones en curso de sus autores: una sobre la economía política de los
12
hospitales catalanes (Barceló y Comelles, 2016); otra sobre la hospitalización doméstica (Alegre-Agís, 2017); y una
tercera, aun inédita, sobre la reforma sanitaria en Cataluña. Estas investigaciones combinan una aproximación
etnográfica, basada en entrevistas con profesionales, pacientes y sus redes sociales, observación participante en distintas
instituciones y, finalmente, una revisión de literatura sobre la reforma sanitaria y hospitalaria durante el tardofranquismo y
la Transición democrática; otra de literatura gris procedente principalmente del Departament de Salut de la Generalitat de
Catalunya, así como la revisión de la hemeroteca de La Vanguardia; y otra exhaustiva –aunque no del todo reflejada en
este artículo– de las colecciones de Estudios sobre Hospitales y Beneficencia (1956-1967) –y una segunda época entre
1968 y 1981– y Tribuna Médica (1964-1996). La primera de estas dos colecciones, una revista publicada por el Colegio
de Médicos de Barcelona e inspirada por el Dr. Ignasi Aragó, es una fuente indispensable para la introducción en Cataluña
de las nuevas corrientes de la planificación hospitalaria que influyeron en el desarrollo de los mapas sanitarios de la
Transición democrática. Además, la revista contiene artículos internacionales que cubren casi todos los aspectos de lo que
representa el modelo occidental moderno de hospital. Tribuna Médica, publicada por Antibióticos S.A., era un semanario
distribuido gratuitamente a los médicos con una enorme cantidad de información sobre la problemática internacional de la
medicina y la salud, con numerosas aportaciones sobre hospitales y salud mental. Asimismo, fue el pionero en la
divulgación de los cuidados paliativos muy poco representados en la prensa profesional española.
A lo largo del artículo se hablará de “hospitalización doméstica” y “hospitalización a domicilio”, dos categorías que
13
deben distinguirse. La primera refiere a la inercia custodial y manicomial proyectada sobre el espacio doméstico en la que
se reproducen dinámicas y lógicas propias de la institución total (Alegre, 2017). La segunda, dentro del modelo de
psiquiatría comunitaria, indica la atención por parte de profesionales de la salud mental, generalmente trabajadores
sociales, a domicilio.
A finales del año 2015 la red pública catalana disponía de 69 hospitales (un 55,7% de los existentes) que suponían el
14
68,3% de las camas existentes (Alonso y Bustos, 2016).
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
municipios, como herederos que son de fundaciones medievales o patronats creados, expresamente,
desde y por el derecho privado (Barceló, 2015a). Su estatus –ayer como asilos de beneficencia, hoy
como empresas de servicios– siempre ha sido ambiguo, entre el derecho público y el privado, pues en
sus patronatos encontramos administradores nombrados por los ayuntamientos, a veces por los
cabildos eclesiásticos locales, y, más recientemente, por la Generalitat de Catalunya. Por lo que
respecta al resto de instituciones públicas existentes en el Principado, todas ellas construidas por la
Seguridad Social (SS) franquista, su titularidad fue transferida a la Generalitat, en 1981, quién creó el
órgano de gestión llamado Institut Català de la Salut (ICS).
Antes de la Guerra Civil, el mercado médico catalán ya estaba muy desarrollado y fuertemente
medicalizado (Barceló, 2015b): Médicos, farmacéuticos, hospitales públicos locales y clínicas
privadas, quirúrgicas y maternales, cubrían la totalidad del territorio (Bertrán, 1936: 275-289). El
15
dispositivo público asumía las obligaciones de la beneficencia liberal (Comelles y Barceló, 2017),
mientras el privado ofrecía sus servicios a particulares, a mutuas obreras o a seguros privados (Pons y
Vilar-Rodríguez, 2014 y 2017). La mayoría de los hospitales locales habían invertido en modestas
salas de operaciones, pequeñas maternidades, así como en laboratorios (Comelles et al., 1991). En
1936, el sistema sanitario catalán era, sin duda alguna, uno de los más desarrollados de España
debido a la gran expansión del mutualismo (Rodríguez-Ocaña, 1990; Vilar-Rodríguez y Pons, 2011).
Durante la Guerra de 1936-39 este dispositivo mostró su capacidad técnica y contribuyó a una nueva
concepción del hospital como una herramienta técnica en manos de médicos, cirujanos y enfermeras
diplomadas (Broggi, 2001: 88-95; Hervás, 2004). Y ya bajo el régimen franquista (1939-1977),
inicialmente, se adaptó a la fundación del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE) en 1942 –una
mutualidad obligatoria para los ejecutivos y los empleados en la línea de los modelos Bismarck
(Sigerist, 1984) inspirado en el fascismo italiano (Terrón et al., 2017)–, y, posteriormente, a la Ley
de Bases de la Seguridad Social de 1967 como principal activo de las políticas sociales del citado
régimen. En 1960, el SOE ya tenía afiliado un 50% de la población, la SS un 85% en 1975
16
(Miguel, 1979: 63 y 115). Su implantación, paralela al impacto cultural que tuvieron los antibióticos
en la demanda de atención por parte de la población y en los comportamientos por parte de los
profesionales sanitarios (Comelles, 2004; Comelles et al. 2013), favoreció el acceso a los servicios
de salud y a los de farmacia y modificó la estructura de los procesos asistenciales de un modo parecido
a lo que sucediera en Europa (Comelles, 1993; Galam, 1996; Helman, 2003 y 2004). La principal
diferencia, en relación a Europa o Norteamérica (Steudler, 1974; Risse, 1999), fueron las dos
décadas de desfase en la reforma de los hospitales en Cataluña. Desde finales de los cincuenta, un
grupo de profesionales –liderado por Ignasi Aragó– abordó un amplio debate técnico sobre la
Como, por ejemplo, el Institut Policlínic Plató fundado en 1924 para desarrollar y efectuar la cirugía más pionera
15
(Casares y Fuentes, 2001). Las Guies Mèdiques del Sindicat de Metges de Catalunya, publicadas entre 1918 y 1936,
contienen un inventario de estos recursos y la lista de facultativos asignados a ellos. Tras la Guerra Civil, Medi-farma fue
una guía de recursos y profesionales, editada por el Colegio de Médicos de Barcelona, con un papel similar. Sobre el
desarrollo de la red privada en Cataluña, ver (Comelles, 1983; Zarzoso, 2017).
Véase, entre otros, Miguel (1979) y Solé-Sabarís (1971).
16
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reforma del dispositivo hospitalario catalán inspirado inicialmente por modelos europeos y,
posteriormente, norteamericanos dentro del marco de la administración provincial (Aragó, Artigas et
al., 1969) y municipal (Aragó, 1967).
La necesidad de reformar el dispositivo hospitalario catalán tuvo que ver con distintas variables.
La primera, una cultura “hospitalaria” plenamente integrada desde antes de la Guerra Civil por las
clases medias y altas, relacionada con el valor de la afiliación al mutualismo privado u obrero. En
segundo lugar, la afiliación obligatoria al SOE no frenó la continuidad de los contratos a los seguros
de enfermedad privados y a las mutuas, por parte de los afiliados a los mismos, puesto que el SOE no
abrió su primer hospital hasta finales de los años cincuenta del siglo pasado. En Cataluña, la cultura
sanitaria había incorporado un ideal type de medicina, así como la capacidad resolutiva del hospital en
la patología quirúrgica y la atención materno-infantil (Comelles, 2017; Rius, 2004; Comelles y
Perdiguero-Gil, 2015). La afiliación a las mutuas se transmitía de generación en generación junto
con sus valores asociados, lo que favoreció la consolidación de un discurso médico propicio a
desarrollar por este tipo de establecimientos, con la idea de hacerlos permeables a la creciente
expansión del mercado privado (Zarzoso, 2017). Esto explica el origen sobre los debates relativos a la
reforma hospitalaria tras el parón que significó la crisis económica de la postguerra, la cual impidió
tanto la introducción de determinadas novedades técnicas como la implantación de un nuevo modelo
de gestión hospitalaria (Pons y Vilar-Rodríguez, 2016). Sin embargo, en este momento todavía no
podía hablarse de hospitalo-centrismo puesto que la mayor parte de procesos asistenciales no
quirúrgicos o traumatológicos seguían gestionándose en los domicilios de los pacientes (Comelles et
al., 2013; Comelles, 2015). A escala catalana, el debate sobre la reforma hospitalaria tenía relación
con las críticas que médicos, técnicos y usuarios hacían al SOE y la SS franquistas por la deficiente
calidad de sus servicios, por la falta de una red propia de hospitales y por los obstáculos burocráticos a
las demandas de urgencia (Comelles y Perdiguero-Gil, 2016). Tales críticas explican la apertura de
debates sobre la reforma del sector público de salud en 1965 (Solé-Sabarís, 1971), y una amplia
producción de documentos relativos a la red hospitalaria, en buena parte recogidos en la colección
Estudios sobre Hospitales y Beneficencia.
EL DESARROLLO DEL HOSPITAL MODERNO
El primer franquismo nunca abordó la reforma de la vieja y obsoleta legislación de beneficencia.
La administración local –municipios y diputaciones–, siguió asumiendo la atención a los pacientes
pobres sin los recursos suficientes para invertir en la mejora y adecuación de sus hospitales. Con la
creación del SOE, el Régimen implementó una política sanitaria jacobina. A saber, ubicaría un único
hospital en cada capital de provincia, denominado “residencia sanitaria”, destinado a los
“productores” –un eufemismo para “obrero”–, construido siguiendo los modelos norteamericanos
(Pieltaín, 2003) y con una calidad hotelera similar a las clínicas privadas para distinguirlo de los
hospitales locales y provinciales (Allué, 2011; Reventós, 2002; Pons y Vilar-Rodríguez; 2016). Estas
“residencias” fueron, inicialmente, hospitales quirúrgicos y maternidades, ya que el SOE era
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
fundamentalmente asistencialista y marginó la prevención y educación para la salud (Perdiguero-Gil y
Comelles, 2014 y 2016; Terrón et al., 2017). A pesar de la propaganda, la construcción de las
residencias sanitarias se dilató en el tiempo (Vilar-Rodríguez y Pons, 2016) y, a finales del Régimen,
expertos (Miguel, 1976; Solé-Sabarís, 1971; Infante, 1975) y actores sociales (Candel, 1976)
criticaban abiertamente su organización y su funcionamiento (Comelles y Perdiguero-Gil, 2016).
Los técnicos eran conscientes de la necesidad de coordinar las distintas redes hospitalarias así como
su adaptación a entornos locales y comarcales (Aragó et al., 1969). La prensa también reclamaba
“una red hospitalaria coordinada para la región con establecimientos en cada comarca”, puesto que
17
los movimientos sociales urbanos barceloneses exigían “hospitales de barrio” y terminar con el caos
asistencial. Para los ciudadanos, la reforma del sector salud pasaba, ante todo, por una reforma de
18
los hospitales que no se limitara solamente a la atención maternal, traumatológica y/o quirúrgica.
19
Ignasi Aragó (Reventós et al., 1990; Martínez Callén, 2002) se inspiró de modelos
hospitalarios europeos ampliamente descritos en la colección Estudios sobre Hospitales y
Beneficencia (León y Sarrasqueta, 2017). Sin embargo, su discípulo Carlos Soler Durall, autor de la
jerarquización del Hospital de Sant Pau de Barcelona, se inspiró en el modelo norteamericano.
20
Pretendía un hospital abierto a mutuas públicas, privadas y a particulares, movilizó a los filántropos
21
y creó, en Sant Pau, un servicio de urgencias y una unidad coronaria modernas, además de
22
reorganizar completamente la administración de la institución.
23
Los servicios de urgencia en los hospitales son rentables socialmente, aunque
económicamente resulten carísimos. La comunidad espera hoy algo distinto que ayer, en lo
que se refiere a un servicio de urgencias. Antes pedía rapidez. Hoy piden que se resuelva el
problema permanente. El paciente necesita, en primer lugar, el mantenimiento de la vida, y,
sin solución de continuidad, la restitución de la función. No basta, hoy por hoy, con mantener
al paciente con vida hasta que el hospital funciones y pueda atenderlo, sino que es preciso
empezar, desde el primer momento, un tratamiento de recuperación. (…) Hoy en día el
Francés, Enrique (22 marzo 1974). “Urge una planificación regional hospitalaria. La actual distribución de centros
17
clínicos es arbitraria e insuficiente”. La Vanguardia Española (33).
Anónimo (7 enero 1972) “Déficit en la infraestructura hospitalaria y asistencial del Vallés. Desfase entre crecimiento
18
demográfico e industrial y creación de centros sanitarios”. Tribuna Médica, 425: p.20.
La atención primaria fue objeto de un debate limitado (Bravo et al., 1979), a pesar de la creación de la especialización,
19
a través del Programa MIR (Médico Interno Residente), en medicina familiar (Fajardo, 2007) y de la incorporación de la
noción de “promoción para la salud” (García López, 2014).
Sobre la jerarquización en España, ver: Aragó, 1967; Reventós et al., 1990: 111-122; Reventós, 2002; Martínez
20
Callén, 2002; Comelles, 2006: 218-227; y Nadal, 2016: 65-85. También, la entrevista realizada a Carles Soler-Durall
en 2002 (Martínez-Callén, 2002).
Junta pro-unidad coronaria del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo (4 agosto 1968). “Boletín de adhesión a la
21
campaña pro-unidad coronaria. ¡Ayúdenos! Deseamos salvar 200 vidas en 1968. 300 en 1969. Y muchas más en el
futuro. ¡La suya puede ser una de ellas!”. La Vanguardia Española (31).
Fernández-Cruz, Arturo (14 febrero 1967). “Gran atención y medicina de urgencia”. La Vanguardia Española (49)
22
Anónimo (27 enero 1968). “Inauguración del servicio de urgencias del Hospital de San Pablo”. La Vanguardia
23
Española (22).
KAMCHATKA 10 (DICIEMBRE 2017): 57-85 64
Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
Soler-Durall, Carlos (1 noviembre 1972). “Los servicios de urgencia en los hospitales”. La Vanguardia Española
24
(27).
M., J. [pseudónimo] (24 agosto 1973). Lanzamiento de una idea de crear un Hospital general de Cataluña. Tribuna
25
Médica, 516: p. 18.
Anónimo (25 octubre 1975). “El servicio de urgencias del hospital de San Pablo supera la cifra óptima de ocupación”.
26
La Vanguardia Española (3).
Cornellà de Llobregat fue el municipio más industrializado de la comarca del Baix Llobregat. Entre los años 1950 y
27
1975 la población de la mencionada comarca aumentó un 380% hasta llegar a los 90.000 habitantes. Este fuerte
crecimiento introdujo profundos desequilibrios en el conjunto del hábitat (Beltrán, 2002: 245-248).
Vilanova i la Geltrú es un municipio perteneciente a la comarca del Garraf que en 1975 tenía alrededor de 40.000
28
habitantes.
JHF, médico.
29
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
alejados de Lleida como Vielha, por ejemplo, se veían obligados a acudir a estos nuevos servicios de
urgencia, muchas veces teniendo que desplazarse, por carreteras no muy transitables, a 100 y hasta
200 kilómetros de su casa. Los hospitales locales, que antaño habían absorbido la demanda de
maternidad, traumatología no compleja, o pequeña cirugía, no disponían del capital necesario para
invertir en su jerarquización y, faltos de medios incluso para ofrecer cirugías programadas o asistencia
al parto, muchos se reconvirtieron en asilos para personas mayores (Comelles et al., 1991:
265-273). La ciudadanía aprendió, de forma muy rápida, a distinguir entre la atención integral que
dispensaban las urgencias de los grandes hospitales jerarquizados y los recursos locales mucho más
modestos.
A pesar de todas las dificultades de acceso descritas, el hospital general terminó por convertirse
en una institución permeable y referente para las situaciones críticas y angustiantes, en las cuales los
ciudadanos no tardaron en aprender –y enseñar al resto del conjunto– como sortear la burocracia.
Esta permeabilidad de acceso se amplió con la introducción de las nuevas tecnologías de diagnóstico
por la imagen y por los efectos de la hospitalización de patología médica, sobre todo de personas
mayores o de pacientes en etapas finales de su vida (Allué, 1985). En 1985, el promedio de las
estancias hospitalarias se situaba alrededor de los diez días (Generalitat de Catalunya, 1985: 115),
entre otras cosas, por qué el cuidado en el hogar de personas mayores era ya imposible debido a los
cambios producidos en las estructuras familiares y por la inexistencia de un apoyo profesional eficaz.
En esta arena social, el hospital dejó de ser un recurso excepcional.
El nuevo hospital empleó médicos, enfermeras y demás personal sanitario a tiempo completo,
mientras que el Programa MIR (Médicos Internos y Residentes) aseguró la formación de especialistas
en los nuevos hospitales cualificados. Este programa alimentó el staff de los nuevos y más pequeños
hospitales comarcales. No obstante, y a diferencia de otros países como Francia o el Reino Unido,
donde la práctica hegemónica operaba “fuera” de los hospitales puesto que el mercado médico
continuaba siendo “exterior” a ellos, el conjunto de todas estas reformas desplazó la carrera
profesional del facultativo dentro del hospital, colocándolo en una posición subordinada a éste
(Comelles, 1993).
LA CONSTRUCCIÓN CULTURAL DEL HOSPITALO-CENTRISMO
Durante la Transición democrática Cataluña recuperó la idea de una planificación sanitaria
comarcal cuyas bases procedían de la Mancomunitat de Catalunya y la Generalitat republicana
(Comelles, 2010 y 2013; Comelles y Barceló, 2017). Las nuevas ideas procedían de los estudios y
reformas ya realizados en la década de los sesenta instadas por las Diputaciones y los municipios que
disponían de hospitales locales (Comelles et al., 1991). Apuntaban a la necesidad absoluta de una
reforma hospitalaria regionalizada (Aragó et al., 1969) que finalmente hizo suya la Generalitat
provisional (Generalitat de Catalunya, 1980a; 1980b). El énfasis de las reformas en el dispositivo
hospitalario oscureció el debate sobre el despliegue de la atención primaria en ese mismo periodo. No
podemos entrar en la complejidad de esta casuística, pero el hecho es que los ciudadanos no tenían la
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
misma conciencia en relación a la atención primaria ya que, para una parte nada desdeñable de la
población catalana, los facultativos de las mutuas privadas ofrecían un servicio razonable que hacía
que, las clases medias y altas, casi nunca utilizasen el recurso de la SS.
De este modo, la reivindicación del hospital técnico tuvo sus raíces en prioridades culturales –
el embodiment por parte de los ciudadanos de sus bondades–, en el interés de los médicos y en la
necesidad política de capitalizar y financiar a los antiguos establecimientos benéficos que no eran ya
capaces de proporcionar atención técnica de calidad por su falta de inversiones. En Cataluña, la
solución pasó por la concertación de servicios: la Generalitat financió las inversiones para efectuar las
reformas necesarias, mientras que las fundaciones o patronatos municipales gestionaban el día a día a
partir de empresas de servicios creadas ad hoc. Es lo que se conoce como “el modelo catalán”. En
1981, la Generalitat desarrolló las especificaciones técnicas que las instituciones hospitalarias debían
cumplir para garantizar los estándares de calidad de sus servicios y planificó una red de hospitales
comarcales de entre 100 y 150 camas cada uno. La financiación de estas infraestructuras no fue nada
fácil y su aplicación real se demoró a lo largo de dos décadas. Sin embargo, la administración
autonómica no pudo prever los efectos colaterales. Por un lado, el crecimiento de la demanda de
urgencias hospitalarias fruto de la sencillez y gratuidad en el acceso y de los ya comentados cambios
demográficos, sociales y culturales; y, por el otro, la creación de las “listas de espera” debido a la
también creciente demanda en exploraciones, cirugía y terapéutica hospitalaria –como la
oncológica–, en una sociedad que nunca antes había tenido un acceso tan fácil al dispositivo. Al
mismo tiempo el desarrollo constante de nueva tecnología diagnóstica y terapéutica fue modificando
los parámetros tradicionales de diagnóstico: anamnesis y exploración física pasaron a un segundo
plano ante la eficacia diagnóstica de la tecnología. La imagen del médico generalista se difuminó y la
demanda de respuesta diagnóstica nunca tuvo –ni puede tener– límites ya que, en última instancia,
depende de las decisiones de los ciudadanos, a menudo tomadas sin el consejo o la recomendación de
un profesional sanitario. Lo que se considera o se reconoce como social y culturalmente “urgente” no
puede esperar a la apertura de los centros de atención primaria o a la visita del médico a domicilio del
paciente. Por eso, las campañas para concienciar a la población de que no se salte el recurso de la
atención primaria no han tenido éxito, y la estrategia de llamar a los teléfonos de consulta o atención
sanitaria no presencial, como por ejemplo el “061 CatSalut Respon” en Cataluña, depende del
30
valor que los usuarios atribuyan a los signos y síntomas que observan y de su experiencia previa.
En 1982 se atendieron un total de 1.275.998 urgencias hospitalarias. En 1985 ya fueron
1.887.174. Un incremento de casi el 48% de consultas en una población que estaba estabilizada
alrededor de los 5,5 millones de habitantes (Generalitat de Catalunya, 1985). Y, en 2014, a pesar de
la información y educación de la población al respecto y del desarrollo de las urgencias en los casi 400
El “061 CatSalut Respon” lo forma un equipo de más de 200 profesionales entre médicos, enfermeros y técnicos, cuya
30
función es dar atención sanitaria no presencial y ofrecer consejo e información de salud. Además, en el “061 CatSalut
Respon” se pueden realizar trámites administrativos. Si es necesario, este servicio le dirige al centro de salud más
adecuado o bien activa un médico a domicilio, una ambulancia o un helicóptero medicalizado del Servicio de Emergencias
Médicas (SEM) para atender al usuario.
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
Centros de Atención Primaria (CAP) existentes (Generalitat de Catalunya, 2012) –que cuentan con
el apoyo de una plantilla de más de 4.500 médicos de familia–, se registraron 4.450.094 consultas en
los servicios de urgencias de los hospitales catalanes –públicos y privados– con una población
aproximada de 7,5 millones de habitantes (EESRI, 2013). Esto es, casi dos tercios de la ciudadanía
acuden anualmente a urgencias.
El pediatra y antropólogo Xavier Allué (1998) analizó, desde un punto de vista etnográfico y
estadístico, las urgencias pediátricas en el Hospital Joan XXIII de Tarragona. En 1994, por ejemplo,
se habían atendido 13.101 casos, incluyendo un 3’5% (458 casos) que acudieron a urgencias sin
serlo. En 1995 fueron un total de 14.584 visitas, de las cuales 466 no presentaban patología. La
consejera de salud de la Generalitat, en 2008, afirmaba en los medios de comunicación que era
posible “ordenar” y gestionar toda esta demanda. Con el paso del tiempo, los hechos han
31
demostrado que esto era y continúa siendo imposible, puesto que la demanda es cultural y construida
a diario en ethnoscapes particulares. Hasta el punto que en 2015:
Más de la mitad de los pacientes que acudieron a un centro hospitalario por una urgencia
médica tendrían que haber ido a otro tipo de centro. (…) Concretamente, el 52% de las
urgencias hospitalarias se podrían haber resuelto en un Centro de Urgencia de Atención
Primaria (CUAP) y el 12% en un CAP. Si los pacientes lo hubieran hecho, habrían
encontrado la misma solución y en un tiempo de espera menor. Por lo tanto, solamente un
tercio de los casos, realmente, necesitaba ir al servicio de urgencias de un hospital.
32
Ciertamente, la percepción de lo que es –y no es– urgente es cultural y casi siempre tamizada
por la inexperiencia ante lo desconocido. En un contexto donde apenas existe la transmisión
generacional de cuidados en salud, la experiencia de enfermedad para todos aquellos que no son
mayores es menos común que antes. Sin embargo, ésta nunca ha sido y continua no siendo la única
explicación del –“mal”– uso de las urgencias. Hoy en día, la demanda y obtención de información se
ha transformado de forma radical, puesto que internet ha hecho más fácil el acceso a los
conocimientos, aunque, también, exige un cierto trabajo crítico de las fuentes consultadas. Marta
Allué (2013) escribió, en una de sus etnografías, que la relación entre los pacientes y los servicios de
salud requiere, en primer lugar, del aprendizaje de sus propias enfermedades para, posteriormente y
si lo desean, poder negociar con el dispositivo de asistencia con el máximo de información posible a
su disposición. Miguel Ángel Asenjo, uno de los referentes de la reforma hospitalaria en Cataluña
(Reventós et al., 1990), negaba –ya en los años 80 del siglo pasado– el argumento de la ignorancia de
los usuarios cuando decía:
Se ha hablado mucho y no siempre con lógica de las verdaderas y falsas urgencias. Los autores
más serios que figuran en mi biblioteca han podido demostrar que no más del 20% de las
personas que acuden al servicio de urgencias sufren una auténtica urgencia. ¿Qué debemos
hacer con ese 80% de falsas alarmas? Sostengo que el riesgo de que una urgencia de verdad
Ricart, Marta (3 enero 2008). “Urgencias crónicas”. La Vanguardia (26-27).
31
Calvó, Sonia (23 de diciembre de 2016). “El 64% de las urgencias hospitalarias podrían resolverse en un CUAP o en
32
un CAP”. El diari de la Sanitat (1).
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
no sea correctamente atendida, de que esa urgencia no llegue al hospital y pueda
determinarse la muerte de una persona, es un riesgo muy superior al trabajo que representa
atender casos que no son de urgencia objetiva. La urgencia la define más el propio enfermo
que el médico. Es quizá una sensación de estar enfermo hasta que el médico te asegura que no
lo estás (Asenjo, 1980: 17).
33
Xavier Allué (1998) aporta una nueva explicación del fenómeno cuando recuerda que el
hospital, además de ser una antena fiable de información, está abierto las 24 horas del día y por ello es
capaz de dar respuestas eficientes ante la incertidumbre. La representación cultural de la “eficacia”
ante la “urgencia”, diseñada a finales del siglo pasado como la mejor publicidad para el hospital y su
imagen pública, también se proyectó hacia sus profesionales los cuales, desde entonces, tuvieron que
asumirla como una responsabilidad profesional no exenta de ciertas paradojas. Y es que, como se
puede ver en el siguiente ejemplo, la actitud de un médico de urgencias puede ser la contraria:
Un bebé de ocho meses con un resfriado de varios días. Fue llevado al pediatra de su centro
de atención primaria dos veces. Al ver que no había mejoría, la familia lo llevó a un pediatra
privado. (…) Al no remitir la fiebre, los padres acuden al servicio de urgencias, preocupados,
por qué ya no saben qué hacer. El pediatra de guardia le retira todos los medicamentos
recetados y le prescribe instilaciones de agua salada y un antipirético para la fiebre (Allué,
1998: 68).
Es precisamente la imagen de credibilidad y legitimidad que le otorga la institución, la que
permite al médico hospitalario comprender la desconfianza de la ciudadanía en relación a los
profesionales de atención primaria, cuya práctica queda supeditada a la hegemonía del hospitalo-
centrismo, con especial énfasis, durante las situaciones de crisis. Llegados a este punto, la
desconfianza es bilateral. Por un lado, los profesionales de primaria saben que se han convertido en la
cara visible y más próxima de un sistema, caracterizado por la imagen social de una eficiencia global
asociada al hospitalo-centrismo, que no pueden ni reproducir ni, tampoco, ofrecer plenamente en las
consultas ambulatorias y en las visitas domiciliarias. Por el otro lado, los usuarios conocen los
obstáculos burocráticos que la atención primaria les pone para las situaciones no urgentes y saben, si
se lo pueden permitir, que la asistencia privada es capaz de ofrecerles un menor tiempo de espera. En
el frente de ambos bandos, la guerra de trincheras. Las urgencias son medicina militar en tiempos de
paz. Detener las hemorragias, evitar que el paciente se ahogue, aliviar el dolor, estabilizar…
Disparar primero y preguntar después. La extrema gravedad, que ronda a la muerte, puede ser
reconocida por los ciudadanos. Y cuando la duda se instala es el peso de la representación de la
gravedad percibida por los ciudadanos, construida a base de experiencias previas –“el niño tiene
fiebre y parece que se paraliza el mundo. Si nos llaman al trabajo, ya no damos pie con bola; si nos
damos cuenta por la noche, empezaremos a darle vueltas (qué mala es la noche) y ya no pegamos ojo;
si es la abuela quien se da cuenta, ya habrán saltado todas las alarmas”–, la que determina las
34
Asenjo, Miguel Ángel (1 agosto 1980). “Las urgencias objetivas”. La Vanguardia (17).
33
Galán, Lucía. (2014) “Verdades y mentiras de la fiebre”. Lucía, mi pediatra. Desde la experiencia de mi profesión y la
34
sensibilidad de mi maternidad.
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
decisiones de acudir o no a los servicios. Ante una larga noche en la incertidumbre, se sabe que acudir
a las urgencias hospitalarias, a pesar de saber que habrá que esperar varias horas en la sala de espera y
unas cuantas más en una camilla, ofrece la seguridad de estar acogidos en una institución que basa su
prestigio en la seguridad que ofrecen sus paredes y, aún en mayor medida, en su capacidad resolutiva.
Incertidumbre compartida por el paciente y su red social, compañera indispensable en la espera de
urgencias. Tan indispensable que produce situaciones paradójicas en el servicio: “llegué muy cojo. A
duras penas, conseguí llegar a admisiones tras una fuerte torcedura de tobillo. La administrativa me
preguntó quién me acompañaba. Nadie –respondí–. Se sorprendió. No había celador disponible para
empujar unas sillas de ruedas destinadas a ser manipuladas por un tercero”, y que el paciente no podía
manejar por sí mismo”.
35
Durante el franquismo y la Transición democrática se criticaba acerbamente la práctica de los
médicos de la SS por sus consultas cortas, enfocada hacia la prescripción médica o a las derivaciones o
a las analíticas y radiografías. Es cierto que los pacientes habían aprendido a demandar y, aún más, a
exigir. Los reformadores del sistema sanitario creían que, con educación y promoción de la salud,
podrían cambiar los hábitos de usuarios y favorecer la toma de decisiones “racionales” (Terrón et al.,
2017). La racionalidad biomédica del sistema, nada tenía que ver con la racionalidad cultural de los
pacientes que, a fin de cuentas, era la que determinaba sus decisiones y no los consejos técnicos.
Costó una generación no exigir antibióticos en las viriasis…
La racionalidad cultural permite comprender que “la gente acude a urgencias porqué desea
rapidez e inmediatez”. La respuesta rápida de los servicios de urgencia no puede equiparse a lo que
36
sucede en un CAP. En atención primaria, entre la primera visita –que además no siempre puede
ofrecer un tiempo razonable al paciente para que se explique cómo desearía– y el diagnostico, el
usuario se somete a una larga lista de visitas a especialistas y de exploraciones complementarias que
pueden durar meses. Por ello, su capacidad resolutiva es baja, excepto para aquellas patologías
banales que siempre se habían manejado en la esfera doméstica y, eventualmente, con el saber hacer
de un médico rural o un practicante local. En esta arena, la hegemonía cultural del hospitalo-
centrismo rige el imaginario de las decisiones a tomar en los diferentes itinerarios terapéuticos. Los
ciudadanos de otros tiempos sabían que sus facultativos tenían la misma capacidad resolutiva a
domicilio o en sus consultas que en el hospital. En 2017 saben que eso ya no es posible. Por eso las
crisis en la demanda de urgencias, desde hace tiempo, se han vuelto crónicas (Torner et al., 2003).
LOS OTROS ÁNGULOS DEL HOSPITALO-CENTRISMO
El hospitalo-centrismo está presente en todo el dispositivo de salud y absolutamente
incorporado a la folk-medicina actual. La estructura piramidal del dispositivo convierte al hospital en
la puerta de acceso a funciones distintas de las de la hospitalización clásica como, por ejemplo, el
acceso a la tecnología diagnóstica y terapéutica ambulatoria o a los espacios de rehabilitación. El
JHF, médico.
35
Roglán, Joaquín (10 enero 1999). “Vida de urgencias”. La Vanguardia. Suplemento: la Revista del Domingo (2-5).
36
KAMCHATKA 10 (DICIEMBRE 2017): 57-85 70
Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
hospital es hoy un espacio público y permeable que configura experiencias personales muy distintas a
las tradicionales de internamiento de los pobres, quedando este último recurso como excepcional y
utilizado sólo por razones de enfermedad física o mental graves y prolongadas. Sin duda, su discurso
institucional y académico sobre la eficacia médica se irradia al conjunto de la sociedad y está hecho a
partir de la folk-medicina local y global.
Pero esta hegemonía no está exenta de contradicciones que, a continuación, abordaremos a
partir de algunos ejemplos etnográficos recuperados de investigaciones hospitalarias realizadas en
Cataluña. Tales investigaciones, la mayoría inscritas en el interaccionismo simbólico, muestran las
dimensiones culturales del hospitalo-centrismo “en” diferentes salas o antesalas del hospital. El
37
otro aspecto que también se analizará se centra en las relaciones que se establecen entre los
demandantes de atención, los profesionales y las instituciones, así como, también, la posición activa
de los enfermos (Allué, 2013) y cómo, todo ello, condiciona al conjunto del sistema.
La hegemonía del hospitalo-centrismo en Cataluña y la rigidez de acceso a la atención médica
especializada o a las propias instituciones, deja a los facultativos de atención primaria –el profesional
de referencia en muchos países– en una posición subalterna, a pesar de su papel en las urgencias de
proximidad y de seguir ostentando el monopolio de la prescripción médica. Las distribuciones de
estos profesionales en los diferentes CAP repartidos por todo el territorio catalán aseguran
proximidad, pero los ciudadanos saben que sus respuestas diagnósticas y terapéuticas son
modestas. Tanto que, en ocasiones, su papel parece más el de guardagujas del sistema –volantes
38
para análisis, pruebas diagnósticas y derivaciones a especialistas– que el de un médico diagnosticador
y pronosticador como los de antes. La folk-medicina actual tiene perfectamente asumido este papel,
estos son sus límites, a pesar de los esfuerzos de la administración para facilitar el consejo médico por
teléfono, por internet o mediante la aplicación de programas de educación y promoción de la salud.
39
La demanda de urgencias hospitalarias no cesa. Si los niños son los clientes asiduos (Allué y
Comelles, 1998), la mayor afluencia a los servicios de urgencia de los hospitales son las crisis
intermitentes de los enfermos crónicos y de las personas mayores.
A principios de la década de los ochenta del siglo XX, Marta Allué aún describía el hospital
técnico acogiendo agonizantes (Allué, 1985). Pero esta casuística ya no representa el actual
paradigma. María Antonia Martorell (2015), en cambio, ya describe los itinerarios entre el hogar, el
hospital, el hospital de día o el centro socio-sanitario desde la perspectiva de las redes sociales de los
pacientes con la enfermedad de Alzheimer. En su etnografía se pone de relieve como este tipo de
patologías crónicas ya no pueden ser –ni son– gestionadas por el hospital técnico, el cual ha perdido
su condición de asilo para convertirse en un recurso asistencial a utilizar, básicamente, en las
situaciones de crisis o de reagudización de la enfermedad crónica (Quiñones et al., 2013).
Algunos ejemplos se pueden encontrar en: Allué (1996); Allué (1998); Comelles ( 2002); Pallarès (2003); Comelles
37
(2006); Serradell (2008); Allué (2011) y Perdiguero-Gil et al. (2014).
La mayoría de los CAP no están equipados ni de aparatos de Rayos X ni, tampoco, de laboratorios que puedan realizar
38
una simple analítica.
Véase, en el caso catalán.
39
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En Cataluña, la introducción relativamente precoz –a finales de los años ochenta y principios
de los noventa– de la filosofía de cuidados paliativos (Gómez-Batiste, et al., 1996; Mahtani y
González-Castro, 2006), aplicada por el Programa d’Atenció Domiciliària i Equips de Suport
(PADES) en el domicilio del paciente (Generalitat de Catalunya, 2010), permitió que la
hospitalización de este tipo de enfermos sea, actualmente, una circunstancia excepcional (Gómez-
Batiste et al., 2012). Los equipos locales de atención primaria –médicos, enfermeros y trabajadores
sociales– complementan el soporte técnico en las “hospitalizaciones a domicilio”. Ello se ha
traducido en una reducción de la demanda de hospitalización de pacientes en fases terminales de su
vida y en la mejora de la calidad de vida de estos enfermos y sus familiares. Analizado en estos
términos se habría conseguido transformar la percepción de los ciudadanos y de los profesionales de
la atención primaria (Valderrama, 2008).
Sin duda alguna, el éxito del PADES –como ejemplo paradigmático del segundo ángulo del
triángulo hospitalo-centrista– coloca en el centro del debate la organización de la asistencia
domiciliaria en atención primaria. Entre otros motivos, porque este modelo puede también ser
considerado como una descentralización del hospital adaptada a las particularidades de la vida
cotidiana y muchas veces se denomina como “hospitalización a domicilio”. De un modo u otro,
parecería que el hospitalo-centrismo más radical se bate en retirada ante las experiencias personales
de los actores sociales que devienen militantes de unas modificaciones asistenciales en las que la
coproducción de saberes es un hecho. Uno de los puntos fuertes de este proceso ha sido el cambio de
perspectiva en los roles de la enfermería a domicilio, fruto de dos décadas de reformas en la formación
de estos profesionales (Codorniu et al., 2011).
40
Si el PADES ha reducido los viajes al hospital, por los efectos de un modelo de atención y
soporte descentralizado, el siguiente caso de estudio conforma el tercer y último ángulo de nuestro
triángulo situándose, en un territorio fronterizo, entre el hospital y la “hospitalización doméstica” –o
mejor dicho en un vaivén entre éstos–. El modelo de asistencia psiquiátrica actual arraigó en Cataluña
(Comelles, 1991), más tarde que en otras regiones, con el cierre de los asilos psiquiátricos y la
transferencia de la atención a las crisis agudas a salas de hospitales generales y especializados. Como
en los otros ámbitos de la medicina, una parte de los psiquiatras quisieron participar de la nueva
concepción hospitalo-céntrica y alinearse, de este modo, con otros especialistas (Fourquet et al.,
1975; Comelles et al., 1980). Ciertamente, la transición de la imagen de pabellones asilares a salas
especializadas en psiquiatría permitió proyectar sobre la sociedad no solo una imagen de eficiencia
sino, también, una nueva estampa de institución “para atender” que ha incorporado todos los
elementos del hospitalo-centrismo. Los protocolos clínicos hegemónicos en estas instituciones,
calcados a los habitualmente empleados en medicina somática –como el uso generalizado del DSM y
el CIE o la recuperación de determinadas tecnologías terapéuticas como la ECT (electroshock)–
benefician una puesta en escena propia del teatro quirúrgico.
María José Conti realizó un exhaustivo estado de la cuestión en relación a la influencia de los nursing estudies y de la
40
antropología médica en la formación de los profesionales de enfermería (Conti, 2009).
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Comelles, Josep M.; Alegre-Agís, Elisa; Barceló Prats, Josep. Del hospital de pobres a…
Hasta la Ley de Sanidad de 1986 (Comelles, 2010), las instituciones psiquiátricas dependían
de las Diputaciones provinciales en virtud de lo dispuesto, en su momento, en las obsoletas leyes de la
beneficencia liberal (Comelles, 1988). Vistos los límites de las reformas realizadas en los antiguos
manicomios (González de Chávez, 1980), los objetivos de la nueva reforma pasaron por el vaciado de
tales instituciones y la apertura de departamentos en hospitales especializados (Comelles et al.,
1980). Sin embargo, el conflicto surgió en la manera de aplicar dicha reforma. Por un lado, los
defensores de una psiquiatría más hospitalo-céntrica y, del otro, los partidarios de unas estructuras
asistenciales descentralizadas en la comunidad (Comelles y Alegre-Agís, 2016). En aquellos
momentos, el segundo enfoque era más complicado de aplicar que el primero, a saber, por la
disociación existente entre el sector salud, dependiente aún del Gobierno central, y los servicios
sociales, que tenían distribuidas sus competencias entre la Generalitat, las diputaciones y los
ayuntamientos (Pelegrí, 2011), y cuya coordinación real no se pudo conseguir hasta finales del siglo
XX e incluso principios del XXI. La ley consagró ambas opciones, si bien con el paso del tiempo se
terminó imponiendo la idea de una atención dentro de la comunidad que priorizara la inserción social
del enfermo y la preservación de su estructura familiar (Alegre-Agís y Comelles, 2016). Así pues, la
totalidad del dispositivo de atención a la salud mental opera, actualmente, en tres niveles
complementarios: el hospital especializado, en la cúpula del sistema que implica también
investigación y formación, los centros de atención intermedios y la atención y cuidado a cargo de las
41
familias (Alegre-Agís, 2016a).
Si bien la atención a la salud mental puede pensarse como un modelo alejado del de urgencias y
del de paliativos, su punto de unión converge justamente en las formas de hospitalo-centrismo que
rigen las percepciones de los usuarios en relación al funcionamiento del sistema. Por un lado, hay que
recordar que el acceso al dispositivo de salud mental se articula, principalmente, vía las “urgencias”
de los hospitales especializados o de las salas de psiquiatría de los hospitales generales (Brigidi,
2009). La práctica más frecuente, al menos en los primeros brotes, consiste en dirigirse a las
urgencias de un hospital general. Una vez dentro del circuito asistencial, las recaídas pueden
gestionarse, ocasionalmente, en el hospital general pero más frecuentemente en las urgencias de los
hospitales especializados. Todo ello depende de la distancia entre el domicilio del paciente y el
recurso asistencial más próximo, aunque también de si se tratan de ingresos voluntarios o no. Cuando
el sistema judicial y policial interviene en el ingreso involuntario se pone de relieve la responsabilidad
legal del psiquiatra, su monopolio en el diagnóstico de los trastornos mentales graves y su hegemonía
profesional respecto de otros profesionales de la salud física y mental.
A pesar del hospitalo-centrismo existente en las respuestas asistenciales a las crisis agudas
mediante el intervencionismo farmacológico u otras técnicas como el ECT, la tendencia de la
psiquiatría para resolver los intervalos entre crisis se aproxima mucho más a un modelo de atención
paliativa a la sintomatología. Ello es fruto de la consideración, por parte de la comunidad psiquiátrica,
Los más conocidos, en Cataluña, son denominados Centros de Salud Mental de Adultos (CSMA) y Centros de Salud
41
Mental Infantil y Juvenil (CSMIJ).
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de los trastornos mentales graves como crónicos con episodios de reagudización, hecho que refuerza
la creencia, por parte de pacientes y familiares, de la incurabilidad de dichos trastornos. Aplicando
esta lógica a la terapéutica, el tratamiento solo paliaría la sintomatología, pero no curaría la
enfermedad. Ambas representaciones convergen sobre el modelo de atención a la salud mental
creando realidades ambivalentes que se superponen y se complementan.
Dentro de este modelo se entrecruzan tres situaciones: en primer lugar, el uso del hospital
continúa siendo hegemónico en las decisiones a tomar durante las crisis producidas en los intervalos
de estancia en casa o en los apartamentos bajo tutela, ya que los servicios de urgencias hospitalarios
continúan siendo el referente donde acudir. En segundo lugar, la demanda de atención y la
terapéutica de la vida cotidiana giran constantemente entre los tres niveles que conforman la
globalidad del dispositivo, dando lugar al fenómeno conocido como el revolving door entre el hospital
y la necesidad de refugio. Y, finalmente, la “hospitalización psiquiátrica a domicilio” o la
“organización de los cuidados a domicilio” (Megías del Rosal et al., 2004), un modelo de cuidado
dentro del ámbito familiar o tutelado, orientado a la rehabilitación y reinserción social del paciente en
la comunidad. Sin embargo, esta última realidad acaba por insertar tanto a enfermos como a familiares
en una perversa paradoja donde el hospital mental queda para periodos de crisis, el domicilio del
paciente como lugar de reclusión para periodos en que está compensado y los pisos tutelados –en
tanto que alternativas al hogar– como espacios que no dejan de ser tan “custodiales” como el hospital
mental para periodos de crisis o el propio hogar para los de más tranquilidad.
Todo ello se agrava al tomar en consideración que, si en urgencias o en paliativos la tutela va en
consonancia a la autonomía del paciente y en caso de no tenerla suele ser por periodos breves, en la
enfermedad mental severa la responsabilidad de tutelaje del paciente puede durar décadas. En
cuidados paliativos, además, la coordinación entre el PADES, los equipos de atención primaria y el
hospital suele ser consistente y sólida, cosa que no sucede en el dispositivo de salud mental por la
dispersión y falta de armonización de sus recursos.
Tras el alta del hospital mental, el paciente vuelve a la reclusión en el hogar, a la
“hospitalización doméstica” (Alegre, 2017), a la atención ambulatoria por parte de los centros de
atención intermedios y al resto de estructuras de rehabilitación y reinserción social. Sin embargo, el
hospital especializado y sus psiquiatras siguen siendo referentes debido a su responsabilidad legal en
la siempre espinosa cuestión de la tutela durante el internamiento. Esta posición hegemónica dificulta
el seguimiento y la evolución de la vida diaria del paciente y de su red familiar cuando éste no está
hospitalizado, salvo cuando el psiquiatra envía a una enfermera o trabajadora social al domicilio. Del
mismo modo, la escasa coordinación con las asociaciones y redes de apoyo “no formal”, las cuales
ofrecen rehabilitación, terapia ocupacional o psicoterapia como un tipo de “hospitalización parcial”,
repercute en la baja efectividad de la rehabilitación social y en la limitada integración al mercado
laboral lo que, definitivamente, suele dejar al individuo aislado.
El conjunto de estas circunstancias deja el paciente en una situación similar al internamiento en
el hospital mental en casa. Su reclusión en el hogar se corresponde a una forma de
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institucionalización no tan diferente del comportamiento observado en los antiguos asilos (Goffman,
1968). A saber, cronificación en un espacio cerrado y construido sobre “adaptaciones primarias” y
“secundarias” que deja a un lado el mundo exterior, aunque esté abierto a él: “se queda en su
habitación, acostado en la cama. Fuma y no le gusta salir. Si tenemos visitas, insisto en que salga de su
habitación. Nunca lo hace. No se cambia de ropa, siempre usa la misma”. Por el contrario, el
42
paciente ve en su habitación la creatividad: “la mesa, la cama o el suelo son una extensión de
porque me permiten crear, producir, proyectarme a través del arte, a través de la música o a través de
no hacer nada”, un espacio dónde expresar su identidad (Alegre-Agís, 2016b).
43
Si comparamos las etnografías de los viejos asilos psiquiátricos (Stanton y Schwartz, 1954;
Caudill, 1958; Warren y Weinberg, 1960; Goffman, 1968) con las condiciones de la vida doméstica
actual de estos pacientes, podemos llegar a la conclusión de que se han convertido en una “institución
doméstica total” (Alegre-Agís, 2017). En muchos casos, observamos como los pacientes y sus padres
reproducen, en su vida común, una reclusión casi perpetua enmarcada por los rituales cotidianos:
comer, dormir, ir a un taller, etc. Si en las instituciones asilares los guardianes organizaban el tiempo,
en el hogar son los padres quienes lo controlan en un juego inconsciente de infantilización, vigilancia
y control terapéutico. Aprueban o desaprueban las actividades del día a día: las horas de sueño y de
comida, los hábitos alimentarios o el uso de los equipos tecnológicos y de los espacios; controlan los
paseos, las actividades lúdicas o simplemente la realización de actividades banales. El miedo de las
familias a la “dependencia” del paciente permite explicar la vida asilar y custodial a domicilio de éste y
la confianza del grupo primario en el hospital como red de seguridad para responder a las situaciones
de crisis. En última instancia, las presiones sobre los pacientes con respecto a su actitud –entre ser
“bueno” o “malo”–, junto con el hecho de responder y aceptar el tratamiento, de experimentar su
deseo de sanar y de recuperar la “normalidad” no son más que consecuencias fruto de la creencia de
las familias y de los profesionales de que el “cambio de actitud” del paciente es determinante para su
inserción social y el buen pronóstico de su enfermedad.
CONCLUSIONES
El “hospitalo-centrismo”, como representación cultural de un ideal type de eficacia médica,
forma parte de una etapa del proceso de medicalización (Perdiguero-Gil y Ruiz-Berdún, 2017) que
llevó a la conversión de los viejos hospitales-asilo de beneficencia (Huguet-Termes y Arrizabalaga,
2010) en referentes técnicos diagnósticos y terapéuticos en la actualidad. El hospitalo-centrismo no
es una hipótesis sino una realidad contrastable reflejada ampliamente por su historiografía, así como
por las aportaciones de las ciencias sociales –la antropología y la sociología médicas– y por los
estudios culturales y de la ciencia. El “hospitalo-centrismo” no es simplemente el producto de
44
discursos técnicos más o menos universales, sino el producto de una dialéctica “local”. El término
Madre de 67 años. Vive con su marido y su hijo que sufre de esquizofrenia en Barcelona.
42
Enfermo de esquizofrenia de 25 años que vive con otros enfermos en un piso tutelado en Barcelona.
43
Sin embargo, inserto dentro de las distintas fases del proceso de medicalización al que ya hemos aludido.
44
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“local” plantea siempre problemas, pero para nosotros “local” puede corresponder a una región, a
una ciudad, a un Estado o a una isla del tamaño de Sicilia o de Groenlandia. Como rasgo cultural, el
hospitalo-centrismo se desarrolla y alcanza su hegemonía a partir de distintas variables culturales,
entre ellas y no la menor, por la evolución histórica del significado que las instituciones hospitalarias
han tenido en contextos histórico-culturales concretos a escala fundamentalmente local, puesto que el
hospital se ubica, física y arquitectónicamente, en una posición determinada del espacio público
“local”. Entiéndase este no como un espacio “en la ciudad”, sino como una institución en un espacio
que lo hace accesible desde cierta distancia. El debate sobre la comarcalización hospitalaria, sucedido
en Catalunya durante la Transición democrática, deriva de la necesidad de situar el hospital a una
distancia razonable, un máximo de hora y media de ambulancia u otra modalidad de transporte.
45
Si el proceso global de transformación de las funciones y los significados del hospital tiene
diferentes cronologías a nivel mundial, regional y local –estas dos últimas categorías abiertas a la
mirada etnográfica– (Comelles, 2000), la progresiva hegemonía del hospitalo-centrismo está regida
por el mismo principio. La particularidad del caso catalán, que le otorga una condición diferencial
respecto al proceso de medicalización desarrollado en el resto del territorio español, deriva de ser la
consecuencia de una evolución secular del significado cultural del hospital, ya presente en el
imaginario colectivo de la población catalana antes del estallido de la Guerra Civil española y que se
caracterizó por un proceso de organización comarcal de la red de hospitales locales con el objeto de
romper con los problemas que planteaba su aislamiento territorial (Comelles, 2013; Barceló y
Comelles, 2014). Tras el paréntesis de la Guerra Civil, y desde los años cincuenta, los debates en la
ya muy medicalizada sociedad catalana (Comelles et al., 2013) junto con el desarrollo de los estudios
hospitalarios desde el grupo de la revista Estudios sobre Hospitales y Beneficencia apostaron por un
hospitalo-centrismo muy evidente, para ir más allá de la hegemonía –hasta entonces– basada en la
atención profesional a domicilio, aunque ya se observaba una rapidísima medicalización de los partos
y un desarrollo muy importante de la cirugía especializada, únicamente posible en el hospital.
Como se ha podido comprobar, durante los años setenta del siglo pasado el hospitalo-
centrismo ya estaba enraizado muy profundamente en los complejos asistenciales de la sociedad
catalana, especialmente por los nuevos modelos de urgencias, de unidades coronarias y de cuidados
intensivos. El proceso de comarcalización derivado del Mapa Sanitario de 1980 (Departament de
Sanitat i Assistència Social, 1980), no cuestionado al menos en lo que se refiere a los hospitales,
reforzó dicho hospitalo-centrismo al acercar a la ciudadanía catalana recursos como las urgencias y las
unidades de cuidados intensivos, dejando la atención de aún mayor especialización en los hospitales
de referencia de mayor nivel y universitarios. Aunque esta política sanitaria pretendió “desmitificar
46
la hospitalización (…) e intentar toda la asistencia posible fuera del hospital”, lo cierto es que el
47
Podemos pensar también en el helicóptero, en la avioneta medicalizada o en los camarotes de emergencia de los
45
catamaranes del servicio de transporte local en Noruega o en territorios insulares aislados. El caso de Canarias y Baleares,
en España, lo pone de relieve.
De la Cuadra, Juan Ramón (1977). “Entrevista con el Conseller de Sanitat de la Generalitat”. Tribuna Médica, 736: 6.
46
De la Cuadra, Juan Ramón (1977). Op. cit., p. 7.
47
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hospitalo-centrismo, gracias a su íntima asociación con la concepción de un hospital técnico fiable y
eficaz, terminó por penetrar fuertemente la folk-medicina catalana y se erigió, de forma definitiva,
como la referencia que aún, actualmente, construye la representación hegemónica de la práctica
médica.
La presencia del hospitalo-centrismo, como hecho cultural, no significa que el mismo se refiera
únicamente a hospitales generales o especializados, sino que permea el conjunto de recursos
asistenciales, especialmente aquellos que –cuando hablábamos del viejo hospital de pobres–
asociábamos a la “noble función de asilo” de los mismos. Esto se ha traducido en formas alternativas
de “hospitalización” que, tal y como se ha demostrado en este artículo, nunca han podido desligarse
de la poderosa imagen hospitalo-céntrica. Una de estas alternativas, como son los actuales centros
socio-sanitarios, deriva puramente de la revisión de la concepción asilar. Otras, como es el caso de los
cuidados paliativos o el seguimiento de las enfermedades crónicas o de largo curso clínico –entre las
que destacan las enfermedades de salud mental–, surgen de la redefinición de estrategias asistenciales
que recuperan el valor del espacio doméstico, no solo como espacio de asilo sino, también, como
espacio medicalizado. Tanto es así que las dimensiones de hospitalidad o de asilo, que antaño
conformaron la piedra angular del hospital “benéfico”, incorporan –en su actual descentralización
fuera de los muros hospitalarios– elementos de hospitalo-centrismo por la presencia domiciliaria de
soporte profesional y de atención técnica; pero sobre todo por la asunción, de una gran parte de la
ciudadanía, que son el recurso ineludible en caso de crisis o de problemas de salud graves.
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... La elección del hospital, frente a otras alternativas, es el producto de cómo la experiencia previa de los actores sociales en esa institución ha sido embodied y convertida en un referente clave en las tomas de decisiones en situaciones de crisis (Comelles, 1997). Esto puede aplicarse tanto en la actualidad como a las primeras fundaciones hospitalarias de la Edad Media, puesto que la dimensión cultural del hospital, desde sus inicios (Comelles, 2013;Barceló, 2017), es el resultado de una compleja dialéctica entre ciudadanos, profesionales -el personal de recepción, los sanitarios o los administradores-responsables políticos y las administraciones públicas locales y/o Sobre el concepto de proceso de medicalización ver Egbe, Alegre-Agis y Comelles (2017: 248-250). 7 Guardia, M. A. (16 abril 1966). ...
... 9 Esto ha significado desarrollar nuevos modelos asilares denominados común y actualmente como socio-sanitarios. estatales (Risse, 1999;Rosen, 1963;Miller, 1985;Nutton, 1982;Comelles et al., 1991;Barceló, 2017). 11 Para comprender la evolución hacia la hegemonía del hospitalo-centrismo, el presente artículo analiza un case study desde dos perspectivas complementarias, como son la de una historia antropológica y de la antropología médica, aplicadas al caso del dispositivo hospitalario en la Cataluña contemporánea, un particularismo histórico en España (Comelles, 2010(Comelles, y 2013Barceló y Comelles, 2016), a partir de tres situaciones: la demanda de urgencias hospitalarias asociadas a una 12 concepción cultural de lo que es "grave" y al embodiment de su eficacia por los ciudadanos; la necesidad del rol de asilo en las enfermedades crónicas o terminales; y la conversión del cuidado doméstico como "hospitalización doméstica" en el caso de la salud mental. ...
... Una aproximación a estas influencias culturales se presentó en la exposición Transición organizada por el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona (2007Barcelona ( -2008 comisariada por Antoni Marí, Manel Risques y Ricard Vinyes (Comelles, 2007). Recientemente, Mayayo (2017) provincial-, creó plazas de médicos residentes en formación y aplicó las directrices asistenciales que se estaban desarrollando en otros países desde la II Guerra Mundial (Comelles, Alegre-Agís y Barceló, 2017;Risse, 1999). 10 Las jerarquizaciones posteriores, que siguieron durante toda la década de los setenta, se produjeron al margen del dispositivo del Seguro Social falangista. ...
Thesis
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After 1986’s Spanish psychiatric reform, people diagnosed with Severe Mental Disorder (SMD) who had a family home moved from being confined in mental hospitals to live at home, with their relatives. In the existing model of ambulatory and outpatient care, adults with SMD are taken care for by their families, especially their mothers. This research presents, on the one hand, a historiographical analysis of the old asylum and custodial model and, on the other hand, an ethnographic analysis of the daily lives of people diagnosed with SMD and their family caregivers. Both aspects lead to a comparison of the two models (custodial and ambulatory), based on the hypothesis of the custodial and asylum logic reproduction in the domestic space. The aim of this research was to elucidate how much of these dynamics are maintained, what they are and how they function in the family home. The ethnographic analysis was carried out with diagnosed people, family caregivers and professionals, in associations and facilities of the Catalonian network for public mental health care. The results show that numerous custodial dynamics and logics typically described for total institutions appear in the domestic space, which allow us to speak of a total domestic institution. These logics are reproduced both by the diagnosed people and their caregivers, as well as by mental health professionals. Moreover, this reproduction has many consequences. On the one hand, caregiving mothers have an enormous care overload that affects their well-being, while at the same time they make use of the mental hospital logic to be able to keep the situation under control. On the other hand, diagnosed people experience an erosion of their autonomy, while they lead a life trapped in a kind of pendulum-like space that places them simultaneously in a contradictory identity of «total patient» and a «liminal identity». All in all, tutored and regulated life, surveillance and control over their behaviour, selfreclusion and isolation, absence of or limited social insertion, among other issues that occur at present at home, are similar to the daily circumstances lived by the insane in the old asylums. Thus, deinstitutionalisation has not ensured neither a paradigm change nor an alteration of the real care model, but rather an architectural or spatial shift, keeping therapeutic methods that reproduce asylum life at home. Therefore, it seems necessary to consider other forms of therapeutic care, as well as a change in the care culture moving towards dialogical and collective models that contemplate social life and biographical needs, with a transforming turn for the people affected and their caregivers.
... Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la locución Peste Negra comúnmente utilizada para designar la gran epidemia de peste acaecida a mediados del siglo XIV es anacrónica, pues comenzó a emplearse siglos más tarde. Aun siendo su origen enigmático, esta expresión se ha relacionado con la latina atra mors 7 . Se piensa que fueron cronistas daneses y suecos los que la acuñaron en el siglo XVII 8 .Así, el historiógrafo danés Hans Isaksen (1571-1639) fue el primero en usarla en un texto escrito (1631), considerándola el nombre popular de la pestilencia maligna que asoló la Europa de la Baja Edad Media. ...
... Por tanto, dicha expresión, al menos en esas lenguas, es probable que derive de una translación rígida y meramente apegada a la letra de la expresión latina pestis atra o atra mors 11 . 7. Atra mors se encuentra en textos de Lucrecio, Virgilio y Séneca en los que estos autores hacen referencia a varios tipos de pestilencias. ...
... Gracias a este tipo de registro se supo en Valencia a quien pertenecía un cuerpo que apareció incorrupto en una de estas fosas, a mitad del siglo XV: la joven llamada Angelina Bertrán, que pereció en una de estas sucesivas oleadas pestíferas, y a punto estuvo de ser considerada una santa 8 . 7. Cuadrada, C. (2012). ...
... Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la locución Peste Negra comúnmente utilizada para designar la gran epidemia de peste acaecida a mediados del siglo XIV es anacrónica, pues comenzó a emplearse siglos más tarde. Aun siendo su origen enigmático, esta expresión se ha relacionado con la latina atra mors 7 . Se piensa que fueron cronistas daneses y suecos los que la acuñaron en el siglo XVII 8 .Así, el historiógrafo danés Hans Isaksen (1571-1639) fue el primero en usarla en un texto escrito (1631), considerándola el nombre popular de la pestilencia maligna que asoló la Europa de la Baja Edad Media. ...
... Por tanto, dicha expresión, al menos en esas lenguas, es probable que derive de una translación rígida y meramente apegada a la letra de la expresión latina pestis atra o atra mors 11 . 7. Atra mors se encuentra en textos de Lucrecio, Virgilio y Séneca en los que estos autores hacen referencia a varios tipos de pestilencias. ...
... Gracias a este tipo de registro se supo en Valencia a quien pertenecía un cuerpo que apareció incorrupto en una de estas fosas, a mitad del siglo XV: la joven llamada Angelina Bertrán, que pereció en una de estas sucesivas oleadas pestíferas, y a punto estuvo de ser considerada una santa 8 . 7. Cuadrada, C. (2012). ...
... 133 El 1967, l'hegemonia del medicament industrial i el desenvolupament de l'automedicació, representada a les farmacioles domèstiques, era un fet, i la jerarquització, aquell mateix any, de l'Hospital de Sant Pau, que obriria ben aviat un servei d'urgències, va suposar un canvi radical en el dispositiu hospitalari i la cultura sanitària a Catalunya. 134 El 1967, Ignasi Aragó vindicava explícitament com la referència o punt de partida de la reforma hospitalària la del 1934, 135 i la necessitat de resoldre els dèficits assistencials en els suburbis i a comarques, 136 que conduirien als dos projectes coordinats de reforma impulsats per la Diputació de Barcelona, 137 però que tenien els seus precedents en els estudis previs fets a algunes ciutats intermèdies, 138 i en les crítiques sobre les insuficiències del SOE. 139 Aquest panorama és inevitablement incomplet. ...
Article
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A reconstruction of the changes and continuities of the Catalan health system during the dark times of the post-civil war (1939-1967). Mainly centered on the city of Barcelona the paper describes the evolution of medical pràctice, the emergence of the francoist social security (SOE) in the local medical market an the influence of new medicines and technologies and the role of social media
... Los tiempos hospitalarios, con su creciente voluntad de estricto ajuste a los tratamientos, suelen marcar la intervención social con base en el alta. Ello nos lleva a reflexionar sobre la posible conexión entre el mayor reconocimiento de la profesión y una hipotética lógica utilitarista que busca promover estancias más cortas y, en efecto, la eficiencia económica de los hospitales en clave neoliberal (Comelles et al., 2017). Sin embargo, es fundamental resaltar que garantizar el alta hospitalaria en el momento médicamente adecuado -y sin prolongarse por motivos que escapen de lo médico-se ha convertido en una preocupación fundamental en la política actual de atención social y sanitaria (Heenan, 2023). ...
Article
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El artículo examina el papel del trabajo social en el ámbito hospitalario y su contribución a una atención integral de las personas hospitalizadas. El objetivo principal de la investigación es comprender la posición y función de los y las trabajadoras sociales hospitalarias en relación con la evolución del concepto de salud y el desarrollo del trabajo social sanitario como disciplina académica. Se ha utilizado una metodología cualitativa, con entrevistas exploratorias a trabajadoras sociales de un centro hospitalario de tercer nivel español, una de ellas con funciones de coordinadora. Los resultados obtenidos revelan que el trabajo social hospitalario desafía el modelo biomédico hegemónico, viendo paulatinamente incrementado su nivel de reconocimiento institucional. Se destaca especialmente el esfuerzo por focalizarse en el abordaje de los factores sociales que interfieren (y son interferidos por) el estado de salud de las personas hospitalizadas, además de la preocupación por avanzar hacia una planificación proactiva y precoz del alta hospitalaria que asegure una gestión responsable de los flujos de pacientes, una transición adecuada después del alta y la continuidad asistencial. No obstante, también se identifican algunos desafíos, como la restrictiva asociación del trabajo social con la gestión del alta o las limitaciones resultantes del incremento de tareas administrativas y políticas de austeridad, lo que puede afectar la capacidad de las profesionales para desarrollar funciones de notoria importancia, tales como las de acompañamiento o defensa de derechos. En conclusión, se resalta la necesidad de seguir construyendo un trabajo social hospitalario que permita el cuestionamiento de las estructuras dominantes de atención hospitalaria, poniendo en el centro la ética del cuidado y la justicia social. Además, se subraya la importancia de reconocer y valorar plenamente las contribuciones únicas que las trabajadoras sociales aportan con el fin de promover su visibilidad y reconocimiento para asegurar una práctica profesional que aborde lo biopsicosocial en su conjunto.
... En general, la literatura ha puesto en evidencia cómo, hasta el siglo XX, el hospital era considerado en Occidente como un asilo para incurables o un refugio para locos y pobres (Granshaw & Porter, 1989;Guenter, 1999;Comelles et al., 2017). Bajo esa imagen de centros lúgubres donde los pacientes se hacinaban con poca intimidad y las enfermedades se trasmitían con facilidad, la gente con recursos prefería ser atendida por médicos de pago en su domicilio particular (García-González, 2011). ...
Article
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Los hospitales se han convertido hoy en día en espacios estratégicos de investigación científica, formación médica y atención clínica, a la vez que en ejes centrales de nuestro sistema de salud y de nuestro estado del bienestar. Partiendo de esta idea, este trabajo ofrece nuevos datos cuantitativos y propone dos objetivos básicos. Primero, analizar qué factores condicionaron la configuración histórica del mapa hospitalario público y privado en Galicia desde una perspectiva comparativa. Segundo, estudiar el impacto de la Ley General de Sanidad aprobada en 1986 y del traspaso de las transferencias sanitarias a Galicia en 1991 sobre la configuración de su sistema hospitalario público y privado en el largo plazo. Los resultados obtenidos ponen en evidencia la importancia de la perspectiva territorial para comprender la compleja heterogeneidad histórica de nuestro modelo hospitalario actual y aportan nuevos elementos para el debate político y el análisis económico.
... Mia also referred to the pressure on social workers to speed up the availability of resources: "Some of the staff don't understand that we can only wait, we have a lot of people on top of us". However, some prolonged hospital stays, especially in the so-called socio-health centres, have given rise to experiences reminiscent of the old asylum function of the old poor hospitals (Comelles et al., 2017). Verónica explained to me the case of a man who had spent years in a long-stay unit waiting for a place in a nursing home: "He was a man who didn't have a home, he was homeless. ...
Article
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Hospitals are places where the precariousness of social ties can turn into loneliness, especially in those moments in which a (greater) need for social care cannot be satisfied. This paper presents the results of a qualitative study that has used the techniques of the systematisation of experiences and in-depth interviews with professionals in medicine, nursing and social work from different geriatric hospital services. The purpose has been to reflect on the family model of care as a producer of loneliness in elderly people in a situation of dependency, as well as on the multiple and varied conflicts that this loneliness generates in the planning processes of hospital discharge. The role of social work is identified as essential to overcome the lack of care that underlies the phenomenological manifestations of these kinds of loneliness. The main conclusions reached are added to other voices that have already urged the need to (re)think our care model, as the current one is not only obsolete and insufficient, but has been built on the (re)creation of inequalities.
... Els hospitals es tracten d'institucions de confiança (Comelles et al., 2017) on hom arriba quan requereix una determinada assistència medicosanitària i, en principi, independentment de la qualitat o extensió de la seva xarxa relacional. I, per tant, són un espai privilegiat, a propòsit d'aquesta recerca, per a arribar a persones soles, amb vincles fràgils, o amb sentiments de soledat que poden -o no-manifestar-s'hi. ...
Conference Paper
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Es recullen els principals resultats d'una recerca realitzada amb l'objectiu de comprendre els factors socioculturals que expliquen i signifiquen les soledats de les persones grans en situació de dependència en els processos d'hospitalització.
... Mia también hacía referencia a la presión que reciben las trabajadoras sociales para agilizar la disponibilidad de los recursos: "Parte del equipo no entiende que nosotros no podemos hacer más que esperar, tenemos muchas personas por encima". Contradictoriamente, algunas estancias hospitalarias prolongadas en el tiempo, sobre todo en los llamados centros sociosanitarios, han dado lugar a experiencias que recuerdan a la antigua función de asilo de los antiguos hospitales de pobres (Comelles et al., 2017). Verónica me explicaba el caso de un hombre que había estado años ingresado en una unidad de larga estancia esperando una plaza de residencia: "Era un señor que no tenía casa, era un sin techo. ...
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Los hospitales son escenarios donde la precariedad de los vínculos sociales puede convertirse en soledad, especialmente en aquellos momentos en los que emerge una (mayor) necesidad de cuidados sociales que no puede ser satisfecha. En este trabajo se presentan los resultados de una investigación de carácter cualitativo que ha hecho uso de la técnica de la entrevista en profundidad a profesionales hospitalarios de la medicina, la enfermería y el trabajo social para reflexionar en torno al modelo familista de cuidados como productor de soledad en personas mayores en situación de dependencia, así como en torno a los conflictos que esta soledad genera en los procesos de planificación del alta hospitalaria. El rol del trabajo social, presente en estos procesos, se identifica como primordial para superar las lógicas de desamparo que subyacen en las manifestaciones fenomenológicas de estas soledades. Las principales conclusiones a las que se llega se suman a otras voces que ya han alertado de la necesidad urgente de (re)pensar nuestro modelo de cuidados, en tanto que el actual no solamente es obsoleto e insuficiente, sino que se ha construido sobre la (re)producción de desigualdades.
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El objeto de este trabajo es señalar el papel que las clínicas quirúrgicas creadas en Barcelona en las últimas dos décadas del siglo XIX tuvieron en la configuración del paciente hospitalario como parte de un proceso general de medicalización de la sociedad contemporánea. La clínica del ginecólogo Miquel A. Fargas (1858-1916) se toma como referencia de análisis para entender las razones de una nueva estrategia médica y empresarial que concede centralidad al paciente en un nuevo escenario médico bajo el control del profesional. El escenario de la clínica quirúrgica se constituye como un hospital doméstico y propicia un cambio mental en la relación del paciente con las nuevas prácticas médicas, lejos del imaginario colectivo del viejo hospital general de beneficencia. Este proceso tiene lugar en nombre de la eficacia y la eficiencia de la empresa quirúrgica que, al mismo tiempo, delimita la especialización médica y menoscaba la agencia del paciente, que gana en bienestar físico y emocional, pero pierde identidad. El modelo asistencial que se describe prospera y se multiplica durante el primer tercio del siglo XX en un contexto socioeconómico competitivo y en crecimiento. Se apunta así la contribución decisiva de la clínica, que deviene el espacio asistencial hegemónico a mediados del siglo XX, en el proceso de medicalización de la mayor parte de la sociedad catalana.
Thesis
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Este proyecto de tesis surge tras una investigación previa que realicé sobre medicina popular en Emilia Romagna (Italia) y Cataluña (España) y que confirmó la presencia de rituales terapéuticos similares en los dos países. El objetivo principal de esta nueva investigación era analizar la transformación del «modelo clásico de medicina popular» a través del dialogo con las medicinas alternativas y complementarias (CAM) y las terapias New Age (NA). Asimismo, el estudio pretendía repensar el concepto de pluralismo asistencial en relación a las fuerzas locales y globales y al «sector paralelo de atención a la salud» (SPAS). La metodología empleada fue cualitativa, centrada principalmente en entrevistas, observación participante y grupos focales, además de la herramienta autoetnográfica. Las conclusiones más importantes sostienen que la medicina popular no debe considerarse solo como un hecho, sino como un continuum, dinámico, inscrito en el proceso de medicalización de las sociedades occidentales. Muchas de las terapias y creencias entendidas como «populares» y «tradicionales» en el pasado, han sido recuperadas y readaptadas mediante las CAM – NA, así como a través de Internet y de las redes sociales. Se ha destacado también la difusión de las CAM – NA en relación a situaciones de sufrimiento social, anomia y «tristeza crónica» generadas por la «nueva crisis de la presencia» de la sociedad capitalista. Los tratamientos alternativos se presentan como una forma de resistencia al sistema y una herramienta de reimplantación de un nuevo «mundo mágico». Sin embargo, tienen también el peligro de acabar reforzando la misma lógica capitalista a través de un «holismo individualista»
Article
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A partir de los resultados de una etnografía llevada a cabo entre 2013 y 2014 en Barcelona y Tarragona, con pacientes diagnosticados de trastorno mental severo, se problematiza el diagnóstico de tres casos a partir de la significación subjetiva que las informantes hacen de la enfermedad y sus síntomas. Estos casos ponen de manifiesto tres niveles diferentes de relación paciente-síntoma-diagnóstico, y plantean las posibilidades/imposibilidades de actuar desde una resignificación de esa relación, evidenciando la experiencia corporal como un lugar hermenéutico y de reflexión. A partir de experiencias narrativas se recurre al concepto de dolor crónico propuesto por Byron Good para problematizar culturalmente la figura de enfermo total y de enfermedad ubicua en el marco de los trastornos mentales severos.
Chapter
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La utilización del concepto de medicalización ha ido incrementándose en el último medio siglo- desde las formulaciones iniciales, centradas en el papel de control social de la medicina, para analizar cuestiones muy diversas en torno a la extensión de la mirada y el poder médicos a esferas cada vez más amplias de la sociedad. Sin embargo, su utilidad como herramienta analítica se ha visto amenazada en la medida que se ha ido convirtiendo en un lugar común . Se han propuesto nuevos conceptos como "biomedicalización", "medicamentalización" o "venta de enfermedades". También se afirma que conserva su capacidad como herramienta clave para analizar la salud, la enfermedad y la medicina en las sociedades contemporáneas.
Chapter
En este capítulo se explora, a través del hilo conductor que ofrece la película «Heroísmos», la representación social de la enfermedad, las relaciones entre pobreza y enfermedad, la imagen social del médico, la representación de las prácticas asistenciales, la práctica médica en el frente de batalla o, por citar una cuestión más, la progresiva implantación de las tecnologías médicas y su implicación en la relación médico-paciente en la Tarragona de principios de los años veinte del siglo pasado.
Book
La present obra, construïda amb una lògica de longue durée, pretén donar a conèixer un fenomen local, (com és el naixement, l’evolució i les transformacions de la l’assistència institucional a Tarragona), a partir de la seva inserció en processos de caràcter global. Aquest llibre, doncs, ha de ser llegit com una antropologia històrica de l’Hospital de Sant Pau i Santa Tecla de Tarragona que explora els significats d’aquesta institució i els articula amb la manera de regir la «cosa pública» a Catalunya. Així, doncs, els eixos que fonamenten aquest projecte s’han basat en analitzar què hi ha darrera de la fundació d’una institució d’assistència, desenvolupar les bases del model d’economia política hegemònic al sistema hospitalari català de l’Antic Règim i la seva posterior articulació amb l’economia capitalista i, finalment, interpretar les significacions culturals, socials, econòmiques i polítiques de l’hospital des dels seus inicis i fins l’actualitat. Tot plegat, té la vocació d’explicar el passat com una manera de comprendre el present i d’atalaiar el futur.
Article
The crisis of welfare states in Europe has offered a growing market share to private health insurance companies. Health insurance is currently one of the fastest growing branches of private insurance business in developed countries. However, much remains to investigate about the origin and evolution of the companies in this sector. This article analyses the genesis, growth and organisational changes of health insurance companies in Spain from the creation of the first medical associations in the 1930s to the modern health insurance companies of today. Spain represents an interesting case study to investigate how changes in the public health model for the long period under study allowed private companies to maintain a changing relationship competitive and partnership with the state.
Article
Purpose The purpose of this paper is to analyse the evolution and characteristics of health education in schools in Spain during the dictatorship of General Franco (1939-1975). Design/methodology/approach Analysis of two kinds of sources. Firstly, the reports from international organizations on health education in schools published in the 1950s and 1960s. Secondly, journals, books and official documents published by public health and education organizations in Franco’s Spain. Findings Health education in schools evolved in three stages under Franco’s dictatorship. In the first stage (1939-1953), Spanish schools maintained an outdated “school health” approach in the teaching programs. In the second stage (1953-1965), the agreements with the USA in 1953 ended Spanish isolation, and the regime sought to follow the recommendations of international organizations. Efforts were made to “import” the WHO/UNESCO version of health education in schools but it failed to materialize. A program that sought to enhance citizen participation and to acknowledge their idiosyncrasies was unlikely to prosper in a dictatorship. However, the less threatening food and nutrition education program, encouraged by the FAO/UNICEF, did succeed. In the last stage (1965-1975) the Spanish education system entered a period of modernization in which the contents and methods of health education in schools were reformed in order to introduce the less conflictive aspects of the international recommendations. Originality/value The paper highlights the tensions between the aspirations to follow international programs and the recommendations on health education in schools and the difficulties of implementing such schemes under a dictatorship.