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Salvador Millaleo y Pablo Cárcamo
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MEDIACIONES
DEL SISTEMA
POLÍTICO
FRENTE
AL ACTIVISMO
DIGITAL
2
MEDIACIONES
DEL SISTEMA
POLÍTICO
FRENTE
AL ACTIVISMO
DIGITAL
3
Con el apoyo de
Salvador Millaleo y Pablo Cárcamo
MEDIACIONES
DEL SISTEMA
POLÍTICO
FRENTE
AL ACTIVISMO
DIGITAL
4
Mediaciones del sistema político frente al activismo digital
: mayo de
Fundación Democracia y Desarrollo.
Roberto del Río , Providencia
Teléfono (-)
Email contactoelquintopoder.cl
Santiago de Chile
Tipográca (www.tipograca.cl)
---
Este libro está licenciado bajo Creative Commons BY.
Este libro está disponible para la descarga gratuita en versiones pdf,
epub y mobi en www.elquintopoder.cl.
Mediaciones del sistema político frente al activismo digital es la tercera
publicación del proyecto «Medios sociales e incidencia ciudadana: ¿un
nuevo modelo de legitimidad política?», iniciativa de la Fundación
Democracia y Desarrollo que cuenta con la colaboración de
International Development Research Center (IDRC, Canadá, Proyecto
-) y ONG Derechos Digitales.
Esta publicación se realizó con el apoyo de una subvención del Centro
Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá.
Las opiniones expresadas acá no reejan necesariamente las del IDRC.
5
Contenidos
Sobre los autores .............................................................................................
Mediaciones del sistema político frente al activismo digital ....................
Sistema de medios digitales .....................................................................
Mediaciones digitales y establishment político en Chile .....................
Respuestas políticas frente al activismo digital
de los movimientos sociales ....................................................................
Respuestas del sistema político y mediaciones digitales en Chile ......
Conclusiones .............................................................................................
Referencias ................................................................................................
Anexo. Lista de entrevistados .................................................................
Comentarios
B G-B
Activismo digital, redes sociales e intermediación ..................................
C S B
Mediaciones, contextos y medios de los movimientos sociales ..........
L E. S
Las políticas públicas en el medio digital:
todas las políticas tienen público .............................................................
6
C A R
Hibridaciones asimétricas:
comunicación digital y nuevos actores políticos .....................................
7
Sobre los autores
Salvador Millaleo es Ph.D. en Sociología en la U. de Bielefeld y abogado.
Es profesor en las universidades de Chile y Andrés Bello. Su correo elec-
trónico es <smillaleo@hotmail.com>.
Pablo Cárcamo es licenciado en Sociología por la Universidad de Chile.
Investigador en ONG Derechos Digitales y miembro del blog Manzana
Mecánica dedicado a la cultura libre y la innovación social. Actualmente
investiga sobre open access en Chile, teoría de la producción y activis-
mo en redes sociales. Su correo electrónico es <pabloe.carcamo@gmail.
com>.
Sobre los comentaristas
Bastián González-Bustamante es magíster en Ciencia Política de la
Universidad de Chile. Está adscrito al Centro de Investigación Sociedad
y Políticas Públicas (CISPO) de la Universidad de Los Lagos y además es
parte del Centre for Social Conict and Cohesion Studies (Fondap-Coni-
cyt COES) de la Universidad de Chile, Ponticia Universidad Católica de
Chile, Universidad Diego Portales y Universidad Adolfo Ibáñez. Realiza
docencia en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Chile. Su correo
electrónico es <bastiangb@ug.uchile.cl>
8
Chiara Sáez Baeza es socióloga de la Universidad Católica de Chile y doc-
tora en Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha
sido investigadora del Departamento de Estudios del Consejo Nacional de
Televisión de Chile y colaborado en diversas investigaciones en la Facultad
de Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es integran-
te de la Mesa de Ciudadanía y TV Digital (www.ciudadaniatv.cl) como
representante del Programa de Libertad de Expresión y Ciudadanía del
Instituto de la Comunicacion e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile
donde es profesor asistente desde . Su correo electrónico es <chiara.
saez.baeza@gmail.com>.
Luis E. Santana es PhD© en Comunicacion y Master of Public Adminis-
tration por la Universidad de Washington y psicólogo por la Universidad
de Santiago de Chile. Es investigador asociado del Center for Communi-
cation and Civic Engagement de la Universidad de Washington. Actual-
mente investiga las campañas cívico-digitales como parte del Digital Ac-
tivism Research Project. Su correo electronico es <lesantan@gmail.com>.
Claudio Avendaño Ruz es licenciado en Sociología por la Universidad
de Chile, profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de
Santiago de Chile y director del Magíster en Ciencias de la Comunica-
ción de la misma Universidad. Doctor© en Comunicación y Periodismo
por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido consultor para la
Unicef, la Unesco y la Friedrich Ebert Stiung. Su correo electrónico es
<claudioave@hotmail.com>.
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Comentario de Bastián González-Bustamante
CISPO, Universidad de Los Lagos
Activismo digital, redes
sociales e intermediación
Introducción
En los sistemas políticos existen mecanismos de intermediación y agre-
gación de preferencias que están ligados a la dimensión representativa
de la democracia. Los mecanismos de agregación de preferencias más
asociados a las democracias contemporáneas suelen estar vinculados a
métodos de sufragio, y, por lo tanto, a sistemas electorales. La eciencia
en la agregación de preferencias permite un acople entre la ciudadanía y
los gobernantes, asimismo la ausencia de eciencia habla del surgimiento
de brechas de representatividad debido a la existencia de una distancia
entre el votante y el político mediano. Esto provoca una baja satisfacción
social respecto a las decisiones institucionales que emanan del sistema
político (Colomer y Negretto, 2003). En este sentido, los partidos polí-
ticos son un agente clásico de intermediación entre gobernantes (élite)
y gobernados (ciudadanos), ya que son una pieza central de los modelos
de reclutamiento político, los cuales se ven cruzados por el sistema legal,
electoral y de partidos, pero además están sometidos a las necesidades
de los seleccionadores y a las características de los aspirantes (Norris,
1997). En denitiva, la intermediación está vinculada estrechamente al
proceso que implica convertir a ciudadanos en políticos profesionales, es
decir, convertir a ciudadanos en miembros de la élite política gobernante.
Procesos de reclutamiento político más elitistas suelen implicar mayores
brechas y mayor riesgo de ineciencia en la agregación de preferencias.
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Otro agente de intermediación clásico entre élite y ciudadanía son los
medios de comunicación (Arriagada y Navia, 2013). Los motivos para
esto no son los mismos que en el caso de los partidos políticos. Desde
hace más de medio siglo, las campañas electorales en los sistemas demo-
cráticos han pasado a depender en gran medida de los medios de comu-
nicación. Mientras mayor alcance tenga un medio más importante tiende
a ser para las campañas electorales. Este fenómeno es conocido como
mediatización de la política. En este contexto, ciertas funciones clásicas
de los partidos políticos han sido asumidas por los medios de comunica-
ción. Esto también está vinculado a la construcción de agenda, proceso
mediante el cual las demandas de los distintos grupos de la sociedad se
convierten en asuntos que compiten por la atención de los gobernantes
(Tamayo y Carrillo, 2005).
Una perspectiva clásica distingue entre agenda pública y agenda for-
mal o gubernamental; la primera es aquella integrada por temas que son
objeto de una amplia atención por parte de la opinión pública, reconoci-
dos como asuntos públicos; la segunda dice relación con los temas que el
gobierno considera prioritarios (Cobb y Elder, 1983). De acuerdo a Ta-
mayo y Carrillo (2005), existen diversas tradiciones teóricas que explican
la formación de la agenda, algunas se vinculan al ciclo de atención de te-
mas, otras a las teorías sobre establecimiento e intermediación de agenda
entre medios (McCombs, 2004; McCombs y Valenzuela, 2007). También
existen enfoques vinculados a las teorías sobre cambio cultural (posma-
terialismo), al conocimiento que puedan tener determinados ciudadanos
sobre ciertos temas especícos en base a sus intereses (issue publics), y al
enfoque de sosticación de la agenda pública.
Precisamente el enfoque de sosticación de la agenda pública dice re-
lación con la reducción de los costos de información gracias al avance de
las tecnologías de información (TIC). Esto suele acompañarse por una
mayor facilidad para procesar información por parte de los ciudadanos
79
debido al sostenido aumento de los niveles educaciones en la mayor parte
del mundo. Esta combinación de elementos ha revolucionado el sentido
clásico de la opinión pública generando cambios en los ujos tradicio-
nales de información (Hermida, Fletcher, Korell y Logan, 2012). En esta
línea, las redes sociales online en Internet son consideradas por algunos
como redes electrónicas de comunicación interactiva (Castells, 1999). Al
respecto ciertos autores han sostenido que la disminución en los costos
de información y los cambios en los ujos de tradicionales de informa-
ción pueden acortar las brechas que existen entre élite y ciudadanía (Ba-
rreda, 2008; Rheingold, 2000).
Frente a esta postura de corte ciberoptismista se encuentra una po-
sición escéptica: el ciberpesimismo. Esta posición está asociada al des-
plazamiento que las nuevas tecnologías pueden generar sobre procesos
de socialización que tienen relación con la generación de compromiso
cívico y político (Nie, 2011; ver también González-Bustamante y Hen-
ríquez, 2012). Este enfoque considera que Internet ha promovido un in-
dividualismo que tiende a reforzar la fragmentación, lo que haría difícil
movilizar un compromiso real (Ludes, 2008; Millaleo y Cárcamo, 2013;
Shapiro, 1999).
En el corazón del debate entre ciberoptimistas y ciberpesimistas no
sólo está el desajuste de marcos y teorías, como señalan Valenzuela (2013)
y Millaleo y Cárcamo (2013), sino que además se encuentra la falta de
evidencia contrafactual. Resulta imposible saber si la ola de protestas que
ha atravesado el mundo en los últimos años hubiese ocurrido sin Internet
y redes sociales (Valenzuela, 2013; ver también Bailard, 2012). También
resulta imposible saber cómo serían las cosas sin Internet, aunque es po-
sible mirar lo que sucede con quienes se ven afectados en mayor medida
por la brecha digital (digital divide).
Esto más allá de resultar un impedimento para este tipo de estudios,
es una invitación a avanzar y superar el debate actual mediante una fuerte
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recolección de evidencia que permita caracterizar el activismo digital y
la manera en que el avance de las tecnologías de información impacta en
el sistema de medios y en el sistema político. En esta línea el trabajo de
Millaleo y Cárcamo resulta de gran relevancia.
Millaleo y Cárcamo se proponen identicar y comprender como los
actores establecidos del sistema político chileno perciben las comunica-
ciones políticas en los medios sociales. En este sentido, los autores en-
tienden como actores establecidos a los agentes formales con inuencia
dentro del sistema político, es decir, las élites políticas y las élites mediá-
ticas. La tesis central del estudio apunta a que en un sistema híbrido y
asimétrico que favorece a los medios tradicionales, las posibilidades de
que las expectativas de los activistas digitales encuentren eco en decisio-
nes políticas pasa a depender en buena parte del éxito de sus mediaciones
para permear en los medios tradicionales, sorteando de esta forma resis-
tencias de la élite.
El presente documento es un escrito que complementa el trabajo de
Millaleo y Cárcamo, por lo cual no se desarrolla en base al esquema clá-
sico de un artículo de investigación, su estructura obedece más bien al
formato de un ensayo, estructurándose en una serie de apartados que
constituyen un reejo del recorrido teórico-descriptivo desarrollado por
los autores. En la serie de apartados se vinculan nuevas reexiones teóri-
cas, se aportan datos empíricos e incluso se plantean algunas interrogan-
tes que resultan relevantes para reexionar sobre el tema abordado por
Millaleo y Cárcamo.
En una primera parte de este texto se aborda el rol que juegan los
medios de comunicación masiva en los sistemas democráticos y la doble
hibridación que cruza el sistema de medios. Posteriormente, se da cuenta
de la expansión de la esfera digital y del avance de Internet como medio o
canal por el cual se informan los chilenos, para gracar esto se presentan
datos de la serie de Encuestas Nacionales ICSO-UDP (2006-2010, 2013).
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En el apartado siguiente se aborda la relación de los medios sociales, la
comunicación política y las campañas electorales. Se aborda en detalle
el concepto de branding político y se presentan dantos del uso de redes
sociales online, particularmente Twitter, en el marco de campañas digita-
les dentro de campañas electorales. Se presentan datos del uso realizado
por los precandidatos presidenciales en las elecciones primarias de junio
de 2013. Luego, en el último apartado, se reexiona sobre las respuestas
frente al activismo digital, se comentan los cinco casos de activismo abor-
dados por Millaleo y Cárcamo a la luz del concepto de oportunidades de
mediación de Cammaerts (2012, 2013). Finalmente, se presentan unas
breves reexiones a modo de conclusión.
Un sistema de medios doblemente híbrido
El rol que juegan los medios de comunicación masiva en los sistemas
democráticos consiste en acercar lo político y los asuntos públicos a los
ciudadanos, pues para muchos de ellos la única forma de contacto con
los asuntos públicos es a través de los medios de comunicación (Iyengar
y McGrady, 2007). En este sentido, la relación entre los sistemas de me-
dios y las democracias es mutuamente dependiente (Arriagada y Navia,
2013). La democracia representativa supone la existencia de mecanismos
de intermediación y agregación preferencias, siendo los partidos polí-
ticos y los medios de comunicación agentes clásicos de intermediación
entre autoridades y ciudadanos (Arriagada y Navia, 2013; Graber, 2003;
Manin, 1998).
Sin ahondar más en el estrecho vínculo que existe entre los medios,
las distintas estructuras políticas y el comportamiento de los ciudadanos,
resulta bastante evidente que el sistema de medios está estrechamente
relacionado y vinculado con el sistema político. Ahora bien, al hablar del
sistema de medios es importante distinguir ciertos asuntos. Hallin y Man-
82
cini (2004) distinguen tres modelos de sistema de medios en democracias
avanzadas: el modelo liberal, el modelo corporativista democrático y el
modelo pluralista polarizado. El modelo liberal es de origen anglosajón
y se caracteriza por una alta profesionalización y un mercado de medios
bastante desarrollado, todo esto acompañado de una baja intervención
estatal. El modelo corporativista democrático posee una prensa con ele-
vada circulación y a la vez alta intervención estatal. El tercer modelo, el
pluralista polarizado, presenta una baja circulación de la prensa, ya que
la mayoría de lo que se produce tiene como público objetivo a la élite,
además existe un alto grado de politización y una baja profesionalización
de la prensa acompañada de una fuerte intervención estatal. De acuerdo a
Hallin y Mancini (2007) en América Latina se pueden encontrar modelos
híbridos, los cuales combinan elementos del modelo liberal y del modelo
pluralista polarizado.
Esta hibridación del sistema de medios de comunicación se suma a la
hibridación generada por la superposición entre el sistema tradicional y
el sistema de medios digitales. Esta situación fue advertida por Azócar y
Scherman (2009), pues la irrupción de Internet y las redes sociales en la
relación entre sistema político y los ciudadanos no formaba parte de los
modelos para explicar el funcionamiento del sistema de medios. En este
proceso de hibridación mediática, correctamente explicado por Millaleo
y Cárcamo, los viejos y los nuevos medios se asimilan y ensamblan mu-
tuamente, generando un sistema complejo basado en adaptación, inter-
dependencia y difusión del poder (Chadwick, 2013).
Esta segunda hibridación en el sistema de medios se ve potenciada
por el posicionamiento de Internet como un canal importante para obte-
ner información. El avance de las nuevas tecnologías de información ha
signicado el surgimiento de nuevos formatos. Esta situación hace po-
sible la distinción entre «nuevos medios» y «medios tradicionales», los
cuales convergen entre sí, pues, por ejemplo, los diarios impresos tienen
83
sus versiones online, o los canales de televisión suben contenidos a plata-
formas web (Arriagada y Schuster, 2008). Así se van dando un sinnúmero
de situaciones que implican un ensamblaje y una asimilación entre los
nuevos medios y los tradicionales, lo cual ha generado el surgimiento
de un entorno que altera los ujos tradicionales de información, pues
se generan espacios que implican nuevas relaciones y nuevas formas de
producción de contenidos (Hermida y otros, 2012; Shapiro, 1999).
Los nuevos ensamblajes en los ciclos y ujos de información generan
este nuevo entorno que se asocia a la existencia de múltiples canales y
plataformas. Esta situación provoca que las élites políticas y mediáticas
pierdan el control de los ujos de información, situación que tiende a
favorecer al activismo digital. Esto se da porque ciertas organizaciones o
grupos de la sociedad civil tienen, en el marco de iniciativas de activis-
mo digital, la oportunidad de posicionar sus temas en la agenda pública
desde un enfoque ligado a las teorías de sosticación del proceso de cons-
trucción de agenda. De esta forma estos grupos construyen una opinión
pública alternativa que constituye un contrapunto a la opinión homoge-
neizada que se tiende a generar en el marco de los contextos mediáticos
donde imperan las teorías de intermediación de agenda.
Lo anterior implica que las audiencias han pasado también a ser pro-
ductoras de contenidos, tal como señalan Arriagada y Navia (2013). En
este sentido, la tradicional relación vertical entre medios e instituciones
democráticas con audiencias, donde los primeros son los que controlan
la agenda, ha cambiado hacia una relación de carácter bidireccional y
horizontal.
La expansión de lo digital
La hibridación y ensamblaje descritos implica la existencia de un entorno
difuso entre lo tradicional y lo digital. Es en este contexto que las barreras
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entre el periodismo «clásico» y el periodismo digital se vuelven poco cla-
ras, aunque aquello no exime a esta díada de tensiones y rivalidades. Mi-
llaleo y Cárcamo dan cuenta del rol del periodismo digital como elemento
que permite una convergencia entre los entornos mediáticos tradicionales
con los digitales, y, además, aportan una serie de datos que muestran el
avance de lo digital como canal de consumo de información de los ciuda-
danos y el uso de redes sociales como herramientas periodísticas.
Con respecto al consumo de medios, desde hace algunos años existe
evidencia de un claro avance de Internet como canal que utilizan los ciu-
dadanos para informarse en Chile, particularmente desde el año 2008 en
adelante (Arriagada, Navia y Schuster, 2010). En el gráco 1 se presentan
datos sobre la frecuencia del consumo de medios en Chile en base a la
serie de Encuestas Nacionales ICSO-UDP (2006-2010).
Datos más recientes muestran que un 10,8% de las personas ha expre-
sado su opinión a través de redes sociales en Internet durante el último
año (Encuesta Nacional ICSO-UDP, 2013). El grueso de estas personas
Gráfico 1. Medios de comunicación que utilizan los chilenos para informarse
(2006-2010) (%) (Mención todos los días.) Fuente: Elaboración propia
en base a serie de Encuestas ICSO-UDP 2006-2010.
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son menores de 30 años y poseen un nivel socioeconómico relativamente
alto.
Esta tendencia creciente en el uso de Internet ha generado una res-
puesta de mercado en el sistema de medios de comunicación, la cual es
identicada con claridad por Millaleo y Cárcamo (ver también Grone-
meyer, 2013). Esta respuesta se reere a la creciente contratación de per-
sonas especializadas para realizar un monitoreo permanente de platafor-
mas como Twitter, Facebook, entre otras redes sociales. Cabe señalar que
el caso de Twitter es interesante, pues se ha convertido en una fuente de
información importante y en una poderosa herramienta para los perio-
distas (Ahmad, 2010; Lasorsa, Lewis y Holton, 2012; Small, 2011). Esto
es porque ofrece una inmediatez que resulta ventajosa para cubrir e in-
formarse sobre eventos noticiosos de último minuto, siendo funcional
al anhelo periodístico de «golpear». Esto se ratica con las entrevistas
realizadas por Millaleo y Cárcamo.
En denitiva, de acuerdo a Millaleo y Cárcamo, la inuencia de los
medios sociales sobre la agenda pública resulta incipiente aún, básica-
mente porque logran afectar la agenda cuando sus contenidos son selec-
cionados por medios tradicionales. Imponer temas desde el mundo digi-
tal parece algo complejo si se considera que las conversaciones digitales
obedecen a lógicas vinculadas al proceso de construcción de agenda, en
el cual el rol de los medios tradicionales tiene un gran peso (McCombs,
2004; Tamayo y Carrillo, 2005).
Medios sociales, comunicación política y campañas electorales
Los nuevos ensamblajes también aplican a las campañas electorales tal
como señalan Millaleo y Cárcamo. Los autores trabajan sobre una pri-
mera premisa que considera que los mensajes de la propaganda política
tradicional tienden a fallar ante un público más complejo, diverso y seg-
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mentado. Esta premisa es bastante acertada, tanto así que el marketing
político, en base al concepto de imagen de marca (branding político) y
al uso de medios y redes sociales online, busca desarrollar una relación
positiva entre el elector y el candidato, lo que en la lógica del marketing
empresarial sería el equivalente a la relación entre consumidor y marca.
En general, los medios y las redes sociales online han resultado ser
excelentes herramientas para el branding político, esto porque permiten
viralizar mensajes cortos que logan una alta tasa de replicación a muy
bajo costo, ayudando a generar ujos de información que permiten el po-
sicionamiento de temas y candidatos, generando cercanía y/o identica-
ción en la lógica del branding y el marketing político (Marsch y Fawcett,
2011; Phipps, Brace-Govan y Jevons, 2010).
Una segunda premisa importante con la que trabajan Millaleo y Cár-
camo tiene relación con que los medios sociales permiten eludir la inter-
mediación a través de la posibilidad de contacto directo entre ciudadanos
y las élites políticas. Eso implica ver a estos medios como herramientas de
comunicación directa entre ciudadanos y gobernantes, en base a lo cual
se puede suponer que facilitarían procesos de accountability y la propia
representación política.
Ambas premisas se pueden complementar, pero también se pueden
contraponer. Puede darse que los medios y las redes sociales online sólo
sean tomados como herramientas de branding en el marco de campañas
electorales (González-Bustamante y Henríquez, 2013). De esta forma la
elusión de intermediación se convierte en una simple ilusión, donde la
cercanía de un ciudadano con la élite gobernante resulta sólo una qui-
mera.
Es posible encontrar argumentos que refutan la idea de que la cerca-
nía entre ciudadanos y gobernantes a través de medios sociales sea una
ilusión, pero también es posible encontrar evidencia que respalda dicha
idea. En primer lugar, los políticos reconocen ciertos medios sociales,
87
particularmente plataformas como Twitter, como herramientas de comu-
nicación política que facilitan la representación (Straus, Glassman, Sho-
gan y Navarro Smelcer, 2013). Esto va en la línea de lo constatado me-
diante algunas entrevistas realizadas en el estudio de Millaleo y Cárcamo,
en las cuales ciertos políticos profesionales vincularon el uso de medios y
redes sociales a conceptos como cercanía, interacción, empoderamiento,
participación, entre otros. En segundo lugar, es posible que se utilicen
estos medios como simples herramientas de branding político, eludiendo
una comunicación interactiva. Esto va en la línea del predominio de las
estrategias de broadcasting que señalan Fábrega y Paredes (2013) para el
caso de Twitter particularmente. Mediante estas estrategias los políticos
privilegian la difusión de contenidos antes que la interacción con ciu-
dadanos u otros políticos. Existe una idea difundida de que los medios
y redes sociales sirven para difundir mensajes asociados a un gran ujo
de ideas, pero no resultan útiles para generar debate, situación que aplica
particularmente a las plataformas de microblogging como Twitter (Grant,
Moon y Grant, 2010; Small, 2011). Otro ejemplo palpable de esto es el
uso de medios y redes sociales en el marco de campañas políticas durante
los últimos años en Chile.
Las campañas digitales asociadas a campañas electorales en Chile han
mostrado tener el foco puesto en el branding y no en la participación
(González-Bustamante y Henríquez, 2012, 2013). En general los pro-
cesos de branding implican la creación de una identidad que el público
reconozca y con la cual sienta cercanía y/o identicación a través de la
encapsulación de información que permite una asociación con determi-
nados atributos positivos (Gri Round y Roper, 2012; Marsch y Fawcett,
2011). Para ejemplicar esto, en la tabla 1 se presentan datos de las pri-
marias presidenciales chilenas realizadas en junio de 2013.
Al mirar la actividad de los precandidatos presidenciales chilenos
en Twitter en el contexto de las primarias es posible advertir la genera-
88
ción de mensajes encapsulados y estandarizados (González-Bustamante,
2013a). Se realizó un seguimiento en base a técnicas utilizadas en inves-
tigaciones recientes (Congosto y Aragón, 2012; González-Bustamante,
2013b, 2014), las cuales recogen datos en base a las técnicas y enfoques
propuestos por Bruns y Burgess (2012). Para el caso de las primarias pre-
sidenciales de 2013, se midió la actividad desde el sábado 15 de junio
hasta el domingo 30 de junio, día en que se celebraron las elecciones. Esta
medición de dos semanas implicó la recopilación de un conjunto de datos
compuesto por 995 mensajes (tuits) emitidos por las cuentas de los seis
precandidatos en competencia. Los tuits emitidos suman 20.446 replica-
ciones (retuits, RT). La efectividad en la replicación y el crecimiento de
seguidores en las cuentas se aprecia en la tabla 1.
Es posible apreciar una buena performance de los candidatos de de-
recha, situación que permite suponer que la mayoría de los usuarios de
Twitter presentan una identicación ideológica con dicho sector. Esto ha-
bría que probarlo con evidencia más robusta. Sin embargo, lo que resulta
más interesante es la «forma» en que los precandidatos transmiten sus
Cuenta Cantidad de RT por
mensaje emitido
Seguidores
30 de junio Crecimiento
@allamand 145,29 156.572 (+) 2.407
@Pablo_Longueira 44,29 24.411 (+) 4.016
@ComandoMichelle 15,65 17.031 (+) 1.618
@Orrego 15,43 144.246 (+) 1.931
@AndresVelasco 47,62 117.862 (+) 5.322
@jagomez 21,85 69.990 (+) 2.873
Tabla 1. Efectividad y crecimiento de los precandidatos presidenciales en Twitter
durante dos semanas previas a la elección primaria (junio 2013).
Fuente: Adaptación en base a González-Bustamante (2013a).
89
mensajes a través de la red social. Para medir esto se realiza un análisis
de emotividad en base a las Aective Norms for English Words (ANEW)
(Bradley y Lang, 1999; ver también Bradley, 1994), particularmente uti-
lizando la adaptación al español SPANEW (Redondo, Fraga, Padrón y
Comesaña, 2007; ver también Congosto y Aragón, 2012; González-Bus-
tamante, 2013b, 2014) y un esquema de valores adaptado en base a las
medidas de tendencia central y la desviación estándar de las observacio-
nes de dicha adaptación (González-Bustamante, 2013b).
La metodología descrita permitió clasicar la valencia de los mensa-
jes, lo que hizo posible la agrupación de éstos en categorías tales como
«amistosos» o «no amistosos». También es posible ver la excitación y el
control en la emisión de los distintos mensajes. En el gráco 2 se puede
apreciar la valencia diaria de los precandidatos.
Los mensajes emitidos presentan un tono muy amigable o amigable,
pocos casos presentan un tono neutral. Los casos que presentan tonos
Gráfico 2. Valencia diaria de los precandidatos durante dos semanas previas a la
elección primaria (junio 2013). Nota. El rango de la valencia diaria va desde 4,36 a
7,85; M = 6,59; Mdn = 6,63. Las líneas del gráfico (valencia = 6,88; 5,81) representan
la división entre la zona muy amigable (zona superior del gráfico), la zona amigable
(zona intermedia del gráfico), y la zona neutral (zona inferior del gráfico).
Fuente: González-Bustamante (2013a).
90
neutrales concuerdan con la emisión de críticas a adversarios en el marco
de debates televisados o críticas a intensas protestas sociales ocurridas
por aquellos días, críticas realizadas especícamente por los precandida-
tos de derecha. A continuación se presenta la emotividad de los mensajes
emitidos por los distintos precandidatos (n = 995) (gráco 3). En gene-
ral, los mensajes que se ubican en el cuadrante amistoso (alta valencia) y
excitado corresponden a mensajes con tonos muy amigables y animados.
En general, estos datos muestran la emisión de mensajes encapsulados
y estandarizados, la gran mayoría con un tono muy correcto y amigable.
Esto denota la profesionalización que han adquirido las campañas digi-
tales en Chile, pero también sugiere que el uso de ciertas plataformas, en
este caso Twitter, apunta más hacia la difusión de mensajes y no hacia el
debate o la participación (Grant y otros, 2010). De hecho, la gran mayoría
Gráfico 3. Valencia y excitación de los tuits emitidos por los precandidatos
(n = 995) durante dos semanas previas a la elección primaria (junio 2013).
Nota. Las líneas del gráfico (valencia = 3,67; 5,81; excitación = 5,00; 6,03) representan
las divisiones entre la zona amistosa (zona alta del gráfico), zona neutral (zona inter-
media del gráfico), y zona no amistosa (zona baja del gráfico) para valencia; y la zona
calmada (zona izquierda del gráfico), zona neutral (zona central del gráfico), y zona
excitada (zona derecha del gráfico) para excitación.
Fuente: González-Bustamante (2013a).
91
de los mensajes analizados corresponde precisamente a difusión de no-
ticias y actividades de campaña y no a interacciones con otros usuarios.
Cabe señalar que lo anterior funciona en distintos sentidos. No sólo
los políticos pueden utilizar las redes sociales como una herramienta
para posicionar temas, pues las organizaciones y movimientos sociales
también lo pueden hacer. De hecho esta perspectiva que resalta una di-
mensión más ligada a la difusión de mensajes parece resultar de gran
utilidad para los movimientos sociales y grupos de interés en el marco de
actividades de ciberactivismo. Esto porque aquellos grupos difícilmente
tienen la capacidad de inuir en la agenda, capacidad que si suelen po-
seerlos partidos políticos o los actores con carreras destacadas.
En denitiva, cabe preguntase si las nuevas tecnologías abren un te-
rreno novedoso donde el ejercicio democrático resulta más participati-
vo o si vienen simplemente a ser herramientas que permiten movilizar
recursos y electorado disponibles para el uso de estrategas electorales y
expertos en marketing político. Ahora bien, para el ciberactivismo el uso
utilitarista no sólo pasaría por movilizar recursos (reducir los costos de la
acción colectiva), sino que también por la posibilidad de posicionar sus
temas en la agenda pública.
Respuestas políticas frente al activismo digital
En la última parte de su trabajo Millaleo y Cárcamo abordan cinco ca-
sos de activismo digital de los movimientos sociales, poniendo especial
atención en la relación entre el sistema político y la comunicación po-
lítica de los movimientos en Chile. Los distintos casos presentan inte-
rrelaciones de diferente intensidad entre los medios tradicionales y las
iniciativas de ciberactivismo en base medios sociales. Para este análisis
Millaleo y Cárcamo recurren al concepto de oportunidades de mediación
de Cammaerts (2012, 2013), el cual combina las teorías de la mediación
92
con las teorías de los movimientos sociales. Este marco conceptual impli-
ca trabajar bajo el supuesto de que los movimientos sociales dependen de
los medios de comunicación para concretar tres propósitos importantes:
movilizar apoyo político, legitimar sus demandas y ampliar el alcance del
conicto.
Uno de los casos tuvo una relación abiertamente compleja y de con-
frontación con el sistema de medios tradicionales. Se trata del caso de
Yo no Presto el Voto, campaña que fue impulsada por la Asamblea Coor-
dinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) y planteaba un tajante re-
chazo al sistema electoral y a la Constitución vigente. La confrontación
se dio porque la campaña consistió en una iniciativa abiertamente anti-
sistema, cuyo principal objetivo era aumentar el abstencionismo electo-
ral. Esto provocó un fuerte rechazo de los medios tradicionales y de la
élite política.
Por otra parte, hay dos casos que se pueden colocar en una dimen-
sión que implica cierta cooperación –y por lo tanto una penetración en
la agenda– entre medios sociales y los medios tradicionales. Estos casos
son Haz tu Voto Volar y la Ley Zamudio. El primer caso consiste en un
conjunto de actividades destinadas a buscar la aprobación del voto en el
exterior para los chilenos en miras a las elecciones presidenciales, parla-
mentarias y de consejeros regionales (CORE) en noviembre de 2013. Este
caso presenta una coordinación muy positiva entre los medios tradicio-
nales, sin embargo, esto se da principalmente porque esta iniciativa con-
taba con apoyo previo en el mundo político. El caso segundo caso, la Ley
Zamudio, se da en el contexto del violento asesinato de Daniel Zamudio
(joven homosexual de 22 años) realizado por un grupo con orientaciones
neonazis en marzo de 2012 en Santiago de Chile. Este dramático y la-
mentable suceso contribuyó a la generación de una ventana de oportuni-
dad –aludiendo al concepto de Kingdon (1984)– que permitió acelerar la
tramitación de la Ley Antidiscriminación. En este caso las iniciativas de
93
activismo digital, los medios tradicionales y la élite política se acoplaron
y el tema rápidamente pasó a dominar la agenda pública, impulsando
claros y tangibles efectos políticos.
Los dos casos restantes, la Ley Hinzpeter y Marca tu Voto AC, se pue-
den ubicar en una dimensión que implica conicto entre los medios so-
ciales y los medios tradicionales. El caso de la Ley Hinzpeter, proyecto de
ley que buscaba fortalecer el orden público endureciendo castigos asocia-
dos a actividades propias de protestas sociales, presenta un conicto entre
los medios sociales y los medios tradicionales. Sin embargo, el conicto
se logra superar y se impone la agenda de los movimientos sociales debi-
do a las intensas iniciativas de ciberactivismo. En este caso el concepto de
campaña viral fue clave. La campaña viral es un proceso de boca a boca
electrónico (word-of-mouth) en el cual los mensajes se transmiten de ma-
nera exponencial por medio del uso de dispositivos digitales. Para que la
transmisión sea viral los mensajes deben tener una tasa de crecimiento
mayor a uno. Esto implica que los receptores se convierten en emisores
re-transmitiendo el mensaje a más de una persona (Kaplan y Haenlein,
2011; van der Lans, van Bruggen, Eliashberg y Wierenga, 2010). En este
caso el éxito del proceso viral se basó en buena medida por el intensivo
uso de memes apelando al humor político y a la construcción de piezas
individuales de información (nodos) que se interconectan a un sistema
complejo de asociación que responde a estímulos especícos que activan
procesos de memoria que hacen resurgir la información asociada a deter-
minados eventos facilitando la difusión de mensajes y el posicionamiento
del tema (de Groot, 1989).
El caso de Marca tu Voto AC corresponde a un movimiento que im-
pulsó la iniciativa de marcar el voto con las siglas AC (Asamblea Consti-
tuyente) en las elecciones de 2013. Este caso también estuvo marcado por
la tensión entre los medios sociales y los medios digitales. Cabe señalar
que este movimiento no buscaba promover el abstencionismo ni anular
94
el voto, sólo buscaba promover marcar la papeleta con las iniciales AC.
Este caso presenta un despliegue comunicacional profesional con foco en
el marketing y la comunicación política. Es un gran ejemplo de cómo los
movimientos sociales pueden apropiarse de la perspectiva del branding
político en el marco del uso de nuevas plataformas y redes sociales, enfo-
que que a ratos pareciera ser de uso exclusivo de políticos profesionales o
gobiernos (Marsch y Fawcett, 2011).
En resumen cada caso abordado por Millaleo y Cárcamo buscó en
su momento aprovechar las oportunidades de mediación existentes en
base a un repertorio de contención digital. Básicamente se distinguen ini-
ciativas de e-movilización (uso de tecnologías para protestas e iniciativas
oine) acompañadas de innovadoras e-tácticas (Millaleo y Velasco, 2013;
ver también Earl y Kimport, 2011). Los resultados varían caso a caso y
en algunos se puede apreciar un mayor éxito que en otros. En general,
la búsqueda de apoyo político, legitimidad y la ampliación del conicto,
en la lógica de Cammaerts (2012, 2013), tienden a permitir el posiciona-
miento del tema en cuestión en la agenda pública.
Reflexiones finales
El trabajo de Millaleo y Cárcamo apunta a comprender como los actores
del sistema político perciben las comunicaciones políticas de los movi-
mientos sociales en los medios y redes. Esto en el marco de iniciativas
ciberactivistas que buscan ganar apoyo político, legitimarse y/o expan-
dir el conicto. Efectivamente se aprecia la existencia de un sistema (do-
blemente) híbrido y asimétrico que favorece a los medios tradicionales.
En este sentido, los repertorios de contención digital a los cuales pueden
echar mano los movimientos sociales buscan generar instancias de me-
diación para penetrar en el sistema político y en el sistema tradicional de
medios. Uno con una élite ciertamente cuestionada y evidentes brechas
95
entre gobernantes y gobernados, otro con una agenda mediática que mu-
chas veces resulta prácticamente imposible de penetrar y que tiende a
ignorar temáticas relevantes para los movimientos sociales.
La investigación de Millaleo y Cárcamo, al igual que las últimas pu-
blicaciones relacionadas con el proyecto «Medios sociales e incidencia
ciudadana: ¿un nuevo modelo de legitimidad política?», de la Fundación
Democracia y Desarrollo con la colaboración de International Develo-
pment Research Center (IDRC, Canadá) y la ONG Derechos Digitales
(ver Millaleo y Cárcamo, 2013; Millaleo y Velasco, 2013), constituyen un
gran aporte académico e intelectual para reexionar sobre el activismo
digital y el uso de nuevos medios en el actual contexto sociopolítico. Estas
publicaciones han aportado valiosos datos sobre iniciativas de activismo
digital. En esta oportunidad Millaleo y Cárcamo realizaron un amplio re-
corrido teórico-descriptivo que permite vislumbrar las mediaciones que
ocurren entre el sistema político y los movimientos sociales en el marco
de determinadas iniciativas de activismo digital de indudable relevancia
mediática. Su trabajo constituye un gran esfuerzo que aporta a la com-
prensión de la forma en que se puede entender la participación política
y la representación a la luz del nuevo siglo y con el inexorable avance de
la tecnología.
El mundo está cambiando de una forma nunca antes vista por nuestra
especie. Sin duda esto afectará a las formas clásicas de participación po-
lítica y la acción colectiva, es decir, la forma en que nos relacionamos y
organizamos socialmente. Es probable que estos cambios sucedan mucho
más rápido de lo que esperamos, pues nos hemos acostumbrado a ser tes-
tigos de grandes cambios en períodos muy cortos de tiempo. Reexionar
sobre estos temas es uno de los desafíos intelectuales más complejos y
apasionantes que tenemos por delante.
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