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http://doi.org/10.15366/cupauam2017.43.006 CuPAUAM 43, 2017, pp. 179-194
ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589
Las estancias de los dioses: la habitación 100 del yacimiento de
Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz)1
Habitats of gods: the room 100 of the site Casas del Turuñuelo
(Guareña, Badajoz)
Esther Rodríguez González
Sebastián Celestino Pérez
Instituto de Arqueología - Mérida (CSIC – Junta de Extremadura)2
Recibido: 15-06-2017
Aceptado: 15-09-2017
Resumen
Se presentan en este trabajo los resultados obtenidos durante la excavación de la estancia 100 del yacimiento de
‘Casas del Turuñuelo’ (Guareña, Badajoz). Para ello realizamos un recorrido a través de su arquitectura y de los ele-
mentos materiales documentados durante las excavaciones. A partir de su análisis planteamos una primera lectura
del espacio, donde incluimos su funcionalidad y comparativa con otros ejemplos documentados tanto en el núcleo de
Tarteso como en su periferia geográfica, el valle medio del Guadiana.
Palabras clave: Tarteso, valle medio del Guadiana, ‘Casas del Turuñuelo’, arquitectura en tierra, santuario, piel
de toro.
Abstract
In this paper we present the results obtained during the excavations in the ‘room 100’ in the settlement of ‘Casas del
Turuñuelo’ (Guareña). For that, we make an analysis through its architecture and the material elements documented
during the excavations. From the analysis of the excavations, we propose a first reading of this space, where we inclu-
de its functionality and relationship with other examples located in the territory of Tartessos as well as in its geogra-
phic periphery, the central Guadiana Valley.
Key words: Tartessos, central Guadiana Valley, ‘Casas del Turuñuelo’, earthen architecture, sanctuary, ox-hide.
1. INTRODUCCIÓN
La I Edad del Hierro del suroeste de la península
ibérica destaca por el significativo número de edificios
documentados durante las tres últimas décadas de
excavaciones arqueológicas, generalmente interpreta-
dos como santuarios (Arruda y Celestino, 2008;
Gomes, 2011). De este modo, la cultura tartésica está
representada principalmente por un elevado número de
yacimientos en los que la función cultual está muy pre-
sente, la mayoría de las veces como consecuencia de la
existencia de altares en forma de piel de toro extendi-
da, un símbolo recurrente para definir el horizonte de
1Este trabajo se integra dentro del Proyecto de Investigación
I+D+i: “Construyendo Tarteso: análisis constructivo, espa-
cial y territorial de un modelo arquitectónico en el valle
medio del Guadiana” (HAR2015-63788-P). Así mismo
forma parte de los trabajos que se desarrollan dentro de la
Unidad Asociada ‘ANTA’ (UAM-IAM) que actúa como
promotora de las labores arqueológicas que se llevan a cabo
en el yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’.
2Plaza de España, 15. 06800, Mérida (Badajoz) /
esther.rodriguez@iam.csic.es; scelestino@iam.csic.es.
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Tarteso (Escacena y Coto, 2010; Almagro-Gorbea et
al. 2012; Gómez Peña 2013, con bibliografía). De esa
manera, la religiosidad se convierte en uno de los
aspectos mejor conocidos de la cultura tartésica, aun
cuando únicamente nos aporta una visión muy parcial
de la sociedad que habitaba el suroeste peninsular entre
los siglos VIII – V a.C.; además, no se trata de un
hecho vinculado exclusivamente al núcleo de Tarteso -
el valle del Guadalquivir y Huelva- sino que se extien-
de de igual modo a sus periferias, en este caso al valle
medio del Guadiana, lugar donde se enclava nuestro
caso de estudio.
La identificación de estas estructuras con forma de
piel de toro como altares en los espacios de culto es un
hecho recurrente y exclusivo de la I Edad del Hierro;
sin embargo, se trata de un símbolo que también fue
adoptado por la cultura ibérica, extendiéndose por todo
el Levante y el noreste peninsular hasta al menos el
siglo IV a.C. La diferencia estriba en que en el mundo
ibérico estas singulares formas de piel de toro aparecen
como estructuras o emblemas tanto en el ámbito fune-
rario como en algunos espacios del entramado urbano;
si en el primer caso no parece haber dudas sobre su
identificación con el poder del difunto, en el segundo
se ha identificado más con hogares simbólicos que con
altares (Gómez Peña, 2013: 30), si bien conocemos
casos en los que las formas son muy similares a las
documentadas en el área tartésica, por lo que debieron
ejercer su misma función como altar en espacios cerra-
dos dedicados al culto, caso del altar de Lorca
(Cárceles, Gallardo y Ramos, 2011) o el de la calle
Císter de Málaga (Arancibia y Escalante, 2006).
La interpretación de estas estructuras es, pues, con-
fusa, lo que nos lleva a hacernos algunas preguntas:
¿se deben interpretar todos los edificios que contienen
estructuras en forma de piel de toro como santuarios?
¿es la función religiosa la única y exclusiva actividad
que se lleva a cabo en estos edificios? Posiblemente
no, pues el simple significado de santuario en la anti-
güedad no solo engloba la actividad religiosa, sino que
reúne en sí mismo varias funciones como lugar sagra-
do, pero también como centro comercial y punto de
interacción social e ideológica (Aubet, 2009). Así
mismo, a excepción de ejemplos como El Carambolo y
Cancho Roano, excavados en extensión, el conoci-
miento que tenemos de aquellos espacios en los que se
localizan altares en forma de piel de toro es parcial,
sirva el caso de Coria del Río como ejemplo (Izquierdo
y Escacena, 2001) , razón por la cual debemos ser cau-
telosos a la hora de definir la funcionalidad de estas
construcciones, contemplando la posibilidad de que
estas estancias formen parten de estructuras constructi-
vas más complejas cuya funcionalidad principal, o
exclusiva, no sea la religiosa.
Este es el punto de partida de nuestro trabajo que se
centra en el análisis arquitectónico y material de la
estancia 100 o H-100 del yacimiento de ‘Casas del
Turuñuelo’, presidida por un enorme emblema en
forma de piel de toro que hasta la fecha es el que ofre-
ce mayores dimensiones de los conocidos en el territo-
rio peninsular, razón por la cual esta construcción es ya
comúnmente conocida como el santuario de El
Turuñuelo; sin embargo, la escasa superficie excavada
hasta el momento impide aseverar tal hipótesis.
2. CONTEXTO TERRITORIAL Y CULTURAL DEL YACI-
MIENTO DE ‘CASAS DEL TURUÑUELO’
El yacimiento se localiza dentro de la comarca
natural de las Vegas Altas del río Guadiana, un territo-
rio definido por la suavidad de su topografía y la rique-
za agrícola de sus suelos. No se trata de un ejemplo ais-
lado, sino que forma parte de un complejo sistema
territorial presidido por un conjunto de construcciones
de adobe que controlan el paso del río Guadiana por el
territorio, pues todos ellos se sitúan justo en la con-
fluencia entre éste y uno de sus principales afluentes
(Rodríguez González, e.p.) (fig. 1), lo que convierte al
río en una de las principales líneas de comunicación de
este este espacio geográfico.
Esta categoría de asentamiento ha quedado englo-
bada bajo la denominación de edificios ocultos bajo
túmulo (Rodríguez González y Celestino, 2017: 225),
un modelo exclusivo del valle medio del Guadiana al
que pertenecen ejemplos como Cancho Roano
(Zalamea de la Serena) (Celestino, 2001, con biblio-
grafía) y La Mata (Campanario) (Rodríguez Díaz (ed.),
2004), hasta la fecha los únicos casos excavados en
extensión. De las trece elevaciones tumulares localiza-
das (Rodríguez González, e.p.b), el yacimiento de El
Turuñuelo de Guareña es el mejor conservado, tanto a
nivel arquitectónico como material, un hecho que nos
está permitiendo descifrar diversos aspectos de la cul-
tura tartésica que hasta la fecha nos eran desconocidos.
Este modelo territorial lo completan la presencia de un
asentamiento en altura, el yacimiento de El Tamborrio
(Villanueva de la Serena) (Walid y Pulido, 2013) al que
se supone un importante papel político y económico
como cabeza del territorio; los pequeños enclaves tipo
aldea y granja dedicados a la explotación agropecuaria
del entorno y las necrópolis (Rodríguez González y
Celestino, 2017).
Aunque tradicionalmente el territorio de Tarteso se
ha circunscrito al espacio que actualmente ocupan las
provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, identificado con
el núcleo de Tarteso según se desprende de las fuentes
literarias grecolatinas, lo cierto es que la región que
comprende al valle medio del Guadiana ha ocupado en
la arqueología un papel como periferia de éste desde,
al menos, finales del siglo pasado (AA.VV, 1990). Así
mismo, la prudencia a la hora de emplear el vocablo
Tarteso más allá del valle del Guadalquivir ha llevado
a que las regiones del interior, caso del Guadiana
Medio, hayan sido incluidas dentro de un período y de
una cultura denominada ‘Orientalizante’ que poco o
nada difiere de la realidad material que se detecta en la
arqueología tradicionalmente tartésica.
La crisis que en el siglo VI a.C. supuso la trasfor-
mación económica, política y territorial de Tarteso en
el valle del Guadalquivir, se va a traducir en la inaugu-
ración de una etapa de auge en el valle del Guadiana,
razón por la cual este territorio ha quedado incluido
dentro de la cultura tartésica, si bien a nivel cronológi-
co dentro de su fase más tardía. La similitud que se
detecta en los objetos, véase la cerámica o la toréutica,
así como en la arquitectura, permite hablar de una
herencia que hace extensible la aplicación del término
tartésico a las tierras del interior (Celestino, 2014); un
concepto que se viene empleando en la literatura cien-
tífica desde hace décadas (Rodríguez Díaz y
Navascués, 2001; Almagro-Gorbea, 1996; Jiménez
Ávila (ed.), 2017; Celestino y Rodríguez González,
(ed.) 2017; 2017) y que debemos seguir consolidando,
pues si es la población tartésica del valle del
Guadalquivir la que inaugura en el siglo VI a.C. el
modelo territorial que aquí se defiende y del que forma
parte el yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’, ¿por qué
debemos despojarle del adjetivo tartésico?
Lógicamente, esta cuestión está sujeta a matices,
pues el Tarteso que nosotros defendemos para el valle
del Guadiana no es una emulación de la cultura detec-
tada con anterioridad en el valle del Guadalquivir, del
mismo modo que existen diferencias entre los territo-
rios que conforman el alto y medio Guadiana. Esta
diferencia viene determinada por el sustrato indígena
que configura la cultura tartésica, desigual en el terri-
torio que comprende el suroeste peninsular, razón por
la cual el poblamiento tartésico del valle medio del
Guadiana goza de una personalidad propia que es
patente por la presencia de un conjunto de edificios de
fuerte influencia oriental encargados del control y la
gestión del territorio. Así mismo, la estabilidad del
modelo territorial del valle medio del Guadiana se
refleja en la duración del sistema que se mantiene sin
apenas alteraciones durante, al menos, dos siglos,
cuando todos los edificios tipo Cancho Roano son
incendiados y ocultados.
3. El yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’: la
Habitación 100
Los trabajos arqueológicos en el yacimiento de
‘Casas del Turuñuelo’ se iniciaron en el año 2014, aun-
que el yacimiento ya resultaba conocido desde que a
mediados de los años 80 del pasado siglo fuera inclui-
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Fig. 1. Mapa del poblamiento tartésico del valle medio del Guadiana.
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do en la Carta Arqueológica de Extremadura como un
yacimiento de cronología romana (Suarez de Venegas,
1986). El objetivo de estos primeros trabajos, consis-
tentes en la limpieza de los perfiles norte y oeste de
la elevación y en la ejecución de un sondeo en la parte
más elevada y occidental del mismo, era conocer la
potencia arqueológica del enclave y las fases crono-
lógicas que lo definen, pues las escasas referencias
bibliográficas que se poseían hasta ese momento
hacían referencia a la morfología y emplazamiento
del enclave (Jiménez Ávila, 1997), así como a los
materiales detectados en la visita al mismo
(Rodríguez Díaz, Pavón y Duque, 2004); pero nunca
se habían realizado trabajos arqueológicos que per-
mitieran corroborar la adscripción de este asenta-
miento al poblamiento de la I Edad del Hierro del
valle medio del Guadiana.
Desde entonces se han llevado a cabo tres cam-
pañas de excavación que apenas han permitido des-
enterrar un 10 % del total de las dimensiones del
túmulo que oculta el edificio de El Turuñuelo (fig. 2);
sin embargo, los resultados obtenidos hasta la fecha
permiten calificar al yacimiento como un ejemplo
único de la arqueología peninsular, entre otras razo-
nes porque conserva el alzado de sus dos plantas
constructivas, un hecho hasta ahora inédito dentro de
la arqueología protohistórica del Mediterráneo
Occidental.
Fig. 2. Vista aérea del túmulo de ‘Casas del Turuñuelo’. Se observa la superficie excavada tras finalizar la II Campaña
de Excavaciones en el año 2016. El contorno negro marca la localización de la estancia 100.
3.1. La arquitectura
La H-100 del Turuñuelo se localiza en el piso supe-
rior del edificio y presenta una planta rectangular en
eje este-oeste que ocupa una superficie de 60 m2 (fig.
3), lo que la convierte en uno de los espacios más
amplios de la arquitectura tartésica. Su construcción, al
igual que la de buena parte del edificio, se realizó
mediante el empleo del ladrillo y el adobe, fabricados
en dos medidas distintas (40 x 20 cm y 55 x 40 cm) y
con el empleo de cuatro tipos de arcillas diferentes. En
este caso, los muros que delimitan la estancia 100
poseen una anchura de 1,70 m y conservan una altura
de 1,50 m. Una vez levantados fueron cubiertos por
una capa de arcilla naranja que es la encargada de reci-
bir la decoración, en este caso un espeso enlucido que
en algunos puntos de la estancia conserva decoraciones
geométricas en relieve a modo de ondas. Estos muros
carecen de cimientos porque en realidad son la conti-
nuación de los muros de adobe de la planta inferior –
de 3 m de altura-, que sí descansan sobre un potente
cimiento de cuarcitas.
El único acceso a la estancia se localiza en su lado
oriental, un elemento recurrente en las construcciones
fenicias del Levante del Mediterráneo, orientadas a la
salida del sol (Esteban y Escacena, 2013), en este caso
concreto en eje con la escalinata monumental que per-
mite el acceso a la planta superior de la construcción.
La puerta posee una luz de 1,70 m (fig. 4), y está pre-
cedida por tres escalones y franqueada por dos pilares
cuadrangulares fabricados con ladrillos de arcilla que
fueron posteriormente encalados. Tanto el umbral de la
puerta, sobre elevado y también realizado a base de
ladrillo, como los pilares conservan las improntas de
los listones de madera que debieron conformar el sis-
tema de cerramiento de la estancia. Según el análisis
arquitectónico, la puerta alcanzaría una altura de 3,75
m, en correspondencia con el sistema de cubrición que
poseería la habitación y que analizaremos más adelan-
te; por su parte, los pilares estarían destinados a monu-
mentalizar el acceso a este espacio.
La superficie de la habitación se divide en tres
ámbitos bien diferenciados tanto por la estructura de
sus pavimentos como por los elementos arquitectóni-
cos que la conforman.
El ámbito 1 de la estancia se localiza en su extremo
occidental y se diferencia del resto por la presencia de
un pavimento realizado mediante losas de arcilla de 55
x 40 cm. Sobre su superficie pudo recuperarse un des-
tacado elenco de platos cuya tipología describiremos
más adelante así como una de las dos esteras de espar-
to localizadas en este ámbito. El elemento arquitectó-
nico secundario que la diferencia del resto es la pre-
sencia de una pileta semicircular encastrada en el suelo
y posteriormente forrada de cal de unos 0,80 m de pro-
fundidad. Según los análisis arqueométricos realiza-
dos3, se trata del mismo carbonato cálcico empleado
tanto en la fabricación del encalado de las paredes
como en la “bañera” que domina el tercer ámbito. La
excavación de la estructura nos permitió detectar en su
interior grandes nódulos de cal que suponemos que
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CuPAUAM 43, 2017: 179-194 Las estancias de los dioses: la habitación... 183
3Agradecemos a Alberto Dorado, técnico de Laboratorio y
colaborador activo del Proyecto, la elaboración de los aná-
lisis de la “bañera” la pileta y de los vasos cerámicos en el
Laboratorio de Arqueometría del Departamento de
Prehistoria de la Universidad de Granada.
Fig. 3. Vista aérea de la estancia 100 del yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’. En la parte inferior de la imagen
se señalan los tres ámbitos descritos dentro del texto.
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formarían parte del alzado de la estructura, hoy perdi-
do como consecuencia de la destrucción a la que fue
sometido el edificio antes de su amortización.
El ámbito 2 corresponde al centro de la estancia en
cuyo eje se levantó una estructura de adobes en forma
de piel de toro extendida (fig. 5) que obliga a circular
por los laterales de la estancia. La estructura tiene unas
dimensiones de 2,30 x 1,31 m, lo que la convierte en la
de mayor tamaño de las conocidas hasta la fecha. Si
nos ceñimos a la catalogación de los altares realizada
por Escacena e Izquierdo (2010), la estructura del
Turuñuelo cumple los cuatro criterios establecidos
para distinguir “los altares propiamente dichos de
otras “mesas” de servicio” (Escacena e Izquierdo,
2010: 27): su forma de piel de toro extendida, si bien
presenta un estrangulamiento en la zona nororiental
que desvirtúa la forma característica de estos altares;
su orientación astronómica Este-Oeste; la existencia de
restos de cremación sobre la estructura y, por último, el
carácter exento de la construcción. La
singularidad del altar reside en la cons-
trucción de un pequeño focus circular
con el borde ligeramente elevado y
redondeado fuera de la plataforma y ado-
sado a su lado norte, donde se llevarían a
cabo los últimos sacrificios; pero no hay
duda de que también se realizaron cre-
maciones sobre la plataforma del altar
cuyas cenizas, carbones y huesos fueron
posteriormente barridas, o al menos eso
indica la torrefacción que sufrieron los
adobes en la superficie y la elevada can-
tidad de carbones y cenizas que rodean
la plataforma. Es probable que en los
momentos previos a la destrucción del
edificio se realizaran sacrificios relacio-
nados con el banquete que obligaron a
construir ese pequeño focus circular
mientras se limpiaba el altar antes de su
abandono.
El altar aun no se ha excavado en su
totalidad por la enorme complejidad
que presenta, y no descartamos que
exista una estructura anterior sobre la
que se levantó el que nos ocupa. El altar
no responde a la típica construcción
sobre elevada de los casos mejor cono-
cidos del área tartésica, donde tan solo
el caso del Carambolo es una excepción
(Fernández Flores y Rodríguez Azogue,
2005). El ejemplar del Turuñuelo se
levantó sobre un diseño previo dibujado
en el suelo de la habitación y realizado
a base de pizarra y cal; posteriormente,
el interior del dibujo trazado en forma
de piel de toro se rellenó con adobes
amarillos rematados en los extremos por
un filete de arcilla marrón. Por último, en el exterior
del lado oriental del altar se practicó una pequeña
zanja que ocupa todo el ancho de la estructura en
cuyo interior se halló un plato y un pequeño palo de
poste hincado de 20 cm de altura; mientras, en el
exterior del lado occidental, en su centro, se docu-
mentó un pequeño relieve cuadrangular que recuerda
mucho al remate que presenta el altar de Coria del
Río o los pectorales del Carambolo (Escacena, 2000:
177-184). Pero sin duda lo más original es el hallaz-
go sobre el altar de una pequeña piel completamente
carbonizada que en el momento de la excavación
mantenía intacta su forma original; estamos aun pen-
dientes de los análisis de esta piel que parece respon-
der a una pequeña oveja o cabra recién nacidas.
No cabe duda, pues, de la importancia y significa-
do de esta estructura construida en el eje central de la
estancia, lo que sumado al resto de elementos arqui-
Fig. 4. Vista de la puerta de acceso a la estancia 100 del yacimiento
de ‘Casas del Turuñuelo’. A. Vista desde el interior de la estancia antes
de desmontar el relleno de la puerta. B. Vista desde el exterior donde
se aprecian los tres escalones que dan acceso a la estancia.
tectónicos secundarios localizados en la habitación,
justifican el carácter ritual que tuvo todo este espacio.
No obstante, únicamente la excavación de la planta
inferior de la construcción sobre la que se sostiene esta
estructura, nos permitirá conocer la naturaleza de la
misma, pues nos mostrará si se trata de un elemento
completamente integrado en el pavimento de la habita-
ción o si, por el contrario, es una estructura recrecida
que se proyecta desde la planta inferior, un hecho que
ya se documentó en la estancia principal o H-7 de
Cancho Roano A (Celestino, 2001: 50).
El ámbito 3 se localiza en el extremo oriental de la
estancia, donde se ubica el acceso. El pavimento de este
sector es de arcilla apisonada y parece que estuvo
cubierto de finas lajas de pizarra hoy muy alteradas
como consecuencia del incendio que el edificio sufrió al
final de su vida. Este ámbito está dominado por la pre-
sencia de un podio o pedestal en forma de ‘U’ adosado
al muro sur de la habitación. La estructura conserva
unas dimensiones de 2 x 1 m y está construida a partir
del empleo de adobes que posteriormente fueron forra-
dos de pizarras, lo que le da una tonalidad más oscura
que contrasta con el blanco empleado en las paredes.
Sobre el pedestal de adobe se localizó uno de los
elementos más singulares del yacimiento. Se trata de
un gran recipiente fabricado a partir de un bloque de
cal que posteriormente fue vaciado, como así lo atesti-
gua la presencia de un repiqueteado en la cara interna
del mismo. Su forma responde a una posible “bañera”
-contenedor de líquidos- o incluso a un sarcófago (fig.
6), pues sus dimensiones internas son de 1,53 x 0,46 m,
lo que permitiría albergar un cuerpo ligeramente fle-
xionado. Sin embargo, la ausencia de evidencias fune-
rarias no nos permite certificar está hipótesis, al tiem-
po que la inexistencia de paralelos no nos posibilita dar
por cerrada ninguna de las dos ideas. Hasta la fecha, y
salvando las distancias, el ejemplo más similar docu-
mentado en la Peninsular Ibérica es la pileta rescatada
por Carriazo durante las excavaciones de El
Carambolo, con el matiz de que sus dimensiones son
muy inferiores (Carriazo, 1980: 276-277; Belén y
Escacena, 1997: 111), si bien no habría que descartar la
posibilidad de que se tratara de un exvoto que repro-
duce un ejemplar de un tamaño como el del Turuñuelo.
Llama la atención que el contenedor se encontraba
decorado en una de sus caras, justo la que adosa al
muro de cierre, un hecho bastante extraño si tenemos
en cuenta que la decoración fue realizada para no ser
vista. Se trata de dos motivos incisos que han sido
interpretados como una estrella de cinco puntas y un
símbolo geométrico de tres puntas, dos motivos muy
presentes en la iconografía de esta cronología como se
documenta en algunos ejemplares de cerámica gris
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Fig. 5. Vista aérea de la estructura en forma de piel de toro localizada en el centro de la estancia 100
del yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’.
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procedentes de las excavaciones de la necrópolis de
Medellín (Almagro-Gorbea, 2008: 754-771), próxima
al yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’, o los ejempla-
res localizados en las intervenciones de Talavera la
Vieja (Salgado, 2006: 137).
El último elemento arquitectónico secundario loca-
lizado en la estancia es un extenso banco corrido ado-
sado al muro norte. La estructura conserva unas
dimensiones de 5,66 x 0,66 m, aunque su extremo
oriental se encuentra seccionado por la ejecución de
una gran fosa que fue practicada en el pavimento de la
esquina noreste de la habitación. El banco está cons-
truido a partir de adobes que posteriormente fueron
forrados con lajas de pizarras de las que todavía se
conserva algún ejemplar. Así mismo, el banco contaba
con un pequeño pedestal en su frente para apoyar los
pies y debió estar complemente decorado con apliques
realizados con arcilla de los que únicamente conserva-
mos un ejemplo en su cara oeste. Este magnífico banco
es el elemento que unifica los tres ámbitos de la “habi-
tación 100”.
Uno de los problemas con los que nos hemos teni-
do que enfrentar en la excavación ha sido la localiza-
ción de los suelos. En efecto, si el ámbito 1 estaba con-
formado por lajas de arcilla rojas y el ámbito 3 conser-
vaba, solo junto a la puerta, restos de pizarras, lo cier-
to es que el resto de la habitación, así como los otros
espacios excavados en la planta superior, no poseen un
buen estado de conservación, presentando bastantes
irregularidades que rompen su horizontalidad. Se trata
de un hecho inusual si los comparamos con los docu-
mentados en otros casos de estudio, como los del Cerro
Borreguero (Celestino y Rodríguez González, e.p.) o
Cancho Roano, los ejemplos cronológica y geográfica-
mente más cercanos que se caracterizan por tener sue-
los de un rojo intenso procedente de las continuas
capas de arcilla que se aplicaban cada cierto tiempo.
Hay dos motivos que justifican tanto la falta de regula-
ridad de los suelos como la ausencia de una capa roja
que unifique los espacios. En primer lugar, debemos
tener en cuenta que estamos describiendo la planta
superior del edificio, por lo que no sabemos cual es el
grado de colmatación de la planta inferior que ha podi-
do incidir en la estabilidad de los suelos y provocar
hundimientos parciales como hemos podido documen-
tar. Por otra parte, uno de los hallazgos más significa-
tivos del Turuñuelo son los tejidos, y especialmente en
esta habitación 100 los restos de esteras de esparto que
han aparecido dispersas por toda la habitación; este
hecho nos hace pensar que el suelo de la habitación no
fue revestido de rojo a base de arcilla, sino que estaba
completamente cubierto de estas esteras.
El último aspecto arquitectónico que nos resta por
analizar es el sistema de techado de la estancia, sin
duda uno de los análisis más complejos que hemos
emprendido en el yacimiento. Los ejemplos conoci-
dos hasta la fecha en el suroeste peninsular han per-
mitido caracterizar el sistema de cubrición de este
tipo de construcciones a partir de la fabricación de
techos planos (Díes Cusí, 1994) realizados mediante
Fig. 6. Imagen de detalle de la ‘bañera’ o ‘sarcófago sobre el pedestal en forma de ‘U’.
la combinación de entramados de madera y ramajes
que, posteriormente, se forran de barro para darles
consistencia e impermeabilizarlos. Sin embargo, la
estancia 100 del yacimiento del Turuñuelo no permi-
te la ejecución de este sistema por dos razones funda-
mentales: las grandes dimensiones de la misma y la
ausencia de vigas o pies derechos que permitan soste-
ner una techumbre plana.
Frente a esto, el análisis arquitectónico de los
muros que cierran la habitación y de un conjunto de
ladrillos cocidos localizados sobre el suelo de la
estancia durante la excavación, nos lleva a plantear
la hipótesis de la existencia de una falsa bóveda
fabricada con ladrillos mediante la técnica de aproxi-
mación de hiladas. Pero además, el alzado del muro
sur conservado ha permitido documentar cómo a
pesar de que éstos arrancan rectos del suelo, comien-
zan a curvar a intervalos regulares a medida que van
creciendo en alzado (fig. 7); por otra parte, el análi-
sis arqueométrico realizado sobre los ladrillos recu-
perados en el interior de la estancia, principalmente
en su zona central, nos ha permitido saber que todos
fueron cocidos en ambientes oxidantes a unos 900 ºC
y que contienen una gran cantidad de materia vege-
tal, lo que aumenta la plasticidad y reduce el peso de
los mismos. Además, los ladrillos han sido sometidos
a análisis de resistencia a la compresión4, lo que ha
permitido conocer que su resistencia es de 9,8
kg/cm2, dato que afianza la hipótesis de cerramiento
planteada y cuyos resultados técnicos están pendien-
tes de ser publicados.
3.2. Los materiales (fig. 8)
La cantidad de materiales recuperados durante las
excavaciones de la estancia 100 de El Turuñuelo es
muy elevado, razón por la cual presentamos en este
trabajo una síntesis en la que se recogen los elementos
más significativos del conjunto, teniendo en cuenta
solo aquellos que han sido documentados en un nivel
de uso, pues el volumen procedente del relleno de la
habitación será objeto de estudio dentro de una memo-
ria de excavación futura.
Como suele ser habitual en todos los yacimientos
arqueológicos, y los edificios tartésicos bajo túmulo no
son excepción, el mayor porcentaje del material recu-
perado se corresponde con cerámicas. Además, un
aspecto particular que presenta esta estancia de El
Turuñuelo es que la mayor parte de las formas recupe-
radas se corresponden con platos o cuencos, un hecho
que hemos puesto en relación con la celebración de un
banquete antes de su clausura. Esta hipótesis casa a la
perfección con la lectura extraída de la excavación de
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4Análisis realizado por Javier Solís Rovira, de la Escuela de
Arquitectura de la Universidad de las Palmas de Gran
Canaria
Fig. 7. Sección del muro sur que cierra la estancia donde se aprecia la curvatura del paramento y
reconstrucción 3D de la hipótesis.
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188 Esther Rodríguez y Sebastián Celestino CuPAUAM 43, 2017: 179-194
otros espacios del edificio, caso de la habitación sur,
donde la presencia de elementos para el consumo del
vino y la carne certifican la existencia de un gran ban-
quete al final del uso del edificio.
De todo el conjunto de platos/cuencos recuperados
hemos seleccionado una muestra de 14 fragmentos
para su análisis arqueométrico, teniendo en cuenta para
ello los diferentes tipos de pastas cerámicas documen-
tadas. Los análisis de difracción de rayos X, efectuados
en el laboratorio de Arqueometría de la Universidad de
Granada5, permiten determinar que los platos fueron
fabricados en el entorno del propio yacimiento, hasta
el punto de que las arcillas empleadas coinciden con
las utilizadas en la fabricación de los ladrillos y los
adobes utilizados en la construcción del edificio. Tan
solo se han detectado cuatro muestras de procedencia
alóctona, pero cuya composición marca una región
geológica próxima al yacimiento de El Turuñuelo. Este
dato nos lleva a barajar la posibilidad de que entre los
recipientes recuperados en el yacimiento del
Turuñuelo haya producciones procedentes de enclaves
próximos, como Cancho Roano o La Mata, edificios
contemporáneos a nuestro caso de estudio y compo-
nentes de una misma realidad territorial, de ahí que ya
se haya sugerido en más de una ocasión la posible exis-
tencia de relaciones comerciales y económicas entre
los diferentes edificios tartésicos del valle medio del
Guadiana (Rodríguez González y Celestino, 2017;
Rodríguez González, e.p.).
La recuperación de más de un centenar de platos
nos ha llevado a establecer una tipología de los mismos
que sirva para sistematizar el registro de las produc-
ciones locales documentadas durante la excavación del
resto del edificio, lo que agiliza las labores de registro
5Ver nota 3.
Fig. 8. Planimetría de la estancia 100 del yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’ y localización de los diferentes
objetos hallados durante las excavaciones de la misma.
de los materiales (fig. 9). Así mismo, de la presencia de
un número tan elevado de ejemplares (pues debemos
añadir la ingente cantidad de cerámica que está apor-
tando la excavación en otras zonas del edificio) se
deduce la existencia de un lugar próximo al Turuñuelo
dedicado a las labores alfareras; pero además debió
existir una importante actividad no solo para la elabo-
ración de los diferentes tipos de formas cerámicas
documentados, ánforas incluidas, sino que suponemos
la presencia de hornos de gran calibre o espacios des-
tinados a cocer o secar la enorme cantidad de ladrillos
y adobes, respectivamente, que se emplearon para
construir el edificio.
El conjunto recuperado en la estancia 100 del yaci-
miento de ‘Casas del Turuñuelo’ presenta un perfil de
casquete esférico, a excepción de un ejemplar que
posee carena. La regularidad del perfil y de las bases,
entre las que se distinguen formas planas o con un pie
ligeramente desarrollado, nos lleva a diferenciar los
tipos por la diversidad de sus bordes, entre los que
hemos establecido seis tipos: simple, almendrado,
apuntado, triangular, exvasado y apuntado al exterior;
distinguiendo dentro de ellos diferentes variantes o
subtipos, lo que demuestra que no existe una produc-
ción estandarizada en lo que a este tipo de recipientes
se refiere.
Junto a los platos se han recuperado algunas urnas
decoradas a cordón que fueron halladas frente a la
puerta que da acceso a la estancia. Este es el único
material de almacenaje documentado en el interior de
esta habitación, pues las ánforas, muy abundantes,
están ausentes en este espacio. Algo similar ocurre
con la cerámica griega, tanto las copas tipo Cástulo
como las de imitación, presentes en otras estancias
del yacimiento pero solo representadas en la H-100
por tres pequeños fragmentos de barniz negro sin
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Fig. 9. Tabla tipológica de las producciones de platos documentados en la estancia 100 del yacimiento
de ‘Casas del Turuñuelo’.
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forma recuperados en el relleno y no sobre el pavi-
mento de la habitación.
En cuanto a los metales, destaca el reducido volu-
men de restos recuperados sobre el suelo, sobre todo si
lo comparamos con otros espacios del yacimiento; sin
embargo, llama la atención que estos escasos objetos
pertenezcan principalmente a braseros de bronce, de
los que hemos recuperado numerosos fragmentos de
sus bordes, pero también varias asas en forma de
omega, remaches cónicos o remates en forma de mano.
A pesar de que se recogieron más de 4 kg de bronces
junto a la puerta de la habitación 100, en ningún caso
se pueden reconstruir ejemplares completos, pues el
alto grado de oxidación que presentan las piezas metá-
licas de El Turuñuelo hace que los objetos fabricados
mediante la técnica de batido aparezcan completamen-
te desintegrados, a excepción de las piezas fundidas
antes aludidas. No obstante, cabe señalar que en el
relleno de la estancia localizamos una fíbula de doble
resorte completa, por el momento uno de los objetos de
cronología más antigua de los localizados en las exca-
vaciones de El Turuñuelo. Su aparición nos lleva a
pensar en la posible existencia de niveles constructivos
correspondientes a cronologías más antiguas; un hecho
que pudo constatarse en el caso de Cancho Roano,
donde en su fase A fueron recuperados objetos que
podían remontarse a cronologías del Bronce Final, lo
que afianza la legitimidad del sitio elegido para erigir
el edificio (Celestino, 2001: 49-50).
Dentro de la estancia 100 también estaban presen-
tes los marfiles u objetos fabricados con hueso, caso de
las pequeñas placas rectangulares documentadas junto
a la pileta semicircular; sin embargo, dos piezas sobre-
salen por encima del resto. La primera de ellas es una
pequeña caja rectangular (fig. 10a) de la que se con-
servan sus cuatro placas de marfil decoradas, así como
los clavos que las fijaban a la estructura de madera. Las
placas correspondientes a los lados cortos representan
sendos leones, uno engullendo la pata de un cérvido y
otro devorando un barco, dos motivos de inspiración
oriental muy presentes en la eboraria tartésica, caso de
los marfiles documentados en el valle del Guadalquivir
(Aubet, 1978; 1980; 1981; Le Meaux, 2010). Por su
parte, las placas de los lados mayores representan dos
procesiones, una de barcos y otra de peces, dos moti-
vos desconocidos hasta la fecha en este tipo de pro-
ducciones pero que llaman la atención al haber sido
localizados en un yacimiento del interior.
El segundo marfil se corresponde con una pequeña
placa documentada sobre el suelo en un espacio muy
afectado por el incendio final del edificio, de ahí que
su estado de conservación sea peor (fig. 10b). En ella
parece representarse un bóvido sedente, aunque única-
mente ha podido recuperarse un fragmento en el que se
distingue una de sus patas. La singularidad de esta
pieza reside en que toda la incisión que enmarca el
dibujo está decorada con hilo de oro, un ejemplo único
dentro de la eboraria recuperada en la Península
Ibérica y que también es extraña en otros yacimientos
coetáneos del Mediterráneo. Esta circunstancia nos
hace sospechar que muchas de las piezas de marfil que
conocemos tal vez también contaran con este tipo de
decoración; sin embargo, la acción del fuego o el paso
del tiempo habrían provocado la pérdida de la misma,
un hecho contrario a lo ocurrido en el yacimiento de El
Turuñuelo, donde el fuego favoreció la adhesión del
hilo de oro a la pieza, conservándose parte del mismo
hasta la actualidad.
Fig. 10. A. Caja de marfil y dibujo de las diferentes placas que la componen. B. Fotografía del fragmento de marfil
decorado con hilo de oro e imagen de detalle de la decoración.
Durante los trabajos de excavación del suelo de la
estancia pudieron recuperarse los dos primeros frag-
mentos de tejidos del yacimiento, así como un amplio
conjunto de semillas. En lo que a los tejidos se refiere,
y como ya hemos aludido anteriormente, se trata de
dos esteras de esparto localizadas en el eje central de la
habitación, una en el extremo occidental, sobre el suelo
fabricado con ladrillo, y otro en el extremo oriental,
frente a la puerta de acceso. Los restos de fibra vegetal
han quedado fosilizados sobre el suelo y en varios
fragmentos de cerámica, lo que ha permitido recuperar
parte del trenzado empleado en la fabricación de las
esteras6. Por su parte, la acumulación de semillas fue
localizada frente a la pileta semicircular. Los análisis
realizados han permitido concluir que se trata princi-
palmente de semillas de cebada7, un grano muy pre-
sente en el yacimiento, pues se han localizado grandes
acumulaciones tanto en el vestíbulo que da acceso a la
estancia como en el patio del edificio.
Por último, hemos de señalar el hallazgo de un
pequeño betilo (fig. 11) durante las labores de excava-
ción y desmonte de la puerta que da acceso a la estan-
cia. Éste había sido depositado en el relleno empleado
para el sellado de la puerta en posición invertida. La
pieza es de procedencia exógena, pues se trata de una
piedra de alta densidad, similar a los dos ejemplares
localizados en las excavaciones de Cancho Roano
(Celestino, 2001b), aunque en este caso el ejemplar de
El Turuñuelo es de pequeñas dimensiones. Su apari-
ción en el sellado que marca la amortización y clausu-
ra de la estancia principal del yacimiento, avala una
vez más el carácter cultual que posee este espacio.
El análisis de los materiales documentados en las
excavaciones de ‘Casas del Turuñuelo’ ha sido, y
siguen siendo, fundamental para comprender no solo
la funcionalidad de las estancias, sino también el sis-
tema de amortización y ocultación del edificio. De
ese modo, el hecho de haber registrado fragmentos de
un mismo elemento o artefacto en diversas unidades
estratigráficas nos permite determinar que el edificio
no fue amortizado mediante el derrumbe de la cons-
trucción, como ocurre en el caso de Cancho Roano,
sino que fue rellenado de manera intencionada tras
romper gran parte de los elementos que lo componí-
an. La bañera es el mejor ejemplo de ello, pues su
base fue lo único que se pudo documentar in situ,
mientras que los fragmentos que conforman sus pare-
des fueron recogidos en diferentes unidades estrati-
gráficas y a diversas cotas, lo que demuestra que la
colmatación del edificio se realizó mediante el verti-
do de materiales y elementos constructivos.
La fecha de amortización de la estancia se sitúa a
finales del siglo V a.C. a tenor de los materiales recu-
perados; en consonancia con el incendio y ocultación
del resto de enclaves conocidos en el valle medio del
Guadiana, como el caso de los edificios de Cancho
Roano y La Mata o el que hasta la fecha es el único
poblado localizado en altura, el del Tamborrio (Walid
y Pulido, 2013; Rodríguez González, e.p.). Las causas
que explican el final de este sistema territorial, activo
desde finales del siglo VII a. C., son todavía descono-
cidas. Tradicionalmente, se ha eludido a la denomina-
da crisis del 400 a.C. (Rodríguez Díaz, 1994) provoca-
da por la presión que los pueblos de la Meseta comen-
zaron a ejercer sobre estos territorios. Sin embargo, la
ausencia de indicativos de violencia, pues las armas
son objetos casi desconocidos en Tarteso (Gracia,
2003), y la ingente cantidad de mano de obra y tiempo
que requiere la ocultación de un edificio como el de El
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6En estos momentos todos los tejidos recuperados en el
yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’ están siendo objeto
de estudio dentro del Proyecto ERC Starting Grant (2013-
2018): ‘PROCON’. Production and Consumption: Textile
Economy and Urbanisation in Mediterranean Europe
1000-500 BCE, de la Universidad de Cambridge.
7Los análisis carpológicos se han llevado a cabo en el
Laboratorio de Paleoambiente del Centro de Humanidades
y Ciencias Sociales del CSIC. Agradecemos a Leonor Peña,
Elena López-Romero y Esther Checa el trabajo realizado.
Fig. 11. Betilo documentado en el desmonte de la
puerta que da acceso a la estancia 100 del yacimiento
de ‘Casas del Turuñuelo’.
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Turuñuelo, no permiten mantener esta hipótesis como
justificación del final de Tarteso en las tierras del inte-
rior. Por esa razón, y a la espera de los análisis paleo-
ambientales definitivos de la zona, comenzamos a
barajar la posible existencia de un cambio en el clima
que obligaría a las poblaciones de este espacio a des-
plazarse a otros lugares, dejando ocultos antes de su
marcha aquellos monumentales edificios que habían
actuado como cabezas de control político y económico
de este extenso territorio. Tal vez la descomunal ofren-
da documentada en el patio del edificio, con numero-
sos caballos y vacas sacrificados, grandes cantidades
de grano guardados en sacos o elementos de especial
riqueza como vasos de pasta vítrea, juegos de ponde-
rales, arreos de caballos, elementos de bronce y hierro,
etc., sea una muestra de ese abandono obligado por
causas climáticas adversas, lo que les obligaría en defi-
nitiva a emigrar a otras tierras más fértiles.
4. LAS ESTANCIAS DE LOS DIOSES
Hacíamos alusión en la introducción al destacado
número de edificios interpretados como santuarios
dentro de la I Edad del Hierro del suroeste peninsular
y de cómo la presencia de altares definía la existencia
de estancias de culto. Si seguimos al pie de la letra la
descripción que hemos realizado de la habitación 100
del yacimiento de ‘Casas del Turuñuelo’ y teniendo
presente los elementos que la integran, cabe interpretar
este espacio como una de esas estancias dedicadas al
culto a las divinidades, una actividad que en este caso
se encuentra representada tanto por la presencia de un
betilo como por la aparición de un gran altar en forma
de piel de toro extendida en el centro de la estancia, así
como por un destacable conjunto de platos que pone-
mos en relación con la existencia de un gran banquete
justo antes de la clausura del edificio.
De los diferentes yacimientos tartésicos excavados
hasta la fecha, quizás las mejores analogías para com-
prender la funcionalidad de la estancia 100 de El
Turuñuelo de Guareña se localicen en los edificios de
El Carambolo (Camas, Sevilla), concretamente en las
estancias A1 y A40 de las fases IV y III del santuario
(Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2005), con las
que guarda grandes similitudes arquitectónicas, pues
se trata de los ejemplos que poseen mayores dimensio-
nes de los casos excavados hasta la fecha en el suroes-
te peninsular; y de Cancho Roano (Zalamea de la
Serena, Badajoz), enclave articulado en torno a una
estancia principal, la H7, cuya localización dentro del
edificio se respeta a lo largo de las diferentes amplia-
ciones que sufre, del mismo modo que se respecta la
localización de los altares detectados en su interior
(Celestino, 2001: 50).
Sin embargo, y a pesar de las similitudes que la
estancia 100 de El Turuñuelo de Guareña guarda con
los ejemplos anteriormente mencionados, no creemos
que la funcionalidad religiosa sea la única actividad
llevada a cabo en este monumental edificio. Es cierto
que la gran mayoría de los elementos documentados
hasta la fecha durante las tres campañas de excavación
llevadas a cabo desprenden un fuerte carácter ritual
que ha empujado a definir el Turuñuelo como un san-
tuario; sin embargo, no podemos olvidar que la imagen
que nosotros percibimos de este enclave corresponde
al último momento de su uso, una instantánea que
refleja el ritual mediante el cual el edificio fue clausu-
rado y ocultado a finales del siglo V a.C., pero que no
tiene por qué corresponderse con la actividad real que
en algún momento pudo desarrollarse en este enclave.
Así, el ritual final de clausura del edificio no refleja,
por ejemplo, la efervescente actividad artesanal que
debió existir en este enclave y que así atestiguan la
gran cantidad de formas cerámicas producidas en el
propio yacimiento o el destacado volumen de restos de
cereales que demuestra la existencia de una fuerte acti-
vidad agrícola, propia del paisaje de vega en la que se
ubica el yacimiento.
No cabe duda de que nos hallamos ante uno de los
edificios más significativos de la protohistoria penin-
sular, no ya por su excelente estado de conservación,
sino sobre todo por las novedades técnicas que presen-
ta y que hasta ahora ni siquiera podíamos sospechar.
Tenemos que reiterar que tan solo se han llevado a
cabo tres campañas de excavación y que apenas cono-
cemos un 10% de la superficie del yacimiento, por lo
que nuestras interpretaciones deben ser consideradas
como un avance en función de los elementos hasta
ahora hallados.
De ese modo, con este trabajo damos continuidad a
una línea de investigación recientemente inaugurada
con el inicio del Proyecto de Investigación I+D+i
“Construyendo Tarteso: análisis constructivo, espacial
y territorial de un modelo arquitectónico en el valle
medio del Guadiana” en el que se integran los trabajos
de El Turuñuelo. El objetivo del proyecto radica en
analizar las construcciones de época tartésica no solo
por el elenco material que contienen, sino que también
aborda la arquitectura, el espacio y el territorio como
elementos de construcción social, lo que nos permitirá
ir más allá tanto en la definición funcional de las cons-
trucciones como en el conocimiento de la sociedad que
se implica en su creación y funcionamiento.
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