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Soberanía Alimentaria. Boletín de recursos de información nº51 Octubre 2017. Centro de Documentación HEGOA

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Abstract

Since its emergence in the late nineties, Food Sovereignty has been adopted by peasant movements as a responding paradigm to the consequences of neoliberal globalization over global food regime. In a parallel way, the concept has been intensely debated by researchers, politicians and activists. However, its policy performance has been quite limited, though it has been included in debates in FAO or recognized as right in the Constitutions of countries like Ecuador, Bolivia and others. In this bulletin we analyze the origins and evolution of the concept, emphasizing in the main debates that are embedded in its building as alternative paradigm for the democratization of global food system.
ISSN: 2255-369X http://boletin.hegoa.ehu.es/mail/48
Centro de Documentación Hegoa
Boletín de recursos de información nº51, Octubre 2017
Tema Central:
Soberanía Alimentaria
Eduardo Malagón Zaldua (Instituto Hegoa UPV/EHU) y Xabier León Vega (Doctorado de Hegoa.
Miembro de Acción Ecológica Ecuador)
Resumen: Desde su aparición a finales de la década de los noventa, la Soberanía
Alimentaria ha sido adoptada por movimientos sociales campesinos como paradigma
de respuesta a las consecuencias de la globalización neoliberal sobre el sistema
agroalimentario global. De forma paralela, el concepto ha sido objeto de un intenso
debate teórico por parte de investigadores, responsables políticos y activistas. En
cuanto a su implementación política, su alcance ha sido limitado, pese a haber pasado
a formar parte de los debates en la FAO o incorporado como principio y derecho a las
constituciones de países como Ecuador, Bolivia y otros.
En este boletín se trata de hacer un breve repaso a la singladura del concepto,
haciendo énfasis en los principales debates que penden sobre su construcción como
paradigma alternativo para la democratización del sistema agroalimentario global.
Abstract: Since its emergence in the late nineties, Food Sovereignty has been
adopted by peasant movements as a responding paradigm to the consequences of
neoliberal globalization over global food regime. In a parallel way, the concept has
been intensely debated by researchers, politicians and activists. However, its policy
performance has been quite limited, though it has been included in debates in FAO or
recognized as right in the Constitutions of countries like Ecuador, Bolivia and others.
In this bulletin we analyze the origins and evolution of the concept, emphasizing in the
main debates that are embedded in its building as alternative paradigm for the
democratization of global food system.
Palabras clave: soberanía alimentaria, sistema agroalimentario, agricultura, La Vía
Campesina, campesinado.
Keywords: food sovereignty, food system, agriculture, La Vía Campesina , peasantry.
Índice:
1. Introducción: Los orígenes del concepto.
2. La Soberanía Alimentaria y la Vía Campesina.
3. La Soberanía Alimentaria y Redes Alimentarias Alternativas.
4. Debilidades de un concepto en construcción.
5. Conclusiones
Soberanía Alimentaria
Eduardo Malagón Zaldua (Instituto Hegoa UPV/EHU) y Xabier León Vega (Doctorado Hegoa.
Miembro de Acción Ecológica Ecuador)
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1. Introducción: Los orígenes del concepto.
Durante las últimas décadas, el sistema agroalimentario internacional (o
food
regime
, en palabras de McMichael) se ha caracterizado por un control creciente
por parte de las grandes corporaciones de la industria y de la distribución
agroalimentaria de las cadenas de valor, de distribución y del comercio mundial
de alimentos. De forma paralela, la modernización impulsada por las fuerzas de
la globalización económica ha acelerado la desaparición progresiva de muchos
pequeños productores y productoras agrarios del tejido productivo rural tanto
del Norte como del Sur, mientras que en el medio rural se veía como se
agudizaban las tensiones y desequilibrios económicos, sociales y
medioambientales.
Las hambrunas, la volatilidad de los precios de los alimentos, la distribución
desigual de la tierra, el “land- grabbing[1]”, la pobreza rural, la desnutrición
crónica, la marginación de las mujeres rurales, las migraciones, el crecimiento
descontrolado de las ciudades, la contaminación del suelo y el agua por el
excesivo de uso de agroquímicos, el calentamiento global, la dependencia de
los combustibles fósiles, el acceso a las semillas y la extensión de los cultivos
transgénicos, etc. son algunas de las expresiones de esas tensiones crecientes,
que han afectado principalmente a aquellos grupos más vulnerables dentro de
la población rural.
En este contexto, a finales de la década de los noventa emerge la Soberanía
Alimentaria, que en los años posteriores va adquiriendo fuerza de forma
progresiva como paradigma de respuesta y de resistencia a las consecuencias
de la globalización neoliberal sobre la alimentación y la agricultura. Tal y como
señalan Wittman et al (2010), la Soberanía Alimentaria fue acuñada para
reconocer las dimensiones políticas y de poder económico inherentes al debate
sobre la alimentación y la agricultura, adoptando una posición proactiva y de
crítica radical del sistema agroalimentario global. En el fortalecimiento de la
Soberanía Alimentaria como argumento político ha tenido un papel fundamental
la coordinadora internacional campesina La Vía Campesina, que lo ha adoptado
como principio-guía de su acción política.
Sin embargo, fue a principios de los años 80 en México cuando el término fue
empleado por primera vez un texto de orientación política. Curiosamente, era el
gobierno mexicano el que planteaba la consecución de la Soberanía Alimentaria
como uno de los objetivos de su “Programa Nacional de Alimentación”,
entendiendo la misma como la recuperación del control nacional de las cadenas
alimentarias. Por lo tanto, su interpretación iba más allá de lograr el objetivo de
la autosuficiencia alimentaria, ya que no solo pretendía reducir la dependencia
exterior de importaciones de alimentos, sino que también de capital y
conocimiento.
A fínales de los 80, grupos campesinos de Centroamérica (principalmente de
Costa Rica) proponen la “autonomía alimentaria” como forma de rechazar el
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dumping agrícola que sufría esa región, especialmente en forma de
importaciones de cereales. Esta propuesta fue liderada por la “Unión de
Pequeños Agricultores de la Región Atlántica (UPAGRA)”, que luego fue una de
las protagonistas de la fundación de la Vía Campesina. Posteriormente, fue la
UPAGRA la que propuso, en el seno de la Vía Campesina, la Soberanía
Alimentaria como una alternativa a las relaciones desiguales del comercio
internacional de alimentos.
2. La Soberanía Alimentaria y la Vía Campesina.
Fue en 1996 cuando La Vía Campesina defendió por primera vez la Soberanía
Alimentaria, para posteriormente contribuir a su desarrollo y expansión. Así, en
su declaración durante la Cumbre mundial de la Alimentación celebrada en
Roma en noviembre de 1996, la Vía Campesina establecía los principios de la
Soberanía Alimentaria: se reclamaba el derecho al alimento como un derecho
humano básico, que todos los países deberían garantizar, a la vez que se les
reconocía el derecho a proteger a su sector primario.
Para poder garantizar ese derecho y el derecho de los agricultores y
agricultoras a producir alimentos “sanos, nutritivos y culturalmente apropiados”
(La Vía Campesina, 1996), se tornaban vitales aspectos como el acceso a la
tierra (mediante una Reforma Agraria que facilitara además la participación en
igualdad de condiciones de las mujeres), la protección de los recursos naturales
(garantizando el acceso a agua, suelo y semillas; reduciendo el uso químicos y
pesticidas; y prohibiendo las patentes sobre material genético), la
reorganización del comercio de alimentos (acabando con el dumping y
reconociendo el derecho de los países a tener sus políticas agrarias), la
gobernanza y el control democrático (con mayor participación de los
agricultores en la definición de las política agrarias a todos los niveles, incluida
la escala multilateral; revisión de las políticas de las instituciones
internacionales que facilitan el control de los mercados de alimentos por parte
de las grandes corporaciones).
La emergencia de la Soberanía Alimentaria en el discurso de La Vía Campesina
reflejaba que sus líderes creían ya agotado el crédito del concepto de seguridad
alimentaria como argumento inspirador para la resolución de los problemas
globales relacionados la alimentación, principalmente el hambre y la
inseguridad en el acceso a los alimentos. Desde 1996, el desarrollo posterior del
concepto se fue nutriendo de las aportaciones de nuevos agentes, que fueron
engrosando una red de acción política que incorporaba una agenda de
transformación del sistema agroalimentario global.
Ese proceso de articulación política tuvo su cumbre con la celebración del Foro
de Nyeleni (Mali) de 2007, donde participaron, además de La Vía Campesina y
la Marcha Mundial de las Mujeres, más de quinientos representantes de ONGs,
grupos indígenas, ecologistas, asociaciones de pescadores y otros movimientos
sociales. Nyeleni permitió incluir en la discusión y en la agenda aspectos no solo
vinculados a la producción, sino también al consumo y la distribución,
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reconociendo además los vínculos entre los alimentos y la cultura local. Por otra
parte, las discusiones también conllevaron la conversión de la Soberanía
Alimentaria en un derecho “de los pueblos”, en un intento de ampliar su
carácter emancipador. Sin embargo, esta búsqueda de una acepción más
inclusiva y transformadora añadía ambigüedades en la definición del sujeto
sobre el que recaía el propio concepto de soberanía. Pese a todo ello, la
Soberanía Alimentaria se había convertido ya en un argumento catalizador para
muchos movimientos sociales que luchaban contra las desigualdades e
injusticias generadas por el sistema agroalimentario, no solo en el medio rural
sino también en las ciudades.
3. La Soberanía Alimentaria y Redes Alimentarias Alternativas.
A partir de Nyeleni, la Soberanía Alimentaria se incorporaba plenamente al
acervo político internacional sobre alimentación y la agricultura, incluyendo a la
propia Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), que ha asumido en su seno las discusiones sobre
Soberanía Alimentaria[2]. Pero las aspiraciones de los defensores de la
Soberanía Alimentaria no se han limitado a realizar retoques o modificaciones
del sistema, sino que pretenden su superación, generando un nuevo
paradigma, un nuevo modelo para una “modernidad alternativa”(Desmarais,
2007).
Este nuevo paradigma abogaría por una democratización del sistema
agroalimentario, tanto a escala global como a nivel nacional y regional. En ese
proceso, la proliferación de Redes Alimentarias Alternativas (
Alternative Food
Networks
) (Renting et al, 2003) supone una vía para generar relaciones más
justas en el seno de las cadenas de valor de los alimentos. Estas redes
constituyen flujos organizados de alimentos que conectan a personas
preocupadas con las repercusiones éticas de sus prácticas de consumo con
personas productoras que bien quieren obtener un mejor precio para sus
productos, o bien desean producir alimentos de una forma divergente a la
impuesta por la lógica de mercado dominante. En muchos casos, estas
relaciones se reconstruyen además sobre unas relaciones igualitarias de género
y bajo sistemas de producción agroecológica orientados hacia los mercados
locales.
En este sentido, la extensión de los grupos de consumo (y otras experiencias
de
Community Supported Agriculture
o "agricultura apoyada por la comunidad")
la recuperación de los mercados locales y otros canales cortos de
comercialización evidencian un nuevo marco de relaciones entre consumidores
y productores, que puede responder a una estrategia de superación de las
presiones del sistema por la agricultura familiar o a pequeña escala.
En el plano político, los defensores de la Soberanía Alimentaria han alcanzado
durante los últimos años notables éxitos políticos, como su inclusión explícita en
las Constituciones de países como Bolivia, Venezuela, Ecuador, Mali o Senegal.
Sin embargo, este reconocimiento constitucional no ha tenido su
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correspondiente transposición en el ámbito de las políticas públicas. Sirva como
ejemplo el caso del Ecuador, donde el gobierno de Correa diluyó prontamente
su aplicación con leyes y actuaciones que respondieron a intereses económicos
muy alejados de los principios de la Soberanía Alimentaria, privilegiando
políticas que iban destinadas a reforzar el sistema agroindustrial y no la
diversificación para la Soberanía Alimentaria.
4. Debilidades de un concepto en construcción.
Durante la última década, la Soberanía Alimentaria ha generado un creciente
interés en la academia, especialmente entre aquellos investigadores e
investigadoras atraídos por las cuestiones vinculadas a las transformaciones
económicas, sociales y políticas vinculadas con la agricultura y la alimentación.
Ello ha generado una abundante literatura científica sobre el tema, que se
concentra en gran medida en dos revistas científicas de orientación crítica,
como son
The Journal of Peasant Studies
[3]y
Agriculture and Human Values
.
Sin embargo, ese desarrollo teórico no ha conseguido superar algunas de las
importantes debilidades que presenta aún el concepto, y que evidencian su
carácter de paradigma en construcción. Uno de los debates sin resolver es el
relacionado con el papel de la tecnología en un sistema agroalimentario
alternativo, donde no se identifica una propuesta clara más allá de la oposición
firme a los cultivos transgénicos y de la apelación al "diálogo de saberes",
dentro del propio campesinado, o entre este y la comunidad científica.
Tampoco las cuestiones referidas al papel del Estado (“el elefante en la
habitación”, en palabras de Bernstein), la superación de las desigualdades de
género, el comercio internacional o el mercado han tenido un tratamiento
unívoco por parte de los partidarios de la Soberanía Alimentaria.
Por lo tanto, pese a su enorme atractivo como “idea-obús”, la Soberanía
Alimentaria no ha estado exenta de críticas, incluso desde perspectivas
progresistas. Un ejemplo lo encontraríamos en el tratamiento de los cultivos de
exportación ya que, como sostienen Burnett y Murphy (2014), para muchos
“millones de pequeños productores que se ganan la vida gracias a cultivos de
exportación”, las alternativas que se les ofrecen desde la Soberanía Alimentaria
(como la diversificación productiva o la producción para el mercado local)
pueden no ser especialmente deseables. En su mayoría, estos productores no
demandan un cambio de sistema, sino una integración más justa en él,
mejorando su posición y su capacidad de negociación dentro de la cadena de
valor.
Otras críticas (Bernstein, 2014), plantean dudas sobre la viabilidad de los
sistemas agroecológicos y de la producción a pequeña escala que se defienden
como modelo de producción ideal bajo los principios de la Soberanía
Alimentaria para satisfacer en cantidad y precio las necesidades de alimentos
de los más grupos de población más vulnerables. En este sentido, la ausencia
de experiencias a gran escala en transiciones desde un modelo de agricultura
"convencional" orientada al mercado a un modelo agroecológico para la
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Soberanía Alimentaria no permiten disipar la inquietud sobre la seguridad en el
abastecimiento que generan esos procesos de transición.
5. Conclusiones.
En conclusión, la Soberanía Alimentaria se ha erigido, pese a las debilidades
señaladas, como un exitoso argumentario político que pretende cuestionar el
sistema agroalimentario que han cimentado las grandes corporaciones y la
liberalización del comercio agrario. El diseño y puesta en marcha de esta
estrategia política de transformación global confluye con múltiples acciones a
escala local, que tratan de construir nuevas relaciones entre campo y ciudad,
entre productores y consumidores, sobre bases más justas, equitativas y
solidarias.
Sin embargo, la transición hacía ese nuevo sistema agroalimentario alternativo
presenta aún notables incógnitas y contradicciones, cuya resolución no parece
sencilla a corto plazo. Ello debería estimular una investigación crítica a la vez
que rigurosa, que avive el diálogo y la discusión sobre las propuestas
alternativas para una democratización necesaria del sistema agroalimentario,
que se traduzcan en garantizar el derecho universal de acceso a una
alimentación sana y sostenible.[4]
________________________________________________________________
[1] El
land grabbing
es el acaparamiento de tierra por parte de empresas y países, este
fenómeno está creciendo sobre todo en países pobres, afectando la capacidad de producción de
alimentos de estos países.
[2] Ver http://www.fao.org/americas/recursos/docs-soberania-alimentaria/es/
[3]
The Journal of Peasant Studies
dedicó un número monográfico a las aportaciones que se
realizaron en la doble conferencia que tuvo lugar en septiembre de 2013 en la Universidad de
Yale (EEUU) y en enero de 2014 en el Institute of Social Studies (ISS) de la Haya (Holanda)
bajo el título de “Food Sovereignty: A Critical Dialogue”. Este ha sido unos los encuentros
científicos más importantes que se han celebrado en torno a la Soberanía Alimentaria.
[4] Durante 2017 el País Vasco ha sido testigo de dos importantes hitos relacionados con la
Soberanía Alimentaria: en primer lugar, la celebración en Vitoria- Gasteiz del XXI Coloquio
Internacional de ICAS (
Initiatives in Critical Agrarian Studies
), la red de investigadores/as sobre
Soberanía Alimentaria más importante a nivel internacional; y la celebración de la VII
Conferencia de la Vía Campesina en Derio (Bizkaia) en julio de este mismo año.
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Article
Full-text available
Dando continuidad a los planteamientos expuestos en el número 57 de la colección Cuadernos de Trabajo del Instituto Hegoa, presentamos una propuesta o invitación a mirar, interpretar y posicionarse de manera colaborativa con los movimientos sociales, buscando así contribuir a su fortalecimiento como agentes constructores de otras salidas alternativas a las diversas crisis que enfrentan nuestras sociedades. Para ello hemos realizado, junto con activistas de organizaciones articuladas en La Vía Campesina y la Marcha Mundial de Mujeres, un análisis sobre los elementos que contribuyen a potenciar el carácter emancipador de los movimientos sociales, y también sobre las tendencias que limitan y debilitan el potencial emancipador de sus procesos (sus debilidades y desafíos). Se trata de una reflexión parcial y limitada destinada, por un lado, a que su debate sirva para el fortalecimiento de estos sujetos políticos; y, por otro lado, es un aporte al trabajo más amplio que pretende resaltar la importancia que podría tener una otra cooperación internacional que, desde el compromiso político y la apuesta por apoyar procesos emancipadores, adoptase un enfoque de fortalecimiento de sujetos y de construcción de alianzas con movimientos sociales para superar las diferentes formas de subordinación y opresión vigentes en este modelo de sociedad moderna de marcado carácter patriarcal, colonial y capitalista.
Article
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Agroecology involves various approaches to solve actual challenges of agricultural production. Though agroecology initially dealt primarily with crop production and protection aspects, in recent decades new dimensions such as environmental, social, economic, ethical and development issues are becoming relevant. Today, the term 'agroecology' means either a scientific discipline, agricultural practice, or political or social movement. Here we study the different meanings of agroecology. For that we analyse the historical development of agroecology. We present examples from USA, Brazil, Germany, and France. We study and discuss the evolution of different meanings agroecology. The use of the term agroecology can be traced back to the 1930s. Until the 1960s agroecology referred only as a purely scientific discipline. Then, different branches of agroecology developed. Following environmental movements in the 1960s that went against industrial agriculture, agroecology evolved and fostered agroecological movements in the 1990s. Agroecology as an agricultural practice emerged in the 1980s, and was often intertwined with movements. Further, the scales and dimensions of agroecological investigations changed over the past 80 years from the plot and field scales to the farm and agroecosystem scales. Actually three approaches persist: ( 1) investigations at plot and field scales, ( 2) investigations at the agroecosystem and farm scales, and ( 3) investigations covering the whole food system. These different approaches of agroecological science can be explained by the history of nations. In France, agroecology was mainly understood as a farming practice and to certain extent as a movement, whereas the corresponding scientific discipline was agronomy. In Germany, agroecology has a long tradition as a scientific discipline. In the USA and in Brazil all three interpretations of agroecology occur, albeit with a predominance of agroecology as a science in the USA and a stronger emphasis on movement and agricultural practice in Brazil. These varied meanings of the term agroecology cause confusion among scientists and the public, and we recommend that those who publish using this term be explicit in their interpretation.
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Este libro indaga propuestas prácticas y miradas aplicadas para construir procesos de soberanía alimentaria
Article
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‘Food sovereignty’ has become a mobilizing frame for social movements, a set of legal norms and practices aimed at transforming food and agriculture systems, and a free-floating signifier filled with varying kinds of content. Canonical accounts credit the Vía Campesina transnational agrarian movement with coining and elaborating the term, but its proximate origins are actually in an early 1980s Mexican government program. Central American activists nonetheless appropriated and redefined it in the late 1980s. Advocates typically suggest that ‘food sovereignty’ is diametrically opposed to ‘food security’, but historically there actually has been considerable slippage and overlap between these concepts. Food sovereignty theory has usually failed to indicate whether the ‘sovereign’ is the nation, region or locality, or ‘the people’. This lack of specificity about the sovereign feeds a reluctance to think concretely about the regulatory mechanisms necessary to consolidate and enforce food sovereignty, particularly limitations on long-distance and international trade and on firm and farm size. Several regulatory possibilities are mentioned and found wanting. Finally, entrenched consumer needs and desires related to internationally-traded products – from coffee to pineapples – imply additional obstacles to the localisation of production, distribution and consumption that many food sovereignty proponents support.
Article
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International agricultural commodity trade is central to the livelihoods of millions of farmers across the globe, and to most countries' food security strategies. Yet global trade policies are contributing to food insecurity and are undermining livelihoods. Food Sovereignty emerged in part as the articulation of resistance to the World Trade Organization's Agreement on Agriculture (AoA) and the imposition of multilateral trade disciplines on domestic agriculture policy. While not explicitly rejecting trade, the food sovereignty movement is identified with a strong preference for local markets. It challenges existing international trade structures, and on the whole its official position on trade remains ambiguous. We argue that trade remains important to the realization of the livelihoods of small-scale producers, including peasants active in the Food Sovereignty movement. It also matters for food security. That it remains underexplored by the movement risks marginalizing millions of smallholder producers, and risks overlooking opportunities to shape trade rules along more food sovereign lines. The authors suggest further development of the movement's position on trade is strategically important.
Article
Full-text available
In recent years, the concept of ‘food sovereignty’ has gained increasing ground among grassroots groups, taking the form of a global movement. But there is no uniform conceptualization of what food sovereignty constitutes. Indeed, the definition has been expanding over time. It has moved from its initial focus on national self-sufficiency in food production (‘the right of nations’) to local self-sufficiency (‘the rights of peoples’). There is also a growing emphasis on the rights of women and other disadvantaged groups, and on consensus building and democratic choice. This paper provides a critique of some of the major tenets of the food sovereignty movement. It recognizes that many developing countries may wish to pursue the goal of self-sufficiency in the context of the global food crises, and that it is important to promote social equality and democratic choice. Taken together, however, there can be serious contradictions between the key features of the food sovereignty vision, such as between the goals of national and local food self-sufficiency; between promoting food crops and a farmer's freedom to choose to what extent to farm, which crops to grow, and how to grow them; between strengthening family farming and achieving gender equality; and between collective and individual rights, especially over land ownership. The paper also reflects on the ways in which some of the food sovereignty goals could be better achieved through innovative institutional change, without sacrificing an individual's freedom to choose.
Article
This paper contributes to debates about the potential of re-peasantization and its contribution to food sovereignty with a case study from the global North, where such questions are relatively under-studied. I examine how Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna (EHNE)-Bizkaia, a Vía Campesina member organization from the Basque Country (Spain), advances food sovereignty through re-peasantization. I also analyze the motivations of new peasants engaged in agroecology, their understandings of food sovereignty, and the challenges that they face. Using a Gramscian political ecology framework, I argue that whereas re-peasantization contributes to a shift from corporatist to counter-hegemonic struggles, the political-economic and biophysical contexts structure agroecological production in ways that limit the extent to which new peasantries can become ‘agents of their own history’. I conclude that closer attention to peasants’ messy practices of making a living is needed to address questions of political agency.
Book
This is an insider's look at one of the most important rural social movements of recent times. La Vía Campesina has become a powerful and radical opposition to the globalization of a neo-liberal model of agriculture. The book analyzes La Vía Campesina's strategies and actions as peasants and small-scale farmers engage in a desperate struggle not only for survival as producers of food and cultivators of rural culture, but also to keep people on the land and to build viable rural communities everywhere. Chapter 1: "Where have all the peasants Gone? Long time Passing" Chapter 2: Modernization and globalization: The Enclosure of Agriculture Chapter 3: Peasants and Farmers Going Global Chapter 4: "The WTO …. will meet somewhere, sometime. And we will be there" Chapter 5: A Fine Balance: Local realities and global actions Chapter 6: Co-operation, collaboration and community Chapter 7: Reflections on the meanings of La Vía Campesina
Article
This paper attempts to identify and assess some of the key elements that ‘frame’ food sovereignty (FS): (1) a comprehensive attack on corporate industrialised agriculture, and its ecological consequences, in the current moment of globalisation, (2) advocacy of a (the) ‘peasant way’ as the basis of a sustainable and socially just food system, and (3) a programme to realise that world-historical goal. While sharing some of the concerns of (1), I am sceptical about (2) because of how FS conceives ‘peasants’, and the claim of some of its leading advocates that small producers who practice agroecological farming – understood as low (external)-input and labour-intensive – can feed the world. This connects with an argument that FS is incapable of constructing a feasible programme (3) to connect the activities of small farmers with the food needs of non-farmers, whose numbers are growing both absolutely and as a proportion of the world's population.