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La plaza hispanoamericana Siglos: XVI, XVII y XVIII. Caso de estudio como análisis tipológico

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La ciudad hispanoamericana debe ser estudiada a partir de los elementos que la componen, desde su antepasado hasta su compleja trama urbana actual. Uno de los elementos clave del desarrollo y transformación de la ciudad fue su inicio fundacional, desde aquel espacio tácito que terminó convirtiéndose en un centro urbano con un elemento clave: la plaza. Este fue el elemento de significación de la ciudad colonial y el ordenador de cada conjunto urbano de la fundación hispanoamericana, y tal generalidad es común y se consolida como un patrón que va repitiéndose en todos los núcleos de población. El análisis tipológico de la plaza es trascendental para entender su evolución y transformación no solo como elemento independiente sino también de la ciudad que la compone. La investigación se centra en consolidar y caracterizar la plaza como un “tipo” y sus variables (forma, ubicación, usos y arquitectura a su alrededor). Escoger este espacio para el análisis demuestra la trascendencia de aquel vacío dentro de las ciudades densas actuales, la escogencia de estos tres siglos limita el ejercicio en la búsqueda de parámetros de comparación y clasificación como herencia de la cultura española dentro del territorio. Esta clase de estudios tipológicos demuestran la relevancia de la formación de centros urbanos inéditos que transformaron para siempre el territorio indígena, y que aún hoy son imprescindibles en la lectura de la ciudad, que se siguió configurando a través de aquel patrón. Spanish American city should be studied from the elements that compose it, from its ancestor to its current complex urban morphology. One of the key elements of development and transformation of the city was its first establishment from that inherent in the approach space that ended up becoming an urban center with one key element: the square. This element of meaning of the colonial city and order of each urban area of the Spanish-American Foundation and such generality is common and has established itself as a pattern that is repeated in all population centers. The analysis of the typology of the square is crucial to understand its evolution and transformation not only as an independent element but also a part of the city that it composes, research focuses on consolidating and characterize the square as a “type” and its variables (shape, location, uses and inmediate context). Choose this space for analysis demonstrates the significance of that urban void within the current dense cities, the choice of these three centuries limits the exercise in finding parameters that one can compare and classificate as inheritance of the Spanish culture within the territory. This kind of typological studies demonstrate the importance of the formation of new urban centers that transformed forever the indigenous territory, and which are still essential in reading the city, which continue its transformation through that pattern.
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12
VOL. 6
Nº. 2
2017
ISSN 2215-275X
INVESTIGACIÓN
RESEARCH
La plaza hispanoamericana Siglos: XVI, XVII y XVIII
Natalia Correal
1-15
1
REVISTA DE LA ESCUELA DE ARQUITECTURA DE LA UNIVERSIDAD DE COSTA RICA | VOL 6, Num. 2, (2017) | REVISTARQUIS 12 | ISSN 2215-275X
Resumen:
La ciudad hispanoamericana debe ser estudiada a partir de los elementos que la com-
ponen, desde su antepasado hasta su compleja trama urbana actual. Uno de los ele-
mentos clave del desarrollo y transformación de la ciudad fue su inicio fundacional,
desde aquel espacio tácito que terminó convirtiéndose en un centro urbano con un
elemento clave: la plaza. Este fue el elemento de signicación de la ciudad colonial
y el ordenador de cada conjunto urbano de la fundación hispanoamericana, y tal ge-
neralidad es común y se consolida como un patrón que va repitiéndose en todos los
núcleos de población. El análisis tipológico de la plaza es trascendental para entender
su evolución y transformación no solo como elemento independiente sino también de la
ciudad que la compone. La investigación se centra en consolidar y caracterizar la plaza
como un “tipo” y sus variables (forma, ubicación, usos y arquitectura a su alrededor).
Escoger este espacio para el análisis demuestra la trascendencia de aquel vacío dentro
de las ciudades densas actuales, la escogencia de estos tres siglos limita el ejercicio en
la búsqueda de parámetros de comparación y clasicación como herencia de la cultura
española dentro del territorio. Esta clase de estudios tipológicos demuestran la rele-
vancia de la formación de centros urbanos inéditos que transformaron para siempre el
territorio indígena, y que aún hoy son imprescindibles en la lectura de la ciudad, que se
siguió congurando a través de aquel patrón.
Palabras clave: ciudad hispanoamericana; modelo urbano; patrón urbano; plaza; tipo-
logía.
The hispanic american square. The XVI, XVII and XVIII centuries
Abstract:
Spanish American city should be studied from the elements that compose it, from its
ancestor to its current complex urban morphology. One of the key elements of deve-
lopment and transformation of the city was its rst establishment from that inherent in
the approach space that ended up becoming an urban center with one key element: the
square. This element of meaning of the colonial city and order of each urban area of
the Spanish-American Foundation and such generality is common and has established
itself as a pattern that is repeated in all population centers. The analysis of the typology
of the square is crucial to understand its evolution and transformation not only as an
independent element but also a part of the city that it composes, research focuses on
consolidating and characterize the square as a “type” and its variables (shape, loca-
tion, uses and inmediate context). Choose this space for analysis demonstrates the
signicance of that urban void within the current dense cities, the choice of these three
centuries limits the exercise in nding parameters that one can compare and classicate
as inheritance of the Spanish culture within the territory. This kind of typological studies
demonstrate the importance of the formation of new urban centers that transformed
forever the indigenous territory, and which are still essential in reading the city, which
continue its transformation through that pattern.
Keywords: hispanic american city; urban model; urban pattern; square; typology
Natalia Correal Avilán
Arquitecta egresada de la Universidad Piloto
de Colombia, con Máster en conservación y
restauración del patrimonio arquitectónico
de la Universidad Politécnica de Madrid. Docente
de historia y urbanismo de la Universidad Piloto de
Colombia desde el 2012.
Investigación
Invitado internacional
Universidad Piloto de Colombia
Mail: Natalia-correal@unipiloto.edu.co
Recibido: 22 de setiembre del 2016
Aceptado: 9 de junio del 2017
INVESTIGACIÓN | Natalia Correal Avilán | La plaza hispanoamericana Siglos: XVI, XVII Y XVIII | 1-15
La plaza hispanoamericana Siglos:
XVI, XVII y XVIII
Caso de estudio como análisis tipológico
Natalia Correal Avilán
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La plaza como objeto de estudio
a plaza fue el elemento de signicación de la ciudad colonial y el ordenador de cada
conjunto urbano de la fundación hispanoamericana. Esta fue el punto central inicial de
los nuevos asentamientos, desde donde la ciudad fue creciendo a su alrededor. La
Plaza Mayor, también conocida como plaza de armas, zócalo o simplemente plaza,
aparece en todas las fundaciones españolas en América, desde los pequeños núcleos
rurales hasta los grandes centros administrativos. A partir de este espacio regular
(cuadrado o rectangular), se genera una multifuncionalidad, ya que es el centro de
poder, el gran escenario donde transcurren todos los eventos de la ciudad, desde los
grandes actos hasta la cotidianidad, y es allí donde se ubican los edicios públicos más
representativos de la ciudad y la distinción social se mide por su proximidad (Pergolis,
1995).
Este elemento urbano, se consolida a partir del vacío, dentro de los solares agrupados
y formados por las construcciones coloniales. Es un espacio abierto al que acuden
todos los habitantes de la ciudad ya que se convierte en el lugar de encuentro y de
intercambio; es el punto de máxima accesibilidad dentro de la fundación española. Tal
generalidad es común a todas las ciudades hispanoamericanas, repitiéndose en todos
los núcleos de población sin diferencia de tamaño o importancia (Terán, 1989). Como lo
denía Rojas-Mix “la plaza como punto central, como remate de la armazón de la planta,
se encuentra en todas partes; es una estructura que no sólo absorbe y centraliza la
vida urbana, sino que se convierte también en el rostro de la ciudad” (Rojas-Mix, 1978,
p.246), ya que su valor estructurante, simbólico y funcional hace que sea un elemento
diferenciador y nuevo, base del modelo urbano español en el territorio americano, el
cual es muy distinto al utilizado en las ciudades europeas (Aguilera, 1994).
El proceso de integración se hace patente dentro de la conquista y la colonización,
donde la cultura externa analiza su propia experiencia y la modica al tener una nueva
concepción del lugar, creando así nuevas alternativas inéditas a las de su propio
territorio. Proponiendo una ciudad distinta a la conocida, generada por un centro y
de este, una traza, denidas por las ordenanzas del descubrimiento y población de
15731 (Aguilera, 1994). Muchas de las ciudades fundadas se ubicaron en antiguos
asentamientos indígenas; este contacto con estas culturas se hace presente en la
ubicación e interacción de las plazas con el antiguo asentamiento, tal y como sucedieron
en Tenochtitlán en México y en Cusco, pero también en las propuestas de nuevas
fundaciones.
La arquitectura y el urbanismo propuesto por los colonizadores demuestran una expresión
unitaria y homogénea la cual tendrá diferentes variantes con el paso del tiempo y, con
ello, la evolución formal y funcional como centro de ciudad, el análisis de esta como
una tipología trascendental en la transformación de la ciudad latinoamericana, reeja
la importancia del urbanismo español y el desarrollo que tuvo aquel patrón inicial en lo
que hoy es la ciudad latinoamericana, que en la mayoría de los casos se mantiene casi
intacta desde su fundación.
El estudio de la plaza como un “tipo” representa, no solo la búsqueda de variables
comunes sino el análisis de la estructura formal inicial planteada desde la utopía a
la generación de diferentes desarrollos posteriores en la ciudad hispanoamericana,
partiendo de un lenguaje común que se irá manifestando particularmente en cada
ciudad. La investigación se centra en encontrar y clasicar las características formales,
de localización, de función y conexión con usos alternos de la plaza latinoamericana en
los Siglos XVI, XVII, y XVIII.
La idea del “tipo”
El signicado más habitual del término “tipo” es el conjunto de propiedades comunes
en el análisis de algún objeto especico; es decir es un sinónimo de clase, familia,
género, etc.; el cual reconoce la posibilidad de clasicar un elemento, más allá de sus
singularidades en sus rasgos comunes que permitan identicarlo. La idea del tipo se
hace presente como un procedimiento cognitivo por el cual la realidad de la arquitectura
L
1 Las Ordenanzas de descubrimiento,
nueva población y pacicación de las Indias
se establecieron con el objetivo de ofrecer una
solución ocial y denitiva a la penetración en
América a través de la ordenación metódica
inicialmente basada en el régimen de
Capitulaciones (Aguilera, 1994).
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revela su contenido esencial y un método operativo para la clasicación de patrones
proyectados (Marti Arís, 1993).
La plaza como un “tipo” se representa a través de los rasgos comunes y trascendentales
de este espacio en los territorios hispanoamericanos. Es claro que es casi imposible
encontrar ejemplos de plazas con las mismas características, pero existen ciertos
rasgos similares entre los diferentes centros urbanos indianos, tales como los son su
ubicación, su forma y su uso. El estudio de la plaza y sus variaciones se ha hecho
presente a través de autores como el profesor Francisco de Solano, en su libro “Plaza
Mayor hispanoamericana” publicado en 1982, quien hace un análisis del desarrollo de
la plaza y sus variaciones según su ubicación, o el historiador Jorge Hardoy (1975)
en su estudio de las ciudades hispanoamericanas y la clasicación tipológica de la
ciudad, donde expone a la Plaza Mayor como un elemento determinante dentro de la
clasicación. También Ramón Gutiérrez, en 2006, con su análisis formal de la plaza.
Todas ellas hacen parte de este análisis y clasicación de tipo, el cual consolida teorías
y categorías previamente descifradas y puestas dentro de un margen general.
La investigación se centra en analizar la plaza como un objeto insertado en el territorio
indígena y cómo hace parte de la estructura de la ciudad a través de los proyectos de
dominación española en el continente. Luego este espacio se caracteriza y dene, y
con ella se clasica a través de sus variantes.
El trazado urbano de la conquista y la colonización española
La organización territorial del continente hispanoamericano se dio a través de los
virreinatos los cuales, en el siglo XVIII, terminan por consolidarse en cuatro: Nueva
España, Perú, Nueva Granada y Buenos Aires, los cuales a su vez se dividían en
gobernaciones, los cuales tenían a su cargo grupos de poblaciones llamados
corregimientos (Terán, 1989). A través de los virreinatos se llevó a cabo la dominación
española en América, la cual tuvo un desarrollo urbano a través de 3 proyectos
importantes: el primero el Proyecto Colombino comienza con las capitulaciones de Santa
Fe de 1492 rmadas por los Reyes Católicos y Cristóbal Colón, en el cual se fundaban
ciudades y villas, como enclaves comerciales, factorías de extracción y exportación de
recursos y ciudades puerto. El segundo fue el Proyecto Ovandino, que se formaliza
con la llegada de Frey Nicolás de Ovando como gobernador de La Española, donde se
promueve la fundación de ciudades y villas según el modelo castellano; la ciudad como
estructura social y política; evangelización de la población indígena y su incorporación
al régimen urbano de vida (Salcedo, 1996). El tercero se da en 1573 cuando Felipe II
promulga las Leyes de orden colonial2 por el Consejo de Indias3 1542 – 1573, dando
las directrices de descubrimiento y población de las nuevas fundaciones. En ellas se
hacen claras precisiones sobre la forma de la ciudad, el trazado de las calles y de la
plaza, la localización de la iglesia y los edicios de gobierno y sobre el diseño de las
casas (Salcedo, 1996). Desafortunadamente, este texto aparece cuando la mayoría de
las ciudades ya han sido fundadas, y lo que hace es recopilar la experiencia realizada
casi por todo el siglo (Lohmann, 1985).
Las primeras fundaciones se dieron en función de factores naturales de localización,
como puertos, lugares con agua potable, con bosques, y con buena accesibilidad,
aunque la presencia de lugares donde existía oro o perlas fueron atracciones
fundamentales para la formalización de nuevos asentamientos (Lohmann, 1985). La
colonización fue uno de los mayores esfuerzos de dominación de territorio, la cual se
llevó a cabo a través de la fundación de ciudades. La conquista abre la puerta a la
colonia con el proceso de repoblamiento y ordenamiento territorial, basado en la ciudad
como elemento fundamental de la ocupación del territorio americano, asumiendo una
posición de centro neurálgico de las divisiones administrativas del territorio, y dentro de
ella se ubicaron los organismos civiles y eclesiásticos.
Aunque, en la mayoría de los casos, la ciudad no se organizó a través de las normas
de la corona, tampoco se puede decir que se formalizaron por una acción casual, en
muchos casos el fundador tuvo que enfrentarse a nuevas posibilidades morfológicas
que el nuevo territorio le exigía, y en el cual tuvo que recurrir a su propia experiencia y
su reconocimiento de ciudad, una idea traída desde el territorio español.
2 Es un amplio compendio legislativo en
el que se tratan temas relacionados con el clima
y la salubridad, economía y las comunicaciones,
y los cimiento de agua, el gobierno la población,
reparto y registro de terrenos, obligación de edicar
y de labrar de la región en general. Se concretan
también aspectos relativos a la propia ciudad,
su fundación, atrasado como elección del sitio,
trazado, elección de la Plaza Mayor y de las demás
plazas, de las calles, de los edicios legítimos
y militares de los edicios representativos y de
servicios así como de edicios industriales como
mataderos, tenderías etc.
3 El consejo de Indias: órgano centralizado
que asesoraba al Rey en la política Indiana.
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Dentro de esta idea de ciudad, el primer hito de referencia urbana era la plaza, desde
donde se distribuyen los solares adyacentes entre los poderes cívico y religioso, y
algunas viviendas de conquistadores y representantes ociales. Así, la plaza se convierte
en la fachada de la ciudad, y la expresión del espíritu urbano radicalmente distinta a
la europea. Desde la relación morfológica, la planicación urbana y el funcionamiento
de las ciudades, se puede establecer algunas ideas claves acerca de la historia de la
ciudad hispanoamericana, siendo la ciudad ese elemento clave colonizador y su Plaza
Mayor su germen organizador, que llevaron al desarrollo de los territorios durante los
Siglos XVI, XVII y XVIII (Aguilera, 1994).
La Plaza Mayor como centro
En el modelo urbano planteado por los conquistadores, la plaza Mayor es el elemento
estructural fundamental, es el centro geométrico, simbólico y vital de la ciudad colonial.
La inserción de ella en el trazado urbano es consustancial ya que es su elemento
generador, y parte del resultado de dejar una manzana “libre”, es decir sin construir,
añadiendo así espacio público formado por el perímetro de las calles (Terán, 1989).
Figura 1. El primer plano la ciudad de Puebla
de Los Ángeles en México. Natalia Correal
Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro Urbanismo
español en América, Javier Aguilera y Luis Moreno,
1973.
Figura 2. Plano de la ciudad de Lima, fundada
en 1535, con una plaza descentrada propia de
una ciudad puerto. Natalia Correal Avilán, 2016.
Dibujo. Retomada del libro Urbanismo español en
America, Javier Aguilera y Luis Moreno, 1973.
Figura 3. Esquemas de la plaza mayor, manzana
vacía dentro de la trama urbana. Natalia
Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro El
sueño de un orden. La ciudad hispanoamericana.
Fernando de Terán, 1989.
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La ciudad hispanoamericana fue planteada desde una Plaza Mayor rodeada de calles y
plazas, más que un conjunto de casas y calles en torno a una plaza mayor, y es aquella
valoración simbólica que, unida a los valores de su uso, raticaron su identidad urbana de
la comunidad como una referencia para toda la ciudad. Dándole así, posteriormente, una
preocupación por la escenografía barroca, cargada de contenidos simbólicos y rituales,
que consolidaran la monumentalidad del espacio (Lohmann, 1985). La consolidación
del modelo urbano, que se genera a través de la plaza, se replica rápidamente en toda
América Latina, siendo un elemento común para los ciudadanos americanos, pero no
un elemento tan reconocible para el español del común, ya que esta nueva noción de
plaza es distinta a la conocida en su territorio. Esta es mucho más grande y abierta,
no el esquema “claustral” o cerrado; es una plaza de Estado, no municipal, la nueva
Plaza Mayor es el producto del proceso fundacional americano netamente español
desconocido en Portugal y Brasil (Hardoy, 1978).
Las plazas Reales españolas de mayor tamaño, y que llegan a tener alguna similitud
de escala a las plazas de América, son en general posteriores. Las galerías y pórticos
dentro de las plazas estuvieron presentes en Castilla y en Extremadura, pero no fueron
usuales en Andalucía4. Esto demuestra la marcada inuencia árabe que tenían los
colonizadores a la hora de proyectar la nueva ciudad (Lohmann, 1985). En cuanto a las
normas establecidas para una plaza de una ciudad hispanoamericana, se enfatizó en su
forma rectangular (muy distinto al que se denió en algunas ciudades latinoamericanas)
equivalente a una vez y media su ancho, para poder tener amplitud a la hora de hacer
estas con caballos. También se incluía la importancia de galerías perimetrales, para
que la gente pudiera caminar con más amplitud y también se pudieran instalar tiendas.
Esto demuestra las dos concepciones vigentes de la formulación y concepción de la
plaza: la medieval, como gestión comercial, y la renacentista de carácter monumental
y ceremonial (Paula, 1985).
Figura 4. Comparación entre la plaza española
(Arriba: Plaza de Valladolid, España ) y la
plaza americana (Abajo: Plaza Mayor Morelia,
México). Natalia Correal Avilán, 2016. Dibujo.
Retomado del libro El sueño de un orden. La ciudad
hispanoamericana. Fernando de Terán, 1989.
4 Andalucía fue de dónde procedía buena
parte de los conquistadores españoles que llegaron
a América (Lohmann, 1985).
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Las Variantes de la plaza
1. Según su ubicación
La ubicación de la plaza, es una de las variantes importantes dentro del estudio de las
plazas mayores en América, ya que muestran las tendencias de crecimiento físico de
la ciudad. Según Jorge E. Hardoy (1978) existen tres disposiciones de la plaza dentro
de la ciudad: la primera donde la plaza se ubica en el centro de la trama urbana, como
se puede encontrar en ciudades como Lima (Perú), Bogotá (Colombia) (ver gura 5),
Córdoba (Argentina) (ver gura 6), etc., donde no había otro elemento de atracción más
importante que la plaza.
El segundo es el modelo clásico, el de la plaza excéntrica (no centralizada), con un
factor de atracción independiente. Este se presenta cuando la ciudad se asienta a la
orilla del mar o en la ribera de un río, y el puerto comienza a jugar como un elemento de
atracción importante, el cual podría quitarle vida a la plaza si esta se ubicara lejos de él;
para solucionar estos casos, la plaza aparece contigua al puerto. El centro de la ciudad
se ha desplazado al borde costero de la misma. Este es el caso de ciudades como
Buenos Aires, donde la plaza mayor no ocupa el centro de composición urbana, sino
que se desfasa hacia la costa, resultando una composición de abanico (Paula, 1985).
Figura 5. Mapa de Bogotá, Colombia.
Interpretación de un plano de Santa Fe de
Bogotá realizado por Domingo Esquiaqui en 1791.
Natalia Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado
del libro Urbanismo español en América, Javier
Aguilera y Luis Moreno, 1973.
Figura 6. Córdoba (Argentina). Crecimiento de
la ciudad a partir del trazado inicial. Natalia
Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro
Urbanismo español en América, Javier Aguilera y
Luis Moreno, 1973.
Figura 7. Buenos Aires (Argentina), trazado
esquemático de la ciudad hacia 1760 según
un plano anónimo del servicio histórico militar
(España). Natalia Correal Avilán, 2016. Dibujo.
Retomado del libro La ciudad hispanoamericana.
Fernando de Terán, 1989.
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El tercer caso es el modelo clásico de ciudades con plaza excéntrica pero que no
tienen otro factor de atracción, y puede darse a través de crecimiento irregular de la
ciudad o por la topografía del terreno. Esto se puede ver en ciudades como Baracoa
(Cuba), Sancti Spiritu (Cuba) (ver gura 8) o Bayamo (Cuba) (ver gura 9). Y de estas
variantes se generaron un sinnúmero de variables morfológicas posibles, considerando
también el número de calles que acceden a la plaza y la manera de acceder de estas
a la misma, en algunas ciudades también se verán dos plazas principales que cumplen
funciones distintas (Hardoy, 1978).
2. Según su forma
Otro análisis importante acerca de la tipología de la plaza es su forma, según el estudio
desarrollado por Guillermo Lohmann, en su texto la Colonización en América en 1985,
las plazas Latinoamericanas se pueden clasicar de la siguiente manera: A. Plazas
prehispánicas que continuaron en uso; B. Plazas irregulares; C. Plazas Regulares; D.
Plazas de asentamientos espontáneos (Lohmann, 1985).
a. Las plazas indígenas que continuaron en uso.
A diferencia de lo que se podría pensar, si hubo diversas plazas prehispánicas que
fueron reutilizadas en las ciudades fundadas por los españoles, muchas de ellas
fueron remodeladas y trasformadas. La antigua plaza de Huacaypata en Cusco, donde
se encontraban los palacios de los incas, y Cusipata, fue fraccionada mediante la
conguración de nuevas manzanas y tres plazas: plaza de armas, la del regocijo y la
de San Francisco. En ciudad de México, por el contrario, se demolió todo el conjunto
de edicios que formaban el templo Mayor para generar una gran explanada, el Zócalo,
un espacio de dimensiones monumentales. De la ciudad azteca solo se conservaron
algunos elementos topográcos, las tres calzadas que salían del templo mayor y
algunas de las acequias de agua para abastecimiento de la ciudad (Lohmann, 1985).
Figura 8. Plano de Sancti Spiritus (Cuba),
fundada principios del Siglo XVI. Interpretación
de un plano histórico del Siglo XIX. Natalia Correal
Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro La ciudad
hispanoamericana. Fernando de Terán, 1989.
Figura 9. Bayamo (Cuba), fundada a principios
del Siglo XVI. Interpretación de un plano de
1847 de Cosme de Velasco. Natalia Correal
Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro La ciudad
hispanoamericana. Fernando de Terán, 1989.
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b. Las plazas irregulares.
Existen innumerables ejemplos formales que reejan los diversos criterios de los
descubridores que habrían rmado una capitulación con los reyes y tenían, por lo tanto,
poder jurídico para establecer un nuevo asentamiento. Muchas de estas ciudades
fundadas no se concibieron de forma regular ni con calles rectilíneas. Este es el caso
de Panamá la Vieja fundada en 1519, donde la iglesia mayor aparece como un edicio
aislado, rodeada de calles e integrada al espacio de la plaza de forma casi trapezoidal
y con proporciones que no corresponden a las de las manzanas de la ciudad (Salcedo,
1996).
Otro caso interesante es el de Cartagena de Indias, con sus plazas irregulares, que
son el resultado de una trama irregular y, por consiguiente, la distribución de lotes de
proporciones distintas y la clara importancia que tuvo el sistema de forticaciones, que
dio por resultado una plaza con carácter irregular.
En Querétaro (México) la plaza fue el resultado de la conuencia de calles y manzanas
asimétricas; el mercado estaba ubicado fuera de la plaza, junto a la cual estaba
localizado el cabildo en un ángulo y diversas casas señoriales en su perímetro. Las
soluciones adoptadas para resolver la trama urbana fueron muy variadas, poniendo
en evidencia el generalizado error de creer que la ciudad hispanoamericana presenta
pocas variables en su trazado, a partir de la opción del trazado damero.
Figura 10. Evolución de la Plaza Mayor (Zócalo)
de ciudad de México a partir del área central
de la ciudad de Tenochtitlan. Natalia Correal
Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro La ciudad
hispanoamericana. Fernando de Terán, 1989.
Figura 11. Plazas de Cartagena de Indias.
Natalia Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado
del libro La ciudad hispanoamericana. Fernando de
Terán, 1989.
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c. Las Plazas regulares
Desde la década de 1520, fue rápidamente adoptado en América el modelo de traza
regular, cuyas características generaron un trazado formado por manzanas iguales de
forma cuadrada o rectangular, y una plaza, por lo general en el centro de la planta, con
proporciones iguales a las de una de las manzanas. Ciudades como Puebla de Los
Ángeles de 1533, o la ya comentada ciudad de Lima con su plaza de armas cuadrada,
son típicas de este patrón regular.
Otro ejemplo importante de este tipo de plaza es el de Villa de Leiva, Colombia, donde
la integración del templo con la arquitectura popular adyacente a la plaza le conere un
ámbito de escala inusual en América. En general, fue adoptada una plaza cuadrada con
las dimensiones de un modelo de amanzanamiento que excluía la edicación (Lohmann,
1985). Esta práctica tan usual de regularizar las dimensiones de las parcelas y las
plazas, impidió en muchos casos proporcionar la ciudad, tal y como lo señala Hardoy
en 1978 “un criterio rígido a todas las luces inadecuado para determinar el principal
elemento urbano de una ciudad, cuyo uso y funciones variaban con el tamaño de la
población” (Hardoy, 1978, p. 32).
d. Plazas de asentamientos espontáneos.
En asentamientos anteriores a 1573, y especialmente los poblados mineros, tuvieron
trazas espontáneas o estuvieron determinadas por la localización de los yacimientos y la
orografía. La forma urbana de estas ciudades es consecuencia de la función extractiva:
su localización en zonas montañosas cercanas o en el lugar de los yacimientos fue
lo que condicionó las trazas irregulares. Esta situación dio lugar a plazas irregulares,
más cercanas a la tradición de los espacios orgánicos del medioevo, con formas y
usos fragmentados a diferencia de la regularidad multifuncional de las plazas mayores,
en los centros administrativos o ciudades puerto. Guanajuato, Potosí, Taxco y otras
ciudades muestran plazas de este tipo (Pergolis, 1995).
Figura 12. La traza de Lima como modelo de
trama urbana replicada en otras fundaciones
como Tunja, Pamplona y Bogotá. Natalia Correal
Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro Urbanismo
hispanoamericano: siglos XVI, XVII y XVIII. Jaime
Salcedo Salcedo 1996.
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Figura 13. San Luis Potosi (México). Arriba:
división en ocho cuarteles o barrios. Abajo:
distribución de espacios públicos e iglesias dentro
de la ciudad. Natalia Correal Avilán, 2016. Dibujo.
Retomado del libro La ciudad hispanoamericana.
Fernando de Terán, 1989.
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3. Según su uso
Desde su condición de centro geográco, y como valor simbólico al ser el centro
fundacional, la plaza situada en los bordes de los principales edicios públicos,
administrativos y religiosos, celebra en ella los acontecimientos más importantes de los
ciudadanos. Allí se concentran y superponen una serie de factores que la convierten
en el auténtico elemento central del modelo urbano utilizado por los españoles en
América (Aguilera, 1994). La plaza tuvo diferentes usos y servicios según la necesidad,
representó siempre el punto de encuentro de la ciudad, y su aspecto se modicaba
y adecuaba en cada ocasión para la actividad que se desarrollaría en ella, aunque
normalmente permanecía vacía, salvo por el rollo5 y la fuente pública (Arango, 1990).
a. La plaza como lugar de justicia
Los fundadores de la ciudad denieron la plaza como lugar donde si imponía justicia.
Al colocar el rollo y la Picota no solo se cerraba el acto fundacional sino también la
marcación del sitio preciso desde donde se organizaba la ciudad. La plaza fue el lugar
que se utilizó en el siglo XVI para ajusticiamientos públicos, tal y como se llevó a cabo
en Cusco al ajusticiar al primer Tupac Amaru en la plaza de armas, en 1572 (Lohmann,
1985)
b. La plaza para justas deportivas
El uso de las plazas para las justas deportivas o juegos fue variado. Plazas como la de
Buenos Aires y de Panamá, fueron utilizadas para corridas de toros, donde se construía
toda una arquitectura efímera para ello; estructuras de madera que limitaban el espacio
con graderías. Posteriormente se fueron construyendo edicios para tal n, haciendo
que la plaza perdiera su función deportiva.
c. La plaza como mercado
La tradición del mercado en la plaza está arraigada al origen español y su tradición
árabe del Zoco, la cual es trasladada como costumbre a la plaza colonial americana.
Esto se demuestra con el término nahualt “tianguis” utilizado por los españoles del
siglo XVI para identicar el mercado indígena en México. En muchas de las plazas
se reunían los ciudadanos para las ferias ganaderas, misas a cielo abierto o ferias de
las culturas indígenas (Paula, 1985). En algunas ciudades se armaban sistemas de
plazas con mercados distintos en cada uno de ellas; o también se instituyó el hábito de
instalar mercaderes en puestos de madera o piedra, como sucedió en la Plaza Mayor
de la nueva Guatemala, donde quedó denida un área perimetral para la ubicación de
los cajones. Las plazas latinoamericanas fueron ocupadas inicialmente con mantas y
ponchos puestos en el suelo que denían la venta de productos, o por diversas formas de
parasoles. Otra expresión arquitectónica que se generó en la plaza fueron las Recovas
o galerías perimetrales, construidas para ordenar el comercio de las plazas, creándose
así un ámbito, no sólo de mercado, sino también de paseo de usanza (Paula, 1985).
Figura 14. El patíbulo (horca y picota) se levantó
frente a las Casas de Cabildo. La picota, 1650.
Imagen: Tomada de El Zócalo. Natalia Correal
Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro reseña
histórica y anecdótica de la Plaza Mayor de México
(1521- 1871).
5 Rollo: columna de piedra generalmente
rematada con una cruz o una bola y que
representaba la categoría administrativa del lugar,
usado desde la edad media en Europa y trasladado
a América (Lohmann, 1985).
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d. La plaza como lugar de encuentro
Este espacio también signicó para los habitantes un lugar de encuentro y concentración,
la cual fue generada por las actividades que se realizaban en sus edicios perimetrales;
era un ámbito común, de intercambio y charla. La instalación del rollo, y en algunas
plazas de la pila de agua en el centro, representaba un servicio esencial para toda
la población que se acentuó con la construcción de diferentes atrios de iglesias y de
conventos muy próximos a ella (Hardoy, 1978).
e. Instalaciones dentro de la plaza
La ejecución de arquitectura efímera dentro de la plaza fue una tendencia común en
las plazas coloniales, la construcción de arco de triunfo, diferentes monumentos y
eventualmente túmulos funerarios, gradas teatrales para eventos culturales, entre otros,
generaron una enorme importancia en el barroco de los siglos XVII y XVIII, creando así
escenografía superpuesta a la del propio paisaje físico de la plaza, acentuando su valor
simbólico y funcional (Hardoy, 1978).
4. Los edicios alrededor de la plaza
El modelo urbano implantado por los españoles en el territorio americano consistió
en ubicar la plaza como eje central de la trama urbana pero también en la ubicación
de ciertas funciones alrededor o cercana a ella. La localización de la iglesia matriz
(luego catedral) y del cabildo, constituyeron referencias precisas en la planta de la
ciudad. Esta es una de las variantes del urbanismo americano y el europeo, ya que las
ciudades fundadas sintetizan las funciones cívicas y religiosas en un mismo ámbito
urbano que hace parte del carácter político-económico y evangelizador de la conquista
(Gutiérrez, 2006).
Figura 15. Plaza de la Victoria (actual Plaza de
Mayo), recova donde estaban los puestos de los
“bandoleros”, como se llamaba a los mercaderes.
Natalia Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del
libro La ciudad hispanoamericana. Fernando de
Terán, 1989.
Figura 16. Esquema de distribución de edicios
alrededor de la Plaza Mayor. Retomado del
libro El sueño de un orden. Natalia Correal Avilán,
2016. Dibujo. Retomado del libro La ciudad
hispanoamericana. Fernando de Terán, 1989.
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a. El solar de la iglesia
Dentro del ritual de fundación de la ciudad se solía hacer una celebración eucarística
en la Cruz que se había erigido en el solar señalado para la iglesia. La escogencia de
los solares perimetrales a la plaza estuvieron relacionados con nes de evangelización,
usándolos para la iglesia mayor, la parroquia o monasterio. Dentro de la norma
instaurada por la corona se aclaraba que la localización de las iglesias no debía ser
dentro de la Plaza Mayor sino cerca de ella, ya que cada una disponía de su propia
plaza para efectos del adoctrinamiento (Pergolis, 1995).
Según las ordenanzas, la iglesia mayor debía ocupar una isla entera, de manera que
“ningún otro edicio se les juntara, ni la incomodara” (Salcedo, 1996, p. 178). Para las
ciudades puerto, inicialmente se plantea no poner la iglesia cerca de la plaza sino, más
bien, distante a ella. Para el 1573, se modica la norma y se plantea que la iglesia debía
verse desde el mar y su estructura debía ser parte de defensa del puerto, incluyéndola
dentro del perímetro de la plaza y del puerto (Salcedo, 1996). En la práctica de la ciudad
indiana y la disposición de la iglesia hubo dos variantes, la primera de la tradición
medieval española, donde iglesias mayores se implantaron orientadas y puestas de
costado hacia la Plaza Mayor o en una plaza aparte, como se puede encontrar en
Ciudad de México (México), Riohacha (Colombia), y Puebla (México). La segunda, a
través de la ciudad ideal de Eiximenic, con iglesia mayor separada de la plaza como en
Cartagena y Santa Marta (Colombia) (Salcedo, 1996).
En Santo Domingo (Republica Dominicana), la iglesia mayor se encuentra orientada y
exenta al lado de la plaza, sin dar su fachada a ella. Esta forma de implantar la iglesia
se repitió en muchas otras ciudades fundadas antes del 1573, cuando se especicó las
normas de disposición urbana en las ordenanzas de poblaciones.
En La Habana, la plaza estaba ubicada hacia el mar y la iglesia, orientada y exenta,
daba su espalda a la plaza, donde también existían soportales para los mercaderes. En
Santa Marta, la plaza también mira el mar, y su catedral exenta, aunque fue construida
en tres oportunidades cada vez en un sitio diferente, estuvo siempre localizada fuera
de la Plaza Mayor.
b. El solar del edicio civil
La ciudad, como ente organizativo, implanta dentro de su centro la autoridad; la actividad
del cabildo será permanente y decisiva en las ciudades americanas desde el día de su
fundación. La función de este era relativa a adjudicar los demás solares, ordenar el
abasto, desarrollar la construcción de puentes y acueductos, y otras obras públicas, y
Figura 17. Esquema de Jaime Salcedo acerca
de la disposición de la iglesia al lado de la plaza.
Natalia Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del
libro Urbanismo hispanoamericano: siglos XVI, XVII
y XVIII. Jaime Salcedo Salcedo 1996.
Figura 18. Plano de la ciudad de Santo
Domingo, República Dominicana. Natalia
Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro
Urbanismo hispanoamericano: siglos XVI, XVII y
XVIII. Jaime Salcedo Salcedo 1996.
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hacer cumplir, cuando lo considera justo y adecuado, las disposiciones mandadas por
la corona (Salcedo, 1996).
Su ubicación usual fue el marco de la plaza en el solar equivalente en importancia al
de la iglesia al que seguía en orden de adjudicación; su arquitectura obedeció a una
tipología que, siendo sobria, podría destacarlo de entre las casas del vecindario. Cada
año, al instalarse en el nuevo cabildo, los regidores y alcaldes, se iban en solemne
procesión hasta la iglesia, cruzando la plaza hasta las casas capitulares. Esta ceremonia
reiteraba en esencia el acto fundacional (Salcedo, 1996).
La trascendencia de la plaza como “Tipo” en la ciudad latinoameri-
cana
La identidad de la ciudad latinoamericana se hace posible a través de un sistema no
igualitario pero si semejante, la composición de un centro o un puerto marcado con
sus edicios religiosos y civiles más importantes aledaños a la plaza, tal y como se
proyectó desde el inicio al momento de fundación. La plaza, como centro de ciudad,
se maniesta como el proceso de síntesis de las experiencias previas españolas y
europeas, constituyendo la base del rigor urbano americano, que tuvo que reajustarse
a los requerimientos del nuevo territorio, y de las formas de uso y el dominio del espacio
abierto de las culturas prehispánicas. La conguración de nuevos espacios en un
territorio desconocido signicó un trasfondo ideológico, de trasmisión de experiencias
comunes y experimentación, cambiando la escala de lo conocido y atreviéndose
a implantar formas urbanas distintas a las existentes, en una rotunda lucha con la
geografía y las preexistencias que dieron por origen la ciudad latinoamericana y la
plaza como su centro.
Aquel centro urbano, que se denió por las disposiciones formales de las normativas
originadas desde España para el territorio americano, habría podido generar formas
más ricas y variadas que las simples formas regulares si las normas se hubieran
constituido antes de la fundación de muchas de las ciudades, y no al revés, como la
historia lo cuenta, siendo la norma la conclusión y recticación del proceso realizado de
los colonizadores en la fundación de ciudades.
La disposición de mantener los elementos civiles y religiosos aledaños a la plaza le
dio a este espacio, además de la trascendencia de ser el lugar de inicio de la ciudad,
la preponderancia del poder político, social y religioso, marcándolo, así como el lugar
más importante de toda la ciudad. Este espacio vacío se convierte en el gran escenario
de la vida urbana, muy distinto a las disposiciones de la ciudad europea, pero que en
América se reeja como una nueva alternativa distinta y abierta, la cual se consolidó con
el paso del tiempo en muchos de los casos (México y Lima), aunque en algunos otros
terminó perdiendo su trascendencia por las trasformaciones urbanas de crecimiento y
renovación (Buenos Aires y Ciudad de Panamá).
Independiente de su forma, disposición y ubicación, la vida de la plaza marcó
irremediablemente la vida de la ciudad latinoamericana, su color, su arquitectura, sus
días de mercado y de esta, dieron el punto de partida de las grandes y variables
ciudades latinoamericanas, las cuales constituyen un capítulo importante de la historia
del urbanismo y la ciudad. Esta clase de estudios tipológicos demuestran la relevancia
Figura 19. Trazado de la ciudad de Popayán
(Colombia). 1. Se delimita la plaza y se hinca
el rollo. 2. Se asignan los solares para la iglesia y
el cabildo y 3. Los solares restantes a la plaza se
asignan a los capitanes más destacados. Natalia
Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro
Urbanismo hispanoamericano: siglos XVI, XVII y
XVIII. Jaime Salcedo Salcedo 1996.
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que tuvo la morfología como elemento de experimentación y dominación; la formación
de centros urbanos inéditos que transformaron para siempre el territorio indígena, y que
aún hoy, son imprescindibles en la lectura de la ciudad, que se siguió transformando
a través de aquel patrón, manteniendo así un estrecho vinculo con su plaza, como
muestra de aquel punto de transformación desde aquel asentamiento indígena al
germen de la gran ciudad latinoamericana.
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... En la segunda etapa se ha realizado el trabajo de campo y la observación directa de cada una de las plazas durante los meses de mayo-junio de 2017 y abril-julio de 2019 con jornadas que cubren todos los días de la semana y diferentes franjas horarias. La recogida de información se ha sistematizado mediante el diseño de una ficha que contempla aspectos observados en las primeras salidas de campo y propuestas tipológicas en Tudela (1977), Fessler (2001, Robba & Macedo (2002), Velásquez & Meléndez (2003), De Angelis et al. (2004), Sumaquero & Schicchi (2013), Correal (2017), Valera et al. (2018). En las salidas de campo se han tomado registros fotográficos y anotado datos en un cuaderno de campo. ...
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Resumen El artículo se basa en el análisis de las plazas del centro de Río de Janeiro a partir de tres fuentes de información -Secretaría de Planificación Urbana del Municipio de Río de Janeiro, Compañía Municipal de Limpieza Urbana (COMLURB) y Google Maps- con el objetivo de conocer sus características y el papel que juegan en la trama urbana. Los resultados demuestran que una parte de ellas forman parte del tejido urbano como articuladoras de sus ejes principales, mientras que otras se insertan en él ocupando espacios urbanos vacíos o asignando la ‘categoría plaza’ a espacios que no han sido pensados como tal. Estas situaciones están relacionadas con las características de los espacios públicos en las ciudades de origen lusitano.
... Es decir, es una plaza no centralizada como Buenos Aires.3. La plaza excéntrica sin otro lugar atrayente; es una plaza no centralizada, sin otro elemento natural de atracción, resultado de la topografía o crecimiento irregular(Correal, 2017).Según su uso o funciónSegún Correal (2017), este lugar ha contenido actividades importantes de la ciudad por tener en su perímetro los principales edificios públicos, administrativos y religiosos. Los distintos usos se adecuan a la plaza, incluso las actividades residenciales u otras:1. ...
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El proceso de implantación española en territorio andino durante el siglo XVI comenzó en las nacientes ciudades mestizas a partir de sus plazas, debido a su carácter simbólico y por facilitar la concentración poblacional, funcional y monumental. El estudio documenta y compara características tipológicas de la morfología urbana de seis primigenios núcleos urbanos hispano andinos: Cajamarca, Jauja, Cuzco, Ayacucho, Huancavelica y Puno, desde la perspectiva historiográfica. La información obtenida permite entender aspectos cualitativos situacionales, todavía visibles en singulares espacialidades que, incluso cuando se originaron en pretéritos actos fundacionales propios del virreinato, han tenido continuidad en posteriores escenarios de anheladas independencias republicanas que hoy sostienen y manifiestan vigencia. ades del Ande peruano.
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El objetivo principal de la presente investigación es demostrar que las proclamaciones de Fernando VI y Carlos III en Buenos Aires funcionaron como mecanismos de legitimación del poder y de cohesión social en los que la unión de las artes fue fundamental. Este estudio se basará en las relaciones que narraron dichas proclamaciones y que se conservan en el Archivo General de Indias. Estas, si bien fueron abordadas por una historiografía clásica, no han sido analizadas con la profundidad que merecen.
Retomado del libro Urbanismo hispanoamericano: siglos XVI, XVII y XVIII. Jaime Salcedo Salcedo
  • Correal Avilán
Correal Avilán, 2016. Dibujo. Retomado del libro Urbanismo hispanoamericano: siglos XVI, XVII y XVIII. Jaime Salcedo Salcedo 1996. Referencias bibliográficas
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  • J Aguilera
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  • G Favelukes
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