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Otra imagen del desierto. El clima del antiguo Sáhara Español entre 1882 y 1890 / Another image of the desert. The climate of the former Spanish Sahara between 1882 and 1890

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El principal objetivo de este trabajo es el reconocimiento de un periodo húmedo en el antiguo Sáhara Español entre 1882 y 1890. Hemos fundamentado nuestros resultados en diferentes proxies a los que se han añadido los datos de lluvia registrados en Cabo Juby en 1884 y 1885. Ha sido muy útil la lectura de las notas de viaje de los exploradores españoles y del viajero francés Douls. Por otra parte hemos tenido en cuenta la tradición oral proporcionada por las tribus saharauis recogidas por autores franceses y españoles. Todos estos datos suministran pruebas acerca de la existencia de una fase climática con lluvias superiores a las actuales que afectó a todo el territorio. Esta fase húmeda puede ser relacionada con fenómenos de alcance más global como es el índice de la NAO (North Atlantic Oscillation) y el índice de lluvias del Sahel.The main aim of this paper is the discovery of a wet period in the former Spanish Sahara between 1882 until 1890. We have based our results in carefully study of different proxies together with the scarce gauge record got in Cabo Juby (1884 and 1885). Has been very useful the notebook of Spaniards exploration and another one wrote by the French explorer Douls. On the other hand we have taken into account the oral tradition provided by the saharauis tribes and recorded by Spanish and French authors. All these data provide solid evidence for climatic phase rainier than today overall the territory. Indeed, this wet phase can be related with more global phenomena as NAO (North Atlantic Oscillation) index and Rain Sahel Index.
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Constantino Criado-Hernández*, Claudio Moreno-Medina** y Pedro dorta-antequera*
* Departamento de Geografía e Historia. Universidad de La Laguna
** Departamento de Geografía. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Otra imagen del desierto.
El clima del antiguo Sahara Español entre 1882 y 1890
resuMen
El principal objetivo de este trabajo es el reconocimiento de un periodo
húmedo en el antiguo Sáhara Español entre 1882 y 1890. Hemos fun-
damentado nuestros resultados en diferentes proxies a los que se han
añadido los datos de lluvia registrados en Cabo Juby en 1884 y 1885.
Ha sido muy útil la lectura de las notas de viaje de los exploradores
españoles y del viajero francés Douls. Por otra parte hemos tenido en
cuenta la tradición oral proporcionada por las tribus saharauis recogidas
por autores franceses y españoles. Todos estos datos suministran prue-
bas acerca de la existencia de una fase climática con lluvias superiores
a las actuales que afectó a todo el territorio. Esta fase húmeda puede
ser relacionada con fenómenos de alcance más global como es el índice
de la nao (North Atlantic Oscillation) y el índice de lluvias del Sahel.
résuMé
Une autre image du desert. Le climat de l’ancien Sahara espagnol entre
1882 et 1890.- L’objectif principal de ce travail est la reconnaissance
d’une période humide dans l’ancien Sahara espagnol entre 1882 et
1890. Nous avons basé nos résultats sur différentes procurations aux-
quelles ont été ajoutées les données pluviométriques enregistrées au
Cap Juby en 1884 et 1885. La lecture des notes de voyage des explo-
rateurs espagnols et du voyageur français Douls a été très utile. En
outre, nous avons pris en compte la tradition orale fournie par les tribus
sahariennes recueillies par les auteurs français et espagnols. Toutes ces
données fournissent des preuves de l’existence d’une phase climatique
avec des pluies de courant plus élevées qui ont touché l’ensemble du
pays. Cette phase humide peut être lié aux phénomènes de portée mon-
diale tels que l’indice de la nao (North Atlantic Oscillation) et le taux
de précipitations dans le Sahel.
abstraCt
Another image of the desert. The climate of the former Spanish Sahara
between 1882 to 1890.- The main aim of this paper is the discovery of a
wet period in the former Spanish Sahara between 1882 until 1890. We
have based our results in carefully study of different proxies together
with the scarce gauge record got in Cabo Juby (1884 and 1885). Has
been very useful the notebook of Spaniards exploration and another
one wrote by the French explorer Douls. On the other hand we have
taken into account the oral tradition provided by the saharauis tribes
and recorded by Spanish and French authors. All these data provide
solid evidence for climatic phase rainier than today overall the territory.
Indeed, this wet phase can be related with more global phenomena as
nao (North Atlantic Oscillation) index and Rain Sahel Index.
Palabras Clave/Mots Clé/Keywords
Sáhara Español, rasd (República Árabe Saharaui Democrática), sur de
Marruecos, índice de la nao, índice de lluvias del Sahel, fase húmeda,
tradición oral, Climatología Histórica.
Sahara espagnol, rasd (République Arabe Saharouie Démocratique),
Sud du Maroc, indice nao, indice de pluies du Sahel, phase humide,
tradition orale, Climatologie historique.
Spanish Sahara, sadr (Sahrawui Arab Democratic Republic), Southern
Morocco, nao index, Rain Sahel Index, wet phase, oral tradition,
Climate History.
Ería, 1 (nueva época), 2017, pp. 5-19
I. INTRODUCCIÓN
Existe un profundo desconocimiento sobre la historia
climática del territorio que hasta 1975 fue conocido
como «Sáhara Español». Para el mundo sahariano y sa-
heliano, el establecimiento de estaciones meteorológi-
cas pioneras (Argelia) o la existencia de un corpus de
información escrita han permitido la reconstrucción de
la historia climática, fundamentalmente centrada en las
lluvias (Nicholson, 1980; Nicholson, 2001a y 2001b;
Nicholson y otros, 2012a y 2012b); sin embargo, la in-
formación para el territorio que nos ocupa (Nicholson,
2001a y 2001b), puede ampliarse utilizando proxies que
no habían sido consultados con anterioridad. Por lo que
respecta a los datos climáticos del Sáhara bajo soberanía
española, si bien el primer asentamiento en Villa Cisne-
ros data de 1885, estos no empezarán a ser registrados
sistemáticamente hasta 1943.
El presente trabajo aborda la reconstrucción del
clima, entre 1882 y 1890, a partir de proxies como son los
6 ERÍA
relatos de las expediciones españolas de Cervera (1886),
Bonelli (1887) y la del francés Douls (1888) junto con
la información oral transmitida por los ancianos de las
tribus Izarguiem, Ulad Tidrarin y Arosien, que fue reco-
gida por Caro Baroja (1955), a las que se unen las pro-
venientes de tres fracciones de los Erguibat recuperadas
por Caneuille y Dubieff (1955) y datos de precipitación
recogidos por Mackenzie en Cabo Juby en 1884 y 1885
(Nicholson, 2001a).
1. RASGOS GENERALES
DEL SÁHARA OCCIDENTAL
a) relieve y CliMa
El área objeto de estudio (Fig. 1) abarca la totalidad
del antiguo Sáhara Español englobado dentro de la re-
gión pluviométrica 4 de Nicholson (2001a). El territo-
rio del antiguo Sáhara Español ocupaba un área no bien
denida de unos 600.000 km2, que, tras la delimitación
del acuerdo hispano-francés de 1912, se redujo a una su-
percie de 298.000 km2 (Fig. 1), estando dividido en tres
sectores diferentes: zona sur del Protectorado, región de
Saguía el Hamra y Río de Oro (Algueró, 2006). Al norte
se encontraba la zona sur del Protectorado (devuelta a
Marruecos en 1958), limitando al norte con el Uad Draa,
al sur con el paralelo 27º 40’ N, al oeste con el océano
Atlántico y al este con el meridiano 11º 00’ W. La re-
gión de Saguía el Hamra se localizaba entre el paralelo
27º 40’ N y el paralelo 26º 00 (Cabo Bojador). Río de
Oro, por su parte, iba desde este paralelo hasta el límite
meridional del territorio (el antiguo Sáhara Francés, hoy
Mauritania).
El relieve presenta poca energía. De Cabo Bojador
hacia el sur la mayor parte del territorio está por debajo
de los 200 m de altitud, aunque al suroeste de Villa Cis-
neros aparecen altitudes de entre 200 y 400 m, con algu-
nos sectores más elevados en la zona de Adrar Sutuf. Lo
mismo ocurre en la comarca de Guelta Zemmur, donde
la cota máxima alcanza los 451 m. Hacia la cabecera de
la Saguía el Hamra, el relieve se va elevando al este so-
brepasando los 400 m en la Hamada de Tinduf. Hacia el
norte, también se eleva llegando a los 1.097 en un punto
próximo a la Hamada Aidar (Fig. 2). Este relieve, de es-
casa entidad, esconde una importante variedad geomor-
fológica. Así, en la costa dominan llanuras desarrolladas
sobre rocas sedimentarias cenozoicas, con amplias de-
presiones ocupadas por sebjas (That, Sej, Aridal…); más
al interior aparecen cadenas de colinas y mesetas (hama-
das) desarrolladas sobre calizas cretácicas, estando ocu-
padas las zonas más continentales por macizos cámbrico-
Fig. 1. Localización del área estudiada. Está incluida en la zona 4 de
Nicholson (2001a).
Fig. 2. Mapa hipsométrico del área estudiada. La frontera corresponde
a la anterior a 1958. Algunos topónimos han sido sacados del mapa de
Almonte (1914).
OTRA IMAGEN DEL DESIERTO. EL CLIMA DEL ANTIGUO SAHARA ESPAÑOL ENTRE 1882 Y 1890 7
silúricos y por un escudo precámbrico, dominado por
llanuras graníticas, pero en el que aparecen numerosos
cerros tipo «Pan de Azúcar» (gneises y cuarcitas), desta-
cando sobre las llanuras graníticas de la llamada «Dorsal
Reguibat». Tanto al norte como al sur se desarrollan ex-
tensos campos dunares (Draá Afratir, desde la costa de
Cabo Juby a Aridal, y Azefal en el extremo sureste del
territorio de la rasd y Mauritania (Hernández-Pacheco y
otros, 1949).
A la luz de los datos climáticos disponibles, no pa-
rece que el relieve constituya un factor de singularidad
climática, sino que las diferencias se establecen entre el
clima de costa, fresco y húmedo, y el del interior —típi-
camente sahariano—, con mayores contrastes térmicos
entre invierno y verano y menor humedad relativa. La
zona de estudio presenta un clima claramente desértico
y muy árido en cualquier clasicación climática, con un
décit hídrico muy marcado (índice uneP 0,04 en Smara
y 0,05 en Dajla). No obstante, posee diferencias espa-
ciales importantes. En el ámbito termohigrométrico des-
taca una relevante diferencia entre la costa, bañada por
la corriente fría de Canarias, con temperaturas suaves en
general, y el interior continental, con valores térmicos
extremos, especialmente en las temperaturas máximas.
La corriente fría de Canarias y el fenómeno de Upwe-
lling, ocasionados ambos por el soplo de los alisios, son
apreciables desde la latitud de Cabo Ghir (Marruecos)
y ello da lugar a una disminución de la temperatura del
agua supercial que alcanza mínimos de 16,7 ºC (Molina
y Laatzen, 1986), si bien sujetos a importantes variacio-
nes estacionales, especialmente en su bordes norte y sur
(Arístegui y otros, 2004).
Este aoramiento determina la aparición de un clima
desértico costero, con escasas precipitaciones, pero con
elevada humedad relativa que en ocasiones da lugar a la
formación de nieblas (85 % de humedad en Cabo Juby
a las 12 horas, 66 % en Villa Cisneros), frente a valores
excepcionalmente bajos en el interior (36 % en Smara,
a 200 km de la costa), especialmente durante las horas
centrales del día (Font Tullot, 1955) y temperaturas que
se moderan respecto a las de las estaciones del interior.
En el apartado pluviométrico, todo el Sáhara occidental
está entre las isoyetas 20 mm/año y 50 mm/año, a ex-
cepción del Zemmur que se sitúa entre 50 mm/año y 100
mm/año (Dubieff, 1963). La zona considerada se sitúa
entre los 20º y 29º N, aproximadamente entre las ciu-
dades de Tantán (Reino de Marruecos) y Nouadhibou
(Mauritania), teniendo el océano Atlántico como límite
occidental, siendo el oriental la frontera con Argelia y
Mauritania.
Las modestas lluvias se reparten de forma diferente
estacionalmente. Cabo Juby1 o Smara reciben las esca-
sas precipitaciones de septiembre a marzo (Figs. 3 y 4),
concentrando la lluvia en los meses más fríos (al igual
que en Canarias). Villa Cisneros2 registra la mayor parte
de las precipitaciones entre agosto y diciembre, con un
régimen mucho más tropical al concentrarse las lluvias
en los meses cálidos (Fig. 5). En todos los casos las preci-
pitaciones son muy escasas con enormes diferencias inte-
ranuales, mostrando, por tanto, coecientes de variación
muy elevados, en la mayor parte de los casos por encima
del 60 %.
El origen de las lluvias en las localizaciones de in-
uencia mediterránea está relacionado con el descenso
pronunciado de las depresiones del frente polar hasta es-
tas latitudes, que solo se registra en los meses más fríos
1 Actual Tarfaya (Reino de Marruecos). La toponimia usada en este trabajo
combina nombres saharauis con europeos (españoles y franceses) por ser los que
se usaban para designar algunos núcleos de población en la época a la que se
reere el estudio.
2 Actual Dajla (República Árabe Saharaui Democrática).
Fig. 3. Diagrama ombrotérmico de Cabo Juby (hoy Tarfaya, Reino de
Marruecos). Media de lluvia anual 48,0 mm. Fuente: aeMet.
Fig. 4. Diagrama ombrotérmico de Smara (República Árabe Saharaui
Democrática). Media de lluvia anual 50,9 mm. Fuente: aeMet.
8 ERÍA
del año, tal y como también ocurre en Canarias. Sin em-
bargo, el origen de las lluvias tropicales de los sectores
más meridionales y continentales está relacionado con el
ascenso inusual de la Zona de Convergencia Intertropical
(zCit) durante los meses cálidos, lo que genera algunas
tormentas estivales relacionadas con perturbaciones tro-
picales vinculadas a los sistemas convectivos.
En denitiva, el régimen de precipitaciones muestra
un máximo invernal cuanto más nos acercamos al Ma-
greb y a la costa, y estival cuanto más lo hacemos hacia
el África subsahariana y al interior. La distribución de los
tipos de tiempo contribuye a un mejor entendimiento del
reparto espacial de la precipitación.
Según Font Tullot (1955), el clima del Sáhara occi-
dental viene denido por la sucesión de cuatro tipos de
tiempo principales que corroboran la distribución pluvio-
métrica señalada (Fig. 6). Las situaciones más frecuentes
vienen representadas por tipos de tiempo estables consti-
tuidos, en primer lugar, por el régimen de vientos alisios,
con ujos dominantes del primer cuadrante. En segundo
lugar, el tipo de tiempo conocido como «Iri», caracte-
rizado por una circulación de viento del este, elevación
de las temperatura por encima de los 30 ºC, llegando a
40 ºC, con humedad relativa inferior al 10 % y material
particulado litogénico en suspensión (dust). Las situacio-
nes de inestabilidad más destacadas se producen, en pri-
mer lugar, por la actividad ciclónica del frente polar que
se traduce en depresiones que circulan a muy baja latitud,
generando un ujo del suroeste en la mitad meridional
de la baja presión, que da lugar a una irrupción de aire
húmedo atlántico que puede ser causante, puntualmente,
de lluvias notables en la región. Font Tullot (1955) cita
varios ejemplos como las de 26 de noviembre de 1945,
2 de enero de 1946 y 24 de enero de 1947 (Cuadro I y
Fig. 6), a las que se añaden otras similares como las más
recientes de febrero de 2006. El paso de estas depresio-
nes produjo unas precipitaciones notables en el Sáhara, al
igual que en Canarias (Cuadro I).
En segundo lugar, el otro tipo de situación inesta-
ble, estaría representado por lo que Font Tullot (1955)
denomina «depresiones sudano-saharianas», de carácter
tropical, que afectan especialmente a la mitad sur del te-
rritorio y que se producen esencialmente en el verano y
otoño, cuyo origen sería una onda del este. Un ejemplo
de ella fue la registrada el 21 de septiembre de 1951,
que también afectó de forma importante a Canarias, re-
gistrándose 12,0 mm en Villa Cisneros y 66,2 en Izaña
(Tenerife).
b) los Modos de vida tradiCionales
La escasez e irregularidad de las precipitaciones en
esta parte de África ha derivado en unos mecanismos de
adaptación al medio basados en el nomadismo (Capot-
Rey, 1953). Casi siempre se asocia el nomadismo a la
actividad ganadera, pero entre algunas tribus del antiguo
Sáhara Español el nomadismo se relacionaba también
con una agricultura primitiva basada en el cultivo de la
cebada (Hordeum vulgare). El cultivo de este cereal se
efectúa en la grara (graret en plural), término hassa-
niya que designa a las depresiones topográcas, gene-
ralmente ovaladas, cuyo eje mayor está dirigido en la
dirección del viento dominante (el alisio). La tipología
de las graras es muy variable, desde la depresión casi
inapreciable a la hondonada perfectamente delimitada
por un talud de entre 6 y 10 m de altura, con todas las
transiciones imaginables. El tamaño es también muy va-
riable, yendo desde en torno a una hectárea a supercies
de entre 2 o 3 km de largo por 1 o 1,5 km de ancho (Her-
nández-Pacheco y otros, 1949). Muchas graras pueden
haberse formado como consecuencia de la erosión eó-
lica actuando sobre sectores donde las rocas calizas (que
ocupan las áreas próximas al litoral hasta 40 o 50 km de
la costa), alternan con facies más arenosas y arcillosas
Fig. 5. Diagrama ombrotérmico de Villa Cisneros (hoy Dajla. República
Árabe Saharaui Democrática). Media de lluvia anual 51,2 mm. Fuente:
aeMet
Cuadro I. Precipitaciones registradas en Cabo Juby, Aaiún
e Izaña (Islas Canarias) al paso de depresiones templadas
(según Font Tullot, 1955)
26/11/1945 2/1/1946 24/1/1947
Cabo Juby 37,0 mm 14,0 mm 54,0 mm
Aaiún 16,0 mm
Izaña 22,6 mm 7,9 mm 44,3 mm
OTRA IMAGEN DEL DESIERTO. EL CLIMA DEL ANTIGUO SAHARA ESPAÑOL ENTRE 1882 Y 1890 9
fácilmente disgregables (Hernández-Pacheco y otros,
1949). La formación de un área deprimida conduce a la
acumulación de las aguas de lluvias, las cuales arrastran
elementos nos (limos y arcillas), produciendo sectores
con sustrato, nutrientes y humedad favorables al desa-
rrollo de la vegetación. En muchas ocasiones el núcleo
de la grara se encharca durante los episodios lluviosos
(Fig. 7), dando lugar a las denominadas daias (daiet en
plural), muy interesantes al constituir abrevaderos para
el ganado.
Los nómadas del antiguo Sáhara Español, que prac-
ticaban este tipo de agricultura, pertenecían a las tribus
más occidentales del Sáhara como los Izarguiem, Filala,
Arosien, Ulad Tidrarin y Ulad Delim. Más reciente-
mente, fracciones pertenecientes a la confederación Er-
guibat habrían empezado también a cultivar cebada. Las
regiones de nomadeo de estos grupos humanos se pueden
ver en la Fig. 8.
Los Izarguiem nomadeaban desde la Saguía el Ham ra
por toda la meseta de Gaada, valle de Chebika y llega-
Fig. 6. Los cuatro tipos de tiempo principales que afectan al territorio del antiguo Sáhara Español (según Font Tullot, 1955, con modicaciones).
Superior izquierda: depresión del frente polar. Superior derecha: tiempo de alisio. Inferior izquierda: depresión sudano-sahariana (zCit). Inferior
derecha: iri, advección de aire sahariano.
10 ERÍA
ban por el norte al Draa. Por el este normalmente no re-
basaban el borde oriental de la meseta de Elgaada ni el
macizo de Yebel Sin. La de los Ulad Tidrarin era más
rica en ganado lanar y cabrío que camellar y labradora;
residía habitualmente entre la región comprendida entre
Saguía el Hamra y Udei el Graa, en la comarca costera
de Imirinkli, cuyos terrenos cultivaba. El mismo espacio
lo compartía la tribu Arosien, pudiendo considerarse el
límite de dispersión de ambas hacia el este el cauce del
Uad Jat. Los Ulad Delim nomadeaban habitualmente en-
tre el Trópico de Cáncer y el límite meridional del terri-
torio (la actual frontera con Mauritania), pudiendo consi-
derarse su límite oriental la región del Tiris, entre el pozo
Bir Uld Sidi Mohammed y el de Sug.
El carácter nómada obedecía a la escasez, irregulari-
dad y desigual reparto espacial de la lluvia; los habitantes
de esta región se autodenominan «Los hijos de la nube»
(Ulad el mizna). De este modo, todo el grupo humano, de
tamaño variable, se desplazaba en busca de los lugares
donde se habían producido precipitaciones para pastorear
los rebaños (de cabras, ovejas y camellos) y practicar la
agricultura estacional.
En el Sáhara occidental la agricultura sedentaria era
muy escasa y se limitaba esencialmente a los cultivos de-
sarrollados en los escasos oasis del territorio, en los que
desde nales del siglo xix se procedió a la plantación de
la palmera datilera (Phoenix dactylifera), llamada nájala
en hassaniya.
Mayor importancia ha revestido la agricultura iti-
nerante, aunque se desconoce en qué momento se abre
camino la actividad agrícola entre los nómadas del lito-
ral atlántico del Sáhara (denominado Sahel por los saha-
rauis). Lo cierto es que los relatos de viajeros de nales
del xix señalan la existencia de cultivos de cebada (Hor-
deum vulgare, llamada zeret por los saharauis) en varias
zonas del Sáhara occidental.
II. FUENTES
Contamos con fuentes muy diversas. Las notas de
viaje francesas (Douls, 1888) y españolas (Cervera,
1886; Bonelli, 1887), que describen el territorio entre
1885 y 1887, nos dibujan una realidad climática algo
diferente a la actual que derivaría de una fase de preci-
pitaciones más abundantes. Otra fuente documental son
las relaciones orales de las tribus saharianas, engloba-
das todas ellas dentro del área cultural del hassanyia.
Fig. 7. Esquema de una grara cultivada (modicado de Caro Baroja,
1955).
Fig. 8. Áreas de nomadeo de las tribus del antiguo Sáhara Español,
estudiadas por Caro Baroja (1955) y Cauneille y Dubieff (1955). Los lí-
mites del territorio se corresponden con las fronteras del antiguo Sáhara
Español antes de 1958.
OTRA IMAGEN DEL DESIERTO. EL CLIMA DEL ANTIGUO SAHARA ESPAÑOL ENTRE 1882 Y 1890 11
De estas crónicas orales seis fueron recogidas por Caro
Baroja (1955), habiendo utilizado en este artículo las
pertenecientes a las tribus Izarguiem, Arosien, Ulad Ti-
drarin y otras tres a las fracciones Belgacem, Hameïd-
nat y Foqra de la confederación Erguibat (denominada
«Reguibat» por los franceses) que fueron registradas
por Cauneille y Dubieff (1955). Las tribus Izarguiem,
Arosien y Erguibat, pertenecen a las denominadas «tri-
bus guerreras» y la Ulad Tidrarín a las «tributarias»
(Guarner y Guarner, 1931).
La tradición oral de todas estas tribus nombra los años
vividos por la persona más notoria de la tribu usando el
suceso más relevante acaecido al principio del año solar,
que, entre las tribus saharianas no coincide con el año
gregoriano ni con los del calendario islámico, sino que
comienza en las primeras lluvias de otoño. Cada año
es designado por un suceso importante que ha ocurrido
durante este periodo de tiempo, preferentemente al prin-
cipio del mismo (Cauneille y Dubieff, 1955). Todas las
tribus realizan el cómputo de años en función de los suce-
sos más importantes acaecidos en los mismos, no siendo
los años muy lluviosos o los muy secos sucesos que pasa-
ran desapercibidos a la tradición oral en la medida en que
afectaban a las condiciones generales de vida de amplios
colectivos humanos.
Otras veces, las crónicas nos permiten rastrear otros
fenómenos naturales como las invasiones de langosta, los
lugares donde se nomadeaba o las graras donde algunas
tribus (fundamentalmente los Izarguiem, Arosien y Ulad
Tidrarin del antiguo Sáhara Español) practicaban el cul-
tivo de la cebada; en ocasiones, la información se centra
en aspectos bélicos (guerras intertribales, gazzis3, guerras
contra los franceses, etc.), epidemias, fallecimientos de
personas relevantes, establecimiento de puestos colonia-
les y expediciones cientícas o militares de las potencias
colonizadoras del área (Francia y España). Obviamente,
para que estas cronologías sean válidas, es necesario con-
trolarlas partiendo de hechos datados en nuestro calenda-
rio; ello no ha resultado difícil al existir eventos perfecta-
mente localizables en las fuentes históricas.
Por último, se cuenta también con los registros de
lluvia tomados por Donald Mackenzie en Cabo Juby en
1884 y 1885 (Nicholson, 2001a).
3 El término gazzi, traducible al español como «razzia», dene los ataques
de otras tribus que normalmente implicaban el robo de ganado.
1. LOS DATOS PROPORCIONADOS POR BONELLI
Y LOS VIAJES DE EL-MADANI (1885)
A) PriMer viaje
Tras la fundación de la factoría de Villa Cisneros se
emprenden viajes para reconocer la región y estudiar sus
posibilidades económicas de cara a una posible coloniza-
ción. El propio gobernador de Villa Cisneros, Emilio Bo-
nelli, realiza el primero de ellos en las áreas próximas a
la incipiente colonia. La descripción nos aporta aspectos
típicos del desierto, como es la escasez de agua, aunque
los siguientes párrafos, entresacados del relato del viaje,
nos ofrecen una imagen más matizada del desierto:
Por fortuna las grandes planicies donde la vegetación es casi
nula y en las cuales se carecerá de agua mientras no se construyan
pozos artesianos, son relativamente escasas, dada la amplitud de
aquella comarca. Abundan los grandes oasis, de terreno abrupto,
con largas cordilleras, en cuyos valles se recogen las aguas, for-
mándose lagunas de considerable extensión, con tierra vegetal
de excelentes condiciones; y en la proximidad de estos puntos se
reconcentran los habitantes del desierto para el cuidado de gran-
des rebaños de ganado que encuentra pastos sucientes por la casi
constante humedad del suelo durante todo el año. Las condiciones
de aquel terreno han hecho necesario la diseminación de los in-
dividuos de las tribus que, mezclados con las otras, van á ocupar
los sitios privilegiados del terreno á n de que todos disfruten de
sus ventajas y puedan ofrecer seguro asilo á sus mismos correli-
gionarios, cuando por cualquier causa necesiten recorrer aquellos
territorios.
Sin necesidad de alejarse a gran distancia de la costa, se ob-
serva en muchos puntos de tan vasto litoral una vegetación relati-
vamente considerable, con plantas que ofrecen suciente pasto á
grandes rebaños de camellos, ganado lanar y cabrío, siendo más
abundante a medida que se avanza hacia el interior, donde los nú-
cleos de población son mayores y más productivo el terreno.
Ante la necesidad de tener noticia certera del interior,
Bonelli comisiona al sherif Jameida (saharaui pertene-
ciente a la tribu Ula bu Sbaa) y a El Madani (rifeño) para
que realicen un viaje hacia el interior. Los citados viaje-
ros partieron el 13 de septiembre de 1885, con solo dos
camellos y víveres para unos diez días, realizando una de
las rutas que guran en el mapa que se adjunta (Fig. 9).
A 45 km encontraron el célebre pozo Tishekten, de excelente
agua dulce, bastante mejor de la que emplea la reducida colonia de
Río de Oro, y en cuyas inmediaciones habitan unas 27 familias de
la tribu de Bu Amar con grandes rebaños de ganado lanar y cabrío,
buen número de camellos y regulares pastos.
En la tercera jornada, siguiendo una dirección más inclinada
al Sud [sic], recorrieron trayectos muy poblados de árboles, en su
mayoría espinosos —acacias indudablemente— que producen ex-
12 ERÍA
celente goma arábiga, y otros cuya corteza se emplea por los natu-
rales para el curtido de pieles. Algunos de estos árboles alcanzan
altura de 4 a 5 metros, 20 centímetros de diámetro en su extremidad
inferior, y solo por casualidad se encuentran en mayor corpulencia.
Al anochecer llegaron al Fudj, punto habitado por agrupación
de indígenas pertenecientes a las tribus de Bu Omar, Ulad Delim,
Tsederarin y Erguibat, siendo bastante numerosa la población por-
que, en años lluviosos, los pastos son muy abundantes, el heno
adquiere unos 50 centímetros de altura, y, por consiguiente, es fácil
el sostenimiento de grandes rebaños de ganado lanar o vacuno. Sin
embargo, el agua que estas gentes emplean es salobre, a excepción
del periodo de las lluvias, en el cual se forman considerables balsas
o lagunas que desaparecen rápidamente por el calor del estío.4
A 35 kilómetros, próximamente, del Jaud, se encuentra Ifernan,
en una dirección casi constante al Sudeste; y en sus inmediaciones
abundan los árboles, en su mayoría sin espinas, de escasa elevación
y resistencia. Tiene aquel sitio el aspecto de un bosque bajo y claro,
en terreno de escasas ondulaciones y muy pedregoso.5
En la jornada siguiente torcieron algo más al Sud [sic] para ir
en busca de un pozo de agua salobre, dar de beber á los camellos
4 El número entre paréntesis corresponde al año en que se realizó el viaje
(1885), mientras que en otros lugares gura 1887, año en que se publicaron los
datos aportados por dicho viaje.
5 El viaje de Douls se realizó en 1887, publicándose las crónicas del mismo
en 1888.
y prepararse a una marcha penosísima de dos jornadas por terreno
muy llano, exento de vegetación y de agua de ninguna clase.
Teris [sic] puede considerarse como un oasis relativamente
considerable y productivo. Forma esta posición un frondoso valle,
muy abundante en pastos, distinguiéndose entre otras plantas salo-
bres una hierba que los indígenas llaman skafj6 que es muy aprecia-
da del ganado. En chozas de abrojos, maleza y troncos de árboles, o
bien de tela de esparto y palma —aunque el número de estas chozas
es bastante menor— habitan unas cincuenta familias de las tribus
de Ulad Delim y Ulad Azuz, las cuales poseen grandes rebaños de
ganado lanar y cabrío, y un número considerable de camellos […].
Desde Guetaia a Bularia —punto excesivamente ventoso—
emplearon dos jornadas escasas, lo cual hace suponer una distancia
al menos de 70 kilómetros. El terreno recorrido en este trayecto
tiene pastos en abundancia.
Hasta llegar a Daits-el-Begar, que dista unos 45 kilómetros. Es
el punto más habitado que encontraron hasta este día los expedi-
cionarios, pues alrededor de una laguna de agua pluvial, que mide
próximamente 30 metros de longitud por 20 de anchura, se hallan
bastantes chozas, donde se albergan unas 300 almas, dedicadas a
guardar grandes rebaños de ganado lanar y cabrío, con buen núme-
ro de camellos, […].
Transcurrido el plazo de tres días rompieron la marcha, con
dirección al Sud [sic], en busca de Daya Lanquiya, que dista unos
6 Nucularia perrina (Guinea, 1945).
Fig. 9. Reconstrucción de los viajes de El Madani (1885)4, Cervera y Quiroga (1886) y Douls (1887)5.
OTRA IMAGEN DEL DESIERTO. EL CLIMA DEL ANTIGUO SAHARA ESPAÑOL ENTRE 1882 Y 1890 13
40 kilómetros de Daits-el-Begar, y donde existe una profunda la-
guna de agua dulce, de tres kilómetros de largo por uno de anchura,
cuyas inmediaciones están habitadas por unas 6.000 almas […].
Las inmediaciones de Daya Lanquiya son bastante fértiles y
frondosas. La abundancia de pastos favorece el sostenimiento de
grandes rebaños de carneros, cabras, algunos caballos, asnos y ca-
mellos, estos últimos en excesivo número. A corta distancia, en
dirección al Sud, existe otra laguna, cuyos alrededores pueblan los
Ulad el Lab, Arrosiyin, Ulad Guilan, Eznail, que poseen mucho
ganado vacuno; Ahel el Mami, también propietarios de ganado
vacuno y lanar blanco, y los Trarza. A unos 4 kilómetros al Norte
habitan los Ulad el Gazal —«hijos de las gacelas»— dedicados ex-
clusivamente al fomento del ganado vacuno, pudiéndose calcular
la población de esta comarca en 14.000 almas aproximadamente,
que habitan, en su mayoría, en chozas de maleza y abrojos, o de
lienzo de palma con basamento de barro.
[…] pero al llegar a Tiniyan los pastos son abundantes y, por
consiguiente, el ganado se sostiene en número considerable y en
condiciones excelentes […].
b) el segundo viaje
Las noticias que aportaron Jameida y El Madani, con-
dujeron a la realización de una segunda expedición, cuyo
objetivo era bajar más al sur, por la región de Adrar Su-
tuf. Este contó con más participantes y pertrechos y salió
de Villa Cisneros el 22 de noviembre de 1885.
Desde Imezan se llega a Daits-el-Arab en una jornada, porque
solo distan entre sí estos dos puntos unos 40 kilómetros. En Daits-
el-Arab existe una laguna de 8 kilómetros de longitud por 2 de
anchura, en dirección E. á O.: pueblan los alrededores unas 1.000
almas de los Ulad bu Sbaa, Demisats, Ulad Delim, Ulad el Lab y
Ulad el Arrosiyin, los cuales poseen abundantísimo ganado lanar y
cabrío, muchos camellos y algunos caballos […].
[…] se encuentra la comarca denominada Karia de Sid-Abd-
Allah, poblada por diversas tribus y donde tiene su residencia habi-
tual el hermano del shej Ma-el-Ainin, shej Saad-Bú, de gran presti-
gio entre los creyentes del desierto. La especie de federación que
preside el shej Saad-Bú, cuenta con unas 250 jaimas, por lo cual no
parece aventurado calcular en 2.000 habitantes aproximadamente los
que allí residen dedicados al cuidado de grandes rebaños de ganado
lanar y cabrío, bueyes, algunos caballos, asnos y bastantes camellos,
y al cultivo de cebada en un espacio de 4 kilómetros cuadrados.
El Duaj constituye una pequeña aldea situada en un terreno
con bastante vegetación y en las inmediaciones de una laguna de
gran extensión, con agua dulce en cantidad suciente y con algún
arbolado. En numerosas chozas y jaimas, de diversas formas y ta-
maños, revestidas de barro con basamento de adobes muy imper-
fectos, o solo de tela de palma y esparto reforzada con madera,
habitan unas 12.000 almas por lo menos. En los alrededores de
este especial y repugnante caserío se cultiva la cebada, que una vez
tostada y molida, forma el principal alimento […].
Los habitantes de Uad-el-Kasab preparaban el terreno para
la siembra de cebada, después de empapado el suelo con fuertes
lluvias que, según los indígenas, se repetirían en el mes entrante,
como generalmente sucede.
La descripción que aporta el comisionado de Bonelli,
resulta muy esclarecedora de las diferentes imágenes que
ofrecía el desierto en esos momentos. La parte más dura
parece encontrarse en la costa, donde a la aridez general
se le añadiría el efecto inhibidor de la lluvia de la co-
rriente fría de Canarias y del efecto Upwelling derivado
del alisio. Hacia el interior, la descripción nos ofrece un
paisaje rico en vegetación, con pastos —de hasta 50 cm
de altura—, áreas con árboles (fundamentalmente Aca-
cia raddiana y Acacia seyal. Guinea, 1944), y numerosas
daias rellenas de agua con poblaciones semisedentarias,
habitando en cabañas construidas con materias primas de
origen vegetal y dedicadas a la cría de ganado camellar,
caprino, ovino, equino y, lo que es más llamativo, va-
cuno y amplios cultivos de cebada. El paisaje ofrecería
un aspecto similar al que hoy podríamos encontrar en la
región del Inchiri mauritano, un área más meridional y
más beneciada que la zona del Tiris y Adrar Sutuf por
las lluvias del monzón africano.
2. LA EXPEDICIÓN CERVERA
La expedición, con nes políticos y cientícos, se de-
sarrolló en el marco temporal de la Conferencia de Ber-
lín, en la cual las potencias europeas buscaban aportar
informes y tratados de sumisión con los que justicar el
reparto de los territorios africanos (Algueró, 2006).
El viaje se realiza a comienzos del verano, cuando aún
no habrían llegado las lluvias y transcurre ligeramente al
norte de las realizadas por El Madani, describiendo una
trayectoria WNW-ESE (Fig. 9), desde Villa Cisneros a
la sebja de Iyil por entonces dentro del área del Protec-
torado de España y que pasaría a manos francesas por el
Tratado de 1912.
En referencia al Tiris:
En otros sitios, y en los puntos bajos de fondo arcilloso, se
acumulan las aguas de lluvia y se forman lagunas, a veces de varios
kilómetros, y que algunas conservan agua todo el año, sirviendo de
abrevadero a numerosos rebaños. También hay en ciertos parajes
hierba alta y abundante, y árboles algo elevados, principalmente
gomeros. Se encuentra además el halfa ó esparto, y Afernán7, que
da un jugo lechoso que puede compararse con la gutapercha y em-
plean para calafatear pequeños barcos. Las arenas y las dunas solo
se presentan generalmente en la zona más cercana a la costa, y
raros son los sitios en que no hay alguna vegetación herbácea ó
leñosa, aunque raquítica; a una o dos jornadas del mar, ya se ven
pequeños cultivos de cebada, alternando con los pastos.
7 O Infernán (Euphorbia balsamifera. Guinea, 1945).
14 ERÍA
La zona llamada Skarna, que tiene unas dos jornadas de trave-
sía en largo y ancho, y la de Zemmur, ambas con agua abundante
en pozos, donde casi se alcanza con la mano, y vegetación frondosa
de gomeros, algarrobos y grandes encinas, vienen á formar como
una isla en el Desierto.
Las referencias a daias, convertidas en lagunas casi
permanentes, indica la existencia de lluvias abundantes,
capaces de generar un tapiz herbáceo y sostener rebaños
de naturaleza no determinada. La descripción de un ni-
vel freático muy próximo a la supercie en la región de
Skarna y Zemmur estaría también en relación con unas
lluvias generosas.
3. LA INFORMACIÓN PROPORCIONADA
POR DOULS PARA 1887
El viaje de Douls tiene poco en común con los ante-
riormente reseñados, pues se trata de un viaje privado,
en solitario, que el autor comienza al desembarcar de un
pesquero lanzaroteño en Cabo Garnet (a mitad de camino
entre Cabo Bojador y Villa Cisneros). Capturado por una
tribu indígena viajará con ellos por una buena parte de lo
que, al menos sobre el papel, era el Sáhara Español, sa-
liendo de él por Marruecos (Fig. 9). En un segundo viaje
al desierto desaparecerá no volviéndose a tener noticia de
él. Sus descripciones son de enorme interés:
El aspecto general es el de una supercie ondulada cuyo relie-
ve se dispone paralelo a la costa. El agua aquí es rara y ligeramente
salobre. Las plantas son de la familia de las gramíneas y de los
espartos.
Dirigiéndose oblicuamente hacia el paralelo 24, sobre una lon-
gitud de 100 km, la supercie del suelo es plana, con ondulacio-
nes NE-SO. En muchos lugares existen depresiones generalmente
de forma ovoide que sirven de exutorio a las aguas de lluvia. Los
nómadas que usan esta región como cuarteles de invierno utilizan
estas depresiones favorables al cultivo, para obtener allí una cose-
cha de cebada.
Antes de llegar a Zemmur, se encuentran depósitos salinos.
Estos se forman sobre capas esquistosas paralelas que forman una
depresión en la supercie del suelo. Las lluvias de invierno se em-
balsan en esta suerte de cubetas que se convierten en verdaderas
marismas saladas.
[…] en dirección al Cabo Bojador, en la costa. Volví a encon-
trar la misma constitución del suelo señalada más al sur y parale-
la a nuestro itinerario, con las mismas ondulaciones. Más lejos,
se vería una larga llanura de más de 100 kilómetros, muy fértil y
dando origen a una vegetación muy densa. La vegetación de esta
parte del Sáhara comprende gramíneas y espartos. El agua es aquí
menos rara.
El tercer día llegamos al n a la región de Cabo Bojador tras
haber atravesado un chott que estaba seco en ese momento, pero
que debía de servir de exutorio a las lluvias invernales de esta parte
del Sáhara8.
La región del Cabo Bojador es una de las mejores estepas del
Sáhara occidental, durante una buena parte del año los nómadas
vienen a acampar en estos parajes. En cada jornada de viaje en-
contrábamos allí pozos y la vegetación es allí más abundante. La
naturaleza del suelo es cuarzoza y numerosos guijarros cubren la
supercie. La apariencia es la de una sucesión de llanuras con lar-
gas ondulaciones generalmente paralelas.
Los nómadas llaman a la región del Cabo Bojador, el Kddah.
En el Kddah, se encuentra cantidad de lo que los indígenas denomi-
nan grara. Las graras son pequeños oasis de arbustos de altura me-
dia que salpican la supercie áspera y arenosa de las estepas. Estos
pequeños oasis en determinados lugares son muy densos. Entre el
cabo y el falso Cabo Bojador, a 30 kilómetros de la orilla, yo conté
sesenta en un solo día de marcha.
A la altura del falso cabo, la llanura está cortada bruscamente
por un valle de constitución cretácica, del extremo del cual se abre
un pozo de caudal abundante. Veinte kilómetros más al norte, se
encuentran varias lagunas de fondo esquistoso, que sirven de abre-
vadero a los rebaños.
Al norte de los Matillos, la desembocadura de la Saguía el
Ham ra se abre paso a través de las dunas. Este río es muy impor-
tante, ya que una parte del año el agua corre por la supercie ferti-
lizando sus bordes. Su nombre árabe quiere decir «El Río Rojo», a
causa del color de la tierra arcillosa que forma su lecho.
Debo añadir que la parte media de este río en el punto donde
nosotros la cruzamos está bordeada de llanuras fértiles y muy favo-
rables al cultivo. Los moros siembran allí la cebada y recogen en
unos meses una magníca cosecha. La vegetación también es más
densa y los rebaños encuentran aquí abundante pasto. El agua de la
Saguía el Hamra es dulce y muy ligera.
En la llanura de Doura, al estar en una depresión, las lluvias in-
vernales se estancan y fertilizan el suelo que es de constitución ar-
cillosa. Esta llanura está atravesada por un lecho de torrente cuyos
bordes, como la Saguía, están cubiertos de arbustos y se extienden
a lo lejos con la apariencia de un bosque.
[…] no tardamos en cruzar el Uad Draa, que sirve de límite
natural entre el sur marroquí y el Sáhara propiamente dicho. El
lecho de este río está dividido en varios arroyos de agua corriente.
Los interuvios están cubiertos de arbustos.
El viaje de Douls reconoce un territorio situado más
al norte que las anteriores expediciones. De hecho des-
embarcó en Cabo Garnet, al norte de Villa Cisneros,
punto desde donde El Madani y la expedición Cervera
partieron hacia el sureste y estesureste. Por tanto, parte
de las regiones visitadas por Douls estarían lejos del
efecto benéco de las lluvias de la zCit. De este modo la
imagen de Douls es la de un desierto más duro, pero en
el que se cultiva la cebada en graras y con daias rellenas
de agua y usadas como abrevaderos en la zona de falso
Cabo Bojador.
8 Seguramente la sebja del Aridal.
OTRA IMAGEN DEL DESIERTO. EL CLIMA DEL ANTIGUO SAHARA ESPAÑOL ENTRE 1882 Y 1890 15
Realmente interesante es la armación de que la
Saguía el Hamra se abría paso a través del amplio cordón
dunar, conocido como «Draa Afratir», que se genera en
la costa comprendida entre Cabo Juby y Puerto Cansado
y que, desarrollándose sobre unos 250 km de longitud,
alcanza las proximidades de Cabo Bojador. En la ac-
tualidad el cauce de la Saguía no alcanza el mar; a poca
distancia del Aaiún aparece recubierto por el campo de
dunas de unos 12 km de ancho, aunque es necesario acla-
rar que aguas arriba del Aaiún la Saguía está represada,
por lo que la actividad eólica no se ve interrumpida por
las avenidas.
En otoño de 1943, Emilio Guinea señala que las
dunas formaban una presa natural del curso bajo de la
Saguía, siendo necesario cruzarla en barca para ir desde
la ribera norte a la ciudad del Aaiún (Guinea, 1945). Por
su parte Hernández-Pacheco y otros (1949) nos ofrecen
la siguiente descripción:
Unos 100 km al SSW de Cabo Juby tiene lugar la desembo-
cadura del Saguía el Hamra, existiendo en estos últimos años en
estas zonas amplios charcos rodeados de tarfas9, echdan y gerbsi,
que forman un matorral relativamente espeso. Se observa que, por
acumulación de las arenas en la zona de desembocadura, el cauce
se divide en varios brazos que cambian y se desplazan de lugar
constantemente, fenómenos que se acentúan en cada avenida y que
está favorecido al quedar el terreno situado casi al mismo nivel
que la playa.
Así pues, la descripción de Douls debió corresponder
a la de un momento con lluvias lo sucientemente impor-
tantes como para generar una escorrentía capaz de abrir
9 Tamarix gallica. Guinea, 1945.
un paso al agua a través del campo dunar. Se conrma así
la pluviosidad abundante de la época tratada, muy supe-
rior a los valores medios actuales.
4. LA TRADICIÓN ORAL
DE LAS TRIBUS SAHARAUIS
Todos los datos procedentes de la tradición oral de las
tribus saharauis apuntan a un periodo lluvioso tal y como
podemos observar en el Cuadro II.
Como podemos ver existen referencias explícitas a
años con lluvias más abundantes de lo habitual en 1883,
1884 (de este año datan los primeros datos aportados por
los Erguibat) y 1888. Las otras referencias de carácter
ambiental se centran en una invasión de ratas (quizás
provocada por la sucesión de años lluviosos con mayor
disponibilidad de alimento para los roedores) y otra de
langosta (típica también tras años lluviosos en los que
aumenta signicativamente el número de ejemplares de
Schistocerca gregaria, produciéndose cambios morfoló-
gicos y de comportamiento, de forma que estos insectos
se vuelven gregarios). También hay referencias directas a
zonas de nomadeo situadas todas ellas al norte del Cabo
Bojador (24º N), lo que pone en evidencia la existencia
de condiciones húmedas en la parte norte del territorio.
Para el año 1882 la referencia es para el cometa C/1882
R1 (Burke-Gaffney, 1968). Siendo este el suceso más re-
levante, no parece lógico pensar en un año con lluvias
inferiores a lo normal; algo similar ocurriría en los años
1885, 1886 y 1887, apuntando a la sequía el año 1889,
con plaga de langosta y marcadamente seco 1890 con no-
madeo de los Erguibat al norte del Uad Draa.
Cuadro ii. Años lluviosos, cometas, invasiones de ratas y langosta y áreas de nomadeo de seis tribus saharauis entre 1882 y 1889.
Verde = años lluviosos; gris medio = zonas de nomadeo; naranja = plagas y fenómenos astronómicos
Izarguiem Arosien Ulad Tidrarin Erguibat 1 Erguibat 2 Erguibat 3
1882 Cometa Cometa Cometa
1883 Lluvioso Lluvioso Lluvioso
1884 Lluvioso Lluvioso Lluvioso Lluvioso Lluvioso Lluvioso
1885 Ratas Deloa
1886
1887 Imirikli Zemmur y Hamada
1888 Lluvioso Izig Lluvioso Lluvioso Lluvioso
1889 Langosta
1890 al N de Uad Draa
16 ERÍA
5. LOS DATOS PLUVIOMÉTRICOS
DE DONALD MACKENZIE
Donald Mackenzie fue un comerciante escocés que
intentó establecer una factoría comercial en Cabo Juby.
Para ello construyó una casa forticada en un peñasco
próximo a la costa. A pesar de que la empresa comercial
terminó fracasando, a él le debemos los dos únicos regis-
tros pluviométricos del antiguo Sáhara Español durante el
siglo xix. De esta manera, en 1884 registró 138 mm y en
1885, 225 mm (Nicholson, 2001a), valores muy superio-
res a los promedios habituales. En Fuerteventura, a 100
km de Cabo Juby, Castañeira (1991) señala 1884 como un
año muy bueno de lluvia, al tiempo que 1885 es clasi-
cado como un año mediano. También Olivia Stone señala
lluvias en Fuerteventura y nieve en las cumbres de Gran
Canaria a principios de febrero de 1884 (Stone, 1887).
III. DISCUSIÓN
Si unimos la información obtenida de todos los datos
expuestos, que incluyen notas de viaje, tradición oral de
las tribus y dos registros pluviométricos, podemos con-
cluir que, al menos entre 1882 y 1890, el territorio del
antiguo Sáhara Español disfrutó de una pluviometría ne-
tamente superior a la de décadas posteriores.
A pesar de la extensión latitudinal del territorio, abar-
cando desde casi el paralelo 29º N al 20º 45’ N, esta fase
húmeda afectó a su totalidad. Las descripciones aporta-
das en los dos viajes de El Madani en 1885 nos reejan
un Sáhara con aspecto desértico en las proximidades de
la costa que toma tintes sahelianos en la zona de Adrar
Sutuf, con poblaciones semisedentarias dedicadas al cul-
tivo de la cebada y abrevando grandes rebaños de ganado
(incluido vacuno) en daias que mantenían agua a lo largo
del año.
En 1886 y algo más al norte, la expedición Cervera, a
pesar de realizarse en pleno verano y padecer los rigores
de la estación, relata asimismo áreas habituales de cultivo
de cebada y daias con relleno de agua estacional.
Douls, en su viaje de 1887, nos indica también fe-
nómenos similares, pozos abundantes y con agua fácil-
mente extraíble dada la proximidad de la capa freática
a la supercie. También agua corriente en la Saguía el
Hamra lo sucientemente abundante como para abrirse
paso a través de las dunas y alcanzar el mar. Además
señala la presencia de cultivos de cebada a lo largo de
todo el territorio, tanto en las proximidades de Cabo
Bojador, como en la región de Saguía el Hamra y más
al norte.
Las relaciones orales señalan lluvias en 1883, 1884
y 1888, al tiempo que los datos de lluvia tomados por
Mackenzie suponen 2,5 veces la media anual en 1884 y
4,5 en 1885.
Estas fases lluviosas responden, por tanto, a un incre-
mento de las lluvias aportadas por el frente polar y las
derivadas del ascenso latitudinal de la zCit, de tal manera
Cuadro iii. Lluvias mensuales en el Sáhara Español y estaciones próximas en 1951. Fuente: aemet y <http://climexp.knmi.nl>).
Negro = sin datos. Gris oscuro = precipitaciones derivadas del frente polar. Gris claro = precipitaciones vinculadas a la zcit.
LOCALIDAD E F M A MA J JL AG S O N D TOTAL mm
Tan-Tan 1,5 4,3 5,4 0 0 0 0 0,8 0,7 4,7 31,4 150,6 199,4
Cabo Juby 4,5 0,8 2,2 0 0 0 0 0 0 0 3,3 15,6 26,4
Tinduf 0 21 0 0 0 0 3 12 1 10 0 35,1
Bir Mogrherin 3,5 11,9 0 0 0,8 0 0,3 0,8 37,8 50,6 5,4 9,6 121,4
Villa Cisneros 0 0 0 0 0,4 0 0 1,3 25,8 5 0,5 2,8 35,8
Fort Gouraud 0 9 0 0 1 1 1 5 45 115 10 1 187
Port Etienne 2 13 2 2 0 0 0 0 1 0 2 22
Atar 0 0 0 0 0 0 2 9 82 1 0 96
Chinguetti 0 0 4 0 0 0 0 16 11 93 0 0 124
Akjouit 0 0 0 0 0 0 4 32 45 47 0 0 128
Nouakchott 0 0 2 0 3 4 11 12 37 10 15 0 94
Saint- Louis 0 1 0 0 5 1 53 132 58 186 20 0 456
OTRA IMAGEN DEL DESIERTO. EL CLIMA DEL ANTIGUO SAHARA ESPAÑOL ENTRE 1882 Y 1890 17
que todas las comarcas, tanto al norte como al sur del
Trópico de Cáncer, se verían beneciadas por las lluvias.
Ya en el periodo estadístico hemos podido estudiar un
año de sequía catastróca en 1948 y otro de importantes
precipitaciones en 1951. Los registros mensuales apare-
cen en el Cuadro III y el mapa de isoyetas de ese año se
muestra en la gura 10.
El año 1951 coincidió con un índice de la nao de
-1,26 (<https://crudata.uea.ac.uk/cru/data/nao/nao.dat>)
y un índice de lluvias del Sahel de +2 (Nicholson y otros,
2012b). Los totales de lluvia y el reparto mensual de la
misma en las estaciones del antiguo Sáhara Español y
regiones vecinas se muestran en la Cuadro III.
El índice de la nao y el índice de lluvias del Sahel
están calculados para el periodo comprendido entre los
años 1882 y 1890. Con ellos, el índice de lluvia obtenido
por Nicholson (2001a) y los datos cualitativos manejados
en este trabajo tendríamos el Cuadro IV.
Resulta bastante llamativo que, al igual que habíamos
visto para 1951, los años identicados como húmedos
por proxies (más los registros de los años disponibles)
vienen a coincidir con años de anomalía negativa de la
nao (North Atlantic Oscillation), tal y como también
ocurre en la cercana región de Canarias (García-Herrera
y otros, 2001) y anomalía positiva del índice de lluvias
del Sahel. Esta situación permitiría la llegada a las regio-
nes más septentrionales de lluvias vinculadas a depresio-
nes del frente polar, mientras que las lluvias de origen
tropical arribarían hasta latitudes más septentrionales,
produciendo precipitaciones abundantes en el sur y be-
neciando incluso, puntualmente, a la parte norte del te-
rritorio.
IV. CONCLUSIONES
La utilización racional de los proxy data históricos
permiten estudiar la historia climática de áreas, como el
antiguo Sáhara Español, donde por desgracia el estable-
cimiento de los puestos coloniales no se acompañó de la
realización de observaciones meteorológicas hasta fechas
muy tardías. Así, aunque la fundación de Villa Cisneros
se produjo en 1885, no fue hasta 1943 que se empezaron
a realizar mediciones de variables meteorológicas.
Los datos analizados permiten concretar un periodo
más húmedo que tendrá su plasmación en fenómenos na-
turales, como es la dialéctica entre la dinámica uvial y
dunar en la desembocadura de la Saguía el Hamra y en
los modos de vida tradicionales, con poblaciones densas
y casi sedentarizadas en las regiones más meridionales
del territorio, dedicadas a la ganadería de diferentes es-
pecies (vacuno incluido) y al cultivo de la cebada en las
graras. Esta última actividad se constata en la totalidad
del antiguo Sáhara Español, formando este cereal una
parte sustancial de la dieta de los saharauis a nales del
siglo xix y a lo largo del xx. Los datos que aportamos
introducen algunas variaciones a la reconstrucción rea-
lizada por Nicholson (2001a) para los años 1882, 1885,
1887 y 1889 coincidiendo en el resto.
Este periodo húmedo sacado a la luz está relacionado
con variaciones climáticas de carácter más global, como
son las oscilaciones de la nao y el índice de lluvias del
Sahel de Nicholson (2001a) y Nicholson y otros (2012b).
De forma que los años húmedos vienen a coincidir con
índices negativos de la nao y positivos del índice de llu-
vias del Sahel.
Creemos que el presente trabajo prueba la validez
del método para una investigación de más alcance como
es la reconstrucción de las precipitaciones entre 1882 y
Fig. 10. Mapa de isoyetas correspondiente al año 1951, un año de im-
portantes lluvias entrando por el norte y sur del territorio.
18 ERÍA
1951, usando los índices de precipitación propuestos por
Nicholson (2001a) a partir de los proxies utilizados que
permiten realizar un análisis, en algunos casos más en
detalle, que sirva como complemento a los modelos ge-
nerales.
V. AGRADECIMIENTOS
A los ancianos saharauis por haber conservado en
su memoria acontecimientos históricos de gran valor
cientíco. A doña Juana Arolo, de la central de aeMet en
Madrid, por su amabilidad al proporcionarnos los datos
climáticos del antiguo Sáhara Español. Selka Embarek
nos ayudó con la toponimia saharaui. Los comentarios de
los revisores han contribuido a la mejora del manuscrito,
por lo que les estamos reconocidos. Parte de los gastos
generados por este artículo han sido sufragados con fon-
dos aportados por los autores.
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descolonización pendiente. Ed. Idea, Santa Cruz de
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Cuadro iv. Relación entre años húmedos y secos e índices de la nao y de lluvias del Sahel entre 1882 y 1890.
Elaboración propia con datos de Nicholson* (2001a), **Nicholson y otros (2012b) y <https://crudata.uea.ac.uk/cru/data/nao/nao.dat>.
Verde = años lluviosos; amarillo = años normales; naranja = años secos; gris = sin datos
Índice nao Índice Sahel** Este trabajo Índice Nicholson* Proxy
1882 3,87 +2 Normal Sin datos Tradición oral
1883 -0,23 +1 Lluvioso Sin datos Tradición oral
1884 1,44 +2 Lluvioso 1 (Lluvioso) Tradición oral + dato Cabo Juby
1885 -0,89 +2 Lluvioso 0 (Normal) El Madani + dato Cabo Juby
1886 -1,12 +1 Normal 2 (Lluvioso) Viaje Cervera
1887 0,45 +1 Lluvioso Sin datos Viaje de Douls
1888 -2,75 +2 Lluvioso 2 (Lluvioso) Tradición oral
1889 -0,01 +1 Normal Sin datos Tradición oral
1890 1,78 -2 Seco -2 (Seco) Tradición oral
OTRA IMAGEN DEL DESIERTO. EL CLIMA DEL ANTIGUO SAHARA ESPAÑOL ENTRE 1882 Y 1890 19
Recibido: 18 de abril de 2016
Aceptado: 17 de marzo de 2017
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RECURSOS ELECTRÓNICOS
KMNI Climate Explorer. Disponible en: <http://climexp.
knmi.nl/start.cgi?id=someone@somewhere>
<https://crudata.uea.ac.uk/cru/data/nao/nao.dat>
Article
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Nous avons publié en 2017 l’ouvrage ‘Oiseaux du Sahara Atlantique marocain’ (Bergier et al. 2017) qui synthétisait les informations disponibles jusque là. Nous présentons ici les informations nouvelles, complémentaires à celles que nous avons utilisées dans cet ouvrage. In 2017 we published the book 'Oiseaux du Sahara Atlantique marocain' (Bergier et al. 2017) which summarised the information available until then. We present here the new information, complementary to the one we used in that book.
Article
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A wealth of historical information on climate and weather exists for the African continent. Documentary information, hydrologic indicators, and rain gauge records have been compiled and combined into a semiquantitative precipitation dataset that extends from 1801 to 1900. That dataset describes "wetness" for 90 regions of Africa, using a seven-category index. A regional gauge dataset for 1901-2000 has been converted to the seven-class system, extending coverage to two centuries. These datasets are available through the Paleoclimate Data Center.
Article
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The aim of this paper is to investigate the relationship between the Canary Island rainfall and the Atlantic large-scale circulation, characterized by the North Atlantic oscillation (NAO) index. The Canary Islands are located in the Atlantic subtropical belt under the direct influence of the Azores high and the trade winds. Their steep orography makes the islands very sensitive to small variations in a synoptic situation, thus providing an excellent natural observatory for the North Atlantic variability associated with changes in pressure patterns. A significant relationship between rainfall and the NAO is found for five of the seven Canary Islands. In order to characterize the physical mechanisms involved, a set of automatic objective techniques for identification and detection of disturbances is applied to the 1000- and 500-hPa geopotential from the NCEP–NCAR reanalysis for the period from 1955 to 1998. This method allows for the identification and detection of four main synoptic systems—either at the surface or at 500 hPa—that are responsible for 80% of the precipitation over the Canary Islands: Atlantic surface lows (ASLs), 500-hPa lows (UALs), 500-hPa troughs over the Canary Islands (TROs), and deep Atlantic lows (DALs), which affect the entire troposphere. Three of the detected disturbances (ASLs, TROs, and DALs) exhibit a dipolar structure with a low pressure center over 358N associated with a positive anomaly at higher latitudes, resembling the NAO negative pattern. The analysis of the variability of the disturbance occurrence and the changes in their associated anomaly patterns shows that deeper and more frequent ASLs and TROs affect the Canary Islands during the negative phase of the NAO. However, UAL disturbances are less frequent, and DALs do not exhibit significant variations with the NAO phase. The standard deviation of the 2.5–8-day bandpass-filtered geopotential height shows that the maximum variability associated with the NAO occurs over the Canary Island area, confirming its sensitivity to NAO variations. The study provides a comprehensive view of the mechanisms involved in the precipitation generation over the Canary Islands, documenting a sensitivity to the NAO influences for a group of islands that have been poorly studied so far.
Article
Climatic and environmental changes in Africa during the last 2 centuries have been examined, using both systematic rainfall records and proxy information concerning lakes and rivers and the occurrence of famine and drought. The rainfall records provide excellent detail for the 20th century. The proxy data have been used to produce a semi-quantitative data set spanning most of the continent and having an annual time resolution. These provide an overview of conditions during the 19th century. Various issues related to the causes of these 2 centuries of variability are also considered: atmospheric and oceanic processes, desertification, surface albedo, mineral dust and hydrological feedbacks. The most significant climatic change that has occurred has been a long-term reduction in rainfall in the semi-arid regions of West Africa. This was on the order of 20 to 40% in parts of the Sahel. There have been 3 decades of protracted aridity. Nearly all of Africa has been affected by increased aridity, particularly since the 1980s. Few changes in temperature have been demonstrated. These have occurred on a much smaller scale and are of considerably lower magni- tude than those over the continents. The rainfall conditions over Africa during the last 2 to 3 decades are not unprecedented. A similar dry episode prevailed during most of the first half of the 19th cen- tury. By mid-century, conditions more typical of the 'normal' for the current century again prevailed. Thus, the 3 decades of dry conditions evidenced in the Sahel are not in themselves evidence of irre- versible global change. On the other hand, the processes controlling rainfall over most of the conti- nent are now reasonably well understood. One of the most important factors, particularly in the Sahel, is sea-surface temperatures. It has been hypothesized that anthropogenic changes in the land surface, particularly land use change and desertification, have contributed significantly to the decline in rainfall. Current evidence suggests that if changes in the land surface (e.g., vegetation cover, sur- face albedo, soil moisture) signficantly impact climate, they are much more strongly controlled by natural climate variations, such as the recent decline in rainfall, than by human-induced land-use change or degradation. Unfortunately, we still do not have any accurate large-scale assessments of the extent, nature and degree of such changes. The dreaded 'desertification' process appears to be confined to relatively small scales. However, there is still cause for concern because the net effect of the various feedback processes involved in land degradation appears to be destabilization of ecosys- tems. Thus, a priority must be large-scale monitoring of the land surface and estimates of the degree of change.
Article
This article describes a historical archive of proxy and actual precipitation data that extends the African climate record back to the early nineteenth century. The `proxy' archive includes verbal, documentary references which contain information related to rainfall conditions, such as references to famine, drought, agriculture or the nature of the rainy season. The precipitation archive includes all observations made in Africa during the nineteenth century. It consists of records for 60 stations in Algeria, 87 stations in South Africa and 304 stations scattered over the rest of Africa. Information is particularly plentiful for the 1880s and 1890s. The two parts have been be combined into a semi-quantitative regional data set indicating annual rainfall conditions in terms of anomaly classes (e.g., normal, dry, wet). This data set extends from the early nineteenth century to 1900 and distinguishes seven anomaly classes, using numbers ranging from –3 to +3 to represent very wet, wet, good rains, normal, dry, drought, and severe drought. The regionalization is based on 90 geographical regions shown via studies of the modern precipitation record to be climatically homogeneous with respect to the interannual variability of rainfall. The regional aggregation allows the voluminous fragmentary information available in historical sources to be used systematically to produce multi-year time series that can be directly integrated into the modern record for each region. The resultant time series can also be subjected to statistical analysis, in order to investigate nineteenth century climate over Africa. Spatial detail is added to the data set by utilizing a unique methodology based on climatic teleconnections established from studies of rainfall variability over Africa. The historical information and station records have been combined into a file containing a regional anomaly value for up to 90 geographic regions and the years 1801–1900. Gaps necessarily remain in the matrix, but as early as the 1820s over 40 regions are represented. By the 1880s generally around 70 regions or more are represented.
«Influence of the North Atlantic Oscilation on the Canary Islands Precipitation»889-3.903. guarner, v., y J. guarner (1931): El Sáhara y sur marroquí españoles
  • R García Herrera
  • E Hernández Martín E
garCía Herrera, r., d. gallego Puyol y E. Hernández Martín (2001): «Influence of the North Atlantic Oscilation on the Canary Islands Precipitation». Journal of Climate, vol. 14, 3.889-3.903. guarner, v., y J. guarner (1931): El Sáhara y sur marroquí españoles. Imprenta Sebastián Rodríguez, Toledo, 213 pp. guinea lóPez, e. (1945): España y el desierto. Impresiones saharianas de un botánico español. Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 279 pp.
«Hidrología en la región comprendida entre las islas Canarias orientales, Marruecos y las Islas Madeira. Campaña "Norcanarias I
  • R Molina
  • F Laatzen
Molina, r., y F. laatzen (1986): «Hidrología en la región comprendida entre las islas Canarias orientales, Marruecos y las Islas Madeira. Campaña "Norcanarias I"». Boletín del Instituto Español de Oceanografía, 3, 1-16.
«Saharan Climates in Historic times». The Sahara and the Nile: Quaternary environments and Prehistoric occupation in Northern Africa
  • S E Nicholson
niCHolson, s. e. (1980): «Saharan Climates in Historic times». The Sahara and the Nile: Quaternary environments and Prehistoric occupation in Northern Africa (A. Martin, J. Williams y H. Faure, eds.). Balkema, Rotterdam, 173-200.
«A two-century precipitation dataset for the Continent of Africa»): «Spatial reconstruction of semi-quantitative precipitation fields over Africa during the nineteenth century from documentary evidence and gauge data»
niCHolson, s. e., a. dezFuli y D. Klotter (2012a): «A two-century precipitation dataset for the Continent of Africa». American Meteorological Society, 12191231. niCHolson, s. e., d. Klotter y A. dezFuli (2012b): «Spatial reconstruction of semi-quantitative precipitation fields over Africa during the nineteenth century from documentary evidence and gauge data». Quaternary Research, 78, 13-23.
Tenerife and its six satellites
  • O Stone
Stone, o. (1887): Tenerife and its six satellites. M. Ward & Co., Londres, 459 pp. RECURSOS ELECTRóNICOS