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Escucha, silencio y discursividad en investigación social cualitativa… no
extractiva
Andrés Davila Legerén1 y Vicente Huici Urmeneta2
1 Departamento de Sociología 2, Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación (UPV/EHU), País Vasco.
andres.davila@ehu.eus
2 BAM-Centro adscrito a la Universidad de Deusto / UNED-Bergara. País Vasco. vhuici@bergara.uned.es
Resumen. Una investigación social de enfoque cualitativo se reconoce por su carácter procesual, esto es,
abierto, recursivo y reflexivo. Un proceso de investigación en el que se inscriben técnicas de investigación
como la entrevista abierta, el relato de vida, el grupo de discusión, etc., cuyas hechuras adoptan las de dicho
proceso, permitiendo así . De ahí que tanto la escucha como la conversación
resulten constitutivas. Sin embargo, en las últimas décadas la práctica de este tipo de investigación social ha
ido adoptando cierta orientación extractiva en el doble sentido de extraer y de extractar-, que termina por
imperar en la misma, naturalizando modos de trabajo propios del régimen informativo (como la aforización,
por ejemplo), en detrimento de las dimensiones narrativa y discursiva. Abordamos aquí el caso del silencio,
que administrado en la dinámica de cada sesión es ignorado en el análisis, como revelador del alcance de
todo ello.
Palabras clave: silencio; escucha; discursividad; reticencias; cooperación.
Listening, silence and discursiveness in qualitative social research non-extractive
Abstract: A social research of qualitative approach is recognized by its processual character, that is, open,
recursive and reflective. It is a research process in which are inscribed research techniques such as the open
interview, the life story, the discussion group, etc., whose work adopts those of that process, thus allowing
to discourse, to derive, to become... Hence, both listening and conversation are constitutive. However, in
the last decades, the practice of this type of social research has been adopting an extractive orientation that
ends up being imperative in the same, naturalizing modes of work specific to the information regime, to the
detriment of the narrative and discursive dimensions. We address here the question of silence, which,
managed in the dynamics of each session, is ignored in the analysis, as revealing the scope of it all.
Keywords: silence; listening; discursiveness; reluctances; cooperation.
ia Ravazzoli)
1. Introdução
Una investigación social de enfoque cualitativo se reconoce por su carácter procesual, pero a
menudo se desdibujan aquellas estrategias, prácticas y relaciones sociales que conforman dicho
proceso de investigación, produciéndose incluso cierta transposición generalizada de los
presupuestos propios de una investigación social cuantitativa a una cualitativa, aun cuando ésta se
fundamenta en una serie de presupuestos bien distintos. Un ejemplo claro de ello lo encontramos en
la acostumbrada mención
(traducción asimismo de otras similares en inglés -data collection- o francés -la collecte des donées-,
por ejemplo); su uso supone una naturalización de
intervención de los propios dispositivos de investigación, dado que ninguna técnica de investigación
social es neutra o inocente. Entre las consecuencias que esto provoca cabe señalar que se desliga la
escucha de aquella co-producción discursiva que permiten tales técnicas, terminando entonces por
contemplar la mera aplicación de éstas para acceder a un contenido, susceptible tanto de ser
sometido a extracción como de ser reducido a extracto; y al desdeñar todo lo que no se ajusta a
dicho esquema se neutralizan ritmos, temporalidades precisamente
conforman la emergencia de los observables (que todo análisis supone la capacidad de identificar) en
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contexto y situación. Por el contrario, no neutralizarlos sino tomarlos en consideración, conlleva
interrogarnos acerca de las propias prácticas involucradas en la investigación. En este caso, nos
ocupamos de la escucha a tenor del silencio, en tanto que analizador de las condiciones de dicha co-
producción.
2. Silencio, régimen informativo y aforización
En los últimos cincuenta años se ha dado un renovado esfuerzo por dar voz a quienes carecen de
ella, bien porque se les niegue ésta bien porque sencillamente se les ignore, por no merecer mayor
consideración. La asunción de tal empresa se expresa a la perfección en un artículo publicado en Le
Monde des Livres por el escritor chileno Luis Sepúlveda, le aux sans-
en el mismo termina rememorando la visita que el propio autor hiciera años
atrás
indicando cómo allí se encontró, con que alguien, no sé
quién ni cuándo, escribió mientras existan aquellos que
se obstinan en sacrificar la memoria: «estuve aquí y nadie contará mi historia», y cómo ante ellas
a y le daría mi voz para que su silencio no sea
más una pesada losa sepulcral, la del más infame de los lveda, 2012, p. 5-6),
constituyéndose desde entonces en la razón por la que él escribe.
Sin duda alguna, ese tipo de esfuerzo sea en el ámbito de la literatura o de la investigación social-
sigue siendo hoy día igualmente necesario, aunque nunca sea suficiente para restañar los efectos
duraderos del desdén institucionalizado sobre tantas personas, grupos, colectivos, comunidades,
pueblos, lenguas, culturas reducidas al silencio. Pero junto a este enquistamiento del silencio
doloso, y su consecuencia en términos de olvido persistente, durante esas mismas décadas se puede
constatar un acantonamiento del silencio; ahí su práctica se resuelve en formas similares a la
evocada por el propio Sepúlveda cuando se hace eco del silencio respetuoso con el que se visitan
ciertos lugares significados, como es el caso de un campo de concentración, o cuando se asiste a
determinadas situaciones señaladas. En tales casos, el silencio se caracteriza como expresión bien de
la indiferencia del olvido bien de la emoción del recuerdo.
Una polarización funcional en la que el silencio sin embargo se vuelve raro (Breton y Le Breton,
2009), mientras hoy en día el creciente ruido de fondo es tal que rinde toda palabra inaudible. De
esta manera, el ostracismo social del silencio se combina con el reconocimiento de sus capacidades
reparadoras (Le Breton, 2001); terapéutica de la meditación, reflexión, introspección, etc. que
conlleva la búsqueda del silencio, tratando de encontrarlo allí donde aún habite, al igual que si de
otra especie en vías de extinción se tratase. No es de extrañar, por tanto, que el silencio resulte
susceptible de elogio (Smedt, 1989) o que se exploren sus promesas en campos o como los
denomina Éric Gagnon: espacios de circulación de sentido- tan disímiles como puedan serlo la
enseñanza, la política, la ficción literaria, el amor o el sufrimiento (Gagnon, 2006).
La atención prestada al silencio se plantea en una doble vindicación, ya que se aboga por gozar del
silencio y asimismo se anima a movilizarlo, o a movilizarse a través del mismo haciéndose oir a tenor
de la elocuencia del propio silencio. De este modo, el carácter asertivo del silencio (Wyborski, 1988)
cobra fuerza política (Barbet y Honoré, 2013), hasta el punto que la piadosa y privada práctica del
voto de silencio da paso al observar en público un silencio no violento, defensivo, por ejemplo ante la
amenaza del aniquilamiento nuclear a comienzos de la década de los ochenta, tal y como lo recogió
Iván Illich l derecho a la o ante el Hope,
también para todo tipo de palomas. Los que eligen participar en este ritual urbano se comprometen
en no decir una palabra y no responder a ninguna preg 440). Ese tipo de
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concentraciones ciudadanas dieron lugar a un potente , el cual tenía además la virtud
de poderse compartir por quienes al ser de lugares o edades diferentes,
pongamos por caso, no tendrían una lengua o un lenguaje común.
El mismo autor, en otro texto publicado un año después
, señala que Illich, 2008, p. 441).
Protagonista de tales acciones, el silencio se revela así una actuación en sí mismo, una manera de
hacer, una forma paradójica de decir
oposición a otro, en este caso la mera presencia de la palabra; es signo en la medida en que es
posible es, pues, una opción entre el decir/hablando y el
decir/cal 80).
Por su parte, también Roland Barthes habla, en un sentido positivo, a callarse, de una
posibilidad d 69), pero advirtiendo que así como puede considerarse al
silencio supuestamente para desbaratar los paradigmas (puede
ocurrir con él lo que es
(Barthes, 2004, p.72),
habida cuenta que lidifica él mismo como signo (es decir, es i
(Barthes, 2004, p. 73), y como tal interviene en el discurso. Pero, ¿bajo qué consideración?.
Sin duda, que aparecen
),
1992, p. 86). Y al respecto no faltan trabajos, sobre todo de orientación
pragmática, que se vienen ocupando de ello (Ephratt, 2008). Sin embargo, en relación a su
consideración habitual por parte de la investigación social cualitativa, resulta reveladora la lectura
del relato que publicó el escritor alemán Heinrich Böll (1917-
1985) a finales de los cincuenta del pasado siglo. El protagonista del relato, Peter Murke, trabaja en
una emisora de radio, donde edita emisiones radiofónicas, trabajando sobre las grabaciones
realizadas en cinta (de cuentos, disertaciones, etc.) para los distintos programas, tratando de ajustar
las intervenciones mediante la eliminación y substitución de breves partes de las mismas, lo que
genera descartes en forma de pequeños fragmentos de cinta, entre otros aquellos que contienen
silencios, y que Murke colecciona para una vez ensamblados crear una nueva cinta con ellos y así
poder escucharlos en un continuum. El tono satírico de este relato no desmerece sino que, por el
contrario, hace aún más pertinente la referencia al mismo a tenor de la orientación extractiva en el
doble sentido de extraer y de extractar- que termina por imperar en los actuales modos de trabajo
en investigación social cualitativa.
Lo característico de una investigación de este tipo es que se conforma como un proceso abierto de
investigación
e ahí la denominación de
abierta en profundidad(Ibáñez,
1986, p. 72-78). No en vano, uno de los rasgos distintivos de la investigación social cualitativa es la
voluntad de integrar no sólo aquello capaz de contribuir a su puesta en marcha sino también de
ponerla en cuestión. Y en estos términos, una investigación social cualitativa se contrapone a la razón
informativa así como a su hacer instrumental, que fragmenta, funcionaliza, trivializa... Sin embargo, y
cada vez con mayor asiduidad por parte de sus practicantes, este tipo de investigación termina por
inscribirse yoría de los subsistemas
sociales (la racionalización técnica de la administración, la producción industrial, telecomunicaciones,
el conocimien
fluidez de las transacciones comerciales así como a las correspondientes tecnificaciones y
funcionalidades de la 30-31); de hecho, tal adopción del régimen
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se traduce en la
asunción de determinadas maneras de tratar el discurso en formas textuales, entre las que cabe
destacar la aforización.
Reconocible en algunas de las estrategias básicas del procesamiento periodístico de los textos
fuente, tales como son la reproducción literal y el resumen (van Dijk, 1990, p. 166-170), de las que
viene a ser una combinación, la aforización emblemática de los textos producidos a través de
técnicas de investigación social (o TIS) conversacionales consiste en su reducción a la simple
expresión de un contenido que, en cuanto tal, debe ser comprensible y comprimible. La concepción
informativa dominante promueve una enunciación aforizante secundaria que ha sido recortada de
un texto y, por tanto, no está sometida al géno se dirige a un alocutario especifico
sino a un auditorio que está situado en otro plano; representa una enunciación anterior, mediante la
intervención de un tercero que convierte al locutor original en una instancia el aforizador- que es el
producto de la operación 161). La actual producción
generalizada de pildoras informativas responde a un proceso sociohistórico al que Walter Benjamin
ya prestó atención hace más de ochenta años, y entendió que suponía un empobrecimiento
colectivo: La escasez en que ha caído el arte de narrar se explica por el papel decisivo jugado por la
difusin de la informacin. Cada maana nos instruye sobre las novedades del orbe. A pesar de ello
somos pobres en histor 117). Frente a la inmediatez y
verificabilidad informativa, Benjamin recordaba que la narración no se propone transmitir, como lo
har
a la informacin o el parte, el puro asunto en sí. Ms bien lo sumerge en la vida del
comunicante, para poder luego recuperarlo Benjamin, 1998, p. 119); de hecho, compara la
narración con la semilla, habida cuenta que conserva sus fuerzas concentradas largo tiempo, para
eclosionar y brotar lentamente, no agotándose nunca por completo.
3. TIS, conversación y escucha: Del silencio a la taciturnidad del callar(se).
Las propuestas que hiciera Walter Benjamin acerca de la consideración de la narración concuerdan
con la conformación conversacional de técnicas de investigación social como la entrevista abierta o
el grupo de discusión, sobre todo en lo concerniente a la atención flotante que les es constitutiva. Y
el mismo supone, sin ir más lejos, prestar una atención particular a la restitución del lugar de lo oral
en el relato, teniendo muy en cuenta que lo oral en modo alguno se reduce al hecho de proferir
compleja de las relaciones interindividuales porque, lo oral es tanto la
escucha como la expresión, tanto el silencio como el habla, el cruce de miradas así como el de
2002, p. 16).
El trabajo de transcripción literal de marcas tanto lingüísticas como paralingüísticas obedece a este
empeño por no desdeñar el tempo de la conversación.
Por lo que se refiere al silencio, necesario para que se dé la palabra, es el aliento de las
conversaciones, su respiración (Breton y Le Breton, 2009). De ahí que, frente a la cada vez más
imperante lógica extractiva, que concibe las TIS como aparatos de captura capaces tanto de extraer
sacar- como de extractar reducir-, conviene recordar que ciertas TIS, caso del grupo de discusión, se
proponen como un lugar de escucha (Murillo, 1998)
o IOE, 2010, p. 82), donde conversar se revela una tarea
colectiva de elaboración simbólica e inscrita tanto sociológica como socialmente. Lugar donde el
silencio se muestra, por tanto, vivo e intencional, destinado a la escucha.
En este tipo de TIS la gestión del silencio inherente (Haas, 2007) en modo alguno ha de significar su
mera admi Prohibido
, de esta manera
sociólogos y los psicólogos críticos promueven conversaciones. La sociología, en particular, ha sido
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tentada desde la raíz a las puntas por la conversación 96), planteándose así una
situación existencial y convencional,
221), muy alejada del juego de preguntas y respuestas característico de la administración de un
cuestionario. Escucha que requiere diversas formas de atención y orientación, suponiendo siempre
una selección de aquello que se oye, con lo que no se confunde, pero también acogida y apertura.
En este sentido, la reiterada mediatiación espectacularizada de ciertas escenas policiales y judiciales,
a través tanto de películas cinematográficas como de series de televisión, en las que se repiten una y
otra vez expresiones como ene derecho a hable sólo cuando se le pregunte,
dirigidas respectivamente a la persona detenida o encausada, debería tener al menos el efecto
compensatorio de recordarnos hasta qué punto el ejercicio del habla está ligado al problema del
(Barthes, 2004, p. 68). Tal y como se constata en el mencionado juego de preguntas y
respuestas (donde los papeles están predefinidos: yo pregunto y tú respondes) con el que se
estructuran las formas y alcances de no pocas TIS, pero también en nuestro uso habitual de multitud
de sentencias variopintas, e independientemente de que a éstas se les pueda atribuir una autoría
bien
colectiva (como en el caso del ), pues a
través de éstas se ha venido insistiendo en las dobleces del silencio a tenor de quién hable o calle,
cuál sea el momento en que lo haga, la conveniencia de hacerlo, etc., esto es, de las condiciones de
su enunciación. De hecho, desde la ciencia retórica se reafirma que quien calla otorga o que, al
menos, no se ha encontrado nPerelman y Olbrechts-Tyteca, 2006, p.
181), pero también, y esto viene más al caso, que para interpretar
(Perelman y Olbrechts-Tyteca, 2006, p. 182).
De cara a explicitar las aludidas condiciones en el contexto de TIS como la entrevista abierta o el
grupo de discusión, esto es, conversacionales, hemos de comenzar por dar un rodeo para tomar en
consideración algunas de las expresiones que hoy en día aún manejamos acerca de la facultad de
callar(se), como por ejemplo sucede con uien calla, otorga o
. Y en particular atender a la versión en latín de cada una de ellas: taciturnitas imitatur
confessionem y "sapiens est ergo qui novit tacere", respectivamente, pues así podemos observar
que en ambas se utiliza el verbo tacere, cuyo sentido no era callar, conservar la
calma, no decir, permanecer en silencio. De este verbo deriva en francés actual el verbo taire -
- así como en español los términos en uso: tácito y tacit. No en vano, se dice
tácito (del latín tacitusno se muestra por silenciado, o que no se
entiende, percibe, oye o dice formalmente, sino que se supone e infiere; y se dice taciturna (del latín
taciturnus) de aquella persona callada, silenciosa, a quien le molesta hablar, basándose en dicho
empeño la acepción corriente de taciturna como una persona triste, melancólica o apesadumbrada.
De hecho, una posible traducción
se parece a (o viene a ser lo mismo que)
Si retomamos la distinción que hiciera Carlos Castilla del Pino entre un decir hablando y un decir
su 72), lo que conlleva un rechazo de la charlatanería, por lo demás
exuberante en el discurso mediático (Abril, 2003, p. 31). La necesidad de hablar se conjuga por tanto
con la necesidad de callar(se), pero a tenor de una distinción relevante que Mijail Bajtin dejó
esbozada en sus apuntes: Silencio y taciturnidad (ausencia de palabra). Pausa y principio de
discurso. La interrupción del silencio mediante un sonido es de carácter mecánico y fisiológico (como
condición de su percepción); mientras que la interrupción del sonido con la palabra es personalizada
y llena de sentido: se trata de un modo totalmente diferente. En el silencio nada suena (o algo no
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suena); en la taciturnidad nadie habla (o alguien no habla) (Bajtin, 1982, p. 355-356). En las TISC
conversacionales esto se concreta en silencios que no sólo traducen incomodidades sino también
consensos sociales; como ejemplo, valga frase
inconclusa que nadie de quienes participan en ese grupo de discusión se ve en la necesidad de
completarla, ya que supondría adjetivar aquello que así se califica: la distinción, el distinguirse de
otros (a partir de un determinado nivel adquisitivo), lo que asumen pero no quieren/pueden
explicitar.
4. Silenci(amient)os en un contexto de TIS conversacionales: reticencias.
Conversar, decía Michel de Montaigne (1533-1592), consiste en el arte de cederle la palabra al otro
dándole razón; y sostenía que es la conversacin, a mi parecer, el ms fruct
fero y natural ejercicio
del esp
ritu. Hallo su prctica ms dulce que la de cualquier otra accin de nuestra vida; y es este el
motivo por el cual, si me viera ahora forzado a elegir, creo que consentir
a antes en perder la vista
que el o
do o el habla (Montaigne, 2003, p. 892). En el caso de las TIS conversacionales nos
conformamos con que quienes participan en ellas se reconozcan entre sí como intervinientes en el
curso de una conversación, de la que forman parte integrante cada una de las personas que
participan en una situación que al mismo tiempo rebasa a cada una de ellas en la medida que, como
teralmente, una manera de ser varios
(Flahault, 1999, p. 58).
La utilización de estas TIS en una investigación social cualitativa implica la posibilidad de trabajar de
manera abierta con aquellas personas concernidas, de una manera u otra, en cualquier asunto, de
ahí que la selección de la técnica nunca resulte anodina. En este caso, favorecer una situación
enunciativa de conversación como lugar de producción discursiva formando parte del dispositivo de
una investigación concreta ha de atender a todas las estrategias que la constituyen
silenci(amient)os. No en vano, l silencio está al servicio de la palabra, es funcional y productivo con
respecto al Significado. El callar tiene, por el contrario, las características que Blanchot atribuye a la
a que no sirve a la productividad del día. El callar no es solamente mutismo. El callar no
ha salido del lenguaje, sino que es también hablar indirecto, palabra distanciada, palabra irónica,
p 473).
Por eso nos interesa señalar en este punto, y en relación a lo que aquí se trata, la existencia de otros
dos términos en el español actual que comparten la misma filiación latina que tácita y taciturna, a
saber: reticente y reticencia. Quizá resulte ésta menos evidente, aunque esto se debe al fenónemo
conocido como
tacere a reticere (verbo
compuesto con tacere y el prefijo re-), que a su vez significa: de
.
En principio, puede asimilarse a un registro inscrito en toda experiencia humana de habla, pues
requerimos del silencio para poder decir algo, en concreto, como tan certeramente sintetiza Éric
a por no decir
nada; hablar también es guardar silencio. Se reconoce lo que tiene importancia por los silencios que
lo envuelven, así como aquello que tiene poca por la ausencia de pausa. Los secretos, los recuerdos,
los principios, incluso las palabras esperan las ocasiones propicias. ormular una idea supone elegir
palabras, pero también el momento para decirla, repetirla o mantenerla aparte. Un ser humano, ¿no
se define sino por su reserva?, ¿por la elección y la discreción de lo que dice y hace? Hablar es, a
menudo, esp 11). Lo que incluso puede llegar a tomarse como
114). Pero lo que aquí tiene relevancia es
que el guardar silencio propio de la reticencia da cuenta del negarse a hablar por parte de alguien a
quien se le requiere para hablar, precisamente,
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del Pino, 1992), interesándonos por las maneras en que consideran hacerlo aquellas personas con las
que nos entrevistamos o con quienes trabajamos en las sesiones de grupos de discusión.
Al respecto, conviene no perder de vista que se dice reticente (del latin reticens, -entis) de la persona
que se muestra reservada, desconfiada o que manifiesta reticencias (del latin reticentia), esto es,
reservas o cautelas ante ciertas personas o actos. De ahí que en retórica se denomine como
reticencia (asimismo denominada aposiopesis, término que a la
figura consistente en producir una interrupción brusca mediante un silencio, como es el caso más
común de dejar incompleta una frase dando a entender, sin embargo, el sentido de lo que no se dice
(y que habrá de ser completado por parte del destinatario), lo que suele representarse por escrito
mediante el uso de puntos suspensivos, como
lejos.
No ha de extrañar, por tanto, que a menudo sea caracterizada como una figura tanto de la omisión
(incluso maliciosa en el sector de los seguros) como del retiro; pero, en cualquier caso, la reticencia
nos habla de una intención de resistencia, empezando por la de resistirse a hablar de algo o cuando
menos a hacerlo en ciertos términos, y en consecuencia no diciendo más que en parte, diciendo sólo
parte de lo que se sabe y al mismo tiempo insinuando que
habitual identificación con algún tipo de reparo, con una actitud evasiva o con la expresión de una
duda, reserva, desconfianza, etc., lo que se resuelve según el caso en forma de disimulo, discreción,
sigilo, elusión, mitigación pudiendo constituir una estrategia discursiva en el contexto de una
técnica conversacional.
De cara a dar una idea de todo ello reproducimos aquí, en nuestra propia traducción, un fragmento
de entrevista que incluye Jean-Claude Kaufmann en su breve y a la vez preciso manual acerca de la
entrevista, aportada desde una investigación realizada con anterioridad acerca de la Trame
conyugale:
* Con su marido, ¿hay temas de conversación que evita?, por ejemplo, ¿sobre asuntos que no funcionan
entre ustedes?
- No, tratamos de todo, no demasiado a menudo, pero de unas cosas y otras.
* Pero, por ejemplo, ¿le ha dicho que no está contenta con que haga tan poco? [Ella lo había señalado
poco antes]
- ¡Oh, eso!. Eso no sirve de nada, se lo digo pero no sirve de nada.
* ¿Y qué es lo que le dice?
-
* ¿En qué momentos se lo dice?
-
* ¿En circunstancias particulares?
- Sí, en circunstancias particulares.
* Lo tiene usted presente, ¿verdad?, pero cuesta precisarlo, decir cuándo exactamente, ¿no? [Risas]
- Oh, sí, pero es que su pregunta, ¡vamos! [Risas]. Es que eso me sale a veces, pero es así, ¡cuando me
sale!.
* Pero eso que le sale, ¿en qué momento es necesario que le salga?
- Ah, pues cuando estoy muy nerviosa, y todo eso bulle en mi cabeza. Como cuando deja la ropa toda
desparramada. Ya sé que no es el único. Hay muchos hombres que son así, ¿no es cierto?
* Sí, lo estoy viendo con frecuencia a lo largo del estudio.
- ¡Claro! Y lo peor es que por más que se les diga, oyen si quieren oír. Sé perfectamente que hablo con la
pared, pero al menos me hace bien el decirlo e incluso si no quiere oír, lo oye. No es fácil con los
hombres, porque es cierto que a veces hay varias cosas de las que querría hablar, pero cuando no
tienen ganas de oír, no oyen nada. Y no sirve de nada empujarles, que después se fastidia. Es lo que yo
me digo: guarda eso para ti, no sirve de nada; lo suficiente como para vaciar mi bolsa cuando me sale
(Kaufmann, 1996, p. 56-57) [Traducción propia].
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La transcripción de este momento de una entrevista admite una lectura a diferentes niveles, algunos
de ellos ya señalados por el propio Kaufmann al indicar que la entrevista está a punto de detenerse
en cada una de las preguntas, que la entrevistada responde con generalidades; situación que sólo la
pericia de la entrevistadora logra evitar echando mano de muy distintos recursos de dinamización y
relanzamiento (entre ellas el humor, la complicidad, etc.). Pero también permite ver el alcance de los
silenci(amient)os que conforman una entrevista, tan aparentemente anodinos como reveladores en
términos de reticencia.
La transcripción apunta, en primer lugar, dos modos de silencio, reseñados ambos mediante puntos
suspensivos: uno, el silencio pautado, que se adopta como una pausa en la respuesta para dar paso a
otro, el silencio obstinado, que se adopta por no querer responder
a una pregunta en concreto (-s lo que le dice?, - Pero, en segundo lugar, muestra la
pugna táctica entre entrevistadora y entrevistada para mantener la entrevista en el registro del
relato, por parte de la primera, y en cambio circunscribirla al juego de preguntas y respuestas, por
parte de la segunda; lo que consigue parcialmente, en la medida que fuerza la intervención reiterada
por parte de la entrevistadora (de ahí la profusión de mayúsculas en la transcripción, mediante las
que se han señalado tipográficamente tales intervenciones), para desenmarañar la urdimbre hecha
de contestaciones políticamente correctas, frases vacías y lugares comunes, tratando de contribuir a
que la interacción de la propia situación de entrevista genere unas condiciones en las que la
entrevistada considere la oportunidad de cooperar, y no sólo de participar.
5. Conclusión: Escucha y cooperación.
Habida cuenta la inflación actual que sufre el hoy redoblada por la
expresión trabajo colaborativo- y su habitual asociación en exclusiva a un tipo de investigación
social cualitativa, conviene no olvidar que en realidad toda investigación social empírica conlleva
participación, sólo que en grado y con alcance distintos, según sea aquélla más o menos activa. Sin
duda, el cooperar exige participación pero no se agota en ella; de hecho, solemos trabajar juntos
pero haciendo que aumente el aislamiento mutuo en lugar de desarrollar la capacidad de cooperar
entre personas diferentes, tal y como lo explica Richard Sennet en el prefacio de Juntos, obra que se
centra en la sensibilidad para con los demás, por ejemplo la capacidad de escuchar en la
conversación, y en la aplicación práctica de esa sensibilidad en el trabajo y en la comunidad; pero
indudable que escuchar con atención y trabajar en armonía con los
demás implica un aspecto ético, sin embargo, concebir la cooperación tan sólo como algo positivo
desde el punto de vista ético entorpece su comprensión 10). En tanto que la
escucha en una investigación social cualitativa contemple, en términos discursivos, una inter-
no
cabría circunscribir dicha escucha a los modos de la auscultación (inclinando la oreja para prestar
atención). No en vano, en la posición de escucha permanente que le caracteriza escucha es lo
contrario de atención (una atención flotante es una no atención): quien atiende sólo puede oír lo que
(Ibáñez,
1986: 75). De ahí que dicha escucha suponga cooperación, enfocada ésta como una habilidad con el
fin de actuar conjuntamente; pero se trata de un proceso espinoso, lleno de dificultades y de
10), lo que no debemos olvidar.
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