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EJE IV
Turismo y cultura
*
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA | REVISTA COLOMBIANA DE GEOGRAFÍA | Vol. 26, n.º 2 jul.-dic. del 2017 | ISSN 0121-215X (impreso) · 2256-5442 (en línea) | BOGOTÁ, COLOMBIA | PP. 243-260
La construcción de redes identitarias
en Tepoztlán, México
Alfonso Valenzuela-Aguilera*
Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Morelos - México
Resumen
El presente artículo analiza la forma cómo la identidad se construye mediante procesos de intercambio,
narraciones e imaginarios en lugares donde el turismo es un factor fundamental para su denición. Se propone
el concepto de “redes identitarias”, una construcción que permite analizar las formas de interacción entre las
distintas identidades, territorialidades y prácticas sociales que se desenvuelven en la localidad. Se concluye
que existen diferentes narrativas a partir de las cuales se teje un mapa de referencias subyacente a la identidad
múltiple de los pobladores: la identidad deja de ser un atributo denitorio, inmanente y endémico para volverse
una condición mutable, polivalente y multiespectral.
Palabras clave: identidades, narrativas, redes, redes identitarias, Tepoztlán (México), territorio, turismo.
: dx.doi.org/10.15446/rcdg.v26n2.59161
: . : .
Artículo de investigación sobre la forma como se construye la identidad mediante procesos de intercambio, narraciones e
imaginarios en lugares donde el turismo es un factor fundamental para su denición.
: Valenzuela-Aguilera, Alfonso. 2017. “La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México.”
Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía 26 (2): 243-260. doi: 10.15446/rcdg.v26n2.59161.
* Dirección postal: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Avenida Universidad , Colonia Chamilpa, Cuernavaca,
Morelos .
Correo electrónico: aval@uaem.mx
: ---x.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA | FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS | DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA
244 Alfonso Valenzuela-Aguilera
A construção
de redes identitárias
em Tepoztlán, México
Resumo
Este artigo analisa como a identidade
é construída por meio de processos de
troca, narrativas e imaginários em lugares
onde o turismo é um fator fundamental
para sua denição. Propõe-se o conceito
de redes identitárias, uma construção
que permite analisar as formas de
interação entre as diferentes identidades,
territorialidades e práticas sociais que
operam na localidade. Conclui-se que
existem diferentes narrativas a partir
das quais se tece um mapa de referências
subjacente à identidade múltipla dos seus
habitantes: a identidade deixa de ser um
atributo denidor, imanente e endêmico
para se tornar uma condição mutável,
versátil e multiespectral.
Palavras-chave: identidades, narrativas,
redes, redes identitárias, Tepoztlán
(México), território, turismo.
The Construction
of Identity Networks
in Tepoztlan, Mexico
Abstract
is paper analyzes the way in which
identity is constructed through
exchange processes, narratives
and imaginary in places principally
dened by tourism. We introduce
the concept of identity networks as
a construct to analyze the forms of
interaction between dierent identities,
territoriality and social practices that
operate locally. e article concludes
that there are dierent narratives by
which a map can be constructed of
references underlying the multiple
identities of the inhabitants; identity
is no longer a dening, immanent and
endemic feature but a mutable, versatile
and multi-spectral condition.
Keywords: identities, narratives,
networks, identity networks, Tepoztlán
(Mexico), territory, tourism.
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La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México
Introducción
De acuerdo con la aproximación postcolonialista, la
identidad no existe como característica indeleble e in-
mutable sino que, por el contrario, es producto de un
proceso continuo de redenición de uno mismo que da
lugar a la reinvención de la propia historia. Si bien dicho
enfoque surge a partir de la crítica a la hegemonía cul-
tural de los grandes imperios coloniales, existen aspec-
tos como son la resistencia hacia dicho dominio (Hart y
Goldie ), que pueden considerarse como puntos de
partida para la construcción de la narrativa identitaria
de la población de Tepoztlán, México.
Para describir las funciones sociales del poscolonia-
lismo, Spivak introdujo los términos de “esencialismo”
y “esencialismo estratégico”, mediante los cuales alerta
acerca de los peligros de simplicar la identidad cultural
de grupos sociales heterogéneos, creando así represen-
taciones estereotipadas de las distintas identidades que
componen dichos colectivos. El esencialismo estratégico
denota una identidad social básica y temporal, utilizada
de manera instrumental a la manera de identidad sub-
alterna y operativa, la cual es más fácilmente aceptada
por la mayoría de la población, superando la diversidad
intergrupal en función de un objetivo compartido (Sharp
; Spivak ). En el caso de Tepoztlán, podemos
decir que este tipo de identidad primordial ha permitido
la cohesión social necesaria para contrarrestar el poder
del capital económico; no obstante, pueden presentarse
distintos grados de complejidad identitaria:
Podríamos decir que el análisis postcolonialista se
centra en este tipo de transferencias lingüísticas, cultu-
rales y geográcas, transformaciones de carácter positi-
vo y negativo: cambiando cosas en aquello que no son. O
bien, demostrando que nunca lo fueron desde un inicio.
En el caso de una traducción, estos cambios son literal-
mente ciertos: traducir un texto a otro idioma es trans-
formar su identidad material. Durante el colonialismo, la
transformación de una cultura indígena en una cultura
subordinada al régimen colonial, o bien la imposición de
un aparato colonial a partir del cual todos los aspectos de
la cultura original tienen que ser reconstruidos, operan
Tepoztlán, México, es un poblado tradicional indígena rodea-
do por una cordillera escarpada, localizado a km al norte
de la capital del estado de Morelos y a km de la ciudad de
México. Tepoztlán dejó de ser un pueblo agrícola para diversi-
car sus actividades económicas de la siguiente manera:
trabaja en el sector primario; en el secundario y en
el terciario ( ).
como procesos de desmaterialización transnacional. Sin
embargo, ciertos aspectos de la cultura indígena pueden
permanecer sin traducción. (Young , -)
Bajo estos términos, en México la identidad nacio-
nal fue reconstruida a partir de la posrevolución (-
), trayendo consigo el amalgamiento de los valores
indígenas de las culturas milenarias con la mística de la
modernidad y el intento de transmutación de lo local en
universal. Sin embargo, la identidad cultural como con-
cepto ha sido cuestionada en su vertiente nacionalista,
especialmente frente a las nociones de hibridación, en
donde la identidad se concibe como una construcción
sincrética, un tercer espacio que pone en entredicho la
dualidad tan arraigada en el pensamiento cartesiano.
De acuerdo con Ananya Roy “[…] existe una diferencia
crucial entre el enfatizar que las identidades son uidas en
vez de jas, sincréticas en lugar de singulares, y en asumir
que todas las formas de hibridez son natural e inherente-
mente no-esenciales” (, ). Sin embargo, este “tercer
espacio” tal vez dialéctico no parece capturar las con-
tradicciones inherentes a los procesos de transculturación,
como pueden ser los desequilibrios en las relaciones de
poder o las condiciones estructurales que generan el amal-
gamiento forzado de distintos componentes culturales.
Si bien la identidad expresa los valores con los que
uno puede reconocerse, esa liación también puede
variar con el tiempo, de modo que mediante una se-
rie de negociaciones dicha identidad es susceptible de
modicarse e incluso de llegar a revocarse. En el caso
del México posrevolucionario, la identidad fue algo
que se tuvo que inventar más que descubrir o redescu-
brir, tal es el caso particular de regiones completas en
Morelos, que fueron abandonadas por varios años du-
rante la Revolución. Esta condición derivó en un proceso
equivalente a la reinvención de la ciudad como destino
paradisíaco si bien un poco agreste durante la sub-
secuente etapa de industrialización y metropolización
de la capital del país. El sincretismo resultante del pro-
ceso para redenir como destino turístico internacio-
nal un asentamiento tradicional, lleva a pensar en la
identidad como un proceso sostenido por una serie de
puntos jos en el tiempo, el cual pudiera garantizar un
dominio frente a las posibles contingencias culturales
y sociales (Roy ).
La identidad reeja necesariamente un “vínculo co-
mún” entre los que la suscriben, si bien es evidente que
el proceso de construcción de dicho vínculo implica el
establecimiento de diferencias (Bourdieu , -).
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246 Alfonso Valenzuela-Aguilera
Más aún, la identidad puede entenderse en función de
dos niveles que se traslapan: el individual y el colectivo.
De acuerdo con la psicología social, la identidad indi-
vidual se maniesta mediante la continuidad y arma-
ción en el tiempo de un linaje, estatus social o destino
maniesto. En cambio, la identidad social enfatiza la
“distinción”, y es aquí donde entran en juego la compa-
ración, la similitud y el contraste. Si bien la naturaleza
de la identidad es eminentemente social creando o
fortaleciendo vínculos, interacciones y valores com-
partidos, la relación entre las dimensiones social e
individual es continua y dialéctica; es decir, que las dos
dimensiones se confrontan para después amalgamar-
se en una identidad extendida (Valera y Pol ). De
acuerdo con esta lógica, la construcción de una identidad
más denida conllevaría la adopción de ciertas caracte-
rísticas en detrimento de otras, matizadas por valores,
creencias y expectativas. Aun así, dicha construcción
no es necesariamente el resultado de elecciones libres
y racionales, sino que muchas veces las opciones son
inducidas o impuestas de manera externa.
De acuerdo con Tajfel (, ), el individuo se con-
cibe a sí mismo a partir de reconocer su pertenencia a
grupos sociales determinados, apor tándole un signicado
emocional y un valor asociado a dicha liación. Ahora
bien, es posible que los individuos participen, interac-
cionen y, por tanto, se identiquen con distintos grupos
sociales de manera simultánea sin necesariamente entrar
en conicto por ello. Si consideramos que la identidad
conlleva etiquetas sociales como miembros de un gru-
po particular, también podemos coincidir con AlSayyad
(, ) en que cada individuo puede vivir con un sen-
tido identitario múltiple, en donde es posible adoptar
identidades contradictorias o incluso disparatadas. Así,
la “construcción” de la identidad se vuelve en algo que
va más allá de su “enraizamiento”.
Por otra parte, la identidad puede manifestarse como
un producto de la dialéctica entre el individuo y la socie-
dad (Berger y Luckman , ), en donde el grupo de
pertenencia puede asociarse con alguna categoría social
o unidad cognitiva adscrita o impuesta, segmentada,
ordenada o clasicada, siempre y cuando la persona
pueda reconocerse como parte de dicho colectivo. El indi-
viduo puede incluso identicarse con grupos antagónicos
de manera simultánea, de modo que, dependiendo de
A este respecto, es instructivo el caso de la llamada cultura
global, en el sentido de que “lo global” está caracterizado por
un manejo cuidadoso y manipulador de la diferencia y la diver-
sidad, más que por la réplica de similitudes y uniformidades.
la situación y el momento, una cierta identidad pueda
manifestarse adquiriendo una mayor relevancia sin
tener por ello que negar la existencia de las otras lia-
ciones. En este punto en particular, el concepto de redes
identitarias podría servir para describir la situación de
un inmigrante quien, en ciertos ámbitos, puede resaltar
su condición de residente permanente y, por otra parte,
apoyar la lucha de sus compatriotas en la búsqueda de
un estatus migratorio legal o de mejores condiciones
de vida. De este modo, las identidades se transforman
dentro de una jerarquía determinada, adquiriendo ma-
yor o menor relevancia de acuerdo con circunstancias
especícas. Por tanto, un individuo puede pertenecer
a un grupo estructurado que mantiene jerarquías, ob-
jetivos y procedimientos explícitos como pueden ser
las camarillas, el ejército, los rotarios, o los grupos re-
volucionarios, mientras que de manera simultánea
puede participar en grupos que se identican con una
idea, ideología o misión particular demócratas, anti-
reeleccionistas, ecologistas, pacistas, veganos, etc..
La multiplicidad de identidades corresponde a los
distintos roles que un individuo representa en la vida
cotidiana, si bien estos generalmente están clasica-
dos por orden de importancia (Howard ; Stets y
Burke ; Stryker ). Sin embargo, la formación
de una identidad social no se da de manera exclusiva
alrededor de los motivos que se comparten o por los
que se luchan, sino que este atributo conlleva también
dimensiones emocionales y afectivas. Dichas dimen-
siones se vuelven evidentes en momentos de crisis
en los cuales la identidad colectiva se ve amenazada
y en donde la cohesión del grupo se pone a prueba a
través de la fuerza de sus vínculos sociales. Es posible
que los conictos contra los proyectos de “desarrollo”
(como podrían ser el Club de Golf, el Teleférico o la
ampliación de la autopista en Tepoztlán) hayan ge-
nerado en los residentes el anhelo de una identidad
común que integrara el deseo de seguridad territorial
de la población. Por consiguiente, la identidad ha-
bría dado lugar a la diferenciación con respecto a los
otros, pero generando simultáneamente la cohesión
social necesaria con respecto a los valores colectivos
que trascienden los intereses individuales. Por tanto,
en el presente ensayo sugerimos que la identidad en
Tepoztlán (gura ) se ha construido no solo median-
te complejos procesos sociopolíticos, sino también a
través de redes identitarias especícas que han servido
para consolidar un imaginario compartido de rebeldía,
tradición y espiritualidad.
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La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México
DISTRITO
FEDERAL
ESTADO DE
MÉXICO
ESTADO DE
MÉXICO
ESTADO DE
PUEBLA
ESTADO DE
GUERRERO
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Figura. 1. División municipal de Morelos (Tepoztlán es el ).
Fuente: Gobierno del Estado de Morelos .
Las redes identitarias como referencias
exibles, versátiles y multiespectrales
La identidad y la memoria mantienen un vínculo funda-
mental. Tomemos por caso la enfermedad de Alzheimer,
la cual es un trastorno que conduce a la pérdida de la me-
moria, la capacidad de reexión y de toma de decisiones,
y que conlleva afectaciones en la orientación espacial, la
concentración y el lenguaje (Monacelli et ál. , ).
Examinando esta condición con mayor detalle, es rele-
vante para nuestro argumento el hecho de que la perso-
na pierda conciencia de sus actos e identidad al no tener
la capacidad de reconocerse a sí misma. Esta referencia
extrema de lo que neuronalmente viene asociado a la
pérdida de memoria, puede ser de utilidad para anali-
zar la manera en que la memoria cultural representa un
elemento fundamental para sostener la identidad tanto
personal como colectiva. La memoria es por lo tanto un
elemento fundamental para asegurar que la capacidad
de razonar tenga profundidad y, con ello, que se pue-
dan tomar decisiones de manera asertiva, consciente y
responsable. También es relevante que este conjunto de
procesos para almacenar información esté vinculado con
la orientación espacial, entendida como la capacidad de
ubicarnos en el territorio así como de encontrar nuestro
lugar en el mundo.
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248 Alfonso Valenzuela-Aguilera
En el mismo sentido, la capacidad de reconocer a los
demás así como a nosotros mismos, es una facultad que
depende de la memoria, es decir que el cerebro mantiene
una serie de referencias vigentes a partir de las cuales
relaciona eventos, lugares y personas que presentan un
vínculo signicativo con el objeto o la red de objetos
cognitivos con los cuales tiene una relación sensorial, ra-
cional o emocional. El registro de eventos pasa entonces
por tres fases: la codicación que implica su registro y
procesamiento, el almacenaje de la información una vez
codicada, y la recuperación de esta para utilizarla con
un n particular. Esta información se archiva en forma
de recuerdos que estimulan conexiones neuronales de la
corteza y que se vinculan con el contexto emocional con
el que se han formado, permaneciendo en esa parte del
cerebro una vez que la información ha sido codicada.
Dicha memoria se activa al ser requerida para utilizarse
como memoria de trabajo que comprende las estructuras
y procesos usados para el almacenamiento temporal de
la información y su posterior utilización en un momento
dado (Saxe et ál. , ). De este modo, la memoria
histórica se vuelve instrumental para el desarrollo de una
conciencia identitaria que puede llegar a cuestionar una
sociedad jerárquicamente organizada.
Bajo una óptica gramsciana, las identidades se for-
man por medio de las representaciones, así como de las
múltiples interacciones que las personas mantienen con
las instituciones. En este sentido, la identidad Tepozteca
tiene como punto de partida la resistencia a un poder
hegemónico, para cuyo análisis resulta útil la noción de
redes identitarias como un mecanismo conceptual que
se articula de manera horizontal las cuales le permiten
al individuo mantener un sentido de coherencia personal
así como frente a su medio social. Dicha resistencia le
ha permitido al pueblo Tepozteco cuestionar sistemáti-
camente el principio de autoridad, la unidad y la doxa
institucional, contradiciendo el mito de consenso con
respecto a la modernización y desarrollo económicos
planteados por los grupos hegemónicos.
El modelo de redes identitarias parte del supuesto de
que la construcción de la identidad es producto de en-
cuentros múltiples; es decir, no solo de la fusión de dos
elementos, sino del traslape de distintas dimensiones
No obstante, Tepoztlán no es ajeno a las dinámicas de globali-
zación cultural que, según algunos autores, más que homoge-
neizar la cultura la han hibridizado. Ver al respecto Nederveen
Pieterse J. () y Kraidy (, ).
de manera polifónica y multiespectral. Sin embargo,
es destacable que al interior de dichas redes existirá el
predominio de algunos de sus componentes por razones
de hegemonía, legitimidad o conveniencia. En síntesis,
la identidad colectiva tiene la capacidad de desplazarse
desde la discusión de cuestiones técnicas de los pro-
yectos de desarrollo hacia la resistencia como en el
caso de las luchas contra las multinacionales; de las
tradiciones precolombinas a la visión posmoderna de
la Nueva era; o de la defensa de las tierras agrícolas a la
protección del medio ambiente. El caso de Tepoztlán es
paradigmático del concepto de redes identitarias, dado
que los habitantes participan en distintas redes que ellos
mismos articulan de manera que les permiten desarro-
llarse como mejor les convenga.
De este modo, la llamada transculturación se ex-
perimenta en múltiples direcciones y permea a las
culturas involucradas en distintos grados (Dupront
). Ejemplo de ello son los extranjeros que apren-
den a fabricar “artesanía local”, que quizá participan
en rituales tradicionales e incluso aprenden herbolaria,
al tiempo que pueden estar enseñando técnicas avan-
zadas de permacultura, bioenergética o hidroponía a
la misma población de la cual aprende. Pero, ¿cuál es
el peso especíco de cada componente cultural?, en el
presente ensayo se sugiere que a diferencia de la mezcla
implícita en los conceptos de aculturación, sincretismo,
apropiación, asimilación o transferencia, la noción de
redes comunitarias permite ubicar distintas esferas cul-
turales a las que un individuo pertenece en momentos
determinados de su vida, y que pueden traslaparse sin
generar con ello problemas de congruencia, compatibi-
lidad o identidad. A diferencia de conceptos de carácter
más estático, denido o determinado como pueden
ser el sincretismo, la simbiosis o la hibridación las
redes identitarias nos remiten a procesos orgánicos,
convertibles y emergentes que adquieren nuevos sig-
nicados al transmutarse o traducirse de un contexto
a otro. Las redes tienen una naturaleza cambiante y
adaptable, de modo que aún siguiendo una narrativa
que mantenga las tradiciones ancestrales, esto no ex-
cluye la utilización de tecnologías informativas o la
incorporación de estrategias de innovación.
De acuerdo con Burke (, ), “en los momentos
inmediatamente posteriores a los encuentros culturales
se produce una hibridización especialmente intensa”,
Para el concepto de polifonía, ver el trabajo de Bakhtin (,
-).
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La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México
siguiéndole un proceso de estabilización de la innova-
ción, incluida una reacción de resistencia hacia dicha
mezcla. Si el caso de Tepoztlán es examinado bajo di-
cha óptica se pueden identicar distintos momentos
de hibridación reciente como el reposicionamiento
identitario a partir del conicto del club de golf en
, en donde los tepoztecos se movieron entre redes
identitarias de resistencia, de conservación y defensa
de los recursos naturales, pero a partir de los cuales
también ingresaron en nuevos ámbitos, convirtiéndo-
se en una alternativa legitimadora del poder popular y
en una propuesta diferente y autónoma del gobierno
local. Por otra parte, aunque en el caso tepozteco los
habitantes participaron en defensa del territorio sin
distinción de orígenes, clase o grupo de edad, también
es cierto que algunas facciones o individuos participa-
ron decisivamente en la gestación del movimiento. Es
importante destacar que el espíritu de lucha tepozteco
no tendría una explicación causal si no formara parte
de una larga tradición de resistencia desde tiempos
ancestrales, repetida sistemáticamente durante las
luchas revolucionarias, y ahora anti globalizantes. La
transculturización existe como fenómeno multidirec-
cional en tanto que distintas tradiciones e identidades
se “polinizan” o entremezclan, sin que necesariamente
se forme una nueva tipología identitaria.
Por otra parte, existen redes identitarias que tie-
nen como eje el territorio y que están cimentadas en el
arraigo de los pobladores a partir de la historia, el pai-
saje ritual y las conquistas sociales, sirviendo así como
soporte de las actividades económicas fundamentales
(gura ). Dentro de su dimensión territorial, Tepoztlán
es una especie de frontera cultural vinculada a grupos
de intelectuales, artistas y políticos provenientes tanto
del centro del país, como de otros lugares del mundo,
quienes han llegado en busca de un modo alternativo
de vida (Vaschetto , ). Es importante destacar
que estos nuevos avecindados han contribuido al for-
talecimiento de una cultura de resistencia organizada,
permeando en última instancia los distintos estratos
socioeconómicos y permitiendo así el fortalecimiento
de redes identitarias de alcance global.
Considerando que las culturas se construyen me-
diante cambios, es notable que en la actualidad las co-
municaciones puedan acercar instantáneamente ideas,
Además, en un principio algunos de los sectores estaban de
acuerdo con la construcción del Club de Golf, ya que veían
posibilidades reales de obtener un empleo remunerado.
imágenes y experiencias con una resonancia masiva
en poco tiempo. Si bien existen aspectos de la cultura
que nos gustaría calicar como “invariantes”, la reali-
dad es que el ujo de información en particular de
los migrantes hacia América del Norte, ha generado
transculturaciones importantes entre las generaciones
de tepoztecos; y si bien existen intercambios culturales
entre distintos países, no se puede minimizar el papel
que las culturas hegemónicas han ejercido mediante
su poderío económico, mediático y militar sobre los
países periféricos. Tepoztlán ha sido un ejemplo de re-
sistencia cultural al igual que Oaxaca y Chiapas y
no obstante, sería un error esperar que los pobladores
permanezcan indiferentes a los efectos de la transcul-
turización global.
¿Cómo funciona esta articulación de redes iden-
titarias al interior de Tepoztlán? En el caso que ocu-
pa este artículo, conviene cuestionar la idea de que
esta comunidad es homogénea, tradicional y com-
pacta, y en cambio pregurar la visión de una posible
construcción social a posteriori como un entramado
social mucho más complejo. La comunidad como
una entidad racional que mantiene unos principios y
valores claros y consensuados puede ser más bien
el producto de situaciones límite, en donde eventos
especícos han detonado una reacción generalizada
en torno a intereses compartidos, o bien han gene-
rando una respuesta contundente frente a acciones
percibidas como contrarias al interés de la comunidad.
Matizando este punto, puede hacerse referencia a la
capacidad de ciertas culturas para adoptar o adaptar
elementos culturales externos a manera de bricolaje,
incorporándolos orgánicamente en su vida cotidiana
y sin cambiar necesariamente el sentido primordial
de sus tradiciones.
Las redes identitarias pueden enmarcarse como
un esquema de relaciones estructurado de manera
análoga a los sistemas complejos, y por consiguiente,
manteniendo un equilibrio que le permita a la per-
sona desenvolverse asertivamente en su comunidad.
De este modo, dicho individuo tiene la capacidad de
responder a las condiciones cambiantes del entorno
Ver Lévi-Strauss (). Sin embargo, la incorporación de nue-
vos medios, tecnologías o informaciones se da a diferentes
velocidades, de manera que mientras algunos sectores de la
población tepozteca no cuentan todavía con servicios básicos,
otros residentes utilizan Internet de banda ancha de alta velo-
cidad, revelando las profundas inequidades socioeconómicas
y culturales (Virilio ).
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mediante respuestas especícas, en donde una iden-
tidad o red identitaria pueden ser reemplazadas por
otras en el momento en que las condiciones del mismo
entorno así lo requieran. Del mismo modo, la identi-
dad individual puede verse sobrepasada por la iden-
tidad colectiva en el caso de un conicto comunitario
de tipo territorial, social o político, demandando de
manera tácita o explícita la participación activa de los
residentes en defensa de un bien común. Dado que
el individuo tiene que enfrentar la complejidad del
mundo mediante la reducción o simplicación de los
patrones de conducta socialmente construidos, será su
percepción de una situación particular la que lo llevará
a determinar si se adhiere o no al conjunto de valores
representados dentro de la red identitaria especíca.
Finalmente, la identidad concepto altamente cam-
biante y complejo encuentra en el esquema de redes
un referente estructurador alrededor de una serie de
valores independientes que reejan cierta visión del
mundo. Dado que los valores y posiciones personales
están sujetos a cambios a lo largo de nuestra existencia,
se sugiere que la adhesión a distintas redes identitarias
puede funcionar independientemente de si estas se
intersectan, traslapan o fusionan entre sí. Asimismo,
la articulación entre las redes no es ajena a la magni-
tud y hegemonía de sus relaciones particulares, de la
recurrencia de uso o de la posición estructural en la
jerarquía, lo cual facilita o inhibe su funcionamiento,
ya sea como red principal o subsidiaria, matizando la
conguración particular de cada individuo.
Figura. 2. Foto aérea de Tepoztlán. Instituto Nacional de Estadística
y Geografía.
Fuente: imagen cortesía del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía ( ).
Redes identitarias culturalistas: las visiones
de fuera hacia adentro y viceversa
Para congurar la red identitaria culturalista se consi-
dera la reconstrucción espacial del pueblo de Tepoztlán
por medio de las fuentes escritas y a partir de la obra pu-
blicada de académicos, turistas y viajeros, quienes han
permitido forjar una visión que recrea los imaginarios
sobre los cuales se ha construido una presencia que reba-
sa el ámbito local, teniendo incluso un impacto sobre la
identidad nacional (gura ). Asimismo, existe una red de
relatos locales que tejen un mapa de lugares subyacentes
al imaginario que ha sido explotado por programas fe-
derales de promoción turística durante los últimos años.
En una primera revisión acerca de los estudios an-
tropológicos sobre Tepoztlán, se destacan los trabajos
seminales de Robert Redeld () y de Oscar Lewis
(, ), que mediante una aproximación etnográ-
ca intentan reconstruir los imaginarios culturales de
Tepoztlán a partir de una aproximación etnográca. Si
bien dichos autores lograron hacer radiografías de mo-
mentos particulares en la historia del lugar por medio
de un discurso ligado al folk-urbano y a la criticada “cul-
tura de la pobreza” de Lewis, no alcanzaron a capturar
los catalizadores del cambio cultural.
Figura 3. Vista desde la iglesia de Santo Domingo, Tepoztlán,
Morelos, .
Fuente: cortesía del Fondo Jaime Medina Mora.
De este modo, la visión primitivista de la sociedad que
encontró Redeld lo llevaría a proponer el concepto de
“continuum folk-urbano” para Tepoztlán; sin embargo, sería
Lewis quien cuestionaría este tipo de interpretación, la cual
de cierto modo idealizaba la vida comunitaria indígena,
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La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México
argumentando que Redeld quería dar la impresión de
que la sociedad tepozteca era relativamente homogénea,
funcional, integrada y sin antagonismos (Miner ;
Foster ; Mintz ). No obstante, al hacer una revi-
sión minuciosa sobre lo escrito previamente por Redeld,
se ha encontrado que su visión no era necesariamente
ingenua, sino que revelaba de manera implícita la com-
plejidad del entramado social que se traducía a partir del
funcionamiento de sus barrios y que no estaba exenta de
conictos, rivalidades y reacomodos:
Hay, por lo tanto, una moral, un esprit de corps, inhe-
rente al barrio, que encarna en el santo y se expresa oca-
sionalmente como rivalidad […]. Esa rivalidad no impide a
los barrios funcionar en forma cooperativa con ocasión de
estas importantes en que se celebra a un santo compar-
tido por todo el pueblo […]. Así la unidad a la vez divide y
une a la comunidad natural de la que Tepoztlán es el pue-
blo más importante; en la competencia y la cooperación
de barrios se teje la trama religiosa. (Redeld , -)
Robert Redeld aportó importantes hallazgos en el
estudio de los barrios y de su conguración socioespacial
(, ), y gracias a su trabajo de campo se registran las
reminiscencias del calpulli mexica en los barrios existen-
tes en donde, más allá de las características propias de
cada unidad, quedan maniestas invariantes culturales,
como por ejemplo el funcionamiento barrial durante
las estas patronales, o la propiedad colectiva de ciertas
tierras para asegurar el mantenimiento de la parroquia
correspondiente. Redeld detectaría acertadamente la
importancia del paisaje dentro de la identidad del pueblo,
mediante el registro de la representación popular de la
ceremonia conocida como Reto del Tepozteco en donde,
desaando a los ejércitos vecinos, el rey dice en náhuatl:
“Aquí estoy rodeado de mis cuatro montañas, siete lade-
ras, siete cerros y siete cañones” (Redeld , -).
No obstante, es necesario reconocer que si bien Redeld
fue pionero en los estudios acerca de dicha comunidad,
no alcanzó a capturar el entramado socioeconómico y de
poder en el que se desenvolvía la vida cotidiana de los
tepoztecos; como comenta Palerm (, ) “Redeld
nos dice poco de la pobreza, de los problemas económi-
cos y de las divisiones políticas. A lo largo de su estudio
encontramos [solo] un énfasis sobre los factores unica-
dores de cooperación de la unidad tepozteca” (gura ).
De acuerdo con Redel (, -) eran llamadas tomimil
to santo o “las milpas de nuestro santo”, si bien las milpas en
náhuatl clásico son referidas como on milti.
Figura 4 . Vista desde una v ivienda rural, Tepoztlán, Morelos, .
Fuente: cortesía del Fondo Jaime Medina Mora.
Efectivamente, si bien es en dichos factores donde
se encuentran las claves de la cohesión social, Oscar
Lewis aportaría el análisis del entorno socioeconómico
y de la personalidad misma de los habitantes, como ele-
mentos faltantes para entender las dinámicas sociales.
A este respecto, es necesario destacar que también se
ha cuestionado su visión determinista al referir a los
habitantes como una población “carente de una ambi-
ción o determinación hacia el mejoramiento personal”,
con una naturaleza conformista, pasiva y supersticiosa,
elementos que perlarían más adelante su teorización
sobre la “cultura de la pobreza”. De acuerdo con Lewis,
el mundo y la naturaleza representan amenazas conti-
nuas de calamidades y peligros potenciales que generan
ansiedad y miedo generalizado. Su diagnóstico se exten-
día a la población en su conjunto, a quienes consideraba
“potencialmente hostiles y peligrosos, además de que su
reacción habitual era estar a la defensiva” (Lewis ,
). No obstante, Lewis percibiría en los tepoztecos una
ausencia de frustración, ansiedad o culpa, por lo que su
aproximación es hasta cierto punto condescendiente y
paternalista, lo que descalicaría la naturaleza contes-
tataria de los tepoztecos así como el papel de lo sacro
dentro de la vida cotidiana de la comunidad.
Lewis, sin embargo, advierte acertadamente la im-
portancia del crecimiento e inuencia de una clase me-
dia emergente, compuesta de profesionistas, burócratas,
artesanos y comerciantes, quienes entonces tenían va-
lores y metas cada vez más alejados de los pobladores
rurales, observando que: “El aumento creciente de la
brecha entre los grupos de niveles económicos medio
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252 Alfonso Valenzuela-Aguilera
y bajo, entre campesinos y no-campesinos, es quizás
el cambio más signicativo y de mayor alcance en el
pueblo [de Tepoztlán]” (Lewis , ).
Esta incipiente hibridación cultural tiene varios
auentes y, como señala Lewis: “La Revolución Mexicana
fue uno de los factores más importantes para desarrollar
un sentido nacionalista entre los tepoztecos. Muchos
de ellos se unieron a las las de los Zapatistas y viaja-
ron extensivamente con las fuerzas guerrilleras”, y de
manera relevante reere que era sabido que cinco de los
generales de Emiliano Zapata eran tepoztecos (, ).
Sin embargo, aparejado a la vertiente revolucionaria re-
ere condiciones ancestrales: “La tradicional visión del
mundo de los tepoztecos ha sido condicionada por las
limitaciones de su entorno físico, la tecnología y eco-
nomía, por su historia turbulenta, por los trescientos
años de dominio colonial, por su pobreza y sus altos
índices de mortalidad, y nalmente, por la naturaleza
impredecible de los cambios sociales causados por in-
uencias urbanas.” (Lewis , ).
Oscar Lewis se interesó más en el estudio de los
cambios culturales y fue precisamente la conceptualiza-
ción de la cultura lo que generó nuevos desencuentros
con Redfield: mientras que el primero consideraba que
la cultura debería incluir necesariamente los patrones
de comportamiento; para el segundo, estos cambios
no revestían tanta importancia, argumentando que
dichas transformaciones respondían a cuestiones de
sentido común (Redfield , ). En cambio, Lewis
argumentó que Tepoztlán y más adelante las peri-
ferias de la ciudad de México podían ser explicadas
como un derivado de las condiciones de marginación,
aún cuando la combinación de tradiciones ancestra-
les y elementos de la “civilización industrial moderna”
resultaban en una compleja heterogeneidad cultural
(figura ).
Lewis encontraría entonces un panorama decidida-
mente más complejo que el de una sociedad primitiva
en camino de convertirse en urbana, y comentaba sobre
su estructura productiva:
La economía Tepozteca, a pesar de ser propia de
una sociedad campesina, no es ni simple ni primitiva.
Tiene muchos elementos: conceptos bien desarrollados
de propiedad privada, un alto grado de individualismo,
un mercado libre, una denición de riqueza en términos
de tierras, ganado y otras formas de posesión, así como
Referido particularmente al cambio ocurrido entre las dos
temporadas de su trabajo de campo (-, y ).
un espectro relativamente amplio de ingresos, el uso del
dinero, un sistema altamente desarrollado de mercadeo
y comercio, interés sobre el capital, trabajo asalariado,
empeño de propiedades, renta de tierras, el uso de yun-
ta y arado así como la especialización de actividades de
medio tiempo. (Lewis , )
Tepoztlán transitaba de ser una población eminen-
temente rural hacia el “mundo moderno” que repre-
sentaba las dinámicas de industrialización del país en
la década de los años cincuenta. De acuerdo con Lewis,
dicha transformación traía aparejados nuevas tecnolo-
gías y mecanismos de mercado que parecían motivar a
los tepoztecos a lograr un mayor desarrollo personal,
aumentando su conanza en sí mismos y aspirando a
un mejor nivel de vida (Lewis , ). Sin embargo,
las reexiones nales de Lewis son quizás las más reve-
ladoras sobre su visión:
¿El individualismo creciente traerá una mayor ansiedad
y frustración? O acaso traerá una mayor participación y
conanza en el gobierno? ¿Será que los patrones tradicio-
nales de la vida en el pueblo incorporarán y reinterpretarán
los nuevos elementos así como ha sido habitualmente en
el pasado o la antigua y estable cultura tradicional muy
pronto será irreconocible? (Lewis , )
Estos cuestionamientos sobre la capacidad de la cultura
tradicional para asimilar los cambios de la modernidad
son centrales para la denición de la identidad, si bien
Lewis no cuestionaría en ningún momento el modelo
industrial-capitalista, al que veía inexorablemente como
un destino maniesto, sin imaginar que con el paso del
tiempo se generaría un movimiento social a escala interna-
cional en donde Tepoztlán se convertiría en actor estelar.
Figura 5. Panorámica del centro de Tepoztlán, Morelos, .
Fuente: cortesía del Fondo Jaime Medina Mora.
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CUADERNOS DE GEOGRAFÍA | REVISTA COLOMBIANA DE GEOGRAFÍA | Vol. 26, n.º 2 jul.-dic. del 2017 | ISSN 0121-215X (impreso) · 2256-5442 (en línea) | BOGOTÁ, COLOMBIA | PP. 243-260
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La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México
Redes identitarias de resistencia:
los movimientos sociales y las
estructuras de poder
Es probable que Tepoztlán sea mejor conocido como
el epicentro de los movimientos socioambientales en
México, aun cuando dicha narrativa haya sido producto
de una serie de circunstancias más ligadas a las luchas
por el poder y el territorio que con el mismo medio am-
biente. No obstante, el movimiento social en contra de
la construcción del club de golf surgió en un momento
en el cual el levantamiento Zapatista en Chiapas había
generado un fuerte cuestionamiento al modelo de desa-
rrollo que el país estaba tomando a raíz de la entrada en
vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
en , así como una expectativa de cambio estructural
que partía de las comunidades indígenas y que se oponía
a un modelo dual de desarrollo. Es más, Tepoztlán sería
pionero dentro de los movimientos “altermundistas” que
vendrían más adelante (Indignados, Occupy WallStreet,
etc.), los cuales buscarían contrarrestar el poder arrolla-
dor del gran capital multinacional.
El movimiento en contra del proyecto del club de golf
que ha sido caracterizado como “etnopolítico” y en el que
se habrían de contraponer los valores de la modernidad
con los principios “éticos-comunitarios” (Salazar ,
), lleva a considerar al conicto como una cuestión
de integridad cultural. No obstante, dicha perspectiva
deja por fuera la composición diversicada del movi-
miento, así como el trasfondo político, económico y de
balance de poderes que, en última instancia, denieron
el rumbo que tomaría el conicto. Así, el entramado
político-empresarial atrás del proyecto estaría denido
desde un principio por una amalgama entre banqueros,
inversionistas y un consorcio multinacional de comuni-
caciones, este último interesado en generar un polo de
desarrollo tecnológico colindante con la ciudad de México.
Las hectáreas adquiridas por el grupo inmobilia-
rio Kladt-Sobrino eran terrenos de propiedad comunal
que por ley no pueden enajenarse y forman parte
del Parque Nacional el Tepozteco en adelante, ,
lo cual nos indicaría claras faltas administrativas y de
procedimiento; sin embargo, existen algunos elemen-
tos a considerar: a) las tierras fueron vendidas por los
comuneros, quienes ostentaban las constancias de po-
sesión correspondientes, lo cual evidencia una compli-
cidad entre estos últimos, las autoridades de la ocina
de Bienes Comunales y los compradores; b) en una zona
donde existe un mercado “informal” de tierras, inmuebles
y certicados, la transacción se realizó en un marco de
extra-legalidad, el mismo que han utilizado otros avecin-
dados; c) el decreto con el que se rige el manejo del
no prohíbe el establecimiento de actividades residen-
ciales, comerciales o equipamientos, lo cual por más
paradójico que sea no constituía un delito en contra
de las disposiciones legales y normativas.
La contrastante inequidad social que el club de golf
representaba a la vista de todos, fue quizás determinante
para el levantamiento social. De este modo, la lucha para
defender el territorio por vía de la legalidad, adquirió
después un carácter político que derivó en el estableci-
miento del Ayuntamiento Libre, Popular y Constitucional
de Tepoztlán (-) para, nalmente, retomar dos
vertientes: una de carácter identitario defender la unión
de la comunidad y sus tradiciones, y otra que incluía
una dimensión ambiental, simbólica y paisajística de
conservación de la naturaleza. Las “luchas verdes” de
Tepoztlán se inscriben dentro de lo que algunos auto-
res denen como “ecologismo popular” (Martínez Alier
; Toledo ), el cual permitió la construcción de
territorialidades particulares. Si bien existen elementos
constitutivos de una conciencia para la defensa de los
recursos naturales agua, tierra y bosques, también
es cierto que existen distintas expresiones de poder,
muchas veces movidas no tanto por conservar dichos
recursos, sino por motivos económicos y de poder local.
Es en este entorno cuando se constituye el Comité
de Unidad Tepozteca en adelante, , el cual
tendría como objetivo unicar a la población, legitimar
las decisiones de la comunidad y crear un referente para
las negociaciones por venir. Después de una lucha
social de varios meses, se instala el primer Municipio
Libre y Autónomo de Tepoztlán, momento en el cual el
dirigente del , Salvador Guzmán Chava declaró que
con esa acción se iniciaba algo inédito, armando que:
La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al
Ambiente, en su art. prevé la posibilidad de regularizar la
tenencia de la tierra “con el objeto de dar seguridad jurídica
a los propietarios y poseedores de los predios en ellas com-
prendidos”, mientras que el art. establece la posibilidad de
obtener permisos, licencias, concesiones o en general autori-
zaciones para la exploración, explotación o aprovechamiento
de recursos en las áreas naturales protegidas siempre que no
ocasione un deterioro en el equilibrio ecológico (Diario Ocial
de la Federación ).
El se fortalecería con la participación de organizaciones
ecologistas internacionales, dándole al movimiento una ex-
posición mediática mundial sin precedentes, y además el re-
conocimiento como movimiento ambiental y eventualmente
“altermundista” (Lomnitz-Adler ; Velázquez , ).
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254 Alfonso Valenzuela-Aguilera
[…] recuperar nuestra democracia y nuestra dignidad,
con algo muy viejo, las tradiciones, los usos y las costumbres
de nuestros antepasados […] no hacemos sino retomar la
tradición que durante siglos se siguió en esta comunidad
para elegir a sus autoridades, el coatequitl, el espíritu de
trabajo comunitario, de resolver entre todos los problemas
de todos. (Citado en Quero , , )
De acuerdo con Diani (), un movimiento social se
produce a través de las relaciones que se generan entre
los individuos, es decir, que los grupos se retroalimen-
tan, se reproducen y se transforman mediante la inte-
racción entre los participantes a partir de las relaciones
informales, las creencias compartidas o los temas de
conicto en común (gura ). Asimismo, estas creen-
cias y posicionamientos se construyen colectivamente,
estableciéndose un proceso dialéctico de denición de
los retos a enfrentar.
Sin embargo, para que se genere un nivel de cohesión
mínimo que aglutine un sector de la población, es nece-
sario que exista una serie de ideas compartidas, a partir
de las cuales se irá fortaleciendo un interés común, y en
el mejor de los casos, una identidad colectiva (Bauman
; Touraine ). De cualquier modo, hay que des-
tacar que la noción de identidad se vuelve más volátil si
se considera la existencia de alianzas parciales entre in-
dividuos que quizás no disuelvan las diferencias de clase
o poder, pero que son instrumentales en un momento
dado para obtener los resultados esperados. No obstante,
para lograr una respuesta colectiva o compartir una res-
ponsabilidad común frente a una amenaza, es necesaria
la movilización de un sentimiento de solidaridad que
vaya más allá de la solución de los intereses inmediatos
y personales. Asimismo, es muy importante el manejo
de símbolos y de acciones emblemáticas por parte de los
actores involucrados: el enfrentarse a los operadores de
los buldócer y trascabos con el n de detener los trabajos;
levantar barricadas en el centro del pueblo; o tomar las
instalaciones del Ayuntamiento, sirvieron como signos
efectivos de poder, organización y determinación.
Históricamente, los tepoztecos se han opuesto a la
mayoría de los proyectos gubernamentales para modicar
su territorio, entre otras cosas, porque los han identi-
cado como un riesgo para la preservación de la cultura
local. En este sentido, se opusieron a la construcción del
ferrocarril México-Cuernavaca desde la época porrista
(); a la introducción de la energía eléctrica a prin-
cipios del siglo y a la construcción de una autopista
en la década de los años sesenta. Esta aversión a las
intervenciones gubernamentales tiene su origen en los
numerosos despojos de tierras que ha sufrido la población,
lo cual la llevaría a ser una de las primeras localidades de
Morelos en unirse al levantamiento Zapatista al inicio
de la revolución (Redeld ). Al respecto, Warman
recuerda que “los Zapatistas no solo habían peleado por
la tierra, sino también por ejercer el dominio sobre el
territorio a través de una comunidad libre” (, ).
Figura 6. Vendedora de fr uta en los portales, Tepoztl án, Morelos, .
Fuente: cortesía del Fondo Jaime Medina Mora.
La estructura de poder en Tepoztlán cuenta con dis-
tintas escalas y dimensiones que juegan un papel im-
portante dentro de la red identitaria de resistencia;
mientras que a escala macroeconómica ha enfrentado
al capital nacional y multinacional, también ha librado
luchas a nivel regional y local. Sin embargo, existe una
estructura interna de poder que tampoco puede obviar-
se para homogeneizar una sociedad con una jerarquía
igualmente denida y establecida. Si bien la construcción
de la identidad ha sido potencializada, en buena medida
por la rebeldía así como por el posicionamiento en con-
tra de amenazas externas e internas, esto ha permitido
una reivindicación de la cultura local, las tradiciones,
la identidad y las prácticas autonómicas de gobierno
(Valenzuela, Saldaña y Vélez ).
Velázquez (, ) reere que la empresa construc-
tora Kladt-Sobrino argumentó que los ingresos scales
por concepto de licencias y contribuciones que genera-
ría el proyecto le permitirían al Ayuntamiento atender
rezagos sociales, además de otros benecios asociados
como la generación de empleos temporales y denitivos;
un deicomiso para promoción de empresas agrícolas y
protección ambiental; y la construcción de una subesta-
ción eléctrica, entre otras cosas, lo que propició que una
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255
La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México
parte de la población aprobaba la creación de empleos
derivados del proyecto del club de golf.
Sin embargo, aún cuando es destacable el crecimien-
to del turismo en la zona y se ha convertido en una de
las principales fuentes de ingreso para la población, el
proyecto fue percibido como una amenaza, tanto para
la identidad tepozteca como para el mantenimiento de
los lazos sociales y comunitarios. Pero lo que resultó
determinante fue el cálculo del impacto a largo plazo
que tendría el consumo de agua en el territorio más
de . m de agua para riego de jardines y para el con-
sumo propio del club; de modo que aunado a la afec-
tación al paisaje natural del valle, y el incremento en la
polarización socioeconómica entre la población local y
los nuevos residentes, se generó un descontento gene-
ralizado entre la población residente.
En estudios recientes sobre movimientos sociales se
enfatiza la importancia de las identidades preexistentes
y cómo estas inuyen tanto en la emergencia del grupo
como en la toma de decisiones colectivas, así como la
conexión entre la identidad de los movimientos sociales
y las condiciones socioculturales y político-económicas
prevalecientes (Eckstein ; Escobar y Álvarez ;
Lindberg y Sverrisson ). En esta lógica, las iden-
tidades prevalentes con anterioridad al conicto del
club de golf resultarían determinantes con respecto a
la decisión concerniente a qué bando adherirse (Reyna
, ). Dentro de este proceso de apropiación y ma-
nifestación de identidades múltiples fue evidente que el
sentido de oportunidad jugaba un papel importante y
que dicho proceso social resultaría transformador: los
participantes se redescubrieron a sí mismos al tiempo
que se abrían nuevos horizontes culturales, de tal modo
que pasaría de ser una protesta territorial a convertir-
se en un movimiento por la defensa de la ecología. De
esta manera, las redes identitarias reconocen el hecho
de que siempre existe una jerarquía de acuerdo con la
cual el individuo priorizará en cada caso y de acuerdo
con sus convicciones y circunstancias, las redes que
habrán de manifestarse como respaldo de una identidad
dinámica y multiespectral.
Redes identitarias místicas: chamanes,
eco-aldeas y el paisaje sagrado
Tepoztlán tiene un componente identitario místico que
se articula con su historia y entorno natural. En este
sentido, las leyendas juegan un papel fundamental en la
conguración de la identidad tepozteca, dándole matices
que permiten pregurar de manera más precisa sus ca-
racterísticas esenciales. En estos términos juega un papel
fundamental el mito del Tepozteco, en donde Brotherston
(, ) identica cuatro variables que tienen como
marco el paisaje natural de Tepoztlán. Sin profundizar
en las distintas acepciones sobre el mítico personaje, se
encuentra que este reeja una personalidad que vence
a la adversidad con la ayuda de la naturaleza (hormigas,
pencas de maguey, el aire tibio), y quien al crecer desa-
rrolla poderes chamánicos (se transforma en diversos
animales) que le permiten derrotar al ogro y liberar con
ello a Tepoztlán y sus alrededores. Sin embargo, lo que
resulta fundamental para el análisis de los valores locales
es la continuación de la historia, en donde el héroe tepoz-
teca acude a un banquete organizado por los jerarcas de
Yautepec, Cuautla y Cuernavaca, pero no es admitido por
la modestia de su atuendo; entonces regresa más tarde
ataviado de nos ropajes, por lo cual es recibido con to-
dos los honores, y es ahí cuando el Tepozteco aprovecha
para verter la comida en su tocado como una forma de
ridiculizar a los ricos y poderosos. Finalmente, sale perse-
guido por los agravados antriones y en el camino utiliza
sus poderes sobrenaturales para crear barrancas con sus
propios orines y así cerrarles el paso a sus perseguidores.
Es aquí donde el carácter rebelde de la población hace eco
de las confrontaciones que los tepoztecos han librado
contra los grupos de poder externos en el último siglo.
El personaje del Tepozteco adquiere una legitimidad
ancestral a partir de la construcción de la pirámide que
corona uno de los cerros y que originaría peregrinajes in-
cluso desde lugares distantes como Chiapas y Guatemala
(Brotherston , ). En otra versión del mito, González
Casanova registra que como recompensa por haber co-
locado la campana en la iglesia, el héroe recibe tres cajas
con la condición de no abrirlas; al no resistir la tentación
deja escapar unas aves que representan la riqueza, el
bienestar del pueblo y, en cambio, “se quedan nada más
con las herramientas de los trabajadores pobres: la ruda
hacha de la tierra (tlaltepoztli), y el cordel del tameme (me-
capaltzin)” (, ). Dubernard, en cambio, describe a
un señor de Tepoztlán convertido al catolicismo y pro-
pagador de la fe cristiana en los señoríos circunvecinos;
es nuevamente Brotherston (, ) quien argumen-
ta que dicha conversión podía haber servido para lograr
conservar los privilegios de clase y el dominio territorial
de su demarcación: Tepoztécatl nace de una matriz acuá-
tica, es decir, de un manantial a los pies del Tepozteco y a
un costado del cerro del viento (Ehécatl), ubicándolo en
el corazón mismo del paisaje natural, hijo de los cerros
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256 Alfonso Valenzuela-Aguilera
y de los elementos de la naturaleza. Es interesante la re-
ferencia del Tepozteco al ser bautizado precisamente en
esa “matriz de agua” a partir de la cual propagará la nueva
fe. Comenta Brotherston que “formalmente separables,
estas cuatro vidas o roles se iluminan mutuamente, por
medio de referencias directas y por una serie de resonan-
cias lógicas” (, , ).
Al respecto, Giménez sostiene que el territorio puede
visualizarse como un espacio sacro que cuenta con una
alta “densidad simbólica”; es decir, que dicho territorio
representa distintas referencias identitarias signicativas
para sus habitantes, con lo que se identican elementos
distintivos de la comunidad (Giménez , ). Por su
parte, Bourdieu () propone el concepto de Habitus,
entendido como un tejido interminable de prácticas
sociales en las cuales conuyen diferencias, vínculos y
rupturas sociales, y en donde la identidad del individuo
se nutre de anidades y conictos de pertenencia con-
trapuestas, que a n de cuentas constituyen una “red
identitaria” particular. Si bien el paisaje tiene una carga
simbólica, cultural e histórica inmanente al territorio,
dicho peso es denido precisamente por las prácticas
sociales que ahí se llevan a cabo (Varela ). Las le-
yendas populares vinculadas a Tepoztlán presentan un
pasado glorioso de la estirpe mesoamericana que va des-
de los Olmecas, pasando por los Toltecas-Chichimecas y
culminando hasta las referencias Tlahuicas provenientes
del mítico Aztlán. La construcción del espacio utiliza
como referentes los aspectos mítico y ritual, lo cual “le
da fundamento al poder y al espacio físico, dando a los
tepoztecos un sentido de pertenencia sólido, con raíces
históricas y, de cierto modo, espirituales” (Concheiro
Bórquez , ).
El carácter del tepozteco se entreteje por medio
de redes identitarias que se articulan y reconguran
constantemente. Del mismo modo, no es posible ca-
racterizar a Tepoztlán sin la presencia de los avecinda-
dos, tepoztizos y extranjeros que habitan el lugar desde
hace varias décadas. En un estudio realizado sobre la
migración europea en Tepoztlán, Vaschetto (, ),
considera que la venta de objetos está relacionada con
la referencia a este sitio como lugar de peregrinaje es-
piritual para una población migrante internacional. Los
avecindados europeos adoptan una “lógica de exclusión”
(Elías ), pues al no encontrar cabida en su sociedad
Sin embargo, Maldonado Jiménez () reere que Tepoztlán
se repoblaría por grupos provenientes de Xochimilco y des-
pués sometidos por el imperio Mexica-Tenochca.
de origen emigran a países en donde se encuentran códi-
gos de conducta anes a sus expectativas. En ese sentido,
los individuos adoptan una red identitaria asociada a
la Nueva Era, en donde una persona puede participar
indistintamente en rituales musulmanes, hindúes, ca-
tólicos y precolombinos, sin que esto represente una
contradicción insalvable (Vaschetto , ). Por su
parte, estos inmigrantes europeos aprendieron con el
tiempo a elaborar artesanías, joyería en plata y activi-
dades ligadas al comercio con conexiones a mercados
centroamericanos y asiáticos, los cuales contrastan
generalmente con las labores que realizaban en sus paí-
ses de origen. Probablemente sea en este ámbito donde
existen mayores sincretismos con culturas lejanas, pero
que, sin embargo, mantienen un vínculo con el mundo
espiritual (gura ). De este modo, la artesanía orien-
tal e incluso local está ligada a prácticas espirituales
como el yoga, la meditación, shiatsu, reiki, etc., además
de introducir productos macrobióticos, vegetarianos
o veganos, los cuales encuentran en el turismo un fér-
til mercado. Los extranjeros participan en las estas
barriales del pueblo, a veces en las ferias de medicina
tradicional, y también apoyando protestas en contra de
proyectos desarrollistas; no obstante, su aproximación
no deja de ser supercial ya que, hasta cierto punto, la
comunidad tepozteca se encierra en su cultura y tradi-
ciones sin dejar que los avecindados participen en la
toma de decisiones (Vaschetto , ). Por tanto,
los extranjeros residentes en Tepoztlán asumen una
red identitaria que tiene que ver más con intereses
compartidos, experiencias o actividades conjuntas que
con una participación incluyente y democrática que los
reconozca como parte de la comunidad.
Figura 7. Tepoztlán, turismo holístico e hibridación cultural, .
Fuente: Cortesia de Claudia A lmandoz.
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La construcción de redes identitarias en Tepoztlán, México
Conclusiones: las redes identitarias
ante el turismo de masas
La apropiación diferenciada del espacio por parte de los
colectivos que conforman el tejido social de Tepoztlán
evidencia las distintas jerarquías de poder expresadas en
el espacio (Bourdieu ); aunque también se demostró
que dichas conguraciones son mutables, escalables y
hasta cierto punto, imprevisibles, la comunidad en su
conjunto se ha unido en contra de las amenazas externas.
Estos procesos también han servido para consolidar las
élites locales que, aún representando al pueblo ante los
intereses externos, también defendían sus propios pri-
vilegios argumentando que las tradiciones ancestrales
sostienen el derecho comunal de la tierra, así como la
designación local de sus representantes. Este renova-
do impulso comunitario adquirió una legitimidad que el
sistema político-partidista ya había perdido, y la gura
de Asamblea adquirió entonces un papel central como
interlocutor ante los acuerdos, alianzas y negociaciones.
Al respecto, Lomnitz () identica un desplazamien-
to del poder tradicional al interior de los barrios para
transferirse al poder municipal, generándose un distan-
ciamiento entre gobernantes y pobladores. Sin embargo,
durante la gestación del movimiento de resistencia contra
la construcción del club de golf, la organización comu-
nitaria basada en la estructura barrial fue instrumental,
de manera que el territorio jugó un papel decisivo en la
materialización de la protesta social.
La identidad en Tepoztlán tiene una serie de refe-
rencias indisolubles con el territorio: es suelo agrícola,
paisaje sagrado, campo de batalla, espacio de poder, re-
curso nito, símbolo cultural y referente político. Por
tanto, en el presente trabajo se argumenta la existencia
de tres ejes identitarios estructurantes en donde con-
uye la narración como descripción de una atmósfera
social, la preguración de movimientos contestatarios
y la construcción de un universo simbólico. De acuerdo
con Concheiro Bórquez:
Tepoztlán es una comunidad que ha recreado su iden-
tidad en medio de un mar de tradiciones y de visos de
modernidad alternativa […] tiene una identidad plena en
contradicciones y resultado de una estructura de dominio
y de referentes de poder. (, )
De acuerdo con Velázquez: “En Tepoztlán existen aproxima-
damente diez familias que constituyen la élite local. Juntas,
controlan las más importantes industrias agroindustriales y
hoteleras del centro del pueblo” (, ).
Lo cual parece fundamental para entender la historia
y dinámicas de su tejido social en el tiempo; sin embargo,
el camino para la construcción de dicha identidad ha sido
producto de las relaciones de poder, de contradicciones
culturales y económicas, así como de conictos sociales
internos que no obstante, encuentran sus puntos de
contacto en las redes de identidad.
A manera de conclusión, se argumenta que las redes
identitarias permiten entender el funcionamiento de
la sociedad tepozteca a partir de tres dimensiones que
conuyen en la construcción de su identidad. Mientras
que para Redeld el catalizador era la cohesión comuni-
taria y para Lewis la modernidad mantuvo una función
cardinal y transformadora; en este análisis se sostiene
que la red identitaria culturalista representa la visión de
una sociedad en transición, en donde existen esquemas
tradicionales de cohesión social a la par de prácticas mo-
dernizadoras que buscan atraer a los pobladores dentro
de las dinámicas globales.
En el caso de las redes identitarias de resistencia, se han
examinado las acciones emprendidas durante el conicto
del club de golf, destacándose el simbolismo de las accio-
nes, así como la sinergia y conuencia entre los distintos
grupos en contra del gran capital; si bien los eventos se
describen de manera secuencial, la narrativa va dirigida a
demostrar que es posible generar una resistencia exitosa
ante los intereses de las grandes corporaciones globales,
aún en comunidades caracterizadas por la complejidad
estructural. Los tepoztecos aprovecharon la mediación
simbólica de sus acciones contestatarias y adquirieron
entonces una nueva perspectiva con respecto a sus capa-
cidades como grupo social y, hasta cierto punto, étnico.
Finalmente, las redes identitarias místicas son de-
terminantes al incorporar mitos y leyendas dentro de
la vida cotidiana de los habitantes, entrelazando identi-
dades místicas contemporáneas que incluyen elementos
de culturas orientales, Nueva Era y otros sincretismos
culturales. El resurgimiento de un orgullo hacia la tradi-
ción prehispánica se hizo patente en las estas patrona-
les, el carnaval y ceremonias como el Reto del Tepozteco.
Asimismo, la identicación de los avecindados extran-
jeros, tepoztizos y visitantes con la causa de las luchas
comunitarias en defensa del territorio y sus recursos, y
en la práctica, en contra de la imposición gubernamen-
tal, colocó a este grupo social como un aliado con quien
se mantienen intereses compartidos.
Las redes identitarias funcionan como narrativas no
explícitas que el individuo tiene que transformar para
reconocerlas y asumirlas como parte constitutiva de su
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA | FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS | DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA
258 Alfonso Valenzuela-Aguilera
identidad individual y colectiva. Al respecto, Ricoeur
hace una analogía con una visita al sicoanalista, en la
que el paciente “aporta retazos de historias vividas, sue-
ños, escenas primitivas, episodios conictivos; se puede
decir justicadamente que las sesiones de análisis que
tienen por objetivo y por efecto que el analista extraiga
de estos retazos de historia, un relato que sea a la vez
más soportable e inteligible” (Ricoeur , ).
Sin embargo, la manera como se construyen las redes
identitarias para el caso de Tepoztlán es fundamental para
su narrativa, de modo que dichas redes transforman una
serie de sucesos en una historia coherente, estructurada
y con un sentido denido. Es así que el conicto por el
club de golf en Tepoztlán no habría atravesado por un
proceso de construcción de objetivos, de contradicción
de intereses o contado con el apoyo diferenciado de la
población; sino que es en la memoria social y desde
luego a través de las distintas narrativas donde el con-
icto ganó desde un inicio la calidad de un movimiento
social legítimo e incuestionable a partir de la identidad, la
cultura y el paisaje. Sin restarle mérito a la movilización
social que logró jar un referente de acción comunitaria
ante las grandes empresas multinacionales, queda claro
que la narrativa nal se construyó ex post facto, articu-
lando una aparente linealidad entre las motivaciones
y los hechos por medio de un relato comprensible. Las
tres redes identitarias tocan la dicotomía entre la cultura
originaria y la modernidad, trayendo en todos los casos
consecuencias territoriales, pero que aportan elementos
de hibridación, polifonías y multiplicidad, factores que
caracterizan, a n de cuentas, los elementos constitutivos
de la identidad operativa de los pobladores de Tepoztlán.
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CUADERNOS DE GEOGRAFÍA | REVISTA COLOMBIANA DE GEOGRAFÍA | Vol. 26, n.º 2 jul.-dic. del 2017 | ISSN 0121-215X (impreso) · 2256-5442 (en línea) | BOGOTÁ, COLOMBIA | PP. 243-260
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Lecturas recomendadas
Anchour, Dominique, y Gonzalo Castañeda. . Inversión
en bienes inmuebles: análisis y valuación de bienes raíces en
el contexto mexicano. México: Limusa Noriega.
Alfonso Valenzuela-Aguilera
Doctor en Urbanismo por la Universidad Nacional Autónoma de México y Posdoctorado por
la Escuela de Urbanismo de Paris, ha sido profesor invitado en la Universidad de California en
Berkeley, en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia y en el Instituto de Tecnología
de Massachusetts. Ocupó la Cátedra Alfonso Reyes en la Universidad de Paris Sorbona, y
actualmente es profesor titular en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México).
Sus intereses investigativos se orientan hacia la identidad y el patrimonio, la historia del ur-
banismo y los estudios de seguridad ciudadana.