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MEDICINA NATURISTA, 2017; Vol. 11 - N.º 2: 80-84
I.S.S.N.: 1576-3080
Psicoterapia, meditación
y cáncer
Pablo Saz-Peiró
Recibido: 3/2/2017 Aceptado: 5/5/2017
RESUMEN
Ante el diagnóstico de cáncer, la meditación es particularmente útil para asimilar el susto, ayudar en la elección del
tratamiento, mejorar la supervivencia, recuperar el control, saber estar ante la incertidumbre sobre el futuro y el temor
de recurrencia, así como mejorar una serie de síntomas físicos y psicológicos, como depresión, ansiedad, insomnio
y fatiga.
Palabras clave: Meditación, atención plena, cáncer.
Psychotherapy, meditation and cancer
ABSTRACT
Before the diagnosis of cancer, meditation is particularly useful to assimilate fright, help in choosing treatment and improve
survival, regain control, know how to be about the future uncertain and the fear of recurrence, as well as improve a series
of Physical and psychological symptoms such as depression, anxiety, insomnia and fatigue.
Keywords: Meditation, mindfulness, cancer.
El idioma Pali, en el que fueron escritos los textos
budistas originarios, tiene una palabra: sati, que deno-
ta conciencia, atención. Al inglés se ha traducido como
Mindfulness y al castellano como atención o concien-
cia plena (1).
Se relaciona con la meditación. Las diferentes es-
cuelas de budismo enseñan dos tipos de meditación
principales y complementarias, en cuyo origen está el
Mindfulness, la calma mental (Shamatha en sánscrito)
y la visión penetrante (Vipashyana en sánscrito). La
meditación Shamatha es un tipo de meditación en la
que se utiliza un objeto, ya sea interno o externo, como
centro de la atención, de tal forma que, cuando la men-
te se aleja del objeto de concentración, se la hace re-
gresar a este objeto. Como objeto se puede utilizar la
respiración (centrándote en el aire que entra y sale de
las fosas nasales, en el movimiento del estómago al
respirar, palabras o frases (contar, mantras), imágenes
una luz (la llama de una vela), etc.
En cambio, la meditación Vipashyana es una me-
ditación que analiza buscando la correcta compren-
sión del modo en que son las cosas (2).
Algunos plantean que el mindfulness no es una
técnica de meditación ni un entrenamiento. Es una
cualidad de la mente que todos poseemos y que con-
siste en estar atento al momento presente, tanto en
lo que acontece dentro de mí como en lo que ocurre
fuera de nosotros mismos.
Todo ser humano tiene la capacidad innata de
prestar atención a sus experiencias, sin juzgarlas y
con total aceptación. Pero ¿cómo desarrollar esa cua-
lidad? O, dicho de otro modo ¿cómo se adquiere min-
dfulness?, ¿es la meditación el método principal para
lograrlo? Quizás, pero no es la única vía. Cuando al-
guien atraviesa una grave enfermedad, es posible que
esa persona aprenda a asumir o aceptar la realidad tal
cual es en ese momento, es decir, que está poniendo
en práctica esta cualidad. Hoy sabemos también que
esta capacidad es observable, valorable y entrenable.
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La frase con la que Kabat-Zinn enseña lo que te-
nemos que hacer con nuestra atención para alcanzar
la plena consciencia es muy simple: jar la atención y
mantenerla. Fijar y mantener.
Lo más importante no es una técnica en particu-
lar ni una forma concreta de aplicarla, no existe una
palabra mágica ni una postura mágica, lo que parece
ser la clave es renovar cada día el contacto con la sin-
ceridad; con nuestro cuerpo; con la benevolencia y la
calma; con la fuerza vital que vibra constantemente en
nuestro cuerpo y saludarla con respeto (3).
Ya estemos sanos o suframos una enfermad ter-
minal, nadie sabe cuánto va a durar la vida, pues esta
se despliega instante tras instante y la salud consiste
en vivir plenamente cada uno de estos instantes acep-
tándolos tal y como se presentan y abriéndonos a lo
que viene ahora, formando parte de procesos (4).
Cuando nos duele algo, rápidamente tratamos de
averiguar por qué e intentamos solucionarlo. Mucho
antes de que nosotros lo pensemos, nuestro cuer-
po ya ha puesto en marcha el estímulo para que se
produzcan endornas que controlarán el dolor, pero
si este sigue, acabaremos en manos del médico o
de alguien que nos ayude con sus manos y con sus
aparatos a ver un poco mejor lo que pasa y tratar de
remediarlo. Pocas veces nos paramos a pensar que
somos nosotros mismos los que mejor podemos ex-
plorar nuestro propio cuerpo, conocer cada día cómo
funciona; cuál es nuestra postura en cada momento y
nuestra respuesta ante los estímulos que recibimos;
cómo se mueven nuestras articulaciones y cuál es su
límite; dónde chocamos con el dolor y cómo reaccio-
namos ante él; por qué reaccionamos con agrado o
disgusto ante lo que vemos, oímos, tocamos, olemos,
saboreamos.
La capacidad de aplicar y adquirir conocimiento
sobre nuestro propio cuerpo a través de nuestros sen-
tidos es admirable y lo mejor es que, no solo podemos
elaborar una gran prospección y un gran diagnóstico,
sino que a través de nuestra mente podemos com-
prender cómo nuestro cuerpo se adapta de la mejor
manera posible para sobrevivir en el mundo que nos
rodea en relación a los estímulos que recibimos de él.
Tomar conciencia de cómo está la situación y las posi-
bilidades de respuesta que tenemos, hace que las po-
sibilidades de supervivencia se ampliquen y además
mejoremos la calidad de esta supervivencia.
Para entrenar la capacidad de autodiagnóstico y
tratamiento es recomendable elegir pequeños momen-
tos durante el día para preguntarnos cómo nos esti-
mamos; cómo estamos en ese momento; qué postura
tenemos ante la vida; qué sentimos; cómo se mueven
nuestras articulaciones; cómo respiramos; cómo late
nuestro corazón: qué sentimientos tenemos en ese
momento; qué emociones nos invaden; cómo es nues-
tra respuesta a la adaptación; qué conanza tenemos
en nuestra propia capacidad.
Las ondas de los medios de comunicación y
nuestros propios pensamientos están llenas de crisis
y de problemas que se nos acumulan sobre nuestras
propias sensaciones dolorosas o placenteras. Es im-
portante recuperar el aliento y nuestra propia vivencia,
la sensibilidad, centrarnos solo en nuestro momento
y nuestras sensaciones, dejando de lado las ondas
mentales y la información que nos llega por los me-
dios. Kabat-Zin en su programa de meditación lo pres-
cribe como un ritual ideal para recuperar y armonizar
las fuerzas de curación interna.
En yoga, meditación, Qi Gong, la puerta a nues-
tro interior es la respiración. Tomar conciencia de ella
junto con mantener una espalda recta o una postura
digna, tomar conciencia de cómo entra o sale el aire,
nos ayudará a relajarnos y a sentir nuestro cuerpo e
incluso los latidos del corazón.
Richard Davidson estudió cambios que se pro-
ducen a nivel cerebral con la meditación, los cuales
actúan sincronizando varias partes del cerebro y que
perduran un tiempo después, mejorando no solo el op-
timismo sino también su sistema inmunitario (5).
Inda Carlson ha estudiado durante décadas los
efectos de la meditación en distintos pacientes de
cáncer. Es particularmente útil para asimilar el susto
del diagnóstico, ayudar en la elección del tratamiento
y mejorar la supervivencia, incluyendo la pérdida de
control, la incertidumbre sobre el futuro y el temor de
recurrencia (6), así como una serie de síntomas físicos
y psicológicos, como la depresión, la ansiedad, insom-
nio y fatiga (7). Hay mejoras en una serie de resultados
psicológicos y biológicos (8), incluyendo, la presión ar-
terial y la longitud de los telómeros (9) en varios grupos
de sobrevivientes de cáncer (10)
Cristina Torres-Pascual, en una revisión sobre la
bibliografía de la meditación y cáncer concluye que el
interés de la meditación en el campo de la oncología
ha crecido exponencialmente, pero es preciso ampliar
las líneas de investigación a distintos tipos de cáncer,
con estudios metodológicamente rigurosos y la impli-
cación continuada de las instituciones y autores (11).
Como dice Lanza del Vasto en su libro El umbral
de la vida interior (12), es bueno que sepamos qué
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hacer para cuidarnos a diario y de forma poética nos
explica que lo tenemos escrito en cada uno de los
dedos de nuestra mano. Nos habla de la atención y
el respeto, de la respiración y del ritmo, de la vertical
y la dignidad, de la relajación y el desasimiento, de
la meditación y la oración. La primera herramienta
para lograr el cometido de la conciencia interior es la
appel o llamada, sencilla práctica de autoconciencia
en orden a estar presente al presente. Pararse de
pie y en la vertical, estar atento al presente. Buscar
un momento para plantarnos, adquirir conciencia de
nuestra postura, concentrarnos en el centro de nues-
tro cuerpo (cuatro dedos por debajo del ombligo,
donde la cultura japonesa localizar el hara) y sentir la
respiración, sentir cómo nuestros pies contactan con
el suelo mientras nuestra postura está recta, rme y a
la vez relajada, con los hombros en su sitio, con ener-
gía para el movimiento y a la vez con la capacidad de
mover con facilidad todas y cada una de la articula-
ciones de nuestro cuerpo: el cuello, los hombros, la
columna, la cadera, las rodillas, los pies, ver cómo
todo se mueve con facilidad. Extendemos a la vez
nuestra vista intentando percibir todo lo que nos ro-
dea con una mirada panorámica y periférica amplia.
Esta sensación de control de nuestra postura, nues-
tro centro, nuestra energía y relajación, intentamos
integrarla en nuestros movimientos habituales diarios
y, si al hacerlo encontramos dolor o dicultad, exa-
minar de dónde procede, dónde está el límite. Este
hecho simple de toma de conciencia, de diagnóstico
de situación, nos hará poner en marcha los recursos
naturales para solucionar los problemas, será la base
del mejor tratamiento médico del que disponemos:
nuestra propia capacidad curativa.
En 1968 Stephanie y Carl Simonton (13) comen-
zaron a considerar las aptitudes que algunos pacien-
tes tenían hacia el cáncer y comenzaron a ver cómo
las creencias de los pacientes inuían sobre la en-
fermedad. Al preguntarse por qué ocurría la curación
espontánea, comenzaron a ver qué pautas de compor-
tamiento tenían estos pacientes, las cuales les ayuda-
ban a superar la enfermedad.
Se encontraron con lo siguiente:
— Tenían vocación por su trabajo.
— No es gente dócil, ellos mandan siempre.
— Son inteligentes y autosucientes.
— Son tolerantes.
— Nunca tiene fallos, solo avisos para recticar.
— Son optimistas.
Los Simonton trabajaron con el biofeedback, las
visualizaciones y la relajación y poco a poco fueron
poniendo a punto un método de trabajo para enfer-
mos de cáncer. Sus libros Recuperación de la salud
y Familia contra la enfermedad tratan de ello. También
otros autores como Andrew Well (14) nos hablan de
la curación espontánea y de la capacidad que tiene
el cuerpo para sanarse cuando el paciente tiene una
meta: estar sano. Otros autores como Norman Cusin
se interesan por una biología de la esperanza cuando,
a partir de su curación de una enfermedad incurable,
comienza a investigar la gran relación que existe entre
el sistema inmunológico y la psique. Bernie Siegel15 va
un poco más allá proponiendo que el amor y el perdón
son fuente de salud y resortes para que el propio cuer-
po ponga en marcha su capacidad curativa.
También los Simonton consideran que muchas
veces la enfermedad tiene un proceso psicológico.
Por ejemplo, experiencias en la infancia que suponen
la decisión de ser un cierto tipo de persona, aconte-
cimientos estresantes, problemas que no sabemos
manejar y se quedan estáticos, rígidos, incambiables,
ante esta situación que lleva a la enfermedad. Pode-
mos decir, pues, que cuando aparece la enfermedad
es como el punto que tiene el cuerpo para poner en
marcha su mecanismo de recuperación.
El diagnóstico de una enfermedad que amenaza
la vida proporciona al individuo una nueva perspectiva
sobre sus problemas señalando lo que es más impor-
tante. El individuo decide modicar su comportamien-
to, ser otro tipo de persona.
Los procesos físicos del cuerpo responden a los
sentimientos de esperanza y al renovado deseo de vi-
vir, creando un ciclo de refuerzo al nuevo estado men-
tal (a veces el proceso tiene altibajos pero la meta está
en la curación). El paciente recuperado está mejor que
antes, su recuperación ha ido más allá.
Es importante establecer un sistema de creencias
positivo. Las creencias no son realidades sino ideas,
e ideas y creencias podemos tener las que queramos.
Aconsejaría que nos quedásemos siempre con las
positivas pues en ellas está el camino de la curación
espontánea.
La primera creencia es que todo lo que nos pasa
tiene una nalidad positiva que es la de recuperar
nuestra salud y ser mejores. El cáncer no es solo una
enfermedad que lleva a la muerte, es una enfermedad
a través de la cual hay personas que llegan a estar y
vivir mejor. El cáncer no es algo que golpea desde el
exterior para lo que no hay esperanza ni medio para
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controlarlo. Es una lucha con el sistema inmunológico
de nuestro cuerpo que intenta restaurar el propio equi-
librio para sobrevivir el mayor tiempo posible.
El tratamiento del cáncer no siempre es drástico
y con efectos secundarios. A veces es simplemente
un aliado importante para ayudar a las defensas de
nuestro organismo. Y las creencias no son falsas es-
peranzas sino formas optimistas de aceptar la vida y
la propia salud.
La terapia que proponen los Simonton (16) se
basa en los siguientes pasos:
1. Participar en su propia salud. El paciente es in-
formado de todo su proceso y toma sus propias
decisiones. Sobre esas decisiones, siempre bien
tomadas, el terapeuta le ayuda. (Hace tiempo que
yo mismo llegué a la conclusión de que, cuando el
paciente tiene información, siempre toma la mejor
decisión para él mismo, aunque en algunos mo-
mentos no lo entendamos).
2. Aceptar que la enfermedad aporta benecios: po-
der expresar emociones, participar en el hecho de
elegir, cambiar a través de ella, descansar del tra-
bajo, etc.
3. Aprender a relajarse y a visualizar la recuperación
(como relajación podemos utilizar los métodos de
Jacopson o el entrenamiento autógeno de Schult,
ambos muy sencillos).
4. Valoras las imágenes mentales positivas.
5. Superar el resentimiento, perdonar a la persona
odiada y saber disfrutar del amor (15).
6. Crear el futuro, establecer metas.
7. Encontrar el propio guía interno de salud. En
ocasiones, a través de la visualización se en-
cuentra un animal y nos identicamos con él y
con su fuerza o una persona anciana que da
consejos. Estas técnicas han sido utilizadas
para la curación desde hace milenios y seguimos
redescubriendo su ecacia. La visualización de
tótems de animales sigue dándose hoy igual que
en otras épocas (17).
8. Controlar el dolor, sentir lo que nos quiera decir
el dolor a nivel físico y psicológico y cómo lo po-
demos controlar sobre todo con medios naturales,
desde plantas como la adormidera o morna has-
ta el estimulo de nuestras propias endornas que
han demostrado tener un efecto de producción de
apoptosis o muerte en las células cancerosas.
9. Ejercicio. El movimiento es una de las característi-
cas más importantes que se dan de forma regular
en la mayoría de los casos de curación espontá-
nea, al igual que las modicaciones en la dieta.
10. Enfrentarse a los miedos, a la recaída y a la muerte.
11. Hacer que la familia pueda expresar su cariño y
apoyo para mejorar la calidad de vida y potenciar
la recuperación de la salud.
12. Un punto excepcional en el tratamiento que señala
Norman Cusin (18) es la risa y su gran inuencia
en el sistema inmunológico. Hay que reír todos los
días y buscar el sentido del humor.
Siegel señala que ante esta enfermedad hay que
aprender a sobrevivir a toda costa y conar que todas
las células de nuestro cuerpo están en ello. No importa
lo que digan o hagan otros, si hemos de sobrevivir es
porque somos excepcionales.
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