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Entre el tolar y el pajonal: percepción ambiental y uso de plantas en la comunidad atacameña de Talabre, II Región, Chile

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Se presentan los resultados de una investigación etnobotánica en la comunidad atacameña de Talabre, la que tuvo como objetivo caracterizar las percepciones y conocimientos que los habitantes de esta localidad poseen en relación a su medio entorno, y en especial respecto de los recursos florísticos silvestres comprendidos en su territorio. La metodología empleada combinó técnicas de investigación provenientes de la botánica y etnografía y se caracterizó por excursiones de colecta, confección de herbario, observación participante y entrevistas en profundidad. En el área de estudio se colectaron un total de 70 especies, provenientes de zonas vegetacionales tanto zonales como azonales. Los habitantes de esta localidad identifican como principales unidades ecológicas el Tolar y el Pajonal, pisos en donde se ubican diferentes tipos de especies florísticas, y en donde desarrollan sus principales actividades económicas de subsistencia. También fue posible distinguir e identificar los principales rubros de utilización de tales recursos, destacando los empleados en las actividades medicinales y de forrajeo, actividades articuladas por un antiquísimo sistema de medicina tradicional, aún vigente en el área de estudio, y por una estrategia de subsistencia –el pastoreo de tipo estacional– que ha acompañado al habitante de esta zona desde los orígenes de la interacción con el medio ambiente circundante. ABSTRACTThe ethnographic studies accomplished recently in the different human establishments of the Puna de Atacama has demonstrated the tremendous knowledge that the Andean man of this zone posses about his environment, and in particular of the floristic resources, wild as well as domesticated. The Atacamenian community of Talabre does not escape from the situation mentioned before, and this made it possible to accomplish exploring studies of the ethnobotanic of this zone with the purpose of characterizing the perceptions and knowledges that the residents of this town possess about their environment, especially of the vegetational resources of their territory. The methodology employed used technics from the botanic and ethnography and was characterized by excursions to collect, confectioning herbs, participating observation and exhausting interviews. In the area of study there were collected a total of 70 species, proceeding from the vegetational zone in the territory as well as outside it. The residents of this area identifies the Tolar and the Pajonal as the main ecological unities, belts where different kind of floristic species are located, and where they develope their main economic activities to subsistence. It was also possible to distinguish and identify the main items that uses such resources, emphasizing the ones used in the medicinal activities and foraging, activities articulated by a very antique system of tradicional medicine still in force in the area, and by a strategy of subsistence –the season sheperding– which has followed the residents of this zone since the origin of the interaction with the surrounding environment.
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Estudios Atacameños Nº 16 - 1998
RESUMEN
Se presentan los resultados de una investigación
etnobotánica en la comunidad atacameña de
Talabre, la que tuvo como objetivo caracterizar las
percepciones y conocimientos que los habitantes
de esta localidad poseen en relación a su medio
entorno, y en especial respecto de los recursos
florísticos silvestres comprendidos en su territo-
rio.
La metodología empleada combinó técnicas de
investigación provenientes de la botánica y etno-
grafía y se caracterizó por excursiones de colecta,
confección de herbario, observación participante
y entrevistas en profundidad. En el área de estu-
dio se colectaron un total de 70 especies, prove-
nientes de zonas vegetacionales tanto zonales
como azonales. Los habitantes de esta localidad
identifican como principales unidades ecológicas
el Tolar y el Pajonal, pisos en donde se ubican
diferentes tipos de especies florísticas, y en donde
desarrollan sus principales actividades económi-
cas de subsistencia. También fue posible distin-
guir e identificar los principales rubros de utiliza-
ción de tales recursos, destacando los empleados
en las actividades medicinales y de forrajeo, acti-
vidades articuladas por un antiquísimo sistema de
medicina tradicional, aún vigente en el área de es-
tudio, y por una estrategia de subsistencia –el pas-
toreo de tipo estacional– que ha acompañado al
habitante de esta zona desde los orígenes de la
interacción con el medio ambiente circundante.
ABSTRACT
The ethnographic studies accomplished recently
in the different human establishments of the Puna
de Atacama has demonstrated the tremendous
knowledge that the Andean man of this zone posses
about his environment, and in particular of the
floristic resources, wild as well as domesticated.
The Atacamenian community of Talabre does not
escape from the situation mentioned before, and
this made it possible to accomplish exploring
studies of the ethnobotanic of this zone with the
purpose of characterizing the perceptions and
knowledges that the residents of this town possess
about their environment, especially of the
vegetational resources of their territory.
The methodology employed used technics from
the botanic and ethnography and was characterized
by excursions to collect, confectioning herbs,
participating observation and exhausting
interviews. In the area of study there were collected
a total of 70 species, proceeding from the
vegetational zone in the territory as well as outside
it. The residents of this area identifies the Tolar
and the Pajonal as the main ecological unities, belts
where different kind of floristic species are located,
and where they develope their main economic
activities to subsistence. It was also possible to
distinguish and identify the main items that uses
*Proyecto FONDECYT Nº 1970908.
** Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.
Entre el tolar y el pajonal:
Percepción ambiental y uso de plantas en la comunidad
atacameña de Talabre, II Región, Chile*
ULISES CÁRDENAS H.**
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such resources, emphasizing the ones used in the
medicinal activities and foraging, activities
articulated by a very antique system of tradicio-
nal medicine still in force in the area, and by a
strategy of subsistence –the season sheperding–
which has followed the residents of this zone since
the origin of the interaction with the surrounding
environment.
1. Introducción
La presente investigación tiene como propósito
central caracterizar las percepciones y conocimien-
tos que los pobladores de la localidad de Talabre,
II Región, Chile, poseen en relación a su medio
ambiente y a los recursos vegetacionales que se
desarrollan en el mencionado sector.
Ubicada en el plateau riolítico y rodeada de nu-
merosas quebradas, esta comunidad sabiamente
ha aprendido a utilizar y emplear los recursos que
el entorno físico les otorga, singular proceso que
ha articulado una particular relación entre el hom-
bre, la naturaleza que lo rodea y su cultura y que
se ha traducido en la construcción paulatina y gra-
dual de un complejo acervo de conocimientos tra-
dicionales.
Desde hace 11.000 años (Período Arcaico Tem-
prano, sensu Núñez, 1983), los seres humanos de
esta zona han vivido y convivido con las más va-
riadas especies tanto animales como vegetales, las
que junto al elemento hídrico se han constituido
en los recursos básicos de subsistencia. En el caso
de Talabre, el hombre se ha visto en la necesidad
de articular específicas estrategias de utilización
de los recursos de la naturaleza, que principalmen-
te se circunscriben al Tolar y el Pajonal, unidades
ecológicas en donde se desarrollan particulares
formaciones vegetacionales que han sido utiliza-
das desde tiempos inmemoriales.
En este contexto, el rescate de los conocimientos
relacionados con la percepción de la flora local
constituye, sin lugar a dudas, una empresa de no-
tables dimensiones y proyecciones, más aún si
consideramos los fuertes procesos de cambio cul-
tural que afectan a los habitantes de esta locali-
dad, estimulados por las coyunturas históricas ac-
tuales, y que van produciendo la pérdida irrever-
sible de antiguos saberes tradicionales.
En el área en cuestión se colectaron un total de 70
especies vegetales provenientes del Tolar, Pajonal,
riberas de ríos y Chacra, especies con las que se
confeccionó un herbario de referencia, utilizado
para la identificación de especies por parte de los
informantes de esta localidad.
Se exponen en primer lugar los principales ante-
cedentes que se poseen en relación a los estudios
e investigaciones desarrolladas en la zona desde
la perspectiva del presente estudio, luego se des-
cribe el área en donde fue realizada la investiga-
ción, poniendo especial énfasis en la
contextualización ecológica de la zona, exponien-
do después la metodología empleada, para poste-
riormente entregar los principales resultados ob-
tenidos en el área de estudio, los que guardan re-
lación con la percepción del entorno y utilización
de especies vegetales. Se finaliza con una conclu-
sión, articulada a partir de las implicancias que
tienen las altas tasas encontradas en relación a la
utilización de especies florísticas, particularmen-
te las utilizadas con fines medicinales y forrajeros.
Estas nos permiten, por último, hacer algunos co-
mentarios en dos temáticas que no han recibido la
debida atención en el área de estudio: la orienta-
ción fuertemente pastoralista que esta comunidad
posee y la arraigada persistencia de un sistema de
medicina tradicional, que frente a las puertas del
tercer milenio se rehúsa a desaparecer.
2. Antecedentes generales
La cuenca hidrográfica del Salar de Atacama y sus
áreas aledañas ha sido objeto de estudio desde
mediados del siglo pasado, y este fenómeno pue-
de verse plasmado en las numerosas descripcio-
nes, investigaciones y estudios que se han venido
desarrollando desde esa época. En relación a la
temática que nos interesa, pocas son las aproxi-
maciones que se han realizado en este sentido,
destacando las contribuciones de algunos autores.
La caracterización sociocultural hecha por Mostny
et al. (1954) de la comunidad atacameña de Pei-
ne, constituye el primer esfuerzo científico por
querer integrar en un marco de referencia amplio
una serie de información relacionada principal-
mente con el uso de los recursos florísticos y la
fitonimia asociada a éstos. Cuatro años más tarde,
Munizaga y Gunckel (1958) efectuaron un deta-
llado estudio de etnobotánica en la localidad de
253
Socaire, lugar en donde colectaron un total de 139
especies, y analizaron la relación de éstas con el
sistema de subsistencia articulado en tal sector. Por
otra parte, en 1967, Gunckel lleva a cabo una de-
tallada investigación, de carácter lingüístico, so-
bre la fitonimia atacameña, determinando cientí-
ficamente una serie de especies vegetales y utili-
zando para este fin la información obtenida en So-
caire años antes. Seis años después un grupo de
investigadores (Serracino et al.,1973) elaboran un
proyecto de investigación en la localidad de
Guatín, el que contempló la realización de un es-
tudio de etnobotánica de la zona en cuestión
(Serracino et al.,1974) y que se limitó al catastro
de 24 especies y al estudio de la utilización de
éstas.
Fuera del sector del salar de Atacama, destaca el
estudio de etnobotánica realizado en la localidad
precordillerana de Toconce, subregión del río Sa-
lado, por Aldunate, Armesto, Castro y Villagrán
(1981), y que tuvo como objetivos centrales eva-
luar el nivel de conocimiento y uso del medio
ambiente natural que poseen los habitantes de esta
zona y comparar lo anterior con los resultados del
análisis científico de la flora y vegetación del sec-
tor (Aldunate et al., 1981: 183).
Sin embargo, en el área de estudio, escasas son
las investigaciones que se han realizado desde la
óptica antes mencionada, destacando el estudio de
Morales, sobre las estrategias tecnológicas involu-
cradas en las actividades de pastoreo llevadas a
cabo por los habitantes de Talabre (Morales 1997).
Si bien esta investigación no contempló como uno
de sus objetivos un estudio de carácter
etnobotánico, su autor colectó, como información
anexa, un total de 26 especies, provenientes de
diversas unidades ecológicas, entre las que desta-
can el tolar, el pajonal y la vegetación azonal de
vegas y quebradas.
Por otra parte, sobre la historia y prehistoria de
tal localidad las investigaciones entregan esca-
sos antecedentes, pero es conveniente señalar que
el actual poblado de Talabre posee una antigüe-
dad que no sobrepasa los veinte años, ya que de-
bido a fuertes eventos precipitacionales, de ca-
rácter estival, registrados en la década del ochen-
ta, los habitantes de esta localidad se vieron en
la obligación de abandonar el antiguo pueblo,
distante a sólo 5 km del actual asentamiento, y a
radicarse en un sector adyacente a la quebrada
de Talabre, que comúnmente los lugareños de-
nominan Campo Azul. Es en este sector en don-
de los habitantes de esta comunidad desarrollan
gran parte de las actividades cotidianas, vincula-
das principalmente a la agricultura, a la crianza
de ganado caprino y ovino y a la elaboración de
tejidos de manufactura artesanal. Las activida-
des de pastoreo de camélidos las desarrollan en
una serie de vegas distantes a varios km del po-
blado, que se ubican preferentemente en el piso
de alta puna, a las que se suman las actividades
llevadas a cabo en el Tolar, ya que muchos de los
entrevistados dejan que sus animales, especial-
mente camélidos, pastoreen en los alrededores
del pueblo, zona correspondiente a tal unidad
ecológica.
Desde un punto de vista histórico, los orígenes
de Talabre como pueblo no son muy claros, pero
podría postularse de manera conjetural que su for-
mación respondió a la necesidad de contar con
un lugar físico que otorgara las comodidades y
recursos básicos a las antiguas comunidades
pastoriles del sector. Estas debieron articular par-
ticulares patrones de movilidad a través de las
tres principales formaciones ecológicas (sensu
Núñez y Santoro, 1988), oasis y salares, quebra-
das intermedias, y alta puna. Talabre en este con-
texto posee una ubicación estratégica ya que al
localizarse en el piso de las quebradas interme-
dias, debió haber albergado a una población que
seguramente utilizó los pisos extremos como
zonas complementarias de uso más estacional.
Este postulado puede ser respaldado por la in-
formación etnográfica obtenida en la zona, ya que
la mayoría de los habitantes reconocen explotar
los pisos ecológicos extremos, principalmente la
alta puna, para satisfacer los requerimientos
nutricionales de los camélidos, que en el caso de
Talabre se caracterizan principalmente por la pre-
sencia de Lama glama; otros, en cambio, nos in-
dicaban que hasta mediados de siglo era co-
mún la práctica de ir al piso de salares y oasis
piemontanos, con el objetivo de recolectar hue-
vos de avifauna y otros recursos vegetales espe-
cíficos y ampliamente usados como el Chañar
(Geoffrea decorticans) y el Algarrobo (Prosopis
alba).
254
3. Area de estudio
Localizada en medio de los parajes más extremos
y hostiles del área centro-sur andina, desierto de
Atacama y puna homónima, y distante a 182 km
de la ciudad de Calama, capital Provincial, y a 76
km de San Pedro de Atacama, capital comunal, en
dirección sudeste, la localidad de Talabre se ubica
en medio de numerosas quebradas insertas en el
denominado plateau riolítico, a una altitud de
3.250 m.snm. El área en donde se realizó la inves-
tigación corresponde al sector este del Salar de
Atacama, específicamente entre las coordenadas
23º 30’-24º S y 67º 30’-68º 15’ W (Fig. 1).
La investigación no sólo se limitó al área de asen-
tamiento permanente, sino que también abarcó una
serie de zonas ecológicas adyacentes a ésta, entre
las que destacan la quebrada de Talabre y las ribe-
ras del río que surte de agua a esta comunidad, así
como algunos sectores con formaciones vegetacio-
nales azonales (Vega de Tumbre).
Desde un punto de vista geomorfológico, los sue-
los de Talabre, especialmente aquellos ubicados
en la quebrada, se encuentran cubiertos de mate-
rial volcánico procedente del siempre activo vol-
cán Lascar. Debido a que esta quebrada tiene su
génesis en el cordón cordillerano, exactamente en
el sector denominado Saltar, ubicado a un costa-
do del mencionado volcán, cada vez que se regis-
tran erupciones de considerable magnitud, gran
cantidad de material volcánico cubre el sector. La
última vez que el volcán entró en erupción (1989)
cubrió con material piroclástico varios kilómetros
de la quebrada, tapando por dos meses la vertien-
te que surte de agua a esta pequeña comunidad
andina, compuesta aproximadamente por 17 fa-
milias.
La quebrada de Talabre tiene una dirección E-W,
presentando una longitud aproximada de 26 km y
un ancho de 600 m, siendo afluente de Soncor,
una quebrada mucho más larga que desagua y ter-
mina en el Salar de Atacama (Fig. 2) que cobijó a
un pequeño poblado, paradero clave en las rutas
de tráfico de ganado proveniente de la República
Argentina, ya que en este sector los ganaderos
debían pagar el talaje de sus cabalgaduras
(Bowman 1924: 253).
En términos ambientales, el área de estudio se in-
serta en una zona extremadamente árida –Puna de
Atacama–, hecho peculiar que destaca por situar-
se muy próxima al Trópico de Capricornio. Según
algunas investigaciones se supone que la extrema
aridez y sequedad de la zona es el resultado “from
the synergistic interaction between subsiding
anticyclonic air masses of the southeast Pacific
High Pressure Belt, the drying effects of the cold
Humboldt current, and the moisture barrier of
mountain chain” (Messerli et al., 1993:11), facto-
res que sumados a la latitud geográfica de la zona
provocan el fenómeno antes señalado. De esta for-
ma, la Cordillera de los Andes produce el deno-
minado efecto “biombo”, el cual impide que las
precipitaciones provenientes del lado atlántico
tormentas convectivas estivales– lleguen hasta
la zona del Salar de Atacama. Por otra parte, los
frentes antárticos provenientes del sector sudoes-
te no tienen mucho efecto en esta zona ya que la
cordillera de Domeyko, por sus características
topográficas, impide y se interpone a los pocos
frentes que llegan desde este sector, debiendo és-
tos vencer antes el centro de alta presión del Pací-
fico suroriental, ubicado al sur de la zona en cues-
tión (Fuentes et al., 1991).
Climáticamente, el área de Talabre corresponde a
lo que se define como Clima de desierto marginal
de altura o región tropical marginal y Clima de
estepa de altura o tropical de altura (Romero 1985),
regímenes climáticos que permiten el desarrollo
de específicas cubiertas vegetacionales. De acuer-
do a lo anterior, la dinámica climática de la Puna
de Atacama se caracterizaría por bajos índices
precipitacionales, los que van en aumento de acuer-
do a las variaciones altitudinales y estacionales.
Esto se ejemplifica claramente en la zona en estu-
dio, ya que en el piso del Salar de Atacama el ín-
dice de precipitaciones anuales no sobrepasa los
10 mm, mientras que en la alta puna (sobre los
3.850 msnm) éste alcanza valores cercanos a los
200 mm anuales (Núñez, 1995:18). Por otra par-
te, el piso ubicado entre los 3.000 y los 4.000
msnm, y en donde se localiza nuestra área de es-
tudio, experimenta precipitaciones que fluctúan
entre los 50 a los 150 mm anuales (Villagrán
1998:3), permitiendo principalmente el desarro-
llo del Tolar y zonas vegetacionales azonales aso-
ciadas. Estos índices, condicionados por las va-
riaciones altitudinales, producen una serie de con-
255
secuencias, destacándose la gran fluctuación
vegetacional, la elevada oscilación térmica durante
el día y una alta transparencia atmosférica, esta
última responsable de la intensa radiación solar y
de la alta tasa de evaporación característica de la
zona (Fuentes et al., 1991).
Debido a que la gradiente altitudinal en este terri-
torio es una de las más contrastadas, diversos pi-
sos ecológicos se desarrollan cobijando a un nú-
mero limitado de especies animales y vegetales.
De esta forma, vegetacionalmente la Puna Salada
o de Atacama se puede dividir en cuatros pisos en
función de la altitud (Villagrán et al. 1981;
Villagrán 1998:4): a) el piso prepuneño en donde
se ubican diversos oasis y salares (2.100-3.100
m.snm), caracterizado por una cobertura vegeta-
cional desértica poco diversa y muy baja (2,5%)
en la que destacan algunos representantes de las
verbenáceas (Acantholippia punensis); b) el piso
puneño o Tolar presente en las numerosas quebra-
das intermedias ubicadas en el plateau riolítico
(3.100-3.900 m.snm) y que albergan a una alta di-
versidad de especies arbustivas, compuestas
(Baccharis boliviensis, B. tola), fabáceas (Adesmia
aff. gayana, A. Atacamensis), solanáceas (Fabiana
denudata, F. Ramulosa), verbenáceas (Lampaya
medicinalis), constituyéndose de esta forma en el
piso con mayor cobertura vegetacional (43,8%)
(Núñez y Santoro 1988:15); c) el piso altoandino
o Pajonal que comienza aproximadamente entre
los 3.900-4.000 m.snm y se extiende sólo hasta
los 4.400 m.snm, caracterizado por una escasa cu-
bierta vegetacional (10%) a pesar de presentar los
índices precipitacionales más elevados, cobijan-
do de esta forma determinadas especies de
gramíneas y umbelíferas (Festuca chrysophylla,
Mulinum crassifolium); y d) piso subnival, que
comienza sobre los 4.400 m.snm, caracterizado
por presentar una cobertura vegetacional muy rala
y discontinua dominada por cojines laxos y hier-
bas perennes (Aldunate et al. 1981:187).
4. Metodología
El presente estudio empleó técnicas de investiga-
ción provenientes fundamentalmente de la etno-
grafía y la botánica, las que fueron utilizadas tan-
to en las etapas de terreno como en las del análisis
de la información obtenida.
Se programó la realización de un trabajo de cam-
po en la mencionada localidad a mediados de fe-
brero del año 1998, época estival en donde fueron
colectadas la mayoría de las especies y en la cual
fue obtenida gran parte de la información cualita-
tiva relacionada con éstas. Las excursiones de co-
lecta fueron hechas en conjunto con la misma gente
de la comunidad de Talabre en los momentos en
que ellos se encontraban realizando diversas acti-
vidades de carácter cotidiano, por ejemplo, reco-
lección de leña, cuidado de melgas de cultivo, pas-
toreo de animales en determinadas unidades
ecológicas y otras. Esta información fue contras-
tada con la información obtenida en años anterio-
res (Cárdenas 1995) y que guarda relación con la
temática problematizada. Con las especies colec-
tadas se confeccionó una serie de herbarios de
referencia, los que fueron utilizados en las diver-
sas entrevistas con los informantes. Posterior-
mente estas especies fueron depositadas en la Fa-
cultad de Ciencias de la Universidad de Chile,
lugar en donde la Dra. Carolina Villagrán deter-
minó el género de la especie y su respectivo nom-
bre científico.
Además de la observación participante, otra téc-
nica que permitió acceder a los conocimientos tra-
dicionales en relación a las plantas y al medio
ambiente la constituyó una serie de entrevistas en
profundidad. En este contexto fueron entrevista-
das 7 personas que fueron seleccionadas conside-
rando diversos criterios (v.g., sexo, edad), de acuer-
do a las características culturales de la división
del trabajo, no descartando consultas específicas
a diversos especialistas culturales, yatiris, pasto-
res, compositores, ya que son estas personas, re-
conocidas socialmente dentro de la comunidad,
las que manejan un gran cantidad de información
en relación a la temática en estudio. Cabe desta-
car que estas entrevistas no sólo se limitaron a la
identificación de especies y sus usos, sino que tam-
bién a la percepción que tiene el talabreño del en-
torno que lo rodea.
La información obtenida fue sistematizada en los
Apéndices I y II, anexos, en donde las especies
fueron ordenadas alfabéticamente por géneros, se-
ñalando su nombre científico, familia, unidad
ecológica de donde proviene, nombre(s) vernacu-
lar(es), usos y referencias.
256
5. Resultados
5.1. Percepción ambiental
Abordar un estudio de la percepción dada por los
propios habitantes de una comunidad del medio
ambiente que la rodea, y en especial de los recur-
sos florísticos que se desarrollan en éste, conlleva
la adopción de particulares estrategias de investi-
gación características de las corrientes neoetnográ-
ficas que tienen como uno de sus objetivos cen-
trales rescatar los puntos de vista del actor. En este
marco compartimos con Harris la adopción de pro-
posiciones émicas, las que se refieren a sistemas
lógico-empíricos cuyas distinciones fenoménicas
están hechas de contrastes y discriminaciones que
los actores mismos consideran significativas y con
sentido (Harris 1994:493), ya que son éstas las que
nos permitirán acceder a los núcleos de informa-
ción y de atesoramiento cultural que poseen los
propios habitantes de la localidad en estudio. Por
otra parte y en este contexto, definimos la percep-
ción como la sensación interior resultante de una
impresión material hecha por los sentidos que se
constituye en uno de los procesos cognoscitivos
más básicos y elementales de la especie humana,
punto en donde la cognición y la realidad se en-
cuentran (Neisser 1976). Si bien este proceso de-
pende tanto de la información que el mundo en-
trega como de la fisiología de quien la recibe, las
experiencias que los sujetos vivencian están
mediatizadas por una serie de pautas y patrones
que son definidos culturalmente por el grupo so-
cial en donde está inserto el individuo. Por lo tan-
to, son éstas las que seleccionan, condicionan y
en cierta manera determinan las experiencias que
pasarán a constituirse en parte del acervo cognitivo
y cultural del grupo social, y que en el caso de
presente estudio se circunscriben a aquellas gene-
radas por la particular relación con el entorno físi-
co y ecológico.
5.2. Unidades ecológicas reconocidas
en Talabre
Los talabreños perciben el medio ambiente como
una sola unidad constitutiva, compuesta tanto por
elementos naturales y culturales articulados en una
peculiar relación simbiótica. Esta relación y la
consecuente interacción se ciñen en un marco en
donde la sacralización de los elementos del entor-
no, fenómeno común de Andinoamérica, conlleva
al cuidado, preservación y adoración de algunos
elementos de la naturaleza y de la vida silvestre,
prácticas que a su vez están mediatizadas por an-
tiquísimos patrones cognitivos y simbólicos
(Grebe 1990; Grebe e Hidalgo 1988). Esta con-
cepción de la naturaleza está claramente expresa-
da en palabras de una pastora talabreña, al referir-
se al elemento “tierra”:
“si pu, la tierra es una tierra viva...ella nos
da la vida y ella misma nos come...si no
fuera por la tierra no estaríamos comien-
do esto...trigo, no comeríamos una harina
tostaa, no comeríamos un frangollo, no
comeríamos...por eso hay que pagarle...”.
Las principales unidades ecológicas reconocidas
por los talabreños, el Tolar y el Pajonal, son aque-
llas en donde realizan sus actividades cotidianas
de subsistencia –pastoreo y agricultura–, y su de-
sarrollo está en directa relación con la marcada
zonación vertical del área de investigación. La
identificación y categorización de tales unidades
demuestran que el conocimiento del medio am-
biente, y en especial de los recursos florísticos,
por parte de los habitantes de Talabre, es altamen-
te coincidente con el esquema científico, fenóme-
no que ya había sido observado en el poblado de
Toconce (Aldunate et al. 1981:183).
El Tolar y el Pajonal articulan y condicionan una
singular movilidad de la población en estudio,
expresada en una compleja red de asentamientos
y lugares de paradero (v.g., estancias), utilizados
temporalmente y en determinadas épocas del año.
Estas y otras categorías del paisaje reconocidas
por los talabreños se esbozan en las líneas siguien-
tes:
Tolar: Esta unidad oscila entre los 3.100 hasta los
3.900 msnm y constituye el piso en donde está
localizado el poblado de Talabre (3.250 m). Se ca-
racteriza por la presencia de numerosas especies
arbustivas, presentando a la vez el mayor índice
de cubierta vegetacional, 43,8%, a lo largo de la
gradiente altitudinal (Núñez y Santoro 1988: 15),
cobijando en su interior a una determinada canti-
dad de especies vegetales, las que son utilizadas
preferentemente para fines medicinales y
forrajeros (ver Tabla Nº 1).
257
Las principales especies desarrolladas en tal sec-
tor corresponden a compuestas como la tolilla
(Fabiana denudata), Tola lejía (Baccharis tola),
fabáceas como la añawa blanca (Adesmia aff.
gayana), rosáceas como el pega-pega o chapi-
chapi (Acaena laevigata), y a otras especies, en-
tre las que destacan géneros de las verbenáceas,
papilionáceas y chenopodiáceas, entre otros.
En cuanto al potencial forrajero, este piso es utili-
zado principalmente para el pastoreo de ganado
caprino, ovino y camélido, después de la época
estival, ya que un significativo número de espe-
cies de tal unidad corresponden a hierbas anuales
de crecimiento estacional. En relación a esto, es
conveniente mencionar que la zona en cuestión
ha experimentado en el último tiempo una caída
considerable de las tasas precipitacionales, lo que
ha producido a la vez alteraciones radicales en los
patrones de desplazamiento de las masas ganade-
ras. “Antes llovía mucho y no era necesario llevar
los animales a la cordillera...los cerros eran ver-
decitos y los llamos solitos se iban a comer”.
A medida que se avanza altitudinalmente se pro-
duce un interesante recambio de las asociaciones
florísticas, principalmente entre los 3.800 a 4.000
m.snm, lo que a su vez conlleva la aparición de
especies como la Chacha (Parastrephia
quadrangularis) y la Añawa negra (Adesmia
spinosissima), las que cumplen un importante pa-
pel en las actividades rituales, medicinales y de
pastoreo que llevan a cabo los especialistas cultu-
rales de Talabre.
Pajonal: Corresponde a la unidad que se desarro-
lla entre los 3.900 hasta los 4.400 m.snm, y está
situada en pisos que altitudinalmente son supe-
riores al Tolar. Debido a las bajas temperaturas
que esta unidad registra, la cobertura vegetacional
es bastante escasa (10%) (Núñez y Santoro,
1988:15), experimentándose el reemplazo de la
vegetación arbustiva principalmente por una serie
de especies gramíneas (v.gr., Festuca
chrysophylla), asociadas a plantas en cojín (v.g.,
Azorella compacta).
Entre las especies características de este piso des-
tacan compuestas como la Chacha (Parastrephia
quadrangularis) y Copa-copa (Artemisia copa),
y gnetáceas como el Pingo pingo (Ephedra
breana), especies que son utilizadas para fines ri-
tuales y medicinales respectivamente.
Es en esta unidad en donde se desarrollan las prin-
cipales actividades de pastoreo vinculadas al re-
curso camélido. “Ahí llevamos a pastar a las
llamas...porque su forraje es más rico para ellas...
ahí en Piedras Grandes allí están nuestros ani-
males 1.
La fuerte depredación del Tolar tanto por el hom-
bre como por sus animales ha llevado a que mu-
chos de los talabreños acudan al Pajonal para con-
seguir especies vegetales utilizadas como combus-
tible. Este es un fenómeno que tiene interesantes
implicancias en términos de los desplazamientos
que tienen que realizar los habitantes de la locali-
dad en estudio, ya que muchos de ellos nos seña-
laron que debían acudir a pisos altitudinales más
elevados para conseguir tales recursos. Entre las
especies mencionadas para tal fin figuran la
Chijua-chijua (Baccharis boliviensis), el Pingo
pingo (Ephedra breana) y la muy estimada
Llareta (Azorella compacta).
“Llareta... hay pa’ lo alto nomás... por acá
no hay... en la laderita del cerro hay, muy
buena pa’l fuego... antes se usaba pura
llareta, antiguamente pura llareta... con-
serva calor”
La desaparición de gramíneas (v.g., paja brava)
y el descenso de la temperatura (<10º) son
indicadores que nos señalan el límite superior de
esta unidad ecológica (Aldunate et al.,1981:193),
y que constituyen factores que impiden una per-
manencia regular durante el año, especialmente
en la época invernal. Durante esta última se pro-
duce el congelamiento de determinadas fuentes
de agua (vertientes y lagunas), lo que estimula-
ría a su vez la migración de las masas ganaderas
hacia pisos ecológicos altitudinalmente más ba-
jos, así como de los recursos avifaunísticos
(Núñez 1983).
1Piedras Grandes es un sector ubicado al este del po-
blado de Talabre y está localizado en la transición entre
el Tolar y el Pajonal.
258
Por otra parte, entre las formaciones vegetacio-
nales de carácter azonal, en el área de Talabre,
encontramos las Vegas, Quebradas y Riberas del
río de Talabre, unidades que no fueron investiga-
das suficientemente pero que serán descritas
grosso modo.
Vegas: Estas se caracterizan por un estado de semi
a permanente anegamiento. Lo anterior, a diferen-
cia de la dinámica ecológica imperante en la Puna
Seca, caracterizada por un gran número de
bofedales, ha producido que sea sólo el llamo la
especie presente en tal sector. En términos gene-
rales estas formaciones constituyen grandes ex-
tensiones de plantas pequeñas formando cojines
que son llamados champas (Aldunate et
al.1981:194). Estas formaciones se encuentran en
las orillas de los salares, en quebradas y ríos, y se
caracterizan por presentar una alta proporción de
especies de la familia de las gramíneas, elemen-
tos vitales en la dieta de los llamos. Esta caracte-
rística, sumada a la gran extensión que suelen pre-
sentar estas formaciones, hacen que esta unidad
sea apreciada por los pastores de Talabre por su
gran potencial forrajero.
Entre las principales vegas del área de Talabre
destacan la de “Saltar”, “Tumbre”, “Ecar” y “Ojos
de Ecar”. La más próxima al poblado de Talabre
es la Vega de Tumbre, localizada en el sector ho-
mónimo. Esta es una vega de forma alargada ubi-
cada a 3.900 msnm y que posee una dirección E-
W abarcando una superficie total de 16 ha (Mora-
les 1997:27). Tal formación es alimentada por una
serie de cursos de agua tanto superficiales como
subterráneos, los que posteriormente forman el río
que suministra del vital recurso a la localidad en
cuestión.
Quebradas: Próximas al área de estudio se ubi-
can las quebradas de Talabre, de Patos y de Soncor,
sectores que poseen particulares formaciones
vegetacionales, y en las que se ubican determina-
dos lugares de asentamiento de carácter temporal
y permanente. En la actualidad la quebrada de
Talabre cobija los restos del antiguo pueblo ho-
mónimo, pero en ella se ubican una gran cantidad
de melgas de cultivos, las que aún son trabajadas
y utilizadas por los habitantes de Talabre. Muchos
de los entrevistados hicieron referencia a este tipo
de unidad vegetacional, señalándonos que en ella
se cobijaban especies vegetales como el tomati-
llo (Lycopersicon chilensis), el cronke o cepa de
caballo (Xanthium spinosum) y brea (Tessaria
absinthioides), especies estimadas por sus carac-
terísticas perjudiciales, medicinales y forrajeras
respectivamente.
Ribera de río: A lo largo del río que abastece con
agua al poblado de Talabre y que recorre 10 km
desde sus orígenes en dirección E-W, se articula
una peculiar formación vegetacional que integra
varias especies florísticas, entre las que destacan
las denominadas champas. Esta unidad se ubica
sobre el plateau riolítico superior de la quebrada
de Talabre correspondiendo altitudinalmente a la
unidad ecológica denominada Tolar. Las especies
colectadas en este sector fueron la Añawa blanca
(Adesmia aff. gayana) y chilca (Baccharis
petiolata), junto a otras especies características del
Tolar.
Por otra parte, el habitante de Talabre, en concor-
dancia con lo expresado en otras investigaciones
(Aldunate et al.1981:194), desarrolla sus activida-
des en tres sectores, los que pueden incluir varias
de las unidades ecológicas descritas anteriormen-
te. Chacra, Campo y Cerro constituyen los espa-
cios físicos en donde los habitantes de tal locali-
dad llevan a cabo sus actividades de subsistencia.
Chacra: Constituye una unidad de carácter cul-
tural construida por el hombre que alberga a una
serie de melgas de cultivos, y en las que se desa-
rrollan principalmente huertos de primor. En es-
tas unidades se cultivan papas, habas, betarragas,
cebollas, ajos, lechugas, cilantro, tomates,
zapallos, quinoa, maíz y trigo y presenta una serie
de árboles frutales como damascos, perales, hi-
gueras y vides. Esta unidad está ubicada en el sec-
tor oeste del pueblo de Talabre, pero existen otras
unidades de este tipo en diversos sectores aleda-
ños a la localidad que antaño fueron habitados
permanentemente: Talabre viejo y Quebrada de
Patos. Estos sectores poseen una serie de melgas
en las que se cultivan principalmente habas y al-
falfa. En relación a esto último, debemos señalar
que muchos de los habitantes de Talabre poseen
grandes melgas destinadas exclusivamente al cul-
tivo de tal especie, ya que ésta constituye el ali-
259
mento primario de animales como conejos, cor-
deros, burros y cabras.
En general, todas estas melgas son regadas con
las aguas del río Talabre, pero este por poseer un
pequeño caudal (15 lt/seg)2, limita considerable-
mente el desarrollo de áreas aptas para cultivos.
Hoy los talabreños aspiran a aumentar el caudal
de su pequeño río mediante un proyecto que les
permitirá traer el vital elemento desde la vertiente
ubicada en las cercanía de la vega de Saltar, pro-
yecto que en la actualidad se encuentra en sus fa-
ses finales.
Campo: Al igual que en otras investigaciones
(Ibid), en la localidad de estudio la denominación
Campo integra a varias de las unidades ecológicas
descritas anteriormente. El Tolar y la Vega repre-
sentan a juicio de los talabreños los sectores que
en conjunto son denominados campo.
“siempre me voy al campo a pastar mis
animales, ahí no tan lejos...donde están las
vegas y el tolar, ahí en los montecitos, ahí
pastean mis animales...a Ecar voy a pas-
tar, a veces paso dos meses, tres meses,
después botarles y dejarles”.
De esta forma el ganado caprino, ovino y
camélido constituye la principal masa ganadera
en explotar tal sector, actividad que conlleva el
desplazamiento de los pastores y que a la vez
genera un patrón de asentamiento compuesto por
numerosas estructuras entre las que destacan las
estancias de carácter principal, estacional, de
tránsito y de paso (Morales 1997:102). Asocia-
das a este particular patrón de asentamiento pas-
toril se hallan pequeñas estructuras (v.g., trojas y
paravientos), las que junto a los linderos y
apachetas y a las numerosas huellas, caminos y
senderos generan un peculiar sistema de asenta-
miento en el sector en cuestión.
Cerro: En la localidad de Talabre la palabra Ce-
rro hace referencia a los sectores ubicados en las
inmediaciones del Volcán Láscar y las montañas
aledañas a éstas, presentado la vegetación carac-
terística del Pajonal. Este sector por su reducida,
pero nutritiva cubierta vegetacional es uno de los
lugares ideales para ir a pastar ganado camélido,
pero a diferencia del campo este sector no articula
un patrón de asentamiento tan complejo como el
descrito anteriormente, limitándose las estructu-
ras a pequeños paravientos que permiten al pastor
protegerse del frío, del viento y del sol, constitu-
yéndose a la vez como lugares estratégicos de
observación de animales.
En general, el Cerro representa un sector que es
considerado sagrado, y al que hay que acudir con
muchos cuidados y precauciones. “Cuando voy
pa’l cerro siempre llevo mi coquita y hago mi
pago...si no el cerro me puede golpear y capaz
que me haga enfermar”, nos cuentan los pastores
de Talabre. Esta sacralización se expresa en la
creencia de una deidad denominada Tata Maillko,
que constituye el espíritu del cerro y que es capaz
de ejercer su fuerza divina por medio del castigo
o la protección de la comunidad. Los pobladores
de Talabre ofrecen a esta deidad una serie de ofren-
das expresadas en determinados pagos a particu-
lares cerros. Los cerros venerados por los
talabreños son aquellos que le proporcionan a esta
comunidad el vital recurso hídrico, destacándose
principalmente los cerros de Iticuna (Cerro de
Ecar) e Iticusi (Cerro Ojos de Ecar). Sin embargo,
los habitantes de esta localidad también ofrecen
pagos a otros cerros, los que son respetados por
su enorme poder y sus particulares característi-
cas: “Tata Pilancho” (Pular), “Tata Likanku
(Likancabur), “Mama Kimanchu” (Quimal), “Tat a
Liri” (Zapaliri).
Estos cerros poseen, además, una participación
constante en los diversos mitos y relatos de los
talabreños.
“Todo Atacama eran los terrenos del rey
Inka, este golpeó al tata Likanku con una
bola de oro, pero como no le dio, le llegó
al cerro del lado, el Juriques, mandando
su punta hacia atrás donde esta la laguna
verde, y así quedo mocho el Juriques...este
rey también le golpeó con una bola de oro
al Iticuna (Cerro de Ecar), de ahí que este
quedó sin punta.
2Datos proporcionados por los propios habitantes de
la localidad.
260
5.3. Utilización de la flora en Talabre
Como mencionábamos, en el área de estudio fue-
ron colectadas un total de 70 especies provenien-
tes de diversas unidades ecológicas, las que son
utilizadas por el hombre de Talabre de diversas
formas y para particulares actividades. En este
contexto, más que hablar de “usos” de los recur-
sos florísticos por parte de los habitantes de
Talabre, vocablo común de la racionalidad econó-
mica occidental, se prefiere plantear la existencia
de particulares formas de relación con estos ele-
mentos, ya que la “utilización” de tales se hace de
manera respetuosa tratando siempre de preservar-
los para la posteridad.
Por otra parte, cabe destacar que en el apéndice I
fueron incluidas cuatro especies que no se desa-
rrollan en el área de estudio, pero debido a la fuer-
te recurrencia de ellas en las diversas entrevistas
fueron incorporadas en este apéndice. Éstas son
el Chañar (Geoffroea decorticans); Algarrobo
(Prosopis alba); Pimiento o Molle ( Schinus molle)
y Coca (Erythroxylon coca). Estas especies cum-
plen un activo papel en las actividades alimenti-
cias, medicinales y rituales de las poblaciones ata-
cameñas asentadas en la cuenca del Salar de Ata-
cama, y aunque no constituyen especies autóctonas
del área de Talabre, sus habitantes han articulado
diversos mecanismos de intercambio para conse-
guirlas.
Los usos atribuidos a las especies colectadas por
parte de los entrevistados fueron clasificados en
ocho categorías: Medicinal, Forrajero, Combusti-
ble, Alimenticio, Construcción, Adorno, Perjudi-
cial y Otros. Esta última categoría hace referencia
a usos particulares de las especies que por sus ca-
racterísticas no es posible agrupar en ninguno de
los restantes rubros de utilización.
El análisis estadístico de la utilización de la flora
de Talabre por rubros y unidades ecológicas está
representado en la Tabla Nº 1. En relación a los
resultados y datos que nos proporciona esta últi-
ma, creemos que es necesario advertir al lector
que nuestros resultados en algunos casos entran
en contradicción con lo planteado por otras inves-
tigaciones realizadas en el área de estudio, lo que
podría haberse originado por el tamaño de la mues-
tra, es decir, el número de especies colectadas por
unidad ecológica.
A diferencia de los estudios etnobotánicos efec-
tuados en la localidad de Toconce que confirman
el carácter ganadero del sector (Aldunate et
al.1981:196) el mayor porcentaje de las especies
de Talabre fueron designadas como medicinales
(60%), ubicándose principalmente en la Chacra,
seguidos por el Tolar y el Pajonal. Lo anterior nos
indica la constante preocupación de los talabreños
por el mantenimiento de la salud. En relación a
esto último, debemos señalar que en el poblado
de Talabre existe toda una dinámica cultural de
tipo tradicional que gira en torno a la preserva-
ción de los estados de salud, y que se articula prin-
cipalmente por medio de diversos especialistas
culturales, principalmente “yatiris y composito-
res”. En general, los males y patologías que tratan
estos especialistas se vinculan a creencias relacio-
nadas con la “tierra”, los “abuelos” y los “genti-
les”. El que hay que respetar a estos elementos
porque pueden causar algún mal constituye una
opinión muy común entre los habitantes de tal lo-
calidad.
El segundo uso más mencionado para las espe-
cies colectadas lo constituye el forrajero (42,8%).
Del total de estas especies la mayor parte de ellas
se encuentran en el Tolar (50%), señalándonos de
esta forma la importancia de esta unidad ecológica
en las actividades ganaderos-pastoriles, seguida en
orden de importancia por la Chacra y el Pajonal3.
El regular porcentaje de las especies forrajeras
presentes en el Pajonal (20%) no debe conducir-
nos a erróneas interpretaciones, ya que pese a ser
una unidad con una escasa cobertura vegetacional,
su utilidad forrajera es considerable por las carac-
terísticas nutritivas que presentan sus especies,
hecho que ha sido observado sabiamente por los
pastores de Talabre. “Las llamitas prefieren co-
mer del pajonal del cerro porque es más alimenti-
cio que las plantitas del tolar”.
La categoría combustible representa el tercer rubro
de utilización de las especies colectadas en Talabre,
ya que un 17,1% de éstas son utilizadas para este
propósito. Del total de estas especies un 58,3%
3Sería interesante profundizar la observación hecha por
Negrete en términos de si estas especies son conside-
radas forrajeras por sus características nutritivas o
porque la falta del recurso alimenticio produce que
cualquiera de éstas sea considerada bajo esta catego-
ría (Negrete, 1997:161).
261
provienen del Tolar, lo que nos señala la impor-
tancia de este piso en el mencionado rubro, segui-
do en orden estadístico por el Pajonal. El alto por-
centaje de especies utilizadas como combustibles
y que están presente en esta última unidad (50%),
es un fenómeno que a juicio de los talabreños se
viene desarrollando desde hace pocos años, debi-
do principalmente a que la depredación del Tolar
ha llevado a estas poblaciones a conseguir el men-
cionado recurso en pisos latitudinalmente más ele-
vados.
En términos alimenticios, sólo un 8,6% de las es-
pecies colectadas en el área son utilizadas para
este fin. Estas provienen principalmente de la
Chacra, ya que esta unidad posee el 50% de las
especies utilizadas bajo este rubro, siguiéndole en
importancia la ribera (33,3%), y posteriormente
el Tolar y la Quebrada en iguales proporciones
(16,7%). Destacan especies vegetales como el
Bilankicho o Culichao (Hoffmannseggia
eremophila) que según los entrevistados poseería
una especie de tubérculo dulce muy apetecido por
los habitantes de la comunidad. El Yuyo
(Chenopodium hircinum), el Berro (Mimulus
glabratus) y la Alfa (Medicago sativa) constitui-
rían especies muy requeridas en la preparación de
ensaladas, ya que, además de ser nutritivas, sus
propiedades medicinales aliviarían diversos tras-
tornos del sistema respiratorio.
En relación a las plantas utilizadas para fines ri-
tuales, destacan siete especies que son empleadas
en diversas ceremonias y ritos de sanación y re-
presentan sólo el 10% del total de plantas colecta-
das. Especies como la Tara o Monte negro
(Fabiana ramulosa), y Paja sucuya (Stipa sp.) son
utilizadas en el rito funerario del Lavatorio, ya
que por sus características se le atribuye el efecto
de limpiar a los deudos durante el “separamiento
de alma”. “Claro, se usaba la Tara y la Paja
sucuya...se limpiaban todas las cosas, los anima-
les, los burros, llamas...se le hace como un rami-
to, pero tiene que estar la familia ahí, y se pasa
así en todo el cuerpo...después se quema”.
Por otra parte, la Chacha o Coba (Parastrephia
quadrangularis) es utilizada para realizar sahu-
merios en las ceremonias del floreamiento de ani-
males y es una de las principales especies que uti-
liza el yatiri para realizar baños medicinales.
Las especies calificadas como perjudiciales repre-
sentan el 10% del total de plantas colectadas en
Talabre y se ubican preferentemente en la Chacra
(71,4%) y en el Pajonal (28,6%) respectivamente.
Especies del Pajonal como el Conte conte
(Lupinus oreophilus) y Garbanzo (Astragalus
bustillosi) son consideradas tóxicas por los
talabreños ya que su consumo por parte de los
animales puede causarles la muerte. “Con ese mata
a los animales...cuando comen mucho les da la
chujchadera y caen de lado”. Las especies consi-
deradas perjudiciales provenientes de la Chacra
hacen referencia principalmente a una serie de
malezas y arbustos que pueden propagarse rápi-
damente por esta unidad, impidiendo el normal
desarrollo de especies como la alfalfa y determi-
nados cultivos. Entre ellas se destacan la Brama
(Distichlis spicata), el Tomatillo (Lycopersicon
chilensis) y el Kafle (Bromus unioloides).
uhh...mala hierba, si no sacas del potrero te
llena...te jode todos los sembraos, el alfa, todo te
jode”.
Entre las especies utilizadas para la construcción,
destaca únicamente la Paja brava (Festuca
chrysophylla), recurso proveniente del Pajonal que
es muy apropiado para techar. Pese a que su uso
en la actualidad no es tan masivo, por la incorpo-
ración de las calaminas de zinc en las construc-
ciones, muchos de los entrevistados señalaron que
antaño era la materia prima ideal para el
techamiento de las antiguas casas ubicadas en
Talabre Viejo y en la Quebrada de Patos. Este rubro
representa un 1,4% del total de las especies colec-
tadas en el área. En términos de las especies utili-
zadas como adorno existen tres especies prove-
nientes de la Chacra: Espárrago (Asparragues
sp.); Alelí (Sisymbrium niveum), y Malva (Tarasa
tenella), las que son utilizadas principalmente para
confeccionar los diversos arreglos florales que se
emplean en las diversas festividades religiosas y
en funerales.
Las especies no consideradas en ninguna de las
categorías anteriores fueron agrupadas bajo el
rubro “Otros”. Estas representan el 14,3% del to-
tal de especies colectadas en el área y provienen
principalmente del Tolar (40%) y la Chacra (30%).
Entre estas destacan el Cachiyuyo (Atriplex
deserticola) y el Ojalar o Chokel (Atriplex
imbricata), especies de las que se emplea su ceni-
262
za para pelar determinados granos (v.g., trigo y
maíz). Existen dos especies que fueron ubicadas
en este rubro ya que por presentar un peculiar uso
no fue posible de clasificar bajo ninguna de las
categorías señaladas anteriormente. Estas son la
Ortega (Caiophora heptomera) y la Cepa de Ca-
ballo o Cronke (Xanthium spinosum). La primera
se emplea para animar a las personas que padecen
pigricia “cuando uno es flojo y dormilón hay que
pegar con esto...¡hay si se queda dormido! yo pego
con ese...”, mientras que la última es utilizada du-
rante las festividades del carnaval por los basto-
neros4, con el objetivo de lograr la estimulación y
participación de los asistentes a dicha actividad.
En términos de la distribución de la flora útil por
unidades ecológicas nuestros antecedentes com-
prueban un profundo conocimiento de las poten-
cialidades florísticas otorgadas por cada una las
unidades analizadas por parte de los talabreños.
El Tolar constituye la unidad ecológica con ma-
yor cobertura vegetacional, destacándose el alto
porcentaje de plantas utilizadas tanto para fines
medicinales (55,1%) como para fines forrajeros
(51,7%). Cabe destacar en relación a este último
antecedente, que a juicio de los habitantes de
Talabre, tal unidad representa el piso más utiliza-
* Cada recuadro de esta tabla incluye tres cifras que deben ser leídas de la siguiente manera: bajo la columna sp.:
número de especies; bajo la columna %, la cifra superior representa el porcentaje respecto al total de especies del
rubro y la inferior, el porcentaje respecto al total de especies de la unidad correspondiente. Por ejemplo, el primer
recuadro muestra que en el Tolar, existen 16 especies que son utilizadas con fines medicinales, las que representan el
38.1% de las especies herbolarias en conjunto y el 55.1% del total de especies del Tolar. Debido a que una misma
especie puede pertenecer a más de un rubro de utilización y desarrollarse en más de una unidad ecológica, las cifras
y los porcentajes señalados no deben sumarse ni horizontal ni verticalmente.
Tabla 1. Análisis de la utilización de la flora del área de Talabre
por rubros y unidades ecológicas *
4Personajes encargados de estimular la participación
de la Comunidad en las Fiestas de Carnaval.
Rubros Tolar Pajonal Quebrada Ribera Chacra Total
sp. % sp. % sp. % sp. % sp. % sp. %
Medicinal 16 38.1 10 3.8 4 9.5 6 14.2 23 54.8 42 60
55.1 58.8 80 85.7 76.7
Forrajero 15 50 6 20 2 6.6 2 6.6 12 40 30 42.8
51.7 35.3 40 28.6 40
Combustible 758.3 6 50 1 8.3 1 8.3 --- 12 7.1
24.1 35.3 20 14.3
Alimenticio 116.7 --- 1 16.7 2 33.3 3 50 6 8.6
3.4 20 28.6 10
Construcción --- 1 100 --- --- --- 1 1.4
5.9
Adorno --- --- --- --- 3 100 3 4.3
10
Perjudicial --- 2 28.6 1 14.3 --- 5 71.4 7 10
11.8 20 16.7
Ritual 343 2 28.6 --- --- 3 43 7 10
10.3 11.8 10
Otros 440 1 10 2 20 3 30 10 14.3
13.8 5.9 40 10
Total 29 17 5 7 30 70
% 41.4 24.2 7.1 10 42.9
263
do en las actividades ganadero-pastoriles, aunque
su potencialidad forrajera varíe estacionalmente.
Sin embargo, por el hecho de presentar una ma-
yor cobertura vegetacional, y por ende una mayor
diversidad florística, la utilización de tal unidad
no sólo se limita a las actividades medicinales y
forrajeras, destacando en tercer lugar la recurren-
te utilización de los recursos vegetales de tal sec-
tor como combustibles (24,1%), hecho que ha pro-
ducido la progresiva degradación de tal unidad y
la consecuente búsqueda de especies vegetales
para este fin en otras unidades ecológicas (v.g.,
Pajonal). En todo caso, las 29 especies encontra-
das en esta unidad representan el 41,4% del total
de especies colectadas en el área de Talabre.
El Pajonal, por otra parte, se caracteriza por pre-
sentar una muy marcada potencialidad medicinal
ya que de las 17 plantas colectadas en tal unidad,
un 58,8% son utilizadas para este fin. Morales, en
relación a esta situación planteaba, sobre la base
de nueve especies colectadas, un uso preferente-
mente forrajero de tal unidad, señalando que un
40% de las especies colectadas en tal sector eran
utilizadas como forraje (1997:32). Nuestros da-
tos, en este sentido, contradicen tal aseveración
debido a que el rubro en cuestión constituye junto
al combustible la segunda jerarquía en importan-
cia con un 35,3% respectivamente. Cabe destacar
en relación al rubro combustible que el 50% de
las especies utilizadas para este fin por los habi-
tantes de Talabre provienen de esta unidad.
La Quebrada destaca por presentar una alta utili-
dad terapéutica ya que el 80% de sus especies son
consideradas como medicinales. Lo anterior no
niega el inmenso papel que esta unidad desempe-
ña en términos forrajeros, ya que las condiciones
particulares de ésta (v.g., mayor humedad) permi-
ten el desarrollo de una formación vegetacional
que no oscila estacionalmente, permitiendo de esta
forma la presencia permanente de particulares es-
pecies que son utilizadas para este fin. “La quebraa
siempre tiene pastito...ahí llevamos a los anima-
les cuando no podemos ir al cerro a pastar”.
Por otra parte, la Ribera también se destaca por su
potencial medicinal, ya que un 85,7% de las espe-
cies colectadas en tal sector son utilizadas con fi-
nes terapéuticos. Las especies de esta unidad uti-
lizadas como forraje y combustible representan
cada una el 28.6% de las plantas colectadas en tal
sector, antecedente que nos señala la importancia
secundaria de ésta en las actividades ganaderas y
de recolección de leña.
Finalmente más de la mitad de las especies colec-
tadas en la Chacra fueron consideradas por los
habitantes de Talabre como medicinales, represen-
tando éstas el 76,7% del total de especies de tal
unidad. Sin embargo, un alto porcentaje de éstas
(40%) son utilizadas como forraje, destacando
especies como la Alfa (Medicago sativa), el
Cachiyuyo (Atriplex deserticola), el Romerillo
(Senecio sp.) y la Brama (Distichlis spicata), es-
pecies que por el hecho de encontrarse en una
unidad de carácter cultural, permanentemente cui-
dada por el hombre, ven posibilitado su desarro-
llo a lo largo de todo el año, sin que las variacio-
nes climáticas y ambientales de tipo estacional las
afecten.
6. Conclusión
Los antecedentes expuestos en la presente inves-
tigación demuestran el alto grado de conocimien-
to que los habitantes de la localidad precordillerana
de Talabre poseen en relación al medio ambiente
que los rodea y particularmente a los recursos
vegetacionales que se desarrollan en éste. Lo an-
terior confirma la participación de esta comuni-
dad en los antiguos patrones cognitivos de per-
cepción cultural característicos del área andina en
general, pero también ratifican un clásico enun-
ciado de las ciencias humanas que postula que
mientras más estrecha, directa y personal sea la
relación de subsistencia del grupo humano con el
medio natural que lo rodea, mayor será la com-
prensión que el ser humano genere del mismo,
comprensión expresada en un complejísimo sis-
tema de conceptualizaciones del medio ambiente,
y en este caso de los recursos florísticos.
Las principales unidades ecológicas reconocidas
y la comprensión acabada de estas por parte de
los talabreños se correlacionan estrechamente con
la zonación propuesta para esta zona en recientes
investigaciones (Núñez y Santoro, 1988; Villagrán,
1998), guardando de esta forma muchas similitu-
des con los esquemas categoriales de orden cien-
tífico, pese a que los esquemas conceptuales arti-
culados por tales habitantes obedezcan y tengan
264
su génesis en antiquísimas lógicas de pensamien-
to indígena. Este fenómeno, a la vez, demuestra
la existencia y persistencia de profundas continui-
dades culturales en el área de estudio, que pese a
las vicisitudes y a las influencias antagónicas de
los factores históricos, lingüísticos, políticos y
sociales han podido mantenerse y trasmitirse a lo
largo del tiempo.
La gran importancia otorgada al mantenimiento
de la salud por parte de los habitantes de esta lo-
calidad se expresa en la alta presencia que poseen
las plantas utilizadas para fines terapéuticos (60%).
Lo anterior nos permite definir la “medicina” tra-
dicional de Talabre principalmente como herbo-
laria, ya que muchos de los males y padecimien-
tos que sufren los integrantes de esta colectividad
son tratados por medio de los recursos florísticos,
utilizando para este fin diversas partes de tales ele-
mentos (hoja, flor, pimpollo, raíces, corteza, etc.).
En este contexto, la salud es considerada como el
producto de la relación armoniosa entre el hom-
bre y lo sagrado, concepción que implica la im-
portancia del componente psicológico o espiritual
en el desarrollo de la enfermedad. Por otra parte,
es conveniente señalar que la localidad en cues-
tión recibe sólo una vez al mes la visita del siste-
ma de medicina occidental a través de las deno-
minadas “rondas médicas”, hecho que provoca que
muchos de los habitantes de tal localidad acudan
a yatiris, hierbateros y compositores para solu-
cionar o por lo menos aliviar sus males y enfer-
medades. En este sentido, en la zona en cuestión,
han prevalecido políticas de salud tendientes a no
considerar los conocimientos, prácticas y técni-
cas que milenariamente han acompañado a estas
comunidades en pro del mantenimiento de la sa-
lud de sus miembros, fenómeno que de revertirse
en un mediano plazo podría traer positivas conse-
cuencias para los actores involucrados en tal si-
tuación, conjugándose de esta manera dos tipos
de saberes (saber científico y saber tradicional in-
dígena) que antes de ser excluyentes deberían ser
considerados como complementarios.
La principal estrategia de subsistencia articulada
por esta población –pastoreo de tipo estacional–
constituye la principal respuesta adaptativa a la
vida en un medio ambiente aparentemente tan hos-
til y se expresa en términos vegetacionales, a tra-
vés de la presencia de variadas especies florísticas
utilizadas por su potencialidad forrajera. Tal es-
trategia ha acompañado al hombre de esta zona a
lo largo de varios milenios y ha generado la arti-
culación de particulares patrones de asentamientos,
ubicados preferentemente en los territorios de las
así llamadas quebradas intermedias. Son éstas las
que albergan unidades azonales como la Vega,
Quebrada y Ribera, todas localizadas en el deno-
minado Tolar, pero debido a las fluctuaciones que
experimenta la vegetación de esta zona, producto
de la marcada estacionalidad, el pastor ha com-
prendido el valor de las especies vegetales exis-
tentes en el Pajonal, las que además de comple-
mentar los recursos existentes han cumplido un
importante papel en la mantención de las masas
ganaderas, especialmente camélidas.
Por otra parte y coincidente con lo planteado por
otras investigaciones realizadas en la región
(Aldunate et al.,1981), los habitantes de esta lo-
calidad también establecen distingos en relación
a las formas de utilización económico-sociales del
entorno, destacando de esta forma sectores como
las Chacras, el Campo y el Cerro, situación que
nos indica la existencia de un patrón común en la
percepción del medio ambiente, y que si bien pue-
de adscribirse a la denominada Cultura Atacame-
ña, ésta constituye un elemento común a varias de
las culturas asentadas en el área centro-sur andina.
En relación a este fenómeno debemos señalar que
la comprensión y conceptualización del entorno,
y de sus elementos constitutivos, en el caso de
Talabre, demuestra la presencia y persistencia de
antiquísimas estructuras de pensamiento milena-
riamente traspasadas de generación en generación,
y que en el caso de las especies vegetales, se ex-
presan claramente en los sistemas de clasificación
utilizados en éstas. En este sentido los talabreños,
al igual que muchas comunidades andinas, agru-
pan y segregan la flora existente en la zona en base
a las características morfológicas o fisionómicas
que ésta presenta, guiándose principalmente por
atributos como el color y el tamaño (Monte blan-
co, Monte negro, Añawa blanca, Añawa negra).
Este último atributo, en términos taxonómicos,
permite al talabreño establecer diferenciaciones
sexuales de las especies (v.g., Lampaya macho,
Lampaya hembra), fenómeno que a su vez de-
muestra la fuerte presencia de los principios de
dualidad y de bifurcación de género, caracterís-
ticos de Andinoamérica, que no sólo se limita a
265
los recursos vegetacionales, sino que también está
presente en la concepción, fuertemente sacra-
lizada, del entorno físico y orográfico que rodea a
esta comunidad (v.g., Tata Likanku, Mama
Kimanchu).
Finalmente, el contacto recurrente con los núcleos
poblacionales de San Pedro de Atacama y Cala-
ma ha originado fuertes procesos de cambio
sociocultural que se manifiestan en la pérdida pro-
gresiva de algunas tradiciones, valores y costum-
bres que constituyen el acervo cultural de la co-
munidad. Este fenómeno en términos de los re-
cursos vegetales se ha visto traducido en el pro-
gresivo abandono de la flora local para la conse-
cución de particulares labores y actividades. En
relación a este proceso algunos de los entrevista-
dos reconocieron que “antes las plantitas eran más
usadas que ahora”, lo que no niega el hecho de
que las actividades de subsistencia llevadas a cabo
por estas poblaciones determinen en mayor o me-
nor grado el mantenimiento y la preservación de
los conocimientos que el habitante de Talabre po-
see de su medio ambiente, y en particular de la
flora del sector.
Agradecimientos Deseo expresar mis sinceros
agradecimientos a Victoria Castro, quien con su
constante ánimo y apoyo a mi labor estimuló la
elaboración del presente artículo. A Fondecyt, que
por medio del proyecto 1970908 financió el tra-
bajo de campo de la temporada 1998. A una an-
ciana atacameña, que, aparte de ser mi abuela, me
enseñó a comprender el valor de las plantas. A don
Favio Soza por la paciencia y deferencia que tuvo
conmigo en las largas conversaciones y camina-
tas que emprendimos. Y a todos los habitantes de
la localidad de Talabre, ya que sin su constante
ayuda y apoyo la presente labor no hubiera sido
posible. A todos ellos mi más profunda gratitud.
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1983
1995
1988
1985
1973
1974
1998
1981
267
Apéndice I
Catálogo de las especies vegetales del área de Talabre
Las especies recolectadas en el área de estudio han sido ordenadas alfabéticamente por géneros,
consignándose también una serie de parámetros informativos tales como:
I. Nombre científico
II. Familia
III. Unidad ecológica de donde proviene la especie (Tolar, Pajonal, Vegas, Quebradas, Chacra.)
IV. Nombre vernacular de la especie en Talabre.
V. Usos otorgados por los talabreños (Forrajero, Medicinal, Alimenticio, Combustible, Construc-
ción, Adorno, Perjudicial, Ritual y otros)
VI. Referencias.
(1).I. Acaena laevigata II. Rosáceas III. Tolar
IV. Pega-pega; Chapi-Chapi; Cadillo V. Medicinal; Combustible
VI. El tronco y la raíz de esta planta se utilizan en las afecciones de la vejiga, especialmente cistitis y
blenorragias, y en la descompostura de la sangre (Laval, 1957: 213). En Socaire también es conocida con
el nombre de Cadillo, Pega-pega o Situr (Munizaga et al., 1958: 16).
(2).I. Acantholippia punensis II. Verbenáceas III. Tolar; Quebradas
IV. Rica rica; Core V. Medicinal; Combustible
VI. Investigaciones llevadas a cabo en la década del cincuenta la clasifican como Acantholipia deserticola,
señalando que se tuesta y se prepara después de una decocción usándola contra “dolores de barriga”
(Mostny et al., 1954: 98). En Socaire se denomina también Costilla, Core o Cori, Verbena origenes, se
toma como té, tostando primeramente sus hojas que son aromáticas (Munizaga et al., 1958: 17 y 23). En
Iquique, el herbolario Paucay la recomendaba para la indigestión (Munizaga, 1963: 248). En cunza se
denomina a esta planta medicinal y aromática nan, que significa en este mismo idioma pierna (Gunckel,
1967: 29). Rica-Rica, Verbena origenes, remedio para dolores de estómago bebiéndola como infusión de
té y también sirve como leña (Serracino et al., 1974: 59). Se usa como saborizante para la leche y se
prepara como infusión utilizándose para el tratamiento de enfermedades de la vejiga (Aldunate et al.,
1981: 204).
(3).I. Adesmia aff. gayana II. Legumináceas III. Riberas de río; Tolar.
IV. Añawa blanca; Añague blanca; Añahua V. Medicinal; Forrajero
VI. En Socaire “Añagua” o “Varilla” es forrajera y se usa también como leña (Munizaga et al., 1958: 15).
En Toconce, Adesmia aff. gayana, Añawa blanca”, “espina blanca”, “añawilla del burro” se prepara
infusión parecida al mate, que constituye remedio para el resfrío, la tos y la “peste” (Aldunate et al.,
1981: 205).
(4).I. Adesmia atacamensis II. Papilionáceas III. Tolar
IV. Iloca macho; Iloca grande; Ilocar V. Forrajero
VI. En Socaire se denomina Ilúcar y es forrajera (Munizaga et al., 1958: 20). En la cuenca del Salar de
Atacama, Adesmia atacamensis, Papilionácea, Iloka o Ilúkar (Villagrán, 1998: 4).
(5).I. Adesmia crassicaulis II. Leguminosas III. Tolar
IV. Cuernillo; Cuerno V. Combustible
VI. Cuerno, Adesmia crassicaulis para dolores en el cuerpo, especialmente dolores de espalda (Laval,
1957: 214). Cuerno, Adesmia crassicaulis, forrajera pero también se usa como combustible (Munizaga et
al., 1958: 18). Cuerno de Cabra, Adesmia crassicaulis, según Bertrand planta muy singular que es “toda
268
raíces”; magnífico combustible porque no da llama ni humo, pero sí mucho calor y que no es
“apagoso”(Gunckel, 1967: 30).
(6).I. Adesmia punensis II. Papilionáceas III. Tolar
IV. Iloca Chico V. Forrajero
VI. En Socaire, Ilúcar, forrajera (Munizaga et al., 1958: 20). En Purifican (Puripica), Adesmia atacamensis,
Iloca, pasto para ovejas (Serracino et al., 1974: 59).
(7).I. Adesmia spinosissima II. Leguminosas III. Tolar; Pajonal
IV. Añagua negra; Añawe negra V. Forrajero; Combustible
VI. En Socaire, Añagua o Varilla, es forrajera y se usa como leña (Munizaga et al., 1958: 15). Añahua,
Adesmia Trijuga (Gunckel, 1967: 19).
(8).I. Ambrosia artemisioides II. Compuestas III. Tolar
IV. Tícara V. Forrajero
VI. En Peine, Tícara, planta tintórea que da un color pardo (Mostny et al., 1954: 14 y 39). Ticara, Krameria
iluca, además de tener uso como planta tintórea, amarilla, las raíces se emplean en infusión en la bleno-
rragia y en la bronquitis (Laval, 1957: 217). En Socaire, Tícara, Krameria iluca, medicinal, para afeccio-
nes de la vejiga y la gonorrea, se usa en infusión. Se usa para teñir de color amarillo (Munizaga et al.,
1958: 23). En Toconce, “Tícara o Cadillo”, Ambrosia artemisioides, especie alimenticia y forrajera
(Aldunate et al., 1981: 210).
(9).I. Artemisia absinthium II. Compuestas III. Chacra
IV. Ajenjo V. Medicinal
VI. Ajenjo, Artemisia absinthium, posee propiedades vermífugas y hemagogas (Hoffman et al., 1992).
(10).I. Artemisia copa II. Compuestas III. Pajonal
IV. Copa copa V. Medicinal; Ritual
VI.En Peine, se usa contra el “aire”(Mostny et al., 1954: 98). Copa copa, sus hojas trituradas se toman en
infusión para casos de “prendimientos de estómago”; para “el aire(parálisis facial); gastralgias; para las
cefaleas las hojas se muelen y se les toma el olor, o bien, se friccionan las sienes; en reumatismo y
artralgias se hacen fricciones con alcohol (Laval, 1957: 213). En Socaire, Artemisia copa, para el dolor de
estómago en infusión (Munizaga et al., 1958: 17). En Guatín se utiliza como remedio para el dolor de
estómago y para los calambres (Serracino et al., 1974: 58). En Toconce la Artemisia copa se utiliza para
preparar brebajes que tienen gran valor medicinal para recuperarse de los enfriamientos, también desta-
can sus propiedades para provocar experiencias oníricas (Aldunate et al., 1981: 205).
(11).I. Asparragues sp. II. Liliáceas III. Chacra
IV. Espárrago V. Alimenticio; Adorno
VI. Ninguna
(12).I. Astragalus bustillosi II. Leguminosas III. Pajonal.
IV. Garbanzo V. Perjudicial
VI. En Socaire, Garbanzo Silvestre, Astragalus bustillosi, es planta muy tóxica, ya que si los animales la
comen caen temblando. Hay que sangrarlos para que sanen. Las ovejas al comerlo “se emborrachan” y
huyen sin orientación (Munizaga et al., 1958: 20).
(13).I. Atriplex deserticola II. Chenopodiáceas III. Chacra; Riberas de río
IV. Cachiyuyo V. Combustible; Forrajero; Medicinal; Otros
VI. En Peine se utiliza como tintura de géneros (Mostny et al.,1954: 14). Cachiyuyo, Atriplex retusa,
utilizado en la preparación de baños en las afecciones de los niños (Laval, 1957: 213), y destaca por sus
269
propiedades antipiréticas y febrífugas. En Socaire, Cachiyuyo, Atriplex retusa, es una especie considera-
da forrajera y medicinal, especialmente contra estados febriles y utilizada en forma de baños (Munizaga
et al.,1958: 15). En Toconce, Cachiyuyo, Atriplex aff. madariagae, no tiene uso conocido aunque en la
localidad de Turi es considerada como un forraje (Aldunate et al., 1981: 205). En la alimentación ataca-
meña se consume en diversos tipos de ensaladas y guisos (Gómez et al., 1995: 65 y 73).
(14).I. Atriplex imbricata II. Chenopodiáceas III. Tolar
IV. Ojalar; Chokel; Choquel; Cachiyuyo de los bajos V. Forrajero; Combustible; Otros
VI. En Socaire, Chókel, Ojalar, Atriplex microphylla, es una especie forrajera y su tallo se usa como leña
(Munizaga et al., 1958: 19). En Purifican (Puripica) es pasto para corderos (Serracino et al., 1974: 59). En
Toconce, Atriplex microphylla, se denomina Pilaya, y es una especie que el ganado consume solamente
cuando no hay otro forraje (Aldunate et al., 1981: 205).
(15).I. Azorella compacta II. Umbelíferas III. Pajonal
IV. Llareta V. Combustible; Medicinal
VI. La Laretia acaulis suele entrar en la composición de algunas bizmas o emplastos, y la infusión de
llareta nueva se utiliza en la blenorragia (Laval, 1957: 215). En Iquique el herbolario Paucay recomen-
daba la flor de la llareta como antidiabético (Munizaga, 1963: 248), mientras que en Toconce, además
de constituir un excelente combustible, se utiliza para aliviar los dolores de espaldas, las enfermedades
del pulmón y el asma. También se utilizan sus cenizas para pelar la “quinoa” y el maíz (Aldunate et al.,
1981: 206).
(16).I. Baccharis boliviensis II. Compuestas III. Tolar; Pajonal
IV. Chijua-chijua; Chijua V. Combustible
VI. En Guatín, Chijua-Chijua, Psila boliviensis, es usada para sanar quebraduras y se coloca junto con la
Tolilla sobre la parte afectada (Serracino et al.,1974: 58). En Toconce, Baccharis boliviensis, “Pesco
tola” o “tola de pájaro”, es una especie forrajera (Aldunate et al., 1981: 206).
(17).I. Baccharis petiolata II. Compuestas III. Chacra; Riberas de río
IV. Chilca; Chilca amarga V. Medicinal; Otros
VI. En Peine esta especie es utilizada como tintura de género (Mostny et al., 1954: 14). Chilca, Compues-
ta, sus ramas entran en la composición de algunos vahos, o pisadas de agua (Laval, 1957: 214). En
Socaire, Chilca, arbusto cuya sombra es muy estimada (Munizaga et al., 1958: 19). En Toconce, “Chilca
o Chilca negra”, Baccharis petiolata, se la menciona como forraje principalmente para los burros. Tam-
bién se utiliza para confeccionar cercas, cierres y una especie de escoba que se usa en la limpieza de los
hornos (Aldunate et al.,1981: 206).
(18).I. Baccharis tola II. Compuestas III. Tolar
IV. Tola lejía; Alina Tola; Líquia V. Forrajero; Medicinal; Ritual; Otros
VI. En Socaire, Liquia, Baccharis santelices, se emplea como leña (Munizaga et al., 1958: 20). Lejía,
Baccharis incarum, voz de probable origen cunza anotada por Philippi y también por Peña en Talabre
(Gunckel, 1967: 45). En Guatín, Lejía, se utiliza como remedio para la disentería (Serracino et al., 1974:
59). En Toconce, “Lejía”, Baccharis incarum. La resina de esta especie se come como dulce en invierno,
las cenizas sirven para pelar la quinoa y el maíz (Aldunate et al., 1981: 206).
(19).I. Bromus unioloides II. Gramíneas III. Chacra
IV. Kafle; Cafle V. Forrajera; Perjudicial
VI. En Socaire Cafle o Pasto Blanco, Bromus catharticus, Forrajera (Munizaga et al., 1958: 16,22).
Cafle, Bromus unioloides, pasto de perro, planta forrajera (Gunckel, 1967: 24).
270
(20). I. Caiophora heptomera II. Loasáceas III. Tolar, Riberas de río
IV. Ortega; Ortiga V. Medicinal; Otros
VI. Ojman, Loasa sp, se emplea en todo los casos de gran depresión (Laval, 1957: 216). En Socaire,
Ojman, Loasa sp., se denomina también con su nombre vulgar castellano de Ortiga, pero se pronuncia
Ortega. Forrajera especial para llamas y se emplea para “despertar” el corazón cuando está dormido
(Munizaga et al., 1958: 21,22). En Toconce, “Ortega” o “itapaya”, Caiophora superba, forraje para ca-
bras, corderos y llamos. Por sus propiedades urticantes es utilizada por las “bandereras” para azotar las
piernas de los participantes del carnaval durante el tercer día a fin de que mantengan el ritmo de las
correrías y el baile (Aldunate et al., 1981: 206).
(21). I. Cestrum parqui II. Solanáceas III. Chacra
IV. Palque; Palke V. Medicinal; Ritual
VI. Palque, Cestrum parqui L’ Herit, en todos los procesos supurados de la piel se utilizan sus hojas en
forma de baños (Laval, 1957: 216).
(22). I. Chaetanthera sphaeroidalis II.Compuestas III.Pajonal; Cerros
IV. Flor de la puna V. Medicinal
VI. Flor de la puna, Chaetanthera sphaeroidales, como su nombre lo indica se usa en la puna, ya sola, en
cuyo caso se mastica o chupa o en combinación con la pupusa y la chachacoma (Laval, 1957: 214). En
Socaire, Flor de la Puna, Chaetanthera sphaeroidales, medicina contra la puna: se mastica o se chupa la
planta (Munizaga et al., 1958: 20). En Toconce, Chaetanthera sphaeroidalis, Flor de la puna, bebida
como infusión constituiría un remedio para el resfrío y el mal de puna (Aldunate et al., 1981: 207).
(23). I. Chenopodium ambrosioides II. Chenopodiáceas III. Chacra
IV. Paiko V. Medicinal
VI. Estimula las funciones digestivas y los intercambios celulares, ruborizantes. Combate los trastornos
nerviosos y alivia el asma. Elimina los parásitos intestinales. Diurético y sudorífico. Facilita la menstrua-
ción y favorece la expulsión de gases en infantes (Hoffman et al.,1992: 170).
(24). I. Chenopodium hircinum II. Chenopodíaceas III. Riberas de río.
IV. Yuyo V. Alimenticio
VI. En Socaire, Chápir, Chenopodium frigidum, se denomina también yuyo o quinoa chica. Es forrajera
(Munizaga et al.,1958: 18). En Toconce, Yuyo, “quinoa” o “ch’api”, Chenopodium hircinum, el “chile”,
“llucta” o “llinta”, producto con el que se masca la coca, se prepara principalmente con esta especie
herbácea (Aldunate et al.,1981: 219). En San Pedro de Atacama se utiliza en la alimentación, ya que con
sus hojas tiernas se prepara un particular tipo de budín (Gómez y Siarez, 1995: 71).
(25). I. Chuquiraga spinosa II. Compuestas III. Chacra
IV. Azafrán; Quebra olla V. Medicinal
VI. Azafrán, se usa el leño en infusión en casos de descomposición de la sangre, esto es en las más
variadas dermatosis (Laval, 1957: 212). En Socaire, Azafrán o Quiebra olla, medicinal, contra la “des-
composición de la sangre”, erupciones, hinchazones, en forma de infusión, también se usa como leña
(Munizaga et al., 1958: 15,22). En Toconce, “Chana”, Chuquiraga spinosa, especie muy apreciada por su
leña (Aldunate et al., 1981: 208).
(26). I. Datura stramonium II. Solanáceas III. Chacra
IV. Higueriya; Coco del diablo V. Medicinal; Perjudicial
VI. Miyaya, Datura stramonium, fue una planta alucinógena, narcótica, muy importante entre los mapuches.
Sus propiedades narcóticas permitían bajo ciertos efectos, practicar psicoterapia a los niños desadaptados
y “predecir” su personalidad futura en los términos de la propia cultura mapuche. Dentro de los princi-
271
pios activos que posee esta planta figura el alcaloide atropina, el que junto a otros producen efectos
anticolinérgicos (Hoffman et al., 1992: 147).
(27). I. Distichlis spicata II. Gramíneas III. Chacra; Vegas
IV. Brama; Grama V. Forrajero; Medicinal; Perjudicial
VI. En Peine, Grama y Tomatillo, plantas que crecen en estado silvestre y que son aprovechadas como
forraje (Mostny et al., 1954: 14). Chépica, Distichlis spicata, el cocimiento de la raíz se suministra en
toda clase de enfermedades febriles (Laval, 1957: 214). En Toconce, “Brama” y “grama”, Distichlis
humilis. Esta planta junto con la raíz de cortadera (Cortadera speciosa) es remedio contra la tuberculosis.
En mate, alivia la tos (Aldunate et al., 1981: 208).
(28). I. Ephedra breana II. Gnetáceas III. Tolar; Pajonal
IV. Pingo pingo V. Medicinal; Combustible
VI. En Peine, pingo-pingo, Ephedra andina, es una especie cuyas raíces se hierven y se usan contra la
gonorrea, el “mal de orines” (Mostny et al., 1954: 98). Pingo-pingo, Ephedra andina, se emplea en el mal
de orina, gonorrea, resfríos y en gastralgias (Laval, 1957: 216). En Socaire, Pingo Pingo o Transmontada,
Ephedra andina, para el dolor de estómago, resfríos, para el reumatismo mezclada con chacha. Utilizada
para confeccionar escobas, además se usa como carbón y produce una buena leña (Munizaga et al., 1958:
22). En Iquique, el herbolario Paucay utilizaba tal especie para tratamientos de las vías urinarias, vejiga,
destacando sus propiedades desinfectantes (Munizaga, 1963: 249). En Guatín las raíces de Pingo pingo,
Ephedra andina, son utilizadas como remedio para la vejiga (Serracino et al., 1974: 59). En Toconce,
“Pingo pingo o tume”, Ephedra breana, especie alimenticia, medicinal, combustible y forrajera (Aldunate
et al., 1981: 209).
(29). I. Erythroxylon coca II. Eritroxiláceas III. Valles Húmedos (Bolivia)
IV. Coca V. Medicinal; Ritual
VI. En Peine, el mate de coca ayuda contra dolores de estómago (Mostny et al., 1954: 98). En Socaire,
coca, Erythroxylon coca, medicina: contra trastornos de la altura y como estimulante. Se obtiene de
Bolivia, por comercio. (Munizaga et al., 1958: 17). Sus hojas tienen gran consumo entre los indígenas de
las regiones andinas atacameñas, ya que ellos mascan esta droga con ciertas cenizas de origen vegetal,
para hacer así soluble el alcaloide (Gunckel, 1967: 27). En Toconce, “Coquilla o Coca de suri”, Urmenetea
atacamensis, junto a la “Viracocha o Wiracocha”, Sonchus oleraceus, son especies utilizadas como sus-
tituto de la Erythroxylon coca, coca (Aldunate et al., 1981: 218,220).
(30). I. Euphorbia minuta II. Euforbiáceas III. Chacra
IV. Pasto de leche; Leche; Lechero V. Forrajero
VI. En Socaire, se le denomina Leche-Leche, Lechuga o pasto lechero, Euphorbia minuta, especie forrajera
(Munizaga et al.,1958: 20). En Toconce, Euphorbia minuta, “J’alpa, J’alpa pasto, pasto de la tierra, té del
campo”, es una hierba pequeña que también forma parte de la flora que crece durante la estación lluviosa
(Aldunate et al.,1981: 209).
(31).I. Fabiana denudata II. Solanáceas III. Tolar
IV. Tolilla V. Medicinal
VI. Tolilla, Fabiana denudata, planta utilizada por el compositor e ingrediente constitutivo de una birma
(bizma), junto a la sangre de perro, marancel, bosta de huaicho o arriero, hierbas traídas de Bolivia, clara
de huevo revuelta con harina y resina de llareta. La bizma se coloca en torno al sector fracturado y una vez
secada, se entablilla con madera de cactus y se venda. En Tilomonte, el atacameño D. Natividad Chaile
señalaba que el mejor método para preparar la bizma era triturar hojas de tolilla y mezclarlas con orina y
una vez secas, colocarlas en el sitio de la fractura, entablillar y vendar, mientras que en otros puntos de la
región la tolilla triturada es mezclada con excrementos de ratón-chinchilla o chinchillón (Abrocoma cinerea)
y, orina humana (Laval, 1957: 211,212). En Socaire, Tolilla, Fabiana denudata, es forrajera y medicinal.
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Se emplea tanto para seres humanos como para animales (Munizaga et al., 1958: 23). En Toconce, Fabiana
denudata, “Alma tola, leña de alma o Tara hembra” es una especie medicinal y ritual, utilizada para
preparar cataplasmas contra la hinchazón. Su uso ritual se relaciona a sahumerios, pagos y ritos mortuorios
(Aldunate et al., 1981: 210).
(32). I. Fabiana ramulosa II. Solanáceas III. Tolar
IV. Tara; Monte Negro V. Forrajero; Ritual
VI. Montenegro o Montederecho, entra en la composición de algunas pisadas o vahos de agua. También
se utiliza en dolores musculares, neuralgias, artralgias: para ello se raspa la corteza negra del tronco y con
el resto se confecciona una infusión azucarada que se bebe a pasto (Laval, 1957: 216). En Socaire, Fabiana
sp, Monte derecho, Monte negro, especie sin uso (Munizaga et al., 1958: 21). En Toconce, “Tara o Tara
Macho”, Fabiana densa REMY var. ramulosa, es una especie alimenticia, medicinal, combustible y
forrajera (Aldunate et al., 1981: 210).
(33). I. Festuca chrysophylla II. Gramíneas III. Pajonal
IV. Paja brava V. Forrajero; Construcción; Combustible
VI. En Toconce, “Paja iro, Paja iru, Paja Brava”, Festuca chrysophylla, es considerada como la paja más
apropiada para techar (op. cit: 210).
(34). I. Geoffroea decorticans II. Papilionáceas III. Oasis y salares
IV. Chañar V. Forrajero;Medicinal;Alimenticio;
Combustible; Construcción
VI. Si bien esta especie no existe en Talabre, la mayoría de los informantes la nombró como una especie
muy valorada por sus múltiples usos. En Peine se usa en la elaboración de una bebida analcohólica que
está compuesta de harina tostada, agua y arrope de Chañar (Mostny et al., 1954: 67). Su corteza verde
hervida se emplea en las bronquitis, y en lugares como Toconao se emplea la flor. En el propio San Pedro
de Atacama la corteza se utiliza en pacientes con cálculos nefríticos o vesicales, y la flor en las bronquitis.
En Vilama la corteza, en infusión, se da en casos de neumonía (Laval, 1957: 214). Como especie, su fruto
constituye un valioso elemento alimenticio utilizado para la elaboración de arrope y otros postres (Gómez
y Siarez, 1995: 33)
(35). I. Gnaphilium lacteum II. Compuestas III. Tolar
IV. Wirawira; Warawira V. Combustible
Referencia: Vira-Vira, Gnaphilium viravira, medicinal, para los resfríos y bronquitis (Laval, 1957: 217).
En Socaire, vira-vira, es planta forrajera y medicinal (Munizaga et al., 1958: 24). Vira-vira, Gnaphilium
viravira, en Iquique el herbolario Paucay la vendía como remedio para las vías respiratorias (Munizaga,
1963: 248). En Toconce, Gnaphilium lacteum, “Wira wira blanca” es una planta de propiedades medicinales
que crece durante la época de lluvias y es poco conocida en esta localidad (Aldunate et al., 1981: 211).
(36). I. Haplopappus sp.II. Compuestas III. Chacra; Tolar
IV. Bailabien; Bailahuén; Guaylaben V. Medicinal
VI. En Peine, se utiliza bailahuén contra dolores de riñones y contra el aire (Mostny et al., 1954: 98).
Bailahuén, Haplopappus baylahuen, la decocción de sus hojas se emplea en gastralgias. También se usa
en igual forma en los resfríos (Laval, 1957: 213). En Socaire, bailahuén, Haplopappus baylahuen, medi-
cina: para el resfrío; además, para acrecentar la virilidad del hombre. También contra el reumatismo
(Munizaga et al., 1958: 15). En Iquique el herbolario Paucay la recetaba como confortante de las hormo-
nas femeninas y masculinas; como estomacal y para el catarro de la vejiga (Munizaga 1963: 249).
Bailabuena, Haplopappus rigidus, medicinal, se emplea en forma de infusión para curar heridas (Gunckel,
1967: 20). En Guatín, Bailahuén, Haplopappus baylahuen, es utilizado como remedio para el resfrío y la
tos. Se toma con leche (Serracino et al., 1974: 57,58). Bailahuén, planta estimulante, buscado por su valor
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para combatir el reumatismo y “el empacho”, así como por sus poderes afrodisíacos (Gómez y Siarez,
1995: 62).
(37). I. Hoffmannseggia eremophila II. Leguminosas III. Tolar
IV. Bilanquicho; Culichao; Culchao V. Forrajero; Alimenticia
VI. En Socaire, Culchao, Hoffmannseggia andina y Hoffmannseggia falcarea, sus bulbos dulces son
comidos por los pastores. Las hojas son un buen forraje para las ovejas (Munizaga et al., 1958: 18).
Villinquicho, Hoffmannseggia andina, sus raíces son comestibles (Gunckel, 1967: 69).
(38). I. Junellia seriphioides II. Verbenáceas III. Tolar; Pajonal
IV. Perlilla; Roseta V. Medicinal
VI. En Socaire, Cardoncillo, se denomina también perlilla. Forraje especial para las llamas. Medicinal
sirve para el “descaecimiento” (Munizaga et al., 1958: 16). En Toconce, Junellia seriphioides, “Rosa”,
forraje principalmente para llamos (Aldunate et al., 1981: 212).
(39).I. Lampaya medicinalis II. Verbenáceas III. Tolar; Pajonal; Vegas
IV. Lampaya; Lampaya hembra V. Medicinal
VI. Lampayo, Lampayo medicinalis, se utiliza en baños en casos de reumatismo. En Vilama, el cocimien-
to de la rama se suministra en casos de retención de orina (Laval, 1957: 215). En Iquique, el herbolario
Paucay la recomendaba como antirreumático; disolvente del ácido úrico (Munizaga, 1963: 248). Lampaya,
Lampayo, Lampayo officinalis, es voz cunza. Según Bertrand tal especie es empleada en el tratamiento de
las enfermedades venéreas (Gunckel, 1967: 45). En Toconce, “Lampaya”, Lampayo medicinalis, es utili-
zada por sus efectos anestésicos y antirreumáticos, tanto como infusión o baños de vapor (Aldunate et al.,
1981: 212).
(40). I. Lepidium II. No determinado III. Chacra
IV. Hierba tapón; Yerba tapón V. Medicinal; Forrajero
VI. Ninguna
(41). I. Lupinus oreophilus II. Fabáceas III. Pajonal
IV. Conte conte; Conte conte chico V. Forrajero; Perjudicial
VI. En Socaire, Conte, Lupinus oreophilus, es forraje para ovejas y cumple funciones estéticas como
adorno (Munizaga et al., 1958: 17). En Toconce, Lupinus oreophilus, “Flores del campo”, planta aprecia-
da por la belleza de sus flores, usándose como adorno en los hogares de esta localidad (Aldunate et al.,
1981: 212).
(42). I. Lycopersicon chilensis II. Solanáceas III. Quebradas; Chacras
IV. Tomatillo V. Perjudicial; Otros
VI. En Peine, Tomatillo, planta que crece en estado silvestre y que es aprovechada como forraje (Mostny
et al., 1954: 14). En Socaire, Tomatillo, Solanum eleagnifolium Cav, sirve para limpiar la ropa (Munizaga
et al., 1958: 24).
(43). I. Marrubium vulgare II. Labiadas III.Chacra
IV. Toronjil cuyano V. Medicinal
VI. Toronjil cuyano, Marrubium vulgare, en uso interno es un eficaz estimulante del apetito y todo el
metabolismo. Aumenta la actividad hepática. Eficaz para regular el ritmo cardíaco. Excita el sistema
nervioso. Alivia las reglas dolorosas. Combate las enfermedades del aparato respiratorio: expectorante,
calmante y febrífugo. Diurético y depurativo. En uso externo, para tratar heridas infectadas y curar enfer-
medades del cuero cabelludo (Hoffman et al., 1992: 235).
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(44). I. Medicago sativa II. Leguminosas III. Chacra
IV. Alfa; Alfalfa V. Forrajero; Medicinal; Alimenticia
VI. Alfa, Medicago sativa, voz de amplio uso regional derivada de alfalfa (Munizaga et al., 1958: 14).
Alfalfa, Alfa, Medicago sativa, especie cultivada en numerosas quebradas en la región atacameña, espe-
cialmente la variedad POLIA Brand (Gunckel, 1967: 17). En San Pedro de Atacama y Toconao, esta
especie es utilizada en la alimentación ya que con ella se preparan determinados guisos (Gómez y Siarez,
1995: 73).
(45).I. Mentha piperita II. Labiadas III. Chacra
IV. Menta; Yerba buena; Menta Pastilla V. Medicinal
VI. Menta, Mentha piperita, en uso interno, estimula la secreción de los jugos digestivos. Antiespasmódica,
tónica, carminativa, colierética. Atenúa los calambres de aparato digestivo. En uso externo, inhalación
contra el catarro y en caso de inflamaciones de la laringe y los bronquios (Hoffman et al., 1992: 144).
(46). I. Mimulus glabratus II. Escrofulariaceas III. Riberas de río; Quebradas
IV. Berro V. Alimenticio; Medicinal
VI. Berro, Cardamine sp, se utiliza en ensaladas o sola para purificar la sangre, especialmente de dermatosis
acompañadas de prurito (Laval, 1957: 213). En Socaire, Berros, Cardamine sp, Cruciferae, especie ali-
menticia que se come cruda (Munizaga et al., 1958: 15). En Toconce, “Berro o berro colorado”, Mimulus
glabratus, planta alimenticia usada en la preparación de ensaladas (Aldunate et al., 1981: 212).
(47).I. Mulinun crassifolium II. Umbelíferas III. Tolar
IV. Chuchikán; Chuquicán V. Medicinal
VI. En Peine, Chuquicán, es una planta que crece en los parajes altos de la cordillera y cuya raíz se usa;
quita la tos, el resfrío y el romadizo (Mostny et al.,1954: 98). Chuquicán, Mulinun crassifolium, planta de
la cuál se emplea la raíz, en infusión, en romadizos, resfríos y bronquitis. En Vilama las ramas, en infu-
sión se suministran en las gastralgias (Laval, 1957: 214). En Socaire, Chuquicán, Mulinun crassifolium,
se denomina también Sulultur, sus raíces se denominan Chuquican y las ramas de la misma Espinilla,
medicinal, contra afecciones bronquiales, tos y resfríos (Munizaga et al.,1958: 19). En Toconce,
“Chuquicandia o chuquicanya”, Mulinun crassifolium, medicinal para el resfrío y la tos y para las enfer-
medades del pulmón (Aldunate et al., 1981: 213).
(48). I. Nicotiana undulata II. Solanáceas III. Tolar; Chacra
IV. Tabaco cimarrón; Tabaco burro V. Forrajero
VI. En Socaire, Tabaco cimarrón, Nicotiana brachysolen, especie sin uso conocido (Munizaga et al.,
1958: 23).
(49). I. Nototriche estipulata II. No determinado III. Pajonal
IV. Altea V. Forrajero
VI. Ninguna
(50). I. Opuntia ficus-indica II. Cactáceas III.Chacra
IV. Tuna V. Alimenticio; Medicinal
VI. Tuna, Opuntia vulgaris, su flor es utilizada como diurético (Laval, 1957: 217).
(51). I. Parastrephia quadrangularis II. Compuestas III. Tolar; Pajonal
IV. Chacha; Chacha hembra; Coba V. Medicinal; Ritual
VI. Con la “chacha”, una planta aromática, que se usa en las ceremonias de la Limpieza de Acequias,
junto con molle, copa copa y malvas se preparan el “vaho” o “pisada de agua”, que mejora o sana a
personas que sufren de reumatismo (Mostny et al., 1954: 98). Chacha, Lepidophyllum cuadrangulare,
junto a la tolilla, pimiento, bailahuén y pingo pingo entra en la composición de los vahos o pisadas de agua
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(Laval, 1957: 214). En Socaire, Chacha, Lepidophyllum quadrangulare medicinal, contra el reumatismo;
también incienso ritual usado en las ceremonias que celebran los cantales con motivo de la simbólica lim-
pieza de las acequias (Munizaga et al., 1958: 18, Gunckel, 1967: 31,32). En Guatín, “Coba”, Parastrephia
quadrangularis, se usa para humear las cabras con el fin de proteger el rebaño de las enfermedades (Serracino
et al., 1974: 58). En Toconce, “Pulika o leña pulika”, Parastrephia quadrangularis, planta que no posee
ninguna importancia ritual y sólo es utilizada como combustible (Aldunate et al., 1981: 214).
(52). I. Parastrephia lepidophylla II.Compuestas III. Pajonal
IV. Pupusa del agua; Pupusa al agua V. Medicinal
VI. En Peine, la pupusa, se usa para fines alimenticios (Mostny et al., 1954: 13). Poposa, se utiliza para el
mal de altura o puna, en unión de la flor de la puna y la chachacoma (Laval, 1957: 216). Pupusa, medici-
na: contra el dolor de estómago y contra la “puna”. Además como condimento en caldos (Munizaga et al.,
1958: 22 y 27). En Guatín, “Poposa”, Werneria poposa, medicinal, se usa como remedio para el dolor de
estómago, de cabeza y malos ratos (Serracino et al., 1974: 59). En Toconce, “Pupusa del agua”, Arenaria
serpens, hierba semiacuática que crece en las “champas” ribereñas (Aldunate et al., 1981: 205).
(53). I. Phacelia viscosa II. Hydrophyláceas III. Tolar
IV. Sobaco negro V. Forrajero
VI. En Socaire, Sobaco Negro, planta forrajera (Munizaga et al., 1958: 23).
(54). I. Plantago lanceolata II. Plantagináceas III. Chacra
IV. Llantén; Llantel V. Medicinal
VI. Llantén, Plantago major, sus hojas machacadas y cocidas con pétalos de rosa se utilizan como colirio
(Laval, 1957: 215). En Socaire, “Yantil”, medicinal, para hinchazones, se aplica en forma de parche
(Munizaga et al., 1958: 24). En Toconce “Llantén o lantín”, Plantago major, medicinal, para sanar heri-
das (Aldunate et al., 1981: 220).
(55). I. Polygo mun sp II. Polygonáceas III. Chacra; Riberas de río
IV. Sangrinaria V. Medicinal
VI. En Iquique el herbolario Paucay, recetaba “Sanguinaria rastrera”, Polygonum sanguinaria, por sus
propiedades antirreumáticas y para depurar la sangre (Munizaga, 1963: 249).
(56). I. Prosopis alba II. Mimosáceas III. Chacra
IV. Algarrobo V. Alimenticio; Medicinal;
Construcción; Artesanía;
Combustible; Tintóreo
VI. Si bien esta especie no existe en Talabre, la mayoría de los entrevistados la nombró como una especie
muy valorada por sus múltiples usos. En Peine se utiliza la resina y el aserrín del mismo árbol para teñir
de color mostaza. Con sus vainas se prepara una bebida alcohólica local que se llama aloja (Mostny et al.,
1954: 39 y 67). En Socaire, se obtiene el fruto del algarrobo, por intercambio (trueque) con los oasis de
Peine y Toconao (Munizaga et al., 1958: 15). En los diversos pueblos de la puna de Atacama se obtiene
una harina (añapa) a partir de sus vainas que son utilizadas en la preparación de diversos postres (Gómez
y Siarez, 1995: 90 y 93).
(57).I. Ruta graveolens II. Rutáceas III. Chacra
IV. Ruda V. Medicinal
VI. Posee propiedades antiespasmódicas, emenagogas, antiparasitarias y rubefascientes. En uso interno,
baja la presión arterial, fortifica los capilares y reduce su permeabilidad. Calmante; estimula la digestión;
reduce dolores de cabeza y combate las afecciones nerviosas. Beber en altas cantidades puede provocar
úlceras del estómago o los intestinos y también abortos (Hoffman et al., 1992: 211).
276
(58). I. Schinus molle II. Anacardiáceas III. Chacra
IV. Pimiento; Molle V. Medicinal; Combustible
VI. Molle, Schinus molle, tiene los más variados usos en las más diversas formas: constitutivo de pisadas
o vahos de agua, la infusión de sus hojas se emplea en afecciones hepáticas dolorosas; en las gastralgias
se suministra en la misma forma o simplemente colocando sus hojas frescas sobre el epigastrio (Laval,
1957: 215,216). En Socaire, Molle, Schinus molle, Pimiento Boliviano, medicinal, para el dolor de estó-
mago y pulmonía (Munizaga et al., 1958: 21).
(59). I. Senecio sp.II. Compuestas III. Chacra
IV. Romerillo V. Forrajero
VI. Ninguna
(60). I. Senecio eriophyton II. Compuestas III. Transición Tolar Pajonal
IV. Chachacoma V. Medicinal; Forrajero; Combustible
VI. Chachacoma, Senecio eriophyton, conjuntamente con la flor de puna y la pupusa se emplean en la
puna o mal de altura. En infusión se emplea contra el aire y en bronquitis rebeldes. En Vilama esta especie
se agrega como condimento a las comidas (Laval, 1957: 214). En Socaire, Chachacoma, Senecio
eriophyton, medicinal contra la “puna” y el “aire” (Munizaga et al., 1958: 18). En Iquique, el herbolario
Paucay lo recomendaba en infusión para bajar la presión sanguínea alta. También para afecciones esto-
macales, cansancio, asma, bronquitis y tos convulsiva (Munizaga, 1963: 248). En la región de la Puna
atacameña, este vegetal elimina los trastornos que produce la altura y cura las enfermedades del corazón
y aún del estómago (Gunckel, 1967: 32). En Purifican, Chachacoma, Senecio eriophyton, utilizado para
la puna y mal aire (Serracino et al., 1974: 58). En Toconce, “Chachacoma blanca o chachacoma del
burro”, Senecio atacamensis, forrajera. También “Chachacoma”, Senecio graveolens, especie alimenti-
cia, medicinal, ritual (Aldunate et al., 1981: 216).
(61). I. Sisymbrium niveum II. Crucíferas III. Chacra
IV. Alelí V. Adorno; Forrajero; Ritual
VI. Ninguna.
(62). I. Sonchus oleraceus II. Compuestas III. Chacra
IV. Cerraja; Ñilgue V. Medicinal
VI. Ñilgue o cerraja, Sonchus oleraceus, se suministra en las afecciones febriles (Laval, 1957: 216). En
Socaire, cerraja, Sonchus oleraceus, forrajera y medicinal (Munizaga et al., 1958: 17). Gunckel la deno-
mina Cerraje, Sonchus oleraceus y es considerada maleza en cultivos pero medicinalmente se emplea
contra la fiebre (1967: 26). En Toconce, “Viracocha o wiracocha”, Sonchus oleraceus, maleza utilizada
hasta tiempos subactuales como sustituto de la coca (Aldunate et al., 1981: 220).
(63). I. Stipa sp.II. Gramíneas III. Chacra
IV. Paja sucuya V. Forrajero; Perjudicial; Ritual
VI. En Toconce, los ritos funerarios exigen que las ramas secas de “Alma Tola”, Fabiana denudata, sean
amarradas con “sikuya”, paja a la que por su “olor amargo” se le atribuye el efecto de “limpiar” a los
deudos durante la ceremonia del “lavatorio” (Aldunate et al., 1981: 197 y 210).
(64). I. Tarasa operculata II. Malváceas III. Chacra
IV. Malva; Malvisca V. Medicinal; Forrajero; Otros
VI. En Peine, con la chacha, el molle, copa copa y malvas se prepara el “vaho” o “pisada de agua”, que
mejora o sana a personas que sufren de reumatismo (Mostny et al., 1954: 98). Malva, Malvastram
pediculariaefolium, utilizada para bañar a los niños recién nacidos, junto con bailahuén, montenegro y
pingo-pingo, medicinal contra los resfríos y las afecciones febriles. En las comunidades altoandinas de la
II Región, la malva fue una especie utilizada para lavarse el pelo (Laval, 1957: 215; Munizaga et al.,
1958: 21; Aldunate et al., 1981: 218).
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(65). I. Tarasa tenella II. Malváceas III. Chacra
IV. Malva Rosa V. Adorno
VI. Ninguna
(66). I. Tessaria absinthioides II. Compuestas III.Chacra; Quebradas
IV. Brea V. Medicinal; Forrajero
VI. En Peine, brea, se usa como forraje y es una yerba arbustiva que crece cerca del salar, y que también
es usada para empajar los techos (Mostny et al., 1954: 14). En Socaire, brea, Tessaria absinthioides, es
buen forraje cuando está nueva, especialmente para burros. También para empajar techos (Munizaga et
al., 1958: 15). En Toconce, “Brea o sorona”, Tessaria absinthioides, es una especie alimenticia y ritual
que forma durante todo el año engrosamientos radicales comestibles o “sichas” que poseen una corteza
denominada “chulla” o “chulla pacha”, las que son utilizadas para ofrendar al campo, al agua y al ganado
(Aldunate et al., 1981: 218).
(67). I. Tephrocactus camanchoi II. No determinado III. Tolar
IV. Wagrilla; Guagrilla V. Medicinal; Forrajero
VI. Ninguna.
(68). I. Thoasa sp. II. No determinado III. Tolar; Pajonal
IV. Monte Blanco V. Forrajero
VI. Ninguna.
(69). I. Tiquilia sp. II. Borragináceas III. Tolar
IV. Cauchar V. Forrajero
VI. En Socaire, Cáuchal, Coldenia paronychioides, forrajera y alimenticia, se comen sus raíces que son
dulces (Munizaga et al., 1958: 16).
(70). I. Urmenetea atacamensis II. Compuestas III. Tolar
IV. Coquilla; Kotar; Kotaro V. Forrajero; Otros
VI. En Socaire, Cótar, planta forrajera (Munizaga et al., 1958: 17). En Toconce, “Coquilla o coca del
suri”, Urmenetea atacamensis, especie medicinal y con otros usos. Fue usada hasta tiempos subactuales
como sustituto de la “coca”, mascándola sola o con “chile”. Sirve como remedio para la “puna” y puede
ser bebida como infusión (Aldunate et al., 1981: 218).
(71). I. Verbena II. Verbenáceas III. Chacra; Tolar
IV. Verbena V. Medicinal
VI. En Peine, la decocción de la verbena es buena para la tos (Mostny et al., 1954: 98).
(72). I. Werneria glaberrima II.Compuestas III. Tolar; Pajonal
IV. Marancel V. Medicinal
VI. En Peine, Maransél, planta cordillerana, con propiedades medicinales ya que es “buena para los
pulmones” (Mostny et al., 1954: 98) Marancel, Clarionea atacamensis, medicinal, ya que se utiliza la
raíz sola para dolores al cuerpo y es acompañada de verbena en los resfríos (Laval, 1957: 215) En Socai-
re, Maransel, Perezia atacamensis, especie medicinal para los traumatismos, se aplica como cataplasma.
Los habitantes de esta localidad distinguen Maransel macho y hembra (Munizaga et al., 1958: 21).
(73). I. Xanthium spinosum II. Compuestas III. Quebradas; Chacra
IV. Cronke; Cepa de Caballo V. Medicinal; Otros
VI. Cepa de caballo, Xanthium ambrosioides, medicinal, para combatir enfermedades cutáneas, especial-
mente en aquellas afecciones pustulosas, se toma durante nueve días consecutivos. También para las
afecciones de las vías urinarias inferiores (cistitis, uretritis) y en las gastralgias (Laval, 1957: 213). En
Socaire, Cepa de caballo, Xanthium ambrosioides, medicinal, contra los granos. También constituye una
278
maleza muy perjudicial en las terrazas de cultivo (Munizaga et al., 1958: 17). Cepa de caballo, Xanthium
ambrosioides, especie medicinal y perjudicial en los terrenos de cultivo y que debe haber llegado desde la
Argentina (Gunckel, 1967: 26). En Toconce, “Sepa caballo, setacaballo o sepicaballo”, Xanthium spinosum,
planta medicinal y con otros usos que se utiliza para azotar a los participantes de la “challa”, a fin de que
mantengan el ritmo del baile (Aldunate et al., 1981: 220).
(74). I. Zea mays II. Gramíneas III. Chacra
IV. Pelo de choclo; Seda de Choclo V. Medicinal
VI. Si bien la especie en sí es una de los principales plantas alimenticias de Andinoamérica por sus
aportes nutricionales, se considera en la presente investigación como medicinal, ya que muchos de los
informantes nos señalaron que el pelo o seda de esta especie poseía claras propiedades antiespasmódicas
y carminativas.
279
Apéndice II
Indice alfabético de nombres vernaculares de las especies vegetales
del área de Talabre
Los números que acompañan a cada nombre corresponden a las especies identificadas en el Apéndice I.
A
Ajenjo, 9.
Alfa, 44.
Alfalfa, 44.
Algarrobo, 56.
Alelí, 61.
Alina tola, 18.
Altea, 49.
Añahua, 3.
Añague blanca, 3.
Añawa blanca, 3.
Añagua negra, 7.
Añawa negra, 7.
Azafrán, 25.
B
Bailahuén, 36.
Bailabien, 36.
Berro, 46.
Bilanquicho, 37.
Brea, 66.
Brama, 27.
C
Cachiyuyo, 13.
Cachiyuyo de los bajos, 14.
Cadillo, 1.
Cafle, 19.
Cauchar, 69.
Cepa de Caballo, 73.
Cerraja, 62.
Coba, 51.
Coca, 29.
Coco del diablo, 26.
Conte conte, 41.
Conte conte chico, 41.
Copa copa, 10.
Coquilla, 70.
Core, 2.
Cronke, 73.
Cuernillo, 5.
Cuerno, 5.
Culchao, 37.
Culichao, 37.
CH
Chacha, 51.
Chacha hembra, 51.
Chachacoma, 60.
Chañar, 34.
Chapi chapi, 1.
Chijua, 16.
Chijua chijua, 16.
Chilca, 17.
Chilca amarga, 17.
Chokel, 14.
Choquel, 14.
Chuchikan, 47.
Chuquican, 47.
E
Espárrago, 11.
F
Flor de la puna, 22.
G
Garbanzo, 12.
Grama, 27.
Guaylabén, 36.
Guagrilla, 67.
H
Hierba tapón, 40.
Higueriya, 26.
I
Iloca chico, 6.
Iloca macho, 4.
Iloca grande, 4.
Ilocar, 4.
K
Kafle, 19.
Kotar, 70.
Kotaro, 70.
L
Lampaya, 39.
Lampaya hembra, 39.
Leche, 30.
Lechero, 30.
Liquia, 18.
LL
Llantel, 54.
Llantén, 54.
Llareta, 15.
M
Malva, 64.
Malvisca, 64.
Malva rosa, 65.
Marancel, 72.
Menta , 45.
Menta pastilla, 45.
Molle, 58.
Monte blanco, 68.
Monte negro, 32.
Ñ
Ñilgue, 62.
O
Ojalar, 14.
Ortega, 20.
Ortiga, 20.
280
P
Paiko, 23.
Paja brava, 33.
Paja sucuya, 63.
Palke, 21.
Palque, 21.
Pasto de leche, 30.
Pega pega, 1.
Pelo de choclo, 74.
Perlilla, 38.
Pimiento, 58.
Pingo pingo, 28.
Pupusa al agua, 52.
Pupusa del agua, 52.
Q
Quiebra olla, 25.
R
Rica rica, 2.
Romerillo, 59.
Roseta, 38.
Ruda, 57.
S
Sangrinaria, 55.
Seda de choclo, 74,
Sobaco negro, 53.
T
Tabaco burro, 48.
Tabaco cimarrón, 48.
Tara, 32.
Tícara, 8.
Tola lejia, 18.
Tolilla, 31.
Tomatillo, 42.
Toronjil cuyano, 43.
Tuna, 50.
V
Verbena, 71.
W
Wagrilla, 67.
Warawira, 35.
Wirawira, 35.
Y
Yerba buena, 45.
Yerba tapón, 40.
Yuyo, 24.
281
Figura 1. Ubicación del área de estudio en la II Región. Adaptado de Núñez (1995)
282
Figura 2: Detalle del área de investigación en el cual es posible apreciar las tres principales unidades
ecológicas: Oasis y Salares, Quebradas Intermedias (Tolar) y Alta Puna (Pajonal)
... Anthropological and ethnobotanical studies in Chile, initiated at the end of the 20th century, compiled valuable and detailed information about the uses of native plants by local communities. These ethnobotanical studies focused particularly on indigenous communities in the north of Chile (Aldunate et al. 1981(Aldunate et al. , 1983Cárdenas 1998;Castro et al. 1982;Munizaga and Gunkel 1958;Plath 1968;Serracino et al. 1974;Villagrán et al. 1998aVillagrán et al. , b, 1999Villagrán et al. , 2003Castro 1999, 2004), the Mapuches from Southern Chile (Bragg et al. 1986;De Mosbach 1992;Gumucio 1999;Gusinde 1936), local communities on the islands of the Chiloé Archipelago (Chaer and Jerez 1999;Meza and Villagrán 1991;Villagrán et al. 1983), and some communities in Patagonia (Martínez Crovetto 1968, 1982Massardo and Rozzi 2006). ...
... To start, we reviewed classic natural history texts (e.g. , Muñoz 1975;Reiche 2013;Rosales 1877, among others), ethnobotanical studies of Chile's flora (e.g., Aldunate et al. 1981Aldunate et al. , 1983Bragg et al. 1986;Cárdenas 1998;Castro et al. 1982;Gumucio 1999;Gusinde 1936;Meza and Villagrán 1991;Munizaga and Gunkel 1958;Plath 1968;Serracino et al. 1974;Castro 1999, 2004;Villagrán et al. 1983Villagrán et al. , 1998aVillagrán et al. , b, 1999Villagrán et al. , 2003, and books about useful plants (e.g., Juliet 1962; Montes and Wilkomirsky 1985;Muñoz et al. 1981, among others). Then, we conducted a literature search in the databases of the libraries of INIA (Agricultural Research Institute, Chile) and Memoria Chilena (National Library) and by searching in Google Scholar and Web of Science (WOS). ...
Article
Native Useful Plants of Chile: A Review and Use Patterns. We compiled an inventory of the uses of the native flora of Chile by extracting uses cited in the literature until 2015. The inventory reported use citations for a total of 995 species of useful vascular plants (23% of Chile’s flora). These data were used to test the hypothesis that some plant families are overrepresented (overused) for some use categories. We used two statistical approaches: a Bayesian and an imprecise Dirichlet model (IDM). Families with a higher number of useful species are Asteraceae, Poaceae, Fabaceae, and Solanaceae. However, according to both the Bayesian and IDM approaches, the Grossulariaceae, Myrtaceae, Lamiaceae, Nothofagaceae, Salicaceae, Rosaceae, and Bromeliaceae are overrepresented. We found 501 species with medicinal uses, 228 with edible uses, 341 used for animal fodder, 300 considered ornamental, 102 used as dyes, 89 for ritual purposes, 75 for timber, and 51 species as a source of fiber. Over 43% of the useful species are endemic to Chile, and 4.7% are threatened. Our results indicate that the plant families of Chile with greater species richness are more likely to have a higher number of useful plants. However, some families tend to be overrepresented and others underrepresented within the different use categories, suggesting a non-random taxonomic distribution pattern of flora use.
... "Lavatorio" was a rite to cleanse relatives, animals, things (objects) and the deceased during the "separación de las almas" -i.e. separation of souls (Cárdenas Hidalgo 1998;Villagrán et al. 1998). The presence of Aloysia deserticola as the other important species in the CCS -adding here that the fragments assigned as Aloysia sp. as the only local species of the genus were A. deserticola sensu. ...
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Social circumstances of the use of fire and firewood in past Andean societies are assessed through the anthracological, architectural and contextual analysis of a ritual burning in a foundational event of the agropastoralist societies from the Argentine Puna, at the southernmost part of the high desert of South Central Andes, ca. 1500 B.P. Ethnoarchaeological records on the properties and uses of native bush firewood are alluded to in the interpretation of the context. The composition of the dead bushy mixture was established as made up of 13 plant taxa collected in the vicinity -firewood, and collected in advance far from the place of use -incense plants. Likewise, differences in the composition of the plant mixture were observed when comparing the combustion core and the upper sector of the hearth. An uneven distribution of the soot was recorded, which showed the internal management of firewood and combustion residues. Aromas, smoke, color and light contrasts in the architecture of the combustion structure and the fire itself were defined. From this, a sensory ensemble and a given atmosphere around the fire are defined. They would correspond to household commensality events of the co-resident group which took place during the foundation of the “corral” for the confinement of the Camelidae cattle, and therefore during the foundation of the agro-pastoralist social group itself.
... For us dryness, rough terrain and endless landscapes are perceived with high familiarity (e.g. Cárdenas, 1998), while persistent rain, dense forests, and evergreen territories are, in fact, alien. ...
Thesis
The transition from foraging to the domestication of plants and animals in the Atacama Desert (ca. 3,000 BP) seemed to spark the emergence of social complexity, sedentarism, and the end for Hunter-Gatherer lifeways. Nonetheless, ethnohistorical evidence suggests the opposite. To challenge current narratives this work proposes an alternative perspective where the key is to ignore simple versus complex dichotomy and instead look deeply at the sources of evidence available. To test this proposed new narrative the basin of the Camarones Valley was the sampling area; a river valley located at the core of the Atacama that covers latitudinally from the Andean mountains to the Pacific. Therefore, an assessment of historical sources, the interpretation of freely available satellite imagery, and a sample of the new sites remotely sensed were surveyed. As a result, approximately 2,000 new archaeological sites in the basin of Camarones shows that agriculture was very limited, small-scale sites constitutes 90% of the record, and that pre-Hispanic people settled and moved around the landscape as a whole deriving in a high-mobility landscape showing limited evidence of sedentarism, disproving the current narrative of 'social complexity' and its close relation with sedentism. With this new information, a reorganization of the current multi-ethnic paradigm was also proposed for the different periods after the Formative. This change reflects that at least two distinct groups of foragers inhabited the western Chilean valleys during the Late Intermediate Period, and possibly prior to this. Finally, together with the proposal of the paradigmatic enhancement, it was possible to identify two types of archaeological sites unpublished for the Camarones Valley, the stoneworks for hunting called chaku and caycu. These have great implications for future research that will allow us to know in more detail the role of hunters in pre-Hispanic times.
... Taxa vegetales presentes en el Piso Miñiques (Datos tomados deCárdenas 1998Cárdenas , Villagrán et al. 2003Cárdenas y Núñez et al. 2009b). ...
... En el caso de los Andes Tropicales, considerados como un "hotspot" o foco de biodiversidad (Mitt ermeier et al. 1998), uno de los ejes para lograr su conservación, gira en torno a conocer cuál es la percepción sobre sus ecosistemas y sus problemáti cas, más aún en el contexto del cambio climáti co. Es así que, desde la década de los 80s es considerable el nivel de esfuerzo dedicado a la percepción de los ambientes andinos (Hoff mann & Hoff mann 1980, Filp et al. 1983, Hidalgo 1998 generados en Chile y Lopez-Zent 1995 en el páramo venezolano). Así también, existen otros estudios sobre la percepción del cambio climáti co en Colombia (Pinilla-Herrera et al. 2012) y su impacto en la escases de agua en los Andes de Colombia (Murti nho et al. 2013) e incluso se cuenta con una revisión a nivel lati noamericano sobre los estudios generados sobre la percepción del cambio climáti co (Forero et al. 2014). ...
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Background The genus Haplopappus Cass. [Asteraceae] comprises a large number of species distributed mainly in Chile and with various traditional medicinal uses. Purpose The present review addresses the botany, traditional uses, chemistry, biological and pharmacological activities of the genus, aiming to further potentiate the associated research and applications. Study design and Methods Literature data on the chemistry and bioactivity of the genus Haplopappus were mainly retrieved from digital databases such as SciFinder®, PubMed®, and Google Scholar®, as well as from the scientific journal publishers’ platforms linked with these databases. Results and discussion Although the majority of the botanical taxa of the genus Haplopappus has been understudied, available information is promising regarding its phytochemistry and bioactivity. A total of more than 400 compounds are present in different Haplopappus species, mostly terpenoids and phenolic compounds. Scientific literature supports various health promoting effects of Haplopappus extracts and isolated compounds, principally their effect against human pathogenic bacteria and their high antioxidant capacity. The existing limitations highlighted hereby are mainly associated to the lack of modern investigation regarding a wider number of Haplopappus species and chemical compounds, as well as to the absence of in vivo bioactivity results and clinical trials. Conclusion Scientific literature supports the ethnopharmacological, phytochemical and bioactive potential of the genus Haplopappus, however the aforementioned limitations need to be addressed in order to further promote and broaden both scientific research and future applications and uses.
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Usos tradicionales de 730 especies de plantas nativas de Chile.
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Facultad de Ciencias Sociales Administrativas y Económicas Departamento de Antropologfa This paper presents the results of a rock art study carried out at Quebrada Quesala on the eastern border of the Salár de Atacama basin (Antofagasta, second region in northern Chile). The study is focuses on the relationship between the rock art and its surrounding space, emphasizing the location of the rock art within the context of the natural and cultural features of the landscape. A recurring association was identified between the rock art and five wider sections of the generally narrow canyon of Quesala, which is connected to complementary ecological zones. As well, the rock art was linked to specific cultural features such as trails, stone structures of transitory camps, and the intentional grouping of copper bearing stones, among others. Based on these finding, I propose that the rock art was located along the wider section of the canyon of Quesala to denote or because of its particular geographic attributes, and that the choice of location was a cultural response to the conditions of passage of mobile prehistoric human groups. This rock art was possible made between the Formative Period and Middle Period (ca. 1.000 a.C.-900 d.C.).
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We present an historical account of advance in anthropological research on the Aymara and Atacameño peoples of Northern Chile from the middle of the XIXth century to the present. This account is contextualized historically in tandem with the evolution of the discipline at the moments in which knowledge was generated. This study ends with an analysis of current knowledge of these peoples, pointing out progress, studies still lacking, and challenges for future investigation.
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En este trabajo presentamos una síntesis interpretativa de datos sobre religiosidad de los pastores, obtenidos en un área del Altiplano Andino Meridional, que se encuentra ubicada en el NO de la provincia argentina de Jujuy, cerca de los límites con Chile y Bolivia. Dichos datos fueron recogidos en tres trabajos de campo, llevados a cabo en distintos periodos de los años 1977, 1978 y 1979. Los mismos tuvieron como escenario principal la casa de una familia de pastores asentados a unos 20 km. al sur de Mina Pirquitas, utilizándose dicha casa, que simultáneamente nos sirvió de albergue, como base de nuestras operaciones. Trabajamos, también, en otros puestos de la misma familia, así como con familias vecinas.
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La mas ligera comparacion entre datos — de diferentes etnologos — relatives al « dios del cerro » (uno de los mas importantes dioses andinos), pone de manifiesto el caracter extremadamente contradictorio de esta deidad : Una gran variedad de apariencias, ropajes y conductas sugieren, mas bien, una multiplicidad de entidades religiosas diferentes reunidas arbitrariarriente en un solo nombre (sea wamani, apu, achachila, mallku, etc., segun la region). Considerando, sin embargo, esta diversidad como un conjunto que proviene de un mismo universe micro-semantico, el autor se aproxima a la estructura profunda que le otorgaria su coherencia interna, su logica, y permifiria la manifestacion, a niveles mas superficiales del discurso social, de imageries tan ambiguas e imprecisas.
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It is suggested that if archaeologists are to be successful in understanding the organization of past cultural systems they must understand the organizational relationships among places which were differentially used during the operation of past systems. This point is illustrated by observations made among the Nunamiut Eskimo. Against this background it is demonstrated that the two most common forms of archaeological systematics, “assemblage”- versus “type”-based systematics, are not appropriate for the study of places. In the latter case, it is not possible to analyze places as such, while one cannot see places with different “content” as part of a single system in the former. It is concluded that current archaeological systematics are totally inappropriate for studying past systems of adaptation and their evolutionary modification.
Las chullpas de Toconce y su relación con el poblamiento altiplánico en El Loa Superior. Período Tardío. Tesis para optar al grado de Lic
  • C Aldunate
  • V Castro
ALDUNATE, C y V. CASTRO. Las chullpas de Toconce y su relación con el poblamiento altiplánico en El Loa Superior. Período Tardío. Tesis para optar al grado de Lic. en Arqueología y Prehistoria. U. de Chile. Santiago.
Caracterización Antropológica de las poblaciones andinas de la I y II Región
  • M M Bahamondes
  • P Azocar
CASTRO, M.; M. BAHAMONDES, y P. AZOCAR. Caracterización Antropológica de las poblaciones andinas de la I y II Región.