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A mi hijo Miguel Angel,
para que se mueva siempre a gusto.
PRÓLOGO
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.
Ahora que me dispongo a terminar este libro, en el mismo momento que voy a
escribir lo último, que son las primeras hojas del prólogo, es cuando me doy cuenta de
lo que quise hacer y no he podido lograr del todo. Para empezar, no soy capaz de
escribir un prólogo ingenioso y ocurrente. Me pasa, salvando las obvias diferencias,
como a Cervantes en su introducción al Quijote. No me queda más remedio que usar el
mismo recurso que utilizó él, los sabios consejos de un amigo. Desocupado lector,
permítame este pequeño hurto. Yo también quisiera que este libro, como hijo del
entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pueda
imaginar; pero como no he podido contravenir el orden de la Naturaleza, que en ella
cada cosa engendra su semejante (Cervantes, 1605). Desde luego que así ha sido.
También quise desvelar los cimientos del querer y me he quedado en el
principio… de la motivación humana. Solo he empezado a poner orden y a darle un
marco coherente a un escenario confuso, lleno de minifundios teóricos, como me parece
que es el estado actual de los trabajos en psicología de la motivación. Y se me antoja
que todavía queda mucha labor de aseo por hacer. La meta final está clara, es necesario
engranar los estudios científicos de motivación con un modelo general de sujeto
psicológico, que proceda, a su vez, de una filosofía coherente de la ciencia humana.
Esos motivos explican la estructura del libro. Por eso lo primero que se va
encontrar el lector es una revisión histórica de las principales alternativas de estudio de
la motivación humana desde los comienzos de nuestra ciencia. Pero se trata de una
revisión crítica, se propone una narración que lleva en sí misma un modo de
interpretación y evaluación de esas alternativas. El autor no hace otra cosa que lo que
piensa que es más característico del ser humano: tener intenciones e interpretar todos
los acontecimientos de su vida.
Los dos capítulos que siguen a este primero, intentan sentar las bases de los
cimientos de este proceso psicológico. En el capítulo segundo, desbrozamos el campo,
1
Este trabajo se ha llevado a cabo en el marco de un proyecto financiado por la Dirección General de
Investigación Científico y Técnica, PB 92/0127.
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lo delimitamos, definimos las principales dimensiones del proceso motivacional,
describimos sus componentes y reivindicamos un modo de entenderlo. Defendemos una
visión del proceso motivacional conformado por unos guiones básicos de acción que
adquieren su sentido y significado en cada uno de los escenarios dramatúrgicos que
conforman la vida social. El capítulo segundo sigue un camino más genético, trata del
desarrollo de la motivación. Aunque rápidamente empezamos a hablar del bebé, no
seguimos los esquemas al uso. No describimos etapas del desarrollo. Preferimos
quedarnos en lo básico y tratar de plantear dos problemas fundamentales: el origen de
los motivos y las circunstancias que tenemos que tener presente para agarrar el complejo
proceso de la internalización de patrones, motivos, valores, normas,…, en fin, de todos
los elementos de nuestra conciencia.
Los capítulos cuatro, cinco y seis, recogen la información más esencial de lo que
magníficamente llaman los anglosajones el estado del arte de la motivación. El cuarto
describe los componentes principales de la polaridad extrínseco-intrínseco, que no es
otra cosa que la denominación psicológica del gobierno de las voluntades, ajenas o
propias. El quinto se introduce en las siempre confusas participaciones de lo cognitivo
en el control de nuestra activación y preparación de la acción. El capitulo sexto presenta
de forma extensa lo que la psicología ha dicho sobre tres de las grandes metas de nuestra
humanidad, la eficacia, la amistad y el poder.
Hasta aquí llegamos en la primera parte del libro. Con ella hemos querido
mostrar una panorámica de los distintos campos de labranza de los estudios
motivacionales. En la segunda parte hacemos una pequeña visita por el huerto
educativo. Para introducirnos en él, hemos optado por hacerlo de la mano de un aspecto
poco destacado de la motivación, pero que, como el mundo educativo bien sabe, es uno
de los caballos de batalla de las ciencias humanas, los procedimientos de evaluación. En
este caso, claro está, de la motivación. Los dos capítulos finales pretenden enseñar un
modo de entender el papel que juega la motivación en la educación y el aprendizaje,
primero sentando las bases de un marco teórico sólido y después entrando en la espinosa
labor de proponer diversas estrategias para conseguir motivar para el aprendizaje.
En definitiva, que esto que tiene entre sus manos, asombrado lector, no es un
libro aséptico, no es un libro de texto expositivo al uso. Son historias con sus moralejas
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e intenciones. Es una presentación de lo que se ha dicho de la motivación humana pero
que toma partido, lo mismo que decía el poeta que había que hacer con los versos, tomar
partido hasta mancharse.
Otros de los propósitos básicos del libro era construir una narración amena, decir
gracias y escribir donaires (Cervantes, 1615). No sé si lo he conseguido. Lo que si sé es
que es de toda imposibilidad imposible componerlo tal, que satisfaga y contenten a
todos los que lo leyeren (Cervantes, 1615). Por eso sólo le quiero pedirle un favor,
magnánimo lector, que si le molesta el estilo de algún apartado, tenga misericordia con
la información que transporta. Desprecie la forma, pero salve el conocimiento que allí se
recoge, sobre todo porque es de otros y no tienen la culpa. Desde luego, el lector
siempre está exento y queda libre de todo respeto y obligación, y así puede decir de la
historia todo aquello que le pareciese, sin temor a que le calumnien por el mal, ni a que
le premien por el bien que dijera de ella ( Cervantes, 1605).
Tampoco estoy seguro de ser capaz de agradecer lo suficiente las muchas ayudas
y colaboraciones con las que he disfrutado a la hora de escribir este libro. Me parece que
para pagar esa deuda con tantos, las letras impresas son moneda barata. Pero es lo
mínimo, así que empiezo. Primero, lo primero, quiero dar las gracias por todo a quien
más me soporta, a Sonia, por lo que hubo, para lo que habrá. Después debo agradecer la
colaboración de los compañeros que se han atrevido a escribir conmigo, Nacho
Montero, Jesús Alonso Tapia y María Rodríguez Moneo. El lector fácilmente
reconocerá la valiosa aportación de ellos en sus páginas. También quiero corresponder
con palabras lo que es la gratitud por la experiencia de colaboración de años y años con
mis compañeros del Departamento de Psicología Básica de la U.A.M., sobre todo con
Alberto Rosa y Florentino Blanco. A todos ellos gracias por hacer verdad esa bonita
idea vygotskiana de que la conciencia y sus actos son fruto del co-conocimiento.
Finalmente estoy obligado a reconocer públicamente la labor realizada por tres
antiguas alumnas que han conseguido dar lustre a esta obra. Los comentarios que han
hecho Nuria Villegas, Azucena Montes y Raquel Agudo han inspirado muchas mejoras
en el texto y, a veces, sus inspiraciones han dado pié a algún apartado. Ellas, además, se
han encargado de lo más desagradable, se han cuidado de fijar las comas excesivamente
juguetonas, de enderezar las erratas y de desfacer algún entuerto con las referencias
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esquivas. Pero, lo más importante de todo, es que estos días he palpado su apoyo y
cariño. Probablemente no soy capaz de expresar la hondura de mi agradecimiento. No
obstante, me gustaría que supiesen que este trabajo es auténticamente suyo.
Vale.