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EL PANOPTISMO ESTELAR
Poder disciplinario, tecnología y ciudad
Aproximación desde los Estudios Urbanos a la obra de Michel Foucault; Vigilar y Castigar (1975)
IÑIGO LORENTE RIVEROLA
Cultura e historia del Urbanismo. Trabajo de curso.
Profesor: Fernando Roch Peña. Dpto. de Urbanística y Ordenación del Territorio
E.T.S. Arquitectura. Universidad Politécnica de Madrid.
Mayo 2015
ÍNDICE GENERAL
RESUMEN
p. 2
PALABRAS CLAVE p. 2
MICHEL FOUCAULT
p. 2
VIGILAR Y CASTIGAR
p. 3
LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL CUERPO
p. 5
EL ESPACIO DISCIPLINARIO
p. 7
LA DISCIPLINA URBANA
p. 10
VIGENCIA
p. 14
CONCLUSIONES
p. 19
BIBLIOGRAFÍA Y OTRAS FUENTES DOCUMENTALES
p. 21
El panoptismo estelar 1
RESUMEN
“… El cuerpo está también directamente inmerso en un campo
político; las relaciones de poder operan sobre él una presa
inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a
suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas
ceremonias, exigen de él unos signos.”
Michel Foucault. Vigilar y castigar. 1975
¿Qué es el poder disciplinario?, ¿Cómo se extiende en el cuerpo social?, ¿Cómo configura el espacio
construido? Ante la actual homogeneización en las formas urbanas y los hábitos de vida cotidiana de los
ciudadanos, en un contexto socioeconómico global de hegemonía capitalista con directrices neoliberales,
resulta de interés la lectura de obras como Vigilar y castigar de Michel Foucault (1975) a fin de esbozar los
mecanismos por los que el poder es aceptado y se sostiene en la masa social incluso en tiempos de crisis. El
poder disciplinario, que rige las actividades de intercambio de los individuos en el espacio y el tiempo, se
manifiesta en la práctica totalidad de las instituciones a través de actividades de vigilancia, coerción y
reconducción de la conducta. Éste se sirve de estructuras organizativas jerárquicas que se manifiestan en
todo ámbito en el que la actividad individual se desarrolla. La historia del urbanismo como ciencia social y
técnica no ha quedado al margen de los cambios disciplinarios que tuvieron lugar con el ascenso de la
burguesía al poder durante la Edad Moderna. Los espacios urbanos producidos desde entonces han
reflejado la jerarquía del poder a través de su organización, y las ciudades preexistentes han sido y son objeto
de readaptación a este modelo de poder. Incluso la denominada ‘revolución tecnológica’ actual, y los
cambios que a nivel urbanístico se espera produzca (la utopía de la “Smart-city”), pone de manifiesto el
despliegue absoluto de la disciplina moderna, disolviendo barreras hasta hace poco evidentes, vigilando y
reconduciendo la actividad de los ciudadanos.
PALABRAS CLAVE
Poder, disciplina, tecnología, economía política, panoptismo
MICHEL FOUCAULT
La ideología incierta
Michel Foucault (1926-1984), historiador, filósofo, y psicólogo de formación, fue sin duda alguna una de
las figuras más importantes e influyentes del ambiente cultural francés. Nunca quiso considerarse un
historiador de las ideas ni de las ciencias en el sentido estricto de la palabra, de hecho, la única denominación
que admitía era la de arqueólogo de aquello que da cuenta de forma más profunda de la cultura (Gallardo,
1989).
El autor es conocido, principalmente, por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial la
psiquiatría, medicina, las ciencias humanas, el sistema de prisiones, así como por su trabajo sobre la historia
de la sexualidad humana. Su trabajo sobre el poder, y las relaciones entre poder ha sido ampliamente
debatido hasta la actualidad, llegando a ser en el año 2007 el autor más citado del mundo en el ámbito de
las humanidades.
Teniendo en cuenta, que Foucault se dedicó prácticamente en exclusiva a la producción de conocimiento
en lugar de a su aplicación concreta o utópica, no confronta la realidad con ningún planteamiento que
ilustre su posicionamiento con respecto a la misma, y por tanto no propone medidas o políticas concretas
para transformarla. Así pues, enmarcar ideológicamente a este autor no resulta una tarea sencilla dada la
variedad de influencias que tuvo en vida, así como la gran diversidad de conocimiento que produjo. Es el
propio Foucault quien define la ideología ‘como un ídolo y un prejuicio’, es decir, como una noción eterna
inserta en una concepción de la historia fundada en totalizaciones (Gallardo, 1989). Su método
‘arqueológico’ de trabajo, consiste en proponer instrumentos de descripción y análisis enmarcados en una
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reflexión histórica sobre determinadas situaciones. De este modo, su obra se aparta de las ideologías
ofreciendo herramientas para teorizar sobre ciertas luchas específicas (antipsiquiatría, antipunitiva…). Por
lo tanto, sería incorrecto, hasta cierto punto imposible, encasillar la ideología de Foucault entre las
ideologías tradicionales, ya que su particular forma de concebir la realidad, lo llevaba a matizar y retomar
fundamentos teóricos de diferentes corrientes de pensamiento y diferentes perspectivas para poder
construir una percepción de la realidad en la que vivía. Por ello, resulta más conveniente limitar sus
planteamientos y contextualizar temporalmente las situaciones que los produjeron. En suma, la concepción
de la realidad de Michel Foucault se vino construyendo mediante hibridaciones de distintas corrientes de
pensamiento para construir una percepción propia de la realidad. Podría afirmarse que Foucault es
marxista, estructuralista, funcionalista, anarquista… porque metodológicamente infiere en todas estas
ideologías, y al mismo tiempo en ninguna.
Las revueltas de mayo de 1968 en Francia, en las que Foucault participó activamente, fueron muy
influyentes en la obra del autor, centrando parte de su literatura en el papel del Estado. Este autor concibe
el estado y las instituciones estatales con ciertas tendencias anarquistas, ya que es éste el lugar donde radica
el poder en última instancia, encargándose a través de sus instituciones (prisiones, escuelas, hospitales,
cuerpos de seguridad…) de canalizar todas las relaciones de dominación. Se construye de este modo una
red compleja y multidireccional que construye y afianza la percepción del Estado y la sumisión a sus
directrices por parte de los individuos, que en su conjunto, componen la sociedad.
En Vigilar y castigar Foucault ofrece una visión evolutiva de cómo se han establecido los mecanismos socio-
institucionales y espaciales de los que el poder estatal se sirve para mantener y garantizar una cierta
estabilidad y sumisión de los individuos, desplegando sistemas de vigilancia, análisis del comportamiento,
medidas coercitivas, y en última instancia medidas correctivas.
El autor identifica un momento histórico de inflexión en las formas de desplegar y extender el poder estatal
en el cuerpo social. Fue durante la Edad Moderna (s. XVII – XIX), momento de auge para la clase social
burguesa, cuando se consolidaron las nuevas formas de producción industrial, se impusieron nuevos
modelos jerárquicos de dominación y sumisión a través de la ‘humanización’ de la justicia en contraposición
a los mecanismos punitivos de carácter medieval.
El objeto del presente trabajo será la puesta en valor de los mecanismos espaciales y de control social que
expone Foucault en Vigilar y castigar, y cómo estos tienen lugar en las ciudades que habitamos, trasladando
algunos de ellos a la altamente tecnologizada sociedad actual, donde las tecnologías de la información están
disolviendo progresivamente los límites de la privacidad y la libertad de decisión del individuo a la par que
incrementan la información generada del mismo. De este modo se generan de manera progresiva nuevas
formas de dominación e intercambio que sobrepasan en algunos casos las barreras físicas, que pueden
afectar a la percepción y la utilización del espacio urbano por parte de los individuos que lo habitan.
VIGILAR Y CASTIGAR
El cambio de paradigma de la Edad Moderna
Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión (original en francés, Surveiller et Punir: Naissance de la prison),
publicado originalmente en 1975. Es un examen de los mecanismos sociales y teóricos que hay detrás de los
cambios masivos que se produjeron en los sistemas penales occidentales durante la Edad Moderna. El
interés de Foucault entre otros autores en el estudio de los sistemas penales responde a la idea de descubrir
el funcionamiento profundo y las insuficiencias de las sociedades a través de las condiciones que llevan a la
exclusión de los individuos ‘anormales’ 1. Lo cual conduce a que el estudio de las penas implica conocer en
gran medida los valores culturales del estado.
1 En términos del autor; aquellos que no cumplen las condiciones sociales de normalidad
El panoptismo estelar 3
En este contexto, es el propio autor quien destaca la obra de Georg Rusche y Otto Kirchheimer “Pena y
Estructura Social” como uno de los análisis de los que se sirve al escribir Vigilar y castigar. En esta obra se
estudian las penas como un producto de la cultura que las genera. La obra sostiene que cada sociedad
políticamente organizada, impone penas a quienes violan sus reglas. Dichas reglas se han desarrollado
porque la sociedad ha creado o adoptado valores sociales fundamentales la agresión a los cuales debe ser
combatida. Tales valores son juzgados como propiedades esenciales de la defensa social y la estabilidad, y
toda amenaza en contra de ellos o toda violación de las normas que los protegen es entendida como un
daño que debe ser prevenido por medio de la pena, cuya ejecución es considerada no solo como el
restablecimiento del deber de obediencia sino, además, como reacción defensiva del cuerpo social contra
quienes violan sus reglas. En otras palabras, «la defensa social constituye el fin de la pena o del tratamiento
penal. Las leyes puestas en vigor por el poder político del Estado que se expresan en el Código Penal, son
aquellas estimadas como necesarias por los grupos sociales que mediante su influencia sobre el Estado
poseen el poder para lograr su creación». (Rusche et al. 1939)
Partiendo de esta base, Vigilar y castigar no sólo contiene un análisis de lo punitivo y lo carcelario en los
orígenes de las sociedades occidentales modernas; sino que será la investigación formal del poder
disciplinario la que ocupará en el texto un lugar central. Junto a la historia de la modificación de las técnicas
de castigo y del aparato judicial, este libro pone en valor el papel de las disciplinas como agregados de
distintos acuerdos, normas, contratos, convenios, formas de propiedad, etc… generadores de una
‘microfísica del poder’ que opera en todos y cada uno de los individuos de una sociedad, manteniéndolos
dóciles con respecto a su posicionamiento jerárquico.
Las dos primeras partes del libro (Suplicio y Castigo) se centran en la evolución que sufrieron los sistemas
penales desde la Edad Media hasta la Edad Moderna.
El suplicio, como técnica última de castigo en la justicia medieval, era un riguroso modelo de demostración
penal, cuyo objetivo era el de manifestar públicamente la verdad que se había obtenido gracias al proceso
penal previo, ejerciendo un castigo físico sobre el cuerpo del delincuente. El suplicio en sí mismo consistía
en un ritual político, ya que en el derecho medieval el crimen suponía sobre todo un ataque frontal al poder
soberano del monarca, personalidad de la que emanaba la ley. Por lo tanto, la pena en la edad media suponía
una venganza ante la ofensa que el delincuente había hecho al rey como medio de restitución del orden.
Esta técnica de castigo, fundada en procesos judiciales sesgados dados los métodos para la obtención de
información por parte del condenado, consistía en producir cierta cantidad de sufrimiento apreciable sobre
el cuerpo del delincuente, haciéndose pública dicha tortura en las plazas y otros espacios públicos (las calles,
los patíbulos, los cementerios…) de las ciudades para ejemplarizar y disciplinar al resto de ciudadanos.
Además los suplicios implicaban cierta participación colectiva del castigo, en tanto que en ocasiones se les
permitía a los ciudadanos maltratar al castigado de muy diversas formas.
Entre los siglos XVII y XIX, se rechaza el suplicio como método de impartir justicia, considerándose éstos
como prácticas irritantes para el poder dado que en ellas se hacía alarde del exceso, la tiranía, y la sed de
venganza del monarca. Vergonzosas desde la situación de la víctima, a la que se reduce a la desesperación y
de la cual se quisiera todavía que “bendijera al cielo y a sus jueces de los que parece abandonada”. Peligrosas,
dado que el uso del espacio público como ámbito donde ajusticiar al reo haciendo de la masa social el
verdugo, a menudo hacía aflorar conflictos entre los ciudadanos y contra el poder, llegándose a crear
revueltas sociales contra el monarca, el juez, o el/los verdugos (Foucault, 1975). Como producto de este
último aspecto, en determinados casos el castigado llegaba a convertirse en objeto de admiración popular.
El posterior modelo de justicia se basaría en principios que evitarían el suplicio como herramienta de
castigo. Nacería así un sistema punitivo de ‘prevención del delito’ basado en reglas nacidas durante la
Ilustración tales como:
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- Regla de la cantidad mínima: El castigo deberá superar las ventajas que pudieran obtenerse de
cometer el delito.
- Regla de la idealidad suficiente: El castigo y sus consecuencias deberán estar presentes en la mente
del delincuente como medida coercitiva.
- Regla de los efectos laterales: La pena debe obtener sus efectos más intensos en aquellos que no
han cometido la falta, es decir, debe adoctrinar a la sociedad además de al delincuente.
- Regla de la certidumbre absoluta: Para asegurar que en la sociedad que la justicia implacable,
debe garantizarse que el delito va a ser castigado estableciéndose instituciones de vigilancia
colaboradoras con la justicia.
- Regla de la verdad común: Abandono del método de interrogatorio y tortura inquisitorial para
introducir el método científico en la vigilancia y la instrucción de un caso.
- Regla de la especificidad óptima: Cada pena deberá de estar modulada a las circunstancias del
delito y el delincuente que junto con la aplicación del método científico durante el proceso judicial
será garante de la mínima arbitrariedad tanto en el juicio como en la adecuación del castigo.
En lo que resta del libro (Disciplina y Prisión) Michel Foucault utiliza su particular ‘método arqueológico’
para exponer los mecanismos institucionales, sociales y espaciales de los que nace, se fundamenta, y que
posibilitan la operación en todo el cuerpo social del sistema punitivo moderno. Centrado en el análisis del
nacimiento y evolución de la nueva economía política del cuerpo por la que se modula la disciplina y la
economía del castigo, Foucault analizará los cambios aparecidos en instituciones como los hospitales, los
cuarteles militares, las escuelas y las prisiones fundados en este cambio de proceder histórico.
LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL CUERPO
El motor de la disciplina.
El término economía política se utiliza comúnmente para referirse al constructo interdisciplinar de las
instituciones y entornos políticos que influyen sobre la conducta de los mercados. Es decir, la economía
política estudia las relaciones que los individuos e instituciones establecen entre sí para organizar la
producción colectiva. Se presenta en esta obra el concepto de economía política del cuerpo para explicar las
relaciones de poder disciplinario sobre los individuos que mantiene las relaciones de producción y la
cohesión social. El principio de ‘humanización’ del castigo sobre el cuerpo del delincuente, supuso un
cambio sustancial en la economía política del cuerpo a través de los espacios institucionales del Estado como
representación última del poder. En Vigilar y Castigar, Foucault engloba en este término el modo por el
que en una estructura social jerárquica se sirve de la fuerza, la utilidad, la docilidad, la distribución y la
sumisión a los acuerdos normativos por parte de sus individuos para que sean productivos, puesto que el
individuo sólo se convierte en una fuerza útil para la sociedad cuando es al mismo tiempo productivo y
dócil.
Para comprender este principio y las tecnologías que de él se derivan se van a identificar en primer lugar
los agentes y fenómenos interventores.
Por una parte, todo individuo como ser vivo, racional y social dispone de habilidades particulares que se
desarrollan a lo largo de su vida. Como tal, dispondrá de una fuerza física y de trabajo, y una utilidad,
conocimiento, o capital cultural, así como una posición jerárquica determinada. Las relaciones o
interacciones entre individuos y/o conjuntos de individuos generan una estructura jerárquica de poder en
condiciones de equilibrio más o menos estable. En tal caso, el poder y por consiguiente las relaciones que
de éste se derivan, se organiza de manera múltiple y automática implicando a todos los individuos del
cuerpo social, y será la insubordinación individual la que justificará los actos de castigo sobre el cuerpo del
insubordinado en aras de restituir las relaciones de poder alteradas.
El panoptismo estelar 5
Figura 1. La economía política del cuerpo. Elementos.
Por otra parte, la convergencia en sociedad resultará exitosa y estable siempre que ésta se mantenga
productiva y cohesionada. Toda sociedad en funcionamiento tendrá un capital demográfico, económico y
de productos en constante circulación.
Será precisamente en el mantenimiento del orden social y la estabilidad de las relaciones de poder donde
Foucault pondrá especial interés en desarrollar su visión de las disciplinas.
Se entenderá por disciplina en este contexto a aquellos un constructos socio-culturales de normas y óptimos
de utilización del espacio, el tiempo y la información extensible a los individuos a través de las relaciones
de poder. Un individuo indisciplinado o ‘anormal’ será por definición aquel que se sitúa en un espacio
inadecuado para una secuencia temporal de actividades inadecuadas y por tanto, generando una
información inadecuada y observable, que pudiera desestabilizar las relaciones de poder. La puesta en
funcionamiento y el mantenimiento de las disciplinas está estrechamente ligado con la capacidad de
observación de las conductas individuales.
Para garantizar el funcionamiento del modelo productivo de una sociedad y la sumisión de sus individuos
a sus acuerdos disciplinarios será crucial el establecimiento de métodos de adoctrinamiento, coerción,
vigilancia, y castigo. Se denomina ‘tecnología política del cuerpo’ al conjunto de técnicas por los que se
articulan los sistemas disciplinarios para producir un aprovechamiento social del individuo.
Por una parte, las disciplinas dependen de la sumisión del sujeto a las normas. Normas que rigen a grandes
rasgos la utilización del espacio, tiempo e información definiendo la forma correcta o, mejor dicho, las
formas incorrectas de utilizarlos.
Por otra parte, para hacer efectiva dicha tipificación garantizando la sujeción de la actividad individual a la
misma. La coerción comenzará por el adoctrinamiento del individuo en un determinado entorno, dicho
comportamiento será examinado haciendo uso de diversos mecanismos de vigilancia y, en última instancia,
en caso de que el comportamiento del individuo se muestre anormal, se procederá a su castigo. Gracias a la
vigilancia, el poder disciplinario se consigue integrar y vincular tanto con la economía como con los fines
del dispositivo en el que se ejerce, permite emitir juicios, identificar a quienes incumplen la disciplina, y
modular las medidas correctivas sobre el cuerpo de los individuos (Foucault, 1975).A través de estas dos
componentes (normalización y coerción) la disciplina se hace omnipresente en todas las instituciones y
relaciones de poder del cuerpo social.
En suma, la economía política del cuerpo consistirá en idear y poner en funcionamiento los mecanismos
necesarios para que el individuo resulte útil para la sociedad en su conjunto y no reaccione contra ella,
derivándose de ello un ‘saber’ del cuerpo y un dominio de sus fuerzas superior a la capacidad de vencerlas.
(Foucault, 1975)
sociedad
individuo
relaciones de poder
disciplina
espacio
demográfico
económico
recursos
tiempo
información
modelo
productivo
capital
observación
fuerza
utilidad
ubicación
El panoptismo estelar 6
Figura 2. La disciplina como articulador de la tecnología política del cuerpo.
Los cambios producidos en los sistemas punitivos no pueden entenderse desligados de la perspectiva
histórica. Tanto Foucault como Rusche y Kirchheimer hacen hincapié en los cambios sociales que se dieron
durante en la Edad Moderna, en los que la figura hegemónica del monarca se vio superada por la burguesía
emergente y las nuevas condiciones socioeconómicas de la época. Los nuevos modos de producción
industrial, el aumento de la riqueza de la burguesía, el cambio de condiciones de vida y crecimiento
demográfico de las clases trabajadoras supusieron una disminución significativa de los crímenes de sangre
en favor de un incremento de los delitos contra la propiedad privada.
En este contexto, la burguesía emergente siente la necesidad de un ejercicio más escrupuloso de la justicia,
que castigue toda clase de pequeña delincuencia que antes dejaba escapar, y para la que el suplicio resultaría
desmedidamente cruel e ineficaz. Los juristas y reformadores durante el siglo XVIII exigieron ‘castigar con
una severidad atenuada, quizá, pero castigar con más universalidad y necesidad’ (Foucault, 1975).
Puede concluirse que el cambio histórico radical en la economía política, impulsado por la burguesía
emergente, implicó una profunda reestructuración de la economía política del cuerpo. Los nuevos
paradigmas tanto en lo productivo como en lo disciplinario supusieron una reestructuración del espacio
social de las ciudades reformulada desde las nuevas instituciones del Estado. Esto supondría el
advenimiento de no sólo una nueva forma de ejercer el poder de vigilar y castigar, sino que también
supondría la adopción de nuevas tecnologías espacio-tempo-informacionales capaces de hacer extensibles
de un modo automático los mecanismos coercitivo-disciplinarios al cuerpo social.
EL ESPACIO DISCIPLINARIO
Tecnología política del cuerpo
El rechazo a las técnicas de enjuiciamiento y castigo medievales durante la Edad Moderna no puede
entenderse desligado de los principios de la época.
En defensa de la propiedad privada, y favoreciendo la lucha contra los delitos que perjudicaran el
funcionamiento de los modos de producción, los cuales alcanzaron cifras sin precedentes durante el siglo
XVIII (robos, contrabando, pillería, holgazanería…) la burguesía ilustrada, impulsó un cambio profundo
de paradigma en los sistemas punitivos. En este contexto, se considera que el delito ataca a toda la sociedad
en su conjunto (y no al rey), y que en consecuencia la sociedad tiene el derecho de castigarlo.
SOCIEDAD
INDIVIDUO
DISCIPLINA
Adoctrinamiento
COERCIÓN
Vigilancia
Castigo
Espacio
Tiempo
Información
NORMALIZACIÓN
El panoptismo estelar 7
Esta nueva técnica de castigo deja de concebirse como una venganza, sino que se justifica a partir de la
defensa de la utilidad del individuo para el cuerpo social.
Surgirá de este modo una nueva economía del castigo cuyos pilares fundamentales serán los siguientes:
- Omnipresencia: El poder de castigar deberá estar repartido en circuitos homogéneos susceptibles
de ejercerse en todas partes, de manera continua y hasta el grano más fino del cuerpo social.
- Universalización: El delincuente será enemigo de la sociedad por introducir en ella ‘desorden’.
- Humanidad: ejercer el derecho de castigar no perseguirá el objetivo de venganza o demostración
de poder, en su lugar buscará restituir el orden social corrigiendo los comportamientos del
individuo en una pieza útil para la sociedad.
- La verdad científica: Como único modo eficaz de abandonar el método inquisitorial y modular
las penas a las circunstancias reales bajo las que se ha cometido un determinado delito.
- Proactividad: La manera más eficaz de prevenir el acto delictivo será someter a éste a diversos
mecanismos de control y evaluación de su conducta en busca de pautas erráticas en la misma.
Incrementando la vigilancia de los mismos a fin de preservar la seguridad.
- Disciplina: Basada en la especialización funcional de las actividades de los individuos en el espacio,
siendo éstos sometidos a examen como mecanismo de coerción garante de su sumisión a los
acuerdos prescriptos.
La aceptación de acuerdos disciplinarios por parte de los individuos en el nuevo paradigma de justicia, en
el que se habían rearticulado las relaciones de poder en base a nuevas normas, dependió y depende en la
actualidad de nuevos métodos de adoctrinamiento, vigilancia jerárquica, examen y castigo dentro de
espacios controlados.
Si se acepta el posicionamiento teórico de que los criterios de ordenación del espacio condicionan y vienen
condicionados por las estructuras jerárquicas de los individuos que los habitan, la nueva tecnología política
del cuerpo impregnaría el conjunto de la sociedad dejando una impronta reconocible tanto en los espacios
disciplinarios estudiados por Foucault, como por extensión, en el espacio urbano.
Para explicar este fenómeno Foucault estudió las tipologías edificatorias (campamentos militares, escuelas,
hospitales y prisiones) derivadas de los anteriores preceptos, que posibilitarían en su interior la vigilancia
jerárquica de la actividad. El ideal de este principio de vigilancia jerárquica es precisamente que el
observador no sea identificable por parte del observado, siendo este último consciente de estar sometido a
una mirada normalizadora como medida coercitiva e involuntaria. Se presenta ‘el examen’ como un sistema
de vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar al individuo anormal. Este examen irá acompañado
de un sistema de registro y acumulación documental. De esta forma, el individuo se constituye como un
objeto analizable y descriptible, cuyas particularidades pueden ser comparadas con las de un grupo social
para determinar su grado de ‘normalidad’.
Todo esto supone una construcción distinta de la individualización. En el Antiguo Régimen, cuanto mayor
era el poder de un individuo, mayor era su representación colectiva (mediante rituales, representaciones,
etc...). En cambio, en un régimen disciplinario el poder se vuelve más anónimo y funcional y por el contrario
se individualiza más a aquellos sobre los que el poder se ejerce con más fuerza (Foucault, 1975). Es
precisamente el que se sale de la norma (el niño, el enfermo, el loco, el condenado) el que se describe y
registra más rigurosamente.
Especializar, individualizar, vigilar, y castigar (como reconducción de la conducta). Estos principios, cuyos
orígenes sitúa Foucault en la arquitectura monacal, son los que caracterizarían el espacio disciplinario.
Los campamentos militares, donde la propia jerarquía militar impondría la vigilancia mutua y el
adoctrinamiento de los soldados. Disciplinándose en el respeto a las órdenes de sus superiores, actividades
regladas en el tiempo y el espacio óptimo para las mismas.
El panoptismo estelar 8
Las escuelas (en origen jesuíticas); donde un profesor dividiría la clase social y espacialmente en dos o más
conjuntos de estudiantes en competencia por obtener la mejor calificación monitorizados a su vez por
alumnos portavoces.
Los hospitales, donde a cada enfermo se le asignaría una estancia individual observable desde el exterior
por un doctor que evaluaría su evolución favorable.
Las cárceles, como mecanismo último de disciplina, en las que reglando la actividad, empleo del tiempo de
los presos, y la conducta de éstos en sus celdas individuales y/o espacios comunes siempre vigilados, se les
convertiría en individuos dóciles, productivos, y por consiguiente útiles para la sociedad.
Se inscribe en el corazón de la práctica de adoctrinamiento una relación de vigilancia, definida y regulada;
no como una pieza agregada o adyacente, sino como un mecanismo que le es inherente, y que multiplica su
eficacia. La vigilancia jerarquizada, continua y funcional no es, sin duda, una de las grandes "invenciones"
técnicas del siglo XVIII, pero su insidiosa extensión debe su importancia a las nuevas mecánicas de poder
que lleva consigo. El poder disciplinario, gracias a ella, se convierte en un sistema "integrado" vinculado del
interior de un grupo social con la economía y los fines del dispositivo en que se ejerce. (Foucault, 1975).
Figuras 3-5. Tipos de espacio disciplinario.
De izquierda a derecha;
3. J. F. de Neufforge. Proyecto de hospital.
4. Esquema de escuela modelo
5. A. Blouet. Proyecto de prisión celular para 585 penados. 1843.
En base a estos principios organizativos socio-espaciales (adoctrinamiento/corrección, vigilancia
jerárquica, examen) Michel Foucault presenta el panóptico proyectado por Jeremy Bentham como el
artefacto idóneo para materializarlos. El efecto más importante del panóptico es inducir en el detenido un
estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder, sin
que ese poder se esté ejerciendo de manera efectiva en cada momento, puesto que el prisionero no puede
saber cuándo se le vigila y cuándo no. El panóptico sirve también como laboratorio de técnicas para
modificar la conducta o reeducar a los individuos, por lo que no sólo es un aparato de poder, sino también
de saber. Asimismo permite perfeccionar el ejercicio del poder, ya que permite reducir el número de los que
lo ejercen y multiplicar el de aquellos sobre los que se ejerce. Además, permite prevenir la indisciplina
incluso antes de que las faltas se cometan. Sin otro instrumento que la arquitectura, el panóptico actúa
directamente sobre las conductas de los individuos.
Puede concluirse tal y como afirma el autor que “la disciplina no puede identificarse ni con una institución
ni con un aparato. Es un tipo de poder y una modalidad para ejercerlo”. Hoy por hoy este poder disciplinario
ha tomado forma en todos los ámbitos de la vida cotidiana de los ciudadanos. Ha superado los espacios
El panoptismo estelar 9
educativos, sanitarios o carcelarios, desplegándose hasta el último rincón del espacio social. Tanto los
espacios públicos como los privados del actual planeta urbano se articulan siguiendo el paradigma del
individualismo, la celularidad, la especialización, la concentración óptima, la productividad, competitividad
y excelencia… en suma, nuestras ciudades pueden considerarse un artefacto tecnológico al servicio de la
economía política del cuerpo moderna.
Figuras 6-7. El panoptismo.
De izquierda a derecha;
6. N. Harou-Romain. Proyecto de penitenciaría, 1840. Un recluso, en su celda, en oración ante la torre central
de vigilancia.
7. El presidio modelo de Cuba. Isla Juventud. 1920.
LA DISCIPLINA URBANA
El nacimiento de la ciudad punitiva
A menudo se recurre a la distribución de Pareto y su tangencialidad a sus asíntotas como ejemplo ilustrativo
de la jerarquización social. Análogamente, se utilizan otras representaciones gráficas como la pirámide o el
árbol para explicar dichas jerarquizaciones. Junto a otros autores sostengo que la acentuación progresiva
pero cada vez más acelerada de los desequilibrios sociales entre poder y esfuerzo, entre la cúspide de la
pirámide y la base… se traduce en una drástica reducción de la equiprobabilidad de relacionarse con
individuos pertenecientes a clases jerárquicamente diferenciadas, adaptándose el espacio social a tal efecto.
La mal denominada ‘revolución tecnológica’ actual, producida por una economía mundial capitalista
altamente neoliberal, recurre a muchos mecanismos que Foucault expone, y, no sólo no reequilibra las
relaciones de poder al introducir nuevas formas de relación, sino que acentúa las desigualdades introducidas
por el poder disciplinario, produciendo sociedades cada vez más ‘celulares’.
Figura 8. La ‘celularización’ social progresiva
Algunos autores como Cristopher Alexander explican en términos relacionales las estructuras de las
ciudades tradicionales en contraste con las ciudades nacidas de la revolución industrial. En Vigilar y
esfuerzo
poder
1
1
2
3
2 3
1 2 3
El panoptismo estelar 10
Castigar, Foucault expone a través de un análisis tipológico, y por tanto topológico, la estructuración de los
espacios disciplinarios desde las instituciones del estado hasta el antedicho ideal de panoptismo.
La jerarquización disciplinaria y normalizadora, especialmente presente en la sociedad tras la Edad
Moderna, ha influido en la ‘disciplina urbanística’. En términos relacionales, la ciudad contemporánea es
un árbol. Un árbol de relaciones entre agrupaciones sociales y espaciales concentradas, especializadas, y
débilmente conexas a pesar del desarrollo desmedido de las infraestructuras de transporte, mercado, y
comunicaciones que en ella operan tras la revolución industrial.
Siendo cierto que en Vigilar y castigar no se ofrece al lector de manera explícita una idea clara de ciudad, sí
se describen con precisión los espacios disciplinarios en contraste con los escenarios urbanos tradicionales
donde los suplicios tenían lugar. La idea de ciudad de Michel Foucault no será otra sino la de ‘ciudad
punitiva’ como construcción colectiva con una características espaciales y relacionales determinadas, en la
que el poder disciplinario se despliega y extiende a todos los ciudadanos a través de la jerarquización y
vigilancia coercitiva.
Las siguientes imágenes (figuras 9 y 10) ayudan a ilustrar el contraste entre la ciudad tradicional y la ‘ciudad
punitiva’, tanto en la caracterización del espacio como en la organización de los individuos.
En el grabado del suplicio de Guy Fawkes se muestra una escena de una plaza en una ciudad de origen
medieval. El uso de esa plaza se ha adaptado para acoger la actividad de la ejecución del reo montándose
temporalmente en ella un patíbulo elevado con respecto a la cota del suelo donde se arrastraría, ahorcaría,
y descuartizaría al acusado de alta traición. En torno al patíbulo las masas sociales se agrupaban para
contemplar el espectáculo punitivo. Cercando a las masas exaltadas ante tal espectáculo aparecen unos
lanceros montados a caballo tratando de garantizar con serias dificultades el orden y el respeto a la
autoridad. Conformando la plaza se observan pequeñas casas de anchura variada y altura inferior a la torre
de la iglesia, edificio representativo del poder altamente visible y accesible.
Figuras 9-10. Espacio ‘tradicional’ y espacio disciplinario
De izquierda a derecha;
9. Claes Jansz Visscher: El suplicio de Guy Fawkes. 1606.
10. Línea de montaje fordista.
Dando un salto secular y programático la siguiente escena muestra una línea de montaje industrial-fordista.
Esta escena se desarrolla en un espacio cerrado y monofuncional destinado en exclusiva a la producción
industrial. Aquí los personajes que intervienen ocupan una posición espacial específica, realizando una
actividad específica en unos tiempos específicos determinados por el ritmo de producción de los vehículos
en construcción. Los peones, que poseen la cualificación suficiente para desempeñar su tarea en la línea,
están siendo observados desde un nivel superior, puesto que la nave industrial dispone de una tribuna desde
la que los encargados de la fábrica pueden vigilar que los trabajadores desarrollan su actividad con
normalidad y de manera cuasi-autómata, asegurando así el ciclo de producción.
El panoptismo estelar 11
Las características socioeconómicas de la población que ha producido estos espacios son diferentes, así
como las características disciplinarias que articulan las relaciones de poder de la actividad al interior de los
mismos. La plaza posee una gran versatilidad de utilización en tanto que son pocas las certidumbres que
circunscriben su diseño, pudiendo ser utilizada como mercado, como espacio comunicativo,… incluso
como escenario para la puesta en práctica del espectáculo punitivo. En dicho espacio, las relaciones sociales
entre diferentes eran prácticamente equiprobables, pudiendo producirse desde intercambios hasta
conflictos difícilmente controlables. Es esta, entre muchas otras, una de las características fundamentales
del espacio público tradicional. Por contra, los espacios de la ciudad industrial y post-industrial, concebidos
desde una lógica y disciplina centrada en la producción creciente de objetos, de capital, y de individuos,
basan su configuración en gran medida en el mantenimiento estable y automático de un poder disciplinario
garante de la producción.
En base a lo expuesto, se han identificado como características de los espacios disciplinarios la
concentración especializada, inconexión y vigilancia jerárquica. “A cada espacio una función, a cada
función un protocolo, a cada protocolo un vigilante”.
- Concentración especializada: El espacio disciplinario tendrá claramente determinado su uso.
Asimismo, los usuarios de dicho espacio tendrán claramente delimitados sus ámbitos de actividad
de manera acorde a sus circunstancias (conocimiento, poder adquisitivo, estado de salud, etc…)
- Conexidad2 controlada: Las relaciones del espacio disciplinario con su entorno, así como las de
sus usuarios entre sí, quedarán expresamente limitadas en base a sus circunstancias particulares.
En consecuencia, el espacio se articulará favoreciendo exclusivamente las relaciones productivas.
- Vigilancia jerárquica: El espacio construido posibilitará o no en primera instancia la
intervigilancia entre individuos con la misma jerarquía. Asimismo, posibilitará su vigilancia
constante y anónima por individuos u organismos de vigilancia y examen.
Estas tres condiciones se manifiestan en las estructuras organizativas de los espacios y los individuos. Ideas
como la diversidad, la libertad individual, la ‘evolucionabilidad’, la cooperación, y el anonimato parecen
cada vez más débiles en la ciudad disciplinaria.
Desde la distribución social en los ensanches decimonónicos hasta el actual ‘archipiélago metropolitano’ la
ciudad tras la Edad Moderna refleja claramente la jerarquización disciplinaria. Así lo expresa Foucault en
la entrevista titulada ‘El ojo del poder’ (1980): “Desde finales del siglo XVIII la arquitectura comienza a estar
ligada a los problemas de población, de salud, de urbanismo. Antes, el arte de construir respondía sobre
todo a la necesidad de manifestar el poder, la divinidad, la fuerza. El palacio y la iglesia constituían las
grandes formas a las que hay que añadir las plazas fuertes: se manifestaba el poderío, se manifestaba el
soberano, se manifestaba Dios. La arquitectura se ha desarrollado durante mucho tiempo alrededor de estas
exigencias. Pero, a finales del siglo XVIII, aparecen nuevos problemas: se trata de servirse de la organización
del espacio para fines económico-políticos”.
La disciplina urbanística desde la Edad Moderna hasta la actualidad ha creado la figura del ‘hombre medio’,
o en términos Foucaultianos, el ‘individuo normal’. Los espacios urbanos que componen la ciudad
disciplinaria se han planificado en muchas ocasiones para responder a las necesidades de este ser, o esta
categoría de individuos, en cierta medida utópicos.
En la ciudad disciplinaria los individuos son clasificados (generalmente según su nivel de renta) y dispuestos
en unidades residenciales más o menos homogéneas y próximas a las de sus ‘similares’. Sus lugares de
residencia, trabajo, ocio, mercado, y socialización se encontrarán cada vez más disgregados y menos
superpuestos, los desplazamientos a los mismos serán disciplinariamente programados, y los encuentros
entre ‘diferentes’ serán cada vez menos probables. Asimismo, los espacios serán fácilmente excluyentes y
monitorizables, bien por su forma física, o bien por el tipo de actividades que en ellos puedan desarrollarse.
2 Conexidad: Adaptado del lenguaje jurídico. Existencia, probabilidad y legitimidad de un vínculo de intercambio.
El panoptismo estelar 12
Si algo tienen en común las ciudades entendidas como artefacto disciplinario es lo que denomino ‘principio
de celularidad’. Este principio derivado de la individualización, anonimato, y relativa inconexión entre
individuos, unidas a la clasificación normalizadora que la disciplina moderna supone, consiste en la
producción seriada de estructuras espaciales homogéneas, no en un sentido tipológico, pero sí topológico.
Algunos conocidos ensanches decimonónicos se concibieron como retículas de viario que regularizarían
en forma y tamaño las manzanas residenciales garantizando las condiciones higiénicas y la dotación de
espacios públicos multifuncionales y de proximidad con respecto a los espacios residenciales y comerciales.
Sin embargo, en los proyectos de ensanche ya aparecía de manera proyectada, por un lado una cierta
separación de los usos productivos con respecto a la residencia, por otro lado se planificaba la distribución
espacial de clases sociales a través de las tipologías residenciales. Asimismo, la colmatación de los espacios
interiores de las manzanas reduciría al mínimo las posibilidades de producción de vínculos en un espacio
público monopolizado por el transporte motorizado. Ideas posteriores como la separación radical entre el
trabajo y la vivienda, introducida por Tony Garnier en su ciudad industrial e incorporada en 1929 a la Carta
de Atenas, se pueden encontrar en cualquier ciudad, y son aceptadas en todo lugar donde la zonificación
estricta se impone. (Alexander, 1968).
Figuras 12-14. El espacio celular.
De izquierda a derecha;
12. El espacio construido. Colmatación de las manzanas en el ensanche de Madrid. Barrio Salamanca.
13. El espacio concebido. Variaciones tipológicas en las manzanas del proyecto de ensanche de Madrid.
14. Celularidad vertical. Bloque de viviendas frente a zona verde en una ciudad dormitorio.
¿Qué ocurre con la ciudad tradicional? O dicho en otras palabras, ¿cómo se han adaptado y adaptan los
centros históricos a las condiciones disciplinarias tras la revolución industrial? La respuesta a estas
cuestiones es compleja y difícilmente abarcable en este trabajo. Puede sostenerse que el espacio construido
de la ciudad histórica no se realizó bajo los pretextos higienistas, racional-funcionalistas… en definitiva, de
funcionamiento universal y automático del poder disciplinario hegemonizado por una burguesía
emergente. Por norma general, los centros históricos occidentales resultan formal, funcional y
estructuralmente indisciplinarios, en tanto que no se ajustan a esta utopía. Son espacios centrales de la
ciudad, sin embargo, sus altas densidades, su complejidad de trazados, su inadaptación a la movilidad
motorizada, sus distribuciones de superficie de vivienda poco homogéneas, sus espacios públicos y sin uso
característico determinado, los niveles de renta y poder adquisitivo de sus habitantes, etc… Los convierten
en espacios difíciles de vigilar y predecir el comportamiento y características de los individuos que los
habitan y por consiguiente, los convierten en espacios en los que se dificulta la tarea de ejercer el poder.
Como consecuencia, han sido y son los espacios hacia los que el poder orienta su voluntad transformadora.
Estas transformaciones han evolucionado desde las netamente físicas como la apertura de bulevares y
grandes vías con pretextos higienistas circulatorios, etc… hasta el aumento de la vigilancia y el control
autoritario de la actividad en el espacio público (videovigilancia, aumento de la presencia policial, etc…)
con el pretexto de incrementar la seguridad percibida en el mismo. También se han transformado a base de
controlar los precios del mercado inmobiliario o la especialización de los usos comerciales que colonizan el
espacio público.
El panoptismo estelar 13
En definitiva, la transformación de los centros urbanos históricos, aun fundándose en pretextos de muy
diversa índole, por norma general ha comportado una elitización (gentrificación) de dichos espacios, esto
se debe a en un momento histórico de desarrollo de sus espacios periféricos, los centros quedaron en cierto
modo al margen de las dinámicas de ‘productivización’ del suelo. Sin embargo, en la actualidad son espacios
muy susceptibles de transformar y reincorporarlos a las dinámicas capitalistas de producción espacial dada
su centralidad, teniendo que reacomodarse a los condicionantes disciplinarios de estas dinámicas.
Figuras 15-17. El ejercicio del poder disciplinario en los centros históricos
De izquierda a derecha;
15. La apertura de bulevares. Transformaciones formales en el centro de París. Plan Haussmann
16. El espacio ‘vigilable’. Estudio de la intervisibilidad en la trama urbana del barrio de Lavapiés. Madrid.
17. La vigilancia jerárquica. Señales de aviso de videovigilancia en el espacio público.
Hasta este punto del discurso se han expuesto los principios del poder disciplinario de acuerdo con
Foucault, así como algunos mecanismos por los que éste se hace realidad en los espacios centrales y
periféricos de nuestras ciudades.
Algunos autores sostienen que en el momento actual de globalización, el desarrollo de las nuevas
tecnologías de la información está propiciando que aparezcan nuevas redes de interacción social como base
topológica no jerárquica, democrática, y generadora de organizaciones socioespaciales alternativas basadas
en nodos y líneas de flujo en oposición a superficies y fronteras fijas. Mi posicionamiento con respecto a
esto es crítico. Lejos de plantear el desarrollo de las redes tecnológicas de información como un incremento
de las capacidades emancipatorias del individuo con respecto a las disposiciones disciplinarias dadas, mi
planteamiento se basa en que el poder disciplinario ha logrado superar las condiciones físicas del espacio y
mediante el empleo de la información. Gracias a las nuevas tecnologías, el artefacto panóptico ya no es
dependiente de la construcción de espacios con una tipología determinada. A través de sensores, señales, y
dispositivos ‘celulares’ pueden monitorizarse las actividades cotidianas de un modo cada vez más
individualizado. Tales actividades pueden incluso reconducirse.
VIGENCIA
El panoptismo estelar
Uno de los anuncios publicitarios de un famoso fabricante tecnológico y proveedor de servicios de
comunicaciones estadounidense durante el año 2014 muestra la escena de un padre haciendo la compra
habitual para su familia en un supermercado. Mientras el padre hace la compra, su hija, desayunando en
casa, vierte por accidente el ‘brick’ de leche al suelo. En ese preciso instante el padre recibe de manera
automática una notificación anónima en su teléfono móvil instándole a comprar leche. La locución de cierre
del anuncio afirma “estamos en todas partes para que usted no se tenga que preocupar por nada”.
Hasta el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información relaciones de poder entre individuos se han
reflejado con claridad en la economía y en las distribuciones espaciales. La producción espacial posterior a
la revolución industrial y anterior a la ‘revolución tecnológica’ ha generado espacios y ciudades
El panoptismo estelar 14
caracterizadas por la concentración especializada de individuos y actividades vinculadas a espacios
controlables y controlados de manera jerárquica desde dentro. Estos mecanismos de control disciplinario
habitualmente precisaban de una distribución espacial determinada y entes encargados de vigilar, obtener
información y examinar a los individuos.
Haciendo una lectura simplificada de las estructuras jerárquicas de las relaciones socioespaciales de poder
en base a sus topologías, se ha observado una notable transformación. Foucault expresa que, tras el auge de
la burguesía, se ha tendido a jerarquizar las relaciones de poder a través de la vigilancia de los individuos en
el espacio transformando el mismo. El modelo panóptico requería de artefactos capaces de fijar con
precisión los espacios y tiempos de actividad del individuo sometido a vigilancia a fin de posibilitar la
generación de información acerca de su conducta. Se hacía necesaria la jerarquización ‘en árbol’ de las
relaciones de intercambio y de poder.
Las ‘redes sociales’ establecidas con las nuevas tecnologías de la información no precisan de una
componente espacial para desplegar su poder.
Frente a la falacia de presentarse como ‘democráticas’ y carentes de jerarquía, los autores críticos con el
actual ‘networkcentrismo’ afirman acertadamente que presentan estructuras fluidas e inestables pero no
por ello menos jerárquicas en tanto que:
- El grado de conectividad entre los nodos de la red puede fluctuar.
- Los patrones de privacidad y pertenencia a una red pueden fluctuar.
- Pueden superponerse y entrecruzarse múltiples redes. (Brenner, 2009).
Puede extraerse en consecuencia que la topología en ‘semitrama’ expuesta por Alexander, que
posteriormente se vio superada por la jerarquización espacial y social en ‘árbol’, en la actualidad se está
transformando en una topología de red ‘celular’. Es decir, manteniéndose los niveles de vigilancia e
individualización previos, las estructuras de relación son fluidas, inestables y en gran medida
independientes de los espacios y posiciones de los individuos.
La idea de un poder automático y anónimo capaz de controlar los desplazamientos, los ciclos productivos,
las decisiones individuales de consumo, y en definitiva, la actividad cotidiana del individuo sigue siendo a
día de hoy la voluntad última del poder disciplinario.
¿Cómo se puede ejercer un poder disciplinario sobre la actividad del individuo sin que éste se encuentre
fijado a un espacio determinado? Conociendo su posición espacial en un marco temporal determinado y
sus hábitos de comportamiento. El poder disciplinario se desvinculará del espacio para dominar la
información que el individuo recibe en base a la mercantilización de esta. Por consiguiente, en lugar de
supervisar y examinar los espacios en sí mismos, las nuevas tecnologías permiten ejercer el poder de vigilar
de manera ininterrumpida al individuo esté donde esté, y de manera más anónima que nunca al no
conocerse su identidad ni su ubicación al enmascararse en un nombre comercial.
Los siguientes ejemplos muestran la capacidad que han introducido e introducirán las innovaciones
tecnológicas en el auge actual de la industria de las telecomunicaciones basándose en topologías celulares.
Por una parte existen aplicaciones que permiten a usuarios desconocidos comunicarse y tener encuentros,
pudiendo darse o no en el espacio público y con independencia de su finalidad. Por otra parte, están
surgiendo aplicaciones evaluadoras de la actividad cotidiana de los individuos con respecto a la provisión
de servicios que se dan en las ciudades. Ambos casos aplican modelos universales (globales) de
“comprensión” del fenómeno urbano, y no se basan en condiciones espaciales características, límites entre
interior y exterior, diferenciaciones entre lo íntimo y lo expuesto, público y privado, etc… En cualquiera de
los casos existirá un poder disciplinario evaluador de las conductas de personas y objetos bajo el sesgo
informacional de la disciplina de mercado.
El panoptismo estelar 15
Figura 18. Espacio y poder
El primer ejemplo cada vez más extendido de generación de interacciones entre individuos y espacios
volátiles, inestables, independientes del uso característico de un espacio, y, paradójicamente supervisadas,
son algunas aplicaciones de telefonía móvil recientes tales como Grindr, Tinder, Wallapop, Segundamano,
etc… Estas aplicaciones permiten el contacto en personas completamente desconocidas con total
independencia de sus circunstancias espaciales (en casa, en la calle, en su lugar de trabajo, etc…) siempre y
cuando se encuentren en un radio de proximidad determinado para, en los dos primeros casos tener
relaciones sentimentales, en los segundos la compraventa de productos. Serán los propios usuarios los que
convendrán un lugar de encuentro (in)determinado. El poder disciplinario en este tipo de redes se ejecutará
por parte de los gestores de la aplicación quienes evaluarán si la conducta del usuario (imágenes que
comparte, contenido de conversaciones, ubicación espacial, etc…) resulta o no ofensiva en base a su código
de conducta particular.
Pero sin lugar a dudas el ejemplo más universal de despliegue y universalización del poder disciplinario
desde la industria tecnológica es Google. Hasta hace relativamente pocos años, su modelo de negocio se
limitaba a las búsquedas (mercantilizadas mediante el servicio AdWords) de información en páginas web.
El refinamiento de sus motores de búsqueda desde la llegada de aplicaciones digitales como Google Trends
y Google Now, la puesta en servicio de Google Maps, y la llegada al mercado de los ‘smartphones’ con
sistema Android (Google), están consolidando un artefacto panóptico de escala global y sin precedentes,
capaz de vigilar, evaluar, y tratar de reconducir las conductas de los usuarios de estos últimos (más de 840
millones de usuarios en el mundo en 2013).
Mediante sensores GPS instalados en todos los teléfonos móviles, o por triangulación de la señal de
telefonía. El “gigante de Internet” dispone de la ubicación espacial de los usuarios de telefonía móvil de
manera ininterrumpida. Cruzando las ubicaciones espacio-temporales de éstos con información geográfica
(Google Maps), sus búsquedas en internet, y sus correos electrónicos… conoce sus hábitos de consumo y
sus ubicaciones habituales; lugar de residencia, trabajo, y ocio, sus modos de desplazamiento, sus
contactos… en definitiva, los elementos configuradores de su vida cotidiana. Estos cruces múltiples de
información se reflejan en gran medida en herramientas de evaluación de los intereses colectivos como
Google Trends; que facilita a sus usuarios información sobre la evolución de la popularidad de un término
de búsqueda dentro de este modelo global de información.
No debe perderse de vista que esta vigilancia responde a un modelo de negocio capitalista. La publicidad y
venta de información ‘dirigida a clientes potenciales’ en base a sus conductas cotidianas apuntalan el éxito
de la compañía. Hasta hace poco tiempo, esta publicidad dirigida se realizaba en las búsquedas y correos
Recinto espacial
Evidenciación del
poder en el espacio
semitrama árbol topología celular
Anonimización del
poder a través de la
jerarquización del
espacio
Independencia del poder
con respecto del espacio
RelacionesSujeto/s Sujeto/s o representación
del poder
El panoptismo estelar 16
electrónicos fundamentalmente. Sin embargo, el auge de los ‘smartphones’ ha producido nuevos modelos
de interacción con el espacio físico fundamentados en la ‘proactividad’ que posibilita la vigilancia constante.
Nace de este modo la herramienta “Google Now” en julio de 2012.
Figuras 21-22. La información espacial individual y colectiva vigilada.
De izquierda a derecha;
21. Google Location History. Historial de ubicaciones de usuario con frecuencia de actualización mínima de
15 minutos.
22. Google Trends. Interés comparado de los términos “Lavapiés” (azul), “Chamberí” (rojo), y “Malasaña”
(amarillo). Entre 2005 y 2015
Esta herramienta se oferta como aplicación digital que, en palabras de Google: “te facilita la información
justo cuando la necesitas” mostrando avisos en forma de tarjeta con información “útil incluso antes de que
busques”. Dice así su sitio web “Organiza tu día: Recibe toda la información que necesitas en tu día a día: lo
que tienes que hacer, adónde tienes que ir, y cómo puedes llegar a cada sitio […] estés donde estés”.
En la práctica la aplicación demuestra conocer tus hábitos y eventos, indicándote qué deberías hacer cuando
observa una desviación de tu conducta. Por ejemplo, si los martes por la tarde acostumbras a ir a tomar un
café a una cafetería de una importante franquicia (inversora de grandes capitales en publicidad), y la
aplicación detecta que no estás siguiendo tus desplazamientos habituales, es decir, que el martes a la hora
que sueles estar en la cafetería no es así; te mostrará una sugerencia sobre cómo debes llegar a dicha cafetería.
Si tienes una reunión en un lugar determinado, la aplicación te dirá a qué hora debes salir de casa para llegar
ahí a tiempo, pues conoce dónde vives, dónde es la reunión, y cómo sueles desplazarte a ese lugar. Lo mismo
hace con tus billetes de transporte, puesto que es capaz de leer tus correos electrónicos en busca de volantes
de reservas. Incluso en tu tiempo libre, la aplicación te sugiere artículos de prensa, ofertas de consumo de
ocio, etc…
Los objetivos futuros de esta industria en espectacular crecimiento son precisamente superar la simple
interacción entre personas y personas, o entre personas y lugares. Los esfuerzos de imponer la industria de
la “smart city” además se basan en la vigilancia y control ‘semivoluntario’ de los objetos que el ciudadano
utiliza en su día a día. La industria tecnológica, persiguiendo la utopía del “internet of things” o el “internet
of everything” ofrecen utopías (por ahora publicitarias) en las que la voluntad de decisión del individuo
queda cada vez más en entredicho, en aras de automatizar sus acciones cotidianas en base a óptimos
programados. Basta con observar el vídeo “Internet of Everything | Circle Story (:60)” publicado por Cisco
Systems en enero de 2014 en YouTube. Dice así:
“Este es el gato que se bebió la leche y permitió al perro saltar sobre la cama que preparó el café, la cual
despertó al hombre que llegaba tarde a trabajar [‘de acuerdo, debo marchar’, dice el hombre mientras
la puerta de su casa se abre automáticamente] que condujo el coche que encontró una plaza de
aparcamiento que alertó a la puerta que abría la sala de control que aseguraba los datos que
arrancaron las turbinas que activaron los aspersores que regaron los pastos que alimentaron a la vaca
que dio la leche que fue al almacén que recordó al hombre que comprara leche que derramó la niña
que amaba al gato que se bebió la leche. El internet de todo está cambiando todo…”
El panoptismo estelar 17
En el transcurso del ‘spot’, ningún actor toma ninguna decisión, siendo el felino por su instinto de
alimentarse, el desencadenante de toda la secuencia de intercambio de información entre pequeños sensores
insertos en los espacios cotidianos capaces de evaluar lo que en ellos sucede y dirigir la actividad del hombre
de un modo ‘normal’.
Figuras 23-25. La evaluación o examen anónimo de la actividad individual eventual y cotidiana.
De izquierda a derecha;
23. Google Now: Notificación de reserva de un billete de tren.
24. Google Now: Notificación: “13 minutos hasta Starbucks (a pie)”
25. Google Now: Notificación: “Es hora de salir hacia Excursión: sal antes de las 08:37 para llegar a tiempo”.
En definitiva, la actual ‘sociedad global’; fuertemente condicionada por la disciplina neoliberal que rige la
producción espacial y tecnológica en el planeta, está provocando que tanto el capital, como las relaciones
de poder disciplinario tengan una materialidad cada vez más difusa. La disciplina ha superado su carácter
espacio-temporal para ser más informacional que nunca, dentro de agrupaciones socioespaciales cada día
más individualistas (o celulares). En consecuencia, el poder de vigilar se realiza hoy por hoy de un modo
más universal que nunca, y cada vez más, este poder es menos dependiente de lo local, lo material, de la
distinción entre lo público y lo privado, lo conocido y lo desconocido… en definitiva, de gran parte de las
condiciones materiales del espacio próximo.
Con independencia de la utilidad, el ‘artefacto’ que posibilita su funcionamiento es la generalización
individualizada del rastreo y vigilancia de grandes masas de individuos por GPS, un artefacto panóptico
universal cuyo objeto de observación es el conjunto de ubicaciones particulares de los ciudadanos en el
planeta, y cuya ‘torre de vigía’ se alza hasta los 20.200km.
El panoptismo estelar 18
CONCLUSIONES
Vieja disciplina, nuevas tecnologías
Vigilar y castigar se presenta como un análisis de lo punitivo en el cambio de era que supuso el auge del
poder burgués. Toda economía política del cuerpo, es decir, aquellos principios garantes de la reproducción
y mantenimiento estable de relaciones de poder que hacen del individuo un elemento activo y útil para la
masa social, se han basado en la aceptación individual y colectiva de condiciones disciplinarias que,
dirigiendo las fuerzas del individuo (de trabajo, de posicionamiento, y de utilidad o conocimiento),
mantienen el orden social y la reproducción de bienes materiales e individuos.
Para el ejercicio del poder disciplinario que sostiene la actual economía política del cuerpo se precisa de:
- Un código de conducta que ordene las actividades individuales en el espacio, el tiempo, y el uso
de la información.
- El anonimato del poder a través de redes institucionales y económicas complejas.
- Una tecnología política, reguladora del espacio en un inicio, y posteriormente de las tecnologías
de la información desvinculándose del anterior. Dicha tecnología ha de proporcionar:
o Un poder de vigilancia jerárquica y coercitiva que examine las conductas individuales
basándose en evidencias lo menos subjetivas posible.
o Mecanismos de corrección de las conductas en caso de que resulten anormales.
Como ya se ha dicho, el cambio en la economía política del cuerpo implicó el desarrollo de una nueva
‘tecnología política del cuerpo’, basada por lo general en la producción de espacios y tecnologías que
permitan el ejercicio cuasi-automático del poder. Desde esta perspectiva, se han desarrollado ciudades en
base a estándares (de densidad, uso del suelo, homogeneización de tejidos residenciales, comerciales e
industriales, de disposición y forma del espacio público, etc…) que producen una concentración
individualizada de usos e individuos (celularidad). En tanto que se disminuye la conexidad entre diferentes
(lugares, clases sociales, actividades…), se ha reducido la complejidad y la capacidad de enriquecimiento y
apoyo mutuo o cooperativo en las relaciones entre espacios, entre usos y entre personas a fin de incrementar
la competitividad en el mercado, la producción espacial y la reproducción social como pilar fundamental
de un crecimiento económico desmedido, altamente jerarquizado y por tanto desigual. Se han producido
ensanches y periferias cuya homogeneización de tejidos, usos y actividades responde a la producción y
reproducción de una estructura de relaciones ‘en árbol’. Asimismo se ha buscado la adecuación disciplinaria
de gran parte de los centros históricos (difícilmente vigilables, y difícilmente controlables), por
transformaciones espaciales, de uso, o directamente aumentando los niveles de vigilancia coercitiva al
interior de los mismos.
Bajo esta perspectiva, se puede comprender la actual ‘revolución tecnológica’ tanto en las comunicaciones
humanas como en las tendencias urbanísticas actuales hacia la utopía de la “Smart-city” como un ejercicio
del poder disciplinario sin precedentes. Desde mi intuición en base a los ejemplos aportados, argumento
que en la actualidad el ejercicio del poder cada vez se basa en menor medida en el uso del espacio local. Las
nuevas tecnologías, basadas en estructuras de intercambio ‘de tipo celular’, se están abriendo paso en el
cuerpo social y sus relaciones cotidianas desde la base. Mediante estas ‘nuevas’ tecnologías, se está vigilando
y reconduciendo las conductas de los individuos (y en un futuro próximo de los objetos que utilizan),
produciendo en ellos tanto una disminución de su capacidad de decisión al ofrecer perspectivas altamente
condicionadas por el sesgo mercantilista de las empresas que las producen, como una menor dependencia
de las condiciones físicas del espacio (de los límites entre público-privado, cerca-lejos, conocido-
desconocido). El nuevo artefacto panóptico no es un edificio, no es un barrio ni una ciudad, es un sensor,
unas coordenadas geográficas y una constelación de puntos de observación a 20.200 km de distancia de
nuestro planeta.
El panoptismo estelar 19
La exposición de la vigencia de los principios expuestos por Foucault en Vigilar y Castigar acentúa lo que
el autor concluye; y es que las técnicas de la institución penal-disciplinaria se han transportado a la totalidad
del cuerpo social. Esto tiene efectos entre los que, obviando los que únicamente atañen a las instituciones
penitenciarias, destacan:
- La infinita gradación de la indisciplina y la normalidad dado que son infinitas las circunstancias
que conducen a una conducta determinada.
- La amplificación del abanico de instituciones disciplinarias. La prisión simplemente es el
mecanismo de sanción disciplinaria de mayor intensidad y máximo control de las libertades
individuales, pero en esencia “el poder de castigar no es esencialmente diferente del de curar o el
de educar”.
- Todo poder se basará en “juzgar la normalidad”. El profesor, doctor, capataz…-juez.
- El tejido carcelario (o celular) de la sociedad es a la vez el instrumento para la formación del saber
que el poder necesita.
- La producción e intercambio de conocimiento (investigación, publicidad, educación y
reeducación, etc…) serán posibles en tanto que se acomoden a esta forma específica de poder.
Más allá de analizar la transformación que supusieron los cambios en la economía política desde la entrada
en la Edad Moderna para las instituciones de poder disciplinario y punitivo (escuelas, campamentos
militares, hospitales y cárceles), en este trabajo se han expuesto sucintamente algunas realidades espacio-
tecnológicas que han reflejado y reflejan los principios de vigilancia y castigo en las ciudades que habitamos.
Resulta muy complejo plantear modelos alternativos basados en ideologías determinadas puesto que
‘Vigilar y castigar’ es una obra meramente expositiva fruto del método “arqueológico” de Foucault. Sin
embargo, la crítica del autor pone en evidencia la ineficacia del actual modelo disciplinario, dado que en
resumidas cuentas, no reduce los crímenes que manifiestan los problemas de la sociedad, sino que los
jerarquiza y especializa, los sesga y adapta a las condiciones de desigualdad jerárquica de los individuos.
Mi visión, quizás utópica, y sin duda indisciplinada con respecto a los modelos actuales y próximos de
desarrollo, es que se hace cada vez más necesario el desarrollo de una nueva disciplina que imponga
infraestructuras “low-tech”. Infraestructuras espaciales y humanas de relaciones equiprobables que
posibiliten al individuo subsistir y actuar en libertad dentro de ámbitos accesibles por medios propios. Tales
ámbitos deberán ofrecer las condiciones materiales de existencia, las de sus vecinos, y demás seres vivos. En
ellos, el poder de castigar debería ser algo humano, personal, de abajo a arriba, y no automático, haciendo
posible asumir modelos generales cooperativos y no competitivos. En definitiva, un replanteamiento desde
la base de las ideas de civilización y progreso. Ello no implica necesariamente un rechazo a la totalidad de
las tecnologías existentes, sino un cambio radical de intereses por parte del poder.
El panoptismo estelar 20
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