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Abstract

Este artículo revisa las principales aportaciones teóricas e investigaciones sobre la empatía y su relación con el mindfulness, con la finalidad de contribuir al estudio del desarrollo humano saludable. La empatía es un elemento esencial en las relaciones interpersonales. Se trata de un constructo que ha ido evolucionando a nivel teórico y del que cada vez tenemos un mayor conocimiento científicamente fundamentado. Las iniciativas para fomentarla, particularmente en el ámbito de la educación, han tenido resultados muy satisfactorios. En los últimos años, el incremento de estudios sobre los numerosos beneficios de la práctica de mindfulness –y sobre todo aquellos programas que incluyen la compasión y la autocompasión- son muy consistentes respecto a la mejora de los vínculos con los demás. Analizar la intersección teórica entre empatía y mindfulness y detectar las necesidades actuales en lo que se refiere a su investigación es fundamental para avanzar en el conocimiento acerca de la utilidad del mindfulness como estrategia de intervención encaminada a fomentar la empatía.
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“EMPATÍA Y MINDFULNESS.
CONVERGENCIA TEÓRICA”
Empathy and Mindfulness. Theoretical convergence
Miguel Bellosta-Batalla
Josefa Pérez-Blasco
Ausiàs Cebolla
Luis Moya-Albiol
Universidad de Valencia. Facultad de Psicología
psycap.cl
Copyright 2017
Revista Latinoamericana de Psicología Positiva
ISSN 0719-4420
2017
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“EMPATÍA Y MINDFULNESS. CONVERGENCIA TEÓRICA”
Empathy and Mindfulness. Theoretical convergence
Miguel Bellosta-Batalla, Josefa Pérez-Blasco, Ausiàs Cebolla y Luis Moya-Albiol
Fecha de Recepción 22 de abril de 2015 / Fecha de Aceptación 29 de enero de 2017
Universidad de Valencia. Facultad de Psicología
Resumen
Este artículo revisa las principales aportaciones
teóricas e investigaciones sobre la empatía y su relación
con el mindfulness, con la nalidad de contribuir al
estudio del desarrollo humano saludable. La empatía es
un elemento esencial en las relaciones interpersonales.
Se trata de un constructo que ha ido evolucionando a
nivel teórico y del que cada vez tenemos un mayor
conocimiento cientícamente fundamentado. Las
iniciativas para fomentarla, particularmente en el
ámbito de la educación, han tenido resultados muy
satisfactorios. En los últimos años, el incremento de
estudios sobre los numerosos benecios de la práctica
de mindfulness –y sobre todo aquellos programas que
incluyen la compasión y la autocompasión- son muy
consistentes respecto a la mejora de los vínculos con los
demás. Analizar la intersección teórica entre empatía y
mindfulness y detectar las necesidades actuales en lo que
se reere a su investigación es fundamental para avanzar
en el conocimiento acerca de la utilidad del mindfulness
como estrategia de intervención encaminada a fomentar
la empatía.
Palabras clave: empatía, mindfulness, compasión,
vínculos interpersonales
Abstract
This article reviews the main theoretical
contributions and research studies on empathy and its
relationship with mindfulness, in order to contribute to
the study of the healthy human development. Empathy
is an essential element in the interpersonal relationships.
It is a construct that is evolving at a theoretical level
and each day we have a higher scientically grounded
understanding. The initiatives to promote it, particularly in
the eld of education, have had very successful results. In
recent years, the increase of studies on the many benets
of practicing mindfulness –particularly those programs
that include compassion and self-compassion- are very
consistent regarding the improvement of relationships
with others. Analyzing the theoretical intersection between
empathy and mindfulness and identify current needs as
regards their research is crutial to advance knowledge
about the usefulness of mindfulness as an intervention
strategy aimed at fostering empathy.
Keywords: empathy, mindfulness, compassion,
interpersonal relationships
“Lo más importante es que necesitamos ser entendidos.
Necesitamos a alguien que sea capaz de escucharnos y
entendernos.
Entonces, sufrimos menos”
Thich Nhat Hanh
Introducción
La empatía, entendida como la comprensión a
nivel intelectual y emocional del otro, es una habilidad de
especial interés en el estudio de las relaciones humanas,
debido a su enorme inuencia en el desarrollo personal,
social, académico y laboral del individuo (Moya-Albiol,
2016). Como toda capacidad humana, es susceptible de
ser promovida. Educar en empatía signica invertir en el
desarrollo de una sociedad menos violenta, en la que se
favorece la solidaridad, el respeto y el dialogo con los
demás (Moya-Albiol, 2014). En este sentido, en la literatura
cientíca destacan los programas de intervención
dirigidos a fomentar la empatía que se han desarrollado
basándose en el modelo de Inteligencia emocional
de Mayer y Salovey (1997) y, más recientemente, las
investigaciones acerca de los benecios del mindfulness
y la compasión sobre los vínculos interpersonales.
En el presente artículo, se introducen los
conceptos de empatía y mindfulness, incidiendo en
su evolución histórica y en su relevancia actual en la
sociedad. Se establecen sus semejanzas a un nivel
teórico, las cuales apuntan hacia una convergencia
entre ambos, y nalmente, se presentan los resultados
de una revisión de las principales investigaciones
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realizadas acerca de la inuencia del mindfulness
sobre la empatía. La nalidad es contribuir al estudio
de estos fenómenos y del vínculo existente entre ellos,
resaltando las necesidades actuales en lo que se reere
a su investigación. El esclarecimiento de estos aspectos
deberá servir de guía a futuros estudios dirigidos a
vericar la utilidad del mindfulness como estrategia de
intervención para incrementar la empatía.
La naturaleza de la empatía
El término “empátheia” fue empleado por
Aristóteles para designar la cualidad de aquello que
se encuentra “afectado” o “emocionado”, que “siente
dentro” de alguna forma. El signicado actual de empatía
recoge éstas y otras acepciones, y se ha ido congurando
a partir de las aportaciones de algunos estudiosos de
la estética y el arte, y del desarrollo de éstas desde
diferentes disciplinas como la losofía, la etología y
la psicología. Así, el lósofo alemán Vischer acuñó el
término “einfühlung” en 1873 en su tesis doctoral “Sobre
el sentimiento óptico de la forma”, cuya traducción al
castellano sería algo así como “sentirse dentro de”. Años
más tarde, en 1903, Lipps se referiría a la “einfühlung”
en su obra “Estética” incidiendo especialmente en la
imitación interna que se encuentra en la base de este
fenómeno, la cual tiene lugar a través de la proyección
de sentimientos del yo sobre el otro. Según este autor,
al percibir una emoción en otra persona se reproduce
en nosotros el mismo estado emocional que estamos
observando, algo que la investigación neurocientíca ha
conrmado mediante el descubrimiento de las neuronas
espejo (Rizzolatti, Fadiga, Gallese & Fogassi, 1996).
Finalmente, el psicólogo británico Titchener (1909),
discípulo de Wundt, acuñó el término empatía tal y como
lo conocemos ahora, valiéndose para ello de la etimología
griega antes señalada.
Actualmente, y de modo general, se entiende
la empatía como la habilidad para ponerse en el lugar
de los demás. Se trata de una respuesta emocional
que proviene de la comprensión del estado o situación
de otra persona, y que es similar a lo que ésta está
sintiendo (Eisenberg, 2000). Según los especialistas, es
una tendencia natural del ser humano que le lleva a ser
sensible a las necesidades de los otros, y cuyo desarrollo
es posible gracias al aprendizaje y la experiencia (Moya-
Albiol, 2014).
Existen diversas propuestas explicativas de cómo
se pone en marcha y desarrolla la empatía. Según uno de
los modelos más aceptados, el modelo de percepción/
acción de Preston y de Waal (2002), al observar o imaginar
un estado emocional en el otro se activa en nosotros una
representación automática de ese mismo estado, junto a
las respuestas siológicas que le son propias, lo que nos
acerca de forma vivencial a su emoción. La empatía se
trata así de un fenómeno multidimensional, que integra
aspectos cognitivos y emocionales (Davis, 1996). El
componente cognitivo de la empatía, muy relacionado
con la teoría de la mente o la inteligencia social propuesta
por Premack y Woodruff (1978), se reere a la habilidad
de abstraer los procesos mentales de otra persona, lo que
permite al observador acercarse al estado emocional del
observado. Este acercamiento produce una respuesta
afectiva, que constituye el componente emocional de la
empatía. Además, existe un acuerdo en cuanto a que
la respuesta empática no sólo consiste en desarrollar la
habilidad para ver el mundo como lo ven los demás y
entender los sentimientos ajenos, sino que, como señala
Wiseman (1996), implica así mismo evitar entrar en
juicios de valor acerca de la otra persona y transmitirle la
comprensión de su estado intelectual y emocional.
Sumergirse en la emoción. Simpatía y empatía
A pesar de que el signicado de ambos términos
se asemeja bastante, al suponer un inujo de la afectividad
ajena en uno mismo, empatía y simpatía son procesos en
los que la emoción suscitada en el observador diere de
forma sustancial.
El contagio emocional se encuentra a la base
del modelo de percepción/acción (Preston & de Waal,
2002) y constituye la condición necesaria para que se
produzca la empatía (Moya-Albiol, 2014). Se trata de una
experiencia vivencial de las emociones ajenas, derivada
de un acercamiento al “universo simbólico” del otro, el
cual, siguiendo a Davis (1996), nos lleva a reaccionar
afectivamente, acogiendo en uno mismo el estado
emocional de los demás. Este fenómeno nos puede
ayudar a comprender las emociones de la otra persona.
No obstante, si dicha fusión emocional se mantiene en el
tiempo, se establece una respuesta de simpatía –y no de
empatía- que nos lleva a sumergirnos en su afectividad
(Breithaupt, 2009), lo que suele dar lugar a un estado de
sufrimiento.
En este sentido, la actitud empática nace de
una gestión diferente del contagio emocional, en la que
se genera el espacio suciente para no fundirse en la
afectividad de los demás, y poder actuar desde su
comprensión. En la empatía no “se vive” la emoción del
otro –entendiendo por vivir sumergirse y dejarse arrastrar
por ella-, aunque sí que se comprende; a diferencia de
la simpatía, en la que sí “se vive” la emoción, aunque no
siempre llegue a comprenderse. Esto último adquiere
especial relevancia cuando se trata de empatizar con el
sufrimiento ajeno (Moya-Albiol, 2014).
Sintetizando lo anterior, la empatía implica
acercarse lo suciente –aunque no demasiado- a la
emoción del otro, lo que precisa un esfuerzo activo por
adoptar sus esquemas cognitivos, su forma de ver y de
sentir el mundo, y no dejarse arrastrar por su afectividad.
La simpatía, por su parte, implica una fusión con su
estado emocional, lo cual suele derivar en un sentimiento
de angustia o de malestar personal (Davis, 1980). La
diferencia entre empatía y simpatía la encontramos en
que, siendo ambas una reacción ante la emoción ajena,
en el primer caso la atención se centra en la víctima,
mientras que en el segundo se encuentra centrada en
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uno mismo, es decir, en cómo nos afecta el sufrimiento
de la otra persona (Batson, Fultz & Schoenrade, 1987).
Esta diferencia con respecto a dónde se sitúa el
foco atencional la encontramos también en la distinción
que se establece entre la empatía exacta y la empatía
subjetiva, que se expone a continuación.
«Si yo fuese tú» o «Si estuviese en tu lugar».
Empatía exacta y subjetiva
La empatía exacta y la empatía subjetiva son
descritas como diferentes formas de situarse frente al
sufrimiento ajeno, en las que el observador centra su
atención en la subjetividad del otro o en la suya propia,
respectivamente.
Al enfrentarnos al sufrimiento de otra persona, lo
habitual es que tratemos de aliviar su malestar pensando
en qué nos aliviaría a nosotros si estuviésemos en su
lugar; es decir, se suele reaccionar enfocando la atención
en uno mismo (Batson et al., 1987). En este proceso se da
por supuesta una exactitud en nuestra valoración acerca
de lo que siente el otro. Sin embargo, al actuar así se
está ignorando su subjetividad: sus esquemas cognitivos
y afectivos fruto de sus experiencias y aprendizajes, y
se está proyectando en él la propia subjetividad. Nos
encontramos entonces ante un tipo de empatía particular,
la empatía subjetiva (Breithaupt, 2009), en la que se juzga
a la persona observada en función de la naturaleza del
observador, volcando así sobre ella su forma especíca
de ver el mundo.
En contraposición a la empatía subjetiva,
Breithaupt describe la empatía exacta como aquella que
tiene lugar cuando el observador desprenderse
de su propia subjetividad para entender al otro en función
de sus experiencias, y no desde las propias. Así, la
empatía exacta trata de entender al otro “desde el otro”,
y no desde uno mismo.
Alcanzar una empatía exacta absoluta es
virtualmente imposible, ya que en la acogida y la
interpretación de las experiencias ajenas siempre va a
mediar nuestro propio conocimiento, siendo inevitable
que entendamos las situaciones de las personas que nos
rodean en función de su similitud con lo que hayamos
vivido anteriormente (Davis, 1996). No obstante, tratar
de trascender la propia subjetividad e intentar ver el
mundo desde la de los demás, entendiendo cómo se
sienten ante una determinada situación en función de
quiénes son y no de cómo nos sentiríamos nosotros, es
fundamental si se quiere alcanzar una actitud empática
efectiva, y no sólo verse a uno mismo reejado en la vida
de las personas que se encuentran a nuestro alrededor.
Encontrar la manera de fomentar una empatía
exacta, alejada de los errores que a menudo se cometen
al interpretar el estado cognitivo y emocional del otro en
función de nuestra propia subjetividad es un importante
desafío si se pretende apostar por una educación en
empatía, estrategia fundamental para lograr una sociedad
menos violenta, menos conictiva y más solidaria (Moya-
Albiol, 2014).
Las iniciativas para promover y educar en
empatía se han llevado a cabo sobre todo en el
ámbito de la Inteligencia emocional (e.g. Fernández-
Berrocal & Ramos, 2004; Segura & Arcas, 2003), y más
recientemente, en el del mindfulness y la compasión. A
continuación, nos centraremos en analizar los principales
resultados de una revisión sobre este último, por ser
el más novedoso y estar basado en una estrategia de
intervención –el mindfulness- que está revolucionando la
psicología actual.
Mindfulness y Salud
Actualmente, nos encontramos ante una
proliferación de investigaciones sobre mindfulness que
están demostrando sus numerosos benecios en la salud
y el bienestar en general.
El signicado y la esencia del mindfulness
El mindfulness o atención plena es una forma
de meditación cuyas raíces se encuentran en la losofía
y religión budistas, fundadas en el siglo VI a.C. por el
Buda Siddhartha Gautama, y derivada del brahmanismo:
la meditación “vipassana”, una de las más antiguas
de la India. Básicamente consiste en la observación
de la respiración y de la naturaleza cambiante de las
sensaciones y de todo cuanto se percibe en el instante
presente. A través de esta forma de meditación, se
atiende a lo que ocurre en uno mismo y en el ambiente y a
las propias elaboraciones mentales sobre los sucesos de
nuestro alrededor, abriéndonos así a la experiencia en su
totalidad, pudiendo separarla y diferenciarla de nuestros
añadidos. En este sentido, “vipaśhiana” signica “visión
clara” o “ver las cosas tal y como son”.
Si bien el origen del mindfulness se encuentra en la
tradición budista, su práctica es compatible con cualquier
losofía o religión, ya que no precisa de ninguna creencia
en particular. Así, en los últimos años, el mindfulness se
ha introducido ampliamente en los círculos cientícos-
sanitarios del mundo occidental, siendo el biólogo Jon
Kabat-Zinn el pionero en su aplicación e integración en
el ámbito de las Ciencias de la Salud. No obstante, no se
debe entender el mindfulness de forma aislada como una
herramienta de intervención ecaz en diferentes áreas
aumentando así la visión utilitarista del mismo-, sino que
a través de esta expresión nos estamos reriendo tanto a
una forma de meditación, como al estado mental que se
alcanza a través de ella, a una capacidad cognitiva, y de
manera más general, a una forma de vida (Kabat-Zinn,
2012).
Mindfulness se dene como una habilidad
básica y universal por la que somos conscientes de
los diferentes contenidos de nuestra mente momento a
intenta
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momento (Simón, 2007). Según Kabat-Zinn (1994), se
trata de sostener en la conciencia el momento presente
–el aquí y el ahora- el tiempo suficiente para llegar a
conocerlo y comprenderlo mejor, a sentirlo de verdad y
verlo en su totalidad.
El estado mindfulness es algo que a menudo se
experimenta de forma natural en el día a día, y existen
diferentes maneras de fomentarlo, si bien hay dos
elementos que constituyen la esencia de su práctica
(Bishop et al., 2004): la atención a la experiencia inmediata
y la actitud con la que se atiende.
Siguiendo a Kabat-Zinn (1990), la actitud
mindfulness se sostiene en (1) la aceptación: acoger la
experiencia tal y como es, sin evitarla o deformarla antes
de haber llegado a su auténtica comprensión, (2) la
ausencia de juicios: evitar involucrarse en toda clase
de valoración, ya sea positiva o negativa, sobre lo que
está sucediendo en nuestra mente y a nuestro alrededor,
(3) la mente de principiante: relacionarse con lo que
sucede como si nunca antes lo hubiésemos hecho,
liberándonos de los aprendizajes adquiridos sobre ello,
(4) la paciencia: estar totalmente abiertos a cada instante
que viene a nuestra conciencia, respetando el ritmo y la
secuencia de lo que acontece, (5) la conanza: asumir
la responsabilidad de ser nosotros mismos y creer en
nuestra propia capacidad de desarrollo y en los procesos
naturales de la vida, (6) la ausencia de esfuerzo: no
pretender alcanzar un objetivo determinado a través de
la meditación, entendiendo que el n se corresponde
con los medios, y (7) soltar: evitar aferrarse a los
distintos contenidos de la mente, ya sean agradables
o desagradables. Los diferentes componentes que
integran esta actitud se relacionan entre sí, de forma que
el desarrollo de uno de ellos inuye en el desarrollo de los
demás.
Vemos cómo el mindfulness no se trata
únicamente de un fenómeno cognitivo relacionado con
la atención, sino que implica así mismo un componente
afectivo-actitudinal. En esta línea, Siegel (2007) señala
que la práctica de mindfulness se caracteriza por
la adopción de una actitud de curiosidad, apertura,
aceptación y amor. Así, a través del mindfulness se
desarrolla un estado de amor o cariño hacia aquello que
se está observando (situaciones, objetos o personas), lo
que posibilita el incremento de la curiosidad y la apertura
hacia su naturaleza. Esta actitud ha sido denominada
amor incondicional (Salzberg, 2011; Siegel, 2007), y en
el caso de que el objeto observado –ya sea otra persona
o uno mismo- se encuentre en un estado de sufrimiento,
compasión y autocompasión (Gilbert, 2010; Neff, 2003,
2011; Salzberg, 2011).
En denitiva, el mindfulness nos brinda la
posibilidad de relacionarnos de forma diferente con
nuestro entorno y con nosotros mismos. A través de él,
entrenamos a nuestra mente para ser conscientes de
todo aquello que forma parte de la experiencia humana,
abriéndonos así a la enorme variedad de sensaciones y
matices que nos ofrece la vida y que a menudo suelen
pasar inadvertidos; de manera que vamos desarrollando
una habilidad para responder con más dominio y libertad
a las diferentes situaciones a las que nos enfrentamos a
lo largo de nuestro ciclo vital (Pérez-Blasco, 2013).
La aplicación del mindfulness al ámbito de la salud
En los últimos años, se ha producido un elevado
incremento de la investigación acerca de la utilidad del
mindfulness en el ámbito de la salud. Son muchos los
estudios que han demostrado su influencia beneficiosa
en el bienestar físico y psicológico. Así, el mindfulness se
ha mostrado eficaz en el tratamiento del estrés (Chiesa
& Serretti, 2009; Goyal et al., 2014), la ansiedad
(Barbosa et al., 2013; Vøllestad, Nielsen & Nielsen,
2012), la depresión (Strauss, Cavanagh, Oliver &
Pettman, 2014; Hofmann, Sawyer, Witt & Oh, 2010), la
fatiga (Van Weert et al., 2010), el dolor crónico (Kabat-
Zinn, 1990; Reiner, Tibi & Lipsitz, 2013), la cefalea
tensional (Omidi & Zargar, 2014), el cáncer (Lengacher
et al., 2013) y el insomnio (Martires & Zeidler, 2015;
Yook et al., 2008) entre otros. Estos y otros muchos
estudios (e.g. Ngô, 2013; Khoury, Sharma, Rush &
Fournier, 2015) han dado lugar a que se consolide
como una estrategia de intervención de gran utilidad
en el entorno sanitario.
Así mismo, son varios los enfoques terapéuticos
que se basan en la práctica de mindfulness y que han
demostrado su eficacia en el contexto de la relación de
ayuda y de la salud mental (Keng, Smoski & Robins,
2011); entre los que destacan el MBSR (“Mindfulness-
Based Stress Reduction”, Kabat-Zinn, 1990), el MBCT
(“Mindfulness-Based Cognitive Therapy”, Segal, Williams
& Teasdale, 2002), ACT (“Acceptance and Commitment
Therapy”, Hayes, Strosahl & Houts, 2005) y la DBT
(“Dialectical Behavior Therapy”, Linehan, 1993), esta
última dirigida específicamente al trastorno límite de la
personalidad.
Sin entrar a analizar en detalle el importante
papel del mindfulness en el entorno clínico y sanitario y
sus enormes posibilidades de aplicación en este sentido,
a continuación exponemos algunas reflexiones a nivel
teórico acerca de la influencia del mindfulness en el
desarrollo de la empatía, así como los resultados de las
principales investigaciones que se han centrado en el
estudio de esta interacción.
Empatía y Mindfulness
Las investigaciones y aportaciones teóricas más
recientes en el ámbito de la empatía concluyen que el
ser humano nace con una predisposición biológica a ser
empático, si bien será el ambiente en el que se desarrolla,
sus experiencias, la interacción social y el aprendizaje,
entre otros factores, lo que determine si esta capacidad
innata llega a expresarse en mayor o menor medida
(Moya-Albiol, 2014). La educación en empatía se convierte
así en una realidad que abre la posibilidad de avanzar
hacia una sociedad en la que el entendimiento entre
las personas sea la base sobre la que se construya una
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relación más equilibrada y solidaria entre los diferentes
grupos y culturas, uno de los objetivos fundamentales de
la psicología.
El mindfulness, entendido como una forma de
vida que se va asentando a partir de la experiencia
(Kabat-Zinn, 2012), lleva al individuo a desarrollar una
serie de habilidades estrechamente relacionadas con la
empatía, por lo que es lógico pensar que pueda inuir en
la capacidad empática de aquellos que lo practican.
Empatía y Mindfulness. Convergencia teórica
Ser empáticos exige la adopción de una
determinada actitud hacia las personas de nuestro
alrededor. La verdadera comprensión del otro se
fundamenta en una escucha auténtica, en la que
se le intenta ver tal y como es, lo que requiere de un
acercamiento afectuoso y un interés genuino. Esto es
posible gracias a un esfuerzo deliberado por no alterar
la imagen ajena con los ltros de nuestra subjetividad y a
una disposición de apertura emocional hacia los demás.
En este apartado, vamos a ver la relación que existe
entre las actitudes que se fomentan con la práctica de
mindfulness y la empatía.
La curiosidad hacia la vida que se desarrolla
mediante el mindfulness (Siegel, 2007) se convierte
en la principal fuente de motivación que nos lleva a
interesarnos y a querer entender la forma de ver y sentir
el mundo de quienes nos rodean, que a menudo diere
de la nuestra. La exibilidad y la actitud abierta hacia la
experiencia nos acercan a la subjetividad de los demás,
facilitando la adopción de su perspectiva e inhibiendo
la evitación que frecuentemente aparece ante todo
aquello que es diferente a lo que nos es familiar o que
simplemente desconocemos.
La aceptación, una de las actitudes
fundamentales que se cultivan a través del mindfulness
(Kabat-Zinn, 1990; Siegel, 2007), es de vital importancia
para entender al otro reconociéndolo tal y como es, sin
tratar de acomodar y sesgar su imagen en función de
nuestras expectativas con el n de mantener el equilibrio
en nuestro sistema de creencias. Estrechamente ligada
a la aceptación, se encuentra la mente de principiante:
relacionarnos con nuestro entorno inhibiendo la inuencia
que tiene el aprendizaje previo sobre la experiencia
actual (Siegel, 2007), dejando que ésta sea como es, y
por lo tanto, evitando en lo posible la inuencia de nuestra
subjetividad. La aceptación se encuentra así mismo
relacionada con la ausencia de juicios hacia aquello
que se está observando, que como se ha visto, es un
componente esencial de la empatía (Wiseman, 1996).
En denitiva, el mindfulness nos ayuda a alcanzar
un estado de serenidad que facilita el acercamiento a
la experiencia de las personas de nuestro alrededor
sin vernos arrastrados por el inujo de nuestra propia
subjetividad, que a menudo nos lleva a deformar la
realidad (Breithaupt, 2009). Sólo a través una mente clara
es posible ver al otro en su totalidad.
A nivel emocional, el mindfulness fomenta el
desarrollo de un sentimiento de amor incondicional y
compasión hacia nosotros mismos y los demás (Gilbert,
2010; Neff, 2011; Siegel, 2007). Esta disposición afectiva
nos ayuda a percibir la humanidad compartida, creando
un vínculo sobre el que se construye la empatía. En este
sentido, la compasión convierte el sufrimiento ajeno en un
vehículo para la conexión, en lugar de para el aislamiento
(Salzberg, 2011). Al inhibir la evitación de las personas
que sufren a nuestro alrededor, su dolor no nos afecta
negativamente, ya que esa exposición se realiza desde
el afecto positivo y la disposición a la ayuda. Además,
la atención plena facilita el reconocimiento de estados
emocionales más sutiles en nosotros mismos y en los
demás, lo que aumenta nuestra comprensión de las
emociones humanas.
Gracias a este interés sincero, en el que se
observa al otro y se le deja ser tal y como es, adoptando
de manera momentánea su forma especíca de ver el
mundo, se produce el acercamiento necesario para que
tenga lugar el contagio emocional. Es entonces cuando
adquiere especial relevancia la capacidad de soltar
(Kabat-Zinn, 1990), de no dejarse llevar por la emoción
compartida, sino simplemente observarla como lo que
es: un estado afectivo transitorio, y dejarla ir evitando
que nos arrastre. Este desapego o distanciamiento
con respecto a la emoción nos va a permitir manejarla
desde su comprensión, generando el espacio de libertad
suciente para ser capaces de decidir cómo queremos
actuar, en lugar de vernos obligados a repetir la reacción
habitual ante esa situación emocional. La capacidad de
soltar se nos presenta así como un eslabón necesario
en la evolución de la simpatía a la empatía, del contagio
emocional a la comprensión y el manejo ecaz de la
emoción.
Siguiendo a Siegel (2010), el mindfulness fomenta
una actitud abierta hacia la experiencia que, aplicada a
nuestras relaciones con los demás, constituye la base
sobre la que se produce la sintonía. Al sintonizar, se
focaliza la atención en las personas de nuestro alrededor
y se lleva su experiencia al propio mundo interno.
Siegel señala que esta sintonía posibilita que se dé la
resonancia, por la cual dos entidades se acoplan en un
todo funcional, a la vez que permanecen diferenciadas.
Se produce entonces el fenómeno de “sentirse sentido”
que apunta Simón (2010), y que constituye la esencia de
la relación empática. Se debe subrayar que en la sintonía
lo que sucede es que se acoge en uno mismo lo que
es fundamental en el otro, facilitando así el desarrollo de
una empatía exacta y no subjetiva, en la que se estaría
volcando la naturaleza del observador sobre la otra
persona (Breithaupt, 2009).
Así pues, el mindfulness posibilita una escucha
sincera en la que se atiende a las situaciones de los
demás evitando en lo posible la inuencia de nuestra
subjetividad. A través de esta visión impersonal y
desprejuiciada es posible distinguir su experiencia de
nuestros añadidos –derivados de nuestra propia historia-,
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algo necesario para desarrollar una empatía exacta,
modelo a seguir en cualquier relación empática.
Algunos estudios sobre el efecto del entrenamiento
en mindfulness en la empatía
Si bien la empatía y el mindfulness parecen
converger a un nivel teórico, es necesario acudir a la
investigación empírica para sustentar dicha relación, y
conrmar que se produce de la forma esperada.
El estudio y la evaluación de la empatía se ha
abordado de forma diferente en función del enfoque
utilizado (Fernández-Pinto, López-Pérez & Márquez,
2008). Así, desde la perspectiva disposicional, se
entiende que la empatía es una tendencia estable
en el individuo, y se evalúa a través de autoinformes.
El instrumento más utilizado en este ámbito es el
“Interpersonal Reactivity Index” (IRI, Davis, 1980), en
el cuál se establece una distinción entre la empatía
cognitiva y la empatía emocional, y dentro de esta última,
entre la preocupación empática (empatía) y el malestar
personal (simpatía). Otros instrumentos relevantes en la
evaluación de la empatía desde esta perspectiva son la
“Jefferson Scale of Physician Empathy” (JSPE; Hojat et
al., 2002), en la cual se diferencia entre la habilidad para
comprender a los demás y la disposición a prestar ayuda,
y la “Empathy Construct Rating Scale” (ECRS, La Monica,
1981), que aporta una medida general de la empatía.
La perspectiva situacional, por su parte, entiende la
empatía como una emoción elicitada ante la presencia
de determinados estímulos, y centra su evaluación
en medidas de ejecución, es decir, en la empatía que
demuestra un individuo en situaciones concretas. Uno de
los instrumentos más utilizados desde esta perspectiva
es el “Reading the Mind in the Eyes” (RME, Baron-Cohen,
Wheelwright, Hill, Raste & Plumb, 2001), en el cuál se debe
inferir el estado emocional de otras personas mediante la
observación de una serie de fotografías de sus miradas.
Estas medidas se encuentran menos sujetas al posible
sesgo de la deseabilidad social, por lo que pueden
reejar con mayor exactitud la habilidad empática de
los sujetos. Así mismo, se ha visto que los marcadores
biológicos como la oxitocina -hormona relacionada con las
vinculaciones afectivas- pueden aportar una evaluación
más objetiva de la empatía (Rodrigues, Saslow, Garcia,
John & Keltner, 2009), al no encontrarse bajo el control
del individuo al que se está evaluando.
La investigación empírica acerca de la inuencia
del mindfulness sobre la empatía señala de forma
general que el entrenamiento en atención plena lleva a
un incremento de los diferentes aspectos de la actitud
empática.
En uno de los primeros trabajos, Shapiro, Schwartz
y Bonner (1998) hallaron un aumento en la empatía –
evaluada a través de la ECRS- en estudiantes de medicina
tras la aplicación de un programa de intervención basado
en mindfulness de ocho semanas de duración. Los
resultados de un estudio posterior de tipo correlacional
apoyaron estos hallazgos: Beitel, Ferrer y Cecero (2005)
utilizaron el IRI para evaluar la empatía en una muestra de
estudiantes universitarios, y encontraron una asociación
positiva entre los niveles de mindfulness y los de empatía
cognitiva y emocional, así como una asociación negativa
entre el mindfulness y el malestar personal. Años más
tarde, Dekeyser, Raes, Leijssen, Leysen y Dewulf (2008)
trataron de replicar este segundo estudio utilizando el IRI
para la evaluación de la empatía en una muestra formada
por estudiantes de psicología y por sus padres, y sólo
pudieron observar la asociación negativa entre el nivel
de mindfulness y el malestar personal, lo que llevó a
cuestionar el efecto benecioso del mindfulness sobre la
empatía. Sin embargo, son muchas las investigaciones
posteriores de tipo experimental que han observado
un incremento de la empatía a través de la práctica de
mindfulness.
Así, Birnie, Speca y Carlson (2010), en uno de
esos estudios experimentales, observaron un aumento
en la empatía cognitiva y una disminución en el malestar
personal, evaluados a través del IRI, al aplicar el MBSR
en una muestra de estudiantes universitarios. Igualmente,
Rimes y Wingrove (2010), utilizando el mismo instrumento,
observaron un incremento en la empatía emocional en
una muestra de psicólogos clínicos en formación tras
aplicar el MBCT. Además, Shapiro, Brown, Thoresen y
Plante (2011) informan de un incremento en la empatía
cognitiva y emocional –evaluadas a través del IRI- al
aplicar el MBSR en una muestra formada por estudiantes
universitarios. Estos autores observaron que cuanto
mayor era el nivel de mindfulness que presentaban los
alumnos antes de la intervención, mayor era el aumento
que experimentaban en su empatía, si bien los benecios
del entrenamiento se producían independientemente de
este hecho. Así mismo, Barbosa et al. (2013) informan
de un incremento en la empatía –evaluada a través de la
JSPE- al aplicar el MBSR en una muestra de estudiantes
de medicina. En esta línea, Martín-Asuero et al. (2014)
observaron un aumento en la empatía, utilizando el
mismo instrumento, al aplicar el MBSR en una muestra
de profesionales sanitarios de atención primaria. Estos
resultados coinciden con los de Bellosta-Batalla, Pérez-
Blasco, Nácher y Moya-Albiol (2016), que encontraron un
incremento en la empatía cognitiva –evaluada a través
del IRI- en una muestra de estudiantes de psicología tras
la aplicación de un programa basado en mindfulness y
compasión de ocho semanas de duración. Además de los
trabajos mencionados, otras investigaciones realizadas
con niños (Schonert-Reichl et al., 2015), estudiantes de
trabajo social (Gockel, Burton, James & Bryer, 2012) y
médicos de atención primaria (Krasner et al., 2009;
Beckman et al., 2012), entre otras poblaciones, llegan a
conclusiones similares.
En denitiva, diferentes estrategias de intervención
en las que se incluye la práctica de mindfulness han
mostrado efectos beneciosos sobre los niveles de
empatía. Sin embargo, observamos cómo la mayoría de
estudios se han realizado en estudiantes universitarios
y en profesionales de la salud. Además, únicamente se
han utilizado medidas de autoinforme para la evaluación
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de la empatía, por lo que no es posible determinar si
el mindfulness realmente produce un incremento en
la habilidad empática de los sujetos o si simplemente
aumenta su percepción subjetiva en este sentido. Así
mismo, la relación negativa entre el mindfulness y el
malestar personal únicamente se ha establecido a nivel
correlacional y en un estudio experimental en el que no se
incluía un grupo control (Beitel et al., 2005; Shapiro et al.,
2011), lo que no permite armar que el entrenamiento en
mindfulness sea ecaz en la disminución de este último.
Estas consideraciones deben servir de punto de partida
a futuras investigaciones dirigidas a estudiar la inuencia
beneciosa del mindfulness sobre la empatía.
Conclusiones y líneas futuras de investigación
La habilidad para situarse en el lugar del otro –
intelectual y emocionalmente- es un elemento esencial
en una sociedad más pacíca y solidaria, en la que
las relaciones con los demás se establezcan de forma
saludable (Moya-Albiol, 2014). La investigación sobre las
diferentes formas de educar en empatía se convierte así
en un ámbito de especial relevancia por sus implicaciones
a nivel social e individual. El mindfulness, una estrategia
de intervención de gran utilidad en el entorno sanitario,
se nos presenta como una alternativa prometedora en
este sentido. Las actitudes que se desarrollan a través
del mindfulness se encuentran íntimamente relacionadas
con la empatía. En el ámbito cognitivo, la curiosidad,
la exibilidad y la apertura a la experiencia facilitan un
acercamiento a la subjetividad y a la forma de entender
y sentir el mundo de los demás, independientemente
de que sea diferente a la nuestra. Este acercamiento se
sostiene sobre una actitud de aceptación y ausencia de
juicios, que inhibe la inuencia del aprendizaje previo
sobre la experiencia, y que garantiza una visión sincera
en la que la imagen del otro no se encuentra alterada
por nuestra propia subjetividad. En el ámbito emocional,
el amor incondicional y la compasión favorecen el
establecimiento de una disposición afectiva de ayuda.
Además, la atención plena nos ayuda a reconocer
estados emocionales más sutiles en nosotros mismos
y en los demás, facilitando nuestra comprensión de
las emociones humanas. Finalmente, la capacidad de
soltar permite que se establezca un distanciamiento
entre la afectividad ajena y la propia, evitando así que se
produzca una fusión entre ambas.
Los diferentes estudios que se han llevado a
cabo analizando la inuencia del mindfulness sobre la
empatía parecen indicar que la atención plena es una
estrategia de intervención útil para el fomento de la
misma (e.g. Bellosta-Batalla et al., 2016; Shapiro et al.,
2011). No obstante, son necesarias más investigaciones
con el n de generalizar los resultados obtenidos –ya
que la mayoría de estudios se han llevado a cabo en
estudiantes universitarios y en profesionales de la salud-,
y determinar qué aspectos del mindfulness en concreto
son los que tienen una mayor inuencia sobre la empatía.
Este conocimiento nos puede ayudar a diseñar futuras
intervenciones que sean ecaces en este sentido. Así
mismo, se debería analizar especialmente la inuencia
del mindfulness sobre el malestar personal, debido a
que los estudios realizados hasta el momento no aportan
suciente evidencia empírica acerca de esta relación.
Además, es necesario complementar los resultados
de las investigaciones que se han llevado a cabo en
este ámbito mediante una evaluación situacional de la
empatía –utilizando medidas de ejecución y marcadores
biológicos como la oxitocina-, que nos permita explorar
los benecios del mindfulness en la habilidad empática
de los sujetos, y no solamente en su percepción subjetiva
en relación a la misma. Finalmente, es fundamental incidir
en las diferencias existentes entre la empatía exacta y
subjetiva (Breithaupt, 2009), ya que esta última no se
corresponde con una actitud empática que promueva la
solidaridad y el altruismo. Los diferentes instrumentos de
evaluación de la empatía existentes en este momento se
centran en la distinción entre la empatía cognitiva y la
empatía emocional, y dentro de ésta, entre la empatía y la
simpatía (IRI, Davis, 1980); así como en la evaluación de
la disposición a prestar ayuda (JSPE, Hojat et al., 2002).
Sin embargo, actualmente no existe ningún instrumento
que evalúe de forma separada la empatía exacta y
subjetiva, por lo que no es posible saber si el mindfulness
verdaderamente genera un incremento sobre la empatía
exacta –siendo esto lo que se ha sugerido en este
artículo-, o si por el contrario, lo hace sobre la subjetiva.
Así pues, el desarrollo de un instrumento a través del
cual sea posible evaluar estos aspectos diferenciales de
la empatía se anuncia como un eslabón necesario para
garantizar el avance en el estudio de este fenómeno.
El entendimiento entre las personas se fundamenta
en una atención sincera y en una actitud abierta hacia la
existencia de los demás. En este sentido, el mindfulness
y la empatía se encuentran destinados a converger en el
desarrollo de unos vínculos más saludables y auténticos
entre los individuos que integran la sociedad, si bien son
necesarias nuevas investigaciones que aclaren algunos
aspectos aún sin resolver en los estudios que se han
realizado hasta ahora.
Agradecimientos
La realización de este estudio ha sido posible
gracias a la nanciación del Ministerio de Economía
y Competitividad del Gobierno de España (PSI2015-
71076-P), y las Ayudas para la formación de personal
investigador de carácter predoctoral de la Generalitat
Valenciana, Programa VALi+d (ACIF/2016/383).
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PSYCAP
ISSN 0719-4420
... En él se acentúa la importancia de la separación entre las experiencias ajenas y las de uno mismo, inhibiendo los sesgos en la inferencia sobre el estado cognitivo y emocional de los demás. Siguiendo esta línea, es fundamental que en la interpretación de las vivencias de los pacientes adoptemos un acercamiento del estilo "si yo fuese tú", en vez de "si yo estuviese en tu situación" [71]. La regulación de la atención y el aumento de la autoconsciencia asociados a la práctica de mindfulness son esenciales para evitar estos errores en la apreciación acerca de su estado interno [41], incrementando su sensación de que están siendo entendidos, y ejerciendo un efecto beneficioso sobre el vínculo terapéutico [3]. ...
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En el ámbito de la atención a la salud mental, la empatía es un aspecto especialmente importante, ya que supone la base sobre la que se sostiene el vínculo terapéutico y se articulan las diferentes actuaciones psicológicas, al facilitar un entendimiento de la vida y de las situaciones de los pacientes. En este sentido, las intervenciones basadas en mindfulness y compasión (IBMC) se han mostrado efectivas para aumentar la empatía en los profesionales sanitarios. Sin embargo, actualmente siguen existiendo algunas inconsistencias en el estudio de la empatía y su relación con mindfulness y compasión. En este artículo, se expone una visión global de estos constructos, subrayando la importancia de identificar los sesgos en la inferencia sobre el significado de las vivencias ajenas, y analizando el impacto de mindfulness y compasión en la gestión saludable de las emociones y su implicación en el acercamiento al sufrimiento de los demás. Finalmente, se introduce un modelo explicativo en el que se integra lo anterior, y se sugiere la influencia de mindfulness en la evolución de la empatía a la compasión. El estudio de esta asociación supone un aspecto fundamental en la investigación acerca de los beneficios de las IBMC sobre la empatía en el ámbito sanitario.
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Desde que en la década de los años noventa del pasado siglo se creara el neologismo de «turismo oscuro» a la práctica de los turistas por visitar espacios patrimoniales relacionados con el dolor, la pena, la muerte o el trauma, este no ha dejado de crecer. La oferta y la demanda aumentan cada año en este subsector; lo que ha multiplicado las investigaciones de los especialistas, así como los debates sobre las fronteras éticas de su práctica. La realidad, es que algunos de los destinos no corresponden con únicamente con hechos de nuestro pasado lejano y/o reciente, sino con conflictos bélicos actuales, donde la tragedia y el trauma son parte de la vida diaria de los habitantes de un territorio. En este artículo se presenta el estado del sector turístico que denominamos de memoria traumática; sus impactos sociales, culturales y económicos; las carencias de las narrativas en su puesta en valor que están llevando en algunos casos a generar una oferta distópica; y nuestra aportación como posible solución desde el trabajo de la empatía histórica.
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Numerous research studies link mindfulness training to improved empathy. However, few studies focus on the mediating factors of empathy. This work has three objectives: (a) to analyze the possible mediation of mindfulness as a feature in this relation, (b) to analyze the mindfulness factors that mediate in the increase of empathy and (c) to analyze the moderating role of gender. The sample was composed of 246 Spanish-speaking university students (M = 24.08 years, SD = 8.43). The instruments used were the Five Facet Mindfulness Questionnaire (FFMQ) and the Toronto Empathy Questionnaire (TEQ). For data analysis, the indirect effect was calculated using 10000 bootstrap samples for the bias-corrected bootstrap confidence intervals (BCI). The improvement of empathy is mediated by the changes in mindfulness trait (B = 0.233, p < 0.001), disappearing in the presence of this mediator, the direct effect of mindfulness practice on empathy (B = 0.161, p = 0.394). We did not find a differential functioning of this mediation according to gender. Observing and describing are the FFMQ factors that mediate significantly between mindfulness practice and empathy.
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Numerous interventions propose mindfulness training as a means of improving empathy. Our aim is to analyse the relationship between mindfulness practice and empathy through the mediating process of trait mindfulness. This sample comprised 264 undergraduate students (x¯=24,13years, SD = 11,39). The instruments used were Five Facet Mindfulness Questionnaire and Toronto Empathy Questionnaire. The indirect effect was calculated using 10.000 bootstrap samples for the bootstrap confidence intervals corrected for bias. Empathy improvement is mediated by changes in the cognitions derived from mindfulness (B = .346, p<.01). The direct effect of mindfulness practice on empathy disappears in presence of this mediator (B = .133, p>.05). Mindfulness interventions that aim to improve empathy should focus on three of its components; observing, describing and nonreactivity to inner experience. Given the significance of the results, the research must be extended to larger samples.
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Aprender de los grandes cambios vitales es la meta hacia la que se orienta este libro. Sin ignorar que los momentos críticos del desarrollo pueden comportar ciertas amenazas para el bienestar y la salud, el texto dirige la mirada del lector hacia el potencial positivo que encierran: hacia la posibilidad, no solo de resistir los desafíos de la vida, sino de evolucionar a partir de la experiencia. Estudiantes y profesionales encontrarán en estas páginas una revisión de los procesos y mecanismos que subyacen a un afrontamiento saludable, así como un conjunto de propuestas de intervención psicológica, que faciliten la actualización de fuerzas internas y externas para responder con resistencia y flexibilidad a los nuevos envites del destino y den acceso a una vida más consciente, responsable y autónoma en la que tengan espacio el placer, el disfrute y el sentido.
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La empatía sigue siendo una capacidad humana por explorar, de la que aprender y, por supuesto, la que potenciar, ya que sus beneficios son innumerables y se extienden a todos los ámbitos de la vida. Es fundamental en la esfera privada, pero no es menos relevante en el mundo laboral, en las empresas y organizaciones. Podríamos incluso decir que una empresa sin empatía tiene los días contados, es una empresa sin un futuro claro, al menos a medio y largo plazo. Y somos cada vez más conscientes de ello, de hecho, el modelo competitivo está cambiando hacia otro más cooperativo, en el que se tiene en cuenta a las personas, sus emociones y sus circunstancias, sus intereses y capacidades, y sobre todo su satisfacción e implicación con el trabajo y su entusiasmo y felicidad en el día a día. Ello no es posible si no existe empatía. Es fundamental contar con líderes empáticos, tanto en grandes y medianas empresas como en el pequeño negocio, para estar cara al público, para que funcionen las relaciones entre compañeros, para que podamos entender a nuestros superiores. Y todo ello va a plasmarse en beneficios sociales y económicos, las personas nos sentimos mejor en el trabajo y nos implicamos más, el trabajo se optimiza y mejoran los resultados, la productividad y los beneficios. Este libro pretende llevar todo el conocimiento sobre la empatía y sus aplicaciones al mundo laboral, informar de sus beneficios, sus ámbitos de aplicación y dar las guías básicas de cómo ser más empáticos. Conseguir libro en booksplayground@gmail.com
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Los psicoterapeutas eficaces se caracterizan por su capacidad para empatizar y no dejarse arrastrar por el sufrimiento ajeno. En los últimos años, el mindfulness se está convirtiendo en una herramienta ampliamente estudiada por sus beneficios en la salud física y psicológica, entre los cuales se encuentra la mejora de las relaciones interpersonales. El objetivo de esta investigación es contribuir a la búsqueda de estrategias que permitan mejorar la formación de los estudiantes de Psicología, mediante el desarrollo de competencias personales que favorezcan su práctica profesional. Para ello, se analiza el efecto de un programa de entrenamiento en mindfulness sobre la empatía y el bienestar psicológico en un grupo de estudiantes de Psicología. Se ha utilizado un diseño longitudinal de tipo cuasi experimental de comparación de grupos, con medidas antes y después de la intervención. Los resultados muestran un incremento en la empatía cognitiva y el bienestar psicológico de los participantes en el entrenamiento. El mindfulness se presenta así como una alternativa viable para la mejora de la formación de los psicólogos durante su etapa universitaria, en concreto para la mejora de una habilidad básica como es la empatía.
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The concept of empathy lies amid much confusion This analysis addresses that confusion using Walker and Avant's model of concept analysis, and looks at what empathy is is it trait or state, is it dynamic or static, and how is it recognized and measured' Implications of these findings are discussed, limitations of the study are acknowledged and areas for further work suggested
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The development of the Jefferson Scale of Physician Empathy was supported, in part, by a grant from the Pfizer Medical Humanities Initiative, Pfizer, Inc., New York. The authors thank Dr. Louise Arnold for her useful comments and Dorissa Bolinski for her editorial ...