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Los Hijos de Sánchez. Xenofobia y Nacionalismo: The Latin Americanist, March 2017

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Abstract

Se analiza la recepción que tuvo el libro de Óscar Lewis, Los Hijos de Sánchez, entre la opinión pública mexicana. Mientras algunos intelectuales dieron la bienvenida a la crítica que el texto hacía a la pobreza urbana, los más cercanos al PRI y al gobierno de Díaz Ordaz, lo rechazaron mostrando un provincianismo y una xenofobia ancladas en el nacionalismo. Atacaron al autor y al editor, Arnaldo Orfila, por su condición de extranjeros y, en un intento por imponer la censura, demandaron al editor.
LOSHIJOSDES
´
ANCHEZ. XENOFOBIA Y
NACIONALISMO
María del Carmen Collado
Instituto de Investigaciones Dr. Jos´
e María Luis Mora
Arnaldo Orfila Reynal era director del Fondo de Cultura Econ´
omica,
una editorial estatal fundada en 1934 para difundir traducciones al espa ˜
nol
de obras importantes en ciencias sociales, cuando public´
o, en 1964, la tra-
ducci´
on de Los hijos de S´
anchez, autobiografía de una familia mexicana del
antrop´
ologo estadunidense Oscar Lewis. La primera edici´
on, cuya publi-
caci´
on coincidi´
o con la llegada de Gustavo Díaz Ordaz a la presidencia,
tuvo tal ´
exito que se agot´
o en tres meses. Inicialmente se escribieron al-
gunas críticas al texto que se mantuvieron en el ´
ambito acad´
emico e in-
telectual, pero la segunda edici´
on, a inicios de 1965, caus´
o un aut´
entico
esc´
andalo medi´
atico cuyo an´
alisis permite adentrarnos en algunos de los
rasgos del nacionalismo que informaba al autoritarismo mexicano.
El revuelo causado por la obra se enmarca en el ambiente de la
Guerra Fría en M´
exico, que envuelto en el manto nacionalista, buscaba
aislarse de las influencias de la Revoluci´
on cubana y el socialismo. Este
clima de intolerancia cobr´
o fuerza en el sexenio de Díaz Ordaz, quien
como secretario de Gobernaci´
on del gobierno anterior de Adolfo L´
opez
Mateos, fue el encargado de combatir y frenar la “subversi´
on comunista”.
Así, el libro de Lewis no s´
olo fue visto como un insulto a lo mexicano,
una bofetada a la imagen del progreso edulcorada que los gobiernos pos-
revolucionarios construían apoyados por los medios de comunicaci´
on,
sino como una obra con una crítica doblemente inaceptable por provenir
de extranjeros, el autor y el editor, quienes adem´
as tenían inclinaciones
sospechosamente comunistas. Así, xenofobia y nacionalismo se articu-
laron para descalificar la imagen de la pobreza urbana presentada por la
obra y atribuir aquella realidad a un invento fraguado para desacredi-
tar al país cuyo desarrollo econ´
omico había sido calificado de “milagro
mexicano”.
Oscar Lewis era una antrop´
ologo destacado por sus estudios sobre la
transici´
on de la vida campesina a la urbana, quien llevado por la importan-
cia que cobraba la pobreza urbana se enfoc´
o a estudiar el cambio cultural
asociado a la pobreza durante la mayor parte de su vida acad´
emica. Se
autodefinía como un materialista ecl´
ectico y bautiz´
o a la metodología por
el desarrollada con su esposa y colaboradora Ruth Maslow Lewis, como
“realismo etnogr´
afico.”1Orfila Reynal era el director del Fondo de Cultura
Econ´
omica desde 1948, cuando Daniel Cosío Villegas, su fundador, dej´
ola
C2017 Southeastern Council on Latin American Studies and Wiley Periodicals, Inc.
DOI: 10.1111/tla.12105 31
The Latin Americanist, March 2017
direcci´
on. Durante la gesti´
on de Orfila, argentino de nacimiento, el Fondo
se convirti´
o en una de las editoriales m´
as importantes del continente por
la publicaci´
on de trabajos se˜
neros de las ciencias sociales, de ensayos sobre
la realidad mexicana y latinoamericana y de colecciones como Letras Mex-
icanas, Vida y Pensamiento de M´
exico, Breviarios y Popular que llegaron
al p ´
ublico masivo que la expansi´
on de la educaci´
on b´
asica y universitaria
había creado.2
El primer trabajo de Lewis sobre M´
exico se enfoc´
o en la vida campesina
en Tepoztl´
an. Lleg´
o al país con un financiamiento del Instituto Indigenista
Interamericano, creado en 1940, para estudiar los aspectos psicol´
ogicos
y culturales del desarrollo indígena3y public´
o sus hallazgos en Life in a
Mexican Village: Tepoztl´
an Restudied en 1951. Desde entonces adopt´
oun
enfoque interdisciplinario mezclando el an´
alisis etnogr´
afico, sociol´
ogico
y psicol´
ogico que caracterizaría sus trabajos m´
as c´
elebres. Le interesaba
especialmente conocer la manera en que la pobreza afectaba el desarrollo
psicol´
ogico de los seres humanos.4Sostenía que con el uso de tests psi-
col´
ogicos, ex´
amenes físicos, observaciones sobre la vivienda y entrevistas
intensivas a los miembros de una familia se podía acceder a ´
areas de la per-
sonalidad individual que habían sido descuidadas por la antropología.5
Tal vez la parte m´
as sobresaliente de su enfoque fue que abandon´
oel
romanticismo con el que la antropología había estudiado a los indígenas
campesinos y estudi´
o las resistencias al cambio de los pobres rurales y
urbanos.6Una de las características de sus investigaciones fue la partici-
paci´
on de un grupo amplio de estudiantes, antrop´
ologos, psic´
ologos y
otros asistentes.7
Previo a la edici´
on castellana del libro m´
as famoso de Lewis, el Fondo
public´
oAntropología de la pobreza. Cinco familias, en 1961. En ´
el retomaba la
biografía de cinco familias que habían atravesado la transici ´
on del campo a
la ciudad e introdujo el estudio de la familia como un eje en la investigaci ´
on
antropol´
ogica. Utiliz´
oelt
´
ermino “cultura de la pobreza” para explicar
los rasgos que la nutrían y las dificultades al cambio. Pese al abandono
del tradicional enfoque rom´
antico de la antropología hacia el atraso y
la pobreza, este libro no caus´
o ninguna reacci´
on entre el p ´
ublico lector
mexicano.
A partir de la investigaci´
on sobre las cinco familias mexicanas (1956)
comenz´
o a grabar sus entrevistas en cinta magnetof´
onica, lo que fue
una revoluci´
on para el trabajo de campo de las ciencias sociales. Pero
la grabaci´
on de las entrevistas resolvi´
oadem
´
as la preocupaci´
on de
Lewis por encontrar la forma id´
onea de presentaci´
on para que sus
trabajos trascendieran a un p ´
ublico mayor y no quedaran s´
olo en la
academia.8Desde entonces sus investigaciones m´
as importantes recu-
peraron la t´
ecnica narrativa de la autobiografía para presentar sus
resultados.
Mientras realizaba este trabajo se top´
o con la familia S´
anchez, cuyos
cuatro miembros, hijos de don Jes ´
us, le brindaron exactamente el tipo de
informantes que buscaba. Cuando conoci´
o a estos personajes, pens´
oque
32
María del Carmen Collado
“una sola familia parecía iluminar muchos de los problemas psicol´
ogicos
y sociales de la vida de la clase baja mexicana y, en este punto, decidí
intentar un estudio a profundidad.”9Así, emprendi´
o el ambicioso trabajo
centrado en dos generaciones de la familia S´
anchez, que vivían en vecin-
dades ubicadas en Tepito, uno de los barrios marginales de la ciudad. La
cuidadosa transcripci´
on, y edici´
on de las entrevistas recay´
o, en su mayor
parte, en manos de Ruth Lewis. El matrimonio se preocup´
o por que los
testimonios conservaran una estructura dram´
atica y Lewis dividi´
o al texto
en una introducci´
on, escrita por ´
el, seguida de cuatro partes y un epí-
logo. La primera y la ´
ultima parte corresponden a las entrevistas de Jes ´
us,
el padre de familia; las otras tres est´
an divididas en las narraciones de
sus cuatro hijos: Manuel, Roberto, Consuelo y Marta. Gracias a la na-
rraci´
on hecha en primera persona, recuperando un lenguaje coloquial, y a
la confianza que Lewis logr´
o entre sus entrevistados, estos contaron con
lujo de detalles sus experiencias y su vida cotidiana, dotando al libro del
lenguaje rico y colorido que por general s´
olo se aprecia en las narraciones
literarias.
Lewis logr ´
o su prop ´
osito, traspas ´
o el estrecho círculo de los acad´
emicos,
y lleg ´
oaunp´
ublico m ´
as amplio. Los Hijos de S´
anchez fue publicado en ingl´
es
en 1961 y se convirti´
oenun´
exito tanto de crítica como entre los lectores.
La revista Times lo incluy´
o en su lista de los libros m´
as importantes de la
d´
ecada10 y en Francia recibi´
o el premio a mejor libro extranjero en 1963.11
El ´
exito de la obra y la importancia de dar a conocer un texto que abordaba
uno de los temas sociales m´
as acuciantes del país, decidieron a Orfila a
publicar, previa autorizaci´
on de la Junta de Gobierno de la editorial, un
texto cuya trascendencia se vislumbraba. La forma autobiogr´
afica adop-
tada roz´
o los linderos de la literatura y confundi´
o a algunos de los críticos
de Lewis que no sabían si tratarla como una obra literaria o científica,
al tiempo que el lenguaje sin tapujos y la disposici´
on de los S´
anchez a
abordar los aspectos m´
as íntimos de sus vidas, escandaliz´
o a “las buenas
conciencias mexicanas”. La forma escogida por Lewis para transmitir las
experiencias de lo que ´
el denominaba la cultura de la pobreza, —concepto
que no fue bien desarrollado por el autor12— demostr ´
o una gran efica-
cia en el campo comunicativo, pero, al escoger este m´
etodo, expuso a sus
informantes al juicio de los lectores,13 como se apreciar´
am
´
as adelante.
El lenguaje utilizado y el acento en el maltrato emocional vivido por sus
informantes,14 tal vez sea la clave para entender la controversial recepci´
on
que tuvo Los hijos de S´
anchez en M´
exico.
El antrop´
ologo estadunidense, nacido como Yehezkiel Oscar
Lefkowitz, era hijo de judíos polacos emigrados al estado de Nueva York
y cambi´
o su nombre al terminar su doctorado en antropología en la Uni-
versidad de Columbia en 1940, por temor al anti-semitismo de aquellos
a˜
nos.15 Asegura su bi´
ografa que el inter´
es de Lewis por estudiar la vida de
los pobres nacía de su propia infancia inmersa en la pobreza, de “su au-
topercepci´
on como un segregado y su temprana exposici´
on a los escritos
socialistas”.16
33
The Latin Americanist, March 2017
Lewis era un izquierdista y pensaba que la pobreza no debía ser ideali-
zada o defendida, sino atacada y erradicada. Quería que su trabajo sirviera
para denunciar la pobreza y estaba convencido de que esta condici ´
on había
da˜
nado el bienestar psicol´
ogico y físico de quienes est´
an sujetos a ella.17
Desde el punto de vista ideol´
ogico coincidía con su editor en M´
exico, Ar-
naldo Orfila, quien durante la d´
ecada de 1950 había radicalizado su pen-
samiento hacia la izquierda, abandonando la social democracia por el in-
flujo del pensamiento crítico en Am´
erica Latina, de la Revoluci´
on cubana,
y tambi´
en por la influencia que sobre ´
el ejerci´
o su mujer, la antrop´
ologa
Laurette S´
ejourn´
e.18
El momento de la publicaci´
on de la obra coincidi´
o con el endure-
cimiento del anticomunismo en M´
exico. La primera edici ´
on, salida a finales
de 1964 se agot´
oentresmesesysetir
´
o una segunda edici´
on a principios
de 1965.19 Con Díaz Ordaz en la presidencia se increment´
o la persecuci´
on
a los comunistas, acicateada por el temor a que la revoluci´
on cubana con-
tagiara al país. El miedo al comunismo se mezcl´
o con el nacionalismo
mexicano erigi´
endose en un extra˜
no valladar xenof´
obico que por igual de-
nunci´
o las supuestas injerencias sovi´
eticas o las estadunidenses. La prensa
de la ´
epoca, que gozaba de poca libertad de expresi´
on, hacía por lo general
eco del nacionalismo que caracteriz´
o al autoritarismo mexicano, y atribuía
a los extranjeros que eran percibidos como una amenaza, de ser espías
extranjeros, ya fuera sovi´
eticos, de la CIA o del FBI. El r´
egimen utilizaba el
nacionalismo para generar consensos, fortalecer la sensaci´
on de que el país
estaba aislado del conflicto entre la URSS y Estados Unidos y de cuando
en cuando exacerbaba la xenofobia para situar el origen de los conflictos
fuera de M´
exico.
Los hijos de S´
anchez generaron una creciente pol´
emica debido a que
exhibía la pobreza urbana como una lacra con un lenguaje accesible para
todo el mundo. El libro retrata la violencia contra la mujer y los hijos,
la violencia en la vecindad para ganar el respeto entre las pandillas de
j´
ovenes, el hacinamiento, la insalubridad, la utilizaci´
on de insultos en
el habla cotidiana, la falta de apego al matrimonio, la sexualidad y una
religiosidad popular alejada de la jerarquía cat´
olica. Era la otra cara de la
pobreza familiar idílica presentada en Nosotros los pobres, (1948).20 El “rea-
lismo etnogr´
afico” molest´
o a una parte de la sociedad que no quería ver
los problemas del país y que consideraba inaceptable que un extranjero los
pusiera al descubierto. Este segmento deseaba que se siguieran alabando
los logros del r´
egimen y que se exaltara el “milagro mexicano”. Lewis
había puesto el dedo en la yaga:
La persistencia de la pobreza en la ciudad m´
as importante de la
naci´
on, 50 a˜
nos despu´
es de la gran Revoluci´
on mexicana, pre-
senta serias cuestiones acerca del grado en que este movimiento
ha logrado alcanzar sus objetivos sociales. A juzgar por la familia
S´
anchez, por sus amigos, vecinos y parientes, la promesa esencial
de la Revoluci´
on no ha sido cumplida a ´
un.21
34
María del Carmen Collado
Aparentemente, el escritor y periodista Rafael Solana escribi´
ounade
las primeras críticas que tuvieron repercusiones en la revista Siempre! el
23 de diciembre de 1964. Afirmaba que el libro era deshonesto, pues uti-
lizaba los golpes bajos para lograr una gran difusi´
on y que produciría un
enorme da˜
no a la imagen del país en el extranjero, en un momento en
que este trataba de conseguir que miles de turistas lo visitaran durante las
olimpiadas que se celebrarían en 1968. Acusaba a Lewis de haber buscado
a una familia abyecta, que utilizaba un lenguaje que no era usual entre una
familia típica. El libro era una “felonía”, atacaba a M´
exico y Lewis había
traicionado a los mexicanos que le dieron hospitalidad. Adem´
as, Solana
escribi´
o que Lewis había influido a los S´
anchez para que estos dijeran que
deseaban que M´
exico perteneciera a Estados Unidos. Así, tergiversaba los
dichos de Manuel y Roberto S´
anchez sobre la admiraci´
on que les despert´
o
Estados Unidos cuando migraron como braceros, pues las condiciones de
vida eran mejores que en M´
exico.22
Luis Cata˜
no Morlet, secretario de la Sociedad Mexicana de Geografía y
Estadística (SMGE), quien se desempe˜
naba como juez del Tribunal Supe-
rior de Justicia del Distrito Federal, dio una conferencia en donde atac´
oel
libro de Oscar Lewis el 9 de febrero de 1965, repitiendo muchas de las ideas
de Solana. Gustavo Díaz Ordaz estuvo presente en esta reuni´
on en la que
la directiva de la Sociedad decidi´
o demandar judicialmente a Lewis por
haber escrito “un libro obsceno y denigrante para nuestra Patria”. En su
demanda subrayaron que “el lenguaje soez y obsceno usado por el autor;
la descripci ´
on de escenas imp ´
udicas con las opiniones calumniosas, difam-
atorias y denigrantes contra el pueblo y el Gobierno de M´
exico colocan a
este libro dentro de los actos delictuosos y sancionados en la Ley de Im-
prenta y el C´
odigo Penal vigente”.23 Se acus´
o al autor del delito de “diso-
luci´
on social”, previsto en el artículo 145 bis del C´
odigo Penal, el artículo
preferido para meter a prisi´
on a los presos políticos.24 Esta acusaci´
on se
fundaba en las partes de las entrevistas de los S´
anchez donde criticaban
al gobierno, donde decían preferir las leyes de Estados Unidos y que les
gustaría ser gobernados por un presidente estadunidense.25
A partir de ese momento la pol´
emica se apoder´
o de la prensa nacional
en la que se expresaron los defensores y los detractores de la obra. En
su editorial del 25 de febrero, El Nacional, portavoz del gobierno y del
PRI, asegur´
o que la obra “atentaba contra las buenas costumbres” por su
lenguaje procaz, que ofendía a la moral, que el libro carecía de car´
acter
científico, que incitaba a la alteraci´
on de la paz p ´
ublica porque desde˜
naba
a las instituciones, que no aportaba nada, sino que se trataba de una h´
abil
maniobra mercantil que había logrado un gran ´
exito de ventas. No obs-
tante, consideraba que no era lo m´
as “adecuado” combatir este tipo de
“perversiones mercantiles con denuncias y condenas, sino con trabajos
serios.”26 La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística continu´
o con
sus críticas, esta vez en voz del escritor Ren´
eAvil
´
es, quien en otra confe-
rencia, urgi´
o sobre la necesidad de una “cruzada nacional” a favor de que
toda la creaci´
on científica y artística se mantuviera dentro de la “limpieza
35
The Latin Americanist, March 2017
mental”, elevando el buen gusto y la moral para generar un “ambiente
espiritual limpio, constructivo y de superaci´
on”. Se refería a los escritores
que “intentan ocultar su coprolalia (enfermedad, vicio o bajeza moral que
los impulsa a expresarse indecentemente)” para ganar lectores afectos a las
“emociones fuertes” y a los que no les importa el “da˜
no que causan a sus
lectores inficion´
andoles el virus del amor por las descripciones y las pal-
abras escatol ´
ogicas.”27 Otro periodista, Antonio Rodríguez, se manifestaba
en contra de la acusaci´
on judicial y a favor de que el texto fuera rebatido
con argumentos. Se˜
nal´
o que Lewis había seleccionado ciertos fragmentos
a fin de presentar una imagen deforme de la realidad mexicana y había
callado, en cambio, que la pobreza en M´
exico se debía a “la explotaci´
on”
de otros países. Apuntaba que Lewis “no pierde la oportunidad de des-
cribir con una ‘objetividad’ que es casi deleite, las experiencias sexuales
de todos sus personajes, y el lenguaje que con ellas se relacionan”. “Casi
no hay p´
agina en que no digan . . . las m´
as sonoras leperadas. Y no hay
capítulo en que no se describa al natural, las m´
as pornogr´
aficas escenas.”
Lo verdaderamente ridículo, escribi´
o, fue que un científico estadunidense
se˜
nalase los efectos de la miseria al tiempo que escondía sus causas. Y
atribuía el hecho de que Lewis hubiera elegido a M´
exico como campo de
estudio, al inter´
es por socavar su política independiente frente a Estados
Unidos, poniendo en evidencia que algunos mexicanos “se sentirían felices
si fueran gobernados por un presidente americano.”28
Casi todos los críticos acusaron al texto de soez, vulgar, pornogr´
afico
y de ser un atentado a la decencia con objeto de acallar la crítica contra la
pobreza y negaron que lo narrado fuera cierto. Se ampararon en la bandera
nacionalista subrayando que el hecho de que fuera un estadunidense el
que hubiera escrito el libro era sospechoso, que detr´
as de ´
el se movía el
inter´
es por atacar a la Revoluci´
on mexicana, a un país que había defendido
siempre su independencia frente al poderoso vecino del norte y que se
ocultaba que una de las causas de la pobreza derivaba de la explotaci´
on
que Estados Unidos había ejercido sobre M´
exico.29
Pero la mayor parte de los periodistas e intelectuales se manifestaron a
favor de la libertad de expresi´
on, estuvieran o no de acuerdo con el con-
tenido del libro. El escritor Andr´
es Henestrosa se refiri´
oaqueelesc´
andalo
provocado por la obra de Lewis no fue causado por referir realidades
ignoradas, sino porque lo decía un extranjero. “Qu´
e es lo que ha ocur-
rido? Lo de siempre: que nadie venga de fuera a ver nuestros males y
a denunciarlos; eso es obra nuestra, exclusiva, así tengamos que callarlo
siempre, o casi siempre.”30 El Día, por su parte, un diario identificado con
la izquierda, dio un amplia cabida en su secci´
on de cartas de los lectores al
debate sobre Los hijos de S´
anchez. La mayor parte de ellas subrayaban que
el libro reflejaba la realidad y, por tanto, no era admisible la postura de la
SMGE, adem´
as de que la obra había dado voz a un sector olvidado de la
sociedad. Una misiva de Alaide Foppa, una escritora guatemalteca refu-
giada en M´
exico, refutaba los argumentos de la acusaci´
on y ponía el acento
en las virtudes de los S´
anchez que aparecían en la narraci´
on, en tanto que
36
María del Carmen Collado
la Juventud Estudiantil Sindicalista de la Uni´
on General de Obreros y
Campesinos, una central independiente entonces del priismo, subrayaba
que lo verdaderamente ofensivo era la pobreza y no su denuncia.31
La Alianza de Izquierda Revolucionaria de la Escuela de Economía
de la UNAM organiz´
o una mesa redonda sobre Los hijos de S´
anchez el 4
de marzo de 1965. Cata˜
no Morlet se present´
o a defender su acusaci´
on y
se˜
nal´
o que Lewis era una espía del FBI. Ante los gritos y chiflidos de la
concurrencia universitaria los acus´
o de “pro yanquis” y de que deseaban
para M´
exico lo que Estados Unidos estaba haciendo en Vietnam. Por su
parte, Ricardo Pozas Arciniega, Rosario Castellanos y Francisco L´
opez
C´
amara defendieron la libertad de expresi´
on y criticaron a las “nuevas
inquisiciones.” Este ´
ultimo se refiri´
o al libro como “un gran documento
humano” que refería la vida de m´
as de un mill´
on de mexicanos que vivían
en la ciudad en esas condiciones. Pero, adem´
as, reprodujo la grabaci´
on
que hizo de Manuel S´
anchez, uno de los protagonistas de la pol´
emica
obra, quien lo busc´
o la noche anterior, para afirmar que todo el material
presentado por Lewis era verídico, que ellos no eran culpables de lo que
les había sucedido y pidi´
o “que las personas que puedan, las m´
as altas,
modifiquen el sistema de vida que llevamos los de abajo”.
El semanario Siempre! alberg´
o en su secci´
on cultural y en otras de sus
p´
aginas buena parte de la controversia desatada. El escritor Fernando
Benítez hizo una extensa rese˜
na del libro citando parte de los testimonios
ydestac
´
o que los mexicanos preferían no abordar el tema de la pobreza
y la querían borrar usando unos lentes oscuros como los que usaba Fi-
del Vel´
azquez, el poderoso dirigente de la CTM. Se˜
nalaba que el libro de
Lewis presentaba a los pobres no como fría estadística, sino “como hom-
bres dolientes, en condenados que reducen a la nada nuestros ridículos
paraísos, nos han despojado de nuestra m´
ascara.”32 La mayor parte de los
escritores de esta revista defendieron la obra, avalaron su credibilidad y se
manifestaron en contra de la persecuci´
on policiaca iniciada por la SMGE.33
Una minoría la critic´
o, pero defendi´
o la libertad de expresi´
on.
Alberto Domingo reflexion´
o que la crítica de la SMGE m´
as que descali-
ficar a Lewis, buscaba agradar al gobierno y quería socavar al Fondo
de Cultura Econ´
omica por su tendencia progresista. No les importaba
“manejar el ‘anticomunismo’ al igual que la ‘yancofobia’ con tal de li-
quidar a la organizaci´
on que se ha atrevido a salirse de la línea de disci-
plina ‘democr´
atica’ grata a los imperialistas y a los plut´
ocratas de todas
las latitudes”.34 Tambi´
en denunci´
o la persecuci´
on que la prensa había lan-
zado contra la familia, que había salido de su anonimato para defender la
veracidad del libro, y era perseguida por un periodismo amarillista que
deseaba fotografiarlos, meterse en su vivienda y acosaban a sus familias
para exhibirlos.35
El conocido antrop´
ologo Guillermo Bonfil Batalla realiz´
o una rese˜
na
del libro en el que criticaba algunos aspectos de la obra, como la falta de
interpretaci´
on de Lewis, la ausencia de una explicaci´
on sobre la mane-
ra en que se seleccion´
o los fragmentos publicados de las entrevistas y
37
The Latin Americanist, March 2017
se preguntaba si posiblemente influido por su inter´
es en el psicoan´
alisis,
present´
o “una imagen deformada, pansexualista, que no corresponde a
la realidad” de sus sujetos de estudio. Tambi´
en se refiri´
o a la subjetivi-
dad del material, a la imposibilidad de que a partir de un estudio de
caso se pudieran hacer generalizaciones y concluy´
o en que la obra carecía
de rigor científico. No obstante sus críticas al texto, Bonfil Batalla mani-
fest´
o su rechazo a que una “sociedad científica considera[se] delictuoso
y subversivo que se publiquen informaciones sobre ciertos aspectos de
la realidad nacional [...] El peligro, lo subversivo, lo denigrante, no es
que conozcan esas realidades, sino que existan. El científico social puede y
debe adentrarse en esos aspectos negativos de nuestra sociedad, sacarlos
e intentar explicarlos.” Con ello descalificaba totalmente la postura de la
SMGE.36
La Procuraduría General de la Rep ´
ublica resolvi´
oencontradelade-
manda presentada por la SMGE el 6 de abril de 1965. Despu´
es de que
compareciese Arnaldo Orfila, quien explic´
o que el libro fue contratado
con base en la aprobaci´
on de la Junta de Gobierno de la editorial, que este
no hacía apología de vicios, ni delitos, que lo dicho por los informantes
no tenía intenciones ofensivas a la naci´
on mexicana, que la supuesta obs-
cenidad es algo que se viene discutiendo desde hace siglos y que por unos
cuantos p´
arrafos no puede juzgarse a la obra como indecente. En cuanto al
delito de disoluci´
on social la Procuraduría resolvi´
o que las frases insertas
en la obra que se˜
nalaba la SMGE no tenían ninguna eficacia para perturbar
la paz, y afectar la soberanía nacional.37 Tambi´
en se desech´
o la acusaci´
on
de ultrajes a la moral o las buenas costumbres, aduciendo que hombres de
grandes cualidades intelectuales se habían pronunciado en defensa del li-
bro, lo que evidenciaba que no había una condena generalizada al car´
acter
inmoral y licencioso de la obra y se concluy´
o que tampoco existía el delito
de difamaci´
on.38
Indudablemente la resoluci´
on del procurador reflejaba que había pri-
vado la prudencia, debido a la multitud de intelectuales que se pronun-
ciaron en defensa de Lewis y de la libertad de expresi´
on. Poco a poco,
fue quedando atr´
as el esc´
andalo y el texto fue convertido en una obra de
teatro por Vicente Le˜
nero, a petici´
on de Lewis, la cual tuvo un relativo
´
exito pues se mantuvo seis meses en cartelera en 1972.39 Hollywood con-
virti´
o el libro en película en 1978. Con ello en apariencia se cumplía con el
deseo de Lewis de que su denuncia sobre la pobreza tuviera gran difusi´
on,
pero no alcanz´
o a ver ni la una, ni la otra, pues muri´
o de un infarto en
1970.
Luego que la Procuraduría resolviese que no había fundamento en las
acusaciones de la SMGE, la polvareda se fue asentando, pero quedaba el
resabio nacionalista, xen´
ofobo y anticomunista que se había manifestado
con claridad en hombres cercanos al r´
egimen. Estaba pendiente el castigo
a Orfila por su izquierdismo. En medio del anticomunismo era difícil
que sobreviviera un editor claramente identificado con la izquierda, que
había abierto las puertas de la editorial del Estado, que entonces recibía
38
María del Carmen Collado
un peque˜
no subsidio, a libros críticos como el de Lewis, al pensamiento
progresista latinoamericano, que había traducido el libro Escucha yanqui de
Charles Wright Mills que era una abierta propaganda al r´
egimen cubano,
en 1961.40
Al secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena, quien formaba parte
de la Junta de Gobierno del Fondo, le molestaba la ideología de Orfila
y, peor todavía, que fuera extranjero. Le había preguntado a Emigdio
Martínez Adame, otro de los miembros de la Junta, si no habría un mexi-
cano capaz de dirigir el Fondo. Así, el 6 de noviembre de 1965, Jes ´
us Ro-
dríguez Rodríguez, el subsecretario llam´
o a Orfila a Palacio Nacional y
le pidi´
o la renuncia por orden de Ortiz Mena. La ´
unica raz´
on, porque
era extranjero.41 Imposible que el despido de Orfila, ordenado por el se-
cretario de Hacienda, se hubiera hecho sin el benepl´
acito del presidente de
la Rep ´
ublica. La presencia de Díaz Ordaz en la conferencia donde Cata˜
no
Morlet denost´
o la obra de Lewis y la SMGE decidi´
o demandarlo, demues-
tran la antipatía que Orfila despertaba en ´
el. De inmediato fue nombrado
sucesor, Salvador Azuela, con el apoyo del presidente,42 de quien era una
viejo conocido pues había dirigido el Instituto de Estudios Hist´
oricos de
la Revoluci´
on Mexicana el cual dependía de la secretaría de Gobernaci´
on,
que Díaz Ordaz había ocupado antes de llegar a la presidencia. En una
entrevista concedida por Azuela en 1968 se refiri´
oaLos hijos de S´
anchez,
que ya no fue reeditada por el Fondo de Cultura Econ´
omica sino hasta el
2012, como obra de esc´
andalo.43 En unas declaraciones a la prensa asegur´
o
que el “argentino” Orfila deseaba presentarse como m´
artirdelalibertad
y perseguido político del gobierno al se˜
nalar que había sido cesado del
Fondo por la publicaci´
on de Los hijos de S´
anchez, lo cual era “una solemne
mentira”.44
Un nuevo esc´
andalo suscit´
o el despido de Orfila. Muchos intelec-
tuales y artistas se organizaron y reunieron fondos mediante dona-
tivos y contribuciones para crear la Editorial Siglo XXI, que sería di-
rigida por Orfila Reynal hasta su muerte. Durante el gobierno de Jos´
e
L´
opez Portillo le fue concedida la condecoraci´
on del ´
Aguila Azteca,
m´
axima presea concedida por el gobierno mexicano a los extranjeros,
por su destacada labor editorial y a favor de la cultura en M´
exico en
1980.
No era la primera vez que se rechazaba la crítica cuando provenía
de extranjeros. Algo similar sucedi´
o a Luis Bu˜
nuel, cuando estren´
osu
película Los olvidados en 1950. En ella se mostraba una imagen sobre la
vida en los suburbios de la ciudad que ponía en evidencia la exclusi´
on
social, la pobreza y la decadencia social de los j´
ovenes delincuentes de
la calle. Bu˜
nuel, nacido en Espa˜
na, lleg´
o de Estados Unidos a M´
exico
invitado por el productor ´
Oscar Dancingers para filmar esta cinta y se
inspir´
o en la lectura de la nota roja y sus paseos por las zonas pobres
de la ciudad para filmarla. La película contradecía el triunfalismo del go-
bierno alemanista que se enorgullecía de sus obras urbanas en la capital45
y recibi´
o críticas airadas durante una funci´
on privada en la que fue
39
The Latin Americanist, March 2017
presentada, entre ellas las de Lupe Marín, casada con Diego Rivera, y
de la esposa del poeta espa˜
nol Le´
on Felipe. La película tan s´
olo dur´
o tres
días en el cine cuando fue estrenada, pues fue tal el revuelo que ocasion´
o
que incluso surgieron voces pidiendo que Bu˜
nuel fuera expulsado del
país. Sin embargo, cuando recibi´
o el premio a la mejor direcci´
on en el Fes-
tival de Cannes en 1951 cambi´
o la suerte del filme, que entonces recibi´
o
once Premios Ariel, dados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias
Cinematogr´
aficas.46
Los dos episodios a los que se refiere este artículo, el despido de Orfila
y la demanda contra la obra de Lewis, nos muestran el lado xenof´
obico
de un nacionalismo intransigente que, mezclado con el anticomunismo,
formaban el perfil del autoritarismo del gobierno de Díaz Ordaz, el cual no
aceptaba la crítica y menos aquella que viniera de extranjeros. El ambiente
de intolerancia que se respiraba, no s´
olo contra el comunismo, sino contra
cualquiera que cuestionara al r´
egimen, contra el otro, fue la impronta de
todo el sexenio. La utilizaci´
on de determinados vocablos, por parte de los
que descalificaban la obra de Lewis, e indirectamente la de Orfila, como
“limpieza”, “moral”, “cruzada nacional”, “pornogr´
afico”, “patria” “inde-
cente”, “licencioso” expresan la ideología de cierta derecha en t´
erminos
cuasi religiosos. Esta terminología se fundía con otra religi´
on, el naciona-
lismo, en un intento por infundir temor y crear un enemigo externo que
amenazaba con acabar con la esencia de la naci ´
on. El patrioterismo tambi´
en
servía para desviar la atenci´
on de los verdaderos problemas del país,
como la pobreza y la desigualdad que desfiguraban el rostro del “milagro
mexicano”.
Endnotes
1Susan M. Rigdon, The Culture Facade. Art, Science, and Politics in the Work
of Oscar Lewis (Urbana, Illinois: University of Illinois Press, 1988), 5.
2Gustavo Sor´
a, “Edici´
on y política. Guerra fría en la cultura latinoameri-
cana de los a˜
nos ´60”, Revista del Museo de Antropología, 1, n ´
um. 1, (2008):
100.
3Rigdon, The Culture Facade, 27.
4Rigdon, The Culture Facade, 6, 2.
5Rigdon, The Culture Facade, 38–39.
6Rigdon, The Culture Facade, 42–43.
7Il´
an Semo, “X. Los hijos de S´
anchez, de Oscar Lewis. La antropología
como narrativa y afecci´
on”, en Letras Libres, (octubre de 2010), http://
www.letraslibres.com/revista/convivio/x-los-hijos-de-sanchez-de-
oscar-lewis-la-antropologia-como-narrativa-y-afeccion?page=0,0, consul-
tado el 3 de diciembre de 2015.
8Rigdon, The Culture Facade, 49–50.
9Rigdon, The Culture Facade, 57.
10 Claudio Lomnitz, “Pr´
ologo”, en Oscar Lewis, Los hijos de S´
anchez. Auto-
biografía de una familia mexicana. Una muerte en la familia S´
anchez, (M´
exico:
Fondo de Cultura Econ´
omica, 2012), 15.
40
María del Carmen Collado
11 “Resoluci´
on del Procurador General de la Rep ´
ublica,” en Oscar Lewis,
Los hijos de S´
anchez. Autobiografía de una familia mexicana. Una muerte
en la familia S´
anchez, (M´
exico: Fondo de Cultura Econ´
omica, 2012), p.
517.
12 Al respecto puede verse Lomnitz, , “Pr´
ologo”, 17 y Rigdon, The Culture
Facade, 57–68
13 Rigdon, The Culture Facade, 151.
14 Uno de los aspectos m´
as sobresalientes del trabajo de Lewis fue su acer-
camiento a la psicología social. Cont ´
o con el apoyo de Carolina Luj ´
an, quien
era psic´
ologa clínica, para aplicar y analizar los tests psicol´
ogicos de sus
informantes y tom´
o las conclusiones de Luj´
an, que eran individuales, para
hacer generalizaciones sobre las características socio-psicol´
ogicas univer-
sales de lo que el denominaba la cultura de la pobreza. Rigdon, The Culture
Facade, 62–67.
15 Rigdon, The Culture Facade, 9 y 15.
16 Rigdon, The Culture Facade, 9.
17 Rigdon, The Culture Facade, 62.
18 Sor´
a, “Edici´
on y política”, 102.
19 Fernando Benítez, “El drama nacional de los Hijos de S´
anchez”, Siempre!,
N´
um. 611, 10 de marzo de 1965, II–VII.
20 Lomnitz, “Pr´
ologo”, 10.
21 Lewis, Oscar, “Introducci´
on”, Los hijos de S´
anchez, autobiografía
de una familia mexicana, (M´
exico: Fondo de Cultura Econ´
omica,
2012), 48.
22 Emanuel Carballo, “Cata˜
no Morlet y la Sociedad de Geografía plagian a
Rafael Solana”, Siempre!, N´
um. 611, 10 de marzo de 1965, XV y XVI.
23 “Acusaci´
on penal contra el antrop´
ologo Oscar Lewis”, El Nacional, 18 de
febrero de 1965, 4.
24 Este establecía que se castigaría a cualquier nacional o extranjero que
hiciera propaganda escrita o de cualquier forma “difundiendo ideas,
programas o normas de acci´
on, de cualquier gobierno extranjero, que
afecten el reposo p ´
ublico o la soberanía del Estado Mexicano”. Definía
como disoluci´
on social a los actos que “tiendan a producir rebeli´
on,
tumulto, sedici´
on o esc´
andalos. “1941. Delito de Disoluci´
on social,” en
Memoria política de M´
exico, PAN, http://www.memoriapoliticademexico.
org/Textos/6Revolucion/1941-DDS-PAN.html, consultado el 3 de enero
de 2016.
25 “Resoluci´
on del Procurador General de la Rep ´
ublica,” en Lewis, Los hijos
de S´
anchez, 516.
26 “Editorial. El libro de Lewis”, El Nacional, 25 de febrero de 1965, 3.
27 “Llamamiento a los escritores para desterrar las tendencias morbosas”,
El Nacional, 3 de marzo de 1965, 6.
28 Antonio Rodríguez, “En torno a Los Hijos de S´
anchez”, El Nacional,
secci´
on Testimonios y Documentos, 8 de marzo de 1965, 4.
29 V´
ease tambi´
en a Jos´
e Santos Vald´
es, “Los hijos de Lewis”, El Día, 24 de
marzo de 1965, 5.
41
The Latin Americanist, March 2017
30 Andr´
es Henestrosa, “La nota cultural”, El Nacional, 12 de marzo de 1965,
p. 3
31 “Cartas y Opiniones”, El Día, 18, 19 y 25 de febrero de 1965.
32 Fernando Benítez, “El drama nacional de los Hijos de S´
anchez”, Siempre!,
N´
um. 611, 10 de marzo de 1965, II-VII.
33 Los n ´
umeros 610 y 611 dedicaron varias p´
aginas a esta controver-
sia. Pueden verse los artículos de Jacobo Zabludovsky, Roberto Blanco
Moheno, Alberto Domingo, Emanuel Carballo.
34 Alberto Domingo, “¿Linchamos a los hijos de S´
anchez? Nadie detiene
ya la Jauría”, en Siempre!, N´
um. 611, 10 de marzo de 1965, 25, 26 y 70.
35 Alberto Domingo, “¿Linchamos a los hijos de S´
anchez?”, 25-26 y 70.
36 Guillermo Bonfil Batalla, “¿El estudio de la pobreza es ciencia subver-
siva?”, en El Día, 18 de marzo de 1965, 4.
37 “Resoluci´
on del Procurador General de la Rep ´
ublica,” en Lewis, Los hijos
de S´
anchez, 519.
38 “Resoluci´
on del Procurador General de la Rep ´
ublica,” en Lewis, Los hijos
de S´
anchez, 520-23.
39 Virginia Bautista, “Los hijos de S´
anchez un esc´
andalo de medio
siglo,” Exc´
elsior, 7 de agosto de 2011, http://www.excelsior.com.mx/
node/759087, consultado el 10 de enero de 2016.
40 Gerardo Ochoa Sandi, 80 a˜
nos: las batallas culturales del Fondo, E book, ed-
itado por Nieve de Chamoy en https://books.google.com.mx/books?id=
P41VBAAAQBAJ&pg=PT7&lpg=PT7&dq=80+a%C3%B1os+las+
batallas+culturales+del+fondo&source=bl&ots=rIVOCIiKSX&sig=
MJJq6mc8kVUo2S1qRg2i8FGZp6Q&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwje-
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20a%C3%B1os%20las%20batallas%20culturales%20del%20fondo&f=
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41 Palabras pronunciadas por el profesor J es ´
us Silva Herzog durante la
ceremonia de entrega de la condecoraci´
on del ´
Aguila Azteca a Arnaldo
Orfila, Caja 1738 B, Exp. 9, Archivo General de la Naci ´
on, Direcci ´
on General
de Investigaciones Políticas y Sociales.
42 “Claroscuros del FCE, Eduardo Villase˜
nor”, La Gaceta,N
´
um. 405, sep-
tiembre de 2004.
43 Villegas, Guillermo, “Salvador Azuela y la cultura mexicana”, en Gaceta
del Fondo de Cultura Econ´
omica, N´
um. 161, a˜
no XV.
44 Sor´
a, “Edici´
on y política”, 106.
45 Julia Tu˜
n´
on, “El espacio del desamparo. La ciudad de M´
exico en el cine
institucional de la edad de oro y en Los Olvidados de Bu˜
nuel”, Iberoameri-
cana. Am´
erica Latina-Espa˜
na-Portugal, III, n ´
um. 11, (2003): 135.
46 Tu˜
n´
on, “El espacio del desamparo”, 136–137.
42
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The Culture Facade, 9 y 15
  • Rigdon
Rigdon, The Culture Facade, 9 y 15.
de cualquier gobierno extranjero, que afecten el reposo p ´ ublico o la soberanía del Estado Mexicano". Definía como disolucí on social a los actos que "tiendan a producir rebelí on, tumulto, sedicí on o escándalos
Este establecía que se castigaría a cualquier nacional o extranjero que hiciera propaganda escrita o de cualquier forma "difundiendo ideas, programas o normas de accí on, de cualquier gobierno extranjero, que afecten el reposo p ´ ublico o la soberanía del Estado Mexicano". Definía como disolucí on social a los actos que "tiendan a producir rebelí on, tumulto, sedicí on o escándalos. "1941. Delito de Disolucí on social," en Memoria política de México, PAN, http://www.memoriapoliticademexico. org/Textos/6Revolucion/1941-DDS-PAN.html, consultado el 3 de enero de 2016. 25 "Resolucí on del Procurador General de la RepúblicaRep´República," en Lewis, Los hijos de Sánchez, 516. 26 "Editorial. El libro de Lewis", El Nacional, 25 de febrero de 1965, 3. 27 "Llamamiento a los escritores para desterrar las tendencias morbosas", El Nacional, 3 de marzo de 1965, 6.
En torno a Los Hijos de Sánchez
  • Antonio Rodríguez
Antonio Rodríguez, "En torno a Los Hijos de Sánchez", El Nacional, sección Testimonios y Documentos, 8 de marzo de 1965, 4.
El Nacional, 12 de marzo de 1965, p. 3 31 "Cartas y Opiniones
  • Andrés Henestrosa
Andrés Henestrosa, "La nota cultural", El Nacional, 12 de marzo de 1965, p. 3 31 "Cartas y Opiniones", El Día, 18, 19 y 25 de febrero de 1965.
Los números 610 y 611 dedicaron varias páginas a esta controversia. Pueden verse los artículos de Jacobo Zabludovsky
  • Roberto Blanco Moheno
  • Alberto Domingo
  • Emanuel Carballo
Los números 610 y 611 dedicaron varias páginas a esta controversia. Pueden verse los artículos de Jacobo Zabludovsky, Roberto Blanco Moheno, Alberto Domingo, Emanuel Carballo.
¿Linchamos a los hijos de Sánchez? Nadie detiene ya la Jauría
  • Alberto Domingo
Alberto Domingo, "¿Linchamos a los hijos de Sánchez? Nadie detiene ya la Jauría", en Siempre!, Núm. 611, 10 de marzo de 1965, 25, 26 y 70.
Resolucí on del Procurador General de la RepúblicaRep´República
  • Guillermo Bonfil Batalla
Guillermo Bonfil Batalla, "¿El estudio de la pobreza es ciencia subversiva?", en El Día, 18 de marzo de 1965, 4. 37 "Resolucí on del Procurador General de la RepúblicaRep´República," en Lewis, Los hijos de Sánchez, 519. 38 "Resolucí on del Procurador General de la RepúblicaRep´República," en Lewis, Los hijos de Sánchez, 520-23.
Los hijos de Sánchez un escándalo de medio siglo
  • Virginia Bautista
Virginia Bautista, "Los hijos de Sánchez un escándalo de medio siglo," Excélsior, 7 de agosto de 2011, http://www.excelsior.com.mx/ node/759087, consultado el 10 de enero de 2016.
Salvador Azuela y la cultura mexicana
  • Guillermo Villegas
Villegas, Guillermo, "Salvador Azuela y la cultura mexicana", en Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Núm. 161, año XV.
Siempre!, Núm. 611, 10 de marzo de 1965, XV y XVI. 23 "Acusación penal contra el antropólogo Oscar Lewis
  • Emanuel Carballo
Emanuel Carballo, "Cataño Morlet y la Sociedad de Geografía plagian a Rafael Solana", Siempre!, Núm. 611, 10 de marzo de 1965, XV y XVI. 23 "Acusación penal contra el antropólogo Oscar Lewis", El Nacional, 18 de febrero de 1965, 4.