El regreso a la metáfora lo encontramos con Borges, quien sugiere que cada palabra es una metáfora, a este respecto recomienda que la labor del poeta es crear metáforas para encontrar nuevas formas para expresar lo mentado; con Simone Weil el reino de lo sagrado y lo profano se entiende por medio de una metáfora, siguiendo este procedimiento Calasso lo eleva a literatura absoluta mientras que Blumenber innova las metaforologías de los tránsitos y Sloterdijk, sin saberlo, en sus Esferas vuelve a conectar las teorías de las “primitividades de Bachelard y Blumenber para significar las cavidades del útero, la concha, la ostra y la alcoba” (Aguilar y Luna, 2024, pág. 127).
La ciencia, por su parte, ha preferido a la analogía para explicar las relaciones de correspondencia. Maxwell propuso dos tipos de analogías: sustantivas y formales. La primera, se refieren a sistemas con elementos que poseen propiedades conocidas y relacionadas mediante leyes del sistema. La segunda, se refieren a correspondencias entre las relaciones internas que se establecen en cada uno de los sistemas o problemas alfa y beta.
En la actualidad hay varias teorías para formar analogías: la de Hofstadter, señala que “el sujeto percibe algunos aspectos de las estructuras en dos situaciones, y la esencia de ambas situaciones son idénticas en algún sentido” (Godoy, 2012), es decir que hay interacción entre lo que percibimos y lo que conceptualizamos en la construcción de una analogía. La teoría de Gentner considera la hipótesis central que los conceptos psicológicos tienen una estructura propia: estas estructuras son las representaciones psicológicas de las relaciones entre objetos perceptuales y conceptuales. Entonces, una analogía es el producto del mapeado de estructuras asociadas a los dos conceptos alfa y beta entre los que se establece la relación.
Por último, dice Calasso que la analogía proviene del reino de las cualidades que operan entre lo percibido y las imágenes de la mente que borran lo percibido sustituyéndolo, con esta operación nace el mundo de la intercambiabilidad y con ello la sociedad de la sustitución, del cambio, en específico del valor de cambio en cuanto capital que se ha establecido como canon, revestido de poderes del orden que ha destronado.
Desde un enfoque transdiciplinario, la presente obra, ofrece una pluralidad de abordajes para dar cuenta de la construcción de metáforas y analogías.
Desde la literatura, la leyenda aporta construcciones de metáforas de identidad, aparecen las metáforas formuladas en leyendas narradas por los pueblos y las lenguas originarias; en estudios históricos-antropológicos se rescatan las metáforas de las memorias o “sin tumba” que implica el olvido. Sabemos que las tumbas contribuyen, por lo menos durante un buen tiempo, a no olvidar a alguien, a conservar su memoria y, por ende, a evitar la desmemoria; pero algunas y algunos guerrerenses carecen de tumba porque desaparecieron a causa del terrorismo de Estado.
En lingüística aplicada se innovan metodologías de análisis de metáforas en lengua náhuatl, mientras que los discursos territoriales se enfocan a dar cuenta de los giros y expresiones que constituyen a las metáforas. Para los estudios lingüísticos las metáforas son esos rudimentos significativos que perviven en las transferencias de una lengua a otra distinta.
El teatro, por su parte, se apoya en las metáforas de la cotidianeidad y de la vida póstuma para caracterizar los papeles histriónicos de los personajes. En esta diversidad de enfoques no faltan las metáforas de la intimidad con las que la poesía refiere el orden del mundo, lo mismo que las metáforas de la energía de agresión con las que se sirven las ciencias sociales para caracterizar. Por último, se describe la importancia de la analogía en estudios historiográficos.
La obra en su conjunto no solo se destaca por un pluralismo de enfoques, sino que intenta dar cuenta de la importancia para diversas disciplinas humanistas y sociales.