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Adolescencia y suicidio en el cine latino-americano

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Abstract

Este articulo hace una reflexion sobre la realizacion del documental El silencio de las moscas, en particular los retos metodologicos desde la antropologia. Tambien hace una revision de otros trabajos cinematograficos que han abordado, directa o indirectamente, la tematica del suicidio juvenil en Latinoamerica.
Adolescencia
y suicidio
en el cine
latino-
americano
61
Eliezer Arias
Cecilia era rara, nosotras no.
Guardó silencio un instante y luego añadió:
–lo que queremos es vivir... si nos dejan.
Las vírgenes suicidas
Jeffrey Eugenides, 1994, p. 125
INTRODUCCIÓN
Tomarse unos momentos para comprender cabalmente las cifras
oficiales de suicidio mundial puede conducir a una reflexión esca-
lofriante. Considerando las estimaciones más conservadoras, al
cabo de tres minutos de comenzar este ejercicio ya se habrán con-
sumado casi cinco suicidios a lo largo del mundo. Y es que alrede-
dor del globo, un suicidio es consumado cada 40 segundos.
A pesar del conocimiento científico acumulado a la fecha en
torno a este tema y a los esfuerzos de concientización efectuados
por entidades de diferente naturaleza y alcance, podría parecer
que en el seno de nuestra cultura yace una especie de conspiración
o pacto de silencio en torno al tema. Tal vez la negación, como en
muchas otras áreas problemáticas de nuestras realidades, se dé en
un intento por ocultar algo que cuesta entender. Como corolario
de esta actitud generalizada de reserva, el estigma mancha la
memoria de quienes decidieron terminar con sus vidas y se traspa-
sa a familiares y amigos dolientes como una devastación emocio-
nal de dolor y culpa.
Comencé a interesarme por el tema del suicidio una década
atrás, en 2004, durante mis visitas de trabajo a una comunidad de
pequeños campesinos en los Andes venezolanos. La formación
como antropólogo no sólo me llevó a investigar la ocurrencia de
este fenómeno en un lugar totalmente inesperado, sino a cuestio-
narme también esa pared de silencio que lo oculta. En un primer
momento, entendí que si quería acercarme bien al tema, tendría
que transcender los modelos tradicionales que lo han abordado. Si
quería emprender un trabajo etnográfico, que se fundamenta prin-
cipalmente en el lenguaje verbal y escrito, el silencio representaba
un punto de quiebre, un obstáculo metodológico. Entonces,
¿cómo representar algo que se mantiene en silencio o se vislumbra
fugazmente a través de unos pocos gestos? Aún más importante,
¿cómo darle presencia a los ausentes?
Para el año 2009, comenzaba a desarrollar El silencio de las
moscas (2013) y me había planteado una serie de hipótesis abstrac-
tas que se reflejarían en el documental. Una de ellas ponía énfasis
en la visión idílica de lo rural en Latinoamérica, y en el hecho de
que ese espejismo creado social y políticamente de alguna manera
ayudaba a ocultar o silenciar lo que ocurría. En este punto, alguien
me cuestionó que esa visión partía de mis propios prejuicios. Tal
vez en mi búsqueda de refutar teorías basadas en explicaciones
teleológicas y funcionalistas, como las planteadas por Emile
Durkheim en su trabajo Le Suicide, estaba dejando de lado lo que
Cecilia était bizarre, pas nous.
Elle garda le silence un instant et ajouta :
– Ce que nous voulons, c’est vivre…
si on nous laisse faire.
Les Vierges suicidées
Jeffrey Eugenides, 1994, p. 125
INTRODUCTION
Prendre un moment pour comprendre à fond les
chiffres officiels de suicides dans le monde peut vous
mener à une réflexion glaçante. Si l’on prend en
compte les estimations les plus conservatrices, trois
minutes après avoir commencé cet exercice, il y aura
déjà eu 5 suicides à travers le monde. Car autour
du globe terrestre, il se produit un suicide toutes les
40 secondes.
Malgré la connaissance scientifique accumulée
jusqu’à ce jour sur ce sujet et malgré les efforts
d’éveil de conscience réalisés par des entités dont la
nature et la portée sont différentes, il pourrait sem-
bler qu’au sein de notre culture, se tient une sorte de
conspiration ou de pacte du silence autour de cette
question. Peut-être, comme dans bien d’autres
domaines problématiques de nos réalités, la négation
n’est-elle qu’une tentative de dissimuler quelque
chose qu’on a du mal à comprendre. Comme corolaire
de cette attitude généralisée de réserve, le stigmate
souille la mémoire de ceux qui ont décidé d’en finir
avec leurs vies et s’étend à leurs familles et leurs
amis affligés comme une dévastation émotionnelle
de douleur et de culpabilité.
J’ai commencé à m’intéresser au thème du sui-
cide il y a dix ans, en 2004, pendant mes séjours de
travail dans une communauté de petits paysans des
Andes vénézuéliennes. Ma formation d’anthropologue
m’a, certes, porté à faire une recherche sur la fré-
quence du phénomène dans un endroit tout à fait
inattendu, mais aussi à me poser la question du mur
de silence qui le cache. Dans un premier temps, j’ai
compris que si je voulais avoir une bonne approche
du sujet, il me faudrait dépasser les modèles tradi-
tionnels de ceux qui s’y sont penchés. Si je voulais
entreprendre un travail ethnographique, dont le fonde-
ment essentiel est le langage oral et écrit, le silence
constituait une impasse, un obstacle méthodolo-
gique. Alors, comment représenter quelque chose qui
est entouré de silence et ne transparaît que dans de
rares expressions fugaces ? Et encore plus impor-
tant : comment rendre une présence aux absents ?
Adolescence et suicide
dans le cinéma latino-
américain
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tenían que decir los sujetos de mi estudio, y sobre todo, lo que tenían
que decir los ausentes. La idealización propia de los modelos
explicativos me detenía en la suposición de que la emergencia de
situaciones tan trágicas era imposible en una comunidad rural. Ese
debate y la experiencia de hacer la película me llevó a entender,
poco a poco, que lo grandioso del cine es su poder de abrirnos a un
mundo de emociones, y que serían mis personajes y su capacidad
de representarse a mismos los que harían evidentes elementos
de la realidad que podrían pasar desapercibidos. La película en
sí misma me ha ayudado en ese intento de comprender a las
personas, en especial a los más jóvenes, que deciden saltar sobre
su propia sombra y morir antes de tiempo, así como el efecto que
dejan en su entorno.
LAS MOSCAS Y EL VIENTO
En la opera prima de Sofía Coppola, Las vírgenes suicidas (1999), la
película transcurre a principios del verano, en plena época de la
mosca del pescado, que hace que la ciudad se cubra de estos efí-
meros insectos. Como escribe en su novela homónima Las vírgenes
suicidas, Jeffrey Eugenides:
Se levantan entonces nubes de moscas de las algas que cubren
el lago contaminado y oscurecen las ventanas, cubren los
coches y las farolas, [...] y cuelgan como guirnaldas de las jar-
cias de los veleros, siempre con la misma parda ubicuidad de
la escoria voladora. (Eugenides, 1994, p. 4)
En El silencio de las moscas, estos insectos, que remiten a la idea de
descomposición y podredumbre de las cosas vivas, vuelven en un
relato relacionado no a la historia del suicidio de unas adolescen-
tes de una familia suburbana estadounidense, sino el de una
comunidad entera, en lo profundo de la cordillera andina de
Venezuela, sumida en una serie de suicidios desde principios de la
década de 1990. En esta comunidad, las moscas, debido al uso cre-
ciente e indiscriminado de estiércol en la agricultura, aparecen
como enjambres en las épocas de siembra, y el efecto parece igual
al narrado en la novela de Eugenides. Toda una comunidad se ha
resignado a convivir con el tono oscuro que recubre sus paredes y
sus ventanas durante ciertas épocas del año. Las moscas vienen a
ser la constatación del abandono de su población a su medio
ambiente cada vez más contaminado por agroquímicos, y el
propio medio ambiente, a su vez, es constatación del abandono
de la gente sobre sí misma. Esta incesante presencia, aparece
como algo ominoso en estas comunidades, cargado de oscuros
designios, y parece ayudarnos a captar eso que pudo haber pasado
por las mentes de aquellos jóvenes ausentes.
Este contexto de desolación al que han sido expuestas comu-
nidades rurales como las representadas en El silencio de las moscas,
y muchas otras, como veremos más adelante, resulta importante
para entender por qué muchos jóvenes adolescentes buscan una
salida permanente a sus existencias. Creo que los contextos socio-
culturales y políticos son cruciales en la comprensión de las expe-
riencias y acciones de estos jóvenes. En muchas zonas rurales de
América latina, por ejemplo, la modernización basada en un desa-
rrollo económico productivista creó expectativas crecientes en
En 2009, je commençais à développer El silencio
de las moscas (2013) et je m’étais posé une série
d’hypothèses abstraites qui seraient reflétées dans le
documentaire. L’une d’elles insistait sur la vision
idyllique de la ruralité en Amérique latine, et sur le
fait que ce mirage créé au niveau social et politique
aidait, d’une certaine façon, à cacher ou à taire ce
qui se passait. Sur ce point, quelqu’un m’a opposé
que cette vision pouvait partir de mes propres préju-
gés. Peut-être, dans mes recherches pour réfuter les
théories fondées sur des explications téléologiques et
fonctionnalistes, comme celles que propose Émile
Durkheim dans son œuvre Le Suicide, avais-je laissé
de côté ce qu’avaient à dire les sujets de mon étude,
et surtout, ce qu’avaient à dire les absents.
L’idéalisation personnelle des modèles d’explication
me bloquaient sur la supposition que l’occurrence de
situations aussi tragiques était impossible dans une
communauté rurale. Ce débat et l’expérience que
représente le fait de faire un film m’ont amené à
comprendre, peu à peu, que ce qui, dans le cinéma,
est magnifique, c’est son pouvoir de nous ouvrir un
monde d’émotions. Ce seraient mes personnages et
leur capacité à se représenter eux-mêmes qui ren-
draient évidents les éléments de la réalité susceptibles
de passer inaperçus. Le film en lui-même m’a aidé
dans cette tentative de comprendre les personnes, en
particulier les plus jeunes, qui décident de passer le
pas pour mourir avant l’heure, ainsi que les effets
qu’ils produisent sur leur entourage.
LES MOUCHES ET LE VENT
La première œuvre de Sofia Coppola, Virgin Suicides
(1999), s’écoule en début d’été, en pleine saison de
la mouche du poisson, ce qui fait que la ville est cou-
verte de ces insectes éphémères. Tout comme l’écrit
Jeffrey Eugenides, dans son roman homonyme Les
Vierges suicidées :
Alors, des nuages de mouches montent des
algues qui recouvrent le lac contaminé, obscur-
cissant les fenêtres, couvrant les voitures et les
réverbères, […] et elles pendent en guirlandes
des cordages des voiliers, toujours douées de
cette brune ubiquité de scories volantes.
(Eugenides, 1994, p. 4)
Dans El silencio de las moscas, ces insectes, qui ren-
voient à l’idée de décomposition et de pourriture des
choses vivantes, reviennent dans un récit lié non pas
à l’histoire du suicide d’adolescentes d’une famille
banlieusarde étasunienne, mais à celle d’une com-
munauté entière, au plus profond de la cordillère
des Andes du Venezuela, plongée dans une série
de suicides depuis le début des années 1990. Dans
Adolescencia y suicidio en el cine latinoamericano ELI EZER ARIAS
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sus habitantes. Pero como muchos intelectuales señalan, esto
constituyó sólo una ilusión que culminó en desesperanza. El suici-
dio podría ser uno de los efectos de esa especie de promesa rota
por el incumplimiento de las expectativas creadas por la moderni-
dad. Los jóvenes parecen ser los más expuestos a esta desilusión, y
a su vez, los que parecen no estar dispuestos a seguir con las
apuestas del destino y optan por anular ese “contrato” de derecho
de vida.
¿Cómo representar a esos jóvenes ausentes y sus desesperan-
zas? En El silencio de las moscas hay dos personajes centrales; dos
adolescentes que a los 15 años decidieron terminar con sus vidas.
A finales de enero del 2009, María José decidió ahorcarse en su
habitación; Nancy se envenenó con un pesticida a mediados de
junio del mismo año. Ambas fechas eran épocas de moscas. Sus
cortas vidas fueron intensas, al contrario de lo que uno esperaría
de chicas jóvenes en una sociedad patriarcal con normas de com-
portamientos estancadas y una fe católica arcaica que se ha visto
exigida por la competencia con otros cultos religiosos.
María José, como una especie de “Eréndira1Andina”, no se
conformaba con lo que veía a su alrededor: una sociedad machis-
ta que negaba su orientación sexual y diferentes elementos de su
identificación de género. Poco a poco se fue exiliando de su entor-
no, buscando constantemente salidas y escapes. Uno de ellos fue
hacerse daño poco a poco, drenando la rabia y la desesperanza a
través de cortaduras en su cuerpo. En la actualidad, casi cualquier
chico, por más aislado geográficamente que esté, se encuentra
expuesto a la globalización cultural. María José consiguió un refu-
gio al final de sus días en un colectivo que hacía apología del
cette communauté, les mouches, à cause de l’usage
croissant et sans discernement d’engrais agricoles,
surgissent en essaims à l’époque des semailles, et
l’effet qu’elles produisent ressemble à ce que rapporte
Eugenides dans son roman. Toute la communauté
s’est résignée à vivre accompagnée de cette couleur
sombre qui couvre ses murs et ses fenêtres à cer-
taines périodes de l’année. Les mouches sont en fait
la constatation de l’abandon de la population à son
environnement de plus en plus contaminé par les
produits chimiques agricoles, quant à l’environne-
ment, il est le résultat de l’abandon des gens par
eux-mêmes. Dans ces communautés, cette présence
incessante paraît de mauvais augure, chargée de
sombres desseins, et semble nous aider à saisir ce
qui a pu passer par la tête de ces jeunes absents.
Ce contexte de désolation auquel ont été expo-
sées les communautés rurales comme celles que
montre El silencio de las moscas, et bien d’autres,
nous le verrons plus loin, est important pour com-
prendre pourquoi bien des adolescents cherchent une
issue finale à leurs existences. Je crois que les
contextes socio-culturels et politiques sont cruciaux
dans la compréhension des expériences et des actes
de ces jeunes. Dans beaucoup de zones rurales
d’Amérique latine, par exemple, la modernisation
basée sur un développement productiviste a créé des
expectatives croissantes chez ses habitants. Mais,
El silencio de las moscas (2013) de Eliezer Arias
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suicidio entre otros elementos de estilo en tribus urbanas de alta
masificación. Luego de que el cura del pueblo efectuara una purga
en su habitación acusándola de haber sufrido y cometido suicidio
bajo efectos de una posesión demoníaca, sus pertenencias fueron
destruidas y desechadas públicamente. Sólo se pudo recuperar su
diario, donde a través de dibujos se puede entender no sólo el esta-
do de ansiedad y angustia en el que se encontraba, sino también
algunos de los porqués.
Ser joven en una zona rural hoy día es doblemente difícil. Si ya
el hecho de ser joven acarrea una serie de conflictos internos, más
aún lo es ser joven en sociedades intermedias y aún en transición
entre esa dicotomía entre lo tradicional y lo demandado por la cul-
tura de masas. Podría decirse que María José, cuya madre venía de
la ciudad y su padre era nativo del pueblo, se encontraba en la línea
entre dos mundos, el cemento y lo vegetal, confrontados.
En el caso de Nancy, además de ser testigo del suicidio de su
padre, lo cual es en sí mismo un factor de riesgo, entró en el círcu-
lo vicioso que existe en muchas de estas comunidades, donde la
sexualidad es precoz, poco planificada y las uniones civiles son tan
frecuentes como los conflictos y las desintegraciones familiares.
Su propia hermana, quien la sobrevivió, quedó embarazada a los
14 años y con 7 meses de gestación intentó envenenarse con un
pesticida. Ella me contaba que su hermana la llamaba en sueños,
pidiéndole que la acompañara. En esos mismos sueños Nancy le
decía, que ya, por fin, podía descansar de sus problemas.
Otro documental que capta una situación similar, en la
Patagonia argentina, es Los jóvenes suicidas (2008) de Leandro
Listorti. Allí las moscas parecen ser suplantadas por el viento,
como lo señala Leila Guerriero, en su novela de crónicas Los suici-
das del fin del mundo. Crónica de un pueblo patagónico (2005), el
cual ha tenido un efecto demoledor en los habitantes de Las Heras,
comme le signalent plusieurs intellectuels, ceci n’a
été qu’une illusion qui a abouti au désespoir. Le sui-
cide pourrait être un des effets de cette espèce de
promesse trahie, puisque non tenue, des attentes
créées par la modernité. Les jeunes semblent être les
plus exposés à cette désillusion, et dans le même
temps, ils montrent qu’ils ne sont pas disposés à se
soumettre aux hasards du destin et choisissent de
rompre ce “contrat” de droit à la vie.
Comment représenter ces jeunes absents et leur
désespérance ? Dans El silencio de las moscas, il y a
deux personnages centraux ; deux adolescentes qui à
15 ans, ont décidé d’en finir. Fin janvier 2009, María
José a décidé de se pendre dans sa chambre ; Nancy
s’est empoisonnée avec un pesticide à la mi-juin de
la même année. Ces deux dates correspondent à des
périodes de mouches. Leurs courtes vies ont été
intenses, au contraire de ce qu’on pourrait attendre
de jeunes filles dans une société patriarcale aux nor-
mes de comportement figées et à la foi catholique
archaïque, laquelle se retrouve sous la pression de la
concurrence avec d’autres cultes religieux.
María José, sorte d’“Eréndira1Andina”, ne se
résignait pas à ce qu’elle voyait autour d’elle : une
société machiste qui refusait son orientation sexuelle
et divers éléments de son identité de genre. Elle s’est
peu à peu exilée de son entourage, en constante
recherche d’issues et d’échappatoires. L’une d’elles a
été de se faire mal, petit à petit, drainant la rage et
le désespoir par des coupures pratiquées sur son
corps. Actuellement, pratiquement tous les jeunes,
Adolescencia y suicidio en el cine latinoamericano ELI EZER ARIAS
The Virgin Suicides (1999) de Sofia Coppola
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en la provincia argentina de Santa Cruz. Listorti nos muestra, a través
de una galería de planos fijos, los sitios donde habitaron o convi-
vieron los suicidados. Buscando darles presencia a los ausentes a
través de las marcas que dejaron antes y después de sus decisiones,
la película nos transporta a esas comunidades rurales que la
modernidad ha olvidado y abandonado y donde sus habitantes,
sobre todo los más jóvenes, no encuentran salida ni una identidad
común que los proteja. Recuerdo que en mayo de 2009 visité muy
fugazmente Las Heras, también cautivado por la historia de
Guerriero. Años más tarde, viendo Los jóvenes suicidas, recordé sus
calles, su parque, sus balancines petroleros ahora privatizados,
también ese día había un piquete que me dejó atrapado tanto para
entrar como para salir de allí, como le ocurrió años atrás a
Guerriero. También acá se repite una historia de un pueblo que
llegó a gozar de una bonanza económica transitoria e ilusoria y
que luego se derrumbó, y ahora presenta una tasa de desempleo
de casi 30%, porcentaje que puede ser superado si consideramos
sólo a los más jóvenes.
Como dice Lux Lisbon sobre su hermana Cecilia, en Las vír-
genes suicidas, a los jóvenes que se suicidaron en Las Heras o en
Pueblo Llano, tampoco les permitieron vivir. Como una renuncia
razonada a aceptar el mundo como es, como no debería ser. A mi
parecer, lo verdaderamente grave es que estas muertes siguen
siendo tabú, parece mejor no asumirlas como públicas. Como en
el libro El Origen del escritor Thomas Bernhard, que narra la histo-
ria de adolescentes suicidas y describe cómo su sociedad no los
entierra, sino que les echa tierra encima. Bernhard habla sobre
cientos de colegiales que se arrojan desde las colinas a la asfaltada
aussi isolés soient-ils géographiquement, se trouvent
exposés à la mondialisation culturelle. María José a
trouvé refuge à la fin de ses jours dans un collectif
qui faisait l’apologie du suicide parmi d’autres
éléments de style des tribus urbaines hautement
massifiées. Après que le curé du village a accompli la
purification de sa chambre, car il l’accusait d’avoir
subi et commis le suicide sous l’effet d’une posse-
ssion démoniaque, ses effets personnels ont été
publiquement détruits et mis au rebut. Seul son
journal a pu être récupéré, et à travers ses dessins
on peut comprendre non seulement l’état d’anxiété
et d’angoisse dans lequel elle était, mais aussi
certaines des causes de cet état.
Être jeune en zone rurale aujourd’hui est double-
ment difficile. Si le seul fait d’être jeune est en lui-
même source d’une suite de conflits internes, l’être
dans des sociétés intermédiaires qui sont encore en
transition entre deux pôles, la tradition et ce qu’im-
pose la culture de masse, est plus conflictuel encore.
On pourrait dire que María José, dont la mère venait
de la ville et dont le père était natif du village,
se trouvait à la frontière entre ces deux mondes qui
se confrontent : le ciment et le végétal.
Pour ce qui est de Nancy, en plus d’avoir été
témoin du suicide de son père, ce qui constitue en soi
un facteur de risque, elle est entrée dans le cercle
vicieux présent dans bien des communautés, où la
El silencio de las moscas (2013) de Eliezer Arias
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Müllner Hauptstrasse, la calle de los Suicidios, sucediendo todo
ante la indiferencia de los habitantes de Salzburgo; como si fuera el
otoño de los tiempos y en lugar de hojas cayeran de los árboles
adolescentes marchitos (Bernhard, 2009).
EL SUICIDIO COMO RESISTENCIA SILENCIOSA
Tanto la historia en los Páramos venezolanos como en la Patagonia
argentina me dejaron con la pregunta de si eran estas historias ais-
ladas y donde por casualidad del destino confluyeron ciertos fac-
tores únicos. Sin embargo, a través de un viaje por Colombia,
México y Brasil, me fui dando cuenta de que el fenómeno del sui-
cidio se ha extendido en muchas comunidades rurales y principal-
mente en comunidades indígenas. Uno de los casos que me causó
cierto desconcierto fue el de los Yanomami-Sanema, población
indígena que habita en la frontera entre Venezuela y Brasil. Para los
Yanomami-Sanema el suicidio era algo no reportado anteriormen-
te, y ni siquiera parece existir un vocablo que lo describa. Sin
embargo, en los últimos años los casos de suicidios de jóvenes
entre 14 y 20 años, en la reserva yanomami en el estado de
Roraima, en Brasil, se han disparado y presentan una tasa despro-
porcionada. Esta historia se está repitiendo con sus vecinos los
Yekuana, con los Nasa y Embera en Colombia, en comunidades
Chol de Chiapas, México, entre muchos otros.
La película Birdwatchers: la tierra de los hombres rojos
(2007) de Marco Bechis, sobre el conflicto territorial que enfrenta
a un grupo de indígenas Kaiowa-Guaraní contra hacendados lati-
fundistas en el Mato Grosso brasileño, ilustra de forma brutal la
devastación social y cultural que han sufrido muchos pueblos
indígenas en América Latina así como la situación de desarraigo
y confusión que viven los más jóvenes. Al comienzo de la película
dos de las mismas jóvenes que deben “disfrazarse” para mostrar-
se como indígenas “auténticos” a la vista de los turistas observa-
dores de aves, terminan ahorcándose. El grado de desánimo de
los más jóvenes, ante la falta de perspectivas en su vida actual, lo
resume una frase que pronuncia Osvaldo, el joven aprendiz de
shamán, mientras las ve colgadas del árbol en uno de los parches
de selva que quedan: ahora van a ir a donde pueden sentirse
bien. Y es que el suicidio en muchas de estas comunidades se ha
convertido no sólo en una consecuencia del trastorno social
producto de siglos de exterminio, despojo de sus tierras y
deformación de sus estructuras de organización y de creencias
religiosas, sino también en una dimensión muy importante en el
actual proceso de formación de la identidad de los jóvenes. Dejar
de vivir se ha convertido en su manera de desocializarse con un
mundo que primero los homogeneiy que ahora los margina.
Es importante entender que la mayoría de estos jóvenes viven
influenciados por las múltiples formas culturales con las
que conviven en cada uno de los estados-naciones a los que
pertenecen, aunque estas mismas sociedades hegemónicas los
marginen de diferentes formas.
En Birdwatchers observamos que aquellos suicidados son
olvidados. De alguna manera, se les cuestiona la decisión al ente-
rrarlos juntos a todo objeto que pueda darles memoria. Al sepul-
tarlos con todas sus pertenencias y boca abajo se les busca olvidar.
sexualité est précoce, peu planifiée, et où les unions
libres sont aussi fréquentes que les conflits et les
désintégrations familiales. Sa propre sœur, qui lui a
survécu, s’est retrouvée enceinte à 14 ans, et à 7
mois de gestation elle a tenté de s’empoisonner au
pesticide. Elle me racontait que sa sœur l’appelait en
rêve et lui demandait de l’accompagner. Dans ces
mêmes rêves, Nancy lui disait qu’à présent, elle pou-
vait enfin se reposer de ses problèmes.
Un autre documentaire qui capte une situation
similaire, en Patagonie argentine, est Los jóvenes
suicidas (2008) de Leandro Listorti. Là-bas, il semble
que les mouches sont remplacées par le vent, comme
le remarque Leila Guerriero, dans son roman-
chronique Los suicidas del fin del mundo. Crónica de un
pueblo patagónico (2005). Le vent a produit un effet
dévastateur sur les habitants de Las Heras, dans la
province argentine de Santa Cruz. Listorti nous mon-
tre, à travers une galerie de plans fixes, les lieux
qu’ont habités ou partagés les suicidés. Afin de ren-
dre aux absents une présence à travers les marques
qu’ils ont laissées avant et après leur décision, le
film nous transporte vers ces communautés rurales
que la modernité a oubliées et abandonnées. Leurs
habitants, surtout les plus jeunes, ne trouvent pas
d’issue ni d’identité commune qui les protège. Je me
souviens avoir visité très brièvement Las Heras en
2009, moi aussi captivé par l’histoire racontée par
Guerriero. Des années plus tard, en voyant Los jóve-
nes suicidas, je me suis souvenu de ses rues, de son
jardin public, de ses balanciers pétroliers à présent
privatisés. Ce jour-là aussi il y avait un barrage de
grévistes qui m’a coincé aussi bien à l’arrivée qu’en
repartant, comme Guerriero l’avait vécu des années
auparavant. Là-bas aussi, l’histoire se répète : un
village qui a connu une époque de prospérité écono-
mique transitoire et illusoire, qui s’est ensuite effon-
drée, laissant à présent un taux de chômage de
presque 30%, pourcentage qui augmente si l’on ne
considère que les jeunes.
Comme le dit Lux Lisbon à propos de sa sœur
Cecilia, dans Las vírgenes suicidas, il n’a pas non plus
été permis à ces jeunes de Las Heras ou de Pueblo
Llano de vivre. C’est une sorte de renoncement raison-
né à accepter le monde tel qu’il est, tel qu’il ne devrait
pas être. Selon moi, ce qui est vraiment grave, c’est
que ces morts continuent d’être tabous, on dirait qu’il
est préférable de ne pas les assumer en tant que phé-
nomène public. Comme dans le livre El origen de
Thomas Bernhard qui raconte l’histoire d’adolescents
suicidaires, et décrit comment leur société ne les
enterre pas, mais jette de la terre sur eux. Bernhard
parle de centaines de collégiens qui se jettent du haut
des falaises sur l’asphalte de la Müllner Hauptstrasse,
Adolescencia y suicidio en el cine latinoamericano ELI EZER ARIAS
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Como un exterminio de la memoria del ausente, al contrario de
lo que ocurre en otras sociedades, donde parece existir una tran-
sición de la memoria a través de los objetos.
Lo que sí se repite con la historia de los jóvenes kaiowa es
nuevamente el silencio. Sin embargo, en la teología guaraní, el
silencio es considerado un estado de perfección. El concepto de
Kiriri en guaraní, denota al modo de ser calmado, paciente, tran-
quilo, y sobre todo silencioso, y es ser Kiriri lo que los coloca más
cercanos a sus dioses. Posiblemente, este modo de ser silencioso
hacia el exterior sea una vía para canalizar su agresividad, en este
caso no hacia el otro (el enemigo) sino hacia sí mismo. Para algu-
nos, el suicidio en los Kaiowa es una lucha silenciosa, y por lo
tanto una actitud de resistencia. Todo esto me trae de vuelta a mi
preocupación inicial sobre los silencios que envuelven el acto
suicida. Muchas veces, mientras abordaba El silencio de las moscas,
me cuestionaba si ese silencio era parte de una práctica cultural
para hacerle frente a la muerte. A pesar de resultarme muy
impactante la manera tan serena como muchos familiares habla-
ban de lo sucedido, terminaba yo considerando la posibilidad de
que, a un cierto nivel de análisis, esa fuera una manera sana de
superar la pérdida. Basado en ciertas normas sociales y culturales,
el silencio parece formar parte de una estrategia para confrontar
lo inevitable. Pero ¿hasta qpunto estas normas se convierten
en camisa de fuerza para los jóvenes que se encuentran
atrapados en un nuevo contexto social que puede llegar a
resultarles claustrofóbico? Muchos se encuentran fuera de
lugar y fuera de la estructura de pertenencia. En Birdwatchers
se refleja esa tristeza en los adolescentes y jóvenes kaiowa, que
se ven obligados a morir como única manera de escape y en
una especie de alteridad contextualizada en el suicidio.
la rue des Suicides, ce qui se produit sous l’œil indif-
férent des habitants de Salzbourg ; comme si arrivés à
l’automne des temps, au lieu de feuilles il tombait des
adolescents fanés (Bernhard, 2009).
LE SUICIDE EN TANT QUE RÉSISTANCE
SILENCIEUSE
L’histoire des hautes vallées vénézuéliennes autant
que celle de la Patagonie argentine m’ont rendu
curieux de savoir s’il s’agissait d’histoires isolées
dans lesquelles les hasards du destin ont fait
confluer certains facteurs uniques. Cependant, au
cours d’un voyage en Colombie, au Mexique et au
Brésil, j’ai pu me rendre compte que le phénomène du
suicide s’est étendu à de nombreuses communautés
rurales et surtout aux communautés indigènes. Un
des cas m’a laissé assez déconcert : celui des
Yanomamis-Samenas, population indigène qui habite
la zone frontalière entre le Venezuela et le Brésil. Pour
les Yanomamis-Sanemas, le suicide est quelque
chose dont personne auparavant n’avait rapporté
l’existence, ils n’ont, semble-t-il, même pas de mot
pour le désigner. Cependant, ces dernières années,
les cas de suicides de jeunes de 14 à 20 ans, dans la
réserve yanomami de l’État de Roraima, au Brésil, ont
brutalement augmenté et atteignent un taux dispro-
portionné. Cette histoire se répète chez leurs voisins
Yekuanas, chez les Nasas et les Emberas de
Colombie, dans les communautés Chol du Chiapas
au Mexique, parmi beaucoup d’autres.
La Terre des hommes rouges (Birdwatchers - La terra degli uomini rossi, 2008) de Marco Bechis
68
EL CINE COMO TERAPIA ANTE LA MUERTE
Una de las películas menos conocidas, pero tal vez la más personal,
de François Truffaut es La habitación verde (1978). Esta película,
protagonizada por el mismo Truffaut (en el papel de Julien
Davenne), y basada en el libro de Henry James, El altar de los muer-
tos, muestra los rasgos de un personaje envuelto en un duelo pato-
lógico. Julien, luego de la muerte de su esposa, pone su vida al ser-
vicio de los muertos, y, en cierta manera, congela su amor a sus
recuerdos y busca darles su lugar en un altar. Al inicio de la pelícu-
la Julien pronuncia unas palabras a un amigo que acaba de perder
a su esposa, lo que nos muestra desde el comienzo esta dedicación
enfermiza: “Dedíquele todos sus pensamientos, todos sus actos,
todo su amor y verá que los muertos nos pertenecen si nosotros
aceptamos pertenecerles”. Tras esta posesión viene la sacralización
de un cúmulo de objetos, retratos y pinturas que pertenecieron a
los fallecidos. En este santuario se mezclan los muertos de
Davenne con los de Truffaut, a manera de homenaje a sus propios
muertos: Henry James, Oscar Wilde, Jean Cocteau, Maurice Jaubert
y Marcel Proust.
Durante el proceso de realización de El silencio de las moscas,
y tras mi solicitud a los familiares de cederme algún objeto de sus
familiares muertos, pude entender las diferentes maneras como la
gente procesa y sobrelleva el duelo2. Aquello ha sido una experi-
mentación para entender cómo las personas logran despojarse o
no de esa imagen interna o idealizada del ser querido y ahora
ausente, a través de los objetos que se transforman en la represen-
tación simbólica externa de la imagen interna idealizada. En el
caso de Mercedes me encontré con un comportamiento parecido
al de Julien. Durante mi tiempo con ella, Mercedes no paraba de
hablar de su sentimiento de culpa y de los enigmas de la muerte de
María José. Era tanto su dolor que solía usar un pantalón que per-
tenecía a María José, sólo para sentirla.
No puedo negar que tratar de revivir lo que pudieron pasar
tanto los ausentes como los que los sobrevivieron se hizo obsesivo
para mí, y en cierta manera creé mi propia habitación verde en el
medio de una zona rural andina. La puesta en escena de los
objetos en el árbol también se convirtió en una manera no sólo de
Le film La Terre des hommes rouges (2007) de
Marco Bechis, sur le conflit territorial qui oppose un
groupe indigène Kaiowa-Guarani à des grands proprié-
taires fonciers du Mato Grosso brésilien, illustre de
façon brutale la dévastation sociale et culturelle subie
par bien des peuples originaires d’Amérique latine,
ainsi que la situation de déracinement et de confusion
vécue par les plus jeunes. Au début du film, deux de
ces jeunes, des filles, qui doivent se “déguiser” pour se
montrer en jeunes indigènes “authentiques” devant
des touristes qui observent des oiseaux, finissent par
se pendre. Le degré de découragement des plus jeunes
face au manque de perspectives de leur vie actuelle
est résumé par une phrase d’Osvaldo, le jeune apprenti-
shaman, en les voyant pendues à un arbre, dans l’un
des lambeaux de forêt vierge qui subsistent :
“Maintenant elles iront là où elles pourront se sentir
bien”. Le suicide dans beaucoup de ces communautés
n’est pas seulement la conséquence des troubles
sociaux produits par des siècles d’extermination, de
dépouillement de leurs terres et de déformation de
leurs structures organisationnelles et de leurs croyances
religieuses. Il a aussi pris une dimension très impor-
tante dans le processus de formation de l’identité chez
les jeunes. Cesser de vivre est devenu leur façon de se
désocialiser d’un monde qui a commencé par les
homogénéiser et qui à présent les marginalise. Il est
important de comprendre que la majorité de ces jeunes
vivent sous l’influence des multiples formes culturelles
dans lesquelles ils sont baignés à l’intérieur de chacun
des États-nations auxquels ils appartiennent, même
si ces sociétés hégémoniques les marginalisent de
différentes façons.
Dans La Terre des hommes rouges nous pouvons
voir que ces suicidés sont oubliés. En quelque sorte,
leur décision est mise en question par le fait de les
enterrer avec tous les objets qui pourraient constituer
un souvenir d’eux. En les enterrant avec tous leurs
biens et sur le ventre, on cherche à les oublier. C’est
une espèce de suppression du souvenir de l’absent,
au contraire de ce qui se produit dans d’autres socié-
tés, où il semble exister une transition mémorielle à
travers les objets.
Mais ce que l’on retrouve avec les jeunes kaio-
was, c’est là aussi le silence. Cependant, dans la
théologie guarani, le silence est considéré comme un
état de perfection. Le concept de kiriri en guarani
évoque le fait d’être calme, patient, tranquille et sur-
tout silencieux, et c’est l’état kiriri qui permet d’ap-
procher les dieux. Il est possible que cette façon de
rester silencieux envers l’extérieur soit une manière
de canaliser l’agressivité, dans ce cas-ci non pas
envers un autre (l’ennemi) mais envers soi-même.
Pour certains, le suicide chez les Kaiowas est une
Adolescencia y suicidio en el cine latinoamericano ELI EZER ARIAS
La Terre des hommes rouges
(Birdwatchers - La terra degli uomini rossi, 2008) de Marco Bechis
69
conmemorar a los muertos, de llenar ese vacío que dejaron los
ausentes, sino también de evitar que sus muertes fueran olvidadas
por una sociedad que las niega o ignora.
A partir de la experiencia de El silencio de las moscas, creo
que el cine puede llevarnos de la mano a procesar las pérdidas a
través de la emoción que nos aporta. Un buen ejemplo de esto, es
el documental intimista Elena (2012) de Petra Costa, que nos ilus-
tra cómo el cine puede servir de transición al dolor de la pérdida de
un familiar, a través del despojo del lazo físico. Petra Costa, tam-
bién antropóloga, sobreviviente del suicidio de su hermana, buscó
a través de Elena, explorar la experiencia de la pérdida de su her-
mana, a quien no logró comprender sino después que emprendie-
ra el viaje de realización de su documental. Para Costa emprender
este proyecto de documental la llevó a asistir a un segundo funeral
de su hermana, pero este, según ella, fue más cercano, más real.
Para Mercedes, participar en nuestra película era en parte una
manera de pedirle perdón a su hija, por no haber hecho lo suficiente
por salvarla. Convivir con esos fantasmas es doloroso y traumá-
tico para muchos. Representar eso en una película es también
espinoso. En El silencio de las moscas no me bastó que Mercedes
contara su testimonio sino además le pedí que lo reviviera a través
de algunas puestas en escena (mise en scène). Fueron casi tres años
visitando a Mercedes, y ya al final, al mostrarle el resultado final de
la película, en una proyección privada, pude sentir su alivio, ella
misma había reconstruido el relato de su vida y el de su familia.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Mi reflexión final tiene que ver con mis inquietudes al inicio de
este artículo: la importancia que ha tenido para mí, desde el punto
lutte silencieuse, c’est donc une attitude de résistance.
Tout ceci me ramène à ma préoccupation première
sur les silences qui entourent l’acte suicidaire.
Souvent, pendant que j’abordais El silencio de las
moscas, je me demandais si ce silence faisait partie
d’une pratique culturelle pour appréhender la mort.
Quoiqu’elle m’impressionne beaucoup, la sérénité
avec laquelle beaucoup de membres des familles
concernées parlent de ce qui s’est passé m’a mené à
supposer, en fin de compte, qu’à un certain niveau
d’analyse, il s’agissait d’une façon saine de dépasser
la perte. Fondé sur certaines normes sociales et cul-
turelles, le silence semble faire partie d’une stratégie
pour affronter l’inévitable. Mais jusqu’à quel point
ces normes deviennent-elles une camisole de force
pour les jeunes qui se trouvent pris dans un contexte
social nouveau qui peut les rendre claustrophobes ?
Beaucoup d’entre eux se sentent exclus de la société
et exclus de la structure d’appartenance. Dans
La Terre des hommes rouges, la tristesse se reflète
sur les adolescents et jeunes kaiowas qui se voient
obligés à mourir comme seule échappatoire et dans
une sorte d’altérité contextualisée dans le suicide.
LE CINÉMA, THÉRAPIE FACE À LA MORT
Un des films les moins connus, mais peut-être le plus
personnel, de François Truffaut, est La Chambre verte
(1978). Ce film, Truffaut lui-même est acteur
(dans le rôle de Julien Davenne), inspiré du livre
La Terre des hommes rouges (Birdwatchers - La terra degli uomini rossi, 2008) de Marco Bechis
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de vista metodológico-teórico, el abordar el suicidio en los Andes,
a través de la capacidad sensorial que aporta la cámara. Más que
un instrumento de recolección de datos la cámara me ayudó a
reflexionar cada momento en ese intento de construir la informa-
ción a partir de la interpelación que la misma me iba provocando.
El poner la cámara delante de los personajes y crear momentos
que me aportaran sensaciones me hizo doblemente responsable
de esa relación que se crea con la gente que uno trabaja a fin de
construir de forma compartida sus relatos. Aun así, en mi caso esta
reflexión también me dejó muchas veces indefenso ante enigmas
como el silencio ante lo que no se entiende, ante lo irrepresentable
de ciertos dolores humanos. Como decía una reseña sobre El silen-
cio de las moscas: “quizá el cine no tenga las respuestas, pero al
menos nos hace sentirnos menos solos”. Y así me sentí durante y al
final del rodaje, sentí que estuve compartiendo un duelo colectivo
cuando cada familiar me prestaba sus historias, los objetos de sus
muertos, y a través de ellos y los sueños, conversaba también con
los ausentes, y por un momento nos sentíamos acompañados,
menos solos en este mundo. n
BIBLIOGRAFÍA
- Armas Jonay, “Reseña El silencio de las moscas, en Caiman Cuadernos de Cine,
Especial nº 3 (17), España, marzo 2014.
- Bernhard Thomas, Relatos autobiográficos: el origen, el sótano, el aliento, el frío, un
niño, Editorial Anagrama, Barcelona, 2009.
- Eugenides Jeffrey, Las vírgenes suicidas, Editorial Anagrama, Barcelona,1994.
- Guerriero Leila, Los suicidas del fin del mundo. Crónica de un pueblo patagónico,
Tusquets Editores, Buenos Aires, 2005.
- James Henry, El altar de los muertos y otros relatos, Editorial Valdemar, Madrid, 1999.
NOTAS
1. Se refiere a la leyenda de Eréndira Ikikunari, una joven e intrépida mujer indígena
que se levantó en armas contra los conquistadores españoles durante el siglo XVI.
d’Henry James, L’Autel des morts, dépeint les traits
d’un personnage englué dans un deuil pathologique.
Julien, après la mort de sa femme, met sa vie au ser-
vice des morts, et d’une certaine façon, il fige son
amour sur ses souvenirs, et cherche à leur faire une
place sur un autel. Au début du film, Julien prononce
des paroles adressées à un ami qui vient de perdre sa
femme, ce qui nous montre dès le début ce dévoue-
ment maladif : “Consacrez-lui toutes vos pensées,
tous vos actes, tout votre amour, et vous verrez que
les morts nous appartiennent si nous acceptons de
leur appartenir”. Après cette possession vient la
sacralisation d’un amoncellement d’objets, de por-
traits, de tableaux qui ont appartenu aux défunts.
Dans ce sanctuaire se mêlent les morts de Davenne
et ceux de Truffaut, en une sorte d’hommage à ses
propres morts : Henry James, Oscar Wilde, Jean
Cocteau, Maurice Jaubert et Marcel Proust.
Au cours de la réalisation de El silencio de las
moscas, et après ma demande auprès des familles
de me céder quelques objets ayant appartenu à leurs
morts, j’ai pu comprendre les diverses manières de
vivre et de supporter le processus de deuil2. C’était en
quelque sorte une expérience pour comprendre com-
ment les personnes réussissent à se dépouiller ou
non d’une image interne ou idéalisée de la personne
aimée et à présent absente, à travers des objets qui
deviennent la représentation symbolique externe de
l’image interne idéalisée. Dans le cas de Mercedes,
j’ai découvert un comportement semblable à celui de
Julien. Le temps que j’ai passé avec elle, Mercedes ne
cessait pas de parler de son sentiment de culpabilité
et des énigmes laissées par la mort de María José. Sa
douleur était telle qu’elle revêtait habituellement un
pantalon qui a appartenu à María José, juste pour la
sentir.
Je ne peux pas nier que tenter de revivre ce
qu’ont pu ressentir les absents tout autant que les
survivants est devenu obsessionnel pour moi, et
d’une certaine façon, j’ai créé ma propre chambre
verte au milieu d’une région rurale des Andes. La
mise en scène des objets sur l’arbre est aussi deve-
nue une façon non seulement de commémorer les
morts, de combler le vide laissé par les absents, mais
aussi d’éviter l’oubli de leurs morts dans une société
qui les nie ou les ignore.
À partir de l’expérience de El silencio de las mos-
cas, je crois que le cinéma peut nous aider à trans-
former la perte à travers les émotions qu’il éveille en
nous. Un bon exemple en est le documentaire intimiste
Elena (2012), de Petra Costa, qui nous montre bien
comment le cinéma peut servir de transition à la dou-
leur de la perte d’un parent, en nous dépouillant du
lien physique. Petra Costa, anthropologue elle aussi,
The Virgin Suicides (1999) de Sofia Coppola
Adolescencia y suicidio en el cine latinoamericano ELI EZER ARIAS
71
Esta mujer pertenecía a los Purépecha,
un grupo que aún vive en la región de lo
que hoy es el estado de Michoacán.
El cineasta Juan Mora Catlett llevó en
2007 esta historia al cine, en la película
Eréndira Ikikunari (La indomable).
2. Los objetos de una veintena de historias
de suicidio constituyeron el dispositivo
al cual recurrí, en El silencio de las mos-
cas, para buscar una conexión con los
ausentes, en paralelo con los relatos de
sus familiares. Buscaba a través de sus
pertenencias y las evocaciones que éstas
provocaban en los familiares, hacer una
proyección hacia los ausentes, sus luga-
res, sus sueños, sus deseos, sus miedos.
A través de la melancolía de los objetos
buscaba traerlos de vuelta y que conver-
saran en primera persona con sus sobre-
vivientes.
ELIEZER ARIAS es profesor e investiga-
dor en el Centro de Antropología del
Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas (IVIC) en Caracas. Obtuvo su
título de doctor en economía y desa-
rrollo internacional en la Universidad de
Bath, Inglaterra, también tiene una
maestría en estudios del desarrollo de
la misma universidad y un diplomado
en documental de creación de la
Universidad de Cuernavaca en México.
Comparte su actividad académica con
la realización de documentales etno-
gráficos basados en sus investigaciones
de campo. Se inició en el área visual en
el 2007 con su primer largometraje
documental Nuestra historia está en la
tierra (2008) basada en la lucha de los
pueblos indígenas de Venezuela por
sus derechos territoriales y autonómi-
cos. El silencio de las moscas (2013) es
su segundo largometraje. Ha recibido
tutorías en el área audiovisual de direc-
tores como Lucrecia Martel, Javier
Corcuera, Guillermo Arriaga, Felipe
Vega, Nicolás Echevarría, entre otros.
RES UMEN Este artículo hace una
reflexión sobre la realización del docu-
mental El silencio de las moscas, en
particular los retos metodológicos
desde la antropología. También hace
una revisión de otros trabajos cinema-
tográficos que han abordado, directa o
indirectamente, la temática del suicidio
juvenil en Latinoamérica.
PALABRAS CLAVES El silencio de las
moscas suicidio juvenil cine latino-
americano ausencia silencio
duelo antropología desilusión
modernidad – ruralidad
survivante du suicide de sa sœur, a cherché, à travers Elena, à explorer l’expérience de la perte
de sa sœur, qu’elle n’a réussi à comprendre qu’après avoir entrepris le voyage de la réalisation
de son documentaire. Grâce à ce projet de documentaire, Costa a pu assister à un deuxième
enterrement de sa sœur, mais celui-ci, selon elle, a été le plus proche, le plus réel. Pour
Mercedes, le fait de participer à notre documentaire était en grande partie une façon de
demander pardon à sa fille de n’en avoir pas fait assez pour la sauver. Vivre avec ces fantô-
mes est douloureux et traumatisant pour beaucoup. Le représenter dans un film est aussi
épineux. Dans El silencio de las moscas, je ne me suis pas contenté de ce dont Mercedes
pouvait témoigner, je lui ai en plus demandé de le revivre à travers quelques mises en scène.
J’ai passé presque trois ans à faire des visites à Mercedes, et en fin de compte, quand je lui ai
montré le résultat final du film dans une projection privée, j’ai pu percevoir son soulagement,
elle avait reconstruit elle-même le récit de sa vie et celui de sa famille.
EN GUISE DE CONCLUSION
Ma réflexion finale est en relation avec mes questionnements du début de cet article, et c’est
l’importance qu’a eue pour moi, du point de vue méthodologique et théorique, le fait d’aborder
le suicide dans les Andes à travers la capacité sensorielle apportée par la caméra. Plus qu’un
instrument de recueil de renseignements, la caméra m’a aidé à réfléchir à tout moment à cette
tentative de construction de l’information à partir de l’interpellation qu’elle provoquait en moi.
Le fait de mettre la caméra devant les personnages et de créer des moments qui me fassent
ressentir des sensations m’a rendu doublement responsable de cette relation qui se crée avec
les gens avec lesquels on travaille, afin de construire leur récit de manière partagée. Même
ainsi, dans mon cas, cette réflexion m’a aussi souvent laissé sans défense face aux énigmes
telles que le silence devant ce qu’on ne comprend pas, face à l’irreprésentable de certaines
douleurs humaines. Comme le disait une note sur El silencio de las moscas, “peut-être que le
cinéma n’a pas de réponse, mais au moins, il nous fait nous sentir moins seuls”. C’est bien ce
que j’ai ressenti pendant et à la fin du tournage, j’ai su que j’avais partagé un deuil collectif
quand chaque membre d’une famille me prêtait ses histoires, les objets de ses morts.
À travers eux et leurs rêves, je conversais aussi avec les absents, et pour un moment nous nous
sentions accompagnés, moins seuls en ce monde. n
TRADUIT DE L’ESPAGNOL (VENEZUELA) PAR ODILE BOUCHET
NOTES
1. Il s’agit de la légende d’Eréndira Ikikunari, une jeune femme indigène intrépide qui a pris les armes contre les conqué-
rants espagnols au XVIesiècle. Cette femme appartenait aux Purépecha, groupe qui vit toujours dans la région appe-
lée aujourd’hui État de Michoacán. En 2007, le cinéaste Juan Mora Catlett a porté à l’écran cette histoire, dans le film
Eréndira Ikikunari (la Indomable).
2. Les objets d’une vingtaine d’histoires de suicides ont constitué le dispositif auquel j’ai eu recours, dans El silencio de
las moscas, pour chercher une connexion avec les absents, en parallèle avec les récits des familles. Je cherchais à tra-
vers les objets leur ayant appartenu et les évocations qu’ils provoquaient chez leur parentèle, à faire une projection vers
les absents, leurs lieux de vie, leurs rêves, leurs désirs, leurs peurs. À travers la mélancolie des objets, je cherchais à
les ramener pour qu’ils conversent à la première personne avec ceux qui leur survivent.
ELIEZER ARIAS est enseignant-chercheur au Centre d’anthropologie de l’Institut
vénézuélien de recherche scientifique (IVIC) à Caracas. Il est docteur en économie et
développement international de l’Université de Bath, Royaume-Uni, il y a aussi obtenu
une maîtrise en étude du développement et a un diplôme de documentaire de créa-
tion de l’Université de Cuernavaca au Mexique. Il partage ses activités académiques
avec la réalisation de documentaires ethnographiques fondés sur ses recherches de
terrain. Il a démarré dans l’audiovisuel en 2007 avec son premier long-métrage docu-
mentaire Nuestra historia está en la tierra (2008) qui traite des peuples indigènes du
Venezuela en lutte pour leurs droits territoriaux et autonomiques. El silencio de las
moscas (2013) est son second long-métrage. Il a reçu le soutien audiovisuel de
cinéastes tels que Lucrecia Martel, Javier Corcuera, Guillermo Arriaga, Felipe Vega,
Nicolás Echevarría, entre autres.
RÉSUCet article est une réflexion sur la réalisation du documentaire El silencio de
las moscas, en particulier sur les défis méthodologiques à partir de l’anthropologie.
Il parcourt aussi d’autres œuvres cinématographiques qui ont abordé, directement
ou indirectement, le sujet du suicide de jeunes en Amérique latine.
MOTS-CLÉS El silencio de las moscas suicide des jeunes – cinéma latino-
américain – absence – silence – deuil – anthropologie – désillusion – modernité –
ruralité
Adolescencia y suicidio en el cine latinoamericano ELI EZER ARIAS
Article
Full-text available
The production and circulation of audiovisual products has changed thanks to the transmedia narrative. One of the main characteristics of this narrative is the active participation of the audiences. This article analyzes the use of the transmedia strategies of the series 13 Reasons Why to explore whether the participation, dialogue and debate of the audience can be fostered through it for an approach to sensitive topics such as suicide, the main theme main of the series. The results show that the transmedia narrative allows a more complete approach to sensitive topics based on interaction with the audience.
Article
Traducción de: Eine Andeutung, Eine Entziehung, Eine Entscheidung, Eine Isolation, Ein Kind Thomas Bernhard (1931-1989) escritor austríaco nacido en Holanda. Con estudios formales de música en el Mozarteum de Salzburgo, al terminarlos comenzó en la escritura, preocupado éticamente po la desesperada lucha del hombre contra el proceso de descomposición que todo lo devora. Crítico acérrimo del nacionalismo y de la Iglesia Católica, su obra tiene cierto dejo amargo, pero también está atravesada por la ironía y posee una gran sonoridad musical, heredera seguramente de su formación. No en vano la crítica califica a sus cinco títulos de memorias como un canto a la sobrevivencia; El origen (1975), El sótano (1976), El aliento (1978), El frío (1981) y Un niño (1982), constituyen la pentalogía reunida en Relatos autobiográficos. Helada (1963), Trastorno (1967), La calera (1970), El ignorante y el demente (1972), Corrección (1975), La fuerza de la costumbre (1974), El reformador del mundo (1979), Emmanuel Kant (1978), El sobrino de Wittgenstein (1982), El malogrado (1983) y La plaza de los héroes (1988), son otras de sus obras. Obtuvo los premios Georg Büchner en 1970 y el Médici en 1988, entre otros reconocimientos.
Article
Crónica sobre la oleada de suicidios ocurrida entre 1997 y 1999 en Las Heras, una pequeña y aislada comunidad de la provincia de Santa Cruz, Argentina, en la región de Patagonia. La mayor parte de los suicidas presentaban como características comunes una edad alrededor de 25 años y pertenecer a familias modestas de la zona. Un alto índice de desempleo y la falta de oportunidades para los jóvenes en Las Heras configuran un contexto en el que ha proseguido la incidencia de suicidios. Leila Guerriero (Junín, provincia de Buenos Aires, 1967), periodista argentina. Inicia su trayectoria profesional en 1991 y ha colaborado en diversos medios impresos de su país natal, España, México y Uruguay. Participa en el libro Mujeres argentinas (1998), junto a otras escritoras y periodistas. Los suicidas del fin del mundo: crónica de un pueblo patagónico (2005) es su primer libro individual y ha reunido varias de sus crónicas y perfiles en la antología Frutos extraños (2009). Ganadora del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI 2010 por "El rastro en los huesos", crónica publicada originalmente en la revista Gatopardo en 2008.
Reseña El silencio de las moscas”, en Caiman Cuadernos de Cine
  • Armas Jonay
El altar de los muertos y otros relatos, Editorial Valdemar
  • James Henry