Content uploaded by Alberto Jiménez Ure
Author content
All content in this area was uploaded by Alberto Jiménez Ure on Mar 06, 2017
Content may be subject to copyright.
DURANTE MIS «DÍAS DE INFANTE»
Por
Alberto JIMÉNEZ URE
Cuando comencé «ser consciente» [1]
Sólo toleraba [que] pocas personas
Me tocasen para levantarme en brazos:
Entre ellas, mi madre y abuela.
En mi derredor percibía a casi todos
Hipócritas, hostiles explícitos u ocultos.
Seres a los cuales no reconocía amistosos:
Lo cual, dolorosamente, admito por cuanto
Esa percepción estigmatizaría mi existencia.
En el curso de tantos años dedicado a leer,
Meditar, escribir, auxiliar a quienes amo y bogar
Por el triunfo e instauración del Reinado del Juicio [1]
Que enderezará lo torcido y enmendará lo omitido.
Cuando comencé «ser consciente»
Evité jugar con niños de mi edad:
No me gustaba la violencia inmanente
A la praxis de los deportes más populares.
Elegí entretenerme con ciertas especies:
Aves, hormigas, ranas y reptiles.
Cuando comencé «ser consciente»
Me atraían unas criaturitas físicamente distintas,
[Que] solían ser víctimas de maltratos por parte
De varones genética o culturalmente degenerados.
Yo, con aciertos y equívocos, las veneraba por féminas.
Cuando comencé «ser consciente»
Temía al advenimiento de enfermedades,
Y era proclive al Hedonismo Fundamental.
No era «glorioso» para reñir a puñetazos, nunca lo hice:
La quiescencia [que] no cobardía guiaba mis actos.
Cuando comencé «ser consciente»
Imaginaba transmutarme a un territorio
Donde pudiese arraigar [me] y edificar
Un ámbito para mi recogimiento o cobijo.
Cuando comencé «ser consciente»
Intuí/vaticiné cosas que estaban por venir,
Algunas de las cuales para alegrarme y otras no:
Pero supe que la mía sería una presencia contestataria.
No experimenté regusto en situación de orfandad:
Lo digo porque «niño» es vulnerabilidad extrema,
Miedo, incertidumbre, esclavitud y alucinación.
Estabas ahí, en crecimiento corpóreo, pero con psique
Idéntica a esa que el futuro te deparaba y proseguirá frágil
Frente a las señoras Calamidad y Fatalidad sempiternas:
Malvas al acecho, tras cada uno de quienes son bárbaros.
Empero, también emprenden injustas cacerías de benévolos.
[Desde] que comencé «ser consciente»
Sólo he podido adherir, con certeza, a mí
Para mantenerme en pie y sostener vástagos.
No perjuro si afirmo nunca fui otro y envejecí
Persuadido de la existencia de un Reinado del Juicio
Revés de cada detonación letal e industria criminal.
Fui, por pensador y emancipado, objetivo de una guerra
Que no emprendería jamás pero sospeché advendría.
Ningún iniciado en «Conciencia de Sí» vive derrotas:
Comprendí no haber nacido para a mirar, absorto, cómo
Civiles y oficiales de regimientos pretenden mantenernos
Irremediablemente miserables, desasistidos y hambrientos.
Con prognosis, telequinesia, ubicuidad, transmutación
Y transmigración he persistido enviándolos donde merecen.
NOTAS.-
[1] Revelarme con el «Don de la Inteligencia Humana»:
«capacidad deductiva» e igual «determinación».
[2] «Razón Inmutable».