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30 Voces
Mes de las Humanidades 2001
Una voz para las Antillas
domingo, 14 de octubre de 2001
Por Myrna Rivas Nina
Especial El Nuevo Día
Nota del Director:
Treinta voces, treinta visiones. Durante el mes de octubre en
conmemoración del Mes de las Humanidades, El Nuevo Día
abre sus páginas para presentar las soluciones que proponen
estos treinta puertorriqueños a los retos sociales que
enfrentamos.
¡ANTILLANAS Y antillanos! El ensayista y por muchos
años catedrático de Lengua y Literatura, don José Ferrer
Canales, no se cansará de reiterarnos cada día de su vida que, además de puertorriqueños, somos
antillanos y ciudadanos del mundo. Hace este llamado junto a su esposa, la cubana Ana
Betancourt, su compañera por ya 48 años.
Su enorme caballerosidad, gentileza, sentido del humor, humildad y respeto a todo ser humano
hacen pensar que estamos frente a una especie de Don Quijote contemporáneo, versión caribeña.
El poeta y ensayista José Emilio González (1918-1990) se refirió a él como "la conciencia más
finamente ética de los puertorriqueños en el siglo 20". Tendríamos que añadir: y del siglo 21.
Antes de abordar cualquier otro tema, don José habla con un profundo respeto y agradecimiento
sobre quienes considera sus dos grandes maestros: Antonio S. Pedreira (1899-1939) y su
entrañable doña Margot Arce de Vázquez (1904-1990). Por esta última guarda una admiración
excepcional. Esta mujer humanista fue quien le habló por primera vez de las Antillas cuando él
todavía estaba en escuela superior. La describe como una "iluminadora de la conciencia de los
estudiantes y defensora de la autonomía universitaria".
Don José, un gran defensor de la mujer, señala estar ya tranquilo porque, al fin, el pasado mes de
mayo, se develó un busto en honor a doña Margot.
"A pesar de que la mujer siempre ha sido mayoría en la universidad, desde la primera
graduación, este busto es el primero dedicado a una mujer en todo el sistema de la Universidad
de Puerto Rico".
Ferrer Canales es uno de los principales estudiosos de los legados del puertorriqueño Eugenio
María de Hostos y del cubano José Martí. Su conocimiento sobre estas dos figuras cristalizó en
José Ferrer Canales (Especial / Rosario
Fernández Esteve)
el libro "Martí y Hostos", publicado en 1990 por el Instituto de Estudios Hostosianos, la
Universidad de Puerto Rico y el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
Don José, natural de Santurce, criado en la calle Loíza, y quien orgulloso de sus orígenes afirma
"soy un negro cangrejero", admira a Hostos y Martí por sus espíritus antillanos y solidarios.
"Creo que necesitamos estudiar y conocer estas dos figuras. Debemos estar conscientes, al igual
que ellos, de que nosotros no somos exclusivamente puertorriqueños, pertenecemos a la familia
antillana. Yo me siento puertorriqueño, yo me siento dominicano, yo me siento cubano...".
Los próceres son para él figuras demasiado vivas, vigentes y necesarias para dejarlas guardadas
en los libros de historia o de estudios sociales. Por eso cree firmemente que debemos releerlos y
compartirlos.
"El discurso de Hostos de septiembre de 1848 es una pieza literaria y pedagógica que hoy día
tiene vigencia, que nos sirve para educar a la juventud y despertar el cumplimiento de los
deberes como miembros de la sociedad".
Don José no concibe la posibilidad de un humanista indiferente a las personas, aislado de la
sociedad, que no se preocupe por los derechos humanos o defienda los derechos de la patria. No
pueden quedarse indiferentes. Con razón se le ha asociado a la generación de Julio César López,
José Emilio González, Abelardo Díaz Alfaro (1919-1999), Francisco Matos Paoli (1915-2000) y
José Luis González (1926-1997).
Su compromiso con esta visión lo ha llevado a sufrir las consecuencias de apoyar causas que
entendía justas. Cuenta cómo en 1948, por expresarle su oposición a una serie de expulsiones de
estudiantes al entonces presidente de la Universidad de Puerto Rico, Jaime Benítez, él mismo
sufrió la expulsión. Tuvo que emigrar a los Estados Unidos, donde dio clases en diversas
universidades. Finalmente, pudo regresar a la Universidad de Puerto Rico en 1968, gracias a las
gestiones de Margot Arce y Abraham Díaz González. De ahí se jubiló en 1983, aunque ha
seguido muy activo como educador difundiendo el ideal antillano.
En cuanto a nuestra actualidad puertorriqueña, don José destaca dos grandes preocupaciones:
Vieques y la Universidad de Puerto Rico. Sobre Vieques comenta:
"Es una metáfora, simboliza la ausencia de poderes para nosotros mismos gobernarnos".
De la universidad le preocupa cualquier tipo de amenazas a su autonomía, que le impida cumplir
con su misión.
"La universidad tiene la obligación de formar jóvenes puertorriqueños con conciencia de que son
puertorriqueños, pero con una perspectiva universal".
Sus recomendaciones para mejorar la calidad de vida en Puerto Rico están dirigidas mayormente
a mejorar la formación integral de los niños y jóvenes. Como un amante de la cultura popular,
don José sugiere que se estimule en las escuelas la creatividad, las expresiones artísticas, las
visitas a museos y bibliotecas. Reitera la necesidad de rescatar las aportaciones de nuestras
grandes personalidades, especialmente la pedagogía de De Hostos.
"Hay que rescatar su legado, que no sea una cosa retórica o del pasado, que sus vidas nos
estimulen cotidianamente a ser mejores puertorriqueños y seres humanos. Tenemos que hacer de
esas vivencias una lección cotidiana para mejorar nuestra vida contemporánea".