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Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv 15 (1): 471-489, 2017
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Tras las compeTencias de los naTivos digiTales: avances de una meTasínTesis
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DOI:10.11600/1692715x.1513014062016
Referencia para citar este artículo: Acosta–Silva, D. A. (2017). Tras las competencias de los nativos digitales: avances
de una metasíntesis. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 15(1), pp. 471-489.
Tras las competencias de los nativos digitales:
avances de una metasíntesis*
david arturo aCosta–silva**
Investigador Corporación Universitaria Unitec, Colombia.
Artículo recibido en junio 14 de 2016; artículo aceptado en agosto 8 de 2016 (Eds.)
• Resumen (descriptivo): En el presente documento reporto los avances de una metasíntesis
realizada sobre investigaciones que en los últimos 15 años han buscado evaluar las competencias
digitalesdelosjóvenes;elloconelndeestablecersisusresultadossoportanlasposturasque
armanquelosjóvenesylasjóvenestienenunascompetenciasdigitalesgeneralizadas y de alto
nivel.Paratalnrealicéunaselecciónenlaliteraturadereportesdeinvestigacionescuyosobjetivos
se dirigieran al análisis de las competencias digitales, posteriores al planteamiento original de los
nativos digitales y que presentaran resultados empíricos. De los artículos obtenidos analicé sus
concepciones, métodos y resultados. El producto de este proceso indica que la mayoría de tales
estudios concluyen que las aseveraciones sobre las superiores competencias digitales de los sujetos
jóvenes no están soportadas empíricamente.
Palabras clave: nativos digitales, competencias digitales, jóvenes, tecnología digital, TIC
(Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco).
In search of the competencies of digital natives: progress of a meta–synthesis
• Abstract (descriptive):Thispaperreportstherstresultsofameta–synthesisofresearch
studies over the last 15 years that have sought to evaluate the digital competencies of young people;
our purpose was to establish whether these results support the claim that young people have
widespread and high–level digital competencies. For this purpose, a screening was performed as part
of the literature review, searching for papers that had the objective of analyzing digital competencies
following an exploration of the concept of digital natives and the sharing of empirical results. An
analysis was conducted for the concepts, methods and results from these studies. The result of this
process showed that most of these studies conclude that such claims about young people’s digital
competencies are not empirically supported.
Key words: digital natives, digital competences, youth, digital technology, ICT (Unesco Social
Sciences Thesaurus).
Em busca de competências dos nativos digitais: avanços de uma meta–síntese.
• Resumo (descritivo): O presente documento reporta os avanços de uma meta–síntese
realizadasobreinvestigaçõesquenosúltimos15anosbuscaramavaliarascompetênciasdigitaisde
* Este artículo corto presenta los primeros avances de la investigación «Meta-síntesis (meta-análisis cualitativo) sobre las concepciones y modelos
de evaluación de las competencias digitales empleados en estudios realizados en el período 2001-2016». El proyecto ha sido nanciado por el
Sistema Institucional de Investigación de la Corporación Universitaria Unitec para su realización durante el año 2016 (cód. I-0316013). Se llevó
a cabo entre los meses de febrero y noviembre de 2016. Área de conocimiento: Ciencias Sociales, Subárea: Temas especiales.
** Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Educación de la Universidad de La Salle. Candidato a Doctor, Doctorado en
Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales. Correo
electrónico: davidacostasilva@gmail.com
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jovens;issocomomdeestabelecerseseusresultadossuportamasposturasquearmamqueos
jovenspossuemalgunascompetênciasdigitaisgeneralizadasedealtonível.Paratantorealizou–se
uma seleção de literatura de relatórios de investigação cujo os objetivos se dirigiram a análise das
competênciasdigitaisque,foramposterioresao planteamento original dos nativos digitais e que
apresentaramresultadosempíricos.Dosartigosobtidosanaliszram–seseusconcepções,métodos
e resultados. O produto deste processo nos diz que a maioria de tais estudos conncluem que as
declaraçõessobreassuperiorescompetênciasdigitaisdosjovensnãopossuemsuporteempírico.
Palavras–chave: nativos digitais, competências digitais, jovens, tecnologia digital, TIC
(Thesaurus de Ciências Sociais da Unesco).
–1. Introducción. –2. Método. –2.1. Descripción del estudio. –2.2. Estrategias de análisis. –3.
Resultados y discusión. –3.1. Concepciones y teorizaciones sobre la competencia digital. –3.2.
Métodos e instrumentos. –3.3. Análisis de los resultados. –4. Conclusiones. –Lista de Referencias.
1. Introducción
Ya son 15 años desde que Prensky (2001)
propuso la irrupción de una nueva generación a
la que calicó como fundamentalmente diferente
a las anteriores, gracias a ser contemporánea
de uno de los acontecimientos capitales de
los últimos 50 años: la popularización de la
tecnología digital a comienzos de la década
de los 80 y su masicación –al menos en los
niveles socioeconómicos más altos– en los
90 asociada a la aparición de Internet en los
hogares. De esta manera, el hecho de ser la
primera generación en crecer rodeada de la
tecnología digital signicaría, según la lectura
de Prensky, que mantendría una relación con
aquella caracterizada especialmente por su
«naturalidad»; y precisamente para subrayar lo
anterior, llamó a sus miembros nativos digitales,
los hablantes de la lengua digital. El resto de la
población, excluido de esta supuesta estrecha
relación, serían entonces apenas inmigrantes
digitales, relegados a mantenerse siempre
«con un pie en el pasado» (p. 2). Esta cercanía
a lo digital les daría a los nativos una serie de
características pronunciadas y denitorias;
entre otras, preferirían la información
gráca a la textual, prosperarían gracias a las
graticaciones inmediatas, así como también
pensarían y procesarían información de forma
diferente a cualquier «inmigrante».
La potencia de esta categoría es indudable:
encapsulaba tres fenómenos que calaban
cada vez con mayor fuerza en el imaginario
colectivo de occidente, generando escozor y,
en muchos, abiertamente miedo. En primer
lugar, la extrema rapidez con la que lo digital
se colaba en nuestra cotidianeidad; segundo, la
facilidad con la que aparentemente los jóvenes
la manejaban, así como el papel preponderante
de aquella en sus vidas; y, tercero, el innegable
impacto de lo anterior en los procesos
educativos. No obstante, la fragmentación de
la sociedad en nativos e inmigrantes sirvió para
señalar otro capítulo en el proverbial pánico
social frente a la tecnología, que sería luego,
como podría esperarse, avivado, hiperbolizado
y dramatizado por los medios de comunicación
y por ciertos autores insidiosos.
La notoriedad adquirida por la etiqueta
de los nativos digitales nalmente llamaría la
atención de la academia más o menos un lustro
después de la propuesta de Prensky. Varios
investigadores e investigadoras comenzaron a
preguntarse por sus sustentos fácticos –e incluso
teóricos–, y los resultados que obtuvieron
empezaron a resquebrajar dicha construcción:
en primer lugar, se ha mostrado que el acceso
a la tecnología varía ampliamente entre las
personas jóvenes (Bennett, Maton & Kervin,
2008, Thinyane, 2010), así que, de entrada, es
imposible calicar a todos los jóvenes y las
jóvenes como nativos digitales cuando millones
de ellos y ellas ni siquiera tienen acceso a ésta;
asimismo, también se ha sugerido que en esta
generación hay personas que rara vez emplean
la tecnología (Bennett, Maton & Kervin, 2008,
Helsper & Eynon, 2010), y quienes sí lo hacen,
dieren ampliamente en las características de
dicho uso, así como en su nivel de desempeño
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(Hargittai & Hinnant, 2008, Kennedy, Judd,
Churchward, Gray & Krause, 2008, Margaryan,
Littlejohn & Vojt, 2011), lo que implica una
fuerte heterogeneidad contraria a la imagen
propuesta por la etiqueta; por otra parte, varios
estudios han llegado a la conclusión de que no
existen diferencias signicativas en el uso de
la tecnología por las diferentes generaciones
(Bennett, Maton & Kervin, 2008, Bullen,
Morgan, Belfer & Qayyum, 2009, Dias da Silva,
da Silva & do Amaral, 2014, Fajardo, Villalta &
Salmerón, 2015, Helsper & Eynon, 2010).
Finalmente, un grupo importante de
estudios ha buscado analizar el foco de
la postura de Prensky y de otros que han
descrito a los nativos digitales (Oblinger
& Oblinger, 2005, Howe & Strauss, 2000,
Tapscott, 1998): que la gran brecha entre éstos
y los inmigrantes radica en que los primeros
tienen unas habilidades y conocimientos más
sosticados y cuantitativamente superiores
a los segundos, lo que les permite navegar lo
digital con total tranquilidad. No obstante,
el problema es que al traducir esta postura al
lenguaje académico, las interpretaciones se
han multiplicado; así, dichas habilidades han
sido entendidas como alfabetismo digital
(digital literacy, Gilster, 1997, Eshet–Alkali
& Amichai–Hamburger, 2004), habilidades en
Internet (Internet skills, Van Deursen, Van Dijk
& Peters, 2011), habilidades digitales (digital
skills, Gui & Argentin, 2011), alfabetismo
en Internet (Internet literacy, Livingstone,
Bober & Helsper, 2005) y, desde luego, como
competencias digitales.
No obstante, la dicultad que presentan
estas propuestas no es simplemente una
cuestión de denominaciones, sino más bien de
solapamientos. Si bien muchas de ellas provienen
de agendas de investigación diferentes, sus
objetivos no permiten trazar entre ellas límites
precisos. Y a esta situación se le suma el hecho
de que hay además diferentes interpretaciones
en cada una de estas posturas, lo que las
acerca o las aleja de las demás –dependiendo
del énfasis que le dé cada académico–, sin
que una concepción siquiera compartida por
una mayoría sea posible al día de hoy. Por
ejemplo, el alfabetismo digital usualmente
ha sido interpretado exclusivamente como el
manejo de la información digital; no obstante,
no es difícil encontrar interpretaciones que lo
consideren como sinónimo del constructo de
las competencias digitales (Li & Ranieri, 2010).
Ahora bien, respecto a la elección de éste
y otros trabajos de la expresión ‘competencias’,
las críticas que esta opción puede recibir ya son
añejas (Brunet & Belzunegui, 2003). Pero sin
entrar en ese espinoso terreno –para el cual no
hay espacio en este texto–, no podemos olvidar
que dicha elección puede ser una cuestión
de contexto. Por ejemplo, su aparición en la
gran mayoría de los artículos que analizaré a
continuación se explica por la inserción de éstos
en el marco europeo de educación, en donde
ésta es la terminología adaptada (Comisión
Europea, 2007), así como también lo es en
algunos países latinoamericanos. Por su parte,
en mi caso particular, dicha elección tiene
que ver con una apuesta teórica que incluye
las competencias como una de las etapas del
desarrollo de las potencialidades humanas, que
parte de las capacidades básicas hasta llegar al
virtuosismo (Acosta–Silva & Vasco, 2013).
Pero volviendo a los estudios, la pregunta
que nos podemos hacer es, después de todos
estos años, ¿las investigaciones realizadas en
este campo han socavado denitivamente las
bases de esta famosa etiqueta, en especial en lo
referido al supuesto dominio de la tecnología
por los jóvenes? En este marco, en el proyecto de
investigación –del cual en estas líneas presento
sus primeros avances– he pretendido realizar
una metasíntesis de la literatura cientíca desde
la publicación de Prensky, buscando determinar
cómo han sido entendidas las competencias
digitales y sus constructos paralelos, de qué
manera han sido evaluadas en los jóvenes y
qué resultados se ha obtenido. No obstante, mi
objetivo en lo que sigue no será presentar los
resultados de toda la investigación, sino que me
centraré en el análisis de un subgrupo de dichas
investigaciones: aquellas que directamente han
buscado analizar las competencias digitales. A
partir de sus resultados, y de manera especial,
me interesa responder la cuestión sobre si
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todavía se puede seguir manteniendo que los
jóvenes y las jóvenes tienen un alto nivel de
competencias digitales.
2. Método
La metodología que elegí para cumplir
con dicho objetivo es la metasíntesis, también
llamada metaanálisis cualitativo (Bondas &
Hall, 2007a, Sandelowski & Barroso, 2003).
Dado que hay una enorme ambigüedad en el uso
y la interpretación de la metasíntesis o de sus
diferentes variaciones –metaresumen, síntesis
temática, metaestudio, etc.–,1 así como también
de ésta frente a su equivalente en el paradigma
cuantitativo –el metaanálisis–, es preciso
que aclaremos de qué manera la entiendo en
estas líneas. En mi opinión, la metasíntesis es
un método de análisis cualitativo que reúne
investigaciones previas sobre un tema particular
a n de crear una interpretación nueva, integrada
y exhaustiva de éstas, la cual permite una
comprensión profunda del campo de estudio;
de esta manera, más que un mero resumen,
pretende ir más allá –lo que se expresa por el
uso del prejo ‘meta’–. Por otra parte, también
busco aclarar las inconsistencias encontradas,
articular las diferentes concepciones teóricas
y llegar a mayores niveles de abstracción,
incluyendo además un elemento crítico (Bondas
& Hall, 2007a, Timulak, 2009)2.
Frente a lo anterior, la apropiación que hago
de esta metodología presenta una importante
diferencia frente a los modelos tradicionales
de su desarrollo: la versión más usual de las
metasíntesis implica una revisión cualitativa de
estudios dentro del mismo paradigma (Walsh
& Downe, 2005, Timulak, 2009); por su parte,
mi análisis tiene la temática estudiada como
su principal fundamento, de manera que cubre
tanto investigaciones de corte cuantitativo,
1 Para una revisión de las diferentes variaciones, véanse Barnett-
Page y Thomas (2009), Finlayson y Dixon (2008).
2 Por las anteriores razones este trabajo no deber ser considerado
o entendido como una revisión de literatura, la cual, aunque a
veces se emplee como un sinónimo de la metasíntesis, no lo es
en realidad. Es más, si deseáramos ser aún más precisos, las ca-
racterísticas de mi investigación se pueden clasicar como un
metaestudio. Para la aclaración de sus diferencias véanse Bondas
y Hall (2007a) y Zhao (1991).
como cualitativo y mixtas, teniendo una mirada
que también podríamos considerar como mixta.
Esto signica que, aunque el grueso del análisis
sea cualitativo, ello no implica, como veremos
más adelante, que dejemos de lado análisis
estadísticos en la descripción y examen de la
muestra. Esta decisión simplemente se debe
a que no considero que los dos paradigmas
sean posturas antagónicas o bandos en los que
hay que tomar partido, sino proveedores de
herramientas que pueden y deben ser empleadas
según las necesidades de una investigación.
Pero antes de continuar con la descripción
del estudio, es necesario realizar una aclaración
adicional frente a su naturaleza y justicación.
Sobre la temática de los nativos digitales,
se han desarrollado –hasta donde he podido
determinar– dos investigaciones previas con
un acercamiento metodológico similar, ya que
son revisiones sistemáticas de la literatura: la de
Cabra–Torres y Marciales–Vivas (2009) y la de
Esteve, Duch y Gisbert (2014). De manera que
la pregunta sería, ¿para qué realizar una nueva
síntesis? Tres razones justican mi decisión:
en primer lugar, y como veremos con mayor
precisión más adelante, en los últimos cinco
años se han multiplicado los estudios sobre el
tema de los nativos digitales, de forma tal que
considero importante revisar los resultados de
estos nuevos estudios3; en segundo lugar, mi
investigación, en tanto metasíntesis, tiene una
naturaleza y unos objetivos diferentes a los
de una revisión sistemática, de manera tal que
reviso distintas investigaciones a las examinadas
por aquellas; y, en tercer lugar, cabría esperar
que haya habido cambios en este último lustro
dado el aumento de la posesión de dispositivos
digitales. Ahora, ello de ninguna manera quiere
decir que esté dejando de lado las conclusiones
y aportes de estos dos estudios; por el contrario,
los considero vitales para esta empresa.
2.1. Descripción del estudio
De acuerdo con los objetivos de esta
investigación, empleé cuatro criterios de
3 Las dos revisiones sistemáticas mencionadas cubren lo publica-
do hasta el 2010.
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inclusión durante el proceso de selección de
los artículos: primero, que fueran reportes de
investigaciones –ya fuese en inglés o español–
evaluadas por pares; segundo, que sus objetivos
se dirigieran al análisis de las competencias
digitales –o de sus constructos paralelos– de
los jóvenes y las jóvenes; tercero, que fueran
posteriores al planteamiento original de Prensky
(2001); y cuarto, que presentaran resultados
empíricos y no fueran exclusivamente
revisiones teóricas.
Siguiendo los criterios –de alguna manera
tradicionales– de la metasíntesis (Bondas &
Hall, 2007b), excluí reportes de investigaciones
presentados en libros, tesis, memorias de
conferencias y cualquier forma de literatura
gris, dadas las dicultades de acceder a este
tipo de documentos. Asimismo, prescindí
de estudios que centraran su evaluación en
competencias demasiado particulares –por
ejemplo, el manejo de teléfonos celulares o
redes sociales–. Finalmente, y a diferencia de
otras metasíntesis (Finlayson & Dixon, 2008),
no consideré la calidad de los estudios como un
criterio de exclusión4.
El primer proceso fue la elección de las
palabras clave para la búsqueda; para ello tomé
como referencia la revisión bibliográca previa
que hice, así como el análisis de Esteve, Duch
y Gisbert (2014); esto me llevó a identicar dos
grupos principales de palabras clave: aquellas
que marcaban los principales constructos
paralelos al de los nativos digitales5 y aquellas
referidas a los constructos paralelos al de las
competencias digitales6.
Con ellas, establecí dos cadenas de
términos –una por cada idioma–, buscando
obtener una alta sensibilidad en la búsqueda, es
decir, alcanzar la mayor cantidad de resultados
relevantes, aun si su precisión –la cantidad de
4 Solo uno de ellos fue excluido por cuestiones que podríamos en-
cuadrar en términos de calidad; pero fue más por no contar con
los elementos mínimos que deseaba analizar -descripción teóri-
ca, objetivo, etc.-.
5 Generación net, generación Google, generación digital, millen-
nials, estudiantes digitales, jóvenes digitales y homo zappiens.
6 Habilidades TIC/digitales/tecnológicas/del siglo 21/de Internet,
alfabetismo computacional/digital/informacional, competencias
informacionales/TIC.
artículos que cumplieran con los criterios de
inclusión– no fuera la mejor (Ring, Ritchie,
Mandava & Jepson, 2010, p. 11). La estructura
general de las cadenas7 fue adaptada a las
características de los motores de búsqueda de
cada base de datos, dado que no todos, por
ejemplo, permiten el uso de operadores
booleanos o dieren en la forma de manejar las
búsquedas de los plurales. Las cadenas, siempre
que fue posible, fueron aplicadas a las opciones
de título, resumen y palabras clave, en el rango
temporal del año 2001 al 2016.
Las bases de datos y servicios de indexación
en las que apliqué la búsqueda fueron: Scopus,
Science Direct, SciELO, Web of Science,
Redalyc, Google Scholar, Doaj y Ebsco, cuyos
resultados en términos de número de artículos
potencialmente relevantes (tested positive;
Shaw et al., 2004) y aquellos que establecí como
efectivamente relevantes (diagnosed positive;
Shaw et al., 2004) pueden observarse en la gura
1 –la cual «tomé prestada» de los estándares
para la realización de los metaanálisis–. Dicha
relevancia la establecí al analizar sus títulos y
palabras clave.
7 Por ejemplo, para el caso del inglés, la estructura de la cadena
fue: (“Digital Competenc*” OR “ICT skill*” OR “information
technology skill*” OR “digital skill*” OR “computer Literacy”
OR “IT literacy” OR “Information technology literacy” OR “In-
formation Literacy” OR “Media Literacy” OR “Digital literacy”
OR “technology skill*” OR “21st century skill*” OR “Literacy
skill* for the twenty-rst century” OR “Internet skill*”) AND
(“Digital nativ*” OR “net generation” OR “Google generation”
OR “Digital generation” OR “Millennials” OR “Young” OR
“homo zappiens”).
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Figura 1. Proceso de selección de los artículos.
Nota: adaptado de los estándares Prisma para el desarrollo de meta–análisis. Moher, D., Liberati, A., Tetzlaff, J. &
Altman, D. G., The Prisma Group (2009). Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta–Analyses: The
Prisma Statement. PLoS Med, 6 (7), e1000097. Doi:10.1371/journal.pmed1000097 Licencia Creative Commons CC BY
2.0
En una segunda fase, de los 131 artículos
resultantes revisé sus abstracts –cuando éstos
no contenían la información completa, revisé
ciertas partes clave de los textos–, a n de
determinar que efectivamente cumplieran con
mis criterios de inclusión y no existieran artículos
duplicados. Esta evaluación me permitió
establecer los 49 artículos que examinaría, los
55 que guardaría como referencia y, por último,
los 23 excluidos.
Durante el desarrollo de este proceso
decidí dividir los 49 artículos en dos categorías:
la de los que presentaran estudios que hubiesen
evaluado expresamente competencias digitales
–o su análogo directo, las competencias TIC–;
mientras que la segunda contendría artículos
que evaluaran constructos paralelos –v. g.
las habilidades digitales– y que llegaran a
conclusiones sobre la existencia de los nativos
digitales. La razón de este agrupamiento es
simple: todos y cada uno de ellos proporcionan
pistas frente a mi pregunta de investigación,
mas, por su naturaleza misma, no podrían ser
analizados de manera estructurada como una
unidad.
Esta división también me permite realizar
una importante aclaración sobre el presente
documento: éste cubre la primera fase de
análisis única y exclusivamente del primer
grupo de artículos, el cual consta de los 20
artículos relacionados en la tabla 1.8
8 Todas las tablas de este documento son elaboración del autor.
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Tabla 1. Artículos incluidos en la metasíntesis.
Autor(es) Año Autor(es) Año
Aesaert, K., & van Braak, J. 2015 Hatlevik, O. E., Guomundosdóttir, G. B., &
Loi, M. 2015
Arias, M., Torres, T., & Yánez, J. C. 2014 Li, Y., & Ranieri, M. 2010
Arras, A. M., Torres-Gastelú, C. A., & García-
Valcárcel, A. 2011 Matamala, C. 2014
Brazo, L., Ipiña, N., & Zuberogoitia, A. 2011 Pino, M., & Soto, J. 2010
Calvani, A., Fini, A., & Ranierí, M. 2010 Roig, R., & Pascual, A. M. 2012
Calvani, A., Fini, A., Ranierí, M., & Picci, P. 2012 Romaniuk, M. W. 2015
Carrasco, M. E. E., Sánchez, C., & Carro, A. 2015 Romero, M., & Minelli, J. 2011
Centeno, G., & Cubo, S. 2013 San Nicolás, M. B., Fariña, E., & Area, M. 2012
García, J., García-Sánchez, J. N., Álvarez-
Fernández, M. L., & Díez-Caso, H. 2014 Torres-Gastelú, C. A. 2015
Guo, R. X., Dobson, T., & Petrina, S. 2008 Torres-Gastelú, C. A., Domínguez, A. L.,
Flores, M. A., Kiss, G., & Alejandre, A. R. 2015
Finalmente, aunque las metasíntesis no
buscan determinar la «verdadera» o «completa»
población, ya que esto requeriría un estándar
para la búsqueda de evidencia cualitativa que
no existe (Shaw et al., 2004), de todas formas
continué con la búsqueda de nuevos artículos
relevantes durante la lectura y el análisis de
los textos. Para ello, empleé la técnica del
berrypicking (Bates, 1989); esto es, analicé
las citas y fuentes de cada artículo buscando
nuevas fuentes potenciales de información. Por
medio de este procedimiento, logré identicar
cuatro nuevos artículos, lo que me indicó que
mi búsqueda inicial había sido bastante cercana
a esa esquiva población.
2.2. Estrategias de análisis
Para el análisis de los datos seguí las
directrices de Miles, Huberman y Saldaña
(2014) para el análisis de casos múltiples.
Las conclusiones parciales que presento
en este escrito se derivan de la estrategia
del amontonamiento (stacking) de casos
comparables. Para ello creé una matriz del
tipo resumen analítico de contenido9, en la
9 Content-analytic summary matrix. Es una matriz que agrupa to-
que condensé la información, de manera
que me permitiera realizar una comparación
exploratoria de los diferentes estudios. Dicha
información analizada y organizada fue: año
de publicación, paradigma, pregunta/hipótesis
de la investigación, objetivo, concepción de
competencia digital, método, herramienta de
evaluación, muestra, principales resultados y
nivel de competencias digitales demostrado
por los participantes. Posteriormente generé
metamatrices descriptivas ordenadas por caso10
para los tres elementos principales: concepción,
método y resultados, de forma que pudiese
comparar y analizar los diferentes casos a partir
de dichos elementos.
3. Resultados y discusión
Los 20 estudios que cubro en este
análisis representan trabajos desarrollados
en cuatro continentes, pero con una especial
dos los datos relevantes de varios casos en una única forma para
su análisis exploratorio (Miles, Huberman & Saldaña, 2014, p.
148).
10 Case-Ordered Descriptive Meta-Matrix. Aquella que contiene
los datos de todos los casos organizados según una variable, per-
mitiendo así ver sus diferencias y similitudes (Miles, Huberman
& Saldaña, 2014, p. 214).
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presencia de los realizados en España (55%) y
México (20%). También tienen una sugerente
representación aquellos cuya población de
estudio son estudiantes de licenciatura o de
maestría en educación (45%), lo que responde,
según estos textos, a la creciente necesidad
de que los futuros docentes cuenten con este
tipo de competencias. Por otra parte, como
lo mencioné anteriormente, es notorio cómo
se han multiplicado los estudios sobre las
competencias digitales en el último lustro, de
tal manera que sólo el 20% de los artículos
cubiertos fueron publicados previamente al año
2011, como podemos observar en la tabla 2.
Tabla 2. Artículos por año.
Año f %
2008 1 5
2010 3 15
2011 3 15
2012 3 15
2013 1 5
2014 3 15
2015 6 30
20 100
3.1. Concepciones y teorizaciones sobre
la competencia digital
Respecto a la concepción de competencia
digital, mi primera conclusión –detectada
desde la revisión previa de los artículos– es
que, al menos dentro del sub–grupo de estudios
analizados, las expresiones ‘competencia
digital’ y ‘competencia en TIC son empleadas
como sinónimos. Esto no quiere decir
que necesariamente los investigadores e
investigadoras hayan establecido expresamente
dicha equivalencia, pero en sus marcos teóricos
no hay diferencias entre una y otra. Por ejemplo,
Torres–Gastelú (2015) presenta la competencia
en TIC como un «grupo de habilidades,
conocimientos y actitudes aplicados a la
utilización de sistemas de información y
comunicación» (p. 146), mientras que Centeno y
Cubo (2013) hablan de la competencia digital en
términos de «la adquisición de conocimientos,
destrezas y actitudes basadas en el uso elemental
del hardware de los ordenadores, sus sistemas
operativos, el software como herramienta de
trabajo…» (p. 521). Como podemos observar,
ambas deniciones son completamente
simétricas.
El segundo patrón que pude establecer es que
todas las concepciones del término, de una y
otra forma, se centran en los mismos elementos
nucleares: los conocimientos –el saber qué–,
las habilidades –el saber cómo–, las actitudes
–positivas– y los usos ecaces y éticos de la
tecnología.11 De forma más precisa, los estudios
pueden ser divididos en tres grupos según el
énfasis que realicen en ciertas combinaciones
de los anteriores elementos: en el primero se
encuentran las que entienden la competencia
digital como la suma de conocimientos,
habilidades y actitudes dirigidas al ámbito de
lo tecnológico. Si bien no se lo exprese de esta
manera, en este caso creo ver la denición
general de competencia defendida por la OECD
(Rychen & Salganik, 2001), siendo simplemente
trasladada a lo digital. En el segundo grupo
podemos reunir aquellas que ponen el acento en
la praxis; es decir, subrayan el uso productivo,
exitoso y ético de la tecnología, pero no en
un sentido en el que la tecnología es el n
último, sino de manera que se la entiende como
una herramienta que permite a las personas
desarrollarse y expresarse en un mundo cada
vez más mediado por lo digital.
Finalmente, y como un elemento digno de ser
subrayado, el tercer grupo está constituido por
siete investigaciones que no expresan ningún
concepto de competencia o no se adhieren
explícitamente a ninguno previo. Esto es
importante ya que, en un campo con tan pocos
acuerdos conceptuales y tantos constructos que
«compiten» unos con otros, es muy llamativo
11 A lo que podríamos añadir el saber cuándo y el saber dónde para
el logro de la transferencia de dichos conocimientos y habilida-
des (Acosta-Silva & Vasco, 2013).
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que los investigadores e investigadoras no
tratemos de colaborar en la claricación
de la situación o, al menos, pongamos
nuestra apuesta frente a alguno de ellos. Y es
precisamente en este contexto en donde dos
trabajos analizados se destacan por darse a la
tarea de tratar de explorar el constructo, a n de
aclararlo y presentar propuestas fundamentadas
tanto teórica como empíricamente. Por un lado,
está el grupo de investigación de Calvani, Fini
y Ranieri –representado en tres investigaciones
de esta muestra– y, por otro, la investigación de
Aesaert y van Braak (2015).
3.2. Métodos e instrumentos
Al revisar los métodos reportados por los
artículos, el primer patrón observable es el
notorio «dominio» del paradigma cuantitativo en
los estudios de la muestra (tabla 3). Seguramente
se podrá argumentar que, como estamos frente
a investigaciones con metas evaluativas, lo
cuantitativo presenta las herramientas clásicas
para enfrentarlas. Sin embargo, con la misma
fuerza se podría argumentar que la complejidad
del fenómeno y sus marcadas características
socio–culturales llaman también al empleo de
lo cualitativo para su exploración.
Ahora, y precisamente hablando de lo
cualitativo, también es llamativo cómo, en los
pocos estudios que lo aplican, su inclusión en
todos los casos se limita al empleo de grupos
focales. Obviamente, esta elección no tiene
nada censurable. Sin embargo, al menos en los
artículos revisados, tristemente no se reporta
ningún análisis cualitativo de los resultados
de dichos grupos focales; es decir, los autores
y autoras terminan solamente empleándolos
como una fuente para presentar extractos de los
comentarios de los participantes. De nuevo, el
«darle la palabra» a quienes participan es una
característica fundamental de dicho paradigma,
pero la ausencia de los resultados de los análisis
cualitativos se me antoja como una deuda de
estos artículos.
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Tabla 3. Paradigmas e instrumentos reportados.
Autor(es) Paradigma Instrumento Origen del Instrumento
Arias, Torres, & Yánez
Cuantitativo
Escala de Likert
Especícamente diseñado
para el estudio
Centeno, G., & Cubo Basado en Incotic
Roig & Pascual Cuestionario de Guzmán
(2008)
Romero & Minelli Adaptación de Romero (2008)
Carrasco, Sánchez, & Caro Cuestionario y Escala de Likert Especícamente diseñado
para el estudio
García, García-Sánchez,
Álvarez-Fernández, & Díez-
Caso
Cuestionario
Especícamente diseñado
para el estudio
Romaniuk Especícamente diseñado
para el estudio
San Nicolás, Fariña, & Area Especícamente diseñado
para el estudio
Torres-Gastelú, Domínguez,
Flores, Kiss, & Alejandre Especícamente diseñado
para el estudio
Arras, Torres-Gastelú, &
García-Valcárcel Encuesta Especícamente diseñado
para el estudio
Matamala
Prueba
Trabaja con datos secundarios
para el estudio
Aesaert & van Braak Especícamente diseñado
para el estudio
Calvani, Fini, & Ranieri
Prueba de Opción Múltiple Instant Digital Competence
Assessment (iDCA)
Calvani, ni, Ranieri, & Picci
Li & Ranieri
Hatlevik, Guomundsdóttir, &
Loi
Cuestionario Especícamente diseñado
para el estudio
Prueba de Opción Múltiple
Brazo, Ipiña, & Zuberogoitia
Mixto
Cuestionario Adaptación de Kennedy
(2009)
Grupo Focal -----
Guo, Dobson, & Petrina Cuestionario
Adaptación de Gable & Wolf
(1993); Gibson & Nocente
(1998); ISTE NETS (2000);
Schefer & Logan (1999)
Observaciones -----
Pino & Soto Cuestionario Adaptación de Gallego
(2007), Mominó y Sigalés
(2009)
Grupo Focal -----
Torres-Gastelú Cuestionario Especícamente diseñado
para el estudio
Grupo Focal -----
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El siguiente elemento que se destaca en los
métodos de evaluación es cómo la mitad de los
estudios emplea instrumentos especícamente
diseñados por y para ellos (tabla 3). La lectura
que hago de este fenómeno es que ello se deriva
de la falta de acuerdos –y de preocupación–
sobre qué es o qué son la(s) competencia(s)
digital(es) y cuáles son sus componentes. Así
que –al menos dentro de la muestra analizada–
los investigadores e investigadoras terminen
proponiendo sus propias lecturas sobre las
competencias, sus propias dimensiones a
considerar y sus propios comportamientos a
evaluar, teniendo como consecuencia que sea
prácticamente imposible hacer comparaciones
totalmente transversales de sus resultados –si
bien existen solapamientos–.
Respecto a los instrumentos empleados, es
patente la homogeneidad de su naturaleza. El
75% de los estudios emplean herramientas –ya
sean cuestionarios o escalas de Likert– diseñadas
para que los estudiantes y las estudiantes evalúen
sus competencias de forma autoevaluativa y
retrospectiva (tabla 4)12. Este es el resultado
que más me interesa subrayar, sobre todo
porque mucho de lo que se pueda concluir de
una investigación depende de sus instrumentos
de recolección de datos. Considero que si mi
objetivo es determinar las competencias, las
autoevaluaciones retrospectivas no son las
herramientas más potentes. Sus limitaciones han
sido ampliamente establecidas: principalmente,
los problemas de validez generados por el sesgo
de la percepción subjetiva (self–reported bias)
que es particularmente fuerte en las personas
adolescentes (Fan et al., 2006); asimismo, las
autoevaluaciones solo presentan datos indirectos
(Litt, 2013). De manera tal que, si mi objetivo
es establecer las percepciones de los jóvenes
sobre sus competencias, las autoevaluaciones
son la herramienta adecuada, con la que –sin
duda– podré encontrar datos importantes en
la búsqueda de falencias y en el desarrollo de
intervenciones educativas para darles solución.
12 Lo cual también se puede observar en los estudios que evalúan
constructos paralelos como los de las habilidades digitales y la
alfabet Sin información ización digital (Gui & Argentin, 2011).
Pero si quiero evaluar sus competencias, lo
ideal sería trabajar con mediciones directas,
como las pruebas de desempeño (Aesaert & van
Braak, 2015).
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Tabla 4. Paradigmas e instrumentos reportados.
Autor(es) Forma de
evaluación Muestra Rangos Etáreos
Arias, Torres, & Yánez
Autoevaluación
578 estudiantes universitarios
españoles Sin información
Centeno, G., & Cubo 101 estudiantes universitarios
españoles Sin información
Roig & Pascual 61 estudiantes españolas (todas
mujeres) 19 a 44 años (media 22)
Romero & Minelli 54 estudiantes universitarios españoles
21 a 43 años:
a) nacidos antes de 1982
b) nacidos después de
1982
Carrasco, Sánchez, &
Carro 15 estudiantes universitarios españoles a) 20-29 (53%)
b) 30-49 (47%)
García, García-Sánchez,
Álvarez-Fernández, &
Díez-Caso
286 estudiantes universitarios
españoles
a) menos 22 (61)
b) 22-23 (69)
c) 24-26 (71)
d) 26-35 (54)
e) mayores 36 (31)
Romaniuk 135 estudiantes universitarios
españoles 19 a 22 años
San Nicolás, Fariña, &
Area 1561 alumnos españoles universitarios
206 profesores Sin información
Torres-Gastelú,
Domínguez, Flores, Kiss,
& Alejandre 979 estudiantes secundaria mexicanos Sin información
Arras, Torres-Gastelú, &
García-Valcárcel 1710 estudiantes universitarios
españoles y mexicanos Sin información
Matamala 4496 estudiantes chilenos de
secundaria Sin información
Brazo, Ipiña, &
Zuberogoitia
249 estudiantes españoles
universitarios Promedio 20 años
9 estudiantes españoles universitarios Sin información
Guo, Dobson, & Petrina
2583 estudiantes de especialización
(Postbaccalaureate) canadienses y
estadounidenses
a) 20-24 (46%)
b) 25-29 (37%)
c) 30-40 (10%)
d) más de 40 (3%)
Sin información Sin información
Pino & Soto
219 estudiantes universitarios
españoles y 10 docentesa19 a 33 años (media 21)
5 estudiantes universitarios españoles y
3 docentesbSin información
Torres-Gastelú
308 estudiantes mexicanos
universitariosaSin información
40 estudiantes mexicanos
universitariosb
Hatlevik, Guomundsdóttir,
& Loi Autoevaluación
y desempeño 593 estudiantes de secundaria noruega 17 a 18 años
Aesaert & van Braak
Desempeño
378 estudiantes de primaria belgas 10 a 13 años (media 12)
Calvani, Fini, & Ranieri Presentan los resultados de los otros dos artículos de los mismos
autores en Italia y China
Calvani, Fini, Ranieri, &
Picci 1056 jóvenes italianos 14 a 16 años (media 15)
Li & Ranieri 317 estudiantes de secundaria chinos 14 a 17 años
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Sin embargo, y este es el mayor descuido
que veo en una importante cantidad de estudios
de esta muestra –7 de 20–, estos caen en el error
de igualar estas percepciones con las actuales
competencias de los jóvenes, lo que implica
que se llega a conclusiones sobre competencias
a partir de las opiniones y autoevaluaciones
que los participantes hacen de su propio
desempeño13.
Por otra parte, la verdad es que, aunque sean
complejas, sí es posible realizar evaluaciones
de desempeño con un alto nivel de validez
ecológica.14 Un ejemplo concreto de ello se
encuentra en esta muestra: Aesaert y van Braak
(2015) diseñaron una prueba en la que los
sujetos participantes debían realizar una serie
de tareas que poseían las mismas características
de aquellas que dichos sujetos podrían llegar
a encontrar en su vida diaria, de forma tal que
demostrasen tanto sus conocimientos como sus
habilidades de forma directa15.
Finalmente, no puedo dejar de notar cómo
la mitad de los artículos (tabla 4) no reportan
una variable fundamental en los estudios sobre
jóvenes: la edad de sus participantes. Podría
suponer que este patrón es simplemente una
característica circunstancial de la muestra,
pero infortunadamente debo reportar otros
errores metodológicos en varios artículos:
inconsistencias en la presentación de la
información, incoherencia entre los objetivos y
las conclusiones presentadas y ausencia de los
procesos de validación de los instrumentos.
3.3. Análisis de los resultados
Como lo acabo de plantear, es imposible
hacer una comparación de los resultados de
los estudios, dada la fuerte variación de las
dimensiones y elementos medidos por cada
uno de ellos, de manera que solo me limitaré
a explorar qué se plantea frente a la pregunta
13 El problema es tan extendido que sólo uno de todos los estu-
dios que emplean autoevaluaciones (Romero & Minelli, 2011)
explícitamente es consciente de las limitaciones de éstas, y sus
conclusiones mantienen coherencia con ello.
14 Véase Tupper y Cicerone (1990).
15 Para otro ejemplo, aunque en el ámbito de la evaluación de la
alfabetización digital, véase Eshet-Alkali y Amichai-Hamburger
(2004).
central. Según los resultados reportados, ¿es
posible mantener las armaciones de Prensky
sobre las competencias digitales sosticadas
y extendidas entre los jóvenes? En la tabla 5,
podemos observar cómo el 80% de los estudios
las ponen en entredicho: para un 25% la
respuesta es un contundente no; simplemente
los jóvenes fallan en demostrar –o en creer que
tienen– un alto nivel de competencias y, en el
mejor de los casos, a éstas apenas se las considera
como moderadas (v. g. Carrasco, Sánchez &
Carro, 2015). Resultados similares también
se encuentran en la literatura (por ejemplo,
Thinyane, 2010). Para otro grupo de estudios,
aunque la respuesta en general continúa siendo
un no, reconocen que no se puede negar que
entre los jóvenes sí existen muchos con un alto
nivel de competencias, aunque sean una minoría
–lo cual también ha sido reportado en los
modelos alternos; v. g., Kennedy et al., 2008–.
De manera similar, están quienes detectan una
alta uctuación entre las competencias de los
participantes, tanto de forma vertical en una
única dimensión –por ejemplo, la búsqueda
de información–, como de forma horizontal
al comparar todas las dimensiones evaluadas,
lo que de nuevo va en contra de clasicarlos
a todos como competentes; ello está también
reportado en otras investigaciones fuera de esta
muestra (entre otras, Helsper & Eynon, 2010,
Zimic, 2009). En este caso, conviene anotar
que las actividades en las que se demuestra
competencia generalmente están dirigidas a
las comunicaciones interpersonales y al ocio,
mientras que sus mayores dicultades están en
el análisis de la calidad de la información, lo
que es coherente con otras investigaciones de la
literatura que revisan constructos paralelos (v.
g. Eshet–Alkali & Amichai–Hamburger, 2004).
Por otra parte, sólo hay tres estudios que
llegan a conclusiones opuestas a lo anterior –
los cuales considero «refutacionales» dentro
de la terminología de la metasíntesis [Timulak,
2009]–, esto es, que sostienen que sus
participantes sí son competentes digitales y, por
lo tanto, Prensky tenía razón –aunque sólo uno
de ellos lo expresa explícitamente así–. Estos
casos comparten tres características: en primer
lugar, los tres son investigaciones desarrolladas
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con estudiantes de universidades españolas;
segundo, están basados en autoevaluaciones;
y, tercero, sus instrumentos fueron diseñados
especícamente para dichos estudios. Pero
determinar el porqué de sus resultados
refutacionales está fuera del alcance de este
examen, al menos por el momento.
Tabla 5. Resultados reportados en relación a la competencia digital.
¿Son competencias
digitales? Estudios f %
Si Arias, Torres, & Yánez (2014); García, García-Sánchez, Álvarez-
Fernández, & Díez-Caso (2014); Roig & Pascual (2012 3 15
No Carrasco, Sánchez, & Carro (2015); Romaniuk (2015); Romero & Minelli
(2011); Torres-Gastelú, Domínguez, Flores, Kiss, & Alejandre (2015) 5 25
Existen, pero son una
minoría
Calvani, Fini, & Ranieri (2010); Calvani, Fini, Ranieri, & Picci (2012);
Hatlevik, Guomundsdóttir, & Loi (2015); Li & Ranieri (2010); Matamala
(2014)
5 25
Sus competencias uctúan Aesaert & van Braak (2015); Arras, Torres-Gastelú, & García-Valcárcel
(2011); Centeno, G., & Cubo (2013); Pino & Soto (2010); San Nicolás,
Fariña, & Area (2012)
5 25
No son más competentes
que los adultos Guo, Dobson, & Petrina (2008) 1 5
No plantean una
conclusión sobre ello Brazo, Ipiña, & Zuberogoitia (2011) 1 5
20 100
4. Conclusiones
En el presente trabajo he revisado 20
artículos publicados en los últimos 15 años
que han buscado evaluar las competencias
digitales de los jóvenes y las jóvenes, con el
n de establecer si sus resultados soportan
las armaciones de Prensky en relación con
las supuestas competencias generalizadas
de los nativos digitales. Para ello, analicé
sus concepciones, métodos y resultados. El
producto de este proceso me permite armar
que tales aseveraciones en general parecen no
estar soportadas fácticamente y, por ende, ser
inducciones mal realizadas basadas en apenas
un subgrupo de jóvenes. Esta conclusión
es coherente con la obtenida por un estudio
paralelo al mío (Cabra–Torres & Marciales–
Vivas, 2009).
Sin embargo, esta conclusión debe
ser matizada, a n de no caer en el mismo
problema de Prensky de crear estereotipos: en
primer lugar, el que no todos los individuos
jóvenes sean competentes desde luego presenta
el hecho de que sí existen quienes poseen
altísimas competencias o que son competentes
pero únicamente en algunas de ellas –por
ejemplo, aquellas referidas a los procesos de
comunicación–, demostrando efectivamente
un promedio de desempeño mayor al de otros
rangos de edad. En segundo lugar, en general los
jóvenes parecen y dicen sentirse más cómodos y
familiarizados con la tecnología (Bennet, Maton
& Kervin, 2008, Zimic, 2009) y es por ello que
pueden darse procesos de retrosocialización
(Morduchowicz, 2008) en los que los jóvenes
y las jóvenes enseñan a sus mayores a utilizar
elementos tecnológicos (Acosta–Silva &
Muñoz, 2012). Así las cosas, la situación que
se presenta, más que la de un grupo homogéneo
de jóvenes, es la de una enorme variación en
sus competencias digitales. De manera que
los nativos digitales parecen disolverse en una
larga gradación de comportamientos.
Por otra parte, algunos estudios nos
recuerdan que todavía existe una brecha digital
que no permite el acceso por igual a toda la gente
joven; es así que millones de sujetos jóvenes
nacidos en las últimas dos décadas y media no
han tenido acceso –o este es muy limitado–
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a la tecnología, y por ello no solo no pueden
considerarse como nativos, sino que, de forma
más preocupante, se están quedando aislados.
Ello me lleva a recordar los peligros que genera
esta etiqueta: por un lado, disuade a padres,
madres, docentes y al Estado a tomar partido
en la educación digital de las personas jóvenes
ya que no se la considera importante (Guo,
Dobson & Petrina, 2008); asimismo, el que los
jóvenes y las jóvenes crean ser competentes
también tiene el efecto indeseable de que no
consideren trascendental desarrollarlas más allá
de su estado actual (Romaniuk, 2015).
Por otra parte, como cualquier otro
estereotipo, la etiqueta «nativos digitales» nos
hace olvidar de que más que buscar similitudes
deberíamos estar preocupados por entender y
hacer visible la diversidad. De la misma forma,
tampoco podemos olvidar que al dividir entre
competentes e in–competentes podemos caer
en la misma dicotomía que entre nativos e
inmigrantes.
La siguiente conclusión que puedo obtener
es que, en un campo tan complejo y con tantas
aristas como el de las competencias digitales,
se requieren estudios con una potencia teórica
y metodológica que infortunadamente no he
visto en todas de las investigaciones analizadas.
El principal problema que he detectado es
que no se están evaluando directamente las
competencias, sino la percepción que de éstas
tienen los participantes, la cual, como lo he
mostrado previamente, tiende a ser incorrecta.
Esta situación la considero completamente
insostenible: si precisamente el énfasis de las
competencias está en el saber y, sobre todo,
en el saber hacer, deberíamos estar evaluando
cuánto saben y qué tanto son capaces de hacer,
en vez de las percepciones que tengan sobre
ello. De esta manera, éste se convierte en el
principal problema a corregir en posteriores
investigaciones.
Otro punto clave en futuros trabajos es la
corrección de los errores metodológicos que
detallé arriba. Más allá de fallas «estéticas», éstos
se convierten en problemas que no permiten la
replicación de los resultados de los estudios –
para el caso de los realizados bajo el paradigma
cuantitativo– y, en general, en elementos que le
restan potencia a sus conclusiones y hallazgos.
En consecuencia, los retos para próximas
investigaciones en este campo son múltiples:
por un lado está la cuestión de denir cuáles son
las competencias digitales a considerar, o visto
desde otra óptica, determinar qué considerar
como un comportamiento digitalmente
competente. Con ello nos deberemos enfrentar
a la difícil tarea de buscar acuerdos entre la
multitud de opciones que se han planteado.
Este aspecto es denitivo ya que al revisar los
resultados de las investigaciones examinadas
podríamos aventurarnos a hipotetizar que no es
que los participantes no tengan competencias
digitales, sino que las que hemos medido hasta
el momento no son las que ellos efectivamente
tienen y valoran. Esto es, podemos establecer
una ruptura entre las que esperamos que
las personas jóvenes desarrollen y las que
efectivamente tienen. Por tanto, futuras
investigaciones deberían tratar de comprender
la enorme diversidad de competencias en
los jóvenes, si es que realmente queremos
comprenderlos, así como estudiar por qué no
tienen las que deseamos.
El siguiente desafío es de corte
metodológico, a saber, la construcción de
instrumentos que realmente tengan como
objetivo determinar el desempeño de la gente
joven en el mundo digital. Además, como
plantean Calvani, Fini y Ranieri (2010), el
constructo de las competencias digitales es tan
amplio que seguramente no bastará con tan solo
un instrumento.
En cuanto a las limitantes de este estudio,
aunque he tratado de cubrir la mayor parte de
los artículos relevantes, seguramente algunos
habrán quedado por fuera. Por ejemplo, los
artículos incluidos sólo cubrieron los escritos
en inglés y español, pero es de esperar que en
otros idiomas existan publicaciones relevantes.
Lo mismo se puede decir de los estudios
reportados en libros y literatura gris; esa
información todavía está por analizarse. La otra
gran limitante es producto del hecho de que el
proceso de investigación haya sido realizado
por un único investigador.
Finalmente digamos que 15 años de
exploración del tema parecen muchos; no
obstante, es tal su complejidad que hasta
ahora tan solo estoy comenzando a cubrir su
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supercie. Esta agenda de investigación apenas
comienza.
Lista de referencias
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indican estudios incluidos en la metasíntesis
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