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La recepción de la Teoría Crítica en la investigación de la comunicación en España: contexto académico, tradiciones intelectuales y esfuerzos editoriales

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La Teoría Crítica constituye uno de los marcos teóricos originarios de los estudios científicos de comunicación, en su disputa con la mass communication research. Este carácter central de la Teoría Crítica está presente también en la docencia e investigación de la comunicación en España, contexto en el que sigue siendo uno de los marcos teóricos clásicos presente de manera generalizada en la formación universitaria en comunicación, así como vía de acceso de las corrientes críticas de investigación. Considerando esta centralidad de la Teoría Crítica, el presente trabajo propone una contextualización de su recepción en la investigación mediática española que dé cuenta de su papel fundamental en la formación del campo disciplinar de la comunicación en España a través de un análisis del contexto académico, político y editorial en el que se inscribe dicho durante la década de los años setenta y ochenta. Este ejercicio de revisión de literatura, como parte de un trabajo en desarrollo en el marco general del proyecto "25 años de investigación sobre comunicación en España " (INCOMES-25), pretende sentar las bases teórico-contextuales para posteriores avances en el estudio de este proceso de recepción a través de sus investigadores y textos más destacados, a partir de unas conclusiones que remiten a una recepción fragmentada de la Teoría Crítica que renuncia a la difícil tarea de una interpretación integral de sus textos y autores, pero la legitiman como vía de acceso al paradigma crítico de investigación comunicativa.
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Aquí se recopilan las comunicaciones recibidas para ser publicadas en el Libro de Comunicaciones
del V Congreso Iberoamericano de Comunicación “Comunicación, Cultura y Cooperación” AE-IC
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Únicamente se muestran y publican las comunicaciones cuyas autoras y cuyos autores han dado
permiso para ello.
Para facilitar el acceso a las comunicaciones se muestran ordenadas por orden alfabético del
primer autor.
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La recepción de la Teoría Crítica en la investigación de la comunicación en
España: contexto académico, tradiciones intelectuales y esfuerzos
editoriales
Ángel Carrasco-Campos
1. Introducción.
La presencia de la Teoría Crítica en la investigación de la comunicación, en tanto que ciencia
social aplicada, se sitúa como eje vertebrador en la definición del propio campo desde los
mismos orígenes de la disciplina, en la década de los años treinta de los Estados Unidos. En ese
momento se encuentran dos tradiciones académicas en debate que marcarán dos modos
paralelos de entender la proyección social de las ciencias sociales. De un lado debemos situar a
la tradición de la mass communication research como un programa de investigación de la
comunicación de masas eminentemente empírico, de orientación funcionalista,
instrumentalista y pragmatista (Muñoz, 2005, pp. 42-47), y de vocación administrativa
(Lazarsfeld, 1941) en cooperación con los intereses explicativos de las instituciones académicas,
políticas y económicas. Del otro, la posición continental de la llamada Escuela de Frankfurt,
afincada en la Universidad de Columbia (Nueva York) desde 1934, basada en un antipositivismo
fundamentado en la capacidad transformadora y emancipadora de un ejercicio teórico dirigido
hacia la praxis (Carrasco-Campos, 2015). Reivindicar este debate epistemológico como hito de
la investigación sociológica en comunicación en su primera fase de madurez significa, a su vez,
reivindicar la centralidad de la Teoría Crítica en la investigación mediática. Una centralidad que
se ha dejado sentir a través de la demanda de un interés emancipatorio y transformador del
conocimiento (Habermas, 1984) en su disputa con el paradigma dominante a lo largo de sus
sucesivas fases de renovación teórica (Carrrasco-Campos y Saperas, 2014 y 2016). Así, por
ejemplo, podemos percibir su influencia manifiesta en la rehabilitación del concepto de
“industria cultural” en los años sesenta (Carrasco-Campos y Saperas, 2011), en el debate de los
años setenta y ochenta en torno a las políticas de comunicación de la Unesco para un Nuevo
Orden Mundial de la Información y la Comunicación (Carrasco-Campos y Saperas, 2013), en la
emergencia de la Economía Política de la Comunicación (Morgan, 2013; Sierra, 2009), en la
tradición de los Estudios Culturales (Agger, 2014, p. 72), e incluso el denominado “giro crítico”
de la investigación comunicativa latinoamericana (Moragas, 1981, p. 200).
Esta centralidad de la Teoría Crítica tendrá también su protagonismo en los primeros pasos de
la investigación de la comunicación en España, situándose como uno de los principales
paradigmas académicos a principios de los años ochenta (Moragas, 1981, pp. 241 y ss.; Martínez-
Nicolás, 2009), tras el nacimiento de las primeras facultades de Comunicación en el curso
1971/72. Asimismo, en nuestro contexto más inmediato, la Teoría Crítica se reconoce todavía
como una de las primeras (históricamente hablando) puertas de acceso académico a la
comunicación y, a pesar de su práctica ausencia en la investigación dominante (salvo
excepciones), no ha perdido su carácter básico como parte de la formación teórica que los
actuales planes de estudio ofrecen en sus primeros años de educación universitaria (Lazcano-
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Peña, 2014, pp. 208 y ss). De tal modo, tanto en el marco internacional de la investigación de la
comunicación como particularmente en el contexto académico de España, el papel fundamental
de la Teoría Crítica en el origen del campo de la comunicación y su lugar como una de las
principales tradiciones, corrientes, perspectivas o paradigmas de investigación mediática es un
lugar común ampliamente reconocido por la comunidad de investigadores, tanto nacionales
como internacionales (Craig, 1999; Rodrigo, 2001; Mattelart y Mattelart, 1997; McQuail, 2002;
Baran y Davis, 2006; Saperas, 2012; Muñoz, 2009, entre otros).
Considerando esta centralidad de la Teoría Crítica, el presente trabajo propone un análisis del
contexto académico, tradiciones intelectuales y esfuerzos editoriales que dan marco y forma al
proceso de recepción de esta corriente intelectual por parte de los estudios de comunicación en
España. El objetivo, por tanto, es el de evaluar el papel y factor condicionante de elementos
como la situación político de la época, la llegada de las primeras traducciones al español de sus
textos fundamentales, así como los intereses intelectuales, políticos y económicos de sus
primeras lecturas. Hemos de advertir que el trabajo que aquí se presenta se inscribe en una
investigación de largo recorrido en el marco del proyecto 25 años de investigación sobre
comunicación en España (INCOMES-25)526. Así, tras los primeros esfuerzos por delimitar el
alcance epistemológico de la Teoría Crítica en la investigación mediática (Carrasco-Campos,
2015), con este segundo paso completaremos la descripción de aquellos elementos de contexto
que marcaron la llegada de sus textos e ideas a las facultades de Comunicación españolas. Con
ello pretendemos elaborar un marco teórico-contextual a partir del cual, en una tercera y última
fase de investigación (que va más allá de los límites del problema acotado en esta presentación),
analizar en profundidad este proceso de recepción, la deriva actual de la Teoría Crítica y su
calado en los estudios críticos de comunicación en España, a través de un estudio comprensivo
de sus investigadores y textos más destacados.
2. La recepción académica de la Teoría Crítica en España.
Antes de proseguir, debe señalarse que en las siguientes páginas utilizaremos la expresión de
“Teoría Crítica” en un sentido restringido, vinculando esta tradición académica exclusivamente
a los trabajos de autores relacionados, en mayor o menor medida, con la denominada Escuela
de Frankfurt en sus diferentes generaciones, aunque sin querer asumir con ello una visión
reduccionista que nos lleve a pensar en esta “escuela” como el resultado de trabajo coordinado
y orgánico institucionalmente organizado por parte de sus autores. Asumimos la compleja
relación entre sus autores e ideas para permanecer en la imagen de una constelación de
conceptos e ideas formuladas por diversos autores que comparten una formulación teórica e
interés de conocimiento comunes. De este modo, procuramos evitar la habitual interpretación
amplia de la expresión “teoría crítica” que vincula a esta corriente a diferentes ejercicios
investigadores de raíz marxista y/o culturalista (Barranquero, 2005); para este uso emplearemos
expresiones más generales como “corrientes críticas” o “paradigma crítico”, reservando la
forma “Teoría Crítica” para esta interpretación restringida527.
526http://incomes-25.es/
527Para más detalle acerca del uso del termino teoria crítica” en la investigación de la comunicación, ver
Fuchs (2009).
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2.1. La Teoría Crítica durante el desarrollismo franquista: primera etapa de recepción.
Situados en los límites de este sentido restringido de “Teoría Crítica”, el inicio de su recepción
en España debe situarse en el año 1962 con la publicación de dos textos de T. W. Adorno: Notas
de literatura (Adorno, 1962a) y Prismas (Adorno, 1962b). Los siguientes años vendrán marcado
por una etapa de aparición de un buen número de obras y referencias, especialmente del ya
mencionado Adorno, pero también de otros autores como M. Horkheimer, E. Fromm y H.
Marcuse, todos ellos completando un alto número de ediciones en español durante la década
de los años sesenta y setenta. Sin embargo, este hito no puede considerarse como un proceso
continuado y progresivo en el acceso a ediciones en español de la Teoría Crítica, puesto que sus
textos provendrán no solo de España, a través de editoriales comoAriel y Taurus principalmente,
sino también de países latinoamericanos como Argentina, Venezuela o México; y lo harán
siempre de manera escalonada y sin un orden lógico o cronológico que dé sentido de
continuidad a una producción intelectual que, por las propias características de la Teoría Crítica,
resulta de suyo compleja.
A estos factores de tipo editorial debemos añadir otros vinculados con el propio contexto de
recepción, marcado por las circunstancias propias de un entorno académico y político en pleno
desarrollismo franquista. La censura editorial que se conseguía salvar con no pocos esfuerzos
editoriales focalizados en España (con los papeles fundamentales de Manuel Sacristán en Ariel
y de Jesús Aguirre en Taurus) y la llegada de textos por la vía latinoamericana, encontraba su
principal foco de recepción en unas facultades de Filosofía escasamente abiertas a las corrientes
del pensamiento surgidas en la primera mitad del siglo XX, pero en un momento de
efervescencia contagiado por las revueltas estudiantiles que recorrían Europa occidental y los
Estados Unidos al amparo de la new left. Las necesidades de los intelectuales de izquierdas
españoles marcarían, por tanto, un primer interés por la obra de la Teoría Crítica, y lo harían con
el propósito de “armarse ideológicamente contra la dictadura” (Gómez, 1996, p.15). Así, en este
mismo periodo previo a la transición democrática, los textos de autores frankfurtianos
convivirán con las ediciones en español de otros autores marxistas como L. Althusser, G. Lukács
y A. Gramsci. Este interés político por la obra de la Teoría Crítica marcará prioridades en el orden
y procedencia de las traducciones, de modo que mientras las primeras traducciones a cargo de
editores españoles serán de los textos de mayor orientación política y social, los esfuerzos
editoriales latinoamericanos posibilitarán la difusión de textos de mayor alcance filosófico.
Asimismo, a este interés de orden ideológico se unirán también otras dificultades vinculadas con
la propia naturaleza y dimensión epistemológica de la Teoría Crítica (Sevilla, 2010, pp. 158-160),
puesto que su proclamación del ejercicio teórico como elemento en sí mismo práctico y
transformador, fundamentado en una crítica de las ideologías bajo la forma de una dialéctica
negativa (Carrasco-Campos, 2015, pp. 2592-2595), no encontrará fácil acomodo en una
intelectualidad en estado de emergencia.
2.2. La Teoría Crítica durante la Transición y primeros años de Democracia.
A mediados de los años setenta, coincidiendo con el inicio de la Transición democrática,
comienza el proceso que Vicente Gómez (1996) denomina como “recepción académica” de la
Teoría Crítica; un periodo marcado por el cada vez mayor protagonismo de editoriales y editores
españoles, así como por el también inicio la normalización de la presencia de la Teoría Crítica en
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las facultades de Filosofía, en forma de publicación de tesis doctorales, monográficos y manuales
introductorios. Asimismo, y no menos importante, la accesibilidad de los textos en el original
alemán comienza a jugar un papel determinante: a mediados de los años ochenta contamos ya
con una gran parte de la obra completa de Adorno compilada en sus Gessamelte Schriften, lo
cual facilita una cada vez mayor y mejor comprensión de la integridad del pensamiento
adorniano, figura central de la Teoría Crítica. Por último, mencionar también la fuerte irrupción
en el panorama internacional, y también en la España democrática, de la obra de J. Habermas,
considerado como máximo exponente de la Segunda Generación de la Escuela de Frankfurt. Sus
textos serán interpretados por muchos, de una manera bastante reduccionista, como
culminación del proyecto intelectual de la “Primera Generación” y, paralelamente, como una
versión filosóficamente más madura de sus inmediatos precedentes. A la par, la propuesta
habermasiana de análisis de las condiciones trascendentales para el diálogo y comunicación en
el espacio público democrático mediante una Teoría de la acción comunicativa (Habermas,
1987) encontrará mejor acomodo en la etapa que se estaba iniciando de desarrollo de la
socialdemocracia. Esta fuerte presencia de Habermas marcará cierto declive por el interés de la
vanguardia intelectual y académica de la izquierda española en los clásicos de la “Primera
Generación” de la Teoría Crítica, especialmente de la obra de Adorno y Horkheimer cuyos textos
fundamentales, según hemos analizado, tampoco acabaron de encajar con las necesidades
ideológicas de los años sesenta.
Este contexto de mayor estabilidad académica y disponibilidad bibliográfica de la obra de la
Teoría Crítica será propicio para su lectura en clave epistemológica, en relación a los aspectos
fundamentales para el debate en torno al estatuto científico de las ciencias sociales. Nos
referimos a la Disputa del positivismo, que será introducida en España a través de la traducción
del texto homónimo por parte de Jacobo Muñoz (Adorno et. al, 1972) y que para muchos verá
su culminación con el acceso, a partir de 1982, de Conocimiento e interés (Habermas, 1982),
texto con el que Habermas incluye a la hermenéutica y su vocación interpretativa en el debate
teórico-metodológico de las ciencias sociales. Estas lecturas se realizarán con especial interés
por parte de la sociología española (Mardones, 1990, pp. 133-134), cuyos autores críticos verán
en ellas una forma de salvaguardar la siempre amenazada cientificidad de la investigación social
de base marxista.
3. La recepción de la Teoría Crítica en los estudios de comunicación en
España.
La recepción de la Teoría Crítica en el campo de la comunicación que se estaba formando
académicamente en España desde principios de los años setenta se realizará, precisamente, a
partir de los procesos de recepción previamente descritos y siguiendo desde entonces una
trayectoria propia, la mayoría de veces al margen del propio recorrido de estos textos en el
ámbito de la Filosofía e incluso de otras ciencias sociales. Por esta razón no entraremos en el
análisis de las siguientes fases de recepción académica de la Teoría Crítica en general, propósito
que nos llevaría lejos del objetivo de contextualización marcado para este estudio528.
528No obstante, baste como pequeño apunte incidir en que a partir de los años novena su recorrido se
vera marcado por la situación de la Teoría Crítica en general y del pensamiento marxista en particular tras
la caida del Telón de Acero. Para más información, ver Sevilla (2010, pp. 163 y ss).
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Nos encontramos, entonces, a caballo entre los periodos que Manuel Martínez-Nicolás (2009)
denomina como de “emergencia” y “consolidación”. Este contexto estará marcado por los
primeros pasos hacia una posible afianzamiento de la comunicación como espacio académico
autónomo, el cual que tendrá en las primeras facultades de Ciencias de la Información un
terreno institucional propio para su desarrollo. Pero, pese a la importancia de este aspecto, el
contexto político y social no será por ello menos importante. Todo lo contrario: en una época
en la que la libertad de expresión e información se reconocía en la Constitución de 1978, la
comunicación mediática en sus dimensiones sociales, económicas y profesionales abría nuevos
retos y problemas a los que hacer frente, también desde un punto de vista académico.
Según decíamos más atrás, la Teoría Crítica parece establecerse como uno de los principales
paradigmas académicos de un campo disciplinar en formación y, ante la carencia de una
tradición crítica propia (Moragas, 1981, p. 243), la proyección ideológica de sus tesis principales
parecen situarla como el enfoque teórico privilegiado para “comprender la estrategia político-
comunicativa del capitalismo en este terreno(p. 244), así como para establecer las bases
teóricas para la participación democrática” (p. 245) y contribuir al “desenmascaramiento de las
propuesta de participación simbólica alienada de una democracia neutralizada por los
procesos comunicativos tendentes a la sustitución de la acción social” (p. 245). Con estos
marcados propósitos, no es de extrañar que el debate epistemológico pudiera quedar, como en
el caso de la filosofía, en un segundo plano (pero no por ello sin importancia), reclamado sobre
todo por aquellos primeros académicos de proyección “teoricista” (Martínez-Nilcolás, 2009), y
se centrara la atención en aquellos textos en los que los procesos ideológicos de alienación
generados por la cultura de masas fueran objeto de estudio prioritario. Así, orientados por los
intereses ideológicos y estratégicos de los primeros académicos de la comunicación en
configurar una tradición crítica propia en un campo disciplinar todavía en ciernes, asistimos a lo
largo de los años ochenta a un momento de lectura y difusión de textos nucleares para el
pensamiento de la Teoría Crítica. Entre ellos destaca especialmente la edición de 1969 de
Dialéctica de la Ilustración de Adorno y Horkheimer (publicada por la editorial Sur con el título
de Dialéctica del Iluminismo), en el cual encontramos el célebre capítulo “Ilustración como
mistificación de masas” con el que se da forma al concepto de industria cultural529. Sin embargo,
no será el único texto de influencia de la Teoría Crítica en la investigación comunicativa española.
Así, por ejemplo, del propio Adorno podemos destacar sus trabajos sobre crítica de la cultura
(Adorno, 1962b y 1973530) y musicología (1966); de Max Horkheimer su escrito Teoría Crítica, en
el que se exponen sus bases epistemológicas fundamentales; de Herbert Marcuse
especialmente El hombre unidimensional (1969), cuya primera edición en España se realiza en
catalán (1968); de Walter Benjamin el siempre citado La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica (1971); y de Habermas no sólo su Teoría de la acción comunicativa
(1987), sino también Historia y crítica de la opinión pública (1981). Estos cuatro autores
formarán los pilares básicos de la recepción de la Teoría Crítica en España, sobre todo gracias a
los pioneros trabajos de Enric Saperas (1980 y 1985, entre otros), a pesar de que este autor
529Curiosamente, la reconsideración del concepto de industria cultural retransmitida por Adorno en
1963 por el International Radio University Program de la radio pública alemana del estado de Hesse
(Adorno, 1975), llegará a España antes que el capítulo de Dialéctica de la Ilustración a través de una
compilación realizada por la editorial Galerna de Buenos Aires, en la que aparecía junto al trabajo La
industria cultural de Edgar Morin (Adorno y Morin, 1967).
530Este último volumen titulado Crítica cultural y sociedad aparecerá como compilación de algunos textos
ya contenidos en la edición de 1962 de Prismas .
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considere, acertadamente, una “posición ambigua” de Habermas para la investigación
comunicativa, a consecuencia del giro lingüístico de su producción académica, que lo aleja
parcialmente de los problemas clásicos de la comunicación de masas (Saperas, 1998).
Comienza así un proceso divulgación en el que los primeros manuales y monográficos de teoría
de la comunicación realizados por las primeras generaciones de académicos egresados de las
facultades de Comunicación comienzan a hacerse eco de esta corriente investigadora. No
obstante, a excepción del notable esfuerzo de Saperas en su aproximación a la Teoría Crítica
desde una posición integral, con la que los conceptos e ideas abordados son elaborados con el
suficiente cuidado como para no descontextualizarlos de la totalidad de la obra de sus autores,
el recorrido general de los conceptos e ideas sufrirá un proceso de progresiva fragmentación,
marcado por un destacado interés por los objetos de estudio abordados, mucho mayor que por
la particular posición epistemológica de sus tesis. Estas lecturas parciales, realizadas por lo
general (salvo excepciones) por estudiantes y académicos con escasa formación, vocación o
interés filosófico, irán abriendo paulatinamente una brecha cada vez mayor y más difícilmente
salvable que llevarán al tópico, cada vez más extendido, de la Teoría Clásica como enfoque
eminentemente clásico e histórico y de relativa actualidad, cuyo valor reside en haber disputado
el debate teórico-metodológico al funcionalismo mediante un análisis crítico de diferentes
fenómenos de la comunicación de masas. Poco a poco quedarán diluidas las raíces profundas
de la Teoría Crítica como proyecto integral de crítica de las ideologías, a favor de lo que en
adelante denominaremos como recepción fragmentada de la Teoría Crítica.
4. Teoría Crítica e investigación comunicativa española: una recepción
fragmentada.
Según estamos analizando, las controversias y vicisitudes que rodearon a la recepción de la
Teoría Crítica en la filosofía y sociología españolas pueden encontrarse, aunque salvando ciertas
distancias, también en el emergente campo disciplinar de la comunicación de finales de los
setenta y principios de los ochenta. En ambos casos nos referimos a un proceso de recepción
marcado por un contexto político de apertura en términos de libertades (de asociación política,
de información, de mercado también del mercado de la comunicación) que determinará un
interés ideológico e instrumental en la Teoría Crítica como forma de construcción teórica para
la emancipación social, a través de sus élites intelectuales, de una ciudadanía que de manera
mayoritaria tenía sus primeras experiencias de participación en la vida democrática. Y en ambos
casos nos encontramos, también, con una lectura difícilmente accesible, más si cabe para
lectores más inexpertos en el emergente campo de la comunicación, que ven cómo la obra de
autores como Adorno, Horkheimer y Marcuse (principalmente) resulta difícilmente accesible
tanto por cierta desorganización bibliográfica marcada por esfuerzos editoriales carentes de
coordinación (pero no por ello carentes de valor, considerando sobre todo las dificultades de
acceso a estos textos en la Universidad tradicionalista del tardofranquismo), como por su
complejidad conceptual. Estos dos factores, principalmente, dificultarán la lectura de la obra
traducida al español de la Teoría Crítica desde una posición integral pero, no obstante,
posibilitarán la ya mencionada recepción fragmentada que incidirá en la viabilidad de sus
conceptos parciales y particulares para la delimitación de la disciplina a través de fenómenos
como la “acción comunicativa”, la “unidmensionalidad” y, sobre todo, la “industria cultural”.
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Asimismo, este proceso de recepción propiciará el impulso de una teoría e investigación de la
comunicación de orientación y vocación transformadora. Desde los desarrollos culturalistas de
sus interpretaciones que, siguiendo la estela Armand Mattelart, realizarán una recepción de la
Teoría Crítica en combinación con claves de la semiología y semiótica, hasta los estudios sobre
industrias culturales más próximos a investigaciones sobre estructura de la comunicación y
Economía Política de la Comunicación y de la Cultura, la herencia de la Teoría Crítica se dejará
sentir en el antipositivismo y la reivindicación de una investigación de la comunicación
alternativa a la tradición funcionalista dominante.
En cualquier caso, tal y como afirmábamos, esta recepción fragmentada consistirá a grandes
rasgos en una lectura que renuncia a una interpretación integral del proyecto intelectual de su
legado académico, bien por su complejidad teórica bien por su aparente falta de actualidad en
una España en rápido proceso de modernización política, social, económica y tecnológica. Sin
embargo, si bien este proceso de recepción que hemos descrito en las páginas precedentes no
conseguirá mantener la vigencia integral de la Teoría Crítica como marco conceptual en la
investigación de vanguardia para una crítica de las ideologías, al menos sí permitirá hacer de
ella:
El referente inmediato de las corrientes críticas de investigación comunicativa en
general, al plantearse como primera forma histórica (o al menos con mayor impacto) de
investigación en oposición abierta y manifiesta al funcionalismo de la mass
communication research.
La vía de acceso a conceptos y fenómenos comunicativos de máxima relevancia
en el análisis de los procesos de alienación cultural y monopolio económico en los
incipientes mercados e industrias de la cultura y la comunicación españolas.
Un marco teórico clásico, aunque relativamente obsoleto por el avance cultural
y tecnológico de la recta final del siglo XX, desde el cual al menos cabe una aproximación
histórica a las teorías de la comunicación en un campo disciplinar en formación.
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Conference Paper
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El fenómeno "internet", en su más amplia diversidad, ha situado a la disciplina de la comunicación en la necesidad de pensar nuevas estrategias teórico-metodológicas para analizar o comprender los usos y consumos de las audiencias en un nuevo ecosistema de medios. Como consecuencia no solo surgen enfoques innovadores, sino que han reverdecido algunos modelos clásicos, especialmente aquellos funcionalistas. Sin embargo, y como alternativa, el interés por la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt queda en un segundo plano para la investigación mediática contemporánea pues, a pesar de suponer una de los marcos fundacionales de la disciplina, sus aportaciones (salvo notables excepciones) quedan simplificadas a una lectura descontextualizada del concepto de "industria cultural", aislada del resto de entramado dialéctico de sus conceptos marco: ideología, razón instrumental, negatividad. El presente trabajo pretende, precisamente, hacer frente a ese reto y para ello se propone una relectura de algunos conceptos centrales de autores vinculados a la Primera Generación de la Escuela de Frankfurt para comprender críticamente los procesos de uso y consumo de medios en la era digital. Como claves conceptuales se tomarán las nociones de "unidimensionalidad" de H. Marcuse, de "pseudocultura" de T. W. Adorno y M. Horkheimer, y las revisiones al concepto de "Industria cultural" realizadas por el propio Adorno en la última fase de su carrera. De tal modo, se pretende así la elaboración de un marco teórico que, desde la especificidad de la Teoría Crítica y el horizonte de la razón instrumental y la dialéctica negativa, pueda dar a comprender críticamente las lógicas de consumo, tiempo libre y estilos de vida asociados a internet y las tecnologías de información y comunicación.
Chapter
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Por lo que respecta al estudio de comunicación de masas, la Teoría Crítica alcanzará sus primeras realizaciones importantes durante la década de 1940, como resultado de su confrontación con la Sociología de la Comunicación, surgida de la MCR. Es que la TC se opuso a la aceptación de una investigación orientada abiertamente hacia los intereses de ciertos organismos de la administración pública o privada, interesados en facilitar el uso de los medios respondiendo a una estrategia instrumental, donde el análisis se centraba sobre la audiencia y los efectos. En este sentido, la TC hacía un especial hincapié en el análisis de quiénes controlan los medios de comunicación de masas y en la naturaleza comercial de este sistema comunicativo. Les interesaba saber quién, cómo y por qué se ejerce el control de la comunicación masiva en la sociedad de capitalismo avanzado. Así, la TC se opone a cualquier consideración asocial y ahistórica de la comunicación de masas que posibilite un análisis sometido a criterios de rentabilidad o eficacia comercial o persuasiva.
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La investigación comunicativa refleja en muchos aspectos los debates, confrontaciones y tiempos de hegemonía que han sacudido las ciencias sociales en su proceso de institucionalización en el último siglo. Una mirada hacia el pasado inmediato de los estudios sobre medios nos permite observar los rasgos de evolución de la teoría social contemporánea, al tiempo que las actuales transformaciones impuestas por la globalización vuelvena situar el devenir teórico e institucional de la investigación comunicativa internacional en el centro del debate. Su estructura pluridisciplinar, su capacidad organizativa, la proximidad a necesidades de conocimiento aplicado en un sector industrial y cultural siempre en expansión, la centralidad de sus objetos de estudio y su potencialidad predictiva sólo han sido posibles por cuanto se ha comportado como una disciplina socialmente ágil, con gran capacidad de renovación,y dotada de habilidad en la discusión de su campo disciplinar. Por ello, el uso de la teoría en la investigación comunicativa ocupa una posición central en su capacidad de explicar, interpretar y comprender los procesos de comunicación. Las disputas por organizar teorías instrumentales y aplicadas, o por elaborar teorías comprensivas, críticas o emancipatorias siempre han centrado el interés de los investigadores de la comunicación con un mismo objetivo: conseguir el dominio en la disciplina. En este texto analizamos la evolución de lo que se ha dado en denominar “paradigma dominante” en sus tres periodos de disputa con las teorías críticas e interpretativas: el periodo iniciado con las políticas intervencionistas y predictivas en lo social del New Deal, en su proceso renovación frente a las tendencias de balcanización de la investigación en los años sesenta, y la formulación de un remozado paradigma dominante en los actuales tiemposde globalización. Centraremos nuestra atención en este último periodo de nueva institucionalización y estandarización internacional de la investigación comunicativa. *** In many ways communication research reflects the debates, confrontations and times of hegemony that have shaken the social sciences in its institutionalization process during the last century. Looking back to the immediate past of media studies allows us to observe the evolution of contemporary social theory, while the current changes imposed by globalization reposition in the central debate the theoretical and institutional transformations of international communication research. Its multidisciplinary structure, organizational capacity, proximity to knowledge needs applied to the ever expanding industrial and cultural sectors, the centrality of its objects of study and its predictive potential were only possible by means of a socially agile behavior, a great capacity for renewal, and a permanent discussion about its disciplinary field. Therefore, the use of theory in communication research occupies a central position in its ability to explain, interpret and understand communication processes. The disputes between the organization of instrumental theories and the development of comprehensive, critical or emancipatory theories have always focused the interest of communication researchers with a common goal: achieving dominance in the discipline. In this paper we analyse the evolution of the so called “dominant paradigm”. in three moments of dispute with critical and interpretative theories: the period started with the interventionist and predictive social policies of the New Deal, its renewal process against the balkanization of media research during the sixties, and the formulation of a rejuvenated dominant paradigm in the present times of globalization. We will focus on this last period of new institutionalization and standardization of international communication research.
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El concepto «industrias culturales» constituye uno de los pilares teóricos fundamentales de la investigación comunicativa, hundiendo sus raíces en el canon clásico de la teoría de la comunicación a través de su original singular «industria cultural». Sin embargo, no existe hasta la fecha ningún estudio que analice con atención el cambio de su singular a su plural, llegándose incluso a reconocerse en la actualidad, implícita o explícitamente, ambas formas como sinónimos intercambiables en función de las necesidades estrictamente gramaticales del discurso. A partir de una amplia exploración bibliográfica y documental, el presente escrito se propone como objetivo un análisis de la pluralización y consolidación institucional (Unesco, consejo de Europa) de la industria cultural en diferentes industrias culturales. Se pretende con ello un resumen sistemático de los principales datos que explican un proceso que se inicia en la Primera Conferencia Internacional sobre los Aspectos Institucionales, Administrativos y Financieros de las Políticas Culturales de la Unesco (Venecia, 1970) y que culminará con el Informe MacBride, de 1980. Como resultado, se propone un mapa cronológico del desarrollo institucional del concepto de industrias culturales a partir de los objetivos que guiaron el proceso y los principales actores que lo llevaron a cabo. Con ello, pretendemos comenzar a llenar el vacío analítico que, a este importante respecto, existe actualmente en la investigación comunicativa española.
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Las actividades de información-comunicación constituyen una parte esencial de la base económica en la que se fundamenta el modelo tardocapitalista, también denominado Capitalismo Cognitivo. Superando el tradicional desinterés de la academia por esta realidad, en el último lustro han tenido lugar en Iberoamérica diferentes experiencias que apuntan la posibilidad de recuperación del pensamiento crítico emancipador. La Economía Política de la Comunicación o del Conocimiento debe ser capaz de imaginar otra comunicación posible. Information-communication activities are an essential part in the economic basis on which late-capitalism model, also called Cognitive Capitalism, is based. Exceeding the usual lack of interest of academia in this fact, different recent experiences in Latin America focus on chances of recovering critical thinking. Political Economy of Knowledge must be able of imagining another possible communication.
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This essay reconstructs communication theory as a dialogical-dialectical field according to two principles: the constitutive model of communication as a metamodel and theory as metadiscursive practice. The essay argues that all communication theories are mutually relevant when addressed to a practical lifeworld in which "communication" is already a richly meaningful term. Each tradition of communication theory derives from and appeals rhetorically to certain commonplace beliefs about communication while challenging other beliefs. The complementarities and tensions among traditions generate a theoretical metadiscourse that intersects with and potentially informs the ongoing practical metadiscourse in society. In a tentative scheme of the field, rhetorical, semiotic, phenomenological, cybernetic, socio-psychological, sociocultural, and critical traditions of communication theory are distinguished by characteristic ways of defining communication and problems of communication, metadiscursive vocabularies,