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Fármacos inductores del sueño

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Los trastornos del sueño aquejan a una alta proporción de la población general, siendo el insomnio la principal afección a la que se enfrenta el médico internista. La Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño establece tres categorías principales de estas alteraciones: disomnias, parasomnias y trastornos asociados a enfermedades psiquiátricas o condiciones médicas. Cuando un paciente acude a consulta quejándose de problemas al dormir es imprescindible distinguir a cuál de dichos problemas corresponden sus síntomas. Las disomnias son alteraciones intrínsecas en el patrón temporal normal del sueño: inicio, duración y mantenimiento del sueño. Las parasomnias, en cambio, consisten en alteraciones conductuales que ocurren durante el sueño (cuadro 27–1).
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Fármacos inductores del sueño
Benjamín Valente Acosta, Paul David Uribe Jaimes
FÁRMACOS INDUCTORES DEL SUEÑO
Los trastornos del sueño aquejan a una alta proporción de la población general,
siendo el insomnio la principal afección a la que se enfrenta el médico internista.
La Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño establece tres cate-
gorías principales de estas alteraciones: disomnias, parasomnias y trastornos aso-
ciados a enfermedades psiquiátricas o condiciones médicas. Cuando un paciente
acude a consulta quejándose de problemas al dormir es imprescindible distinguir
a cuál de dichos problemas corresponden sus síntomas. Las disomnias son altera-
ciones intrínsecas en el patrón temporal normal del sueño: inicio, duración y
mantenimiento del sueño. Las parasomnias, en cambio, consisten en alteraciones
conductuales que ocurren durante el sueño (cuadro 27–1).
El insomnio primario corresponde al grupo de las disomnias. Sus característi-
cas fundamentales parten de dos ejes: dificultad para iniciar o mantener el sueño,
y que el sueño no sea “reparador”. Aunado al hecho de no poder conciliar el sue-
ño, el insomnio trae consigo problemas, como fatiga diurna, somnolencia, ansie-
dad, problemas de memoria y atención, que sin duda deterioran la calidad de vida
del individuo al reflejarse directamente en las áreas sociales y laborales.
Existen diversas condiciones que pueden causar dificultad para conciliar el
sueño, como son el abuso de sustancias o las situaciones de estrés emocional y
físico (laboral, familiar, salud). Sin embargo, para el diagnóstico de insomnio pri-
mario se deben tomar en cuenta los criterios diagnósticos expuestos en el cuadro
27–1.
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Cuadro 27–1. Criterios diagnósticos para insomnio primario–criterios DSM IV
A. El síntoma predominante es la dificultad para iniciar o mantener el sueño, o no tener un sue-
ño reparador durante al menos un mes
B. La alteración del sueño (o la fatiga diurna asociada) provoca malestar clínicamente significa-
tivo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo
C. La alteración del sueño no aparece exclusivamente en el transcurso de la narcolepsia, el
trastorno del sueño relacionado con la respiración, el trastorno del ritmo circadiano o una
parasomnia
D. La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de otro trastorno mental (p. ej.,
trastorno depresivo mayor, trastorno de ansiedad generalizada, delirium)
E. La alteración no es debida a los efectos fisiológicos directos de sustancias (p. ej., drogas,
fármacos) o de una enfermedad médica
Es importante recalcar que existen también trastornos secundarios del sueño,
como el insomnio asociado a enfermedades neurológicas (epilepsia y enfermeda-
des de Parkinson y Alzheimer), el insomnio asociado a enfermedades psiquiátri-
cas (depresión, esquizofrenia y trastorno de pánico) y el insomnio asociado a
otras enfermedades médicas (insuficiencia cardiaca, asma, enfermedad pulmo-
nar obstructiva crónica e insuficiencia renal crónica).
El equipo terapéutico con el que se cuenta para el tratamiento del insomnio,
sin duda, es vasto; sin embargo, se debe iniciar por mejorar los hábitos higiénicos
de sueño,1 que se muestran en el cuadro 27–2.
Cuando dichas medidas higiénicas no surten efecto es necesario utilizar fár-
macos inductores del sueño, generalmente durante poco tiempo para mejorar los
síntomas causados por la alteración en el dúo sueño/vigilia.
Los grupos de fármacos clave en el tratamiento están encabezados por las ben-
zodiazepinas, los sedantes no benzodiazepínicos y los agonistas de la melatonina.
Se debe tener muy en cuenta el contexto clínico del paciente antes de prescribir
dichos fármacos, ya que pueden traer consigo riesgos; por ejemplo, durante el
embarazo algunos fármacos incrementan el riesgo de malformaciones fetales.
Asimismo, en los pacientes con nefropatía o hepatopatía el metabolismo de los
fármacos puede estar alterado, incrementando las concentraciones séricas y pro-
vocando un excesivo efecto sedativo.
Cuadro 27–2. Medidas de higiene del sueño
Despertarse y acostarse todos los días a la misma hora
Limitar el uso de la cama para el tiempo necesario de sueño
Realizar ejercicio
Evitar siestas durante el día
Suprimir el consumo de sustancias con efecto estimulador del sistema nervioso (como café)
Mantener condiciones ambientales adecuadas para dormir (luz, sonido y temperatura)
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Cuadro 27–3. Benzodiazepinas
Principio activo
(presentación) Nombre comercial Tipo Dosis
Triazolam (tabletas de
0.125 mg y 0.250 mg) HalcionRDuración corta 0.125 mg a 0.250 mg
antes de ir a dormir
Brotizolam (tabletas de
0.250 mg) LindorminRDuración corta 0.250 mg antes de ir a
dormir
Estazolam (tabletas de
2 mg) TasedanRDuración intermedia 1 a 2 mg antes de ir a
dormir
Lorazepam (tabletas de
1g y 2 mg) AtivanRDuración intermedia 0.5 a 4 mg antes de ir
a dormir
Flunitrazepam (tabletas
de 1 mg) RohypnolRDuración intermedia 0.5 a 1 mg antes de ir
a dormir
Benzodiazepinas
Las benzodiazepinas son un grupo de fármacos que actúan a través de la activa-
ción de los receptores tipo A del ácido gammaaminobutírico (GABA) a nivel del
sistema nervioso central. Como inductores del sueño acortan el tiempo para el
comienzo del sueño y prolongan la fase II del sueño y en general el tiempo total
del sueño.2
Existen una variedad de fármacos en este grupo, siendo la principal diferencia
entre ellos la duración de acción del fármaco. En el cuadro 27–3 se muestran las
benzodiazepinas más comunes usadas como inductores del sueño.
El diazepam y el clonazepam no están recomendados para el tratamiento del
insomnio, ya que, a pesar de ser inductores del sueño, su efecto es de larga dura-
ción, lo que provoca una mayor incidencia de efectos adversos.3
Los efectos adversos más comunes de las benzodiazepinas incluyen sedación
diurna, somnolencia, mareo, dificultad para concentrarse, ataxia y dependencia.
Algunos efectos poco comunes son sonambulismo, amnesia anterógrada (en
especial cuando se combina con alcohol) y comportamiento agresivo.
Sedantes no benzodiazepínicos
Estos fármacos actúan en el receptor tipo A de GABA con mayor especificidad
que las benzodiazepinas, por lo que tienen una menor función ansiolítica y anti-
convulsiva. Su efecto consiste en aumentar la calidad del sueño, con lo que dismi-
nuyen la cantidad de veces que las personas despiertan, asegurando no solamente
la inducción del sueño, sino también su mantenimiento. Los fármacos pertene-
cientes a este grupo se muestran en el cuadro 27–4.
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Cuadro 27–4. Sedantes no benzodiazepínicos
Principio activo
(presentación) Nombre comercial Tipo Dosis
Zolpidem (tabletas
de 10 mg) StilnoxRHipnótico de corta duración
(vida media de 1.5 a 2.4 h) 10 mg antes de ir
a dormir
Zolpidem de libera-
ción prolongada
(tabletas de 12.5
y 6.25 mg)
Stilnox CRRHipnótico de corta duración
(misma vida media, pero el
fármaco se libera continua-
mente)
6.25 a 12.5 mg
antes de ir a
dormir
Zopiclona (tabletas
de 7.5 mg) ImovaneRHipnótico de duración interme-
dia (vida media de 5 a 7 h) 7.5 mg antes de
ir a dormir
La ventaja definitiva de este grupo de fármacos es que no tienen efectos de su-
presión y no producen falta de sueño como rebote por la suspensión del fármaco.
El tratamiento con estos fármacos debe ser de corta duración, puesto que no
está recomendado su empleo durante más de cuatro semanas. Los efectos adver-
sos más comunes son cefalea, mareo y somnolencia; con zopiclona los pacientes
pueden experimentar un sabor metálico.4
Agonistas de la melatonina
Se trata de nueva clase de fármacos encabezados por el ramelteon, un agonista
de los receptores de melatonina, principalmente expresados en el núcleo supra-
quiasmático. El ramelteon tiene una vida media de 1.5 a 5 h. Se puede administrar
en una dosis de 4 a 16 mg antes de ir a dormir. Aún no está disponible en México.
Melatonina
La melatonina es un péptido producido por la glándula pineal. Ha sido usada
como tratamiento del insomnio; sin embargo, la evidencia científica sólo confir-
ma dicha terapéutica en pacientes con niveles disminuidos de melatonina sérica.5
En México es comercializada en forma de tabletas sublinguales; la dosis reco-
mendada es de 3 a 5 mg antes de ir a dormir.
Antidepresivos
Algunos antidepresivos tienen efecto sedante por sus efectos anticolinérgicos y
antihistamínicos, por lo que pueden ser de utilidad en pacientes con insomnio
asociado a depresión. Dichos fármacos se muestran en el cuadro 27–5. Los efec-
tos adversos más comunes son sequedad de boca, visión borrosa, constipación,
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Cuadro 27–5. Antidepresivos con acción sedante
Principio activo
(presentación) Nombre comercial Tipo Dosis
Amitriptilina (tabletas de
25 y 50 mg) AnapsiqueRAntidepresivo tricíclico 25 mg/24 h
Doxepina (cápsulas de
25 mg) SinequanRAntidepresivo tricíclico 25 mg/8 h
retención urinaria, somnolencia diurna e hiponatremia por secreción inapropiada
de hormona antidiurética.
Antihistamínicos
La difenhidramina es un antihistamínico H1 con efecto sedante, por lo que puede
ser usada como inductor del sueño. En estudios clínicos controlados no existe
evidencia de su utilidad en el tratamiento del insomnio de una manera clínica-
mente objetiva.6 La dosis es de 50 mg antes de ir a dormir; puede causar efectos
adversos, como somnolencia, delirium, boca seca, visión borrosa, retención uri-
naria, constipación e incremento en la presión intraocular.
Valeriana
La valeriana se ha utilizado para tratar el insomnio; sin embargo, la evidencia
científica de su efecto es limitada, además de que es potencialmente hepatotó-
xica.7 En México diversos laboratorios venden el extracto de Valeriana officina-
lis en forma de tabletas; generalmente la dosis es de 500 mg media hora antes de
dormir.
Elección del fármaco
El mejor fármaco inductor del sueño dependerá del caso clínico específico del
paciente en quien será usado. En general los pacientes con dificultad para el inicio
del sueño se verán beneficiados por un medicamento de corta duración como el
zolpidem o el triazolam.
Los pacientes que tienen dificultad para mantener el sueño continuo se verán
beneficiados por un fármaco de duración intermedia, como las tabletas de libera-
ción prolongada de zolpidem, zopiclona o lorazepam.
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REFERENCIAS
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tiveness of valerian on insomnia: a meta–analysis of randomized placebo–controlled trials.
Sleep Med 2010;11(6):505.
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Article
Full-text available
To perform a meta-analysis of the efficacy and safety of exogenous melatonin in advancing sleep-wake rhythm in patients with delayed sleep phase disorder. Meta analysis of papers indexed for PubMed, Embase, and the abstracts of sleep and chronobiologic societies (1990-2009). Individuals with delayed sleep phase disorder. Administration of melatonin. A meta-analysis of data of randomized controlled trials involving individuals with delayed sleep phase disorder that were published in English, compared melatonin with placebo, and reported 1 or more of the following: endogenous melatonin onset, clock hour of sleep onset, wake-up time, sleep-onset latency, and total sleep time. The 5 trials including 91 adults and 4 trials including 226 children showed that melatonin treatment advanced mean endogenous melatonin onset by 1.18 hours (95% confidence interval [CI]: 0.89-1.48 h) and clock hour of sleep onset by 0.67 hours (95% CI: 0.45-0.89 h). Melatonin decreased sleep-onset latency by 23.27 minutes (95% CI: 4.83 -41.72 min). The wake-up time and total sleep time did not change significantly. Melatonin is effective in advancing sleep-wake rhythm and endogenous melatonin rhythm in delayed sleep phase disorder.
Article
Full-text available
Sleep-related disorders are most prevalent in the older adult population. A high prevalence of medical and psychosocial comorbidities and the frequent use of multiple medications, rather than aging per se, are major reasons for this. A major concern, often underappreciated and underaddressed by clinicians, is the strong bidirectional relationship between sleep disorders and serious medical problems in older adults. Hypertension, depression, cardiovascular disease, and cerebrovascular disease are examples of diseases that are more likely to develop in individuals with sleep disorders. Conversely, individuals with any of these diseases are at a higher risk of developing sleep disorders. The goals of this article are to help guide clinicians in their general understanding of sleep problems in older persons, examine specific sleep disorders that occur in older persons, and suggest evidence- and expert-based recommendations for the assessment and treatment of sleep disorders in older persons. No such recommendations are available to help clinicians in their daily patient care practices. The four sections in the beginning of the article are titled, Background and Significance, General Review of Sleep, Recommendations Development, and General Approach to Detecting Sleep Disorders in an Ambulatory Setting. These are followed by overviews of specific sleep disorders: Insomnia, Sleep Apnea, Restless Legs Syndrome, Circadian Rhythm Sleep Disorders, Parasomnias, Hypersomnias, and Sleep Disorders in Long-Term Care Settings. Evidence- and expert- based recommendations, developed by a group of sleep and clinical experts, are presented after each sleep disorder.
Article
Insomnia is an often seen primary health care problem. Valerian might be an alternative treatment with fewer secondary effects. The aim of this study is to evaluate its effectiveness on insomnia through a meta-analysis of published literature. Search for randomized clinical trials (RCTs) of Valerian preparations compared with a placebo on Medline, the Cochrane Library, Embase and Biosis. Outcomes: sleep-quality improvement (SQ, yes/no), sleep-quality improvement quantified through visual analogical scales (SQS) and the latency time (LT) in minutes until getting to sleep. Three meta-analyses were carried out using inverse-variance weighted random effects models. Heterogeneity was determined with the Q-statistic and was explored through a sub-groups analysis. Publication bias was evaluated using the funnel plot. Eighteen RCTs were selected; eight had a score of 5 on Jadad's scale. The mean differences in LT between the Valerian and placebo treatment groups was 0.70 min (95% CI, -3.44 to 4.83); the standardized mean differences between the groups measured with SQS was -0.02 (95% CI, -0.35 to 0.31); treatment with Valerian showed a relative risk of SQ of 1.37 (95% CI, 1.05-1.78) compared with the placebo group. There was heterogeneity in the three meta-analyses, but it diminished in the sub groups analysis. No publication bias was detected. The qualitative dichotomous results suggest that valerian would be effective for a subjective improvement of insomnia, although its effectiveness has not been demonstrated with quantitative or objective measurements. We recommend future investigations oriented toward improving insomnia with other more promising treatments.
Article
For many years practitioners have had limited data from double-blind, placebo-controlled studies to guide the types of decision-making needed to optimally manage patients with insomnia in clinical practice. However, in recent years there has been a great increase in insomnia research studies that address issues of clinical importance. This body of work represents an increasingly useful empirical basis for making clinical practice decisions. The purpose of this article is to compile the body of work on the pharmacological management of insomnia to make it available in as accessible form as possible for optimal application in clinical practice with the hopes that doing so will decrease the gap separating the available research and the clinical management of insomnia and, thereby, improve the care of the many individuals who suffer from this condition. The review of studies consists of the following sections: 1) basic pharmacology; 2) double-blind, placebo-controlled trials in adults with primary insomnia; 3) double-blind, placebo-controlled trials in elderly patients with primary insomnia; 4) adverse effects reported in placebo-controlled trials in elderly primary insomnia patients; 5) double-blind, placebo-controlled trials in adults and the elderly as a function of treatment duration; 6) double-blind, placebo-controlled trials of the treatment of comorbid insomnia. Issues related to the application of these data to clinical practice are discussed in the text.
Article
Sleep hygiene (SH) refers to a list of behaviors, environmental conditions, and other sleep-related factors that can be adjusted as a stand-alone treatment or component of multimodal treatment for patients with insomnia. This paper presents a review of SH, how this concept has been applied and often modified over the past 24 years, and how it relates to the modern sleep disorder nosology, particularly Inadequate Sleep Hygiene. Although a recognized and commonly utilized treatment option, there is no absolute consensus about which steps must be included to constitute SH treatment, and there is much overlap between SH and other cognitive-behavioral treatments for insomnia such as Stimulus Control Procedures and Sleep Restriction Therapy. The literature on the effects of manipulations of individual components of SH under experimental conditions (e.g. effects of presleep alcohol or caffeine intake) in normal sleepers show mixed results. Empirical data demonstrating the role of poor SH as a contributor to insomnia, or showing that good SH improves sleep in patients with insomnia, is not available. Instead of evaluating the impact of a comprehensive list of SH recommendations, a focus on guidelines for use of individual rules is needed.
Article
Objective: From a safety perspective, several issues require assessment when a decision is made to prescribe a sleep medication, including next-day residual effects, the potential for abuse, tolerance, and dependence. This article aims to provide an update of the safety profile of agents commonly used in the management of insomnia, with an emphasis on newly approved hypnotics. Data sources: Publications relevant to the subject of this review were identified by a PubMed search (conducted without date restrictions; search terms: insomnia WITH safety OR tolerability OR side effects OR tolerance OR dependence OR abuse OR residual effects AND benzodiazepines OR non-benzodiazepines OR zolpidem OR eszopiclone OR zaleplon OR ramelteon OR melatonin OR trazodone OR antihistamines OR alcohol OR alternative therapies), and additional articles (selected by the author on the basis of his experience) were included. Study selection and data extraction: Publications relevant to the objective of this article were obtained, and the key safety data relating to adverse events, next-day residual effects, tolerance, and withdrawal were summarized. Data synthesis: The non-benzodiazepines (eszopiclone, zolpidem, zolpidem extended-release, and zaleplon), which have largely replaced the benzodiazepines for insomnia treatment, have a lower risk of tolerance, dependence, abuse, and residual effects compared with benzodiazepines. The modified-release formulation of zolpidem demonstrates a comparable safety profile to that of original zolpidem but has an additional sleep maintenance benefit. Ramelteon, a novel melatonin receptor agonist, is indicated for sleep-onset difficulties and is not scheduled. Over-the-counter agents, alternative therapies, and the prescription of off-label drugs, such as trazodone, have a lack of controlled clinical efficacy and safety studies in the treatment of insomnia and as a result should be used with caution. Conclusions: Overall, published studies report that the safety of insomnia treatments has improved considerably over the past 10 years with the introduction of agents that provide improved safety, particularly with regard to next-day residual effects and abuse liability.
National Institutes of Health State of the Science: Conference statement on manifestations and management of chronic insomnia in adults
National Institutes of Health, National Institutes of Health State of the Science: Conference statement on manifestations and management of chronic insomnia in adults, June 13-15, 2005. Sleep 2005;28(9):1049.