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Igualdad de oportunidades, pobreza y política social en México: Una perspectiva de largo plazo

Authors:
DESIGUALDAD, POBREZA,
Y POLÍTICA SOCIAL EN MÉXICO
UNA PERSPECTIVA DE LARGO PLAZO
DESIGUALDAD, POBREZA,
Y POLÍTICA SOCIAL EN MÉXICO
UNA PERSPECTIVA DE LARGO PLAZO
Eduardo Ortiz-Juárez – María Jesús Pérez-García1
Con la colaboración de Ricardo Aparicio Jiménez, Luis F. López-Calva
Enrique Minor Campa, Carlos Rodríguez-Castelán, Kinnon Scott
1 Agradecemos los valiosos comentarios de Ricardo Aparicio Jiménez, Rosario Cárdenas, Fernando Cortés, Luis F. López-Calva, Sandra Martínez
Aguilar, Enrique Minor Campa, Salomón Nahmad, Carlos Rodríguez-Castelán, John Scott, y Kinnon Scott, los cuales mejoraron sustancialmente
el manuscrito original. Las opiniones expresadas son responsabilidad estricta de los autores y no reejan necesariamente las del Banco Mundial,
las del Coneval, ni las de las instituciones a las que están aliados. Eduardo Ortiz-Juárez es consultor en la Unidad de Pobreza y Género para
América Latina y el Caribe del Banco Mundial, economista en la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, e investigador
asociado no residente del Center for Inter-American Policy and Research (CIPR), Tulane University. María Jesús Pérez García es investigadora del
Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México.
23 de mayo de 2013
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 6
1. LOS CONCEPTOS Y EL CONTEXTO NACIONAL 9
CONCEPCIÓN DE LA POBREZA Y SU MEDICIÓN 10
Denición de pobreza y adopción del enfoque de derechos en la política nacional de desarrollo social 10
Espacios analíticos e indicadores para la denición de la pobreza 11
Criterios metodológicos y medidas sintéticas para la estimación de la pobreza 12
Fuentes de información: cobertura y periodicidad 13
Metodología para la medición de la pobreza a nivel municipal 13
DINÁMICA NACIONAL DE POBREZA Y DESIGUALDAD 14
Incidencia de la desigualdad y la pobreza por ingresos entre 1992 y 2010 14
Intensidad y severidad de la pobreza por ingresos, 1992-2010 16
Incidencia y profundidad de la pobreza establecida en la LGDS en 2008 y 2010 17
Contexto territorial y cohesión social entre 2008 y 2010 18
EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICA SOCIAL Y SU RELACIÓN CON LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL
DE LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD 20
El contexto territorial: un espacio privilegiado de la política pública 23
El «diamante» del progreso social 26
2. LA HETEROGENEIDAD REGIONAL Y EL NIVEL LOCAL 29
LA POBREZA EN LOS MUNICIPIOS Y SU EVOLUCIÓN DESDE 1990 30
EVOLUCIÓN DE LAS CARENCIAS SOCIALES Y LA DESIGUALDAD 35
EL «DIAMANTE» DEL PROGRESO SOCIAL A NIVEL SUBNACIONAL 37
CONCLUSIONES 41
BIBLIOGRAFÍA 43
ANEXOS 45
Anexo I. Principales características de la medición de la pobreza denida por el CTMP y el Coneval 46
Anexo II. Medidas sintéticas de la pobreza establecida en la LGDS 47
Anexo III. Denición y construcción del IPS-8 48
Anexo IV. Estimación del IOH no paramétrico 49
LISTA DE TABLAS
Tabla 1. Espacios analíticos e indicadores para la medición de la pobreza en México 11
Tabla 2. Características de las fuentes de información para la medición de la pobreza y la desigualdad 13
Tabla 3. Indicadores de pobreza en la población de México, 2008 y 2010 18
Tabla 4. Indicadores de contexto territorial: grado de cohesión social, 2008-2010 19
Tabla 5. Indicadores de pobreza en municipios seleccionados, 2010 31
Tabla 6. Convergencia-beta del ingreso per cápita real municipal, 1990-2010 33
Tabla 7. Índice de Oportunidad Humana por entidad federativa, 2000 y 2010 37
LISTA DE FIGURAS
Figura 1. Categorías para la clasicación de la población según su condición 11
Figura 2. Evolución nacional de la pobreza por ingresos, 1992-2010 15
Figura 3. Evolución del ingreso per cápita y de la desigualdad en ingresos, 1992-2010 15
Figura 4. Intensidad y severidad de la pobreza por ingresos en personas, 1992-2010 17
Figura 5. Evolución del gasto programable y social per cápita en México, 1990-2010 20
Figura 6. Principales etapas en algunos aspectos importantes de la política social reciente de México 21
Figura 7. Evolución del gasto público en salud en México, 1990-2007 22
Figura 8. Distribución de los índices de marginación y rezago social en las entidades de México, 2010 23
Figura 9. Pobreza en las entidades de México: Porcentajes 24
Figura 10. Pobreza en las entidades de México: Números 25
Figura 11. Diamante del progreso social en México, 2010 27
Figura 12. Evolución de la población con carencias sociales, 1990-2010 30
Figura 13. Desplazamiento de municipios según cambio en la incidencia de pobreza por ingresos, 1990-2010 33
Figura 14. Convergencia-beta en el cambio de pobreza por ingresos municipal, 1990-2010 33
Figura 15. Convergencia-beta del ingreso per cápita real municipal, 1990-2010 34
Figura 16. Disparidad en el avance de los municipios de México, 1990-2010 34
Figura 17. Población con al menos una carencia social, 1990-2010 34
Figura 18. Cambios en la incidencia del IPS-8, 1990-2010 35
Figura 19. Relación entre cambios en pobreza por ingresos e IPS-8, e ingreso per cápita municipal, 1990-2010 36
Figura 20. Convergencia-beta en el cambio de la desigualdad en ingresos municipal, 1990-2010 36
Figura 21. Diamante del progreso social en Nuevo León y Chiapas, 2010 38
Figura 22. Diamante del progreso social en Tlajomulco de Zúñiga, Jal. y Arteaga, Coah., 2000-2010 38
6
urante las últimas dos décadas, México atravesó
por diversos periodos de reformas sociales y eco-
nómicas con resultados que avanzaron en direc-
ciones opuestas. A pesar de su relativa debilidad scal, el
país logró importantes reformas de política social: reduc-
ción de subsidios generalizados en las décadas de 1980 y
1990 —reemplazados parcialmente por transferencias fo-
calizadas—, descentralización del gasto público, e institu-
cionalización de la política de desarrollo social durante la
década siguiente. Los objetivos de tales reformas fueron
una incidencia más progresiva del gasto social y mayor
transparencia en las responsabilidades presupuestarias.
En contraste, pese a las reformas económicas implemen-
tadas en los años ochenta y noventa, el país enfrentó
dicultades para lograr un crecimiento sostenido, princi-
palmente asociadas con las crisis de 1994/95 y 2007/09.
Entre 1990 y 2010, periodo en el cual se enfoca el aná-
lisis de las siguientes páginas, la economía se expandió
a un ritmo anual cercano a 2 por ciento, mientras que el
ingreso corriente per cápita de los hogares, reportado en
la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares
(ENIGH)2, mostró un descenso real durante 1992-20103.
2 Disponible en: www.inegi.org.mx
3 Este ingreso es calculado a partir de la ENIGH tradicional 1992-
2010 y en su construcción se incluye, además de las percepciones
monetarias, la estimación del alquiler de la vivienda, y todas las per-
cepciones y regalos en especie. El ajuste per cápita es tradicional:
ingreso corriente total del hogar, dividido entre el número de miem-
bros del hogar. Existe una denición adicional del ingreso corriente
total per cápita de los hogares a partir del Módulo de Condiciones
Socioeconómicas (MCS) de la ENIGH para los años 2008 y 2010. La
construcción de este ingreso incluye, además de las percepciones
monetarias, únicamente aquellas percepciones y regalos en especie
que se reciben recurrentemente, y excluye la estimación del alquiler
de la vivienda. El ajuste per cápita se realizó por escalas de equiva-
lencia y economías de escala. Durante el desarrollo del documento,
dependiendo del análisis, se referirá a ambas fuentes de información
como ENIGH tradicional y MCS-ENIGH, respectivamente.
El crecimiento económico durante estos años resultó de
moderado a bajo. Sin embargo, cambios favorables en
el mercado laboral4 y mayor progresividad y volumen
del gasto social, permitieron que el país avanzara en di-
mensiones sociales como la reducción de la desigualdad
en ingresos —medida por el coeciente de Gini—, prin-
cipalmente entre 1998 y 2010; el fortalecimiento de ca-
pacidades y oportunidades humanas; y la satisfacción de
privaciones en servicios básicos. En contraste, en materia
de pobreza por ingresos el país ha padecido en las últimas
tres décadas de una incidencia elevada, persistente, y al-
tamente vulnerable a eventos adversos como las citadas
crisis económicas. Aunque esta incidencia descendió en
el ámbito nacional entre 1996 y 2006, tal vulnerabilidad
propició que los niveles alcanzados en 1992 y 2010 —el
periodo para el cual se dispone de datos comparables5
permanecieran prácticamente inalterados.
En un contexto de política social activa y bajo crecimiento
económico, este estudio analiza la dinámica de los ingre-
sos, la pobreza, y la desigualdad en el ámbito nacional y
4 Algunos estudios muestran que, coincidente con la entrada en
vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el país
comenzó a experimentar una reducción de la brecha salarial entre
trabajadores con educación superior y trabajadores sin estudios o
con educación primaria incompleta, aspecto que incidió en el des-
censo de la desigualdad en ingresos. Tal reducción de la brecha se
debió, principalmente, a un aumento en la oferta relativa de trabaja-
dores calicados la cual, a su vez, se asocia con el esfuerzo realizado
por el gobierno para ampliar la cobertura en educación básica. Ver,
por ejemplo, Lustig et al. (2013), Campos et al. (2012), Esquivel et al.
(2010), y Hernández-Laos (2004).
5 Las ENIGH son comparables al nivel nacional a partir de 1984. Sin
embargo, parte del análisis mostrado requiere la separación rural ur-
bana con la que tal comparabilidad no se sostiene, sino a partir de
1992. Las ENIGH de 1984 y 1989 utilizan la denición de zonas de
alta y baja densidad poblacional, y a partir de 1992 se considera la
denición de localidades rurales y urbanas.
INTRODUCCIÓN
D
7
subnacional entre 1990 y 20106. Además de los indicado-
res monetarios tradicionales para la medición de la pobre-
za y la desigualdad —valor de una canasta de consumo y
coeciente de Gini, respectivamente—, el análisis consi-
dera otros indicadores distintos al ingreso. En el caso de
la privación no monetaria se utiliza un índice compuesto
por indicadores de acceso a servicios; su construcción es
una variante del Índice de Privación Social (IPS) derivado
de la metodología desarrollada por el Consejo Nacional
de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval
2009) para la medición de la pobreza en el país7. Este ín-
dice, denominado IPS recortado (IPS-8), se construye para
cada persona a nivel nacional, de entidades, y municipios,
a partir de la suma de ocho indicadores asociados con las
carencias sociales —rezago educativo; carencia relacio-
nada con el material de pisos, techos, y muros de la vi-
vienda; carencia por hacinamiento; carencia por acceso
al agua; carencia relacionada con servicio de drenaje; y
carencia de servicio de electricidad— utilizando informa-
ción disponible y comparable entre los Censos de Pobla-
ción y Vivienda (CPV) de 1990, 2000, y 20108. Respecto a
la desigualdad no monetaria se emplea una variante no
paramétrica del Índice de Oportunidad Humana (IOH) de-
sarrollado por Barros et al. (2009), el cual reeja simultá-
neamente el nivel de acceso o “ventajas”9 que tienen los
niños y niñas en edad escolar —5 a 15 años de edad— en
relación con un conjunto de bienes y servicios, y qué tan
equitativamente se distribuyen tales ventajas entre este
grupo de población, condicionadas a “circunstancias10
6 Durante el desarrollo del análisis se precisará el uso de informa-
ción de la ENIGH — tradicional y MCS— para el periodo 1992-2010,
o bien, de los datos de los Censos de Población y Vivienda (CPV) para
los años 1990, 2000, y 2010.
7 Esta metodología sigue una perspectiva multidimensional de
acuerdo con lo establecido en la Ley General de Desarrollo Social
(LGDS) publicada en el Diario Ocial de la Federación (DOF) el 20 de
enero de 2004, y con base en los lineamientos y criterios generales
para la denición, identicación, y medición de la pobreza publica-
dos en el DOF el 16 de junio de 2010.
8 El IPS original, o no recortado, se construye también para cada
persona a partir de la suma de los seis indicadores de carencia social
que el Coneval utiliza para medir la pobreza a nivel nacional y de
entidades, con base en el MCS-ENIGH 2008 y 2010: carencia por re-
zago educativo; carencia por material de pisos, techos y muros en la
vivienda; carencia por hacinamiento; carencia por acceso al agua; y
carencia por servicio de drenaje y electricidad. El IPS recortado (IPS-
8) está disponible en: www.coneval.gob.mx
9 Inexistencia de hacinamiento; material de piso en la vivienda dis-
tinto a tierra; disponibilidad de electricidad, de agua potable dentro
de la vivienda, de sanitario con descarga directa de agua, de drenaje;
y asistencia escolar.
10 Sexo del individuo en edad escolar; sexo del jefe o jefa de hogar;
ubicación rural o urbana; padecimiento de algún tipo de discapaci-
dad; y educación del jefe o jefa de hogar —secundaria completa o
más versus secundaria incompleta o menos—.
que escapan a su control. Finalmente, este documento
presenta la aplicación de una herramienta de diagnóstico
social que resume la evolución de los indicadores descri-
tos. Esta herramienta, denominada diamante de progreso
social, permite resaltar algunos de los logros y brechas re-
lativas respecto a una “situación máxima” en indicadores
especícos, contribuyendo con ello al monitoreo de algu-
nos componentes de la política social.
En general, el análisis que este documento desarrolla
en las siguientes páginas desprende algunos resultados
importantes. En primer lugar, evidencia la existencia de
fuertes disparidades regionales —entre municipios, en-
tre entidades, y al interior de las mismas— ocultas en los
promedios nacionales. Por ejemplo, en 2010 la medición
de la pobreza establecida en la Ley General de Desarrollo
Social (LGDS) mostró que alrededor de la tercera parte de
la población de Chiapas, Guerrero, y Oaxaca habitaba en
condiciones de pobreza extrema —al menos tres caren-
cias sociales e ingreso menor a la línea de bienestar míni-
mo—, en tanto que este problema alcanzó entre 2 y 3 por
ciento en entidades como Nuevo León, Coahuila, y el Dis-
trito Federal. A nivel municipal, los resultados de esta me-
dición muestran que una incidencia de pobreza total —al
menos una carencia social e ingreso menor a la línea de
bienestar— mayor a 90 por ciento de la población ocurría
en 9 de cada 100 municipios en el país, mientras que en el
otro extremo únicamente la delegación Benito Juárez en
el Distrito Federal registró una incidencia inferior a 10 por
ciento. Las disparidades regionales son tan agudas que en
Oaxaca, por ejemplo, coexistían en 2010 tres de los muni-
cipios con la mayor incidencia de pobreza total en el país
—mayor a 95 por ciento—, pero también dos de entre los
10 municipios con la menor —alrededor de 17 por ciento.
En segundo lugar, pese a tales disparidades se observan
patrones de convergencia en la mejora de diversos indi-
cadores sociales a nivel municipal, principalmente res-
pecto a pobreza y desigualdad en ingresos11. Por ejemplo,
11 En el caso de otros indicadores, como el índice de marginación,
la comparación de resultados a través de los años no resulta del todo
precisa porque el método ocial del Consejo Nacional de Población
(Conapo) utiliza variables estandarizadas que no son estrictamente
comparables en los distintos puntos en el tiempo. Por esta razón,
Cortés y Vargas (2011) desarrollaron un índice de marginación sensi-
ble a variaciones en el tiempo a partir de análisis factorial conrma-
torio, con el cual la estandarización de variables no es un requisito.
Sus resultados, si bien altamente correlacionados con los arrojados
por el índice tradicional, permiten identicar cambios en las tenden-
cias del ordenamiento de los municipios, aspecto que puede tener
8
los municipios con mayores logros en la reducción de la
pobreza por ingresos durante 2000-2010 fueron aquellos
que tenían una mayor incidencia del problema al inicio
del periodo. Un patrón similar se presentó respecto de la
reducción de carencias no monetarias —que puede es-
tar asociada con una mejor focalización de las políticas
sociales— y de la desigualdad en ingresos —asociada a
la expansión en cobertura y gasto social en educación
básica, así como mayor progresividad del gasto a través
de esquemas de transferencias en efectivo. En este últi-
mo caso, y en el de la pobreza por ingresos, los mayores
descensos se registraron durante la segunda mitad de la
década de los noventa y la primera mitad de la década
pasada, periodo en el que se presentó también un patrón
de convergencia en el crecimiento del ingreso per cápita
municipal —si bien en el agregado la tasa de crecimiento
real prácticamente se estancó12.
Finalmente, aunque persisten las disparidades regionales
y los niveles de pobreza y desigualdad en ingresos conti-
núan elevados, es innegable que en el transcurso de las
últimas dos décadas el país alcanzó logros importantes
en el espacio de los derechos sociales. El diamante del
progreso social desarrollado en las siguientes páginas
muestra, por ejemplo, que en el año 2010 se había alcan-
zado un progreso relativo poco mayor a 78 por ciento res-
pecto de la ausencia de carencias sociales, y de casi 82 por
ciento respecto de la igualdad de oportunidades.
repercusiones importantes en términos de distribución de recursos
públicos.
12 El menor ritmo de convergencia en la segunda mitad de la dé-
cada pasada puede deberse simplemente a que cada vez se vuelve
más difícil reducir brechas más pequeñas, independientemente del
efecto de la economía y la inuencia de las políticas públicas.
9
CAPITULO 1
LOS CONCEPTOS
Y EL CONTEXTO NACIONAL
10
CONCEPCIÓN DE LA POBREZA
Y SU MEDICIÓN
Denición de pobreza y adopción del enfoque de
derechos en la política nacional
de desarrollo social
“Una persona se encuentra en situación de pobreza
cuando no tiene garantizado el ejercicio de al menos
uno de sus derechos para el desarrollo social, y si sus
ingresos son insucientes para adquirir los bienes y
servicios que requiere para satisfacer sus necesidades.
(Coneval 2009, 38).
Transcurrida casi una década desde el inicio de los tra-
bajos del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza
(CTMP), convocado por la Secretaría de Desarrollo Social
(Sedesol), el país ha avanzado de manera signicativa en
la denición de los criterios para su medición y en la esti-
mación de su magnitud. La promulgación de la LGDS en
2004 no sólo signicó la incorporación de la medición de
la pobreza en el ordenamiento nacional, sino también un
cambio de visión respecto a los enfoques previos. La mera
satisfacción de las necesidades dejó de ser el fundamento
principal de las acciones dirigidas a la erradicación de la
pobreza y, con la adopción de un enfoque basado en de-
rechos humanos (EBDH)13, las personas pasaron de ser ob-
jetos a sujetos de derechos con la capacidad jurídica para,
en principio, reivindicar su cumplimiento, acceder a la
información disponible al respecto, y fortalecer su partici-
pación y comunicación con las instancias responsables en
un marco que amplía los mecanismos para la denuncia14.
En este sentido la LGDS, de la mano con la reforma consti-
tucional en materia de derechos humanos de 201115, con-
tribuyó a consolidar el ordenamiento constitucional con
relación a los derechos de las personas.
13 El origen conceptual de este enfoque se sitúa en la Conferencia
Mundial sobre Derechos Humanos de 1993 de las Naciones Unidas,
cuya declaración puede ser consultada en: www.un.org/es/develop-
ment/devagenda/humanrights.shtml. El Anexo B de UNICEF (2003)
expone el signicado e implicación de este enfoque.
14 De acuerdo con el inciso IX del artículo 1 de la LGDS: “[El objeto
de esta Ley] Promover el establecimiento de instrumentos de acceso
a la justicia, a través de la denuncia popular, en materia de desarrollo
social”.
15 Esta reforma, publicada en el DOF el 10 de junio de 2011, eviden-
cia el reconocimiento de la progresividad de los derechos humanos,
mediante la expresión clara del principio pro persona como rector
de la interpretación y aplicación de las normas jurídicas, en aquellas
que favorezcan y brinden mayor protección a las personas.
El propósito de un EBDH es identicar los derechos, los
grupos sociales y los contextos en que tales derechos son
vulnerados, a n de diseñar y aplicar estrategias que ga-
ranticen su cumplimiento16. Los derechos considerados
por este enfoque se relacionan con las dimensiones del
enfoque de desarrollo humano17: acceso a la alimenta-
ción, la educación, los servicios básicos, la vivienda, las
condiciones laborales adecuadas, y la participación en la
vida económica, política, social y cultural de la comuni-
dad en un marco de seguridad. La aplicación de políticas
públicas para hacer efectivos los derechos requiere con-
siderar sus siguientes principios: universalidad e inalie-
nabilidad, indivisibilidad, interdependencia e interrelación,
igualdad y no discriminación, participación e inclusión, res-
ponsabilidad e imperio de la ley, y rendición de cuentas.
Con la adopción de este enfoque, México ha transitado
de formas de protección social basadas en solidaridad,
ayuda mutua, o benecencia, a la institucionalización de
la política social, tanto en los instrumentos jurídicos que
la orientan y regulan como en las propias acciones que la
hacen posible. Es decir, tanto la política nacional de de-
sarrollo social, la denición de pobreza que deriva de la
LGDS, y la reforma en materia de derechos humanos de
2011, han alcanzado una visión ética que conere a las
personas la titularidad irrenunciable de sus derechos.
“Debido a que los derechos humanos son universales,
inherentes, indivisibles e interdependientes, los avan-
ces o retrocesos asociados a la pobreza dependerán
del cumplimiento de todos los derechos en su conjun-
to, y no sólo de algunos de ellos (…). En otras palabras,
el cumplimiento de los derechos es dicotómico —se
goza o no del derecho—; no hay jerarquía entre ellos;
no son sustituibles, y el incumplimiento de uno impide
la realización efectiva de los otros. Por eso, se conside-
ra que tiene privación o carencia cualquier persona
que no puede ejercer la totalidad de sus derechos so-
ciales.” (Coneval 2010, 25).
16 De acuerdo con el Coneval, la incidencia de la pobreza es espe-
cialmente elevada en ciertos grupos sociales que, al mismo tiempo,
son más vulnerables a sufrir privación de derechos: habitantes de
las localidades más dispersas, población indígena, mujeres, y pobla-
ción infantil y adolescente (Coneval 2010). Otros estudios identican
como vulnerables, entre otros, a los ancianos y a grupos de la pobla-
ción infantil expuestos a diversos riesgos (Grosh et al., 2009).
17 Existen, sin embargo, diferencias conceptuales importantes en-
tre ambos enfoques. El caso de los principios de universalidad e indi-
visibilidad de los derechos es fundamental.
11
“Todas las autoridades, en el ámbito de sus competen-
cias, tienen la obligación de promover, respetar, prote-
ger y garantizar los derechos humanos de conformidad
con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Es-
tado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar
las violaciones a los derechos humanos (…)” (DOF
2011, 2).
Espacios analíticos e indicadores para la denición
de la pobreza
El artículo 36 de la LGDS establece que en la denición,
identicación y medición de la pobreza deberán tomarse
en cuenta, sin detrimento de otros indicadores: el ingreso
corriente total per cápita, el rezago educativo promedio
en el hogar, la calidad y los espacios de la vivienda, el ac-
ceso a los servicios de salud, a la seguridad social, a los
servicios básicos en la vivienda, y a la alimentación, y el
grado de cohesión social. Estos indicadores se agrupan en
tres espacios analíticos o dimensiones —bienestar eco-
nómico; derechos económicos y sociales (DES); y contex-
to territorial— de los cuales los dos primeros se utilizan
para la denición, identicación y medición de la pobreza
(Tabla 1).
El espacio del bienestar económico alude al ingreso como
medio para adquirir bienes y servicios para la satisfacción
de las necesidades esenciales de las personas, en tanto
que el espacio de los DES alude a los medios que garanti-
zan a las personas el ejercicio pleno de sus derechos para
el logro de un mayor bienestar —en ambos espacios, los
individuos constituyen las unidades de observación para
su medición. El contexto territorial, siendo una categoría
relevante para la identicación de las áreas donde se ma-
niesta la pobreza, posee atributos que ameritan un tra-
tamiento aparte, tanto por su consideración conceptual
como por los procedimientos utilizados para su análisis
(Coneval 2009)18. Su medición —donde las entidades, los
municipios, o grupos especícos de población constitu-
yen las unidades de observación— es aproximada por
el grado de cohesión social, el cual se estima a través del
coeciente Gini, de la razón de ingreso entre la población
18 Por ejemplo, la cohesión social –criterio señalado en la LGDS
para la medición de la dimensión de contexto territorial— no es un
atributo de los individuos per se, sino de las interacciones que éstos
mantienen en el seno de grupos o comunidades. Además, no existe
un marco teórico sólido para concluir si la cohesión social es o no
una dimensión propia de la pobreza.
Figura 1. Categorías para la clasicación
de la población según su condición
Umbral de privación
Sin pobreza ni
vulnerabilidad
Vulnerabilidad
por ingresos
Pobreza
ModeradaExtrema
Vulnerabilidad
por carencias sociales
Carencias de derechos sociales
C = 1C = 3C = 6
Bienestar monetario
Fuente: Elaboración de los autores con base en Coneval (2009).
Bienestar
Bienestar
mínimo
Tabla 1. Espacios analíticos e indicadores para la medición de la pobreza en México
Espacios analíticos
Unidad de observación Indicadores Criterios de identicación
Bienestar económico
(Individuos)
Ingreso corriente total per cápita. Línea de pobreza: población con ingreso inferior a
los umbrales denidos —línea de bienestar y línea
de bienestar mínimo.
Derechos económicos y sociales
(Individuos)
Educación, salud, seguridad social, alimentación, calidad y
espacios de la vivienda, y servicios básicos de la vivienda.
Umbral de privación dual: identica primero la
privación en cada indicador, e identica luego a la
población con privación en uno o más indicadores (C).
C= 1: umbral de privación.
C = 3: umbral de privación extrema.
Contexto territorial
(Entidades, municipios, localidades,
comunidades y/o grupos de población)
Grado de cohesión social: coeciente Gini, razón del
ingreso entre categorías extremas de la pobreza, grado de
polarización social, e índice de percepción de redes sociales.
Aplicación del método correspondiente al indicador
elegido.
Fuente: Elaboración de los autores con base en Coneval (2009).
12
ubicada en las categorías extremas de pobreza —i.e. indi-
viduos en pobreza extrema versus individuos sin pobreza
ni vulnerabilidad—, del grado de polarización social, y del
índice de percepción de redes sociales19.
De acuerdo con los indicadores citados, la población pue-
de ser clasicada en alguna de las siguientes categorías20
(Figura 1): i) pobreza, si presenta al menos una carencia
social e ingreso menor a la línea de bienestar —pobreza
extrema si tiene al menos tres carencias e ingreso menor
a la línea de bienestar mínimo, y pobreza moderada si
estando en pobreza no se encuentra en pobreza extre-
ma; ii) vulnerabilidad por carencias sociales, si presenta al
menos una carencia e ingreso mayor o igual a la línea de
bienestar; iii) vulnerabilidad por ingresos, si no presenta
carencias sociales y tiene un ingreso menor a la línea de
bienestar; y iv) sin pobreza ni vulnerabilidad, si no presenta
carencia social alguna y tiene un ingreso mayor o igual a
la línea de bienestar.
Criterios metodológicos y medidas sintéticas para
la estimación de la pobreza
La metodología de medición de la pobreza desarrollada
por el Coneval sigue dos etapas: i) la identicación tanto
de las personas cuyo ingreso es insuciente para satisfa-
cer las necesidades básicas, como de aquellas que pre-
sentan una o más carencias en los DES; y ii) la agregación
de la identicación en ambos espacios analíticos a n de
clasicar a la población en alguna de las categorías de po-
breza y vulnerabilidad señaladas anteriormente.
Esta metodología integra las disposiciones de la LGDS y el
estado del arte en trabajos académicos para generar me-
didas en los tres espacios analíticos descritos. Tal integra-
ción representa avances signicativos respecto a la con-
tribución metodológica desarrollada por el CTMP (2002)
para la estimación de la pobreza por ingresos21: selección
19 Algunas dicultades relacionadas con la medición de la cohe-
sión social están referidas a sus diferentes acepciones, ya que no
existe una denición única de la cohesión social. Al respecto, la
OCDE propone utilizar los siguientes indicadores: conanza inter-
personal, conanza en las instituciones sociales, comportamiento
pro y antisocial, tolerancia y participación electoral (OCDE 2011a).
20 Por las razones señaladas, esta tipología no considera los indica-
dores del contexto territorial.
21 La propuesta que hizo el CTMP a la Sedesol para medir la pobre-
za por ingresos consistió en comparar los ingresos de las personas
con los valores de dos diferentes líneas (LP1 y LP2) equivalentes, res-
pectivamente, a las líneas denominadas por la Sedesol: 1) pobreza
alimentaria, denida como la incapacidad para obtener una canasta
de los derechos sociales como espacio de carencias; com-
binación del método indirecto —líneas de pobreza por
ingresos— y directo —carencia o no en un indicador—;
construcción de una canasta básica a partir de los requeri-
mientos y patrones de consumo alimentario y no alimen-
tario del estrato poblacional de referencia; modicación
del umbral para distinguir el estrato rural —de 15,000 a
2,500 habitantes—; ajuste del ingreso corriente total per
cápita por escalas de equivalencia y economías de escala,
así como cambios en su construcción para excluir la esti-
mación del alquiler de la vivienda y, en el caso de las per-
cepciones y regalos en especie, incluir únicamente aque-
llas que se reciban recurrentemente; y aplicación del MCS
de la ENIGH 2008 y 2010 —una fuente de información que
hace posible la estimación estadísticamente conable,
hasta el nivel de entidades, de los ingresos, de las caracte-
rísticas de las personas y sus viviendas, y de los indicadores
que señala la LGDS para la medición de pobreza22.
Las diferencias conceptuales entre los espacios analíticos
de la medición, llevaron a una medición desagregada a
partir de los siete indicadores constitutivos de pobreza23.
Se diseñó la tipología citada para clasicar a la población
en categorías exhaustivas y excluyentes, y se utilizaron
varios indicadores resumen para cada espacio. Con rela-
ción al espacio de bienestar económico: i) incidencia, o
porcentaje de población con ingresos insucientes para
adquirir la canasta básica; ii) intensidad, equivalente a la
brecha promedio entre los ingresos de la población con
carencia de ingresos y las líneas de bienestar y bienestar
mínimo; y iii) severidad, una medida de desigualdad entre
la población por debajo de las líneas de bienestar y bien-
estar mínimo. En el caso de los DES: i) incidencia, o porcen-
taje de población con carencias sociales; ii) profundidad,
o número promedio de carencias sociales que enfrenta
básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso dispo-
nible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta; y
2) pobreza de patrimonio, denida como la insuciencia del ingreso
disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como realizar los
gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educa-
ción, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclu-
sivamente para la adquisición de estos bienes y servicios. A partir de
la propuesta inicial del CTMP la Sedesol calculó una línea adicional,
intermedia entre las anteriores. Esta línea, denominada pobreza de
capacidades, se denió como la insuciencia del ingreso disponible
para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos
necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total del
hogar nada más que para estos nes.
22 El Anexo I sintetiza las características de los criterios seguidos
por el Coneval y el CTMP para la medición de pobreza en México.
23 Para el estudio del contexto territorial se recurrió a los cuatro
indicadores del grado de cohesión social mostrados en la Tabla 1.
13
la población; e iii) intensidad, denida como el producto
entre la medida de incidencia y la de profundidad24. Estas
últimas medidas están asociadas con el IPS descrito antes,
o suma de las carencias sociales que enfrenta un indivi-
duo. Para este índice, el Coneval estableció el umbral de
privación —una carencia o más—y el umbral de privación
extrema —tres carencias o más.
Fuentes de información: cobertura y periodicidad
La LGDS establece que el Coneval deberá generar resulta-
dos nacionales y por entidad federativa con periodicidad
bienal, y quinquenal a nivel municipal, empleando para
ello la información generada por el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (INEGI) a través de encuestas
de hogares —principalmente los MCS de las ENIGH—, y
censos y conteos de población y vivienda (CPV) que den
cobertura temática a los indicadores de la pobreza y el
contexto territorial. Debido a ello, en años recientes Mé-
xico ha fortalecido su sistema de información alcanzando
importantes logros en varios de los propósitos referidos a
la estimación de pobreza y la desigualdad.
La Tabla 2 facilita una comparación entre las fuentes de
información para la medición ocial —y la estimación no
24 En el caso del bienestar económico, estas medidas se derivan de
la familia de índices FGT desarrollada por Foster et al. (1984). Las me-
didas de profundidad e intensidad en el espacio de los DES son casos
particulares derivados de la propuesta de medición de pobreza con
enfoque multidimensional desarrollada por Alkire y Foster (2011) y
Coneval (2009). Véase el Anexo II para mayor detalle.
ocial de índices para el análisis de tendencias compa-
rables a través del tiempo— de estos fenómenos. Como
se muestra, las ediciones de la ENIGH tradicional para el
periodo 1992-2010 permiten calcular la pobreza y des-
igualdad monetaria a nivel nacional —total, rural y urba-
no— según los criterios de medición del CTMP, aunque
no posibilitan conocer los niveles de estos problemas en
todas las entidades del país; requisito que sí satisface el
MCS-ENIGH de 2008 y 2010. Ninguna de estas fuentes, sin
embargo, hace posible la desagregación de la informa-
ción a nivel municipal. En la medida en que esta restric-
ción persiste, y dado el objetivo de este estudio por ana-
lizar tendencias desagregadas y comparables a través del
tiempo, se incluyen estimaciones que permitan conocer
la magnitud de la pobreza y la desigualdad en dicho nivel.
Metodología para la medición de la pobreza
a nivel municipal
Ante el requerimiento de la LGDS para estimar los indica-
dores ociales de pobreza a nivel municipal, y dadas las
limitaciones de las fuentes de información con relación a
su cobertura temática y desagregación de manera simul-
tánea, el Coneval realizó para 2010 un ejercicio con base
en las denominadas metodologías de estimación en áreas
pequeñas. En general, se planteó el problema de generar
mediciones municipales y en entidades con los datos cen-
sales que fuesen consistentes con las estimaciones calcu-
ladas con el MCS-ENIGH para el año 201025. Con base en
25 Entre las que se encontraban modelos lineales generalizados,
Tabla 2. Características de las fuentes de información para la medición de la pobreza y la desigualdad
Resultados ociales
Indicadores Fuentes Niveles de representatividad Cobertura
Pobreza y desigualdad
monetaria
ENIGH tradicional Nacional, rural, urbano, y entidades
con sobremuestra
1992, 1994, 1996, 1998, 2000,
2002, 2004, 2005, 2006, 2008,
2010
ENIGH tradicional y CPV Nacional, entidades, y municipios 1990, 2000, 2010
Medición de la pobreza según
lo establecido en la LGDS
MCS- ENIGH Nacional, rural, urbano, y entidades 2008, 2010
MCS-ENIGH y CPV Nacional, entidades, y municipios 2010
Variante del índice de
privación social (IPS-8)
CPV Nacional, entidades, y municipios 1990, 2000, 2010
Resultados no ociales
desagregados y
comparables a través
del tiempo
Pobreza y desigualdad
monetaria
ENIGH tradicional y CPV Nacional, entidades y municipios 1990, 2000, 2005, 2010
Índice de Oportunidad
Humana
CPV Nacional y entidades 2000, 2010
Fuente: Elaboración de los autores.
14
estos trabajos y una generalización del método de Elbers
et al. (2003), el Coneval generó un método de estimación
basado en el ajuste de modelos jerárquicos lineales26.
Debido a que no todos los indicadores utilizados en la esti-
mación municipal 2010 del Coneval —aquellos señalados
en la LGDS— están disponibles en las fuentes de informa-
ción de los años previos, en este estudio se emplean, de
manera complementaria, medidas que posibilitan el aná-
lisis de tendencias comparables a través del tiempo a este
nivel de desagregación. Por un lado, la evolución y los
patrones de convergencia o divergencia durante las últi-
mas dos décadas de: ingresos; de medidas de pobreza por
ingresos a través de índices de Foster, Greer y Thorbecke
(FGT); y de desigualdad en ingresos a través del coecien-
te de Gini. La estimación de estos indicadores resulta de
la aplicación de la metodología de Elbers et al. (2003) para
imputar los ingresos observados en las ENIGH tradiciona-
les a los CPV de 1990, 2000, y 2010, y con ello estimar el
vector de ingresos a partir del cual se pueden recuperar
los índices FGT y Gini a nivel municipal. Por el otro lado,
la evolución de dos medidas que dan cuenta del nivel de
privación y desigualdad en indicadores no monetarios
a partir de los CPV de 1990 y 2000, y la muestra del CPV
2010. Respecto a estas medidas, como se señaló anterior-
mente, se utiliza la variante del índice de privación social
(IPS-8) derivado de la metodología del Coneval (Anexo III),
así como la versión no paramétrica del IOH propuesto por
Barros et al. (2009)27 (Anexo IV). Los resultados de estas
estimaciones se presentan en la sección 2.
DINÁMICA NACIONAL DE POBREZA
Y DESIGUALDAD
Incidencia de la desigualdad y la pobreza
por ingresos entre 1992 y 2010
Durante 1992-2010, las Figuras 2-3 permiten apreciar epi-
sodios bien diferenciados en la evolución, respectivamen-
te, de la incidencia de pobreza por ingresos, y del nivel de
M-cuantiles, de regresión geográca ponderada, bayesianos, logísti-
cos, estimación por conglomerados, el método del mejor predictor
empírico y el método de imputación de ingresos propuesto por El-
bers et al. (2003).
26 La descripción detallada del procedimiento de estimación de la
pobreza municipal puede consultarse en Coneval (2012a).
27 Para la construcción del IOH se excluye el CPV de 1990 debido a
restricciones de comparabilidad en los indicadores utilizados.
ingresos y desigualdad en el país. Primero, un ascenso en
el número de pobres entre 1992 y 1994, con una ligera re-
ducción en las tasas de pobreza, resultado del efecto com-
binado entre un crecimiento moderado en el ingreso per
cápita y un ligero aumento de la desigualdad (Cortés 2010).
Segundo, motivado por la crisis económica de 1994/95, el
ingreso per cápita en 1996 descendió a niveles inferiores
a los de 1994 en términos reales dando como resultado
un marcado aumento de la pobreza que alcanzó, en aquel
año, el máximo nivel para el periodo analizado. De acuer-
do con los criterios de identicación del CTMP, la inciden-
cia de pobreza por ingresos alcanzó 37.4 por ciento de la
población nacional para la línea alimentaria —incapaci-
dad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si
se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar
para comprar sólo los bienes de dicha canasta—, 46.9 por
ciento para la de capacidades —insuciencia del ingreso
disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria
y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun
dedicando el ingreso total del hogar nada más que para
estos nes—, y 69 por ciento para la de patrimonio —in-
suciencia del ingreso disponible para adquirir la canas-
ta alimentaria, así como realizar los gastos necesarios en
salud, educación, vestido, vivienda, y transporte, aunque
la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclusi-
vamente para la adquisición de estos bienes y servicios.
Tercero, hacia el nal de la década de los noventa el país
inició un periodo caracterizado por una reducción gra-
dual en la concentración del ingreso desde 1998, y cierta
recuperación en el nivel del mismo desde 1996. Ambos
aspectos inuyeron sobre la disminución de la pobreza
por ingresos que comenzó a observarse entre 1996 y 2000
como parte de la recuperación de la crisis, y que continuó
sostenidamente hasta 200628. Este último año marcó el
inicio de otra etapa que se prolongó hasta 2010, duran-
te la cual conuyeron: i) un crecimiento sostenido en la
incidencia de la pobreza por ingresos29 como resultado
28 Las pruebas de hipótesis para el cambio en la incidencia de po-
breza por ingresos en las personas muestra que, entre 2000 y 2006,
las disminuciones fueron estadísticamente signicativas para las tres
líneas de pobreza utilizadas, tanto a nivel nacional como por estratos
rural y urbano.
29 El aumento de la incidencia entre 2006 y 2008 fue estadística-
mente signicativo para las tres líneas —alimentaria, capacidades y
patrimonio—, para el total nacional y para los estratos rural y urba-
no. Los cambios entre 2008 y 2010, sin embargo, fueron heterogé-
neos: aumentó signicativamente la incidencia de pobreza de pa-
trimonio a nivel nacional, mientras que el crecimiento de la pobreza
15
Figura 2. Evolución nacional de la pobreza por ingresos, 1992-2010 (T
otal y porcentaje de personas y hogares)
Porcentaje de personas
53,1
29,7
46,9
31,8
24,7 20,7 26,7
18,8
13,8
17,4
24,1
37,4
21,4
44,5
23,1
16,4
60,2
45,7
39,7 35,5
43,7 8,2
12,3
10,8 10,2 9,6
12,7
6,2
4,3
4,4
2,9
5,1
3,5
6,0
4,4
7,8
6,0
4,3
3,0
21,3
14,8
16,1
10,7
19,9
13,8
25,2
18,5
38,0
29,1
69,0
53,6 47,2 42,7
51,3 46,1
64,0
52,7 48,6 45,5
57,7
30,0
21,2
22,1
14,7
25,4
17,9
31,2
23,7
43,4
34,7
25,8
18,6
Millones de personas
AlimentariaCapacidades Patrimonio
0
10
20
30
40
50
60
70
80
20102008200620052004200220001998199619941992
AlimentariaCapacidades Patrimonio
0
10
20
30
40
50
60
70
20102008200620052004200220001998199619941992
Fuente: Estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en las ENIGH tradicionales 1992-2010.
Porcentaje de hogares Millones de hogares
AlimentariaCapacidades Patrimonio AlimentariaCapacidades Patrimonio
0
10
20
30
40
50
60
70
20102008200620052004200220001998199619941992 0
2
4
6
8
10
12
14
20102008200620052004200220001998199619941992
Figura 3. Evolución del ingreso per pita y de la desigualdad en ingresos, 1992-2010
Ingreso neto Ingreso corriente total per cápita del hogarCoeciente de Gini (enigh tradicional) Coeciente de Gini (mcs-enigh, metodología coneval)*
*Nota: La línea continua en el coeciente de Gini para los años 2008 y 2010 corresponde a la estimación utilizando el ingreso corriente total per cápita de los hogares a partir
del MCS-ENIGH. La construcción de este ingreso incluye, además de las percepciones monetarias, únicamente aquellas percepciones y regalos en especie que se reciben
recurrentemente, y excluye la estimación del alquiler de la vivienda. El ajuste per cápita se realizó por escalas de equivalencia y economías de escala. La línea punteada para
el periodo 1992-2010 corresponde a las estimaciones con base en el ingreso corriente total per cápita del hogar calculado a partir de las ENIGH tradicionales. En la construc-
ción de este ingreso se incluye, además de las percepciones monetarias, la estimación del alquiler de la vivienda, y todas las percepciones y regalos en especie. El ajuste per
cápita es tradicional: ingreso corriente total del hogar, dividido entre el número de miembros del hogar. Fuente: Estimaciones del Coneval (disponibles en: www.cone-
val.gob.mx) con base en las ENIGH tradicionales 1992-2010 y en el MCS-ENIGH 2008 y 2010.
1500
2000
2500
3000
3500
4000
4500
20102008200620052004200220001998199619941992 0,30
0,35
0,40
0,45
0,50
0,55
0,60
0,30
0,35
0,40
0,45
0,50
0,55
0,60
20102008200620052004200220001998199619941992
Pesos de agosto de 2010
Coeciente de Gini
16
del aumento en el precio de los alimentos en 2007/08 y la
crisis económica internacional de 2009, y ii) un descenso
ligero de la desigualdad en ingresos. En términos de este
último indicador, el estudio de Lustig et al. (2013) muestra
que entre 1998 y 2010, de la mano con un crecimiento
económico moderado —tasa de crecimiento del PIB per
cápita promedio anual de 0.9 por ciento durante el mismo
periodo—30, la desigualdad en ingresos descendió a una
tasa promedio anual cercana a 1 por ciento. De acuerdo
con una interpretación de la descomposición no paramé-
trica de sus principales determinantes, este descenso
estuvo motivado, en general, por una caída de la prima
a las habilidades entre trabajadores calicados y no ca-
licados, y mayor progresividad del gasto a través de es-
quemas de transferencias en efectivo, como el programa
Progresa-Oportunidades (Lustig et al. 2013).
Existe, sin embargo, un importante volumen de investi-
gación en el país que apunta a otros importantes factores
económicos y demográcos que han guiado el descen-
so de la desigualdad. En la parte baja de la distribución,
por ejemplo: la auto-explotación de la fuerza de trabajo
en los hogares pobres, la unión de hogares, el aumento
de la productividad en zonas de temporal, y el desarrollo
de agricultura de exportación con escasez de mano de
obra —debido a los procesos de migración rural hacia las
ciudades y al extranjero. Respecto a la parte superior de
la distribución, por ejemplo: la uctuación, según el ciclo,
de la demanda de fuerza de trabajo calicada en la indus-
tria de exportación, y la contracción del gasto público en
periodos de crisis y sus efectos sobre el sector privado31.
Tras las variaciones en la incidencia nacional de pobreza
por ingresos, el periodo analizado terminó con porcenta-
jes muy cercanos a los mostrados 18 años antes para los
tres umbrales denidos: en 2010 casi 19 por ciento de las
personas estaban bajo la línea de pobreza alimentaria,
frente a 21.4 por ciento en 1992; poco menos de 27 por
ciento estaban en situación de pobreza de capacidades,
mientras que en 1992 la incidencia era de 29.7 por ciento;
alimentaria y de capacidades no resultó signicativo. Los cambios
en las zonas rurales fueron mínimos, y en ningún caso signicativos,
mientras que en las áreas urbanas estos fueron estadísticamente sig-
nicativos para las tres líneas.
30 Con base en cifras del PIB trimestral a precios de 2003 publicadas
por el INEGI, y de la estimación de población 1990-2010 realizada
por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), y vigente a la fecha
de elaboración de este trabajo..
31 Una discusión detallada de estos factores puede apreciarse en
Cortés (2013).
y el 51.3 por ciento se encontraba en situación de pobreza
de patrimonio, sólo dos puntos porcentuales menos que
en 1992. Destaca que en el caso de la pobreza de patrimo-
nio —el nivel total de pobreza por ingresos en el país—
las diferencias entre 1992 y 2010 no son estadísticamente
signicativas a un nivel de signicancia del cinco por cien-
to. Si se observan las tendencias absolutas, el número de
personas en pobreza por ingresos fue mayor en 2010 que
en 1992 en 2.6 millones para la pobreza alimentaria, en
4.3 millones para la pobreza de capacidades, y en cerca
de 12 millones para la pobreza de patrimonio. Estos resul-
tados evidencian que, en general, los logros en la reduc-
ción de la pobreza por ingresos durante las últimas dos
décadas fueron, en el mejor de los casos, modestos32, y
parecen guardar cierta relación con el crecimiento de la
población y la evolución de los ingresos: de acuerdo con
la ENIGH tradicional, entre 1992 y 2010 el ingreso corrien-
te total per cápita de los hogares descendió cerca de 2 por
ciento en términos reales.
Intensidad y severidad de la pobreza por ingresos,
1992-2010
Los indicadores de intensidad y severidad de la pobreza
por ingresos arrojan información que permite respon-
der, respectivamente, a dos preguntas centrales: ¿qué tan
pobre es la población en pobreza? y ¿qué tan desigual es la
distribución del ingreso en esa población? La revisión de es-
tos indicadores durante 1992-2010 atrae la atención hacia
1996 y 1998, cuando ambos alcanzaron niveles elevados
(Figura 4).
El año que siguió a la crisis de 1994/95 no sólo observó
un notable aumento de la incidencia de pobreza por in-
gresos (Figura 2), sino que la distancia promedio entre
el ingreso de la población en pobreza y las respectivas
líneas —alimentaria, de capacidades y de patrimonio—
creció también de forma sustantiva. La Figura 4 muestra
que esta distancia, conocida como brecha de pobreza,
fue de 0.14 para la pobreza alimentaria, lo que signica
que la población en tal condición sólo tenía la capacidad
económica para adquirir, en promedio, 0.86 —i.e. 86 por
ciento— del valor de la canasta alimentaria. Las brechas
de pobreza para las líneas de capacidades y patrimonio
fueron, respectivamente, de 0.19 y 0.34. Estos resultados
32 La evolución de la incidencia de la pobreza por ingresos en los
hogares fue muy similar a la de las personas (Figura 2).
17
contrastan con los niveles mostrados diez años después,
en 2006, cuando no solo se lograron las menores brechas
de pobreza por ingresos durante el periodo analizado
—0.04, 0.06 y 0.16, respectivamente—, sino también los
niveles más bajos de incidencia del problema —13.8, 20.7
y 42.7 por ciento, respectivamente— (Figura 2). En el caso
de la severidad, los niveles de desigualdad entre la pobla-
ción por debajo de las tres líneas de pobreza por ingresos
mostraron un comportamiento similar al de las brechas,
siendo también el periodo 1996-1998 cuando alcanzaron
sus puntos máximos —i.e. la mayor distancia entre los in-
gresos mayores y menores al interior de la población en
pobreza. En contraste con las otras medidas, la severidad
de la pobreza aumentó continuamente desde 1992 hasta
1998 en el caso de las líneas alimentaria y de capacidades.
Incidencia y profundidad de la pobreza establecida
en la LGDS en 2008 y 2010
La estimación de la pobreza derivada de la LGDS arrojó sus
primeros resultados ociales para 2008, y los más recien-
tes para 2010. La información de la Tabla 3 muestra que
para el primer año 48.8 millones de personas en el país,
equivalente al 44.5 por ciento del total, se encontraban en
situación de pobreza —presentaban al menos una caren-
cia social y tenían un ingreso inferior a la línea de bienes-
tar. Por su parte, cerca de 12 millones, equivalente a 10.6
por ciento del total, estaban en pobreza extrema —tenían
al menos tres carencias sociales y un ingreso menor a la
línea de bienestar mínimo. Hacia 2010, la incidencia total
se elevó a 46.2 por ciento —i.e. 1.6 puntos porcentuales—
que equivalen a un aumento de 3.2 millones de personas
motivado, fundamentalmente, por un crecimiento signi-
cativo de la pobreza moderada, en tanto que la pobreza
extrema se mantuvo prácticamente sin cambio.
En contraste con estos resultados, se registró una dismi-
nución signicativa en el indicador de vulnerabilidad por
carencias sociales gracias a una mejora en la mayoría de
los indicadores utilizados en la estimación: entre 2008
y 2010 el porcentaje de población con privación en al
menos una carencia social disminuyó de 77.5 a 74.9 por
ciento, mientras que el de privación extrema —al menos
tres carencias— lo hizo de 31.1 a 26.6 por ciento. Tomadas
de forma individual, las disminuciones más notables en
la privación de carencias ocurrieron en el caso de los ser-
vicios de salud —de 40.8 a 31.8 por ciento— y seguridad
social —de 65 a 60.7 por ciento. Pese a ello, ambos indi-
cadores, aunados a la inseguridad alimentaria y al rezago
educativo, ostentan niveles elevados que hacen deseable
una mayor incidencia de las políticas públicas.
Con respecto al bienestar económico, el 5.8 por ciento
de la población en 2010 se encontraba en condiciones
de vulnerabilidad por ingresos, algo más que en 2008:
4.5 por ciento. Si a estas cifras se les añade el porcentaje
de personas en pobreza total se obtiene la incidencia de
población con ingreso inferior a la línea de bienestar, que
era de 49 por ciento en 2008 y dos años después creció a
52 por ciento. Esto signica que ocurrió un incremento en
el porcentaje de población con ingreso inferior a la línea
de bienestar mínimo —grupo del que forman parte los
Figura 4. Intensidad y severidad de la pobreza por ingresos en personas, 1992-2010
Intensidad de la pobreza
0,22
0,34
0,23
0,16
0,20 0,12
0,20
0,13
0,08
0,12
0,07
0,06
0,02
0,03
0,06
0,04
0,10
0,07
0,05
0,03
0,09
0,06
0,06
0,04
0,12
0,08
0,19
0,14
0,10
0,07
Severidad de la pobreza
AlimentariaCapacidades Patrimonio AlimentariaCapacidades Patrimonio
Nota: Ambos indicadores oscilan entre 0 y 1; entre más cercano esté el valor a 0, menor es tanto la intensidad de la pobreza por ingresos como la desigualdad entre la
población en dicha condición. Fuente: Elaboración de los autores con base en las ENIGH tradicionales 1992-2010.
0,00
0,05
0,10
0,15
0,20
0,25
0,30
0,35
0,40
201020082006200220001998199619941992 0,00
0,05
0,10
0,15
0,20
0,25
201020082006200220001998199619941992
18
pobres extremos y un subconjunto de los pobres mode-
rados—, el cual pasó de 16.7 a 19.4 por ciento. Estos cam-
bios durante 2008-2010 son consistentes con el aumento
de la incidencia de pobreza por ingresos mostrado en la
Figura 2, y con la disminución real en el ingreso corriente
total per cápita33 ilustrado en la Figura 3.
Finalmente, entre 2008 y 2010 ocurrió un descenso en el
número promedio de carencias que enfrentaba la pobla-
ción total, al pasar de 1.9 a 1.7, de acuerdo con estimacio-
nes del Coneval. Este indicador, aplicado a la población
en situación de pobreza, descendió de 2.7 a 2.5 en los
mismos años; de 2.3 a 2.1 entre la población en pobreza
33 La disminución real del ingreso entre 2008 y 2010 se debió prin-
cipalmente al descenso, estadísticamente signicativo, del ingreso
corriente monetario, el cual fue motivado por las caídas en el ingreso
procedente del trabajo independiente y remunerado, de la renta de
la propiedad, y de las transferencias.
moderada; y de 3.9 a 3.7 entre la población en pobreza
extrema (Tabla 3). Si bien estos promedios resultaban ele-
vados, poniendo de maniesto el largo camino por reco-
rrer para la satisfacción plena de los derechos sociales y
económicos, el balance general de los cambios ocurridos
entre 2008 y 2010 es positivo y relevante, puesto que la
reducción en el promedio de carencias en tan solo dos
años es un logro destacable dado que varios de los indica-
dores, por sus características, suelen moverse muy lento a
través del tiempo.
Contexto territorial y cohesión social
entre 2008 y 2010
La aproximación a la medición de la cohesión social se
realizó a través de los indicadores mostrados en la Tabla
1. El coeciente de Gini, por ejemplo, se mantuvo prácti-
Tabla 3. Indicadores de pobreza en la población de México, 2008 y 2010
(Total y porcentajes de población, y número promedio de carencias)
Dimensiones de la pobreza Porcentajes Millones de personas Carencias promedio
2008 2010 Dif. 2008 2010 2008 2010
Pobreza
En situación de pobreza 44.5 46.2 Sig. 48.8 52.0 2.7 2.5
Pobreza moderada 33.9 35.8 Sig. 37.2 40.3 2.3 2.1
Pobreza extrema 10.6 10.4 No sig. 11.7 11.7 3.9 3.7
Vulnerable por carencias sociales 33.0 28.7 Sig. 36.2 32.3 2.0 1.9
Vulnerable por ingresos 4.5 5.8 Sig. 4.9 6.5 0.0 0.0
No pobre y no vulnerable 18.0 19.3 Sig. 19.7 21.8 0.0 0.0
Privación social
Población con al menos una carencia social 77.5 74.9 Sig. 85.0 84.3 2.4 2.3
Población con al menos tres carencias sociales 31.1 26.6 Sig. 34.1 29.9 3.7 3.6
Indicadores de carencia social (derechos sociales)
Rezago educativo 21.9 20.6 Sig. 24.1 23.2 3.2 3.0
Acceso a los servicios de salud 40.8 31.8 Sig. 44.8 35.8 2.9 2.8
Acceso a la seguridad social 65.0 60.7 Sig. 71.3 68.3 2.6 2.5
Calidad y espacios de la vivienda 17.7 15.2 Sig. 19.4 17.1 3.6 3.5
Acceso a los servicios básicos en la vivienda 19.2 16.5 Sig. 21.1 18.5 3.5 3.3
Acceso a la alimentación 21.7 24.9 Sig. 23.8 28.0 3.3 3.0
Bienestar económico
Ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo 16.7 19.4 Sig. 18.4 21.8 3.0 2.7
Ingreso inferior a la línea de bienestar 49.0 52.0 Sig. 53.7 58.5 2.5 2.2
Fuente: Estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en el MCS-ENIGH 2008 y 2010.
19
camente sin cambios entre 2008 y 201034, lo que parece
ser congruente con el estancamiento del grado de pola-
rización social —denido como la distribución equitativa
de la población en dos polos de la escala de marginación
en un espacio concreto, con base en el índice de margi-
nación del Conapo: cerca del 73 por ciento de la pobla-
ción del país residía en ambos años en entidades con
cierto grado de polarización social, mientras que el resto
lo hacía en entidades sin polarización. En el primer caso
predominaba la población en entidades con polo de baja
marginación, 59.5 por ciento, seguida por la población en
entidades polarizadas, 9.4 por ciento, y por la residente
en entidades con polo de alta marginación, 4.3 por ciento
(Tabla 4). No se observan, pues, diferencias destacables
entre un año y otro. Tampoco la razón del ingreso entre
la población en pobreza extrema y aquella no pobre ni
vulnerable presentó cambios notorios.
Los cambios en el índice de percepción de redes sociales —
denido como el grado de percepción que las personas de
12 años o más tienen acerca de la dicultad o facilidad de
34 La estimación del coeciente de Gini con base en el ingreso co-
rriente total per cápita del hogar a partir del MCS-ENIGH 2008 y 2010
arroja una tendencia distinta en estos años si se compara con el Gini
estimado a partir de las ENIGH tradicionales. Esto se debe a cambios
en la construcción del ingreso entre ambas fuentes, así como al ajus-
te per cápita por escalas de equivalencia y economías de escala —
ver nota al pie de la Figura 3.
contar con apoyo de redes sociales en situaciones hipoté-
ticas— son los que ponen de maniesto una diferencia en
los indicadores de la cohesión social en el país. Entre 2008
y 2010 se produjo una variación en la distribución de la
población según su grado de percepción. Tanto la propor-
ción de personas localizadas en entidades con alto grado
de percepción como la correspondiente a entidades con
grado de percepción medio disminuyeron: de 13.5 a 9.9
por ciento en el primer caso, y de 79.3 a 68.8 por ciento en
el segundo. Por lo tanto, la concentración de la población
en las entidades con grado bajo de percepción de redes
sociales aumentó signicativamente: menos de la décima
parte de la población del país en 2008 residía en entida-
des con grado bajo de percepción, pero dos años después
esta proporción se elevó a poco más de la quinta parte.
Si bien no se pueden emitir conclusiones denitivas en
torno a la relación entre el contexto territorial y la cohe-
sión social, sí es posible observar algunos resultados po-
tenciales asociados con la naturaleza de ciertos procesos.
Por ejemplo, la desigualdad y la polarización son aspectos
estructurales de la cohesión social y su variabilidad en el
tiempo puede resultar muy baja. Sin embargo, otros as-
pectos como la formación de redes sociales puede ser
función de factores como las normas y la conanza in-
ter-personal y hacia las instituciones, o incluso, de varia-
bles mas coyunturales como el aumento de la criminali-
Tabla 4. Indicadores de contexto territorial: grado de cohesión social, 2008-2010
Indicadores 2008 2010
Coeciente de Gini 0.505 0.509
Razón de ingreso: no pobres ni vulnerables / pobres extremos 4.68 4.44
Grado de polarización social (% de población)
Población en entidades polarizadas 9.5 9.4
Población en entidades con polo de alta marginación 4.2 4.3
Población en entidades con polo de baja marginación 59.4 59.5
Población en entidades sin polo 26.9 26.8
Índice de percepción de redes sociales (% de población)
Población en entidades con grado alto de percepción de redes sociales 13.5 9.9
Población en entidades con grado medio de percepción de redes sociales 79.3 68.8
Población en entidades con grado bajo de percepción de redes sociales 7.3 21.3
Notas: El grado de polarización social reeja la distribución equitativa de la población en dos polos de la escala de marginación en un espacio concreto, utilizando
el índice de marginación del Conapo (disponible en: www.conapo.gob.mx/). El índice de percepción de redes sociales reeja el grado de percepción que las personas
de 12 años o más tienen acerca de la dicultad o facilidad de contar con apoyo de redes sociales en situaciones hipotéticas. Fuente: Estimaciones del Coneval
(disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en el MCS-ENIGH 2008 y 2010.
20
dad que el país experimentó desde 2007, lo que podría
explicar el aumento de la proporción de población en en-
tidades con grado bajo de percepción de redes sociales.
EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICA SOCIAL Y SU
RELACIÓN CON LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL
DE LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD
Durante las dos décadas pasadas se produjo un impor-
tante crecimiento en el gasto programable35 y en el gasto
social per cápita —i.e. gasto en salud, educación, seguri-
dad y asistencia social, y desarrollo urbano y regional—,
cuyas tasas de variación real fueron 130 y 233 por ciento,
respectivamente (Figura 5). Si bien la crisis de 1994/95
tuvo un impacto sobre ambos indicadores, a partir de en-
tonces el gasto social se incrementó de manera sostenida,
tanto en proporción respecto al gasto programable como
en términos absolutos. Entre 1990 y 2010 aumentó de 38
a 52 por ciento, no obstante el punto más alto se registró
en 2001: 62 por ciento. Estos resultados son reveladores
de la importancia que se ha concedido a la política de
desarrollo social durante el periodo analizado. Puesto en
contexto internacional, sin embargo, datos recientes de la
CEPAL36 muestran que con relación al PIB el gasto social
de México ha crecido paulatinamente de 6 por ciento en
1990 hasta alcanzar 11 por ciento en 2010, cifra aun muy
lejana a la proporción observada en países latinoameri-
canos con un nivel de gasto social tradicionalmente alto:
Argentina (28 por ciento), Brasil (27 por ciento), Chile (17
por ciento), y Uruguay (23 por ciento).
35 De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
(SHCP), el gasto programable incluye las erogaciones relativas a la
provisión de bienes y servicios públicos a la población. Estas com-
prenden las erogaciones de los ramos autónomos; el Instituto Nacio-
nal de Estadística y Geografía (INEGI); el Tribunal Federal de Justicia
Fiscal y Administrativa (TFJFA); de los ramos administrativos; de los
ramos generales 19 (Aportaciones a Seguridad Social), 23 (Provisio-
nes Salariales y Económicas) y 25 (Previsiones y Aportaciones para
los Sistemas de Educación Básica, Normal, Tecnológica y de Adultos);
las erogaciones que los gobiernos de las entidades federativas y de
los municipios realizan, correspondientes al ramo general 33 (Apor-
taciones Federales para Entidades Federativas y Municipios); así
como aquéllas que efectúan el Instituto de Seguridad y Servicios So-
ciales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), el Instituto Mexicano
del Seguro Social (IMSS), la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y
Petróleos Mexicanos.
36 Las cifras para Argentina, Brasil, y Uruguay corresponden al
gobierno consolidado (gasto federal, estatal, y local), la de Chile al
gobierno central, y la de México al sector público presupuestario
(poderes legislativo y judicial, administración pública centralizada,
y organismos y empresas bajo control presupuestario directo e in-
directo). CEPAL, Estadísticas del gasto social en América Latina y el
Caribe. Disponibles en: dds.cepal.org/gasto/indicadores/
Si bien la expansión del gasto social ha sido una constan-
te en los últimos años, los fundamentos y las estrategias
que han guiado la política de desarrollo social en el país
han variado a lo largo del tiempo (Figura 6). Las déca-
das de 1970 y 1980 se caracterizaron por la atención del
desarrollo de las áreas marginadas a través de acciones
orientadas a mejorar las condiciones de vida de la pobla-
ción —dotación de agua potable, construcción de vías de
comunicación y electricación—; así como a facilitar el
acceso a bienes y servicios para el fortalecimiento de sus
capacidades básicas —educación, salud y alimentación.
Estas acciones estuvieron guiadas a través de estrategias
especícas: en 1973 el Programa de Inversiones Públicas
para el Desarrollo Rural (PIDER) —orientado a reducir re-
zagos productivos por la vía de la inversión coordinada—;
en 1977 la Coordinación General del Plan Nacional de
Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (COPLAMAR) —
orientada a impulsar la capacidad productiva de grupos
marginados—; a principios de los 80s el Ramo 26 —diri-
gido a la promoción regional— y el Sistema Alimentario
Mexicano (SAM) —para lograr autosuciencia de granos
básicos y alcanzar mínimos nutricionales; y en 1988 el
Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) —encami-
nado a la reducción de la pobreza. Con estos elementos,
la política de desarrollo social durante la llamada “década
perdida” presentó algunos avances importantes en el di-
seño y operación de cursos de acción para el combate a
la pobreza.
Figura 5. Evolución del gasto programable y social
per pita en México, 1990-2010
Gasto programable
Pesos de agosto de 2007
Gasto social como % del gasto programable
Gasto socialGasto social como %
del gasto programable
Nota: La población utilizada para la estimación de los gastos per cápita corresponde
a la mitad de cada año. Fuente: Elaboración de los autores con base en información
de la cuenta de la hacienda pública federal de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público (SHCP) (disponible en: www.shcp.gob.mx), y de la de la estimación de
población 1990-2010 del Conapo (disponible en: www.conapo.gob.mx).
0
5000
10000
15000
20000
25000
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2010
0
10
20
30
40
50
60
70
Pesos de agosto de 2007
Gasto social como % del gasto programable
0
5000
10000
15000
20000
25000
2010200720062005200420032002200120001999199819971996199519941993199219911990 0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
21
Hacia la segunda mitad de los años noventa comenzó
a perlarse el tránsito desde acciones de política social
hacia otras orientadas, en el corto plazo, a minimizar el
efecto de la crisis económica de esos años y, en el largo
plazo, a romper el ciclo intergeneracional de la pobreza
favoreciendo el desarrollo humano de la población, cuya
máxima expresión fue la creación del Programa de Educa-
ción, Salud y Alimentación (Progresa) en 1997. Aunado a
ello, hubo una mayor orientación hacia los subsidios foca-
lizados —especialmente contra la pobreza rural y para la
protección de la población vulnerable ante periodos de
contracción de la economía— y se logró la descentraliza-
ción del gasto, dando origen al Ramo 33 y sentando las
bases para la incorporación de evaluaciones en algunas
vertientes de la política de desarrollo social. Durante el
primer decenio del siglo actual emergió una nueva gene-
ración de políticas que dieron continuidad a programas
que habían resultado exitosos —como Progresa, transfor-
mado en Oportunidades—, se crearon estrategias de de-
sarrollo local como Microrregiones, se identicaron Zonas
de Atención Prioritaria (ZAP), se avanzó en la denición
y estimación de la pobreza, y se consolidaron estrategias
intersectoriales de política social y su evaluación.
Resulta claro que una constante de la política social de
México en los últimos años ha sido la atención diferencia-
da de grupos sociales y áreas geográcas, y la evidencia
muestra que aquella ha avanzado en un sentido positivo:
además del incremento en el gasto social, éste ha sido
cada vez más progresivo. En otras palabras, la mayor can-
tidad y calidad del gasto parecen haber desempeñado un
papel importante en los episodios de disminución de la
pobreza por ingresos, casi sostenida durante 1996-2006,
y la desigualdad en ingresos en diversos momentos du-
Figura 6. Principales etapas en algunos aspectos importantes de la política social reciente de México
Fuente. Elaboración de los autores con base en distintas fuentes.
• Promoción del desarrollo rural de
áreas marginadas a través de
programas sectoriales: logro de
estándares mínimos de educación,
salud, alimentación y vivienda;
dotación de agua potable,
construcción de caminos,
generación de empleos,
electricación y desarrollo
agroindustrial.
• Ausencia de evaluaciones
sistemáticas.
• Incremento en la cobertura e
infraestructura de educación
pública en los niveles medio,
medio superior y superior.
• Altos niveles de vacunación que
erradicaron algunas enfermedades
infantiles.
• La "década perdida" dio inicio a
un periodo de programas
especícos, con subsidios
generalizados (algunos de ellos
dirigidos a la población urbana).
• Ausencia de evaluaciones
sistemáticas.
• Autosuciencia alimentaria,
abatimiento de problemas
nutricionales en la población
desfavorecida.
• Finales de la década: etapa de
profundización de las reformas, en
el marco de una economía abierta
al exterior.
• Primera política de atención a la
pobreza (Pronasol).
• Incremento considerable en el
gasto educativo.
• Altos niveles de vacunación que
erradicaron algunas enfermedades
infantiles.
• Articulación entre la acción
asistencial y el desarrollo de
capacidades mediante servicios de
educación, salud y alimentación.
• Subsidios dirigidos, incorporación
de evaluaciones en algunos
programas o vertientes, énfasis en
la atención a la pobreza rural,
acciones contra cíclicas para paliar
la vulnerabilidad.
Transformaciones en las políticas
dirigidas al medio rural, con la
sustitución de subsidios mediante
precios de garantía a (1994-1998)
a subsidios de monto jo
(Procampo).
• Programa para la Superación de
la Pobreza (apoyo a grupos de
menores recursos).
• Nueva generación de políticas
sociales que dé continuidad a
programas exitosos vigentes,
complementándolos con acciones
dirigidas a operar acciones para
invertir en activos y atajar las
causas de la pobreza, mediante la
aplicación de la estrategia Contigo
y la alineación de los programas
de política social con ella.
• Cinco vertientes: oferta de
servicios, incremento de
capacidades, generación de
opciones productivas, creación y
consolidación del patrimonio
familiar.
• Avances signicativos en la
conceptualización y medición de la
pobreza.
• Institucionalización de la política
de desarrollo social; evaluaciones
sistemáticas.
Caminos de Mano de Obra,Obras
Rurales, Unidades de Riego para el
Desarrollo Rural, Atención a Zonas
Áridas, Pider, Coprodes, Coplamar,
SAM.
Programa Integral para el
Desarrollo Rural (antiguo PIDER).
Creación del Ramo 26 del PEF,
dirigido a la promoción regional,
Pronasol.
Programa para la Superación de la
Pobreza. Progresa. Acuerdo
Nacional para la Modernización de
la Educación Básica, carrera
magisterial. Creación del Ramo 33
a partir de la reforma a la Ley de
Coordinación Fiscal en 1997 para
apoyar las acciones de los estados
y municipios encaminadas al
bienestar de la población.
Estrategia Contigo, Oportunidades
(antes Progresa), Hábitat, Crédito a
la palabra, programas de vivienda,
Seguro Popular, Estrategia
Microrregiones para la
coordinación de acciones y
programas. Aprobación de la LGDS
y creación del Coneval.
DÉCADA DE 1970 DÉCADA DE 1980 DÉCADA DE 1990 DÉCADA DE 2000
22
rante 1998-2010. El análisis de López-Calva et al. (2012)
muestra que las transferencias en efectivo adquirieron
con el tiempo un mayor poder redistributivo. En 1992 es-
tos esquemas eran prácticamente inexistentes, pero con
la introducción de Progresa-Oportunidades y otros pro-
gramas su impacto sobre la reducción de la desigualdad
pasó de 0.4 a 1.7 por ciento entre 1996 y 2000, se redujo
ligeramente a 1.3 por ciento en 2008, y creció nuevamen-
te a 1.7 por ciento en 2010. En un análisis que estima los
cambios en la desigualdad en ingresos generados por
el efecto de los impuestos, las transferencias, y los sub-
sidios, Scott (2013) muestra que el efecto combinado de
los impuestos directos y las transferencias como Progre-
sa-Oportunidades sobre la desigualdad es una reducción
del coeciente de Gini para el ingreso disponible —con
respecto al Gini para el ingreso de mercado (antes de im-
puestos directos y transferencias monetarias)— de 3.8
y 4.5 por ciento en 2008 y 2010, respectivamente, y que
este efecto en 2010 fue mayor en las áreas rurales que en
las urbanas: 7.4 y 3.8 por ciento, respectivamente37.
La introducción y expansión de transferencias directas tu-
vieron también un impacto signicativo sobre la pobreza
como lo muestran diversos estudios, especialmente du-
rante la década pasada. Por ejemplo, si se mide la pobreza
por ingresos con la línea internacional de $2.5 dólares al
día por persona, ajustados por paridad de poder de com-
pra, la reducción inducida por las transferencias en efec-
tivo pasó de cero por ciento en 1992 a 1.1 por ciento en
1996, 2.3 por ciento en 2000, 19 por ciento en 2008, y a
21.1 por ciento en 2010 (López-Calva et al. 2012). Usando
la misma línea de $2.5, Scott (2013) muestra que el efec-
to en la reducción de la pobreza para el ingreso dispo-
nible —después de impuestos directos y transferencias
directas— alcanzó 11.2 y 14.9 por ciento en 2008 y 2010,
respectivamente. Por su parte, si la pobreza es medida
con la línea de bienestar mínimo de Coneval, el efecto de
impuestos directos y transferencias directas sobre la caí-
da en pobreza alcanzó en los mismos años 7 y 10.3 por
ciento (Scott 2013). Finalmente, emplear el método del
CTMP Cortés et al. (2007) muestra que el programa Pro-
gresa-Oportunidades ayudó a disminuir la incidencia de
37 Si se consideran las transferencias en especie, el efecto combina-
do de impuestos, transferencias y subsidios sobre la desigualdad en
ingresos alcanzó 15.1 por ciento en 2008, y 15.9 por ciento en 2010,
año en el que el mismo efecto resultó signicativamente mayor en
las áreas rurales (24.4 por ciento), que en la urbanas (13.7 por ciento)
(Scott 2013).
pobreza alimentaria en 9.9, 6.5, y 7.7 por ciento en 2002,
2004, y 2005, respectivamente. Respecto a la pobreza de
capacidades, el programa indujo una reducción relativa
de 3.6 por ciento en 2002 y 2004, y de 5.1 por ciento en
2005, mientras que para la pobreza de patrimonio las ci-
fras fueron de 1 por ciento en 2002 y 2004, y de 1.2 por
ciento en 200538. En general, las transferencias en efectivo
fueron progresivas en términos absolutos, y tal progresi-
vidad aumentó a través del tiempo. Sin embargo, quedan
retos pendientes respecto al diseño de estos programas,
ya que si bien su cobertura creció, una parte signicativa
de la población en pobreza por ingresos no recibe bene-
cio alguno39.
El efecto de un gasto mayor y más progresivo en las últi-
mas dos décadas también se observó en educación, salud,
pensiones y servicios básicos —como se verá más adelan-
te, la proporción de población con carencia en diversos
indicadores se ha reducido de forma signicativa. En el
primer caso, ocurrió una importante expansión en el vo-
lumen de gasto por estudiante, principalmente en educa-
ción básica. Por ejemplo, durante 1992-2002 el gasto por
estudiante en el nivel superior se expandió 7.5 por ciento
en términos reales, mientras que el de educación prima-
ria lo hizo en 63 por ciento. Esta tendencia propició que
38 El análisis de Coneval (2012b) y Banegas (2010) presenta ten-
dencias similares.
39 López-Calva et al. (2012) estiman, por ejemplo, que la propor-
ción de personas en pobreza por ingresos —de acuerdo con la línea
de $2.5 dólares al día— excluida del programa Oportunidades es de
alrededor del 35 por ciento.
Figura 7. Evolución del gasto público en salud
en México, 1990-2007
Asegurados
Miles de millones de pesos de 2007
Brecha de gasto entre asegurados
y no asegurados
No asegurados Brecha
Nota: Incluye el gasto público federal y de entidades. Fuente: Elaboración de los
autores con base en el sistema de cuentas en salud a nivel federal y estatal
(Sicuentas) de la Secretaría de Salud (disponible en: sinais.salud.gob.mx).
0
20
40
60
80
100
120
140
160
180
200
0,0
0,5
1,0
1,5
2,0
2,5
3,0
3,5
4,0
4,5
5,0
0
20
40
60
80
100
120
140
160
180
200
200720062005200420032002200120001999199819971996199519941993199219911990 0,0
0,5
1,0
1,5
2,0
2,5
3,0
3,5
4,0
4,5
5,0
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
23
la razón de gasto por estudiante entre educación terciaria
y primaria pasara de un máximo histórico de 12 durante
1983-1988 a menos de 5 durante 1994-2000 (Scott 2009)
—como referencia, la razón promedio de los países de la
OECD es cercana a 2 (OCDE 2011b). Además de un mayor
gasto, su distribución mejoró durante las últimas dos dé-
cadas. Por un lado, el gasto en educación básica y media se
volvió más progresivo en términos absolutos: la participa-
ción del decil más pobre aumentó de 14 a 18 por ciento en
primaria, de 4 a 14 por ciento en secundaria, y de 1 a 8 por
ciento en media-superior (Scott 2009). El gasto en educa-
ción superior, por su parte, aumentó su progresividad rela-
tiva signicativamente, lo que indica que el acceso a este
nivel creció en los grupos de bajos ingresos. Por el otro, el
decil más pobre de la población obtuvo una proporción
del gasto público educativo alrededor de dos veces mayor
que la del decil más rico (López-Calva et al. 2012).
Respecto al gasto en salud, la brecha de gasto público
entre individuos asegurados en el Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS) y en el Instituto de Seguridad y Ser-
vicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y
aquellos no asegurados disminuyó considerablemente
en los últimos años: durante 1990-2007 el gasto público
en salud por parte de esas instituciones creció en cerca de
100 por ciento en términos reales, pero el gasto federal y
de entidades sobre los no asegurados lo hizo en más de
500 por ciento (Figura 7). Esto equivale a decir que la pro-
porción de gasto público total sobre estos últimos, que
representan cerca de la mitad de la población del país,
se duplicó de 20 a 40 por ciento en esos años y su pro-
gresividad aumentó signicativamente a medida que la
población en pobreza hizo un mayor uso de los servicios
(López-Calva et al. 2012; Scott 2009). Pese a ello, el siste-
ma de salud en su conjunto todavía no era absolutamente
progresivo debido a que el gasto sobre la población ase-
gurada en 2007 era 45 por ciento superior que el gasto
sobre la no asegurada.
Finalmente, aunque los subsidios a los sistemas contri-
butivos de pensiones en México son regresivos en termi-
nos absolutos, no lo son en terminos relativos (excepto
el ISSSTE). La introducción de esquemas no contributivos
como Adultos Mayores y el Programa 70 y Más han contri-
buido al descenso de la desigualdad en ingresos en años
recientes, aunque dado su peso presupuestal su efecto
redistributivo es marginal (López-Calva et al. 2012). Algu-
nos estudios sugieren que este tipo de políticas sociales
podrían tener, en cambio, un efecto importante sobre la
pobreza por ingresos en la población de adultos mayores
(Gutiérrez Landeros et al. 2010).
El contexto territorial: un espacio privilegiado de la
política pública
El interés permanente por atender los problemas sociales
a partir de diagnósticos cada vez más detallados ha deri-
vado, en los últimos años, en la construcción y estimación
de medidas sintéticas que facilitan el conocimiento de
tales problemas a niveles desagregados, tales como el ín-
Figura 8. Distribución de los índices de marginación y rezago social en las entidades de México, 2010
Valor del índice de marginación
Valor del índice de rezago social
Nota: Los IM e IRS se denen como el primer componente del análisis de componentes principales, ofreciendo la combinación lineal que mejor resume la información provista
por los indicadores que los componen. Tales indicadores están estandarizados y tienen media cero y varianza uno; los valores o puntajes de ambos índices se estratican en 5
grupos diferenciados siguiendo la cnica de estraticación óptima de Dalenius y Hodges. Fuente: Estimaciones del Conapo (disponibles en: www.conapo.gob.mx) y del
Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en el CPV 2010.
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GroOaxChisVerPueMichHgoSLPYucCampGtoDgoTlaxTabZacMorNayQroMexQrooBCSSinChihTamJalSonColBCAgsCoahDFNL
Muy alto
Alto
Muy alto
Alto
Medio
Bajo
Muy bajo
Medio
Bajo
Muy bajo
24
dice de marginación (IM) del Conapo, y las medidas de re-
zago social (IRS) y pobreza del Coneval. El primero propor-
ciona información valiosa para conocer la posición de las
entidades, de los municipios y de las localidades del país
en un rango de puntajes que resultan de la agregación,
mediante análisis de componentes principales, de diver-
sos indicadores de privación: porcentaje de población de
15 años o más analfabeta y de población de 15 años o
más sin primaria completa; porcentaje de ocupantes en
viviendas sin drenaje ni excusado, sin energía eléctrica,
sin agua entubada, con algún nivel de hacinamiento, y
con piso de tierra; porcentaje de población en localidades
con menos de 5,000 habitantes; y porcentaje de pobla-
ción ocupada con ingreso de hasta 2 salarios mínimos.
En 2010, Guerrero, Chiapas y Oaxaca presentaban los gra-
dos de marginación más elevados con relación al resto de
las entidades. En el extremo opuesto se encontraban el
Distrito Federal, Nuevo León, Coahuila, y Baja California
con un grado muy bajo de marginación (Figura 8). En tér-
minos de intervención pública, este índice se utiliza como
criterio para la distribución de algunos recursos federales.
La clasicación en cinco grados de marginación establece
prioridades para políticas especícas, y es también utiliza-
do como un primer paso en los criterios de selección del
programa Progresa-Oportunidades en áreas rurales.
Un índice relacionado al anterior es el IRS, el cual resume
en un solo indicador los rezagos prevalecientes en educa-
ción, salud, servicios básicos y espacios en la vivienda, y
bienes en el hogar. Se estima también mediante la técnica
de componentes principales pero con indicadores asocia-
dos a la medición de la pobreza, según se establece en la
LGDS. Este indicador ordena a las unidades de observa-
ción según sus carencias sociales con el potencial objeti-
vo de una mejor focalización de políticas públicas. La in-
formación para 2010 muestra nuevamente que Chiapas,
Guerrero y Oaxaca eran las entidades con el mayor rezago
social, en tanto que en el otro extremo algunas entidades
ubicadas en el centro (Aguascalientes y Distrito Federal),
pacíco (Colima y Jalisco), y norte (Baja California, Coahui-
la, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas) ostentaban un muy
bajo grado de rezago (Figura 8).
La posibilidad de contar con estimaciones de pobreza
a nivel de entidades para 2008 y 2010 representa un
gran avance para el conocimiento del bienestar y del ni-
vel de privación que enfrenta la población y, por tanto,
para la orientación de políticas públicas. Las estimacio-
nes del Coneval muestran que las entidades con mayor
marginación y rezago social son también aquéllas con
la mayor incidencia de pobreza y, en particular, de po-
breza extrema. La Figura 9 muestra que en 2010 el 45.6
por ciento de la población de Chiapas se encontraba en
situación de pobreza moderada y casi 33 por ciento en
pobreza extrema —pobreza total de 78.4 por ciento.
Respectivamente, los porcentajes alcanzaban 38.6 y 28.8
por ciento en Guerrero; 40.5 y 26.6 por ciento en Oaxa-
ca; 46.1 y 14.9 por ciento en Puebla, y 40.1 y 18.1 por
ciento en Veracruz. En el otro extremo, la incidencia de
Figura 9. Pobreza en las entidades de México: Porcentajes
Fuente: Estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en el MCS-ENIGH 2008 y 2010.
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Incidencia 2010
(Porcentaje de personas)
Cambio en la incidencia 2008-2010
(Puntos porcentuales)
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25
pobreza moderada y extrema, respectivamente, estaba
menos extendida en Nuevo León (19.3 y 1.9 por ciento),
Coahuila (25 y 2.9 por ciento) y el Distrito Federal (26.5 y
2.2 por ciento). Con respecto al cambio en la incidencia
de pobreza entre 2008 y 2010, destaca que varias de las
entidades con mayor pobreza, como Puebla, Chiapas y
Guerrero, fueron las que lograron los mayores descen-
sos de la incidencia de pobreza extrema, pero también
destaca que algunas con una incidencia relativamente
baja de pobreza como Coahuila y Nuevo León mostraron
avances importantes.
En términos absolutos, el ordenamiento de las entidades
cambia puesto que no son únicamente las más rezaga-
das las que presentaron la mayor incidencia de pobreza
en 2010, sino también algunas con indicadores de rezago
y marginación bajo o muy bajo, pero altamente pobladas
como el Estado de México, Jalisco y el Distrito Federal (Fi-
gura 10). Como se mencionó anteriormente, entre 2008 y
2010 el número total de personas en situación de pobre-
za en el país creció en 3.2 millones, de los cuales el 98.8
por ciento correspondió a pobreza moderada y apenas
1.2 por ciento, equivalente a poco más de 38 mil perso-
nas, a pobreza extrema. La contribución de las entidades
a este último cambio fue, sin embargo, heterogénea. Al
igual que antes, fue en aquellas entidades con los indica-
dores sociales menos favorables donde ocurrió la mayor
disminución del número total de personas en pobreza
extrema: Puebla —la entidad con la mayor caída absolu-
ta en la pobreza total— redujo el número de pobres ex-
tremos en alrededor de 170 mil personas, Michoacán lo
hizo en poco más de 98 mil, Chiapas en cerca de 72 mil, y
Guerrero en casi 69 mil. Por su parte, en entidades como
Veracruz —en donde más creció el número de personas
en pobreza— y el Estado de México se registraron impor-
tantes incrementos en el número de personas en pobreza
extrema: 183 mil y 214 mil, respectivamente, por lo que el
descenso registrado en las primeras entidades se vio más
que compensado.
Dos conclusiones generales pueden rescatarse de este
apartado. Primero, al término de la primera década del
siglo XXI México continuó siendo un país heterogéneo y
desigual en el progreso hacia el cumplimiento de los de-
rechos sociales y económicos de sus habitantes, de acuer-
do con los distintos indicadores mostrados. Segundo, si
bien los cambios en materia de pobreza durante 2008 y
2010 son muy desiguales cuando la escala de observa-
ción se desplaza del total nacional a las entidades, no deja
de ser positivo que el mayor volumen del descenso de la
pobreza extrema se concentrara en las entidades con los
niveles más agudos de privación40.
40 Existe, sin embargo, evidencia que parece sugerir que los cam-
bios en pobreza estatal durante 2008-2010 son coyunturales pues
tanto el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) del Coneval
(disponible en: www.coneval.gob.mx) como el análisis de Benítez
(2012) muestran que la crisis de 2007/09 afectó en mayor medida
a las entidades cuyas economías tienen lazos más estrechos con la
economía de Estados Unidos que, a su vez, son las economías más
desarrolladas de México.
Figura 10. Pobreza en las entidades de México: Números
(Miles de personas en pobreza en 2010, y variación absoluta entre 2008 y 2010)
Fuente: Estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en el MCS-ENIGH 2008 y 2010.
Incidencia
(Miles de personas)
Cambio en la incidencia
(Miles de personas)
PobrezaPobreza moderada Pobreza extrema Cambio en pobreza moderadaCambio en pobreza extremaCambio en pobreza
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26
El «diamante» del progreso social
La evolución de los indicadores monetarios y no mone-
tarios de pobreza y desigualdad, de las reformas de la
política social ocurridas durante las últimas décadas, así
como de la disponibilidad de indicadores a distintos ni-
veles de desagregación, posibilitan la aplicación de una
herramienta de diagnóstico social que resalta algunos de
los logros y brechas relativas respecto a una “situación
máxima” en indicadores especícos existentes. Esto con-
tribuye también al monitoreo de algunos componentes
de la política social.
La aplicación de esta herramienta denominada diamante
del progreso social, se puede realizar a nivel nacional, de
entidades, y de municipios eligiendo, en cada caso, dis-
tintos criterios que dependen de la cobertura temática y
geográca de las fuentes de información. Para el primer
caso, el diamante de la Figura 11 muestra indicadores
para el año 2010 respecto de la carencia de ingresos uti-
lizando la línea de bienestar —resultante de la medición
del Coneval de acuerdo con lo establecido en la LGDS—,
el coeciente de Gini, y las medidas IPS-8 e IOH. En el caso
del IPS-8, el diamante muestra el complemento de la me-
dida de profundidad de la privación social —expresada
como la proporción promedio de carencias sociales que
enfrenta la población en relación a los 8 indicadores de
carencia que componen el IPS-8— denominado aquí au-
sencia de privación social (Anexo III).
Los valores mostrados en el diamante representan la posi-
ción relativa del país, en sentido positivo estricto, respec-
to a un máximo en cada indicador. En 2010 la población
del país enfrentaba carencias, en promedio, en 21.7 por
ciento de los 8 indicadores considerados en el IPS-8, equi-
valente a 1.73 privaciones en promedio; la diferencia de
esa proporción —i.e. 78.3 por ciento— es, por tanto, la au-
sencia de privación social. Respecto a la carencia de ingre-
sos, el 52 por ciento de la población tenía un ingreso in-
ferior a la línea de bienestar; por lo tanto, el valor positivo
equivalente a la población sin carencia en esta dimensión
era de 48 por ciento. El coeciente de Gini era de 0.509 y,
por tanto, su complemento era de 0.491. Finalmente, el
valor del IOH alcanzó 0.701.
Respecto a los valores máximos de referencia, con excep-
ción de la ausencia de privación social, éstos no se jan
en 1, o 100 por ciento, ya que es muy difícil observar este
valor máximo en la realidad pues sería equivalente a la
perfecta igualdad en ingresos en el caso del coeciente
de Gini, a la perfecta igualdad de oportunidades en el
caso del IOH, y a la ausencia total de carencia de ingresos
en el caso del mismo indicador. En su lugar, se utilizan los
valores más altos registrados en el país en 2010: Santiago
Tepetlapa en Oaxaca registró un complemento del Gini
de 0.71441, Nuevo León alcanzó el máximo valor del IOH
(0.856)42, y la delegación Benito Juárez en el Distrito Fede-
ral registró una proporción de población sin carencia de
ingresos de 88 por ciento. Todos los valores son expresa-
dos para oscilar entre 0 y 1 y, con excepción de la ausencia
de privación social, a través de la siguiente ecuación se es-
tima la posición relativa en cada indicador —en cada caso
se utiliza un valor mínimo normativo equivalente a 043:
(1)
Con base en los valores previos, en 2010 la posición rela-
tiva del país respecto de la satisfacción de carencias so-
ciales era de 78.3 por ciento; respecto de la carencia de
ingresos de acuerdo con la línea de bienestar del Coneval
54.5 por ciento; respecto de la desigualdad en ingresos
68.7 por ciento; y respecto del IOH 81.9 por ciento (Figura
11). En suma, el diamante presenta un panorama general
del progreso relativo en indicadores monetarios y no mo-
netarios, pero particularmente muestra el margen de ac-
ción para las políticas públicas. En el caso anterior, es claro
que el país tenía en 2010 un progreso relativo importante
41 Debido al efecto que tiene la reducida población de un muni-
cipio —Santiago Tepetlapa, Oaxaca, en este caso— sobre las medi-
das de concentración de los ingresos, tales como el coeciente de
Gini, parecería más relevante utilizar, por ejemplo, el máximo valor
del complemento de Gini observado a nivel internacional. Este valor
alcanza 0.760 y corresponde a Dinamarca, seguido de Suecia y No-
ruega con complementos de Gini de 0.750 y 0.742, respectivamente
(OCDE, Base de datos de distribución de ingresos). Tales cifras, sin
embargo, son muy cercanas al máximo utilizado en este ejercicio
(0.714), lo que no afecta los resultados presentados de forma sig-
nicativa.
42 La estimación del IOH se realizó por los autores a nivel de entida-
des debido a que el número de observaciones en los municipios se
reduce signicativamente a medida que se agregan circunstancias:
sexo del individuo en edad escolar; sexo del jefe o jefa de hogar; ubi-
cación rural o urbana; padecimiento de algún tipo de discapacidad;
y educación del jefe o jefa de hogar —secundaria completa o más
versus secundaria incompleta o menos—.
43 No se utiliza el valor mínimo registrado en el país para cada indi-
cador porque no es propósito comparar el progreso relativo de una
determinada unidad geográca frente al progreso registrado en dos
unidades extremas, cuyas características sociales, económicas y de-
mográcas probablemente sean signicativamente diferentes entre
sí. Sí es propósito, en cambio, observar la posición relativa de dicha
unidad frente a un máximo observado en el país.
27
en el espacio de los derechos sociales a través de la satis-
facción de carencias no monetarias y de la ampliación de
oportunidades, lo cual puede ser, entre otros factores, el
resultado de un mayor y mejor gasto social, como se men-
cionó anteriormente. Sin embargo, se observa un espacio
importante para el ejercicio de las políticas orientadas a la
reducción de la carencia de ingresos y a la redistribución
de los ingresos.
Figura 11. Diamante del progreso social en México, 2010
(Posición relativa respecto al máximo en cada indicador)
/a
Ausencia de privación social
Complemento
del Gini
(igualdad
en ingresos)
IOH (igualdad de
oportunidades)
Ausencia de carencia por ingresos
Notas: /a Para el cálculo del indicador de ausencia de privación social éste no se
compara respecto a un máximo observado, sino a un máximo de 100 por ciento que
representa el abatimiento absoluto de las carencias sociales (Anexo III). La carencia
de ingresos se dene con base en la línea de bienestar denida por el Coneval.
Fuente: Elaboración de los autores con base en la muestra del CPV 2010 para el IOH,
y
en estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en el
MCS-ENIGH 2010 para el resto de los indicadores.
78,3%
68,7%
54,5%
81,9%
29
CAPÍTULO 2
LA HETEROGENEIDAD REGIONAL
Y EL NIVEL LOCAL
30
La primera sección mostró algunas tendencias en indica-
dores de bienestar del país durante los últimos años. Pri-
mero, mostró que la reducción casi sostenida de la pobre-
za por ingresos que se observó desde 1996 se revirtió diez
años después, a partir de 2006, por lo que los logros rela-
tivos alcanzados durante el periodo 1992-2010 son mo-
destos, en el mejor de los casos, y negativos en términos
absolutos (Figura 2). Segundo, estos resultados parecen
guardar relación con la evolución de los ingresos: durante
el periodo señalado, el ingreso per cápita descendió en
términos reales (Figura 3). Tercero, pese a estos resulta-
dos, el país logró una reducción de la desigualdad (Figura
3). Algunos estudios argumentan que tal descenso es par-
ticularmente claro desde 1998 (por ejemplo, Lustig et al.
2013). Otros estudios que consideran diversos procesos
económicos, sociales y demográcos argumentan que la
caída registrada ha ocurrido de forma escalonada: prime-
ro durante la década de los noventa y hasta 2002, y luego
en un escalón más bajo desde este último año, como con-
secuencia de crisis y estancamiento económicos (ver por
ejemplo, Cortés 2013). Finalmente, los resultados recien-
tes (2008-2010) para los indicadores de carencia social de
la medición de la pobreza derivada de la LGDS muestran
que el país mejoró signicativamente en la reducción de
privaciones relacionadas con educación, salud, y condi-
ciones de la vivienda (Tabla 3).
Los logros en estos últimos indicadores, sin embargo, no
son nuevos. De acuerdo con los datos de los CPV 1990 y
2010, durante las últimas dos décadas la proporción de
personas con alguna carencia social disminuyó signicati-
vamente: 28.3 puntos porcentuales en la carencia de dre-
naje, 17 puntos en hacinamiento, 15 puntos en material
de pisos, 12.6 puntos en agua entubada, 11.2 puntos en
electricidad, 9.7 puntos en material de techos, 7.2 puntos
en rezago educativo, y 5.3 puntos en material de muros
(Figura 12). Este avance a nivel nacional —y subnacional,
como se discute más adelante— sugiere una importante
relación tanto con el incremento sostenido en el volumen
de gasto social, como con su efectividad.
Las tendencias nacionales descritas esconden, sin embar-
go, la heterogeneidad regional. En los siguientes aparta-
dos se analiza tal disparidad en relación a la estimación
de la pobreza a nivel municipal en 2010 de acuerdo a la
metodología del Coneval, a la evolución de la pobreza
por ingresos desde 1990 según los criterios del CTMP, a
los resultados de un análisis de convergencia del ingreso
a través del tiempo, y a la evolución de los indicadores de
carencia social y desigualdad no monetaria (IPS-8 e IOH).
LA POBREZA EN LOS MUNICIPIOS
Y SU EVOLUCIÓN DESDE 1990
Como se mencionó en el apartado 1.1.5, el Coneval realizó
una estimación de la pobreza establecida en la LGDS a ni-
vel municipal, haciendo uso de modelos estadísticos para
aprovechar la disponibilidad de información del MCS-ENI-
GH 2010 y la desagregación geográca de la muestra del
CPV del mismo año. De acuerdo con estos resultados, en
224 de los 2,456 municipios se registró una incidencia
de pobreza de 90 por ciento o más —población con al
menos una carencia social e ingreso inferior a la línea de
bienestar—, concentrándose principalmente en las enti-
dades con mayores rezagos: Oaxaca (124), Chiapas (44),
Veracruz (20), Puebla (15) y Guerrero (11). En contraste,
únicamente la delegación Benito Juárez en el Distrito Fe-
deral registró una incidencia de pobreza menor a 10 por
ciento. Si se amplía el corte de incidencia de pobreza a
20 por ciento de la población, eran apenas 16 municipios
que ostentaban una incidencia por debajo de ese umbral,
distribuidos principalmente en el Distrito Federal, Nuevo
León, y Coahuila —las entidades con menor rezago social
y marginación—, lo que pone de maniesto la gran dispa-
ridad en la distribución regional de este indicador.
Figura 12. Evolución de la población con carencias
sociales, 1990-2010 (Porcentaje de población)
Sin drenajeCon hacinamiento
Fuente. Estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base
en los CPV 1990 y 2010.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
Mat. muros
Mat. techos
Sin electricidad
Material de pisos
Sin agua entubada
Con rezago educativo
Con hacinamiento
Sin drenaje
20101990
Con rezago educativo Sin agua entubada
40,3
28,726,624,220,8
13,112,4
7,4
12 11,8
19,4
11,6
5,8
1,9 2,7 2,1
Material de pisos Sin electricidad Mat. techos Mat. muros
31
La Tabla 6 presenta los 10 municipios con la mayor inci-
dencia de pobreza en el país en 2010 —más de 96 por
ciento—, y los 10 con la menor incidencia —menos de
20 por ciento. Adicionalmente, muestra el número de ca-
rencias promedio que enfrenta la población en pobreza, y
el porcentaje de población con cada una de las carencias
sociales. Estos resultados permiten apreciar la magnitud
de la disparidad entre municipios. Por ejemplo, entre San
Juan Tepeuxila en Oaxaca y Benito Juárez en el Distrito Fe-
deral —el municipio más y menos pobre del país, respec-
tivamente—, la diferencia en la incidencia de pobreza fue
cercana a 89 puntos porcentuales, aproximadamente 11
veces; en tanto que la diferencia en el indicador de pobre-
za extrema fue cercana a 73 puntos. Respecto a las caren-
cias sociales, las mayores diferencias entre ambos munici-
pios se observaron en el acceso a servicios básicos en la
vivienda, 85 puntos; seguridad social, 57 puntos; y rezago
educativo, 41 puntos porcentuales. Finalmente, la brecha
en el número de carencias promedio que enfrentaba la
población en pobreza entre ambos municipios alcanzó
1.4 —la mayor distancia en este indicador se encontró
entre los municipios de Cochoapa el Grande en Guerre-
ro con 4.9 carencias promedio, y Guerrero en Tamaulipas
con 1.3 carencias promedio.
La disparidad es más aguda al observar el caso de Oaxaca,
la tercera entidad más pobre del país, en donde coexis-
tían tres de los municipios con la mayor incidencia de po-
breza en México, pero también dos de entre aquellos con
la menor: San Pablo Etla (17.3 por ciento) y San Sebastián
Tabla 5. Indicadores de pobreza en municipios seleccionados, 2010
(Porcentajes de población y número promedio de carencias)
Carencias sociales
Municipio Pobreza
(%)
Número de
carencias
promedio
Pobreza
extrema
(%)
Pobreza
moderada
(%)
Educación
(%)
Salud
(%)
Seguridad
social
(%)
Vivienda
(%)
Servicios
básicos
(%)
Alimentación
(%)
San Juan Tepeuxila, Oax. 97.4 3.4 73.2 24.1 44.6 62.5 95.3 28.8 85.1 24.4
Aldama, Chis. 97.3 3.7 78.8 18.5 42.5 10.5 98.4 76.4 99.0 40.5
San Juan Cancuc, Chis. 97.3 4.2 80.5 16.8 43.2 62.0 98.2 67.9 99.5 50.9
Mixtla de Altamirano, Ver. 97.0 4.0 80.3 16.7 53.0 34.8 98.4 69.8 99.1 39.6
Chalchihuitán, Chis. 96.8 4.1 79.8 17.0 46.0 43.3 97.6 77.2 99.6 47.0
Santiago Textitlán, Oax. 96.6 3.3 69.1 27.5 29.4 20.2 98.0 55.0 93.9 34.0
San Andrés Duraznal, Chis. 96.5 3.1 56.1 40.4 50.1 16.9 98.1 35.6 72.8 38.0
Santiago el Pinar, Chis. 96.5 3.4 69.2 27.3 48.4 11.8 98.8 46.1 99.4 35.9
Sitalá, Chis. 96.5 3.7 74.6 21.9 54.1 28.4 98.4 58.4 92.3 39.1
San Simón Zahuatlán, Oax. 96.4 4.3 80.8 15.6 58.2 66.1 98.7 70.2 83.3 50.9
San Juan de Sabinas, Coah. 19.0 1.9 1.1 17.9 10.9 13.7 26.9 4.6 7.5 15.0
Corregidora, Qro. 18.7 2.0 0.9 17.8 6.3 22.6 50.3 1.8 17.5 11.1
Apodaca, NL. 18.0 1.9 1.1 16.9 9.6 18.9 26.7 5.1 0.6 13.6
San Pablo Etla, Oax. 17.3 2.6 1.9 15.4 9.2 26.0 46.6 5.6 20.9 11.4
San Sebastián Tutla, Oax. 16.7 2.1 1.3 15.4 4.8 22.8 40.5 3.8 3.9 6.9
San Pedro Garza García, NL. 15.2 1.7 0.4 14.8 14.5 15.6 46.7 6.6 0.2 12.9
Miguel Hidalgo, DF. 14.3 1.9 0.5 13.8 6.0 26.5 41.6 6.1 0.1 9.3
Guadalupe, NL. 13.2 2.0 0.9 12.3 12.0 25.3 34.1 5.0 1.4 12.6
San Nicolás de los Garza, NL. 12.8 1.8 0.5 12.3 8.2 20.5 32.8 1.9 0.1 8.6
Benito Juárez, DF. 8.7 2.0 0.4 8.4 3.7 28.6 37.9 5.1 0.1 6.5
Fuente: Estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) con base en el MCS-ENIGH 2010 y en la muestra del CPV 2010.
32
Tutla (16.7 por ciento)44. Las diferencias entre el municipio
con mayor y menor pobreza en Oaxaca son sustantivas:
la incidencia de pobreza extrema en San Sebastián Tut-
la fue menor en casi 72 puntos porcentuales respecto a
San Juan Tepeuxila; la distancia en las carencias prome-
dio que enfrentaba la población en pobreza alcanzó 1.4;
y mientras que en el primero la proporción de personas
con rezago educativo, residentes en viviendas con caren-
cia en calidad y espacios, y en viviendas con carencia en
servicios básicos alcanzó 4.8, 3.8 y 3.9 por ciento, respec-
tivamente, las cifras para el segundo fueron 44.6, 28.8 y
85.1 por ciento, respectivamente (Tabla 5).
Desafortunadamente, este tipo de comparaciones son
únicamente posibles para el año 2010. No obstante, a
través de técnicas econométricas de imputación de in-
gresos de las ENIGH tradicionales a los CPV es posible
obtener indicadores municipales para, al menos, pobreza
y desigualdad en ingresos durante los años en que coin-
ciden estas fuentes de información —i.e. 1990/92, 2000, y
201045. Este proceso de imputación elaborado por el Co-
neval dio como resultado un panel de información para
2,453 municipios que se mantienen en los años 1990,
2000, y 201046. Con base en los resultados de este panel,
la Figura 13 muestra el movimiento de municipios entre
1990-2000 y 2000-2010 relativo al cambio en la incidencia
de pobreza por ingresos medida a través de la línea de
pobreza de patrimonio47.
Por arriba de la línea de 45 grados se ubican aquellos
municipios que durante el periodo analizado redujeron
el porcentaje de su población en pobreza por ingresos.
44 Esta realidad podría explicarse en gran parte por el hecho de
que Oaxaca es el estado con la partición poblacional más na en
municipios. En términos de desigualdad en ingresos, sin embargo,
el coeciente de Gini de Oaxaca (0.511) no es mucho mayor al na-
cional (0.509), y hay seis estados con un coeciente de Gini más alto:
Campeche, Guerrero, Distrito Federal, Zacatecas, Veracruz, y Chiapas,
cuyos índices varían entre 0.513 y 0.541.
45 Como estrategia de validación de las tendencias mostradas en
esta sección, resultantes del proceso de imputación de ingresos bajo
la técnica de ELL, podría emplearse en una agenda futura de investi-
gación el análisis de trayectorias con variables y clases latentes pro-
puesto por Cortés y Vargas (2011).
46 Para los municipios de Nicolás Ruiz en Chiapas (2000), San Igna-
cio Cerro Gordo en Jalisco (1990 y 2000), y Tulum en Quintana Roo
(1990 y 2000) no fue posible obtener estimaciones conables para
los años señalados en los paréntesis, por lo que tuvieron que ser ex-
cluidos del panel.
47 Se utiliza la línea de pobreza de patrimonio ya que esta recoge
el nivel total de pobreza por ingresos en el país, de acuerdo con los
criterios del CTMP. Los resultados son consistentes si se utilizan las
líneas alimentaria y de capacidades.
Durante 1990-2000 esta situación ocurrió en 1,030 mu-
nicipios, equivalente a 42 por ciento del total del panel,
con un descenso promedio de 8.9 puntos porcentuales,
y en 1,779 municipios (73 por ciento) durante 2000-2010
con descenso promedio de 7 puntos. Considerando 1990-
2010, la incidencia de pobreza por ingresos se redujo en
1,443 municipios (58.9 por ciento) con un descenso pro-
medio de 8.5 puntos porcentuales.
Si se sigue a los municipios que lograron descensos sos-
tenidos en cada subperíodo, las estimaciones muestran
que 528 de ellos (22 por ciento del total) lo lograron. Estos
municipios, localizados principalmente en Veracruz (76),
Jalisco (56), Yucatán (43), Oaxaca (41), Hidalgo (40), Esta-
do de México (39), Puebla (25), Guanajuato (23), y Sonora
(23), redujeron la incidencia de pobreza por ingresos, en
promedio, en cerca de 6.7 puntos porcentuales entre 1990
y 2000, y en 5.9 puntos entre 2000 y 2010. Por el contrario,
el número de municipios donde aumentó sostenidamen-
te la incidencia en cada subperíodo fue de 167, concen-
trados principalmente en Oaxaca (55) y Chiapas (36), con
aumentos promedio de 5.4 puntos entre 1990 y 2000, y
3.3 puntos entre 2000 y 2010. Un rasgo importante es que
durante 2000-2010 los municipios que más avanzaron en
la reducción de la pobreza por ingresos fueron aquellos
que en el año inicial contaban con la mayor incidencia, lo
que apunta a un patrón de convergencia durante la últi-
ma década (Figura 14).
Estos resultados sugieren que tanto el mayor número de
municipios que avanzaron en la reducción de la pobreza
por ingresos, así como los descensos más acelerados, ocu-
rrieron durante la última década. El análisis elaborado por
Dávalos et al. (2012), utilizando un panel de información
de 2,372 municipios resultante del mismo proceso de
imputación de ingresos para los años 1990, 2000, 2005,
y 2010, refuerza los hallazgos previos. En particular, el es-
tudio muestra que el ingreso per cápita de los municipios
más pobres creció a una tasa mayor que el de los más ri-
cos durante todo el periodo 1990-2010, pero en particu-
lar durante 2000-2005 y 2005-2010 (Tabla 6 y Figura 15),
sugiriendo un patrón de convergencia del ingreso per
cápita municipal.
No obstante, este patrón de convergencia ha sido muy
heterogéneo, pues las disparidades regionales comenza-
ron a descender apenas en la década pasada después de
33
Figura 13. Desplazamiento de municipios según cambio en la incidencia de pobreza por ingresos, 1990-2010
Fuente: Elaboración de los autores con base en estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) a partir de las ENIGH tradicionales 1992, 2000 y 2010, de los CPV
1990 y 2000, y la muestra del CPV 2010. Nota: La línea de pobreza utilizada es la de patrimonio.
1
0,8
0,6
0,4
0,2
0
1
0,8
0,6
0,4
0,2
0
1990-2000
Incidencia de pobreza, 2000
Incidencia de pobreza, 1990
Incidencia de pobreza, 2000
1030 municipios con
reducción de pobreza
2000-2010
1779 municipios con
reducción de pobreza
00,2 0,4 0,6 0,8 1
Incidencia de pobreza, 2010
00,2 0,4 0,6 0,8 1
Figura 14. Convergencia-beta en el cambio de pobreza por ingresos municipal, 1990-2010
Fuente: Elaboración de los autores con base en estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) a partir de las ENIGH tradicionales 1992, 2000 y 2010, de los CPV
1990 y 2000, y de la muestra del CPV 2010. Nota: *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Los coecientes muestran las tasas anuales de convergencia: 1.1 por ciento durante
1990-2000, y de -1.3 por ciento durante 2000-2010.
0,06
0,04
0,02
0
-0,02
-0,04
0,04
0,02
0
-0,02
-0,04
1990-2000
Incidencia de pobreza, 2000
Coef. = 0,011***
R2 = 0,027
Coef. = 0,013***
R2 = 0,146
2000-2010
00,2 0,4 0,6 0,8 1
Incidencia de pobreza, 2010
00,2 0,4 0,6 0,8 1
Cambio en la incidencia de pobreza 1990-2000
Cambio en la incidencia de pobreza 2000-2010
Tabla 6. Convergencia-beta del ingreso per cápita real municipal, 1990-2010
Variable dependiente: tasa de crecimiento promedio anual del ingreso per cápita municipal
Variables 1990-2010 1990-2000 2000-2010 2000-2005 2005-2010
Incidencia de pobreza 1990 -0.014***
(0.001)
-0.013***
(0.002)
Incidencia de pobreza 2000 -0.033***
(0.001)
-0.059***
(0.002)
Incidencia de pobreza 2005 -0.042***
(0.002)
Constante 0.160***
(0.004)
0.188***
(0.010)
0.270***
(0.007)
0.455***
(0.014)
0.329***
(0.016)
Observaciones 2,372 2,372 2,372 2,372 2,372
R-cuadrada 0.108 0.021 0.273 0.235 0.120
Nota: Errores estándar en paréntesis. *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: Elaboración de los autores con base en las ENIGH tradicionales 1992, 2000, 2005
y 2010, en los CPV 1990, 2000, 2005 y 2010, y en estimaciones de Dávalos et al. (2012) a partir de las fuentes de información señaladas.
34
Figura 15. Convergencia-beta del ingreso per cápita real municipal, 1990-2010
0,2
0,15
0,1
0,05
0
0,3
0,2
0,1
0
-0,1
1990-2010
Log de ingreso per cápita real 1990
Coef. = 0,014***
R2 = 0,108
Coef. = 0,013***
R2 = 0,021
1990-2000
45678
Log de ingreso per cápita real 1990
45678
Nota: El ingreso per cápita municipal promedio está expresado en pesos mensuales de agosto de 2010, en escala logarítmica. Fuente: Elaboración de los autores con base en las
ENIGH tradicionales 1992, 2000, 2005 y 2010, en los CPV 1990, 2000, 2005 y 2010, y en estimaciones de Dávalos et al. (2012) a partir de las fuentes de información señaladas.
Nota: *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Los coecientes muestran las tasas anuales de convergencia: -1.4 por ciento durante 1990-2010, -1.3 por ciento durante 1990-2000,
-5.9 por ciento durante 2000-2005, y -4.2 por ciento durante 2005-2010.
0,4
0,2
0
-0,2
-0,4
0,4
0,2
0
-0,2
2000-2005
Log de ingreso per cápita real 2000
Coef. = 0,059***
R2 = 0,235
Coef. = 0,042***
R2 = 0,120
2005-2010
567895
6789
Log de ingreso per cápita real 2005
Cambio % anual en el ingreso per cápita 1990-2010
Cambio % anual en el ingreso per cápita 1990-2000
Cambio % anual en el ingreso per cápita 2000-2005
Cambio % anual en el ingreso per cápita 2005-2010
Figura 16. Disparidad en el avance de los municipios
de México, 1990-2010 (Convergencia-sigma)
Figura 17. Población con al menos una carencia
social, 1990-2010 (Porcentaje de población y número
promedio de carencias sociales)
Población carenciada Profundidad de la privación
Fuente: Elaboración de los autores con base en estimaciones de Dávalos et al. (2012)
a partir de las ENIGH tradicionales 1992, 2000, 2005 y 2010, y los CPV 1990, 2000,
2005y 2010.
Fuente: Elaboración de los autores con base en estimaciones del Coneval (disponi-
bles en: www.coneval.gob.mx) a partir de los CPV 1990 y 2000, y la muestra del CPV
2010. Nota: Los porcentajes son promedios no ponderados de la incidencia de
carencias sociales a nivel municipal.
0,3
0,4
0,5
0,6
2010200520001990
Desviación estandar del logaritmo
del ingreso per cápita municipal
% de población con al menos
una carencia social
Número de carencias promedio
0,0
0,2
0,4
0,6
0,8
1,0
201020001990 0,0
0,5
1,0
1,5
2,0
2,5
3,0
3,5
75,8%
85,5%
3,17
60,6%
2,47
1,80
35
un importante aumento entre 1990 y 2000 (Figura 16). Es-
tos logros son resultado del crecimiento positivo y relati-
vamente alto del ingreso per cápita en los municipios más
pobres, y negativo en aquellos con un mayor nivel de in-
greso. En el agregado, sin embargo, la tasa de crecimiento
real del ingreso per cápita se ha estancado durante todo
el periodo, lo que parece conrmar la tendencia nacional
de estancamiento en la reducción de la pobreza.
EVOLUCIÓN DE LAS CARENCIAS SOCIALES Y
LA DESIGUALDAD
Este apartado incorpora el IPS-8 derivado de la metodo-
logía del Coneval con base en ocho indicadores de caren-
cia disponibles para el periodo 1990-2010. Los resultados
muestran que en 99 por ciento de los municipios del país
se redujo la proporción de población con al menos una
carencia social: el promedio no ponderado, descendió
de 85.5 a 75.8 por ciento durante 1990-2000, y de 75.8 a
60.6 por ciento durante 2000-2010. Pero no solamente
descendió tal proporción, también para esta población el
número de carencias que enfrentaba se redujo signica-
tivamente: en promedio, de 3.2 en 1990 a 2.5 en 2000, y a
1.8 en 2010 (Figura 17).
La Figura 18 muestra que a medida que aumenta el nú-
mero de carencias sociales, por ejemplo de al menos 1 a
al menos 3, el avance en la reducción de la proporción
de población con carencias presenta un patrón en que
los municipios con mayor incidencia lograron mejores
resultados durante el periodo analizado. Consistente con
la tendencia nacional, estos resultados sugieren que el
acceso a servicios como drenaje, electricidad, agua po-
table, y educación —además de las condiciones de las
viviendas—, mejoró signicativamente durante los últi-
mos años.
Un hallazgo interesante es que aunque el crecimiento del
ingreso per cápita se asocia con mayores reducciones en
pobreza por ingresos —utilizando la línea de pobreza de
patrimonio48—, la relación del ingreso con los cambios en
el IPS-8 es menos pronunciada, lo cual sugiere que en el
caso de los logros en indicadores distintos a los moneta-
rios es más importante el efecto de las políticas públicas a
través del gasto social (Figura 19).
Dado que el ejercicio de imputación permite conocer el
promedio de ingreso per cápita en los municipios, es po-
sible determinar, además de la magnitud de la pobreza
por ingresos, el nivel de desigualdad en ingresos medida
por el coeciente de Gini. El análisis de los resultados del
Coneval muestra que la gran mayoría de los municipios
registraron descensos en la desigualdad: 1,879 munici-
pios, equivalente a 77 por ciento del total, lograron entre
1990 y 2010 una tasa anual de reducción de 0.53 por cien-
to. Si se observa el avance por subperíodos, la desigual-
48 Este resultado es consistente si se utilizan las líneas de pobreza
alimentaria y de capacidades.
Figura 18. Cambios en la incidencia del IPS-8, 1990-2010
0,01
0
-0,01
-0,02
-0,03
0
-0,01
-0,02
-0,03
-0,04
-0,05
Incidencia del IPS-8 para al menos 1 carencia, 1990-2010
Incidencia del IPS-8 1990
Coef. = 0,008Coef. = 0,027
Incidencia del IPS-8 para al menos 3 carencias, 1990-2010
0,2 0,4 0,6 0,8 1
Incidencia del IPS-8 1990
00,2 0,4 0,6 10,8
Fuente: Elaboración de los autores con base en estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) a partir de los CPV 1990 y 2000, y la Muestra del CPV 2010. Nota:
Los coecientes muestran las tasas anuales de variación: 0.8 por ciento para la incidencia de una o más carencias sociales, y de -2.7 por ciento para el caso de tres o más car
encias.
Cambio anual en el IPS-8, 1990-2010
Cambio anual en el IPS-8, 1990-2010
36
dad disminuyó a un ritmo anual de 0.75 por ciento entre
1990 y 2000 en 418 municipios (17 por ciento); y de 1.9
por ciento entre 2000 y 2010 en 2,302 municipios (94 por
ciento). Alrededor de 323 municipios (13 por ciento) que
redujeron su coeciente de Gini durante la década de los
noventa también lo hicieron durante la década siguiente
a un ritmo cercano a 0.76 por ciento anual. El análisis de
convergencia-beta muestra que si bien durante los últi-
mos veinte años la desigualdad en ingresos descendió
más rápido en los municipios más desiguales, fue en la
década pasada donde se registraron los mayores avances
(Figura 20).
Finalmente, con respecto a la estimación no paramétrica
del IOH, los resultados a nivel de entidades para 2000 y
2010 muestran una tendencia similar a la hallada en los
indicadores previos: las entidades con IOH más bajo en
2000 fueron las que más avanzaron durante la década
siguiente, cerrando con ello las brechas de oportunidad.
En particular, entidades con elevados niveles de rezago
social, marginación, y pobreza fueron las que más avan-
zaron. Por ejemplo, Oaxaca aumentó el valor de su IOH en
49.8 por ciento en una década, Guerrero lo hizo en 37.2
por ciento, Puebla en cerca de 34 por ciento, y Chiapas lo
hizo en 32 por ciento (Tabla 7).
Figura 20. Convergencia-beta en el cambio de la desigualdad en ingresos municipal, 1990-2010
Fuente: Elaboración de los autores con base en estimaciones del Coneval (disponibles en: www.coneval.gob.mx) a partir de las ENIGH tradicionales 1992, 2000 y 2010, los CPV
1990 y 2000, y la muestra del CPV 2010.
0,06
0,04
0,02
0
-0,02
0,04
0,02
0
-0,02
-0,04
-0,06
1990-2010
Coeciente de Gini 1990
Coef. = -0,109
R2 = 0,411
Coef. = -0,021
R2 = 0,022
2000-2010
Coeciente de Gini 2000
0,1 0,2 0,3 0,4 0,60,5 0,2 0,3 0,4 0,6 0,70,5
Cambio % anual en el Coeciente de Gini, 1990-2010
Cambio % anual en el Coeciente de Gini, 2000-2010
Figura 19. Relación entre cambios en pobreza por ingresos e IPS-8, e ingreso per pita municipal, 1990-2010
Fuente: Elaboración de los autores con base en las ENIGH tradicionales 1992 y 2010 y en los CPV 1990 y 2010 para el ingreso per pita municipal, y en estimaciones del Coneval
(disponibles en: www.coneval.gob.mx) a partir de las ENIGH tradicionales 1992 y 2010, del CPV 1990, y de la muestra del CPV 2010 para la pobreza por ingresos, y del CPV 1990
y muestra del CPV 2010 para el IPS-8.
0,04
0,02
0
-0,02
-0,04
0,01
0
-0,01
-0,02
-0,03
Pobreza por ingreso per cápita municipal 1990-2010
Crecimiento del ingreso per cápita municipal 1990-2010
IPS-8 e ingreso per cápita municipal 1990-2010
Crecimiento del ingreso per cápita municipal 1990-2010
-2 -1 012-2 -1 012
Cambio anual en la incidencia de pobreza
por ingresos, 1990-2010
Cambio anual en el valor del IPS-8, 1990-2010
37
EL «DIAMANTE» DEL PROGRESO SOCIAL A
NIVEL SUBNACIONAL
El análisis de los apartados previos mostró que la evalua-
ción individual de los logros sociales es, en general, posi-
tiva. Sin embargo, con la nalidad de ilustrar un panora-
ma general del desempeño social de las entidades y los
municipios del país, se retoma la propuesta del diamante
del progreso social para conocer la brecha entre el des-
empeño relativo de estas áreas geográcas con su valor
máximo y, por tanto, identicar los espacios potenciales
de acción de las políticas públicas en los indicadores con
mayor rezago. La información contenida en los diamantes
permite comparar: i) los cambios en la posición relativa
de cada indicador en una entidad o municipio; y ii) la po-
sición relativa de cada indicador entre distintas entidades
o municipios.
A nivel de entidades, la Figura 21 ilustra los dos extre-
mos de la estimación. En 2010, Nuevo León presentaba
una ausencia de privación social de 83.4 por ciento, una
proporción de población sin carencia de ingresos —de
acuerdo con la línea de bienestar— de 70.8 por ciento,
un complemento de Gini de 0.502, y un IOH de 0.856. En
el caso de Chiapas estos valores eran, respectivamente,
75.1 por ciento, 19.1 por ciento, 0.459 y 0.436. Los valores
máximos para medir el progreso relativo de estos indica-
dores a través de la ecuación (1) son los mismos que los
utilizados en el apartado 1.3.2. A partir de esta informa-
ción, se observa que el progreso relativo respecto a la ca-
rencia de ingresos era casi 60 puntos porcentuales mayor
en Nuevo León (80.4 por ciento) que en Chiapas (21.7 por
ciento); la diferencia en el complemento de Gini era ape-
nas de 6 puntos (70.3 y 64.3 por ciento, respectivamente),
la del IOH era cercana a 50 puntos —el avance relativo de
Nuevo León en este indicador es 100 por ciento debido a
que esta entidad presentó el valor máximo del IOH en el
país: 0.856—, y la de la ausencia de privación social era de
poco más de 8 puntos —este último indicador mantiene
su valor actual: 83.4 por ciento en Nuevo León y 75.1 por
ciento en Chiapas dado que el máximo de referencia es
100 por ciento.
Tabla 7. Índice de Oportunidad Humana por entidad federativa, 2000 y 2010
(Valores y porcentaje de avance)
Entidad IOH 2000 IOH 2010 Cambio % Entidad IOH 2000 IOH 2010 Cambio %
Oaxaca 0.301 0.451 49.8 Querétaro 0.597 0.728 21.9
Yucatán 0.469 0.647 37.8 Morelos 0.550 0.670 21.8
Guerrero 0.308 0.422 37.2 Tabasco 0.511 0.618 21.1
Veracruz 0.407 0.554 36.3 Guanajuato 0.617 0.746 21.0
San Luis Potosí 0.488 0.660 35.3 Colima 0.680 0.791 16.4
Campeche 0.435 0.586 34.7 México 0.623 0.725 16.3
Puebla 0.429 0.576 34.1 Durango 0.628 0.715 14.0
Hidalgo 0.497 0.657 32.3 Sonora 0.712 0.811 13.9
Chiapas 0.330 0.436 32.1 Nayarit 0.540 0.614 13.8
Quintana Roo 0.553 0.712 28.9 Coahuila 0.731 0.827 13.1
Sinaloa 0.580 0.746 28.7 Jalisco 0.733 0.822 12.2
Zacatecas 0.624 0.800 28.2 Chihuahua 0.744 0.832 11.8
Baja California 0.662 0.838 26.6 Baja California Sur 0.720 0.798 10.8
Tamaulipas 0.623 0.774 24.2 Nuevo León 0.791 0.856 8.3
Tlaxcala 0.585 0.725 24.0 Aguascalientes 0.795 0.850 7.0
Michoacán 0.573 0.706 23.2 Distrito Federal 0.782 0.824 5.4
Nacional 0.586 0.701 19.5
Fuente: Elaboración de los autores con base en las muestras de los CPV 2000 y 2010.
38
Estos resultados sugieren que en el caso de Chiapas,
pese a los avances signicativos de los últimos años, se
requiere de políticas públicas integrales orientadas —
por orden de prioridad de acuerdo con el diamante— a
la reducción de la carencia de ingresos, al fortalecimiento
de las oportunidades de la población, a la redistribución
de los ingresos, y a la dotación de servicios básicos. En
contraste, si bien prevalecen algunos rezagos en los indi-
cadores de Nuevo León, parece que las estrategias prio-
ritarias podrían orientarse a lograr una distribución de
los ingresos más equitativa, donde se registra un menor
avance relativo.
Con respecto al progreso social relativo de los munici-
pios, debido a que no es posible contar con indicado-
res ociales de carencia de ingresos medida con la línea
de bienestar para antes de 2010, se utiliza en su lugar
el indicador basado en la línea de pobreza de patrimo-
nio que resulta del proceso de imputación de ingresos.
Comparando el periodo 2000-2010, las cifras del Coneval
muestran que en el primer año los valores máximos ob-
servados en el país contra los cuales se mide el progreso
relativo eran: 89.9 por ciento para la ausencia de pobreza
por ingresos, registrado en Morelos, Coahuila; 0.735 para
el complemento del Gini, registrado en Eloxochitlán,
Figura 22. Diamante del progreso social en Tlajomulco de Zúñiga, Jal. (derecha) y Arteaga, Coah.(izquierda),
2000-2010 (Posición relativa respecto al máximo en cada indicador)/a
Ausencia de privación social
Complemento
del Gini
(igualdad
en ingresos)
IOH (igualdad de
oportunidades)
Ausencia de carencia por ingresos
Fuente: /a Para el cálculo del indicador de ausencia de privación social éste no se compara respecto a un máximo observado, sino a un máximo de 100 por ciento que represen-
ta la satisfacción total de los derechos sociales (Anexo III). Elaboración de los autores con base en la muestra del CPV 2010 para el IOH, y en estimaciones del Coneval (disponi-
bles en: www.coneval.gob.mx) a partir del MCS-ENIGH 2010 y de la muestra del CPV 2010 para el resto de indicadores.
83,7%
80%
68,3%
78,8%
77,4%
72,5%
96,1%92,2%
Ausencia de privación social
Complemento
del Gini
(igualdad
en ingresos)
IOH (igualdad de
oportunidades)
Ausencia de carencia por ingresos
85%
76,2%
82,1%
70,5%91,9%
61,7%
69,1%
96,6%
Figura 21. Diamante del progreso social en Nuevo León (izquierda) y Chiapas (derecha), 2010
(Posición relativa respecto al máximo en cada indicador)/a
Ausencia de privación social
Complemento
del Gini
(igualdad
en ingresos)
IOH (igualdad de
oportunidades)
Ausencia de carencia por ingresos
Fuente: /a Para el cálculo del indicador de ausencia de privación social éste no se compara respecto a un máximo observado, sino a un máximo de 100 por ciento que represen-
ta la satisfacción total de los derechos sociales (Anexo III). Elaboración de los autores con base en la muestra del CPV 2010 para el IOH, y en estimaciones del Coneval (disponi-
bles en: www.coneval.gob.mx) a partir del MCS-ENIGH 2010 y de la muestra del CPV 2010 para el resto de indicadores.
83,4%
70,3%
80,4%
100%
Ausencia de privación social
Complemento
del Gini
(igualdad
en ingresos)
IOH (igualdad de
oportunidades)
Ausencia de carencia por ingresos
75,1%
64,3%
21,7%
50,9%
39
Puebla; y 0.795 para el IOH, registrado en Aguascalientes.
En 2010 estos máximos fueron, respectivamente: 92.1
por ciento en San Sebastián Tutla, Oaxaca, 0.748 en San
Antonio Acutla, Oaxaca, y 0.856 en Nuevo León. Al igual
que antes, el valor máximo para la ausencia de privación
social es 100 por ciento.
La representación gráca del progreso social relativo
por indicador, y sus cambios durante 2000 y 2010, per-
mite conrmar para dos municipios seleccionados alea-
toriamente algunas de las tendencias analizadas en los
apartados previos (Figura 22). Primero, se observa una
mejora relativa importante en el indicador relacionado
con la distribución de los ingresos —consistente con las
tendencias nacionales— en ambos municipios, así como
en los indicadores no monetarios. Esto ocurre principal-
mente en Arteaga, Coahuila, en donde el indicador de
progreso relativo hacia la satisfacción de carencias socia-
les se expandió cerca de 9 puntos porcentuales, de 76.2
a 85 por ciento entre 2000 y 2010, y el del IOH cerca de
5 puntos, de 91.9 a 96.6 por ciento en el mismo periodo.
Segundo, como se mostró antes, tanto a nivel nacional
como municipal el ingreso per cápita prácticamente no
se movió durante estos años dando como resultado un
estancamiento, e incluso un retroceso, en la reducción de
la pobreza por ingresos. Esto se reeja precisamente en el
retroceso relativo a la ausencia de pobreza por ingresos,
ocurrido en ambos municipios.
41
CONCLUSIONES
42
Pese al moderado crecimiento económico que México
experimentó durante las últimas dos décadas y a su re-
lativa debilidad fiscal, el impulso de reformas orienta-
das a un mayor y mejor volumen de gasto social tuvo
resultados significativos respecto de la reducción de la
desigualdad en ingresos, particularmente entre 1998 y
2010, del fortalecimiento de las capacidades y oportu-
nidades de la población, y de un mayor nivel de satisfac-
ción de servicios básicos. En términos de pobreza por
ingresos los resultados son modestos. Si bien la inciden-
cia relativa total en el país —la obtenida a partir de la
línea de pobreza de patrimonio— experimentó un des-
censo sostenido entre 1996 y 2006, posterior al periodo
2007-2009 caracterizado por el aumento en el precio
de los alimentos y la crisis financiera internacional tal
incidencia prácticamente retornó al nivel observado en
1992. Este último resultado refleja la elevada y persis-
tente vulnerabilidad del país a las crisis económicas.
El análisis a nivel subnacional de estos indicadores evi-
denció dos características adicionales del México ac-
tual. Por un lado, la disparidad inter e intrarregional En
el primer caso, por ejemplo, la medición de la pobreza
derivada de la LGDS en 2010 mostró que la pobreza ex-
trema afectó a un tercio de la población de Chiapas y
Guerrero; en cambio, afectó únicamente a entre 2 y 3
por ciento de los habitantes de Nuevo León y el Distrito
Federal. En el segundo caso, por ejemplo, Oaxaca tenía
en 2010 a tres de los municipios con la mayor incidencia
de pobreza en el país —más de 96 por ciento—, pero
también a dos de entre los 10 municipios con la menor
incidencia —alrededor de 17 por ciento. Así, al término
de la primera década del siglo actual, México continuó
siendo un país heterogéneo y desigual en el progreso
hacia el cumplimiento de los derechos sociales y econó-
micos de sus habitantes.
Por el otro lado, pese a tal disparidad, en los últimos
años se observaron patrones de convergencia en los
indicadores sociales. Por ejemplo, los municipios con
mayor logro en la reducción de la pobreza por ingre-
sos entre 2000 y 2010 fueron aquellos que tenían una
mayor incidencia en el año inicial. Un patrón similar se
presentó respecto de la reducción de carencias no mo-
netarias y de la desigualdad en ingresos. En particular,
la pobreza y la desigualdad en ingresos presentaron sus
mayores descensos entre el final de la década de los no-
venta y mitad de la década posterior, periodo en el que
se presentó también un patrón de convergencia del in-
greso per cápita municipal.
En suma, México mostró durante las últimas dos déca-
das un avance importante en el espacio de los dere-
chos sociales a través de la satisfacción de carencias no
monetarias y de la ampliación de oportunidades. Esto
es claro a través de la herramienta de diagnóstico de-
nominada diamante del progreso social que resume la
evolución de estos indicadores: en 2010 el país tenía
un progreso relativo de 78.3 por ciento respecto de la
ausencia de carencias sociales, y de 81.9 por ciento res-
pecto del índice de oportunidad humana. Sin embargo,
el diamante evidencia también la existencia de un im-
portante espacio para el ejercicio de políticas públicas
orientadas a la reducción de la carencia de ingresos —
respecto a la cual el país tenía un progreso relativo de
54.5 por ciento—, y a una mayor y mejor redistribución
de los mismos —progreso relativo de 68.7 por ciento.
43
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45
ANEXOS
46
Anexo 1. Principales características de la medición de la pobreza denida por el CTMP y el Coneval
CTMP Coneval
Espacios de medición Bienestar económico Bienestar económico y carencias sociales.
Método de estimación Método indirecto (líneas de pobreza). Combinación del método indirecto (espacio del bienestar/
líneas de pobreza) y directo (espacio de los derechos sociales/
privación o no de carencias sociales).
Indicadores Ingreso corriente neto total per cápita del hogar, neto de
regalos otorgados y recibidos, a precios de agosto del año
correspondiente, y con ajuste per cápita tradicional (i.e.
ingreso corriente total del hogar, dividido entre el número
de miembros del hogar)./1
Bienestar económico: ingreso corriente total per cápita del
hogar sin estimación de alquiler de la vivienda, a precios de
agosto del año correspondiente, y con ajuste per cápita con
base en escalas de equivalencia y economías de escala./2
Carencias sociales: índice de privación social.
CBA/3 INEGI-CEPAL 1992, diferenciada para áreas urbanas
y rurales, con precios actualizados con los subíndices
especícos del índice nacional de precios al consumidor.
Construcción de una canasta alimentaria, diferenciada para
áreas urbanas y rurales, a partir de los patrones de gasto y
consumo observados usando la ENIGH 2006.
Componente no alimentario
de la canasta básica
Expansión del costo de la canasta básica alimentaria
por el inverso del coeciente de Engel (o coeciente de
Orshansky) observado para un decil de referencia./4
Construcción de una canasta básica no alimentaria a partir
del patrón de gasto no alimentario observado en un estrato
poblacional de referencia —el mismo elegido para el cálculo
del componente alimentario—, la estimación del monto
necesario para satisfacer los bienes y servicios no alimentarios
y la identicación de dichos rubros, y la actualización de los
precios de los bienes y servicios no alimentarios mediante
deactores especícos.
Líneas de pobreza y
umbrales
• Líneas de pobreza
• Alimentaria: costo de la canasta básica alimentaria.
• Capacidades: costo de la canasta básica alimentaria,
más gastos en salud y educación.
• Patrimonio: costo de la canasta básica alimentaria, más
gastos en salud, educación, vestido, calzado, vivienda y
transporte.
• Líneas de Bienestar
• Bienestar mínimo: costo de una canasta básica que
incluye el componente alimentario.
• Bienestar: suma de los costos de las canastas básica
alimentaria más la no alimentaria.
• Umbral de carencias sociales
• Índice de privación social: número de carencias sociales
que tiene una persona según indicadores establecidos en la
LGDS, distinguiendo entre privación —al menos una carencia
social— y privación extrema —al menos tres carencias
sociales.
Unidades de análisis Personas y hogares. Personas.
Fuentes ENIGH tradicional 1992-2010. MCS-ENIGH 2008 y 2010.
/1 Incluye ingreso monetario y no monetario neto de regalos —regalos recibidos menos otorgados. El ingreso no monetario puede ser en especie, e imputado al
alquiler estimado de la vivienda y al autoconsumo. /2 El ingreso corriente total equivale a la suma de las percepciones monetarias y no monetarias de todos los
miembros del hogar. Incluye las percepciones y regalos en especie recibidos de forma recurrente, y excluye la estimación de la renta por el uso de la vivienda. /3 CBA:
canasta básica alimentaria. /4 El coeciente de Engel es el porcentaje del gasto total que dedica un hogar a sus necesidades de alimentación. El decil de referencia
se construye alrededor del hogar cuyo ingreso per cápita es inmediatamente superior al valor de la canasta básica alimentaria. Fuente. Elaboración de los autores
a partir de Coneval (2009) y CTMP (2002).
47
Anexo 2. Medidas sintéticas de la pobreza establecida en la LGDS
Medidas Indicadores de los espacios analíticos
Incidencia
Porcentaje de población que
presenta la característica
objeto de la medición.
• Porcentaje de población que presenta la característica objeto de la medición: 1) carencias en cada uno de los indicadores
relacionados con los DES, 2) ingreso inferior a la línea de bienestar, 3) ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, 4)
población por encima del umbral de privación —una o más carencias—, o por encima del umbral de privación extrema —
tres o más carencias, 5) en pobreza, 6) en pobreza extrema, y 7) en pobreza moderada.
Profundidad Espacio del bienestar/1 Distancia promedio entre el ingreso de la población con
carencia de ingresos y las líneas de bienestar y bienestar
mínimo.
Índice de privación social (para cada persona: suma de los
seis indicadores de los DES)
Número y proporción promedio de las carencias sociales
en la población clasicada en cada una de las siguientes
categorías: 1) pobreza, pobreza extrema, y pobreza moderada,
2) vulnerable por carencias, 3) vulnerable por ingresos, 4) no
pobre ni vulnerable, 5) con al menos una carencia, 6) con al
menos tres carencias, y 7) por debajo de las líneas de bienestar
y bienestar mínimo.
Intensidad/2
Producto entre una medida
de incidencia y una de
profundidad.
• Intensidad de la pobreza: producto entre la incidencia de pobreza (medida como proporción y la proporción promedio de
carencias sociales que enfrenta la población en pobreza.
• Intensidad de la pobreza extrema: producto entre la incidencia de la pobreza extrema y la proporción promedio de carencias
sociales que enfrenta la población en pobreza extrema.
• Intensidad de la población con una carencia o más: producto entre la incidencia de población con al menos una carencia
social y la proporción promedio de carencias de dicho grupo.
Severidad
Medida de desigualdad
entre la población en
condición de pobreza
Espacio del
bienestar
Medida de desigualdad entre la población por debajo de las
líneas de bienestar y bienestar mínimo.
/1 Las medidas sintéticas para la pobreza por ingresos, o índices FGT propuestos por Foster et al. (1984), corresponden a la incidencia, la profundidad o intensidad,
y la severidad de la pobreza. /2 Los indicadores de intensidad para la medición de pobreza establecida en la LGDS, con un enfoque multidimensional, derivan de la
propuesta de Alkire y Foster (2011) y Coneval (2009). Fuente: Elaboración de los autores a partir de Coneval (2009).
48
Anexo 3. Denición y construcción del IPS-8
La variante del índice de privación social (IPS-8) utilizada en este documento resulta de la metodología propuesta por
Alkire y Foster (2011) y Coneval (2009). Esta medida, conocida como intensidad de la privación social (M), se expresa
como sigue:
donde:
xij es la cantidad de atributos no monetarios j que el individuo i posee.
zj reeja el nivel mínimo aceptable —umbral o privación— para cada atributo j.
d es el número total de atributos j.
wj es el peso dado a cada atributo j, tal que .
La característica central de la medida M es que mide el nivel de privación a través de un criterio dual: un umbral tradi-
cional (zj) que identica a individuos con privación en un atributo j si xij < zj; y uno “inter-dimensional” (k) que indica el
número mínimo de carencias para que el individuos sea considerado con privación. Si ci es el número de privaciones
que enfrenta el individuo i, este último será considerado con privación si ci ≥ k. Por lo tanto, M reeja la proporción de
individuos con privación en carencias sociales, IPS (IPS = q / n, donde q es el número de individuos con privación en k o
más atributos j, y n es el universo de individuos), multiplicado por la profundidad de la privación, o proporción prome-
dio de privaciones que enfrentan estos individuos, A ( ).
La estimación municipal mostrada en la Figura 18 corresponde al IPS-8 y consideró los siguientes 8 indicadores de ca-
rencia social: rezago educativo; material de pisos; material de techos; material de muros; hacinamiento; acceso al agua;
servicio de drenaje; y servicio de electricidad. La agregación de estas carencias se realizó asumiendo igual peso (w) para
cada una. Para el umbral “inter-dimensional” se presentaron 2 ejercicios: i) cuando ci ≥ (k = 1), o al menos 1 carencia, y ii)
cuando ci ≥ (k = 3), o al menos 3 carencias.
Finalmente, en la construcción de los diamantes nacionales, por entidad, y municipales se utilizó la ausencia de priva-
ción social. Este número resulta de la multiplicación de [1 - A] por el número total de indicadores (8) para el caso en que
ci ≥ (k = 1).
49
Anexo 4. Estimación del IOH no paramétrico
El Índice de Oportunidad Humana (IOH), propuesto por Barros et al. (2009), es una medida que evalúa, por un lado, has-
ta qué punto una unidad geográca se aleja del acceso universal a un conjunto de bienes y servicios para la población
infantil, y por el otro, el grado en que cada niño o niña de esa unidad geográca tiene la misma oportunidad de acceder
a estos bienes y servicios. Los indicadores de acceso se denominan ventajas, y la igualdad de oportunidades exige que
estas no estén relacionadas con las denominadas circunstancias, las cuales representan las características personales,
familiares o de la comunidad sobre las que un niño o niña no tiene control. El primer paso para medir el IOH es elegir los
indicadores de acceso a los bienes y servicios por parte de la población infantil. Luego, se requiere la identicación de
las circunstancias relevantes que enfrenta este grupo. Una vez cubiertos estos pasos, se emplea un análisis de regresión
logística para estimar la relación entre cada circunstancia y el acceso a un bien o servicio básico. Con los coecientes
resultantes, es posible calcular tanto la probabilidad de acceso a cada bien o servicio para cada niño o niña en cada
grupo de circunstancias, así como la tasa de cobertura global.
La estimación del IOH en este estudio para 2000 y 2010 corresponde a una versión no paramétrica a nivel de entidades49
para la población infantil en edad escolar —5 a 15 años de edad— que consideró las siguientes ventajas: vivienda sin
hacinamiento (Vha), con piso distinto a tierra (Vpt), con electricidad ( Vel), con agua potable (Vap), con sanitario con descar-
ga directa de agua (Vsa), con drenaje (Vdr), y asistencia escolar (Vae). Las circunstancias fueron cinco: sexo del niño o niña
(Csn), sexo del jefe del hogar (Csj), estrato rural o urbano (Cru), presencia de alguna discapacidad (Ccd) y educación del jefe:
secundaria completa o más; secundaria incompleta o menos (Cej).
Para cada una de las ventajas, se calculó el porcentaje de cobertura de acuerdo a 32 posibles combinaciones de las
circunstancias. Por ejemplo, para la ventaja Vha:
1. Porcentaje sin hacinamiento para niños, rurales, con discapacidad, con jefe con secundaria completa o menos, y con jefe
de hogar hombre.
2. …
3. …
...
32. Porcentaje sin hacinamiento para niñas, urbanas, sin discapacidad, con jefe con secundaria completa o más, y con jefe
de hogar mujer.
Estos porcentajes se asignaron a una nueva variable IOHha para todos los menores que cumplieron con cada una de las
32 combinaciones. Los porcentajes incluidos en esta variable son utilizados para calcular la media geométrica, a nivel
de entidades, con la nalidad de asignar mayor peso a los valores más bajos de la distribución; es decir, se obtiene un
promedio en cada entidad ajustado por la desigualdad en la distribución del acceso a la ventaja Vha. Una vez aplicado
este procedimiento a todas las variables IOHi, se estima la media aritmética de las mismas, y luego se aplica la transfor-
mación inversa. El resultado es el IOH total, que puede ser visto como la media geométrica de las medias geométricas
de la distribución de las ventajas.
49 La estimación se realizó a este nivel debido a que el número de observaciones en los municipios se reduce signicativamente a medida
que se agregan circunstancias.
The World Bank
1818 H Street, NW,
Washington, DC 20433, USA.
www.worldbank.org
... In fact, although the foundations of Mexico's social policy have varied significantly over time, a constant has been its targeting of marginalized groups and areas. Social policy has tran- sitioned from the mere provision of basic services in the 1970s and 1980s towards strategies aimed at breaking the intergenerational cycle of poverty through investments in human capital in the 1990s, and incipient mechanisms to create productive options and assets in the early 2000s (Ortiz-Juarez & Perez-Garcia, 2013). ...
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Social policy in Mexico has focused on identifying and supporting households in extreme poverty. Yet, the country has a significant number of households just above the poverty line who are not eligible, by definition, for antipoverty programmes and are at risk of falling into poverty in the event of adverse shocks without appropriate social safety nets. This study uses cross-section and longitudinal data to understand better the profile of those ‘vulnerable’ households, their risk exposure, and the extent to which they are covered by public transfers and insurance mechanisms. The analysis shows that until 2010 most social programmes, including the few with productive components, barely covered the vulnerable. The study calls for public policies to pay attention to the vulnerable and find a policy mix on the continuum between targeted interventions and universal insurance schemes to serve this income group.
... The first panel in Figure 1shows a significant income loss in 2000 (for black and white printing solid line) when compared to 1990 (for black and white printing dotted line). The observed income loss reported in the household surveys is probably a consequence of the deep economic crisis of 1994 (see Lustig, 1998; Esquivel et al., 2010; Ortiz-Juárez and Pérez-García, 2013); but note that per capita income figures using national accounts paint a more positive picture (see above). Interestingly, a group of municipalities became very poor in 2000, showing evidence of the possible formation of a disadvantaged convergence club with per capita incomes around 467 Mexican pesos (see the left-hand bulge in the kernel density); this poor group seems to disappear in 2010 (dashed line). ...
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Based on census data linked to household surveys, we analyze the univariate and joint distribution of income, health and education at the municipality level in Mexico from 1990 to 2010 using Gaussian mixture models. The univariate analysis finds an emergence of a low-income cluster in 2000, which disappears again by 2010. Our trivariate estimation shows an education-led human development convergence over time while dynamics are mainly affected by fluctuations in health and income. Changes in development clusters have a clear spatial pattern and are closely related to the relative size of the agricultural sector and the proportion of indigenous population groups.
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Contrary to what happened before NAFTA, wage inequality in Mexico decreased after 1994. This paper investigates the forces behind the post-NAFTA decrease in wage inequality. Using a quantile decomposition, I show that the decline in wage inequality is driven by a decline in the returns to education and potential experience, especially at the top of the wage distribution. Supply and demand are the main contributors for this change. On the supply side, there were substantial increases in college enrollment rates after 1994, which translated into an increase in the proportion of workers with a college degree. However, this increase in supply was not met by an increase in demand for the highly educated: the proportion of the workforce in top quali…ed occupations and close to the top occupations did not increase as much as the increase in supply. As a result, college educated workers put wage pressures in top and less than top quali…ed occupations. A Bound and Johnson (1992) decomposition con…rms that changes in relative supply are the main determinant behind the decrease in wage inequality.
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Multidimensional measures provide an alternative lens through which poverty may be viewed and understood. In recent work we have attempted to offer a practical approach to identifying the poor and measuring aggregate poverty (Alkire and Foster, J Public Econ, 2011). As this is quite a departure from traditional unidimensional and multidimensional poverty measurement—particularly with respect to the identification step—further elaboration may be warranted. In this paper we elucidate the strengths, limitations, and misunderstandings of multidimensional poverty measurement in order to clarify the debate and catalyse further research. We begin with general definitions of unidimensional and multidimensional methodologies for measuring poverty. We provide an intuitive description of our measurement approach, including a ‘dual cutoff’ identification step that views poverty as the state of being multiply deprived, and an aggregation step based on the traditional FGT measures. We briefly discuss five characteristics of our methodology that are easily overlooked or mistaken and conclude with some brief remarks on the way forward. KeywordsPoverty measurement–Multidimensional poverty–Deprivation–FGT measures–Decomposability–Joint distribution–Axiom
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A comprehensive tax and benefit incidence analysis is presented covering the redistributive fiscal instruments implemented in Mexico in 2008 and 2010, representative of the urban and rural sectors, as well as nationally. The expansion of basic social programs and effectively targeted direct monetary transfers have increased the progressivity of Mexico's fiscal system in recent years. However, the overall redistributive impact of this system is limited by a comparatively unproductive tax system, a comparatively small share of resources allocated to direct transfers, and a significant share of spending tied to instruments with low redistributive effectiveness (subsidies to contributory social security systems, generalized consumer subsidies, and tertiary public education). The transition to a more effective and equitable fiscal system will require a comprehensive tax-benefits reform designed to improve tax productivity and benefit equity, combining a broad tax base with universally accessible public services and social protection.
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El índice de marginación que calcula el Consejo Nacional de Población (Conapo) en México permite jerarquizar los municipios (así como entidades federativas y localidades, pero este trabajo se concentra en las mediciones municipales) según su grado de marginación, en cada uno de los años considerados. Sin embargo, dicho índice tiene el inconveniente de que no permite evaluar las trayectorias a lo largo del tiempo. En este trabajo se propone un método alternativo, no sólo para calcular el índice de marginación que está fuertemente correlacionado con el índice de Conapo —que minimiza las consecuencias prácticas de sustituirlo—, sino que los nuevos puntajes permiten representar la evolución de la marginación en el tiempo. De esta manera no sólo se sabe la ordenación de los municipios según su puntaje y grado de marginación, sino que además es posible saber si la marginación de los municipios ha mejorado, empeorado o ha experimentado fluctuaciones a lo largo de los últimos veinte años. En este trabajo se analizan las trayectorias de marginación de cada municipio de 1990 a 2005. Además, se obtienen tipologías de trayectorias (de marginación creciente y decreciente) que permiten estudiar la marginación de los municipios de manera longitudinal. The index of marginalization estimated by the National Council of Population (Conapo) in Mexico allows ranking municipalities (as well as states and smaller communities, but this paper focuses on municipal measurements) according to their degree of marginalization, for each year considered. However, this index has the shortcoming of not enabling an evaluation of trends over time. This paper proposes an alternative method to calculate not only an index of marginalization strongly correlated to Conapo's index —which minimizes the practical consequences of replacing it—, but the new scores would represent the evolution of marginalization over time. In this way, it is not only possible to rank municipalities according to their score and degree of marginalization, but also to know whether the marginalization of the municipalities has improved, deteriorated, or experienced fluctuations over the last twenty years. The paper examines the marginalization trends of each Mexican municipality from 1990 to 2005. In addition, the method yields typologies of trends (of increasing and decreasing marginalization) that enable a longitudinal study of municipalitie's marginalization.
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Between 2000 and 2010, the Gini coefficient declined in 13 of 17 Latin American countries. The decline was statistically significant and robust to changes in the time interval, inequality measures, and data sources. In-depth country studies for Argentina, Brazil, and Mexico suggest two main phenomena underlie this trend: a fall in the premium to skilled labor and more progressive government transfers. The fall in the premium to skills resulted from a combination of supply, demand, and institutional factors. Their relative importance depends on the country.
Article
Equality of opportunity is about leveling the playing field so that circumstances such as gender, ethnicity, place of birth, or family background do not influence a person's life chances. Success in life should depend on people's choices, effort and talents, not to their circumstances at birth. Measuring Inequality of Opportunities in Latin America and the Caribbean introduces new methods for measuring inequality of opportunities and makes an assessment of its evolution in Latin America over a decade.An innovative Human Opportunity Index and other parametric and non-parametric techniques are presented for quantifying inequality based on circumstances exogenous to individual efforts. These methods are applied to gauge inequality of opportunities in access to basic services for children, learning achievement for youth, and income and consumption for adults.
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Recent theoretical advances have brought income and wealth distributions back into a prominent position in growth and development theories, and as determinants of specific socio-economic outcomes, such as health or levels of violence. Empirical investigation of the importance of these relationships, however, has been held back by the lack of sufficiently detailed high quality data on distributions. Household surveys that include reasonable measures of income or consumption can be used to calculate distributional measures but at low levels of aggregation these samples are rarely representative or of sufficient size to yield statistically reliable estimates. At the same time, census (or other large sample) data of sufficient size to allow disaggregation either have no information about income or consumption, or measure these variables poorly. This note outlines a statistical procedure to combine these types of data to take advantage of the detail in household sample surveys and the co...
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This paper proposes a new methodology for multidimensional poverty measurement consisting of an identification method [rho]k that extends the traditional intersection and union approaches, and a class of poverty measures M[alpha]. Our identification step employs two forms of cutoff: one within each dimension to determine whether a person is deprived in that dimension, and a second across dimensions that identifies the poor by 'counting' the dimensions in which a person is deprived. The aggregation step employs the FGT measures, appropriately adjusted to account for multidimensionality. The axioms are presented as joint restrictions on identification and the measures, and the methodology satisfies a range of desirable properties including decomposability. The identification method is particularly well suited for use with ordinal data, as is the first of our measures, the adjusted headcount ratio M0. We present some dominance results and an interpretation of the adjusted headcount ratio as a measure of unfreedom. Examples from the US and Indonesia illustrate our methodology.