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Pecarí del Chaco o Taguá
Catagonus wagneri
Una estrategia para su conservación
Editores: Mariana Altrichter, Arnaud Desbiez, Micaela Camino, Julieta Decarre
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LA SITUACIÓN DEL TAGUÁ EN PARAGUAY
Por: Juan Campos Krauer1, Silvia Saldívar Bellassai2, José L. Cartes3, Anthony J. Giordano4,
Jeffrey Thompson5 y Marianela Velilla6
(1) Centro Chaqueño para la Conservación e Investigación – Proyecto Taguá, Paraguay
(2) Itaipú Binacional
(3) Coordinador, Proyecto PROMESA-CHACO, Guyra Paraguay, Investigador PRONII Cat. I
(4) Director Ejecutivo, S.P.E.C.I.E.S; Director del Proyecto de Conservación del Jaguar de
Chaco
(5) Investigador Asociado, Guyra Paraguay
(6) Gerente Programa Conservación de Especies, Guyra Paraguay
La siguiente sección pretende resumir y compilar los datos existentes para el Taguá en
Paraguay. El Chaco paraguayo representa el límite oriental de distribución de la especie y es la
región donde se verificaron las poblaciones más grandes de la misma en los años 1990 (Taber
1991). Un hecho remarcable de esta región es la presencia de puntos de registro en áreas
correspondientes al Chaco de transición entre el seco y el húmedo. Estudios recientes
recopilaron información de gran valor para la conservación de la especie que presentamos a
continuación.
Figura 6. Taguá capturado por trampa cámara en el Parque Nacional Defensores del Chaco, Paraguay
(Saldívar, 2014). Foto: Silvia Saldívar Bellassai y Anthony J. Giordano.
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El área de distribución en Paraguay abarca los Departamentos de Boquerón y Alto
Paraguay, incluso parte del Departamento de Presidente Hayes, en la región del Chaco central,
norte y oeste, hasta el río Pilcomayo, frontera con Argentina y la frontera seca con Bolivia. Por
otra parte, las observaciones realizadas por el Centro Chaqueño de Conservación e
Investigación (CCCI) sugieren que el norte del Chaco permanece relativamente aislado y
contiene las más altas densidades poblacionales de la especie en Paraguay (Campos et al. en
prep.). El Taguá se distribuye de manera más restringida respecto de las demás especies de
mamíferos, encontrándose con mayor frecuencia en las áreas protegidas de la región más
árida del Chaco paraguayo (Neris et al. 2002).
Trabajos anteriores mencionan, para el Chaco paraguayo, tamaños de tropas (o
manadas) de Taguá que varían entre uno y nueve individuos (Mayer & Brandt 1982; Sowls
1984), con un promedio de 4,5 de acuerdo con Taber et al. (1993). Resultados recientes de
una encuesta realizada en los años 2012 y 2013 (Campos et al. en prep.) en base a
observaciones directas, las pistas (huellas y fecas) y las entrevistas, sugieren que en la
actualidad el tamaño de las tropas es mucho menor, siendo muy común encontrar animales en
pares, similar a los resultados encontrados por Altrichter & Boaglio (2004) para el Chaco
argentino. Las tropas de más de cinco individuos son muy raras de observar en la actualidad.
Trabajos recientes identificaron la presencia de la especie, en la región de transición
entre el Chaco Oriental o Chaco húmedo, en sitios, como por ejemplo la Estancia Zalazar
(Presidente Hayes) (Yanosky et al. 2010; Yanosky 2013) y en el Parque Nacional Defensores
del Chaco, el sector de Agua Dulce y más al este sobre la línea 1 (Saldívar 2014).
Su distribución en Paraguay es completamente simpátrica con las otras especies de
pecaríes, el pecarí de collar o kure’i (Tayassu tajacu) y el pecarí de labios blancos o tañyka ti
(Tayassu pecari) y existen datos que refieren la presencia de especies exóticas, como ser
tropas salvajes de cerdos domésticos (Sus scrofa), en especial en la zona del río Pilcomayo
(Eduardo Llano, cazador, com. pers.). Según las afirmaciones de Llano, existirían variedades
de jabalí europeo traídos desde Brasil en estancias de la zona de General Díaz, hacia el río
Pilcomayo.
El área de distribución del Taguá comprende en parte a la “Reserva de la Biosfera del
Chaco” y su presencia está registrada en áreas núcleo de gran tamaño; el Parque Nacional
Defensores del Chaco (650.000 has), el PN Médanos del Chaco (425.000 has), el PN Teniente
Agripino Enciso (50.000 has) y la Reserva Natural Cañada del Carmen (4.000 has). El principal
problema de estas áreas protegidas es su débil grado de implementación y la falta de
continuidad en la ejecución efectiva de sus planes de manejo.
La única población en semi-cautiverio con fines de liberación de individuos a su hábitat
en Paraguay es el “Proyecto Taguá”. Éste se inició en Noviembre de 1985 a través de un
acuerdo entre la Sociedad Zoológica de San Diego (EEUU), el Ministerio de Agricultura y
Ganadería (Paraguay) y el Cuerpo de Paz de los Estados Unidos de Norteamérica. El principal
objetivo era iniciar un proyecto de investigación y cría de Taguá en cautiverio, debido a la
alarmante disminución de la entonces muy poco conocida y recién descubierta especie. Hoy, el
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Centro Chaqueño para la Conservación e Investigación (CCCI) se encuentra ubicado en Fortín
Toledo, Departamento de Boquerón. Por otro lado, una pequeña población es mantenida en
cautiverio en el Centro de Investigación de Animales Silvestres de la Itaipú Binacional en
Hernandarias, Alto Paraná, por motivos de contingencia e investigación científica.
Amenazas
Debido al tamaño del área de distribución, la baja detectabilidad y la escasez de la
especie, es extremadamente difícil obtener datos que permitan calcular con precisión el número
de poblaciones de Taguá a lo largo del Chaco paraguayo. Hace más de dos décadas se estimó
que la abundancia de Taguá rondaba los 5.000 individuos (Taber 1991; Handen et al. 1994).
Sin embargo, el desarrollo de actividades humanas en la región se ha incrementado
dramáticamente en los últimos años. Las áreas que en el pasado permanecieron aisladas,
ahora tienen caminos, electricidad, teléfono e incluso internet. En una década más de 3,5
millones de hectáreas de bosque chaqueño se han desmontado (Huang et al. 2009; Caldas et
al. 2013).
Si tenemos en cuenta que el área de acción de un grupo de Taguá es de
aproximadamente 11-15 km2 (Taber et al. 1993) y sabemos que más de 35.000 km2 de
superficie de hábitat para el Taguá han desaparecido en los últimos años, podemos inferir que
el área perdida equivale a entre 3.200 y 2.300 áreas de acción de Taguá en silvestría. Por otro
lado, esta estimación sólo considera la pérdida de hábitat, no así la presión de caza, los efectos
de la fragmentación o posibles brotes de enfermedades. Si todos estos factores son tomados
en consideración, podemos estimar que la población de Taguá en el Chaco paraguayo, en
consecuencia, habría disminuido por lo menos a la mitad de lo estimado previamente. A partir
de los mapas de distribución, encuestas recientes y resultados de entrevistas con pobladores,
se sabe que las poblaciones que sobreviven en el centro y suroeste del Chaco paraguayo
están en claro retroceso y lo más probable es que persistan en pequeñas poblaciones aisladas
y fragmentadas bajo alta presión de caza (Campos et al. en prep.).
Las actividades productivas de la región, principalmente la ganadería, han
transformado drásticamente la mayor parte del centro, oeste y noreste de la región chaqueña
en Paraguay. Datos recientes reflejan altas tasas de deforestación (500 a 1200 ha. de
bosque/día) (Huang et al. 2009; Caldas et al. 2013, ver Arévalos, y Yanosky en este informe).
Otro tipo de transformaciones, como grandes proyectos viales y concesiones
petrolíferas en la región, amenazan con profundizar la transformación del hábitat (por ejemplo
la iniciativa de los “Corredores de Integración” o la carretera “Bi-Oceánica”).
Dadas las características del monte chaqueño, que dificultan el acceso y el libre
movimiento a través del mismo, casi toda la cacería se produce cerca o sobre las carreteras.
Este factor, junto al aumento del número de motocicletas en circulación, ha contribuido
significativamente a la movilidad de los colonos locales y mejorado considerablemente sus
posibilidades de caza, al brindarles caminos y un medio de transporte rápido y barato.
Anteriormente, los cazadores se movilizaban a pie, a caballo o en bicicleta. Sin embargo, en la
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actualidad, algunos cazadores se desplazan en motocicletas incluso hasta 100 kilómetros
alejados de sus asentamientos. Del mismo modo, el viejo hábito de abandonar la piel y el
cráneo del animal cazado está desapareciendo dado que también aumentó la capacidad de
cargar el animal entero, dificultando de esta forma encontrar los restos de los individuos de
Taguá cazados.
La importancia de la cacería en el área de ocurrencia del Taguá ha sido demostrada
por Thompson & Martínez Martí (2015), quienes encontraron una fuerte relación positiva entre
los poblados o asentamientos rurales y la ocurrencia del Taguá, es decir, a mayor distancia,
mayor ocurrencia de Taguá. El aumento de la presión de caza en la mayor parte del Chaco
paraguayo resulta evidente. Zonas remotas que anteriormente tenían un tráfico mensual bajo
de solo algunos camiones, ahora soportan varios cientos. La mayoría de los conductores que
circulan llevan armas de fuego que son utilizadas de manera oportunista. Entre todas las
especies cazadas el Taguá es probablemente uno de los blancos más fáciles, debido a su
comportamiento manso y curioso. No es raro que los cazadores maten a más de un Taguá, si
se presenta la oportunidad, tomando ventaja de la conducta protectora que tiene la especie con
respecto a los miembros caídos de su grupo familiar. La característica de la caza ilegal en el
Chaco, fuertemente dependiente de los accesos y el sinérgico efecto del aumento en la
movilidad, también está asociada al aumento de la extensión de la red vial en la región
generado por el avance de la deforestación y el cambio en el uso de la tierra, lo cual ha
facilitado el acceso de cazadores a áreas anteriormente impenetrables (Saldívar 2014).
La caza de esta especie en Paraguay está penada por la Ley 96/92 de Vida Silvestre,
sin embargo, se sabe de la existencia de caza de subsistencia, caza deportiva (y/o de trofeo) y
caza comercial para venta ilegal de carne o cuero (a pesar de estar incluida en Apéndice 1 de
CITES, Neris et al. 2002). La caza realizada por los pueblos originarios en sus asentamientos
está permitida (Ley 96/92). Un estudio reciente en el Parque Nacional Defensores del Chaco, el
área protegida más grande del país y centro de la distribución del Taguá en Paraguay, revela
que todos los tipos de cacería se presentan en la zona y que la cacería para consumo por los
antiguos residentes en el área tiene una baja tasa de extracción debido al carácter oportunista
de la misma y la baja densidad poblacional humana en la zona de estudio (Saldívar 2014). Sin
embargo, los residentes reportaron una preferencia por la carne de Taguá frente a las otras
especies de pecaríes (Saldívar 2014). No fueron cuantificadas, sin embargo, la presión de la
caza deportiva, comercial y de trofeo. Los efectos aditivos de estos tipos de caza sobre las
poblaciones de Taguá, se estiman altos (Saldívar, com. pers.).
A nivel país, la especie está categorizada como “en peligro de extinción” por la
Resolución 2243/06 de la Secretaría del Ambiente, cuya cacería está penada por la ley de
delito ecológico 716/96 con pena carcelaria de 1 a 5 años, por ser una especie amenazada. Sin
embargo, no se ha emitido ninguna condena por este delito hasta la fecha (Fariña, com. pers.).
La impunidad y falta de control, en conjunto con la apertura de caminos (con crecimiento
exponencial entre 1986 y 2011; Saldívar 2014), son factores que favorecen la cacería ilegal. En
especial debido a que esta especie suele ser vista en rutas, caminos y senderos (Sowls 1997)
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e incluso hay evidencias que apoyan la ocupación preferencial de la especie en áreas cercanas
a las rutas (Saldívar 2014). Por otro lado, el comportamiento curioso y menos agresivo respecto
de las demás especies, podría hacerla más susceptible a la caza. Una prueba de ello es el
estudio de Neris et al. (2010), quienes encontraron un mayor número de cráneos de Taguá
respecto de otras especies resultado de la caza de subsistencia para una muestra de todo el
Norte del Chaco Seco Paraguayo (Figura 7).
Por último, un factor potencial de mortalidad críptica y una amenaza creciente para el
Taguá podría resultar de la alteración en la relación con sus propios predadores. Tanto el
yaguareté como el puma son predadores conocidos del Taguá y ambas especies sufren de
manera similar la pérdida de hábitat que resulta de la rápida deforestación en el Gran Chaco
(Giordano 2015, Giordano, datos sin publicar). Datos recientes recogidos en el Parque Nacional
Defensores del Chaco muestran que ambas especies de felinos depredan sobre el Taguá y las
otras especies de pecaríes (Giordano 2015, Giordano, datos sin publicar). Sin embargo,
todavía se desconoce el papel que cumple la conversión y fragmentación del hábitat sobre
estas interacciones predador-presa. Por ejemplo, es probable que los efectos combinados de la
deforestación y los cambios comportamentales en ambos, predador y presa, puedan llevar a un
aumento en la vulnerabilidad del Taguá frente a la depredación. Por tal motivo, estas
amenazas potenciales deberán ser estudiadas y analizadas científicamente en mayor detalle
para lograr caracterizar las alteraciones que se generan sobre la comunidad de mamíferos en
su totalidad y sobre sus relaciones inter-específicas.
Conclusión
En base a la escasa información disponible sobre la especie, consideramos de suma
importancia garantizar la continuidad de los trabajos que permitan obtener datos fundamentales
para favorecer su conservación y manejo eficiente de las poblaciones. Esto es particularmente
importante teniendo en cuenta que las actuales poblaciones podrían estar fragmentadas o
aisladas a lo largo de su distribución y que la inminente construcción del proyecto de “Corredor
Figura 7. Cráneos hallados durante una investigación sobre caza de subsistencia en el norte del
Chaco Seco Paraguayo. Los cráneos a la izquierda pertenecen a Pecari tajacu, los del medio a
Tayassu pecari y los de la derecha a Catagonus wagneri. Foto: Silvia Saldívar Bellassai.
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Bioceánico” podría desencadenar impactos todavía más fuertes y de consecuencias
desastrosas para la especie a largo plazo.
Con respecto a los esfuerzos hacia la conservación y cría en cautiverio del Taguá, el
Proyecto Taguá - CCCI es el único proyecto dedicado enteramente a la conservación de la
especie ex-situ, con logros importantes respecto de su reproducción en cautiverio, así como en
los programas de reintroducción. Por otro lado, la mayor parte de la información referente a
aspectos de manejo de los individuos como: inmovilización (Allen 1992; Sutherland-Smith et al.
2004), reproducción (Brooks 1992; Benirschke et al. 1995; Benirschke 2000; Yahnke et al.
1997), nutrición (Handen & Benirschke 1991; Merrit 2010), comportamiento (Benirschke et al.
1990), genética (Benirschke et al. 1985), patología y ecología (Handen et al. 1994) es el
resultado de la investigación llevada a cabo por el CCCI o en colaboración con otras
organizaciones.
Durante los años 90 se realizaron campañas nacionales de concientización sobre la
importancia del Taguá. La campaña resultó exitosa e incluso la especie fue elegida como
mascota de la Copa América de Fútbol 1999 organizada por la FIFA (Figura 8). Esta especie
tan característica del Chaco es poco conocida a nivel país, pero tiene potencial para convertirse
en un emblema de la conservación de la biodiversidad chaqueña en Paraguay.
El avance en el desarrollo de las actividades económicas en el Chaco es prácticamente
imparable y está fuertemente estimulado por el precio de los productos primarios generados en
la región, con tendencias que van al aumento en la demanda de los mismos (Yanosky 2013).
Es el momento de tomar conciencia y favorecer medidas que apunten al progreso con criterios
y acciones efectivas y coordinadas hacia la sostenibilidad. De lo contrario, nos exponemos a la
posibilidad de perder al Taguá y junto con él a la especie símbolo del Gran Chaco Americano.
Figura 8. Caricatura del Taguá que se utilizó como
mascota de la Copa América de Fútbol 1999.