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LA PRENSA OBRERA COMO VEHÍCULO DIVULGADOR DEL IDEAL LIBERTARIO: EL CASO DE LA CUBA DECIMONÓNICA.

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Abstract

El movimiento obrero de corte anarquista surgido en Cuba durante las últimas décadas del siglo XIX necesitó una plataforma desde la que difundir su programa. Surgió, así, la prensa ácrata. Los diferentes voceros que contribuyeron a divulgar el ideal libertario entre cubanos e inmigrantes sufrieron una evolución a lo largo del tiempo marcada en gran parte por la política restrictiva del gobierno colonial. El objetivo principal del presente artículo es analizar el discurso ácrata a través de su producción periodística y su transformación a consecuencia de la legislación vigente.
Naveg@mérica. Revista electrónica editada por la Asociación Española de Americanistas. 2016, n. 17.
Recibido: 02-02-2016
Aceptado: 17-02-2016
Cómo citar este artículo: COLODRÓN VALBUENA, Javier. La prensa obrera como vehículo
divulgador del ideal libertario: el caso de la Cuba decimonónica. Naveg@mérica. Revista electrónica
editada por la Asociación Española de Americanistas [en línea]. 2016, n. 17. Disponible en:
<http://revistas.um.es/navegamerica>. [Consulta: Fecha de consulta]. ISSN 1989-211X.
ARTÍCULOS
LA PRENSA OBRERA COMO VEHÍCULO DIVULGADOR DEL IDEAL
LIBERTARIO: EL CASO DE LA CUBA DECIMONÓNICA
1
.
Javier Colodrón Valbuena
Universidade de Santiago de Compostela
javier.colodron@rai.usc.es
Resumen: El movimiento obrero de corte anarquista surgido en Cuba durante las últimas décadas
del siglo XIX necesitó una plataforma desde la que difundir su programa. Surgió, así, la
prensa ácrata. Los diferentes voceros que contribuyeron a divulgar el ideal libertario entre
cubanos e inmigrantes sufrieron una evolución a lo largo del tiempo marcada en gran parte
por la política restrictiva del gobierno colonial. El objetivo principal del presente artículo es
analizar el discurso ácrata a través de su producción periodística y su transformación a
consecuencia de la legislación vigente.
Palabras clave: Cuba, anarquismo, prensa obrera, colonialismo, movimientos migratorios.
Tittle: THE LABOR PRESS AS A VEHICLE OF TRANSMISSION OF THE LIBERTARIAN IDEAL:
THE CUBAN CASE IN THE 19th CENTURY.
Abstract: The anarchist labor movement arisen in Cuba during the last decades of the XIX century
needed a platform to spread its programme. Thus, the libertarian press emerged. The different
journals that contributed to diffuse the libertarian ideal among Cubans and immigrants
experienced an evolution especially due to the restrictive policy of the colonial government.
The aim of this paper is to analyze the libertarian discourse through its journalistic production
and to understand its transformation as a result of the current legislation of that period.
Keywords: Cuba, anarchism, labor press, colonialism, migration movements.
1. Panorama general de la prensa obrera decimonónica
Desde mediados del siglo XIX las ideas ácratas comenzaron a entrar de manera
paulatina e ininterrumpida en Cuba, propagándose entre una población que
anhelaba unos cambios sociopolíticos continuamente obstaculizados por una
1
El presente trabajo se ha realizado en el marco de los proyectos de investigación “A nova Esquerda
e a violencia revolucionaria. Perspectivas comparadas da violencia política en América Latina e
Europa (1960-1990)”, Xunta de Galicia, EM2014/13 y “La oleada de la nueva izquierda en América
Latina y Europa. Dimensiones transnacionales de la violencia revolucionaria”, MINECO, HAR2013-
43311-P.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
2
anquilosada administración colonial aferrada con uñas y dientes a sus últimos y
lucrativos feudos de ultramar. En esta difusión ideológica jugaron un papel primordial
las prácticas desplegadas por los militantes, propagandistas e intelectuales de firmes
principios libertarios quienes gracias a la creación de instituciones educativo-
culturales, organizaciones obreras y publicaciones periódicas, conformaron un
sentimiento de clase desconocido hasta entonces en la Isla y que contribuyó de
manera activa al desarrollo del espíritu contestatario generalizado en el territorio
durante la postrimería del Imperio Español.
La política represiva del gobierno colonial, acentuada tras el golpe que supuso
para la jefatura el proceso de descolonización latinoamericano sufrido a inicios de
siglo, obstaculizó enormemente la transmisión de los dogmas del socialismo utópico
hasta la relativa libertad de prensa otorgada tras la firma del Pacto de Zanjón en
febrero de 1878. Sin embargo, el prodigioso crecimiento que experimentó la
economía cubana, basado principalmente en las exportaciones, “facilitó la constante
circulación de personas y publicaciones a través de la cual los distintos estratos
sociales estuvieron informados”
2
de las tendencias ideológicas que germinaban, por
aquel entonces, tanto en los Estados Unidos como en el Viejo Continente.
El objetivo principal del presente artículo es el estudio del discurso elaborado por
los representantes del socialismo revolucionario afincados en la colonia, con el fin de
señalar los posibles paralelismos que pudieran existir con el mensaje libertario
propagado por Europa. De este trabajo se desligarán también las características que
definieron el anarquismo cubano decimonónico, aspecto sobre el cual la
historiografía no ha incidido profundamente. Para la realización de esta tarea
analítica se tomarán en consideración dos de las principales publicaciones obreras
de la época, La Aurora y El Productor, con el fin de hacer frente a los vacíos
documentales que acompañan siempre a un movimiento tan clandestino como el
ácrata.
Las publicaciones a analizar se enmarcan en la modernización de Cuba, iniciada
a partir de los últimos años del siglo XVIII, que derivó en una gradual complejidad de
la estructura social cubana ligada a la especialización del trabajo y a la cada vez
más preponderante actividad urbana. Estos cambios generaron además novedosas
configuraciones organizativas en la producción y los espacios públicos de
sociabilidad a partir de los años 50 de la siguiente centuria. El nuevo modelo de
mercado, cimentado en una constante exportación azucarera, y las cordiales
relaciones entre la administración española y las élites criollas que se negaron a
formar parte del movimiento independentista iniciado en la América Continental
favorecieron la génesis de un marcado desequilibrio socioeconómico que suscitó un
mayor interés por las ideas de corte socialista entre el amplio estrato popular.
Temeroso ante la idea de que su política monopolística y la incapacidad diplomática
de las élites insulares ocasionasen una corriente ácrata similar a la que incidía cada
vez con más fuerza en el panorama sociolaboral de la metrópoli, “el poder colonial
coaccionó la producción, circulación y consumo del trabajo intelectual y, sobre todo,
2
CASANOVAS, J. La prensa obrera y la evolución ideológica-táctica del obrerismo cubano del siglo
XIX. Signos históricos. Ene./Jun. 2003, n. 9, pp. 13-42. México: UAM, 2003.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
3
de las imprentas”
3
, aspecto que, unido al reducido público capacitado
intelectualmente para la lectura de esta producción panfletaria, dificultó el
rendimiento divulgativo de la prensa durante los primeros años de la segunda mitad
del siglo XIX.
Esta lógica negativa en el consumo periodístico por parte de la población
trabajadora de la Isla, se vio alterada por el desarrollo de las comunicaciones, el cual
facilitó no sólo el flujo de mercancías, sino que contribuyó al tráfico incesante de
personas, noticias e ideas, colaborando así en la creación de una comunidad de
lectores más amplia, competente y experimentada. A pesar de este aumento de la
demanda literaria y de las innovaciones tecnológicas implantadas en el sector
4
, la
actividad editorial continuó siendo una tarea poco rentable desde una óptica
puramente empresarial, obligando con ello a escritores y activistas a sufragar de su
propio bolsillo, o a través de campañas de suscripción, los costes de publicación.
Esta autogestión, que aparentemente podría suponer un obstáculo para el
periodismo cubano, no afectó de una manera tan negativa a la prensa obrera de la
época, favorecida en su radio de acción por un modelo de financiación que le
otorgaba la libertad e independencia necesarias para la difusión de un ideario de
corte tan nihilista como lo era el libertario. El auge asociacionista de los años 50,
derivado de las nefastas condiciones laborales que sufrían los trabajadores cubanos
en un momento en que la mano de obra esclava estaba siendo sustituida de manera
paulatina por una producción asalariada, se vio complementada por la labor
reivindicativa de la prensa obrera, acusadora infatigable de las injusticias cometidas
por parte de la patronal. A las citadas dificultades por las que pasaba la prensa
escrita en estas fechas se sumaba la férrea limitación que suponían para la libre
circulación de ideas la censura, las investigaciones llevadas a cabo mediante espías
infiltrados en los círculos más contestatarios y las duras condenas dictadas y
ejecutadas contra los más destacados disertadores y representantes del
descontento obrero.
Para poner fin a las conspiraciones anexionistas perpetradas desde los grupos
de hacendados s afectados por la política pro-abolicionista proyectada desde
Madrid, la administración central del Imperio moderó la represión ejercida de manera
sistemática contra la élite criolla, permitiéndoles una mayor libertad de reunión,
asociación y expresión. Este hecho colaboró en el desarrollo de un movimiento
reformista que pretendía –manteniendo los fundamentos esenciales de la sociedad
esclavista- materializar una serie de reformas sociopolíticas en la Isla. Para llevar a
cabo dichas reformas, el gobierno metropolitano de la Unión Liberal nombró de
modo sucesivo a Francisco Serrano (1859-1862) y a Domingo Dulce (1862-1866),
ambos de corte más transigente con las aspiraciones criollas, nuevos Capitanes
3
BASAIL RODRÍGUEZ, A. El Lápiz Rojo. Prensa, censura e identidad cubana (1878-1895). La
Habana: Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2004, p. 31.
4
En comparación con otros países europeos y del ámbito americano, la imprenta llegó con relativa
dilación a Cuba, concretamente en la década de los años 20 del siglo XVIII. No fue, sin embargo,
hasta mediados del siglo siguiente, al calor del desarrollo comercial cubano, cuando esta actividad
recibió un impulso modernizador provocado por la introducción de innovaciones como la prensa
mecánica (1834) o la de vapor (ca. 1850). Esta modernización, unida a la producción planificada,
dotaron a las imprentas insulares de unos adelantos técnicos y organizativos que propiciaron un
incremento considerable en la productividad editorial.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
4
Generales de la colonia.
Con la llegada de Serrano se abrió en Cuba un nuevo panorama político en el
que se autorizó la fundación de sociedades culturales y de periódicos destinados a
debatir, en términos realmente moderados, la implantación de un nuevo orden social
en los dominios antillanos. El formidable crecimiento asociacionista surgido al
socaire de esta apertura política permitió la convivencia de individuos de diversos
estratos sociales en los centros culturales y liceos, donde entraban en contacto e
intercambiaban ideas de carácter social, político y económico. Estos ateneos
actuaron como verdaderas academias ideológicas para muchas personas de baja
condición social que de otra manera nunca hubiesen podido entrar en contacto con
las corrientes dogmáticas predominantes en la medianía del siglo XIX europeo y
americano.
Paralelamente a la creación de estas asociaciones, gran parte de la élite criolla
se decantó por la prensa escrita como medio de difusión de sus ideas. Motivados
por el impulso que el desarrollo de la industria tabacalera ejerció sobre las artes
gráficas cubanas
5
, comenzaron a surgir numerosas publicaciones que se apartaban
de la línea editorial seguida por El Diario de la Marina y otros órganos oficialistas
para difundir un mensaje diferente. En estos primeros años, y dada la carencia de
una concepción de clase entre la población trabajadora de la Isla, los primeros
periódicos y revistas defendían los intereses de la burguesía cubana, ardiente en
deseos de promover la tan esperada reforma de la política colonial. Boletines como
El Siglo o La Serenata, apoyaban “casi exclusivamente los puntos de vista de los
hacendados y los profesionales liberales criollos”
6
. Pese a su carácter burgués,
estas publicaciones lanzaron campañas en favor de ciertos derechos laborales que
permitiesen una colaboración –no una pugna- entre patronal y proletariado. En esta
línea, las sociedades mutualistas de la época también utilizaron los periódicos como
plataforma para mostrar a la clase trabajadora las ventajas de formarse
culturalmente y tratar de integrar a las mujeres en el mundo laboral de una manera
lo más igualitaria posible.
El nacimiento del semanario La Aurora –del que hablaremos de forma más
detallada- supuso un antes y un después en la difusión de ideas por medio de la
prensa escrita, debido sobre todo a su triunfal campaña en favor del establecimiento
de la lectura en las fábricas. Esta actividad permitía a los trabajadores de la industria
del tabaco –muchos de ellos sin formación- acceder a la información de la prensa
diaria, al argumento de algunas novelas o al contenido de libros de carácter político.
Fue esta última tipología la que tuvo un mayor impacto en el surgimiento de un
sentimiento de clase, no tanto por las doctrinas difundidas –nunca radicales- como
porque “estaban despertando la avidez de lectura en muchos obreros”
7
a quienes su
5
En las décadas de 1850 y 1860, la industria tabacalera cubana experimentó un fuerte auge que
repercutió de manera directa en la imprenta insular. La mayor demanda de tabaco, potenció la
impresión de marquillas de envase, materiales de presentación y anillos de tabacos, facilitando la
introducción de innovaciones técnicas destinadas a la mejora de la calidad de los impresos y el
aumento en el número de talleres dedicados a dicha actividad. (Véase LÓPEZ ÁLVAREZ, 1991).
6
CASANOVAS CODINA, J. ¡O pan, o plomo! Los trabajadores y el colonialismo español en Cuba,
1850-1898. Madrid: Siglo XXI de Editores, 1998, p. 86.
7
CABALLERO CASTILLO, A. Obrerismo y Libertad. Primeros indicios de conciencia de clase en
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
5
interés por conocer más sobre los autores citados en las lecturas les llevaba a
discernir y tratar cuestiones catalogadas como peligrosas por la administración
española. Ante esta potencial amenaza el Gobierno se apresuró a dictar las medidas
necesarias para reducir la materia tratada en estos auténticos recitales a una
exposición de la vida y obra de los Santos u otras obras de carácter más general
aprobadas por la Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica. A pesar de todos los
intentos gubernamentales por frenar la expansión de las ideas tanto
independentistas como de índole relativamente socialista, estas se abrieron paso de
forma imparable entre los trabajadores cubanos, máxime dentro del sector
tabacalero. Este calado ideológico se puso de manifiesto con la celebración, en
1866, de la primera huelga en Cuba –iniciada precisamente por tabaqueros-
evidenciando la eclosión de unas contradicciones entre obreros y patronos
inexistentes hasta el momento en la Isla. Comenzaba a aparecer, por tanto, un
sentimiento de clase y un cierto grado de organización entre el proletariado cubano.
El clima de restringida libertad que vivía Cuba, comenzó a ensombrecerse ese
mismo año con los aires cada vez más reaccionarios de una política colonial
intimidada por las consecuencias que estaba teniendo su aperturismo. El golpe
definitivo a este modelo de dirección tuvo lugar en el mes de mayo con dos hechos
de carácter significativo: la sustitución al frente de la Capitanía General de Cuba del
reformista Domingo Dulce por un candidato mucho más afín al nuevo viraje
represivo como era Francisco de Lersundi y la prohibición de la lectura en las
fábricas de tabacos. La nueva política restrictiva afectó de lleno a la libertad de
prensa debido al riesgo que suponía para la unidad de los territorios del Imperio la
propagación de ideas independentistas y socialistas-contestatarias. Cipriano Mazo,
Gobernador Político de la Isla, ordenó al Jefe de Policía velar porque se cumpliera la
prohibición de “distraer a los operarios de las tabaquerías, talleres y
establecimientos de todas clases con lecturas de libros y periódicos, ni con
discusiones extrañas”
8
. Esta medida, de evidente naturaleza coercitiva, fue
presentada ante la opinión pública como una disposición orientada a proteger a los
trabajadores de los continuos “altercados sostenidos sobre si había de leerse tal o
cual obra”
9
. Pero el nuevo gobierno de Lersundi no se quedó en la mera prohibición
de la lectura. Su objetivo principal era el estrangulamiento y el control total de la
hasta entonces imperfecta libertad de prensa. Publicaciones como El Siglo o La
Opinión que, indignadas por la nueva realidad administrativa, reprocharon al
Gobierno sus medidas y continuaron con sus actividades promotoras de la formación
y organización de los trabajadores fueron continuamente suspendidas, viéndose
obligadas a alejarse de su temática habitual para lograr su supervivencia.
Esta tendencia reaccionaria se mantuvo- e incluso fue en aumento- durante el
bienio que precedió a la Guerra de los Diez Años. El estallido del conflicto supuso un
duro revés para la prensa cubana. La lectura desapareció completamente de las
tabaquerías debido a que la fuerte represión ejercida en su contra desanimó incluso
su práctica clandestina. Las imprentas sospechosas de sedición fueron clausuradas
Cuba. La Habana: Concurso Primero de Enero, 1981.
8
Diario de La Marina. 15 de mayo de 1866.
9
RIVERO MUÑIZ, J. La lectura en las tabaquerías. Revista de la Biblioteca Nacional. 1951, t. 2, n. 4,
pp. 185-258.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
6
con nefastas consecuencias para sus gerentes. Los obreros que no compartían o
simplemente no declaraban de manera pública y constante su incondicional apoyo al
dominio español sobre Cuba eran objeto de continuadas y abusivas persecuciones.
Ante el panorama de hostigamiento desplegado por la administración colonial contra
todo sospechoso de insurrección, entre los que obviamente se encontraban los
líderes obreros, muchos de los tabacaleros, como principales instigadores de la tan
peligrosa concienciación de clase, se vieron obligados a emigrar a Key West y
Nueva York, desde donde pudieron mantener viva la llama del obrerismo cubano
10
.
La ola de terror desplegada por los Voluntarios, quienes enarbolando la bandera del
integrismo español habían decidido imponer su propia justicia, contribuyó a la
eliminación de casi la totalidad de publicaciones disidentes con los valores más
trasnochados del partido español.
La atmósfera represiva se mantuvo con intensidad hasta la declaración en la
Península de la Primera República Española. El nuevo gobierno republicano
promovió un novedoso contexto político de integración de Cuba a España que
permitió el resurgir de la prensa republicana radical y obrera. Los artesanos se
apresuraron a reestructurar el movimiento obrero, desmembrado desde mediados de
los 60, formando sociedades y periódicos obreristas. Esta ilusión libertadora se vino
abajo con la temprana caída de la República ya que, inmediatamente después de la
deposición del republicanismo por parte del General Manuel Pavía, las publicaciones
más críticas fueron clausuradas y sus dirigentes perseguidos.
Con el advenimiento de la paz en febrero de 1878 y las consiguientes
modificaciones sociopolíticas derivadas del Pacto de Zanjón comenzó “la
reanudación de los trabajos tendientes a procurar la unión entre la gran familia
obrera”
11
. Una de las primeras medidas tomadas por los trabajadores del tabaco
nuevamente erigidos adalides del obrerismo insular- fue la fundación, ese mismo
año, del Gremio de Obreros del Ramo de Tabaquerías, desde donde se dirigió una
vigorosa campaña en favor del retorno a la legalidad de la lectura en las fábricas, la
cual, pese a los esfuerzos realizados, no tuvo lugar hasta 1880. Es esta década de
los 80 la que marca un verdadero hito en el desarrollo del movimiento obrero de
corte socialista en la Isla y en la difusión de sus principios mediante el uso político de
los rotativos. La ley de libertad de prensa establecida en el acuerdo de paz eliminaba
hipotéticamente la censura pero obligaba a presentar, de forma previa a su
distribución, dos ejemplares de cada publicación al recién creado Tribunal de
Imprenta. Además de este escollo, los editores de prensa obrera tenían que sortear
la arbitrariedad de un Capitán General con potestad para suspender las ediciones y
encarcelar o deportar a sus responsables. En el plano ideológico, el comienzo de la
década trajo consigo el ocaso de los planteamientos reformistas como canalizadores
de la acción obrera. El reformismo españolista quedó obsoleto como resultado de
10
La elección de estos destinos no era casual. Key West y Nueva York contaban con fábricas de
tabaco que elaboraban sus productos mediante un sistema similar al de las factorías cubanas. Este
modelo de producción había sido implantado en EEUU por cubanos que decidieron establecerse en
la república vecina en busca de unas mejores condiciones sociales, políticas y laborales. La relativa
cercanía del destino, la existencia de una comunidad cubana establecida previamente y un panorama
laboral favorable y familiar, fueron condicionantes más que suficientes en la selección del rumbo.
11
RIVERO MUÑIZ, J. La lectura en las tabaquerías. Revista de la Biblioteca Nacional. 1951, t. 2, n. 4,
p. 216.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
7
las nuevas aspiraciones políticas derivadas de la guerra, de la llegada de los
novedosos planteamientos anarquistas y marxistas importados desde el Viejo
Continente a través de la ingente ola migratoria recibida por Cuba desde los años 70
y del retorno de muchos de los tabaqueros exiliados a EEUU, quienes adquirieron
experiencia práctica en el campo de las reivindicaciones obreras.
Con el intento de fundación en 1882 de la Junta Central de Artesanos de La
Habana (JCA), se inauguraba una etapa de inusual grado organizativo dentro del
aun bisoño obrerismo cubano. La Junta significaba un intento de trasladar a la Isla la
estructura federal de la FTRE, entidad peninsular de corte anarco-colectivista. Desde
el momento en el que se configuró la idea de la JCA, los principales sindicatos
comenzaron a ser dominados por los anarquistas, cuyas estrategias de lucha directa
se mostraron más efectivas dentro de una sociedad que demandaba cambios
inmediatos en su situación. Estos planteamientos, de carácter principalmente
libertario, tuvieron en el periódico El Obrero su principal vehículo de difusión teórica.
El propio semanario hacía gala de su condición ácrata sin ningún tipo de tapujos:
Para desvirtuar los juicios erróneos que muchos tienen formado de la doctrina tan
santa (paso á la palabra) y pura que sustentamos al proclamar la federación, el
colectivismo y la anarquía social, y también para que muchos de nuestros
compañeros lleguen á penetrarse de las grandes ventajas que traerá consigo á
nuestra desheredada clase el triunfo de esta gloriosa enseña, vamos á exponer
con arreglo á nuestra limitada inteligencia, cual es el origen de las ideas que
defendemos y cuáles los fines que nos proponemos
12
.
El sueño de formar una gran federación anarquista en la isla –la JCA-, quedó
truncado en 1884 con la llegada de los conservadores al gobierno de la metrópoli.
Comenzó entonces un periodo de represión contra un movimiento obrero cada vez
más activo e inconformista. La actitud del nuevo gabinete no desalentó a los
libertarios insulares, quienes inmediatamente comenzaron a incentivar la utilización
del Círculo de Trabajadores como centro coordinador de las asociaciones obreras.
Como plataforma de difusión ideológica el Círculo editó su propio semanario, El
Artesano, ya que después del vacío que causó el cierre de anteriores publicaciones
obreras catalogaba “de alta importancia y conveniencia suma venir a ocuparlo”
13
.
A finales de 1886 el gobierno español promulgó una legislación que concedía a
sus dominios de Ultramar una nueva ley que permitía mayor libertad de prensa. Se
eliminó el Tribunal de Imprenta quedando en manos de la justicia ordinaria toda
sanción derivada de un uso inapropiado de práctica periodística. Al socaire de esta
legislación surgía en 1887 El Productor, posiblemente la publicación anarquista más
importante de la historia de Cuba. Adaptándose a las tendencias ideológicas
dominantes en la Isla, el discurso anarquista comenzó a defender unas propuestas
alejadas de los planteamientos pro-españolistas. El carácter apátrida del anarquismo
permitió a los libertarios sortear los obstáculos legales impuestos por una
administración más preocupada en estos momentos por el cada vez más robusto
movimiento independentista que por las molestias que podría ocasionar el
12
El Obrero. Número 5. La Habana, 11 de julio de 1882.
13
El Artesano. Número 1. La Habana, 19 de enero de 1885.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
8
descontento obrero.
La celebración del Congreso Obrero de 1887 y del Congreso Regional Obrero
de Cuba en 1892, confirmaron el liderazgo de los anarquistas en la organización del
proletariado cubano
14
. La creación del Partido Revolucionario Cubano, unida al giro
ideológico resultante del Congreso del 92 que unía la corriente anarquista a la lucha
por la independencia como preludio de una emancipación obrera posterior, desató
una ola represiva que debilitó “gradualmente la capacidad de movilización del
obrerismo cubano”
15
y por ende la publicación de prensa obrera. El estallido de la
guerra significó la paralización total de un movimiento obrero que no resurgiría de
nuevo hasta la finalización del conflicto, una vez más bajo la comandancia de los
líderes anarquistas.
2. Evolución y contenido ideológico de la prensa anarquista
Como hemos visto, la prensa obrera en Cuba estuvo sujeta durante todo el siglo
XIX a los continuos cambios coyunturales acaecidos dentro del panorama
sociopolítico de la colonia. Esta inestabilidad legislativa, desencadenante de
periodos represivos y etapas de relativa libertad, hizo que el discurso defendido
desde los diferentes voceros obreristas –incluyendo dentro de ellos los que
defendían planteamientos propios de la acracia- tuviese que adaptarse al
reglamento impuesto en cada uno de los momentos, generando una curiosa
evolución en las publicaciones. Por su nivel de difusión, su representatividad y su
larga prolongación en el tiempo analizaremos el contenido de dos de los semanarios
más importantes de la prensa “anarquista” cubana en la segunda mitad del siglo XIX:
La Aurora y El Productor
16
.
La elección de la plataforma periodística como medio para acercarse a la
realidad anarquista insular se debe al hecho de que la dimensión pública (medios de
comunicación y prensa propagandística) contribuye a la creación de marcos
contextuales tanto en el seno de la propia organización como en el contexto espacial
y temporal en el que se inserta el movimiento. Los medios de comunicación se
convierten en multitud de ocasiones en un canal a través del cual se libra un
enfrentamiento indirecto entre las dos fuerzas en litigio, en este caso explotados y
explotadores. Para muchos autores
17
, parte del éxito final de la acción colectiva
depende de los procedimientos utilizados por los medios de comunicación, lo que
convierte a la labor informativa en un actor principal del conflicto y, por ende, en una
fuente de incalculable valor a la hora de conocer los entresijos de movimiento
libertario cubano.
14
ase TELLERÍA TOCA, E. Los Congresos Obreros en Cuba. La Habana: Instituto Cubano del
Libro, 1973.
15
CASANOVAS, J. La prensa obrera y la evolución ideológica-táctica del obrerismo cubano del siglo
XIX. Signos históricos. Ene./Jun. 2003, n. 9, pp. 13-42.
16
Si bien La Aurora no es una publicación puramente anarquista sino una representante clara del
reformismo españolista, su continua exaltación de los valores y beneficios del mutualismo
proudhoniano permite englobar el semanario dentro de la prensa difusora del dogma ácrata.
17
Véase SIDNEY TARROW (1997).
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
9
A la hora de analizar el papel de la prensa dentro de los movimientos sociales
existen dos tipos de tendencias: la que presenta a los medios de comunicación
como espejos y la que los revela como constructores de lo real. La primera señala
que los medios únicamente informan de la realidad existente mientras que los
defensores de la segunda corriente sostienen que la prensa, además de informar,
transforma e incluso crea una nueva realidad. En este artículo seguiremos la línea
establecida por esta última perspectiva, la cual considera que los medios de
comunicación son un actor político más a tener en cuenta. Veremos, a través de los
artículos de los mencionados semanarios, como la prensa anarquista acciona “su
capacidad para afectar el comportamiento de ciertos actores en un sentido favorable
a sus propios intereses”
18
, alcanzando una carga de coerción decisiva dentro de su
radio de acción a través de la focalización de la atención hacia ciertos problemas y
construcción de imágenes públicas (tanto positivas como negativas) de figuras
políticas. Como se podrá comprobar, contexto histórico en el que se produce la
llegada del ideal libertario a Cuba facilitará la expansión del mismo entre el
proletariado insular, tal y como establecen Hovlar, Janis y Kelley en su Teoría del
Refuerzo
19
.
2.1. Los primeros indicios de anarquismo en Cuba: La Aurora
Nuestros suscriptores habrán sin duda estrañado que, siguiendo el órden
establecido en el campo del periodismo, no hayamos precedido á nuestra A
URORA
de su correspondiente prospecto; pero esa estrañeza vendrá á tierra tan pronto
como pongamos en su conocimiento el motivo que nos indujo á no publicarlo
20
.
Con este párrafo comenzaba su andadura La Aurora, periódico semanal
dedicado a los artesanos el 22 de octubre de 1865 bajo la dirección de Saturnino
Martínez. Fueron los trabajadores de la Fábrica Partagás quienes, mediante la
formación de “una especie de sociedad por acciones”
21
, consiguieron reunir el capital
necesario para crear el vocero. Tanto obreros como intelectuales trabajaron con
entusiasmo para lograr el éxito de la primera publicación insular dedicada
plenamente a la clase trabajadora. El rotativo, pese a ser un impreso dedicado a la
comunidad obrera, muestra un carácter marcadamente literario, reflejo indudable de
la naturaleza de su director, quien, llegado desde Asturias, superó su falta de
instrucción gracias a una afición excepcional por la literatura y al apadrinamiento de
Nicolás Azcárate, con el que consiguió un puesto en la Biblioteca de la Sociedad
Económica de Amigos del País desde donde profundizó en sus estudios.
Desde un punto de vista ideológico La Aurora ha sido catalogado como un
periódico de corte claramente reformista-españolista por parte de la historiografía
cubana, y es copiosa la cantidad de párrafos en los que hace gala de tales dogmas.
Desde su primer número, no existió en La Aurora una idea de derrocar el sistema
existente con el fin de implantar un nuevo organigrama político-social en Cuba. Los
18
BORRAT, H. El periódico, actor político. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 1989, p. 68.
19
La Teoría del Refuerzo establece que la base de todo comportamiento viene dada por factores
psicológicos y sociales mediante los cuales los sujetos se exponen de manera consciente a unos
determinados contenidos que actuarían únicamente como refuerzo de predisposiciones preexistentes.
20
La Aurora. Número 1. 22 de octubre de 1865.
21
SERRA GARCÍA, M. La Aurora y El Productor. La Habana: Editora Política, 1978, p.125.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
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postulados defendidos desde este boletín obrerista estuvieron orientados a la
consecución de una serie de reformas por parte del gobierno metropolitano que
contribuyesen a una mejora sustancial de la paupérrima y abusiva situación de que
eran víctima los trabajadores insulares. Pese a presentarse como una publicación de
y para el artesanado y de sus continuos esfuerzos por distanciar sus principios de
los de El Siglo –con quien llegaba a compartir parte de los colaboradores literarios
22
-
, el discurso de La Aurora estaba impregnado del aroma populista que caracterizó al
movimiento reformista tanto en España como en sus colonias. No buscaban los
editores y colaboradores una lucha de clase como la que promovían las diferentes
tendencias socialistas que dominaban ya el movimiento obrero europeo, sino que
promulgaban una convivencia pacífica entre los diferentes estratos sociales.
Además, defendían valores de patriotismo y religiosidad, aspectos estos que
demostraban el españolismo latente dentro de la editorial:
Nosotros consecuentes siempre con los principios de fraternidad y amor á los
semejantes que enseñan los preceptos de la religión, aclamaremos sin cesar por
las sociedades de artesanos
23
.
Observamos por tanto una publicación que, pese a ver la luz en un momento en
que las ideas de corte socialista radical se abrían paso entre los trabajadores
europeos y de declararse una y otra vez como luchadora en pos del beneficio de la
clase obrera, dejaba clara su adhesión a España y a las ideas reformistas. Este
latente reformismo no impide, por el contrario, que la publicación –aunque
enfrentada al anarquismo en dogmas innegociables- fuese un primer acercamiento
al pueblo cubano de algunos de los principios propios de la acracia decimonónica.
A pesar de que no se defendieron desde las páginas de La Aurora los
postulados más radicales del socialismo utópico europeo, existieron,
paradójicamente, axiomas que pueden considerarse propios del movimiento
libertario más inmaculado y ser valorados como un precedente del anarquismo en la
Isla. En primer término, La Aurora, a pesar de promover una coexistencia pacífica
entre las clases que está en directo enfrentamiento con cualquiera de las distintas
corrientes del pensamiento anarquista, hace referencia al concepto de clase,
inseparable tanto del socialismo utópico como del científico. Existía anteriormente un
sentimiento de clase en Cuba, pero este era propio de los estamentos acomodados
blancos conscientes de lo beneficioso de su unión a la hora de resolver cualquier
solicitud con la administración. El estrato trabajador no poseyó una conciencia de
clase propiamente dicha hasta mediada la década de los 50, cuando la organización
y especialización del trabajo, en unión con la incorporación de los cada vez más
numerosos libertos al mercado laboral asalariado, sustituyeron los vínculos étnicos
por un latente sentimiento de clase basado en principios sociolaborales. Esta nueva
tendencia idiosincrásica fue reforzada desde las páginas del periódico semanal
dedicado a los artesanos mediante la repetición continua del concepto clase,
ligándolo siempre a la necesidad de unión entre trabajadores:
22
Véase CASANOVAS CODINA (2003).
23
La Aurora. Número 4. 12 de noviembre de 1865, La Habana.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
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Hace tiempo que, en bien de la generalidad, viene desarrollándose entre las
clases obreras de Cuba, la idea magnífica de formar sociedades cuyas tendencias
sean socorrerse y aliviarse mútuamente en las circunstancias perentorias de la
vida; y como todo cuanto propenda al mejoramiento del artesano está en perfecta
armonía con nuestras aspiraciones, no podemos dejar pasar en silencio un
pensamiento que viene tan oportunamente á realizar nuestros deseos, y que debe
ser saludado como la aurora risueña de un porvenir ménos espinoso para el
crecido número de obreros de este país
24
.
Junto con el concepto de clase, propio pero no exclusivo de la acracia, existen
en las páginas de La Aurora otra clase de premisas susceptibles de ser catalogadas
como ideas pre-anarquistas. Destacan entre ellas las de Pierre Joseph Proudhon,
difundidas por la colonia gracias al empeño de José de Jesús Márquez
25
redactor
que, pese a autodeclararse posteriormente demócrata-federalista
26
, profesó durante
años la misma fe que el socialista utópico francés. Una de las primeras campañas
promovidas desde el semanario en consonancia con las tesis del filósofo galo, fue la
relativa a la instrucción de los artesanos. Para los colaboradores del rotativo, la
formación era un aspecto que incidía de forma negativa sobre la clase trabajadora
haciendo que esta estuviese subordinada a las capas poseedoras de una mayor
preparación y conocimiento del mundo en que viven. La erudición de los
trabajadores actuaría, según ellos, como elemento nivelador entre los distintos
estratos sociales:
Estamos en un siglo nivelador, en un siglo de progreso y adelantamiento en todos
los ramos del saber humano, en que las artes y la industria tienden á proporcionar
á todo el mundo los goces y comodidades reservados en otros tiempos á una gran
minoría; los conocimientos se esparcen y penetran por todas partes; la ciencia no
es ya el patrimonio de unos cuantos elegidos, y los sábios se esfuerzan por
popularizarla y ponerla al alcance de todo el mundo. Hoy predomina la
inteligencia; hoy todo se consigue por medio del saber; el siglo diez y nueve
marcha siempre hácia adelante y es preciso ir con él,
so pena de quedarse
rezagados, y oscurecidos y envueltos en el polvo de la ignorancia y del atraso
27
.
El afán por inculcar en las iletradas conciencias proletarias la necesidad de
recibir una formación mínima con la que poder progresar social y económicamente
fue una constante en la casi totalidad de las entregas. Se observa en la remarcada
relación entre ignorancia y subordinación unos tintes claramente proudhonianos, si
nos atenemos a las palabras del intelectual de Besanzón referentes a que “la clase
trabajadora ha vivido, desde el origen de las sociedades, bajo la dependencia de los
poderosos en un estado de inferioridad intelectual y moral del que conserva todavía
24
Ibídem.
25
José de Jesús Márquez (La Habana 15 de enero de 1835- ¿?). Ingeniero Mecánico que a la
temprana edad de 15 años emigro a Estados Unidos para cursar sus estudios. Allí adquirió
conocimientos teóricos y prácticos acerca de cuestiones relativas a la movilización obrera. De vuelta
a su patria trabaja como redactor en varias publicaciones de corte obrerista. Su evolución ideológica
parte de unos tibios planteamientos proudhonianos para derivar en el férreo reformismo patente en
sus últimos trabajos.
26
Véase La Razón. Número 282. 1 de enero de 1882, La Habana.
27
La Aurora. Número 8. 10 de diciembre de 1865, La Habana.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
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una profunda conciencia”
28
. Estos planteamientos son similares a los propuestos por
La Aurora cuando relacionaba la subordinación social con la supeditación intelectual
de los trabajadores. Esta coincidencia teórica no se observa, sin embargo, en los
fines que pretendían conseguir mediante la ilustración de los obreros. Pierre Joseph
Proudhon aspiraba a que, por medio de la instrucción, cada proletario tomase una
“conciencia de mismo como individuo de una colectividad”
29
como vehículo para
llegar a la total emancipación de la clase productora. Por su parte, los redactores del
semanario habanero proponían el cultivo de las mentes como método para obtener
una producción mucho más racionalizada y una serie de mecanismos que les
permitiesen sobrellevar de la manera más digna los golpes inherentes a su condición
de dominados, es decir, Proudhon persigue a través de la educación universal el
final del binomio dominador-dominado, mientras que desde La Aurora se intenta
hacer más liviana la carga sustentada sobre los hombros del proletariado sin
cuestionarse en ningún momento la necesidad de derribar el sistema legitimador de
las diferencias sociales.
Otro de los aspectos que podríamos encuadrar dentro del germen socialista
oculto en La Aurora es el aparente internacionalismo proletario manifestado de una
manera indirecta en multitud de ocasiones, tal y como queda patente desde su
primer número:
Por eso nosotros venimos a colocar nuestro grano de arena en el gran edificio que
la humanidad erija. Cosmopolitas por convicción venimos a manifestar nuestras
ideas con la libertad que nos sea permitida
30
.
De esa declaración de cosmopolitismo se puede intuir una posible influencia de
las nuevas corrientes obreristas imperantes en Europa. Solo un año antes de la
publicación del primer número de La Aurora se fundaba en Londres la Asociación
Internacional de Trabajadores (AIT) con el fin de unir a todo el proletariado mundial,
independientemente de su procedencia étnica o geográfica. Esta tendencia influyó
en la corriente recogida por el boletín cubano, ya que por primera vez en la Isla se
habló de una unidad de clase más allá del sentimiento patrio y racial de cada uno de
los individuos.
Volviendo a las similitudes entre las propuestas de Proudhon y las campañas
desplegadas desde el semanario, encontramos la defensa del cooperativismo y el
mutualismo encabezada nuevamente por José de Jesús Márquez. Este apoyo al
asociacionismo cooperativista por parte del artesanado, vendría a fortalecer la teoría
de la influencia de la AIT sobre el reformismo cubano, ya que fue precisamente este
modelo, receloso de un poder centralizado, el propuesto por los sectores anarquistas
en el seno de la Primera Internacional. Para los editores habaneros la asociación de
carácter mutualista incentivaba la fraternidad entre los trabajadores, otorgándoles
además un espacio de reposo desde el que alcanzar la felicidad mediante el alivio
de sus aflicciones. Los miembros de estos colectivos adquirirían tanto deberes como
obligaciones, obteniendo auxilio cuando lo requiriesen y ofreciendo su ayuda cuando
28
PROUDHON, P. J. La capacidad política de la clase obrera. Buenos Aires: Proyecto, 1974, p.12.
29
Ibídem, p. 17.
30
La Aurora. Número 1. 22 de octubre de 1865, La Habana.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
13
esta fuese necesaria. Así exponía el semanario su propia concepción de este tipo de
agrupaciones:
Nosotros nos alegramos sobremanera de que así suceda [la formación de nuevas
sociedades]; pues estamos íntimamente convencidos que las Sociedades de
artesanos son la tabla de salvación en el Océano de las necesidades por que
tienen que atravesar los pobres.
Cuando los pueblos se asocian dan una prueba de progreso y adelantamiento, al
contrario de cuando permanecen en su estado normal; pues entónces son inútiles
y vanos cuantos esfuerzos se hagan por probar que vamos encaminados hácia un
fin que nos colocará á la altura de los pueblos civilizados, cuando en realidad
estamos en un estado de quietismo absoluto
31
.
Un padre de familia que no cuente con otras entradas que las que le proporciona
su laboriosidad, atienta la esperanza de que las sociedades de artesanos están
abiertas constantemente a todos los necesitados, y corre a su seno y se asocia a
sus hermanos de infortunio y ya cuenta con el amparo de todo aquel conjunto de
trabajadores que aliviarán generosamente sus aflicciones; porque al tiempo de
adherirse a ese bello conjunto, cada cual contrae la obligación moral de socorrer a
sus compañeros
32
.
El concepto de la solidaridad recíproca dentro del seno de este asociacionismo,
repetido una y otra vez en cada número del rotativo, siguió de manera incólume la
trayectoria marcada por Proudhon al afirmar que “la verdadera mutualidad es la que
da, promete y asegura servicio por servicio, valor por valor, crédito por crédito,
garantía por garantía […] tendiendo sistemáticamente a organizar el principio de
justicia en una serie de deberes positivos y de garantías materiales”
33
. Ambos
planteamientos sugerían la necesidad de crear un tipo de sociedades obreras que,
mediante la puesta en práctica de una cooperación altruista, consiguiesen aliviar el
padecimiento consustancial a la clase trabajadora. Además, y en consonancia clara
con la esencia antiestatal y autogestionaria propia del socialismo utópico, La Aurora
defendía la necesidad de crear estas agrupaciones al margen de la patronal y del
Estado, ya que una financiación procedente de estos estamentos supondría, a la
larga, la corrupción del mutualismo filantrópico. José de Jesús Márquez –quién ya
nombró en sus primeros artículos a Frédéric Bastiat- fue más allá cuando en su
exposición sobre las ventajas de las sociedades hizo referencia a los datos
aportados por parte de Élie Reclus, hermano del conocido anarquista Elisée Reclus,
con quien estaba en sintonía ideológica
34
. Este hecho demuestra que, aún sin estar
en total acuerdo con los planteamientos ácratas, el autoproclamado vocero del
artesanado bebía de fuentes libertarias a la hora de plantear al pueblo cubano los
beneficios del mutualismo cooperativista.
Pese a los evidentes y continuados paralelismos ideológicos existentes entre La
Aurora y el anarquismo decimonónico europeo, la publicación siguió siempre un
claro camino reformista, abogando por una convivencia pacífica entre las diferentes
clases sociales y haciendo gala de un marcado españolismo. Este reformismo,
31
La Aurora. Número 10. 24 de diciembre de 1865, La Habana.
32
La Aurora. Número 4. 12 de noviembre de 1865, La Habana.
33
PROUDHON, P. J. La capacidad política de la clase obrera. Buenos Aires: Proyecto, 1974, p.18.
34
Véase La Aurora. Número 32. 27 de mayo de 1866, La Habana.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
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atenuado por las ideas mutualistas durante los primeros tiempos, vivió un periodo de
efervescencia hasta la llegada de la crisis tabacalera de 1866. La redacción, si bien
continuó predicando el cooperativismo como arquetipo para la prosperidad
proletaria, dio un giro total a su discursiva, pasando de un modelo autogestionario
independiente de la patronal a una postura sumisa que clamaba el auxilio de los
empresarios como bálsamo de la clase obrera. Incluso Márquez, principal
propagandista del mutualismo autogestionado, llegó a afirmar:
Aunque [el aumento en el precio de introducción del tabaco] siempre disminuirá la
utilidad de los fabricantes, nunca será tanta que les impida proporcionar algún
alivio a los artesanos, que no tienen otro apoyo que el que ellos quieran
prestarles
35
.
Este viraje dogmático, en una etapa en la cual los primeros resultados de la
movilización obrera estaban manifestándose en forma de huelgas, supuso el
comienzo del fin tanto para La Aurora como para el movimiento reformista. El
radicalismo de las nuevas ideas bakuninistas y marxistas, unidas al cada vez más
generalizado sentimiento nacionalista cubano, fueron dejando obsoletos los
planteamientos proespañolistas del reformismo insular. El estallido de la Guerra de
los Diez Años, que paralizó todo el proceso organizativo de la clase trabajadora,
consumó el final de los reformistas como timoneles del obrerismo cubano. Tras el
conflicto, serán los anarquistas ortodoxos quienes capitaneen la búsqueda de la
emancipación obrera.
Aunque evidentemente reformistas, no podemos negar ciertos tintes ácratas en
los contenidos de La Aurora. Esta publicación, con una actividad más teórica que
práctica, sembró la base de una concepción social de clase que facilitó, sin lugar a
dudas, la espectacular expansión experimentada por el anarquismo tras la
finalización del conflicto bélico. El sentimiento de clase, el concepto de
internacionalismo o el mutualismo autogestionado que los libertarios difundirían años
después a lo largo y ancho de la Isla, tuvieron su germen en el periódico semanal
dedicado a los artesanos.
2.2. El anarquismo ortodoxo en Cuba: El Productor
Tras la firma de la Paz del Zanjón el movimiento obrero de Cuba se adentró en
una nueva etapa en la que vería incrementados tanto su número como su capacidad
organizativa. La devastación de la guerra y, sobretodo, la abolición real de la
esclavitud en la colonia suscitaron la necesidad de dar un paso más allá en la
movilización del proletariado cubano. La nueva realidad sociopolítica contribuyó a
reemplazar las concepciones engendradas en los años 60 “por las corrientes
ideológicas rebeldes del anarquismo”
36
. España, Estado emisor de la mayor parte de
los inmigrantes recibidos por la Isla desde la década de 1870, contaba con un
proletariado influenciado en su mayoría por las teorías bakunistas difundidas por
Giuseppe Fanelli durante su gira por la Península como portavoz de la Alianza
35
La Aurora. Número 4, año II. 19 de agosto de 1865, La Habana.
36
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba. La Historia
del movimiento obrero cubano, 1865-1958. Tomo I. La Habana: Editora Política, 1985.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
15
Internacional de la Democracia Socialista
37
. La erradicación del sistema esclavista
mediante la introducción de mano de obra asalariada provocó que muchos de estos
obreros bakuninistas arribaran a las costas cubanas ante el aumento de la demanda
productiva y comenzasen a difundir los conceptos asimilados en la metrópoli. El fin
de la guerra provocó, además, el retorno de muchos de los cubanos exiliados en
Estados Unidos durante el conflicto. Estos refugiados entraron en contacto directo,
durante su estancia estadounidense, con las corrientes anarquistas, así como con
los métodos prácticos de lucha y organización sindical. Esta experiencia fue
transmitida en las fábricas a los demás compañeros quienes, necesitados de un
discurso obrerista que fuese acompañado por hechos y resultados inmediatos,
recibieron con los brazos abiertos los teoremas del bakuninismo.
La nueva inclinación, mucho más radical y contestataria, supuso un problema
para élite intelectual burguesa y para los reformistas quienes aunaron esfuerzos
para desprestigiar desde sus periódicos al socialismo utópico, “calificado por la
reacción como teorías enajenantes y desarraigadas porque aspiraban a la cohesión
mundial de las clases trabajadoras mediante una organización que no observaba las
leyes internas de los países, ni aceptaba el origen geográfico y cultural de los
pueblos”
38
. Esta política de desprestigio a través de la utilización de los medios de
comunicación fue, sin embargo, contraproducente para la burguesía cubana, ya que
contribuyó a poner en conocimiento de muchos cubanos unos planteamientos que,
de no ser consumidores de prensa obrera, posiblemente nunca hubieran conocido.
Para difundir de un modo más efectivo la doctrina anarquista y defenderse de paso
de los continuos ataques de los sectores más conservadores, la acracia insular
comenzó a editar sus propios periódicos. Surgieron así las primeras publicaciones
puramente anarquistas El Obrero y El Artesano- que, pese a su corta existencia,
supusieron el inicio de un nuevo modelo de prensa obrera en la Isla
39
.
Al socaire de la reanudación del asociacionismo proletario tras el fin de la
guerra, una figura periodística comenzó a resonar dentro de los círculos obreros:
Enrique Roig San Martín. De marcada inspiración literaria, no es hasta el periodo
1879-1882 cuando encontramos “las primeras referencias a su definitiva postura
frente a los problemas sociales que entonces conmovían a la vieja Europa y el olas
que empezaban a ser precelosas, arribaban a nuestras playas [cubanas], entonces
envueltas en las nieblas del despotismo”
40
. Criado en una familia de clase media
ilustrada, y radicalizado por su contacto con los tabaqueros, Roig San Martín
propagó el socialismo anarco-colectivista haciendo especial hincapié en la lucha a
ultranza entre clases. Sus primeros pasos en tono libertario los dio desde El Obrero,
del que fue editor y desde donde llegó a promulgar planteamientos indiscutiblemente
ácratas:
37
Véase Josep Termes (1977).
38
TORRE MOLINA, M. de la. Conflictos y cultura política de Cuba, 1878-1898. La Habana: Editora
Política, 2006.
39
El Obrero se fundó en La Habana en 1883 con un carácter mensual que pronto pasaría a ser
quincenal, siendo suspendido en octubre del año siguiente y reapareciendo de manera efímera en
1885. El Artesano comenzó su andadura en enero de 1885, siendo durante un corto periodo de
tiempo el órgano del Círculo de Trabajadores de la Habana.
40
PÉREZ CHÁVEZ, R. Biografía de Enrique Roig San Martín. La Habana: Imprenta Martí, 1943.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
16
Nuestra brújula y nuestro timón han de ser: la fraternal unión y la constancia, sin
arredrarnos por los obstáculos que se nos presenten; una instrucción sólida
basada en los preceptos morales con la cual no será fácil inutilizar todos los
planes y manejos que ponen en práctica los prohombres para mantenernos en la
esclavitud, evitando al mismo tiempo el caer en el lazo que á cada momento nos
tienden para que demos una interpretación torcida a las palabras federación,
colectivismo y anarquía social
41
.
Pese a las tensiones existentes entre ambas tendencias, anarquistas y
reformistas estuvieron representados por los mismos organismos hasta la mitad de
la cada de 1880, lo que generaba aún mayores fricciones entre dos grupos con
diferentes métodos y objetivos. Con la fundación del Círculo de Trabajadores de la
Habana y la reorganización de la Junta Central de Artesanos en 1885, la tensión fue
intensificándose. Esta convivencia forzosa se mantuvo hasta que, a consecuencia
de la llamada “Huelga de Partido”, Saturnino Martínez dimitió como Presidente del
Gremio de Obreros del Ramo de Tabaquerías, provocando la disolución de esta
institución y brindando a los libertarios la capitanía irrebatible del movimiento obrero
cubano. La dimisión de Martínez sólo fue una representación gráfica de lo que hacía
años era una evidencia: el anarquismo era la corriente obrera predominante.
Con la JCA y el Círculo de Trabajadores dominados y dirigidos por destacados
miembros de la acracia, solamente se necesitaba un medio de difusión que sirviese
como orientador a los diferentes gremios y coordinase la cada vez más
predominante actividad proletaria, manifestada mediante una proliferación insólita de
paros y huelgas. Este vacío regulador se solventó con la fundación de El Productor,
semanario consagrado a la defensa de los intereses económico-sociales de la clase
obrera. Influenciados de manera decisiva por el Congreso Obrero de Barcelona de
1881 del que surgió la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE),
los editores de El Productor, con Roig San Martín al frente, se apresuraron a
incentivar por medio de una enérgica campaña la celebración de un Congreso
Obrero en Cuba. Con la misión de “tratar de reunir á los obreros todos en una
aspiración comun y confundirlos en la santa causa de su regeneración social”
42
, la
redacción al completo se volcó desde el primer número en la tarea de difundir los
beneficios de una asamblea similar a la española y en marcar las líneas
fundamentales del nuevo asociacionismo obrero:
En este pequeño congreso, que ha de ser formado por aquellos obreros que más
descuellan por su saber, por su inteligencia, por su práctica y por sus honradas
convicciones en las asociaciones obreras, uno de los primeros asuntos que deben
tratarse, es la conveniencia, de la necesidad que existe de hacer comprender al
resto de los trabajadores, de que antes y por arriba de todo interés político, está ó
debe estar para nosotros el interés de nuestra organización.
Es necesario hacer comprender á los ilusos, que de la manera en que estamos,
no hay nadie, absolutamente nadie, que nos juzgue dignos de tomar parte en la
resolución del más insignificante problema que haya de resolverse en el país;
mientras que si, desposeídos de todo amor propio y arrojando á un lado esas
preocupaciones de partido que nos dividen, pensáramos en organizarnos como
41
El Obrero. Número 5. 11 de julio de 1883, La Habana.
42
El Productor. Número 1. 12 de julio de 1887, La Habana.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
17
clase y así nos organizáramos, es seguro que entonces, tanto los gobiernos como
los partidos de oposición, al tomar resoluciones habían de pensar en nosotros,
unas veces con interés y otras con temor
43
.
Este fragmento pone de manifiesto el itinerario previsto por los libertarios
conforme al desarrollo del Congreso: debía de estar formado por obreros, estos
estarían representados por delegados competentes elegidos por los propios
trabajadores y por último, pero no menos importante, en la reunión no habría cabida
para planteamientos políticos de ningún tipo. La influencia de la FTRE como modelo
a seguir en la celebración del Congreso y la organización federativa que debiera
derivar de la misma se hizo evidente a lo largo de los siguientes meses de
publicación, donde se reprodujeron textos de El Productor de Barcelona, los
estatutos de la FTRE, etc. En su afán por llevar a buen puerto su propuesta de
celebrar una asamblea que constituyese una asociación federal integrada por
obreros unidos únicamente por lazos de solidaridad, el discurso del vocero anarco-
colectivista fue tornándose cada vez más directo y violento, en consonancia con el
ideal de actuación ácrata. El federalismo era defendido una y otra vez como “la única
organización capaz de vencer aquellos obstáculos [deformaciones reformistas] y de
conducirnos en día no lejano a nuestra suspirada redención”
44
, siendo, además,
coherente con la ética anarquista al no imponer coercitivamente la participación de
los gremios ni de sus miembros a título individual. Este mensaje, puramente
bakuninista, caló en un proletariado cubano que demandaba una solución inmediata
a su deplorable situación, materializándose en la celebración del llamado Primer
Congreso Obrero Cubano celebrado entre agosto y noviembre de 1887. Reunida en
torno a la idea de unidad proletaria, una Asamblea de Directivas emitió, finalmente,
un dictamen de seis puntos recogido por El Productor el 17 de noviembre de 1887:
Resumiendo, pues, resulta de todo lo expuesto que el Congreso afirma y
proclama:
1º. La necesidad de dar nueva forma de organización á las colectividades,
desapareciendo de ellas todo vestigio de autoridad.
2º. Que éstas deben estar estrechamente unidas, mediante el pacto federativo,
sirviendo de base el de la Federación Española.
3º. Que las colectividades deben gozar la más amplia autonomía dentro de la
Federación, así como el individuo dentro de la federación y la colectividad.
4º. Que debe practicarse la cooperación colectiva para todos los fines de la vida.
5º. Que debe proscribirse del seno de las colectividades y de la Federación todas
y cada una de las distintas doctrinas políticas y religiosas, dejando como único y
universal principio el de la emancipación económico-social y la confraternización,
dentro de este principio, de todos los productores que pueblan la tierra.
6º. Que la solidaridad más estrecha debe presidir á toda huelga á que
forzosamente conduzcan á las colectividades la extremada tirantez y las
imposiciones denigrantes de los que aún, en las postrimerías del siglo diez y
nueve, consideran al trabajador como un ser envilecido, nacido para devorar en
silencio toda clase de privaciones y todo género de afrentas.
Este es, á grandes rasgos, el resultado de nuestros trabajos, en cuya exposición
hemos procurado ser lo más concisos posible, para haceros menos cansada su
lectura. Dichosos nosotros si nuestras afirmaciones, hallando acogida grata en
43
Ibídem.
44
El Productor. Número 4. 30 de julio de 1887, La Habana.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
18
vosotros, alcanzan la envidiable gloria de servir de base a la futura organización
federal de los trabajadores de Cuba
45
.
A pesar de no materializarse definitivamente la federación de trabajadores tal y
como se había concebido, las ideas organizativas propuestas desde El Productor
dejaron su impronta dentro del proletariado cubano, el cual contemplaba, cada vez
con mayor nitidez, al asociacionismo de corte ácrata como medio más diligente para
alcanzar su meta.
El discurso de El Productor no se centró exclusivamente en el federalismo. Hubo
entre sus páginas cabida para una combativa campaña contra la vagancia y el
juego. Como consecuencia de la Guerra de los Diez Años, muchas familias del rural
quedaron desposeídas de sus bienes, viéndose muchas de ellas obligadas al exilio
urbanita y, los menos afortunados, a procurarse un medio de subsistencia dentro de
su propio entorno. La alta tasa de desempleo comenzó con una medida del
Gobierno consistente en la obligatoriedad del trabajo para los soldados del ejército
español y se acentuó con la abolición de la esclavitud y la estrategia de importar
inmigrantes como método para reducir los costes de la mano de obra asalariada.
Esta situación “engrosaba la masa de ‘ociosos’ existente de épocas anteriores”
46
y
fue el detonante de la expansión del bandolerismo en las zonas rurales y del juego y
la vagancia en las ciudades. Tanto las autoridades como los medios oficialistas se
dedicaron a combatir el bandidaje de un modo tradicional: los periódicos
denunciaban la actuación de los bandidos y las fuerzas de represión del Estado
perseguían y encarcelaban a los cuatreros. El Productor tuvo, sin embargo, una
actitud diferente, señalando la mala gestión gubernamental como la raíz del
problema y presentando a los asaltantes como víctimas de un sistema social injusto
más preocupado en confinarlos que en buscar una solución digna a su situación:
El mal, ya lo hemos dicho, está más hondo de lo que a primera vista parece, y allí
es donde tenemos que buscarlo, para conseguir la atenuación, pues, su cura
radical, sólo es susceptible con la completa transformación del actual orden social.
[…] La posición social es, por tanto, el primer incentivo de la criminalidad. La
ignorancia es el segundo.
Hay que combatir con mano firme y enérgica esos dos extremos y de ello se
obtendrá el resultado, esculpiendo en la conciencia humana el hermoso ideal de la
Justicia
47
.
El juego y demás vicios fueron las otras depravaciones rechazadas desde El
Productor. La falta de alternativas de esparcimiento para la clase trabajadora –
denunciaba el vocero- reducía su lugar de ocio al ámbito de la taberna, donde
buscaban la evasión a su aflictiva situación en el fondo de un vaso o sobre la mesa
de juego. Nuevamente, el semanario anarco-colectivista culpaba a la Administración
de los males del proletariado.
En relación con el ocio proletario y como solución a este y otros problemas
adolecidos por los trabajadores, desde El Productor se incentivó su acceso a la
45
El Productor. Número 20. 17 de noviembre de 1887.
46
SERRA GARCÍA, M. La Aurora y El Productor. La Habana: Editora Política, 1978.
47
El Productor. Número 26. 29 de diciembre de 1887, La Habana.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
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enseñanza. Se retomaba la empresa iniciada por La Aurora en los años 60 pero la
cuestión educativa respondía ahora a nuevas concepciones. El Círculo de
Trabajadores, dirigido en su totalidad por anarquistas, fue el encargado de esta
tarea, creando para ello “una escuela diurna para los hijos de los trabajadores y otra
nocturna para estos”
48
. Al contrario de lo propuesto desde La Aurora, la enseñanza
en estas nuevas academias respondía a los principios de anticlericalismo y
apoliticismo propios de la tendencia anarquista. Las escuelas obreras eran, en
muchos casos, la única opción para las clases bajas de recibir una formación
académica de calidad, dadas las limitaciones del sistema educacional de la colonia y
el acotado acceso a sus instituciones. La escuela, sostenida no sin dificultades por el
Círculo de Trabajadores
49
, impartía, gracias al esfuerzo de siete profesores (más
tarde serían nueve) clases de geografía, historia, gramática o aritmética a más de
setecientos hijos del pueblo. El principal objetivo de estos colegios, más allá del
beneficio obtenido por los alumnos, era proporcionar una instrucción alternativa
alejada de la religiosidad y la institucionalización vigentes en el modelo educativo
oficial orientado al mantenimiento de la jerarquía del sistema y sus desigualdades.
Esta propuesta pedagógica encuentra su matriz en el arquetipo didáctico propuesto
por Cuendet-Kunz en la décima sesión del Congreso de Lausana de 1867:
No es posible ninguna reforma material sin las reformas morales originadas por la
familia, la educación y la instrucción.
[…] El programa de enseñanza debe comprender desde el principio el estudio de
los objetos que se refieran a todos los sentidos, para formar desde la niñez un ser
inteligente para la reflexión y la observación y grabarle lo primero la rectitud de
espíritu. Todo sistema educacional debe tender a la formación de hombres libres y
generosos.
[…] Y entonces, en completa libertad formaremos escuelas-talleres cooperativas.
Pues la enseñanza científica, profesional y productiva, sólo la querrán organizar
los amigos de la libertad y la fraternidad. Casi todos los gobiernos caen en los
errores tradicionales, en la ignorancia y en las tinieblas intelectuales. El Estado,
con sus ejércitos de funcionarios, jamás hará brillar el sol de libertad y de justicia
instruyendo al pueblo
50
.
La campaña en favor de la escolarización tuvo una formidable acogida dentro
del entorno proletario. Los logros obtenidos merced al trabajo conjunto del Círculo de
Trabajadores y El Productor derivaron en un incremento de afiliados a las
sociedades de propensión ácrata y en la aceptación masiva de los principios
libertarios en el seno de una sociedad harta de vacuas promesas y esperanzada con
la nueva realidad palpable e inmediata desarrollada por los anarquistas.
También existió una concienciación ideológica de la comunidad obrera basada
en la difusión de los conceptos sustanciales del socialismo utópico decimonónico. En
esta divulgación de doctrinas jugó un papel primordial la reinstauración de la lectura
en las factorías tabaqueras. El Productor se erigió como estandarte en la tarea de
transmitir al proletariado los planteamientos de teóricos como Bakunin, Kropotkin o
48
SERRA GARCÍA, M. La Aurora y El Productor. La Habana: Editora Política, 1978, p. 192.
49
Véase El Productor. Número 41. Año II. 7 de abril de 1889, La Habana.
50
FREYMOND, J. La Primera internacional. Tomo I. Congreso de Ginebra 1866, Congreso de
Lausana 1867, Congreso de Bruselas 1868. Bilbao: Zero, 1973, p. 314.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
20
Elisée Reclus entre otros, actividad complementada gracias a la aparición de
pequeñas publicaciones y panfletos inspirados en el semanario de La Habana. Una
de las primeras cuestiones tratadas por El Productor fue la definición concreta de los
métodos de acción y los intereses pretendidos por los trabajadores, a cuya
consecución se consagró desde su primer número. El objetivo era claro: la
emancipación de la clase obrera. Quedaba, por tanto, determinar la línea a seguir
para convertirlo en una realidad. Para ello, comenzó definiéndose la clase obrera
como un bloque compacto, en contraposición con la división gremial concebida por
la patronal y las tendencias obreristas discordantes:
Al llevar la honrosa representación de la clase obrera, hemos adoptado el nombre
de Productor, porque para nosotros todo el que produce, sea cual fuere la esfera
en que se ejercitan sus facultades, merece el honroso nombre de obrero
51
.
Fue muy importante esta puntualización previa, ya que por primera vez en la Isla
no se hacía una distinción entre trabajadores agrícolas y urbanos a la hora de
buscar la satisfacción de sus justas demandas. Una vez identificada la totalidad de la
clase obrera como beneficiaria de cualquier tipo de acción, comenzaron a tomar
paulatinamente más presencia las concepciones propias del anarco-colectivismo,
como el apoliticismo puramente bakuninista propuesto como modelo de
organización:
Nuestra organización, puramente económica, es distinta y opuesta á la de todos
los partidos políticos burgueses, y políticos obreros, puesto que así como ellos se
organizan para la conquista del poder político, nosotros nos organizamos para que
los Estados políticos y jurídicos actualmente existentes, queden reducidos á
funciones puramente económicas, estableciendo en su lugar una libre federación
de libres asociaciones de productores libres.
[…] Y los microscópicos partidos obreros que pretenden organizarse, sólo aspiran
á la conquista del poder político, á fin de que, convertidos en burgueses, puedan
ejercer sobre las masas populares una autoridad y una explotación mucho más
odiosa que la existente
52
.
Esta extracción de El Productor de Barcelona, reproducida por su homónimo
antillano como programa propio, dejaba en evidencia el conflicto también existente
entre marxistas y libertarios dentro de la Isla. La acracia cubana censuró, en
términos propios del anarquismo colectivista más puro, la participación popular
activa dentro de un sistema político tan corruptor que acabaría transformando –en
caso de triunfo “legal” proletario- a los oprimidos en opresores. La intención de la
redacción, con Roig San Martín a la cabeza, era “que los trabajadores se
organizasen en partido propio, mas no para la política, sino para la defensa de sus
intereses exclusivamente: para resistir las imposiciones del capital, su natural
enemigo, y para presentarle una campaña decisiva el día en que suene la hora de
hacer valer nuestros legítimos derechos”
53
. Estos postulados seguían
coherentemente los principios fundacionales que rigieron la celebración del
Congreso Obrero y la creación del Círculo de Trabajadores y la Junta Central de
51
El Productor. Número 6. 11 de agosto de 1887, La Habana.
52
El Productor. Número 18. 3 de noviembre de 1887, La Habana.
53
El Productor. Número 49. 7 de junio de 1887, La Habana.
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
21
Artesanos.
Implícito en este mensaje apolítico se encontraba un discurso totalmente
contrapuesto a la concepción tanto burguesa como marxista del Estado, al cual
consideraban como un conjunto de los servicios públicos ya constituidos. El nihilismo
de El Productor negaba esta definición al observar en el Estado “la organización de
la clase explotadora para garantizar su explotación y mantener sumisos a sus
explotados”
54
y por tanto, al contrario de lo expuesto por capitalistas y socialistas
científicos, tildaba de necesaria su destrucción. Consideraban que ningún sistema
político, monárquico o republicano, había “podido encontrar fórmula alguna capaz de
manumitir al proletariado”
55
, con lo que se posicionaban contrarios a cualquier
organización gubernamental. Esta suspicaz postura colaboró en la propagación del
anarquismo en la Isla. La principal amenaza del gobierno colonial en este momento
no era la creciente conflictividad obrera, sino la cada vez más tangible confabulación
independentista. Por ello, la administración imperial permitió cierta libertad a la
corriente anarquista, la cual, pese a manifestarse en innumerables ocasiones
contraria al modelo de explotación colonial, contribuía con su apoliticismo apátrida al
distanciamiento de la clase obrera respecto de las teorías nacionalistas del
autodeterminalismo cubano. Esta relativa tolerancia otorgada por las autoridades se
mantendría mientras el anarquismo conservase ese sesgo.
La muerte de Enrique Roig San Martín el 29 de agosto de 1889 y el giro
reaccionario de la política metropolitana marcaron el inicio de una nueva etapa para
El Productor. La buena aceptación de los dogmas libertarios por parte de los
trabajadores animó a los líderes anarquistas de Cuba a seguir la propuesta de
rememoración de los Mártires de Chicago emanada de la Segunda Internacional.
Reunida el 20 de abril de 1890 en el Círculo de Trabajadores, una asamblea
compuesta por los destacados ácratas acordó celebrar el primero de mayo de ese
mismo año una manifestación pública y pacífica culminada con un mitin
multitudinario. La convocatoria de este acto se hizo blica a través de las páginas
de El Productor. La celebración del que posteriormente sería conocido como el Día
Internacional de los Trabajadores, “desató una ola represiva en contra del obrerismo
radical y sus publicaciones”
56
, anteriormente incluso de la vuelta al Gobierno de
Cánovas del Castillo. Las autoridades dispusieron, días antes de la conmemoración,
que todos los editores de periódico habían de tener la condición de elector y
elegible, estatus difícilmente alcanzable por los obreros dentro del limitado censo
electoral cubano. Esto hizo tornar al ya de por insurgente comportamiento
libertario hacia unas posiciones aun más antiestatales.
A la situación provocada por el estado de pseudo-libertad de prensa se sumó el
éxodo masivo de tabaqueros rumbo a Estados Unidos como consecuencia de la
crisis económica que azotó la Isla en 1890. Esta estampida supuso un giro a los
planteamientos ortodoxos sostenidos hasta entonces desde el anarquismo antillano.
En su periplo, los emigrados entraron en contacto con las tendencias ideológicas
54
El Productor. Número 2. Año II. 12 de julio de 1888, La Habana.
55
El Productor. Número 19. Año II. 8 de noviembre de 1888, La Habana.
56
CASANOVAS, J. La prensa obrera y la evolución ideológica-táctica del obrerismo cubano del siglo
XIX. Signos históricos. Ene./Jun. 2003, n. 9, pp. 13-42.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
22
predominantes entre la comunidad cubana afincada en La República Modelo.
Destacaban por encima del resto las ideas independentistas de José Martí, quien
había dado un viraje obrerista a su inicial mensaje burgués con el objetivo de atraer
la mayor cantidad de apoyos a su proyecto emancipador. Muchos de los más
destacados dirigentes del socialismo utópico, como Enrique Creci o Enrique
Messonier, quedaron absortos por las promesas de revolución social lanzadas por El
Apóstol de la Independencia Cubana. La represión desatada desde el Primero de
Mayo de 1890 facilitó la incorporación del espíritu independentista al programa
ácrata. Los anarquistas comprendieron que tanto los separatistas como ellos
mismos debían de terminar primeramente con la dominación española en la Isla
como paso previo a la consecución de sus objetivos y que, por tanto, una
fragmentación de los opositores al colonialismo sólo supondría el fortalecimiento del
sistema imperialista que ambos pretendían derribar.
Este cambio de tendencia fue transmitido a la Isla gracias a la labor divulgativa
de El Productor, quien reprodujo artículos de los principales periódicos ácratas
creados por sus compatriotas en el exilio estadounidense. La masa proletaria, harta
del hostigamiento al que era sometida por parte de la administración canovista,
decidió dar un paso más en su nueva concepción social y celebrar un congreso que
esculpiese un sistema organizativo adaptado a la nueva realidad. Aprovechando la
relativa calma que supuso el cese de García Polavieja al frente de la Capitanía
General, se convocó la celebración del llamado Congreso Regional Cubano para el
día 15 de enero de 1892. “En la asamblea obrera se reunieron 74 delegados de las
distintas asociaciones o gremios”
57
, quienes debatieron, entre otros aspectos, la
propuesta de apoyar la liberación de Cuba del yugo español y las acciones que
llevarían a ella. Las reuniones se sucedieron con normalidad dentro del férreo
control impuesto por la administración colonial, hasta que el día 19 se aprobó una
moción que manifestaba:
La introducción de estas ideas [del socialismo utópico] en la masa trabajadora de
Cuba, no viene, no puede venir a ser un nuevo obstáculo para el triunfo de las
aspiraciones de emancipación de este pueblo, por cuanto sería absurdo que el
hombre que aspira a su libertad individual se opusiera a la libertad colectiva de un
pueblo, aunque la libertad a que ese pueblo aspira sea a esa libertad relativa que
consiste en emanciparse de otro pueblo
58
.
Para las autoridades esta sentencia era un flagrante intento por “llevar a
ejecución procedimientos de socialismo revolucionario mediante actos que revisten
caracteres de delitos contra el orden social y político existente”
59
y, en consecuencia,
suponía un atentado contra la integridad de la patria. Inmediatamente, las fuerzas
represivas pusieron fin al Congreso, multando y clausurando El Productor como
instigador de su celebración. “A partir de 1892 se persiguió a los obreros, más por
actividades clasistas, que por su actividad a favor de la independencia”
60
.
57
FERNÁNDEZ, F. El anarquismo en Cuba. Madrid: Fundación de Estudios Libertarios Anselmo
Lorenzo, 2000, p. 35.
58
TELLERÍA TOCA, E. Los congresos obreros en Cuba. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1973,
p. 45.
59
Ibídem.
60
PLASENCIA, A. Historia del movimiento obrero en Cuba. Historia del movimiento obrero en
Naveg@mérica. 2016, n. 17.
23
La actividad y la discursiva anarquista quedaron desde 1892 ligadas
definitivamente al movimiento separatista. Los exiliados en Estados Unidos
comenzaron a agruparse en dos clubes, Club Roig San Martín y Club Fermín
Salvochea, como parte del sistema táctico de asalto al poder propuesto por el
Partido Revolucionario Cubano de José Martí. El estallido de la Guerra de
Independencia de 1895 supuso un paréntesis en la actuación sociolaboral de los
libertarios, que verían como el conflicto acababa, bien por mortandad bien por exilio,
con muchos de sus más valiosos miembros. La lucha sindical quedó relegada a un
segundo plano. Tras el conflicto, los ácratas retomarían su puesto al frente de la
conflictividad obrera, pero el precio de la guerra fue muy alto y las ideas socialistas
de carácter científico habían comenzado su imparable expansión.
3. A modo de conclusión
Durante la segunda mitad del siglo XIX las políticas emanadas de la
administración colonial permitieron y condicionaron tanto la aparición como el
posterior desarrollo de un nuevo modelo de periodismo: la prensa obrera. Los
primeros planteamientos obreristas, importados desde el Viejo Continente, se
difundieron entre los trabajadores gracias a este medio de comunicación. La
especial situación que vivió Cuba durante las últimas décadas de dominación
española contribuyó a modelar la radicalidad de un discurso adaptado a las
vicisitudes represivas de cada momento.
El discurso libertario, acostumbrado a desenvolverse siempre en un ambiente de
semiclandestinidad, supo aprovechar el impulso otorgado a la prensa por parte del
auge asociacionista iniciado en la década de 1860 para comenzar a inocular sus
planteamientos dentro de unas clases populares necesitadas de cambios y acciones
reales. Los primeros planteamientos, de corte proudhoniano, se introdujeron dentro
de las asociaciones mutualistas existentes gracias a la relativa tolerancia
gubernamental y a la actuación de unos reformistas decididos a lograr una mejora
en la situación de los trabajadores mediante una concepción obrerista muy distante
de los planteamientos radicales de las tendencias que más tarde dominarían el
movimiento obrero internacional. Este asociacionismo, pese a hacer gala de un
marcado tinte reformista, tuvo grandes similitudes con el modelo propuesto por
Proudhon y dejó su impronta en las conciencias de una clase obrera dispuesta a dar
un salto de calidad en cuestiones organizativas que le permitiera liberarse de los
yugos clasistas que atenazaban su existencia.
Tras el paréntesis que supuso para el desarrollo del movimiento obrero el
estallido de la Guerra de los Diez Años, las necesidades de los obreros cambiaron
radicalmente. Los planteamientos reformistas de pacifismo interclasista no servían
para satisfacer las nuevas demandas exigidas por el proletariado insular. El
españolismo que caracterizó durante los años 60 al reformismo cubano no encajaba
dentro de las novedosas tendencias obreristas importadas desde Europa. Comenzó
durante la década de 1880 un impresionante despliegue de la maquinaria
propagandística de un anarquismo que, gracias entre otros medios a la prensa
América Latina. México: Siglo XXI, 1984.
Javier COLODRÓN VALBUENA. La prensa obrera como vehículo divulgador del ideal libertario: el
caso de la Cuba decimonónica.
24
escrita, consiguió en poco tiempo erigirse como abanderado del movimiento obrero
en la Isla. La llegada masiva de españoles como recambio de mano de obra tras la
abolición de la esclavitud contribuyó al innegable éxito divulgativo de los ácratas. Las
corrientes anarco-colectivistas, predominantes en la metrópoli, eran difundidas en la
colonia gracias a la llegada de estos inmigrantes y a la estrecha relación entre la
prensa libertaria de ambos territorios. El nihilismo estatal y político inherente a la
vertiente utópica del socialismo, garantizaron una especie de vigilancia tolerada por
parte de una administración más preocupada por frenar el avance del separatismo
que por delimitar la actuación de los obreros. La prensa anarquista supo moverse en
este ambiente atacando de forma abierta a la burguesía y de manera velada a las
autoridades en los momentos en que la permisividad fue mayor.
Con el éxito del giro socialista del discurso Martiano, el periodismo ácrata supo
adaptarse de nuevo a las demandas del pueblo, proponiendo una reestructuración
de sus postulados y abogando por el derrocamiento del imperio español como paso
previo a la emancipación del proletariado. Este cambio de perspectiva fue
potenciado durante meses desde la prensa hasta conseguir la celebración de un
congreso obrero que aprobase los cambios programáticos –aunque en el fondo ya
eran una realidad- y emitiera un dictamen exponiendo la nueva línea de actuación
derivada del debate entre delegados. El giro independentista del anarquismo cubano
supuso el inicio de una política represiva extrema que terminó con la relativa libertad
de la prensa obrera. El casi inmediato estallido de la guerra significó el final de la
etapa de nacimiento y cimentación del anarquismo en la Isla. La paz del 98 y la
posterior intervención norteamericana iniciaron una nueva era reivindicativa donde
tanto los protagonistas como los objetivos habían sido renovados.
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TORRE MOLINA, M. de la. Conflictos y cultura política Cuba, 1878-1898. La
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... Esta continuidad temática podría reforzar la idea de que esta prensa fue unidireccional, operando sólo para informar y no para formar a sus lectores, contradiciendo la fórmula leninista de que la prensa obrera debería permitir estudiar, hacer propaganda y organizar. Prestando mayor atención, los comunicados publicados nunca se convirtieron en "la otra opinión" (Archila Neira, 1986) o en el "vehículo divulgador del ideal libertario" (Colodrón Valbuena, 2016), sino que funcionaron como la única opción posible. ...
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Para el marxismo, la cuestión del sujeto es fundamental. Quién debía hacer la revolución y, sobre todo, por qué, produjo una intensa literatura que fue interrumpida cuando ciertas lecturas de la obra de Vladímir Lenin se convirtieron en discurso oficial del comunismo internacional: la clase trabajadora, como elemento objetivo dentro de las relaciones de produccion, debía liderar la revolución hacia el socialismo en alianza con otras clases. Para el caso ecuatoriano, la organización llamada a defender esta tesis fue el Partido Comunista del Ecuador (PCE), enmarcado dentro de la órbita soviética. Sin embargo, el estudio de su propaganda nos ofrece una disputa discursiva al interior mismo del Partido entre la visión clasista tradicional y una populista de latinoamericano. Un concepto, el pueblo, que amplía los márgenes de la ortodoxia, pero cuyo uso extendido revela una posición ambigua sobre la posición del PCE respecto al sujeto revolucionario.
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Traducción de: Power in movement Incluye bibliografía e índice
Obrerismo y libertad. Primeros indicios de conciencia de clase en Cuba
  • Caballero Castillo
CABALLERO CASTILLO, A. Obrerismo y libertad. Primeros indicios de conciencia de clase en Cuba. La Habana: Concurso Primero de Enero, 1981.
Los Congresos Obreros en Cuba. La Habana: Instituto Cubano del Libro
  • E Tellería Toca
TELLERÍA TOCA, E. Los Congresos Obreros en Cuba. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1973.
Conflictos y cultura política Cuba
  • Torre Molina
  • M La
TORRE MOLINA, M. de la. Conflictos y cultura política Cuba, 1878-1898. La Habana: Editora Política, 2006.
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PÉREZ CHÁVEZ, R. Biografía de Enrique Roig San Martín. La Habana: Imprenta Martí, 1943.
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  • A Plasencia
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PLASENCIA, A. Historia del movimiento obrero en Cuba. Historia del movimiento obrero en 4. Bibliografía BASAIL RODRÍGUEZ, A. El Lápiz Rojo. Prensa, censura e identidad cubana (1878-1895). La Habana: Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2004.