La cerveza es una bebida que procede de la fermentación de cereales que se compone de agua, malta de cebada, levadura y lúpulo. A diferencia de las bebidas procedentes de la destilación (aguardientes y alcoholes), las bebidas procedentes de la fermentación, como el vino, la sidra o la cerveza, tienen un contenido bajo en alcohol y aportan hidratos de carbono, folatos, flavonoides y oligoelementos que les confieren propiedades de alimentos funcionales con efectos beneficiosos para la salud.
En nuestra cultura las bebidas alcohólicas más consumidas son las fermentadas. En Europa se consume un promedio de 77,8 litros de cerveza por persona y año. España se encuentra en el rango inferior con un consumo medio de 68,8 litros. Dependiendo del proceso de fermentación hay varios tipos de cervezas. Las cervezas Ale o de fermentación alta o espontánea y las variedades de fermentación baja o tipo Lager. El contenido alcohólico es variable con un promedio de un 5% y un valor energético de unas 30 – 40 Kcal por 100 mL. Existe una creencia popular de que la cerveza engorda. No obstante se ha comprobado que el consumo moderado de bebidas fermentadas no produce obesidad. El contenido calórico de la cerveza y el vino es bajo. Una caña de 200 mL aporta unas 90 Kcal, por lo que el argumento de que la cerveza engorda por su aporte calórico no se sostiene. Es de gran importancia tener en cuenta el concepto de consumo moderado de alcohol. Aunque no existe un acuerdo general de qué es consumo moderado, la mayoría de las publicaciones establecen el consumo moderado entre 10 y 20 gramos de alcohol al día. Para el caso de la cerveza supone una o dos cervezas de 200 mL diarias para las mujeres y hasta tres para los hombres.
Se ha estudiado el patrón alimentario global de los bebedores de cerveza en el contexto de una dieta mediterránea. Las conclusiones principales del estudio fueron que el consumo moderado de cerveza no se acompaña de aumento del peso ni del perímetro abdominal. Este subgrupo de personas presentaba mejores parámetros metabólicos que el grupo de no consumidores. Se ha demostrado que el patrón alimentario de los consumidores moderados de cerveza en los países mediterráneos es más saludable que el de los no bebedores y totalmente diferente al patrón observado en los bebedores de los países anglosajones.
El tratamiento de la obesidad se fundamenta en la dieta y el ejercicio físico y en estrategias individualizadas y asumibles para los pacientes. La prohibición absoluta y permanente del consumo de bebidas alcohólicas como tratamiento de la obesidad es poco realista. En aquellas personas consumidoras de bebidas alcohólicas, lo mejor es recomendar un consumo moderado de bebidas fermentadas dentro del contexto de una dieta mediterránea equilibrada. Una opción excelente es la cerveza sin alcohol. España tiene la cuota más elevada de Europa de consumo de cerveza “sin”, cuyo contenido alcohólico no supera el 1% y aporta únicamente 14 Kcal por cada 100 mL.