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PSICÓLOGO EDUCATIVO
International Journal of Developmental and Educational Psychology
INFAD Revista de Psicología, Nº1-Vol.2, 2014. ISSN: 0214-9877. pp:475-482 475
ABSTRACT
One of the difficulties in choosing the families who come to foster care is related to the lack of studies that
indicate the features needed to support optimal integrated development of children in foster care and also help in
the process both the family as the child to generate the necessary resources. The sample consisted of 53 families
with 80 children in foster care for three years. The aim was to identify characteristics that allow promote the devel-
opment of the child. The results underline the importance of establishing secure links between the child and the
foster family, the integration of the child in the foster family (the emergence of a sense of belonging), the exis-
tence of children in the foster family and a sense of satisfaction with welcoming, by the foster family.
Keywords: Foster family, bonding, integration, development.
RESUMEN
Una de las dificultades en la selección de las familias que se acercan al acogimiento familiar está relaciona-
do con la falta de estudios que pudieran apuntar hacia características necesarias que apoyaran un desarrollo inte-
gral y comunitario óptimo del menor acogido y a su vez, en el proceso acogedor ayudar tanto a la familia como
al menor para generar y/u optimizar aquellos recursos que permitan la consecución de las mismas. En una mues-
tra de 53 familias que a lo largo tres años acogieron a 80 menores nuestro objetivo fue identificar las caracterís-
INDICADORES DE LA CALIDAD DEL PROCESO DE ACOGIMIENTO FAMILIAR
INDICATORS OF THE QUALITY OF THE FOSTER CARE
Rosa J. Molero Mañes:
Dra. Psicología. Dpto. Psicología Evolutiva y de la Educación. Universitat de València. Av. Blaco Ibánez, 21.
46010 Valencia. Tel. 638739786. rosa.molero@uv.es
Mª Dolores Gil Llario:
Dra Psicología. Dpto. Psicología Evolutiva y de la Educación. Universitat de València. Av. Blaco Ibánez, 21.
46010 Valencia. Tel. 653870808. dolores.gil@uv.es
Irene M. Díaz Rodríguez.
Centro Atención Discapacidad Intelectual San Clemente . Carretera de la alberca s/n, San Clemente-Cuenca .
irene.diaz@idcsalud.es
Fecha de recepción: 22 de Enero de 2014
Fecha de admisión: 30 de Marzo de 2014
http://dx.doi.org/10.17060/ijodaep.2014.n1.v2.463
ticas que más habían favorecido el desarrollo del menor. Los resultados subrayan la importancia del estableci-
miento de vínculos seguros del menor con los acogedores, la integración del menor en la familia acogedora (la
aparición de un sentido de pertenencia), la existencia de hijos en el núcleo de convivencia y una percepción de
satisfacción con el acogimiento, por parte de la familia acogedora.
Palabras clave: acogimiento familiar, vínculos afectivos, integración, desarrollo.
ANTECEDENTES
El acogimiento en familia ajena, es un proyecto educativo en el que un menor se confía temporalmente a una
persona o núcleo familiar con el objetivo de que dicha familia lo cuide, alimente y eduque durante el tiempo que
permanezca con ella. En consecuencia, es fundamental la capacidad educativa de la familia acogedora como cri-
terio básico de valoración a la hora de seleccionar tales familias, así pues, la familia que se hace cargo tempo-
ralmente de un niño, no se limita a realizar funciones de alojamiento y cuidado, sino que asume un proceso edu-
cativo con las mismas responsabilidades que para con sus propios hijos, esto es lo que motiva la denominación
de estas familias acogedoras ajenas como familias educadoras, denominación utilizada en la Comunidad
Valenciana..
El establecimiento de un vínculo familiar seguro es el fundamento para el desarrollo saludable de la perso-
na. La familia desempeña, de esta forma un rol principal en el ajuste psicosocial del menor (Carreras, 2004;
Arruabarrena, 2009) y teniendo en cuenta como señalan Moreno et al. (2010) que los aspectos fundamentales
para el desarrollo de un niño son de carácter físico-biológicos, cognitivos, emocionales y sociales, un niño pri-
vado de afecto o con un afecto distorsionado tendrá gravemente dañadas las diferentes áreas del desarrollo. Así
pues, en el acogimiento deben garantizarse las posibilidades de que los menores se desarrollen de forma inte-
gral y comunitaria, ya que precisamente por el riesgo de que esto no sea así debido a las circunstancias de su
ámbito convivencial, lo han privado de continuar en su entorno progenitor.
No podemos obviar tal y como indican Garland et al. (1996) que los niños en acogimiento familiar, tienen un
alto riesgo de desarrollar problemas conductuales y emocionales, aunque insistiríamos como señalan Gil y
Molero (2010) en variables relacionadas con las posibilidades de adaptación a la familia y aquellas vinculadas a
las posibilidades de crecimiento emocional y personal como serían, por ejemplo, el número de medidas por las
que han pasado, la edad con la salieron de sus familias biológicas, el grado de negligencia, la frecuencia y cali-
dad de las visitas etc.
Como vemos, el acogimiento familiar es un servicio para proteger a la infancia en situación de riesgo o
desamparo y, cuyo recurso fundamental, son las familias, pero que no está exento de dificultades y que siendo
éstas, un ingrediente necesario no es el único. El objetivo de este servicio ha sido inicialmente el permitir, den-
tro de la acción protectora, cubrir las necesidades de estos menores en un entorno familiar, que es el que se con-
sidera más adecuado para su desarrollo integral y comunitario. En sintonía con el estudio de Gimeno (1996), los
datos empíricos avalan, que el niño que posee una buena experiencia familiar en sus etapas de desarrollo, está
en mejores condiciones para afrontar su vida de adulto y la crianza, a la vez, de sus propios hijos.
El acogimiento familiar en familia ajena como en extensa es un recurso especializado que requiere de pre-
paración y apoyos específicos, tanto por la familia acogedora como por el personal técnico implicado en el
mismo, al objeto de cubrir las especiales necesidades de determinados menores como recogen las conclusiones
de los distintos trabajos sobre el acogimiento en nuestro país (Amorós, Palacios, Fuentes, León y Mesas, 2003;
Fernández del Valle, Álvarez-Baz y Bravo, 2002, Amorós y Palacios, 2005, Molero, 2006, y Molero, Moral,
Albiñana, Sabater y Sospedra, 2007)
A nuestro entender, solo desde un enfoque ecológico (multiplicidad de sistemas en juego) y evolutivo (cono-
cimiento de los ciclos de la vida familiar y del individuo), se pueden dar una respuesta adecuada, al permitir esta
perspectiva elaborar o realizar un diseño de actuación acorde a las necesidades que se hayan detectado, desde
luego, a partir del conocimiento de las características identificadas en el proceso de evaluación previa y simultá-
neamente realizado.
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INDICADORES DE LA CALIDAD DEL PROCESO DE ACOGIMIENTO FAMILIAR
OBJETIVOS, PARTICIPANTES Y MÉTODO
El estudio de corte descriptivo, partió de un total de 144 familias inscritas para realizar el curso de formación
de familias educadoras, de ellas 91 fueron valoradas y 90 como idóneas, finalmente, en este estudio longitudi-
nal, pudimos trabajar uno de los apartados del mismo con 53 familias que habían acogido a 80 menores.
El objetivo se sitúa dentro de un proyecto más amplio, que persigue la descripción del proceso acogedor
desde el inicio identificando las variables que incidirían de forma positiva en el proceso acogedor. En este traba-
jo se pretende identificar algunos de los indicadores de buen pronóstico para el acogimiento.
En cuanto a los instrumentos y procedimiento y tal como se ha señalado, se trata de un estudio longitudinal
que empezó en la difusión del recurso y finalizó a los cuatro años identificando los procesos de formación y
selección de las familias educadoras, de asignación de casos y de las distintas fases del acogimiento, llegando
en algunos casos al cese del mismo. Los protocolos de recogida de información han sido, entre otros, cuestio-
narios realizados por el equipo de investigación, adaptados a cada fase del proceso.
RESULTADOS
Los resultados de nuestro estudio muestran como la situación jurídica que se produce para que estos meno-
res estén dentro del sistema de protección y en concreto con familia educadora, ha sido para el 68% el desam-
paro, lo que significa que estos menores están tutelados y los padres no han consentido este extremo, para el
resto (31,3%), la situación es de acogimiento administrativo producida por una situación de riesgo donde los
propios padres han solicitado la guarda voluntaria, aunque también puede ocurrir, que una vez detectada la situa-
ción de riesgo, se proponga la protección del menor desde el organismo pertinente y los padres consientan.
Para el 23,8% de los menores en acogimiento, el núcleo de procedencia son sus familias de origen (proge-
nitores), para el 3,8% el acogimiento en familia extensa (estaban acogidos con familiares y por motivos varios,
se propone un cambio de medida protectora a familia educadora), para el 10% el acogimiento en familia educa-
dora (estaban en familia educadora y bien porque ha sido necesario el cambio por cuestiones de adaptación o
porque se da un cambio en el tipo de acogimiento, pasa a otra familia acogedora). Por ejemplo, un menor en aco-
gimiento de urgencia-diagnóstico que agota su tiempo máximo de estancia y pasa a un acogimiento simple, o
ese mismo menor para el que se ha decidido una medida más estable, como un acogimiento permanente y, debe
cambiar a una familia que cumpla con los requisitos para cubrir las necesidades de ese menor y esté dispuesta
para un acogimiento permanente.
El 35% de los menores llegan a las familias educadoras desde residencias, mientras que un 27,5% desde
hospitales, esto quiere decir que ha existido una retención hospitalaria por sospechas relacionadas con los malos
tratos, generalmente.
Conviene insistir en el hecho de que se trata de un estudio longitudinal, por lo que al no observar a todos
los menores en un momento dado, no nos permite describir la situación actual en cuanto al tipo de acogimien-
to, sin embargo, estamos en condiciones de asegurar que en este momento los acogimientos permanentes supe-
ran a los simples de forma alarmante.
Un 63,8% de los menores acogidos tienen hermanos frente a un 22,5% que no los tienen y, para el 13,8%
se desconoce este dato. De aquellos menores que tienen hermanos, el 72,7% están con medidas de protección
frente al 9,2% que conviven con sus progenitores, en un 17,7% desconocemos cuál es su situación.
Del total de menores, el 65% no están acogidos junto a hermanos (bien porque no los tienen bien porque
están con otras medidas de protección o incluso con sus progenitores) el resto sí lo están. De los menores aco-
gidos junto a hermanos, el 30% lo están junto a uno, el 3,8% junto a dos y el 1,3% junto a tres hermanos/as.
De los menores que están acogidos por familias educadoras, encontramos que el 52,5% tienen entre 0 y 4
años, entre 5 y 8 años el 23,8%, entre 9 y 11 años el 17,5%, entre 12 y 14 años el 5% y más de esa edad un
1,3% de los menores. Pudimos observar, que el 52,5% eran niños frente al 47,5% de niñas. La mayoría de estos
menores son de etnia blanca (65%), frente al 23,8% que son de raza gitana, el resto son: un 1,3% de etnia mes-
tiza, 7,5% negra y 2,5% otras. El 82,5% están estudiando y el 17,5% son bebés que no van a la guardería y
mayores de 16 años que ni trabajan ni estudian.
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PSICÓLOGO EDUCATIVO
En la mayoría de menores no se detectaron problemas relevantes al iniciar el acogimiento en las áreas obser-
vadas: motora, cognitiva, adaptativa, comunicación/lenguaje, personal-social y salud física. Pese a ello, se puede
observar que alrededor de un 25% de los menores tienen dificultades detectadas ya desde el inicio, el área en las
que más menores parecen tener dificultades es en la adaptativa y personal-social.
Como se puede comprobar, es importante la atención a este porcentaje de menores con dificultades, inclu-
so importantes, en las diferentes áreas de desarrollo aunque se trate de una menor incidencia.
El perfil que nos ofrece nuestro estudio respecto a los acogedores, señala que un 64,3% conviven en pare-
ja y mayoritariamente están casados, tienen entre 45 y 51 años él y 38-44 años ella. El nivel de instrucción o estu-
dios indica que el acogedor tiene estudios primarios (aunque seguido en porcentaje de estudios universitarios)
y la acogedora, universitarios.
La profesión de ellos está en el ámbito de los servicios (58,7%) y también el de ellas (27,6%),pero muy pró-
ximo al de trabajos relacionados con titulaciones superiores (25,3%), formación profesional (23%) y con un 20%
las que se dedican a la atención de la familia y la casa y no trabajan fuera del hogar. Tanto ellos (90,5%) como
ellas (66,7%) trabajan y no se destacan ni para él (85,7%) ni para ella (83,9%) enfermedades o dificultades de
salud significativas y se refiere una disponibilidad de tiempo moderada por parte de ellas para dedicarse a estos
menores (56,3%) y, poca (31%) por parte de ellos.
Hemos comprobado, como las familias se plantean el acogimiento en un momento de sus vidas donde pare-
ce que existen ciertas dosis de estabilidad y madurez, los proyectos de vida y de trabajo están básicamente con-
solidados, en los casos que tienen hijos, éstos suelen ser mayores de edad y parece, que es el momento más
adecuado para entrar en un proyecto de vida que incluya la solidaridad, compartir lo que se tiene o se puede ofre-
cer. Como dato, destacamos que son ellas las que disponen de más tiempo para dedicar a estos menores y sobre
la que, parece adecuado inferir que, recaerá mayoritariamente la responsabilidad de la crianza.
Tanto los acogedores, en un 69,8%, como las acogedoras, en un 70,1%, advierten que la motivación es bási-
camente solidaria-altruista, es decir, les mueve el deseo de poder compartir y ofrecer a estos menores recursos
apropiados, cariño y atención. No obstante, estas investigaciones también identifican alrededor de un 25% con
una predominante motivación de desarrollo y realización familiar (nosotros habíamos denominado carencial).
Los acogedores (50,8%) y las acogedoras (67,8%), obtienen unos resultados con el test de perfil de estilos
educativos (PEE), que indican una adecuación es su estilo educativo, es decir, el perfil es, básicamente, de tipo
asertivo/democrático. Sin embargo, dada la importancia de este indicador, es conveniente señalar que un 36,5%
de los acogedores obtienen resultados que sugieren estilos educativos inadecuados, el resto, un 12,7% o no es
concluyente o no se dispone de este dato. En el caso de las mujeres, el 24,2% obtienen perfiles inadecuados y
para el 8% o no es concluyente o no se dispone de esa información.
Nuestros datos apuntan a que en la valoración no se consideró, en algunos casos de obligado cumplimien-
to un perfil adecuado en pautas de crianza, aunque sí su conocimiento para poder señalarlo y orientar de mane-
ra adecuada.
En cuanto a la personalidad de los acogedores y acogedoras, podemos decir que, se consideran: dinámicos,
activos, enérgicos, dominantes y locuaces, también cooperativos, altruistas, amigables, generosos y empáticos,
estables emocionalmente y por último, ambos se describen como personas cultas, informadas, interesadas en las
cosas y en las experiencias nuevas, además de dispuestas al contacto con otras culturas y costumbres distintas.
El perfil indicado en el párrafo anterior, señala a los acogedores y acogedoras como muy altos en energía, en
afabilidad, en tesón, en estabilidad emocional los acogedores muy altos y acogedoras altos y, en apertura men-
tal ambos obtienen puntuaciones muy altas.
Las acogedoras y los acogedores tienen, mayoritariamente, una motivación altruista/solidaria, un perfil de
estilos educativos asertivo o democrático, y, características de personalidad adecuadas, según consideraron los
técnicos que valoraron a estas familias en su proceso para convertirse en familias educadoras.
En cuanto a la evolución e integración de los menores y según los datos que hemos recogido, los menores
tuvieron durante el periodo de acogimiento una evolución satisfactoria, tanto en el área motora, como cognitiva,
adaptativa, en comunicación y lenguaje, personal-social y salud física (porcentajes próximos al 100%). La inte-
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gración en la familia educadora se valoró para un 75,1% como bastante y total y para el 88% de los menores se
valoró que se había generado un vínculo seguro con la acogedora.
El acogimiento en familia educadora, teniendo en cuenta los datos, resulta un recurso beneficioso para los
menores dentro del sistema de protección, ya que les permite desarrollar sus capacidades de manera adecuada
y les proporciona modelos relacionales, actitudinales y comportamentales adecuados.
Cuando comparamos la evolución del menor en las diferentes áreas o ámbitos de desarrollo con algunas
variables relacionadas con el perfil del menor y con el periodo de acogimiento se comprobaron algunos resulta-
dos interesantes: cuando la integración del menor es buena su desarrollo también lo es, los vínculos afectivos
devenían seguros en el proceso relacional establecido dentro de la familia acogedora y la existencia de hijos en
la familia educadora repercutía positivamente en el área adaptativa y personal-social del menor acogido, de mane-
ra que la evolución en las áreas mencionadas resultaba más satisfactoria cuando en la familia educadora existí-
an hijos propios. Para finalizar, también observamos que cuando las familias educadoras se mostraban satisfe-
chas con el acogimiento el menor evolucionaba positivamente en el área adaptativa.
CONCLUSIONES
Seguidamente se refieren esquemáticamente los resultados del estudio que han permitido inferir algunos
indicadores de buen pronóstico para el proceso acogedor.
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Situación del menor
Ò tutelado,
Ò como núcleo de procedencia la residencia,
Ò acogimiento simple,
Ò tiene hermanos también con medidas de protección y,
Ò está acogido solo, no junto a otros hermanos.
Perfil menor acogido
Ò menos de 4 años,
Ò etnia blanca,
Ò niño,
Ò sin problemática significativa y/o diagnósticada.
Finalmente y en base a lo expuesto, podemos hacer referencia a una serie de características favorecedoras
de la integración y desarrollo adecuado de los menores en los contextos de acogimiento:
establecimiento de vínculos seguros,
integración del menor,
existencia de hijos en el núcleo de convivencia y,
percepción de satisfacción con el acogimiento, por parte de la familia acogedora.
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Perfil adultos acogedores
Acogedoras Acogedores
entre 38-44 años,
casadas,
con hijos,
estudios universitarios,
profesión relacionada con servicios,
activa (trabajando),
buena salud,
moderada disponibilidad de tiempo,
motivación altruista/solidaria,
perfil educativo asertivo,
dimensiones de personalidad:
energía muy alta,
afabilidad muy alta,
tesón muy alto,
entre 45-51 años,
casados,
con hijos,
estudios primarios,
profesión relacionada con servicios,
activo (trabajando),
buena salud,
poca disponibilidad de tiempo,
motivación altruista/solidaria,
perfil educativo asertivo,
dimensiones de personalidad:
energía muy alta,
afabilidad muy alta,
tesón muy alto,
estabilidad emocional alta y
apertura mental muy alta.
est. emocional muy alta y
apertura mental muy alta.
Resultado del proceso de acogimiento
Ò evolución positiva en todas las áreas del desarrollo,
Ò integración satisfactoria en el nuevo entorno de convivencia y
Ò establecimiento de una relación vincular segura con la acogedora.
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