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ACTIVISMO DESDE EL CONSUMO COOPERATIVO DE
PRODUCTOS AGROALIMENTARIOS: ¿ECONOMÍA ALTERNATIVA
O TECNOPOLÍTICA?
Ricard E
Investigador en el Internet Interdisciplinary Institute, Universitat Oberta de Catalunya.
Ismael P-L
Profesor de la Escuela de Derecho y Ciencias Políticas, Universitat Oberta de Catalunya.
Enrique R
Profesor de Fundamentos de Estadística, Universitat Oberta de Catalunya.
RESUMEN: El análisis de la cronología de los grupos de consumo de la ciudad de Barcelona muestra
tres etapas: la primera, a lo largo de la década de 1990, con la aparición de los primeros grupos; la
segunda, con el cambio de siglo, con un nuevo auge de cooperativas; y, nalmente, una tercera oleada,
coincidiendo temporalmente con el movimiento 15M, caracterizado –entre otros elementos– por su
constitución en asambleas.
A pesar de que todas las organizaciones autogestionadas en el marco del consumo agroalimentario no
tienen formato jurídico cooperativista (la mayoría son asociaciones e incluso identicamos algunas sin
marco legal), comparten un modelo de toma de decisiones asambleario. Las asambleas son el espacio
donde se gestiona el eje central de la actividad que da sentido a la constitución del grupo (el abasteci-
miento de productos agroalimentarios cumpliendo con los criterios de la Economía Social y Solidaria)
pero, también, el compromiso social y político de la organización.
En este artículo se analiza la relación existente entre los grupos de consumo agroalimentario y el movi-
miento 15M en la constitución de nuevas organizaciones o en el refuerzo de las ya existentes en la ciudad.
Por un lado, evaluaremos el papel del modelo de toma de decisiones en asamblea –liderazgo horizontal
y distribuido–, como parte fundamental de su funcionamiento autogestionado y desinstitucionalizado,
con especial atención al papel de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la
organización de la misma. Por otro lado, estudiaremos la relación entre el compromiso social y político
que los distintos grupos maniestan y su vinculación con los movimientos de activismo social y político.
Esta investigación se ha realizado sobre la totalidad (60) de los grupos de consumo agroalimentario de
Barcelona, con presencia en todos los distritos de la ciudad1.
PALABRAS CLAVE: Autogestión, Cooperativismo, ICT4D, Movimientos Sociales, 15M, Tecno-
política
1 Este artículo forma parte de una investigación más amplia que tiene como título: «Consumo
autogestionado en la era de la Sociedad Red. El papel de las TIC en la comercialización de los
productos agroalimentarios de proximidad».
561 ACTIVISMO DESDE EL CONSUMO COOPERATIVO DE PRODUCTOS AGROALIMENTARIOS: ...
1. PRÁCTICAS SOCIALES AUTOGESTIONADAS Y AGROALIMENTACIÓN
EN EL MARCO DE UNA CIUDAD EN MOVIMIENTO
El término «innovación social», no exento de polémica, ha sido utilizado para de-
signar aquellas prácticas que buscan crear una alternativa transformadora en el contexto
de una ciudad en crisis y víctima de grandes desigualdades sociales; editado por Subirats
y García, «Innovación social y políticas urbanas en España. Experiencias signicativas
en las grandes ciudades» (2015) recoge y contextualiza algunas de ellas. Como desta-
ca Miró en el propio libro, el origen contemporáneo del concepto «innovación» tiene
una dimensión central en el desarrollo de la economía capitalista en la década de 1930
(Schumpeter) y la expansión del modelo neoliberal de la década de 1980 (Drucker),
como una forma de poner el capital social al servicio del desarrollo empresarial. Por este
motivo, Miró, reriendo a Garcés (2014), propone no situar la novedad al lado de la
emancipación, sino de la capacidad de crear alternativas que superen, modestamente, el
modelo capitalista. Como el marco de esta investigación es el análisis de la acción de las
cooperativas y grupos de consumo que se maniestan explícitamente como alternativa al
modelo de consumo imperante, regido por la cadena de valor capitalista (Espelt, 2013),
aunque durante el redactado del artículo nos referiremos a investigaciones que relacio-
nan de forma global la acción de las cooperativas con prácticas de «innovación social»,
entenderemos a éstas como «prácticas sociales autogestionadas».
La posibilidad de gestionar recursos y bienes colectivos, sobre los cuales se siente
una amenaza (Lafuente, 2007), en común mediante formas de gobernanza particulares
y cuyo régimen de propiedad no es ni público ni privado (Ostrom, 1994) hace que co-
munidades de personas, preocupadas por el sostenimiento de esos recursos, se organicen
para ello (Lafuente y Corsín Jiménez, 2010). El imaginario y las prácticas de cultura
libre, en el contexto de una sociedad cada más digitalizada, conducen a la experimenta-
ción sobre la denición y concreción de estos nuevos procomunes (Estalella, Rocha y La-
fuente, 2013). Prácticas procomunales basadas en la experimentación, especícamente
con el foco en ámbito local (Ostrom, 2007); el amor, como un concepto político central
en la producción del común y de la vida social (Hardt y Negri, 2009) y la cultura libre y
su recursividad, que miran de escapar de los cercos (Boyle, 2008) y promover un refor-
zamiento de las formas de gestión democráticas (Subirats, 2011), basadas en la conanza
de sus participantes (Mayo, 2012).
En el caso de Barcelona, las movilizaciones y conictos sociales, acaecidos desde
su surgimiento como uno de los principales centros industriales del sur de Europa en
el siglo XIX hasta la metrópolis actual, son parte fundamental de la historia de la ciu-
dad y su denición. En las últimas décadas los movimientos que, con un carácter más
ofensivo, centraron la reivindicación en los equipamientos y la calidad urbana durante
la Transición, derivaron a una mayor preocupación por temas ambientales y de defensa
del territorio en el periodo de expansión económica (1996-2007). Mientras que, en los
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últimos años, éstos se han focalizado en las condiciones de vida de la población y en
la promoción de formas alternativas de producción y circulación de bienes y servicios
(Nel·lo, 2015).
El «Mapa de la Innovación Social en Cataluña» (Blanco et al., 2015) que recoge
una parte importante de las prácticas de innovación social del conjunto del territorio
catalán, clasicadas en cuatro ámbitos: a) solidaridad ciudadana, b) territorio, medio
ambiente y energía, c) economía y consumo alternativos y d) espacios autogestionados,
señala una correspondencia entre éstas y el peso demográco de distribución de la po-
blación. Por otra parte, el peso de las prácticas relacionadas con la economía y consumo
alternativos es mayor que el resto de prácticas (51,8 %). El conjunto de este grupo de
iniciativas ciudadanas, donde vinculamos a las cooperativas de consumo agroalimenta-
rio, comparten dos elementos que en el marco de este artículo son fundamentales: son
autogestionadas y el proceso de toma de decisiones es, en gran medida, asambleario.
Desde la reivindicación a un modelo más justo y sostenible social y económica-
mente (Espelt et al., 2015) y con la voluntad de construir una alternativa a la comer-
cialización de productos agroalimentarios imperante basado en las grandes supercies
(Mauleón, 2009), aora de nuevo en Barcelona la autogestión cooperativa para el
abastecimiento de productos agroalimentarios. La primera cooperativa contemporá-
nea de la ciudad, «Germinal Sants», nace en 1993. Aunque, en este recorrido de la
autogestión agroalimentaria, no podemos olvidar la larga tradición histórica en torno
a la autogestión de la clase obrera, como respuesta a las duras condiciones que la
industrialización causó a nales del siglo XIX (Dalmau & Miró, 2010). La primera
cooperativa histórica fue «L’Antiga del Camp de l’Arpa» (1866), que en el año 1935
contaba con más de cincuenta organizaciones distribuidas por la ciudad. En la reex-
pansión de las cooperativas modernas distinguimos tres oleadas: las iniciativas pione-
ras, en la década de 1990; una segunda fase de expansión, a partir del cambio de siglo;
y una tercera de crecimiento muy relevante, coincidiendo con el movimiento 15M,
en el año 2011 (Vivas, 2014). El aumento de treinta y seis grupos de consumo en el
año 2009 (Ubasart, Ràfols, & Vivas) a los sesenta actuales (Espelt, 2016) signican la
importancia del 15M y sus consecuencias.
En denitiva, por un lado, la aparición de los grupos de consumo se produce en pa-
ralelo a la respuesta contra la homogeneidad en las cadenas alimentarias globales (Khou-
ry, 2014), parte del discurso del movimiento antiglobalización y de defensa del territorio,
muy signicativo en Cataluña, y que conlleva la búsqueda de una recuperación de la
«identidad de los lugares» para la promoción de alternativas sociales y económicas que
favorezcan la relocalización (Nel·lo, 2014). Por otro lado, rescata el aprendizaje del mo-
vimiento cooperativo, de larga tradición en la ciudad de Barcelona y el conjunto del
territorio catalán, para la autogestión de bienes.
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2. AUTOGESTIÓN AGROALIMENTARIA Y EXPANSIÓN DE LA ECONOMÍA
SOCIAL Y SOLIDARIA
Los grupos y cooperativas de consumo, una de las tipologías que caracterizan los
Circuitos Cortos de Comercialización (Binimelis & Descombes, 2010), se incluyen en
las prácticas propias de la Economía Social y Solidaria (ESS) que es, al mismo tiempo,
práctica económica y movimiento social y se vertebra en los barrios de Barcelona en
tanto que ecosistemas cooperativos (Fernández & Miró, 2016).
La ESS, como tal, es un término que está en pleno proceso de denición y que
toma por base la conceptualización de la Economía Social y la Economía Solidaria.
A aquellas organizaciones no pertenecientes al sector público, con funcionamiento y
gestión democrática e igualdad de derechos y deberes de sus miembros, que destinan
sus excedentes al crecimiento de la entidad y a la mejora de servicios de la comunidad,
se las inscribe, según la tradición europea que recoge la «Charte de l’économie sociale»
(1980), en la Economía Social. Un debate político, el de encontrar formas alternativas
al capitalismo, que se reactiva con fuerza en Europa, a raíz de los movimientos sociales
de la década de los 60, y que conlleva el nacimiento de nuevas prácticas que arman la
necesidad de asociar la dimensión económica de las mismas con la voluntad de trans-
formación social (Fernández & Miró, 2016). Los autores que han conceptualizado las
organizaciones que se ubican bajo los parámetros de la Economía Solidaria, Singer y
Mance entre los más destacados, indican que la autogestión y la igualdad entre sus
miembros favorece las prácticas económicas que sitúan a la valorización de la persona
como prioridad y no la acumulación de capital.
En Cataluña, es la Xarxa d’Economia Social i Solidària (XES), gestada en la década
de 1990, la que, como parte de los movimientos globales de su constitución, ha promo-
vido la implantación de la ESS a través de la identicación de aquellas iniciativas anes
a sus principios, organizando encuentros para dar a conocerlas y, recientemente, en la
defensa de su propia legislación en la «Proposta de Llei d’Economia Social i Solidària»
(2015).
En el marco de la ciudad de Barcelona, un reciente informe (Fernández & Miró,
2016) certica el auge de la ESS y sus posibilidades como alternativa al modelo de
consumo imperante. Actualmente, se identican 4.718 iniciativas socioeconómicas vin-
culadas a la ESS, con 53.000 personas contratadas y un impacto económico agregado
de 3.750 millones de euros (el 7 % del PIB). Además, se contabilizan más de 500.000
personas socias de organizaciones que promueven un consumo en el marco de la ESS y
100.000 voluntarias.
La evaluación detallada, a través del Pam a Pam, cuestionario elaborado por la XES
y SETEM (2015), muestra que las cooperativas y grupos de consumo agroalimentario,
que se incluyen en las iniciativas económicas vinculadas a la ESS, cumplen con los
criterios de este modelo económico en sus tres ámbitos de impacto: social, ambiental y
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organizativo. En esta observación, se signica que la autogestión y la democracia interna
son los dos aspectos más relevantes, con una valoración de 10 y 9,8, sobre 10, respecti-
vamente. Así, parece evidente que esta caracterización organizativa se corresponde con
los formatos que fundamentan el modelo de acción del movimiento 15M, basado en la
autogestión, a través de la organización de comisiones, y la toma de decisiones horizon-
tal y abierta, con la asamblea como instrumento.
En referencia al grado de importancia que los propios grupos otorgan a las Tec-
nologías de la Información y la Comunicación (TIC) para su funcionamiento en la
organización de la operativa de compra-venta de productos agroalimentarios y el resto
de actividades, como información para la participación en talleres, conferencias o mani-
festaciones, éste se establece en el 8,1 sobre 10.
Por otro lado, como se ve en la gráca (Figura 1), el proceso de aparición de los gru-
pos y cooperativas de consumo modernas, que se inicia a principio de la década de los
noventa, tiene su pico máximo en el año 2011, cuando se produjo el movimiento 15M,
con la aparición de trece nuevas organizaciones. Este crecimiento se genera en paralelo al
aumento de la desafección con la política representativa en España. Desafección que, no
obstante, podría traducirse no en pasividad política en general, sino en una mayor pre-
ferencia por modelos de participación extrarrepresentativos (Peña-López, 2013), como,
por ejemplo, el del cooperativismo de fuerte componente ideológico.
Figura 1. Gráfica de creación de los grupos y cooperativas de
consumo modernas en la ciudad de Barcelona vs el % de uso
de Internet (conexión en el último mes) en España.
Datos: Espelt & EMG (1996-2015).
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3. TECNOPOLÍTICA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA
EXTRAINSTITUCIONAL
La arena política española ha sufrido una enorme transformación tanto en las úl-
timas cinco décadas como en los últimos diez años. Si tomamos como referencia la
restaurada democracia, la intención de voto sufre, por una parte, una evolución hacia
la concentración y, por otra, hacia la institucionalización. Todo ello fruto tanto de la
normalización de la política como de las reglas de juego jadas en la Transición.
Sin embargo, a partir de 2004, España parece entrar en una «segunda transición»
(Peña-López, 2013b) que, aunque no cambia sobremanera las grandes tendencias, sí
apunta al menos dos puntos de ruptura: uno, a partir de los atentados de Atocha en
marzo de 2004; otro, con la salida a escena de los partidos políticos surgidos a lo largo
de 2014 y al inujo de los movimientos sociales que eclosionan el 15 de mayo de 2011.
Es en esta última década donde tienen lugar dos grandes aprendizajes. El prime-
ro, que tras un cierto desencanto con la llamada Política 2.0 (Peña-López, 2011), se
abren paso otros usos transformadores de la política, acompañados de nuevos tipos de
organización: la tecnopolítica (Toret, 2013). El famoso «pásalo» (Tracantes de Sueños,
2004) es, de algún modo, el disparo de salida de nuevas apropiaciones de la tecnología
que derivarán en nuevas formas de información y nuevas formas de comunicación que,
de algún modo, tienen su culminación en la demostración de poder organizativo de las
acampadas y posterior movilización de los indignados del 15M (Peña-López, 2013b).
Segundo, que alrededor de ese 15M, durante su gestación en los años anteriores, así
como en sus años posteriores, veremos orecer plataformas, mareas y movimientos en
general (Batalla Adam, 2014) que se caracterizan por un fuerte compromiso político
que, sin embargo, canaliza su activismo fuera de las instituciones –incluidas muchas de
las tradicionales de la sociedad civil organizada como sindicatos u ONG–.
Así, por una parte, se experimenta con nuevos modos de producción de tipo emer-
gente, de organización altamente distribuida y cuyo liderazgo dista mayormente de los
liderazgos jerárquicos del pasado (Benkler, 2006). Esta producción emergente se funda-
menta no tanto en el proyecto y la planicación, sino en la concurrencia de múltiples
actores que vendrán a contribuir de formas diversas –incluso dispares– pero con resul-
tados que, aplicados en la política, darán lugar a propuestas con un fuerte componente
de base (Noveck, 2005). Se congura así un ecosistema de participación política que
va desde lo más estructurado hasta lo puramente circunstancial, rayando en lo frívolo,
pero signicativo en su todo, generando claros patrones de participación y tendencias a
medio plazo (Peña-López, 2013).
Por otra parte, los espacios de participación se reconguran y, en muchos casos,
deben estructurarse de nuevo. A las nuevas prácticas emergidas de Internet (Christensen,
2011) se suman nuevos espacios a menudo ubicados fuera del ámbito institucional o de
la política representativa (Cantijoch, 2009). Es en estas nuevas prácticas y en estos nue-
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vos espacios donde vamos a encontrar a un grueso de los ciudadanos autoexiliados de
las instituciones, pero en absoluto inhibidos de la participación política y del activismo
más comprometido.
Estos nuevos espacios o entornos (Echeverría, 1999) se tejen, en parte, gracias a
las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Éstas son capaces
de subvertir la lógica unidireccional del poder de los medios (Castells, 2009) y, con ello,
permiten lógicas geográcas distintas, híbridas entre lo físico y lo virtual, recongura-
bles (Castells, 2012).
Uno de estos nuevos espacios es, sin duda, la ciudad. Pero no una ciudad al uso,
estática, prejada, sino una ciudad como un espacio de producción (Lefebvre, 1991),
que tiene el potencial de congurarse al mismo tiempo como infraestructura y como
método (Corsín Jiménez & Estalella, 2014) y que, con ello, acaba construyendo un
nuevo espacio urbano (Martínez Roldán, 2011) que el activismo ciudadano usa para sus
nes políticos, a la vez que establece una nueva geografía de lugares.
Es en este punto en el que creemos que es legítimo hacer entrar en la ecuación a la
Economía Social y Solidaria en general y, en particular, a las cooperativas de consumo
de productos agroalimentarios.
No es casual la emergencia de un fuerte cooperativismo a la luz de la revolución
digital, un cooperativismo que, además de las funciones tradicionales del s. XIX, parece
incorporar, por un lado, nuevas herramientas de trabajo y coordinación y, por otro, una
nueva ética que resuena en muchas otras iniciativas del momento, especialmente a partir
de la segunda década del s. XXI.
Queremos considerar aquí, pues, la posibilidad de que ese cooperativismo forme
parte de ese nuevo ecosistema de lugares, de infraestructuras de activismo, que van a
añadirse al acervo del movimiento del 15M y que van a sincronizarse (Monterde, 2015)
con otros espacios como las asambleas, u otros movimientos como el feminista.
4. CONSUMO COOPERATIVO COMO ACTIVISMO
Hasta ahora hemos querido presentar dos hechos que aparecen en paralelo: el auge
del cooperativismo de autoconsumo de productos agroalimentarios, a partir de los úl-
timos años del s. XX y con especial fuerza a partir de la segunda década del s. XXI, y
la profunda crisis de legitimidad de las instituciones democráticas, con una creciente
participación en movimientos ciudadanos extrainstitucionales y extrarrepresentativos.
Nos queremos preguntar, en este momento, si además de suceder en paralelo, tie-
nen estas dos cuestiones alguna relación. Es decir, si el cooperativismo puede considerar-
se otra forma de activismo ciudadano, de manera que trascienda el ámbito estrictamente
económico de establecer nuevos circuitos, o el ámbito estrictamente doméstico al buscar
nuevos canales de consumo con productos distintos y más ajustados a los propios gustos.
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En el contexto español, y en concreto en el de Barcelona, tenemos dos casos que
pueden resultar de gran interés y utilidad para ensayar una respuesta a la pregunta ante-
rior. Por una parte, el mapa de cooperativas de consumo está bien delimitado, y vemos
claramente el crecimiento en el tiempo que apuntábamos anteriormente. Por otra parte,
el movimiento 15M o de los indignados españoles marca un hito único en la historia
reciente que puede ayudarnos a delimitar también la esfera del activismo político. Cabe
preguntarse, pues, si hay alguna relación entre el nuevo cooperativismo de consumo de
productos agroalimentarios con el 15M. ¿Participaron los cooperativistas en el 15M? Si
lo hicieron, ¿fue a título personal o de forma colectiva/institucional?
El objetivo de este artículo es doble. Por un lado, evaluamos la relación existente
entre los grupos y cooperativas de consumo con el movimiento 15M y la coincidencia
ideológica entre ambos, en tanto que movimientos autogestionados y con voluntad de
transformación social y política.
En este marco, donde la autogestión y la voluntad de transformación social y polí-
tica son pilares de ambas partes (grupos de consumo y participantes en los movimientos
sociales), nos preguntamos si podemos considerar activismo al cooperativismo agroali-
mentario, cómo podemos demostrar si existe este vínculo y si hay una relación directa
especíca entre el movimiento 15M y los grupos y cooperativas de consumo de la ciu-
dad de Barcelona, ya sea de forma individual, por parte de sus miembros, o de la orga-
nización representada de forma institucional.
Nuestra hipótesis principal es que hoy en día hay un cooperativismo que tiene un
fuerte componente de activismo, por lo cual cabría esperar una cierta participación de
dicho cooperativismo de corte activista en movimientos como el 15M. No obstante, la
literatura que ha descrito y explicado el movimiento 15M lo hace como un activismo
que sucede eminentemente fuera de las instituciones y con una importante organización
en red. A partir de ello, elaboramos una segunda hipótesis donde la participación del
cooperativismo activista sucederá de forma individual, pero no corporativa o institucio-
nal. Es decir, encontraremos solapamientos entre activistas que participan en cooperati-
vas, así como en el 15M, pero no es de esperar una gran participación de las cooperativas,
en cuanto a colectivos, en dicho movimiento.
5. METODOLOGÍA
La presente investigación se centra en el análisis de las sesenta cooperativas y grupos
de consumo agroalimentario que se han reconocido en la ciudad de Barcelona desde su
aparición en 1993. Algunas de las organizaciones han concluido su actividad actualmen-
te, pero, en el cómputo del estudio, se han contabilizado como población del mismo.
Como avanzamos en el resumen, se trata de organizaciones desinstitucionalizadas con
tres tipos de caracterización: cooperativas, asociaciones y organizaciones de carácter ale-
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gal. Precisamente, la propia idiosincrasia del movimiento, situado como alternativa al
modelo de consumo agroalimentario imperante, hace compleja la identicación de las
propias organizaciones.
Para la realización de este artículo se ha realizado un cuestionario con dos bloques
de preguntas. Por un lado, el bloque de preguntas correspondientes a la evaluación del
cumplimiento de los criterios de la Economía Social y Solidaria (ESS) y, por otro lado,
el bloque de preguntas relacionadas con el vínculo entre las organizaciones observadas y
el movimiento 15M y la relevancia de las Tecnologías de la Información y la Comuni-
cación (TIC) en su organización.
El grupo de preguntas para el análisis de la ESS ha incorporado el cuestionario
Pam a Pam2 (XES y SETEM, 2015) que se articula en la evaluación de tres ámbitos, con
quince criterios: impacto social, impacto ambiental e impacto organizativo. La evalua-
ción se realiza a través de una gradación de 0 a 5 que se otorga según el compromiso
con cada uno de los indicadores y jada por la metodología de XES y SETEM (2015).
Las preguntas relacionadas con el compromiso social y político del grupo y el uso
de las TIC3 contemplan el nivel de compromiso social y político del grupo, la correspon-
dencia ideológica con el 15M, el grado de participación a nivel individual y del grupo
como tal y el nivel de inuencia de las TIC en su funcionamiento. En el caso de que el
grupo se constituya durante o posteriormente al movimiento, el cuestionario incluye un
ítem para conocer el grado de inuencia del 15M en el compromiso social y político del
grupo y el nivel de uso de las TIC en su participación.
Además de los cuestionarios, se han realizado entrevistas semiestructuradas a todos
los grupos participantes para conocer detalles más especícos sobre el origen del grupo,
sus motivaciones y su funcionamiento.
Contactadas todas las organizaciones identicadas, entre febrero de 2015 y marzo
de 2016, se han realizado cuarenta y cuatro entrevistas semiestructuradas que incluyen
el cuestionario de la ESS, Pam a Pam, y se han obtenido treinta y siete respuestas del
cuestionario del vínculo entre los grupos y el movimiento 15M. Considerándose las
treinta y siete organizaciones que han completado ambos cuestionarios y la entrevista
semiestructurada como muestra de la presente investigación.
Para desarrollar el estudio hemos aplicado un análisis de correlación y un análisis
factorial sobre variables en estudio (Compromiso, Ideología, Tecnología, Vinculación
2 Cuestionario Pam a Pam (preguntas y criterios de evaluación) http://ict4rd.net/ict4rd/wp-con-
tent/uploads/2016/05/questionari_pam_a_pam_ess_2015.pdf (ver anexo A).
3 Cuestionario para evaluar el vínculo entre las cooperativas de consumo y el movimiento 15M
http://ict4rd.net/ict4rd/wp-content/uploads/2016/05/Vincle-del-grup-amb-el-15M.pdf (ver
anexo B).
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Grupo y Vinculación Individual) para cuanticar la relación existente entre variables
(correlación) e identicar la existencia de relación latente entre las variables en estudio
(factorial), con el objetivo de disponer de una información adicional que nos permitiese
interpretar el resultado de la clasicación de individuos (segmentación no jerárquica).
Una vez obtenidos los grupos, hemos evaluado la existencia de diferencias signicativas
entre segmentos mediante un análisis de la varianza (ANOVA).
6. RESULTADOS
Análisis de la relación entre variables (Correlación)
Aplicamos un análisis de correlaciones para evaluar la relación existente entre va-
riables:
Figura 2. Importancia de los factores cuestionario TIC-15M (Análisis Factorial)
Compromiso Ideología Tecnología Vinculación
Grupo
Vinculación
Individual
Compromiso - 0,32 0,24 0,38 0,29
Ideología 0,32 - -0,10 0,18 0,30
Tecnología 0,24 -0,10 - -0,06 -0,06
Vinculación Grupo 0,38 0,18 -0,06 - 0,39
Vinculación Individual 0,29 0,30 -0,06 0,39 -
Una vez evaluada la correlación, no identicamos ninguna combinación de varia-
bles con una relación signicativa (índice de correlación superior a 0,7).
Reducción de variables a Factores (Análisis factorial)
A la vista de la correlación existente entre variables, aplicamos un análisis factorial
de componentes principales para crear nuevas variables (factores) que son combinación
lineal de las variables originales y que están incorrelacionados entre ellos.
Una vez estimadas las funciones lineales, conservamos 3 factores para restituir la
información original de acuerdo con los criterios de restitución mínima (% variación
acumulada >70 %) y criterio de Kaiser (Valor Propio superior a 1).
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Figura 3. Importancia de los factores cuestionario TIC-15M (Análisis Factorial)
Indicadores análisis Factorial Factor 1 Factor 2 Factor 3 Factor 4 Factor 5
Desviación estándar / Valor Propio 1,39 1,07 0,91 0,80 0,67
Porcentaje de varianza 0,39 0,23 0,17 0,13 0,09
Porcentaje de varianza acumulada 0,39 0,62 0,78 0,91 1,00
Los factores quedan correlacionados con las variables originales de la siguiente manera.
Factor 1 " Compromiso, Vinculación del grupo con el 15M y Vinculación indi-
vidual con el 15M.
Factor 2 " Tecnología.
Factor 3 " Ideología.
Figura 4. Correlación entre las variables del cuestionario TIC-15M
y los factores rotados (Análisis Factorial)
Compromiso Ideología Tecnología Vinculación
Grupo
Vinculación
Individual
Factor 1 0,73 0,62 0,02 0,71 0,72
Factor 2 -0,43 0,21 -0,94 0,08 0,20
Factor 3 0,09 0,71 0,03 -0,53 -0,17
La relación con el 15M podría sintetizarse en tres factores: Compromiso/Vincula-
ción, Tecnología e Ideología.
Identificación de grupos de individuos (Análisis clúster)
Mediante el análisis clúster jerárquico buscamos «n» grupos homogéneos (para n =
1, 2, 3...), donde cada uno de los individuos tenga características lo más similares posi-
bles con el resto de individuos del grupo y sea lo más diferente posible respecto al resto
de grupos. Para ello toma como referencia la distancia euclídea existente entre cada uno
de los individuos y el resto con el objetivo de identicar el grupo al que podría asignarse
cada uno de ellos.
Aplicamos un análisis clúster jerárquico sobre las variables «Compromiso», «Tec-
nología», «Ideología», «Vinculación con el individuo» y «Vinculación con el grupo»
para tener una primera aproximación descriptiva de cómo los individuos tienden a
agruparse.
571 ACTIVISMO DESDE EL CONSUMO COOPERATIVO DE PRODUCTOS AGROALIMENTARIOS: ...
Figura 5. Dendrograma clúster sobre las variables del cuestionario TIC-15M
Compromiso Ideología Tecnología Vinculación
Grupo
Vinculación
Individual
Factor 1 0,73 0,62 0,02 0,71 0,72
Factor 2 -0,43 0,21 -0,94 0,08 0,20
Factor 3 0,09 0,71 0,03 -0,53 -0,17
Una vez estudiado el resultado del análisis clúster jerárquico escogemos la solución
en tres grupos para el clúster de k-medias debido a que:
• Tres grupos presentan una distribución de tamaños similar y con un número de
individuos lo sucientemente relevante como para extraer conclusiones.
Figura 6. Tamaño de los clústeres
Clúster 1 16
Clúster 2 6
Clúster 3 15
• Muestra resultados diferenciados respecto a las variables «Compromiso» y «Vin-
culación con el grupo» que permiten perlar hábitos de colaboración diferentes.
Figura 7. Promedio de las variables del cuestionario TIC-15M por clúster
Compromiso Ideología Tecnología Vinculación
Grupo
Vinculación
Individual
Clúster 1 6,00 7,69 8,50 1,06 6,13
Clúster 2 1,83 7,00 6,83 1,17 5,67
Clúster 3 6,73 8,07 8,27 5,20 8,27
Caracterización de los clústeres respecto a variables de Pam a Pam
(Análisis ANOVA)
Aplicamos en Análisis de la Varianza para evaluar la existencia de diferencias en el
promedio de las variables del cuestionario de Pam a Pam respecto a los diferentes valores
que puede tomar el factor Clúster (1 a 3).
572 Building a European Digital Space
Figura 8. Promedio de las variables del cuestionario
Pam a Pam por clúster y significación ANOVA
Variables cuestionario Pam a Pam Clúster 1 Clúster 2 Clúster 3 Signif. ANOVA
(p-valor)
Criterios ecológicos 7,90 8,0 8,0 0,96
Eficiencia energética 2,20 3,00 3,10 0,70
Gestión de residuos 7,6 8,00 8,1 0,21
Software libre 5,10 3,60 4,9 0,71
Equidad de género 3,00 5,00 2,8 0,07
Democracia interna 9,60 10,00 10 0,31
Profesión personal 4,10 5,30 4,3 0,61
Niveles salariales 10,00 10,00 10,00 0,07
Cooperación 5,00 4,30 5,10 0,85
Finanzas éticas 1,40 1,60 1,70 0,85
Comercio justo 7,40 7,00 7,90 0,38
Participación 7,10 4,60 5,5 0,19
Proximidad 8,4 7,7 8,3 0,27
Integración social 2,1 2,0 1,90 0,92
Transparencia 7,8 8,0 8,1 0,57
Dado que el valor P es superior a 0,05 (que es el nivel de signicación que se utiliza
habitualmente para hacer contrastes de hipótesis) hemos de aceptar la hipótesis nula del
contraste que estamos haciendo (Ho: la valoración media para los diferentes segmentos
es la misma).
7. DISCUSIÓN DEL ANÁLISIS
Las cooperativas y grupos de consumo analizados tienen un grado importante de
compromiso social y político (56 %). Esta conexión se demuestra con la alta anidad
con la ideología del movimiento 15M (78 %) y el alto grado de implicación de las per-
sonas que forman parte de los grupos (69 %). Sin embargo, se conrma que, a nivel de
grupo, el grado de implicación, en general, es bajo (27 %).
La curva de constitución de los grupos creados a partir de 1993 tiene un pico de
crecimiento relevante en el año 2011 cuando, durante el mes de mayo, se produjo el
15M. Según las respuestas recogidas durante las entrevistas realizadas, la creación de
nuevos grupos de consumo, en algunos casos, puede vincularse directamente a la in-
uencia del 15M. Este es el caso, por ejemplo, de «30 Panxes», donde el encuentro en la
plaza entre dos personas que estaban en la lista de clientes de una tienda agroecológica,
que había concluido su actividad, facilitó su creación. En otros casos, a pesar de que el
573 ACTIVISMO DESDE EL CONSUMO COOPERATIVO DE PRODUCTOS AGROALIMENTARIOS: ...
grupo fuese creado durante el 2011, no se puede vincular directamente a una acción o
encuentro sucedido en la plaza. En cualquier caso, los grupos y cooperativas de consu-
mo entrevistadas y creadas ese año reconocen al movimiento como un catalizador para
las personas que lo integran en su condición de activistas. Respecto a los grupos fun-
dados con anterioridad al 15M, el vínculo con el movimiento tiene un carácter diverso.
De todas formas, todos los grupos entrevistados, fundados pre, durante y post 15M,
vinculan su compromiso social y político con el barrio y sus causas.
La baja correlación de las principales variables (compromiso social y político, coin-
cidencia ideológica con el 15M, vinculación grupal e individual con el 15M, intensidad
de uso de las TIC), nos indica su relativa independencia y, en consecuencia, su gran valor
explicativo.
Agrupados a través del análisis factorial, hallamos tres factores que podemos consi-
derar signicativos. Un primer factor que agrupa la vinculación con el 15M (tanto colec-
tiva como individual) y el compromiso social y político; un segundo factor que remarca
la intensidad de uso de la tecnología en las cooperativas de consumo cooperativo; y un
tercer factor que recoge la coincidencia ideológica con el 15M. Llama especialmente la
atención ese primer factor, que agrupa la vinculación con el compromiso social en lugar
de con la coincidencia ideológica con el 15M, que parecería más intuitivo.
No obstante, este hallazgo que se nos antoja es más lógico con lo que hemos ex-
puesto en nuestro planteamiento teórico, así como metodológico. Lo que este factor
estaría explicando no es un «sentimiento 15M», sino el grado de activismo: uno es
activista comprometiéndose con la cooperativa, a la vez que comprometiéndose con
el movimiento 15M, mientras que la ideología (entendida como simpatía, con o sin
acción) va aparte.
El siguiente grupo de análisis –el clúster jerárquico y el clúster de k-medias– nos
ayuda a agrupar las cooperativas según su «comportamiento». Con los resultados deni-
mos tres tipos de cooperativa:
• Cooperativa tradicional (clúster 2): el grupo empatiza con el 15M, pero no parti-
cipa de forma grupal en el movimiento y sólo medianamente de forma individual,
con lo que entendemos que su objetivo no está tan politizado. Por otra parte, su
uso de las TIC es medio y sensiblemente menor que el de las otras cooperativas.
• Cooperativa moderna (clúster 1): la cooperativa ha incorporado fuertemente las
TIC, así como una simpatía con el 15M. Su compromiso social es medio, mucho
más elevado que en la precedente, y sus miembros se incorporan notablemente al
movimiento 15M, aunque casi exclusivamente de forma individual.
• Cooperativa activista (clúster 3): parecida a la anterior en incorporación de las TIC,
compromiso social (algo mayor) y simpatía con el 15M. Se diferencia de la anterior,
no obstante, en su mayor participación a nivel grupal en el 15M, probablemente
por el tirón de la elevadísima participación individual.
574 Building a European Digital Space
En resumen, la cooperativa tradicional tiene bajo compromiso social e incorpora-
ción de las TIC, así como una moderada participación individual; la moderna añade un
mayor compromiso social y uso de las TIC; y la activista suma la vinculación de grupo
y una mucho mayor vinculación individual.
El análisis de caracterización a través de la ANOVA no nos aporta ninguna dife-
rencia signicativa entre los tres tipos de cooperativa en ninguna de las 15 dimensiones
escogidas. Es decir, nos hallamos ante tres tipos de cooperativa que tienen comporta-
mientos signicativamente distintos a pesar de ser esencialmente parecidas en sus carac-
terísticas. No hay motivos para pensar que las cooperativas se hayan decantado hacia
distintos comportamientos o aproximaciones al factor 15M debido a su diseño institu-
cional, o a principios diferentes.
La diferencia entre los distintos grados de compromiso social y político, que coincide
con las diferencias entre la adopción de las TIC, nos hace sospechar que pueda haber una
relación entre ambas. Si bien no se puede armar con rotundidad, no niega la hipótesis de
un activismo de naturaleza tecnopolítica en dos tipos de cooperativa. Hagamos notar, en
este momento, que esos dos grupos suman 31 de los 37 casos estudiados, es decir, el 84 %
de la muestra. Sin llegar con ello a contrastar la hipótesis –los datos son débiles y la mues-
tra pequeña–, sí parece que la tendencia es clara: una abrumadora mayoría de cooperativas
parecen estar alineadas con la tesis de un cooperativismo como activismo tecnopolítico.
Por otro lado, algunas de las cooperativas y grupos de consumo tienen su sede en
un local con otras entidades, formando un ateneo. En estos casos, la aproximación al
15M se produce como parte del colectivo de entidades que conforman el Ateneo. Este
es el caso, por ejemplo, del grupo «El Borró», situado en el Ateneu l’Harmonia, Casal
de Sant Andreu. El compromiso social y político, con carácter local, se refuerza con la
propia esencia de la actividad económica de los grupos, que tienen en el consumo de
productos de proximidad uno de sus puntos fuertes (82 %, según el cuestionario ESS).
Un consumo vinculado a una consideración por la justicia social de todo el proceso de
elaboración y comercialización del producto (75 %, según el cuestionario ESS).
Si situamos la atención en la propia organización, también observamos lazos im-
portantes entre las cooperativas y el movimiento 15M. La autogestión, en términos de
equidad en la dedicación y la distribución de tareas a través de comisiones que carac-
terizan las cooperativas (100 %, según el cuestionario ESS), y la toma de decisiones
horizontal a través de asambleas (98 %, según el cuestionario ESS) conforman también
el funcionamiento del 15M. Teniendo en cuenta que la participación en el movimiento
social por parte de los integrantes de las cooperativas se produce a nivel individual, po-
demos establecer que la dinámica de funcionamiento se retroalimenta.
En relación al uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)
vemos una correlación entre la importancia que tienen para el funcionamiento de la
cooperativa (82 %) y, también, para gran parte de aquellas personas que participaron
en el 15M (70 %). Este es un aspecto especialmente relevante, si consideramos que,
575 ACTIVISMO DESDE EL CONSUMO COOPERATIVO DE PRODUCTOS AGROALIMENTARIOS: ...
según un reciente informe publicado por la Mobile World Capital, «La brecha digital
de la ciudad de Barcelona» (2016), las cooperativas, como parte del tejido asociativo de
la ciudad, usan las TIC para la participación en movimientos sociales de forma estable
entre todas las edades: 23 % en la franja de 16 a 24 años, 30 % en la de 25 a 34, 26 %
en la de 35 a 44, 24 % en la de 45 a 54, 26 % en la de 55 a 64 y 21 % en la de 65 a 74.
Es decir, el uso de Internet para la participación en movimientos sociales y asociativos
implica entre el 20 % y el 30 % de la ciudadanía de todas las edades. De hecho, según
el estudio referido, este es el indicador que menos diferencia intergeneracional genera en
la valoración de la brecha digital en la ciudad.
8. CONCLUSIONES
Como hemos anticipado en el análisis de resultados, los índices de participación a
nivel de grupo son bajos y a nivel individual altos. A pesar de ello, como recogen algu-
nas de las personas de los grupos entrevistadas, el periodo del movimiento 15 M fue un
proceso de autoarmación de su condición de activistas y una fase óptima para explicar
los valores y el funcionamiento de la organización a otros vecinos y vecinas del barrio,
mejorando, en este caso, el arraigo con el entorno más próximo.
El resultado de la investigación iría en la línea de corroborar nuestra hipótesis de
que el cooperativismo tiene un fuerte componente de activismo. Esto iría en concor-
dancia con lo que exponen Cantijoch (2009), Christensen (2011), Anduiza et al. (2014)
o Peña-López et al. (2014) cuando hablan de una fuerte (incluso creciente) tendencia
a las prácticas extrarrepresentativas o extra-institucionales a la hora de tomar parte de
acciones de participación política o de activismo ciudadano.
Por otro lado, a pesar de la caracterización entre cooperativas tradicionales, moder-
nas y activistas, nos aventuramos a decir que su vinculación con el 15M debe ser, por
tanto, debida a una variable exógena a la cooperativa, dependiendo de un factor no reco-
gido, muy probablemente individual y no consustancial al cooperativismo de consumo.
De nuevo, lo que conocemos de las prácticas de las «nuevas» cooperativas (por
distinguirlas de las tradicionales de los siglos XIX y XX) vuelve a reforzar este activismo
cooperativista, fuertemente arraigado en el factor urbano (Nel·lo, 2015) y a partir del
cual se fragua una ciudad tomada no ya únicamente como espacio geográco, estricta-
mente en términos de residencia, sino como un espacio de innovación social (Blanco et
al., 2015), de creación de identidad, a la vez que instrumento (Corsín & Estalella, 2014),
o incluso de lucha (Dalmau & Miró, 2010).
El hecho de que ese activismo sea todavía tímido a nivel grupal, en cuanto a vincu-
lación directa del colectivo (la mitad de los casos), creemos que refuerza la hipótesis de
la tensión que viven hoy en día muchas instituciones de la tecnopolítica: primero, que
la pulsión por una participación extrarrepresentativa o extrainstitucional es fuerte; se-
576 Building a European Digital Space
gundo, que la persona activista tecnopolítica ve en el cooperativismo no una plataforma
para el activismo, sino un n en sí mismo. Es decir, no acude a la cooperativa –como
no acude al partido o al sindicato o a la ONG– para poder alcanzar otros nes políticos,
sino que su participación activa en el cooperativismo es en sí la acción tecnopolítica.
Por otra parte, las cooperativas y grupos de consumo forman parte de las prácti-
cas que promocionan los Circuitos Cortos de Comercialización (CCC), basados en la
desintermediación y el consumo de productos de proximidad y en que su producción y
comercialización generen el menor impacto ambiental posible; es decir, criterios que in-
cluye la Economía Social y Solidaria. Dado que las tipologías que ofrecen los CCC son
diversas: tiendas especializadas, venta en mercado, venta directa a domicilio, sistemas
de apadrinamiento…, pero no contemplan la compra colectiva, autogestionada y con
sistema de gobernanza asamblearia, podemos armar, con los resultados de esta investi-
gación, que las cooperativas y consumo agroalimentario fomentan un consumo basado
en los CCC y, al mismo tiempo, el fomento del activismo social y político.
En relación al uso de las TIC, concluimos que la tecnología es un elemento de-
terminante tanto en la función organizativa, como activista de aquellas personas que
conguran las cooperativas y grupos de consumo. Esta observación, sumada a los re-
sultados del informe de la WMC (2016), permiten determinar que hay una correlación
intergeneracional entre aquellas personas que pertenecen a una cooperativa, participan
en movimientos sociales y utilizan las TIC para ello.
Finalmente, retomando el hilo inicial de este artículo sobre la acción de las coopera-
tivas, como prácticas de «innovación social» o «prácticas sociales autogestionadas», y su
capacidad para crear alternativas económicas e inuir social y políticamente en el marco
de la transformación de la ciudad, observamos, como apunta Nel·lo en el ensayo «La
ciudad en movimiento: Crisis social y respuesta ciudadana», que determinadas zonas de
Barcelona, con más capital social de su población, en términos de variedad y capacidad
de autogestión social, generan más cooperativas y grupos de consumo agroalimentario.
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10. ANEXO
A. Tabla de preguntas utilizadas en el cuestionario para evaluar el
cumplimiento de los criterios de la Economía Social y Solidaria.
Impacto Social
1En el conjunto de vuestra actividad, ¿creéis que potenciáis la economía local y/o los circuitos de proximidad?
2Comercialización Justa: Cuando hacéis actividad económica, ¿promovéis el intercambio justo entre produc-
toras, distribuidoras y consumidoras?
3¿Informáis de forma transparente sobre la procedencia y/o el método de producción de vuestros productos
y/o servicios?
4¿Tenéis en cuenta la integración social de personas con diversidad funcional/intelectual u otros colectivos
en riesgo de exclusión social?
5Intercooperación: ¿Intentáis que vuestros/as proveedores/as y clientes/as sean
preferentemente de la economía social y solidaria?
6Redes: ¿Participáis en espacios de encuentro o articulación locales o comarcales? ¿Participáis en alguna
red, federación o coordinación a nivel nacional, internacional o sectorial?
7Gestión económica: ¿Trabajáis con alguna banca ética (depositando ahorro o pidiendo préstamos) o promo-
véis el intercambio o la moneda social?
Impacto Ambiental
8 ¿Incorporáis criterios ecológicos o de sostenibilidad en vuestra iniciativa?
9¿Tenéis algún sistema de gestión de los residuos? ¿Practicáis la minimización, el reciclaje o la reutilización?
10 ¿Tenéis en cuenta de ahorro y eficiencia en nuestro consumo energético?
580 Building a European Digital Space
Impacto Organizativo
11 En caso de que haya remuneraciones en el proyecto, ¿cuál es vuestra horquilla salarial? En caso de que no
haya trabajo remunerado, ¿valoráis el trabajo de forma equitativa?
12 ¿Tenéis en cuenta el desarrollo personal y profesional de las personas que
integran la iniciativa?
13 ¿Incorporáis la equidad de género en las actuaciones de vuestra entidad?
14 Profundización democrática y participación: En la toma de decisiones, ¿tenéis
mecanismos para garantizar la participación de todos los colectivos que configuran la entidad?
15 Cuando utilizáis software o generáis contenidos, ¿utilizáis licencias no privativas (Creative Commons) o
software libre (Open Office, Firefox ...)?
B. Cuestionario propio para establecer el vínculo del grupo de consumo
con el 15M
1. ¿A qué grupo / cooperativa de consumo perteneces?
2. En general, ¿cuál es el compromiso social y político del grupo como tal?
(escala del 0 al 10; 0 = ninguno, únicamente nos centramos en nuestra actividad
como grupo de consumo; 10 = como grupo organizamos acciones propias en torno
a causas sociales y políticas en las que nos sentimos próximas).
3. ¿Cuál crees que es la coincidencia ideológica del grupo con el 15M?
(escala del 0 al 10; 0 = el 15M no debería haber existido; 10 = aún hoy luchamos
para que el ideario del 15M sea hegemónico social y políticamente).
4. ¿Qué vinculación tuvo el grupo con el 15M?
(escala de 0 a 10; 0 = ni una; 10 = como grupo lideramos directamente diversas
acciones).
5. ¿Qué vinculación tuvieron los miembros del grupo a título individual con el 15M?
(escala de 0 a 10; 0 = ni una; 10 = a título individual miembros del grupo lideramos
directamente diversas acciones).
6. En caso de que el grupo se constituyese durante o posteriormente al 15M: ¿Qué in-
uencia ha tenido el movimiento social para que os vinculéis/ militéis / participéis
en movimientos de consumo alternativos?
(escala de 0 a 10; 0 = ni una; 10 = la participación en los grupos de consumo no
tendría sentido sin el 15M).
7. En caso de que participarais en el 15M como grupo o a título individual: ¿Qué in-
uencia han tenido las herramientas tecnológicas (mensajería instantánea, correos
electrónicos, listas de correo, etc.) en la organización de acciones?
(0 = ni una; 10 = la organización difícilmente habría sido viable sin las herramien-
tas tecnológicas).
581 ACTIVISMO DESDE EL CONSUMO COOPERATIVO DE PRODUCTOS AGROALIMENTARIOS: ...
8. ¿En el conjunto de la actividad como grupo de consumo, qué valor darías a la tec-
nología para su funcionamiento?
(0 = ni una; 10 = la organización de nuestra actividad como grupo de consumo no
sería viable sin la tecnología)
9. ¿Quieres hacer alguna aportación extra que este cuestionario no recoge?