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Revista de Indias, 2016, vol. LXXVI, n.º 267
Págs. 449-480, ISSN: 0034-8341
doi:10.3989/revindias.2016.014
Diego García Conde, un militar español en la transición al
México Independiente
por
José Omar Moncada Maya e Irma Escamilla Herrera
Universidad Nacional Autónoma de México
moncadamaya@yahoo.com.mx
ieh@igg.unam.mx
Diego García Conde perteneció a una importante saga familiar de militares españoles
del siglo XVIII que alcanzaron posiciones relevantes en la estructura del Ejército. Los cuatro
hermanos García Conde alcanzaron el rango de Mariscal de Campo, dos de ellos desarrolla-
ron su actividad en España, mientras que los otros dos fueron destinados a la Nueva España.
Diego García Conde destacó en forma particular, toda vez que sirvió tanto al gobierno colonial
español como al nuevo Estado independiente mexicano, en funciones de Comandante militar
y Gobernador Intendente. Fue el primer Director de Ingenieros de la nueva nación, así como
Director de la Academia de Cadetes. Pero, además, como ingeniero voluntario, desarrolló una
importante labor técnico-científica. Destaca el mapa que elaboró de la ciudad de México.
PALABrAs cLAve: Diego García Conde; ingeniero militar; Nueva España; Cartografía.
inTroducción
Los García Conde fueron una importante familia de militares españoles,
algunos de cuyos miembros se trasladaron a la Nueva España durante la
segunda mitad del siglo XVIII, y cuya presencia en México se extiende por
más de un siglo, habiendo figurado de manera destacada en la vida política,
tanto bajo el régimen virreinal como ya entrado el periodo independiente.
Emprendemos aquí el estudio de uno de los miembros de esta saga familiar:
Diego García Conde, militar, ingeniero, funcionario, personaje multifacético
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que en cierto modo representa a los personajes de la Ilustración española de
la segunda mitad del siglo XVIII trasladados a tierras americanas.
En 1908 se publicó la obra de Ricardo Ortega y Pérez Gallardo, Historia
genealógica de las familias más antiguas de México, donde considera a la
familia García Conde 1. De ella se obtuvieron datos que nos permiten estable-
cer como punto de partida el matrimonio de Alejo García Conde, natural de
Navarra, y quien llegó a alcanzar los grados de teniente coronel de infantería
y sargento mayor de la plaza de Barcelona, con Teresa García Conde 2, su pri-
ma, natural de Ceuta. De esta unión se tiene noticia del nacimiento de cinco
varones, de los que cuatro siguieron la carrera de las armas: Alejo, Diego,
Antonio y Juan, mientras que Jaime, probablemente el segundo de los herma-
nos, fue presbítero y murió siendo Deán de la catedral de Tortosa 3. Mientras
que los dos últimos realizaron toda su carrera militar en la Metrópoli, los dos
primeros fueron destinados a la Nueva España 4.
De Antonio García Conde disponemos de muy poca información: ingresó
en 1775 como cadete al Regimiento de Reales Guardias Españolas. Siendo
capitán, en 1796 se encuentra entre los oficiales que rinden la plaza de San
Fernando de Figueras, por lo que sufre prisión en Portugal; a su regreso a
España, el Consejo de Guerra de Oficiales Generales formado en Barcelona
en ese mismo año, lo juzga y le impone un año de arresto. Pese a ello, con-
tinuará su trayectoria y alcanzará los grados de Brigadier en 1802, Mariscal
de Campo en 1810 y Teniente General en 1825. Recibió la Gran Cruz de la
Real y Militar Orden de San Hermenegildo 5.
1 Ortega y Pérez Gallardo, 1908, vol. III: 5. Vale aclarar que esta obra inicia su pagina-
ción en cada una de las familias que trata, por tanto, el número indica la página respecto a la
Familia García Conde, que se localiza en el tercer y último volumen de la obra.
2 Hoja de Servicio de Alejo García Conde, Archivo General Militar de Segovia, Segovia,
España (AGMS), 776.
3 Idem.
4 Es necesario corregir la información que da Ortega y Pérez Gallardo, toda vez que
establece que los hermanos son, de mayor a menor, Juan, Antonio, Jaime, Alejo y Diego.
Sin embargo, las fechas que tenemos de sus nacimiento señalan: Alejo, 1751, Diego, 1760 y
Juan, 1768. Si todos ellos entraron como cadetes a la edad de 12 a 13 años, Antonio debió
haber nacido hacia 1762-1763. Entonces, es probable que Jaime fuera el segundo hermano.
5 La información sobre Antonio García Conde se encontró de forma dispersa en los si-
guientes periódicos: Mercurio Histórico y Político, Madrid, mayo de 1782, tomo II: 166 (pe-
riódico mensual). Mercurio de España, Madrid, enero de 1799, tomo I: 111-113 (Mercurio de
España es el nombre adoptado por el Mercurio Histórico y Político a partir de 1784); Guía de
Forasteros (Madrid), 1807: 18. Kalendario manual y Guía de Forasteros en Madrid, Madrid,
1810: 15 y 72; Guía Patriótica de España para el año de 1811, Real Isla de León, 1811:
135; Guía de Forasteros (Madrid), 1821: 15. Todos los periódicos están para consulta en la
Biblioteca Nacional de Madrid.
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Juan García Conde, el menor de los hermanos, nació en 1768, natural de
Barcelona. En 1781 ingresó como cadete, al igual que sus hermanos en el
regimiento de Reales Guardias Españolas y, pasando por todos los empleos de
escala, en 1815 alcanzó el rango de Mariscal de Campo. Durante la Guerra
de Independencia fue hecho prisionero y trasladado a Francia; a su regreso a
España «fue purificado de su conducta durante el tiempo que se vio privado
de su libertad y rehabilitado en el ejercicio de su empleo». En 1810 se le pro-
movió a Comandante del 4° Batallón de Reales Guardias Españolas, residente
en Madrid. En 1826 se le nombró Comandante General de la provincia de la
Mancha, cargo que ocupó hasta su muerte. Por su participación en la Guerra
de Independencia fue nombrado Benemérito de la Patria en grado heroico;
también se le nombró Caballero Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San
Hermenegildo. De sus pocos datos personales, sabemos que contrajo matri-
monio con Luisa Attelis Vender, hija del marqués de Santo Angelo. Falleció
el 7 de septiembre de 1832, en Ciudad Real 6.
Los GArcíA conde en AMéricA
Los dos hermanos García Conde que fueron destinados al Nuevo Mundo
lo hicieron en condiciones muy diferentes, pero en cualquier caso, pese a
tener la oportunidad de regresar a la península, no tenemos noticia de que
en algún momento lo hayan solicitado; ello confirmaría la idea de Alonso
Baquer de que los ingenieros y militares descubrieron más posibilidades para
su vocación científica, política y militar en los territorios de ultramar que en
la propia metrópoli 7.
Cuando los hermanos García Conde son destinados a Nueva España, las
condiciones del ejército habían mejorado sustancialmente. Las reformas em-
prendidas por la nueva dinastía de los Borbones se reflejaban en todos los
niveles de los territorios bajo soberanía española, y los diferentes cuerpos
del ejército no fueron la excepción. Así, en 1764 se envía al teniente general
Juan de Villalba y Angulo para que reorganice el ejército, al mando de 963
oficiales y tropa, que constituyeron la base del nuevo ejército novohispano.
Como parte de la expedición se incluyó una brigada de siete ingenieros, que
permitieron consolidar a la Dirección de Ingenieros de la Nueva España como
la más importante y numerosa en América.
6 Hoja de Servicio…, AGMS, 776. “Necrología (Juan García Conde)”, Gaceta de Madrid,
Año de 1832, Madrid, Imprenta Real, 1832: 534.
7 Alonso Baquer, 1972: 38.
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Alejo García Conde nació el 2 de agosto de 1751 en Ceuta 8, donde el
padre se encontraba destinado. En Barcelona inició su carrera militar, en
junio de 1763, como cadete de Reales Guardias de Infantería Española, as-
cendió a alférez en junio 1775 9. Estuvo presente en la campaña de Argel y
en el sitio de Gibraltar, en donde permaneció cuatro años, siendo voluntario
en «la flotante San Cristóbal, mandando un piquete de su regimiento». Los
ascensos alcanzados se dieron en los siguientes años: alférez de granaderos,
1777; segundo teniente de fusileros, 1779; segundo teniente de granaderos,
1782; teniente coronel, 1783.
En 1784 se le nombró Gobernador de la provincia de Comayahua, en la
actual Honduras; al año siguiente se le nombra primer teniente de fusileros, y
en 1792 asciende a coronel. En 1796 se le promovió como Gobernador Inten-
dente de la provincia de Sonora y Sinaloa, de la Nueva España, con sede en
Arizpe, Sonora, en sustitución de Enrique de Grimarest, quien había formado
parte del cuerpo de ingenieros 10. En este cargo hizo numerosas campañas
contra los seris y los apaches; en su hoja de servicios señala que hasta 1812
había lanzado 78 campañas contra los indios, que daban por resultado 388
prisioneros y 199 muertos, sin contar las pequeñas acciones que requerían las
urgencias, destacando la realizada en 1795 en contra de los primeros. En esa
ocasión, al mando de 500 soldados, cuatro buques y tres canoas los atacó en
la isla de Tiburón, diezmándolos de manera importante 11. El 2 de octubre de
1802 alcanzó el grado de Brigadier.
Al estallar el movimiento de independencia combatió del lado del Rey;
entre sus hechos de armas más destacados logró expulsar el movimiento de su
provincia, llegando a enviar auxilio a las provincias de Nueva Vizcaya y Nueva
Galicia. Ello le valió su ascenso a Mariscal de Campo en 1811. Posteriormente,
en 1817, se le nombró Gobernador Intendente de la Nueva Vizcaya, una de
las más grandes del virreinato pues cubría los actuales estados de Durango y
Chihuahua y el sur del Nuevo México, era habitada por numerosos grupos indí-
genas que hacían difícil el desarrollo de las actividades de los colonos hispanos,
dedicados en su gran mayoría a la minería y a la ganadería. En noviembre de
ese mismo año tomó el mando de las Provincias Internas de Occidente. Entre
sus múltiples disposiciones como gobernante destaca la prohibición terminante
de que se aplicara la pena de azotes a los indios, por considerarlo inhumano.
8 Ortega y Pérez Gallardo, 1908, vol. III: 5. A esta obra pertenecen la mayor parte de los
datos de su trayectoria militar que aquí se presentan.
9 Idem. Almada, 1952: 294.
10 Moncada Maya, 1993: 112-113.
11 Ortega y Pérez Gallardo, 1908, vol. III: 28.
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El 24 de agosto de 1821 secundó en Chihuahua el Plan de Iguala, dispo-
niendo que fuera jurado por todos los pueblos de la provincia a su mando;
así quedó integrado dentro de la nueva república y le fue reconocido el grado
de General de División. Para 1822 ya se encontraba residiendo en la ciudad
de México. Entre los reconocimientos que alcanzó se cuentan las condeco-
raciones de las órdenes de San Fernando y San Hermenegildo, que le otorgó
el rey Fernando VII, así como Caballero de la Orden de Guadalupe. Murió
en la ciudad de México el 28 de julio de 1826, y fue sepultado en la iglesia
de la Santa Veracruz, más tarde se trasladaron sus restos a la iglesia de Los
Ángeles 12.
La única información que poseemos sobre su vida personal es el haber con-
traído matrimonio, en primeras nupcias, con Tomasa María del Carmen Juana
Nepomucena Sastre y Conde, natural de Galicia. De esta unión nacieron María
del Carmen y Alejo, quien murió a los 18 años, en Guatemala. Posteriormente,
ya en Nueva España, casó con Ma. Teresa de Jesús Juana Nepomucena Vidal
de Lorca, originaria de la Hacienda de Galán, Real de Charcas, en el actual
estado de San Luis Potosí 13. De este matrimonio nacieron diez hijos. De los
cinco varones, cuatro siguieron la carrera de las armas: Alejo, Rafael, quién
se retiró del ejército por haber perdido una pierna, Francisco y Pedro. Joaquín,
el menor de todos, llegó a ser cónsul general de México en San Francisco,
Burdeos, El Havre y en Liverpool 14.
Brevemente señalamos la trayectoria militar que siguieron los hijos de
Alejo: el que lleva su mismo nombre llegó a comandante general de Durango;
Francisco fue diputado, senador, comandante general en Oaxaca, Coahuila
y Chihuahua, cuartel maestre del Ejército del Norte y, por un breve tiempo,
gobernador de la ciudad de México. Alcanzó el grado de general en 1840.
Finalmente, Pedro, el más destacado de ellos, obtuvo el título de ensayador
de minas en el Colegio de Minería y en su carrera militar también alcanzó
el grado de general, fue profesor fundador del arma de Ingenieros, Director
del Colegio Militar, ministro de Guerra, diputado, senador y comisionado
mexicanos para el trazo de la frontera entre México y los Estados Unidos de
América. De su obra cartográfica destacan el «Plano topográfico del Distrito
Federal», la «Carta geográfica de Chihuahua» y, sobre todo, la «Carta geo-
gráfica general de la República Mexicana» 15.
12 Idem, da como año de su muerte el de 1827.
13 Idem.
14 Idem.
15 Moncada Maya, 2004: 173-214.
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dieGo GArcíA conde
La primera noticia publicada que tenemos de él se debe a un contempo-
ráneo suyo, que por este sólo hecho ya es digno de tomar en consideración
el prestigio de que debía gozar. José Mariano Beristáin de Souza lo incluyó
en su magna Bibliotheca Mexicana, cuya primera edición, de 1816, dice de
nuestro personaje:
Natural del principado de Cataluña. De Alférez de Reales Guardias Españolas
pasó de Capitán al Regimiento de Dragones de México, de cuyo grado ascendió por
su antigüedad y sobresalientes méritos al de Brigadier con el mando del Regimiento
Provincial de Dragones de Puebla. En la revolución general de la N. E. acreditó
su valor, pericia militar, y política; y hoy se halla de Comandante General de las
armas de la Provincia de Zacatecas. De su buen gusto e inteligencia en la música
y poesía ha dado bastantes pruebas en varias Canciones, que ha compuesto en
elogio de los Jefes y Tropas Hispano Americanas y para fomentar su entusiasmo
patriótico. Y de sus vastos conocimientos y aplicación en las Matemáticas, especial-
mente en la Arquitectura y Geografía serán eternos monumentos el nuevo camino
de Veracruz a Jalapa, el famoso Puente del Rey sobre el Río de la Antigua, y el
hermoso, magnífico y exactísimo Plan ó Mapa Topográfico de la Ciudad de Mégico,
que publicó en 18... escribió también: Noticia circunstanciada de los trabajos y
necesidades, que en compañía del Coronel Rul y del Intendente Merino heridos y
golpeados, pasó el Autor prisionero de los Insurgentes y del manejo y proyectos
de estos enemigos. Ms. 16.
Diego, nueve años menor que Alejo, nació en la ciudad de Barcelona en
julio de 1760, fue bautizado en la catedral de la ciudad condal el día 27 de
dicho mes con el nombre de Diego Santana Joaquín 17. Ingresó como cadete en
las Reales Guardias Españolas el 31 de julio de 1772, cuando apenas cumplía
los doce años, sin duda por la influencia de la familia pues su hermano había
formado parte de dicho regimiento. Un año después, el 27 de marzo de 1773,
ascendía a alférez, en el mismo cuerpo 18.
Durante esta etapa de su formación militar existe un gran hueco de infor-
mación, y sólo sabemos por su hoja de servicios que «se halló en el Bloqueo y
Sitio de Gibraltar en la Guerra del año de 1780» 19. Después de ello volvemos
a tener noticias de él hasta 1787, cuando el 27 de diciembre se le asciende
16 Beristáin de Souza, 1883, vol. II: 24. (La edición original es de 1816-1821).
17 Hoja de Servicio…, AGMS, 776. Para facilitar la lectura, se actualizó la ortografía en
la transcripción de textos con excepción de los títulos de los mapas, extendiéndose las abre-
viaturas, pero respetando la puntuación.
18 Idem.
19 Idem.
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a segundo teniente en el mismo regimiento. Pocos meses después se da un
hecho que cambiará el rumbo de su vida: el 27 de abril de 1788, estando de
parada en el Real sitio de Aranjuez, tiene un desafío con el alférez de Reales
Guardias Walonas Enrique de Saint Hilaire, razón por la cual es arrestado y
enviado a Peñíscola. Ahí se le mantuvo preso hasta principios de 1789, cuando
el rey Carlos IV, en su exaltación al trono, lo indulta y dispone pase a servir a
la Nueva España 20. De manera que el 2 de febrero de 1789 se encuentra como
capitán agregado al Regimiento de Dragones de México. Y al año siguiente,
el 2 de enero se le designa capitán efectivo 21.
Pese a que la Dirección de Ingenieros de la Nueva España era la más
numerosa e importante de ultramar, estaba lejos de satisfacer las necesida-
des del reino, razón por la que, desde la península, se aceptó la figura de
los «ingenieros voluntarios». De acuerdo con la Ordenanza del Real Cuerpo
de Ingenieros expedida en 1768, para ser ingeniero voluntario era necesario
haber cursado con aprovechamiento las matemáticas, y su función principal
debía ser suplir la falta de ingenieros en las expediciones; sin embargo, sus
actividades fueron más allá, pues participaron en el diseño y construcción de
importantes obras públicas siendo reconocidos como notables ingenieros 22.
Así, Diego solicita y se le acepta como ingeniero voluntario, ejerciendo desde
1790 hasta 1810 23.
De hecho, la primera referencia a su actividad técnico científica se da de
manera inmediata a su incorporación, pues en 1791 participa en un recono-
cimiento del camino de la sierra de Meztitlán 24, actual estado de Hidalgo,
actividad en la que, puede decirse, se especializará. En 1792 informa que
levantó el plano de pueblo de Tulancingo, que entregó al virrey y una copia
al subdelegado 25.
En ese mismo año, el virrey segundo conde de Revillagigedo le nombra
para levantar el mapa de la ciudad capital, cuyo costo de los grabados, láminas
e impresiones sería con cargo a la ciudad. De dicha actividad se obtuvo uno
de los mapas más representativos de la ciudad de México, y que a su autor
le valió gran reconocimiento. Desgraciadamente, tuvieron que pasar catorce
años para que dicho plano, grabado por el profesor Joaquín Fabregat, cate-
20 Navarro García y Antolín Espino, 1972: 579.
21 Hoja de Servicio…, AGMS, 776.
22 Moncada Maya, 1994: 84.
23 Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, México DF (AHSDN),
Dirección de Archivo e Historia, I-28: 1-2.
24 Archivo General de la Nación, México DF (AGNM), Caminos y Calzadas, vol. 4, fol.
131-137; vol. 13, exp. 8, fol. 146-182; exp. 16, fol. 268-325.
25 AGNM, Archivo Histórico de Hacienda, caja 347, exp. 42.
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drático de la Academia de San Carlos, pudiera imprimirse. Se trata del Plano
General de la Ciudad de México, levantado por el Teniente de Dragones Don
Diego García Conde, en el año de 1793, y grabado en el de 1807, de orden
de la misma Nobilísima Ciudad 26, y que trataremos más adelante. No deja
de sorprender designación misma de García Conde, ni la calidad del trabajo
alcanzado por él, toda vez que no existen antecedentes de que hubiera realizado
algún trabajo semejante, ni en España ni en el virreinato.
Sobre Diego García Conde existe un buen número de expedientes en el
Archivo General de la Nación de México. Algunos de ellos, los más volu-
minosos, se refieren a su participación en obras públicas, particularmente la
construcción del camino México a Toluca, obra en la que intervino entre 1793
y 1796, como primer ayudante del ingeniero Manuel Agustín Mascaró; en esta
comisión tuvo la oportunidad de trabajar con Bernardo de Bonavia, intendente
de México, y el destacado arquitecto valenciano Manuel Tolsá.
De acuerdo con León García:
La población hispana de Toluca era la más influyente y rica, dedicada a la
producción, procesamiento y comercialización de alimentos para la ciudad de Mé-
xico y otras ciudades menores y pueblos como Valladolid, Puebla y Zacatecas,
Celaya y Pungarabato. El valle de Toluca era el punto intermedio y vía de acceso
entre el valle central de México, el norte y el occidente. Para la segunda mitad
del siglo XVIII, el proyecto para la construcción del camino carretero de México
a Toluca, se justificaba con la posibilidad de abaratar costos y disminuir el tiempo
en el transporte de los alimentos que se producían no sólo en el valle de Toluca,
sino también los de Cuernavaca y los de la zona de Michoacán y Guadalajara para
abastecer a la capital 27.
A finales de 1796 se hace pública la declaración de guerra de España en
contra de la Gran Bretaña y, ante la posibilidad de un ataque inglés a Veracruz,
se estableció un cantón militar en la villa de Orizaba. En enero de 1797 el
virrey Branciforte nombra al coronel e ingeniero en jefe Miguel Constanzó
como cuartel maestre general del ejército e intendente general del acantona-
miento, quien a su vez designó a Diego García Conde como su ayudante 28,
asignándoles como una de sus primeras funciones el «…disponer la compostu-
26 Instrucciones y Memorias…, 1991, vol. 2: 1.394.
27 León García, 2002.
28 AGNM, Correspondencia virreyes, vol. 187, fol. 57. Cuando fue nombrado «ayudante
del cuartel Maestre del ejército de acantonamiento», en 24 de febrero de 1797, se le indicaba
como el «único oficial de los cuerpos de este Ejercito instruido en las materias y capaz de
desempeñar el encargo»; en esta comunicación queda manifiesta la carencia en que se hallaban
Nueva España y Filipinas de ingenieros.
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ra de caminos por donde había de dirigirse la marcha de las tropas» 29, es decir
de la ciudad de México a la villa de Orizaba. Posteriormente se comunicó a
Constanzó que debía continuar la compostura del camino hasta el puerto de
Veracruz, para facilitar el tránsito de carruajes y artillería. Sin embargo, el
aspecto más importante de las actividades de estos militares en el tiempo que
duró el acantonamiento fue elaborar un Reconocimiento geográfico con fines
estratégicos de la zona comprendida entre las costas de Veracruz y la ciudad
de Orizaba 30. En términos generales, el reconocimiento consistió en viajar
por los tres caminos que, cruzando la Sierra Madre Oriental, podría seguir un
ejército enemigo hacia la ciudad de México: la cuesta de Aguatlán, la cuesta
de Maltrata y la cuesta de Aculcingo, estableciendo las dificultades y ventajas
que ofrecían los caminos para el transporte de hombres y materiales de guerra.
El reconocimiento, aparte de los aspectos puramente militares, ofrece una
importante información sobre los más variados temas de interés regional, como
podían ser: el comercio de la nieve del Pico de Orizaba al puerto de Veracruz 31,
las condiciones ambientales de las zonas costeras tropicales, el acaparamiento
de las tierras y su consecuente despoblamiento, las condiciones de vida de
la población, particularmente los mulatos, y otros más. Acompañaba al reco-
nocimiento un Mapa general de los terrenos que se comprenden entre el río
de la Antigua y la Barra de Alvarado, hasta la Sierra de Orizaba y Xalapa,
levantado de orden del Excelentísimo Señor Virey Marqués de Branciforte
(figura 1), firmado por Constanzó y por García Conde 32.
Posterior a su participación en este reconocimiento se sucedieron varios he-
chos de importancia, tanto en el ámbito personal como profesional. En primer
término, se le concede licencia real para contraer matrimonio; en agosto de
1800 se le asciende a sargento mayor y dos años después es teniente coronel
graduado, para en 1804 alcanzar el grado de teniente coronel efectivo 33.
29 AGNM, Indiferente de Guerra, vol. 158, fol. 2.
30 Archivo Histórico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México DF (AHI-
NAH), Sección de Manuscritos, 2ª serie, leg. 43-1. Moncada Maya, 1992: 31-64.
31 Idem. Este aspecto lo conoció directamente García Conde, que obtuvo información
acerca de su «saca y conducción» a Veracruz, adonde enviaban nueve cargas diarias, a un
costo de un peso el corte y tres de flete o conducción. Cada operario, originarios todos ellos
de San Juan Coscomatepec, llegaba a cortar de cinco a siete cargas diarias, pero no llegaban
a permanecer más de cinco días en la montaña, turnándose por semanas.
32 Localizado en el Museo Naval, Madrid, IX-A-14.
33 Ya con anterioridad había solicitado este ascenso, que le fue rechazado en 1799: «El
Rey no ha venido en conceder a don Diego García Conde, capitán del Regimiento de Dra-
gones de México, el grado de teniente coronel que solicita en la instancia que me remitió al
antecesor de V. E., en carta N. 1082 de 30 de mayo último. Lo aviso a V. E. de Real orden
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Una última obra en la que intervino Diego García Conde a la que es ne-
cesario hacer referencia es la construcción del Puente del Rey. El camino más
importante del virreinato era sin duda el de Veracruz a México por Jalapa,
que junto con su ruta competidora por Orizaba recibió la mayor atención de
las autoridades; sin embargo, sería durante las dos últimas décadas del siglo
cuando se trató de dar solución al mayor problema en su recorrido: la cons-
trucción de un puente sobre el río de La Antigua. Diego Panes (figura 2),
también ingeniero voluntario reconocía que
para su inteligencia y noticia del interesado…», AGNM, Reales Cédulas Originales, vol. 171,
exp. 102, firmada en San Lorenzo el 15 de mayo de 1798.
fiGurA 1. MAPA GenerAL de Los Terrenos que se coMPrenden enTre eL
río de LA AnTiGuA y LA BArrA de ALvArAdo, HAsTA LA sierrA de orizABA y
xALAPA, eLABorAdo Por MiGueL consTAnzó y dieGo GArcíA conde, 1797
Fuente: Museo Naval, Madrid, IX-A-14.
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El paso del Río de La Antigua siempre penoso, siempre arriesgado, y difícil de
asegurar ha costado mucho caudal, muchas vidas, y continuas averías: con variedad
de proyectos se ha pretendido conseguir el pronto, y fácil tránsito de este río tan
preciso para el comercio del reino por el rumbo de Xalapa, y jamás se ha logrado 34.
En 1798 el virrey Azanza comisiona a García Conde para hacer un reco-
nocimiento del camino de México a Veracruz, por la ruta de Xalapa, del cual
se entrega un completo informe. Más que los asuntos técnicos, nos referimos
aquí a sus preocupaciones respecto al papel que podía jugar la población local
en la conservación del camino:
... Por esta causa, debe inferirse cuan útiles serían las poblaciones inmediatas
al camino a su conservación, pues de lo contrario era menester a cada paso traer
la gente de pueblos muy distantes con grave perjuicio de todos y aun de la obra.
Yo no tengo por difícil ver conseguido este intento sin más que señalar los sitios
oportunos como son: El Manantial entre Veracruz, y el Río de la Antigua: la Rin-
conada o sus inmediaciones en donde se halle agua con más proximidad, y otro
también que puede situarse, o en el En cero (sic por El Encero), o bien en Corral
falso. Ya estando señalados los parajes, y cediendo a cada individuo que quiera
34 AGNM, Fomento Caminos, vol. 5, exp. 1, fol. 16.
fiGurA 2. PriMer ProyecTo de GArcíA conde deL PuenTe soBre eL río
de LA AnTiGuA, 1799
Fuente: Archivo General de la Nación, México DF, Fomento Caminos, vol. 6, 1ª parte, fasc.
221 bis, 979/0085.
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establecerse en ellos el terreno suficiente para jacal, corral, y alguna cosa más para
los árboles frutales, u hortaliza que quisiesen tener, se prohibiría que ninguno pueda
establecerse en los tramos intermedios del camino para que no vivan desparramados
y a su libertad; y al contrario así se hallen congregadas treinta familias en cuales-
quiera de los parajes expresados, podrán formar pueblo señalándoles el terreno que
ordenan las leyes, junto con el cura párroco y justicia. De este modo pienso que
lograríamos atraer muchas gentes con utilidad del Estado, y de la Iglesia, que en
el día de hoy ya hostigados de los propietarios de las tierras que no pueden sufrir
a nadie en sus dominios por tenerlas totalmente entregadas al ganado, o bien por
huir a buscar su libertad viven extraviados en los montes sin ley, ni rey, y más
como gentiles que como cristianos.
A este proyecto y justa providencia no preveo puedan oponerse con razón y
justicia los actuales poseedores fundándome en que cuando se les concedió las
gracias, o las mercedes (que así se llaman) por los Señores Virreyes o Superior
Gobierno fue siempre reservándose el rey su derecho para cederlo a pueblos o
villas de españoles que se fundase, insertando siempre en las mismas gracias estas
expresiones para que en ningún tiempo pudiesen alegar contra ellas 35.
Así, pese a todos estos esfuerzos realizados por los ingenieros militares,
no se realizaron obras significativas; las autoridades se limitaron a hacer me-
joras al viejo camino. Por ello, a principios del siglo XIX el puente sobre el
río de la Antigua seguía sin construirse, hasta que, finalmente, en abril de
1803 se nombra de nueva cuenta a Diego García Conde para dirigir la obra
del camino de Veracruz a Xalapa.
Humboldt recorrió ese mismo camino a su salida del reino, antes de la
construcción del puente, y escribió:
Sería útil construir un puente en el río de La Antigua, cerca de la Ventilla, en
donde el albeo sólo tiene 107 metros de ancho, entonces el camino de Jalapa sería
más de seis leguas más corto, y sin tocar la antigua Veracruz... y si se acortase una
parte del camino que atraviesa estas áridas llanuras de la costa, se disminuirían los
destrozos de esta pestilente enfermedad (la fiebre amarilla) 36.
Las obras debieron iniciarse hacia 1805; sin embargo, la fuerte tempora-
da de lluvias de 1806 afectó seriamente los trabajos tanto del camino como
del puente, lo que obligó a las autoridades a nombrar un facultativo que, en
compañía de García Conde, realizara un reconocimiento de los daños y las
obras a seguir. La persona designada para ello fue el director de escultura de
la Academia de Bellas Artes de San Carlos y ya reconocido arquitecto, Ma-
35 Idem.
36 Humboldt, 1983: 465-466.
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nuel Tolsá. La decisión fue seguir adelante con las obras, con la demanda de
que el puente debía contar con ocho arcos, en vez de los siete considerados
inicialmente. Con contratiempos por las condiciones climáticas de la región,
finalmente quedó concluida la obra, camino y puente, en 1812.
La presencia de Tolsá como parte del reconocimiento de 1806 ha lle-
vado a la confusión en varios autores de atribuirle el diseño del puente. La
documentación citada demuestra que la autoría es totalmente obra de Diego
García Conde.
El Puente del Rey, hoy Puente Nacional, fue una obra crepuscular del
virreinato novohispano, uno de los mayores puentes construidos en la Nueva
España, y que pese al paso de los años, sin perder su aire colonial e ilustrado
se acomodó a las nuevas necesidades del tráfico vial 37.
En 1809 es nombrado coronel de su regimiento y como tal participará
activamente en la defensa de la Corona ante el movimiento de Independencia
que estalla en septiembre de 1810. El 1º de octubre de ese año es nombrado
comandante militar de la provincia de Valladolid, y cuando se encontraba en
camino a la capital de la provincia es herido y aprehendido en Acámbaro 38,
junto con el conde de Rul y el intendente de Michoacán, y entregado a Miguel
Hidalgo, cabeza de la insurrección 39. Sin embargo, en el transcurso de la batalla
de Aculco, el 7 de noviembre, escapa de los insurgentes tras la derrota que
sufren a manos del coronel Félix María Calleja; de esos días como prisionero
escribe una «apasionada e inexacta relación de los sucesos ocurridos en el
ejército de la independencia, durante el tiempo que duró su aprehensión» 40,
citada por Beristaín y Souza.
En el curso de los primeros meses de guerra asciende a mayor, y se le da
el mando de la caballería del Ejército del Centro, participando en las batallas
de Guanajuato y Puente de Calderón a las órdenes del coronel Calleja; pos-
teriormente, al mando de la División de la Izquierda del Ejército de Centro,
participó en diversas acciones de guerra en la región del Bajío y San Luis
Potosí, saliendo triunfante siempre 41. De esa etapa de su carrera es el Plano
del ataque dado a los insurgentes en la proximidad del Pueblo del Valle del
Maíz, por la División de S. M. al mando del Coronel Don Diego García
Conde; la mañana del 22 de marzo de 1811 42 (figura 3).
37 González Tascón, 1992, vol. II: 560.
38 Actual estado de Guanajuato.
39 Mora, 1856, vol. 4: 67
40 Citado en Moncada Maya, 1993: 97.
41 Idem.
42 Orozco y Berra, 1871.
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fiGurA 3. PLAno deL ATAque dAdo A Los insurGenTes en LA ProxiMidAd
deL PueBLo deL vALLe deL MAíz, sAn Luis PoTosí, 1811
Fuente: Mapas y planos relativos a la Revolución de Independencia de México en el acervo de
la Mapoteca Manuel Orozco y Berra del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera
de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, México,
Varilla OYBSLP01, Nº. Clasificador 1308-OYB-7242-A.
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Por su desempeño en el transcurso del movimiento insurgente se le ascen-
dió al grado de Brigadier en junio de 1812, y en 1814 es nombrado Gobernador
Intendente y Comandante militar de Zacatecas, cargo en el que permanece
hasta 1816. Siempre en la defensa de la Corona, asestó duros golpes a los
insurgentes, comandando las tropas de la intendencia.
En 1818, fue nombrado por el rey para el gobierno militar y político é
Intendencia de la Nueva Vizcaya, que dejó vacante su hermano, el Mariscal
de Campo Alejo García Conde al ser nombrado Comandante General de las
Provincias Internas de Occidente. Con fecha 6 diciembre de 1818 se recibió
en México la orden y se dirigió copia al interesado 43. En ese mismo año
de 1818, su hermano Juan, desde España, solicita para Diego el ascenso de
Mariscal de Campo 44.
En enero de 1822, Diego García Conde solicitó y se le concedió el uso
de la Cruz y Placa de la Orden de San Hermenegildo, orden militar a la que
pertenecieron el resto de sus hermanos.
Como su hermano Alejo, Diego reconoció en 1821 el Plan de Iguala 45, y
le fue reconocido el grado de General de División y asumió la nacionalidad
mexicana. Resulta difícil establecer por qué tomaron esta decisión, toda vez
que no se cuenta con algún documento que lo explique. Así, que sólo pode-
mos suponer explicaciones. La más importante es que el Plan de Iguala no
pretendía romper en modo alguno sus vínculos con la Corona; aunque por
otra parte se debe considerar que al momento del reconocimiento que hace
del Plan, Diego García Conde ya contaba con 62 años, llevaba en América
más de 30 años, donde había formado una familia, y todos sus hijos habían
nacido en Nueva España. Además, se debe considerar que no debía ser fácil
regresar a la Península como parte de un ejército derrotado. Pero también hay
otro punto importante en su trayectoria militar: cuando dirigió al Ejército del
Centro, tuvo a su mando a Agustín de Iturbide, y eso debió contar para tomar
la decisión, pues sabía que no habría ninguna represalia por su pasado realis-
43 AGNM, Reales cédulas originales, vol. 219, exp. 86, fol. 1. El nombramiento estaba
dado desde agosto anterior, AGNM, Reales cédulas originales, vol. 219, exp. 112.
44 Hoja de Servicio…, AGMS, 1776.
45 El Plan de Iguala o Plan de Independencia de la América Septentrional, fue un pro-
nunciamiento proclamado el 24 de febrero de 1821 por Agustín de Iturbide, y secundado
por el general Vicente Guerrero, en la ciudad de Iguala, hoy estado de Guerrero, en el cual
se declaraba la Independencia de la Nueva España. El nuevo gobierno se sustentaría en tres
principios fundamentales: Religión, Independencia y Unión, que se convirtieron en las «Tres
Garantías» que promovió el nuevo ejército, que por esta misma causa se conoció como «Ejército
Trigarante». Según este plan, el gobierno que se adoptaría sería el de una monarquía moderada,
cuya corona sería otorgada a algún miembro de la casa de los Borbones.
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ta. Todo lo contrario, al organizarse el nuevo Ejército Nacional se le nombró
primer Director General de Cuerpo de Ingenieros y fue fundador y director, en
1822, de la Academia de Cadetes 46, que en sus inicios llegó a contar con 300
alumnos que ocuparon el antiguo edificio de la Inquisición en la ciudad de
México; entre la planta de catedráticos se encontraban, como jefe de estudios,
el coronel Manuel Mier y Terán, el sargento mayor de brigada y comandante
en la provincia de Yucatán José Segundo Carbajal, y el también sargento ma-
yor de brigada José María de Echandia. Desgraciadamente, las condiciones
del erario no permitían apoyar de manera decidida este proyecto, por lo que
García Conde demandó un apoyo efectivo que sólo se pudo concretar en un
apoyo de 250 pesos por única vez, más 50 pesos mensuales 47.
El 11 de octubre 1823, el presidente Guadalupe Victoria emitió un decreto
que transforma la Academia de Cadetes en Colegio Militar, y lo traslada al
Fuerte de San Carlos de Perote, donde el número de sus estudiantes llegó a
disminuir a diez, razón por la que poco después regresará a la ciudad de México.
Paradójicamente, como reconocimiento a su trayectoria, fue uno de los
elegidos para llevar uno de los cordones del féretro de los héroes de la Inde-
pendencia a los que había combatido 48.
En marzo de 1825 dirige una comunicación al presidente de la República,
general Guadalupe Victoria, en los siguientes términos:
Exmo. Señor: El ciudadano Diego García Conde General de División y Director
de Ingenieros con el debido respeto a V.E. expongo hallarme desahuciado de los
facultativos que me asisten en mi grave enfermedad y de las buenas esperanzas
conviven si salgo por dos o tres meses al pueblo de Tacubaya a restablecerme. Para
mí este es un paso de los más sensibles porque en mi larga carrera militar jamás
he usado licencia; pero en la disyuntiva de la salud o la muerte, es preciso que me
venza tomando todas las medidas para que las clases de matemáticas y asuntos del
cuerpo no padezcan el menor atraso, y así continuaré mi correspondencia, a menos
que algún asunto ingente me lo impida: Vendré con la mayor frecuencia que pueda,
y hasta las relaciones mensuales para el haber del Cuerpo serán autorizadas por
mí, por lo que suplico se sirva acceder a esta gracia… 49
Pese a que se le concede la licencia, Diego no pudo recuperar su salud, y
murió en Tacubaya el 1 de mayo de 1825. Fue sustituido interinamente en la
Dirección de Ingenieros por Tomás Ramón del Moral 50.
46 Diccionario Porrúa de…, 1976: 1.391.
47 AHSDN, I-28: 29.
48 Ortega y Pérez Gallardo, 1908: 15.
49 AHSDN, I-28: 39.
50 AHSDN, I-28: 44.
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Obra cartográfica
Podría decirse que gran parte de la cartografía colonial fue resultado del
proceso de expansión territorial del virreinato a lo largo de los tres siglos de
dominio hispano. Y en ello intervienen numerosos científicos y técnicos, tanto
peninsulares como americanos, aunque vale aclarar que la elaboración de ma-
pas no era exclusivo de alguna corporación en particular. Así, para el último
tercio del siglo XVIII encontramos entre los cartógrafos a los matemáticos
Joaquín Velázquez de León y Diego de Guadalajara y Tello, al naturalista José
Antonio de Alzate y Ramírez, a los jesuitas Jacobo Sedelmayer, Francisco
Javier Clavijero y Francisco Javier Alegre, a los marinos Juan Pérez, Bruno
Ezeta y Cayetano Valdez y a los militares Carlos de Urrutia y Félix María
Calleja. Sin embargo, dado que entre las actividades sustanciales de los in-
genieros militares se señalaba la intervención territorial a través del diseño y
construcción de obras públicas, la cartografía de las mismas fue una de las
actividades fundamentales y es en ellas que se destaca la labor cartográfica
de Diego García Conde.
Ya señalamos líneas arriba que en 1792 se le encomendó a Diego García
Conde la realización de un plano de la ciudad de México, sin duda su obra
más reconocida y que ha trascendido hasta la actualidad. Tal vez la mejor
forma de comprender la importancia y significado del mapa realizado por
García Conde sea considerar el comentario de A. Moreno Toscano: «... hacer
un mapa o plano es, finalmente, apropiarse simbólicamente de un territorio.
La gran paradoja que encierra el plano de García Conde es que, si en su
origen se pensó como documento práctico, su factura final expresó con arte
el orgullo criollo por la Ciudad de México» 51.
Esto se percibe de inmediato, con la primera impresión del plano de la
ciudad, que muestra con gran claridad la representación de su tramado, el
trazo de una retícula casi perfecta, de la Plaza Mayor hacia la periferia, donde
incluye con gran detalle la localización de importantes edificaciones, plazas,
paseos, parroquias, conventos, hospitales y aún elementos de menor magnitud,
pero que en conjunto muestran la conformación de una gran ciudad (figura 4).
Calles y avenidas que muestran un trazo simétrico con dimensiones más
o menos regulares, seguidas de las de menor magnitud hasta perderse en los
extremos de la traza urbana, a través de las cuales es posible identificar los
límites de la mayor actividad de la ciudad así como la movilidad de sus ha-
bitantes; para posteriormente formar pequeñas manzanas, que semejan unas
51 Moreno Toscano, 2002: 9. Aunque es necesario recordar que García Conde no era criollo,
sino que era español peninsular.
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islas distribuidas en los extremos, de forma lineal hacia el norte y oeste, y
más dispersas y de menor simetría hacia el sur y oriente, que sin duda vis-
lumbraba ya el comienzo del proceso de urbanización que seguiría la ciudad
en los siguientes decenios.
El trazo de las vías de acceso a la ciudad es fácilmente identificable, per-
mitiendo ubicarse espacialmente en el entramado urbano y en los extremos
del área citadina, con elementos que las distinguen, como el arbolado, y que
llegaban a las garitas que rodeaban a la ciudad.
La representación de la periferia, en partes vacía y en otras con cubierta
arbórea o parcelas de cultivo en las partes más extremas, le imprime el con-
texto del área de influencia de la ciudad, así como la confirmación de la línea
divisoria rural-urbana, principalmente hacia el norte-noroeste de la ciudad.
Las viñetas, cuadros listados de los cuarteles y el nomenclátor de calles
complementan la sensibilidad, habilidad y visión de conjunto de García Conde
para demostrar lo que quiere resaltar en su plano general de tan importante
asentamiento urbano.
El detalle de la parcelación en la porción occidental de la ciudad es muy
cuidada, invita a realizar un minucioso recorrido para calcular posiciones,
dimensiones y hasta clasificaciones. En el mismo caso se presenta la porción
oriental, donde la traza comienza a ser más irregular, pero son registrados a
detalle cada bloque de manzanas, que aun con sus variables dimensiones y
formas geométricas más irregulares, todas aparecen identificadas aun cuando
se representen como islas dentro del entramado de las calles de la gran ciudad.
En los extremos norte y sur, sobre todo en el norte, la ciudad muestra el
continuum urbano lo que pone en evidencia un crecimiento de la ciudad hacia
esa porción principalmente a lo largo de la vía principal de acceso y conexión
con la zona central del país. La distribución de las manzanas es irregular
en cuanto a dimensiones, formas, pero en la mayor parte de los casos ya
conformando asentamientos de manera aislada, parecieran como islas, desde
pequeñas dimensiones hasta algunas de mayores tamaños, que con el paso de
los años, y siglos, vendrían a conformar el principal destino del crecimiento
urbano periférico, y que pese a esa dispersión que le caracterizaba, García
Conde respeto en el trazado del plano.
El plano va acompañado de dos viñetas de la ciudad de México, colocadas
en la parte inferior del mismo. La viñeta del lado izquierdo representa la «Vista
I. de Levante desde el camino nuevo de Vera-Cruz», y la del lado derecho la
«Vista II. de Poniente desde el camino de Chapultepec».
En las vistas se observa una visión de la panorámica de la ciudad, desta-
cando la gran cantidad de cúpulas de los templos y algunas características de
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los barrios. Asimismo, alguna de ella permite visualizar el tipo de transporte
que pudo servir para conectar a la ciudad con otras poblaciones, como la
carreta que aparece en la Vista I de Levante, así como también la actividad
productiva de sus pobladores, como es el caso de la agricultura, con los dos
personajes que ahí se representan.
Otra forma de identificar características rural-urbanas en la Vista II de
Poniente sería la representación de lo que podría parecer parte de una hacienda
y al lado la casa-habitación de los trabajadores de la misma, y algún granero
o taller para el abastecimiento de la hacienda; además de que se muestra parte
de la vegetación nativa de la periferia de la ciudad y algunas superficies de
cultivo. Todo ello permite darle vida al plano.
fiGurA 4. Plano general de la Ciudad de MéxiCo, 1807, donde se oBservA
LA PLAzA MAyor. (frAGMenTo)
Fuente: Mapas y planos relativos a la Revolución de Independencia de México en el acervo de
la Mapoteca Manuel Orozco y Berra del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera
de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, México,
Varilla OYBDF02, Nº Clasificador 929-OYB-7252-A.
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La descripción de la conformación de los cuarteles es amplia y con todos
los elementos a considerar para que no quede ningún elemento fuera de to-
marse en cuenta. Las notas en la parte superior, así como la representación de
la escala en la parte inferior derecha, además de adornar el plano, permiten
identificar los detalles para dar una lectura lo más acertada posible de lo que
conforma e identifica a la gran Ciudad de México.
La valoración de este plano se ratifica con las observaciones que hace
E. Trabulse respecto a la impresión del mismo, varios años después de su
levantamiento:
El valor de este Plano desborda asimismo el aspecto puramente científico ya que
en su elaboración participaron dos de los más distinguidos artistas del siglo XVIII:
Rafael Ximeno y Planes, quien lo dibujó, y José Joaquín Fabregat, quien lo grabó.
Fue Manuel López López quien tuvo a su cargo la pesada tarea de estamparlo. El
Plano está grabado en cobre, con una “escala de 1000 varas castellanas” (1:36000)
y mide 207 por 153 cm. Lo que resulta excepcional es que (hasta donde sabemos)
sólo un ejemplar conocido de este raro mapa haya sido iluminado a la acuarela.
Un dato adicional, no confirmado, señala que un indígena Santiago Nezahualpilli,
quien era un excelente topógrafo, ayudó a García Conde en el levantamiento del
plano. Desde la fecha de su publicación el Plano ha sido reproducido varias veces
en diversos tamaños, la primera en 1810 y, como muchos de los planos colonia-
les, a menudo ha sido utilizado con fines puramente decorativos. En Europa fue
conocido, y admirado, desde 1824, cuando William Bullock lo publicó en su obra
de viajes en México, y desde entonces ha sido reconocido como una obra mayor
de la cartografía colonial de México 52.
Una mejor forma de terminar con la descripción de este valioso plano es
lo que asienta Toussaint cuando afirma que: «el rey de los planos de México,
el de García Conde, une, a la excelencia del levantamiento y del trazo, la de
la ejecución artística, el grabado en cobre, el cual por su técnica, su belleza
y su tamaño, resulta excepcional» 53.
Mientras que, en palabras de Orozco y Berra:
… el plano de García Conde es el más grande y mejor de cuantos han visto
la luz pública en México… El plano de García Conde vino a fundar escuela; la
mayor parte de los planos que le siguieron lo reconocen por origen; unos copiaron
francamente, mientras otros dicen que aumentaron o corrigieron; estos confiesan la
filiación, mientras aquellos la callan; pero todos corresponden a la misma familia,
y dejaron el trabajo con pocas variantes, casi en el punto de partida 54.
52 Trabulse Atala, 2002: 40-42.
53 Ibidem: 40.
54 Orozco y Berra, 1867: 10.
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Orozco y Berra refiere que al menos diez mapas sobre la ciudad de Mé-
xico publicados entre 1811 y 1865 son copias del mapa de nuestro personaje:
➢ Plan general de la ciudad de México, levantado por el teniente coronel
D. Diego García Conde en el año de 1793, y grabado en miniatura en
Londres, por Eduardo Mogg, el año 1811.
➢ Plan de la Ville de México dressé sur les lieux par le colonel comte
D. Diego García, 1824.– Pequeño, grabado en el –Atlas Historique
avec l’explication des planches, París, 1831,– del viaje de M. Bullok.
➢ Plano general de la ciudad de México, levantado por el teniente coronel
D. Diego García Conde en el año de 1793. Aumentado y corregido en
lo más notable por el teniente coronel retirado D. Rafael María Calvo,
en el de 1830.– Grabado en Nueva York.
➢ Plano general de la ciudad de México, aumentado y corregido en lo
más notable por el teniente coronel retirado D. Rafael María Calvo,
en Enero de 1837.– Pequeño, sobre plomo o madera; en el Calendario
de Cumplido para 1838.
➢ Plano general de la ciudad de México, 1849. –Hállase en París en casa
de Bauerkeller y C.– Realzado y colorido; de efecto y poca utilidad.
➢ Plano general de la ciudad de México, formado según los datos más
recientemente adquiridos, para servir a la Guia de Forasteros, publi-
cada por el Sr. general Juan N. Almonte. Año de 1853. –Litografía.
➢ Plano general de la ciudad de México. Año de 1858.– Propiedad de
Rosa y Bouret.–Litografiado en París, en el Manual del Viajero en
México, &c.
➢ Plano general de la ciudad de México, Año de 1858.– México, imprenta
litográfica de Decaen, pequeño, colorido o negro; se encuentra suelto
y en la obra intitulada México y sus alrededores.
➢ Plano general de la capital de la República Mexicana, 1860.– Para
servir a la obra intitulada el Viajero en México, publicación de Juan
N. del Valle.– Litografía.
➢ Plano general de la ciudad de México, 1861. –México, imp. litog de
Decaen, editor.– En escala cuádruple del de 1858. Llevando por detalle
el Distrito de México 55.
El año de 1798 fue de mucha actividad en su labor de ingeniero volun-
tario. Por una parte, el Consulado de Veracruz consiguió el apoyo del virrey
Azanza para que un nuevo camino hacia la ciudad de México, que en térmi-
55 Idem. Del último mapa existen ediciones sin cambios en 1863, 1864 y 1865.
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nos generales seguía el trazado del ya existente, se construyera por la ruta de
Jalapa, alternativo a la ruta de Orizaba y Córdoba, quedando como director
de la obra Diego García Conde. En el curso de ese año levantó una serie de
planos sobre diversos aspectos de dicha obra, que se localizan en diversos
ramos del Archivo General de la Nación, en la ciudad de México. Dos son
mapas generales, donde sin duda aprovecho el levantamiento que un año antes
hiciera acompañando a Miguel Constanzó: Plano en el que se representa la
dirección de los dos caminos que bajan de México para Veracruz, por los
distintos rumbos de Orizaba y Xalapa, en la parte que media entre la Sierra
y la Costa, y el Plano topographico del Camino nuevamente descubierto que
saliendo de la Villa de Orizaba con dirección a la Ciudad de México encumbra
la Sierra del Volcán, por el paraje nombrado Lomaverde 56 (figura 5).
Un perfil del camino de México a Veracruz, muestra la necesidad de
construir numerosos puentes a lo largo de ruta, ya sea para cruzar barrancos,
ya para evitar arroyos y ríos de muy diverso caudal. Es precisamente durante
la dirección de las obras por García Conde que se considera la construcción
de al menos cuatro puentes en la ruta:
➢ Plano y vista que deberá tener el puente proyectado en el río de la
Antigua, enfrente de la Ventilla, Veracruz.
➢ Plano y vista que deberá tener el puente que se ha de construir en el
arroyo Copále, Puebla.
➢ Plano y vista que deberá tener el puente que se ha de construir en río
de San Juan, Puebla.
➢ Plano y vista que deberá tener el puente que se ha de construir en el
arroyo llamado Paso de Ovejas, Veracruz.
Como complemento, levantó el Plano y elevación de la casa para el
gobernador del peaje Puebla de los Ángeles y el plano de la Casa para los
guardas del camino, en Puebla 57.
Humboldt recorrió estos caminos y nos dejó una detallada, aunque breve,
descripción del mismo:
El soberbio camino que hace construir el consulado de Veracruz, desde esta
ciudad hasta Perote, podrá competir con los del Simplón y del Mont Cenis: es an-
cho, sólido y de un declive muy suave. No se ha seguido la delineación del antiguo
56 Ambos mapas se localizan en AGNM, Fomento Caminos.
57 Tanto los planos de los puentes como de las construcciones se localizan en el Centro
de Información Gráfica del AGNM, signatura P2-C1-F7 al P2-C1-F10.
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fiGurA 5. PLAno deL PuenTe soBre eL Arroyo PAso de ovejAs, 1798
Fuente: Archivo General de la Nación, México DF, Centro de Información Gráfica, P2-C1-F9.
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camino que era muy angosto, empedrado con pórfido de basalto, y que según parece
fue construido hacia la mitad del siglo XVIII; se han evitado cuidadosamente las
subidas rápidas; y luego que los carros substituyan para el transporte de los géneros
a las recuas de caballería, cesarán las quejas contra el ingeniero por haber alargado
demasiado el camino. Esta obra costará probablemente más de tres millones de
pesos; pero se debe esperar que una empresa tan hermosa y útil no padecerá inte-
rrupción (...) Durante mi residencia en Jalapa, en el mes de febrero de 1814 (sic
por 1804), se había empezado el nuevo camino que se construye bajo la dirección
del señor García Conde, en los parajes que presentan las mayores dificultades...
Se ha proyectado poner columnas de pórfido todo a lo largo del camino, para
señalar, además de las distancias, la altura del terreno sobre el nivel del Océano.
Estas inscripciones, que no se encuentran en ninguna parte de Europa, ofrecerán un
particular interés al viajero que sube por la falda oriental de la cordillera; porque le
tranquilizarán anunciándole que se acerca a aquella región feliz y elevada, a donde
ya no debe temer el azote del vómito prieto o fiebre amarilla 58.
Los descendienTes de dieGo GArcíA conde
Como es común en estos casos, muy poco se sabe de la vida personal de
los militares; sin embargo, el hecho de que necesitaran autorización real para
contraer matrimonio nos permite saber que hacia marzo o abril de 1799, Diego
García Conde contrajo nupcias con María Luisa Maneyro, hija del teniente co-
ronel del Veterano Cuerpo Provincial de Dragones de Puebla, en el que servía.
En 1774 se estableció que los oficiales tenían «prohibido casarse sin licencia
Real y sin el consentimiento del maestro del campo, de igual manera no se
admitían oficiales casados de Coronel abajo en los Regimientos de Infantería,
Caballería, Dragones, Ingenieros, estado Mayor y Artillería, ni pueden gozar
sueldos de tales los que sean admitidos solteros y se casen, también se les
aplique lo mismo, aunque sea con mi Real permiso» 59. Sólo el Director o el
Inspector podían dar licencia para el matrimonio, a condición de que la contra-
yente fuera «de tal calidad y circunstancia que merezca casarse con un oficial
(...) La calidad (...) había de consistir de que fuesen hijas de padres ‹nobles o
hidalgos› o, por lo menos, del ‹estado llano›, de hombres, buenos, honrados
y limpios de sangre, que justificasen una dote de 20.000 reales de vellón, las
primeras y, de 50.000 las segundas» 60. Aquellos oficiales que no cumplieran
con la regulación podían perder el empleo y el derecho de legar pensión.
58 Humboldt, 1983: 465.
59 Diez Muñiz, 1969: 61.
60 Idem.
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De este matrimonio nacieron siete hijos: José María, Ceferino, Regina, Lo-
reto, Diego, Tomás y Ana. De ellos sabemos que tres de los hombres siguieron
el camino de las armas, Infortunadamente quedo viudo, y hacia 1816-1818
contrajo segundas nupcias con María Luisa de Cuéllar, con quien procreó
5 hijos más, tres varones –José, Juan y Manuel– y dos mujeres –Refugio y
Cristina–. Poco después de su muerte, en agosto de 1826, su viuda solicita
al gobierno acepte como cadetes a sus hijos, ¡de 7, 3 y 2 años!, «… quienes
manifiestan desde su tierna edad particular inclinación a emprender la carrera
militar a imitación de su benemérito padre…». En realidad, lo que la viuda
deseaba era obtener un ingreso que le permitiera sobrevivir, pues el monte
pío que dejó García Conde, de apenas 29 pesos mensuales, pasaban en su
mayoría a los hijos del primer matrimonio 61.
Tuvieron que pasar 11 años para que doña María Luisa Cuéllar tuviera una
respuesta positiva. En noviembre de 1837 se le comunica que el C. Presidente
Anastasio Bustamante «se ha servido declararle el monte pío de setecientos
cincuenta pesos que es el que le corresponde, con arreglo a la citada ley de 22
de enero de 1830, y desde cuya fecha debe abonársele a la Sra. interesada» 62.
Únicamente disponemos de información muy desigual de algunos de los
descendientes de su primer matrimonio. Así sabemos que José María, el hijo
mayor, nació en la ciudad de México el año de 1801. En la página 43 del Libro
21 de Bautismos de la Parroquia de Santa Catalina Virgen y Mártir 63, se lee:
En la ciudad de México: en 18 de Noviembre del año del Señor de mil ocho-
cientos uno: En esta Parroquia de Santa Cathalina Virgen y Mártir, Yo, el Br. Dn.
José Carrillo, Capellán del Regimiento de Dragones de México, bauticé solem-
nemente a José María Gregorio Francisco Xavier, nació el día diez y siete, hijo
legítimo de D. Diego García Conde, natural de Barcelona, Sargento Mayor de dicho
Regimiento, y de D. María Luisa Maneyro, que viven en la calle de San Lorenzo
número nueve. Nieto por línea paterna de D. Alejo García y de D. Teresa Conde,
naturales de Ceuta: y por la materna de D. Ignacio Maneyro y de D. Antonia Regina
Rodríguez. Fue su madrina D. María Antonia Fernández… 64
La hoja de servicio que existe en el Archivo Histórico de la Secreta-
ría de la Defensa Nacional, nos permite reconocer una amplia carrera en el
ejército, donde sin duda el apellido influyó, pero también la preparación que
alcanzó. Así, a los 13 años, en abril de 1814, se incorporó como cadete en el
61 AHSDN, I-28: 48.
62 AHSDN, I-28: 53.
63 AHDSN, XI.III/2-882.
64 AHDSN, 089.
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batallón Mixto Provincial de Zacatecas, donde llegó a subteniente y en 1817
pasa al Batallón ligero de Zacatecas. En 1818 asciende a teniente y en 1824
a capitán. Participó en la lucha de insurgencia, y a partir de agosto de 1821
estuvo bajo las órdenes de Agustín de Iturbide, cuando éste decide tomar el
partido del Plan de Iguala. Ya en el ejército del México Independiente estuvo
a disposición en el Depósito del Ejercito Imperial (1821), en el Regimiento
de Línea (1821-1823), en el Batallón de Línea (1823-1831), y en el Batallón
Activo de Toluca (1833-1834). En este último destino recibió su ascenso a
teniente coronel.
Posteriormente estará destinado en el Batallón Activo de Tlaxcala (1834),
desde donde marcha en defensa de Veracruz en contra de los franceses, en
1838, y en el Regimiento de Infantería de Línea (1839) en que asciende a
coronel. En el enero del año de 1842 se le destina como secretario de la Sala
de Ordenanza de la Suprema Corte Marcial, para en mayo del 43 regresar a
la vida militar al incorporarse como General de brigada al 1er. Regimiento de
Infantería Activo de México, en el Batallón de Granaderos de la Guardia (1845).
En julio de ese último año vuelve a la Suprema Corte Marcial, donde
permanece siete meses; durante esta etapa solicita su separación del servicio
por motivos de salud: «Penetrado hasta la evidencia de que el mal estado
de mi salud por los frecuentes ataques de gota que padezco no me permiten
prestar ningún servicio activo, pues que tanto me daña el frío como el sol
y especialmente la humedad impidiéndome en lo absoluto poder montar a
caballo; con objeto de no engañar a la Nación con una plaza verdaderamente
supuesta, me he resuelto a pedir mi separación del servicio…» 65.
No debió aceptarse esta solicitud, toda vez que continúa como secretario
general de la Corte Marcial. Además, poco después el gobernador de la ciudad
de México solicita se le comisione en el «Batallón Fijo de México para el
alistamiento de las fuerzas que ha de levantarse en la capital de Defensores de
la Independencia y de las Leyes», ya en el conflicto bélico en contra de los
Estados Unidos. Poco después se traslada al Batallón Activo de Aguascalientes
(1846), donde se le nombra Coronel comandante, y en septiembre de ese año
se incorpora en el Estado Mayor del Ejército del Norte y posteriormente, a
partir de diciembre, comanda el Regimiento de Infantería, de donde por di-
ferencias con la tropa que se niega a marchar a Monterrey, para socorrer a la
ciudad, en la guerra contra los Estados Unidos, decide marchar sólo. Participó
en la campaña contra los americanos en 1847, para después quedar al mando
del Cuerpo de Inválidos, de 1850 a 1854. En febrero de este año le quitan el
mando del Cuerpo y hace uso del retiro.
65 Idem.
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A lo largo de su carrera militar intervino en numerosas acciones militares,
que le valieron distintos reconocimientos: «Un escudo de distinción por el sitio
y toma de Comajá en 1817. El grado de teniente y un escudo de distinción
por el sitio y toma del Fuerte de San Gregorio en 1818, donde salió herido.
El de teniente coronel del ejército en virtud de la ley de 15 de marzo de 1832,
por haberse distinguido en la acción de Jolome el tres del mismo mes y año.
Un escudo de distinción por la pacificación de Puruándiro, y otro escudo por
la pacificación de Guanajuato…» 66.
Pero sin duda alguna, los mayores reconocimientos fueron la Cruz y placa
de 1a. Clase concedida por su constancia en el servicio y «El título de Be-
nemérito del Estado de Puebla dado por la legislatura del mismo, a la vez de
darle un voto de gracias por el celo con que conservó la tranquilidad pública
durante su administración».
Desempeñó múltiples cargos a lo largo de su vida, destacando el haber sido,
durante tres años, director del Primer Departamento del Estado Mayor General;
otros tres años fue Secretario de las Comandancias Generales de México y
Puebla, durante once meses dirigió la Comandancia General de Tamaulipas.
Desempeñó en dos ocasiones el cargo de Ministro del Supremo Tribunal de
Guerra. En 1855 es nombrado Gobernador y Comandante General de México,
cargo en el que apenas dura del 15 de octubre al 25 de noviembre, pues pasa
como gobernador y Comandante Militar de Puebla. Durante la presidencia de
Ignacio Comonfort formó parte de su gabinete ocupando la cartera de ministro
de Guerra y Marina, de septiembre de 1857 a enero de 1858.
De su vida personal conocemos muy poco. Se sabe que en julio de 1833
«solicita se instruya información que acredite la vida y costumbre de la Srta.
Catalina Humana, residente en la capital», con fines matrimoniales; ella era
hija de Patricio Humana, oficial primero de la Secretaría del Virreinato (sic),
y de María Bernarda Vallejo 67. Otro dato: en 1842 solicita licencia temporal,
que se le concede por un año, para trasladarse a Europa, pues padecía una
«afección gotosa reumatismal de lo más rebelde», por lo que se va a tomar
baños minerales. Durante ese viaje marcha junto con él, su hermano menor,
el capitán retirado, Diego García Conde, quien era Comandante de Escuadrón,
y Oficial 1º. de la Secretaría de la Sala de Ordenanza de la Corte Marcial.
Retirado a la vida privada, murió en la ciudad de México en 1878.
Las únicas referencias que poseemos de Tomás García Conde señalan que
fue Comandante de Escuadrón y recibió la «medalla de honor concedida por el
66 Idem.
67 Ortega y Pérez Gallardo, 1908, vol. III: 15.
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decreto de 11 de noviembre de 1847», a los defensores de Chapultepec 68; por
otra parte, se sabe que estuvo en la Plana Mayor del Colegio Militar, donde
ocupó los cargos de secretario (1843), Jefe de instrucción (1846 a 1857, con
algunas interrupciones) y profesor de física (1850) 69. Finalmente, sólo sabemos
que Ceferino García Conde alcanzó el grado de coronel 70.
Información sobre sus hijas nos indica que Regina casó con su primo
Rafael y Loreto con su primo Pedro García Conde, ambos hijos de Alejo
García Conde 71.
considerAciones finALes
La investigación que deriva de este ilustre personaje no podría entenderse
sin considerar que la herencia, tanto en línea ascendente como descendente,
fue un hito que marcó la historia general de la familia García Conde. Sin duda
es un caso particular el que los cuatro hijo del teniente coronel de infantería
y sargento mayor Alejo García Conde alcanzaran los más altos grados en la
estructura militar, cargos y reconocimientos, independientemente que sirvieron
a la Corona, dos en España y los otros dos en el nuevo continente.
En el caso particular de Diego García Conde, los principales aportes que
quedan, gracias a sus conocimientos en matemáticas, arquitectura y geogra-
fía, son el camino de Veracruz a Jalapa, el puente del Rey sobre el río de
La Antigua y, su legado más conocido, el mapa de la ciudad de México, que
por su calidad, belleza y precisión sirvió de ejemplo para subsecuentes mapas
de la misma. Y, sin embargo, debemos reiterar que aun cuando colaboró con
ingenieros militares tan destacados como Miguel Constanzó y Manuel Agustín
Mascaró, nunca se integró formalmente al Cuerpo de Ingenieros, permane-
ciendo siempre como ingeniero voluntario 72.
Por su trayectoria en el servicio, por su participación en la construcción
de diferentes obras, así como en los cargos que le fueron encomendados, al
reconocer el Plan de Iguala y asumir la nacionalidad mexicana, se le reco-
noce en el nuevo Ejército Nacional al ascenderle a General de División y
68 Carreño, 1972: 82.
69 Véase Archivo Histórico de la Secretaria de la Defensa Nacional, Apuntes históricos
y personales del Colegio Militar Mexicano. Años de 1824-1884, (copia mecanografiada),
expediente Tomás García.
70 Ortega y Pérez Gallardo, 1908, vol. III: 17.
71 Idem.
72 Situación similar vivió otro destacado ingeniero voluntario, Diego García Panes, quien
ha sido estudiado por Cisneros Guerrero, 1995.
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nombrarle, además, Director del Cuerpo de Ingenieros con carácter de fun-
dador y ser el primer director de la Academia de Cadetes, antecedente del
Colegio Militar. Reconocimientos que marcan la trascendencia de su actuar
como militar al servicio de la nación y para la formación de las nuevas ge-
neraciones de cadetes.
Los descendientes de Diego García Conde también aprovecharían la con-
dición de tan importante herencia en la milicia para desempeñarse en la vida
pública de México, y haciéndolo de forma excepcional, según marcan las
fuentes.
Aun cuando se conocen partes importantes en la vida pública de Diego
García Conde, falta por cubrir y desentrañar detalles de la vida privada que
quedan a la interpretación en cuanto a las relaciones con sus padres, sus her-
manos, sus esposas e hijos. Si bien en el caso de los varones fue casi condición
sine qua non el que continuaran el ejemplo y trayectorias de los García Con-
de, en el caso de las hijas, de algunas de ellas por lo menos, ahora podemos
saber que mantienen ese vínculo con la milicia al contraer matrimonio con
sus primos, que también eran militares.
Asimismo cabe hacer notar el compromiso con el cumplimiento del deber,
cuando al dirigir su petición al Gral. Guadalupe Victoria para solicitarle una
licencia que le permitiese el restablecimiento de su salud, muestra su pesa-
dumbre por tener que desligarse de la actividad, manifestando su preocupación
porque su ausencia afectará la preparación de sus clases de matemáticas y los
asuntos del cuerpo.
Casos como el de los hermanos García Conde que deciden permanecer en
América, asumiendo una nueva nacionalidad, no son raros. Sin duda debemos
entenderlos por los muchos años que pasaron en su destino americano. No
olvidemos que Alejo García Conde pasó 42 años en América y Diego 37.
Establecieron vínculos familiares, y sus hijos se integraron a la estructura
política del México Independiente.
Por ello, consideramos es de interés estudiar la vida y obra de Diego
García Conde. Su importante legado a la historia de las obras públicas, a la
geografía a través de sus trabajos cartográficos, constituyen un legado que
se enmarca dentro de la gran obra de los ingenieros militares en América en
general y en México en particular.
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Fecha de recepción: 8 de noviembre de 2013.
Fecha de envío de las modificaciones: 13 de mayo de 2014.
Fecha de aceptación: 21 de mayo de 2014.
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Diego García Conde, a Spanish soldier in the transition
to Independent Mexico
Diego García Conde belonged to a long line of Spanish soldiers who rose to key military
positions in the eighteenth century. The four García Conde brothers reached the rank of Field
Marshal; two of them performing their duties in Spain, while the others were destined to New
Spain. Diego García Conde particularly stood out throughout the time he spent serving both
the Spanish colonial Government and the new Mexican independent State: he was Military
Commander and Governor, the first Director of Engineers of the new nation, as well as Di-
rector of the Military Academy. As a volunteer engineer, he also undertook major scientific
work, including drawing up a map of Mexico City.
Key words: Diego García Conde; military engineer; New Spain; Cartography.
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