Content uploaded by Carlos Cámara-Menoyo
Author content
All content in this area was uploaded by Carlos Cámara-Menoyo on Sep 23, 2016
Content may be subject to copyright.
77
MRSZ
:
MAPA DE RIESGO SOCIAL DE ZARAGOZA.
DE TÉCNICA DE GESTIÓN DE POBLACIONES A PRAXIS
DE CONSOLIDACIÓN DE LOS COMUNES1
MRSZ : SOCIAL RISK MAP FOR ZARAGOZA. FROM POPULATION
MANAGEMENT TECHNIQUE TO COMMONS CONSOLIDATION PRACTICE
Carlos Cámara Menoyo
Jorge León Casero
Ana Ruiz Varona
Escuela de Arquitectura y Tecnología
Universidad San Jorge
Desde finales de el grupo de investigación Arquitecturas Open Source
de la ETSA-USJ ha iniciado una colaboración con el Colegio Profesional de
Trabajadores Sociales de Aragón para la realización conjunta de un mapa
de riesgo social de Zaragoza. Dicho proyecto, financiado desde el Ministerio de
Economía y Competitividad, pretende desarrollar el concepto de mapa de riesgo
anunciado en la Ley de de de Ordenación del Territorio de Aragón me-
diante el diseño de una metodología mixta que ofrezca un procedimiento
alternativo para la evaluación de las zonas y barrios de Zaragoza más sensibles
a la pérdida de relaciones sociocomunitarias de vecindad y de interrelación
con el resto de la ciudad. El objetivo es lograr una metodología que incorpore
el ámbito de lo social como plataforma desde la que poder evaluar los riesgos
inducidos en el territorio urbanizado y que esta pueda ser replicable en otras
ciudades a propósito del estudio.
Vulnerabilidad urbana, exclusión social, comunes urbanos, metodologías cuali-
tativas, participación ciudadana.
Since the end of , the Open Source Architectures research group at the ESTA-
-USJ has been collaborating with the Professional Association of Social Workers
of Aragon on the development of a Social Risk Map. This project, funded by the
Ministry of Economy and Competitiveness, aims to develop the Social Risk Map
concept announced in the Aragon Regional Planning Act (). A mixed metho-
dology has been designed to provide an alternative method for assessing areas and
neighbourhoods in Zaragoza which are most sensitive to the loss of socio-community
relations and their interrelation with the rest of the city. The goal is, firstly, to
obtain a methodology that incorporates the social sphere as a platform from which
1 Este artículo recoge resultados de la investigación Mapa de Riesgo Social financiada por
el Ministerio de Economía y Competitividad, Programa de I+D+i orientada a los Retos de
la Sociedad, 2013. Además de dicho ministerio, este trabajo no podría siquiera haber sido
iniciado sin la colaboración de todos aquellos voluntarios, becarios y sufridos alumnos de
Urbanismo de la ETSA-USJ que han participado en él, y sin los cuales este trabajo no sería
posible. Es sobre todo a ellos, y de forma singular a Gustavo García, por el continuo apoyo
ejercido y su siempre desinteresada colaboración, a quienes queremos mostrar nuestro más
sincero agradecimiento.
Resumen
Palabras
clave
Abstract
78
to assess risks arising in the urbanized territory and, secondly, to be able to apply
this methodology to other cities.
Urban vulnerability, Social Exclusion, Urban Commons. Qualitative Methods,
Citizenship participation
1. Introducción
Habitualmente, el significado de las ciudades suele estar relacionado con una
construcción ideal de la polis griega como de limitación de una zona del territo-
rio en la que todo ciudadano tendría, en palabras de Hannah Arendt, «el derecho
a tener derechos». O, lo que es lo mismo, la garantía de un derecho de aparición
en un espacio en el que poder exponer y discutir, en pie de igualdad, las opiniones
sobre el modo de gestión de la polis. Una visión puramente política de la ciudad
que muy probablemente jamás haya tenido una realidad efectiva (Kautsky, :
-), y que supone un entrelazamiento de dos tergiversaciones ideológica-
mente orientadas.
La primera sería la atribución socialmente descontextualizada a la polis griega
de un modelo de funcionamiento político más cercano a los ideales ilustrados de la
Revolución francesa que a la praxis efectiva de la era de Pericles. La segunda,
la consideración a priori de que la época que vivimos funciona, puede llegar
a funcionar, o puede constituirse al menos como horizonte epistemológico del
funcionamiento de las ciudades. Por una parte se construye un modelo de refe-
rencia ideal que se quiere proponer como paradigma óptimo de aplicación para
el presente. Por la otra, se busca un momento de la historia al que aplicarlo en
aras de dotarlo de la legitimidad y autoridad necesarias para promover su fuerza
de imposición.
El peligro de este doble mito en la concepción de la ciudad radica en que, ade-
más de deformar de manera inaceptable la rigurosidad de la metodología histo-
riográfica, dificulta enormemente la posibilidad de realizar un análisis crítico de
la disciplina urbanística en general, y de los análisis de vulnerabilidad urbana en
particular. Efectivamente, desde el mito de la ciudad como res publica, los análisis
de vulnerabilidad urbana son unívocamente interpretados como un conjunto de
técnicas orientadas a la identificación y medición georreferenciada de aquellos
sectores de la población que, por diversas causas, no tienen las mismas posibilida-
des de acceso a la participación en la producción, gestión y dirección de la ciudad
2 Resulta pertinente recordar que en la cultura griega la palabra «territorio procede de terreo,
tener miedo, aterrorizar» (Cacciari, 2011: 42), pues es precisamente aquello sin nomos, es decir,
sin medida alguna, y que precisamente por ello está más allá de la de-limitación de la ciudad. «La
lira è il solco, il segno che delimitava la città; ‘delira’ chi esce dalla lira, chi oltrepassa i sicuri confini
della città». (Cacciari, 2009: 16).
3 Afirma Cacciari que «cuando un griego habla de polis intenta indicar ante todo la sede, la casa,
el lugar en el cual un determinado genos, una determinada estirpe, una gente, están arraigados
[…]. Arraigo. La polis es aquel lugar donde una gente determinada, específica por tradición, por
costumbres, tiene sede, tiene su propio ethos». (Cacciari, 2011: 7). Y algo más adelante, remarca:
«cuando pensamos en la democracia ateniense no debemos olvidar que funcionaba sobre la base
de una idea ética y religiosa» (Cacciari, 2011: 12). La traducción es nuestra.
Keywords
79
que habitan, con el objetivo último de, previa planificación administrativa, poner
en marcha los proyectos y recursos necesarios para integrar unos sectores de la
población considerados como «excluidos» socioeconómica y/o políticamente
hablando. En palabras de Bernardo Secchi, si bien
nelle culture occidentali la città è stata alungo immaginata come spazio dell’integrazione
sociale e culturale; luogo sicuro, protetto dalla violenza della natura e degli uomini», la
realidad es que «da sempre e in modi diversi la città […] è stata anche potente machina
di distinzione e separazione, di emarginazione ed esclusione di gruppi etnici e religiosi,
di attività e professioni, di individui e di gruppi dotati di identità e statuti dierenti, di
ricchi e di poveri. (Secchi, : )
Frente a una concepción ideológica de la ciudad como entidad política trans-
parente, un análisis crítico de las distintas técnicas y metodologías empleadas por
los análisis de vulnerabilidad urbana debe comenzar dando un rodeo interdisci-
plinar orientado a deconstruir este marco de referencia conceptual que impide
avanzar en el desarrollo de dichas técnicas y metodologías hacia una concepción
que, descentrándolas respecto a su actual localización en tanto que técnicas ad-
ministrativas de control de poblaciones, logre promover su valor de uso como
prácticas de consolidación de la autonomía social de los ciudadanos organizados
en torno a los recientemente denominados comunes urbanos.
En virtud de ello, dividiremos el artículo en dos apartados claramente dife-
renciados pero estrechamente relacionados. En el primero, a modo de análisis
previo que nos permita construir un contexto epistemológico del ámbito de ac-
ción en el que se insertan el urbanismo como disciplina en general, y los análisis
de vulnerabilidad urbana en particular, trataremos de oecer una descripción
del papel estructural que actualmente ejercen las ciudades ente a las ideologías
comúnmente promocionadas desde los aparatos del Estado.
Una vez realizado dicho análisis, procederemos, en un segundo apartado, a la
exposición de las principales diferencias entre el diseño de la metodología (aún
en desarrollo) generada desde el proyecto Mapa de Riesgo Social, y la metodología
empleada en los informes de vulnerabilidad urbana realizados por el Ministerio
de Fomento (, y su adenda de ), por ser estos los que identifican ofi-
cialmente y a escala nacional los ámbitos espaciales declarados como vulnerables.
2. Habitantes de la ciudad-fábrica. El urbanismo como técnica de gestión de poblaciones
Antes que con la concepción griega de la polis con la que normalmente se la suele
asociar, la producción y gestión de la ciudad moderna guarda una relación más
estrecha con la concepción romana de ciudad, concretamente, con la concepción
de ciudad de la Roma imperial. Esta es la postura de Massimo Cacciari cuando
mantiene que «la evolución hacia la metrópoli fue posible porque el punto de
partida de la ciudad europea no fue la polis griega sino la civitas romana […]
civitas mobilis augescens» (Cacciari, : ). Frente a una concepción griega de
4 Situación esta que promueve el hecho de que desde las disciplinas relacionadas con la arquitec-
tura y el urbanismo, «raramente si vuole accetare che le politiche urbane e del territorio sono ovunque
parte ineludibile di più ampie visioni e azioni “biopolitiche”; che la città, da sempre immaginata come lo
spazio dell’integrazione sociale e culturale per eccellenza, è divenuta, negli ultimi decenni del ventesimo
secolo, potente machina di sospensione di diritti dei singoli e di loro insiemi» (Secchi, 2013: 74).
5 Atlas de la Vulnerabilidad Urbana en España. Metodología, contenidos y créditos, Ministerio de
España, Gobierno de Fomento, 2012.
80
la ciudad como formación natural u orgánica de un determinado genos, esto es,
de una comunidad arraigada con unas costumbres definitorias de la misma, la
urbs romana se define en cambio como un producto artificial, esto es, como una
técnica jurídica capaz de conferir el título de ciudadano de la misma a cualquier
genos que en ella habite.
Ahora bien, si atendemos al punto de vista mantenido en los seminarios de
Foucault dedicados a la arquitectura y el urbanismo (Foucault, , ), y
concebimos ese producto artificial que son las ciudades no como técnicas jurídicas
capaces de garantizar derechos de clase, sino como técnicas espaciales de control
de sus habitantes y gestión de poblaciones, podremos abrir un nuevo ámbito de
interpretación desde el cual todas las justificaciones político-jurídicas basadas
en el interés general (incluidas las referidas a las democracias parlamentarias
y/o a los nuevos modelos de gobernanza neoliberal) quedan reducidas a meros
discursos ideológicos (esto es, sin relación efectiva con las prácticas materiales
de producción de la ciudad) que repiten la visión del buon governo característico de la
gestión de la ciudad que va desde la Baja Edad Media hasta la época barroca.
Si hasta esta última la gestión política de la ciudad en su conjunto funcionaba
realmente como «elemento de comunión y de comunicación [de una] división
comunitaria de espacios [la ineludible realidad con la que debemos tratar en la
actualidad es que] aquella ciudad se vio destruida por el ímpetu conjunto de
la industria y el mercado, apareciendo así la metrópoli, la Großadt» (Cacciari,
: ). La diferencia primordial entre ambos modelos de ciudad radica en que
no es posible que exista metrópoli sin que «toda forma urbis tradicional se haya
disuelto» (Cacciari, : ).
En otras palabras: si con anterioridad al inicio de la fase industrial del capitalis-
mo la ciudad aún podía funcionar como entidad política autónoma capaz de me-
diar los distintos intereses de unas comunidades distribuidas en espacios urbanos
formalmente delimitados (barrios), las continuas revoluciones de la forma urbis
que suponen la adecuación de las ciudades a las necesidades inaestructurales
y organizativas propias de la primera Revolución Industrial, por una parte, y la
asunción exclusiva por el Estado de las competencias actualmente englobadas en
torno a la ordenación del territorio, por otra, conllevan una progresiva pérdida
de eficacia operativa del buon governo a nivel municipal.
Ni los consejos comunales de los distintos barrios tendrían ya capacidad de
mediación política alguna en la gestión de la ciudad, ni la ciudad en su conjunto
podría influir en la decisión sobre el trazado de unas inaestructuras de transpor-
te y comunicación que la atraviesan en función de una lógica de escala regional
indiferente a las particularidades jurídico-morfológicas de los distintos barrios
que la conforman. La progresiva pérdida de influencia de todas las corporacio-
nes y asociaciones comunitarias sobre la gestión de las ciudades —que habitan
6 Opinión esta propia de los análisis de Weber cuando considera que «la particular posición de
la ciudad medieval en la historia del desarrollo urbano […] se explica más bien por la situación
de conjunto que tenía la ciudad en el ámbito de las organizaciones políticas y sociales de la Edad
Media» (Weber, 1987: 165). De este modo, lo esencial de la ciudad es precisamente aquella «con-
quista jurídica […] la institución de un derecho urbano especial» (Weber, 1987: 60) consistente
principalmente en «la prohibición de llevar a los ciudadanos de la ciudad ante tribunales exte-
riores, así como la codificación de un derecho racional propio de los ciudadanos que debía de ser
aplicado por el tribunal de los cónsules» (Weber, 1987: 60).
81
a partir de la Ley de de Le Chapelier— es la realidad última que ocultaría
la ideología del principio de ciudadanía y el discurso de una igualdad homo-
geneizante y destructora de las redes jurídico-políticas en las que se basaba la
capacidad de mediación de las antiguas comunidades urbanas. A partir de ahora,
la búsqueda conjunta del bien común como paradigma político del buon governo
propio del Antiguo Régimen será sustituido por el derecho exclusivo del Estado
y la Administración Pública a decidir sobre el interés general de unos ciudadanos
masificados a través del concepto estadístico de población.
Cambio este que implica no únicamente un salto de escala de actuación sino,
más allá de eso, una verdadera mutación en la lógica gubernamental que conlleva
el paso del control espacial de los individuos a la gestión «estadística» de poblacio-
nes pues, al menos si seguimos a Foucault, «la población es un dato dependiente
de toda una serie de variables que le impiden, entonces, ser transparente a la ac-
ción del soberano» (Foucault, : ). A diferencia de la lógica política de la
ciudad barroca, la acción de gobierno ejercida por el Estado conlleva un «campo
de intervención donde, en vez de afectar a los individuos como un conjunto de
sujetos de derecho capaces de acciones voluntarias, así sucedía con la soberanía, en
vez de afectarlos como una multiplicidad de organismos, de cuerpos susceptibles
de prestaciones, y de prestaciones exigidas como en la disciplina, se tratará de
afectar, precisamente, a una población» (Foucault, : ). A nivel de praxis
gubernamental, la principal novedad radica en que, finalmente, «la multiplicidad
de individuos ya no es pertinente; la población sí lo es. El objetivo final será la
población» (Foucault, : ).
Asumido el proceso de disolución de toda individualidad ente a una pobla-
ción construida mediante técnicas estadísticas, las ciudades serán transformadas
en meros dispositivos de organización de la producción económica. Una transfor-
mación de la ciudad en metrópolis, o «ciudad-fábrica», que supone no únicamente
la pérdida de la eficacia del disegno urbano como proyecto de restructuración
global de la ciudad a través de la forma, sino que más allá de ello incluso, la pér-
dida simultánea del concepto de lo político como mediación común de conflictos
a favor de la mera administración y organización del poder económico: civitas
mobilis augescens. Transformación esta que supone un cambio radical de episteme
que altera por completo las funciones de la arquitectura y el urbanismo, ahora
redefinidas dentro de la nueva organización de los saberes que supone la aparición
de la economía política. En palabras de G. C. Argan:
La economía de un trazado urbano: él condiciona la forma, implicando, como es
evidente, la proporción fundamental entre áreas construidas y áreas libres, entre
la altura media de los edificios y la extensión del perímetro urbano. El predicado
económico viene así, espontáneamente, a colocarse al lado del moderno concepto
de espacio: hasta el punto de poderse afirmar que, si los urbanistas clásicos tenían
un concepto geométrico del espacio, los urbanistas modernos tienen un concepto
económico. El espacio, en fin, ha dejado de ser la medida del cosmos, para pasar a
ser la dimensión de la vida social; y el artista, participando de esta vida, no podrá
medirla ni expresarla si no es con las unidades de valor económico, que están en la
base de la organización actual de la vida colectiva. (Argan, : ).
O, lo que es lo mismo:
Las ciudades son empresas colaborativas a gran escala. (Harvey, : )
82
Mientras que en la época del buon governo la arquitectura y el urbanismo se
configuraron progresivamente como técnicas disciplinares para el control pa-
nóptico de individuos y comunidades concretas, la función del urbanismo dentro
de la episteme biopolítica propia de las nuevas metrópolis promoverá en cambio
una búsqueda de organizaciones flexibles orientadas a la activación de las fuerzas
productivas de la población. El dispositivo de seguridad biopolítico, al «dejar
hacer», llevaría dos consecuencias principales.
Por una parte, ello supone que
el desarrollo territorial de la ciudad metropolitana no es, por tanto, programable:
este es el drama de todos los arquitectos y urbanistas. La dificultad no depende de
su incapacidad o de la voluntad política de los administradores […]. Nadie es ya
soberano sobre los nexos que unen las partes o sobre la lógica de las relaciones.
(Cacciari, : )
Por la otra, la política, al transformarse definitivamente en economía política,
deja de entenderse como ámbito común de decisión para devenir un conjunto
de técnicas de intervención material en los mercados, entendiendo por estos
últimos la nueva forma económica de relación que toma la producción de la
sociedad civil. Mientras que anteriormente la arquitectura como técnica panóp-
tica de la episteme disciplinar intentaba controlar a los individuos a través de la
configuración visual del espacio urbano y la zonificación del territorio, la nueva
función del urbanismo consistirá en intervenir directamente sobre las reglas de
funcionamiento del mercado.
Más allá de la ideología de un proyecto de «integración social» armónica de
poblaciones progresivamente heterogéneas, lo que dicho cambio de episteme
gubernamental conlleva es, según Antonio Negri, un intento de «destruir toda
posibilidad de comunicación, de recomposición, de generalización de las luchas
[que supone el] sofocamiento de las iniciativas de base». (: ). Dentro de
este contexto, ente a una consideración exclusivamente morfológica del urba-
nismo como ha sido la concepción mayoritariamente ejercida desde las escuelas
de arquitectura del ámbito mediterráneo durante la segunda mitad del siglo XX,
«la urbanización debería considerarse, por el contrario, un proceso social de base
espacial en el que una amplia gama de factores diferentes, con objetivos y pro-
gramas completamente distintos, se interrelacionan mediante una configuración
determinada de prácticas espaciales entrelazadas» (Harvey, : ). Desde este
punto de vista, únicamente una restructuración del rol del arquitecto-urbanista
como «intermediario entre los usuarios, los promotores, las autoridades políti-
cas y los financieros» (Lefebvre, : ) sería capaz de dotar a la disciplina
arquitectónico-urbanística de una posición crítica desde la que poder resistir su
inserción (consciente o no; reconocida o no) como técnica de poder a disposición
de la clase dirigente.
Se genera de este modo un nuevo ámbito de constitución de la disciplina urba-
nística donde la gestión exclusivamente burocrática de la población es finalmente
complementada con un empresarialismo urbano que «se mezcla aquí con la bús-
queda de una identidad local y, como tal, abre una gama de mecanismos de control
social. Pan y circo era la famosa fórmula romana que ahora se reinventa y revitaliza,
mientras que la ideología de la localidad, el lugar y la comunidad se vuelven funda-
mentales para la retórica de la gobernanza urbana» (Harvey, : ).
83
Ahora bien, es precisamente en el mismo momento en que la gobernanza
neoliberal se propone a sí misma como respuesta a la crisis del Estado-Plan que
se abre la puerta a nuevos conflictos entre interpretaciones geográficas y urba-
nísticas alternativas (no exclusivamente estatales), de modo que los informes
de vulnerabilidad urbana realizados hasta la fecha de forma exclusiva por las
Administraciones Públicas oficiales quedarían sujetos, al menos en teoría, a una
posibilidad de reapropiación divergente por parte de nuevas organizaciones no
estatales ni orientadas bajo la dirección del poder de mando del capital.
Si, tal como afirma Harvey, el modo «como se experimenta y se practica, por
ejemplo, la vida urbana es algo muy relacionado con cómo formamos y refor-
mamos los mapas mentales de la ciudad [de forma que] el cambio del mapa del
mundo no solo puede variar nuestro modo de pensar sobre este sino también
nuestros comportamientos sociales y nuestro sentido del bienestar» (Harvey,
: ), las metodologías de realización de los informes de vulnerabilidad
urbana deberán experimentar un cambio de perspectiva radical si queremos que
puedan dar razón de una realidad urbana cuyos sujetos han dejado hace tiempo
de poder ser conceptualizados mediante un término prioritariamente estadístico
y pasivo como es el de población, para comenzar a reconfigurarse en un conjunto
activo y no jerárquico de distintos movimientos sociales más próximo al concepto
de multitud, tal como ha sido configurado en la obra de Hardt y Negri.
Dentro de este contexto podemos identificar dos propuestas antagónicas en lo refe-
rente a la reconfiguración de la gestión de las metrópolis, de modo que cada una de ellas
supondría distintas metodologías de actuación para la redacción de informes de vulne-
rabilidad urbana, y significados opuestos del mismo concepto de riesgo de exclusión social.
Ciñéndonos a un ámbito de actuación exclusivamente municipal, por una
parte estaría el nuevo modelo de empresarialismo urbano en el que el ámbito de
decisión estratégico está finalmente extraído de las Administraciones Públicas
para situarse en nuevos espacios de coaliciones público-privadas que integran a
los principales agentes que gestionan el capital económico (Marx, ) y cultural
(Bourdieu, ) de una ciudad.
Si bien dichos modelos de gobernanza neoliberal llevan siempre aparejada
una ideología de participación ciudadana inserta dentro de un esquema jerárquico
de representación propio de las democracias parlamentarias, la realidad última de
7 Frente a los conceptos de masa y nación, caracterizados ambos por el hecho de que todas las di-
ferencias quedan sumergidas y ahogadas en las masas, Negri y Hardt desarrollan el concepto de
multitud como aquel que «se compone de innumerables diferencias internas que nunca podrán
reducirse a una unidad, ni a una identidad única» (Negri y Hardt, 2004: 16). Dicha nueva recon-
ceptualización de los procesos posmodernos de rearticulación de la sociedad civil supone la base
ontológica desde la cual contraponer un concepto de producción de lo común completamente
antagónico e irreconciliable con la planificación pública regulada jurídicamente en virtud de un
interés general definido constitucionalmente.
8 A modo de ejemplo concreto, en el caso de Zaragoza, la primera muestra evidente de dichas
coaliciones viene de la mano de la redacción del primer Plan Estratégico desarrollado entre 1994 y
1998 desde Ebrópolis, una coalición de entidades públicas-privadas de la ciudad formada en 1994
por Ibercaja, Fundación CAI, CEOE, Cámara de Comercio, CEPYME, CCOO, UGT, Ayuntamien-
to, Gobierno de Aragón, DPZ, Universidad de Zaragoza, FABZ y Unión Vecinal Cesaraugusta. Es
dentro de este marco que se desarrollan tanto el Plan Integral del Casco Histórico de Zaragoza de
1997 como el nuevo Plan de Ordenación Urbana de 2001. Ahora bien, tanto para la conformación
del Segundo Plan Estratégico de la ciudad en 2006 como para la de la Estrategia Ebrópolis 2020, el
número de socios había ascendido ya a 270. Para una descripción exhaustiva de la organización y
funcionamiento de Ebrópolis remitimos al informe elaborado por ASSI (2015: 10-19).
84
dichas metodologías participativas provoca un «fuera de escena» de los procesos
de toma de decisiones anteriormente regulados por el derecho administrativo,
además de una diseminación de la capacidad de decisión de las comunidades de
habitantes no reconocidas formalmente por la Administración. Mientras que
por una parte la toma de decisiones es sacada del ámbito de control jurídico del
derecho público, por la otra, la participación ciudadana sirve de discurso legiti-
mador sin efectividad material alguna, pues realmente el poder de decisión no ha
sido transferido a los habitantes de la ciudad, sino que, por el contrario, ha sido
alejado, aún más, hacia ámbitos de decisión no identificables de forma unívoca.
De forma paralela a lo ocurrido en los procesos participativos de planificación
que tuvieron lugar en la década de los sesenta, la única consecuencia práctica que
conlleva el modelo neoliberal de participación ciudadana no es producido en el
ámbito político de decisión (al modo del buon governo o el mito de la polis griega),
sino que su principal consecuencia es el abaratamiento de costes de los servicios
sociales mediante el traslado a los propios habitantes de la realización material de
unos programas estratégicos decididos en exclusividad por las coaliciones públi-
co-privadas. Un contexto en el que el mismo concepto de democracia se transfor-
ma en «un término decrépito y puramente mistificador que encubre un sistema
de poder completamente capitalizado por el patrón colectivo» (Negri, : ).
Por la otra parte, ente a esta reelaboración neoliberal de la democracia re-
presentativa, comienzan a aparecer nuevamente toda una miríada de distintos
experimentos, propuestas y procesos englobados en torno a ciertos referentes
como son los comunes urbanos, la democracia directa o el modelo asambleario
de toma de decisiones, y que en su versión más radical se proponen como mo-
delos antagónicos de producción múltiple de lo común ente a la gestión de lo
público por la que apuestan las coaliciones público-privadas. Un ámbito aún
por desarrollar pero sin lugar a dudas dentro del cual se inserta el horizonte de
investigación del Mapa de Riesgo Social de Zaragoza (de ahora en adelante MRSZ).
Cómo debe ser reconfigurado el concepto de riesgo de exclusión social más allá
de la identificación de segmentos homogéneos de población no integrados en
el proceso de producción neoliberal de la ciudad, y cuál deben ser las nuevas
metodologías, indicadores y relaciones sociales no exclusivamente mercantiles a
tener en cuenta en un informe de vulnerabilidad urbana son, pues, las preguntas
estratégicas que fundamentan la presente investigación.
9 Nos referimos sobre todo a la crítica realizada por Robert Goodman al entonces denomina-
do advocacy planning: «Urban renewal administrators equently speak of “citizen participation” and
“planning with people”. Yet, the final decisions aer the public hearings are made by those in power.
Former Chancellor Kurt Georg Kiesinger of West Germany described what is perhaps the classic “libe-
ral” attitude toward the young of those in power: “We must not meet these young people in an attitude
of self-assurance and self-esteem”. e young must feel they are listened to. Our task is to know that
responsibility is still in our hands, and at the same time to be open to the arguments of the young people»
(Goodman, 1972: 54).
10 «One expert has even suggested that it is possible to measure the eects of such experiments “not
only in social terms, but also in terms of cost-eectiveness”. His idea is that given the costly nature of
bureaucracies, the strategy of self-help applied to planning might be no more expensive than ‘traditional
methods of regulating social systems» (Goodman, 1972: 37). «Maximum feasible participation by the
poor in the antipoverty programme is called for by the law. In the Budget Bureau’s view, this means
primarily using the poor to carry out the programme, not to design it» (Goodman, 1972: 38).
11 Para un ejemplo paradigmático de gestión urbana basada en unos movimientos sociales enten-
didos de forma completamente alternativa y autónoma respecto a las Administraciones Públicas
y las coaliciones públicas-privadas remitimos a Zibechi (2007 y 2012).
85
3. Hacia una reconceptualización de los análisis de vulnerabilidad urbana como prácticas de
consolidación de los comunes
.. Reformulando el concepto de
riesgo de exclusión social
Desde un punto de vista tradicionalmente disciplinar, los mapas de riesgo son
herramientas utilizadas en campos tan diversos como la ecología, la meteoro-
logía o la medicina que resultan especialmente útiles para prevenir desastres o
minimizar sus consecuencias; enfoque manejado en la Ley de de Ordenación
del Territorio de Aragón. Teniendo esto en cuenta, el objetivo primordial de un
mapa de riesgo social sería el diseño de una metodología formal replicable y
el establecimiento de unos indicadores cuantitativos concretos, que oezcan
un procedimiento objetivo para la identificación y evaluación de los distintos
distritos administrativos de la ciudad más sensibles a la pérdida de relaciones
socioeconómicas y de nivel de vida, en gran medida determinado a través de las
condiciones residenciales y/o de vivienda. Una metodología que normalmente
no tiene en cuenta la conformación de relaciones comunitarias de vecindad (ni
su interrelación en red con el resto de la ciudad) que otorguen a una determinada
comunidad una autonomía plena para la (re)producción de sus condiciones y
formas de vida.
Si bien son varios los estudios o publicaciones que cubren aspectos relaciona-
dos con el ámbito de estudio propio de un mapa de riesgo social como podrían
ser el Índice DEC (Derechos, Economía, Cobertura) desarrollado por la Asociación
Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales bianualmente desde
(Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, ; Ramírez
Navarro, ) o los informes de entidades como la Cruz Roja (Cabrera Cabrera,
), estos suelen utilizar únicamente datos cuantitativos, o bien muy generales
(a nivel de comunidad autónoma) o bien muy particulares, que únicamente per-
miten describir una realidad muy específica y parcial.
Dentro de un ámbito municipal de actuación, la referencia oficial es el pro-
yecto Integrating Diressed Urban Areas, realizado por la OCDE, dedicado al es-
tudio de la situación de barrios desfavorecidos con el fin de redactar un informe
para los gobiernos integrados en dicha organización. Fruto de dicho estudio
devienen los análisis de vulnerabilidad urbana realizados periódicamente por
el Ministerio de Fomento (, , ).
De forma sucinta, la metodología en ellos aplicada tiene su base en una
batería de indicadores estadísticos divididos en cuatro categorías (vulnera-
bilidad sociodemográfica, vulnerabilidad socioeconómica, vulnerabilidad
residencial, vulnerabilidad subjetiva), junto a la definición de los umbrales
12 El término mapa de riesgo desaparece en su posterior modificación de 2014 y queda englobado
en los mapas de paisaje. C. Ley 8/2014 de 23 de octubre de modificación de la Ley 4/2009 de 22
de junio de Ordenación del Territorio de Aragón, capítulo II Documentos Informativos Territoriales y
otros instrumentos de información territorial, art. 58 Mapas de Paisaje.
13 Dicho proyecto tuvo su continuidad a través del Ministerio de Fomento del Gobierno espa-
ñol, en la elaboración de un informe referido al análisis de las características de estos barrios y
las medidas que deberían desarrollar los Gobiernos nacionales para la integración de políticas
públicas en los mismos. En colaboración con el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Insti-
tuto Juan de Herrera (IJH) de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM)
de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), se realizó un análisis urbanístico y descripción de
los barrios a partir de los datos facilitados por el INE y elaborados por ANALÍSTICA como asis-
tencia técnica del Ministerio. Los resultados, presentados como Atlas de Vulnerabilidad Urbana,
fueron publicados en Internet a través del portal SIU (Portal de Suelo y Políticas Urbanas).
86
mínimos por debajo de los cuales un determinado barrio se encontraría en
riesgo de exclusión social.
Si bien existen interesantes propuestas de mejora de dicha metodología en
función de las nuevas capacidades de gestión de datos que oecen los sistemas
de información geográfica, la realidad es que dichas propuestas aún mantie-
nen una visión puramente cuantitativa basada en la gestión de la información
estadística disponible en diversas bases de datos oficiales, sin plantearse en sus
revisiones y críticas metodológicas la inclusión de metodologías cualitativas
y/o de trabajo de campo (BRIONES, ; Monje Álvarez, ), que al estar
orientadas en torno a problemas referentes al significado social de los hechos
(Ruiz Olabuénaga, : , ) permiten un estudio de la capacidad de apro-
piación del espacio urbano (Lefebvre, ) existente en los distintos ámbitos
de estudio. Una capacidad de apropiación estrechamente relacionada con la
formación de redes de cooperación social autónomas y la morfología del espacio
urbano en el que se insertan.
Por nuestra parte, si intentamos ir más allá de una concepción de los análisis
de vulnerabilidad urbana como instrumento de gestión de poblaciones, esto es,
orientados prioritariamente a la identificación de segmentos homogéneos de
población no integrados en el proceso de producción neoliberal de la ciudad, y
comenzamos a plantearnos la posibilidad de que funcionen como prácticas de
consolidación de modos de (re)producción social autónoma respecto a la instaura-
da por el capital (comunes urbanos), las fuentes primarias del estudio no deberían
ser unos indicadores estadísticos que conllevasen una concepción homogénea de las
relaciones sociales, sino que, sin renunciar a la información que dichos indicadores
nos puedan proporcionar, deberíamos empezar a buscar nuevas estrategias no
necesariamente cuantitativas que nos permitieran medir el grado de autonomía
y la capacidad de (re)producción social de unos habitantes cada vez más orga-
nizados en red.
Si, tal como sostienen Harvey y Lefebvre, no hay (re)producción social que
no conlleve una producción de espacio concreta, debemos dejar de considerar
el espacio urbano como una inaestructura isótropa y homogénea basada en
una concepción exclusivamente geométrica del mismo para empezar a tratar de
comprender su heterogeneidad social más allá de la mera localización georrefe-
renciada de una batería abstracta de indicadores.
Para ello, el concepto fundamental de atractor que empleamos en la
metodología del MRSZ como modo de identificar aquellos espacios urba-
nos que funcionan como epicentros de relaciones sociales espontáneas no
14 Para un análisis pormenorizado de la metodología en lo referente al análisis contextual de los
indicadores de vulnerabilidad urbana, los índices de desigualdad urbana y los índices sintéticos de
vulnerabilidad urbana (clasificación multicriterio) remitimos al Atlas de la Vulnerabilidad Urbana
en España. Metodología, contenidos y créditos, Ministerio de España, Gobierno de Fomento, 2012.
15 Entre ellas destaca Rafael Ramón Temes Córdovez (2014: 119-149).
16 La utilización de metodologías cualitativas permite, tal como indican Cook y Reichardt
(2001: 1) «identificar la naturaleza profunda de las realidades, su sistema de relaciones, su es-
tructura dinámica, mientras que la investigación cuantitativa trata de determinar la fuerza de
asociación o correlación entre variables, la generalización y la objetivación de los resultados a
través de una muestra por inferencia».
17 Un precedente lo podemos encontrar en el trabajo de Horacio Torres, quien analiza el con-
cepto de mapa social como construcciones interpretativas entre el espacio urbano y el contexto
social que lo habita (Abba, Kullock, Novick, Pierro y Schweitzer, 2012).
87
institucionalizadas ni dependientes de la financiación pública (esto es, de
forma autónoma al control de las Administraciones) puede ayudarnos a iniciar
una metodología congruente con la filosofía de fondo de los comunes urba-
nos. Cuáles son las causas que promueven la aparición de dichos atractores
y cuáles las que los impiden es, pues, la pregunta primordial a la que intenta
dar respuesta el MRSZ.
Ahora bien, antes de proceder a una descripción detallada de la metodo-
logía desarrollada, es conveniente hacer una breve referencia a los diversos
procesos participativos actualmente fomentados por las Administraciones
Públicas como nuevos intentos de legitimación de la planificación urbana.
Más allá de incorporaciones de carácter temporal a la ciudad consolidada de
nuevos espacios públicos no planificados —y muchas veces de difícil o nula
gestión y mantenimiento— justificando su necesidad inmediata de uso en
las demandas que un conjunto (a veces no representativo) de habitantes par-
ticipantes en procesos abiertos puedan manifestar y que la Administración
ha venido permitiendo y apoyando de manera complementaria en los últi-
mos años, el papel activo de los procesos participativos fundados desde la
Administración se centran oficiosamente en las políticas de regeneración
y rehabilitación urbana y en los planes de renovación y revitalización de
barrios, con las Áreas de Rehabilitación Integral (ARIs, término que deriva
de la legislación de vivienda) como uno de los principales instrumentos que
los desarrolla, centrándose en ámbitos degradados del suelo urbano no con-
solidado. Con unos objetivos de integración ambiental, social y económica
de los barrios, fundamentalmente a través de la mejora de sus condiciones
urbanísticas y, en especial, de la intervención en su parque residencial, las
bases sobre las que se asientan estos procesos diseñan detalladas estrategias de
intervención y acciones integradas (de desarrollo económico, empleo, igual-
dad, urbanísticas y de vivienda) que incluyen participación —tanto institu-
cional como ciudadana— en cada una de sus fases, así como la colaboración
público-privada en aras, teóricamente, de dar respuesta a la problemática
específica del barrio.
A este respecto, si bien existen ya distintas investigaciones dedicadas a la
recopilación y archivo de distintas experiencias orientadas a promover una
mayor participación de la ciudadanía en las Administraciones Públicas, un
18 Desde este punto de vista, las acusaciones a las nuevas gobernanzas urbanísticas de gentrifica-
ción como estrategia estrella del paradigma de seguridad biopolítico en un contexto de marke-
ting urbano es una constante realizada desde una miríada de distintas entidades y/o asociaciones
de cualquier tipo. Para un primer archivo de dichas denuncias remitimos al trabajo realizado
por el grupo de investigación Le Hand Rotation: <http://www.lehandrotation.com/gentrifi-
cacion> (última entrada 25 de julio de 2015).
19 Entre ellas son destacables el Kommunales Forum Wedding, cuyo objetivo es crear una nueva
cultura de participación ciudadana y deliberación pública en barrios con problemas en el centro
de Berlín Oeste, el proyecto SINGOCOM creado a finales de los años ochenta consagrado a la
lucha contra la exclusión en el barrio Epeule en Roubaix, las líneas de investigación Producción
social del hábitat popular y Diseño y la planeación participativos desarrolladas bajo la dirección
del doctor José Utgar Salcedo Salinas desde la Facultad de Arquitectura de la Universidad Na-
cional Autónoma de México, o la investigación Urban Environmentalism: Global change and the
mediation of local conflict (2005) llevada a cabo por el Dr. Peter Charles Brand desde el Grupo de
Investigación Dinámicas Urbano Regionales de la Escuela de Planeación Urbano Regional de la
Universidad Nacional de Colombia.
88
hecho común a todas ellas es la persistencia de una concepción puramente
estadística de la población a gestionar, así como una interpretación unívoca
de la exclusión social en tanto que no participación en los circuitos for-
malizados y sancionados por las instituciones públicas, ya sea en el ámbito
económico, el político o en el social. Punto este donde el significado neoli-
beral de riesgo de exclusión social se muestra en la práctica como una coacción
orientada a una integración plena de la población en los modos neoliberales
de (re)producción social. En última instancia, el viejo fantasma utópico de
una sociedad completamente armónica en la que al modo del artilugio de au-
tómatas de Marsilio Ficino, «figuras de animales hechas solidarias de una
sola bola, por un sistema de equilibrio, se movían diversamente en función
de esta» (Chastel, : ), vuelve a hacer su aparición como horizonte de
control político.
Frente a esta postura, un incipiente número de investigaciones de origen pre-
dominantemente latinoamericano ha comenzado a concebir el riesgo de exclu-
sión social ya no en función del acceso a unos modos de producción económi-
ca, política y social formalmente institucionalizados, sino en función del grado
de autonomía que los distintos modos de (re)producción social propios de las
comunidades investigadas presentan ente a dichas formas. Es precisamente
desde este reciente giro copernicano en las investigaciones sobre vulnerabilidad
de barrios que se concibe el marco de desarrollo del MRSZ.
.. Diseñando una metodología integral para los análisis de vulnerabilidad urbana
Un aspecto primordial para toda metodología de análisis consiste en la delimita-
ción de sus unidades primarias de análisis. En nuestro caso, ente a la posibilidad
de realizar dicha delimitación en función de divisiones administrativas (Juntas
Municipales, códigos postales, unidades de distrito, etcétera), que hubieran fa-
cilitado el análisis e interpretación de los datos estadísticos recopilados por las
Administraciones Públicas, hemos optado, pese a incluir un mayor grado de am-
bigüedad subjetiva, por seleccionar el «barrio» como unidad espacial de análisis.
Dicha elección responde a que es precisamente en esta escala donde se producen
las formaciones hegemónicas de identidad subjetiva, esto es, donde se generan los
20 Cuentan como precedente con el trabajo de Horacio Torres en torno a la construcción de
mapas sociales
21 A este respecto, destacamos las investigaciones Gestión urbana de los distritos de Lima: ¿al
servicio de vecinos o de ciudadanos?, desarrollada por el Centro de Investigación de la Arqui-
tectura y la Ciudad del Departamento de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica
del Perú bajo la dirección del doctor Pablo Vega, y Redes personales en contextos de fragmen-
tación urbana. Dinámicas y estrategias de inclusión y exclusión metropolitana en Santiago y Con-
cepción (2011-2014) bajo la dirección del doctor Felipe Link desde el Instituto de Estudios
Urbanos y Territoriales de la Escuela de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la
Universidad Católica de Chile.
22 La elección de barrios como unidad de análisis resulta clave para abordar el estudio,
pues si bien en ciertas ocasiones existen ambigüedades subjetivas por parte de sus habitan-
tes sobre sus límites espaciales (que no siempre coinciden de forma exacta con las diferentes
delimitaciones administrativas), en la mayor parte de los casos suele tratarse de unidades
componibles dentro de ámbitos espaciales más amplios (juntas municipales) claramente de-
limitados por las Administraciones Públicas (Observatorio de Estadística, 2014), lo cual
permite cruzar datos estadísticos procedentes de distintos orígenes con la realidad urbana
analizada por el estudio.
89
principales sentimientos de pertenencia espacial inamunicipales. Lo cual no
es óbice para que dentro de un mismo barrio puedan articularse composiciones
heterogéneas de identidades subjetivas no definidas en función de un determi-
nado ámbito espacial (etnias, religiones, ideologías políticas, microcomunidades,
asociaciones, etcétera), pero organizadas siempre en torno a un número variable
de atractores intrabarriales.
Es precisamente a nivel de barrio donde, desde un punto de vista social,
además de manifestarse espacialmente los sentimientos vecinales de perte-
nencia, se producen las relaciones vecinales de cotidianeidad que le permiten
configurarse finalmente como la unidad espacial mínima donde se puede lo-
grar la autosuficiencia para cubrir las necesidades de la vida cotidiana. Por
último, la unidad de barrio es también el ámbito socioespacial indivisible
donde toman lugar un gran número de organizaciones, actividades y servicios
que identifican tanto al territorio como a los modos organizados de produc-
ción social de quienes lo habitan.
Además, la elección del barrio como unidad de análisis es también acorde con
la importancia que el MRSZ otorga a la dimensión morfológica del espacio ur-
bano como herencia de antiguas consolidaciones jurídico-políticas de la historia
de la ciudad que aún perviven en el imaginario colectivo de la misma. Imaginario
actualizado y reactivado políticamente durante los movimientos vecinales de
23 En última instancia, este es el primer aspecto a tener en cuenta para definir una unidad de
análisis del territorio desde un punto de vista exclusivamente social, dado que es a través del
sentimiento de pertenencia como los propios habitantes del mismo se apropian, en el sentido
lefebvriano del término, del espacio público, identificando aquel como «su barrio», su zona, su
espacio. Es por ello mismo la unidad de análisis espacial en el que se encuentran y definen los
intereses comunes, y por tanto también aquella unidad básica con potencial para la generación
de conflictos que afectan al colectivo vecinal (García, 2014: 2).
24 Concretamente, la zonificación realizada para el caso de Zaragoza asciende a 32 unidades de
barrio conformadas administrativamente en 14 juntas municipales (JM) con la siguiente distri-
bución: JM Actur (barrios Actur y Parque Goya), JM El Rabal (barrios Arrabal, Cogullada, Je-
sús, La Jota, Picarral y Vadorrey), JM Almozara (barrio Almozara), JM Casco Histórico (barrios
Casco Histórico, La Magdalena y San Pablo), JM Las Fuentes (barrio las Fuentes), JM Delicias
(barrios Bombarda, Bozada y Delicias), JM Centro (barrio Centro), JM Universidad (barrios
Universidad y Romareda), JM San José (Barrio San José), JM Torrero (barrios Torrero y La
Paz), JM Miralbueno (barrio Miralbueno), JM Oliver-Valdefierro (barrios Hispanidad, Oliver
y Valdefierro), JM Casablanca (barrios Arco Sur, Casablanca, Montecanal, Rosales del Canal y
Valdespartera), JM Santa Isabel (barrio Santa Isabel).
25 Esta autosuficiencia, o autonomía para la reproducción, no debe ser entendida únicamente
como aquel conjunto de productos y servicios que cualquier persona necesita a diario o con e-
cuencia, y para los que no se requiere un comercio o servicios especializados. Pues esta autono-
mía o autosuficiencia no hace únicamente referencia a la capacidad de reproducción biológica,
física, de las necesidades humanas más básicas, sino que siempre implica una producción de re-
laciones sociales que le subyacen, generando redes de relaciones más allá de la mera subsistencia
física. Efectivamente, la ausencia de comercios y servicios de proximidad hace que las personas
que habitan un entorno tengan que ampliar su espacio de relaciones y actividades cotidianas a
otro espacio donde existan tales comercios o servicios, de manera que, donde sí existe, actúan
como atractores ampliando la «unidad de convivencia».
26 Es cuestión clave para considerar un espacio determinado en tanto que «unidad de convi-
vencia vecinal», que existan organizaciones referenciadas en ese mismo ámbito, tales como
asociaciones vecinales, culturales, deportivas o de ocio. Organizaciones capaces de represen-
tar intereses colectivos (reivindicaciones, iniciativas, gestiones ante instituciones, etcétera) o
de dinamizar la vida vecinal con diversas actividades. Pero, también la existencia de servicios
públicos como centros de salud, escuelas infantiles, colegios o centros sociales, cuyo ámbito de
actuación determina necesariamente una referencia para la vida cotidiana de las personas afec-
tadas, contribuyendo así a identificar un escenario de vida colectiva (García, 2014: 3).
90
los años setenta (Colectivo ZGZ Rebelde, ) y los procesos de desconcentra-
ción y descentralización administrativa desarrollados a nivel municipal tras la
Transición (Galán Galán y Prieto Romero, ).
Una vez determinada la unidad básica de análisis, la metodología se estructura
en dos ámbitos primordiales de cara a la efectividad práctica de la recopilación
de información y la toma de datos. Por una parte, junto a la elaboración y
actualización de la información normalmente analizada en los informes de
vulnerabilidad urbana al uso, se configura una serie de mapas que recopilan
nuevos parámetros cuantitativos a tener en cuenta para la medición de la
autonomía (re)productiva de las comunidades inamunicipales y su vinculación
27 Si bien en un primer momento se planteó la formación de «equipos mixtos» para la reco-
pilación de información conjunta de ambos ámbitos de cara a fomentar una mayor amplitud
de perspectiva, las especificidades prácticas de cada ámbito en la toma de datos, casi siempre
referidas a los distintos tiempos de trabajo así como a la necesidad de trabajar a distintas escalas,
obligó a planificar una recogida de información independiente en cada ámbito para su posterior
puesta en común una vez maquetada. De este modo, mientras que las unidades de análisis míni-
mas para la toma de datos realizada por los trabajadores sociales es el barrio en su conjunto, las
unidades de toma de datos de los mapas de uso han debido ser desagregadas en unidades deli-
mitadas en función de características morfológicas, de modo que la toma de datos se realiza por
varios equipos de forma simultánea, debido a la gran carga de trabajo que conlleva.
28 Vulnerabilidad sociodemográfica organizada según las delimitaciones de Juntas de Distri-
to del Padrón Municipal, vulnerabilidad socioeconómica recopilada según las delimitaciones
de códigos postales solicitada al Servicio de Empleo, y vulnerabilidad residencial organizada
según unidades de distrito a partir de la información disponible en el Instituto Nacional de
Estadística.
29 Por ejemplo, la densidad y localización del pequeño comercio como índice de relaciones
sociales de proximidad espontáneas y cotidianas.
Figura .
Unidades
de barrio de
Zaragoza y
desglose en
unidades de
toma de datos.
91
morfológica con los diferentes tejidos urbanos de los barrios. En otras palabras, se
trata de generar una identificación de nuevos indicadores orientados a la medición
de dicho grado de autonomía, pero que no implican necesariamente formas de
medición cuantitativa, y que han sido organizados en cuatro tipos de mapas: un
mapa de usos en planta baja (mapa A), un mapa de tiempos de desplazamiento a
escala-ciudad (mapa B), un mapa de visibilidad y morfología del espacio público
(mapa C), y un mapa con la traducción cuantitativa de las categorías recogidas en
el mapa de usos (mapa D).
Por la otra parte, introduciendo directamente metodologías de análisis cuali-
tativo se realiza, siempre a nivel de barrio, un informe basado en la conjunción
de observación presencial del espacio público según un guion de observación
junto a la información extraída de entrevistas estructuradas a informantes
clave. La información de dicho informe es maquetada de forma sintética en
mapas (mapa TS) cuya información pueda superponerse a mapas A, B y C, y
que recojan la posición y grado de intensidad de los distintos atractores, zonas
de actividad vecinal espontánea reiterada, espacios públicos de riesgo por con-
flictividad social y/o espacios deteriorados físicamente o con dificultades de
acceso material. Además, dado el carácter performativo de la consolidación de las
relaciones sociales, dichos informes son completados con una encuesta ciudadana
orientada a poder incorporar la percepción subjetiva que tienen los habitantes
respecto a su propio barrio, es decir, la percepción de los productores directos
del espacio social.
Estos dos ámbitos de información son completados posteriormente con el
estudio y recopilación del material técnico-jurídico específico de cada barrio,
en caso de que exista. Un ámbito de estudio complementario que, pese a que la
terminología oficial es aún variable, suele articularse en torno a la planificación
de programas conjuntos de rehabilitación urbanística, integración social y rege-
neración económica bajo la denominación de Áreas de Rehabilitación Integral
(ARIs), y cuya delimitación espacial no siempre coincide con la propia de los
barrios y/o las juntas municipales.
Finalmente, de cara a capacitar al equipo investigador con el bagaje teóri-
co necesario para la interpretación de los aspectos cuantitativos y cualitativos
del estudio, la metodología de toma de datos y recopilación de información se
complementa no con un análisis comparativo de las formas administrativas de
inclusión político-social (el denominado urbanismo participativo) aplicadas en los
programas de intervención sobre las ARIs, sino con un estudio teórico orientado a
la elaboración de un estado de la cuestión del urbanismo como técnica de gestión
de poblaciones que pueda servir de punto de partida para el desarrollo de una
teoría general del riesgo de exclusión social alternativa a la mantenida, de forma
consciente o no, desde los informes de vulnerabilidad urbana desarrollados por
las Administraciones.
30 Por ejemplo, la posición relativa de los principales espacios públicos que funcionan a modo
de atractores de barrio respecto al comercio de proximidad intrabarrial, los principales atracto-
res a escala-ciudad, o los espacios públicos sin uso, esto es, vacíos urbanos que funcionan a modo
de «detractores», o diversas barreras espaciales de segmentación de la ciudad, muchas veces con-
sistentes en inaestructuras viarias planificadas desde una lógica supramunicipal.
31 Un breve resumen de dicho estado de la cuestión ha sido realizado en el segundo apartado
del presente artículo.
92
3.2.1. Nuevos parámetros cuantitativos a tener en cuenta e importancia del
componente morfológico
Punto crucial del proyecto de investigación es, como ya hemos avanzado, desa-
rrollar nuevos indicadores, complementarios y/o alternativos a los habitualmente
desarrollados, con el objetivo de poder acceder a la identificación de los niveles
de intensidad en el desarrollo de relaciones sociales de comunidades autónomas
e independientes de las formalizaciones socioeconómicas promovidas por una
organización neoliberal del capital que impide el acceso a las mismas a porcentajes
cada vez más altos de la población. Con vistas a tal fin, se han organizado los ya
mencionados cuatro mapas de estudio de barrio orientados todos ellos a la identi-
ficación de las distintas causas capaces de generar de forma conjunta un contexto
urbano que promueva la formación de atractores en tanto que configuraciones
de producción social autónoma del espacio por parte del habitar cotidiano de las
distintas comunidades que configuran la ciudad.
En el denominado mapa A o mapa de usos en planta baja, con independencia de
que el carácter de esa planta baja sea público o privado, edificado o simplemente
urbanizado, se realiza una cartografía básica organizada según las distintas carac-
terísticas del espacio urbano (gama de color verde), el espacio residencial (gama
gris + gama azul para los nodos clave de tránsitos rodados y peatonales principales
vinculados al espacio residencial), del comercio de proximidad existente (gama de
color rojo al amarillo) y, finalmente, del uso equipamental (gama de color morado).
Figura . Ejemplo
de mapa de usos
con unidad de
barrio.
93
Además, de cara a la interpretación de los mapas A se tiene presente a nivel de
uso todas aquellas realidades que puedan suponer una interrupción de la continui-
dad física del espacio público, propia de la agmentación de la ciudad contempo-
ránea, o que exista la posibilidad de que terminen configurándose como interrup-
ciones o dificultades que marquen fuertes rupturas en la red básica de atractores,
como pueden ser grandes vías de tráfico y/o líneas férreas no soterradas, ríos, zonas
inundables, accidentes topográficos de pendiente excesiva, zonas industriales y/o
almacenes abandonados o en uso sin rehabilitar y de carácter residual, grandes
sectorizaciones y/o pantallas edificatorias, espacios dedicados a inaestructuras
que responden a una dimensión de la ciudad regional y/o suprarregional, grandes
vacíos urbanos —generados en ocasiones por la falta de actividad de esas mismas
inaestructuras—, bordes urbanos de la ciudad en relación con zonas de riberas
y/o vacíos naturales propios del espacio ecológico urbano en el que se insertan, o
solares en procesos de urbanización o construcción, entre otros.
En continuidad con el estudio de la conectividad social del espacio público, el
mapa B se dedica al análisis de la conectividad de cada barrio en concreto con los
principales atractores a escala-ciudad, medido en unidades de tiempo según cua-
tro modalidades de desplazamiento principales: peatonal, tráfico rodado privado,
tráfico rodado público y bicicleta o cualquier otro tráfico rodado no motorizado.
Figura .
Ejemplo de
unidad de
análisis para la
toma de datos
del mapa de
usos.
94
En el mapa C, dedicado a la visibilidad del espacio público, además de los aná-
lisis morfológicos clásicos del espacio público (planta y secciones tipo de calles
y plazas) se presta una especial atención a todos los retranqueos y puntos ciegos
que constituyan puntos sensibles que, en función de su escala y distintas condi-
ciones de contexto, puedan derivar rápidamente tanto en intensos atractores de
relaciones de autonomía social como en zonas de conflicto social.
Por último, en el mapa D se realiza una cuantificación por barrios en metros
cuadrados de los usos identificados en el mapa A, de modo que pueda realizarse
una traducción comparativa y complementaria con la información estadística
recopilada a partir de bases de datos oficiales de las Administraciones Públicas,
además de poder extraer índices de densidad de distintos usos que permitan tanto
una comparación directa entre los distintos barrios analizados como un análisis
dinámico dentro de un mismo barrio.
3.2.2. Introducción de metodologías cualitativas y trabajo de campo
Desde la filosofía mantenida en el MRSZ, el análisis de la vida social de un en-
torno urbano y, específicamente la elaboración de mapas de riesgos de exclusión
social, requiere inevitablemente una metodología a pie de calle que registre los
distintos modos de manifestación de la convivencia social, así como los riesgos
en ese entorno. Ahora bien, al requerirse el empleo de metodologías cualita-
tivas en los que la influencia subjetiva del observador se incrementa en gran
medida, es necesario suplir dicho riesgo prestando atención a la percepción
32 Esta parte del artículo está basada en la metodología elaborada por Gustavo García, jefe de la
Unidad de Alojamientos Alternativos en el Ayuntamiento de Zaragoza, y supone el documento
guía de uso interno para la elaboración de los informes redactados por los colaboradores del
Colegio Profesional de Trabajadores Sociales de Aragón.
Figura .
Industria vs.
atractores a
escala-ciudad.
95
intersubjetiva de aquellos que habitan ese territorio de modos diversos: tanto
habitantes habituales, por su condición laboral, como consumidores de bienes
o servicios, o por razones simplemente recreativas o de ocio. Al fin y al cabo,
similares características o aspectos de un entorno pueden ser percibidos de
forma muy diferente por quienes lo habitan, lo cual conlleva consecuencias
directas en los modos en que finalmente se manifiestan las relaciones sociales
que se articulan sobre ese entorno.
Los principales contenidos a analizar dentro de este ámbito como referencias
clave para la valoración de la convivencia vecinal y de los riesgos en un entorno
vecinal han sido organizados a través de cuatro categorías: atractores, activida-
des vecinales espontáneas e institucionalizadas, espacios de riesgo por presencia
marginal y espacios deteriorados desde un punto de vista exclusivamente físico;
por último la elección de ciertos casos de estudio pormenorizado en función de
singularidades que merezcan un análisis detallado.
Por atraores se hace referencia a espacios concretos del entorno que funcio-
nan habitualmente, ya sea de forman continuada o intermitente, como lugares de
encuentro y relaciones vecinales. Ahora bien, estos atractores no siempre tienen
un carácter positivo, sino que pueden resultar negativos para la convivencia.
Son negativos cuando coincidan con espacios o zonas de riesgo, es decir, cuando
la presencia de personas en ellos supone una amenaza real o percibida para el
resto de la población por su carácter marginal o delictivo. Por otra parte, la no
existencia de atractores en un entorno vecinal puede ser expresión de la atonía
en las relaciones vecinales y, en consecuencia, un posible factor de riesgo.
Respecto a la existencia de aividades vecinales, la filosofía de la que parte
el MRSZ nos lleva a establecer una distinción básica entre aquellas actividades
organizadas por los propios vecinos a través de sus propias organizaciones de
carácter autónomo y aquellas otras organizadas y/o gestionadas por entida-
des públicas. Pueden ser actividades lúdicas, eventos deportivos, iniciativas de
carácter reivindicativo, actividades culturales o cualquier otra que se realice
en el entorno, pero siempre y cuando tenga una proyección específica sobre
el espacio urbano, esto es, que sean constitutivas de la producción social de
dicho espacio.
En lo referente a la identificación de espacios de riesgo y/o presencia marginal,
estos son considerados en función de la percepción de inseguridad por parte de
las personas que normalmente los habitan o de cualquier otra persona que tran-
sita por ellos de forma casual. Pueden ser riesgos reales o percibidos pero que,
igualmente, causan efectivos sentimientos de inseguridad, estigmatizando ese
entorno y haciéndolo negativo para la convivencia normalizada.
O
La observación consiste en «el proceso de contemplar sistemática y detenida-
mente cómo se desarrolla la vida social, sin manipularla ni modificarla, tal cual
ella discurre por sí misma» (Ruiz Olabuénaga, : ). Con tal de minimizar
33 El MRSZ registra con una simbología específica estos atractores, identificando por el tamaño
la cantidad e intensidad de las relaciones vecinales que en el mismo se producen, y, en su caso,
su carácter negativo para la convivencia, incorporando el símbolo específico de «espacio o zona
de riesgo».
96
en todo lo posible cualquier tipo de sesgo en su realización, así como sistemati-
zar las observaciones y obtener resultados comparables de un barrio a otro, tras
una experiencia piloto realizada durante el curso académico -, se optó
por confeccionar un guion de observación, como forma de «educar la mirada»
(Rodríguez, ). El diseño del mismo, así como el trabajo de campo han sido
labores realizadas por miembros del Colegio Profesional de Trabajadores
Sociales de Aragón, cuya formación y conocimientos han sido claves para
la realización de este trabajo. El objetivo de dicha herramienta es la cons-
titución de una guía para que los profesionales que realizan el trabajo de
observación sobre el terreno no olviden observar, valorar y registrar ninguno
de los aspectos establecidos, de modo que cada equipo realice dicho trabajo
basándose en unas referencias homogéneas.
E
Del mismo modo, también ha sido elaborada una guía básica que oriente las
entrevistas a los informantes clave de cada barrio. Se considera informantes clave
a aquellas personas que por su vinculación al entorno, su experiencia o el rol
que tienen en el mismo, pueden aportar información y opiniones relevantes al
respecto. Se trata de seleccionar a todas aquellas personas que puedan aportar el
mayor número de perspectivas, percepciones o puntos de vista, incluidas las que
resulten contradictorias entre sí como consecuencia de la diversidad de intereses
o valores de los distintos grupos o personas que habitan o utilizan ese entorno, y
que en ocasiones pueden resultar enentadas.
El número y tipo de informantes clave depende de cada barrio y su identifica-
ción responde al conocimiento obtenido a través de la observación/etnografía,
así como del conocimiento local que tienen los investigadores implicados en esta
fase del estudio.
Figura .
Ejemplo de mapa
TS a unidad de
barrio.
97
C
La tercera técnica de obtención y análisis de datos consiste en la realización de un
cuestionario a los habitantes de Zaragoza en función de un triple objetivo. En primer
lugar, determinar indicadores concretos susceptibles de aprehender el sentimiento
de pertenencia de los habitantes con sus respectivos barrios, como relación base a
partir de la cual se produce la apropiación del espacio urbano. En segundo lugar,
recabar información estadística sobre la percepción subjetiva de los habitantes de
cada barrio que complemente la información estadística-objetiva elaborada previa-
mente para que sirva de contrapunto. Por último, someter a crítica la identificación
de los principales espacios atractores y detractores de la ciudad realizada por los
informantes clave en función de la percepción directa de sus propios usuarios.
Para dar respuesta a estos objetivos, tras una experiencia piloto durante el
curso -, se ha confeccionado un cuestionario formado por un máximo de
preguntas (su cantidad varía en función de las respuestas de los encuestados)
a realizar sobre el terreno a los habitantes que afirmen pertenecer al barrio en el
que se realiza, con independencia de en función de qué criterios se haya generado
ese sentimiento de pertenencia. Para estructurar la información a analizar, las
preguntas se organizaron en los siguientes apartados:
1. Datos sociodemográficos, cuyas categorías coinciden con las utilizadas en
la información estadística elaborada por las Administraciones Públicas de
cara a poder cruzar datos.
2. Identificación con el barrio. Preguntas orientadas a una medición del gra-
do de pertenencia, vinculación y conocimiento del barrio de las personas
encuestadas.
3. Espacios e inaestructuras urbanas. Preguntas orientadas a la valoración de
la intensidad en el uso del espacio público, el comercio de proximidad, las
actividades culturales, los equipamientos sanitarios, y la movilidad urbana.
4. Relaciones sociales. Preguntas orientadas a obtener una medida aproximada
de la intensidad relativa en las relaciones sociales intrabarriales.
5. Reflexiones finales. Preguntas estratégicas acerca de la existencia y califi-
cación de atractores en el barrio, y de opinión sobre la situación o no del
barrio, en cuestión, «en riesgo de exclusión social».
En referencia a la adaptación de la metodología empleada en el cálculo de la
muestra necesaria para garantizar la objetividad científica del cuestionario, se
optó por utilizar la delimitación administrativa de los barrios. Dada la inexisten-
cia de estadísticas poblacionales a nivel de barrio (Observatorio de Estadística,
), decidimos utilizar el caso más desfavorable (aquel en el que la población
del barrio coincide con la de la junta municipal de la que forma parte, valor que
obviamente siempre será superior a la población real del barrio) y sobremuestrear
siguiendo ese criterio. Tras fijar de este modo la población de cada barrio, deter-
minamos el número de cuestionarios a realizar a partir de la siguiente fórmula
para calcular muestras de poblaciones finitas:
34 La limitación del número de preguntas responde a la necesidad de limitar el tiempo de rea-
lización de la encuesta a un máximo de seis minutos, con el objetivo de reducir al máximo el
número de abandonos en la realización del cuestionario.
98
donde:
• el error absoluto e a asumir se fijó en e = ,.
• la proporción de individuos que poseen en la población la característica de
estudio (π) se fijó en π = , al considerar el escenario más desfavorable debido
a la falta de literatura previa o estudios pilotos previos.
• - π = ,.
• el nivel de confianza o de seguridad del estudio se fijó en un %, lo cual se
traduce en Zα/ = ,.
El muestreo se realizó en dos fases: En una primera fase se asimiló cada
barrio a un conglomerado, seleccionándose aquellos barrios más relevantes
en lo referente al riesgo de exclusión social identificado por los informes de
vulnerabilidad urbana realizados por el Ministerio. En una segunda fase se
utilizó un muestreo de ruta aleatoria realizada en distintos días y distintas
anjas horarias para evitar, dentro de lo posible, el sesgo en los encuestados.
Para la elección final de los encuestados se diseñaron criterios lógicos basados
en el conocimiento del barrio a partir del censo. En otras palabras: tratando
siempre de que hubiese una distribución por género lo más homogénea posi-
ble y una muestra representativa de toda la horquilla de edades. Por último,
en lo referente a la selección de personas que, por las razones que fueran, te-
nía un efectivo sentimiento de pertenencia con el barrio, se decidió imponer
que —como requisito indispensable que debían cumplir los encuestados— se
respondiera afirmativamente a la pregunta «¿Eres de este barrio?». De este
modo nos asegurábamos que el vínculo con el barrio en cuestión no fuese algo
circunstancial, de modo que las respuestas reflejaran un conocimiento relati-
vamente profundo del mismo.
En función de dicha metodología se recogieron, durante los meses de marzo a
junio de , respuestas en barrios de Zaragoza, de ellos completos y
aún por terminar. Dados los parámetros introducidos en la fórmula del cálculo
de poblaciones, vemos que, para los casos de los barrios terminados, si se eligiera
el mismo número de personas, en el % de los casos se obtendrían las mismas
respuestas, con una variación del %.
Por último, en lo que se refiere a la maquetación, organización y optimización
de la visualización de información recopilada, se confeccionaron tres tipos de grá-
ficos distintos, según fuese la naturaleza de los datos a analizar: gráficos de barras,
gráficos de cajas y bigotes, y nubes de etiquetas.
35 La elección de barrios, por tanto, responde también a una limitación temporal y de recur-
sos. A fecha de realización de este artículo se han recopilado datos de once barrios (Almozara,
Arcosur, Arrabal, Bombarda-Bozada, Delicias, Jesús, Las Fuentes, Magdalena, Oliver, San Pablo
y Picarral).
36 Los barrios cuyas respuestas son todavía insuficientes a fecha de la realización de este artículo
son Arcosur, Bombarda y La Bozada.
99
Bibliografía
A, A. P., K, D., N, A., P, N. y S, M. (): Horacio Torres y los
mapas sociales. La conrucción teórica del caso de Buenos Aires, Buenos Aires, Facultad de
Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Centro de Investigación Hábitat y Municipio.
A, G. C. (): Proyeo y deino, Caracas, Universidad Central de Venezuela.
Figura .
Ejemplos de dos
tipos de gráficos
obtenidos a partir
de las respuestas
del cuestionario.
100
A E D G S S (): Índice DEC (Derechos/
Economía/Cobertura) de desarrollo de los servicios sociales.
ASSI, A S S I (): Urbanismo neoliberal en Zaragoza. Planes
de regeneración urbana y efeos socio-económicos en el barrio de San Pablo – El Gancho.
B O A, n.º . Ley / de de junio de Ordenación del Territorio de
Aragón, capítulo ii, artículo . Mapas de Riesgos (Modificación Ley / de de
octubre).
B, P. (): Sobre el Eado: Cursos en el Collège de France -, Barcelona, Anagrama.
B, G. (): «Metodología de la investigación cuantitativa en las Ciencias Sociales: pro-
grama de especialización», en Teoría, métodos y técnicas de la inveigación social, Bogotá,
Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, pp. -.
C C, P. J. (): «Estudio personas sin techo. Zaragoza », Cruz Roja
Zaragoza, recuperado a partir de <https://www.academia.edu//
Estudio_personas_sin_techo_Zaragoza_>.
C, M. (): La città, Venezia, Pazzini Editore.
(): La ciudad territorio (o la po-metrópoli), en A, D. L. y F, U. (eds.): Planos
de (Inter) sección: materiales para un diálogo entre filosofía y arquitectura, Ricardo S.
Lampreave editor.
C, A. (): Arte y humanismo en Florencia en tiempos de Lorenzo el Magnífico, Madrid,
Cátedra.
C ZGZ R (): Zaragoza rebelde: guía de movimientos sociales y antagonismos,
-, Zaragoza, Zaragoza Rebelde, recuperado a partir de <http://www.zarago-
zarebelde.org/>.
C, T. D. y R C. S. (): «Hacia una superación del enentamiento entre los mé-
todos cualitativos y cuantitativos», en Métodos cualitativos y cuantitativos en inveigación
evaluativa, Morata.
F, M. (): Seguridad, territorio, población: curso en el Collége de France (-), Trad.
H. Pons, Buenos Aires, FCE.
(): Nacimiento de la biopolítica: curso en el Collège de France (-), Trad. H. Pons,
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
G G, A. y P R, C. (eds.) (): Los diritos: gobierno de proximidad, Zizur
Menor, omson-Civitas.
G, G. (): Metodología de Análisis Social. Mapa de Riesgo Social de Zaragoza, Documento
de uso interno.
G, R. (): Aer the Planners, Harmondsworth, Penguin Books Ltd, .ª ed.
H, D. (): Espacios del capital: hacia una geografía crítica, Trad. C. Piña Aldao, Madrid,
Akal.
K, K. (): Parlamentarismo y democracia, Madrid, Editorial Nacional.
L, H. (): El derecho a la ciudad, Barcelona, Península.
(), «La producción del espacio», en Papers: Revia de Sociología, n.º , pp. -.
M, K. (): El capital i: crítica de la economía política, Trad. W. Roces, México, Fondo de
Cultura Económica.
M E, G F (): «Atlas de la Vulnerabilidad Urbana en
España. Metodología, contenidos y créditos».
M Á, C. A. (): Metodología de la inveigación cuantitativa y cualitativa, Neiva,
Universidad Surcolombiana.
N, A. (): La forma-eado, Trad. R. Sánchez Cedillo, Madrid, Akal.
101
[G. C (ed.)] (): Fin del invierno: escritos sobre la transformación negada -,
Trad. P. S. García, Buenos Aires, La isla de la luna.
N, A. y H, M. (): Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio, Barcelona,
Debate.
O E (): Ficha de conjunto de datos: Datos Demográficos Totales de
Zaragoza, Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza Unidad de Gestión de la Web Municipal,
recuperado a partir de <http://www.zaragoza.es/ciudad/risp/detalle_Risp?id=>.
(): Ficha de conjunto de datos: Delimitación territorial de las Juntas Adminirativas de
Zaragoza, Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza Unidad de Gestión de la Web Municipal,
recuperado a partir de <http://www.zaragoza.es/ciudad/risp/detalle_Risp?id=>.
R N, J. M. (): «Índice DEC (Derechos/Economía/Cobertura) de desarrollo de
los servicios sociales», en Azarbe. Revia Internacional de Trabajo Social y Bienear, n.º
, pp. -.
R, S. L. (): «Educar la mirada: el paseo, método para situarse en el mundo», en
URBS. Revia de Eudios Urbanos y Ciencias Sociales, (), pp. -.
R O, J. I. (): Metodología de la inveigación cualitativa, Bilbao, Universidad de
Deusto.
S, B. (): La città dei ricchi e la città dei poveri, Roma-Bari, Laterza & Figli.
S O, D. (): Espacios en conflio: un análisis relacional del cambio social en los centros
eigmatizados, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Ciencias Políticas y
Sociología, recuperado a partir de <http://eprints.ucm.es///T.pdf>.
T C, R. R. (): «Valoración de la vulnerabilidad integral en las áreas residen-
ciales de Madrid», en EURE: Revia Latinoamericana de Eudios Urbano Regionales, n.º
, pp. -.
V L, F., y O, E. (): «Traditions and Trends in the Study of the Commons»,
en International Journal of the Commons, (), pp. -.
Z, R. (): Dispersar el poder: los movimientos como poderes antieatales, Barcelona, Virus
editorial.
(): Territorios en resiencia: cartografía política de las periferias urbanas latinoamericanas,
Málaga, Baladre-Zamba.