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VI Congreso Latinoamericano de Ciencia Política.
La investigación política en América latina
Quito (Ecuador), 12, 13 y 14 de junio 2012
ALIANZAS SOCIO-TECNICAS, ESTRATEGIAS Y
POLITICAS PARA EL DESARROLLO INCLUSIVO Y
SUSTENTABLE
Paula Juarez y Lucas Becerra
Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología
Universidad Nacional de Quilmes
Argentina
Correo electrónico: juarez.paulama@gmail.com
Área temática: Administración pública y políticas públicas
Guillaume Fontaine - gfontaine@flacso.org.ec
Simposio “Métodos de investigación y análisis de políticas públicas”
Mesa “El uso de la teoría del actor-red en el análisis de políticas”
María Belén Albornoz - balbornoz@flacso.org.ec
RESUMEN
Este artículo presenta reflexiones sobre cómo construir un abordaje teórico-
metodológico tanto para investigar como para diseñar e implementar políticas de ciencia
y tecnología orientadas al Desarrollo en América latina.
A partir de analizar los problemas socio-cognitivos de los abordajes utilizados en la
región, se propone como alternativa el “análisis socio-técnico” elaborado por el Área de
Estudios Sociales de la Innovación y la Tecnología (IESCT-UNQ). Asimismo, el
artículo elabora una triangulación de conceptos teóricos tales como “alianzas socio-
técnicas”, “funcionamiento”, “estrategias y políticas” con el objetivo de mostrar el
funcionamiento de la propuesta. Se argumenta sobre el modo en que esta perspectiva
analítica puede devenir en un útil instrumento de gestión para los decisores políticos y
policy makers.
El presente trabajo es desarrollado en el marco del Proyecto Internacional de
Investigación “Tecnologías para la inclusión social y políticas públicas América latina”,
financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) y la
Agencia Nacional de Ciencia y Tecnología de Argentina.
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INTRODUCCION
En los países capitalistas avanzados, el casamiento de la política “de” y “para” la
ciencia y tecnología generó dinámicas sociales fructíferas, sin embargo esas mismas
lógicas en América latina han significado pobreza e inequidad, subdesarrollo,
desempleo estructural, desigual distribución del poder, entre otras cuestiones. En este
sentido, la relación tecnología-desarrollo fue generando un “caldo de cultivo” que
actualmente pone en discusión el modelo cognitivo y político imperante.
Nuevas ideas y formas de reflexionar y gestionar políticas tecnológicas
orientadas al desarrollo y la inclusión social (TIS) son clave para mejorar las estrategias
de intervención socio-económica, tecno-productiva y político-institucional en la región,
pero ¿Cómo?
En este camino, este artículo reflexiona sobre dos preguntas-problema:
(a) ¿Cómo se investigan y se gestionan las políticas públicas de Ciencia y
Tecnología orientada al Desarrollo en la región? ¿Cuáles son las lógicas que
prevalecen? ¿Qué problemas y limitaciones tienen?
En este artículo este tipo de política de ciencia y tecnología (en adelante PCT) es
considerada un “objeto” de investigación y de política pública. Se considera que son
parte de un mismo proceso de co-construcción socio-técnica. Pensarlos estratégicamente
implica comprenderlos como parte del mismo problema socio-cognitivo.
Desde la década del ‘50 a la actualidad, las investigaciones sobre las PCT
orientadas a la inclusión social y el Desarrollo en América latina han sido escasas, y en
otro nivel, han sido magros los aportes analítico-conceptuales generados
específicamente para entender las dinámicas de innovación y desarrollo tecnológico
local y regional.
Tanto las prácticas como teorías que trabajan la relación tecnología-desarrollo
parecen sufrir los mismos males. En ambos casos se señalan problemas y limitaciones
en:
el carácter determinista (tecnológico o social) de los enfoques teóricos y
prácticos adoptados, lo cual imposibilita contar con análisis sistémicos e
interactivos sobre los procesos locales y generar políticas que sean adecuadas al
escenario local;
el sesgo del modelo lineal de innovación, o bien, de los modelos
orientados al mercado (como los neochumpeterianos) que buscan dar cuenta de
las dinámicas locales con instrumentos teóricos y de gestión que fueron
concebidos para otros problemas socio-productivos y económicos (obtención de
rentas extraodinarias por monopolio de mercado) (Albornoz, 2001); y
la predominancia y relevancia dada a las agendas internacionales de
investigación por parte de los investigadores, los sistemas de evaluación y
planificación estatales y regionales (Dagnino y Thomas, 1999).
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En este sentido, es persistente el desafío regional de superar estas limitaciones y
problemas para mejorar las políticas de desarrollo.
(b) Entonces viene la segunda pregunta, ¿cómo plantear un framework que sea
adecuado y útil tanto para investigadores (para explicar y generar insumos
para políticas) como para tomadores de decisión y policy makers (para
diseñar e implementar políticas públicas)?
En Europa se desarrollaron diversos Enfoques Sociales de la Tecnología (EST)
como los propuestos por autores como Callon, Pinch y Bijker para superar el
determinismo y el modelo lineal de la innovación. Esta línea EST actualmente trabaja
sobre los problemáticas de política pública tales como la participación ciudadana en las
decisiones científicas y tecnológicas (Bucchi y Neresini, 2002), éticas y valores en la
producción de conocimiento (casos de biomedicina, medio ambiente, etc.) (Johnson y
Wetmore en Hackett et allí, 2007), tecnologías de la comunicación, entre otros. Sus
problemas cognitivos están dirigidos a mejorar las políticas públicas.
En este artículo se plantea utilizar los aportes del EST para trabajar sobre una
nueva propuesta teórica-metodológica el “análisis socio-técnico” (Thomas, 2008, 2009,
2010) que impulsa el Área de Estudios Sociales sobre la Innovación y la Tecnología En
este artículo se plantea utilizar los aportes del EST para trabajar sobre una nueva
propuesta teórica-metodológica el “análisis socio-técnico” (Thomas, 2008, 2009, 2010)
que impulsa el Área de Estudios Sociales sobre la Innovación y la Tecnología (Instituto
de Estudios sobre la Ciencia y Tecnología - UNQ).
Este framework parte de los aportes conceptuales del Constructivismo Social de
la Tecnología y la Teoría del Actor-Red: dinámica de grupos de investigación (Shinn,
1982; Latour, 1989), redes tecno-económicas (Callon, 1992), grupos sociales relevantes
y flexibilidad interpretativa (Collins, 1985; Pinch y Bijker, 1987), marco tecnológico,
ensamble socio-técnico, politics de la investigación científica y tecnológica (Bijker,
1995); el análisis crítico de la tecnología: dialéctica de la tecnología (Feenberg, 2002);
crítica a la neutralidad y el determinismo (Dagnino, 2008), contexto de implicación
(Tula Molina y Giuliano, 2007); y la economía del cambio tecnológico: trayectorias
tecno-económicas (Freeman, 1987), trayectorias tecnológicas (Dosi, 1988), procesos de
aprendizaje (Arrow, 1962; Rosenberg, 1982; Lundvall, 1992), relaciones usuario-
productor (Von Hippel, 1976), sistemas nacionales y locales de innovación (Nelson,
1988; Lundvall, 1992; Amable et alli., 1997; Freeman, 1998); learning society
(Christensen y Lundvall, 2004); y análisis de política: procesos de toma de decisiones,
procesos de conformación e implementación de agendas, modelos organizacionales,
modos de integración de actores externos al proceso decisorio (Knorr-Cetina, 1981;
Hogwood y Gunn, 1984; Ham y Hill, 1993; Elzinga y Jamison, 1996).
Y ha permitido desarrollar un conjunto de nuevos conceptos “socio-técnicos”
tales como: construcción social de funcionamiento, dinámicas y trayectorias socio-
técnicas (Thomas, 1999 y 2001); procesos de co-construcción (Vercelli y Thomas,
2007); adecuación socio-técnica (Dagnino et alli., 2004; Thomas, 1999 y 2008 a y b);
alianza socio-técnica (Maclaine Pont y Thomas, 2007; Thomas y Fressoli, 2011).
Finalmente, el aporte de este trabajo radica en mostrar cómo los elementos del
“análisis socio-técnico” pueden ser triangulados teórico-metodológicamente y pueden
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funcionar tanto para el analista como para el investigador a partir del uso de algunos
conceptos: “alianzas socio-técnicas” (Thomas, 2008), “funcionamiento múltiple”
(Fressoli, 2011) y estrategias y políticas de ciencia y tecnología orientada al desarrollo
(Juarez & Serafim, 2010; Serafim & Dias, 2010; Garrido, 2011).
El resultado buscado es empezar a construir un andamiaje teórico-metodológico
e instrumentos útiles de gestión para los decisores políticos y para los investigadores de
América latina.
El presente trabajo es desarrollado en el marco del Proyecto Internacional de
Investigación “Tecnologías para la inclusión social y políticas públicas América latina”,
financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) y la
Agencia Nacional de Ciencia y Tecnología de Argentina.
1. Teoría y Política. Tecnología y Desarrollo. Problemas y limitaciones
actuales
En las décadas del ‘60 y ‘70, un proyecto político, denominado Pensamiento
Latinoamericano de Ciencia, Tecnología y Sociedad (PLACTS), surge como respuesta
al problema de la dependencia tecnológica en la región (Dagnino, Thomas y Davyt,
1996). Algunos científicos, tecnólogos y pensadores como Oscar Varsavsky, Amílcar
Herrera, Jorge Sábato, Celso Furtado, Darcy Ribeiro, entre otros, criticaban la
“neutralidad valorativa” de las PCT y la producción científica local por no responder a
los problemas, necesidades e intereses del escenario regional.
Tanto la ciencia como la tecnología eran elementos políticos y culturales que
generaban efectos sobre los procesos de desarrollo e inclusión social. En este sentido,
señalaban el rol del Estado –a partir de las políticas públicas- y la comunidad académica
– por la generación de insumos para las políticas- en la reorientación del sistema CyT
para mejorar las condiciones de desarrollo local. (Juarez&Becerra, 2012; Rietti, 2011)
La continuidad de ese pensamiento se consolidó en los estudios sobre Ciencia,
Tecnología y Sociedad (CTS) que se focalizaron en instalar el pensamiento PLACTS en
la comunidad académica y en algunos ámbitos públicos. Este campo de trabajo tuvo -y
tiene- el objetivo de entender los fenómenos científicos y tecnológicos en su contexto
social, tanto en relación con sus condicionantes sociales como en lo que atañe a sus
consecuencias sociales y ambientales (López, 1998). Principalmente estudian temáticas
tales como educación de la ciencia, política universitaria, participación pública de la
ciencia, comunicación de la ciencia, utilidad social de la ciencia, etc.
Sin embargo, no se profundizaron líneas de investigación sobre la relación PCT,
distribución del poder, redistribución de la renta, industrialización, inclusión social
(Casas Guerrero, 2004). Ni sobre cómo hacer investigación en ese sentido, tampoco se
han generado insumos e instrumentos de política pública de forma sistémica y
programática. Esta situación en parte esta dada por la falta de condiciones socio-
institucionales disponibles para construir un programa de investigación con esta
dirección, así como también la falta de articulaciones y mediaciones entre el Estado y
las instituciones públicas de I+D.
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En América Latina la reflexión sobre CTS ha derivado más bien hacia la
constitución de un campo de conocimiento más que hacia la formación de un
movimiento social. Lamentablemente, no se percibe la constitución de un campo fuerte
de investigación dentro de la comunidad científica (en sentido amplio), ni como
asesores de política pública de ciencia y tecnología.
Asimismo, al observar la diversa literatura disponible sobre las PCT para el
desarrollo en América latina, los análisis se presentan parciales y orientados por algún
plano “económico”, “político”, “ético”, “cultural”. Irónicamente, estos abordajes tanto
en términos teóricos, como en su correlato de políticas públicas en la región suelen
presentar problemas, a saber son deterministas (social o tecnológico), tienen un sesgo
hacia el modelo lineal de innovación y predominan las temáticas y enfoques exógenos.
Nuevamente, cabe preguntarnos ¿qué significan estos problemas en términos
teóricos y prácticos cuando queremos generar dinámicas de I+D inclusiva y sustentable?
Determinismo tecnológico o social
En los análisis sobre el papel de la tecnología en la producción de dinámicas de
desarrollo se presentan al menos dos líneas argumentativas mono-causales
deterministas:
(a) Tecnológico: causalidad tecnológica, suelen concebir a los artefactos y
sistemas como meros derivados de la evolución tecnológica. Esta concepción
implica que:
"... sólo es posible que la tecnología pueda actuar de cadena transmisora en la mejora
social si se respeta su autonomía, si se olvida de la sociedad para atender únicamente a
un criterio interno de eficacia. La Tecnología -al igual que la ciencia- es presentada
como forma autónoma de la cultura, como actividad valorativamente neutral, como una
alianza heroica de conquista de la naturaleza" (González García et al., 1996).
Esta perspectiva supone la neutralidad de la tecnología, es decir, una misma
tecnología puede ser transferida de un contexto a otro cultural y socialmente distinto
consiguiendo iguales efectos en la productividad. Esto no sucede así en las PCT
latinoamericana.
(b) Social: causalidad social, considera el cambio tecnológico como simples
consecuencias de los cambios económicos, políticos o culturales.
Tanto uno como otro determinismo (social o tecnológico) implica estudiar y
entender el proceso de innovación y desarrollo tecnológico como piezas de un domino,
donde unas empujan a las otras. Esto genera una visión parcializada y equivoca que se
traduce en las políticas CyT que proponen soluciones puntuales para resolver problemas
complejos.
Sesgo hacia el modelo lineal de innovación y orientados al mercado
El determinismo va de la mano con el modelo lineal de innovación. Ésta
propugna una “cadena lineal de innovación”, que partiendo de la ciencia básica
generaría desarrollo socio-productivo (pasando por la ciencia aplicada, el desarrollo
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tecnológico y el mercado). La orientación al mercado implica una lógica
oferta/demanda de tecnología. En este sentido, se presentan dos problemas en la región:
(..) la escasa demanda de conocimiento científico y tecnológico por parte del sector
productivo. El segundo factor tuvo carácter estructural y consistió en la inexistencia o
la extrema fragilidad de los vínculos e influencias recíprocas entre el estado, la sociedad
y la comunidad científica (Dagnino, 1999).
En términos de política tecnológica,
(..) esta perspectiva implica la reducción del conocimiento científico y tecnológico a un
hecho fundamentalmente económico; no solamente esto, sino que además se le adjudica
el carácter de instrumento fundamental para el logro de un valor cargado de intereses e
ideología: la competitividad. (Albornoz, 1997)
Si bien existen múltiples críticas hacia esta concepción, se encuentra
ampliamente difundida tanto en el campo científico como en las políticas de ciencia y
tecnología en América latina.
Predominancia de las agendas internacionales de investigación y política
Los abordajes teóricos sobre PCT de Desarrollo declaran retóricamente tener
capacidad explicativa y utilidad práctica, sin embargo la agenda política y de
investigación de Ciencia y Tecnología suelen encontrarse disociadas en América latina.
Las interacciones entre científicos y decisores políticos generalmente remite al plano de
la construcción de discursos sobre “innovación + desarrollo”, y para mantener o mejorar
las condiciones de status quo de la producción del conocimiento CyT.
(..) se destacó el carácter marginal de la ciencia en la región, vinculándola con
la dependencia de los centros de poder mundial. Desde esta perspectiva crítica se
señalaba que la producción científica tenía más relación con las necesidades internas del
grupo social que las generaba, que con los requerimientos propios del desarrollo del país
dependiente (Herrera, 1971). Otros autores caracterizaban al sistema científico de los
países latinoamericanos como "exogenerado” y “endodirigido” (Suárez, 1973). Un
cuestionamiento más radical se tradujo en la distinción entre la ciencia “importada”,
“copiada” o generada localmente en función de demandas sociales, y el modelo de país
que a cada una de ellas correspondía (Varsavsky, 1969). (Albornoz, 2001)
Este apartado muestra algunos de los problemas cognitivos existentes y desafíos
políticos a superar y para ello es necesario pensar nuevos esquemas de producción de
conocimiento, partiendo de las prácticas de científicos y tecnólogos, de los decisores
políticos y policy makers y de los problemas sociales y ambientales existentes en la
región. Es preciso romper con estas interpretaciones y visibilizarlas en las prácticas para
generar nuevas formas de pensar el proceso de gestación e implementación de políticas
de innovación y desarrollo tecnológico para la Inclusión Social y el Desarrollo
sustentable.
2. Construyendo un framework adecuado: Del Constructivismo Social de la
Tecnología al Análisis “socio-técnico”
En este artículo proponemos pensar las PCT para Desarrollo Inclusivo y
Sustentable a partir de reflexionar los problemas cognitivos desde los Estudios Sociales
de la Ciencia y la Tecnología: el Constructivismo Social de la Tecnología (CTS), la
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Teoría del Actor-Red (TAR) y el Análisis Socio-Técnico (AST). Estos enfoques tienen
mayor capacidad explicativa que los enfoques que se focalizan en un aspecto como 'lo
social', 'lo económico' y 'lo tecnológico'.
Constructivismo Social de la Tecnología
En principio, el enfoque Constructivista Social de la Tecnología (CTS)
desarrollado por Wieber Bijker y Trevor Pinch sostiene que el desarrollo de las
tecnologías y las sociedades son el resultado de un mismo proceso de co-construcción
en el cual las tecnologías se diseñan y aplican socialmente y se construyen
tecnológicamente órdenes jurídico-políticos, organizaciones sociales y formas de
producción de bienes y servicios (Bijker y Pinch en Thomas et alli, 2008).
Al historizar los hechos y relativizar los valores, al develar decisiones y reconstruir las
trayectorias de artefactos y sistemas, los estudios sociales de la tecnología atentan
contra los procesos de naturalización, el sentido de inestabilidad, la opacidad de los
procesos de decisión política, el ocultamiento de las opciones, y proporciona un proceso
más democrático de diseño, implementación, evaluación y uso de las tecnologías...y de
las políticas.” (Pinch y Bijker en Thomas et alli, 2008)
Es decir, el desarrollo tecnológico es considerado parte de un 'tejido sin
costuras' donde es inadmisible realizar distinciones a priori entre 'lo social', 'lo
tecnológico', 'lo científico' y 'lo económico' (Hughes, 1986; Bijker, Hughes y Pinch,
1987). Este enfoque ofrece ventajas, en comparación con otras centradas en el accionar
de “sujetos” aislados, “artefactos singulares”, “situaciones originales”, o “factores” de
existencia 'universal', porque permite trascender visiones estáticas y normativas.
Segundo, posibilita superar la limitación de los enfoques deterministas, tanto
tecnológicos como sociales dado que el diseño de los artefactos y también su propio
funcionamiento son construidos como resultado de disputas, presiones, resistencias,
negociaciones y convergencias.
Y en tercer lugar, la des-construcción de actividades institucionales y
tecnológicas en términos de intermediarios y actores permite ‘mapear’ las acciones
consignadas de un modo no subordinado a una lógica originaria de producción. Tanto
los artefactos como las instituciones, las agencias gubernamentales como las fuentes de
financiación pueden ser interpretadas por estos desarrollos teóricos (Brieva, 2007;
Juarez, 2011).
Parte central de los estudios enmarcados dentro del enfoque del CST, definen
como problema analítico central el “funcionamiento” de la tecnología. El
funcionamiento es el resultado de una construcción social en donde los distintos grupos
sociales relevantes asignan diferentes sentidos (flexibilidad interpretativa) de
funcionamiento/no-funcionamiento. El funcionamiento de un artefacto o tecnología se
estabiliza cuando las controversias producto de la flexibilidad interpretativa, se clausura
(Pinch y Bijker, 1984; Bijker, 1995).
Enfocar el análisis sobre el funcionamiento, permite dos niveles
complementarios de cuestionamientos del modelo lineal de innovación y los enfoques
deterministas. En primer lugar, el funcionamiento de una tecnología no depende de sus
características intrínsecas sino que es el resultado de un proceso social. (Pinch y Bijker,
1987; Bijker, 1995). En segunda instancia, y en forma complementaria, el cambio
tecnológico no es el resultado de una trayectoria tecnológica donde las “viejas”
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tecnologías son reemplazadas por “nuevas y mejores”. Por el contrario, según Brunn y
Hukkinen, es “precisamente el propósito de los artefactos lo que se disputa en las
controversias tecnológicas. Los propósitos son determinados socialmente y no en un
espacio técnico asocial” (2008).
“La interpretación de los artefactos depende del tipo de problemas para los cuales el
artefacto en cuestión es considerado una solución. Diferentes grupos de personas
definen problemas relevantes de formas diferentes. Estas diferencias devienen
particularmente visibles en las controversias tecnológicas. Si una de estas
interpretaciones, o una combinación de ellas, se convierte en dominante -o tal vez,
incluso, paradigmática- esto necesita ser explicado. La clausura se refiere al
alineamiento de las interpretaciones, y consecuentemente al debilitamiento de la
controversia” (Brunn y Hukkinen, en Thomas et alli, 2008).
Los aportes del enfoque CST sobre las dinámicas y los procesos tecnológicos no
se reducen solo a derribar ideas del sentido común en cuanto al “progreso tecnológico”.
Desde el punto de vista de la política pública, en general, y la política de ciencia y
tecnología, en general, pone sobre la mesa cuestiones relativas a:
(a) quiénes participan efectivamente en el diseño y la implementación de
tecnologías, y en este sentido, permite pensar cuáles grupos sociales relevantes quedan
afuera del proceso y qué implicancias tiene sobre el logro de los “objetivos” de esas
políticas;
(b) cómo se construyen y configuran políticas en donde la ampliación de la
participación viabiliza efectivamente formas de “funcionamiento” de las soluciones
tecnológicas concretas.
Sin embargo, este enfoque presenta un problema relativo al alcance explicativo,
y por extensión, a la capacidad de aplicación práctica: la clausura de las controversias.
La clausura implica la estabilización del artefacto o proceso técnico. Dos formas
posibles de clausura son señaladas en Pinch y Bijker (1984, 1995), la clausura retórica
y la clausura por redefinición del problema. La primera refiere a la percepción de
“desaparición del problema” por parte de los grupos relevantes, la segunda, implica que
una resignificación del problema convierte una opción tecnológica en solución cuando
en términos del problema original no la era. Ahora bien, siguiendo esta línea de
razonamiento, el funcionamiento de la tecnología se estabiliza mediante procesos de
negociación de sentido. Procesos de negociación de sentido que se estabilización y/o
clausuran (baja la flexibilidad interpretativa).
Pero entonces, ¿cuál es el espacio que tiene la materialidad en la construcción de
funcionamiento? ¿los actores pueden hacer que los objetos “funcionen”
independientemente de las restricciones que estas ofrecen? O, en términos de este
trabajo, ¿es posible alcanzar soluciones tecnológicas concretas solamente enrolando a
los grupos sociales relevantes a los fines de reducir la flexibilidad interpretativa?
Teoría del actor-red
La teoría del actor-red (TAR) brinda un abordaje conceptual para integrar la
agencia de los materiales en el análisis. Esta teoría fue creada en el marco de las
discusiones relativas a los estudios de la ciencia, pero luego se difundió hacia los
estudios sociales de la tecnología. Este enfoque fue desarrollo originariamente por
Callon (1996 y 1998), Law (1989), Law y Callon (1992), y Latour (1993).
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Uno de los pilares epistemológicos y ontológicos principales es el principio de
simetría extendida o simetría radical. El enfoque TAR sostiene que tanto los actores
humanos como los agentes no-humanos tienen capacidad para intervenir en el proceso
de construcción de funcionamiento/no-funcionamiento de una tecnología. Según este
enfoque, todo proceso de intervención concreta debe vincular fuerzas entre humanos y
no-humanos. Como señalan H. Bruun y J. Hukkinen (2008), en la TAR, la red es
condición de posibilidad de la agencia del actor, o en otras palabras, el actor es la red y
se constituye como tal porque puede movilizar a una red de otros actores y actantes
(Fressoli et al., 2006).
Este enfoque tiene dos consecuencias sobre el análisis de los procesos
tecnológicos.
(a) La primera consecuencia es que, a diferencia del CST, en la TAR la
modificación de un artefacto, un proceso o un conocimiento no depende
exclusivamente de la asignación de sentidos de los actores. Los actores
pueden estar de acuerdo sobre un evento pero no movilizar ningún artefacto-
material para modificarlo, por lo tanto el acuerdo resulta ser meramente
retórico (Fressoli, 2011).
(b) La segunda, es la incorporación del poder al análisis. Como señalan Bruun y
Hukkinen (2008: p. 200), para la TAR el poder es productivo. Es decir, no
depende de las intenciones de los actores sino de su capacidad para conectar
cosas e intervenir materialmente en las concretas dinámicas y procesos que
vinculan a humanos y no-humanos.
Estos dos aportes de la TAR se vinculan con el concepto de traducción. El
concepto de traducción permite entender los procesos que se despliegan cuando los
actores-red se encuentran en disputa respecto de un artefacto o tecnología. Estos
procesos son el interesamiento, el enrolamiento y la traducción de intereses y
materiales. Para la TAR, si un actor busca promover una tecnología determinada
necesita traducir los intereses de otros actores y artefactos para incluirlos en su red. Si
logra la traducción, entonces los demás actores y artefactos se enrolan en su red y el
actor traductor se convertirá en el portavoz de la red
1
.
Los aportes de la TAR son útiles, entonces, a la hora de pensar en el diseño y la
implementación de políticas públicas. Por un lado, permiten entender el rol que los
elementos materiales imprimen sobre las condiciones de posibilidad de una solución
tecnológica. Por otro, permiten incorporar la dimensión del poder de una forma más
explícita en el análisis. Cuestiones no menores a tener en cuenta cuando se formulan y
despliegan estrategias de intervención en materia de política pública.
Sin embargo, este enfoque tiene problemas para analizar las políticas públicas en
contextos sociales diversos como los que representan los países en vías de desarrollo. El
TAR no explica la acción humana en relación a categorías sociales (intereses,
instituciones, organizaciones) porque considera que son resultado de traducciones, de la
misma manera que los artefactos que estas construyen. Por otro lado, tal vez la mayor
dificultad de este abordaje, es que no contribuye a explicar cómo se constituye la
1
La noción de traducción permite observar que el proceso de clausura no constituye simplemente la
imposición de un interés sobre otro. Más bien la traducción es el resultado de un proceso de negociación
relativo a las relaciones de fuerza, en la cual se co-construyen las identidades de los actores/actantes
enrolados y el actor-red. El elemento definitorio de la construcción de poder es la capacidad para
movilizar la red mediante la traducción de intereses. (Fressoli, 2011:60)
10
acción. Ambas cuestiones -escenario y los cómos- deberían ser fundamentales para
nuestra región.
Análisis socio-técnico
En este artículo se plantea utilizar los aportes de estos Estudios Sociales de la
Tecnología y construir soluciones teórico-prácticas para fortalecer una nueva propuesta
teórica-metodológica latinoamericana, el “Análisis Socio-técnico” (Thomas, 2008,
2009, 2010) que impulsa el Área de Estudios Sociales sobre la Innovación y la
Tecnología (Instituto de Estudios sobre la Ciencia y Tecnología - UNQ).
El “análisis socio-técnico” surge de las reflexiones analíticas sobre las dinámicas
socio-económicas y tecno-productivas en América latina y sobre los enfoques CST y
del TAR. A partir de ellos, el AST se orienta a contribuir un enfoque analítico que tenga
un mayor poder explicativo y que pueda ser utilizado para pensar las políticas
tecnológicas.
Los conceptos clave para superar las restricciones de los otros enfoques
relativistas son ‘alianzas socio-técnicas’ (Thomas, 2008), ‘funcionamiento’ (Fressoli,
2011) y ‘estrategias y política’ (Brieva y Thomas, 2008; Juarez y Becerra, 2012).
La noción de alianza socio-técnica refiere a la articulación entre artefactos,
materiales, conocimientos y actores que conforma la red que viabiliza o restringe las
posibilidades de funcionamiento/no-funcionamiento de una tecnología.
Es posible definir una alianza socio-técnica como una coalición de elementos
heterogéneos, implicados en el proceso de construcción de funcionamiento/no-
funcionamiento de una tecnología. Las alianzas se constituyen dinámicamente, en
términos de movimientos de alineamiento y coordinación de artefactos, ideologías,
regulaciones, conocimientos, instituciones, actores sociales, recursos económicos,
condiciones ambientales, materiales, etc., que viabilizan o impiden la estabilización de
la adecuación socio-técnica de una tecnología y la asignación de sentido de
funcionamiento/no-funcionamiento. Así, las alianzas socio-técnicas permiten describir y
analizar las relaciones entre actores y sistemas tecnológicos, entre grupos sociales
relevantes y artefactos. Al mismo tiempo, estas alianzas socio-técnicas muestran las
relaciones de poder, quién o qué articula y coordina el proceso de cambio socio-técnico.
En este sentido, el funcionamiento de un artefacto es un proceso de construcción
continua, que se despliega desde su concepción y diseño. Aún después de cierto grado
de “estabilización” de los sentidos asignados sobre la tecnología, se continúan
realizando ajustes y modificaciones que construyen nuevas y diversas formas de
funcionamiento. Fressoli (2012) señala que pueden existir funcionamientos múltiples de
una tecnología para distintos grupos sociales relevantes, y que los procesos de clausura
pueden no generarse.
El AST propugna incorporar algún nivel de explicación sobre la agencia de los
objetos diferenciándose tanto del CST como del TAR. Siguiendo a Thomas (2008):
(…) cabe la posibilidad de restringir el alcance de los procesos de construcción de
funcionamiento a homogéneos procesos sociales de asignación de sentido (en un
movimiento reduccionista homogéneamente social). Por el contrario, los artefactos, sus
características y condiciones físicas son tan relevantes como la subjetividad de los
actores implicados. Simplemente porque no es posible asignar cualquier sentido a
cualquier artefacto o sistema (Thomas, en Thomas et alli, 2008).
11
El funcionamiento se concibe como una relación interactiva de elementos
técnicos y sociales donde se mantiene el principio de la simetría. Los elementos
tecnológicos tienen agencia sobre los procesos de construcción de funcionamiento. Es
resultado de un proceso de construcción socio-técnica en el que intervienen elementos
heterogéneos: sistemas, conocimientos, regulaciones, materiales, financiamiento,
prestaciones, etc. normalmente de forma auto-organizada, elementos heterogéneos:
condiciones materiales, sistemas, conocimientos, regulaciones, financiamiento,
prestaciones, etc.
Finalmente, el carácter político y la relevancia dada al concepto de poder, lleva a
trabajar el concepto de estrategia. Este elemento teórico permite describir un conjunto
de acciones organizadas conscientemente por parte de un actor o grupo de actores
orientado a la consecución de un objetivo explícito, en tanto puede comprenderse su
concepción en el marco de estrategias que incluyen las hipótesis de conflicto y la
utilidad pretendida para el aparato, que determinan en parte los requerimientos para su
diseño.
El uso analítico del concepto estrategia, como metáfora del proceso que
determina el accionar de los actores sociales, permite hipotetizar las lógicas internas que
median entre las ‘racionalidades’ y las ‘acciones’ en el proceso de toma de decisiones, y
recorrer el conjunto de acciones realizadas por un actor determinado vinculándolas en
un cierto orden operacional. Al considerar el accionar en términos de 'estrategia llevada
a la práctica', es posible ordenar las acciones como adecuación de medios afines,
adaptaciones a restricciones del escenario, respuestas al accionar de terceros. (Brieva y
Thomas, 2008)
Estos conceptos AST se diferencian a otros enfoques relativistas por su carácter
político, la finalidad para los cuales fueron construidos es muy diferente a la pensada
por Callon o Bijker. El AST busca superar el determinismo, sin perder de vista la
finalidad política y social a la que desea contribuir. El AST busca mostrar la
complejidad de los procesos de innovación y cambio social, sin dejar de señalar
aquellos elementos clave para hacer política pública.
3. Análisis “socio-técnico” para el Desarrollo en América latina.
Propuestas de triangulación teórica-metodológica
El marco conceptual que provee el enfoque de análisis socio-técnico presenta
una ventaja adicional al CTS y TAR: es lo suficientemente flexible como para integrar
componentes del análisis de política. Cuestión no menor, dado que aumenta no solo la
potencia explicativa del enfoque, sino también permite ampliar el conjunto de
recomendaciones en términos de nuevas prácticas.
En este caso, se propone la triangulación metodológica del análisis socio-
técnico y análisis de políticas públicas permite pensar políticas de ciencia y tecnología
en términos de herramientas que impulsen el desarrollo inclusivo, en la forma de
Tecnologías para la Inclusión Social (TIS).
El constructivismo podría generar múltiples críticas a los enfoques como el
Análisis de Política. Primero, por ser determinista, y segundo, por presentar un modelo
lineal, generalmente de carácter poco interactivo. Sin embargo, algunos aportes de este
tipo de análisis permiten comprender elementos propios de la política pública, tales
12
como: proceso de toma de decisión y conformación de la agenda política, proceso de
implementación, la relación entre poder y toma de decisiones y estrategias.
La aplicación analítica permite determinar 'cambios', establecer 'líneas' de
coherencia, postular cortes temporales, diferenciar niveles de prioridad, determinar
jerarquizaciones y subordinaciones. Permite establecer hipótesis acerca de procesos de
toma de decisiones (por ejemplo, reconstruir intenciones o 'medir' el grado de
correlación entre éstas y las acciones correspondientes). Puede ser útil, entonces, para
establecer evaluaciones de las acciones en relación con los objetivos, y, en particular
para evaluar el grado de compromiso (coherencia) entre accionar y discursividad. Por
derivación posibilita observar al discurso, en su condición material, como una acción
política más.
La triangulación teórica-metodológica de ESCyT y el Análisis de Políticas
permiten un entendimiento sistémico y complejo de los cambios socio-técnicos
presentes en las políticas públicas a analizar; y contribuyen a pensar y re-pensar las
relaciones dinámicas entre policy makers, productores, usuarios y artefactos en términos
de atribuciones de sentido, construcción y estrategias de resolución de problemas,
criterios de diseño y valoraciones.
En principio, el análisis de políticas introducen un conjunto de categorías
analíticas a tener en cuenta: i) proceso de toma de decisión y conformación de la agenda
política, ii) proceso de implementación, iii) la relación entre poder y toma de decisiones
y, iv) estrategias.
Integrando elementos de AST y Análisis de Política
Una versión canónica sobre el proceso de toma de decisión presenta, en
principio, dos modelos polares (Ham y Hill, 1993): el racional y el incremental.
El modelo racional sostiene que los tomadores de decisión maximizan el valor
asociado a la decisión de una alternativa de acción, sobre un conjunto acabado de
opciones. Un conjunto de supuestos deben ser tenidos en cuenta: Información perfecta,
secuenciación racional de la toma de decisiones, y por supuesto, actores racionales que
toman decisiones en función de cálculos de costo-beneficio.
"Si los policy-makers operan de acuerdo con el modelo comprehensivo-racional ellos
deberían primero definir sus objetivos claramente y distinguir los niveles de ejecución
para satisfacerlos. Luego deben considerar algunas alternativas (idealmente, todas las
alternativas) que permiten alcanzar esos objetivos. Deben comparar sistemáticamente esas
alternativas, considerando sus costos y beneficios y luego deberían elegir las alternativas
que permitieran alcanzar esos objetivos al menor costo [...] otra concepción de proceso
ordenado es que la política funciona en estadios. Los eventos, por ejemplo, proceden de la
estructuración de la agenda, a través de tomas de decisión, hacia la implementación."
(Kingdon, 1984:83)
La segunda modelización polar es la incremental. Este tipo de modelo sostiene
que la toma de decisiones es, básicamente, resultado de pequeños cambios producto de
procesos de negociación y cambio del contexto social, económico y político. La visión
incremental plantea que el ajuste continuo entre "partidarios" de posiciones distintas -
para influenciar las decisiones en el ámbito del proceso político- aseguraría el ideal
democrático del pluralismo
Charles Lindblom y otros desarrollaron la descripción y defensa de un abordaje
incremental. En lugar de comenzar otra vez la consideración de cada programa o asunto,
los decision-makers aceptan lo que actualmente está sucediendo como dado y realizan
13
pequeños, incrementales, marginales ajustes en la conducta vigente. [...] el resultado es
que la política cambia muy lentamente. (Kingdon, 1984:83-4).
El modelo racional ha sido objeto de numerosas críticas. Se cuestiona, en
particular, que la realidad del proceso de toma de decisiones no responde a la lógica
racional deductiva que reduce a la toma de decisiones a una postulación de pasos
lógicos de prelación necesarios. Lo que en otras palabras es sostener que este tipo de
modelización provee poca capacidad poca capacidad explicativa y su vocación es
básicamente normativa.
Por su parte, el modelo incremental también es criticado. Por ejemplo, para
Renato Dagnino (1996) la decisión de adoptar la modelización incremental como
rectora del análisis conlleva un posicionamiento político por parte del analista, sesgado
a favor del statu quo.
Ahora bien, la noción de alianza socio-técnica permite, por un lado romper con
esta polaridad analítica. En principio, este concepto permite pensar a la política pública
no como el ejercicio de una voluntad vertical y centralizada, sino más bien, como el
resultado de la alineación y coordinación de un conjunto heterogéneo de elementos que
se vinculan vertical y horizontalmente y que permiten que esa política se consolide o sea
efímera.
En términos de la generación de soluciones tecnológicas a problemas relativos a
la inclusión social mediante el despliegue de concretas políticas públicas, el AST
mediante el concepto de alianza socio-técnica permite analizar el “funcionamiento/no-
funcionamiento” en dos direcciones interconectadas: en términos de la solución
tecnológica diseñada e implementada; como en términos del funcionamiento de la
propia política que contiene dicha solución. Por ejemplo, en el caso de la producción
pública de medicamentos este análisis ha permitido demostrar que tanto la propia
existencia de la unidad productora, como la política de producción, como la existencia
de su producción son resultado de una misma alianza socio-técnica que viabiliza ese
funcionamiento (Becerra y Santos, 2011).
Planteada la política pública en términos de las alianzas socio-técnicas que las
constituyen, es posible entonces repensar otras dimensiones de las políticas públicas.
Por ejemplo, el AST permite enlazar analíticamente, la construcción de la
agenda política, el poder y la toma de decisiones.
Inicialmente, toda cuestión contenida en una agenda atraviesa un ciclo vital
caracterizado por las siguientes pregunta-problema: ¿Quién y cómo lo problematiza?
¿Quién, cómo y cuándo logra convertirlo en cuestión? ¿Sobre la base de qué recursos y
acuerdos? ¿Cómo se define esa cuestión inicialmente?
Un análisis de los procesos de construcción de la agenda mediante el AST
implica (re)construir el proceso de conformación de esta teniendo en cuenta no solo los
intereses de los actores que forman parte de los organismos de gobierno (policy-
makers), sino especialmente de las alianzas socio-técnicas, constituidas por otros actores
sociales como ONG, Universidades, movimientos de base; y elementos materiales: Por
ejemplo, la reducción de la disponibilidad de petróleo (y el aumento de su precio), los
movimientos ecologistas, nuevos conocimientos en temas de almacenamiento de
energía eléctrica, las demandas de la población en materia de salud asociados a
contaminación, la propia toxicidad de ciertos procesos químicos asociados a la
14
destilación de combustibles; todos ellos conforman una alianza que posiciona el tema de
los “combustibles verdes” en la agenda.
Pero esa misma alianza también posibilita o imposibilita la capacidad de ejercer
poder en materia de la toma de decisiones.
De acuerdo con Ham y Hill (1993) es posible distinguir tres dimensiones en las
que el poder se ejerce y despliega, a través del dominio del proceso de toma de
decisiones y establecimiento de la agenda política.
La primera de estas dimensiones fue desarrollada por Dahl, y plantea que se
ejerce poder cuando las preferencias de una hipotética clase dominante sobre temas
clave son adoptadas por encima de las de otros grupos:
"A tiene poder sobre B en el sentido en que puede hacer que B haga algo que B
no hubiese hecho de otro modo" (Dahl, 1957:203)
La segunda dimensión fue planteada por Bachrach y Baratz. Criticando la
postura de Dahl argumentan que el poder no envuelve, simplemente, decisiones clave y
conductas actuales:
"El poder es también ejercido cuando A dedica sus energías a crear o reforzar
valores sociales y políticos y prácticas institucionales que limitan el alcance del proceso
político a la consideración pública de aquellos temas que son comparativamente inocuos
para A" (Bachrach y Baratz, 1962:984)
Llamaron a este proceso 'nondecision-making', y lo definieron como
[...] la práctica de limitar el alcance del decision-making actual a los asuntos 'seguros'
mediante la manipulación de los valores, mitos, instituciones políticas y procedimientos
dominantes en la sociedad" (Bachrach y Baratz, 1963:632)
Bachrach y Baratz distinguen entre nondecision-making y aspectos negativos del
decision-making como 'decidir no actuar' y 'decidir no decidir'. Nondecision difiere de
estos otros fenómenos dado que, cuando ocurre, los temas aún no han sido colocados
como asuntos de decisión. Resaltan que los intereses establecidos son protegidos por el
nondecision-making; en consecuencia la toma de decisiones respecto de regulaciones
demandadas no es una actividad neutral, sino que opera en desventaja para los grupos y
personas que procuran una reasignación de los recursos.
La tercera dimensión del poder es señalada por Lukes, y se desenvuelve a través
del ejercicio de dar forma a las preferencias de la población. Se ejerce donde no existen
conflictos abiertos, como en el planteo de Dahl, o encubiertos, como en el de Bachrach
y Baratz, sino latentes:
"A ejerce poder sobre B cuando A afecta a B en una manera contraria a los intereses de B"
(Lukes, 1974:27)
Desde la perspectiva de Lukes, la existencia de consenso no es indicativa de que
el poder no esté siendo ejercido. La dimensión en la que se opera este poder es
eminentemente ideológica.
Pues bien, a estas tres dimensiones incorporan ciertos supuestos que el AST
vuelve visibles:
En primer lugar todo ejercicio de poder en términos de Dahl o de Lukes supone,
en última instancia que un actor o grupo social tiene capacidad de enrolar los intereses
de otros actores o grupos. Cuestión contemplada en la noción de alianza socio-técnica.
15
Sin embargo, en segundo lugar, los enfoques de Dahl, Lukes o Bachrach y
Baratz, no contemplan que esa capacidad para tomar decisiones enrolando los intereses
de otros actores o la capacidad de no llevar acciones a cabo; descansa sobre las
condiciones de posibilidad que cierta matriz material (o en otro sentido, la tecnología) le
provee. Con esto se busca afirmar, que los actores marginados de la toma de decisiones
pueden generar atributos de poder mediante la vinculación con otros actores, humanos y
no-humanos.
El poder nuevamente, no se ejerce verticalmente, sino más bien es de tipo
relacional. Bajo ciertas condiciones socio-técnicas particulares, mismo actores tienen
distintos grados de poder y por lo tanto, la conformación de las agendas y la toma de
decisiones no responde a un continuo de racionalidades. Estas se modifican en
interacción con las concretas dinámicas y procesos socio-técnicos que se desenvuelven.
Ahora bien, es inadecuado restringir el análisis de políticas a la instancia de
toma de decisiones. Hacerlo así equivaldría a plantear que plano y obra ejecutada son,
simplemente, sinónimos.
Van Meter y Van Horn definen proceso de implementación como:
Aquellas acciones realizadas por individuos (o grupos) públicos o privados dirigidas al
logro del conjunto de objetivos planteados en decisiones políticas (Van Meter y Van
Horn, 1975:445)
Los estudios sobre implementación normalmente se focalizan en el gap existente
entre planificación y realización. Pressman y Wildavsky (1973) argumentan que, si la
acción depende de un número de vínculos en una implementación encadenada, que
requiere cooperación entre agencias, por ejemplo, pequeños déficits acumulativos
pueden generar el fracaso de la tentativa. A fin de describir estos efectos, introducen el
concepto de “déficit de implementación”.
Resulta inadecuado considerar la implementación como un proceso aislado del
resto del proceso político. En el análisis de políticas públicas la instancia de
implementación desempeña un papel clave, dada la distancia entre proceso de toma de
decisiones y puesta en práctica de las acciones. De hecho, normalmente las unidades de
implementación de políticas públicas son estructural y funcionalmente diferenciadas del
aparato del ejecutivo, y, además, de naturaleza heterogénea.
Elmore (1993) propone una modelización en la que configura cuatro tipos
ideales de organización. En cada uno de los modelos vincula complementariamente el
principio constructivo de la institución, la distribución interna del poder, el proceso de
formulación de políticas organizacionales y la forma de implementación.
Tabla 1: Los cuatro modelos de Implementación. Aspectos estilizados.
Modelo
Criterio Rector
Distribución de
Poder
Formulación
de Políticas
Organizacion
ales
Proceso de
Implementación
I
Organizaciones como
agentes racionales
Control
Jerárquico
Asignación
óptima de
responsabilida
des
Orientada a
objetivos y
maximizadora de
valor
II
Control de la
discrecionalidad y la
rutina
Poder
fragmentado y
disperso
Modificacione
s
incrementales
Reducción de
discrecionalidad,
modificación de
rutinas
16
III
Satisfacción de las
necesidades
psicológicas y sociales
básicas de los
individuos
Poder distribuido
horizontalmente
Creación de
grupos de
trabajo
efectivos
Construcción de
consensos y
complementación
entre policy-makers
e implementadores
IV
Organizaciones como
loci de conflicto por
pujas de poder y
asignación de recursos
Distribución de
poder inestable
Negociación
dentro y entre
las unidades
Es el resultado de
una compleja serie
de decisiones
negociadas que
reflejen las
preferencias y
recursos de los
participantes
Fuente: Elaboración propia en base a Elmore (1993)
Este tipo de modelizaciones, sin embargo, deja implícito en el análisis las
racionalidades y estrategias que los actores materializan en la concreción de sus
prácticas. En otras palabras, los ejercicios de “modelos ideales” de Max Weber como el
de Elmore, sirven para categorizar analíticamente procesos pero pierden capacidad
explicativa y aplicativa. Cuestión que se repite con los modelos polares de toma de
decisiones, y las explicaciones estilizadas relativas al poder, la construcción de agenda y
la acción/no-acción política.
Si en los países capitalistas avanzados, el casamiento de la política “de” y “para”
la ciencia y tecnología generó dinámicas sociales fructíferas, es necesario que en
América latina se constituya un framework que sea útil para analizar, formular e
implementar PCT que lleven a desplegar dinámicas y procesos de desarrollo inclusivo
y sustentable.
4. Reflexiones finales
Este artículo planteó utilizar los aportes de los Enfoques Sociales de la
Tecnología para trabajar sobre una nueva propuesta teórica-metodológica denominada
como “Análisis Socio-Técnico” para analizar las políticas científicas y tecnológicas
orientadas al Desarrollo Inclusivo y Sustentable.
En principio, este trabajo describió diferentes problemas de los enfoques teóricos
actuales y de la forma en que se diseñan e implementan las PCT en América Latina, a
saber: determinismo (tecnológico o social), sesgo hacia el modelo lineal de innovación
y orientados al mercado, y predominancia de las agendas internacionales de
investigación y política.
Posteriormente, se han analizado las ventajas y problemas de los Enfoques
Sociales de la Tecnología y se ha reflexionado sobre las limitaciones de los aportes
tradicionales del Análisis de Política. Particularmente, se señalo que el Análisis de
Política no dispone de la “potencia” suficiente como para poner en tensión y superar los
problemas característicos de los análisis de la PCT.
El AST busca superar los aportes de enfoques anteriores trabajando sobre tres
conceptos: funcionamiento y alianzas socio-técnicas.
El concepto de funcionamiento puede ser utilizado tanto para analizar por qué
ciertas soluciones tecnológicas “funcionan” o “no funcionan”, como para entender por
17
qué cierta configuración de política pública se estabiliza. Y las alianzas socio-técnicas
que construyen funcionamiento/no-funcionamiento unos de los elementos que se
vinculan son las ideas o, en términos más generales, la ideología.
En este sentido, durante el proceso social de producción de ideologías y de
constitución ideológica de los sujetos se generan estructuraciones, algunas de ellas
relativamente estables. Durante el proceso, se genera una jerarquización de premisas, un
encadenamiento de criterios, una causalidad de lo existente. La forma de integración, el
grado de elaboración de la constitución, la cohesión de algunas interpelaciones respecto
de otras van determinando una estructuración orgánica. Esas estructuraciones
ideológicas pueden ser denominadas como racionalidades (Thomas, 1999).
Cuando las alianzas socio-técnicas se constituyen en torno a la viabilización del
funcionamiento de un cierto tipo de políticas, esas racionalidades ordenan en parte el
mundo de los actores. Es de esperarse entonces, que aquellos principios o ideas que los
actores crean “Verdaderas” organicen el conjunto de estrategias y acciones que los
actores llevan a cabo cuando formulan o diseñan esas políticas.
De aquí entonces, el carácter performativo de la teoría, como fuente adicional de
constitución de ideas. Si las PCT se constituyen sobre alianzas socio-técnicas donde las
racionalidades que priman son de tipo deterministas, lineales (modelo lineal de
innovación), orientadas al mercado (modelos shumpetereanos), o “lo que hicieron en
EE.UU es lo que debemos hacer” o “el caso Japonés como caso de éxito”, entonces la
política pública resultante se materializará de acuerdo con esas racionalidades.
En todo caso, lo que se busca afirmar aquí, es que si queremos cambiar la forma
en que se constituye la política de CyT y orientarla hacia el fortalecimiento e impulso de
dinámicas de desarrollo inclusivo es necesario, en primer lugar, modificar el conjunto
de ideas (tanto desde el conocimiento científico como del sentido común) que dan
forma a las racionalidades que se integran en la alianzas socio-técnicas.
Por eso es necesario salir de enfoques teóricos exogenerados, y empezar a pensar
aproximaciones analíticas locales. Por más bien intencionado que sea un hacedor de
políticas, si en su racionalidad impera un conjunto de lógicas exogeneradas reproducirá
en la práctica los mismos problemas que busca evitar. Esto es producto de buscar
construir soluciones a problemas locales con lógicas externas, lo que deviene en
procesos de inadecuación socio-técnica.
En el plano de la acción en política pública, ¿Cómo se empieza a cambiar esas
racionalidades? ¿cuáles son los problemas que la PCT debe abordar para efectivamente
poder desplegar procesos de desarrollo?
Esto claramente, nos refiere nuevamente a las racionalidades. Por ejemplo, el
problema es lo que cada actor codifica como problema. Sin embargo, esta relación
puede romperse incorporando otras racionalidades dentro de la construcción del
problema de los actores y por extensión dentro de la alianza socio-técnica. Esto no es ni
más ni menos que hacer participar en el diseño de políticas a otros actores no
considerados, como por ejemplo, a los “usuarios-beneficiarios”. En otras palabras, la
propia concepción estratégica de toda política pública debe ampliar los niveles de
participación de toma de decisiones a los actores marginados.
Este artículo tiene por objetivo comenzar a poner en el escenario de la
comunidad académica latinoamericana la necesidad de pensar y repensar qué enfoques
18
teóricos utilizamos y cómo estos contribuyen (o no) al desarrollo de nuestras
sociedades.
19
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