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LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA: LA PROVINCIA DE COIXTLAHUACA

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Resumen: En 1948 Ignacio Bernal realizó excavaciones en Coixtlahuaca para verificar la idea de que este sitio hubiera sido el más importante para la Triple Alianza para hacerse de bie-nes de lujo procedentes de la Mixteca Alta. Sin embargo, sus excavaciones demostraron que el material azteca recolectado en el sitio de Inguiteria, capital de Coixtlahuaca, representaba menos del 0.4 % del total recolectado en el lugar, lo cual puso en duda que fuera el lugar más importante del imperio para hacerse de estos bienes. Este nuevo proyecto, realizado 60 años después, combinando la etnohistoria del siglo XVI , métodos no destructivos de estudio de la superficie y excavaciones científicas, intenta aportar nuevos datos sobre la presencia azteca en esta provincia. En el presente artículo pretendemos dar contestación a algunas preguntas aportando detalles nuevos y actualizando algunos puntos, pero como se puede apreciar, las conclusiones de Bernal todavía son válidas, y al final, todo parece indicar que los instrumentos de control como la fuerza de armas y las ejecuciones resultaron crudos, efímeros e insuficientes frente a una extensa masa demográfica y una economía tan desarrollada como la de Coixtlahuaca en particular y de Oaxaca en general. Palabras clave: Coixtlahuaca; Inguiteria; aztecas; Oaxaca. Abstract: In 1948 Ignacio Bernal carried out excavations in Coixtlahuaca to test the idea that this place was the Triple Alliance's center for seizing the luxury goods (bright feathers, cotton clothe, and gold) of the Mixteca Alta. Yet his excavations found that Aztec materials at Inguiteria, the Coixtlahuaca capital, represented 0.4 % of the artifacts recovered at this site, which might cast some doubt on the effect of the aztec imperial presence here. This new project, carried out 60 years later, uses sixteenth-century ethnohistory, non-destructive surface investigation, and scientific excavations in an attempt to shed new light on the aztec presence in this province. It asks questions such as: Was there a mexica garrison or colony? Was there just one isolated aztec site or were there several? What was the size and extent of the Inguiteria site? What is the context of the aztec material within the matrix of all the local materials? In this article we attempt to answer some of these questions, providing new details and updating certain points, yet as we will see, Bernal's conclusions still have validity.
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An. Antrop., 44 (2010), 77-103, ISSN: 0185-1225
LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA:
LA PROVINCIA DE COIXTLAHUACA
Stephen A. Kowalewski, Luis Barba Pingarrón, Gabriela García Ayala, Benjamin
A. Steere, Jorge Blancas Vázquez, Marisol Yadira Cortés Vilchis, Leonardo López
Zárate, Agustín Ortiz Butrón, Thomas J. Pluckhahn y Blanca Vilchis Flores
Resumen: En 1948 Ignacio Bernal realizó excavaciones en Coixtlahuaca para verificar la idea
de que este sitio hubiera sido el más importante para la Triple Alianza para hacerse de bie-
nes de lujo procedentes de la Mixteca Alta. Sin embargo, sus excavaciones demostraron que
el material azteca recolectado en el sitio de Inguiteria, capital de Coixtlahuaca, representaba
menos del 0.4 % del total recolectado en el lugar, lo cual puso en duda que fuera el lugar más
importante del imperio para hacerse de estos bienes.
Este nuevo proyecto, realizado 60 años después, combinando la etnohistoria del siglo
XVI , métodos no destructivos de estudio de la superficie y excavaciones científicas, intenta
aportar nuevos datos sobre la presencia azteca en esta provincia.
En el presente artículo pretendemos dar contestación a algunas preguntas aportando
detalles nuevos y actualizando algunos puntos, pero como se puede apreciar, las conclusiones
de Bernal todavía son válidas, y al final, todo parece indicar que los instrumentos de control
como la fuerza de armas y las ejecuciones resultaron crudos, efímeros e insuficientes frente a
una extensa masa demográfica y una economía tan desarrollada como la de Coixtlahuaca en
particular y de Oaxaca en general.
Palabras clave: Coixtlahuaca; Inguiteria; aztecas; Oaxaca.
Abstract: In 1948 Ignacio Bernal carried out excavations in Coixtlahuaca to test the idea that
this place was the Triple Alliance’s center for seizing the luxury goods (bright feathers, cot-
ton clothe, and gold) of the Mixteca Alta. Yet his excavations found that Aztec materials at
Inguiteria, the Coixtlahuaca capital, represented 0.4 % of the artifacts recovered at this site,
which might cast some doubt on the effect of the aztec imperial presence here.
This new project, carried out 60 years later, uses sixteenth-century ethnohistory, non-
destructive surface investigation, and scientific excavations in an attempt to shed new light
on the aztec presence in this province. It asks questions such as: Was there a mexica garrison
or colony? Was there just one isolated aztec site or were there several? What was the size
and extent of the Inguiteria site? What is the context of the aztec material within the matrix
of all the local materials?
In this article we attempt to answer some of these questions, providing new details and
updating certain points, yet as we will see, Bernal’s conclusions still have validity.
Keywords: Coixtlahuaca; Inguiteria; aztecs; Oaxaca
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
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INTRODUCCIÓN
El día 18 de febrero del año 1948, Ignacio Bernal (que dos años antes había re-
cibido el grado de maestro en arqueología) llegó con dos ayudantes a San Juan
Bautista Coixtlahuaca, un pueblo pequeño y bastante aislado de la Mixteca Alta
de Oaxaca. Bernal disponía de un presupuesto de $ 5 000 pesos y una fuerza de
trabajo de unos 64 campesinos del pueblo (Bernal 1948, 1948-1949; Manrique
y Castillo 1997). Su propósito fue realizar excavaciones en el sitio arqueológico
principal de este pueblo llamado Inguiteria que, según todas las historias, había
sido la sede más importante del Imperio Azteca para que los diversos bienes de
lujo, como las plumas brillantes, el algodón y el oro, llegaran a los palacios de los
reyes de la Triple Alianza (Tenochtitlán, Texcoco, y Tlacopan).
Este lugar ha sido conocido a través de la tradición oral como un espacio con
presencia azteca y un centro de poder prehispánico que fue conquistado después de
una ardua lucha con los mixtecos. Esto ha sido corroborado a través de la presencia
de material cerámico de tradición azteca y un posible entierro azteca con seña-
les de incineración, lo que contrasta con la tradición funeraria típica en esta porción
de Oaxaca que es la inhumación. Además se han localizado diversos materiales
con técnicas de elaboración que representan las modas de lujo mesoamericanas
del último siglo prehispánico (por ejemplo, una máscara de madera con mosaico
de turquesa y concha). Todos estos elementos arqueológicos han dado pauta a
los arqueólogos del INAH y a los habitantes de San Juan Bautista Coixtlahuaca
para interpretar la presencia azteca en este lugar.
Teniendo claro que los aztecas llegaron a este sitio, Bernal insistió en que
esta presencia sólo fue breve y excepcional, ya que se trata de un sitio dominado
por la cultura material local, la de la Mixteca Alta. De hecho, subrayó que los
tepalcates aztecas no representaron más de 0.4 % del total recolectado.
Hasta aquí llegó la investigación arqueológica de Coixtlahuaca (y de los
aztecas que habían venido a controlar esta parte de la Mixteca) por muchos
años. Posteriormente varios rescates oportunos y valiosos en la zona vinieron a
reforzar el conocimiento de la tradición mixteca y la abundancia de los asenta-
mientos de este tipo en el Posclásico tardío (Ramírez 1994a, 1994b). En el año
2008, sesenta años después del estudio de Bernal, se regresó a Coixtlahuaca para
iniciar un nuevo estudio arqueológico de la región. La propuesta fue utilizar la
investigación anterior y extender las preguntas sobre la línea que había trazado
Bernal sobre los aztecas en la Mixteca. El proyecto anterior utilizó excavaciones;
nosotros empleamos nuevos métodos de estudio de superficie no destructivos para
identificar la extensión total de las áreas que presentan material azteca.
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LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
Este nuevo proyecto partió de preguntas como: ¿hubo una guarnición o co-
lonia mexica? ¿Hubo un solo lugar o varios con presencia azteca? ¿Cuál fue el
tamaño o extensión total del sitio de Inguiteria? ¿Cómo se entiende el material
azteca dentro de la matriz de artefactos locales? En el presente artículo podemos
dar respuesta a estas preguntas considerando a la vez los resultados del estudio
de hace 60 años. Nosotros logramos proporcionar detalles nuevos y actualizar
algunos puntos, pero como veremos, las conclusiones de Bernal todavía son válidas.
INGUITERIA, CENTRO URBANO
En su informe, Bernal simplemente caracterizó a Inguiteria como una ciudad, lo
supo como un hecho que no requería de ninguna elaboración ni estudio dedicado.
Cuando el presidente municipal de San Juan Bautista Coixtlahuaca había tenido
unos días de observar los procedimientos de campo que utilizábamos para docu-
mentar la extensión del sitio, él mismo expresó que el asentamiento se extendería
continuamente desde el norte del pueblo actual hasta el cerro Ñiaxugue, que se
localiza a una distancia de 3 km al sur del centro del pueblo. Después de varias
pesadas y a su vez fascinantes semanas de recorrido sistemático a pie, averiguamos
que el presidente tenía razón.
Figura 1. Vista panorámica del valle. A la izquierda se aprecian los terrenos en donde se levantó
Inguiteria. A la derecha se puede ver el actual poblado de San Juan Bautista Coixtlahuaca.
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
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La mancha urbana de Inguiteria consiste en una cobertura continua de diversos
materiales arqueológicos como la cerámica, desperdicios e instrumentos de piedra
y piedras careadas o recortadas para muros y cimientos, que son visibles por casi
todas partes en la superficie de los terrenos y que representa los restos y la basura
de unidades domésticas. En las lomas, que constituyen la mayor parte del sitio,
el suelo es delgado y el arado y la erosión han traído a la superficie abundantes
cantidades de artefactos (figura 1).
Profundas barrancas creadas mayormente por la erosión del suelo han de-
vorado partes sustanciales de las laderas, pero aun en esta situación, la erosión
ha dejado pequeñas penínsulas e islas que conservan una capa delgada del suelo
original, la cual contiene grandes cantidades de artefactos y restos de cimientos.
Estas islas y penínsulas prueban que el asentamiento antiguo se extendió sobre
espacios que ahora están deslavados y en muchos casos desaparecidos. De hecho
en Inguiteria, donde el suelo aún se mantiene en buenas condiciones, se observan
artefactos y evidencias de habitaciones y en los espacios que ahora están recorta-
dos por arroyos profundos, seguramente existieron asentamientos en el pasado.
El estrecho valle presenta otra situación porque el actual piso ha sido
modificado con el paso del tiempo (Rincón 1999). La superficie del valle quedó
enterrada hace ya varios siglos por un metro o más de aluvión (suelos orgánicos
erosionados o deslavados de las laderas del sitio que van mezclados con una gran
cantidad de subsuelo de color rojizo). Sabemos que existieron habitaciones en el piso
del valle que ahora está cubierto porque en los paredones o perfiles del Río Cule-
bra (el principal de este valle), se puede ver una capa de tierra gris oscura con
artefactos del Posclásico tardío que aún están bien conservados. Esta capa gris
con artefactos era el piso de la ocupación antigua del valle y demuestra que en
el Posclásico tardío no sólo las lomas estuvieron habitadas sino también el valle.
En las lomas altas, en situaciones de menor inclinación, la superficie de la
tierra es una capa de caliche o tepetate, conocido localmente por la palabra ende-
que (que viene de la palabra mixteca indiqui). Este suelo de gran dureza tiene
un color blanco que puede ser observado en las lomas del pueblo actual (figura
2). Aun en estas condiciones, muchas veces se encontró material cerámico típico
del Posclásico tardío, desperdicios de sílex y piedras de basalto recortadas para
muros o cimientos.
El pueblo de San Juan Bautista Coixtlahuaca se construyó sobre una parte
de la ciudad prehispánica, ya que sabemos que este pueblo ha sido ocupado
continua-mente desde el Posclásico tardío. En los recorridos dentro del pueblo
actual fue fácil encontrar tepalcates del periodo Posclásico en la superficie de
los terrenos, en los perfiles creados por las zanjas, en los caminos y en los pozos.
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LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
Además, existe información actual de que varias tumbas se han encontrado en
las calles y en los lotes, esto ha sido comprobado ya que las ofrendas asociadas
a las tumbas (que generalmente contienen material cerámico de tradición local
como los cajetes de servicio tipo Rojo sobre crema) se encuentran resguardadas
en la bodega municipal y en el ex-Convento San Juan Bautista.
Para establecer el límite del sitio de Inguiteria se utilizó la regla de 100 me-
tros, la cual establece que un espacio de 100 m sin artefactos significa el límite
del sitio y si hay artefactos a una distancia mayor se designa como otro sitio. La
excepción de esta regla se aplica a los recorridos en superficies removidas por la
erosión, ya que en este caso se reconstruye el asentamiento no como es ahora,
sino como estaba en el Posclásico tardío, antes de la erosión pos-abandono. Esta
definición del límite de sitio es la misma que se emplea en todos los proyectos de
arqueología regional de la Mixteca Alta y los valles centrales de Oaxaca, por lo
que el tamaño de Inguiteria no se fijó de manera arbitraria.
La extensión de Inguiteria que se observa en la figura 3 representa la dis-
tribución de artefactos de una sola fase, que constituye la última parte o tal vez
menos de dos siglos del Posclásico tardío. Las excavaciones estratigráficas de
Bernal concluyeron con la misma teoría de que la ocupación de Inguiteria data
Figura 2. Cárcavas de erosión reciente en las proximidades de Inguiteria.
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
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para un periodo breve a fines del Posclásico. Dentro de esta poligonal existen si-
tios de fases anteriores o del Preclásico y el Clásico, pero entre esas ocupaciones
tempranas y la del Posclásico tardío pasó un tiempo de abandono y parece que
la ciudad se fundó de nuevo en el siglo XIV. El área de Inguiteria se extiende por
un total de 3 000 ha, o 30 km2. Todo indica que se trata del sitio más extenso que
se conoce en Oaxaca, pero esto puede ser un poco arbitrario. De mayor impor-
tancia es el hecho de que en el Posclásico tardío múltiples señoríos en Oaxaca y
más allá tenían asentamientos extensos, por ejemplo Tututepec de 27 km2 (Joyce
et al. 2004), el pequeño valle de Teposcolula en donde los asentamientos de la
misma fase suman 24 km2 (Kowalewski et al. 2009: 490), el valle de Yanhuitlán
donde la ocupación suma unos 20 km2 (Spores 1972); los valles ventrales Cuilapan,
Macuilxóchitl y Mitla también destacan por tener asentamientos notablemente
extensos (Kowalewski et al. 1989: 316).
En suma, Inguiteria, la cabecera del señorío de Coixtlahuaca, era una ciudad
extensa. Podemos especular que los aztecas vinieron a conquistar no sólo una
Coixtlahuaca
Oaxaca
Puntos de recolección de cerámica azteca
Área de ocupación durante la fase Natividad
0 1000 2000 metros
N
Figura 3. Poligonal de Inguiteria en la fase Natividad, donde se indican los puntos de recolección
de la cerámica azteca.
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LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
sede de gran importancia en el intercambio interregional, sino también uno de
los centros urbanos mesoamericanos del primer rango demográfico.
LOS AZTECAS EN COIXTLAHUACA EN LA HISTORIA
DOCUMENTAL
Coixtlahuaca significa “Llano de culebras”, que en mixteco es Yodzo coo (Caso 1977
I: 118-136, II: 221; Smith 1973: 65-66, 242-245), mientras que en lengua chocho
(según Martínez Gracida 1903; Veerman 2000: 130) es conocido como Inguinche.
Su glifo de toponimia se representa en formas semejantes en los documentos
pictóricos aztecas, como puede verse en las páginas 7v y 43r del Códice Mendoza
(Berdan y Anawalt 1992) y en los documentos de la Mixteca (Caso 1977; König
1999; Smith 1973). El pueblo de Coixtlahuaca ha mantenido continuidad geo-
gráfica y cultural sin interrupción desde muchos años antes de la Conquista espa-
ñola hasta el presente. Se preserva una constante tradición de historia oral sobre la
leyenda del rey Atonaltzin y la reina Xochiquétzal además de la ubicación de sus
respectivos palacios (el de Atonaltzin en la loma al poniente y el de ella a menos
de 1 km al este en el sitio del ex-Convento San Juan Bautista). Como sabemos,
Bernal excavó en el área con varios montículos artificiales, denominada Inguiteria,
que los ciudadanos identifican como la sede del rey Atonaltzin.
El cronista español fray Diego de Durán cuenta que la razón para la conquista
de Coixtlahuaca fue económica:
antiguamente era de los más principales de aquella provincia y donde se hacía un mercado de
mucha riqueza, y así, acudían a él muchos mercaderes forasteros de toda la tierra: de México,
de Tezcuco, de Chalco, de Xuchimilco, de Cuyuacan, Tacuba, Azcaputzalco, finalmente de
todas las provincias de la tierra, a sus granjerías, resgates de oro, plumas, cacao, jícaras muy
galanas, ropa, grana, hilo de colores que hacían de pelos de conejo (Durán 1967 II: 185).
Igualmente, en el Códice Ramírez (1979: 178) se menciona que “se hacía un
muy famoso tianguis, al cual acudían todas las naciones, muchos mercaderes y
en especial de la provincia de México”.
Según los Anales de Cuauhtitlán:
4 calli-5 tochtli: en este año, Moteucçomatzin el viejo se apercibió a combatir; y salieron todos
a guerra a conquistar a Cohuayxtlahuacan, donde reinaba entonces el gran rey Atónal, cuya
atención absorbía el negocio del tributo de todas partes del Anáhuac [...]. Cuando fue tomada
la ciudad de Cohuayxtlahuacan, de ahí por primera vez comenzaron a entrar hacia acá oro,
plumas ricas de quetzalli, hule, cacao, y otras riquezas, etcétera; y con el tributo empezó la
consolidación de la monarquía mexicana (Códice Chimalpopoca 1945: 52).
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
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Las fuentes coinciden en que fue durante el reino de Moctezuma Ilhuicamina
(ca. 1458) cuando se conquistó Coixtlahuaca (Alvarado Tezozómoc 1878: 334 ff;
Clavijero 1964: 109-110; Chimalpahin 1997 I: 233, II: 57; Berdan y Anawalt 1992
I: 36, 164, II: 17; Ixtilxóchitl 1965 II: 196, 318; Sahagún 1956 II: 287). La campaña
militar fue difícil, los aztecas tuvieron que reclutar el ejército más numeroso de
su historia previa y fueron derrotados en el primer intento. Los mixtecos y cho-
chos de Coixtlahuaca fueron ayudados por soldados de Huexotzinco y Tlaxcala
(Clavijero 1964: 109-110; Torquemada 1943 I: 158-160). Dahlgren (1979: 186-187)
sugiere que la conquista “se extendió sobre un lapso de varios años”. Más tarde,
durante los reinos de Nezahualpilli y Moctezuma II, la provincia se rebeló contra
el yugo mexicano (Clavijero 1964: 136; Ixtilxóchitl 1965 II: 318).
Cuando Moctezuma conquistó Coixtlahuaca, cargaron a México “mantas de
a diez brazas, fardos de chile y fardos de algodón, y sal de la mar y diversos géne-
ros de colores para teñir y pintar” (Durán 1967 II: 188). Considerando los bienes
económicos y las conexiones de sus mercados, es lógico que los aztecas hubieran
mantenido una presencia personal en la cabecera de Coixtlahuaca. Sobre esto el
registro documental es contradictorio y ambiguo. Durán afirma que hubo un virrey
que recolectó el tributo (1967 II: 195), pero dicho oficial sería el calpixque y no un
gobernador. Alvarado Tezozómoc (1878: 338, 494) habla de mayordomos para la
renta (calpixque) en Coixtlahuaca durante los tiempos de Moctezuma Ilhuicamina
y Ahuitzotl. La historia de los Anales de Cuauhtitlán (Códice Chimalpopoca 1945)
relata que la reina de Coixtlahuaca fue llevada a Tenochtitlan por Moctezuma pero
resistió sus avances y le fue permitido regresar a su tierra, donde ella se encargó
de recolectar el tributo azteca. En 1580, el Corregidor de dos pueblos al oriente
de Coixtlahuaca, respondiendo al Cuestionario Real, escribió que estos pueblos
tributaron “grana cochinilla [...] mantas de algodón y plumeria [...] y chalchihui-
tes que son de poco precio [...] las iban a buscar a otros pueblos [...] y las rascatauan
a trueque de unas mantillas [...] que corría entre ellos por moneda” y dos calpixques
mandaron que lo llevaran “a la provincia de Cuestlauaca, donde... Munteçuma
tenía puesta su frontera de gente de guerra” (Mezquita 1580: 165). Estas fuentes
reflejan las voces de los vencedores de Tenochtitlan y Texcoco. Mientras que
en los códices y lienzos provenientes de la región de Coixtlahuaca, un corpus
substancial de doce documentos del siglo XVI, es notable la total ausencia de los
aztecas (Boone 1996; Van Doesburg y Van Buren 1997).
En resumen, es cierto que el Coixtlahuaca de Atonaltzin y Moctezuma es San
Juan Bautista Coixtlahuaca y los documentos aztecas coinciden en que la con-
quista, o por lo menos la primera conquista, fue durante el periodo de Moctezuma
Ilhuicamina, unos sesenta años antes de la Conquista española. Coixtlahuaca fue
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LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
importante por su mercado y por permitir el acceso de bienes exóticos al Altiplano
central, como el cacao, el algodón, las plumas de color y el hule, entre otros. Los
documentos históricos no hablan mucho de la ciudad de Coixtlahuaca. La perma-
nencia física de los aztecas en este centro es incierta y abarca varias posibilidades,
desde una guarnición militar hasta una estancia efímera de unos oficiales.
Las fuentes documentales ofrecen al estudio arqueológico la posibilidad de
buscar huellas de una presencia azteca en la arquitectura de Inguiteria. ¿Hay algo
que no cabe dentro de las formas arquitectónicas típicas de Oaxaca? ¿Existe un
espacio que se puede identificar como plaza para un mercado de alcance extrarre-
gional? A juzgar por los artefactos aztecas, ¿qué extensión tendría su distribución?
¿Será un área pequeña y bien demarcada, o se tratará de un área grande como se
espera de una guarnición permanente? Nuestro plan de investigación fue conce-
bido para contestar estas preguntas y a continuación se muestran los resultados.
ARQUITECTURA
En su artículo de hace sesenta años, Bernal (1948-1949) publicó un dibujo es-
quemático de los montículos y las plazas, pero informó que era sólo un croquis
sin escala hecho sin el beneficio de los instrumentos de precisión. Ahora podemos
actualizar su croquis utilizando la tecnología topográfica y la fotografía aérea.
Para levantar el mapa topografico se utilizó un instrumento de Geoposición Sate-
lital (GPS) de precisión centimétrica. Las fotografías aéreas se tomaron desde un
globo con helio que llevaba una cámara digital dirigida a control remoto. Las
imágenes se obtuvieron aproximadamente a 100-200 m de altura y con la unión
de las imágenes individuales se formó un foto mosaico que cubrió un área de
aproximadamente 0.3 km2. Además, hicimos una detallada inspección y medición
de los montículos observando los muros, la plataforma y las plazas y relocalizamos
los pozos de excavación del proyecto de 1948.
La figura 4 muestra la unión del mosaico fotográfico y la topografía de la zona
monumental, que forma una loma de inclinación gradual de poniente a oriente.
Los términos actuales de la loma están marcados por escarpadas barrancas que
exponen el subsuelo rojizo. La zona de arquitectura cívico-ceremonial cubre unos
300 x 100 m; además, al poniente hay un grupo de tres montículos (Estructuras
13-15) que definen un patio.
Las plataformas no son muy grandes, la Estructura 2 tiene el volumen más
grande y mide 29 x 25 m con una elevación de 3.5 metros sobre el nivel de la plaza
de enfrente. De los edificios que existían sobre estas plataformas casi no hay restos
preservados. No hay montículos obvios para hablar de una cancha de juego de
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pelota. La arquitectura no sugiere ninguna forma propia del Altiplano central
y Bernal no identificó construcciones estilísticamente aztecas. Sin embargo, sin
un estudio dedicado a la excavación de la arquitectura cívica-ceremonial sería
especulativo hacer interpretaciones de carácter negativo o positivo acerca del uso
azteca de los edificios (si fueron templos, oficinas de los calpixques, alojamientos
de una guarnición o presidio o tal vez sin uso azteca).
Los espacios planos y abiertos se encuentran al norte, sur y este de la Estructura
2 y las plazas más pequeñas se definen por las Estructuras 4, 6 y 8. Si se piensa en
una plaza para un mercado, el espacio más amplio y accesible se encontraría donde
se ubica la Estructura 12, pero hasta el momento no tenemos otras evidencias ni
en favor ni en contra de esta hipótesis.
Figura 4. Modelo digital del terreno elaborado a partir de imágenes aéreas y de la topografía
registrada, visto desde el suroeste con la superposición de una propuesta de reconstrucción
arquitectónica.
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En el pueblo actual, al otro lado del río Culebra y a plena vista de esta zona
de los montículos prehispánicos, se sitúa el ex-Convento Dominico, el cual fue
construido sobre una terraza artificial. No se conoce la fecha de la formación
de esta terraza, pero es posible que fuera levantada encima de construcciones
prehispánicas.
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LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
Figura 5. Muro expuesto por las excavaciones de Bernal en 1948.
Comparado con otras cabeceras de señoríos del Posclásico en Oaxaca, como
Mitla o Teposcolula, las actuales ruinas de Inguiteria no son impresionantes a la
vista. En una cala efectuada por Bernal (visible al oeste de la Estructura 11) (figura
5) aparece una plataforma excepcional con una fachada de piedras bien cortadas
y acomodadas. La cuidadosa manufactura de esta fachada es un pequeño indicio
de la calidad arquitectónica de los edificios que en los tiempos de Atonaltzin eran
apreciables en la zona. Es probable que las piedras de los muros prehispánicos
fueran acarreadas para utilizarlas en otras construcciones de la época colonial.
ARTEFACTOS
En el 2008 se realizaron recolecciones superficiales en la parte central de Ingui-
teria, abarcando 5 km2, con el objetivo de obtener un muestreo representativo de
los artefactos. Los puntos de recolección fueron aproximadamente cada 100 m y
cuando se llegaba al lugar se lanzaba hacia atrás una ficha por encima del hombro
marcando como punto central de recolección el sitio donde cayera la ficha. Sólo
se tomaron diez fragmentos cerámicos (únicamente bordes), comenzando por el
tiesto más cercano al punto marcado con la ficha y continuando con el siguiente
tepalcate más cercano, hasta juntar diez tiestos. Posteriormente se midió el es-
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pacio entre la ficha y el último tepalcate recogido a fin de entender su rango de
dispersión. En cuanto al material lítico, sólo se contabilizó la presencia de sílex,
obsidiana, basalto y piedra de molienda. Este procedimiento resultó en 457 colec-
ciones positivas, el total del muestreo representativo.
Obsidiana
La obsidiana era un bien ampliamente intercambiado en el Posclásico tardío y
nos interesa porque no hay minas de obsidiana en Oaxaca y seguramente venía
del intercambio de larga distancia. En el muestreo representativo, la obsidiana
aparece en 150 de las colecciones y consideramos que el hecho de que la densidad
sea un poco más alta que en otros centros de Oaxaca es algo que se esperaba, dado
que Coixtlahuaca se localiza más cerca de las minas principales.
En muchos lugares del Imperio azteca la obsidiana verde de Pachuca es muy
frecuente (Braswell 2003; Elam 1993). Los artefactos de obsidiana de Coixtlahuaca
todavía no se han estudiado por activación neutrónica para determinar su fuente,
pero por el momento podemos decir que las frecuencias por color son 29 % gris,
28 % verde, 27 % otros y 16 % negra. En la Mixteca Alta central, la obsidiana de
color gris también es ligeramente más frecuente que la de color verde (Kowa-
lewski et al. 2009: 325); en el valle de Oaxaca predomina la obsidiana verde (2 a 1)
sobre la gris (Finsten 1983: 207); y en Tututepec, el reino de la región de la costa
oaxaqueña que nunca fue incorporado al Imperio azteca, domina la obsidiana
verde (Joyce et al. 2004). No hay indicios en estos datos de una conexión distinta
entre Inguiteria y las fuentes de obsidiana controladas por los aztecas.
Cerámica
Bernal reconoció tres tipos de cerámica azteca en Coixtlahuaca: Negro sobre ana-
ranjado azteca III, Negro sobre rojo o guinda bruñido y Rojo bruñido, el último
tipo idéntico al Negro sobre rojo o guinda pero sin decoración pintada. Estos tipos
son muy tardíos. Las formas comunes son cajetes de fondo plano y chilmoleros o
molcajetes con tres soportes. Además identificó cerámica “Aztecoide” que es
“una réplica local del famoso tipo Azteca negro sobre naranja” (Bernal 1948-
1949: 40). Esta imitación utilizaba técnicas de la alfarería mixteca para producir
vasijas parecidas a los cajetes y chilmoleros de tres pies. En total, Bernal registró
39 tepalcates aztecas y aztecoides de un total de 6 324, lo que representa menos
de uno por ciento, encontrados en siete unidades de excavación.
89
LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
En el estudio del 2008 encontramos los mismos tipos de cerámica azteca y la
imitación local. De forma similar a los resultados de Bernal, tenemos una mínima
frecuencia de menos del 1 % en nuestras recolecciones representativas (cuatro
tepalcates de 4 525). Para entender mejor la cerámica azteca como aparece en
Coixtlahuaca, se decidió ampliar el número de estos tiestos, haciendo 25 recolec-
ciones adicionales en lugares donde nuestro procedimiento sistemático ya había
encontrado materiales aztecas, con lo cual alcanzamos un total de 125 tepalcates.
Cabe señalar que al hablar de la cerámica azteca recuperada durante nuestras
investigaciones se decidió emplear la terminología cerámica utilizada en los
reportes originales de Bernal (1948-1949), ya que no podemos decir con total
certeza que la cerámica encontrada en Oaxaca es igual a los tipos presentes en la
cuenca de México.
Los tipos Negro sobre guinda o Rojo bruñido están representados únicamente
por dos tepalcates pintados con líneas negras. El resto se divide entre Negro sobre
anaranjado azteca III y la imitación local, que constituye aproximadamente la
mitad de la colección estudiada. El tipo Negro sobre anaranjado azteca III se
caracteriza por tener una pasta compacta y dura con un sonido metálico, una
superficie bruñida y por estar decorada con líneas delgadas. La réplica es seme-
jante en su aspecto visual, pero no idéntica, tiene la pasta más suave y semejante
a la que se usaba en los tipos locales como el Yanhuitlán rojo sobre crema, el
color superficial se logra con un baño de color anaranjado y las líneas de pintura
negra son más gruesas. Tanto en la cerámica azteca III como en la réplica de
ésta, las formas son cajetes cónicos de fondo plano, algunos cajetes hemisféricos
y chilmoleros con tres soportes. La imitación presenta una mayor frecuencia de
chilmoleros con soportes aunque también existen algunos ejemplos de azteca
III. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que en el Posclásico tardío dicha for-
ma era mucho más popular en el centro de México que en Oaxaca. No se ha
determinado qué guisados exóticos saboreaban en esos cajetes de chilmolero o
molcajetes, quizás uno de los “potajes de chiles [...] de chile amarillo, de chilmolli
hecho de chiltécpitl, y tomates [...] de chilmolli hecho de chile amarillo y tomates”
(Sahagún 1975: 463).
La cerámica azteca se encuentra dispersa dentro de la ciudad, pero presenta
una concentración notable en la loma de los montículos principales (la extensión
de la dispersión es de 20 ha) y otras muestras en unos quince puntos alejados del
centro. Juzgando por los otros artefactos encontrados con los tiestos aztecas, el
contexto es siempre la basura de actividades domésticas. Los dos tipos, la imitación
y el azteca III, se encuentran en los mismos lugares. Muchas veces la cerámica
azteca aparece con fragmentos de cerámica policroma de la Mixteca Alta y
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
90
otros artefactos de alto costo, esto sugiere que se trataba de un bien de consumo
relativamente lujoso. Es probable que la distribución de esta cerámica haya sido
cms
Figura 6. Muestrario de la cerámica azteca recuperada.
Figura 7. Muestrario de la cerámica azteca recuperada (soportes).
cms
91
LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
afectada por las construcciones en el pueblo actual y posiblemente era más amplia
en la ciudad antigua que se observa en las figuras 6 y 7.
En la zona céntrica donde la cerámica azteca es de mayor concentración, la
distribución, en general, es igual por todas partes con una excepción notable: el
grupo de patio de las Estructuras 13-15, donde se encontraron 26 tepalcates en-
tremezclados con otros artefactos costosos en la basura de una unidad doméstica
posiblemente rica. La situación topográfica prominente junto con la elevación
del patio y las estructuras gracias a las plataformas sugieren un estatus especial. Si
llegó a vivir un calpixque o gobernador azteca en Inguiteria, este conjunto sería
un lugar de prioridad para la exploración de este aspecto.
LA ARQUEOLOGÍA DE LOS AZTECAS EN OAXACA
La historia documental menciona una presencia azteca en varios lugares de Oaxaca
como Huaxyacac (Oaxaca), Sosola, Tuxtepec, Teotitlán de Flores Magón, Tlaxia-
co, Guiengola y Coixtlahuaca. No obstante, hasta la fecha los indicios materiales
aztecas son muy escasos (Umberger 1996; Winter 1989: 91). En un recorrido
superficial de los valles de Tamazulapan-Tejupan, al poniente de Coixtlahuaca,
se registraron 71 tiestos de los tipos azteca Negro sobre anaranjado y Negro sobre
rojo, distribuidos entre 24 sitios (Byland, 1980: 166-167). También se encontraron
unos pocos tepalcates del tipo azteca Negro sobre anaranjado en una zona de la
ladera norte de Monte Albán (Blanton 1978: 103), lugar que posiblemente haya
sido un sitio de guarnición azteca (Esparza 1975). Por otro lado, cuatro tiestos de
Rojo bruñido azteca se encontraron en la excavación de un basurero doméstico
en Chachoapan, municipio de Nochixtlán, en un contexto de alto estatus posible-
mente fechando para la época Colonial (Lind 1987: 27-28, 78, 86).
Un estudio reciente en la Mixteca Alta al suroeste de Coixtlahuaca encontró
pequeñas cantidades de cerámica azteca en 12 sitios (cuadro 1). En muchos de
estos sitios los contextos sugieren que en esa región el consumo de los artefactos
de moda azteca fue un privilegio de la nobleza local, tales como Cerro Jazmín
(antigua cabecera de Yanhuitlán), Achiutla, Yolomécatl (sujeto a Teposcolula)
y siete sitios anillando el pueblo de Tlaxiaco. El privilegio no parece exclusivo
porque a veces los tepalcates aztecas se encuentran en contextos de casas ordinarias.
Sin duda, Coixtlahuaca, y específicamente la capital Inguiteria, queda como
el sitio oaxaqueño con la mayor cantidad de material azteca. La cantidad de
artefactos es muy reducida en todos los casos; incluso en Inguiteria, la propor-
ción de artefactos aztecas es minúscula comparada con los millones de tiestos de
procedencia local. La distancia geográfica o las conexiones de mercaderes con el
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
92
Cuadro 1
Tepalcates estilo azteca en la Mixteca Alta central
Sitio Clave: Sitio, Colección Tepalcates Tipo Contexto
Cerro Jazmín SPP-TOP-TIP-1, A 2 Texcoco rojo Estructuras 7-9
Yolomécatl SPP-YOL-YOL-4, D 1 azteca N s/ a “donde vivía el
Rey”
Cerro
Yucuañe TLA-SBY-SBY-3, E 1? dudoso estructuras
Achiutla TLA-SMA-SMA-4, B 1 azteca N s/ a Pueblo Viejo
Sta. Ma. del
Rosario TLA-SMR-SMR-3, A 1 azteca N s/ a santuario de
lindero
Cañada
Alejandro TLA-TLA-CAL 2, A 3 azteca N s/ a
5 km O de
Tlaxiaco;
estructuras
San Diego TLA-TLA-TLA-25, A 1 Texcoco n s/ r
2 km N de
Tlaxiaco; 3
estructuras
San Nicolás TLA-TLA-TLA-27, A 2 azteca (IV)
N s/ a
2 km NO de
Tlaxiaco
Llano Yosobe TLA-TLA-TLA-32, A 1 azteca N s/ a
4 km SO de
Tlaxiaco; 3
estructuras
Cerro La
Virgen TLA-TLA-TLA-42, A 1 azteca N s/ a
5 km S de
Tlaxiaco; terrazas
residenciales
Cerro La
Virgen TLA-TLA-TLA-42, B 1 azteca N s/ a
5 km S de
Tlaxiaco; terrazas
residenciales
San Pedro TLA-TLA-TLA-48, A 3 azteca N s/ a
1 km S de
Tlaxiaco;
estructuras
Nota. Recolectados de superficie, recorrido regional (Kowalewski et al. 2006: tabla A.6).
93
LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
centro de México pueden ser un factor, puesto que Coixtlahuaca está más cerca
que los otros sitios mencionados. En Oaxaca, la cerámica azteca se encuentra en
cabeceras seleccionadas de señoríos, en donde este material tiende a concentrarse
más en las casas de la nobleza, mientras que en lugares donde hay más acceso a
los mercados internacionales la distribución es más general y menos exclusiva. En
Inguiteria la cerámica azteca se distribuye en una manera bimodal: por un lado,
se concentra en la zona central, lo que sugiere un acceso especial, y por el otro, se
encuentra disperso como un bien disponible entre los que tenían los medios de
conseguirlo en los mercados.
Coixtlahuaca contrasta con los sitios más cercanos al centro de México y en
el valle de Tehuacán, Puebla, a unos 60 km al norte de Coixtlahuaca, ya se puede
observar la diferencia. Recorridos realizados en el valle de Tehuacán registraron
cerámica azteca en por los menos cinco sitios, los cuales son de varios tipos que
incluyen la cabecera de Coxcatlán Viejo, sitios habitacionales y hasta en cuevas;
además, las frecuencias son más altas que en Oaxaca y las vasijas de Texcoco
rojo bruñido y Texcoco impresión de textil son mucho más comunes que el tipo
Negro sobre anaranjado (MacNeish et al. 1970: 227; MacNeish et al. 1975). Lo
mismo sucede en Tepexi el Viejo, Puebla, que tiene frecuencias de cerámica
azteca más altas y presenta mayor variabilidad en las formas de vasijas que los
sitios oaxaqueños (Gorenstein 1973). Oztuma, Guerrero, en la frontera con los ta-
rascos, fue conquistado durante el reino de Axayácatl. En este sitio los aztecas
instauraron una fortaleza y establecieron un gobernador militar y un gobernador
civil. En Oztuma y otros sitios cercanos, el porcentaje de cerámica azteca es de
15.7 % y la obsidiana verde de Pachuca es muy común (Silverstein 2001).
En su resumen sobre el intercambio en el Imperio azteca, Smith (1990) ha
mostrado el decaimiento con la distancia en las frecuencias de cerámica Negro sobre
anaranjado azteca III y Guinda, es decir, los sitios más lejanos de Tenochtitlán
tienen menos cerámica azteca. Nuestra investigación confirma esta conclusión y
podemos afinar el modelo con los datos recientes de Coixtlahuaca y la Mixteca
Alta en dos aspectos: que en las provincias lejanas la cerámica azteca tiende a
aparecer en cabeceras estratégicas (por ejemplo, Tepexi el Viejo, Inguiteria y
Huaxyacac) y que en los límites de las redes de intercambio (el interior de Oaxaca)
la cerámica azteca se encuentra asociada a las residencias de nobles, mientras que
en los lugares de mejor conexión con los sistemas de mercado (Coixtlahuaca) la
misma cerámica posee una distribución socialmente más amplia.
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
94
EL TRIBUTO
Desde que Moctezuma I logra la conquista de Coixtlahuaca, se impone un tributo
determinado. Este tributo aparece en varias fuentes históricas, de las cuales destaca
el Códice Mendoza (Berdan y Anawalt 1992) por ser la más completa y detallada.
El manuscrito muestra pinturas de los objetos de tributo y textos explicativos
referentes a los últimos años del imperio. Empleamos aquí el Códice Mendoza
para evaluar en términos generales la fuerza del tributo en la formación de la
economía y la sociedad de provincia. El cuadro 2 muestra los tributos que la pro-
vincia de Coixtlahuaca rendía.
Siendo más un accidente en la historia de éxitos militares que una unidad
integral geográfica, la provincia de Coixtlahuaca en los ojos del Imperio azteca no
corresponde a ninguna entidad Colonial o reciente. Once “pueblos” se observan en
el Códice Mendoza como sujetos a esta provincia, pero en realidad funcionaban
como reinos autónomos, cada uno con sus pueblos sujetos. La provincia como
tal incluía, dentro de la Mixteca Alta, los valles importantes de Coixtlahuaca,
Nochixtlán, Tamazulapan y Teposcolula, los pueblos en la serranía adyacentes
de Sosola y Tamazola con sus fuentes de oro y la Cañada de Cuicatlán en la tierra
caliente. En el Posclásico tardío esta provincia era rica y densamente poblada. Una
aproximación conservadora del número de habitantes, utilizando la arqueología
y las fuentes históricas del siglo XVI, sería de 200 000 para la provincia entera o
40 000 hogares.
Cuadro 2
Tributo pagado por la provincia de Coixtlahuaca al Impero azteca1
Cada 6 meses
1 200 mantas de dos brazas2
400 maxtatl
400 huipiles
Cada año
2 ricos trajes de militar y 2 escudos
2 hileras de chalchihuites
800 manadas de plumas quetzalli
1 tlalpilone (tocado) de plumas ricas
40 bolsas de cochinilla
20 jícaras de oro en polvo
1 Códice Mendoza (Berdan y Anawalt 1992).
2 Según el análisis de Berdan (Berdan y Anawalt 1992 I: 62) los números dados en el sistema
náhuatl refieren a piezas individuales y no a “cargas”, palabra que se considera una anotación en
español posterior.
95
LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
El tributo anual de tejidos de la provincia consistía en 4 000 piezas, equivalente
a una pieza por familia cada diez años. Los aztecas especificaron los diseños de
las mantas, por ejemplo, rayas de rojo y blanco o de rojo y negro, pero aun así los
materiales y la mano de obra no fueron más de una pequeña fracción del valor
de los textiles producidos por esta población para sus propias necesidades.
Varias clases de objetos demandados en tributo son especializados y especí-
ficos para la provincia, por ejemplo, Sosola, un señorío mencionado como sujeto
de la provincia de Coixtlahuca, era un lugar en donde el oro se encontraba en
los ríos. En las vertientes entre Coixtlahuaca y la Cañada se capturaban pájaros
quetzales. Los trajes de guerreros y el tocado eran piezas de confección especial.
Los chalchihuites no representan una demanda extraña de una región donde
los objetos de piedra verde (cuentas y penates) eran bastante comunes. Nochixtlán
era un centro productor de grana cochinilla. Puesto que un promedio anual de 3
600 bultos de grana cochinilla se enviaron de la ciudad de Oaxaca entre los años
1837-1854 (Martínez Gracida 1903), cuando la fuerza laboral era más pequeña
que en el Posclásico tardío, la cifra de 40 bolsas no resulta abrumadora.
En suma, el tributo impuesto a Coixtlahuaca por los aztecas no se puede
considerar oneroso. Sería interesante saber cuánto demandaban los reyes locales
a sus comuneros, siendo los dos, el tributo azteca y las tasaciones de los nobles lo-
cales, el importe total que la población tenía que rendir. Por supuesto, los sujetos
tenían la obligación de organizar el transporte del tributo a Tenochtitlan con dos
expediciones al año de los tamemes y sus capitanes.
CONCLUSIONES
Combinando la etnohistoria del siglo XVI, las excavaciones científicas de hace
sesenta años y la prospección superficial no destructiva, se pueden ofrecer ciertas
aportaciones sobre el carácter de la presencia azteca en la provincia de Coixtla-
huaca, el imperio en Oaxaca y tal vez como hipótesis un modelo que se puede
comprobar en las otras provincias lejanas del centro de México.
Cuando Moctezuma Ihuilcamina determinó responder al desafío de Aton-
altzin de Coixtlahuaca alrededor del año 1458, ese rey azteca tuvo que llamar
a todos sus aliados y agregar el ejército y el equipo logístico más grande en la
historia de su joven alianza imperial, porque iba a confrontar a un enemigo que
también encabezaba un estado poderoso con muchos aliados y una gran base
demográfica. Inguiteria, capital del estado de Coixtlahuaca, era un centro urbano
con 3 000 ha de extensión. Según los documentos, los mercados de Coixtlahuaca
atraían bienes y mercaderes de todas partes. Las plazas de mercado todavía no
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
96
han sido identificadas por la arqueología y de hecho no tenemos la certeza de que
se ubicaran en Inguiteria o en otros lugares de la región como el antiguo Ihuitlán,
“lugar de plumas y bienes de lujo” (Rincón 1999). En el estudio sistemático de
Inguiteria realizado en el año 2008 no se encontraron evidencias de producción
especializada en ninguna parte de la ciudad. La localización de plazas y áreas de
fabricación artesanal queda pendiente para una futura investigación a una escala
regional del valle de Coixtlahuaca.
En los registros documentales del siglo XVI llama la atención la divergencia
entre los intereses de los autores locales y los aztecas. En el impresionante corpus
de lienzos de la región de Coixtlahuaca casi no se menciona a los aztecas, sino
que se enfocan más en los lugares, territorios y genealogías de las dinastías de las
familias nobles locales, de manera que resultan más útiles como títulos de bienes
raíces y álbumes familiares. Las relaciones aztecas carecen de descripciones de la
provincia y de asuntos gubernamentales o administrativos y se dedican casi exclu-
sivamente a contar las hazañas gloriosas de sus reyes y a contabilizar el suntuoso
tributo que siguió a la conquista de determinado lugar, por lo que sirven mejor
como inventarios de los objetos que se tenían que recibir. En concordancia con los
datos arqueológicos, las fuentes históricas no indican una presencia administrativa
o burocrática en Coixtlahuaca o en Oaxaca en general.
Acerca de la presencia material azteca en Inguiteria, ni en las excavaciones
de 1948 ni en el estudio arqueológico-topográfico del 2008 se han identificado
construcciones de tipo azteca. El patrón de fuentes de obsidiana, según las
proporciones de colores del material, es el mismo en Coixtlahuaca que en otras
regiones de la Mixteca Alta y no muestra el predominio de la obsidiana verde
que se ha encontrado en otros sitios fuertemente vínculados a los aztecas de la
cuenca de México.
Es principalmente el material cerámico el que indica alguna presencia azteca
en Coixtlahuaca. Aunque las frecuencias y la diversidad de tipos y formas es
muy baja, la distribución de esta cerámica en el sitio demuestra dos aspectos: en
primer lugar, se muestra como un bien de consumo algo costoso, pero a su vez
accesible en los mercados para aquellos que poseían los medios económicos para
adquirirlos al igual que otras vasijas de buena calidad como el policromo local;
en segundo lugar, demuestra una amplia tendencia de concentración en la zona
céntrica de la urbe de Inguiteria.
Anteriormente se presentaron datos que sugieren que en los extremos leja-
nos de su red de distribución, la cerámica azteca se limitaba a unas pocas vasijas
asociadas a los palacios nobles de las cabeceras del señorío, mientras que en
ciertos sitios estratégicos (como Coixtlahuaca), no tan lejos de su lugar de origen,
97
LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
la cerámica azteca se presenta como un bien de consumo costoso, pero a su vez
accesible por medio de los mercados.
¿Cuáles fueron los efectos de la invasión mexica? El volumen total del tributo
que mandaban a los palacios de los reyes de la Triple Alianza era tan grande que
cambió la economía política de la cuenca de Anáhuac, el corazón del Imperio.
Para los vencidos, el tributo era una expresión de subordinación política y mili-
tar. Es posible que los canales de comercio cambiaran a favor del flujo de bienes
hacia el centro de México. La conquista inicial de Coixtlahuaca, Huaxyacac y los
otros señoríos oaxaqueños, junto con la sostenida capacidad de emplear la fuerza
militar contra los revoltosos, sin duda causaron dolor y sufrimiento, de lo cual no
contamos con muchos indicios físicos, pero se puede comprobar a través de las
breves frases escritas en los documentos y en la compasiva imaginación.
En la longue durée (larga duración), el efecto estructural del Imperio azteca
en las provincias o por lo menos en Oaxaca es casi imperceptible. Los reyes
aztecas tenían el poder para ejercer la matanza militar-ritual y extraer sus cosas
brillantes y luminosas, pero después de sesenta años en las provincias oaxaqueñas
no lograron alterar la economía política local. Sus demandas de tributo no reor-
ganizaron la sociedad de esa provincia que ya era rica y densamente poblada.
Ni la fuerza violenta de sus armas ni las amenazas de sacrificio corporal en las
piedras de Tenochtitlan fueron capaces de desorganizar a la sociedad indígena.
Al final, los instrumentos de control, como la fuerza de armas y las ejecuciones,
resultaron crudos, efímeros e insuficientes frente a una extensa masa demográ-
fica y una economía tan desarrollada como la de Oaxaca y otras sociedades en la
Mesoamérica posclásica.
AGRADECIMIENTOS
El trabajo de campo fue financiado generosamente por la National Geographic
Society. Agradecemos al Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, al Centro INAH Oaxaca y en particular los arqueólogos
Enrique Fernández Dávila y Yuki Hueda Tanabe, por su ayuda con los per-
misos. Agradecemos el apoyo y la cooperación de muchas personas en San Juan
Bautista Coixtlahuyaca, especialmente el Presidente Municipal Fernando Juárez;
Luis Cruz Lara, custodio del Convento de San Juan Bautista; Alfredo Espinosa,
Secretario Municipal; y a Baldemar García, Altagracia Lara de García, así como
a Gustavo y Josefina Salazar.
STEPHEN A. KOWALEWSKI ET AL.
98
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LA PRESENCIA AZTECA EN OAXACA
LOS AUTORES
Dr. Stephen A. Kowalewski, Profesor del Departamento de Antropología,
Universidad de Georgia. Athens, GA. skowalew@uga.edu
Dr. Luis Barba Pingarrón, Académico del Instituto de Investigaciones Antro-
pológicas, UNAM. Ciudad Universitaria. México, D. F. 04510. barba@unam.mx
Gabriela García Ayala, estudiante de arqueología, Escuela Nacional de
Antropología e Historia. México, D. F.
Jorge Blancas Vázquez, Ingeniero Geofísico, Laboratorio de Prospección
Arqueológica, IIA, UNAM. Ciudad Universitaria. México, D. F. 04510. jorge-
blancasvaz@gmail.com
Marisol Yadira Cortés Vilchis, estudiante de arqueología, Escuela Nacional
de Antropología e Historia. México, D. F.
Leonardo López Zárate, estudiante de arqueología, Escuela Nacional de
Antropología e Historia. México, D. F.
Agustín Ortiz Butrón, pasante de doctorado, Laboratorio de Prospección
Arqueológica, IIA, UNAM. Ciudad Universitaria. México, D. F. 04510. ortiz-
butron@gmail.com
Dr. Thomas J. Pluckhahn, Profesor Asistente de Antropología, Universidad
del Sur de Florida.
Benjamin A. Steere, estudiante de posgrado en arqueología, Universidad de
Georgia. Athens, GA.
Blanca Vilchis Flores, estudiante de arqueología, Escuela Nacional de Antro-
pología e Historia. México, D. F.
... People speaking different languages and with diverse ethnicities not only lived and worked side by side but controlled the area in conjunction. Archaeology can, however, only weakly record such multiethnic interaction, specially of a nahua-speaking group (Kowalewski et al. 2010). In contrast, the dispersed settlement pattern seen through the archaeological survey, and the decentralized mound groups scattered through the valley, indicate that no single centralized power ruled throughout the area. ...
Conference Paper
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A different approach to monumentality in Mesoamerica through Landscape and Archaeology
... People speaking different languages and with diverse ethnicities not only lived and worked side by side but controlled the area in conjunction. Archaeology can, however, only weakly record such multiethnic interaction, specially of a nahua-speaking group (Kowalewski et al. 2010). ...
... People speaking different languages and with diverse ethnicities not only lived and worked side by side but controlled the area in conjunction. Archaeology can, however, only weakly record such multiethnic interaction, specially of a nahua-speaking group (Kowalewski et al. 2010). In contrast, the dispersed settlement pattern seen through the archaeological survey, and the decentralized mound groups scattered through the valley, indicate that no single centralized power ruled throughout the area. ...
Chapter
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When talking about monuments, size undeniably matters - or does it? But how else can we measure monumentality? Bringing together researchers from various fields such as archaeology, museology, history, sociology, Mesoamerican studies, and art history, this book discusses terminological and methodological approaches in both theoretical contributions and various case studies. While focusing on architectural aspects, this volume also discusses the social meaning of monuments, the role of forced and free labour, as well as textual monumentality. The result is a modern interdisciplinary take on an important concept which is notoriously difficult to define.
... Though covering more surface area than Calixtlahuaca, Tlaxcallan lacks comparable monumental architecture. Other currently studied centers with Postclassic terracing of comparable extent and sophistication are in the Mixteca Alta and include Cerro Jazmín (Pérez Rodríguez et al. 2011), Yucundaa (Spores and Robles García 2007), and Coixtlahuaca (Kowalewski et al. 2010). The concept of ''agrarian urbanism,'' as employed by archaeologists working in the Mixteca Alta (Kowalewski et al. 2009: 346-349), may prove useful for interpreting Aztec centers such as Calixtlahuaca. ...
Article
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Calixtlahuaca, a Middle–Late Postclassic site in the Toluca Valley of central Mexico, was occupied ca. A.D. 1100–1530. Our excavations reveal some of the processes involved in the creation, functions, and decay of a large hilltop urban center. At its height, the majority of the site’s surface (264 ha) was covered with residential-agricultural terraces supported by a complex water management system. House construction techniques included the use of adobe brick, wattle-and-daub, and stone pavements. Our fieldwork contributes to a growing body of research on hilltop political capitals in Mesoamerica. Using a refined chronology, we illuminate the processes by which people constructed the residential zones of this ancient hilltop city.
Article
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The last 20 years have seen advances in the understanding of city-states, especially in ancient Greece, where textual information fuels new theories about institutions and the ancient economy. Archaeological research makes significant contributions with data comparable across multiple city-states on settlement patterns, urban and rural development, political and ritual activities, and other materializations of institutionalized behavior. Using a new corpus of 74 city-states from Oaxaca, Mexico, I show that city-states differ from one another in patterned ways, and I argue that this variation depends on internal factors such as the social mode of production and external factors including place in regional and interregional exchange.
Article
The Recorrido Arqueológico de Coixtlahuaca (RAC) presents period-by-period settlement pattern maps for the valley of Coixtlahuaca in the northern Mixteca Alta. The RAC project made improvements in full-coverage survey methods. We identify limitations and suggest that similar projects in the future need to resolve several management and budget problems. The survey revealed two periods of heavy occupation, 700–300 BC and AD 1200–1520, separated by a long period of lower population. Archaeological and historical data indicate that during the AD 1200–1520 period, and probably earlier, small landholders organized in strong communities managed an intensive agroecosystem, investing in landesque capital. Urbanization was impressive, yet cities were aggregations of communities and barrios. Today local citizens pose questions about how the large prehispanic population could have organized and sustained itself; these questions coincide with anthropological interest in collective agency, property, landesque capital, and collapse.
Article
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This article balances current understandings of the political landscape of Postclassic Mesoamerica through a conjunctive analysis of the archaeology and ethnohistory of the Mixtec Empire of Tututepec in the lower Río Verde region of Oaxaca. Tututepec has long been known from ethnohistoric sources as a powerful Late Postclassic imperial center. Until recently, however, little has been known of the archaeology of the site. We discuss the founding, extent, chronology, and aspects of the internal organization and external relations of Tututepec based on the results of a regional survey, excavations, and a reanalysis of ethnohistoric documents. Tututepec was founded early in the Late Postclassic period when the region was vulnerable to conquest due to political fragmentation and unrest. Indigenous historical data from three Mixtec codices narrate the founding of Tututepec as part of the heroic history of Lord 8 Deer "Jaguar Claw." According to these texts, Lord 8 Deer founded Tututepec through a creative combination of traditional Mixtec foundation rites and a strategic alliance with a highland group linked to the Tolteca-Chichimeca. Archaeological and ethnohistoric evidence indicate that Tututepec continued to expand through the Late Postclassic, growing to 21.85 km2, and at its peak was the capital of an empire extending over 25,000 km2.
Archaeology in the Mixteca Alta
  • Origins Of
  • Ñuu
Origins of the Ñuu: Archaeology in the Mixteca Alta, Mexico, University Press of Colorado, Boulder.
Prehispanic Settlement Patterns in Tlacolula, Etla, and Ocotlán, the Valley of Oaxaca
  • Monte Albán 's Hinterland
  • Ii Part
Monte Albán's Hinterland, Part II: Prehispanic Settlement Patterns in Tlacolula, Etla, and Ocotlán, the Valley of Oaxaca, Mexico, Tomos 1 y 2, Museum of Anthropology, University of Michigan, Ann Arbor.
Laboratorio de Prospección Arqueológica, iia, unam. Ciudad Universitaria
  • Jorge Blancas Vázquez
  • Ingeniero Geofísico
Jorge Blancas Vázquez, Ingeniero Geofísico, Laboratorio de Prospección Arqueológica, iia, unam. Ciudad Universitaria. México, D. F. 04510. jorge-blancasvaz@gmail.com
estudiante de arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia
  • Cortés Vilchis
Marisol Yadira Cortés Vilchis, estudiante de arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia. México, D. F.
Manuscript Painting in Service of Imperial Ideology
  • Elizabeth Boone
  • F Hill Frances
  • Richard E Berdan
  • Elizabeth Hill Blanton
  • Mary G Boone
  • Hodge
  • E Michael
BOONE, ELIZABETH HILL 1996 Manuscript Painting in Service of Imperial Ideology. Frances F. Berdan, Richard E. Blanton, Elizabeth Hill Boone, Mary G. Hodge, Michael E. Smith y Emily Umbarger (eds.), Aztec Imperial Strategies, Dumbarton Oaks, Washington: 181-206.
Informe al Instituto Nacional de Antropología e Historia sobre la Segunda Temporada de Exploraciones en Coixtlahuaca, Oaxaca, Archivo de la Coordinación Nacional de Arqueología
  • Ignacio Bernal
BERNAL, IGNACIO 1948 Informe al Instituto Nacional de Antropología e Historia sobre la Segunda Temporada de Exploraciones en Coixtlahuaca, Oaxaca, Archivo de la Coordinación Nacional de Arqueología, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.
Settlement Patterns at the Ancient Zapotec Capital
  • Monte Albán
Monte Albán: Settlement Patterns at the Ancient Zapotec Capital, Academic Press, Nueva York.
Political and Economic Evolution in the Tamazulapan Valley
  • Bruce E Byland
BYLAND, BRUCE E. 1980 Political and Economic Evolution in the Tamazulapan Valley, Mixteca Alta, Oaxaca, México: A Regional Approach, tesis doctoral, Department of Anthropology, Pennsylvania State University, University Park.
PLuckhahn, john f. chambLee, verónica Pérez rodríguez
  • Stephen A Kowalewski
  • Laura R Balkansky
kowaLewski, stePhen a., andrew k. baLkansky, Laura r. stiver waLsh, thomas j. PLuckhahn, john f. chambLee, verónica Pérez rodríguez, verenice y. heredia esPinoza y charLotte a. smith 2009 Origins of the Ñuu: Archaeology in the Mixteca Alta, Mexico, University Press of Colorado, Boulder.