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Economía Social del Conocimiento: modelos emergentes de producción colectiva de bienes y servicios

Authors:
  • Universidad Nacional del Turismo Núcleo Hotel Escuela de Los Andes Venezolanos, Mérida, Venezuela

Abstract

Resumen A continuación se presenta como argumento central, que la liberación y rea-lización social del conocimiento son tareas inmediatas a acometer por cualquier espacio productivo y las iniciativas colectivas que allí surjan, a fin de garan-tizar el tránsito de una economía basada en el conocimiento con un valor de intercambio, hacia una economía social del conocimiento en la cuaí este tiene, por encima de cualquier otro, un valor de uso y, por ello, se convierte en un elemento clave en la intensificación de las relaciones entre los distintos factores económicos involucrados. Asumiendo al Desarrollo endógeno como el despliegue del quehacer social en armonía con su entorno (Ochoa, 2006), y visualizándolo con el control local, la decisión local y la retención local de beneficios como dimensiones claras de visibilización en espacios productivos de una opción endógena de desarrollo, se entiende pues que la transformación hacia la economía social del conocimiento es la clave para hacerlo viable. Palabras Clave Economía social del conocimiento, Valor de uso, Producción colectiva, Desa-rrollo endógeno.
Econom´ıa Social del Conocimiento:
modelos emergentes de producci´on
colectiva de bienes y servicios
Mar´ıa Angela Petrizzo P´aez
Resumen
A continuaci´on se presenta como argumento central, que la liberaci´on y rea-
lizaci´on social del conocimiento son tareas inmediatas a acometer por cualquier
espacio productivo y las iniciativas colectivas que all´ı surjan, a fin de garan-
tizar el tr´ansito de una econom´ıa basada en el conocimiento con un valor de
intercambio, hacia una econom´ıa social del conocimiento en la cual ´este tiene,
por encima de cualquier otro, un valor de uso y, por ello, se convierte en un
elemento clave en la intensificaci´on de las relaciones entre los distintos factores
econ´omicos involucrados.
Asumiendo al Desarrollo end´ogeno como el despliegue del quehacer social
en armon´ıa con su entorno (Ochoa, 2006), y visualiz´andolo con el control local,
la decisi´on local y la retenci´on local de beneficios como dimensiones claras de
visibilizaci´on en espacios productivos de una opci´on end´ogena de desarrollo, se
entiende pues que la transformaci´on hacia la econom´ıa social del conocimiento
es la clave para hacerlo viable.
Palabras Clave
Econom´ıa social del conocimiento, Valor de uso, Producci´on colectiva, Desa-
rrollo end´ogeno.
Documento presentado en la 1era Conferencia CIM: Las Ciencias Sociales y los
Procesos de Cambio en el Siglo XXI: Econom´ıas nacionales, procesos de
integraci´on y crisis del capitalismo en el siglo XXI. Caracas Julio 2016.
Polit´ologa. Docente e investigadora en el Colegio Universitario Hotel Escuela de Los Andes
Venezolanos (CUHELAV). Coordinadora del Centro Nacional de Investigaciones Tur´ısticas
(CENINTUR-CUHELAV). Activista del conocimiento libre, integrante de Activistas por el
Software Libre y de Comunalizar Conocimiento. petrizzo@gmail.com
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La econom´ıa social del conocimiento
Manuel Castells, quien es un reconocido pensador del siglo XX cuyas contri-
buciones se han orientado fundamentalmente a pensar una suerte de cibern´eti-
ca de los actores del Estado en un contexto que ha denominado de red y que
est´a muy cercano de definir para el Estado, relaciones similares a las que ocurren
entre factores econ´omicos privados, afirm´o, hace unos diez a˜nos atr´as cuando
le preguntaron qu´e era la sociedad del conocimiento, que no estaba de acuerdo
en hablar de tal cosa de modo diferenciado a lo que supon´ıa estadios sociales
anteriores pues, afirm´o, todas las sociedades hist´oricamente han basado su con-
figuraci´on en un desarrollo m´as o menos complejo del conocimiento disponible.
De esta forma, el conocimiento como se evidencia en distintos espacios, es
un veh´ıculo imprescindible para el desarrollo de actividades socioproductivas y
otras conexas que las hacen posibles, de tal suerte que su utilizaci´on no depende
de un proceso de especializacon o profesionalizaci´on: el conocimiento se utiliza
de forma cotidiana en cualquier interacci´on del ser humano.
Pero, ¿de cu´al conocimiento hablamos? Resulta evidente que nombramos
tanto habilidades y destrezas sociales y cognitivas como capacidades propias de
la evaluaci´on y diagn´ostico de situaciones. Hablamos de conocimiento sistema-
tizado y conocimiento en bruto. Entendemos al conocimiento como un conjunto
de hechos y sucesos que se perciben desde el espacio del ser y trascienden al
espacio del accionar del ser humano.
El conocimiento entonces, se extiende desde espacios de la percepci´on hasta
espacios de la acci´on individual y colectiva. Es por ello que, siguiendo a Castells,
no puede hablarse de una sociedad del conocimiento como un hecho reciente y
no vinculado al quehacer mismo de la sociedad, pues, en el fondo, todos los
grupos sociales han descubierto, atendido y solucionado sus problemas con la
utilizaci´on del conocimiento que han tenido a bien usar.
En el contexto de las relaciones y del accionar relacional que supone la
acci´on coordinada emergente del quehacer del Estado, en el cual ´este interact´ua
como actor de peso en el contexto social, econ´omico y productivo, y se vincula
con otros actores del ´ambito social, econ´omico y productivo, el conocimiento
desempe˜na un papel importante en la definici´on de los espacios de poder y de
dominio pol´ıtico y decisional. Y es en este contexto en el cual emerge la econom´ıa
del conocimiento, como un entramado de actores y factores productivos que
atribuyen un valor transaccional al mismo.
La econom´ıa del conocimiento, entonces, dibuja relaciones comerciales, fi-
nancieras y de poder pol´ıtico en las cuales ´este tiene un peso definitivo y, por
tanto, es intercambiado como un insumo y producto clave de todo el proceso
productivo. Enfatizamos en la etapa del intercambio del conocimiento pues, al
ser un factor privilegiado en la producci´on de riqueza y valor dentro de los dis-
tintos elementos productivos del aparato econ´omico, el intercambio es el proceso
as directo en que tal producci´on de riqueza puede ser materializada.
Bajo estas premisas, es la posibilidad del proceso de intercambio del cono-
cimiento con un valor monetario impl´ıcito la que conduce a que se reivindiquen
fen´omenos que son vistos en otros contextos como perjudiciales para el aparato
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econ´omico e, incluso, perversos en su funcionamiento. Pongamos por ejemplo,
la escasez. A cualquiera puede parecer que la inducci´on de escasez de productos
primordiales para la vida como alimentos y medicinas, es decir, su ocultamiento
circunstancial y provocado, puede afectar de modo considerable el quehacer dia-
rio de la poblaci´on afectada. Pero, debemos preguntarlo de modo claro, ¿qu´e otra
cosa es el licenciamiento de conocimiento a trav´es de patentes y permisos, sino
una escasez inducida sobre el conocimiento? ¿No se ha convertido el proceso
de aprendizaje formal en algo que se sirve a s´ı mismo, apuntalando la primac´ıa
del conocimiento formalmente adquirido, para el cual sirve? ¿No privilegian,
de forma grosera en algunos casos, la aplicaci´on de recursos a investigaciones
avanzadas en campos en los cuales los productos resultantes s´olo podr´an ser
desarrollados por grandes consorcios industriales que, a su vez, han acaparado
cadenas de distribuci´on y comercializaci´on?
En este modelo el conocimiento es un factor (m´as) del capital y, como tal,
es acumulado. No en vano, a la econom´ıa del conocimiento se la conoce como
capitalismo cognitivo.
La econom´ıa del conocimiento privilegia la conformaci´on de centros de po-
der y la incidencia desde el poder econ´omico hacia el poder pol´ıtico, y de un
modo abierto justifica el uso de instrumentos y la toma de decisiones que ga-
ranticen que este modelo econ´omico no sea vulnerado. El conocimiento es, en
definitiva, una mercanc´ıa y como tal es tratada. Y como mercanc´ıa, debemos
decirlo tambi´en, el conocimiento queda fuera del alcance de muchos y muchas.
As´ı, actividades como la creaci´on, la adaptaci´on, la difusi´on y el aprendiza je
sobre elementos de conocimiento, han crecido vertiginosamente y han venido
adquiriendo valor al alimentar el surgimiento de nuevas actividades productivas
como creaci´on software y hardware y la aplicaci´on de nuevas tecnolog´ıas a la
mejora progresiva de otras actividades productivas.
El secuestro del conocimiento que conduce a una escasez inducida, contin´ua
y como respuesta desde espacios institucionales p´ublicos pero tambi´en desde
espacios de acci´on colectiva se han venido ideando iniciativas que persiguen su-
perar estas limitaciones. El movimiento de software libre es, a nivel mundial,
uno de los mejores referentes en este sentido. La lucha por superar las limita-
ciones impuestas por el acceso a conocer los modos de producci´on de una pieza
de software mediado por la posesi´on de licencias, ha sido una de las banderas
enarboladas por este movimiento desde los a˜nos 80 del siglo XX. En ese proce-
so, los activistas han defendido el derecho a conocer para poder apropiarse de
los modos en que puede producirse software. Pero, adem´as, frente a un proce-
so de aprendizaje formal que se justifica a si mismo como c´anon de medici´on
de procesos de validaci´on de conocimiento, la b´usqueda por saber y conocer
son actividades naturales de los y las activistas de software libre. La ciencia y
la tecnolog´ıa son herramientas concretas para quienes desarrollan y socializan
tecnolog´ıas de informaci´on libres y la investigaci´on es un hecho cotidiano y no
reservado a resonantes titulaciones.
La defensa de procesos de liberaci´on de conocimiento y el enriquecedor acti-
vismo que la sustenta, son apenas v´ertices de esta lucha. Desde el activismo por
el conocimiento libre se defiende que la ´unica forma en la que el ser humano pue-
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de desplegarse a plenitud es comprendiendo que esta labor requiere la garant´ıa
de tener acceso a conocimiento sin ning´un tipo de restricci´on, y es esta manera
en la cual, adem´as, es posible trascender desde la econom´ıa del conocimiento a
la econom´ıa social del conocimiento.
Como espacio de producci´on, el conocimiento adem´as de ser liberado requiere
hacerse social para convertirse en sustrato de la colectivizaci´on de los procesos
productivos. El conocimiento requiere ser liberado y, adem´as, estar a disposici´on
de todas y todos.
Las diferencias entre el modelo de la econom´ıa del conocimiento y el modelo
de la econom´ıa social del conocimiento son sutiles pero no menos importantes:
1. En cuanto a la naturaleza y proosito del conocimiento:
a) La econom´ıa del conocimiento defiende que el conocimiento es un
constructo individual, s´olo acumulativo en ese contexto y, por tanto
privado.
b) Desde la econom´ıa social del conocimiento se han construido una serie
de principios que fundamentan la defensa del conocimiento como un
bien com´un, que pertenece al colectivo, a la comunidad, a la regi´on
y a la sociedad en general. Como bien com´un, el conocimiento no
puede ser sustra´ıdo del espacio de todos para estar en el espacio de lo
particular. Como bien com´un, el conocimiento es indispensable para
el desarrollo pleno de las actividades del colectivo y, por tanto, si esa
condici´on se pierde, se afectar´a sensiblemente las potencialidades de
desarrollo de la comunidad.
2. Configuraci´on del modelo ecoomico y los factores de intercambio:
a) En la econom´ıa del conocimiento el modelo econ´omico se construye
sobre el valor de cambio del conocimiento y, por tanto, busca obtener
el mayor volumen posible de ingresos con base en ese intercambio y
las utilidades que se derivan de su manejo como factor privado.
b) En la econom´ıa social del conocimiento defiende un modelo econ´omi-
co construido sobre el valor de uso del conocimiento en funci´on de lo
cual busca maximizar las externalidades positivas que se derivan del
uso que la sociedad hace y colectiviza de ´este.
3. Sentido de la propiedad intelectual
a) La econom´ıa del conocimiento construye una propiedad intelectual
exclusivamente privada, soportada sobre las patentes y las licencias
como instrumentos legales. Por ello, la producci´on del conocimiento
opera bajo criterios de competencia y distribuyendo de modo indivi-
dual los beneficios derivados de ´esta.
b) La econom´ıa social del conocimiento sustenta el reconocimiento de
diversidad de formas de propiedades intelectuales: propiedad intelec-
tual en poder del Estado, en poder de individuos o entes privados
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y propiedad intelectual de car´acter colectivo. La producci´on del co-
nocimiento se enriquece con la acci´on colaborativa y, por tanto, se
construye en condiciones de coopetencia. Por ello, los beneficios de la
propiedad intelectual no son solamente financieros y pueden, adem´as,
ser colectivizados tambi´en.
4. Modelo de desarrollo:
a) La econom´ıa del conocimiento es, como hemos visto, un ap´endice y
manifestaci´on del capitalismo que posibilita la acumulaci´on del co-
nocimiento como factor de poder econ´omico, social y pol´ıtico, atenta
contra la generaci´on de opciones colectivas locales de desarrollo.
b) La econom´ıa social del conocimiento posibilita, por su parte, la arti-
culaci´on local de decisiones sobre opciones de desarrollo que poten-
cien vocaciones y potencialidades locales, ancladas sobre la utilizaci´on
de capacidades colectivas.
Espacios sociales emergentes y la econom´ıa social del
conocimiento
No cabe duda que la econom´ıa del conocimiento es apenas una manifestaci´on
de la econom´ıa capitalista, y que como tal contribuye a su sustento, y tampoco
cabe duda de que este es el modelo imperante contra el que emergen resistencias
importantes a nivel global.
Hakim Bey (1991) describi´o las Zonas Temporalmente Aut´onomas (TAZ por
su nombre en ingl´es), como espacios f´ısicos, mentales o culturales en los cuales
se eluden los mecanismos formales de control por un tiempo determinado. En
estas Zonas Temporalmente Aut´onomas, la informaci´on es la mejor arma para
enfrentar los mecanismos de control de estructuras sociales y estadales y que
han sido introducidas en nuestras pr´acticas sociales desde muy j´ovenes.
As´ı, las Zonas Temporalmente Aut´onomas son espacios neur´algicos de auto-
organizaci´on social que, a juicio de Bey, requieren un uso y manejo privilegiados
de la informaci´on para poder salvar las limitaciones propias de estructuras de
control institucionalizadas de manera formal y que, por supuesto, suponen el
ejercicio de la actividad social (o socioproductiva) de una forma casi subversiva
o, al menos, oculta de la mirada de los grandes medios.
Pero adem´as, las Zonas Temporalmente Aut´onomas pueden agruparse entre
si, como un entramado o red, y es bastante probable que algunas de ellas puedan,
con el tiempo, superar su car´acter temporal y establecerse de modo permanente.
Centr´emonos ahora en esta ´ultima caracter´ıstica: la permanencia, para poder
ilustrar dos actividades de resistencia, que ocurren en Zonas Temporalmente
Aut´onomas y que son, a nuestro juicio, buenos ejemplos de espacios sociales
emergentes que fortalecen la econom´ıa social del conocimiento.
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Las comunidades generadoras de software libre
Antes mencionamos el papel de la tecnolog´ıa en la econom´ıa del conocimiento
o capitalismo cognitivo, facilitando la mejora de procesos, o convirti´endose en si
misma en un bien o servicio dentro del proceso productivo. Exploraremos ahora
este segundo aspecto, valorando algunos ejemplos en los cuales se combina la
construcci´on de bienes y servicios a partir de la generaci´on de software y la
usqueda por socializar el conocimiento.
La producci´on de software para ser utilizado por computadoras tiene su
origen en la primera mitad del siglo XX, aunque desde luego ha tenido un
crecimiento y diversificaci´on vertiginosos en los ´ultimos 15 nos.
Creemos que es injusto asociar este crecimiento casi abrumador de modo
exclusivo a las mejoras introducidas en los dispositivos electr´onicos, aunque su
avance es innegable. Desde el punto de vista de la producci´on de software, si
bien ha habido un cambio significativo gracias a las modificaciones introducidas
en el hardware utilizado y disponible, sin lugar a dudas el mayor impacto en
el crecimiento de los desarrollos ha venido del auge de grupos de personas que
han venido insistiendo desde la ecada de los 80 del siglo XX en la necesidad
de defender el uso y desarrollo de software libre.
Estos grupos, diferencian de modo expl´ıcito la existencia de un software
cuyo acceso para el usuario final est´a mediado por el pago de licencias de uso
y distribuci´on, al que llaman privativo, y aquel que no est´a mediado por estas
limitaciones y, adem´as, puede ser estudiado, modificado y difundido al gusto de
cada cual.
Sin embargo, no es suficiente que el software pueda modificarse o estudiarse,
pues hay que tener tambi´en al alcance dispositivos de aprendizaje que lo hagan
posible. As´ı, desde los grupos y comunidades de software libre as´ı como se viene
defendiendo las enormes posibilidades y potencialidades del software libre, han
establecido adem´as modos en los cuales el conocimiento necesario para ello,
adem´as de estar liberado, se ha hecho social.
Ese hacer social al conocimiento ha venido de mano de la diversificaci´on de
los dispositivos utilizados en la sistematizaci´on de los desarrollos, en los utiliza-
dos en el aprendizaje sobre los modos de desarrollo y tambi´en en la informali-
zaci´on de este aprendizaje. Paralelo a proyectos de desarrollo de software para
usuarios finales o para servidores como Mozilla Firefox, Mozilla Thunderbird,
Linux, Ubuntu, Blender, Debian, Git, Python u otros, se han aglutinado gru-
pos de personas, en lo que llamamos comunidades, que han venido generando
contenidos de aprendizaje, sistematizando conocimiento, problematizando y re-
solviendo temas puntuales de desarrollo y configurando una enorme masa cr´ıtica
de asesor´ıas en la resoluci´on de esos problemas puntuales.
El software es un producto del conocimiento y el conocimiento que lo hace
posible se transforma en un servicio cuyo uso es socializado de manera abierta
y pr´acticamente sin l´ımites.
¿Por qu´e esto ha ocurrido en comunidades de generaci´on de software libre?
En su c´elebre escrito La Catedral y el Bazar, Eric Raymond (1999) nos da
una pista:
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Linux es subversivo. ¿Qui´en hubiera pensado hace apenas cinco
nos que un sistema operativo de talla mundial surgir´ıa, como por
arte de magia, gracias a la actividad hacker desplegada en ratos libres
por varios miles de programadores diseminados en todo el planeta,
conectados solamente por los tenues hilos de la Internet?
La interacci´on con los usuarios finales y entre los/las desarrolladores/as se con-
vierte en un elemento distintivo en los procesos de generaci´on de software si los
comparamos con otros sectores productivos. En ese escrito, Raymond cuenta el
ciclo de desarrollo de fetchmail, una aplicaci´on de gesti´on de correo electr´onico
y c´omo la metodolog´ıa de trabajo utilizada (y defendida) por Linus Torvalds
para el desarrollo del kernel (n´ucleo) de Linux, funcion´o a la perfecci´on para la
mejora continua de la herramienta.
La metodolog´ıa de Torvalds de ”libere (c´odigo) apido y a menudo, delegue
todo lo que pueda, sea abierto hasta el punto de la promiscuidad” (referida en
Raymond, 1999), y que se refiere al proceso de generaci´on de software y de vin-
culaci´on con usuarios/as finales y otros/as desarrolladores/as en la configuraci´on
e la comunidad, implica sin embargo, un proceso de direcci´on del proyecto de
desarrollo que se sostiene gracias a la aplicaci´on del conocimiento como palanca.
Por ello, en la produccon de software se constituye una suerte de ecosistema
en el cual las actividades facilitadoras y los bienes y servicios derivados se or-
ganizan de modo de fortalecerse y beneficiarse mutuamente generando sinergias
que se desprenden de los intercambios presentes en el interior de cada comu-
nidad de desarrollo. Estas sinergias que tienen como veh´ıculo al conocimiento,
recuerdan mucho a lo que Sergio Boisier (2009) nombra como conversaciones
profesionalmente estructuradas, que devienen en la conformaci´on de una suerte
de sinergia cognitiva entre los actores participantes y que sit´ua en el epicentro
de los modelos de desarrollo end´ogeno, pues posibilita la convergencia desde
distintas habilidades y destrezas en la soluci´on de un problema (generaci´on de
una pieza de software por ejemplo) o la atenci´on de una potencialidad local
articulando para ello a cada elemento de ese ecosistema antes descrito.
En otro escrito anterior, nos dice Sergio Boisier (1998)
La clave del desarrollo (...) radica en la sinergia que puede ge-
nerarse mediante la articulaci´on densa e inteligente de los factores
causales. Esto a su vez presupone un complejo y permanente proceso
de coordinaci´on de decisiones que pueden ser tomadas por una mul-
tiplicidad de agentes o actores cada uno de los cuales dispone de un
amplio abanico de opciones decisionales que deben ser transformadas
en una matriz decisional dirigida al desarrollo.
Estos actores del desarrollo, necesariamente interact´uan y se relacionan en el
proceso de su accionar econ´omico. Pero su articulaci´on relacional requiere, a su
vez, de una suerte de normas de juego, pautas de trabajo que se articulan en
un sistema resultantes de pesos y contrapesos que llamaremos proceso de auto-
gobierno. Javier de la Cueva (2012) afirma que en las comunidades de software
libre opera una suerte de gobernanza, la cual es evidente a trav´es de las pautas
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y normas de conducta que asumen sus integrantes y que, al mismo tiempo, son
trasladadas a otras comunidades generando una suerte de imbricaci´on de ´estas
pr´acticas a lo largo de todo el ecosistema productivo del software libre. El en-
tramado resultante, de caracter´ısticas cibern´eticas, opera como catalizador de
nuevos espacios de creaci´on y producci´on de software, conocimiento, procesos
de aprendizaje y de investigaci´on en torno a la soluci´on de problemas.
La generaci´on de software, entonces, desde los espacios peque˜nos de un indi-
viduo con una idea de desarrollo, hasta la del activista con un accionar c´onsono
con sus creencias, posibilita la generaci´on de una Zona Temporalmente Aut´ono-
ma, donde las leyes del mercado, signatarias del valor de intercambio en torno
al conocimiento, pueden ser eludidas por la reivindicaci´on del car´acter social
del conocimiento y, a su vez, su defensa como bien com´un. Lo interesante de
todo esto es que, como el mismo Hakim Bey describi´o en un traba jo posterior,
algunas zonas aut´onomas dejan de ser temporales para convertirse en Perma-
nentes cuando los entramados de relaciones que aglutinan son tan diversos que
permiten enlazar varias Zonas Temporalmente Aut´onomas. Esto, vale decir, es
lo que viene ocurriendo con las comunidades de generaci´on de software libre,
desde mediados de los a˜nos 80 del siglo XX.
La producci´on agr´ıcola en zonas urbanas.
No pretendemos ahondar en aquello que es de sobra conocido: en zonas urba-
nas, especialmente pero no de modo exclusivo, organizamos nuestras preferencias
alimenticias en atenci´on a factores externos. Por nombrar algunos, podemos de-
cir que tanto la oferta de productos (mediada ´esta por factores inherentes a la
producci´on y distribuci´on de los mismos), la disponibilidad de tiempo indivi-
dual para su preparaci´on y consumo, as´ı como el condicionamiento social hacia
la adquisici´on de determinadas marcas y productos (sostenido ello por un crite-
rio de presi´on social, de autoridad o de publicidad), determinan sustancialmente
los rubros alimenticios que adquirimos y la forma en que los procesamos para
nuestra alimentaci´on. Pero tambi´en esos factores externos condicionan el modo
en que nos relacionamos con el conocimiento asociado a nuestra alimentaci´on.
Cierto es que, dependiendo de la urbe en la que nos encontremos, resulta m´as
o menos complicado acceder a productos agr´ıcolas que podamos escoger y de
los cuales se conozca, a ciencia cierta, su procedencia. Sin embargo, en nuestro
pa´ıs cada vez somos m´as quienes estamos interesados/as en poder trascender
la compra de productos directamente ofertados en el supermercado y operar en
cambios importantes en nuestra alimentaci´on, lo cual supone, necesariamente,
acudir a mirar nuestro entorno inmediato de otra manera, y comenzar a com-
prender el proceso de generaci´on de alimentos como vinculado a factores m´as
internos que externos.
En este contexto, construir una sinergia cognitiva tal que posibilite la gene-
raci´on de algunos de los rubros alimenticios que consumimos en zonas urbanas
no deja de ser un acto subversivo capaz de inducir, a su vez, cambios significa-
tivos en las matrices de producci´on y consumo. Del mismo modo en que Linus
Torvalds se˜nal´o el avance en el desarrollo del kernel de Linux gracias al impulso
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del movimiento hacker, la emergencia de los prosumidores como actores cons-
cientes dentro de los procesos de producci´on y consumo de bienes agr´ıcolas, han
emergido como un factor de presi´on para el impulso de esas sinergias cognitivas.
La ruptura con patrones de consumo inoculados masivamente por marketing
y por la presi´on social, es sin duda uno de los primeros pasos que se da en este
sentido, sin embargo, la sinergia cognitiva resultante de este proceso no acaba
hasta que ocurre un ciclo de apropiaci´on del conocimiento desde la producci´on
de la misma semilla utilizada en el cultivo. Hablamos de apropiaci´on del cono-
cimiento para nombrar un proceso complejo y no siempre lineal de asimilaci´on,
an´alisis, comprensi´on y socializaci´on del mismo.
Antes hablamos de sinergia cognitiva para nombrar el fen´omeno evidenciado
en las comunidades de generaci´on de software libre, gracias al cual el conoci-
miento se convierte en un insumo fundamental de los procesos de producci´on, y
si hablamos de producci´on agr´ıcola en zonas urbanas, debemos decir que ocurre
de manera similar. Como dec´ıa Bey, las limitaciones impuestas por el sistema,
que el llam´o grietas, s´olo pueden ser superadas con conocimiento. Y por con-
traposici´on, el sistema s´olo puede sostenerse a s´ı mismo y el control social que
ejerce sobre los individuos, si restringe el acceso al conocimiento y lo convierte
en mercanc´ıa con alto valor de cambio. El proceso de siembra para el consumo
resulta en una actividad organizada de manera tan simple o tan complicada
como se lo plantee y generalmente involucra distintos procesos no formales de
generaci´on y socializaci´on de conocimiento.
Pero si hablamos de una sinergia cognitiva que pueda sustentar la generaci´on
de pr´acticas trascendentes a la construcci´on de la agricultura urbana como una
Zona Temporalmente Aut´onoma, debemos, necesariamente, reconvertir ese co-
nocimiento con un valor de uso muy elevado, hacia la operativizaci´on de factores
productivos propios de la econom´ıa social del conocimiento. Desde las semillas
y los insumos hasta las pr´acticas de mejora de siembra, cosecha y recetas para
consumo de productos agr´ıcolas casi desconocidos, todo espacio de conocimiento
es cuidado, reciclado y reproducido de modo, casi, infinito al punto en el cual
surge la necesidad de trascender los espacios informales de resistencias hacia
construcci´on de las pol´ıticas p´ublicas afines al arraigo social de estas pr´acticas.
Ejemplos a nivel nacional y regional sobran de esto, pero sin lugar a dudas nues-
tro mejor referente inmediato es el proceso de configuraci´on de un marco legal
hermanado con pr´acticas de preservaci´on de semillas y patrones ancestrales de
producci´on agr´ıcola en Venezuela, que ha resultado de un proceso similar al
que intentamos describir arriba y que se viene configurando, aunque a trav´es de
un cuerpo legal, en una suerte de Zona Permanentemente Aut´onoma que sirve
de paraguas para una serie de acciones locales y regionales que habilitan las
sinergias antes mencionadas.
Para la discusi´on
A lo largo de este documento hemos intentado mostrar nociones b´asicas de la
econom´ıa social del conocimiento y con dos ejemplos de producci´on de bienes y
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servicios en sectores muy espec´ıficos y sensibles de cualquier econom´ıa nacional:
la tecnolog´ıa y la agricultura, pretendimos ilustrar el modo en los cuales, la
reivindicaci´on del caracter social del conocimiento puede resultar en efectos
tremendamente positivos en la l´ınea de lo que el economista Michael Storper
(1997) llam´o la bienes relacionales dentro de las econom´ıas nacionales.
El concepto de Hakim Bey de las Zonas Temporalmente Aut´onomas, nos ha
servido de balsa para poder transitar la descripci´on del proceso de generaci´on de
las sinergias cognitivas descritas por Sergio Boisier, en cada uno de esos espacios
dentro de la econom´ıa y, desde all´ı, hemos pretendido dibujar una realidad desde
la cual el quehacer diario de estos dos sectores se diversifica, enraiza y materializa
en centros de resistencia y de transformaci´on.
Queda, por supuesto, de parte de quien nos lee, poder profundizar algo m´as
en estas ideas esbozadas hasta aqu´ı e identificar otros espacios de resistencia,
temporales o permanentes, desde los cuales, las grietas dentro del sistema de
control social ejercido por la econom´ıa del conocimiento, pueden reproducir,
arraigar y diversificarlos.
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